BS_1892_04

Ficha

Título
BS_1892_04
Descripción
Boletín Salesiano. Abril 1892
Fecha
1892.04
extracted text
Sale una yez al me«;.

AÑO VII. -N. 4.

ABRIL de 1892.

BOLETIN SALESIANO
Debemos a y u d a r á n u e s t r o s ixerm an o s & fin d e c o o p e ra r á la
d ifu sió n d e l a v e rd a d (III S. JuAX, 8).
¿ tie n d e & la b u e n a le c t u r a , á l a
e x h o r ta c ió n y á l a e n se ñ a n z '".
(I T im o t h . IV, 13.)
E n tr e l a s c o s a s d iv in a s , l a m á s d i ­
v in a , e s l a d e c o o p e ra r c o n D io t
á la s a lv a c ió n d e l a s a lm a s.
(S. D io n is io .)
E l a m o r a l p ró jim o , es u n o de
los m a y o r e s y m á s e x c e le n te s
d o n e s , q u e l a d iv in a b o n d a d
p u e d e c o n c e d e r á lo s h o m b re s .
(E lD o c t. S. F u a x c . de Sales).

Q u ie n r e c ib ie r e á u n n iñ o e n m i
n o m b r e , á m i m e re c ib e .
(Ma tii . x v u i .)
Os re c o m ie n d o la ñ in e z y l a ju*
v e n t u d : c u ltiv a d c o n g r a n d e es*
m e ro s u e d u c a c ió n c r i s t i a n a ; y
p ro p o r c io n a d li b r o s q u e le s en*
s e ñ e n á h u i r d e l v ic io y á p r a c ­
t i c a r l a v ir tu d .
(Pío IX.)
R e d o b la d to d a s v u e s t r a s fu e rz a s
á fin d e a p a r t a r á la n iñ e z y
ju v e n t u d d e l a c o rr u p c ió n ó
in c r e d u li d a d y p rep o x 'ar a s i u n a
n u e v a g e n e ra c ió n .
(L eó n X III.)

DIR EC C IO N en el O ratorio Salesiano — Calle de Cottolengo N. 32, T U R IN (Italia)

cristo llegaron á él millares de católicos
á manifestarle su profunda veneración y
amor.
Juiiko Episcopal de S. S. León X I I I .
Oriijcn de la Jiesta del Sagrado Corasón de Jesús.
Pero no será menos memorable el ho­
Marta Madre de gracia y misericordia.
menaje que Su Santidad reciba de la
Gracias de Jlartu Auxiliadora.
cristiandad entera en febrero do 1893,
Educación de la niñez.
al celebrarse el quincuagésimo aniver­
Conferencia Salesiano en Boma.
Francia. Oratorio de San Ledro y Sati Fahlo.
sario de su consagracióu episcopal, efec­
Los Salesianos en Santiago de Chile.
tuada en la iglesia de San Lorenzo en
Noticias de uiirslras Misiones. Tierra del Fuego.
Ecuador. .íI jt /i'o de nuevos misioneros y religiosos Poma.
Se lian organizado ya diversas juntas
salcsianos ú Quito.
Riobamba. Fundación de una Casa Salesiano.
para disponer y preparar semejante ce­
Historia del Oratorio de San Francisco de Sales.
lebración de un modo digno y con el
mayor esplendor y .solemnidad.
Los homenajes que se hacen al Padre
II MI I• I I »I I I I I ri l'ÍTl I I I I 1I I II It íí I í I I I l'l l'i MI
común de los fieles merecen el concurso
entusiasta y generoso de todos su.s hijos,
pues que son homenajes al representante
visible de Cristo, á su divina Esposa, la
d e S u S a n t i d a d L e ó n X I I I Iglesia, á Dios mismo que la asiste, inotege y bendice. Justo y laudable, santo
y nobilísimo es el empeño que se pone
Imx>reso conservamos aún en la me­ en que el Jubileo Episcopal, cuya cele­
moria y en el corazón el recuerdo de las bración se proyecta, sea la más fiel y
grandes demostraciones de afecto recibidas elocuente expresión de amor universal de
I>or el inmortal Pontífice León X I I I en los católicos al ilustre Pontífice reinante.
ÍS88. El P de enero de aquel ano quedará P o r nuestra parte nos unimos gusto.sos
como fecba memorable en la historia del al designio que se tra ta de realizar y ro­
paliado, como quiera que con el fin de gamos á Dios lo corone con el más feliz
honrar al Vicario de Xuestro Señor Jesu­ éxito.
SUMARIO.

JUBILEO EPISCOPAL

— no —

Origen de la fiesta del Sagrado Corazón.
Cojí sag rad o el mes de Junio al divino
Corazón de Jestís, para disponernos á sole­
mnizarlo, conviene recordar al menos elori"en de la fiesta esta!>lecida en su honor.
En e! siglo x v ii vivía en el monasterio
de la Visitación de Parny-le-ivronial una
santa religiosa, M argarita María Alaroque. Aquel ángel de la tierra, modelo
de RTimisión y ])cnitencia, estaba en ora<’,ión delante del santo a lta r, cuando el
Dios (le las almas pnras le dejó oír su
v o z , y des(‘ubri('mdole su corazón ado­
rable, le d ijo : « Mira este corazón que
am a tanto á los hombres y el cual en
(üimbio sólo recibe ingratitud con el me­
nosprecio, las irreverencias, loa sacrile­
gios y la tibieza de que es objeto en este
Saítramento de amor. Deseo por esto que
(d primer viernes desimés de la octava
d('l Corpus se dedicpie á celebrar una
liesla ])articulor para honrar mi corazón.»
Apenas contó bi venerable M argarita
]\Iju‘ía la revelación que liabía tenido, la
trataron de visionaria y la abrumaron con
des])recios, burlas, y hasta penitencias,
lios Jansenistas especialmente se desen­
cadenaron con inaudita violencia contra
la devoción x>ropuesta; pero el papa Clenu'iito V III aprobó la fiesta y el oficio
(le.l Sagrado Corazón para el reino de Po­
lonia, y Pío V I, de santa y gloriosa me­
moria, dió una nueva aprobación á esta
(levocic'm saludable, á la vez que condenó
á los que se atreviesen á combatirla.
La devoción por excelencia al Corazón
(lo Jesús manifiéstase con visitarle x)ia*
dosamente, oír aún en días feriales la
santa misa y recibir con frecuencia y
vivo afecto la sagrada comunión. Muchas
son las ])crsonas que á la manera de
soldados do santa milicia revisten la in­
signia del csca2)i(lario <ld Sagrado Corasón,
establecido en 1720 i)or revelación divina
y enriquecido con indulgencias por la
Iglesia. Consisto üm sólo en una ])eqneña
imagen dol Corazón do Jesús adherida á
una tola de lana blanca y con esta
inscripción; Detente; c? Corazón de Jesús
está eonmigo. — Los devotos de este
Sagrado Corazón jam ás perecerán, dijo
EuesU’o Señor á la Beata M argarita María,
y añadió: D aré la paz á sus familias,;^
los consolaiH^ en todas sus i>eiias; seré
su seguro refugio durante la vida y sobro
todo en la m uerte; llenaré de bendiciones

sus empresas; los x^ecadores encontrarán
en mi corazón el fecundo m anantial y
el océano infinito de m isericordia; Uís
almas tibias se harán fervientes; las
fervorosas se elevarán ráx)idamente á gran
perfección; bendeciré, las casas en que se
tenga expuesta y se honre la imagen de
mi Sagrado Corazón; inscribiré para
siempre en mi Corazón el nombre de las
personas que difundan esta devoción.
¿ Quién no se sentirá, pues, animado á
consagrarse de u n modo especial al Co­
razón de Jesús? Semejante devoción con­
viene á hombres y m u jeres, á ricos y
pobres, á niños, adultos y ancianos. Ella
es una señal segura de x>i'edestinación.

madre de sraeia y misericordia
Sea que la Santísima V irgen considere
su x>ropia excelencia, sea que fije los ojos
en nosotros ó en Dios siéntese ne todo
caso inclinada á am am os de u n modo
indecible. Porque á .la verdad, si se con­
sidera á sí misma se ve constituida ma­
dre nuestra, madre de nuestra alma cuya
salvación entrañablem ente desea; que al
aceptarnos por hijos su designio priucii)al es ayudarnos á conseguir la gloria
eterna.
Si pone los ojos en nosotros esta vista
sólo sirve ])ñva inspirarle amor, que una
madre parece am ar más á sus hijos á
medida que mayores dolores le cuestan;
y M aría nos h a engendrado con acerbo
dolor al pi© de la c ru z , con dolores tan
agudos y grandes que la Iglesia la llama
justam ente Reina de los Mártires. En efecto
la pasión del H ijo lo es á la vez de la
M adre; y si bien no es de extrañar qxiQ
una madre dé la vida x^or su h ijo , que
M aría Santísima dé la vida de su Hijo
divino por nosotros es x>or decirlo así la
locura del amor. « Si una m adre, dice
S. Alfonso M. de Ligorio, viese á un es­
clavo redimido por un hijo suyo muy
querido, con los x^íidecimioutos de veinte
años de cárcel y trab ajo s, ¿ cuánto no
estimaría p©r esta sola razón á ese es-,
clavo ? Bien sabe M aría, que su Hijo
sólo vino al mundo x‘ara salvarnos á no-,

— 51 —
sotros miserables, conformo lo declaró él
mismo, y qne para salvarnos quiso darnos
también la v id a , haciéndose obediente
hasta la m uerte. Si H a ría , p u es, nos
amase poco, m anifestaría estim ar en poco
la sangre de su H ijo , que es el precio
de nuestra salvación. »
Si fija, j)or fin, sus ojos en Dios, siendo
menarrable el amor que le tiene, no puede
dejar de am ar singularm ente á las criatui'us infinitam ente amadas del Suimemo
Creador. Porque conviene observar, con
Santo Tomás, que el amor dé Dios y el
del i>rójimo no son dos virtudes distintas
entro sí, -sino una sola; y de tal manera
semejantes que lo son más que los dos
ojos de una misma persona y dos gotas
de r.gua de ima misma fuente. De aquí
que mientras más crece el amor de Dios
más se aum enta el del prójimo. Por esto
los santos que am aban mucho á Dios ¿ qué
no hicieron por amor del prójimo? Léase
lo que hizo u n San Prancisco Ja v ie r en
las In d ia s, u n S. Francisco de Sales en
el Chablés, un S. Paulino de F ’ola, un
S. Oarlos Borromeo etc., ¿qué diremos
entonces de M aría que am a á Dios cual
ningún otro ?
lUen se com prende, por tanto la mi­
sericordia con que nos favorece, qne con
las mismas gracias aun temporales que
nos dispensa, quiere avivar nuestra con­
fianza en ella á fin de atraernos al cielo.

nara mi pensamiento, invoqué de rodillas á
María Auxiliadora y verdaderamente con­
trito le prometí rezar una novena en .“«u ho­
nor, hacer aplicar una misa y visitar el san­
tuario que le está consagrado en T urín, en
compañía do mi esposa si se dignaba sanarla..
I Cosa admirable! Cesan al instauto las
convulsiones de mi compañera y le sobi'(\viene un sueño que p.arecía pre<‘ursor do la
muerte. Duerme toda la iiocho, y al día si­
guiente principió una convalcsüeiK'ia rápida
y manifiesta. El médico reconoció el lieeho
como hnmanauiente inexplicable.
mujer
y yo damos ahora las más rendidas gracias
á nuestra misericordiosa protectora.
iV iC E N T E D E L AlílíO.
Rosasco (P avía), 11 do febrero do 1889.

La imagen de María. — Eu la víspera do
la tiesta de San Pedro, al descender las gra­
das del pórtico de la catedral me dañé una
l)ienia, de tal modo que apenas podía cami­
nar. Llegué penosamente á casa y allí nio
fuó creciendo el dolor hasta serme impo­
sible hacer ni el más ligero movimiento.
Me ocurrió entonces la idea de pedir una
imagen de María Auxiliadora y de ha­
cerme con ella la señal de la cruz en la
pierna. lifo sé como expresar mi impresión
al advertir el prodigio que se efectuó eu eso
momento. Me incorporó sola en el acto y
bajé de la cama con estupefacción de cuan­
tas per.sonas mo rodeaban. Perfectamente
sana público la gracia para gloria de María
Auxiliadora.
JU L T A S e T IA N A S S I.
M odigliana, 14 do jjü io <lo 1889.

Gracias de María Auxiliadora

(Bel Jtegistro de las gracias de María Au»
■xiliadoraj.
• ^ 1 111111111111 i 11111111111111III i;i i:i:.i:nii

El 23 de noviembre de 18S8 Dios mo faTorecía con darme un cuarto hijo. Celebré
Diuy de corazón este acontecimiento con las
personas de la familia durante el d ía; mas en­
trada la noche, cuando ya pensaba retirarme
á dormir, sobreviene á mi mujer una convul­
sión terrible acompañada de ataque cerebral.
Llamado el médico, en el acto se emplearon
todos los medios indicados por éi, pero inú­
tilmente. Perdiendo toda esperanza me dijo :
íío hay remedio; es menester resignarse á
la voluntad de Dios. Al oír este fallo mis
tres hijos mayores, que estaban junto á mí,
se afligieron no menos que y o : en la casa
no se oían más que tristes lamentos. El mal
continuaba progresando. Vino el Párroco,
administró á mi mujer la Santa Extremaun­
ción y le dió la bendición papal. En aquel
momento,.como si una luz repentina ilumi­

Edutacióu (le la niñez.
La d uda, la falta de ideas fijas es el es­
tado característico do nuestra época. Aun
las naciones más adelantadas viven inquie­
tas i>orque no bastan las riquezas ui las ar­
mas á dar la paz á los espíritus, que más
que espadas y cánones necesitan sólidos
principios y nobles sentimientos, alma y vida
de los pueblos. Mas éstos no se adquieren
sino con una esmerada educación. ¡ Cuánta
verdad y sabiduría entrañan á este respecto
las siguientes reflexiones de B l Círculo Ca­
tólico de Méjico!
< Sin número de sabios que se han ocu­
pado en profundas investigaciones sobre el
curso de los astros, sobre los misterios de
la política, ó sobre las peripecias del arte.

m

militar, Imbierau lieclio sin duda, un uso
jnás provechoso y más práctico de sus conociinioiitos, aplicándolos al estudio, al mejo­
ramiento, á la perfección de los niños que
pululan en nuestras calles, sin merecer una
mirada siquiera de nuestros encopetados fi­
lósofos.
]>os peligros corre la pobre niñez en nues­
tros d ías: el de carecer completamente de
cducacióji, ó el mayor aú n , de recibir uua
educación falsificada. Es dedr, ó el peligro
do la ignorancia, mal gravísimo que ¡ojalá
se ])ii(lie80 extiri>ar del gójiero humano! ó
el de la falsa ciencia, mal incomparable­
mente más gravo y contra el cual nunca
combatiremos bastante.
Dad una ojeada á esos grandes centros de
píddaeión en que el bienestar es poco menos
que general, en que abundan los buenos
jornales, en que ho viste con elegancia y se
come con esplendidez, en que hay espectá­
culos y toda suerte do diversiones aun xmra
las clases inás ínfimas. La civilización pa­
rece haber llegado en ollas á su ai)ogeo. La
industria ha derramado allí todos sus bie­
nes. 1 Quién lio dirá (pie es ésta niia socie­
dad á la cual nada le falta? Levantad, sin
embargo, una xniiita del hermoso velo que
os presenta al exterior tantas magnificen­
cias. La xirimera llaga que observaréis en
ese cuoi'iio, dotado al jiarecor de tanta vida
y robustez, es la llaga asquerosa de la ig­
nara ncia. Y lio de uua ignorancia cual­
quiera , sino ignorancia de lo más primor­
dial 6 indispensable, de lo más fundainontal, do lo más preciso y rigurosamente
necesario, si el hombre ha de ser algo más
que una bestia con dos piés. Abundan los
infelices que á los quince años de edad no
tienen idea alguna de lieligióu ni práctica
alguna de culto, ni conocen el nombre de
Dios, ni han oído hablar de Jesucristo, ni
han habiorto una vez siquiera sus labios
liara el rezo, ni su corazón á las esperanzas
ó á los temores do una vida futura. La res­
puesta de aquel pobre minero inglés que
contestó á uno que lo preguntaba si conocía
á Jesucristo: « No conozco á ese caballero,
porque nunca he trabajado en sus minas, »
esta respuesta la darían parecida algunos
seres desgraciados á quienes hemos tenido la
desgracia de encontrar aquí ou nuestra pa­
tria, en el corazim de ella, en ese centro de
luces y do cultura que se llama la capital
de la Uepúbliea. Y además de estos infe­
lices ¡cuántos y cuántos presentan igno­
rancia menos monstruosa, es verdad, pero
no por esto menos deplorable! Do veinte
niños de diez años que compouían aquí una
clase de cierta escuela dominical, seis no sa­
bían el Padrcniu'stroy ocho ignoraban el Credo,
pocos decoraban jierfectameiite los manda­
mientos del Ih'V(Uo(jo. Las doctrinas parro­
quiales de preparación para el cumplimiento
pascual ofrecen cada año en Cuaresma so­

brados ejemplos de esta triste verdad. Auu
las ninas, más dóciles que los niños por lo
regular, y más atentas á cosas de religión,
ignoran á veces en edad muy crecida lo más
rudimentario de ella, y tienen de Dios, de
María, de su propia alma, de la vida futura^
de los santos Sacramentos, del Papa, de hv
Misa y de muchos otros puntos, ideas tan
extravagantes, que le hacen asomar al ca­
tequista la risa á los labios á pesar de la
profunda compasión que inspiran. La codicia
de los padres ha atado muy temprano aque­
llas pobres criaturas á la rueda de una má­
quina, y esa es toda su educación y todo su
ideal. Aguardan con impaciencia los rapazuelos tener algunos años más de edad y algunos
jialmos más de estatura para duplicar su jornal
y sacudir la tutela de los padres. Trabajan las
doce horas del día esperando la noche para
tender los miembros cansados, y cuentan los
días que median hasta la próxima fiesta,
para dejar en ella los andrajos del taller, y
vestirse y peinarse y bailar, pues á todo esto
se reduce para muchos obreros la santifica­
ción de la fiesta. Preciso es confesar que
semejante estado social tiene bien poco do
envidiable, y, no obstante, ese es el de mu­
chas importantes poblaciónes.
Sin quererlo he indicado ya la causa prin­
cipal de tanta ignorancia y degradación. Es
la codicia. Es la codicia vil, y digo codicia,
porque no puede suponerse necesidad donde
por otra parte reinan el lujo y las superflui­
dades; es la codicia la que en temprana
edad arranca al niño y á la niña de los bra­
zos de la madre y de la férula del maestro
para embrutecerlos eu la atmósfera (ie los
talleres. Es la codicia la que vende por nii
jornal aquellas almas tiernas, y es la coiiicia
á su vez la que las compra y socaliña.
Poco le importa á aquel padre el embrute­
cimiento de su hijo con tal que entren el
sábado algunos reales más en casa; poco le
importa á aquel industrial el embrutecimiento
de aquel trabajador con tal que eutreu cada
año algunas piezas más de género eu su alinocéu. Anadie excuso aquí de grave respon­
sabilidad; ni á los ricos, ni á los pobres.
Y aníe esta espantosa miseria del alma ;
mil veces más dolorosa que la de los cuer­
pos, ante esta hambre de las inteligencias,
desastrosa que la carestía del pan, j qué
vale la oiiuleucia de una población, su fama
de culta, la grandeza de sus edificios, el lujo
de sus teatros, la frondosidad de sus paseos
y alamedas, la amenidad de sus campiñas
pobladas de quintas y casas de recreo, si
abriga en su seno tales ignominias t j qué
valen esos obreros que visten el domingo de
lana y de seda, y asisten al teatro, y aplau­
den la opera nueva ó silvan al mal cantante,
si su espíritu no ve más allá, del pa7iem et
circenses, comer y divertirse, de los antiguos
romanos prostituidos ? Así crece la mala se­
milla que el genio del mal derrajna abuu-

— 53 —
ilantemeate sobre un terreno tan bien prejnirado para sus fines: así los pueblos son
víctimas del primer embaucador que los ha­
laga para corromperlos, y los corrompe píura
subyugarlos. Así dejan de ser pueblos los
pueblos, para convertirse ó en fieras cuando
se rebelau, ó en viles rebaños cuando se sonteíeu. Porque sucede también que un pue­
blo así ignorante no sabe lo que es la obe•liencia noble y altiva del buen ciudadano:
sólo entiende por libertad los furores de la
anarquía, 6 por órden las bajezas de la es­
clavitud.
Y si estas son las consecuencias de la falta
de educación religiosa de los niños, 4cuáles
serán las consecuencias de una educación
falsificada ? »

lastimoso desamparo, y" para abrir nuevos
talleres, nuevos oratorios y casas de edu­
cación.
Todos los años pjirten de Europa hasta
cien salesiauos misioneros que van á evan­
gelizar desde las regiones apartadas de Patagouia y Tierra del Fuego hasta las altas
comarcas del Ecuador : los particulares, y los
gobiernos y los pueblos enteros los líamau
para confiarles la educación de millaros de
criaturas expuestas á la corrupción, ú los
vicios de todo género, á losjpeligros de la in­
diferencia, del sensualismo y de his sectas...
Digitus I>ei tsf hic. Don Francesia terminó
recomendando especialmente la Casa de Roma
y luego se dió la solemne bendición con el
Santísimo Sacramento y con excogida música
se puso término á tan importante acto.

^.illll.lll
CONFERENCIA SALESIANA EN ROMA
F R A N C I A .
La primera de las conferencias salesianas
dadas este año en la iglesia del Sagrado
Corazón de Jesús en Roma, encomendada al
11. P. de nuestro istituto D. Juan Bautista
Francesia fué honrada con la asistencia del
llustrísimo Sr. Arzobispo de iSfeso, Mon­
señor Tobías K irby, del Obispo de Eritrea
ilous. Vanden Branden de Eeeth, de Mon­
señor Hilario Passerini, Mons. Miguel Antoniui y muchas otras distinguidas personas
y excelentes Cooperadores, presididos por el
Cardenal Parocchi, Vicario de S.S. León X III
y Protector de nuestra Sociedad.
Don Francesia hizo una reseña de las casas
abiertas últimamente por la Pía Sociedad
Salesiana, manifestó el progreso obtenido en
las fundadas anteriormente, el interés y sim­
patía que Dios infunde por las obras estable­
cidas por Don Bosco en favor de los pobres,
los verdaderos prodigios con que las ha fa­
vorecido en ocasiones repetidas, como ha sido
el de apagarse solo el fuego, que amenazaba
consumir la Casa de Lila, al llegar junto á
una estatua de Alaría Auxiliadora, la reciente
instalación de la Casa de Lima cuyo origen
ha sido el haber salvado de un peligro in­
minente de naufragio tres padres capuchinos
que durante la tormenta se encomendaron á
María Auxiliadora y á su siervo D. Bosco.
La tempestad cesó como por encanto, y los
religiosos cumpliendo una solemne promesa
publicaron en reconocimiento las maravillas
hechas por Don Bosco y sus hijos, cual ins­
trumentos de María Auxiliadora.
¡ Oh cuánta niñez, cuántos pobres huerfanitos se hallan bajo el techo salesiano,
bajo el manto de María Auxiliadora! Todas
las casas de Don Bosco están llenas, y día
á día crece el número de solicitudes para
admitir sinnúmero de hijos del pueblo en

O ratoxúo S a le s ia n o d e P a r ís .

Entre las obras que nuestro Rector Mayor
Don Miguel Rúa ha recomendado á la ca­
ridad de nuestros Cooperadores en el pre­
sente año enumérase el ensanche del Ora­
torio de San Pedro y San Pablo en Menilmontant, uno de los barrios más populosos
de París.
No es fuera de propósito recordar el origen
de aquella casa:
Ai visitar Don Bosco á París en 1883, re­
fiere el Sr. Don Carlos d’Espiney, fueron
grandes las instancias que se le hicieron
j)ara que fundara una casa en aquel centro
tan importante. Accedió el varón do Dios á
condición de que los bienhechores y amigos
de la Obra le ayudasen á buscar un local.
Después de muchas diligencias propusiéronlo
el Patronato de Mouilmontaut, y habiendo
.sillo de su agrado, se convino en coirí)n-}UÍo en ciento setenta y cinco mil francos.
Mas al firmar el contrato era necc.sarío hacer
un primer desembolso de sesenta mil francos
y la junta directiva, formada bajo la presi­
dencia del señor Franqueville, apenas había
podido reunir veinte mil.
Pasaron varios meses: Don Bosco estaba
en Turín y como el asunto nada avanzara,
el vendedor declaró que si el primero de enero
no estaba firmada la escritura se consideraba
libre de su compromiso.
Corrían los últimos días de diciembre y las
limosnas colectadas eran escasas.
Dióse esta mala noticia á Don Rúa para
que la comunicara á Don Bosco; y la res­
puesta que Don Rúa recibió fué que se en­
cargara de advertir que la oración era el
único recurso con que, tanto en París como
en Tarín, debía contarse.

— 34 —
Oerrada ya la caria iba á enviarla al co­
rreo, cuando se presenta Don Durando tra­
yendo otra recién llegada de Roma. Era de
la condesa S***, que ponía cuarenta mil
iruiicos ú la disposición de Don Bosco, con
la exi>re.sa condición de que se destinaran
á la fundación de un Oratorio en París.
Tin])orta nolar que la donante no tenía la
menor noticia de la.s circunstancias que po­
nían cu peligro la fundación proyectada.
Don Kua abrió su carta y anadió una pos­
data, ammciandi) haberse obtenido la suma
■' y pi<licndo que se extendiese la escritura á
^ la mayor brevedad.

nueva fábrica, de modo que ya en setiembre
estén prontos los salones y patios para niños
internos y externos, para el ensanche de las
escuelas de artes y oficios y cómoilo estable­
cimiento del Oratorio festivo.
Los gastos de la nueva coiistmcdóu se
estiman en 150,000 francos que aun deben
colectarse. Los empresarios tienen conñanza
en los hijos de Don Bosco, como que saben
que jamás hasta ahora han dejado de cum­
plir sus compromisos, porque la Providencia
en cuyas mauos se abandonan enteramente
les envía en tiempo oportuno lo que nece­
sitan.

l l

:A

§

'■í&b

Oratorio de Son Pedro y San Pablo en París. — Construcción nueva.

Así filó como se fundó en París ol Oratorio
de San Pedro y San Pablo, donde so han esta­
blecido ya seis talleros y educado grau uúmoro de niños pobres.
Poro las necesidades de una capital como
París exigen mucho m ás: hormiguean allí
los niños pobres y abandonados y muy con­
tados son los asilos existentes para reci­
birlos.
En la actualidad el número de los alumno.s do nuestra Casa llega á 75; poro mu­
chísimos otros solicitan se» aceptados, sin
que imeda complacérseles á causa de la es­
trechez del local.
Por esto en la próxima primavera so trabajiu’á activamente en la construcción de una

LOS S Á LES M O S
e n

ti^ n u tiu g o e le O liile »

El 6 de enero, en el antiguo local del Asilo de la Patria, dice Ul Porvenir de aquella
capital, tuvo lugar ante una escogida y nu­
merosa concurrencia, el acto de la instala­
ción de la casa de los Salesianos en San­
tiago.
Se había preparado una sencilla fiesta para
dar realce al importante y significativo acto
que debía verificarse aUí. E l salón elegido
estaba adornado con exquisito gusto y pre­
sentaba un agradable aspecto.
Poco antes de la cuatro de la tarde llegó



Oi>

S. B. el Presidente de la Kepública acom­
pañado de ios señores Ministros Don Ven­
tura Blanco Viel y Don Francisco Valdcs
Vergara. S. E. pasó á ocupar el asiento de
honor, teniendo á su lado á los Ilustrísimos
Obispos de Aucud y de jMagida, el señor
Cagliero.
La Caiición Nacional, primera parte del pro­
grama. se ejecutó por las bandas de música
de niños de las casas salesianas de Concep­
ción y Talca, llamando mucho la atención
por la novedad del asunto y i>or el grande
adelanto que manifiestan. Luego usó de la
palabra el fundador del Asilo de la Patria,
señor presbítero Don Eamón Angel Jara, en
un brillante y hermoso discurso, entregando
en forma el establecimiento.
Pronunciaron en seguida bien sentidos dis­
cursos los señores diputados Luis Barros Mén­
dez y Guillermo Cox.
Al terminar el acto, Monseñor Cagliero
dirigió á la concurrencia algunas palabras
de agradecimiento por la buena acogida con
que había sido recibida en Chile la congre­
gación de los Salesianos. Se expresó especial­
mente en favor de S. E. y de los señores
Ministros por el alto honor conferido con el
hecho de asistir al acto y por la decidida
protección prestada al nuevo establecimiento.
Una vez terminada la ceremonia de la
instalación, una buena parte de la concu­
rrencia pasó al templo donde se cantó un
solemne Te Deum en acción de gracias al
Señor por la feliz llegada de los nuevos hués­
pedes, el que fué oficiado por el Illmo. señor
Lucero.
La matrícula para la incorporación á. la
Escuela-Taller se organi/.ará en el local ce­
dido á la nueva corporación, destinada es­
pecialmente á la enseñanza de loa huérfanos
de la pasada guerra.
Hó aquí; casi íntegro, el elocuente discurso
del Sr. Jara :
« De gloria para Dios, Autor de todo bien,
de gratitud para la Reina del Carmelo, pa­
traña de este hogar, y de bendicióji para la
patria sean los primeros acentos que broten
de nuestros labios al recibir en nuestros bra­
zos á los hijos queridos del hombro provi­
dencial de nuestro siglo, el inmortal Don
Bosco.
» Desde el 16 de julio de 1880, día en que
llegamos ú este sitio, jamás se apagó nues­
tra plegaria porque llegara presto el día en
que alzaran aquí sus tiendas estos obreros
mfatigables de la religión y del trabajo,
estos humildes Salesianos, que han sabido
armonizar el himno místico del templo con
el rnído confuso del taller ^ la blanca nube
del incienso que se quema ante el altar con
los negros espirales que arroja de sus cal­
deras el vapor.
> Y jamátí nos abandonó la confianza de
que se realizaría este deseo, porque la cadena
do singulares sucesos que, por más de un

siglo, han ido reuniéndose en esta casa, era
uii augurio feliz de que venía preparando
sus caminos para levantar aquí una obra
jigantesca aquel tíeilor Altísimo que cou
igual poder saca los mundos de la nada «>
hace que los hombres y los aegntecimientos
sirvan de instrumento á sus iireoudables do
cretos.
» A un hecho providencial, que guardan
las Crónicas del Municipio de SSantiago, so
debió, que el Gobernador de Chile, en los
días del coloniaje, alzara un templo y uii
cláustro en este sitio. A los religiosos de Nues­
tra Señora de la Merced, que por muchos
años fueron los dueños de esta propiedad,
se deben los tesoros de virtudes y de ciencias
que enriquecieron esta morada. En los pri­
mitivos claustros de esta casa ejercieron por
primera vez, su ministerio de caridad, al
llegar ú Chile, las Hijas de San Vicente de
P a ú l, y después de mil vicisitudes, quiso
Dios, que la generosidad de nuestros ciuda­
danos nos permitiese reunir una fuerte suma
solicitada de puerta en ]merta, en nombre
de la Iglesia, para comprar e.sta casa al Banco
de Valparaíso y cobijar bajo este techo á
centenares de tiernas avecillas á quienes arre­
bató su nido el huracán pavoroso de la
guerra.
» Trescientos veintinueve niños recibieron
en esta Casa p a n , techo y abrigo para bus
cuerpos y lu z , verdad y vida para sus {li­
mas. Y , demasiado retribuidos estamos de
las amarguras, contrariedades y decepciones
que son inseparables de estas obras de ca­
ridad cristiana, con saber que esos niños ya
hoy son hombres que ganan honradamente
su vida, ocupando muchos de ellos puestos
aventajados en el comercio y en la agricul­
tura, en el ejército y en la marina de la na­
ción.
Pero no esííiba coiicluídii nuestra obra.
Los estatutos del Asilo de la Patria apro­
bados por el diocesano de Ssiiitiago, dispo­
nen que terminada la educación de los huér­
fanos de la guerra del Pacífico, continúe el
establecimiento la educación de los niños que
quedaren huérfanos ó desvalidos por otros
hechos de armas ó calamidades públicas acaecidas en el p aís; pero cou la condición
expresa de que se proporcione á los niños
una enseñanza industrial.
Bien comprenderéis las poderosas razones
que {iCODsejaban la organización definitiva
de esta Casa sobre la base inseparable de
la escuela y el taller. Instruir al niño des­
valido, proporcionarle el alimento y el ves­
tido es una santa obra de misericordia; pero
no es asegt^arle el.porvenir. Más aún: una
triste experiencia viene enseñándonos que el
cultivo de la inteligencia y el cúmulo de cui­
dados y solicitudes que se gastan en estos
Asilos para rodear de comodidades á los
niños, muchas veces se convierten en lecho
de espinas para el menesteroso, cuando se

—so­
lé ojitrega á los azares de la vida sin el liábito del trabajo j sin el bagaje indispensable
de mi oficio ó de una industria.
» La esiíuola sin el taller engendra aspiraiáones inconipatibles con la miseria, que
es la beieiicja obligada del pobre que no
sabe trabajar; estas mismas necesidades de
la abundancia, del orden y del aseo que se
han adquirido en los Asilos de Caridad arrastran á la desesperación en la desnuda
’dioza del desvalido, que no aprendió en el
taller (\ prolongar esas ventajas por medio
de la industria y el trabajo.
» La e.scuola y el taller son las dos ruedas
que necesita ]>ara su marclia el carro do todo
liijo dcl pueblo. Cuabiiiiera de esas ruedas
que falte, ol carro qiuida derribado en el
camino, sirviendo de peligro constante íi los
transeúntes y ex])uesto á ser destrozado.
» No só si me equivoque, pero ;i esta falta
do Talleres cristianos, que habitúan al lionibre desdo su nifiez á considerar el trabajo
como elemento indisjicnsable (le la virtud'y
do la moralidad, ú esta falta, rei)ito, se debe
tal vez el que con tanta facilidad encuentre
desarrollo en el pueblo esa planta maldita
dcl socialismo, cuyos frutos también nosotros
liemos alcanzado á conocer.
» A remediar esta gravísima necesidad
social está destinada especialmente la obra
de Don Losco. Condición necesaria de la
estabilidad de los gobiernos y de la tranqui­
lidad de las uacaones ba llegado á ser en
nuestro siglo, el restablecimiento de la edu­
cación cristiana y de la ensefianza industrial
do las masas del pueblo. Por eso, señores,
no se ban enfriado todavía las cenizas de
Don Bosco y casi no queda ya una nación
civilizada, donde, reclamados por los obispos
y soberanos, no abran sus puertas <á los hi­
jos del pueblo los Talleres salesianos.
> No conozco la estadística de los Sale­
sianos en estos últimos anos ; sólo só que el
año 1888, á la época del fallecimiouto de Don
Bosco, existían ccriai do trescientos mil niños
en sus escuelas, dirigidos y cuidados por cen­
tenares de hijos vsuyos, entre los cuales ha­
bía lumbreras en la historia, en la teología,
el derecho, lui las imlustrias y en las artes.
Centonares do templos, colegios, talleres y
asilos, distribuidos por el mundo entero, liicieron gemir el bronce de sus canqianas
cuando se ajiagó el fuego de eso volcán de
insuüiablo caridad , cuándo la lágrima pos­
trera de este nuevo Abraháu cayó solire el
pocho acongojado del más esclarecido desús
hijos, el ilustre Obispo que hoy tenemos á
nuestro lado...
» No <lebo pues sorprender que nuestra
aspiinición do cada día fuese el ver aprove­
chados todos los dineros y sacrificios que
cuesta esta casa, por medio de la fundación
de talleres salcjsiauos. Como cougicgación
iH'ligiosa le darán la ostabiliilad qíie no puede
darb» la corta vida de un hombre, y aquella

esmerada vigilancia que hace imposible la
escasez del clero secular.
Largos, muy largos han sido los cuatro
anos corridos desde el día en que á los piés
de Don Bosco, en aquella estancia de Tarín,
de la cual nadie salió desconsolado, tuvimos
el consuelo de presentarle nuestra súplica y
de escuchar su sencilla • pero segura res­
puesta : « Tened un poco de paciencia; esa
obra se hará.
_ » Dos años después, el Eeverendísimo se­
ñor Arzobispo de Santiago solicitó del digne
sucesor de Don Bosco, la fundación de va­
rias casas salesiaiias en el Arzobispado, y
esta fracíe, que tenía en su favor la autoridad
del Metropolitano de nuestra iglesia aceleró
la remoción de las muchas dificultades que
retardaban la fundación de Santiago.
» Atendido el escaso personal de que po­
dían disponer, los superiores salesianos tu­
vieron sobradísima razón para empezar eu
Chile por llevar la luz de la civilización á
los salvajes pobladores de Punta Arenas y
Tierra del Fuego, que son también nuestros
hermanos. Mas tarde, echaron los cimientos
de las casas talleres de Concepción y Talca
que reclamaban con urgencia esas" funda­
ciones.
» Debemos sin embargo confesar que los
mismos resultados maravillosos obtenidos en
aquellas dos ciudades contribuían á encender
más la vehemencia de nuestro deseo. Es pre­
ciso haber puesto en la tierra una semilla y
haberle prodigado solícitos cuiclados para
comprender cuánto se sufre al ver qué esa
planta puede morir por falta de riego en los
ardores del estío...
» ]\Ias, señores, por encima de los hom­
bres está Dio. No somos nosotros los lla­
mados á señalar la hora y el momento en
que deban realizarse las obras de su amo­
rosa providencia. Esa elección correspomle
á Aquel que regula los instantes en que ha
de levantarse en el firmamento el sol y en
que ha de colgar su nido el pajarillo del
bosque.
» Habíamos abierto este asilo para los
lui(‘rfanos de una guerra extranjera, y Dios
q u e, en lo grande y en lo pequeño, cuida
(le este pueblo como de la pupila de sus
ojos, todo lo había dispuesto para que en­
contrasen este hogar preparado, con escuela
y taller, y con sacerdotes de entrañas pater­
nales , los iiobres niños que- han queda(ü>
huérfanos y desvalidos, porque en guerra fra­
tricida sucumbieron sus padres como buenos.
» ; Ah \ eu los momentos precisos en que
el pueblo de Chile como león apasionado
rugía de indignación y con sos potentes
manos tronchaba las cadenas que en hora
de sueño habían ceñido á su garganta; en
los momentos mismos en que la bandera de
la Constitución enarbolada al tope de nues­
tras naves nos arrastrab» á la reiionquista
de la liliertad, en esos mismos momentos

— 58 —
1108 llegaba por conducto de Moiis. Fagnano,
el infatigable Superior de las Misiones SaItísiaims en la Tierra del Fuego, la noticia
deque en poco tiempo más se establecerían
cu este Asilo los liijos de Don Bosco.
» Meses después, el Reverendísimo Arzo­
bispo de Santiago, impulsado por un sin­
cero patriotismo, con fecha 17 de setiembre,
nos estimulaba con sus consejos y bendicio­
nes á orillar <aiantas diftcultades se presen­
taran para la pronta instahucón de esta Casa
bajo la dircctáón de los Padres Salesiauos.
» Y helos aquí, senores , sin más caudal
que la conlianza en Dios, dispuestos á rea­
lizar en Santiago las mismas maravillas que
asombran al viajero en Turín y Marsella,
en Barcelona y Londres, en Montevideo y
Buenos Aires, y las que acaban de iniciarse
en Colombia y Ecuador, bajo los auspicios
de sus respectivos gobiernos.
> Protejamos esta obra, señores', y yo os
respondo que en pocos años más veréis trans­
formada esta Casa, doblados sus ediücios ;
oiréis los silbidos del vapor y el crujido de
sus máquinas', y como enjambre de abejas
que van y vienen , encontraréis centenares
de niños que revolotean festivos trabajando
todos el rico panal de donde fluye la rega­
lada miel de la civilización del pueblo.
> liada falta á esta fundación que no ins­
pire confianza en su i)orvenir, ni siquiera el
sello indispeuvsable del sacriíicio que ha de
grabarse en el génesis de toda obra sólida­
mente cristiana.
» Desde que se hicieron diligencias para
conüar á los hijos de Don Bosco la dirección
<le esta Casa, nos pareció que era un deber
no sólo de fraternidad sacerdotal, sino de
caballerosa cortesía el que estos heroicos
obreros, al llegar á este asilo, encontraran
para ellos y sus niños, las comodidades que
son propias de los establecimientos de este
género. Y ya lo sabéis, señores: burlados
han sido nuestros deseos y frustrados quedarou nuestros sacriticios.
» La dictadura se upodei’ó por la violencia
de este asilo, y cinco de sus batallolies por
aquí pasaron con sus bagajes y stis caballos,
no dejando en pié sino los muros. Todas
nuestras quejas fueron desoídas, y cuando
no quedaba una sola pieza del memije que
destruir tocó su turno al templo que vio pro­
fanar sus imágenes y destrozar sacrilega­
mente sus paramentos sagrados.
» En estas condiciones de pobreza y des­
nudez iiiieiau los Salesiauos la fundación de
esta Casa. Dios en sus designios adorables
lia querido aseniejavlos, al nacer, al huésped
ilivino del pesebre, para que brillen después
ceii las luces del Tabor. j Sabéis, señores,
en que día llegó á esta Casa el llustrísimo
Obispo que venía á dar el soplo de vida á
esta nueva fundación f ¡El 24 de diciembre!
Cuando la cristiandad entera se postraba en
torno del lícsebre de Belén, aquí nos reu­

níamos para saludar el nacimiento de esta
hija de la fe.
» Y para que el símil sea completo, hoy,
cuando recordamos la visita de los reyes del
oriente al Dios Niño recostado en el humilde
establo, hoy vemos á este recién nacido que
sonríe de alegría al ver llegar hasta ella á
los grandes y poderosos de la tierra.
» Presentémosle entonces, señores, la triple
ofrenda del oro, incienso y m irra: el oro de
nuestras limosnas, que tanto las necesita,
porque nada tiene; el incienso de nuestras
plegarias para que Dios derrame sobre ella
sus bendiciones, y la mirra de nuestros con­
suelos para curar las heridas abiertas en
el corazón de los niños por el dolor y la or­
fandad.
» Es cierto que aquí no brilla aquella es­
trella misteriosa, que fuó compañera y guía
de los Magos en el desierto, pero, en 'cam­
bio, derrama sus resplandores la estrella so­
litaria de nuestra gloriosa bandera, símbolo
de María, la esti'ella más brillante de los
cielos.
» Hermoso nacimiento y singularmente
para Vos, Excelentísimo Señor Presidente,
será celebrar el feliz aniversario de la página
más honrosa de vuestra vida abriendo hoy las
puertas de esta casa para recibir desde ma­
ñana á los hijos <le aquellos que derramaron
su sangre por sostener triunfante la enseña
(le redención que el 7 de enero alzasteis
en vuestra nave.
» En esta hora solemne descargamos el
peso de una deuda sagrada de gratitud y de
justicia. Si nos fuese dado consultar la vo­
luntad de esos valientes que cayeron en la
lid , de seguro que, antes que coronas para
sus sepulcros y mármoles y bronces para sus
nombres , nos pedirían cariño y protección
para sus hijos.
» Pero, la caridad es reina de sin par no­
bleza, Hija del cielo, derrama como él su
lluvia sobre todos los campos, sin distinción
do amigos ni enemigos. Bajo su blanco
manto encuentran asilo todos ios dolores y
desgracias, sin odiosas separaciones. Por eso,
á la viuda infeliz que venga á golpear á esta
casa, en demanda de protección para sus
hijos, nadie le preguntará bajo qué bandera
rindió la vida el padre de sus huérfanos.....
Como ciudadanos, miraremos en cada niño
una esperanza para la patria, y, como hom­
bres de fe, un heredero de los cielos!
» ¡ Ah ! ¡ bendita sea la amnistía del dolor!
» Recibid, pues, esta casa, queridos SaJesianos ; y en nombre de la Iglesia que la ha
fundado, de la patria que va á confiaros el
depósito sagrado de sus huérfanos, y en nom­
bre del pueblo que va á contaros en el nú­
mero de sus mejores amigos, os agradecemos
de antemano vuestros generosos sacrificios.
» La recompensa no la hallaréis en la
tierra: para los apóstoles del bien Dios la
reserva en la eternidad! »

m m

— n<> —

NOTICIAS DE NUESTRAS MISIONES
Tierra del Fuego.
P u u ta re u a s, 15 do sotiem Lro de 1891.
E e t m o . S e . B ox E u ± ;

Después de visitar nuestra Misión de San
Rafael seguí viaje á las Islas Malvinas con
el objeto de ver á nuestros bermanos, esta­
blecidos allí, y darme cuenta más cabal del
progreso de sus trabajos.
En viaje á las Malvinas.

El 2S de julio me embarqué al efecto en
el vapor Éaniak de la Compañía Co-smoa.
Mientras navegando por el Estrecho de Ma­
gallanes veía á la derecha el campo vastí­
simo de la Tierra del Fuego, encomendado
á mis débiles fuerzas, comparaba los indios
de la tribu de Gente Grande, Bahía Felipe
y Bahía Lomas, de la raza de Ona, con los
Tehueiches de la Patagonia. Si bien ,se ase­
mejan en lo físico no así en lo intelectual
ni en sus usos y costumbres : los Tehueiches
de la Patagonia saben montar admirable­
mente á caballo, manejan el lazo con gran
destreza, se proporcionan por medio de la
caza de guanacos el alimento y vestido y
comercian en Puntarenas, Gallegos y Santa
Cruz las pieles, plumas de avestruces etc.,
al paso que los Fueguinos sólo son hábiles
para disparar flechas, se alimentan de los
frutos que el mar arroja ú, las playas, apenas
se cubren con alguna piel de guanaco ó zorro
y huyen del comercio con la gente civilizada,
que no le ha tratado sino con el fusil. Mas,
en cuanto á las costumbres sin duda que
llevan ventaja á los patagones tehueiches^ pues
son fieles á la familia y guardan la hones­
tidad que indica la ley natural, en tanto que
estos últimos se dan á la embriaguez, á la
poligamia y á repugnantes orgías. El Mi­
sionero obtiene bien poco de ellos, pues se
obstinan en que no se eduquen sus hijos,
mientras los habitantes de la Tierra del
Fuego comprenden mejor los beneficios de la
civilización y no se oponen de modo alguno
á la instrucción de sus hijos.
Ocupado en estos y otros pensamientos se
me pasó el primer día de viaje. La navega­
ción continuó con toda felicidad en el Atlán­
tico, y el 1 ®de agosto á las siete de la ma­
ñana divisaba la costa norte de la Isla grande
del Este.
Un poco de geografía política.

Como bien sabe V. K., las Islas MalvinaSj
entre los grados 51 y 52,45 de latitud aus­
tral, correspondientes geográficamente al te­
rritorio de la Patagonia, están ocupad^ por
los ingleses, quienes la han poblado de co­

lonos escoceses ó irlandeses que so ocupan
en él pastoreo de ganados. Divídeuse en Is­
las del Este é Islas del Oeste. En la Isla
(imndo del Este, en Stanley, reside la auto­
ridad y admiuistración, compuestas do uii
gobernador, dos secretarios, nii juez, aduana,
oficina do correo, banco del gobierno, <los
escuelas mixtas gubernativas, uii médico, dos
iglesias protestantes y una católica. Una so­
ciedad llamada Falkland islands* Companij,
que posee vastos terrenos destinados para
pasto de ganados, tiene como un monopolio
en el puerto de Stanley, á cuyo astillero lle­
gan los biuiues que uece-sitaii reparar las
averías, ocasionadas generalmente eiNd Oabo
de Hornos. La población es de unos dos mil
habitantes ; á saber cuatro<áeutos campesinos
católicos y los demás protestantes.
Al anclar el vapor Karnak y saludar á la
población con un cañonazo, eiiarbolaroii to­
das las casas la bandera inglesa, pues el
arrivü de uu vapor es para los de la isla iiu
motivo de regocijo, no sólo por lo que toca
al comercio sino por las cartas y noticias que
reciben.
Vino á bordo para hacer la inspección sa­
nitaria el Br. Hamiltón, persona gentilísima
y buen amito nuestro, y, por ateucióii espe­
cial, permitióse viniera con él á nuestro mi­
sionero el sacerdote Bou Patricio O’Grady.
Luego revisáronse los papeles'por uu encar­
gado de la aduana y á las once y media me
fue dado bajar a tierra y tener el gusto do
ver al sacerdote Bon Mario Migone y al
coadjutor Pablo Frattini de nuestra Misióa.
Lo hecho en cuatroaños.

¡ Cuánta diferencia! Cuando hace cuatro
anos desembarcábamos cou el sacerdote Don
Patricio Diamond por primera vez en esta isla
uecesitámos alojarnos como desconocidos cu
una fonda. Ahora me ho.spedó en la modesta
Casa íSalesiana, domle se educan cincuenta
niños, mucho más estudio.sos y vivaces que
los de Puiitíirenas. Tuve el consuelo de re­
cibir visita de varias personas que se iutoresau por la propagsvción de la verdatlera IV,
y de administrar el sacramento do la confir­
mación á numerosos niños que con gran com­
postura y piedad recibieron antes la sagrada
comunión. La función fué tierna y conmo­
vedora: asistían el Gobernador, el Juez, el
Secretario, el Médico y muchas personas do
las principales familias de Stanley tanto ca­
tólicas como protestantes, siendo de notarse
el Sr. Baillón agente general de la Compa­
ñía Falkland, buen católico y amigo de núes
tro instituto. Cantóse bastante bien la misa
de la Sta. Infancia, de Mona. Caglíero, una
hermosa Salve Regina y el Veni Creator en
inglés.
Grande es mi satisfacción al ver el bien
hecho en estos cortos años por nuestros sa­
cerdotes Diamond, 0 ‘Grady, Migone, nuestro

— co —
coadjutor Frattiiii y nuestros cooperadores
siendo digna de especial agradecimiento la
familia irlandesa B iggs, la cual con celo y
esmero ejemplar trabaja en dar esplendor
á. las iiestas que se celebran en nuestra
iglesia.
Deferencia de la autoridad civil.
Esperanzas.

Diirnnle los días que pasé en la Isla el
Sr. (robeniadornie invitó repetidas ocasiones
á comer, vino muídia.s veces íi verme, mostró
vivo interés i)oi‘ nuestras Misiones y me ase­
guró que ayudaría en lo posible ó los maes­
tros, pues ve el bien que hacen A la juven­
tud. Más aún ; ante una reunión do las per­
sonas principales <le Stanley manifestó su
aprecio á las escuelas católicas.
Todo esto me mueve á exclamar: ¡Ben­
dito sea D ios! Y me convenzo más y más
de que nos lia traído acá jiara dar comienzo
á la conversión de toda esta Colonia, lío
está quizá distante el día en que la iglesia
protestante se transforme y sirva al culto de
nuestra religión in unam jidem.'No son'pocos
los protestau'es que al toque de las campa­
nas para los oficios católicos, atraídos por
el esplendor de nuestras cerem^ias llegan
á nuestra iglesia y expresan ingenuamente
la satisfacción de que gozan.
Me congratulé con nuestros hermanos de
semejauto resultado, los acompañé todo el
mes do agosto para animarlos á continuar
en sus santos trabajos, y el cinco de setiem­
bre partí liara Puutarenas á ver á los indios
de quienes me había despedido en julio.
Gracias, Bov'“° Sr. Don Eua, por los nue­
vos recursos qüe ha tenido la caridad de
enviarme j Dios pague con abundantes gra­
cias la generosidad de nuestros Cooperadores
que se interesan por la difusión de la fe entre
estos pobres salvajes.
lioeomiendo á las oraciones de V. li. y de
todos los nuestros estas Misiones v quedo
de V. E.
Afmo. II. y S. S.
Josíí F agnano, Prefecto Apost.

Alegrábanse los alumuns al ver á los
nuevos catequistas y maestros que permitirán
dar ensanche á los trabajos y aumentar no­
tablemente el número de educandos. Felici­
tábanse los buenos Ecuatorianos al dar la
bienvenida á los campeones que llegaban á
trabajar por difundir los beneficios de la re­
ligión y de la civilización, á los apóstoles
del bien á la vez que á los maestros de
artes y ofi^cios á quienes ofrecían cariñoso
hospedaje y franca amistad y favor. Eegocijábanse sobre todo los demás hermanos al
ver acercarse el momento de realizar el santo
propósito de internarse en los bosques y
llegar á evangelizar á los pobres Ivaros d*e
Gualuquiza y Méndez. Tales fueron los sentiuiieutos respectivamente expresmlos en uu
hermoso acto literario-musieal celebrado eu
semejante ocasión.
Mas el largo y penoso viaje y los viulentos
cambios de temperatura habían rendido de
tal modo á los recién llegados viajeros, que
no pocos se vieron obligadas á guardar cama
por ocho, diez y más días atormentados por
la fiebre. A Dios gracias, todos se restable­
cieron y á poco principiaron quiénes á ocu­
parse en los Talleres, quiénes á prepararse
para ir á fundar una casa en Eiobamba.
RIobamba.
F u n d a c ió n d e un a C a s a S a le s ia n a .

Eiobamba, ciudad importante por sus minas
de azufre, presenta uu panorama único eu
la república del Ecuador. Hállase situada á
mitad de camino entre Quito y Guayaquil,
eu una vasta llanura circundada enteramente
de altas montañas cubiertas de nieve y co­
ronadas de volcanes. Su aire es puro y su
temperatura benigna, si bien ocurren á veces
algunas heladas que causan no poco daño á
las njieses nacientes. La ciudad actual, de
anchas y rectas calles, fué fundada el año
1805 á dos leguas de distancia de la antigua
Eiobamba que uu terrible terremoto destruyó
por completo el año 1707.
Hacía años que se nos instaba para que
fuésemos á educar á los niños pobres cu
aquella ciudad, y ya eu ISOÜ nuestro visi­
tador D. Santiago Costamagua, rogado en­
carecidamente por el Obispo y Municipio,
visitó, eu su viaje á Quito, el terreno ofjcECUADOR.
cido para el establecimiento de un Asilo
Salesiauo.
Quito.
Determinada la fundación que tanto se
El 6 de octubre de 1801 llegaron final- solicitaba, partió, pues, el año pasado, el
Tiionte á Quito los misioneros Salesianos que personal necesario para servirla.
partieron de Turin en agosto del mismo año.
Dióse á esta casa el título de Talleres del
Solemne y conmovedora en extremo fué la Apóstol Santo Tomás y designóse para di­
recepción «pie allí se les hizo tanto por los rector de ella al E. P. Ajitonio Fusarini.
niños de los TaUervs del Sagrado Coraj:ón He aquí una carta que últimamente hemos
como por nuestros Cooperadores y excelentes recibido del E. P. Luis Oalcagno, director
amigos de nulas las clases sociales.
de los Talleres Salesianos de Q uito:

w

— G1 —

A la mañana siguiente, dado un abrazo á
los hermanos, dejamos aquella simpática y
líE-mo. Se . D on R úa :
dulce Casa que será siempre para nosotros
Esto uiafiana partió de Quito para Rio- la más querida, como que ha de ser acá
bamba el R. P. D. Antonio Fiisarini en como el corazón de las demás.
Tomamos una diligencia y al cabo de dos
compañía de cinco religiosos Salesiaiios más
días estábamos en Anjbato, donde los exce­
y (le un maestro de artes j oficios.
Ayer, á imitación de las preciosas fiestas lentes Padres Dominicanos nos brindaron
que en tales circunstancias se celebran en alojamento y todo género de atenciones.
nuestro Santuario de Turín , les dimos un Descansamos nn (lía en tan cariñoso hospé­
tierno adiós. Mncbo hemos sentido la par­ date y en seguida continuamos nuestro viaje
tida, en especial la de Don Fusarini, que á Riobamba, á cuya ciudad llegamos después
tanto ha trabajado en Quito durante cuatro de otros dos días de inar(fiia.
Al entrar allí salió á recibirnos toda la
años; pero nos ha consolado el pensamiento
de que va á trabajar por el bien de las nobleza y autoridades locales y acompañóalmas en un lugar donde tantas sienten senos como en triunfo á la casa que nos
igual sino mayor necesidad de instrucción estaba destinada y donde se nos esperaba
con buena cena y demás necesario para
religiosa y aliento espiritual.
La sociedad de Riobamba proyecta iiian- nuestra estancia.
Era ya tarde, y sólo al día siguiente nos
gurar solemnemente los Talleres el 8 de di­
fué
dado visitar el edificio: i\o es un palacio
ciembre, dedicando d nuestro amado Don
Boscoun acto literario-imisical. Para celebrar con vastos salones, anchos pórticos y grandes
la instalación de los Salesiaiios, se ha orga­ patios, antes bien es una modesta y antigua
nizado una Comisión directiva la cual en fábrica de adobes, esto es, de barro seco al
invitaciones y circulares impresas anuncia sol, que reclama urgentes reparaciones. Ante
que en tal día se celebrará en la catedral todo comenzamos por hacerlos en la capilla,
una misa pontifical con asistencia de las que quince días después tuvimos la satisfac­
principales autoridades; se echarán á vuelo ción de ver ya en servicio y en estado de
las campanas, habrá fuegos artificiales, ilu­ recibir á iíuestro Señor.
Entre tonto sucediéronse las visitas, prin­
minación general, etc., lo cual prueba « el
cipiando
por las de la Autoridad eclesiástica
entusiasmo que anima á los habitantes del
Cliimborazo con motivo de tan fausto acon­ y civil. Todo el mundo nos muestra singular
benevolencia y somos deudores de señalados
tecimiento. »
En verdad que este pueblo ama entrañable­ beneficios á los religiosos ya existentes en
mente á los hijos de Don Bosco. Dios nos esta ciudad.
El 8 de diciembre, día en que se celebró
ayude á fin de que podamos corresponder
dignamente á la esperanza puesta en no­ la instalación de nuestra Casa de artes y
oficios, los hijos de Don Bosco recibieron
sotros.
honores reales. En la mañana, un cortejo
De V. R.
de nobles señores nos condujo á la catedral
A. H. y 8.
donde juntamente con las princii)ales Auto­
Luis Oalcagno.
ridades asistimos á la misa pontifical. Regre­
samos á casa con igual homenaje. En la
• *
tarde se celebró una gran fiesta músico-lite­
Poco después recibimos de uno de nuestros raria en la sala más espaciosa do la casa,
sacerdotes fundadores de la Casa de Rio- y á la cual asistieron más de trescientas
personas (le la principal nobleza de Riobamba la carta siguiente:
bamba. Los escritores más ilustres, los insls
distinguidos literatos pronunciaron composi­
Rjobamba, 19 de diciembre de 1891.
ciones en prosa y verso en que elogiaron
R evmo Se . D on R ú a :
á Don Bosco y sus hijos con toda suerte de
F’o nos habíamos aún enteramente repuesto encomios. Bien comprenderá V. R. cuán
de las fatigas del viaje, cuando nos fué for­ confundiíios hemos estado al recibir tamañas
zoso partir de los Talleres Salesianos de Quito demostraciones. 8oH Deo honor et gloria.
Hé aquí la relación que el Sufragio del
para venir á establecernos en Riobamba donde
Eímador hace el 10 de diciembre, precisa­
ardientemente se nos esperaba.
Antes de dejar la Casa de la Capital, se mente en su primer número prospecto:
« El ocho del presente se efectuó en éste
nos honró en ella con una doble fiesta. En
víspera de viaje se celebró una función lite­ lugar la solemne instalación de los Talleres
raria y un concierto musical y luego se re ­ de artes y oficios dirigidos por los Reve­
novó en la capilla del Colegio la ceremonia rendos Padres Salesianos, y esta fiesta cedel Adiós que fué no menos conmovedora lel3rada con un entusiasmo general, propor­
de la efectuada en Turín, como quiera que cionó á la hija del Rey de los Andes un
D. Calcagno nos repitió con sentido acento día de los más feli(je8 en los anales de su
historia, porque la apertura de éste benéfico
las palabras inolvidables de V. R.
Quito, 5 de noviembre de 1891.

— C2 —
plantel lia venido á llenar la premiosa nece­
sidad que se sentía de proporcionar educa­
ción á tantos niños que, anlielantes por
adquirir conocimientos artísticos, no podían
hacerlo antes ])or falta de un establecimiento
adecuado al objeto. Hoy se presenta á los
liijos dcl Cliimborazo una nueva era de
proHjieridad y ventura , una vez que el
]»lantel do que nos ocujiamos, á cargo de
los virtuosos y abnegados hijos del benemé­
rito Don lloHí'o, olrece, sus clases 4 los que,
ambicionando el ajueiidizaje de un a rle ,
buscan también, jujito con el estudio de los
lueceptos evangélicos, trabajo y jiorveiiir;
<lo ]iio(lo (jiie con razón exclamamos: ¡los
U'allores ilo los 1*1*. yalesianos van 4 pro­
digar alimento X)ara el alma y jian para el
cueri»o ! ya que el tema de éste Instituto

Jesuítas y de los HH. Cristianos y el del
Sr. Luis F. Araujo. En fin todo contribuyó
para que la fiesta fuese cumplida bajo todos
aspectos.
» Kiobamba est4 pues de plácemes por el
inmenso bien que ha recibido con la venida
de los esclarecidos hijos de Don Bosco j y
por éste beneficio elevamos nuestros votos
de gratitud al Exemo. Sr. Flores que tanto
ba contribuido para llevar 4 cima ésta obra,
así como al I. C. M. del Cantón, 4 su
progresista y digno Presidente y en fin 4 las
demás Autoridades que le han prestado su
eficaz y valiosa cooperación. »

¿ Cómo corresponder nosotros 4 tanto en­
tusiasmo y aclamaciones? Confiamos en Dios
C8 : rirhid y trabajo.
y ]io8 recomendamos en las oraciones deV . E.
» Como era do esperarse, podemos decir y do todos nuestros hermanos, alumnos y
la ]M)blación en masa c.ontvibuyó 4 dar el Cooperadores.
jnayor realce 4 ésta tan notable tiesta ; y
En aquel solemne d ía , y al inaugurarse
desde la ^■íspera del ocho se veía la alegría esta Casa Salesiaiia, unidos de corazón á
que dominaba (ui todos e,on las manifesta­ nuestros Superiores y hermanos de Turín,
ciones do (-(intento g(*iioral ; y el día seña­ los acomi)añábamos también 4 celebrar el
lado, la lU'sta le.ligiosa y la academia lite­ quincuagésimo aniversario de la Obra de Don
raria celebradas i)or la instalación de que Bosco.
nos (jciujmmos, ]io dejaron nada que desear.
Nos preparamos ya 4 celebrar la Natividad
ICu esta oeasióu líiobamba, vestidla de gala, con una novena durante la cual predicará
ílemostró una vez mós que se hallíPá la altura nuestro Director D. Fusarini. ¡Quiera el
de una población altamente civilizada, que Señor bendecir estos primeros trabajos!
mira con frenético entusiasmo todo aquello
Dígnese V. B. aceptar las expresiones do
(pie contribuye 4 enaltecía’ 4 sus hijos dán­ profunda veneración y afecto de
doles educación, virtud y trabajo que son
los timbres únicos en que cifra la escala de
Su devotisimo hijo
su engrandecimiento y los títulos de su
A g u s t ín B r u zzo n e
nobleza.
Presbítero.
» Notables y lúcidas composiciones en prosa
y en verso so pronunciai’on en la academia
literaria y los oradores que ocuparon la tri­
buna merecieron estrepitosos aplausos por
sus admirables conceptos que, engalanados
con bellísimas frases, iutíamaron cual chispa
eléctrica, el contento que palpitante rebosaba flISTORU DEL 0R.\T0RI0 DE S. FRASCISCO DE S.UES
en todos los corazones.
» Los caballeros (pie ocu])aron la tribuna
sucesivamente fueron los tSrs: l)r. Emilio
SECUNDA PARTE.
Uíjuillas como l ’ri^iiideute de la Comisión di­
CAX'ITULO V.
rectora, l). Anjel F. Araujo, l)r. Juan li. León
en rei)reseutaci()n del Clero de la Diócesis,
(Confinuaciú.j.)
Dr. José Félix l'roaño, 1). Adell>erto Araujo,
Fomentaba esto temor el saber que ningiín
á nombre de la juventud riobamheña, Dr. Emiliü Cliiriboga, Dr. l ’acítico Villagómezen remedio se había encontrado que i)udiera
represeiitucióu de S. E. la Corte Superior, hacer frente 4 tau mortífero mal, añadiendo
Dr. Daniel Ja'óu y Dr. l'edro Ignacio Li- 4 esto do ser no sólo epidémico sino aun
zarburu l ’rosidento dcl 1. C. y en rei^resen- contagioso. Reinaba la i>reocupación en el
tacióii de éste: y todos í^on su adecuada y pueblo, de que los médicos sumiuistrabíin á
lúcida declamación, realzaron sus hermosos los enfermos una bebidaeuveneuada, conocida
trabajos literarios y dqjurou satisfecho al en Turín con el nombre de agüita, destinada á
auditorio.
anticipar la muerte y evitar así más fá<5il» Además, la i^reciosa orquesta en la que mente el peligro del mal, tanto para sí como
80 distinguieron los Sres. César Cordovez y X>ara los otros.
Prueba de la consternación que se apode­
Dr. Julio A. Vela, üié del contento general,
asi como los magiúücos cautos de los niños raba do todos los ánimos, por la presencia
do los establecimientos de los Hdos. Padres del morbo destructor, era el cesar el comer-

— G3 —
cío, el cerrarse las tiendas j el Imir pronto
del lugar invadido todos cuantos podían.
¿Qué mas? En algunos puntos apenas imo
era atacado, los vecinos, y algunas veces
los mismos parientes se amedrentaban de tal
manera, que lo abandonaban sin ayuda y sin
asistencia alguna, ya que no siempre se ba­
ilaba una persona caritativa y de valor que
le pudiera prestar el auxilio necesario. Llegó
el caso de tener que pasar los sepultureros
por las ventanas ó rompiendo las puertas,
para poder entrar en las casas y extraer
los cadáveres que comenzaban ya á despedir
pésimo olor. En suma, en algunos puntos,
se vieron repetidos en aquellos días, los ac­
tos de terror acaecidos en las pasadas pes­
tes, de cuyas descripciones están llenos los
libros de los escritores, tanto antiguos como
modernos.
Con todo, el cólera no daba treguas al
común temor, antes bien como enemigo en­
valentonado por la cobardía de sus adver­
sarios proseguía su carrera de i)Ucblo en
pueblo, de ciudad en ciudad, dejando en pos
de sí innumerables víctimas. 2íi los puntos
más sanos como las colinas y montañas eran
de él olvidados. El 30 de julio atravesando
los Apeninos, se presentó en el territorio de
Tarín, y en los primeros días de agosto co­
menzó á bacer víctimas en sus caseríos.
Apenas súpose el peligro de tanta des­
gracia, H Municipio dió un hermoso ejemplo
de pied¿i á todo el pueblo. El Alcalde iíotta
después de baber dictado las más oportujias
medidas de sanidad, y provisto de todo
cuanto era necesario en pro de la población,
quiso que á más se recurriese á la Reina de
los Cielos, de la cual en otras análogas cir­
cunstancias se había probado el valioso ])atrocinio. Ordenó, q^or lo tanto, una funciíui
religiosa en el santuario de Ntra. Sra. de
la Consolación j al cual en la mañana del 3
de agosto, junto con una inmensa multitud
de fieles acudió una digna representación del
Cabildo municipal. El mismo Sr. Alcalde
pasaba comunicación á la Autoridad ecle­
siástica, en la cual, entre otras palabras, se
leían las siguientes:
< El Consejo delegado, interpretando los
sentimientos de todos los ciudadanos de esta
capital con ocasión de la temida invasión
del cólera asiático, ha asistido esta mañana
á una Misa, seguida de la Bendición con el
Santísimo, celebrada en la iglesia de Xtra.
Sra. de la Consolación, á fin de alcanzar sü
patrocinio. »
T María Consoladora no desatendió estas
•'úplicas, ya que la terrible enfermedad, con­
tra todo lo que era de esperar, cundió menos
en Tarín que en otras muchas ciudades y
países de Europa, de Italia y del mismo
I^iamonte.
Ko obstante los casos llegaron á 10, 20,
30, 50 y 60 al día. Del 1® de agosto hasta
el i« de noviembre la ciudad con sus arra­

bales experiqientó 2500 casos, de los cuales
3400 fueron fatales. La región más invadida
fué la de Valdocco, pues sólo en la i)arroquia
del arrabal Dora, en un mes fueron atacadas
800personas, délos cuales 500murieron. "Ve­
cinas á nuestra Casa muchas familias queda­
ron no solo diezmadas sino aun destruidas. Eii
las casas de Bellezia, Defilippi y Jtoreta, á po­
cos pasos de nuestro Oratorio, algunas familias
desaparecieron por completo y esto en pocos
días. En otras partes del Parque Real y dó
Bertola sucedió otro tanto.
Ahora bien, en la invasión y enfureci­
miento del mortal morbo que tan cerca lo
tuvimos y en el acobanlamieiilo délos hom­
bres de más valor, cual fué la suerte del
Oratorio de San l^rancisco de Sales? Bre­
vemente lo diremos.
Cuando corrió la noticia do que la epide­
mia comenzaba á esparcirse por la ciudad,
Don Bosco portóse con sus hijos, cual amoroso
X>adre, cual otro buen ])astor. Y para no tentar
al Señor usó de todos los medios de precaución
posibles que le sugirieron la i)mdeucia y el
arte. Hizoliminar el local, preparar otros dor
mitorios, disminuir el número de camas en al­
gunos de ellos y mejorar los alimentos;eosas
todas que le ocasionaron graves gastos (1).
Pero no tau sólo recurrió á medios terre­
nales sino también á otros de unís vaUa, á
los celestiales. Por persona digna de todo
crédito supimos* que desde los primeros días
del peligro, D. Bosco postrado ante el altar di(1) E n aquellos días la católica y benemérita Ar^
mottín, habiendo sabido la estrechez en que so hallaba
Don Bosco, hacía para él y sus niños u n ardoroso
llamamiento á la caridad do los lides con este broTO
cnanto sensato articulo:
« ¿Socorro para el Oralorío de San Francie^ de Sales.
« A todos P3 conocido con cnajito celo y ca rid a d el
sacerdote Don J u a n Hosco so siicrílioa por la in stru c ­
ción y cílucación do loa n iñ o s d d jm eblo abandona­
dos á si mism os en lo que se. rd ie re á la wlneación.
C ual sea «•! resu ltad o de este abandono, n ad ie podrá
decirlo m ejor que los mismos ni!i;;istrado8 encardados
de c a stig a r ú los d d in e n e n te s, los cuales eu su m ayor
p a rto corresponden á e sta clase. ¡ Y cuántos d elito s no
previcno la caridad de ta n piadoso sacerdote! A todos
AS notorio igiioluieiite que e sta O bra, b ajo el p atro ci­
nio de ¡^an Francisco de Sales, no tie n e otros medios
de subsistencia que aqiicdlos que lo su m in istran las ]>crsoua caritativa.s, ya que no recibo u iu d ú u soeorro do
la bcncticcucia pú b lica. Ca<la uno podrá im aginarso
fácilm ente los gastos que ocasiona él niiiiiteiioT á m ás
de cien miichacnos, m ayorm ente cu este año on que hi
(■.arénela de rív e re a se nace scíutir en todos los Iwlsillos. Al acercarse el cólera, h a sido ncu-csario hacer
nuevos y urgentes gastos: lim p iar el local, q u ita r ca­
m as en linos d o n u ito río s y colocarlas en o tros prep a­
rados a l efecto, pro v eer de ropas etc., eto. Nos co n sta
que el buen sacerdote no o b sta n te de conservarse siem ­
p re sereno y de confiar firm em ente en la P ro v id en cia
que no a tien d e menos á la s aves del cielo que á la s
fieras del bosque, se e n cu en tra en sum a extrechéz y
e stá d ispuesto á todo sacrificio, a n te s qne á ab andonar
á sos queridos n iüos, m áxim e en las actuales circun­
stan cias en qne m ás qne n unca n ecesitan de socorro.
No dudam os qne corazones generosos v endrán en ay u d a
d e l celoso y c a rita tiv o .Sacerdote, que ól se les declara
deudor de todo cuanto h a sta a h o ra h a n hecho en b ie n
de la jn v e n ta d . » Así el católico d ia rio en s u número
95 del año 185.

m

— G4 —
rigía al Señor esta súplica : « ¡ ÜJfi Dios, casligad al pastor y tened piedad de estepobrere­
baño ! » Después dirigiéndose á la Santísima
Virgen le decía: « María , vos sois Madre
amorosa y potente; preservad á mis amados
hijos, y si el Señor quisiera uiia víctima, de
eiitre nosotros liéme aquí, pronto á morir
cuando y como á líl le plazca. »
Era el buen Pastor que ofrecía la vida por
sus üveJUlas.
El o de agosto, üesta de Ntra Señora de
las Nieves, que en aquel año caía en sábado,
reunidos al anochecer todos los jóvenes en
torno suyo, dirigióles un breve sermón;
con ayuda ya del uno ya del otro , hemos
podido rec.üger en parte la sustancia.
« Como habréis oído les dijo, el cólera
ha aparecido en Tarín y han acaecido ya
algunas defunciones. Muchos en la ciudad
están consternados, y sé que algunos de vo­
sotros abrigáis iguales temores. Asi pues
quiero daros algunos avisos, que si ponéis en
práctica, evSi)cro todos os veréis libres de
tan terrible enemigo.
» Ante todo habéis de saber que esta peste
no es nueva en el mundo. Ya se nos hace
menc.ión de ella en los Libros Santos, en
los cuales el Señor nos manifiesta la causa
primaria que la produce. El mucho co­
m er,, dice el Eclesiástico, ocasiona enfer­
medades , y la gula conduce al cólera: In
mnltls vHcis erit injinuitas, eVaviditas approphiquahit •unque <(d cholc.mm (1). Pero Dios
que nos indica los gérmenes fátales de esta
enfermedad, nos presenta al mismo tiempo
los preservativos para evitarla. Sed sobrios,
nos dice, de las bebidas que se os ponen
delante. — Poco viuo es suficiente á un
hombre bien educado. — En otra parte dá
el Señor el remedio, que vale más que nin­
gún otro, y dice: Apártate del pecado , re­
gula tus acciones y limpia tu corazóu de
toda culpa. Hó a(iui, pues, mis queridos hi­
jos, los remedios que os presento para pre­
servaros del cólera. Estos son los mismos
que los prescritos por los médicos : Sobriedad,
templanza, tranquilidad de espíritu}/ valor.
Pero i cómo podrá teuer tranquilidad de es­
píritu y valor, quien está en pecado mortal,
que vive aparttido de Dios y pensando que
muriendo ha de caer en el infierno ? Yo quiero
por lo tanto que nos arrojemos con cuerpo y
alma en brazos de SLaría. El c.ólera ¿ vendrá,
como dicen, por causas naturales, como por
la infección del aire, por el contacto ó cosiis
semejantes ? En este caso tenemos nece­
sidad de una buena medicina que de él
uos preservo. Ahora bien; y cual metlicina
mejor y más eücáz que la Eeiua del cielo,
llamada por la Iglesia Santa, Salud de los
enfermos, Salas injirmorumi ¿O será más
bien la enfermedad homicida, un azote,
puesto en las manos de Dios, indignado por
los pecailos del mundo ? Entonces, tenemos
necesidad de una elocuente abogada, de una

piadosa madre, la cual con sus valiosas sú­
plicas, con la suavidad de su amor aplaque
el euojo, desarme la mano justiciera, y uos
obtenga misericordia y perdón. Y hé aquí
que María es justamente esta abogada y esta
madre: Advoeata nostra; Mater misericordiae}
Vita dulcedo et Spes nostra.
« En el año 1835 esta misma enfermedad
hizo su visita á Turín, más la Virgen San­
tísima la despidió bien pronto. Como re­
cuerdo de - esta gracia la ciudad de Turín
levantó la bella columna de granito, y co­
locó en ella la rica imagen, en mármol
blanco, de la Bienaventurada Virgen, que
todavía vemos en la ^daza del santuario
de la Consolación. Y quieu duda que María
lio esté todavía pronta á defendemos de tau
maligna peste eu este año, ó al menos á im­
pedir sus desastrosos efectos cutre nosotros!
« Hoy es fiesta de Ntra. Sra. de las Nie­
ves y mañana comienza la novena de la más
hermosa solemnidad (pie celebra la Iglesia
en honor de María Santísima; solemnidad
que no.s recuerda su feliz y preciosa muerte,
su triunfo, su gloria y su poder en el Cielo.
Yo os recomiendo que mañana cada-uuo de
vosotros haga uua buena confesión y una
santa comunión, á fin de que os pueda ofrecer á todos juntos á María y suplicarle
os guarde y proteja como á sus hijos pre­
dilectos. feLo haréis así ? Sí, sí, respondieron
todos á uua voz. »
Aquí Don Bosco se paró un imátaute, y
poco después, tomando de nuevo la palabra,
continuó con un tal tono de voz que no sa­
bemos como explicarlo. Dijo así y concluyó :
« Si todos os ponéis eu gracia de Dios
y no cometéis ningún pecado mortal, yo
os aseguro que ninguno de vosotros s(í
verá atacado por el cólera; al contrario si
alguno permaneciera siendo enemigo de Dios
y osara gravemente ofenderle, desde este
momento yo no garantizo las consecuencias,
ni á él ni á ningún otro de la casa. »
Así Don Bosco en la tarde del 5 de agosto
de 1S5-4.
No es posible describir el efecto que estas
palabras memorandas produjeron en el ánimo
de aquellos niños. Parte en aquella misma
tarde y parte al día siguiente, todos los jó­
venes del Asilo y muchos otros del Oratorio
festivo, fueron á confesarse y recibieron b
santa comunión.
(Continuará)

Coa aprobaejoa de la Aatoritad BclosiisUca - Gírente JOSB GAIBIIO
Turin, 18Si • TipognQa Saleaiana
Conjuntos de fichas
Boletín Salesiano
1892