BS_1893_03

Ficha

Título
BS_1893_03
Descripción
Boletín Salesiano. Marzo 1893
Fecha
1893.03
extracted text
AÑO V m .-N . 3.

Publicación mensual.

MARZO de 1893

BOLETIN SALESIANO
Ctuien r e c i b ie r e á xm n iu o e n m i
n o m b r e , á. m i m e r e c ib e .
(MaTH. XVIII.)
O s r e c o m ie n d o l a ñ in e z y l a j u ­
v e n tu d ; c u ltiv a d c o n g r a n d e e s­
m e r o s u e d u c a c ió n c r i s t i a n a ; y
p r o p o r c io n a d le l i b r o s q u e le e n ­
s e ñ e n á b u i r d e l v ic io y á. p r a c ­
t i c a r l a v ir tu d .
(P ío IX.)
R e d o b la d v u e s t r a s fu e r z a s d fin.
d e a p a r t a r k l a n iñ e z y ju v e n ­
t u d d e l a c o rr u p c ió n é in c r e d u ­
lid a d y p re p a ra r asi u n a n u ev a
g e n e ra c ió n .
(L e o x X III.)

D ebem os a y u d a r á n u e s tro s h e r ­
m a n o s á fin d e c o o p e r a r á l a
d if u s ió n d e l a v e rd a d .
u n S. Ju A x , 8.)
A tie n d e d la b u e n a le c t u r a , a l a
e x h o r ta c ió n y d l a e n s e ñ a n z a .
(I T im o tu . IV, 13.)
£ ¡ n t r e l a s c o s a s d iv in a s , l a m d s s u ­
b lim e , e s la d e c o o p e r a r c o n D io s
á l a s a lv a c ió n d e la s a lm a s .
(.‘5 . D io n i s i o .)

E l a m o r a l p ró jim o , e s u n o d o
lo s m a y o r e s y m d s e x c e le n te s
d o n e s q u e l a d iv i n a b o n d a d
p u e d e c o n c e d e r á lo s h o m b r e s .
(E l Doct. S. P kanc . do Sales).

D IR E C C IO N en el O rato rio S a le sia n o — C a lle de C o tto len g o K. '32, T Ü R IN (Italia)

SUMAUIO.
San J o sé.
L a Cam pa na

y el

R e p iq u e .

E spa S a . — Gerona. G ranja S alesian a de San Isidro.
Barcelona. Los Salesianos de S arriJ.
MÉJICO. Ihrimer v ia je ,d e los Salesianos á M«?jico. Su
arrib o y recepción.
E c u a d o r . — Guayaquil. U na tris te noticia.
P a t a g o n ia . D e la R epública A rg en tin a á C hile, en
m isiones.
G r a c ia s

de

M a r ía A u x il ia d o r a .

E leg ía á la m uerte de D on Bosco.
U n herm oso lib ro : A l Cielo p o r Marta.
H isto ria d el O ratorio de San Francisco do Sales.

S A .N " J O S Í ]
Era costumbre en lo antiguo dedicar
los m eses del año á los hombres más
ilustres é insignes bienhechores de la
patria ó de la humanidad. A sí los Ro­
manos consagraban el mes de marzo á
Marte, á quien atribuían el éxito de sus
victoriasj á Julio C ésar, famoso con­
quistador , el mes de ju lio , y al gran
emperador A ugusto el de agosto.
A la caída del Imperio romano, entro­
nizada la cruz redentora sobre las ruinas
del paganismo, la santa Iglesia, que di­

rige todas las cosas al honor del D ios
verdadero, consagro los meses del año á
la memoria de los grandes sucesos de
nuestra religión. Jim io es el mes del
Sagrado Corazón de J esú s, Mayo el de
María Santísima y Marzo el de San José;
es decir el mes consagrado á considerar
los privilegios insignes y las virtudes
sublimes de esto santo.
¿Cuál es la imjiortancia de este mo­
desto artesano ante (juien doblan la ca­
beza los i)ueblos católicos, como subyu­
gados por el ascendiente <le su misma
sencillez ?

San José, gloria de la autoridad erísliana.
San José fué elegido y enviado por
D ios para ejercer en el mundo la mayor
autoridad que hubo ja m á s: la autoridad
sobre su unigénito Hijo encamado. Más
que el de los re3"es y emperadores fué
sublime el poder de J o sé , que tuvo por
súbdito al mismo D ios. Mandaba J o sé y
D ios obedecía; y las menores palabras
de este humilde carpintero eran decretos
de inmediata ejecución para Jesús. ¿Quién
pudo nunca gloriarse de haber mandado
por tan soberana manera ó de haber te ­
nido súbdito igu al!


Mas José mandaba como debía man­
dar, y por eso es su autoridad glorioso
modelo de lo que deben ser todos los
<iue ejercen poder en el pueblo cristiano.
N o mandaba según los antojos de su
liuinor, ni según los dictámenes de su
sola razón, aunque tan recta y bien or­
denada; sino que en conformidad siempre
con las disposiciones del Eterno Padre
que le eligió para tal cargo. Mandaba
muy acertadamente, porque era el pri­
mero en obedecer á quien tenía todos
los derechos sobre ól. A sí debe ser el
gobernante cristiano: el primer súbdito
de D io s, y el primer esclavo do sus
santos mandamientos y el primer pro­
movedor de su divina gloria.
N o será más que un tirano de sus
súbditos el que entienda poder desenten­
derse do toda sujeción á otro más alto
superior. N i serán justas leyes las que
no empiecen por reconocer, basta los
últimos ápices, la soberanía de la divina
luz. Por eso si bien hay muchos gober­
nantes en el día de hoy, dignos de este
nombre, según D io s, como J o sé , poquí­
simos en todo el mundo.

San José, gloria do la virginidad cristiana.
La saña de la impiedad y la m aledi­
cencia de los libros sectarios se han ce­
bado muy especialmente en las clases
que han adoptado para sí como camino
de mayor perfección el de la santa vir­
ginidad. Y no obstante, D ios nuestro
Señor para realzar á los ojos do los
hombres ese estado nobilísimo, del cual
mo tenía más que muy vaga y oscura
idea el mismo antiguo pueblo de ele­
cción, quiso presentarlo al mundo en
la familia de su unigénito Hijo Jesú s,
en la persona de su padre legal y j>utativo el glorioso San José. Bajo la lumrosa divisa del matrimonio escondió Dios
en José y en María el tesoro do la vir­
ginidad do qne habían de ser ambos en
el mundo cristiano gloriosos ejemplos y
cmidillos. H ueste numerosísima y brillante
do jóvenes y doncellas consagrados á
D ios, había de ser después el cortejo de
esos vírgenes esposos; y la casa de José
y do hiaria, además de ser el tipo común
dcl hogar doméstico cristiano, había de
serlo á la par de ese otro hogar ó col­
mena espiritual de las alm as, que se
llama convento ó monasterio. A sí por
tan maravillosa manera quería el Cielo

unir lo que más discorde pudiera apa­
recer en la tierra, haciendo que tanto
vírgenes como desposados pudieran mi­
rarse sin confusión en este claro espejo,
encontrando ambós en ól un trasunto de
sus más estrechos deberes.
Mírense en él de nn modo particular
los corazones consagrados con voto per­
petuo á D ios nuestro Señor y al santo
apostolado de la vida religiosa para bien
de nuestros hermanos. V o s , castísimo
José, les enseñaréis cuánto deba ser ex­
quisita su m odestia, cuán delicado su
imdor, cuán susceptible de empañarse el
cristal de su pureza, cuán necesitado de
continuas precauciones el vaso frágil en
que encierran tanto bien. V os los alen­
taréis en sus vacilaciones, los sostendréis
en sus desmayos, los fortaleceréis en sus
luchas, los alzaréis en sus caídas.

San José, gloria dcl trabajo cristiano.
San José es el blasón y la gloria del
trabajo cristiano; Por el pecado original
fué condenado el hombre á trabajar para
comer, vestir y satisfacer sus demás ne­
cesidades. La naturaleza daba antes al
rey de la creación cnanto había menester;
hoy no se lo da sino á costa de con­
gojas, sudores y sacrificios. Mas Cristo
D io s, que rehabilitó al hombre caído,
rehabilitó también el trabajo del hombre,
haciendo le fuese su gloria y su bienestar
y su alegría eso mismo que le impuso
como dura expiación y castigo. Y aT
tomar carne bumana el Verbo de Dios
la tomo j oh m aravilla! de la Esposa de
un pobre trabajador. Y al nacer á la vida
y al crecer y desarrollarse eu ella, quiso
que el glorioso escenario de todas sus
grandezas fuese el taller humilde de un
trabajador. Y al presentarse al mundo
para predicar su ley, consintió que no le
reconociese ni llamase el pueblo de en­
tonces más que como oscuro hijo de im
oscurísimo trabajador. Y con el trabajo
de sus manos comió su p a n , y en el
trabajo de artesano empleó treinta años
de los treinta y tres de su visible exis­
tencia sobre la tierra, glorificando con
esto la condición del pueblo trabajador,
las fatigas del trabajo, los enseres y
herramientas del oficio mecánico... todo
eso que el mundo orgulloso no sabía
j antes sino despreciar y aborrecer.
D esde entonces el sudor que baña la
i frente del obrero es tan glorioso como

I

— :m —
la íliadeina ele los re y e s; la herramienta
que einimñau sus manos resplandece con
más lustre (ine la espada de los conquista«lores; el honrado cantar con que acom­
paña y endulza sus fatigas suhe al cielo
tan gi-atí» á Dios c.omo la salmodia del
monje (pie día y noche le rinde místicas
alabanzas. Le es música armoniosa el
rumor de las máquinas del obrero; suave
incienso el bunio de sus ch im en ea s,
liinnio y ]»legaria el eco de la granja y
del taller, liazas enteras de Santos lian
ganado en esos buniildes, pero gloriosos
(■oinbates, sus palmas y sus coronas; el
Juez divino desde entonces ha hecho
sentar en magnífico trono de Inz á cientos
y á miles de bienhadados hijos del jornal.
Y al lado do iUaría Virgen comparte mío
de los más encumbrados Josií*, el iiobre
cariiintero de ISazarct, el príncipe de
(ísa aristoía'acia ]»opular, el tipo del oscuro
trabajador imaltecido y glorilicado. Mí­
rense en ál los obreros honrados y la­
boriosos, (pie ahí están los blasones de
su nobleza. Coiitem]de y aprenda. Aprenda
;l trabajar en la máquina ó en la herra­
mienta, pero elevado el corazón á Dios;
ii trabajar imra ganar el pan del cuerpo,
y liara ganar además la eterna felicidaíí
del alma; á trabajar como corresponde
al que e s , aunque pobre hoy, heredero
mañana de gloriosos destinos.

LA CAMPANA Y EL REPKJLE
jH abóis oído la campana cuaresmal?
Hace poco que ha resonado en las torres
de nuestras iglesias su severo tañido.
Sus pausados dobles se han confundido
con las últimas grit^'rías del carnaval.
^Quó dijo CvSta campana? ¡Qu(S advir­
tió? ¿Quéformal precepto vino á traernos
la memoria?
Puédese todo compendiar en la palabra
que filé el toma de las predicaciones del
Precursor: Penitencia.
Es para esto menester entrar en serias
cuentas con nosotros mismos. A esto se
endereza el escachar la predicación de
la divina palabra, el ayuno y absti­
nencia, la limosna, la oración y el cum­
plimiento parroquial.
•••
La sauta tribuua no enmiindece. Voz
de Dios la pahibra del predicador , es

voz para to d o s, como para todos es so­
berana la autoridad de quien procede.
Con la predicación oral fué adoctrinado
el mundo en la fe, y con la predicación
oral ha querido Jesucristo que se con­
servase en e lla ; y esta predicación oral
por nada ])uede ser dignam ente susti­
tuida. Mucho amamos la propaganda im­
presa, pero no tanto que la consideremos,
ni en dignidad, n i en .eficacia, ni en mé­
rito igual á la or.al predicación. T no
por ser este el siglo de la prensa, puede'
legítim am ente dejar de ser el siglo del
j)úlpito. D el púlpito es la primera jerar­
quía , como que es la cátedra oficial de
Dios...
m
« •
Es la ley del ayuno como todas las
demás de la Ig lesia , y obliga severa­
mente á todo fiel cristiano desde los
veintiún años de edad hasta los sesenta,
á no mediar falta de salud ó trabajo de
tal naturaleza, que sea moralmente in­
compatible con su cumplimiento. Y nadie
puede por sí y ante sí decretarse estas
exen cion es: la ley manda que nadie se
considere dispensado sino con el fallo
del confesor y dictamen del facultativo.
Esto desconsuela el estómago y aflige la
carne, y precisamente por esto se llama
mortificación. Si no fuese mortificativo y
duro de hacer, ya no se impondría como
castigo de nuestras culpas y como medio
de satisfacer á D ios por'ellas.
• ••
¿ Será temeridad asegurar que la práctica
de la limosna cristiana (pregunta Sardá
y Salvany de quien extractamos estos
párrafos) es otra de las obligaciones de
la santa Cuaresma? Apenas se habla en
el Evangelio de ayuno sin que á su lado
se cite como compañera inseparable la
lim osna, hasta el punto de indicársenos
que, si algo quitamos al regalo de nuestro
cuerpo, es para que eso lo reciba lá
mano del indigente. Comparte con d hamlyrientú tu pan ^ y tráete a tu cana para
vestirlos al poibre y al desnudo. Deposita tu
limosna m el seno del pobrcj y ella rogará
por ti á Dios. Porque asi como el agua
apaga el fuego, así la limosna satisface por
los pecados. Podemos, pues, en cierto modo
dejar consignado que la limosna es una
de las obras de piedad especialmente
prescritas á los católicos en la santa Cua­
resma. Pero digámoslo claro:
Dar limosna es un deber, y darla del
modo prescrito es otro deber. Son, i)ues,

— 37 —
(los deberes que vienen á constituir uno
solo: el de la lim osm cristiaiM. Ésta se
da más que con la mano con el corazón;
uo se contenta con remediar la necesidad
del pobre; hace m ásj lo eleva hasta
nuestro nivel, nos hace ver en él un
hermano ; más aún, nos hace contemplar
en él Ja imagen de Cristo. Por eso lós
grandes héroes de la caridad cristiana
no sólo no han exigido agradecimiento
por sus limosnas, sino que aun han agra­
decido ellos al i)obre el haber podido
otorgárselas. Esto significa el beso que
muchos Santos daban á aquellos á quie­
nes acababan de socorrer. La limosna
cristiana ama la oscuridad; pero allí es
intrépida, celosa, activa, incansable; sube
á la bohardilla del aiT ab al, baja al hú­
medo subterráneo de los calabozos; no
esi)era la gratitud del pobre, bástale ser
vista de Dios. La limosna cristiana obra
prodigios. Saca recursos de donde parece
imposible sacarlos. A fuerza de abnega­
ción y de sacrificios y de privaciones
tiene siempre algo que dar, porque quien
bien quiere siempre tiene. Los grandes
limosneros que hallamos en la historia
uo han sido por lo regular grandes ricos.
N o proporciona limosnas la mucha ri­
queza, sino el mucho desprendimiento.


• »
La oración es necesaria al cristiano en
todo tiem po, pero la cuaresma es por
excelencia el tiempo de oración. La ora­
ción es la llave del cielo. Y o desearía
que todas mis predicaciones y escritos
fueran la repetición de esta ])alabra:
orad, orad , orad , decía San Alfonso M.
de Ligorio. Y agregaba: N o creo haber
compuesto un libro más útil que el de
la oración; desearía me fuese posible
publicar de él tantos ejemplares como
fieles hay en el mundo, á fin de dar uno
á cada uno, y de que todos comprendiesen
la necesidad de orar; lo digo y repito
que nuestra salvación depende de la ora­
ción ; el que ora se salva, el (pie no ora
se condena. Sabe bien vivir, aíirina San
A.ugustín, el que sabe bien orar. Somos
mendigos de D ios, y, pues, vivimos tan
sólo de sus limosnas, debemos solicitar
cmitinuamente sus misericordias.
Por fin , la Cuaresma trae consigo el
precepto de la confesión y comunión
pascual. Y aquí es el repique de la caml)ana de cuaresma. Es digno de notarse.

A nadie le parece tan pesada esta le,\
como aquel que menos la practica. ¿ S<*
me hace cuesta arriba imriticar mi alma.'
Pero ó uo lo necesito, y entonces soy itn
prodigio sin igual sobre la tierra, un
santo (santo extraño con horror á las
cosas santas), ó lo necesito, y entonces...
¡A h! si me llegase ya la hora de morir;
si me fuese intimado que deiitro de tres
horas había de presentarme al soberano
Juez á dar cuenta detallada y rigorosa
de mi vida, no se me haría tan cuestíí
arriba tomarme esta petpieña molestia.
Y el día y la hora de la gran U(piiducióii llegarán : llegarán para mí y para
todos los demás. Y la Iglesia (piiero por
esto (pleno vivamos desprevenidos, y como
madre amorosa nos llama á la confesión
y comunión i)aseuales. Las campanas re­
pican : óyense ya los gozosos aleluyas de
la Pascua cristiana; y los aleluyas do
esta Pascua resuenan muy tristes y acu­
sadores en el corazón del (Tistiano (¡uo
aun no ha despertado á nueva vida y
sigue envuelto en las tinieblas de la
culpa.
¡ Cuán dulces son los desahogos del alma
atormentada por el rem ordim iento! No
podía Jesucristo discurrir para nuestro
consuelo un medio más eficaz que la
confesión. La confesión es hum illación,
cierto; })ero es también dulcísima confi­
dencia. Iteferir en ella ciertas penas es
tenerlas ya medio aliviad as; lo restante
es obra <íe la gracia, de aquel suavísimo
Yo te ahsueíro que borra del libro de
nuestra vida todo lo pasado, y le de­
vuelve á nuestro ser la integridad de sus
años de inocencia que parecían ya i»ara
siempre perdidos. U na sola lágrima de
arrepentimiento es más agradable <jue
todas las pretendidas alegrías que pueden
dar los deleites; cuando el pródigo derra­
maba un torrente de lágrima.s á los i>ies
de su padre experimentaba una felicidad
infinitamente mayor que cuando entre­
gado á su loca liberdad malgastaba en
orgías su salud y sus bienes. Cuando la
M agdalena á los pie.s de Jesús regaba
con lágrimas los de su D ios gozaba de
mayor consuelo que durante toda su vida
escandalosa. < Padre mío, ¡ qué feliz s o y !
decía un pobre pecador al venerable Cura
de Ars. N o quisiera por mil francos haber
dejado de confesarme. H asta ahora tenía
un vacío en el corazón; vos lo Iial>éis
llenado; y a no lo siento, nada me falta,
y estoy satisfecho.

— 38 —

B a r c e lo n a .

ESPA Ñ A

TjOs Salesianos de Sarria.

G erona.
^¿1‘auja SalcNiaiia de San Isidro.
San Isidro (Gcronii),
2i) lie d icie iiib re d e 18S2.

3ÍKVM0. Sr . 1). Miguel Kua ,
Kecibí su última carta, que me lleno de
consuelo.
Eli la que yo escribí á V. R. le daba noti­
cias de las clases de los externos y del Ora­
torio festivo, y le decía que, aunque el nú­
mero do los niños fuera bastante reducido,
esperaba se iría aumentando. Mis esperanzas
no salieron fallidas; el número ha ido siempre
en aumento, hasta el punto.de que el pobre
maestro no sabe ya dónde ponerlos. Al Ora­
torio festivo vienen también bastantes. Para
atraerlos hicimos una pequeña rifa el día
<le la Purísima. Ahora estamos preparándo­
nos para representar el drama compuesto por
Don Bosco, titulado La Gasa de la Fortuna.
Oon estos medios esperamos atraer más.
Lo que siento mucho es no poder aumen­
tar los niños internos, ú pesar de las muchas
peticiones que se hacen. Al presente tenemos
tan sólo dos. No podemos admitir más por
falta de local, porque aun estamos en la
casa vieja. Se está acabando la nueva fá­
brica; poro los albañiles van muy despacio;
trabajan sólo dos, y aun hay mucho por
Imcer. Este retardo es causado por la falta
de dinero, no pudiendo pagar al fin de la
semana ni á los dos albañiles que trabajan.
Aquí en Gerona las limosnas son muy
escasas y los gastos al presente son muchos.
Así es que suplico á Y. R. se sirva recordar
en sus oraciones esta casa, para que la Virgen
Auxiliadora y Don Bosco la miren propicios
desde el cielo. Durante los tres meses que
mediaron desde mi venida, el número de los
Cooperadores se aumentó con 30, pero a
pesar de la buena voluntad que todos tienen
pueden hacer poco eu favor nuestro.
Aprovecho gustoso la ocasión para felicitar
á V. R. y á todos los del Capítulo superior en
las llfistas del Santo Nacimiento, y también
les imicito a todos á nombre de los hermanos
^ esta Casa, y pediremos al Niño Dios que
(Andiga á V. K. y a toda nuestra Cougi*egaeión.
De V. K.
Afmo. hijo en J . €.
Santiago

Gu

ione

,

Con la solemnidad de costumbre celebraron
estos religiosos en su casa de Sarriá la fes­
tividad del titular San Francisco de Sales.
Por la tarde se reunieron los señores Coope­
radores de ambos sexos en la hermosa ca­
pilla (aiin no terminada), y allí el M. R. Don
Felipe Einaldi Ies dió una conferencia basada
en la necesidad en que está dicha obra, dei
apoyo directo de ios Cooperadores, pues si
bien son atendidos cerca de cuatrocientos
niños, en aquel establecimiento, muchos se
presentan deseosos de ser admitidos, no
siendo posible la admisión por la escasez de
recursos en que se hallan los beneméritos
Salesianos.
Aún no hace nueve anos que la distin­
guida y caritativa D“ Dorotea Chopitea de
Sena, de feliz recordación, trajo á Barcelona
á los hijos del inmortal Don Bosco entre­
gándoles casa y capital suficientes entonces,
para que so estableciesen entre nosotros,
cual lo hicieron.
Para esta obra santa, no ha habido la
menor contradicción ciertamente, y la vemos
pujante y vigorosa civilizando (permítasenos
la frase) á los infelices que antes pululaban
hambrientos y haraposos por los arrabales
de la culta é industrial Barcelona.
Consuélase el alma al contemplar aquellos
muchachos que no ha mucho corrían por
nuestras calles y plazas vagabundos y desa­
seados, y hoy sanos y robustos, vestidos
con decencia ó instruidos con amor por los
Salesianos, son esperanza de la patria. Allí
al abrigo de todo peligro para el alma y
para el cuerpo reciben sólida enseñanza cris­
tiana, y el apreudiz3;ie de un oficio que en
su día los pondrá también al abrigo de la
miseria.
¡Bendita obra, la de Don Bosco! y mil
veces bendita la memoria de la virtuosa
Señora, eu cuyo cerebro no cupieron otras
ideas sino aquellas puras y grandes que re­
dundaban siempre en beneficio de los pobres
y de la patria española.
Sentimos vivamente no poder dar una
justa estixdística tle los mUes de niños que
desde la fundación de dichos Talleres Sale­
sianos han recibido educación é instrucción
en tan santo asilo.
Seis casas cuentan los hijos de D. Bos<n
en España, siendo las más importantes las
de Sarriá y Barcelona. En esta última lla­
mada Recreo Dominical y establecida en la
calle de Floridablanca se ven muchachos de
todas edades, que gracias á sus profesores
han entrado en el camino del bien después
de una vida aragana.
No hace muchos días que el Superior Pro­
vincial de España Don Felipe Riualdi nos

ir

■ P iffP V P I

39 —
decía: « ¡ Qué buenos son estos pobres chi­
cos! Ko les falta otra cosa sinó educación,
tienen gran corazón j son agradecidos. >
Ayudemos según nuestras fuerzas á los
Salesianos, busquemos por todas partes esos
desventurados niños, que faltos del alimento
necesario para el cuerpo y atrofiada la vida
del espíritu perecen sin remedio. Conduzcámolos al santo asilo salesiano. Si los ricos
todos, aquellos cuya desahogada posición
íes permite tirar mües de duros, en ban­
quetes , saraos, y apuestas en carreras y
juego de pelota, se fijasen un tanto en el
triste estado en que se halla el pueblo, ¡ah!
entonces, habría cesado el clamor incesante
de los desheredados de la fortuna, que con
l azón justísima levantan la voz contra el
capital. Sí, con justa razón, porque muchos
son los que insultan á los desgraciados, si no
con frases mortificantes con ese desmedido
lujo, con ese fausto loco al que se entregan
no pocos de aquellos engrandecidos con el
sudor del pobre. Multitud de ricos, de estos
que hoy habitan en grandiosos palacios y
rinden culto á Ja diosa fortuna, eran pobres
obreros no ha muchos años, sí, avergüénzanse de su plebeyo origen hasta el punto
de mirar con desprecio á sus semejantes y
acaso á los compañeros de su infancia.
Dichosos los que saben emplear sus tesoros
en bien de la humanidad, dichosos los descen­
dientes de ilustres familias españolas que
hallan su verdadero placer entre los necesi­
tados, y buscan los medios de hacerlos fe­
lices.
Para reformar al bajo pueblo, instruirle y
colocarle en el lugar que le corresponde,
han nacido en el bellísimo jardín de la Iglesia
católica, como hermosas flores para que
despidan el aroma de sus virtudes por el
mundo universo, las nuevas instituciones
religiosas, los hijos de Don Hosco, nuestros
Terciarios Capuchinos, que se j)oiidráü al
frente de las casas correccionales y las virtuo­
sas religiosas Franciscanas hijas del inolvi­
dable P. Buldú...
Al hablar de los hijos de Don Hosco, hemos
creído muy oportuno recordar á estas Ter­
ciarias Franciscanas, tan beneméritas porque
si en el barrio titulado de Santa Madrona
de esta ciudad, los Salesianos instruyen y
civilizan á los muchachos, las niñas, desde
la más tierna edad hasta que toman estado,
son atendidas y cuidadas con cariño y esmero
por estas amantes hijas de aquel que se ena­
moró locamente de la pobreza.
(Barcelona. La SemaTia Católica).

M É JIC O
P M E R TIA JE DE LOS SALESIANOS "
A M ÉJIC O
D e T u r in si B a x 'c e lo u a .
’A bordo del -jttfonio Lópeur,
6 de noviem bre do 1®2.

E ev .^® t Mur QUERIDO D. R úa :
Es ya tiempo de que le dé algunas noti­
cias de nuestro viaje hasta esta ciudad. H a­
biendo partido de Turíu á las IX 1\2 el lí)
de octubre llegamos á Grenoblo á las 8 Ijli
del día siguiente. Nos esperaba en la estación
el Sr. Raineri, advertido por un telegrama
de uno de nuestros hermanos, el P. Roussin.
Nos hizo subir en coche y nos acompañó á
la iglesia parroquial de San Lorenzo, donde
los tres sacerdotes salesianos celebramos la
santa Misa, y los demás recibieron la sagrada
comunión. En seguida el Sr. Párroco nos
condujo á ver la cripta y eu ella un her­
moso cuadro de María Auxiliadora, que nos
dijo había allí bendecido Don Hosco. El
Sr. Raineri nos llevó luego á su casa donde
nos había jíreparado una magnífica colacióii
y donde su esposa nos dió una importante
limosna para nuestra misión. ¡ Cuánta bon­
dad la de aquella familia!
A las 10 y 20 a. m. volvimos á la esta­
ción acompañados siempre del excelente se ­
ñor Raineri, y habiéndole dado nuestros más
encarecidos agradecimientos partimos para
Valencia; atravesamos la Francia y el 21
llegamos á Port-Hon en la frontera de E s­
paña.
No nos sometieron felizmente á fumiga­
ciones, porque uo habíamos tocado en Mar­
sella; pero no pocos fastidios nos dió la a(luana; de tal modo que. para no perder
mayor tiempo y evitar mas incomodidades,
nos vimos obligados á mandar el equipaj<)
de la misión á Marsella, para que allí lo
embarquen nuestros hermanos para Méjica
El 21 á media noche llegamos á la casa
salesiana de Gerona, donde nos hospedaroii
y recibieron con entusiasmo los nuestros j y
á la manana siguiente seguimos camino de
Harceloua á los Talleres Salesianos de Sarriá. Creíamos poder tomar el vapor del 2.>
de octubre; pero eu el que zarpaba en tal
día faltaba lugar, Ueuo como iba de solda­
dos para Cuba. Esto nos obligó á hacer onu
estadía mny agradable entre nuestros buenos
hermanos de Sarriá. Querría hacerme len­
guas, (M)mo suelen decir, para darle idea de
la benevolencia y cariño con que fuimos tra­
tados. El R. P. Rinaldi y todos allí nos han
dejado confondidos y edificados con tanta
bondad.

— 40 —
Kii la vigilia de nuestra partida celebróse
en honor nuestro un acto literario-musical,
en el íjne so pronunciaron hermosas composic.iones y discursos, alternando con la
música que en poco cede á la de nuestro
Oratorio do Tarín (1). Todos los misioneros
nos sentíamos profundamente conmovidos.
íÑo podremos jamíís olvidar los preciosos días
y los testimonio.s do particular afecto de
nuestros liermauos y educandos de las Casas
do Sarriá y Barcelona: .
Visitamos á la familia Cliopitea, insigue
bienhechoi a do los Salesianos, la cual fiel á
BUS tradiciones nos dio una limosna para las
misiones. [Dios la bendiga!
Ayer 5 nos separamos con gran senti­
miento de la. amada casa do íSarriá. B1 It. P.
liin ald í, los 1*P. Hermida, Gil y otros de
los nuestros tuvieron la bondad de acompa­
ñarnos hasta el vapor Antonio López de la
Compañía Transatlimtica Española, y á las
íá partimos para Múlaga.
ilomos tonido á bordo el consuelo de en­
contrar capilla y capellán. Este señor nos
acogió perfectamente, y nos ha dado toda
facilidad para la celebración del santo Sa­
crificio.
El K. P. llafaol Piperni es nuestro san
Itafael. í)l y todos Jos nuestros saludan á
V. K. con singular afecto y se recomiendan
üonn) yo on sus oraciones.
Disponga V. il. de su A. U. y S.
A n g e l P ic c o n o
Sacerd. Salesíano.

M a la ffa .
'Visitu al limo. Sr. Obispo en Utrera.
11 :1o noviem bre ile 18*J2.

S u .:
Estamos en el Atlántico. El vapor baila
como un oso de los Alpes en las plazas de
Turín, si bien el mar es tranquilo y el tiempo
favorable. Esto depende de la forma del
barco: muy largo y estrecho. Con todo ya
mal que mal atino á e.serihirle.
Esporo, mi querido Padre, haya recibibo
una que le envió de Jlálaga, á cuyo puerto
llegamos el 7. Visitado que hubimos allí la
catedral fuimos á ver el llustrisimo Señor
IvEVM O.

(1) Ud iU|ui el progiHiua :
Marcha, llouieni^e del MUo CaiLocoi.
iSalwd'’. P o n T om áí Sorra.
liarbfro d« Sevilla, d el Miro. Rossini.
jQuiéHca «<>B lo» ACisioHeroff Sr. Vilas.iló.
Laúdalo pucri, del Mtn*. C«i>ocüi.
/)OH Üojico y lo» Mi»io»cro», Sr. Uomeneeli.
JVtfoesidud (fe miaioHe»,
Roeóe.
La Zinffttva, d el Mtro. Bulle.
^ n m i (Í’hh m ilet, Sr. V entunt.
üctH tía Corté» y lo* Sakaiano», S. Casanovaa.
OraoidH d la Firgeii de OHadalape,
M tnxha Jlnal.

Obispo. Como no se hallara en casa nos recibió
muy cortósmente su Secretario, quien al sa­
ber que éramos Salesianos nos colmó de ateuciones, nos mostró el palacio episcopal y
nos acompañó al colegio de las Hermanas
de la Caridad adonde había ido á predicar
el Sr. Obispo. Tubimos allí gran placer do
saludarle. Es este Obispo el que autes lo
era de Milo, el escritor elegante y profundo
del estudio sobre J)on Bosco y su Obra.
Ijí'os preguntó luego por V. E. y por ilousefior Cagliero, nos dió su bendición y tor­
namos al Antonio Lopes. Continuamos viaje
á las 4 p. ni. ; pasamos el estrecho de Gibraltar en la noche y el 8 por la mañana
llegamos á Cádiz, la ciudad blanca y ri­
sueña.
Vimos allí dos naves del mismo tixio de la
Santa Maña y La V in ta , do que se sirvió
Colón en su exxjediciüii á América. Euarbolaban bandera yankee, pues las han comprado
hace poco los norte-americanos para hacer­
las figurar en la exposición do Chicago.
Corta es la distancia de Cádiz á Utrera.
En Utrera tenemos colegio salesiauo, unos
doce compañeros muy queridos, así como su
Director el P. Oberti y pues el Lópes no
zarpará autes de la diez de la noche, ¡ vamos
á Utrera! ¡Qué hermoso colegio, qué iglesia
tan devota y qué magnífica acogida! El
P. Oberti nos condujo á casa del tSr. Mar­
qués de Ulloa y luego á la del Sr. Marqués
de S. Marcial á quienes saludé en nombre
del Eevmo. Señor Don Eua y del Ilustrísimo Sr. Cagliero. El E. P. Oberti tuvo la
gentileza de acompañarnos hasta el mismo
Antonio Lópezy donde le dimos con gran sen­
timiento el adiós.
Hemos entrado con bellísimo tiempo en el
Atlántico. Estamos ya en alta m ar: muía
más que cielo y agua. Todo hasta aquí jios
es favorable; la salud excelente, y tenemos
la satisfacción de decir cada día la misa á
las 4 1x2.
Mal tiempo. — Puerto Rico. —Ciiha.
15 do uoTiom bre.

¡ Qué feos días el 11, 12 y 13 I Con el mal
tiempo y la agitación del mar todos senti­
mos las consecuencias, salvo el E. P. Piperui que nos sirvió de enfermero y conso­
lador.
En la noche del 12 rompióse la cadena del
timón y no poco espanto produjo la parada
dol vapor para repararla.
Sin caer de ánimo cantamos el Ave maris
stella y la canción del Marinero de Monseñor
Cagliero.
Aquella operación duró sólo un cuarto de
hora. El tiempo ahora es hermoso y ya x>udemos celebrar como autes.
Estamos en la región tropical: el calor es
sofocante; de tiempo en tiempo cae alguna
lluvia ; el mar es traquilo. Ni un solo barco

— 41

hemos topado en nuestro camino ; ni los pe­
ces se han asomado á ver al López^ que es
un colmenar de gente, toda española menos
]iosotros j un mozo de servicio también ita­
liano.
Esperamos llegar el 20 á Puerto Eico.
P a e rto P ico, 21 de uoviem bre.

Ayer á las 7 p. m. llegamos á este puerto
tan renombrado por su café. El cielo es se­
reno ; pero de un momento á otro se cubre
de nubes y viene un aguacero. E calor es
tan grande que hace tres noches dormimos
vestidos sobre cubierta.
Cuba. — H a b a n a .
24 de no^dembre.

Después de costear la isla de Sto. Tomás,
la de las Culebras y la de Sto. Domingo
(donde esperan a los Salesiauos), hemos lle­
gado á este hermosísimo puerto. Nos deten­
dremos tres días, y luego, en otro vapor que
esperamos, partiremos para Vera Cruz. Será
la parte más peligrosa de nuestro viaje, por
el golfo de Méjico y en la temporada de los
ciclones.
Hasta abora, á Dios gracias, estamos to­
dos sin novedad. Euegue V. E. por noso­
tros. Como ésta le llegará allá por Navidad
le deseamos feliz pascua y año nuevo.
De Y. E. afmo. hijo y S. S.
A n g e l P ic c o n o
S a c erd o te Salesiano.

Habana. — E x q u isita bondad d e lo s
P P . d e la C om pañía d e «Jesús y d el
lim o. S r . O b isp o .— ¡P o b r e s C hin os;
A bor<lo del Ciudad Condal,
26 de noviem bre de 1892.
E E T 3 £ 0 . y 3IU T Q U E E ID O

D. E ua :
El 24 bajamos á tierra á visitar al limo.
Sr. Obispo de la Habana, pero no nos fuó
posible verle por hallarse en ejercicios espi­
rituales en el Seminario. Fuimos entonces á
ver la hermosa iglesia de los EE. Padres de
la Compañía de Jesús. El Superior de la
casa tuvo la bondad de mostrarnos el grauiioso colegio y el notable museo de historia
natural, y luego nos dió un billete para el
limo. Sr. Obispo, con el cual fuimos en el
acto admitidos á verle en el Seminario.
Apenas nos hubo saludado nos dijo: —
¡Cómo! ¿vais á Méjico y ninguno de voso­
tros se queda aquí ? ¿ Habré de continuar
esperando á los Salesianos ! Escribid á vues­
tro superior que en esta ciudaiL con más de
úoscientaa mü almas, abundan íos niños po­
bres y apenas si hay quien cuide de ellos.
La Sociedad de San Vicente de Paúl no
puede ampararlos y educarlos; hay si reli­
giosas para la educación de las niñas. Para
la dase media y alta tenemos los excelentes
colegios de los Jesuítas y Escolapios; i>ero

para los pobres abandouado.s ninguno, niugimo. Es, pues, necesario que vengan pronto
los Salesianos.
Se entretuvo un rato con nosotros, nos
dió toda clase de facultades y , por liii, su
bendición. Más aú n : encargó á un semina­
rista que nos acompañara á visitar la cate­
dral, el rico tesoro de ella y una urna con
las cenizas que se creen de Cristóbal Colón,
si bien Mons. Ooccia opina que son las dtd
hijo primogénito, Diego.
La ciudad de la Habana nada tiene do
particular : calles estrechas y tortuosas, mu­
cho fango, mucha inmundicia, la (íual es una
de las causas del vomito negro, terrible epi­
demia que atlige especialmente á los euro­
peos... La parte nueva es bella, cómoda é
higiénica. Visitamos una vez más á Jesús
Sacramentado y volvimos á einbarc.arnos.
Apenas había descendido á mi camarote me
llama el clérigo Osella: — A'enga, venga ú
ver esta gente.
Subo y veo en una barca carbonera unos
cincuenta chinos sucios, apenas vestidos y
flacos de dar lástima. Cada uno tenía de­
lante de sí una taza de arroz, que llevaba ú
la boca cou dos baritas que movían quo era
un gusto.
Me acerqué á ellos, los saludó y les pre­
gunté si eran cristianos; pero ninguno me
entendió. Les ofrecí medallas y no las acep­
taron ; hablaban entre ellos su lengua y
reían. Supe después que eran todos paga­
nos. f,Y quien piensa en convertirlos? Na­
die. Vienen acá contratados á centenares y
se vuelven á su tierra más paganos que
antes.
Aquel espectáculo me llenó de pena. Hoy
pasamos del Antoin'o López á La Ciudad
Condal, vapor má.s pequeño donde quizá no
podremos celebrar la santa Misa.
Partiremos mañana si el viento no lo es­
torba.
27 «lo iiüVÍombr«í.
Esta mañana invitados por el limo. Señor
Obispo fuimos el R. P. Piperni y yo á vi­
sitar la ca.sa ofrecida á los Salesianos: hay
allí una tipografía, un taller de encuader­
nación y una librería; y otra más grande
en Guauacatoa...
2Ü de iKJvieiiilire.
Estamos al frente de Progreso, ciuda<i del
estado de Yucatán de’ Méjico. Se acercan á
nosotros las canoas de indios y muchos pe­
ses canes.
¡ Qué sorpresa í Ha venido & vernos d
excelente sacerdote Pérez, Capotillo que pre­
para para los Salesianos una casa en Mérida. Me ha encargado saludar con ol mayor
afecto á Don Eua.
1®de diciembre.
Llegamos esta mañana á las 7 á Veracruz.
E l viaje ha sido felicísimo. Es ya menester

mm

~ 42 —
<)ne, dejando las sotanas, nos vistamos de se
culares j nos preparemos á bajar. Mañana
■estaremos en Méjico.
Veracruz. —Aspecto de la ciudad. —
I*]! fundador de la primera casa salesiana en IMc^^jioo.

Héuos aquí en Veracniz: estamos, al fin,
en tierra mejicana. Estábamos ya para dejar
el vapor cuando llegó á nosotros un distin­
guido señor que nos saludó con efusión. Era
Eon Angel Lascuraín, el fundador de la
casa que varaos á ocupar. ¡ Qué buen suj.to!
Toma un bote y dispone en un momento
nuestro desembarco ; nos hace despachar sin
sin demora en la aduana, nos acompaña á
la iglesia, donde celebramos, y luego á casa
de su cuñado, el ingeniero 1). Eduardo Mel­
gar, quien nos recibió, á su vez, como á prín­
cipes. El Sr. Lascuraín ha querido poner á
V. lí. un telegrama para anunciarle nuestro
feliz arribo, y nos hemos debido conformar
á su deseo, agradeciéndole en el alma tanta
íineza (1).
líonnirenios aquí esta noche y mañana á
las C a. m. partiremos con D. Angel Lascurain para Méjico, adonde deberemos llegar
ú las 7 p. ni.
El viaje do Cuba á Veracruz, tan temido
en esta estación, fué excelente. Jamás tuvi­
mos un mar más plácido, ni un cielo más
sereno. Deo ct Mariaa ^ratias.
Veracruz tiene hermosos edificios, calles
espaciosas y aseadas; pero su clima es mal­
sano I el vómito negro y la fiebre amarilla
son huéspedes muy importunos.
Hoy es día de fiesta cívica á causa de to­
mar posesión de su cargo el nuevo Gober­
nador del Estado de Veracruz y de solem­
nizarse la reelección del Presidente de la Re­
pública D. Porfirio Díaz. En las naves y
edificios fiamea el tricolor mejicano.
¡ Cosa extraña ¡ Se ven en las calles no
pocos pájaros negros y grandes zopilotes lla­
mados que hacen la policía.
Lo que más nos llama la atención es el
volcán Orizaba, alto de más de 5000 metros
que con su manto de nieves perpetuas do­
mina las demás montañas.
Sé que en Méjico nos esperan con eutiiBiasmo. Siento mi pequenez, pero confío en
María Auxiliadora.
Es digno de notar que los primeros salesianos que vamos A establecernos en Amé­
rica del iíorte hemos llegado durante la no­
vena do la Inmaculada Concepción, y la
fiesta de la InmncuUtda ha sido de grandes
y felices acouteciniientos en el Instituto salesiano.
(1) K1 tol^gram n ll«gó é manos de Don R úa oporto juuuonte; y d eo ía: Búa. Oratorio .¡falenano. T arta.
— L levaron s in novedad. Deo $racia*. — L a s c u r a ín .

De Veracruz á Méjico. — Gran reoihimiento. —El colegio confiado á los
Salesiauos.
Méjico, 8 de diciem bre de 1892
F ie s ta de la Inm aculada Con­
cepción.

El 2 de diciembre á las 6 1];4 partimos de
Veracruz á Méjico. El Presidente del Consejo de la Administración del Ferrocarril
tuvo la gentileza de darnos gratis cinco pa­
sajes de primera clase.
Describir el viaje es imposible: sería me­
nester otra pluma que la mía y más tiempo
del de que yo puedo disponer. Baste saber
que de la tierra caliente se pasa á la tem­
plada y de ésta á la fría, ascendiendo siem­
pre hasta llegar á Méjico, á 2300 metros so­
bre el nivel del m ar, atravesando prados,
semblados, pantanos, plantaciones de café,
de cana de azúcar, de plátanos, de maguey
(planta de la cual se extrae el pulque, es*
pecio de chicha), florestas vírgenes, monta­
ñas, volcanes, lagos, una naturaleza exube­
rante y variadísima. Se parte de Veracruz
transpirando y se llega casi tiritando de frío.
En las estaciones muchos indios, vestidos
como en tiempos de la conquista, ofrecen de
venta toda clase de frutas mejicanas, ente­
ramente desconocidas en Europa, pues no
resisteu á tan largo viaje. Acá y allá bos­
ques y montes y el Orizaba con 5000 metros
de altura, dominándolo todo.
A las 8 p. m., con una hora de atrazo,
llegamos á Méjico, y no obstante el retardo
y haber sido esperados también el día an­
terior numerosos Cooperadores nos espera­
ban. Uno de ellos dirigió la palabra en in­
glés al R. P. Piperni, otro en alemán al
R. P. Visiutainer. Nos invitaron á montar
en cocJie y ¡ á los Talleres 8alesianos! en
una parte suburbana de la ciudad.
Nueva sorpresa. El Sr. Párroco de la pa­
rroquia de San Cosme, en cuya feligresía se
encuentran lo Talleres, nos aguardaba á la
puerta, revestido de los sagrados paramen­
tos y acompañado de varios acólitos con la
cruz alta y luces. Nos dió agua bendita y el
bezo de paz y entramos, entre una turba
compacta y los generales aplausos, en el co­
legio preciosamente iluminado con faroles
chinescos y venecianos. Entramos en la igle­
sia y caucado uu Tedeum se dió la bendición
con el Santísimo.
Di luego las gracias más sinceras aí señor
Párroco, á los excelentes Cooperadores, á los
jóvenes, á todos y en especial al Sr. Lascurain. Asistimos en seguida á un breve y her­
moso acto titerario-musical y Juego se nos
invitó á una buena cena. No podía ser más
noble, generosa y cordial la acogida. Era
viernes primero del mes.
Al
siguiente, sábabo, fiesta de san
Francisco Javier, celebramos nuestra pri­
mera misa en Méjico y conocimos á nneaíros
37 chicos. Luego fuimos á visitas al Revmo.

w

— 43
Sr. Arzobispo á quien dimos la carta co­
mendaticia de Su Em. el Cardenal Secreta­
rio de Estado. Nos recibió con suma bondad,
y sintió no hubiera llegado á sus manos la
carta en que T . E. le anunciaba nuestro
viaje. Nos dió toda clase de facultades para
el ejercicio de nuestro ministerio y nos pro­
metió todo su apoyo. ¡ Dios sea bendito!
Hemos ya comenzado á confesar y predi­
car en nuestra capilla. No le faltará trabajo
al E. P. Visintainer con sus alemanes.
Estamos, como he dicho, en la parte subur­
bana, al oriente de la ciudad: es, según di­
cen, la parte más sana de la misma. La casa
es pequeña y no se puede albergar ni un
niño 5 pero á su alrededor hay terrenos que
esperamos poder obtener en buenas condi­
ciones. Además nos ofrecen otro hermoso
terreno de otro lado de la ciudad y comien­
zan á llegar empeños de fundaciones de di­
versos puntos de la Eepública. Confío poder
enviarle antes de mucho un buen plan de
edificio y de iglesia; para dedicar ésta á
María Auxiliadora y aquél á San Miguel.
El clima es sano: en la noche se siente
frío ; que á 2300 metros de altura hiela como
en diciembre en Turín: en el día se siente
el sol del trópico y el calor es como el de
allá en abril.
Méjico es tres veces más grande que el
imperio austro-úngaro y tiene aún cuatro
miñones de indios salvajes y feroces. ¡ Cuánta
mies para los Salesianos!
Hoy es fiesta de la Inmaculada. La hemos
celebrado lo mejor que nos ha sido posible:
varios niños y fieles han recibido la santa
comunión.
El E. P. Piperui es siempre nuestro buen
ángel Eafael.
Eeciba V. E. con nuestros saludos más
expresivos los del Sr. Lascurain, de quien
le llegará carta.
Pasado mañana comienzan aquí las vaca­
ciones de un mes, en cuyo tiempo se podrá
combinar algún trabajo.
Bendiga K. P. á estos sus hijos y niegue
cu e''uecial por su afmo.
A

n g el

P

icqono

S a c erd o te S aleeiane.

Llegada y recepción de los Salesianos.
Fundación de una casa.

S eñ o e D ie e c t o e :

El 2 de diciembre de 1892, á las 8,35 p. m.,
se ha recibido en Méjico á los hijos de Don
Bosco.
Había sonado la hora en que el tren debía
Eegar, y el tren no parecía. Cada instante
era para los niños y para nosotros motivo de
sobresalto y dudas que confundían nuestras
ideas en un mar de conjeturas.
No brilla el salón, en que numerosas per­

sonas los esperan, con retinado lujo, vani­
dosa pompa y deslumbrante magnificencia.
Humildes adornos tricolores, desde el pór­
tico, en cuyo frente flamea majestuoso el
pendón mejicano, hasta el interior de los
corredores, se ven en todas partes. Festones
de heno entretejen la portada y faroles
de color la iluminan. Los pasadisos se
obstruyen de gente. Engalanan la sala eii
derredor verdes festones de ciprés y oloro­
sas coronas suspendidas á trechos sobre la
pared, entrelazando banderas, unidas poi
moños á su extremidad inferior, á cuyo pié
aparecen elegantes mapas de una colección
española.
Al extremo S. del salón, sobre blancos
cortinajes, álzase suspendido el cuadro á
lápiz dé S. Francisco, de cuya espalda brotan
dos portabanderas. En el recinto, sobre la
puerta al O. descuella el cuadro de D. Bosco,
sobre las enseñas italiana y mejicana, hechos
por el Cooperador D. Fabián Cuenca.
Una hilera de sillas so extiende de un
extremo al otro del salón, á cuyo N. sobre
blancos velos se destaca un cortinaje azul,
bajo el cual aparece un elegante cuadro de
María Auxiliadora. Al pié hay nn sofá sen­
cillo, sobre una tarima, á cuyos lados brillan,
como pebetes romauos, dos altos mecheros
que esparcen su luz por todas partes. A la
sinistra, la música y el piano. Todo sencillo
y humilde.
Un pobre asilo de indigentes ñiños, desti­
nado á la caridad, á la abnegación , á la
fatiga del trabajo, una casa de talleres,
donde se canta, se trabaja y el alma se san­
tifica en sus propias inclinaciones, un san­
tuario donde habitan las vigilias y la fe del
artesano, adornado con sencillez y genero­
sidad al par que con pobreza, debieron im­
presionar más vivamente al auditorio, que
los adornos más ricos y de exquisito gusto.
Eso expresaba elocuentemente la fidelidad,
ternura y lealtad de nuestra raza. Pero el
tren se Íiabía atrasado, y nos Iiabía ])arecido
un siglo. Todos nos iuquietábamos dema­
siado , cuaudo.se da la noticia de que los PP.
se acercaban. Nos preparamos al punto á reci­
birlos. Entretanto el Sr. Cura Samuel Argue­
llas, revestido de pluvial, acompauadodol Pbro
Fabián Frejo, monaguillos con ciriales y cruz
alta, engalanados de guirnaldas, se había ade­
lantado hasta la puerta para bendecir sus pri­
meros pasos y hacerles tomar posesión de
nuestro Colegio. Los cohetes atruenan el
aire y alegran con su luz el firmamento.
Mientras la campana aturde los oídos, la
música los regala. El Sr. Párroco se ade­
lanta á la entrada con el agua bendita. En
estos momentos pisan nuestro umbral los
P P .: Angel Piccono, Eafael Piperni, Simón
Visintainer, Sr. A u ^ stín Osella (estudiante)
y Sr. Pedro Fugíferri. Después de una
h'ase de cumplimiento y unas palabras de
ceremonia, el Sr. ArgueUas bendice á los

:
,



^

])eregrinos. Entrégales las llaves del colegio
y nubes de incienso los esconden por un
instante de nuestra vista. Cuando se dirigen
á la capilla, en cuyo altar se levanta una
hermosa estatua de la Virgen, para cantar
un Te Deum en acción de gracias, una lluvia
de graciosas y aromáticas flores alfombra el
Niielo por donde pasan, cariñosa intérprete
de las emociones y ternura del Mejicano.
Llegados al templo iluminado, apenas caben
los Cooperadores de ambos sexos. Cantado
el Te Deum y dada la bendición con el San­
tísimo , el V. Piccono, arrodillado con los
suyos en el presbiterio, se levanta, sofocando
apenas sus emociones. Expresó su recono­
cimiento á Méjico y á la sociedad por la
íMJOgida que se les había hecho, su admira­
ción por tan íjiesperadas maniléstaciones}
bendijo á la Sra. García Conde por su rasgo
generoso, levantando un monumento inolvi­
dable á la caridad; felicitó cordialmente á
los Cooperadores por haber sido tan constan­
tes en sostenerse, y principalmente al Pre­
sidente D. Angel de Lascurain, á quien se
dirigió de uji modo i>atético: « La gente os
llama A ngel, como os llama el acta de
vuestro bautismo; pero la obra que habéis
hecho, impulsándola con el ejemplo y el de
vuestra piadosa familia, os repite más alta­
mente vuestro nombre, ¡A h! gracias sean
dadas una y mil voces al Dios benigno,
porque hemos arribado felizmente á unas
regiones donde ha de implantarse la obra
Salesiana, aumentarse los hijos deD .B osco
y atraerse abundantes bendiciones del Cielo!
Gracias sean dadas á todos los Cooperadores,
pues, en.señando á sus hijos á ser generosos,
sacrilicando algunos bienes, recogerán tres
veces el ciento por uno! ¡ Gracias! s í ,
Sr. Angel Lascurain, por haberos mostrado
digno Presidente de la sociedad y padre ca­
riñoso de esta porción escogida por Cristo,
de estos pobres é inocentes niños que sou
el porvenir de la patria y de quienes dijo
Jesucristo: — Dejad á los niños que se
acerquen á mí. — Gracias, s í, gracias á
Méjico por tan magniüca acogida en su hos­
pitalario suelo. »
Tal fué, en resumen, el discurso que con
afectuosas y sentidas palabras dirigió al au­
ditorio el Sr. I'iccono.
Saliendo de la capilla regresó á la sala la
concurrencia, donde se habían ensayado
dos coros de Facubnya, titulados: « Les
Enfants terribles j» y « Al Colegio..., » que
no se qjecutarou por no fatigar á nuestros
viajeros. Los niños sólo cantaron á sn en­
trada el Himno Nacional, otro á la Ciencia,
escrito por Teodoiuoro López para el Co­
legio S. Cosme, después de ejecutarse por
la música magníüeas piezas y cantarse una
Aria á Méjico, letra acomodada al asunto y
nota de J. N. I^oretto, dedicada á la Escuela
Normal de Profesores. Con esto concluyó la
fiesta, se hicieron las presentaciones acos­

tumbradas y cada cual con el gozo en el
corazón romo el camino de su casa.
Deseamos qne la ínclita sociedad salesiana
prospere y haga prosperar á M<qico, nuestra
(|uerida patria, en lo religioso, lo moral y
lo científico.
E n r iq u e G . B r a v o .
ü é jio o , 14 de diciem bre de 1892.

A lam eda de S an ta M aría, 2705 (Méjico),
12 de enero de 1893.
M u y R e v . y q u e r id o H e r m a n o :

Héme aquí á darle noticias de los Salésiaiios en Méjico.
Ya sabrá U. cómo nos han recibido, cuántos
y cuán buenos niños tenemos, qué dócil y
religiosa es la índole de este pueblo y cuánta
caridad atesoran los corazones mejicano.'-.
¡Si viera Ud. cómo nos auxilia también la
clase pobre!
Ya sou niños que nos traen sus pequeños
aguinaldos, ya costureras que para nue.stro.s
huérfanos sacrifican sus ahorros, ya indios
que nos ofrecen su óbolo. Y ¿qué le diré de
nuestro Angel precursor eu Méjico, el señor
D. Angel G. de Lascurain? És padre de
familia, tiene hacienda, es miembro de todas
las buenas Sociedades de esta grande y bella
capital: sin embargo, siempre está con noso­
tros ; piensa en todo, nos lleva á todas partes,
nos ha presentado á todos sus amigos, nos
ha auxiliado cou dinero y otros regalos y es
todo para nosotros.
El ’J de este mes quiso proporcionar á
nuestros niños y á nosotros un día de campo
y nos llevó á la hacienda de San Juan de
Dios de los Morales, perteneciente á un cu­
nado suyo, señor D. Eduardo Cuevas. De
paso admiramos la esbelta y expresiva estatua
eu bronce erigida á Ciiuntemoc emperador
azteca y el castillo de Chapultepco, antigua
luorada de Moctezuma, y ahora Colegio Mi­
litar. No tengo palabras para describirle el
magnífico parque que lo rodea, los gigan­
tescos ahuchuétes altos unos 30 metros, ár­
boles de la tierna edad de diez siglos, bajo
cuyo frondoso ramaje paseábanse los empe­
radores de este misterioso pueblo mejicano,
cuyo traje, cuya arquitectura y escritura,
cuyos ritos y costumbres recuerdan á cada
paso el pueblo egipcio. Eu ese parque
ostentan eu jaulas casi todos los animales
del continente americano y ae surte de agua
sacada cou bombas colosales de an manan­
tial caudaloso y purísimo toda la ciudad de
Méjico.
Pero ya estamos en la hacienda del señor
Cuevas. Este señor, que sabe entre sus mu­
chas tareas hallar el tiempo para pintar
hermosísimas Vírgenes y poéticos paisajes,
nos recibió cou la mayor amistad, como si
fuéramos antiguos conocidos; nos hizo probar
el mexcal^ excelente licor, del cual se dice :

1

— 45 —
« P a ra todo m al — yfexcal.
P a ra todo b ie n tam bién.
Si es grande la pena.
L a ro p a lle n a ;
Y s i lio se q u ita ,
Que 86 re p ita . >

nos Ilizo pasear por su extensa y rica lia*
rienda, donde se lialla todo bien de Dios :
allí olivares, allí campos de trigo, de maíz,
de ma-gney (planta que es un tesoro, de la cual
se extrae pulque, el vino de aquí, blanco
como la leche, mexcal, aguamiel, papel para
escribir, hilo para tejer), allí arboledas y
alamedas y huertas y .jardines y cascadas
de agua, allí molinos y almacenes de cereales
donde está esperando .ser molido el trigo de
valor de^un millón de pesetas, allí una en­
tera población de labradores que traba.jan
contentos al amparo de la Crua que se ve
levantada por todas partes... Pero ¿qué estoy
haciendo ¥ Sin querer me vuelvo prolijo. De­
jaré pues en el tintero lo mucho que hay
*por decir tocante á esa -linda posesión , la
gran comida que nos dio su ilustre dueño, el
aceite que nos regaló para la lámpara del
SS. Sacramento, y muchas otras cosas, y pa­
saré á decirle lo que hubiera debido decir
primero.
„ , •
T es que no bien pudimos, los Salesiauos
fuimos á rendir homenaje á- la Celestial Reina
y Madre de los Mejicanos,
S^ de Guada­
lupe. ¡ Oh cómo nos conmovió la vista de
6-se insigne Santuario, donde la \ irgen San­
tísima manifestó una vez más su amor 4 los
pobres y humildes, apareciendo en íjgura de
doncella india al indio Juan Diego, y ensalzó
una P"ez más su poder con las innumerables
^racias que obtuvo de Di(^ 4 los que allí
fa invocaran! Quia respexñ hvmüüatem anciXlae sude, ecce eni7n ex lioc heatavi me dicent
omites generationes. ¡Con cuánto amor nos
postramos 4 sus piés y colocamos bajo .su
maternal protección nuestras personas, nues­
tros niños, nuestra casa presente y futura,
todos nuestros planes y esperanzas! Casi,
4Dios me perdone! olvidaba 4 María Auxi­
liadora.
,
, o .

Ahora se está restaurando el Santuario
con mucho gusto y muchísimo gasto: pero
todo sale bien, porque la obra está encomen­
dada 4 un sacerdote activísimo, todo zelo
por la gloria de Dios y de su SS. Madre, el
Padre Blancarte, fundador de sinnúmero de
■«)bras buenas en Méjico.
5Í0 le hablo de la encantadora vista de
<jue se disfruta desde la cumbre del Tepeyac,
el cerro donde apareció la Virgen de Guada­
lupe, porque sería de no acabar. ¡ Qué mon­
tañas, qué sierras, qué volcanes, qué lagos,
qué cielo! ¡Ah si fuera poeta!
,
.
Basta por ahora. En otra carta le hablaré
de la paternal acogida que nos hizo
santo y sabio Arzobisjio señor Aiarcón, de
las esperanzas que ciframos en la genero­
sidad de los Cooperadores, del teixeno de
• .20 mil metros cuadrados que nos regalo el

señor D. Eduardo Zozaya eu su colonia de
Santa dulia, de hts conferencias que empe­
zamos á tener para hacer conocer la obra
de Don Bosco, de ómnibus rebus ct de... quibusdam aliis.
Adiós por ahora: muchas expresiones 4
nuestros muy amados Superiores y muy ]>articularmente al señor D. Rúa : pidan por
nosotros á María Auxiliadora, recuérdennos
delante de la tumba de D. Bosco, y ai üd.
escribe 4 Barcelona, diga que en el Santuario
de Guadalupe no liemos olvidado el .1 re Marút
prometida á nuestros bienliochorcs de allá.
Su afino, hermano en J . C.
A N G K L PlC O O N O .

ECUADOR
Guayn«|uil.

Una dolorosa. noticia se nos ha anunciado
por telégrafo el IS de enero:
Murió el R. P. Savio.
El R. P. Angel Savio había partido con
los últimos misioneros embarcados para el
Ecuador, encargado de visitar 4 los salvajes
de Jívaros, de Méndez y Giialaquiza, 4 lin
de organizar allí un nuevo centro do misio­
nes. Largos años había trabajado con gran
celo en las misiones de la parte austral de
la América del Sud, recorrido la Patagonia
y el Paraguay. Robusto y animado de sin­
gular espíritu apostólico preparábase 4 em­
prender una labor importantísima para el
bien de las almas; pero el Señor había dis­
puesto darle ya la corona merecida.
Fué el R. P. Savio uno de los primeros
alumnos de Don Bosco y era de los más an­
tiguos religiosos de nuestro Instituto.
Lo reconiiiiidamos particularmente 4 las
oraciones ile nuestros Cooperadores,
Más tarde daremos noticias más extensas
sobre sus preciosos trabajos y sensible falle­
cimiento.

P A T A G O N IA
Misionos en la ril>ei*a del rilmay.

El 13 de enero de 1892 salíamos de Boca
el B. P. Rogerone, el hermano Manuel Mén­
dez y yo, cada uno en su cabalgadura y lle­
vando en otra el altar portátil y demás pro­
visiones indispensables para las misiones.
Las márgenes del Límay las habían ya
visitado Mons. Fagnano y el R. P. Beauvoir,
acompañando como capellanes al ejército ar­
gentino en 1881-1883.
Ahora Íbamos nosotros sin compañía lu
defensa, con el único objeto de predicar el
Evangelio y llevar 4 aquellas gentes los
consuelos de la religión.

— 46 —
El ano ha sido malísimo. Las langostas
lian invadido los campos y los han desolado.
Nuestra misión duró un mes. Visitamos
iXíuchas cabañas de indígenas y no pocas fa­
milias de blancos. Los bautismos fueron nuluerosüH. En una sola cabaña recibió el agua
bautismal toda la familia, compuesta de
diez personas ; sólo la abuela había recibido
el bautismo de pequeña. Su semblante y ca­
bellos indican que es de-raza europea. Ella
H6 acuerda que cuando niña fuó arrebatada
de la casa i)aterna por los indios y llevada
por éstos á lejanas regiones; pero no tiene
memoria de cómo so llamaban sus padres ni
de cuál era el nombre del país. ¡ J>esgraciada! Había olvidado su propia lengua y
la religión de sus padres; pero quiso ahora
instruirse en ella y hacer su primera confe­
sión y comunión con sus hijos y nueras y
dispúsose al efecto con gran'devoción.
CÍ4>iito einviieuta nuevos ci>istiaiu»s.

liecorrido que hubimos la vasta llanura
que sopara á Eoca de la Cordillera, esto es
unos lOÜ kilómetros, caminando casi siempre
á la izquierda del Limay, llegamos á Juníu
de ios Andes.
Juiiín es un caserío fundado en 1S79 por
el ejórcito argentino con acasión de cierta
expedición hecha para contener los abauces
do los indios^ y hay actualmente allí un dest;icameuto militar apostado en fracciones en
varios puntos de la frontera. Hállase á los
pies de los Andes j sus campos son ferací­
simos : bajo los bosques inmensos y frondo­
sos se extienden hermosos prados que en la
primavera colorean de fresas. Abundan en
algunas i)artes las manzanas, de cuyo fruto
se sirven los habitantes pai'a hacer la sidra
que allí llaman chicha.
En el distrito de Junín pasamos otro mes,
tiempo muy corto por cierto, para visitar las
poblaciones esparcidas acá y allá en valles
y montes. Euó también aquí bendecida de
Dios nuestra labor, porque conseguimos bau­
tizar unas 150 personas, la tercera parte de
las cuales indígenas adultos, de edad de 15
á 18 años.
Otros oiiioiientn Imiitismos.

En Sancovado instruimos en la fe como á
cincuenta salviyes. Kesistíanso al principio
muchas persmqis á persuadirse de las ven­
tajas tío la religión católica y á oír la di­
vina palabra; pero Dios las tocó en el conizóu y un buen día vinieron suplicantes á
pedir el bautismo.

tado con los suyos á su tierra. Espero que
el Seiior haya á esta hora colmado sus deseos •
pues deben ahora haber pasado por aquellos
lugares los Padres Eoggerone y Gavotto.
Trecientas millas al pie ele los Andes
—Un osario.

Saliendo de Junín debíamos recorrer 300
millas á lo largo de los Andes para llegar
á Norquín, doud.e era menester evangelizar
á muchas familias de blancos é indígenas.
No nos fué posible ver más que á una paité
de éstas, dejando para la vuelta de nuestro
viaje la visita de las demás.
A poca distancia de Cura-Chara-Milla (ro­
cas doradas) encoulramos un osario, restos
de unos treinta cadáveres. ¿Qué significa?
La cruel matanza de una caravana de indios
venidos de los Andes orientales...
En este viaje nos ocurrió una aventura
providencial. Como so perdieran nuestros ca­
ballos, no bastaron ocho días para encon­
trarlos.
El hambre los había inducido á ir á bus­
car pasto á lugares muy retirados y desco­
nocidos. Pedimos prestados otros para ir en
busca de ellos, y esto nos hizo cambiar derumbo: necesitamos de guías para librar deserio.s peligros; pasamos ríos y montes, dor­
mimos varias noches á cielo razo, atravesa­
mos campos habitados por sólo avestruces,
guanacos y zorros, y por fin á los quince días
nos encontramos en nuevos lugares de mi­
sión ; Cadihue, Vuriucheuque, Norquín y
Nireco.' Nos detuvimos ocho días en cada
uno de estos y conseguimos no escaso fruta
de nuestras fatigas, pues era gente casi toda
chilena, cristíairti y de gran fe.
Feliz enouentro.

En las riberas del río Lileo nos hallamos
con nuestro querido hermano el E. P. Ga­
votto. Es difícil expresar la dulce impresión
que uno experimenta al encontrar un her­
mano en taii apartados lugares. El K. x . Ga­
votto, que venía por la ribera opuesta del
Lileo, pasó casi á nado con su caballo para
venir á nosotros. Nos abrazamos y se nos
anudaban las palabras en la garganta de
puro contentos. Nos dirigimos todos juntos
á la casa de nuestro autiguo amigo un se­
ñor Lucas, quien nos recibió con su acos­
tumbrada benevolencia.
Eu Chile.

Dicen que la noche es mensajera de bue­
nos consejos. Tomamos, pues, en la que pa­
samos en la casa sobredicha la determina­
ción de separarnos y de pasar Manuel Mén­
Kjemplo de sacríliiMo por la fe.
dez y yoá Chile en tanto que el E. P. Ga­
Volvimos de Sancovado á Juiiín. Supimos votto, el E. P. Koggerone y uu catequista
allí con gran sentimiento que uu indio había irían á Chos-Malal á ayudar el E. P. Pa­
hecho noventa leguas de camino con su fa­ nero. Así lo hicimos: y el miércoles santo
milia para-venir á recibir el bautismo; pero llegábamos con Méndez á la casa salesiana
no habiéndonos oncontnulo, esperó dos días, de Talca, donde su Director el E. P. Garbari
y sin poder demorarse mas volvió contris­ y demás hermanos nos recibieron con entu

— 47 —
siasmo. Para compla<jer al R. P. Garbari
celebré las funciones de iSeinana Santa en
la iglesa de las Religiosas del Sagrado Co­
razón, las cuales tuvieron después la cari­
dad de regalarme varios objetos para la mi­
sión. Conforme á los deseos del mismo Padre
Garbari fui á Pangbilemo, á dos leguas de
Talca, á confesar á unas cuarenta personas.
Al llegar á Pangidlemo Mee anunciar el
objeto de mi viaje y la gente afluyó en tal
número que me vi obligado á permanecer
oebo días, durante los cuales hacía dos pre­
dicaciones diarias y catecismo. Mucho me
ayudaron en mis trabajos los propietarios,
el excelente Sr. Valdivieso y su esposa. El
resultado de la misión fueron unas 500 co­
muniones.
Esto es en breve lo hecho hasta ahora
desde mi salida de Roca.
íTo me extenderé en esta ocasión en ma­
yores relaciones, que ya tendré lugar de dár­
selas personalmente antes de mucho.
Le saluda con todo afecto
D o m in g o M i l a n e s i o
M isio n e io SalesiaDO.

Gracias de María Auxiliadora

seada gracia. Xuestra hi.ja goza ya de per­
fecta salud. Ha sido una como resurrección
que ha sorprendido á los doctores y que es
para nosotros un patente milagro.
I . O l iv ie r i y fa m ilia .
Corpolo de E ím in i.

C o n fia n z a e n A la r ía . — En ISOO nio
sobrevino uu mal extraño que me ocasionaba
grandes convulsiones y me postraba de tal
modo que ni siquiera podía tomar alimento.
En 1891 repitióse la enfermedad hasta el
punto de que se me creyera al bordo dol se­
pulcro.
Si mucho sufría en el cuerpo más sufría
en el alm a, pensando que moriría antes do
hacer mi profesión religiosa. El 10 de julio
me visitó el Revino. Sr. Don Rúa, Rector
Mayor de la Pía Sociedad Salesiana, me di6
la bendición y me «lijo contiara en María
Auxiliadora, que me obtendría la salud. Co­
mencé una novena: el 19 me levanté y re­
cibí la santa comunión en la iglesia. Me
sentía buena y sana como si jamás hubiera
sufrido mal alguno.
Desde entonces acá mi salud ha sido ex­
celente ; he podido seguir las prácticas del
reglamento, como todas mis hermanas, y he
tenido la dicha de hacer la profesión reli­
giosa. Lo declaro llena de reconocimiento á
María Auxiliadora.
S o r M a g d a l e n a d e l a p a s ió n
del I n s titu to d e l B a e n P a s to r.

C e le s tia l p r o t e c c ió n d e lo s c a m ­
p o s . — Hacía seis anos que el granizo ve­
nía destruyendo en estos lugares las vmas en
flor y los sembrados nacientes. Este auo qui­
simos imitar el hermoso ejemplo de Oastellinaldo , recurriendo á María Auxiliadora ,
y nos unimos todos á las oraciones de los
hijos de Don Bosco para obtener la gracia
que solicitábamos.
María se ha dignado escucharnos : si bien
todos los países vecinos han sufrido las
consecuencias del pedrisco aquí hemos que­
dado excentos de tamaño azote.
Mis feligreces reconocidos le mandan 100
liras para el santuario de María Auxilia­
dora.
J uan F andolce

T u rín , 18 de agosto de 1892.

F e l i z q u ie n in v o c a a I%Iaría. —
Lleno de profundo agradecimiento le envío
100 liras que prometí á la Virgen de Don
Bosco y para contribuir á su culto si me
concedía una gracia que ardieutemente de­
seaba. La Santísima Virgen rae ha mostrado'
su singular misericordia, y rao encomiendo
ahora en las oraciones do V. R. para que
la gracia obtenida sea fueuto de bienes es­
pirituales y eternos.
P a u l in a F a l c o n i.
P lacencia, ju lio 25 do 1892.

A rc ip re s te .

Brescia d» L oria, 29 de noTiem bro de 1892.

«•
L a s a lu d d e l o s p e q u o ü u e l o s . —
Una hijita nuestra atacada por una enfer­
medad epidémica que hacía estragos en este
lugar estaba á las puertas de • la muerte.
Los médicos no nos daban ya esperanza al­
guna ; no había recurso que tocar en lo hu­
mano; pero habíamos nosotros puesto toda
confianza en María Auxiliadora, cuyas bon­
dades hemos oído tantas veces repetir. Xos
encomendamos, pu es, á ella con oraciones
especiales y no tardamos en obtener la de-

L a m á s a u g u s t a B ie n h e c h o r a ■ —
Un hijito mío de edad «Je 4 años guardaba
cama afligido de mortal enfermedad: había
va perdido el uso de la palabra y parecía
afectado de parálisis. Desahuciado de los
médicos no confiaba yo sino en la protección
del Cielo. Recurrí, pues, á María Auxilia­
dora y mi' oración fué escuchada. Mi hijo ha
sanado perfectamente. Uno á esta relación
una ofrenda como débil expresión de eterna
gratitud á mi augusta bienhechora.
A q u il e s F o s s a t i.
G argaguaiio, 25 de ja l lo de 1892.

-

i b



E L E G IA
A LA MUERTE DE DON BOSCO
¿ P o r qu<5 jiiiuloso el Cielo
lio llevó imía a l l í su fu e rte am paro ?
i Por «iné ta n pronto nos sum ió el d u d o
a n te la tuiiilia del V arón preclaro ?
J)Q hum ilde rapai^iielo
liizo el eostóii (le su inisióu hum ana.
V a l inH])imrle p aten m l anhelo
lo (lió tambi<Sii su fuerza «oheranii.
Kii la conñanza cic^ga
(le la Virgen J^iiiitÍHina quo juloru,
HU función Hiilviulora
em prendió con la fu (]Ue su alm a an eg a ;
y su s fu erzas toda.s

vió coronadas jior d istin to s modos
ú favor de M aría A uxiliadora.
lOu su amoroso pecho
in ex tin g u ib le ard ió la luz divina,
y no hubo uirio, quo encontró m altrecho,
quo á su suerte iiiuzquiiia
no h allase am paro y sin g u lar i)rovecho.
N u trió sus alm as con la fe sincera,
la oruoióii jí A laría;
a l duvloa la v irtu d por com pañera
á la M adre do Dios- lita d a por guía.
Sus pasos m arcan prodigiosos h e c h o s;
m ensajero de Dios lle v a sus d o n e s ;
doiuUí el b ien y su a f ín ve satisfechos
prodiga el bienhechor sus galardones.
C ura a l enfermo (pío con fe le im p lo ra ;
vuelve al rodil In d escarriada o v eja;
por to d as p artes deja
señal de su inisióu rei>aradora.
C uando en su asilo la (:>scascz le aqueja
se vuelvo h acia M aría A uxiliadora.
M adre amorosa, (pie encendió en su seno
lu sa n ta insp iració n que su alm a a n im a :
y a l tem or y á la d u d a siem pre ageno,
d a á sus em presas v enturosa cim a
en tie rra e sté ril y en el lejano clim a.
Donde íija su enseñanza
a llí del triu n fo el galard ó n alcanza.
8 u fe so erige de la s almos dueüa,
que es su m isión de paz y de esperanza.
A ute sus triuniba enardióse en ira
el corazón m alsano del -protervo
y á oscurecer asp ira
del santo A póstol el c ristian o verbo.
D esgraciada tn r f'a :
au to la in ju ria y la calum nia viles,
que s in é x ito emplea,
vienen los buenos d Don Bosco á m ile s :
miís firmo su pendón, miís a lto ondea.
L a s a n ta C aridad, que su alm a abrasa,
uo h alló d su fuego sulioionte pasto
con d a r d la uiDez am paro y casa,
T en campo (jurero tr a b a ja r ‘m ás va.sto.
I oreó los nusiouea,
T d luengas tie rra s la d o ctrin a p u ra
llevaro n sus oaiupooues.
oou la su erte feliz que 1o asegura
doijuiera d su p restig io les am para ;
dw pn er ve su d o c trin a vencedora,
q u e oubre el sitio do le v a n ta u n a ra
la som bra do M aría A uxiliadora.
C um plida su inisióu con paz profunda
la m u erte ab raza q u e d sus p u ertas to c a ;
sólo oxbala su boca
«'1 suspiro de am or que su a lm a in u n da,
I A y ! con qué acerbo lla n to
los fieles von desaparecer del suelo
a q u el ungido iSauto,
i>ero es d e su q u eb ran to
bdlsamo a l p a r de sin ig u a l consuelo
pensar q u e cubre con su excelso m anto
fcua obras y sus h y o s desde e l Cielo.
Jlarcclona.
Ad o l f o

d e la

F

oente.

UN HERMOSO LIBRO:

A L C IE L O P O R M A R I A
La Tipografía de los Talleres Salesianos di
Tarín acaba de dar á luz un importante librt
sobre la devoción á María. El autor, el Presliítero Salesiano D. Camilo Ortúzar baunido allí
con singular esmero á la doctrina de la Igle­
sia sobre las glorias j virtudes de la Madre
de Dios mil preciosos ejemplos que confirman
la importancia y eficacia de la devoción con
que se la honra.
Es dicho libro un tratado selecto lleno de
doctrina y de escogidas historias.
Dividido en dos partes, trata en la primera
de la dignidad de María, de su santidad, de
los honores que se le tributan, de los bene­
ficios que nos concede, del amor que nos tiene,
y demuestra, finalmente, que la devoción á
María es una señal inequívoca de predesti­
nación.
Enumera en la segunda parte los medios,
para conseguir esta devoción; como son re­
cordar las prerrogativas de la Reina del Cielo,
invocarla y obsequiarla.
Designa las invocaciones y prácticas reco
mendadas especialmente por la Iglesia, las
más enriquecidas de indulgencias y las más
predilectas de los Santos.
Señala, por riltimo, los obsequios njás gra­
tos á la Madre de Dios; a saber: elegirla
por madre, reverenciar sus imágenes, visitar
devotamente sus santuarios, celebrar sus fies­
tas , consagrarle un mes eii el año, hacer
celebrar ú oír misae en su honor, honrarla
especialmente los sábados, hacer limosnas en
su obsequio, asociarse en una de sus cofra­
días, abstenerse de todo pecado y propagar
su devoción.
Todo esto está indicado con exhortaciones
de las más autorizadas y con narraciones
amenísimas que deleitan tanto como edifican.
Nos permitimos, pues, recomendarlo enca­
recidamente á toda clase de personas.

Cci aprobieni de It istond&d Eclesiútíea • Gtreiu JOSÉ 6AXSIKI
Tnrin, 1(93 • Típognfia Sklesimu.
Conjuntos de fichas
Boletín Salesiano
1893