BS_1888_07

Ficha

Título
BS_1888_07
Descripción
Boletín Salesiano. Julio 1888
Fecha
1888.07
extracted text
Instruyó al pueblo y divulgó todo lo que había hecho.
Buscó las doctrinas útiles y escribió documentos
rectísimos y llenos de verdades. Las palabras de los
sabios son corno punzas ó clavos, que penetran pro­
fundamente, y nos fueron dadas mediante nuestros
maestros por el único pastor.
(B c le s ia s t é s

X II, 9, 10

y

31)

El peligro, Sto. Padre , está en la continua
difusión de libros infames; y para poner un dique
á este mal inmenso, yo no veo otro remedio, que la fun­
dación de una imprenta Católica, puesta bajo el patro­
cinio de la Santa Sede. De esta manera. no hacién­
dose esperar nuestras respuestas, podremos con mayor
ventaja descender al campo de la lid y responder con
feliz éxito á las provocaciones de los apóstoles del
ò error.
(S a l e s )

No se engañaría mucho quien intentase atribuir
principalmente á la prensa malvada todos los males
y la deplorable condición, do las cosas, á la cual
hemos llegado actualmente..., los escritores católicos
deben con todas sus fuerzas volverla en bien de la
sociedad.
( L e o n X III)

La prensa periódica sometida á la autoridad je ­
rárquica, revestida del espíritu de Jesucristo, viene á
ser un poder inmenso: ilumina, sostiene la verdad,
hace desaparecer el error, salva y civiliza; es cási
una forma de apostolado sublime.
(A ltm o n d a )

' DISCURSO
Pronunciado por el im.m
o Sr.

CARDENAL
E l LOS H IE R A L E S

A LIM O N D A
DE TRIGÉSIMA

QUE SE CELEBRARON

EN LA IGLESIA DE MARIA AUXILIADORA EN TURIN
EL.

1° D E M AR ZO D E 1 8 8 8

Edición económica
. » ................................. Pese! 1500
» de lujo á dos colores . . « . . « » » 1, 50

Entre todos los elogios fúnebres pronunciados ante la tum ba de D. Bosco
ocupa el prim e r puesto el de dicho Em.mo Cardenal. Él, con su grande habi
lida d

y, como insigne p in to r y escultor, supo representar en toda su be­

lleza al santo hombre, que, con sus m aravillosas obras resplandece

de u

modo gigantesco en m edio del siglo X IX . Dicho discurso ha sido traducid
en castizo castellano y francés, y esperamos que nuestros Cooperadores lo leerá
con gusto y edificación.

Sale ima vez al mes.

I L I. - N. 7.

J U L IO 1888

BOLETIN SMJMNO
Bebemos ayudar á nuestros bermanos á fin de cooperar á la difu­
sión de la verdad,

Cualquiera que reciba á un niño en
mi nombre, recibe á mí mismo.
(M a t .

x v in )

(III S. J u a n , 8)

Atiende á la buena lectura, á la ex»
imitación y á la enseñanza,
(I T ib í ,

iv

,

18}

Entre las cosas divinas la más di­
vina es la de cooperar con Dios
á la salvación de las almas,
(S. Dionisio)

Un amor tierno hacia el prójimo es
uno de los más grandes y excelen­
tes dones, que la divina bondad
puede hacer á los hombres.
(E l Doct. S. F ranc , de Sales )

Os recomiendo la niñez y la juven­
tud; cultivad con grande empeño la
educación cristiana; proporcionadles
libros que enseñen á huir el vicio
y á practicar la virtud.
(Pio IX)

Redoblad todas vuestras fuerzas para
retraer á la niñez y juventud de
las insidias de la corrupción y de
la incredulidad y preparar de esta
manera una nueva generación.
(Leon X III)

~
3
>
i DII5.ECCIOIV en el Oratorio Salesiano. —Galle Cottolengo N° O
S, Turin (Italia) *<
-—

S v r a x a i’ i o : La ñesta de María A uxiliado ra — Viaje de los Misioneros
Salesianos á Quito — Gracia de María Sma. A uxiliado ra — E l Papa
y las H ijas de M aría — Estrecho de Magallanes — Gracia obtenida
por intercesión de D. Bosco — Carta de Chile — Los funerales —
H isto ria del Oratorio de S. Francisco de Sales. — Llegada de un
Prefecto Apostólico Salesiano al Oratorio de T u rin .

FIESTA DE MARIA SIA, AUXILIADORA
en Turin.
A las 3 y 1{2 de la tarde del día 23 de
Mayo, víspera de la fiesta de nuestra amo­
rosísima Madre María Auxiliadora, reuníase
en su santuario un número considerable de
Cooperadores y Cooperadoras salesianos.
Subió al pùlpito el lim o. Sr. Caglierò y
empezó del siguiente modo la conferencia
anunciada :
« No hace mucho tiempo que en la i glesia parroquial del Sdo. Corazón de Jesús
en Roma hallábanse reunidos nuestros Co­
operadores, presididos por el Em.mo Señor
Cardenal Lucido María Parroechi, V icario
de Su Santidad y protector de nuestra Con­
gregación. A l d irig ir , pues, la palabra á
aquellos hermanos nuestros de la eterna y
católica ciudad, m i vista fijábase en dos
estandartes, en medio de los cuales, ma­
gistralmente bordadas, destacábanse estas
dos sublimes palabras F id e s-C h a rita s, ad­
mirables compendiadoras de todas las obras
portentosas de aquel pío, de aquel humilde,

de aquel modesto sacerdote de Cristo, que
cada año en esta solemne circunstancia nos
animaba y enfervorizaba con su edificante
presencia. Pero si este año nuestro vene­
rado Padre no está entre nosotros , ¿nos
habrá quizá olvidado ó abandonado? N o,
queridos hermanos míos, Don Bosco no ol­
vida n i abandona á sus hijos : Don Bosco,
que cumplió con el ardor de su fe las obras más sublimes de la caridad cristiana,
ha dejado en medio de nosotros su bené­
fico e sp íritu, el cual clama de continuo
que no disminuya en nuestro corazón la fe
á fin de poder continuar sus obras prodi­
giosas de caridad y de amor. »
Luego proseguía explicando los p rin c i­
pios de la obra de Don Bosco y la obliga­
ción que tienen los Salesianos y Cooperado­
res de continuarla y eternizarla, sirviéndose
también de los secretos de D. Bosco, quien
con fe ilim itada en Dios y María Santísima
Auxiliadora, vivió de aquel amor que tiene
por nombre caridad.
D ividió su discurso en dos partes : en la
prim era demostró el modo con que la fe
de Don Bosco se patentizó mediante su ca­
ridad entre nosotros y cómo se manifestó
también de un modo admirable en las m i­
siones del nuevo mundo. ¡Fe y Caridad !
Entre nosotros la fe y caridad de Don
Bosco se dirig iero n principalm ente á la
juventud abandonada y á los jóvenes lia -

mados al estado eclesiástico; en el nuevo rico estuvo á cargo del M. R. Sr. D. Juan
emisferio se extendió á los infelices que Elena, misionero apostólico de Brescia.
yacían en las sombras de la muerte, lle ­
La música de la misa era composición
vándoles la luz del Evangelio para c iv ili­ del lim o. Sr. Caglierò y la de las vísperas
zarlos en esta vida y enseñarles el camino del renombrado maestro, Sr. Don Cárlos
de la eterna.
Galli, venido expresamente de Milán para
« A las obras de Fe y Caridad de Don tomar parte con su h ijo , distinguido mú­
Bosco concurrís también vosotros, concluyó sico, en nuestra solemnidad. E l himno Saepe
el referido Sr. Obispo, pero debeis eterni­ dum C h ris ti del referido Sr. Obispo filó
zarlas con vuestras oraciones, con vuestra ejecutado con admirable maestría.
asistencia, con vuestros auxilios, con vues­
La concurrencia pareció más numerosa
tras lim osnas, con vuestra caridad, con que en los años pasados. La iglesia estuvo
vuestro amor. ¡ Oh! sí, amadnos, amadnos ! llena de bote en bote, desde la mañana
A llá , por aquellas inmensas lla n u ra s , por hasta la tarde. En el momento que el lim o.
aquellos interminables desiertos, mientras Sr. Caglierò daba la bendición con S. D. M.,
nos ocupamos en arrancar de la idolatría habiéndose abierto la puerta principal de
á tantas pobres alm as, arrostramos toda la iglesia, un inmenso gentío que se ha­
clase de peligros en medio de aquellas t r i­ llaba en el atrio y plaza arrodillábase con
bus salvajes, y casi siempre sentimos la singular, veneración y adoraba al R.e3r de
necesidad de ser socorridos con vuestro los reyes. ¡Grande espectáculo de fé!
afecto y amor. E l pensar que vosotros nos
No hay duda que filé una fiesta suma­
amais es un consuelo para nosotros y re­ mente conmovedora. María Santísima mos­
frig e rio en nuestros dolores. Por consi­ tróse generosa con . sus gracias y favores
guiente Ntro. Señor Jesucristo y la Santí­ de un modo extraordinario. E l orden, en
sima V irgen os colmarán de las bendiciones, medio de tanta m ultitud, fué también ma­
q u e , rodeados de miles y miles de almas ravilloso. E l regocijo de los corazones era
salvadas, invocamos continuamente para grande y suavísimo.
vosotros desde aquellas remotas tierras. »
Pero un h o m b re , amado por todos, fal­
Tan hermosa y cordial función concluyó taba ; un sacerdote que parecía personificar
con la bendición del Santísimo, dada pon­ en sí mismo á María A u xilia d o ra , de la
tificalm ente por el lim o. S. L e to , Obispo cual con todas sus fuerzas y con toda clase
titu la r de Samaría.
de sacrificios había procurado su honor y
A las 6 de la tarde la extraordinaria gloria sobre la tierra, no estaba con noso­
■concurrencia que asistió á las primeras tros. ¡Sí, faltaba Don Bosco! Todos lo bus­
vísperas solemnes, al sermon y bendición caban cbn su mirada y el corazón, y sin
fué iudicio de lo muy numerosa que sería embargo la p a lpitació n, ocasionada por la
al día siguiente. En efecto; no había ama­ tristeza, en ninguno existía. Guando al em­
necido aún cuando la plaza se hallaba en­ pezar la C onferencia, vieron que se colo­
teramente llena de gente, esperando que caba el s ilio ri, como solía hacerse en los
se abriese la iglesia. Aquellos fieles ha­ pasados años al lado izguier.dó de la cá­
bían venido en devota peregrinación de tedra, sobre la cual se sentaba el lim o.
todas partes del P iam onte, Lombardia y Sr. L e to , se figuraron que. aparecería el
Liguria. Durante toda la mañana los con­ amigo, el padre y se sentara en aquel si­
fesonarios estuvieron rodeados - de almas llón. Por el contrario vino D. Miguel Rúa
que querían purificarse en el sacramento y un no sé qué de dulce parecía satisfacer
de la confesión y alimentarse del p a n 'eu­ las esperanzas de todos. En efecto ; apéiias
caristico. Desde las 3 hasta las 10 celebrá­ se dio fin á la función agrupóse á su alre­
ronse misas sin interrupción en todos los dedor considerable número de Cooperado­
altares y dos sacerdotes distribuían alter­ res y Cooperadoras para decirle y escuchar
nativamente la Sda. Comunión á los fieles. una palabra, del mismo modo que lo ha­
En la Misa de la comunión general eran cían en los años pasados alrededor de Don
cinco ios sacerdotes que durante una hora Bosco. El día de la fiesta el pueblo se di­
distribuyeron contemporáneamente el Pan rig ía precipitadamente á la sacristía para
de los Ángeles.
re cib ir su bendición, recomendarle sus en­
É l lim o. Sr. Caglierò cantó la misa so­ fermos y exponerle las muchas necesidades
lemne, asistida pontificalmente por el E m i­ en las cuales esperaban el auxilio de la
nentísimo Sr. Cardenal Arzobispo, y por la Santísima V irgen. E l Sr. Don Miguel Rúa
tarde pontificó en las vísperas. El panegí­ estuvo gran parte del día en la sacristía,

donde bendecía á muchísimas personas, ar­
rodilladas á su alrededor, que le suplica­
ban se dignase encomendarlas en sus ora­
ciones á la Sma. V irg e n y presentarle los
sentimientos más vivos de devoción hácia
Ella. Por la tarde, mientras en los mums
internos del Oratorio resplandecía con luces
de diversos colores el nombre de María
A u x ilia d o ra , mientras entre las hojas de
los árboles brillaban bonitos y variados
arcos de luces, mientras sobre la grandiosa
cúpula, á manera de vision celeste en ac­
titud de prometer protección y auxilio, d ivisábase la colosal estatua dorada de la
Sma. V irgen, preciosamente iluminada, más
ele 800 niños y varios acólitos y sacerdotes
corrían por el patio en una misma direccion. En los años pasados se habría dicho
sin peligro de equivocarse : ¡ A llá está Don
Bosco ! Pero en éste-se dijo, y se dirá en
el porvenir : — ¡A llá está D. Rúa ! ¡Cuántos sentimientos de humilde reconocimiento
brotan espontáneamente • de nuestro pobre
corazón ante la consideración de lo mucho
que el Señor nos ha favorecido ! ¡ Sea por
siempre bendito su sagrado nombre y el
de su Sma. Madre!

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VIAJE BE LOS MISIONEROS SALEEMOS

í

á

C lu ito .

E l haber tenido que ocuparnos en los meses
precedentes de la enfermedad y muerte de Don
Bosco nos obligó á suspender la publicación de
j muchas cartas de nuestros misioneros y especialj mente de los que salieron últimamente,para Quito.
Gomo dichas cartas son bastante interesantes,
i comenzamos en 'feste mes á publicarlas, satisfa: ciendo así el deseo que nuestros Cooperadores
j; tienen de saber lo que acaece á nuestros herj. manos.
i:
Paris, 11 de Diciembre (le 1887.

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Queridísimo Sr. D ire cto r:
He llegado esta mañana á las 5 de regreso de
S. Nazari o y le escribo alguna noticia del viaje
de nuestros amados misioneros. Recibido el parte
telegráfico del Sr. D. Miguel Rúa, dispúseme el
mártes por la tarde á ir á esperarlos en Macon,
adonde llegué el miércoles por la mañana. Cele­
bré allí la santa Misa y á las 7,54 llegó el tren
donde venían D. Luis Calcagno y demás hermanos. Despues de haber descansado un instante salimos para Paray-le-Monial, adonde llegamos á
3a 1,25. Nos alojamos en el Hotel Drago que está
delante de la iglesia del Sagrado Corazón, la
cual fuimos en seguida á visitar. En el exterior
de todos observé el efecto que producía aquel
lugar de predilección. La iglesia casi ■oscura,

donde ardían centenares de lámparas, los recuer­
dos de la aparición , las promesas hechas á ios
devotos del Sdo. Corazón, todo, en fin, concurría
á inflamar aquellos corazones generosos en un
nuevo ardor y obligábales á renovar la promesa
de propagar la devoción al Sagrado Corazón.
Mientras yo me entretenía en pensar las v i­
sitas que teníamos que hacer, encontró una ge­
nerosa bienhechora de los Salesianos, que conocí
durante varios años en Nizza y á la cual, el Pa­
tronado de S. Pedro, establecido en dicha ciudad,
es deudor de muchos beneficios. Me dio 500 pe:
setas que no desagradaron al Pbro. Calcagno' y
recomendó todas sus intenciones á los misioneros
y á lodos los Salesianos.
Terminada la primera visita en dicho santua­
rio fuimos á ver el Museo Eucaristico, donde hay
muchos cuadros que recuerdan infinidad de m i­
lagros del Santísimo Sacramento y todo lo que
contribuye á propagar, la devoción á Jesús Sa­
cramentado. Siento no poder entretenerme en re­
ferirle algunas particularidades sobre esto. E l
Cura de aquel santuario se puso muy cortesmente á nuestra disposición y, de acuerdo con él,
fijamos para las 4 la consagración de los misio­
neros al Sagrado Corazón de Jesús. Era hermoso
á dicha hora ver á nuestros hermanos arrodi­
llados alrededor del altar y en medio el Direc­
tor que leía el acto de consagración, seguido de
fervorosas oraciones en favor de Don Bosco, de
los superiores, hermanos y niños de esa y espe­
cialmente de las misiones.
Terminada aquella pequeña función fuimos á
visitar la Comunidad de los Padres del Sagrado
Corazón de Jesús , los cuales nos recibieron no
como á amigos sino como á hermanos. Nos dije­
ron que había llegado el limo. Sr. B. Perraud,
Obispo de la Diócesis , con el fin de asistir al
día siguiente á una profesión y toma de hábito en
aquel convento. Fuimos, pues, á visitarlo, y nos
acogió con paternal afecto. Cuando supo que éramos hijos de D. Bosco se regocijó sobrema­
nera, nos preguntó por su salud y nos pidió su
dirección, pues tiene esperanzas de ir pronto á
esa para tratar sobre la fundación de una casa
salesiana en su diócesis. Recibida su bendición,
nos dirigimos al locutorio del convento donde
nos esperaba la Superiora con otra monja, muy
deseosas de ver á los 'hijos de Don Bosco, ó lo
que es lo mismo, de san Francisco de Sales, que
iban á la República del Sagrado Corazón. Nos
prometieron rogar por el feliz viaje de los m i­
sioneros, y tuvieron la amabilidad de darnos un re­
cuerdo de Paray-le-Monial. Luego el Director de
los misioneros y yo nos fuimos á visitar á la Supe­
riora de las Hermanas de la Retraite, que se ocu­
pan mucho en la propagación de la devoción al Sa­
grado Corazón. Son como las que están muy
cerca de nuestra iglesia de S. Juan en Turin ,
donde las señoras hacen sus ejercicios espiri­
tuales.
No habíamos llevado maleta, pero ambos vol­
vimos bien cargados. La Superiora dio á los
misioneros 25 grandes y hermosas imágenes del
Sdo. Corazón , ÍG0 más pequeñas y 2000 cora-

zones de tela y y arios paquetes de rosarios. Otra
religiosa nos regaló varias estampas, mi hermoso
relicario con las reliquias de san Francisco , de
Sta. Chantal y de la B* Margarita, y además un
M lletito que es recibido en los bancos de Fran­
cia, Italia y otras partes. Eran las hijas de San
Francisco que daban su limosnita á los misione­
ros salesianos.
A las 8 i{4 nos dirigimos á la estación. A las
8,44 dejábamos Paray-le-M onial pasando por
M olins; llegamos á Paris el jueves á las 5 í\4
de la mañana y- á las 6 entrábamos en M énilmontant.
E l tiempo no era tan favorable para recibir
visitas y no tuvimos ninguna. E l Sr. Cónsul
del Ecuador nos había suplicado le anunciásemos la
llegada de.ios viajeros, y así lo hicimos por
medio de un parte telegráfico. Á la una presen­
tóse dicho buen señor en nuestra casa manifes­
tándonos particulares muestras. de afecto.
Una hora despues el Pbro Calcagno, acompa­
ñado de dos misioneros , fue á restituirle la v i­
sita. Luego dieron una vuelta por la ciudad y
visitaron algunas iglesias, á excepción del Pbro.
S a n tin e lli, quien , despues de haber icio á cele­
brar la santa Misa al santuario de la Virgen de
la Victoria, se encontraba muy cansado.
E l viernes por la mañana tres coches nos con­
dujeron á la estación de S. Lázaro y á las 10,25
salíamos de Paris para S. Nazario, adonde llegamos
á las 8,10 de la tarde.
A las 8 de la mañana del día siguiente, des­
pues. de haber celebrado todos la santa Misa,
vimos llegar varios religiosos del Espíritu Santo
con cuatro Hermanas de la Congregación de San
Pablo de Chartres, los cuales debían embarcarse
también para Caienna. Había además otras re li­
giosas y sacerdotes seculares que iban á la Mar*
tínica.
'A las 9 fui con D. Luis Calcagno á visita r al
Director de la Compañía, quien nos recibió con
suma bondad y nos dijo había recomendado ya
al capitan y comisario á los misioneros salesia­
nos. Hizo tomar por cuenta de la sociedad todos
los equipajes que estaban aun en la estación. A
las 10 1|2 subíamos á bordo. E l Director de la
Compañía me había convidado muy cortésrneníe
á desayunar con los hermanos lo cual acepté con
gusto. La gran concurrencia de pasajeros que
iban en I a y 2a clase era causa de que el ser­
vicio procediese muy despacio , de suerte que á
las l i 1[2 nos hallábamos aún á la mitad del
déjeuner ; pero repetidos golpes de campana me
dieron á entender que era ya tiempo de p a rtir.
Abrazó á los misioneros, y subí al puente cuando
el vapor empezaba ya á moverse. Por cinco m i­
nutos más que me hubiese descuidado , tendría
que proseguir con ellos. Bajé, pues, á prisa y
llegado á tierra me puse á contemplar aquel va­
por que poco á poco se alejaba, y casi sentía
pena de haberme hecho cargo á tiempo de que el
buque salía si no fuese porque tal modo de irse
podría llamarse de contrabando.
Mandé en seguida un telegrama desde S. Na­
zario á D. Bosco, otro al Cónsul del Ecuador y

despues me fui á la estación. A la una salí y?
pude por algún tiempo divisar aún el vapor L a
France que se alejaba llevando á nuestros que­
ridos hermanos. Me paré cuatro horas en Nanles,
proseguí en dirección á París y por último entré
de nuevo en nuestra Patagonia de Ménilmontant...
J óse R o n c h a il , Pbro.

Grada de María Auxiliadora.
R dmo . S r . D . B osco :

E l año pasado á una sobrina mía se le cayó
de los brazos una niña de 11 meses, rompién­
dosele á la pobrecita una pierna. Sintiéndola g ri­
tar, pregunté á la sobrina el motivo. Esta, te­
miendo la riñese, no me dijo la verdad. Yo,
como ignoraba el mal, no llamé al médico, pero
viendo que toda la noche la había pasado llo ­
rando me decidí á hacerlo el día siguiente. Yino,
pues, el médico y no conociendo , como yo , el
mal, empezó á curarla creyendo tuviese otra en­
fermedad. A l cabo de ocho dias, sin notar me­
joría, mi m ujer cogió en brazo la niña y la
llevó al Hospital de S. Juan, en Turin. A llí le
dijo el médico que toda la enfermedad dependía
de la hinchazón producida por la rotura de una
pierna y que no había más remedio que cortarla
si no quería exponerla á mayores males.
A estas palabras mi m ujer se estremeció y,
alzando los ojos al cielo, dijo: Se me despeda­
zaría el corazón si á m i niña tuviesen que ha­
cerle semejante operación ; en seguida comenzó
á sentir fiebre y no le fue posible dar el nece­
sario nutrimento á nuestra querida hija. Enton­
ces me dirigí á María Sma. Auxiliadora é hize
voto de oir todas las mañanas la santa Misa por
espacio de un año. Desde aquel momento mi niña
se calmó y no volvió á llorar. A l ver esto me
resolví á no hacerla visitar de ningún médico, á
pesar del triste estado en que se encontraba. La
recomendé también á las Hijas de María A u xi­
liadora, que están en nuestro pueblo , para que
hiciesen rogar á las niñas de sus escuelas.
La Sma. Virgen, siempre amorosa Madre, di­
gnóse oirnos socorriéndonos milagrosamente con
su poderosa intercesión. Hoy nuestra h ijita se
halla completamente sana y robusta con gran
maravilla de todos los que, no hace aún muchos
dias, la vieron en tan terrible estado. Ruego,
pues, al Sr. Director del Boletín se digne publicar
esta gracia , á fin de que cualquiera que llegue
á encontrarse en algún peligro ó desgracia sepa
á quien debe dirigirse con ilim itada confianza.
¡ Oh ! sí, María Santísima Auxiliadora es ver­
daderamente la dispensadora de todas las gracias
y protectora de sus verdaderos devotos en vida
y en el terrible trance de la muerte.
Dándole las gracias anticipadamente tengo e
gusto de declararme suyo afmo. y S. S.
Q. B. S. M.,
A n to n io C a t t a n e o .

Borgomasino, 13 de Enero de 1888.

EL PAPA
y la s H i j a s d© A la r ía *
Para satisfacer el interés de las personas que
se unieron á la invitación hecha dos años hace,
por la Sra. D .a Lorenzina Mazó de La Roche de
T urin á todas las Hijas de Maria del orbe cató­
lico, con el ñn de festejar las Bodas de oro de
Su Santidad Leon X III, recomendamos vivamente
á los Señores Directores de diarios católicos
se dígnen publicar la siguiente circular, á ñn de
que todas puedan disfrutar de los favores espirituales concedidos últimamente por el Padre
Santo.
I l m o . SEñOR :

E l dia 5 de A b ril de 1888 el Padre Santo re­
cibía solemnemente las Representaciones de to­
das las Congregaciones de las Hijas de María
esparcidas por el mundo católico , reunidas en
Roma, por invitación de la noble Sra. Du Loren­
zina Maze de La Roche de T urin , promovedora
de dicha peregrinación.
En esta audiencia Su Santidad dignábase con­
ceder facultad extraordinaria á todos y cada uno
de los directores de las Pias Uniones que toma­
ron parte con sus ofrendas á dicha Demostra­
ción, de dar una especial bendición apostólica, en
una de las primeras reuniones que tengan, reciliiendo ántes los Sacramentos de la Confesión y
Comunión.
E l infrascrito, mientras tiene el honor de par­
ticipar á V. R. tal soberana y pontifìcia disposi­
ción, aprovecha gustoso la ocasión para ofrecerse
•con todo respeto de V. R.
A fm o. S. So y Cap.
A n to n in o B ossatis , Pbro.,
Director de la P ia Union en el
monasterio de Sta. A n a y de
la Providencia,, Calle Conso­
lata, N . 20 - Turin.
Ex Aeclibns Vaticanis, 28 Aprilis 1888.
Ego subscriptus fidem facio, vera esse quae hisce
litte ris exprim untur.
L . S.
F . D e l l a V olpe ab admissionibus.
P.S . - A fin de que los Directores y Direc­
toras de las Pias Uniones de Hijas de María
puedan informar á las Hermanas de la sobredi­
cha Audiencia, remitiremos cuanto antes una re­
lación particular y exacta de ella.
Suplicamos á las personas que deseasen tener,
como recuerdo de esta Audiencia, una copia del
elegante A lbum ofrecido al Santo Padre, se di­
gnen mandar cuanto antes á la mencionada Se­
ñora Maze de La Roche , calle G iulio , N. 20 ,
P iazza Consolata - T u rin , su adhesion, uniendo
una peseta , aun en sellos de correos, para los
gastos de envío. En este A lb u m , además del
elenco de todas las Hermanas de las Piadosas
Asociaciones que tomaron parte con su óbolo en
la referida Demostración , hay también una fi­
nísima imagen del F ro n ta l, un ejemplar de la

Dedicatoria hecha sobre el pergamino histórico
y las palabras leídas por la promovedora al
Padre Santo el dia del solemne recibimiento.

ESTRECHO DE

MAGALLANES.

Pnntarenas, 7 de Agosto de 1887,
Hálleme aquí desde el 21 del mes pasado.
Hemos comprado ya la casa y nos ha costado
35,000 pesetas. Tiene nueve piezas bastante
grandes, un espacioso terreno y un jardincito.
¡ Qué frió hace en estos días ! Once grados
bajo cero y en una casa de madera suspendida
á treinta centímetros de la tierra para evitar la
humedad. Si sufrimos nosotros, á pesar de estar
tan abrigados, ¿cuánto más los pobrecitos Indios
que andan enteramente desnudos ? Es este im
pensamiento que nos hace exclamar : — ¡ Pa­
ciencia! procuremos ganar algo para la vida
futura.
Estamos á 52 í\2 grados de latitud Sur; somos
los hijos más lejanos del amado D. Bosco, pero
quizá los más cercanos á él, por la ternura con
que indudablemente pensará en nosotros.
Los correos salen de aquí para Burdeos,
Amburgo y el Pacífico de quince en quince dias.
Hay otras líneas de vapores que pasan conti­
nuamente por el estrecho de Magallanes.
M uy pronto mandaré un sacerdote á las islas
Malvinas que sepa bien el inglés» ¡Pobres cató­
licos de las Malvinas! ¡Hace ya dos años que
no ven' sacerdote !
Puntarenas, 30 de Agosto de ,1887.
El 15 del comente, mientras en T urin se ce­
lebraba el natalicio de D. Bosco, aquí se inau­
guraba la capillita de madera improvisada, y que
quizá nos servirà por algún tiempo.
Asistía á la función el Excmo. Sr. Gobernador
del te rrito rio D. Francisco Sampaio, con su señora
esposa y toda la familia, el Sr. notario D. Félix
Córdoba, el administrador D. Baldomero Mendez,
el capitan D. Sinforoso Ledesma, varios oficiales
de la fragata Angamos y muchas otras respe­
tables personas de esta colonia, sin contar los
colonos suizos que por estas partes son nume­
rosos.
Se cantó Misa solemne, acompañada con piano,
y, antes de concluir, dirigí algunas palabras á
aquel auditorio, haciéndoles ver la gracia grande
que María Sma. Auxiliadora nos concedía á todos
y de un modo especial á los habitantes de aque­
llas tierras, completamente abandonadas por lo
tocante á religión. ¡Oh! ¡con cuánta atención
escuchaban mis palabras , ó mejor dicho, las de
Dios ! ¡ Cómo resplandecía en los semblantes de
todos el contento y alegría al oir que desde allí
en adelante podrían dar instrucción religiosa
á los niños ! Celebrada la santa Misa, algunos
padres y madres de familia me dieron las gracias
por el afecto que les había demostrado , y me
prometieron enviarían con mucho gusto á sus
hijos.



-

Hemos abierto ya las escuelas,, y si el tiempo
no fuese tan malo en estos días, tendríamos más
de cuarenta niños. Por medio del catecismo que
se explica todos los domingos y algunos días de
la semana preparamos á un numero no escaso
de niños y niñas para recibir la primera cornuilion*
Dígnese Yd. recomendar esta misión á los
Cooperadores y hermanos* á fin de que podamos
sacar mucho fruto. Tenemos necesidad de re­
correr todas las islas donde viven los salvajes
para anunciarles el Sto. Evangelio f reunirlos á
todos en un sitio y atender á sus necesidades
espirituales y materiales. No es posible obtener
conversiones sino se les provee de comida, vestido
y varias otras cosas durante algún tiempo.
En fin, querido Padre, nosotros no cesamos de
rogar al Señor para que , en su infinita mise­
ricordia, se digne proveer á la necesidad de
esta comarca y en particular dé los salvajes de
la Tierra del Fuego.
Los Pbros.- Savio y Beauvoir, con dos coadju­
tores, vendrán acá de Sta. Cruz para prepararse
á ir á la Tierra del Fuego , pasando por entre
las últimas tribus de Patagones que están aún
sin catequizar.
Puntarenas, 8 ele Octubre de 1887.
Le escribí el 30 de Agosto y he aquí que hoy
vuelvo á hacerlo para darle noticias de nuestra
pequeña casa.
Ante todo le diré que nuestros niños han au­
mentado en número y también en virtud : son
más de cincuenta en el colegio y ochenta en el
Oratorio festivo. ¡Con qué gusto vienen á la
escuela/á la iglesia y á nuestros recreos! S ilos
viese Yd. jugar en el patio á la barra, pelota,
á las bolitas y etc., le parecería, como me su­
cede á mí, hallarse en el Oratorio.
E l Domingo pasado tuve el consuelo de dar
la primera Comunión á seis alumnos nuestros.
Asistieron también algunos parientes de los niños,
áe suerte que la función íúé verdaderamente
conmovedora. Plegue al Señor que esta Comu­
nión inflame en el amor al Sdo. Corazón de
Jesús á todos estos pobrecitos Indios.
No han llegado todavía los Pbros. Beauvoir
y Savio, lo cual atribuyo al mal tiempo que
hemos tenido* en estos últimos días y quizá se
habrán detenido también á catequizar algunas
tribus que hayan encontrado por el camino que
va desde el rio Sta. Cruz hasta el Cabo de las
Yírgenes, situado á la entrada del Estrecho de
Magallanes.
Por las orillas de la parte del Norte de la
Tierra del Fuego han encontrado algunas arenas
de oro y por consiguiente han ido allá muchos
hombres para trabajar y estraerlo por medio de
máquinas, caballos etc. En el invierno se re ­
tiraron á Puntarenas dejando allá algunos ca­
ballos. Los Indios los . m ataron, los’ comieron
y se sirvieron de la piel para abrigarse.— ¿Qué
es lo que sucederá ahora ?

86
Puntarenas, 5 de Novicimbre de 1887.
¡ Cuán providencial lia sido el habernos estable­
cido definitivamente en esta última punta de la
tierra austral ! Los Indios de la Patagonia me­
ridional vienen aquí para cambiar las pieles de­
guanaco y de otros animales por azúcar, yerba,,
mate, vestidos y licores. Esta es para nosotros
una ocasión muy oportuna para hablarles y per­
suadirlos de que mucho más les convendría
dejar tal género de vida y establecerse en un
sitio fijo, donde pudiesen disfrutar de los bene­
ficios de la instrucción religiosa y civil.
En Octubre p. pdo. vino una trib u y se paró
una semana. Guando se fueron prometieron volver
acompañados de muchos otros conocidos. F ui á
visitarlos, les expliqué un ratito el catecismo y
les recomendó particularmente que no se embria­
gasen por ser cosa muy fea y mala á los ojos
de Dios. He observado que hicieron caso de mis
consejos, pues en todos estos días no hubo ningún
desorden. Además me han prometido que cuando
vuelvan vendrán para que los instruyamos y
bautizemos, pues, decían, estaban convencidos de
que el tiempo de la ley de los Indios había pa­
sado ya. ¡ Y no es poco progreso el que ellos
conozcan la necesidad de instruirse en nuestra
santa religion, unica fuente de verdadera c iv ili­
zación !
E l capitan Sr. D. Pablo Ferro de Yarazze me
trajo una familia de la T ierra del Fuego, com­
puesta de una madre, dos niños y una niña. E l
padre fué muerto , según parece, por alguno de
los mencionados que por allá fueron en busca
de oro. Pertenecen á la raza de los Onas, cuyoidioma ninguno entiende y yo conozco tan sólo
algunas palabras que pude recopilar en un lib rito
hace ya bastante tiempo.
La acogí con toda caridad, los aseé á todos ^
enseñe á lavarse á la madre , los vestí decente­
mente, pero no estaban contentos si no con sus
pieles de guanaco y siempre al lado de su pobre
fuego.
No comían pan ni sopa y sí la carne; tampoco
sabían coger la cuchara y el tenedor; el cuchillo
sí y lo manejaban á las m il maravillas. ¡ Cuánta
paciencia hay que tener para educarlos! Líjeles
que viniesen con nosotros al comedor para que
-aprendiesen á comer, y ellos se reían continua­
mente ; cuando les ofrecíamos sopa, en vez de
decir que no les gustaba , escupían en ella. Se
maravillaban de, todo, jugaban con los platos,,
vasos, botellas , etc., y luego , al ver que se
rompía alguno , echábanse á re ir á carcajadas.
Guando nos ven la tonsura dicen que también
ellos, tanto hombres como mujeres, la tienen..
Y mientras la madre y los hijos mayores lo cu­
riosean todo, el pequeñito diviértese sobre las
espaldas de aquella cogiendo los animalitos que
en su cabeza y vestidos se anidan.
Nuestro zapatero Audisio repíteles en castellano
el nombre de los objetos que tocan, y regocíjase
con el pensamiento de que un día el mayorcito
será su discípulo y quizá también uno de los
músicos que en 1891 lo acompañarán á Italia^.

para festejar la celebración de la primera Misa
de nuestro amadísimo X). Bosco.
E l catequista, que deseaba tanto ver desde
muy cerca á los Indios , hoy admírase de tanta
rusticidad è ignorancia, y al verles en tan triste
estado desea enseñarles cuanto antes , con sin­
gular empeño , á rezar, leer , escribir y contar
perfectamente.
Todos, en fin , nos ocuparemos en instruirlos,
cristianizarlos, educarlos lo mejor que podamos,
con los saludables auxilios de la gracia divina.
¡ Ahora sí que podrían ayudarnos no poco las
Hijas de María Auxiliadora, especialmente para
asistir á las mujeres y niñas! Ya escribí al
lim o. Sr. Caglierò sobre esta gran necesidad y
espero nos mandará muy pronto algunas.
E) mes pasado comulgaron más de cien per­
sonas en nuestra capillita, entre las cuales veinte
por primera vez. Actualmente nos preparamos
para celebrar el Mes de María, que aquí es en
Noviembre, y, mediante su poderoso auxilio,
esperamos sacar mucho fruto. Terminará con la
preciosa solemnidad de la Inmaculada.
Hoy he recibido noticias de los Sres. Beauvoir
y Forcina, residentes en Sta. Cruz. Están bien
de salud pero les faltan medios para ir de un
lugar á otro en busca de Indios.
; Oh, queridísimo D. Bosco, encomiéndenos
mucho al Señor y á la Sma. Virgen Auxiliadora
en sus santas oraciones ; dígnese también reco­
mendar á todos esos hermanos, cooperadores y
amigos hagan lo mismo y reciba el afecto de
sus hijos, quizá los más distantes de ese inolviídabie Oratorio.
Suyo afm o. hijo q . i. s. m,
J osé B a g n a n o , Pbro.
Puntarenas, 10 de Diciembre ele 1887.
C ar ís im o M ons . C ag lie r ò :

Supongo que habrá hecho- un viaje feliz y,
juntamente con los Hermanos é Hijas de María
Auxiliadora, habrá visto ya y consolado con su
presencia á nuestro venerando padre D. Bosco.
¡ Cuánto se alegrará el corazón de nuestro
amadísimo Padre cuando oiga la relación del
gran bien que se ha comenzado á hacer y de lo
que se hizo ya en estas, mas bien que nuestras,
suyas queridas Misiones de la Patagonia y Tierra
del Fuego !
Hemos terminado el Mes de María con toda
solemnidad y además con satisfacción de todos y
también nuestra. Nos edificó y consoló muchísimo
la numerosa Comunión de niños y niñas que se
hizo, á pesar de lo ocupados que están en el
campo con los rebaños y en los lavaderos de oro.
Aumentan de día en día los niños y con el
número también la piedad y amor al estudio.
Las niñas vienen solamente al catecismo todos
los Domingos. E l campo que aquí se ofrece á
las Hijas de María Auxiliadora es vastísimo : el
Men que podrían hacer inmenso, pues muchas
madres protestantes piden ellas mismas ingresar
en el futuro colegio.

Espero que cuando S. S. vuelva estará ya el
local preparado y tomaremos por modelo el de
Cármen de Patagones.
La casa será de madera y procuraré se edi­
fique en un sitio al abrigo de los vientos , que
en esta tierra no es tan fácil conseguirlo. Hoy,
hermoso día de la Inmaculada, hemos tenido el
consuelo de regenerar con el santo Bautismo á
tres Fueguinos , el pequefíito , José , de í año ,
Juan, de 5 y Antonio, de 10. Nuestra capillita
estaba muy bien adornada. Asistieron todos los
niños de las escuelas y mucha gente de estos
alrededores.
He advertido que iintonio sintió, por así de­
cirlo, físicamente los efectos del santo Bautismo,
En efecto, despues de la función, acercábase con
mucha confianza y afecto á nosotros y á los niños,
manifestando con saltos y otras señales su gran
contento.
A l salir de la iglesia, todos decían : ¡ Qué fun­
ción tan edificante ! Y verdaderamente lo fu e ,
debiéndole decir que hasta los protestantes mismos
se impresionaron. ¡ Quién sabe si será esto el
principio de su conversion ! ¡ Pluguiese al Señor
que así fuese !
En estos días he tratado sobre el alquiler de
una goleta que me costará 30 duros chilenos al
día. Vendrán conmigo algunos Misioneros é i re­
mos á la vecina Tierra del Fuego. Allá nos que­
daremos tres meses ; con tal fin llevamos 8 ca­
ballos y 100 ovejas para distribuir á aquellos
pobres salvajes y también para nosotros en caso
que los víveres nos falten. Son gastos enormes,
pero necesarios para esta Misión ; sin embargo
confiamos siempre en el auxilio de Dios y de
nuestros buenos Cooperadores Salesianos.
Guando S. S. leerá esta cartita, yo me hallaré
ya en el centro de la Tierra del Fuego y quizá
en medio fie los Onas que me rodearán. Tam­
bién habré celebrado entre ellos la Misa en union
de la de Oro del Padre Santo.
Me encomiendo mucho en las oraciones del
amadísimo D. Bosco, de S. S. y en las de
nuestros carísimos hermanos y Cooperadores Sa­
lesianos.
Dígnese darme su bendición y reciba afectuo­
sos recuerdos ele los Salesianos de esta Casa.
J osé F a g n a n o , Pbro,

Prefecto Apostólico de la Patagonia M eridional
y Tierra del Fuego.

GRACIA OBIEIIDA
por intercesión de Don Bosco.
Con el debido respeto á las prescripciones de
la Santa Iglesia y por consiguiente sin pretender
se crea por ella aprobada ó merezca fe sobrehu­
mana, publicamos una de las muchísimas gracias
recientemente obtenidas por invocación de Don
Bosco.

-

Turili^ 25 de Mayo de 1888.
M u y Rjdo. Se ìio r :

Con sumo gusto voy á referirle una gracia
obtenida en estos últimos días por medio de la
invocación de nuestro venerando D. Bosco. Ha­
biendo leído un día en el Boletín que una m ori­
bunda sanó apenas pusieron sobre su cuerpo
el retrado del llorado Sacerdote, hice también
yo la prueba con mudi a fe, invocando su media­
ción, para que se dignase sanar á una sobrina
mía, enferma de tortísima fiebre y tos.
Apenas le hube puesto sobre su cuerpo el re­
trato del santo Sacerdote, la fiebre cesó, demos­
trando en su • exterior _un semblante natural y
tranquilo. Venido el médico nos aseguró se ha­
llaba perfectamente sana.
Si cree Vd. conveniente publicar el caso por
deber de reconocimiento y fe para gloria del
Siervo de Dios é insigne bienhechor de la humani­
dad , se lo agradeceré infinito.
Dígnese Vd. rogar mucho por mí al Sdo. Co­
razón de Jesús y créame su humilde servidora,
T er esa S t u f f o r i .

CARTA DE CHILE.
Santiago, 12 de Abril de 1888.
• Sr. D. ATV,
P òro. de la P ía Sociedad Salesiana
T u rin .
Muy

estimado amigo

:

¡A h ! ¡ D. Bosco ha muerto !...... :D. Bosco ha
muerto ! es la idea que, desde el momento en que
tal noticia llegó á mis oídos, constantemente me
asalta ; son las palabras que á la v e z, como
deplorando una desgracia nacional, aquí todos
con pesar profundo repiten. No extrañe Vd.,
amigo mío, que tan entrañable y universal sea
el amor que á D. Bosco se profesa en nuestra
patria. Aunque muy pocos han tenido la fortuna
de conocerle,, con todo bien, notorios son su in ­
comparable vida, sus inmortales obras y sus pro­
digios innumerables. Por esto imposible es" no
amarle con ternura y venerarle con entusiasmo.
Más aún ; hay acá como un presentimiento de
felicidad ocasionado con las palabras dichas casi
en su hora postrera por D. Bosco: ¡ M i pensa­
miento se va constayitemente á Civile! Razón
tenemos, pues, para sentirnos halagados y rego­
cijarnos en la confianza de que el instituto sale­
siano se difunda en toda la Piepúbliea y sea
como el estandarte de María, que la colme de
bendiciones, la regenere y engrandezca y la
llene del espíritu nobilísimo de nuestro querido
Sanio.
El distinguido sacerdote D. Ramón Angel
Jara, m i compatriota y amigo, á quien D. Bosco
se dignó honrar con particular afecto, disponíase
ya á celebrar unas exequias dignas del venerable
fallecido, y preparaba al efecto la hermosa iglesia
del Sdo. Corazón, erigida poco ha por la gratitud

88
nacional, cuando el limo, y Rdmo. Señor Arzo­
bispo D. Mariano Casanova, empeñado en darles
aún mayor solemnidad, manifestóle particular
interés en que se hicieran en la Catedral. En
consecuencia tendrán lugar el 28 del corriente ,
en la iglesia metropolitana ; estará de pontifical
el limo, y Rmo. Sr. Arzobispo ; asistirán sacer­
dotes salesianos ele Concepcion y Talca, y hará
el panegírico (pues ¿ cómo llam ar oración fú­
nebre ?) el Sr. Jara, cuyas dotes oratorias debió
Vd. conocer en la inauguración de la iglesia del
Sacro Cuore en Roma. Seguro estoy de que
tales funerales moverán la ciudad entera.
Bendigo yo m il veces el día en que tuve la
dicha de conocer á D. Bosco. Lo recuerdo gozoso.
Si bien la Historia de la Iglesia se nos ofrezca
como un jardín cuajado de flores y frutos, en la
variedad inmensa de estos, considero á D. Bosco
como uno de los más privilegiados. Si no hablara
con Vd., que bien de cerca y tanto le ha cono­
cido, quizá se diría que el grande amor que le
tengo me lo representa mayor de lo que era.
Pero, al contrario, m i juicio queda muy por
bajo de lo que merece, pues que aun no conozco
sino breves páginas de la historia que cuando se
publique ha ele causar singular asombro. Además
ese amor en algo se funda. De seguro que si
cuando yo vi á D. Bosco hubieran estado á su
lado todos los monarcas de la tierra apenas si
me habría distraído en ellos. Y diré á Vd. el
porqué. Porque en D. Bosco hallé el poder que;
más atrae, la bondad personificada á que nada
se resiste. Harta razón ha tenido quien ha dicho :
« E l mundo será de aquel que más le ame y
mejor se lo demuestre. » D. Bosco tenía en grado
eminente el secreto para hacerse amar luego al
punto que se le veía ; este secreto era amar ,
amar con divina caridad. La estancia de Don
Bosco ¡ cuán modesta era ! humildísimo ajuar, un
crucifijo , algunos libros é imágenes, un cartel,
que en grandes caracteres decía : « Dadme las
admas y quedaos con lo demás, » y no obstante
en aquella estancia Don Bosco era tan visitado
como un Pontífice , y allí llegaban todos como
al vestíbulo embalsamado de la gloria.
Más de una vez he intentado trazar la fiso­
nomía moral de Don Bosco ; pero ¡ imposible !
las lámparas de la tierra no bastan a mostrar y
por decirlo así á alumbrar los astros del firma­
mento. E l alma de Don Bosco apacible y serena,
como las puras aguas de un lago en tan altas
montañas, parecía reflejar los esplendores del
cielo. No se descubría en él ningún signo exte­
rio r de su misión sublime en el inundo, á no ser
el manto real santificado por Jesucristo mismo :
la pobreza. Mas sus palabras tocaban en el ^corazón, ya como dulce armonía, ya como espira­
ciones de fuego; hablaba además con la majestad
de la v irtu d y con la santa expresión de su vista ;
santa digo porque nada tenía de humano. Lo
que ha recibido sobrenatural influencia conserva
su sello. Luego que, en Lourdes, Bernardita fue
favorecida con la visita de la Inmaculada Con­
cepción, dicen los que la vieron que sus ojos
conservaron hasta el fin de su vida un reflejo

absolutamente- peculiar. Así en Don Bosco cual­
quiera que le vió una vez siquiera pudo adver­
t ir que su mirada era propia de quien, como
Bern ardita, muchas veces conversó con María ,
de quien, en cierto modo, como S. Pablo vió el
Paraíso. Lo sobrenatural en Don Bosco, para
cuantos bien le conocían , era cosa natural; los
prodigios, en torno suyo, se multiplicaban día á
día. Me propuse hacer la investigación de algu­
nos y hablar con las personas ora favorecidos
con ellos, ora oculares testigos. Los hallé á cada
paso : milagros estupendos de gracias espirituales
y temporales ; me parecía leer la maravillosa
historia del pueblo israelita, la vida pública de
Nuestro Señor y de los santos más taumaturgos.
Espero con ansias que todo ello salga á luz. Me
voy á entretener en recordar uno solo de los
cincuenta que conozco. Conversaba yo un día
con m i excelente amigo el Pbro. Don Carlos
V ig lie tti, secretario de Don Bosco, y le escuchaba
con no menos placer que novedad lo que al
respecto de su venerando Padre me decía. Entre
otras cosas refirióme lo siguiente : « Era en el
» año de 1885. Don Bosco había hecho viaje á
» Marsella y yo le acompañaba. Los miembros
» de la Sociedad de San Vicente de. Paul le
» suplicaron allí les honrase con una conferencia.
» Don Bosco, que no sabe excusar servicio
» alguno , con mucho gusto se prestó á compia» cerlos. Llega el día de la fiesta ; debía decir
» misa á las ocho vv luego
O hacer la conferencia.
» La iglesia desde muy temprano desbordaba de
» gente. Dan las 7, las 7 1\2 y Don Bosco,
» madrugador como es, aun no sale de su pieza.
» Voy á verlo y lo encuentro en cama. —
» ¡ Buenos días ! Don Bosco, le digo ¿qué es lo
» que tiene ? — Un dolor de cabeza que no me
» permite levantarme. — ¡A h !... Y la iglesia
» está llena : esperan su Misa y la conferencia
* anunciada. ¿Qué se hace ? — Qué hacer ? À
» no ser que tu quieras quedarte aquí en lugar
» mío , con el dolor que siento. — Seré muy
» afortunado en tener un dolor de cabeza de
» Don Bosco, le dije sonriendo. — Entonces
» bien; iré, pues, á decir 'Misa y á hacer la
» conferencia. — Y al instante me sentí con
» tan fuerte dolor decabeza que casi no pude
» tenerme enpié, me apoyé en la pared y pronto
» me fui á la cama. A pesar de todo no podía
» dejar de reir. — Entre tanto Don Bosco se
» le vantó, dijo m isa, predicó, habló con un
» mundo de gente, hasta que á eso de las i i í\2
» dice r Hoy estoy invitado á comer en casa
» de + es ya tiempo de pensar en p a rtir;
» pero no veo á Garlos; ¿dónde está? — Señor
» está enfermo, en cama,le contestaron. ■
— ¡Ah!
» cierto; y en el acto va á verme. ¡Levántate,
» levántate! Garlos, me dice; — y yo me siento
» sano instantánea y completamente; me levanto,
» y acompaño á Don Bosco. E l dolor ya no re» tornó ni á él ni á mí. A las doce estábamos"
» á comer en la casa indicada. »
Así Dios se complacía en sembrar de milagros
la vida de este Santo : los hacía sonriendo, con
una naturalidad y humildad indecibles. Me acuerdo

de D. Dalmazzo, que se resolvió á ser salesiano
un día en que en el Oratorio de Turin, como
sólo hubiera diez y seis panes para la refección
de centenares de niños, vio á Don Bosco repetir
el milagro de la multiplicación hecha por Nuestro
Señor Jesucristo.
Tengo muy presente la que puede llamarse
resurrección de Monseñor Caglierò y origen de
las misiones salesianas en A m érica, suceso en
extremo admirable é interesante que he oido de
los propios labios de Monseñor, etc. etc... ¡A li!
¡ qué bueno es Dios ! ¡ Cuán cerca está de noso­
tros, 3^ cómo nos regala con infinita generosidad !
( Continuará)

L O S

F U N E R A L E S .

(Continuación)

Faenza.

— Con asistencia de muchos Coopera­
dores y Cooperadoras. La Comunión general,
tan devota y edificante, de los alumnos in te r­
nos y externos del Oratorio de S. Francisco
de Sales demostraba muy bien el dolor que
sentían por tan grave pérdida.
F lo r e n c ia : En la iglesia de S. Florencio, ce­
lebró pontificalmente el limo. Sr. G iu sti,
obispo de Arezzo. E l limo, y Rdmo. Arzo­
bispo Sr. Cecconi, con gran pesar suyo, á
causa de su salud, de no poder asistir á la
función, dignóse conceder una bendición espe­
cial á los sacerdotes 3^ fieles que hubiesen ce­
lebrado ú oido la Misa con tal fin y comul­
gado en aquel mismo día. Celebró la Misa de
la Comunión general el lim o. Sr. Vicario. E l
Emmo. Sr. Velluti-Zati, Duque de S. Clemente,
hizo el elogio de las virtudes y obras de Don
Bosco. E l sabio y virtuoso Padre Mauro Bicei,
prepósito general de los Escolapios , compuso
varias inscripciones, entre las cuales figuraba
la siguiente :
Tú Modelo de Suavidad
Francisco de Sales
Tú Capitan invicto de la invencible falange
Ignacio de Lo}rola
Y tú en la escuela apóstol de los hijos del pueblo
José de Casalanz
Acoged al valeroso émulo en la bienaventurada asamblea.
F üg iizzo : Solemnes funerales en la parroquia.
Asistió el Exemo. Sr. Alcalde, varios Conce­
jales y los alumnos de las escuelas públicas.
E l lim o. Sr. Caglierò cantó la Misa.
F o rm ig lia n a (V e rce lli): E l Rdo. Sr. Párroco
cantó la santa Misa por 1). Rosco; asistía nu­
merosa concurrencia rogando por su eterno
reposo.
F o n t a n ile ( A c q u i ) : Solemnes exequias con
asistencia de casi toda la población. La So­
ciedad de los obreros católicos ostentaba su
estandarte enlutado. Las Comuniones fueron
numerosísimas.
Fessane : Se celebraron dos funerales con la
ma3ror solemnidad. Uno en la iglesia de S. Juan
Bautista al que asistieron los niños del Ora-





:

j

i
:

90



torio Obispal. Otro en la de la Misericordia por
que el Señor ha querido dar en esta tierra á
medio de los Sres. Cooperadores y Coopera- j
nuestro venerado Padre, por los estudios que
doras. Hizo el elogio, en dichos funerales, el
hizo para ilustrar la Tierra Santa , y por lo
Rdo. Canónigo Sr. Magni, Secretario del señor
mucho que se empeñaba en que sus hijos la
. .Obispo.
estudiasen bien y pudiesen seguir paso á paso
los viajes de Ntro. Señor Jesucristo.
Ghignolo-Po : El Pido Sr. Párroco celebró Misa
solemne j eleváronse oraciones por el eterno
Lanzo ; Bos funerales en la iglesia parroquial ;
reposo del venerando D. Bosco.
además del celebrado ya en el Colegio. Asistieron
el Ayuntamiento y muchísimas personas del
G orizia : En la iglesia de las R. R. M. M.
pueblo
y de los lugares inmediatos*
Ursulinas celebróse oficio fúnebre con Misa
pontificada por el lìmo. Sr. D. José Grasovin.
Leggiim o ?. Solemnes honras fúnebres celebradas
Cantaron los estudiantes de teología. Unapor medio del Párroco , fervoroso Cooperador
inscripción, colocada en la puerta de la iglesia,
salesiano. Asistió casi toda la población de
decía :
Pieve. E l elogio fúnebre estuvo á cargo del
Rdo Sr. B. Angel R ig o li, Párroco de GasalA D. Bosco
L
itía y antiguo alumno de B. Bosco.
desean la paz del Justo
L e n ta (Vercelli): Solemnes funerales con asisten»
sus Cooperadores y Cooperadoras.
cía de numerosísimo clero y pueblo. Asistieron
E l Rdo. Sr. D. L . D all’Angelo pronunció
también los niños y niñas del Asilo. Bebemos
con afecto y • elocuencia el elogio fúnebre* sir­
decir que si bien no conocieron á B. Bosco
viéndose del texto de 8. Pablo que la caridad
personalmente, demostraron amarlo mucho.
es benigna, lodo lo espera, todo lo soporta. No
L i l l a (Francia) : Misa solemne en la iglesia de
pudiendo extendernos mucho , referirémos un
nuestra Casa de artes y oficios. Concurrieron
punto que nos pareció ternísimo y lleno de
muchos
Cooperadores de aquella ciudad, algu­
cristiano afecto hácia D. Bosco y su Pía So­
nos
de
Bélgica
y todas las Ordenes religiosas.
ciedad :
E l Sr. Boven de S. Maurice habló admirable­
« En cualquier parte que sus religiosos
mente de las virtudes de Bon Bosco y reco­
funden casas de educación no se dice han ve­
mendó sus obras con las mismas palabras del
nido los Sales ianos, si no ha venido B oíl
sucesor de B. Bosco, B. Miguel Rúa.
BOSCO ; y él por medio de ellos continúa aún
Lom
ello : En la iglesia parroquial de S. Miguel
su misión de apóstol de la juventud. »
y
con numerosa concurrencia celebráronse so­
La concurrencia era numerosísima, y muchas
lemnes
funerales por iniciativa del Párroco
las limosnas que se recogieron.
Sr. D. Pablo Farina, celoso cooperador sale­
G ran a {Casale): Misa fúnebre en la parroquia.
siano. E l mismo hizo un breve pero hermoso
G ranaglioni (Bologna): En la parroquia de
y admirable elogio de B. Bosco.
. •
So Agustín dei Boschi, por medio del párroco
I l i {M onferrato) : Cerca de 300 Cooperadores
Sr. D. Gárlos Benassi, celebráronse solemnes
se reunieron devotamente para rogar por el
exequias,, con el rezo de la Via Crucis y del
descanso eterno del alma de B. Bosco. Cantó
santo Rosario.
la Misa el Párroco, Sr. B. Alejandro Ganora.
G rü llto r to : Misa solemne cantada por el parroco
Asistieron todos los Canónigos de la Colegiata,
B, Luis Bozzi y con asistencia de los Coope­
varios Párrocos y la Sociedad obrera católica
radores.
con su bandera. La iglesia estaba llena de bote
en bote.
G üines (F ra n cia ): Las piadosas hermanas se­
ñoras Morgan!, celosas cooperadoras nuestras,
Lincea ; Honras solemnes en la iglesia de S. Pedro
costearon unas solemnes honras. Todos los
Somaldi. E l limo, y Pidmo. Sr. Arzobispo ce­
Cooperadores concurrieron en número consi­
lebró la Misa de la Comunión. A la Misa so­
derable , así como muchas otras personas , á
lemne, cantada por Monseñor Luis [F ro s in i,
rogar por el descanso eterno de D. Bosco.
asistió numerosa concurrencia y representacio­
nes de muchas Sociedades católicas y de los Semi­
I m o la ; En la iglesia de S. Agustín tuvieron
narios diocesanos de S. M artin y S. Miguel.
lugar solemnes funerales á los que asistieron
Pronunció el elogio el Rdo. B. Santiago Bassi.
muchísimos Cooperadores y Cooperadoras. P ro­
nunció el elogio fúnebre, con admirable afecto,
L u s ig liè {Forca) : Los habitantes ele esta" pe­
el Sr. Rector, entreteniendo á aquel inmenso
queña villa , invitados por su celoso Párroco,
gentío durante una hora con la relación de
Sr. D. Cárlos Gionnini, cooperador salesiano ,
las obras maravillosas de caridad, hechas por
demostraron amar mucho á B. Bosco cele­
nuestro amado B. Bosco.'
brando, con singular pompa y solemnidad, dos
funerales, á los cuales asistió numerosa con­
J e ru s a le il ; Los R. R. Padres custodios de
currencia con devoción y recogimiento ver­
aquellos santos Lugares celebraron una Misa
daderamente edificantes.
. solemne por el alma de B. Bosco. No pode­
mos menos de mencionar con reconocimiento
(Se continuará)
estas oraciones, hechas en aquel lugar que nos |
recuerda cuánto ha sufrido Jesús por nuestra !
salvación* Nos parece como una recompensa I



91

ISTORIA BEL ORATORIO BE S. FRANCISCO BE SALES
(Continuación?),
Nuestro I). Bosco se retiro dei palacio más
animado que antes; pero el Sr. Marqués fue aquella la última vez que pisó el palacio munici­
pal , pues ó por las agitaciones que sufrió en
dichos días, ó por otros motivos, el hecho es que
cayó enfermo de una obstinada podagra, la cual,
despues de muchos padecimientos , lo condujo á
la sepultura.
Sin embargo mientras estuvo desempeñando su
puesto, todos los domingos mandó guardias mu­
nicipales para que presenciasen nuestras reunio­
nes y espiasen todo lo que se hacía y decía. Pero
los referidos guardiás , al ver que bastaba una
sola palabra de un sacerdote para contener á tan
crecido número de muchachos, al presenciar sus
diversiones pacíficas y alegres, al oír las pláticas
e instrucciones que se les daba, lejos de conce­
b ir sospechas contra nuestras reuniones, se for­
maron en seguida una idea muy favorable. Uno
de ellos nos refería el siguiente diálogo que
había tenido con el Marqués.
Y b ie n , le preguntó éste un día , ¿que has
visto, qué has oido entre esos pillos?
— Señor Marqués, lie visto una muchedumbre
de muchachos que se divertían de m il modos, sin
altercados ni peleas y dije: ¡Ah si todos los jó ­
venes de T urin fuesen asi poco trabajo nos da­
rían, y las prisiones no estarían tan llenas. Tam­
bién he oido sermones que me han atemorizado
y casi me han movido á confesarme.
—* ¿Y de política?
— De política ni una palabra, y es natural ;
aquellos muchachos no habrían comprendido nada.
Por lo que he llegado á comprender, la política
de D. Bosco consiste en educar cristianamente á
sus muchachos, enseñarles á leer, escribir y con­
tar , vigilarlos durante los recreos, proporcionar­
les trabajo en casas de personas honradas, visi­
tarlos durante la semana y darles buenos conse­
jos : en una palabra, en hacer lo que deberían
hacer sus padres y no lo hacen , ó porque no
pueden ó porque no quieren.
— Pero no han hablado de revolución ó de
guerra?
— N i una palabra, ni en la iglesia, ni afuera.
En cuanto á mí yo creo que esos muchachos
estarían dispuestos y serían capaces ele hacer
revolución y ponerse en batalla con un canasto
de bollos de pan, y también estoy cierto que
todos ellos darían pruebas de valor como para
merecer una medalla de honor. Fuera de este
caso, señor Marques, no hay peligro alguno.
Este municipal decía la verdad, esa ha sido
siempre y es todavía la política del Oratorio de
S. Francisco de Sales.
Con la muerte de Cavour , ya no tuvimos enemigos en el Ayuntamiento hasta' estos últimos
tiempos, como lo diremos más adelante.
Desde que el Oratorio estaba junto al Colegio
-de S. Francisco de Asís , D. Bosco había cono­



cido la necesidad de in stru ir algunos de sus jó ­
venes, del todo ignorantes aún, en la doctrina
cristiana, á pesar de ser ya bastante crecidos.
Viendo que para ellos la sola enseñanza oral
habría demorado mucho la instrucción religiosa,
empezó á enseñarles á le e r, para ponerlos en
actitud de poder estudiar el catecismo solos, pero
por falta de local adecuado, tuvo que limitarse á
muy pocas cosas. En el Refugio, y despues en
la casa M oretta, como ya lo hemos dicho, las
clases dominicales empezaron con alguna regula­
ridad ; pero tomaron un notable desarrollo en
Valdocco, en donde todavía estamos.
' Para conseguir un resultado pronto y satis­
factorio, D. Bosco observaba el siguiente método:
Una ó dos semanas hacía repasar el alfabeto y
el silabario, en seguida tomaba el catecismo de
la doctrina cristiana y en él ejercitaba á sus
alumnos hasta que lograba hacerles leer una ó
dos ele las primeras preguntas y respuestas: esta
era la lección que les señalaba para la semana.
E l siguiente Domingo se repetía la misma ma­
teria, añadiendo otras preguntas y respuestas, y
así en lo sucesivo. Con este método, despues de
pocas semanas, consiguió que algunos leyesen y
estudiasen por sí solos páginas enteras de la
doctrina cristiana. F u é , pues, muy provechoso,
porque de lo contrario, los más grandes é igno­
rantes habrían pasado meses enteros sin adquirir
la instrucción necesaria para confesarse y co­
mulgar.
La escuela dominical era ventajosa para mu­
chos, pero era todavía deficiente, porque no pocos
jóvenes de ingenio tardío se olvidaban en la se­
mana de lo que habían aprendido el Domingo»
Para remediar este inconveniente, D. Bosco pro­
movió con empeño las clases nocturnas todos los
días. Establecidas éstas con regularidad y en mayor
escala que en la casa M oretta, produjeron muy
pronto dos excelentes resultados: animaron á los
jóvenes á ser puntuales en la asistencia, para
lograr conocimientos útiles, y al mismo tiempo
ofrecieron ocasión á D. Bosco para alejarlos de
los peligros en las horas de la noche, instruirlos
mejor en la religion , y hacer de ellos buenos
cristianos, que era el fin principal de sus fatigas.
Pero ¿de dónde sacaba Don Bosco maestros
para aquellas escuelas? E llo s formaba del modo
siguiente. Entre los que írecueníaban el Ora­
torio, había algunos dotados de talento que de­
seaban una instrucción más esmerada, para con­
seguir cómoda condición en lá sociedad. Don
Bosco eligió á estos para instruirlos en los i diomas italiano ? la tin , francés y en la arit­
mética bajo la condición de que le ayudasen
en la enseñanza del catecismo , y en las clases
tanto dominicales como nocturnas. Esta medida
aunque bastante gravosa para D. Bosco, produjo
excelentes resultados. Aquellos nuevos maestros,
que al principio no eran más que ocho ó diez se'
aumentaron bien pronto considerablemente, y no
tan solo fueron de grande utilidad á D. Bosco
sino que también lograron algunos abrazar car­
reras honrosas. De esta manera empezó en- el
Oratorio la categoría de estudiantes que conti-



92

núa todavía suministrando á D. Bosco maestros,
profesores y asistentes en sus diferentes Institu­
ios de Italia, Francia y América.
Creemos oportuno recordar los nombres de al­
gunos de nuestros primeros maestros, cuya me­
moria se ha conservado indeleble en nuestras
almas. A aquel número pertenecen entre otros
los Sres. Don Juan Coriasso, D. Félix Verniano,
I). Pablo Delfín , actualmente profesor de 2a en­
señanza, D. A n to n io 'y D. Juan Melanotte , Don
F é lix ! y D. Pedro Ferrerò, D. Juan Piola, Don
Víctor Mogna y D. Luis Grenta. A estos hay que
añadir varios piadosos artistas como D. José
Gagliardi, D. José Fino y D. Víctor Vitner. Además venían algunos sacerdotes y se ocupaban
generalmente en la predicación y enseñanza del
catecismo á los adultos.
(Se continuará\)

llegada de n Prefecto Apostólico Salesiano
al Oratorio de Turin.
E l celoso y valiente misionero Sr. Don José
Fagnano, tan conocido por sus gloriosas f a t i­
gas en la Patagonia M eridional y Tierra del
Fuego, llego felizmente á T u rin despues de un
viaje de dos meses, el día 27 del p. pelo. mes
de Junio.
F á cil es im aginar los entusiásticos recibi­
mientos c¿ue le hicieron en todas las casas salesianas por donde pasó. En Barcelona si bien
se vio obligadlo á entretenerse por muy poco
tiempo, sin embargo• aquellos buenos hermanos
no dejaron de festejar su venida, con singula­
rísimo afecto. M ientras el referidlo Misionero,
acompañado del Sr. Director y otros Pbros. Salesianos visitaba los Talleres, la numerosa bandai
ejecutaba en el patio escogidas y bonitas piezas
de mùsica. Á l despedirse, todos los niños, tanto
internos como externos , corrieron á besarle lo.
mano vitoreándolo y aplaudiéndolo con sin ig u a l
y conmovedor entusiasmo.
En la casa de Samplerdarena, m uy cerca, de
Genova, tuvo el mismo cordial acogimiento que
en. S a rria i En el Oratorio de T u rin fué lo más
tierno y conmovedor eque puede imaginarse.
■Cuando el Rdo, Sr. Fagnano llego, los niños de
la casa hallábanse reunidos en el magnífico
santuario de M a ría A u x ilia d o ra , donde fervo­
rosamente canto.ban el Te Deum en acción de
gracias por su fe liz arribo.
E l Rdo. Misionero entró en la sacristía acom­
pañado de varios Superiores de la casa y , a l
acercarse a l sitio donde debía revestirse con los
ornamentos sagradlos, su vista se fijó en seguida
en el puesto donde D. Bosco lo hacía y dejaba
su am ito. R eferir la conmoción eque á tales
recuerdos sintió sería m uy d ifíc il, pues no hay
palabra que expresar pueda el sentimiento del
alm a cuando ésta se desgarra ante la pérdida
irremediable del objeto de su am or. Mientras



eque algunas lágrimas corrían por sus m ejillas
y quizá en el momento mismo que leía las si­
guientes palabras escritas en el cajón cito del
amito de D. Bosco : Defunctus adhuc loquitur,
se presentó el Sr. Don M iguel Rúa, digno su­
cesor suyo, y lo abrazó paternalmente. Una
vez revestido y acompañado de unos 50 niños
vestidlos de sotana y roquete, en admirable o r­
den, dirigiéronse a l a lta r mayor. Cantóse un
preciosísimo motete, el Tantum ergo y luego dio la
bendición con su D ivin a Majestad. Despues,
rodeado de más de 800 niños eque se agolpaban
para besarle la mano y entre los armoniosos
acordes de la mùsica, vítores y aplausos de to­
dos, lo acompañaron hasta la escalera que con­
duce a l aposento del Rector M a y o r. Este se
asomó a l balcón, mientras los niños en el patio
proseguían vitoreando a l recien llegado . y les
prometió eque el misionero bajaría aquella, misma
noche á refe rirle muchas cosas de la Patago­
nia y Tierra del Fuego. Así lo hizo narrando
episodios en extremo edificantes y conmovedo­
res, así como los muchos peligros y no pequeños
trabajos por eque hay que pasar para poder salvar
las almas de aquellos pobres salvajes. M anifestò
además la necesidad grande que tienen los M i­
sioneros de auxilios espirituales, personales y
m ateriales. Suplicamos, pues, á nuestros gene­
rosos Cooperadores se dignen acordarse de aque­
llos pobres indios de la Tierra del Fuego , en­
viando alguna limosna p ara ellos, eque sin duda
alguna no dejará de ser abundantemente re­
compensada por Dios N tro. Señor. E l Rdo.
Señor Fagnano se (quedará algún tiempo en
T u rin y despues irá á Roma pa ra dar cuenta
de su misión a l Padre Santo. Sobre esto, como
también de varias otras particularidades, ten®*'
elrémos ocasión de hablar más detenida y exten­
samente en los meses venideros.

RETRATO DE D. BOSCO.
En la librería Salesiana de T u rin véndese
una preciosa fo to lito g ra fía de los venerandos
despojos de D. Bosco, en .la posición que estu­
vieron expuestos en su aposento y en la ca p illa
ardiente. L a calma serena de un p ro fu n d o .
reposo y la tra n q u ilid a d de la muerte ofrecen
sin gular oposición con la idea que tenemos de
la grande actividad de su vida y nos m ani­
fiestan patentemente ..que, el merecido eterno
descanso del justo, es premio destinado tan sólo
para quien vivió siempre en compañía de Jesús
Crucificado y trabajó ùnicamente por su g lo ria .
Precio : 0,10 de peseta.
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ORACION FUNEBRE
pronunciada
POR EL EXCMO. É ILMO» Sr .

OBISPO DE MALAGA
en las exequias celebradas

E l

LA

IGLESIA D I LOS SALESÍAIOS LE UTILERA
POR E L A L M A D E L SACERDOTE

B„ JU AN BOSCO
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EL DIA

29

DE FEBRERO DE

lS 8 8

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T U R IN

— L ib r e r í a

S a le s ia n a

— T U R IN

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Concordancia, está reservado á las personas estudiosas y competentes en tan preciosa materia; y si el favor que ha
encontrado, especialmente en el Clero, puede considerarse como nn elogio de la Obra y como indicio de su utilidad,
debe estar justamente satisfecho el ilustre Autor por el resultado obtenido.
En efecto ; no tan sólo fueron considerables los pedidos que nos lian hecho, si no también estimulantes é insistentes
para que se .llevase á cabo la Obra; y el mismo Em.mo Cardenal Álimonda, Arzobispo de Turin, intervino con empeño
para que Su Santidad se dignase aceptar la dedicación de la Obra, y no ha dudado en declarar quo faltaba aún una
Concordancia compilada en tal modo y que, al hacerla, el Autor había satisfecho una verdadera necesidad del Clero.
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1888