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Título
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BS_1892_06
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Descripción
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Boletín Salesiano. Junio 1892
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Fecha
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1892.06
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extracted text
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■9
Aíro VIL - lí. 6.
Sale ima vez al mes.
JUNIO de 1892.
BOLETIN SALESIANO
Debemos ayudar á nuestros h er
manos é. fin de cooperar á la
difiisión de la verdad.
(III S. JüAN, 8).
Atiende á la buena lectura, á la
eshortación y á la enseñanza.
(I Timoth. IV, 13.)
Entre las cosas divinas, la más di
vina, es la de cooperar con Dios
á la salvación de las almas.
(S. Dioxisio.)
El amor al prójimo, es uno de
los mayores y más excelentes
donos, que la divina bondad
puede conceder á los hombres
(El Doct. S. F ranc. de Sales).
Q.uien recibiere á un niño en mi
nombre, á mí me recibe.
(x
Math. xvm.)
Os recomiendo la ñinez y la ju
ventud ; cultivad con grande es
mero su educación cristiana; y
proporcionad libros que les en
señen á huir del vicio y á prac
ticar la virtud.
(Pío IX.)
Redoblad todas vuestras fuerzas
á fin de apartar á la niñez y
juventud de la corrupción y
incredulidad y preparar asi una
nueva generación.
(León XIII.)
-ef(S( DIRECCION en el Oratorio Salesiano — Calle de Cottolengo N. 32, TURIN (Italia) )t^í—
SUMARIO.
El 24 de Mayo.
María Auxiliadora
Gracias de María Auxiliadora.
Don Kua en ¡áicilia.
Loa Salesianos en Santander.
Noticias do nuestras misiones. — Colombia. Un sacer
dote salesiano al servicio de los leprosos.
BtusU. — Casa do San Pablo.
Seminario do Isqtiia. Homenaje á la memoria de Don
Bosco.
Bibliografía: ¿Qnién es Jesucristo ? — El ejército do
salvación — El magnetismo y el espiritismo. — Fe
licidad desconocida.
Historia del Oratoiio de San Francisco de Sales.
Si todos los años se celebra con la
mayor pom]>a la ñesta de María A uxi
liadora en el santuario que le está dedi
cado en Turíii, en esta ocasión la solem
nidad La tenido todavía mayor realce.
Decorado el tem plo, mejorado notable
mente el coro de cantores y rejiarado el
órgano las ceremonias han ganado en
lucimiento y el culto en majestad.
P o r otra parte si ya era antes extraor
dinaria la devoción á M aría Auxiliadora
y sinnúmero la concurrencia al devoto
santuario ahora es mayor de día en día
al mismo tiempo que la Eeiua del Cielo
no cesa de multiplicar sus gracias en fa
vor de los que la invocan.
Aiiu(}ue duraute todo el mes consagi’ado á María se lian hecho iiredicaeiones diaria.s y rezado esjiecialea oraciones,
dió.se todavía iná.s brillo á la novena que
]>rccede á la festiviilad y sobro todo al
tritluo coiTespoiidiento á ella; como que
el 22 se celebró misa de poiitiíical, liízose
comunión general y se cautaroii vísperas
soleiime.s; el 23 se hizo la conferencia á
nuestros Cooperadores, y ciuitaron vís
peras solemne.s, y el 24 celebró de pontiücal el lim o. Sr. Arzobisjio Jiiecardi,
(lióse nuevamente la comunión general y
se cantaron vísperas tan solemnes eximo
en los días anteriores.
L a misa del Cherubini y las composi
ciones de otros notables maestros obtu
vieron el más cumplido óxito, y tanto las
persona.s inteligentes en la m ateria como
el auditorio entero manifestaron singular
comiilacencia.
Ko siéndonos posible referir circuustan-
— S2 —
ciadamente por ahora todo lo concerniente
á tan amable fiesta, esperamos hacerlo
en el próximo número. Baste entre tanto
decir que este mes entero y particular
mente los últimos días de la fiesta han
sido un homenaje esplendoroso y admi
rable de la devoción-de los fieles á M aría
Auxiliadora, un motivo de aliento y con
suelo indecible para los Salesianos y un
reífuero de bendiciones y contento j)ara
ellos y sus Cooperadores.
Y <u)sa digna de n o ta rse : cada fiesta
en honor de M aría Auxiliadora hace re
vivir Ja memoria de Don Bosco, que
su nombre viene luego á la memoria
como si estuviera vinculado al de tan
preciosa devoción ; porque en verdad
María eligió á su amado siervo para ins
trum ento de sus inagotables gracias y de,
sus prodigios sin cuento. ¡ Bendita sea
María A uxiliadora! ;V iva Don Bosco!
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M A R IA A U X IL IA D O R A
E l Eeal Profeta narrando la salida del
pueblo hebreo de Egipto dice que una
nube guiaba de día sus pasos y una co
lum na de fuego ios iluminaba durante la
noche. Y aplicando san Bernardo a M a
ría la propiedad de aquella nube y de
aquella colum na, observa que á la m a
nera que las nubes nos defienden de los
vivos rayos del sol María nos protege de
la justa ira celeste y de las llamas de la
concupiscencia. Y así como la columna
de fuego alumbraba el camino d los he
breos María ilumina al mundo con los
rayos do su misericordia y largueza de
sus benetlcios. ¡ Oh cuán triste sería nues
tra suerte si no tubiéramos esta nube y
esta coluniim- benéficas!
M aría nos ayuda en la v id a, en la
imierte y después de la muerte. Si te-,
nónios un amigo sincero en la vida he
mos encontrado en él un teso ro ; si nos
presta sus servicios d la hora de la muerte,
mds digno es de singular aprecio; y si
con sus sufragios nos vale después de la
muerto es todavía mucho más estimable.
jVhora bien María nos favorece en vida
como M adre de gracia, eu la hora de la
muerte cou defeiidomos de las insidias
del demonio: Tu nos ab lioste lyrotege; y
no nos abandona después de la muerte,
que ella misma introduce en el cielo á
sus devotos: et niortis hora susci])e.
Gracias de María Auxiliadora
E e v ”*® D on B u a ;
I Feliz inspiración la del pueblo de Cas*
telliualdo de consagrarse á María Auxilia
dora !
Eecordard V. B. que el día de la fiesta
celebrada en honor de María Auxiliadora en
Turín el vice-párroco de este lugar, encar
gado al efecto, se dirigió d Y. K. para ex
presarle la determinación tomada por todo
el pueblo de consagrarse á María Auxi
liadora con el fin de obtener que ei pe
drisco que viene afligiéndolo de año en año
no viniese á destruir ahora de nuevo las
vinas.
Becomendó Y. B. que se recitará con tú
objeto cada d ía , hasta concluirse la vendi
mia , una Salve Regina, con la invocación
María A\íxilium Ohristianorum¡ ora'pYo nobk.
Así lo hicieron con gran fe y constancia
el clero y pueblo. Pues bien, ya sabrá Y. E.
por la relación de la prensa los terribles es
tragos producidos este ano por el granizo.
Baros son los pueblos que han escapado de
esta catástrofe en la comarca, y Castellinaldo hállase precisamente en el corto nú
mero de los privilegiados. En cuarenta años
que como párroco resido en este lugar éste
es el primero en que no ha sufrido absolu
tamente por el granizo. Todos convienen en
que es una gracia señalada de María Auxi
liadora, y reconocidos á ella envían á Y. E.
la cantidad de 850 liras para que las emplee
en lo que juzgare de mayor gloria de Dios,
á la vez que agradecen muy de veras las
oraciones de sus niños enderezadas á este fin.
Soy de Y. E.
Afmo. S. S. y 0,
T omas Y icoo
Arcipreste.
Caatollinaldo, 22 do noviembro do 1891.
*•
oración de una madre* — Pro
fundamente afligida al ver á mi hijo sin ocu
pación alguna, expuesto á los ejemplos do
las malas compañías, recurrí de corazón á
María Auxiliadora para que mé valiera en
tales angustias. De improviso ofreciósele en
m
m m
— S3
toDces un empleo conveniente á mi liijo, y
gastosa cumplo aliora el deber de publicar
la gracia recibida.
medio del Boletín Sálesiano, en prueba de
gratitud y reconocimiento.
Ruego á todos mis hermanos los Coopera
dores Salesianos y á todos los que pertene
T íj e e s a F io e a .
cen á la Pía Asociación de San Francisco de
Taiín, 5 de diciembre de 1891.
Sales, se sirvan elevar sus oraciones á nues
tra Reina y Patrona María Auxiliadora, á
G r a c i a m a n if ie s ta . — En los pri fin de que me alcance la salud que hace
meros días del mes en curso, una piadosa- tiempo perdí, para santificar mi alma, para
joven, recién, casada con un honrado y la procurar la salvación de otras, para diñmdir
borioso industrial de este pueblo, cayó en la gloria de María, y para comlyuvar al en
ferma. Al principio no se dió importancia al grandecimiento de la Obra de Don Rosco,
mal, creyendo sería un simple resfriado.
favor que les agradecerá en extremo.
Luego un fuerte dolor de costado empezó
L oeenzo M aeana
á atacar á la paciente y una rebelde tos vino
Cooperador Salcsiano,
á aumentar sus sufrimientos: poco después
la respiración comenzó á hacérsele difícü, lo
Olióla (Lerida-Pons), 26 do marzo do 1892.
que hacía entrever la mortal huella
había dejado impresa en su organismo el
desquilibrio que éste había sufrido. El mé
dico al visitarla declaró, que su estado era
grave, pues que la respiración solamente le
DON R U A EN SICILIA
circulaba por un lado del pulmón j no pa
reció, sin embargo, desconfiase en este mo
mento definitivamente de salvarla. La enfer
Teníamos la intención de dar cuenta del
medad siguió su marcha destructora, y á la
siguiente visita el médico ya declaró á la viaje de nuestro venerable Superior á las
enferma en estado gravísimo y dió orden Gasas Salesianas de Italia ,* pero siendo tan
para que se le administrasen los Santos Sa copioso el material hemos debido limitarnos
á dar una somera relación de una que otra
cramentos.
Al tener noticia del estado en que se a- de sus visitas.
Conviene advertir ante todo que en Roma
ilaba esta pobre joven, profundamente cons
ternado me trasladó á su casa, y lleno de tuvo el consuelo de ser recibido en audiencia
fó y confianza, la exortó á que con su esposo por el Santo Padre León X III, nuestro más
recurriese á María Auxiliadora, á Aquella insigne y benévolo protector. ¡ Hermosa y
que con razón se dice que es Salud de en feliz coincidencia! Mientras se esparcía la
fermos, empezando en su honor la novena que noticia de hallarse enfermo el Sumo Pontífice,
nuestro inolvidable Padre y Fundador Don D. Rúa tenía la satisfacción de postrarse
Poseo aconsejaba hiciesen, ó los que acudían á sus pies y presentarle el más cordial ho
á él para alcanzar remedio en una necesidad, menaje del Instituto Salesiano y sus Coope
consistente en rezar tres Padremtestrosj tres radores , de recibir de él una bendición
Avemarias y Gloria Patris y tres Salves; les especial para unos y otros y oír palabras de
prometí que acudiría también ó mi estimada gran aliento y estímulo.
De Roma partió Don Rúa para Sicilia, á
Patrona con mis pobres oraciones, y les animó
á que con gran confianza esperasen el so cuya tierra no había llegado después de la
muerte de Don Rosco. Le esperaban con
corro.
Conforme ordenó el médico, sé llamó al vivo interés numerosos amigos y Coopera
sacerdote; la confesó, mas ¡ oh poder y com dores que le prodigaron las manifestaciones
pasión de María para aquellos que en Ella de más singular estimación.
Luego en Marsala notó gran fe y entu
ponen su confianza! la enfermedad parecía
había cambiado ya su resolución, pues si siasmo por las obras de caridad. Algunos
antes parecía quería acabar con la existencia sacerdotes habían edificado una casa para
de la paciente, entonces parecía ya quería niños pobres y desamparados, y establecida
irse por donde había venido, y dejar otra ya la ofrecieron á Don Rúa quien la aceptó
vez en paz ñ, aquella afligida familia. Así con particular reconocimiento.
En la conferencia que allí tuvo lugar re
sucedió j pues empezando nosotros á confiar
en el a u ^ io de María, ella empezó á satis firió nuestro Superior cómo Don Rosco había
facer nuestras ansias, no parando hasta dejar puesto grandísimo empeño en que las fuerzas
á la enferma completamente sana. María Au de muchos se aunaran para hacer el bien en
xiliadora ha querido añadir una más, al in la medida que lo exigen los tiempos. Parece
finito número de gracias que ha alcanzado que la institución de los Cooperadores Sa
en favor de loa que la han invocado con fó lesianos se la sugiriera la divina Providencia,
y que los primeros Cooperadores que le en
y confianza en sus tribulaciones.
Cumplo gustoso la promesa que hice de vió en su ayuda fueron los que al con
dar conocimiento al público de la gracia, por sagrarse al estado eclesiástico le obsequiaron
m
w m
— 81 —
cuauto eu su pobreza necesitaba: uno la
sotana, otro el manteo, otro el sombrero, etc...
De Marsala pasó Don Rúa á Oatania: su
llegada allí fuó una espléndida manifestación
de carino y simpatía, cual á un segundo Don
Bosco. El Eminentísimo Sr. Cardenal, tan
amante de la Obra Salesiana, asistió á la
conferencia hedía allí á los Cooperadores y
expresó con ft’unqueza y elocuencia su afecto
al Instituto fundado por Don Bosco y su
interés por el aumento de sus hijos para
ensanchar la obra acometida en bien de los
niños pobres.
Un sacerdote de Catania, hablando del
Oratorio festivo, nos decía: En tiempo pa
sado no podía transitarse por este barrio
sin temor de recibir una pedrada; ahora al
contrario, los chicuelos nos salen al encuentro
para saludarnos afectuosamente.
Cuatro son las Casas Salesianas estable
cidas ya en dicha ciudad: dos para niños y
dos para niñas.
Don Rúa recibió las demostraciones mós
vivas de aprecio en Sicilia adonde fué á- vi
sitar nuestras Casas y Cooperadores, ya
en Trecastagni y Bronte, ya en Randazzo,
Mascali y Acireale y sobre todo en Ali Ma
rina. Los niños del Oratorio festivo de esta
ciudad llegaron á recibirle con el mayor en
tusiasmo íi la estación, y acompañado que
filó al Colegio cantaron allí himnos y pro
nunciaron preciosos discursos en su honor.
Don Rúa al observar la excelente dispo
sición do todas las personas que le daban
la bienvenida, les dijo:« Sin pretender que
se dé más importancia á mis palabras que
la que se debe & las cosas humanas, es el
oaso de que os haga saber que hace muchos
años, cuando Don Bosco vivía casi exclusi
vamente dedicado á. su obra de predilección
como era la educación de los niños pobres
y desamparados, rodeado un día de los
alumnos, les dijo sonriendo: Anoche tuve
un sueño en el cual vi muchos niños que
venidos de diversos puntos se congregaban
para trabajar bajo la bandera de San Fran
cisco : franceses, españoles y particularmente
gran número do sicilianos. Don Bosco reía
de buena gana al contar este sueño, tanto
más cuanto que cu ese tiempo no había casi
ningún siciliano en el Oratorio.
Don lina pasó eu seguida á i^Facerata y
en la Oasa Salesiana llamada de la !Madre
de Miseritan'dia dió una conferencia á la cual
asistió el llustrísiiuo Sr. Obispo con gran
uúmero do Oooperadore.s.
Estuvo después en la Casa poco hace
abierta eu Loreto, en las de Lugo y Rímiiii
y tornó al Oratorio lleno de consuelo y dando
gracias á Dios por el bien que á los niños
pobres so haee en la medida que lo permiten
las Iherzas del Instituto Salesiano.
LOS SALESIANOS EN SANTANDER.
Dice el Boletín Eclesiástico de Santander:
« Nuestro Exorno, y Rdrao. Prelado, com
padecido de los niños pobres que carecen
de educación, abrió en 1885 una escuela gra
tuita, y en diciembre de 1888 imploraba con
sentidas frases el auxilio de las personas
caritativas para multiplicar los centros de
enseñanza cristiana de los pobres niños y
de los adultos j mauifestando al mismo tiempo
sus deseos de traer á nuestra ciudad una
Comunidad de Salesianos (1).
» Los recursos de la caridad le permitieron
entonces abrir la segunda escuela de San
José; y las dos se mantienen florecientes al
amparo de esa misma caridad, que desde
hoy podrá dilatarse para favorecer á los Sa
lesianos que, gracias á Dios, se hallan ya
entre nosotros.
» Procedentes de Sarria (Barcelona), han
llegado seis religiosos, dos de ellos sacer
dotes, — los RR. Angel Tabarini y Epifimio
Fumagalli, — que vienen llenos de celo á
difundir entre los niños y los adultos pobres
los inapreciables beneficios, que la familia
religiosa de D. Juan Bosco derrama donde
quiera que va.
» El Sr. Obispo ha puesto á disposición
de ellos la casa número 7 de la calle del
Prado de Viñas, que para ese fin ú otros
análogos adquirió de los albaceas de D* María
Manuela Ajete. No es esa casa lo que el
Prelado desea, ni puede hacerse en ella una
fundación de primer orden, cual corresponde
á la importancia de nuestra capital j pero
es siquiera principio, á la manera de se
milla, que, si Dios la beudice, como espe
ramos y pedimos, crecerá y extenderá sus
ramos, y dará copioso fruto.
» Desde ahora se ocuparán los Salesianos
en la instrucción primaiia de los niños ver
daderamente pobres é irán desplegando sn
actividad benéfica, según lo consientan la ca
pacidad del local, y las ofrendas de las
personas que quieran contribuir á una obra
tan laudable; hasta q u e, mediante la pro
tección del Cielo, tengamos la suerte de ver
surgir y levantarse un amplio y adecuado
edificio, eu que los jóvenes de 12 á 10 años
hallen, juntamente con la educación cris
tiana, Esencia de artes ojicios, de donde
jiuedan salir liábiles músicos, pintores, escul
tores, tipógrafos, encuadernadores, ebanistas,
cerrajeros... sin que por eso hayan de temer
ni el más mínimo perjuicio los oficiales y
artistas de la ciudad •, porque los Salesianos
lio buscan el lucro, ni hacen competencia al
(1) Celosos operarios asi llamados porque su Fon—
dSMor, el Rdo. Presbítero Don Jnau Bosco, —obrador
de grandes maravillas y muerto en olor de santidad
á principios de 188S, — eligid para especial Protector,
de su Instituto á San Francisco de Sales.
I F
— S5 —
comercio ni- á la industria particular j sino
solamente anhelan proporcionar á los nece
sitados medios honrosos de ganar el sustento
y de ser útiles á sus semejantes: de suerte
que los trabaios de sus escuelas y talleres
no se encaminan á otro tín que á instruir ú
los operarios y remediar las necesidades de
la casa y familia.
Y, pues, los Religiosos han de trabajar
sin esperanza de remuneración temporal, y
los pobres, objeto de sus cuidados, aunque
quisieran, no se la pueden dar, y el mate
rial de enseñanza y los talleres exigen gas
tos, que no jjueden hacerse sin los recursos
de la caridad, concluiremos con estas pala
bras de la citnda circular del Revereiidísmo
señor Obispo : — Si todos, ó la mayor parte
contribuimos, pequeño será el esfuerzo que
toque á cada cuál: y, si bien miramos, no
dejaremos de ver, algún gasto superfino que
cercenar, ó algún jjasatiempo, espectáculo ó
diversión üiútü, que sacrificar; con lo cual
la misericordia quedará expedita para so
correr al desvalido y acudir en auxilio de
los Salesiauos.
> ¡ Bienvenidos sean, pues, y quiera el
Señor bendecirlos y favorecerlos, y bendecir
sus obras para bien de nuestro pueblo. »
Legación de Colombia ante
la Santa Sede.
562.
Roma á 4 de diciembre de 1891.
R espeta d o Se ñ o r :
« Acabo de recibir un telegrama do mi
Gobierno, por el cual me ordena, que ob
tenga de Vuestra Reverencia, por los medios
que estén á mi alcance, que el Rovoreiido
Padre Unia, del instituto que con tanto tino
dirigeVuestraReverencia, quede en Colombia
y desempeñando el cargo que ejerce. Este
cargo entiendo que es el de Capellán del
Lazareto de Agua de Dios.
» Conocioudo yo el elevado carácter y la
benevolencia sin límites de Vuestra Reve
rencia, creo no poder hacer nada mejor, en
desempeño de la comisión que he recibido,
que dirigirme á Vuestra Reverencia misma.
Cualesquiera que sean las razones que Vues
tra Reverencia tenga para haber llamado al
Reverendo Padre Únia, estoy seguro de que
no desatenderá la súplica que le hace el
Excelentísimo Señor Presidente de la Repú
blica por mi conducto. Sin duda este alto
magistrado ha sido movido i)or considera
ciones de orden superior, seguramente so
ciales y religiosas, cuando pareoiéndole lento
el correo, me ha comunicado por el cable
eléctrico, su noble deseo. Sírvase también
NOTICIAS DE NUESTRAS MISIONES
tener en cuenta Vuestra Reverencia, que al
consagrarse volutariamente el Reverendo P a
dre Unía al servicio de los leprosos, ha ro
COLOMBIA.
deado al benemérito Instituto Salesiauo de
Un s a le sia u o q u e s e co n s a g ra
nuevo esplendor, y que este acto sublime de
cristiana abnegación, aumentará inmensa
al cu id ad o d e lo s le p ro so s.
mente su prestigio, no sólo en el Nuevo
(Continuación) (1).
Mundo, sino doquiera se sejia que el in
mortal Padre Damián tuvo pronto por su
Apenas se supo en Bogotá que, obede cesor uu hijo de Dou Bosco. Caracterizar
ciendo á las órdenes de su Superior, Don este notable acontecimiento de caridad, y
€ma había partido de Agua de Dios tanto aceptarlo, como legítimo fruto de las ense
la autoridad civil como la eclesiástica se di- ñanzas y prácticas de la Escuela Salesiaua,
rigiéroii á Don Rúa para manifestarle el vivo
interés que tenían de que no se privase de es á mí v e r, una solemnidad digna de las
fiestas semi-cenlenarias que en honor de uno
sn capellán á los pobres leprosos.
Así el 3 de diciembre de 1891 el Revmo, de los más ilustres bienhechores de la hu
Sr. Arzobispo de Bogotá expedía el tele manidad, se celebrarán en estos días.
grama que va á continuación:
Si no estuviera yo seguro de las grandes
consideraciones
que Vuestra Reverencia tiene
Rúa — Oratorio — Turin. Ruégole auto
l)or el Gobierno de la católica Colombia, el
rice TTuia quedarse con leprosos.
cual no ha desperdiciado jamás la ocasión
A r z o b is p o .
de mostrar su admiración y deferencia por
El Exmo. Sr. Presidente de Colombia en el Instituto Sale-siauo, me atrevería á ante
viaba del mismo modo otro despacho tele poner mi antigüa amistad y cariño por Vues
gráfico á su Ministro acreditado en Roma ante
la Sonta Sede como se advierte en la carta tra Reverencia, á fin de obtener una res
puesta favorable; pero en lesta acasión los
siguiente:
esfuerzos personales están demás , por el
mismo realce del asunto.
(0 Véase el númexo anterior.
— 8G » Baego á Tiiestra Eeverencia me con ayudar en la medida de nuestras débiles
teste á la brevedad posible y sé sirva aceptar fuerzas. Sí, lo haremos con vivo placer.
Saluda afectuosamente á tus enfermos, ase
la expresión de mi distinguida consideración
gúrales que tienen en todos nosotros sinceros
y alto aprecio.
amigos qne los recomiendan al Señor.
> l>e Vuestra Eeverencia
No dudo que serás siempre verdadero sa
Atento seguro servidor
lesiano ó hyo de Don Bosco.
Adiós. Buega por tu af"® en J. y M.
J o a q u í n S. V é l e z .
. M i g u e l E ua
Eeverendo Padre Don Miguel Eua
Sacerdote.
V. Y. Y.
notol Eoyal, 81, Vía Vonti Settcmbro.
D on R ú a co n d escien d o
gu sto sa m en te.
N’uestro venerado Eector Don Eua que goza
como Don Bosco ni advertir el celo que anima
á sus misioneros, tan luego como tuvo cono
cimiento de la generosa resolución de Don
ü n ia , sintió tan vivo placer que no pudo
dejar de expresarlo á sus hijos, esto es á los
niños del Oratorio, á quienes comunicó tan
grata noticia.
ÍTo tuvo, pues, la menor intención de con
trariar semejante determinación. Por el con
trario así que recibió, en octubre, la primera
carta de Don Unia se (apresuró á respon
derle revocando la orden de partir á Méjico
y alentándole al sacrificio entre los leprosos.
C a rta d e D on R úa.
Turín, 13 de ootubie de 1891.
M uy
q u eeid o
D . Mig u e l TTn i a ;
Supongo hayas recibido una mía en la cual
te encargaba fueras á Méjico para que re
solvieras lo conveniente sobre la aceptación
de una casa abierta allí hace ya dos años
con el título de Salesiaua.
Es posible que llegara á tus manos cuando
te hallabas en Agua de Dios; pero pues
que has tomado la generosa resolución de
sacrificarte en favor de los leprosos, ce
lebro ésta muy de veras y de ningún modo
pretendo obligarte á dicho via-je.
Te doy mi entero consentimiento para el
desempeño de la misión á que te has con
sagrado y pido á Dios te colme de bendi
ciones en ella. A la verdad que pruebo gran
satisfacción con que estés dispuesto á hacer
tal sncriticio. Sólo te recomiendo que uses de
las precauciones necesarias para no contraer
la terrible eiüermedad que aflige á las per
sonas de ese lazareto, ó para que retardes
al menos cuanto sea posible el contagio del
mal. Quizá, movido de tu ejemplo, no faltará
algún otro sacerdote que se disponga á irte
á acompañar; así ambos se ayudarían recí
procamente en lo espiritual y temporal.
Aunque estés con los leprosos eres siempre
nuestro amado hermano salesiano, y Agua
de Diog será para nuestro Instituto como una
nueva colonia á la cual nos será muy grato
A esta carta Don Eua acompañaba la res
puesta siguiente relativa á la súplica délos
pobres leprosos:
A mis queridos amigos enfermos en el La
zareto de Agua de Dios.
A m ig o s m u y q u e r id o s
NUESTRO S b NOE :
en
He recibido el telegrama en el cual me
pedís autorice á quedarse con vosotros á mi
querido hijo en Jesucristo, el sacerdote Don
Miguel Unia. Vuestra solicitud me ha con
movido profundamente , y bien que no os
conozca os amo de corazón y no puedo dejar
de complaceros en ello. Muy útiles serían
también en otra parte sus servicios; pero en.
atención á vuestros deseos, le dejo con vo
sotros, para que cuide de vuestro bien espi
ritual y de la salvación de vuestras almas.
Sed dóciles á sus palabras, escuchad sos
exhortaciones y enriqueceos de méritos para
el Paraíso con soportar paciente y resignadamente vuestras enfermedades.
Vuestro afmo. amigo en Nuestro Sr.
M ig u e l B ú a
Sacerdote.
Mucho sintió Don Eua que pasados dos
meses de escritas las cartas anteriores, no
hubiesen llegado aún á su destino. En con
secuencia renovó, por telegrama escrito al
Eevmo. Sr. Arzobispo, el consentimiento para
que Don Unia permaneciese con los lepro
sos, al mismo tiempo que respondía á la carta
del Sr. Ministro Don Joaquín Yélez con la
que copiamos aq u í:
8. E. el Sr. Doctor Don Joaquín Yélez Jlf*nistro de Colombia ante la Santa Sede.
Boma.
Tarín, 7 do diciembro do 189L
E x c e l e n t ís im o S e ñ o r :
En contestación á la apreciada Nota de
Y. E., n* 562, de fecha 4 de este meSj em
piezo con dar las más expresivas gracias á
V. E. por los honrosos términos con que
Y. E. se digna expresarse respecto á la Pía
Sociedad de S. Francisco de Sales por mi
i
— S7 —
ixTuuilde persona, aunque indignamente, re
gida, y ruego á V. E. tenga á bien maniíestar
mi agradecimiento y tí de todos los Salesianos
al Excelentísimo Señor Presidente de la
República de Colombia por la confianza
que pone en esta Pía Sociedad y por la be
nevolencia con que se digna tratarla.
Deseoso de complacer en todo lo que me
sea posible al Exmo. Señor Presidente y á
V. E. accedo gustoso al pedido que se me
tace en la citada nota de V. E. de dejar
en Colombia al presbítero salesiano D. Mi
guel Unia y en el empleo que actualmente
tiene en el Lazareto de Agua de D ios, en
comendándole con toda mi alma á la pro
tección de S. B. el señor Presidente.
Sería sin embargo conveniente, por impor
tantes razones, que V. E. refiriese esta dis
posición á Su Santidad Nuestro Santo Padre
el Papa y á. su Eminencia el Cardenal Simeoni Prefecto de la S. Congregación de
Propaganda.
Dejando así contestada la apreciada nota
de V. B., tengo la bonra de presentar á
V. E. todo mi respeto y alta consideración.
P e Vuestra Excelencia
Atento seguro servidor y capellán.
Miguel Rúa.
A c c ió n d e nrracias*
N« 5G4.
Itegación de Colombia ante
la Santa Sede.
Boma, 12 de diciembre de 1891.
R espe t a d o Señ o r :
Profundo es mi agradecimiento por haber
consentido Vuestra fRevereiicia en que el
abnegado Padre Unia continúe ejerciendo
las funciones de capellán del Lazareto de
Agua de Dios, cuya plausible noticia se ha
servido comunicarme Vuestra Reverencia en
carta de fecha 7 del presente; la b e trasmi
tido, sin pérdida de tiempo y empleando el
cable eléctrico, al Excelentísimo Señor Pre
sidente de la República. Este alto funcio
nario estimará en lo mucho que vale, la be
nevolencia de Vuestra Reverencia, y tendrá
para con el Reverendo Padre Unia, consi
deraciones muy especiales.
Habiendo mostrado la carta de Vuestra
Reverencia á los Eminentísimos Señores Car
denales, Secretario de Estado de Su Santi
dad y Prefecto de la Propaganda, ambos me
han manifestado q u e , agradeciendo la de
ferencia de Vuestra Reverencia, ninguna ob
servación tienen que hacer á la determinación
de Vuestra Reverencia sobre el Padre Unia.
Con la más (Rstinguida consideración tengo
el honor de suscribirme
De Vuestra Reverencia
Muy adicto amigo y seguro servidor
J oaquín J . V é l e z .
Revdo. Padre D. Miguel Rúa
V. V. V.
El telegi’ama de Don Rúa al Revnio señor
Arzobispo de Bogotá llenó de consuelo y ale
gría á los leprosos de Agua de Dios. Ocho
días hacía ya que Don Unía había partido
del Lazareto y ninguna noticia habían te
nido después que confortase su esperanza.
Ahora si bien no le ven llegar, estando
ciertos de su regreso se regocijan inmensa
mente, echan á vuelo las campanas y cantan
un himno de gratitud á la divina Providen
cia. Luego todos se afanan en dispi>ner arcos
triunfales, banderas y fuegos do artificio para
recibir al pobre sacerdote salosiauo, á la vez
que envían á Don Rúa la caria siguiente:
A l M. R. P. Superior de la Congregación de
los M. Rcvdos. Padres Salc^'^ianos.
Tiirín.
El cielo compasivo y lleno de misericordia
para con el infortunado, dirige siempre su
mirada providente y nos envía su x>rotección
excelsa.
La separación de nuestro amadísimo Ca
pellán, el M. R. P. U nia, nos sumió en el
más acervo dolor; pero la Providencia oyó
nuestros clamores y nos devolvió, al amigo,
al padre, al ángel de paz y de consuelo que
habíamos perdido.
Vuestra alma piadosa, vuestro corazón sen
sible y amoroso, acogieron con ternura y ca
ridad evangélicas, la súplica que en nuestro
nombre os dirigía el Ilustrísimo Señor A r
zobispo , apiadado de nuestro pesar y de la
orfandad en que nos hallábamos sumidos.
Al conceder permiso para continuar como
Capellán en el Lazareto al M. R. P. Unia,
nos hicisteis la más preciosa concesión, nos
disteis un tesoro inapreciable: á esa santa
Congregación debemos uno de sus más caros
miembros, á vuestra ilustre patria uno de sus
hijos queridos y al cielo uno de sus elegidos.
Que Dios 08 bendiga por haber acallado
nuestro justo y sincero pesar, atendiendo
nuestra humilde voz, cambiando el duelo que
contristaba nuestros i)echos en verdadera
alegría. Del Superior de Congregación tan
benéfica no podíamos esperar sino ésto noble
y brillante resultado.
Que Dios bendiga en vuestro nombre que
rido y venerado la sacra Comunidad de que
sois digno jefe, y de nuestras almas agrade
cidas recibid un suspiro, que representa
nuestra ferviente plegaria al Altísimo, por
vuestra salud y bienestar, y á María Auxi
liadora pedimos os amx)are á todos vosotros.
República de Colombia eu el Lazareto do Agua da
Dios á 18 de diciembre de 1891.
Amalia L. de Bautista — Fídelía
G. de Valdez — Transito Giorgi
— Matila Morcenda — María Te
resa Ronderos — Paulina Gatrís
Teresa Franco G. ■
— L. de Jesús
Ramírez de R. — Dolores Torres de
García — Demetria Diña de Q, —
— S8
Mariana García — Emperatriz QuiSones — Amiata de Millan — Le
ticia Franco G. — Natividad de Sal*
gar — JJolores Seilas de Aguilera —
Mercedes G. de Navarro — Soledad
liuiz li. — Jesús Cavaneso — Pe
tronila Mai'tiiiez — Por ruego de
Carmen Podriguez y Mariana Acero
y por mí — Filar Navarrete — Hermeucia Gómez de G. — Por ruego
de Carmen y Eugenia Lozano y por
mí — A na, llosa Beltran — Mercódes Itivóros — Ines Ilivéros —
líaíaela Ilivóros — Juana Galindo —
Petronila Itósaz — Tarclina B. de
Paésy — Emüia P. de Berna! —
Emilia l^Ioreno — Cristina CastaSeda — Teodoliuda García — Do
minga Uey de llosas — Aurelia C.
de iluiz — Por mi madre Griselda
Diaz y ])or miJoseía L. de Forero —
Mercedes N. de González — Jlatilde
Martínez M. — Tráncito Arias —
Dolores Caicedo — Laura Araos —
Ludovina Pamirez — María de Je
sús Guevara — Feliciana l'í’asarolo
de González — Jesús Ferros — lla
mona Vargas — Clemenfina Q. de
Honderos — Mercedes P. de Sauclioz — llosa María ■de Duarte —
Domitila Franco de Sudrez — Eustaqnia Salgado — Belén Cortes —
Edelmira O de Meuzalde — Eladia
Martínez de P. — Pastora Moreno
Betsabé FrimiÜo — Elvira de Arias
— Virginia Arias — Carmen Arias
Purilicación de Leé — Anunciación
de Leó — Posa Perilla de Arias —
Zoila de Bernal — Rafaela Soto —
Heiuenegildes Charria — Antonia
Santos — Adelaida Sánchez — Agiistina Torres de Iluiz — Aiiastacia
Zulas — Rafaela Sardo — Custodia
de Grasales — Custodia Parra —
Ines Fobar Dolores M, de Castro —
Carmen S. de Cutienez — Sagrario
Castiblanco — Bonilda Borroro —
llosa Gutierre/ — EulVosina Pciiagos de N. — Miguel Castro — LeoÍ)Í8Ída Abella — Leouilda Salazur
— Julia Sánchez — Petronila llosas
Graciliauo Arias — Pito A. Arias —
Juan Arias — Adolfo Benavidez —
Rodolfo l\lartiuez — lúsaudro l)a—vila — Alcides Furfau — El mé
dico Eladio Valencia — Seueu Mil
lan — Uldarieo Matiz — Telesforo
Posas — Jorje llerra — José En
rique Parra — Cándido Jlartiuez —
Angel M. Gaitúu — P. Tendero Valdez — Crisóstomo Bautista — Pe
dro Calvis — Ileaclis Forero F. —
Rafael Millan — Rafael Salgar —
Dionisio Araos B. — Jesíis Landielies — Por ruego de Pesro Pinérez
y por mí — Buena Ventura Herrera
— Emilio Rivera — Elias Riberos —
Isacas Riberos — Carlos VavaiTos S.
Darío Forero — Hilario Oamachos
Lucas Herreras—Eustaquio Sánchez
Joaquín Salgado — César P. Posas
— Por ruego de Jerónimo González
Rafael Hoimaza, Wenceslao Bernal,
Angel Posas, Tobía Segura, Belisario Rodríguez y por mí Ramón
Canabria — José M. Gutienez —
Joaquín Bravo — Por ruego de Ur
bano Sánchez, Abelino Arenas y por
raí Adán Posas — Belisaio García
Tomás Gonzalos — Nemecio Leó —
Antonio Neiras — Ivró M. Ayas —
Mario González B. — Celestino Ro
mero — Ignacio Santos — Félix Sal
varán— Tomás H. Sánchez — Fran
cisco Chaparro P. — Gregorio Cha
cón — Alejo García — íPompilio
llosas — Anastasio Iluiz P . — Luis
A. Várgas — Gabriel Ruiz O. —
Luis C. Ponce — Elias Quiñones —
Venancio Mora — Salvador Piliolo
— Alejandro Rondéros — Por mi
padre Policarpo R, Arias — Ezequiel A. Arias — Adriano Obabes
Sergio Matiz L. — Florentino Pin
zón — Eusebio Luéngas — J, Duarte
— Tomás Luéngas — Daniel Nolo
Ismael Herrera — Isaías Rodríguez
J . N. Garay — José Rodríguez —
Federico Reval — León Arias —
Reinaldo M-‘ Lée — Jesús Feleche
C. — Manuel Queoedo R. Federico
Santos — Ismael Beriias — Pedro
Rocha — Friincisco Bouás S. — Je
sús — Bernabé — Ismael Forar —
Antonio Geteirs Peres — Aldiuago
Jiménez — Enrique Aguilera.
Más de 100 enfermos se adhieren á esta
manifestación, poseídos de la más honda gra
titud y sienten de corazón no tirmarla por
no saber escribir.
BRASIL
Mu y
amado
P adee :
El objeto de ésta es darle noticias de nues
tra llegada al Brasil y al mismo tiempo
pedirle encarecidamente nos bendiga y nos
encomiende al Señor. Hace ya un mes que
nos hallamos aquí donde nos han hecho la
recepción más afectuosa y entusiasta ¡Cuánta
confusión hemos pasado! Pero todo lo hemos
referido á la gloria de Dios y de nuestra que
rida Congregación. En las tres naciones en
que hemos parado nos vinieron á recibir con
música y procesióji, un mundo de gente y
todas las autoridades civiles y eclesiásticas.
— SI) —
¡Cuánto quieren al Patlre Bosco eu estos estaban las casas prontas, no se pudo retro
pueblos! y por eso nos festejaban á nosotras ceder y también con la esperanza de que
pensando sin duda que nos pai'eceremos á como no conocemos el idioma nos sabrán dis
nuestro Padre.
si no hacemos tanto. Así que espera
Ojalá sea a s í; Grandísima os nuesti’a vo culpar
mos
para
octubre muchas Hermanas de Ita
luntad de seguir sus ejemi)los, y el aprecio
lia,
según
nos dice el Padre Jordán.
que aquí nos demuestran será un estímulo
De San Paulo piden tanto las Hermanas
más para trabajar animosas y no arredrar en
que no se sabe cómo contestar. Ho pueden
las dificultades.
Las que hemos venido somos en niimero de esperar hasta octubre y están majadereando
doce y destinadas para ti*es casas. Hasta para que vayan siquiera algunas á empezar.
D. UNIA y SU pequeSo cocinero.
ahora hemos estado todas ju n tas, pero des
pués de Semana Santa nos repartiremos.
Una de las Hermauíxs que vino con noso
tras está bastante enferma y según los mé
dicos desahuciada: la maudarou para cam
biar aire, pues es Brasilera, pero no mejora
nada. Paciencia. Estamos uu poco escasas de
personal: no tenemos maestras, todas nues
tras esperanzas están en que nos mande
V. E. Se hubiera tardado en venir pero como
el Padre Lasagna se había comprometido y
Xo sé todavía cómo determine nuestro buen
Inspector el Padre Lasagna.
Todas las Hermanas que han venido aquí,
excluyéndome á mí que soy italiana, son americauas del Uruguay. El Padre Inspector
pensaba hacer cosa muy grata á V. lí. ma
nifestándole que también éstas empiezan á
trabajar. Yo hace cerca de doce anos que es
toy eu América, y recuerdo muy poco la Oasa
madre, pues estuve en ella un aüo'sólo. ¿Po
dré tener la esperanza de ir algún día a vi-
m
— 'Jü —
sitarla! ¡Olí que dicha sería para mí! Sea
lo que Dios quiera. El año pasado me ha
llaba en Paysandú. Allá pasé cinco años y
después mis buenos Superiores me mandaron
acá adonde vine muy contenta por quererlo
así el Señor. En Paysandú recibí de V. R.
una contestación que me llenó de alegría y
conservo como precioso recuerdo. De las Her
manas compañeras que tengo aquí la mitad
eran mis aluinnas de Paysandú, una de ellas
era la joven de que yo le hablaba en otra
carta, á la cual María Auxiliadora le hizo la
mayor de las gracias. iQué consuelos tan
grandes nos da el Señor!
Sírvase, amadísimo Padre, aceptar las de
mostraciones de afecto do estas mis queridas
Hermanitas, encomiéndenos al Señor y favo
rézcanos con su paternal bendición
8u humilde hija
Sor Teresa R inaldi .
124-92, Colegio Nuestra Sonora du Carmo Guaratingnetá (Estado de Sau Pablo).
San Pablo, 1° de octubre de 1891.
B e v m o . S b . D on R u a :
No es fácil imaginar el progreso alcanzado
durante pocos años en este país. Cuando
llegamos acá el año 18S7, los Campos Elisios,
en cuyo barrio habitamos, eran un lugar so
litario y desierto, y nuestra rústica vivienda
constaba do tres ó cuatro piezas para estu
dios , un dormitorio, un refectorio, una ca
pilla y un gran patio y bosque donde ju
gaban sesenta niños internos, ya estudiantes,
ya artesanos. A hora, sin cambiar de sitio,
nos hallamos en el centro de una hermosa
y nueva ciudad llena de movimiento y vida:
nuestra casa se ha transformado en palacio
de cuatro pisos con otro edificio anexo para
las escuelas de artes y oficios: grandes dor
mitorios y salas de estudio, vastos patios,
huerto, viña y un magiúrtco templo en cons
trucción que no será inferior al muy renom
brado do San Juan Evangelista en nuestro
Colegio de Turín. Agréguese á esto una nu
merosa y diestra banda de música, una ex
celente tipograña con maquinas de las más
perfectas y modernas, y por fin más de dos
cientos cincuenta niños internos y cerca de
cuatrocientos externos del Oratorio festivo,
para cuya cumplida educación y la de los
que vengan después se ha hecho todo esto.
Sin duda que la obra realizada es sorpren
dente, y no podemos menos de ver la pro
tección manifiesta del Sagrado Corazón.
Con todo hay un punto en el cual no
hemos hecho el menor progreso: en el per
sonal. El trabajo es indecible, la mies más
que abundante para quince personas que
atendemos á la educación de casi setecientos
niños. ¿Cómo es posible resistir esta fatiga,
sin contar aún el cuidado del Santuario
capaz por sí sólo de absorver el tiempo de
cinco sacerdotes! En verdad, Sr. Don Rúa,
que todo esto es extrictamente exacto; y si
ahora aprovecho esta ocasión para suplicarle
que mande en nuestra ayuda algunos auxi
liares, es porque temo que alguno de nues
tros hermanos sucumba ya al peso de ta
maña labor y nos veamos obligados á reducir
el número de nuestros educandos. Confío,
pues j que XJd. se mueva á compasión y
escuche nuestras súplicas.
• •
A pesar de los cuidados que exigen tantos
niños, los quehaceres de todo jgénero Jy la
escasez de nuestras fuerzas, hemos tenido
en este año la satisfacción de celebrar pre
ciosas fiestas.
En la solemnidad de María Auxiliadora,
que se efectuó con todo el esplendor posible,
á más de la magnificencia de las ceremonias,
á la cual mucho contribuyó la maestría de
nuestros músicos y cantores, se dió la pri
mera comunión á un centenar de niños yse
coronó con gran pompa y con riquísima dia
dema la estatua de María Auxiliadora ve
nerada en jiuestro Santuario. Dignas son de
singular reconocimiento las excelentes per
sonas que contribuyeron del modo más eficaz
á la realización de tan simpática y devotí
sima obra.
*•
Invitados en el mes de junio á contribuir
con nuestros imisicos y cantores á la solem
nidad de la fiesta que el día 29 se celebraba
en la Catedral en honor de San Pedro y
San Pablo, preparamos nuestro coro cuanto
era dable y nos cupo la satisfacción de que
el éxito correspondiera plenamente á los
esfuerzos. Con noventa sopranos y contraltos,
veinte tenores y bajos y cerca de cuarenW
instrumentistas, la ejecución fuó verdadera
mente admirable, de todo el agrado de nuestro
muy amado y venerado Diocesano el limo.
Sr. Lino y del aplauso unánime de toda la
coucurrencia.
• •
Pocos días después celebramos en nuestro
Colegio la tiesta patronal de la C asa, esto
es la del Sagrado Corazón de Jesús. A este
día de grande expansión y contento no tardó
en su cederle otro de particular alegría, como
fuó el de la venida de nuestro Inspector el
Rmo. Sr. Lasagna. Bu tal oportunidad hi
cieron nuestros niños cuatros días de retiro
espiritual con manifiesto provecho y luego
se celebró por tres días la fiesta del cuarto
centenario de San Luis Gonzaga.
Por fin, el 8 de setiembre, festividad del
~ 91 —
nacimiento de María Santísima, fuimos con
todos nuestros cantores y músicos ú tomar
activa parte en la notable solemnidad que
todos los años con toda pompa se celebra
en el monte de Nuestra Señora de Francia,
santuario de gran nombradla en este Estado
y al cual se va de esta ciudad, en media
hora, por ferrocarril. No eran quizá menos
de 40,000 personas las que allí acudieron
aquel día. De ñora en hora llegaban los
trenes atestados de gente; apenas se podía
aadar por las calles y plazas del país, tantos
eran los fieles que las frecuentaban. Pero
todo salió á m aravilla, y nuestro coro de
canto y música se desempeñó perfectamente.
verendo Sr. Don E u a, que nos mande el
refuerzo solicitado.
Dígnese bendecir esta Casa y aceptar
las expresiones de más profunda estimación
y respeto de todo estos hijos suyos y en
especial de
íSm afmo.
C a r l o s G r a g l ia
Sacerdote.
No era ésta la primera petición do auxi
liares que con tanta instancia so hacía á Don
Eua para la atención de aquella Casa. Apenas
fué posible, esto es á mediados de enero de
£1 Olérigo Bosoo movido de santo celo le amonestó discreta y oaritativamenidi
A poco vino la fiesta del Papa San Lino, 1892, salieron en consecuencia del Seminario
y con esta ocasión una buena y exoogida Salesiano de Turín ocho religiosos para ir á
porción de nuestros músicos fueron á saludar reforzar las Casas de Nictheroy, de San Pablo
con lo mejor de su repertorio al dignísimo y de Lorena.
Sr. Obispo Mons. Lino, que se encontraba
en una casa de campo á la cual habían
llegado también á saludarle los Superiores
SEMINARIO DE ISCHIA
y ídumnos de su Seminario. La fiesta fué
oordialísima, pues que bien sabe TJd. cuán
sincero es el afecto con que Monseñor honra
Homenaje á la memoria de D. Boseo.
á los hijos de Don Bosco.
En la dominica primera de febrero el flo
Con estas fiestas celebradas para mayor
gloria de Dios crecen las simpatías con que reciente Seminario de Ischía celebró un acto
ía sociedad brasilera distingue á nuestro literario-musieal público y solemne en honor
del Apóstol de la niñez en nuestro siglo, el
Instituto.
Para cumplir mejor nuestros deberes y venerado Don Boseo. Asistieron á ella el
corresponder convenientemente á la confianza Hnstrísimo y Eevmo. Sr. Arzobispo y las
de que gozamos*, rogamos á TJd., muy Ee- personas más distinguidas de la ciudad,
— 92
quienes se mostraron sumamente complacidas
de tan simpática y cumplida academia. Re
cordáronse entonces en preciosos discursos
y composiciones cómo Don Bosco atraía y
transformaba á los niños con sin igual bon
dad, la abnegación singular con que en tiempo
del cólera, en Tarín, se consagró al cuidado
de los enfermos, la amistad que le dispen
saron los Sumos B(mtí fices Pío IX y León X III,
los liomenaje.s con que le honran todas las
naciones del mundo, etc. Refiriéronse además
curiosos ci)isodios do su vida de estudiante
y seminarista; anécdotas que oyen con gusto
las almas que so preparan al servicio del
san turnio.
« U n día (tomo éste (7 de febrero) expresa
el niño Juan Busco á su madre Margarita
la resolución tomada de consagrarse al SeÜor.
— Lo único que yo deseo, le contestó olla,
es la salvación de tu alm a; sigue el camino
que Dios te indique; á !Í¡1 perteneces antes
que á mí. Xo te preocupes de mi porvenir:
lie nacido pobre, be vivido pobre, y en la
pobreza quiero morir. Más aún, si abrazando
el estado eclesiástico llegaras á ser rico, yo
no pisaría el umbral de tu casa. — Así redejaba Margarita la pureza de sus intenciones
y el heroísmo de su alma.,Oou su afabi
lidad y raras prendas, Juan Bosco, ya se
minarista, 80 ganó el afecto de maestros y
alunmos. Muy luego so pusieron do manifestó
su talento claro ó imaginación viva, gran
perspicacia de ingenio y verdadera pasión
por el estudio. Pero la mayor' sabiduría del
joven seminarista consistía en el fiel cumpli
miento do sus deberes, que en esto estriba
la verdadera ]>ei’fección. Quería -á toda costa
santificarse para poder en séguida santificar
muchas almas, y sus esfuerzos eran eficaces
y agradables á Dios porque hacía bien todo
lo que hacía. La naturaleza y la gracia
estaban en él perfectamente hermanadas.
Un día uno de sus compañéros cometió la
imprudencia de hacer una composición literai’ia un tanto mundanal. El clérigo Bosco,
movido de santo celo, se puso en pie y le
amonestó discreta y caritativamente. Ya antes
de recibir las sagradas órdenes comenzó á
ejercer en el colegio un verdadero aposto
lado. Coloso por la gloria de Dios, se daba
todo á todos á tiu de encenderlos en el dese<)
de alcanzar mayor grado de perfección y de
trabajar por la salvación de las jilmas »(1).
Bibliografía.
,t,Q u ió u o s J o s u e r i s t o — Tal es el
título do un interosiuite opúsculo de Mr. L. O.
de Sógur, tan recomendable por la impor
tancia de la materia de que trata cuanto por
(1) Vóaso 2)óh
Amouos y preciosos doQumeutos
sobro su santa vida y ndiuin^blcs obras, compiladu^
por im Cooperador Salcaiauo.
las hermosas y bien fundadas consideraciones
sobre la vida y misterios del divino Salvador,
que no hace mucho ha publicado la Tipografía
Salesiana del Colegio Pío IX en Buenos
AircvS.
« A nadie, dice el autor, es permitido
mirar con indiferencia la solución de este
problema. Todos quienesquiera que seamos,
estamos j)ersohal y directamente interesados
en ella, y no sólo nos interesa, sino que
afecta al más importante de nuestros debe
res. En efecto: si Jesucristo es realmente
Dios hecho hombre, como lo proclaman los
cristianos, todos debemos adorarle, creer sn
palabra, obedecer sus leyes, en una palabra
ser cristianos. Si por el contrario la solución
de la Iglesia no es verdadera, podemos vivir
bajo leyes distintas, y preciso es confesarlo,
iniinitamente más cómodas y fáciles. La vida
cristiana es una lucha constante contra todas
las pasiones, y para imponerse sacrificios
tan serios, es menester tener seguridad de
no engañarse. Es, pues, absolutamente nece
sario para todo hombre razonable examinar
atentamente y resolver de una manera ú otra
el gran problema enunciado.
¿Quién es‘Jesucristo? — Un Judío que
vivió en Jemsalóm hace más de diez y ocho
siglos, y que habiendo enseñado durante
tres años una doctrina religiosa, fué acusado
de blasfemo por los pontífices y magisti'ados
de su nación, y murió crucificado á los treinta
y tres años de su edad. Xadie niega este
hecho.
Otro hecho hay no menos incontestable,
que ese Judío crucificado es adorado desde
entonces por lo más escogido del género hu
mano no, como un Dios, sino como el solo y
único Dios vivo, creador, salvador y santificador del mundo.
¿Qué significa esto? ¿Cómo conciliar tan
inconciliables extremos? Y sin embargo sí
no se acepta la respuesta do la fe cristiana,
es necesario afirmar que el universo entero
se ha vuelto loco y que el buen sentido y
la razón están desterrados del mundo hace
más de mil y ochocientos años.
Xo basta decir que lo más selecto de las
naciones adora al Judío crucificado: los
mayores geuios de estas naciones escogidas
han creído también en Jesucristo. ¿ Qué
fuerza misteriosa les obligaba á inclinar ante
él la cabeza? — Reparad que son personas
tan ilustres por su inteligencia como por su
saber y la santidad de su vida. ¿ Quién te
merá engañarse con un san Ambrosio, uu
san Agustín, un santo Tomás de Aquiuo,
un san Bernardo, un Bossuet? ¿Quién reu
sará doblar la cabeza y las rodillas con un
Constantino, un Caria M agno, un san
Luis?...
El árbol sojuzga por sus frutos. ¿Qué ha
l)roducido en el pasado y qué produce auu
ú nuestra \ista el cristianismo en el mundo?
En todas partes donde penetra Cristo y su
— 03 —
ley, se opera una transformación maravillosa;
individuos y sociedades, todo se modifica y
cambia radicalmente. Las costumbres bár
baras dejan su puesto á la civilisación, el
orgullo á la bum üdad, la concupiscencia á
la castidad, la venganza y la cólera al per
dón de las injurias, el frío egoísmo á la
abnegación y á la caridad; en una palabra,
el mal al bien y las tinieblas á la luz.
¡Quién puede negar que el culto de Cristo
purifica cuanto toca? Es el único que tiene
el secreto de consolar todos los dolores,
curar todas las heridas del alma, rehabilitar
de toda desgracia, procurar la dulce paz del
corazón y el gozo iuefabíe de la conciencia.
¿Cómo explicar esta influencia sobre-luunana?
A la solución del problema de que trata
mos se vinculan todas las cuestiones huma
nas. Gran culpa es por lo tanto, ó á lo me
nos gran ceguedad permanecer indiferente
en presencia de un problema que contiene
el secreto de nuestro destino en este mundo
y en el otro. »
La lógica del autor es inflexible. Con plan
tear la cuestión la resuelve; tanta es la cla
ridad, precisión y verdad de sus argumentos.
La obrita, que sólo consta de doscientas
cuarenta páginas en-16°, no es una historia
de Jesú s, ni una controversia, ni un libro
místico, si bien hay un conjunto de todo ello
en las rdaciones tan instructivas y doctas
como sencillas con que el autor se dirige á
todo el mundo, á ios que creen y á los que
no creen, sin exigir otra cosa que un espí
ritu sin preocupaciones, un corazón recto y
un sincero amor de la verdad.
*•
E l E j é r c i t o d e s a lv a c ió n . — La
misinaTipografíaSalesianadel Colegio Pío IX
de Buenos Ayres ha publicado otro opúsculo
enderazado á ilustrar á los católicos sobro
la nueva secta protestante apellidada con
este pomposo título. « Esta es, dice el autor
una de las más seductoras y perniciosas sec
tas que han aparecido hasta ahora, en la
cual con la práctica de ciertas obras de mi
sericordia se trata de persuadir que el afi
liado en ella tiene ya segura la salvación.
¡De dónde viene ese ridículo ejército cou
tanta sonajera y grotesca comparsa? — Viene
del espíritu del mal, padre de todos los erro
res y de todas la herejías. En un siglo como
el nuestro, en el cual se siente por todas par
tes la necesidad de volver á la fe y á las insti
tuciones inspiradas por ella, y en que inmenso
es el número de gente de todo estado y con
dición que del protestantismo y de la incre
dulidad pasa á la Iglesia Católica el deinonio no podía imaginar un medio más artifisioso para engañar á los espíritus frívolos,
que no tienen bastante discernimiento para
descubrir el mal encubierto bajo cierta capa
de bien y simulada virtud, que fundando una
secta en la cual se aparenta creer en Jesu
cristo sin creer efectivamente ni en él, ni
en sus enseñanzas, y en que cada sectario
se imagina tener ya un salvo conducto para
el Cielo con ejercitarse en ciertas obras de beneficieucia. » Tal es cou otro matiz y con ce
remonias más ocultas, pero no menos ridi
culas la Masonería. Basta un poco de sen
tido común para comprender que somqjantes
sociedades lejos de estar animadas con la
pura doctrina* de nn Dios infinitamente sabio
y santo, no son sino monstruos inicuos y per
versos disfrasados artiíiciosamoute i)ara per
der las almas.
• •
E l inn&caolTsino y e l esph'iU sm o
ó S a tá n y la inania moilc‘i*iia. — Kó
aquí el nombre de un torcer opiiscolo, digno
de mencionarse, estampado por las Lecturas
Católicas, publicación mcusnal establecida cu
el Colegio Salesiano de Pío IX eu Buenos
Aires. Los fenómenos del magnetismo y del
espiritismo son tan numerosos y extraños
como innegables, y de ningún modo deben
confundirse cou la prestidigitación, juegos
de habilidad y farsas ó engaños.
Xada más funesto y terrible que los efectos
que padecen poco á poco las personas que
se someten á los procedimientos del magne
tismo y espiritismo. A más del desarrollo de
gravísimas enfermedades nerviosas y de la
misma locura, nótase un trastorno profundo
en el individuo: debilitación de la voluntad
y tendencia casi irresistible al suicidio. El
magnetismo, el sonambulismo, el hipnotismo
y el espiritismo uo son más que formas mo
dernas déla antigua magia, tantas veces con
denada en la Sagrada Escritura, y prohi
bida severamente por la Iglesia. Los sorpreudeiiíe.s fenómenos producidos por ellos
son el resultado de un pacto ó convenio di
recto ó indirecto, explícito 6 implícito con
el demonio.
IIc a(iuí un hecho auténtico ocurrido en
la iglesia parro(juial de Ars. El vcjierablc
Juan Bautista Vianney, en proseuciade ocho
testigos, interrogó el lili de enero do 1810 á
una mujer poseída. A quien conozca el Ri
tual de la Iglesia y los exorcismos destina
dos á conjurar al espíritu maligno, no le sor
prenderá ciertamente que el demonio lialflaso
j)or boca de aquella mujer. Entre otras cosa»
el Cura de Ars le preguntó: ¿ Qué piensa»
sobre el baile ? — A los bailes, respondió,
yo los rodeo como un muro circunda un jar
dín. — ¡ Qué parte tomas en la magia ne
gra ? — El magnetismo, el sonambulismo...
todo eso es asunto mío. *
•f Pero acaso el diablo existe todavía? pre
guntan socarronamejite algunos que ¡)rocuran engañarse á sí mismos. ¡ Q ué! ¿ Xo le
han barrido ya del mundo los volteriauos,
los ea^iritits fuertes, los libres pensadores y
francmasones i A eso responde la narración
del opúsculo que nos ocupa. El diablo no se
— 9.4 —
divierte ya aimado de sus cuernos y garras
tradicionales, sino que se viste á la moda
del día : de apariencias milagi'osas en tiem
pos do 1*0, de fenómenos científicos en los
de los racionalistas, de inspiraciones celestia
les eu las reuniones fanáticas 5 mas en todo
tiempo y lugar, atrayendo nuevos adeptos á
los malvados con los refinamientos de la lu
juria, y á los honestos coa inagotables ma
quinaciones.
Es curioso notar las respuestas que en
nombre de Dios se ha visto obligado á veces
á dar el demonio al conjurársele por los sa
cerdotes con los exorcismos eclesiásticos. Pre
guntado si había visto alguna vez á Dios
respondió: — S í, una sola vez al ser juz
gado , pero no deseo volverle á ver más
X>orque le he visto airado. — ¿ Cuál es tu
mayor tormento en el infierno t — La deses
peración de haber perdido á Dios. — ¿Te
arrepientes do haberle ofendido? — Ya no
es tiempo. — i Qué harías si tuvieras espe
ranza de salvarte? — Daría mi vida por el
Creador y me sometería al martirio y á todos
los tormentos antes que ofenderle. — 4Es
muy grande el precio de un alma ? — Gran
dísimo : Lucifer sufriría eternamente todas
las ponas del infierno por arrebatar una sola.
— 4 Es muy feo el pecado? Lo es más que
un cuerpo en putrefacción. — ¿Cuáles el pe
cado que causa mayores estragos en el mundo?
— La impureza. — ¿Son acaso muchos los
que se condenan? — Muchos son los con
denados, pocos los escogidos. — 4 Cuál es el
trabajo más excelente? — El que se enca
mina á la salvación de las almas.
Concluimos, dice el mencionado opúsculo,
exhortando á todo cristiano á precaverse cui
dadosamente de los curanderos adivinos y
charlatanes. Pecado muy grave, y funesto,
que nada bueno puede esperarse de un mi
serable que por medio de un pacto implícito
ó explícito con el demonio pretende curar
males físicos ó morales. El demonio, si Dios
se lo permite, para castigo del hombre, puede
curar tan sólo aquellas enfermedades que de
suyo son curables, poro en cuanto á las cu
raciones que implicarían un verdadero mi
lagro, nada puede hacer , porque el obrar
verdaderos milagros es acto propio solamente
do Dios.
F o lic iila c l (le$9Conocú1a. Cartas y
i'jemphs sobre la rocarión religiosa., por el
presbítero Don Esteban Trione. Es este otro
opúscolo publicado por las Lecturas Católicas
del Colegio Salesiano, titulado de Pío IX eu
Dueños Aires. Tivles cartas comienzan con
una sentida dedicatoria del autor á su ama
dísimo Padre Don Bosco. « Publicando estas
cartas, le dice, mi i>eusamieuto vuela espontá
neamente á tu veneranda memoria. Tii Ihiste
el ángel do mi vocación: cual próvido cus
todio y diestro labrador cultivaste en mi
alma la tierna j)lauta que sin tí se hubiera
malogrado ensu germen. ¡ Oh días dichosos!
j Oh instantes santamente queridos los que
pasé entre tus brazos! Don Bosco, padre
dulcísimo, dígnate recibir ahora este homenaje que te ofrece el más amante y agrade
cido de tus hijos.
¡ Quiera Dios que estas páginas , bajo la
protección de tu nombre, puedan inclinar á
muchos jóvenes á la virtud é infundirles el
bálsamo dulcísimo de vida, que mediante tus
paternales esfuerzos, ha producido en mí la
vocación religiosa. » Sin duda que la voca
ción es un don de Dios; pero es menester
cultivarla y fomentarla. Para ello es me
nester escuchar dócilmente las inspiraciones
de la gracia y alentar los nobles impulsos
del corazón. Estas cartas si mucho ilustran
la inteligencia del lector mueven más aún
su corazón. Y este es precisamente su mayor
mérito. Así como en el orden [físico el co
razón constituye el centro de la vida orgánica así en el orden del espíritu el corazón
forma el centro de la vida moral. TJn grando
escritor lo ha dicho: La inteligencia mii
grande no vale tanto como un corazón hermoso.
Todas las grandezas, como todas las miserias
de la vida humana hay que buscarlas en el
fondo de ese vaso que encierra entre sus
frágiles paredes, ya inmaculado y purísimo
ya manchado con la inmundicia del vicio, el
rico tesoro del sentimiento. Gustó el corazón
de las engañosas dulzuras del pecado, de
jóse seducir por los deleites y regalos, ó in
quieto con luchas terribles al principio y con
vergonzosos desfallecimientosjmás tarde, llegó
á proclamar como ley de su ser el egoísmo
de los placeres; y al encontrarse á cada paso
con las manifestaciones de un Dios y escu
char su propia voz en lo íntimo de su con
ciencia pervertida llegó á negarle : Bixit insipiens in corde suo non est Deiis. Los excesos
del corazón llevan á este linaje de falsa in
credulidad. Aflije y entristece el estado de
la sociedad: son pocos los que proclaman á
todo viento la negación de Dios ; pero j cuán
tas personas con el proceder de su vida á
cada momento exclaman: ¡no hay Líos;
¡ Quó contraste en la vida del hombre! Si
sufre, siente el peso de la amargura que con
poder irresistible le acongoja. Si goza, expe
rimenta un vacío eu su propio placer que
parece llamarle constantemeute á mayores
recreos y deleites. El temor de perder el bien
alcanzado turba su regocijo, y nunca está
satisfecho. Cuando lo rodea la miseria aspira
á la riqueza, y cuando posee ésta, acaba por
hastiarse. Aspira á algo más. ¡Lo infinito!
, lo infinito I hé ahí el nobilísimo objeto y el
sumo reposo del corazón. Así exclama el
sabio obispo de Laval, y añade:
« Semejante al ave encerrada en la má
quina pneumática, y que carece de aire, el
corazón del hombre se ag ita, se lanza, cae
sobre sí mismo, sufre y muere, á menos qn0
w
— í)5 —
rompiendo sus ligaduras, consiga lanzarse al
aire puro y profundo de lo iutiuito. »
El gran Tertuliano escribió; « El corazón
áel liombre es naturalmente cristiano. » Y
S. Agustín, considerando la pequenez de las
diclias liumanas y la plenitud de la gran
deza divina, dejó escapar de su alma con
movida estas sublimes palabras: « Inquieto
está nuestro corazón basta que descanse en
Dios. »
Alfredo de Musset, después de baber em
pleado las singulares dotes de su entendi
miento en proclamar, entre la cadencia barmoniosa de rimas suavísimas, el bajo imperio
de la incredulidad, sintióse un día acome
tido dtíl verdadero sentimiento del alma que
sufre las amarguras de la existencia, y dejó
escapar de su apenada lira este lamento:
A mi pesar me inquieta Zo infinito.
Jouffroy, el desgraciado Jouffroy, tomó á
empeño el desterrar en su espíritu el dulce
culto de la creencia. Todo su esfuerzo enca
minóse á tan horrible propósito. Llegó el
deseado momento. « Era una noebe de di
ciembre; después de un largo trabajo prepa
ratorio, iba, por último, á pronunciar su pos
trer palabra sobre las cosas divinas. La ne
gación, como una especie de creciente marea,
invadía paulatinamente sus más profundas
convicciones..... Al cabo de poco tiempo,
creencias, tradiciones de familia, recuerdos
de la infancia, toda su primera vida, en una
palabra, habíase sumergido bajo el oleaje
devorador; y cuando nada quedó en este
pensamiento devastado , cuando , á las tres
de la madrugada, rendido de fatiga arrojóse
sobro su lecho, parecióle, escribe el mismo
Joufiroy, que penetraba eti una nueva exis
tencia sombría y desierta: y añade estas pro
fundas palabras: J3ra incrédulo y maldecía
de la incredulidad.
Este grito desgarrador de Jouffroy, era el
grito de un corazón herido que penetraba en
las sombras donde se extinguen sus más con
soladores sentimientos.
Ko puede hablarse más elocuentemente en
defensa de la creencia.
El corazón encierra en su fondo do.s co
rrientes. Una lleva á la incredulidad por el
camino del vicio. Otra le conduce á Dios por
el vuelo espontáneo de sus constantes aspi
raciones.
El que cercene sus alas al corazón, se
arrastrará siempre entro las espinas de mi
serable existencia.
^
El que le deje levantarse hacia el cielo
verá algún día colmada su ansia inagotable
de felicidad.
aiSTOBÍA DEL ORiTORIO DE S. FRANCISCO DE SALES
SEGUNDA PAETE
C a p it u l o
vi
{C ontinuación)
Y así fué, ya que aquellos desventurados,
valiéndose del pedregal que allí había, co
mienzan á aiTojar nna lluvia do piedras sobre
los dos enfermeros, pero gracias á la agilidad
de éstos y á que encontraron á poco rato
dos guardias livraron con felicidíid dtñ paso
en tan crítica circunstancia.
No por esto se desistió de ir á loa laza
retos, hasta que hubo necesidad. Poco á poco
se fué enfriando la ira de los vecinos^ quedaudotansólo la admiracióndetoda la ciudad.
Es digna de mencionarse la ayuda prestada
á uno de los primeros coléricos. En la ma
ñana del IC de Agosto, fiesta de S. Boque,
protector de T arín, viene una persona al
Oratorio , diciendo que sentado á la orilla
del prado de los hermanos Delilippi se ha
llaba un pobre hombre poseído de grandes
dolores y pidiendo socorro, Don Bosco llama
pronto al joven Cárlos Tomatis y ambos se
dirigen al punto indicado. Y en efecto: en
cuentra alñ á un pobre jornalero que poco
antes le había cogido el mal mientras estaba
comiendo un melón, del cual todavía tenía á
su lado una raja. Algunos curiosos le esta
ban contemplando como aterrados, sin que
ni uno siquiera osara darle la mano, tanto
era el temor que de todos se había apoderado.
Acercándosele Don Bosco, le ánima con bue
nas palabras, y ayudado de dicho jóven, le
levanta y hácele andar...... Pero entonces
le vinieron calambres y tan grandes dolores
que pareciá agonizar. Fué preciso llevarle en
brazos cual si fuera un cadáver. Llegados
al lazareto, se le proporcionaron los primeros
cuidados, se le administraron los santos
Sacramentos, y al anocher era ya difunto.
De otro hecho raro y casi prodigioso
queremos también aquí hacer mención. En
una casa de la calle de Oottolengo, á poca
distancia del piadoso Instituto del Itofugio,
iba á trabajar una pobre cuanto buena mujer.
Permanecía aquí todo el día, y ai anochecer,
exceptuando rara vez, volvía á su casa. Para
BU comodidad el amo dejaba á su disposi
ción un oscuro y estrecho cuarto , eu donde
colocar sus cosas, y poder tomar descanso.
Hé aquí, pues, que el 8 de Diciembre,
fiesta de la Natividad de Nuestra Señora,
un joven del Oratorio, del cual nos ocupa
remos dentro poco, se presenta al amo de
la habitación y le dice: j Hay por ventura
aquí algún colérico ? — No, gracias á Dios,
aquí no hay ninguno, respondió aquél. —
Escuse Ud. aquí ha de haber algún enfermo
de gravedad, respondió el jovencito. — Dis-
9G
pensa, buen mncliaclio, dijo el amo, tu habrás
equivocado la casa; ya que en ésta afortunada
mente todos estamos sanos y en pié. — A tal
negativa, dada con precisión, nuestro jovencito 86 retira un momento, da una mirada
al rededor, vuelve á entrar y dice al amo:
Hágame V. el favor de mirarlo todo bien,
pues estoy, en que aquí hay una enferma.
— A esta tan graciosa insistencia, aquel
hombre determinóse áhacer una inspección en
la casa. Junto con el muchacho, pasa de
uno á otro cuarto, liasta que ])or lin van al
de aquella pobre mujer. Aquí me la encuen
tran metida en aquel triste cuarto, que mejor
era un mal desván que otra cosa, todíi en
cogida y á los últimos momentos. Oreía el
amo que al anochecer del día precedente no
hubiera vuelto á casa, como acostumbraba
hacerlo siempre; poro comprende que al ir
á descansar un poco, la cogió el cólera
sin saber nadie nada. Se llamó inmediata
mente ú un sacerdote, quien la vió expirar
en los brazos del Señor, tan pronto la hubo
confesado y administrado la Extrema Unción.
Paso por alto muchos otros hechos, y solo
quiero hacer mención de uno por tocarnos
de cerca á nosotros. En aquellos días los
jóvenes del Asilo, juntos con J)on Bosco
y su madre, formaban ya una familia de
casi cien personas. Pues bien, viniendo en
un sitio en que el cólera arreció tanto, en
que á derecha é izquierda y por todos lados
cada casa tuvo que llorar muertos, des
pués de cuatro meses y pasado el azote, se
vió que ninguno faltaba. El cólera había
serpenteado á nuestro alrededor, llegando
hasta la puerta del Oratorio, y, lo que es
más, atrevióse á penetrar en la misma habi
tación de Don Bosco ; parece que una mano
invisible obligóle á retroceder, y así lo hizo,
respetando la vida de todos. Oosa en verdad
para causar maravilla era ver tantos jó
venes consagrados á ateudor á los enfermos
y que estaban tan sanos, robustos y de
buen color que parecía estuvieran pavsando
sus vacaciones, no ya metiilos entro las
pestíferas exhalaciones de los lazaretos sino
disfrutando del aire puro de monUiña. De
lo (]uo sucedía que quien lo sabía quedaba
maravilhulo y era imposible no ver en esto
la bondad do Dios que visiblemente los pro
tegía.
Hemos dieho más arriba <iue el eólera pe
netró en la habitaeióu de Don Bosco, y ahora
decimos (luo lo atacó. En efecto: nos contó
su madre Margarita que una noche después
do un día de mueha fatiga, al acostarse sintió
gran debilidad, cual nunca la había experi
mentado cu su vida, soguilla de frío y calainbms en los i>ies y las piernas, de manera que
tenía todos los principios del gran enemigo.
jtQuó hace? Temiendo sin duda espantar á
los jóvenes si pedía auxilio, él mismo se
presto el servicio nec^^ario que se daba
á los coléricos. Y asi, cogiendo con ambas
manos la manta y la sábana, se puso á frotar
con tal fuerza los pies y piernas, que al cabo
de un cuarto de hora, causado y oprimido por
la fatiga , todo su cuerpo estaba bañado en
sudor. En este estado, Don Bosco se durmió,
y al despertar del día siguiente hallóse sin el
menor mal. Fué este el único caso de cólera
que se tuvo en casa.
Una vez que este mal huésped hubo desapa
recido por completo de la ciudad y su terri
torio, Don Bosco quiso que los jóvenes die
ran gracias ai Señor, por haberles tan amo
rosamente librado. A este fin se fijó el 8 de
Diciembre, en cuyo día el inmortal Pontífice
Pío IX, en la Basílica Yaticana, rodeado en
número de 2UÜentre Cardenales, Patriarcas,
Arzobispos y Obispos, venidos de las diversas
partes del mundo, proclamaba solemnemente
ol dogma de la- Iiiimaculada Concepción.
En la mañana de aquel memorable día,
los jóvenes, tanto del Asilo como del Ora
torio festivo, se acercaron á recibir los santos
Sacramentos de la Confesión y Comunión en
lioiior de la Inmaculada Concepción de María,
ya que como bondadosa Madre los había co
bijado bajo su manto. Por la tarde, vigilia
de la fiesta, Don Bosco preparó los ánimos
para dar las debidas gracias con un oportuno
discurso. Habló del modo conveniente y
adaptado á sus inteligencias, sobre el tan
noble misterio que eu aquel día se definía
dogma de fé ; habló de la bondad y valimien
to de María para con sus devotos, diciendo,
al fin, cómo habiendo ya cesado todo peligro
de cólera, justo era se dieran las debidas
gracias al Cielo, por habernos de él preser
vado. Don Bosco comi>aró el paso del cólera
por nuestro territorio al paso del Angel extermiiiíidor eu Egipto, y para mejor dar á
conocer el insigne beneficio que el Señor
nos había concedido, narró algunas dolorosas
escenas acaecidas eu la Liguria, en el Piamonte, en el mismo Turín y en algunas casas
vecinas. — Sí, así terminó é l, sí, mis que
ridos hijos, demos gracias al Señor que harta
razón tenemos, ya que como veis nos ha con
servado la vida en medio de mil peligros.
Pero á fin de que nuestras gracias sean más
expresivas, unámoslas con una cordial y sin
cera promesa de consagrar al Señor el resto
de nuestros días, amándole cou todo nuestro
corazón, practicando los deberes de nuestra
sacrosanta lieligion como buenos cristianos,
observando los mandamientos de Dios y de
la Iglesia, y huyendo eu fin del pecado mor
tal que es un mal infinitamente mayor que
el eólera y la peste. — Dicho esto entonó
el Te Deiimj continuándolo ios jóvenes con
las más vivas muestras de agradecimiento y
amor.
{Continuará).
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