BS_1893_11

Ficha

Título
BS_1893_11
Descripción
Boletín Salesiano. Noviembre 1893
Fecha
1893.11
extracted text
AÑO Vni.-N. 11.

Pablicación mensual.

NOVIEMBRE de 1893

BOLETIN SALESIANO
Quien r e c ib ie r e á u n n iu o e n m i
n o m b re , & m i m e re c ib e .

B ebem os a y u d a r ¿ n u e s tro s h e r ­
m a n o s k ñ n d e c o o p e r a r á la
d if u s ió n d e l a v e rd a d .

(M a TH. X V III.)

(111 S. .lUAN, 8.)

Os re c o m ie n d o l a ñ in e z y l a ju»
v e n t u d ; c u ltiv a d c o n g r a n d e es»
m ero s u e d u c a c ió n c r i s t i a n a ; y
p r o p o r c io n a d le li b r o s q u e le e n ­
se ñ e n á b u ir d e l v ic io y á. p ta c tic a r l a v ir tu d .

A tie n d e k la b u e n a le c t u r a , k l a
e x h o r ta c ió n y á. l a e n s e ñ a n z a .
(I T im o tu . IV, 13.)
E n t r e la s c o s a s d iv in a s , lam & s s u ­
b lim e , e s l a d e c o o p e ra r c o n D ios
á l a s a lv a c ió n d e la s a lm a s

(Pío IX.)

B e d o b la d v u e s t r a s fu e r z a s k ñ n
de a p a r t a r á l a n iñ e z y ju v e n ­
tu d d e l a c o rr u p c ió n ó in c r e d u ­
lid a d y p r e p a r a r a s i tm a n u e v a
g e n e ra c ió n .

(S. D ionisio .)
D I a m o r a l p ró jim o , e s u n o d e
lo s m a y o r e s y má-s e x c e le n te s
d o n e s q u e l a d iv i n a b o n d a d
p u e d e c o n c e d e r á. lo s h o m b r e s
(E l D oct. S. F iu x c . (lo Sales).

( L e o x X IIT .)

- 4^ ( D IR E C C IO N e n el O ra to r io S a le s ia n o — C a lle d e C o tlo le n g o N . 32, T U R I N (I ta lia )

SXJ.UARIO.
TIx a

carta d e

F h a .v c ia . N av arra. L a Colonia A grícola Salesiana.
N o t i c i a s d e n u e s t r a s m is ió n -e s . T ierra del ¿'uego.
liici'iiB L iC A A r g e n t i n a .

S. 8 . J.EOX X III.

El l ü jo .

Oracias de M aría A uxiliadora.

IxiNDRES. Iglesia del Sagrado Corazón.

Primer Congreso de los Directores diocesanos de los Coo­
peradores de la P ía Sociedad Salcsiana.
iHstinciones pontificias á seis Cooperadores Salesianos.

S a n t a d k r . Oroforjo de Don Sosco,
-Mímico . S I Colegio Salesiano.

Una Carta de S. S. León XIII
A L S A C E R D O T E M IG U E L R U A
RECTO R

M AY O R

DE

LA

PIA

SOCIEDAD

S A L E S IA N A

Llenos de reconocimiento al Señor y de gratitud al gran Pontífice que en nuestro revuelto
siglo guía la nave de San Pedro, tenemos ei gusto de anunciar á nuestros amados Cooperadores
que la humilde Sociedad Salesiana ha sido recientemente favorecida con una carta de Su Santidad,
que tenemos i mucha honra publicar.
Las palabras del Sumo Pentífice, Maestro infalible*, llenarán de aliento á todos los hijos y
amigos de Don Bosco, que tanto se empeñó en recomendar la mayor veneración y devoción ‘á
la Santa Sede. Gracias al Padre Santo que alienta y bendice las obras salesianas.
Dios oiga las oraciones que con toda la efusión del alma hacemos para que le ayude en
todas sus empresas y le colme con todo género de gracias.

/V iva S. S. el Papa León X III¡

w-



162

'T ) ile c io



S ilio

MiCHAÉLi R úa Sa cerdot i
RECTORI MAJORl PIAE SOCIETATIS S. FRANCISCI SALESII
aU G U ST A H

LE O

T A U B IN O R U M

X IIL

Dilecte Fili, Salutem et Apostolicam Benedictionem,

.(JociETATi Vestrae,cujus tu, recenti epístola, et gratulantis pietatem exhibuisH
et~Deo laborantis renuntiasti progressus, perlibenter Nos paterni animi signiíícationem tribuimus. Magna quidem Deo habenda est laus, quo excitante et
ducente, insignis ille Sacerdos, vestrae auctor Familiae, tam multa tamque utilia
in eius nominis gloriam, in commoda iuventutis, in salutem ammarum molitus
est feliciterque tota vita perfecít. Id vero maiore in dies cum gratia praestan
decet, eo quod eiusdem viri spiritus, in te atque in Societate universa integer
vigens, ad nova semper properet benefacta, quibus res sacra et civilis optirae
adiuvcntur. Nosmetipsi, quantum vestro in hanc Apostolicam Sedem obsequio
delectemur et quantum operae vestrae confidamus, saepius patefecimus, máxime
quum alias vobis provincias Ínter exteras gentes pro auctoritate credidimus, ad
christianam fidem itemque ad humanum cultum, ut insütuistis alacres, adducendas.
\
m

De ceteris autem vestrorum officiorum partibus, praecipue Nos recreant
uberes ii fructus, quos late habetis in iuventute excolenda; dum quotidie
pericula ingravescunt, quibus aetas crédula et mollis miserrime cingitur et
conflictatur. Quapropter illud etiam gratissimum est, amplam vos domum
in hac ipsa urbe, continentem aedi Sacro Cordi Jesu a vobis ipsis dicatae,
nuperrime absolvisse, in qua liceat multos litteris et artificiis, et, quod caput
est, religione et moribus recle probeque instruere. Huic igitur coepto et
ceteris consiliis laboribusque Societatis, omnis auspex et eífeclor boni, adsit
Deus ct faveat: a quo Nos tibi in primis, dilecte fili, atque sodalibus universis, sacrisque Virginibus eiusdem Societatis, eisque cunctis qui vobiscum
quoquo modo conferunt operam, Apostolicam benedictionem magna caritate
impcrlimus.
D alu m R om ae, a p u d S. P etru m , die x v i i i S eptem bris a n n o m d c c c x c ih ,
pontificatus N ostri sextodecLmo?

LEO P.P. XIIL

163 —

Amado Hijo, salud y bendición apostólica,
Muy grato nos es manifestaros los sentimientos paternales de Nuestro
corazón hacia vuestra Sociedad, la cual, como poco há me comunicaste,
continúa progresando y acrecentando sus fatigas por el Señor. A la verdad
que se deben dar muchas gracias á Dios porque con su inspiración y
consejo el insigne fundador de vuestra fam ilia pudo con trabajo perseve­
rante llevar á cabo tan numerosas y útiles empresas para gloria d ivin a ,
bien de la juventud y salvación de las almas. Y su obra continúa tomando
mayor vigor, y con admirable ventaja de la sociedad civil y religiosa sigue
produciendo nuevos frutos de dia en dia, porque su espíritu se conserva
entero en ti y en toda la Sociedad. M ás de una ve:( os hemos demostrado
con cuánto placer hemos recibido vuestras expresiones de devoción hacia
esta Sede A postólica, y cuánto confiamos en vuestra obra , especialmente
cuando os encomendamos, por Autoridad Nuestra, algunas pr(n>incias depueblos
lejanos para guiarlas al conocimiento de la f e y de j a vida recta social.
Y entre todas vuestras obras Nos es de gran consuelo el fruto abundante
que conseguís acá y allá en la educación de la juventud, mientras andando
los tiempos crecen los peligros que en su tierna edad los circundan y com­
baten. P or esto Nos es muy satisfactorio que en Roma misma se haya
llevado ya á término la espaciosa casa anexa al templo que habéis dedi­
cado al Sagrado Cora:{ón, y donde muchos podrán instruirse y educarse
saniamente en artes y letras, y lo que más importa según los principios de
la religión y de las buenas costumbres.
A si, Dios inspirador y autor de toda buena empresa bendiga y dé
prosperidad tanto á esta obra como á todos los deseos y fatigas de la
Sociedad, mientras con grande efusión del corazón invocamos de E l la
Apostólica Bendición, primeramente para t í , querido H ijo , y luego para
todos tus Hermanos y Sagradas Vírgenes de la misma Sociedad y para
todos los que de cualquier modo la ayudan con su trabajo.
Dado en Roma, cerca de S . Pedro, e l día i8 de Setiembre de 1893, decimosexto de
Nuestro Pontificado.

León P.P. XIII.

— 1C4 —
y el hijo del hombre no tiene una teja
propia, con que cubrir la cabeza. De
E L
L T JJO
puro pobre comía él y sus discípulos
pan de cebada, y aun para pagar la mo­
neda de la alcabala á los recaudadores
Bien sabido es que la necesidad y ori­ de César, no tuvo un cuarto, y hubo san
gen del vestido nos vienen del pecado Pedro de ir á pescar ai m ar, donde ni
cometido por nuestros primeros padres. primer lance sacó la moneda, que era
Adán y Eva fueron los primeros sastres, menester, de entre las agallas de un pez.
y las hojas de higuera fueron la primera
Fíguranse muchas personas aficionados
tola de sus vestidos; sustituidos en breve
á
trajes y galas un D ios que no repara
por los que D ios mismo les dió de pellejos
en menudencias y niñerías, que ellas
de animales.
llam an ; que no las ha de condenar á
Pero ha sido después tanta la vanidad
todas, y agregan que no lo toman^de la
de los hombres, y ha crecido tan por
hacienda ageiia, como si la compañía en
extremo su m a licia , segi'ni advierte
el pecado quitase la culpa de él, y como
Fr. Pedro Malón de C haide, que han
si por condenar á muchos perdiese Dios
llegado á hacer golociua del p ecad o, y
algo de su casa y do su reputación , y
que lo que se dió por sambenito y afrenta,
como si el rico mencionado no fuera tan
eso sirva de gala y honra; porque pre­
rico como ellos, ó lo robara para echár­
ciarse del vestido, es como si uno se pre­
ciara de traer más galán y costoso el selo a cuestas.
Entre tanto cuántos pobrecitos duermen
sambenito que por sus culpas selepxrso.
por
esos portales, sin tener siquiera un
Aborrece Dios el exceso en el vestido,
pedazo
de estera en que recostarse, sin
y mucho espanta el terrible caso que
cuenta el Evangelio de aquel rico glotón, pan para su hambre de muchos días, sin
impío y cruel con el pobre Lázaro, el medicina para sus enfermedades.
Alababa Jesucristo un <lía á su grande
mendigo; puesto que el 'prim er delito
que se le prueba, y lo primero que el amigo y privado el Bautista, y dice á
Espíritu Santo le recrimina es que se tm gran audit-orio que tenía á la sazón
vestía costosamente y traía ropas de que predicaba: ¿Qué pensabais que sa­
púrpura. Era este desventurado, como el líais á ver al desierto, cuando dejábais
gusano de seda, que se hace á sí propio vuestras casas y ciudades é ibais en
una sepultura de seda donde muere. busca de Juan ? Peusábais que era algún
Cierto es que le era lícito traerse y comer cortesano de los que visten seda y arras­
ex)nforme á la hacienda que tenía; mas tran brocado; de los que traen felpas y
excedía mucho á su estado, y del exceso tejidos delicados? Éstos allá viven en
en vestir y en comer, vino a tener poca palacios y en las cortes de los reyes...
misericordia con los pobres; y así annquo Siempre las galas fueron aborrecidas y
el pecado principal de su condenación despreciadas de los Santos, que el traje
filó por sor duro y sin misericordia, el humilde y sencillo es el más agradable
Evangelista nota lo otro, porcpie desman­ á los ojos de Dios.
Cuenta Macrobio, que habiendo salido
dándose el hombre en trajes y en el
nn
«lía Julia Augusta, la hija del empe­
comer y beber, no está en su mano no
caer en otros pecados, principalmente en rador Octavio, á unas fiestas con un ves­
falta de caridUlT con los pobres. Esto tido severo y grave, por enmendar otm
lo vemos cada día: ricos señores y opu­ salida que eí día anterior había hecho
lentos que andan siempre empeñados y con otro de galas y colores, viéndola sn
que no pagan con fidelidad á sus criados, ])adre, dijo á los que estaban presentes:
ni al sastre, ni al zapatero lo que se Ies jCinánto más honrado traje es este para
la hija de A ugusto que el de ayer!
debo.
El hijo en los vestidos y vajillas, en e
i Con qué rigor será condenado el cris­
ajuar
y en las viviendas es un indicio
tiano, viendo que su Señor, su capitán,
cierto
do molicie y relajación de costum­
su príncipe, su Dios nace ]>obre, vive
l)obre, muero pobre, y se i>reoia de pobre t bres, de sensualidad y afeminación de
si predica es pobreza; si busca discí­ caracteres; es una especie de barómetro
pulos son los más pobres. Díeenos que que da á conocer el estado moral de los
las raposas tienen sus cuevas, y los pa- pueblos. Y al paso que no hay bien»
jarillos sus nidos donde criar sus hijos, de fortuna que no desaparezcan por 1*

— 1C5 —

acción del lujo, ni hay familia que con­
La erección de esta iglesia era indis­
serve la pureza de su nombre, ni indi­ pensable, pues ha venido á sustituir á la
viduo que no sufra terrible desastre, la vieja cai)illa de hierro que años atrás
sociedad entera padece por ello las más había hecho edificar la Condesa de Haclvfunestas consecuencias. Lo ejemplos sal­ pool, y que ya en ruina fuó demolida i>or
tan á la vista y se nos ofrecen á milla­ disposición del Consejo de la City.
res; pero por desgracia el amor propio
Tratándose ahora de una iglesia irarroy la sed de satisfacciones y comodidades quial en un barrio tan necesidado, y on
son tales que en tratándose de este par­ honor del Sagrado Corazón, so ha pro­
ticular muchos son los incorregibles, curado que sea espaciosa y elegante, un
muchos los que tienen ojos y no v e n , verdadero monumento religioso ofrecido
oídos y no oyen, y caminan por el ca­ á D ios por la conversión do innumerables
mino ancho de perdición.
almas. Hízose la bendición ante una ex­
Presentóse un día un mancebo á Jesús traordinaria concurrencia y con inusitado
y le preguntó qué debía hacer ijara con­ esplendor el día 14 do octubre, por el
seguir la vida eterna. « Guarda los man­ lim o. Sr. D on Juan Oagliero, habiendo
damientos, le contestó el Señor. Los he cantado la misa el Itevmo. Sr. Don Búa,
guardado desde mi juventud, replicó aquél, superior general do la Congregación Sa¿qué me falta aún? Jesús le dijo: Si lesiaua.
quieres ser ]>erfecto, vé, vende cuanto
Continuaron las fiestas el 15 con una
tienes, y dalo á los pobres, y tendrás un misa de pontifical del lim o. Sr. Cagliero,
tesoro en el c ie lo : y v e n , sígueme. Y y en los días siguientes hasta el 22 inclu­
cuando oyó el mancebo estas palabras sive con misas y vísperas solemnes, con
se fuó triste; » porque aun cuando de­ inedicaciones conferencias y bendiciones
seaba mucho alcanzar la perfección, esto con el Santísimo Sacramento.
no obstante, la abundada y el amor de
las riquezas que poseía no le permitieron
abrazarlo mismo que quería; así aquéllas
Muchos fueron los Cooperadores sale­
sofocaron sus buenos deseos. Y dijo sianos que aun de Francia ó Italia con­
Jesús á sus discíi3ulos: « En verdad os currieron á la celebración de tan preciosíi
digo que con dificultad entrará un rico fiesta. ÍN’o nos detendremos por ahora en
en el reino de los cielos. » Porque el referir los pormenores de ella; pero muy
afecto á las riquezas le será un estorbo, grato nos es advertir que con realizarse
para que ame á D ios de todo su corazón: esta obra se ha llevado á cabo uno de
le serán ocasión de despreciar al pró­ los deseos más ardientes de D on Bosco,
jimo; pondrá en ellas su confianza; apli­ quien no cesaba de dirigir sus miradas
cará toda su atención y conato á acre­ á la tierra de los santos^ como se la llamó
centarlas y disfrutarlas, y le serán un antiguamente, y quien dos meses antes
fomento x>ara la ambición y los deleites. de su muerte envió algunos de sus sa­
Si, pues, los ricos quieren alcanzar el cerdotes á tomar la dirección do la capilla
reino de los cielo s, es menester que do Battersea.
guarden los mandamientos, que den li­
Dios los ha protegido visiblem ente, y
beralmente y con alegría á los pobres, tras breves años de sacrificios y estre­
que no sean ostentadores y vanos, y que checes Jos regala con la satisíacción de
cuiden de hacerse ricos en toda suerte ver erigida la iglesia que tanto anhela­
de buenas obras.
ban para ganar almas para el Cielo.

L O ]S n D R E S
I g l e s ia d e l S a g r a d o C o r a z ó n

P R IM E R CONGRESO
de los Directores diocesanos de los Cooperadores
de la Pía Sociedad Salesiaoa

Gran placer y consuelo tenemos al
anunciar la bendición solemne é inaugu­
El 12 y 13 de setiembre se celebró en
ración de la iglesia que, en honor del Valsálice, en el Seminario de las Mi­
•'^grado Corazón de Jesús, acaban de edi­ siones Salesianas, junto á la tumba veficar los Salesianos en el barrio de Bat- • nerable de Don B osco, el primer Conlersea en Londres.
¡ greso de los Directores diocesanos do

— 1G6 —
Y. i^orma para las Conferencias Salesianas. Conferencias privadas y
públicas.
V I. Obras religiosas: catecism o, ora­
torio festivo, escuelas.
V IL Vocaciones al estado eclesiástico,
y al religioso.
Y III. Prensa católica. Ediciones Salesianas.
n ó aquí la nómina de los asisten tes:
IX . Juventud abandonada. A silos y
A c q u i. Sr. Canónigo D. Francisco Negroni.
Colegios Salesianos.
I^'oMMano. Moiis. Masera, Vicario General.
X . Norma práctica para obtener auxi­
S a lt ix z o . Sres. Canónigos D . José Savio
lios morales y materiales.
y 1). N. Filippi.
X
I.
Misiones
Salesianas. Cofradías de
S u s a . S. Canónigo D . Domingo Henry.
María Auxiliadora. Obra de María
T o x ’t o i i a . Sr. D . Luis Orione en represen­
Auxiliadora. Id. del Sagrado Co­
tación do Mons. José Kovelli.
razón.
'V c r c c lli. Sr. D. Juan Forrero.
IV o v a r a . Mons. Felice Eossari.
X II. Propuestas varias.
V i g e v a i i o . Sr. Prevosto D. Antonio Oolli.
M ilá n . Sr. D . Pascual Morgauti.
P A L A B R A S D E DOX R U A .
C o m o . Sr. D. Antonio Oasurico.
Sr. D. Furique Noli.
D ióse comienzo á las sesiones con un
M a n t u a . Sr. Arcix)reste D. Cayetano Morbreve discurso del Revmo. Sr. D. Rúa,
tara.
P a v í a . Sr. Canónigo D . Francisco Mariaui. que transcribimos á continuación:
V e n e c i a . Mons. G. A . dei Couti di San
M onseñores R everendísimos ,
Fenuo, Protoiiotario Apost. y Prelado D o­
Señ o res :
méstico de S. S.
C l i io g g i a . Sr. D. Francisco Naccari.
Al darse principio al primer Congreso
P c l l r t í . Sr. Cura D. M. Bordin.
de
los Directores Diocesanos de nuestros
X *oi*logruai*o. M. E. D . Antonio Agnoluto por el Eevmo. Sr. Vicario Capitular Cooperadores creo conveniente advertir
cuál sea la base de cuanto lia de tra­
D . Luis Fiuti.
tarse; esto es, dar á conocer cuál era la
T r e v i s o . Mons. G. M. Pellizzari.
C d i n e . Sr. 1>. RaimundoZorzi por Mons. De idea de Don Bosco con respecto á los
Decuriones Salesianos y á los Directores
Pauli.
V e r o n a . Sr. Grancelli por el limo, y Revmo. Diocesanos de nuestros Cooperadores.
D . Francisco Sereuelli.
Don B osco, como católico sin tacha,
V i c c n z a . Por Mons. De Luchi D. A . Na- procuraba constautemeute sostener la au­
varotto.
toridad del Vicario de Nuestro Señor
S c l i i o . Sr. Don Antonio Santacatteriua.
Jesucristo. Si se observan sus escritos,
V e l o d ’A s t i e o . Sr. D . Guillermo Santa­
bien se advierte que no pierde ocasión
catteriua.
de exhortar á los fieles cristianos á unirse
C c n c d a . Mons. Andrés Carpené.
estrechamente al Sumo Poutíüce. Y puesto
M ó d e n a . Sr. Sante Ferrari.
que el Padre Santo ejerce su autoridad
Sr. 1). Emilio Cottafavi.
])or medio de los arzobisi>os y obispos,
Keiáuxiu». Mons. Luis Baldi.
l* a r m a . Sr. Doctor I). Carlos Baratía.
Don Bosco alentaba á los fieles á la su­
I t o r g o S . ü o n n i n o . Sr. Vicario D . José misión y deferencia á los diocesanos.
Bolzoiii.
Más a ú n : pues los obispos ejercen su
autoridad por medio de los ])árrocos, Dou
PRO G RAM A.
Bosco recomendaba la unión con éstos.
Tal era su regla de conducta, y tal la
Las materias de que so trató durante norma de que siempre se sirvió para la
el Congreso fueron las siguientes:
asociación de los Cooperadores Salesianos.
I. iíirectores Dioccíyuios.
Desde los orígenes del Oratorio tuvo
II. D ecuriones; su elección; su campo Don Bosco algunos «auxiliares, que eran
de acción.
conocidos con el nombre de bienhechores
III. Juntas Salosianas. Reuniones de del Oratorio de San Francisco de Sales;
las Señoras Cooperadoras.
mas á medida que se fueron desarrollando
sus obras, el Señor le fué enviando mayor
IV . Cooperadores: su inscripción.

nuestros beneméritos Oooperadores de
Italia. La recepción ^ne allí se les bizo
por el Revmo. Sr. Don Rúa y demás
Superiores de la Congregación Salesiana
fuó la más cordial y atectuosa; y los
días i)asados en las sesiones que se veriflcaron quedarán inolvidables en- los
anales de nuestro Instituto.

— 1G7 —
número de auxiliares, ora eclesiásticos,
ora seculares, que con piadoso celo y
abnegación singular se consagraron al
bien de los niños liuérfanos y abando­
nados. Lleno de gratitud la más viva
hacia e llo s , no cesaba D on Bosco de
expresarles su reconocim iento, ya con
obsequiarles algún libro ú objeto de de­
voción, ya con saludarles en el día de
pascua ó de sus aniversarios; pero como
esto no le pareciera suficiente, volvióse
á Su Santidad Pío I X , que tanto le
amaba, para suplicarle que concediera
especiales indulgencias á sus bienhecho­
res. Y como el número de éstos siguiese
en aumento, creyó conveniente formar
una especie de socied ad : de aquí el
origen de la Pía U nión de Cooperadores
Salesianos, para la cual redactó un regla­
mento especial, que presentado al Sumo
Pontífice mereció su aprobación y aplauso
y favoreció á todos sus miembros con
muy señalados beneficios espirituales.
Como fuera menester que los Coope­
radores de los diversos lugares se cono­
ciesen y uniformasen sus trabajos, Don
Bosco nombró Decuriones y D irectores,
aquéllos para las parroquias y éstos para
toda una diócesis.
Tratándose de la elección de unos y
otros, tuvo particular cuidado, conforme
á la idea antes enunciada, de nombrar
generalmente como Decuriones á los Pá­
rrocos y de Directores al Obispo D ioce­
sano ó á uno de sus representantes. A sí
los Cooperadores Salesianos forman, según
la intención de D on B o sco , como una
falange unida á los pastores del S eñ or,
y trabajan armónicamente en promover
la gloria de Dios, difundir el reino do
Cristo y salvar almas.

S E S IO N E S . -

S U F R A G IO S .

Desarrolladas por D on Eua las ideas
anteriores, pasóse á la discución de las
materias señaladas en el Programa. Ce­
lebráronse cada día dos sesion es: una de
las 9 1[2 a.m. á las 12 m. y la otra de
las 6 á las 8 p.m.
BTo siendo posible dar en un boletín
como éste una relación completa de
cuanto con gran celo y discreción se trató
en tales sesiones se escribirá un cua­
derno con la cuenta exacta de los tra­
bajos del Congreso, para que sirva de
guía á los Directores Diocesanos y D e­
curiones Salesianos.

Excusado es decir que en tan impor­
tante reunión se hicieron m uy preciosos
recuerdos de las enseñanzas de D. Bosco.
Y tanto para honrar su memoria como
la de los D irectores, Decuriones y Coo­
peradores difuntos celebróse una misa
solemne de pontifical porMons. dei Couti
Sanfermo, junto á la tumba de D. Bosco.
La ceremonia fué solemne y conmo­
vedora.

HOMEKAGE. - ADIOSX o era posible dejar do honrar do una
manera particular al primero de los Coo­
peradores Salesianos, al principal y más
ínclito bienhechor do Don Bosco, al Sumo
Pontífice reinante. Tanto en la primera
como en las deiujís sesiones del Congi-eso
hiciéronse recuerdos de sus sabias ense­
ñanzas, y antes de terminarlas enviósele
un saludo con la exx^resión más viva de
admiración, afecto y sumisión profunda,
á la vez que una ofrenda para el 01)olo
de San Pedro.
D ióse término á las sesiones con un so­
lemne Te Deum y con la bendición del
Santísimo Sacram ento, y los miembros
del Congreso se retiraron altamente com­
placidos de la obra efectuada, y entre
las aclamaciones más sinceras de afecto
y reconocimiento.
TlU li.l.K I I I iH .I ::! M : l I I I I.

:li:lu i l>

lU ! I I I I I |:.ll.llillllM i:llll

á seis Cooperadores Salesianos
Su Santidad León X III, que tantas y
tan repetidas muestras de bondad ba
dado al Instituto Salesiano, ha tenido á
bien honrar singularmente á seis de
nuestros amados Cooperadores, dando la
cruz de la Orden del Piano á los señores
D. Luis Kavizza, D. Luis Eumi y D. Pablo
Zampi de la ciudad de ürvieto, y la de
la Orden de San Gregorio Magno á
D. Santiago Cucco, de Biela, D. Gastón
Fabre, de Francia, y D. A ngel Lascurain, de 3Iéjico.
La cruz de la Orden del lejano.

El lim o. Sr. Obispo de Orvieto Mon­
señor Bucchi A cciv a , encargado por Su
Santidad de poner en manos de los se-

— IGS —

flores expresados la cruz de la Orden del
Piano, celebró el 13 de julio en su, pa­
lacio episcopal una reunión solemne en
la cual se hallaban presentes los perso­
najes más distinguidos, caballeros y se­
ñoras do la ciuflad, y después de saludar
á todos y expresarles el objeto de su in­
vitación, díjoles que excusado era hacer
el elogio de los señores á quienes Su
Santidad honraba con tan señalada dis­
tinción; pero que convenía recordar que
la cruz de la Orden del Piano es una
de las más estimables (jue la Santa Sede
concedo á los personajes beneméritos de
la religión y de la patria. Leídos los
Breves en que se hacía mérito de los
servicios que tanto enaltecen á dichos
señores, dió las gracias, en nombre propio
y en el do sus compañeros, el señor Don
Luis Puiiii con un discurso lleno do sen­
timientos de afecto y devoción á Su
Santidad y al Obispo diocesano.
Luego el Héctor del Seminario, el Pres­
bítero Salesiano 1). IMateo Ottouello fe­
licitó cordialmcnte á los nuevos caballeros
á nombre do todos los Salesianos, ó hizo
un elogio ciimpliilo de ellos, como quiera,
dijo, que la alabanza es excelente cuando,
como en el caso presente, hay méritos
(pie la juztificaii, á la manera que San
Pablo y los Santos Padres se servían de
(‘lia : L a m propter egregia facta aiiget ciqyi(Utatcm ad ‘uieliora (1).
Expresó en seguida la razón del desa­
rrollo prodigioso que la Obra Salesiana
alcanza con gran contento de los buenos.
« Los Salesianos se consagran fielmente
a la misión que D ios les ha confiado; y
atendido su número, y sus débiles fuerzas
y su juventud, dicho sea no tan sólo en
lionor do la verdad, sino in‘iucipalinente
l)ara gloria de Dios, los resultados corresX)onden á los trabajos harto im^jor do
cuanto fuera de esperar. La suerte do los
Salesianos es manifiesta: ellos no descien­
den solos al campo de acció n , sino cir­
cundados y sostenidos de iminerosas y
escogidas filas de Cooperadores, las cuales
ya preceden como avanzadas á la Obra
Salesiana, para prepararle el camino, ya
la acompañan y retuerzan con subsidios
y oportunos consejos; nos dan á conocer
donde no somos aún conocidos, y con su
caridad industriosa nos traen auxiliares
donde ya se nos conoce. Casi no hay
ciudad, ni villa, ni aldea en Italia que
(1) S. Jvixn Cm«ííit)Hio.

no tenga algunos Cooperadores, y to­
dos ellos como afluentes de un río ge­
neroso van regando con las aguas de la
caridad á la inmensa familia salesiana, y
mientras más c'tecen dichas aguas más
se extiende la íicción salvadora ya entre
los niños pobres y abandonados, y a entre
los salvajes de Patagonia y Tierra del
Fuego. E l Ooo])erador que no tiene cau­
dales tiene la llave misteriosa de los te­
soros del cielo, la oración con la cual
alcanza un rocío de gracias, que valen
mucho más que todas las industrias hu­
manas, porque escrito está: Deas ijicre*
meniiim dat. Bien conoció Don Bosco la
importancia, digo m al, la uecesidad de
los Cooperadores en la Obra Salesiana;
porque los Cooperadores y los hijos de
Don Bosco forman un solo cuerpo, y mo­
vidos por el mismo espíritu trabajan en
la medida do sus fuerzas en la viña del
Señor.
Vosotros con el Ilusti’ísiino Sr. Obispo
habéis i)rox)orciouado una casa á los Salesiauos en esta ciudad, y un asilo para
los pobres de quienes seréis como los
ángeles visibles y los pathes adoptivos.
'No caerán vuestros sudores en tierra in­
grata; si los Salesianos algo han here­
dado de su Padre es el vivo reconoci­
miento por todo beneficio. Y vuestros
beneficios serán semillas bendecidas para
esta ciudad, (lue tanto ha menester do
mirar por la educación do la n iñ ez;
vuestros beneficios serán de consuelo á
vuestra patria y de gloria imperecedera
X)ara vosotros mismos...
Leyóse á continuación un hermoso so­
neto dedicado á S. S. León X II I y luego
el Ilustrísimo Sr. Obispo obsequió do mil
maneras á todos los concurrentes.
Lia Cruz <le San Gregorio ^Lagno.

U na ceremonia no menos agradable y
hermosa tenía lugar en Turíii el día 24:
de !Mayo, en que se solemnizaba la fiesta
de !Muría Auxiliadora.
Estando á la mesa salesiana el Eevmo.
Sr. David dei Oonti Eiccardi, Arzobispo
de Turín, el Ilustrísimo Sr. Basilio Leto,
obispo de Samaria, el lim o, Sr. Cagliero,
obispo de Magida y Vicario de la Patagouia. y muchos otros jiersonajes de los
mas eminentes de la capital del Piamoute, Don Eiia hizo dar lectura de los
Breves en que S. S. León X II I confería
el título de Caballeros gran cruz de la
Orden de San Gregorio Míigno á los se-

— 170 —
ñores D. Santiago Cucco y D . Gastón
l^'abre.
líl Sr. Cucco, arquitecto de Biela, fuó
quien con suma pericia dirigió los tra­
bajos de la iglesia del Sdo. Corazón en
(toma, ó hizo el plano del A s ilo , anexo
íi (lidia iglesia, para 500 niños; diseño
(pío mereció completa aprobación de Su
Santidad.
El Sr. Fabre, abogado francés, es uno
de los miembros más activos de las Conroroncias de San V icente do Paúl, sostén
de todas las obras de caridad en N iza y
biclio(dior generoso de la Obra de Don
Bosco.
Igual honor fuó acordado al señor Don
A ngel Lascurain, miembro muy celoso
de las obras de beneñcencia de M éjico,
sti^ l)atria. Lleno de compasión por la
ninez pobre y desamparada, pidió á Don
Boseo tuviese á bien mandar algunos de
sus hijos á fundar en aquella cai)ital un
asilo seimíjaiite al del Oratorio do Turíu.
Mas como no pudiera conseguir tan
pronto la realización de su deseo, en 1890
adcpiirió un local donde reunió unos
treinta huerfanitos, y conftando la direc­
ción provicional á un distinguido sacer­
dote, lo inauguró con el nombre de Casa
iSalcsíana. Sólo el año pasado pudieron
ir allí nuestros hermanos; y bien saben
nuestros lectores la espléndida y afec­
tuosísima acogida que el Sr. Lascurain
les hizo, y cómo continúa sirviéndoles
de conseiero, amigo ó infatigable bien­
hechor. ih iéle enviada oportunamente á
Méjico la cruz con el Breve correspon­
diente.
A los señores arriba indicados les cupo
todavía el honor de que se las diera el
Jtevmo. Sr. Arzobispo de Turíu, después
do i)ronunciar un elocuente discurso, que
fuó saludado con nutridísimos aplausos.
D ígnense todos estos señores recibir nues­
tras más sinceras congratulaciones.

FR A N G IA
NAVARRA.
I.a Colonia agrícola Salcsiaiia.

En la Navarra, eii el cantón de Hyéres,
el llustrísimo Obispo de Fréjus y de Tolón,
ISLons. Terris, se dignó coutiar en 1878 una
l»ropk‘d;ul agrícola á loa Salesianos. Llámase
Asilo de ¿San José y mide -00 hectáreas.

Cuando los Salesianos tomaron posesión de
ella, hallábase inculta y abandonada, y no
tenía más habitación que una choza estrecha
y humilde en sumo grado. A Dios gracias,
que ha bendecido los trabajos de sus sier’
vos, y hoy tenemos el gusto de presentar
una lámina en que se reproduce la casa re­
cientemente fabricada con las limosnas de
nuestros bienhechores, y en la cual pueden
ya albergarse algunos centenares de niños,
que junto con aprender á cultivar Ja tierra,
sembrar, cuidar viñas, hacer ingertos, etc., reci­
ben educación cristiana y la instrucción que
comportan sus alcances y ocupaciones.
Son sobre todo satisfactorios los resultados
obtenidos en el cultivo de las viñas; y ya
han merecido una medalla de plata con sin­
gular encomio de la Sociedad Agrícola del
Varo.
No han dejado de presentarse allí niños
de no común ingenio y de excelente índole,
en los cuales se ha manifestado además una
marcada vocación al estado eclesiástico. Es­
tos, pasando á otros colegios salesianos, han
ingresado más tarde en el gran noviciado
salesiano de Francia, donde se preparan á
recibir las órdenes sagradas.
Mas el trabajo de la Colonia Salesiana de
Navarra no sólo es de gran provecho á los
niños pobres sino también á los aldeanos de
la vecindad; porque teniendo allí los Sale­
sianos una iglesia prestan sus servicios espi­
rituales á numerosa concurreucia.

HOTICIÁS DE NUESTRAS MISIONES
TIEEEA DEL PUEGO.
P u n taren aa, 17 de m arzo de 1893.
B e v m o . S u . D. R ú a :
Ayer llegué de la Isla de Dawson, en la
Tierra del Fuego, después de haber pasado
más de un mes de peligros y fatigas. II
objeto principal de mi viaje fué el de buacir
uu lugar á propósito para la ñmdacióu (e
una nueva Misión. Dictados con el E. ?.
Beauvoir los ejercicios espirituales á nu®tros üermauos y á las Hermanas de Maía
Auxiliadora en la ]\[isión de San Rafael ,y
hechos los preparativos necesarios, partí m
nuestro pequeño barco acompañado del 5.
P. Beauvoir, de los coadjutores Ferrandcé
Ibáñez, del joven Cesarlo Villalobos y le
dos indios, uno ya bautizado, Luis, y oro
todavía catecúmeno, Octavio. Luis hala
bien el español y el yagan, y regulármete
el ona. Octavio, que es ona, entiende, pro
no habla el español, y vino como prácico
para ponernos en relación con los onas .el
centro de la Tierra del Fuego.



171 —

Desembarco en la Tierra del Fuegro.

El 15 de febrero, á las tres de la tarde,
desembarcamos con todo nuestro equipage:
tiendas, víveres y nueve caballos, y acam­
pamos en la falda de la montaña cuya cumbre
se llama ÜVbsepie. Es el principio de una cadena
de montanas que se extiende á lo largo del
canal del Almirantasgo y se une á la del
canal de Beagle donde se alzan ios montes
Darwin y Sarmiento.
Nuestras provisiones consistían en dos
sacos de galletas, dos kilogramos de pasta,
azúcar, café y un poco de arroz , carne y
pescado; esto para nosotros, como también
una pequeña tienda para pasar la noche y
repararnos de las aguas lluvias. Para los
indios llevábamos tres grandes sacos de cu­
biertas de lana, medallas de María Auxilia­
dora y algunos rosarios. Teníamos también
altar portátil para celebrar misa.
A. caballo. —Primee día de marcha.

El 16 nos levantamos á las cinco y hecha
la meditación, en tanto que el li. P. Beauvoir decía misa, se rezaron las oraciones de
la mañana y luego el rosario mientras yo
celebraba. Á poco, encillados los caballos,
nos pusimos en marcha. Nuestro objeto era
encontrar paso para llegar al río que desem­
boca al norte del Cabo Peña; pero no fuó
posible á causa del tupido monte virgen y
tle los grandes paútanos. Keconocido que
hubimos la imposibilidad, nos dirigimos al
oriente. En el primer día de camino. Octavio,
encargado de llevar la carne sobre su ca­
ballo, la perdió, y cuando en la tarde ad­
virtió lo ocurrido, manifestóse muy triste
por ello. Le animamos, dioiéndole que poco
importaba y que Dios proveería, no siendo
el caso de volver á buscarla, pues habría
sido punto menos que imposible encontrarla
y habríamos perdido un tiempo precioso. En
la noche hicimos alto en una llanura donde
cinco años atrás había encontrado dos fa­
milias de indios. La lluvia y el viento sud­
oeste habííiu hecho más penoso nuestro ca­
mino, y así después de hacer una cena y
recitar Juntos las oraciones de la noche nos
echamos á dormir en nuestro lecho, -que con­
sistía en un cuero de oveja, una piel de
guanaco y dos cubiertas. El sueno fué tran­
quilo, pues los indios en tal época del ano
se hallan ocupados en la caza del guanaco,
en el centro de la isla. Luis y Octavio se
acostaron cerca del fuego que tuvieron enceadido casi toda la noche, según el uso de
los Yaganes, como que en los bosques del
ardiipiélago tienen leña en abundancia.
Una cena providencial.

En la mañana del 17 continuamos viaje
hada el sud-oeste, teniendo á derecha mon­
tañas y bosques en un terreno muy ondu­

lado é infestado de ratones y de talpas, á
las cuales llamau tucu-tucu. loa campesinos
de la República Argentina y eururu los de
Chile. Son de color gris, grandes como ratas
y pertenecen á la familia del conejo. Los
Indios las cazan fácilmente en abundancia,
las asan sin quitarles la piel, y, bien que
sean una plaga para los campos, son para
ellos un bocado apetitoso; no asi para noso­
tros que aun no hemos podido voiicov la
repugnancia á esta clase do animales. Cami­
namos hasta las o l\'2 viendo constautomouto,
ya á derecha, ya á izquierda humaredas qtie
hulicaban la presencia de los salv'ajos. Pero
como nuestro ñu principal era llegar presto
al Río Grande, para determinar el lugar
conveniente para el establecimiento de la
nueva Misión, no pmlíamos por ahora ocu­
parnos en atraer á los Fueguinos que hallá­
bamos á nuestro paso, seguros como estamos,
|)or otra parte, de que apenas fundada
nuestra casa vendrán á refugiarse á ella.
En la tarde nos detuvimos en un bosquecilio junto á una laguna. Colocada nuestra
tienda y encendido el fuego, pensábamos en
preparar la comida: un poco de arroz, otro
poco de grasa y una cebolla era todo lo que
teníamos para echar en la olla, ilabíamos
visto en el día un guanaco, pero á nuestro
cazador Ibáüez no le fué posible acercárselo.
Parecía, pues, que nuestra comida á más de
escasa debía ser de vigilia. Pero nuestros
dos indios estaban razonando entre sí. Yo
quiero carne, le decía Luis á Octavio, y
éste, sintiéudo haberla perdido, le indicaba
la laguna, donde se veían algunos patos
salvajes. Sin más ni más ambos corren á la
laguna. Comprendimos su intento, y Emilio
Ibañez y Cesarlo Villalobos, acompañados de
tres perros que llevábamos, los siguen, y á
poco vuelven con once patos que, de cortas
plumas todavía, no podían volar. ¡Qué bueno
es Dios! que do tul modo acudía á sus ser­
vidores. Grande fué la alegría general y
particularmente la de Octavio y Luis. La
comida, ó más bien cena, fué muy lionruda
como excelente, y luego recitíwlas bis ora­
ciones tomamos reposo, teniendo cuidado do
alternarnos en hacer la guardia.
Ta g;unr<lia contra I oh Nal vajes.
Acampamento —Un cacíc|ue.

Hacer la guardia por la noche es acá in­
dispensable, como quiera que es menester
tratar de evitar cualquier sorpresa de los
indios, quienes podrían robarnos algún ca­
ballo ó matarnos con sus flechas por haber­
nos atrevido á llegar á sus dominios. Los
salvajes tienen ideas extrañas sobre la i>ropiedad: cazan pájaros, guanacos y zorros
en sus campos, donde no puede entrar per­
sona alguna de otra tribu, y el llegar á
ellos de improviso es una como declarjición
de guerra.

— 173 —
Buscábamos los orígenes del Bío Grande,
nadando siempre al sud-este, pero en esta
<tírección se extendían bosques interminables,
(le manera que sólo después de seis días de
marcha á (jabalío, por valles y colinas mi­
nadas por las tali)as, llegamos, el 22 de fe­
brero, á su nacimiento, á unos cuarenta ki­
lómetros del mar.
Lo.s luimos que el día anterior habíamos
visto no lejos (leí camino nos indicaban los
lugares preferidos por los Onas parala caza.
Pasamos el río y á las tres de la tarde nos
detuvimos en una isla abundante en pasto
y algunos robles, que eran los últimos que
habíamos de encontrar. Luis distinguió á
poca distancia un grande acampamento de
indios, y animado á llegar allí con Octavio
y manifestar á los salvajes el objeto de
nuestro viaje, le recomendé los advirtieran
(jue no viniesen ó nosotros en la noche,
])orque nuestros perros los podrían dañar,
sino hasta la mañana siguiente, que serían
muy bien recibidos.
Luis y Octavio vistieron una piel de gua­
naco y partieron.
JLntretanto el R. P . Beauvoir y yo nos
pusimos á visitar la isla y á buscar camino
por donde continuar viaje al día siguiente.
Llegaron nuestros indios al caer la tarde,
acompañados do otro in d io, capitán ó ca­
cique do aquella tribu, cubierto con una piel
y ensangrentadas las piornas.
Dos días antes había trabado combate con
los indios de otra tribu y había perdido dos
(le los suyos. Ahora al ver nuestro fuego
habíase figurado que aquella tribu enemiga
liubiera vuelto á librar nueva batalla; pero
luego que supo i>or nuestros indios que éra­
mos gente do paz, que nos brindábamos por
amigos suyos y estábamos dispuestos á de­
fenderlos de quienesquiera que tratasen de
hacerles daño, vino alegre á nuestra tienda.
No aceptó la sopa, ni la galleta que le ofre­
cimos, pero sí un pedazo de pato asado,
que comió con mucho gusto. Luego le regaló
dos manías de lana y le puso al cuello una
medalla de Jtarfa Anxilimlora; le prometí
pagarle al día siguiente la v ii^ a , y so ro
tiro. Con todo no dejamos de estar alerta
durante la nocdio.
Una tidlm india an nuestra Honda.

A la mañana siguiente, mientras hacíamos
nuestra meditación, comenzaron á llegar in­
dios, que fueron recibidos al rededor del
Alego que habíamos hecho. Colocáronse en
orden, hombres, mujeres y niños, mirando
ni altar, y comencé á celebrar m isa, que­
dando Luis encargado de procurar que los
indios guardaran silencio, al mismo tiempo
de asistir á ella. Santiguóse Luis al princi­
piar el Santo Sacrillcio, púsose á rezar el
rosario, y de tiempo en tiempo volvíase á
los indígenas, como diciéudoles: Yo conozco
todo esto.

Concluida la misa y acción de gracias,
vino á mí el cacique y me ofreció una piel
(le guanaco, que aceptó con particular agra­
decimiento. Renovamos nuestro pacto de
amistad y acercándose los demás indios re­
galó á cada uno de los hombres y mujeres
una cubierta de lana y una medalla de María.
Concluido esto, ensillamos nuestros caballos,
retiramos la tienda, y, mientras los indios
observaban con gran curiosidad nuestros
movimientos, para inspirarles mayor con­
fianza, montó á las ancas á un indio de
diez años y le paseó cerca de ellos, lo que
les agradó muchísimo.
Una visita al acampamento indio.

Cuando estuvimos preparados, quisó Fer­
rando manifestarles la fuerza de las armas
que teníamos para la caza y i)ara defender­
los, disparando algunos tiros de escopeta.
IMucho se maravillaron los indios; y luego
en viaje tomaron ellos por un sendero y
nosotros por un camino más largo, pero más
á propósito para los caballos. Pasados unos
tres cuartos de hora, estábamos en medio
de la tribu am iga, donde habían quedado
los ancianos y los niños en número de 52.
D i á cada uno una cubierta y una medalla
de María Auxiliadora; nos entretuvimos
un rato con ellos, y prometiéndoles volver­
los á ver, nos disponíamos para partir cuando
vimos llegar un salvaje que se arrastraba
difícilmeute, por tener muerta la parte infe­
rior de una iiierna. Le habló de muletas, le
expliqué el uso que se hace de e lla s , y lo
prometí obsequiarle más tardo un par. Tanta
couüanza logramos inspirar á los indios,
que uno de ellos de catorce años se animó
á acompañarnos, trayendo todo su haber,
esto es un arco, algunas Hechas y la manta
que le habíamos dado.
Al despedirnos de ellos, fueron tan expre­
sivos que todos querían darnos un recuerdo
de su am istad: quién arcos, quién flechas,
y hasta las mujeres sus brazaletes de conchas.
Contiimacion del viaje.

Partimos, por fin, contentos de haber dado
algún consuelo á esta g en te, mucha parto
de la cual nos acompañó hasta el río. TJii
cuarto do hora después los perdíamos de
vista, llevando con nosotros al niño mencio­
nado á quien pusimos el nombre del santo
del día, Beiücio, como qne estábamos á 23
de febrero. El muchacho no cabía de gesto
de hallarse con nosotros. Era un día fr:o y
de gran viento : habíamos llegado á un valle
siiibosque que nos sirviera de reparo, y donde
hubimos de pasar la noche. Muchas veces
despertó con la idea de que se presentaran
indios: los demás dormían tranquilaminte,
salvo el R. P. Beauvoir que uo pudo corrar
los ojos en toda la noche.
A l día siguient(3 nos levantamos temprano

— 173 —
y hechas nuestras prácticas de piedad, contiuuamos el viaje, recomendando á Benicio
que nos guiara al mar por el camino más
breve; mas pasadas dos horas, como obser­
vara la brújula, advertí que había tomado
hacia el norte, frente al cabo Siinday, quince
millas al norte del Cabo Peñas, y conocido
el error tomamos hacia el sur.
El R. P. Beauvoir sintiéndose muy cansado,
manifestó el deseo de reposar un poco , ad­
virtiéndome que podíamos seguir adelante y
que hallado el camino podía uno de los
nuestros volver á indicárselo. Le dejamos ,
pues, junto á una laguna en la cual había
immensa cantitad de patos, y al dar vuelta
á la derecha de una próxima colina uno de
los nuestros grita : J?idíos, indios. En efecto
vemos huir y ocultarse tras las ramas tres
indios. Nos adelantamos y, á unos cien
metros de distancia del lugar en que se ha­
bían escondido, Luis les gritó diciéndoles
que íbamos de paso, que nada temiesen.
Alzóse entonces uno y luego otro : eran tres
indias, una de las cuales llevaba un niño
sobre las espaldas. Nos dijeron que andaban
recogiendo le ñ a , que los hombres andaban
en la caza, y que por allí no había indios.
E n c u e n t r o d e u n a t r i b u p e li g r o s a .

Proseguimos la marcha subiendo la colina
y divisamos ti-es ó cuatro ludios más; luego
una de las indias que nos había seguido se
pone á gritar que nos detengamos, que por
aquella parte toparíamos con muchos indios
que nos matarían con sus flechas. Siu hacer
caso continuamos caminando, y á poco nos
hallamos fteiite á una tribu batalladora.
Mandé adelante á nuestros indios para que
les aseguraran que éramos gente de paz.
Diércnles crédito y nos acercamos y saliy
damos. Su número crecía poco á poco: mi­
raban con iutércs nuestros caballos, y sus
movimientos en torno nuestro no me permi­
tían tener bastante conliauza en ellos. Les
di galleta, que aceptaron y comieron, alguiutó
cubiertas, particularmente á los jefes, y Luis
les dió á conocer el objeto de nuestro viaje
y nuestro deseo de fundar casa, iglesia, ser
amigos de los indios, darles abrigo, ali­
mentos, etc., do lo que se mostraron muy
contentos. Como les preguntara entonces si
conocían el Río Grande, mé dijeron que no
distaba diez millas de allí. Sabía yo que á
la margen derecha del río, cerca del Atlán­
tico, el ingeniero inglés Julio Poper había
edificado una pequeña casa para ver si por
allí había oro, y que «lespués la había aban­
donado. Les pregunté si dicha casa existía
aún y nos contestaron que la habían que­
mado para calentarse. Luis Ies manifestó que
habían hecho mal en ello; que nosotros edi
ficaríamos y que caro costaría al que nos
hiciese daño.
Conversábamos con los indios cuando v i­

mos venir á lo lejos al R. P. Beauvoir con
Octavio. Petlí entonces á Ferrando que
hiciera dos disparos de carabina , aparente­
mente para demostración de alegría, pero
en realidad para manifestar á los indios
que teníamos cómo defendernos si se nos
atacaba.
Llego á nosotros el R. P . Beauvoir, y
supe más tarde que estos indios habiéndo­
nos visto en la tarde anterior habían que­
rido robaruos algún caballo durante la noche;
pero que no habían podido conseguirlo por
hallarse atados muy cerca de nosotros, y custo­
diados por nuestros perros.
L u g a r A p r o p ó s ito p a r a la n u e v a
Misión.

El día lio llegamos á la ribera izquierda
del río, donde nos cayó un poco de lluvia.
Era sábado, reposamos el domingo y visita­
mos el sitio que nos pareció conveniente
para la nueva Misión. Situado cerca de un
lago, como á quinientos metros del río, está lla­
mado á ser el puerto principal de la Tierra
del Fuego, como Río Negro lo es del terri­
torio patagónico.
El lunes visitamos detenidaineiite la parto
vecina al Río Grande, río llamado así por
ser el mayor de la Tierra del F uego, tanto
por suextensióucomoi)orelcaudal desús aguas.
Corre de occidente á oriente, incliuándoso
algo hacia el norte, cinco millas antes de
desembocar en el A tlántico, once millas al
sur del Cabo Sunday y cinco ó seis al norte
del Cabo Peña. En la
mide tres metros
de hondura en la baja marea y hasta nueve
en la alta. La marea es sensible hasta á
cinco millas del mar. Los peces entran abun­
dantemente durante la marea alta y no pocos
quedan en lo seco cuando aquella baja. El
mar tiene buen fondo y es sulicieutemeiite
cómodo y reparado en esta orilla. Los bos­
ques distan unos cuarenta kilómetros bacía
occidente, y unos quince hacia el sud. Cr«‘0 ,
pues, que el lugar es el más á propósito
para la fundación proyectaila.
Los Onas son bien formados y capaces «lo
qualquiera instrucción. Quiera Dios que po­
damos pronto trabajar en provecho do estos
pobres salvajes y mostrarles el camino del
cielo.
Concluido el objeto de nuestro v ia je , pa­
samos á la bahía de San Sebastián... Ahora
me prometo pasar la fiestas de Semana Santa
en Pimtarenas.
Reciba, Revmo. Sr, los más respetuosos y
cordiales saludos de sus hijos de la Tierra
del Fuego y dígnese bendecirlos.
D e Y . R.
A fm o. en J , O.
J osé

F agnano

Prefecto Apostólico.

— 174 —

República Argentina,
Corral-C hico, 28 de ju lio de 1893.

R b v .m o 8 b . D on E u a ,

Estamos en Oorral-Cliico á 25 legaos más
arriba de BalclieUi. Loa Bautismos ya llegan
á 53 casi todos de ludios, penueiíos y adul­
tos. Entre otros se cuenta uno de 80 anos,
que se bautizó y casó después de muchos
años de resistencia. Nos queda todavía mucho
que andar autos do llegar al Chubut. Ma­
ñana, si Dios quiero, entraremos en los cam­
pamentos de ludios, pero como se hallan
diseminados en varios puntos distantes, nos
duran bastante que hacer para verlos á todos
y hacerles el bien que deseamos.
Pida á Dios bendiga esta Misión , pues
aquí es el caso de repetir con la Sagrada
Escritura :
Dominm aedijicaverit domum,
invanum labomvcnmt qui haedijieant eain. La
conversión de los Indios es sin duda obra
grande, más sólo Dios la puede llevará cabo.
Acabo de esperimeutar un gran consuelo.
Esta mañana ocho mozetones bautizados ano­
che recibieron la Santa Comunión y Confir­
mación de un modo edificante. Se va no­
tando cada vez más, entre los Lidios de la
Patagonia, y particularmente entre los de
raza Araucana oriundos de Chile, una pro­
pensión, casi diría natural al cristianismo.
Lástima que no tengamos los elementos para
atraerlos más pronto.
Esporo que llegando nuestro querido Mon­
señor Cagliero, traerá do Europa nuevo con­
tingento de personal. Convendría establacer
reducciones en los puntos más poblados,
donde la acción continua de maestros y de
misioneros celosos madurara la mies.
No me detengo en escribirle las peripecias
de esta Misión; pues sería cosa larga. Por lo
general hemos debido dormir al raso,' y
nuestro alimento ha sido conforme á nuestra
humilde camaj pero Dios ha compensado
los trabajos con grandes consuelos.
Sin más por ahora le saluda con el mayor
afecto su
A. U, y 8.

Entonces, por consejo de la Sra. D* García
de Sosa, le puse al cuello una medalla de
María Auxiliadora, y esta buena señora le
rezó una novena para alcanzar la curación
de mi amada enferma.
A los tres días de la novena la niña em­
pezó á mejorar, tomó alimento, que ya no
podía tomar, y está ahora completamente
fuera de peligro.
México, 10 de agosto de 1893.
Cooperadora M á e o i a l a P a l o m a r e s .

SA NTA NDER

Oratorio de Don Bosco. — (De L a Atalaya),
El salón donde acaba de celebrarse la dis­
tribución aimual de premios en el Oratorio
de pon Bosco simboliza perfectamente las
aspiraciones en Santander de la hermosa
institución de los Salesianos. Muy espacioso
y muy humilde, pobremente decorado, con
una rota y pequeña bacobrada por única
alfombra, y desnudas las paredes, aquel sa­
lón está en armonía con todas las obras cris­
tianas, y especialmente con la de D. Bosco :
su graudeza índica que allí pueden entrar
todos, y su humildad, que la solicitud de
los Salesianos atiende por modo particularí­
simo á los pobres.
Pobres, muy pobres son los alumnos que
ayer, rodeados de elegantes damas y de al­
tas gerarquías de la Iglesia, de la fortuna
y del talento, recibieron en premio de su
aplicación y de su virtud, ya el diploma que
acredita sus progi*esos en el estudio, ó el li­
bro recreativo que ha de estimularies á la
lectura, ó las herramientas del teabajo, ó las
prendas de vestir, de que tanta necesidad tie­
nen. Y que eran en gran número, no hay que
decirlo. Un ano hace que vinieron los Salesiauos, y, sin anuncios pomposos, han con­
gregado en torno suyo centenares de pár­
vulos y adolescentes j y, sin dinero, sin más
recursos
que los de la caridad, han podido
D o m in g o M Í l a n e s i o .
dar albergue y comida á muchos ó iniciar
brillantemente su insti’uccíóu y educación.
Y si las condiciones de la casa lo permitieran aquellos centenares se duplicarían y
Estando mi hijita enferma, recurrí al Sa- triplicarían como por encanto, con sólo dejar
grade Corazón do Jesús y á la Sma. Virgen, entrar á la multitud de niños que se agru­
pan á sus puertas demandando un puesto
en las tres advocaciones de los dolores de que
no hay.
guadalupe y do Jfaría Auxiliadora, y aun
Si no hubiera otras pruebas, este hecho
ju) acababa el triduo cuando mi hijita, á
mostraría por sí sólo la necesidad de los SaDios gracias, se puso buena. -S. U. 8.
M K urE nE s E g u ía d e G ó m e z . lesiauos en Santander, al mismo tiempo que
pone de relieve las simpatías v el cariño coa
16 (Í6 agt'sto de I8í13.
»iue el público obrero los ha recibido y res­
• •
ponde á su llamamiento.
Yo inft'ascrita tenía mi hija Angela de
Pero no es extraño. Los que conocen á
12 años gravemente enferma ‘de meningitis estos benditos hijos de Don Bosco, saben
al imnto que los médicos declararan muy di- que poseen, sin duda alguna, el secreto de
ñcii su curación.
hacer milagros. Galopines y granujas, al mes

Gracias de María Auxiliadora.

— 175 —
<le est-ar los Salesianos, se transforman de tal
modo que no parecen íos mismos: llevan con
gusto la disciplina; pierden los instintos pica­
rescos y la mala intención, y trabajan, y estu­
dian, y aprenden y dan ejemplo. Y cuenta que
en los Salesianos no hay gollerías , ni en
la mesa ni en ninguna parte.
Uno de esos milagros, sabido de todos, es
la organización de la cbarauga. Tres meses
no más hace que llegaron los instrumentos,
encargados á Bélgica, gracias al desprendi­
miento de una ilustre dama santanderina y
en tres meses, con una sola hora de lección
diaria, sin saber música ni ese es el camino,
aquellos arrapiezos tocan ya tres piececitas
que llenan de entusiasmo á los compañeros
y arrancan lágrimas de ternura en los oyen­
tes, que contemplan tanta bulla y tanta ale­
gría naciendo del fondo de tanta pobreza.
Ayer, en la distribución de premios, pudo
observarse todo esto y mucho más. El pe­
dagogo más exigente se quedaría asombrado
viendo cómo y qué enseñan los Salesianos
á sus pequeños y desarrapados discípulos.
Desde Pestalozzi á Spencer nadie ha conce­
bido y menos realizado, un sistema en que
tan perfectamente se atienda á los verdade­
ros fines de la escuela. Que no es la escuela
un centro para enseñar una, ni dos, ni diez
asignaturas, cultivando sólo la inteligencia,
prescindiendo, y con perjuicio, de todo lo
demás que constituye al hombre; ni es, mu­
cho menos, un torniquete, donde, oprimiendo
la espansión del alma — que es natural­
mente religiosa — se forma ese bicho raro
que se llama el laico; no : la escuela es edu­
cadora, y la educación comprende á todo el
hombre, el cual es inteligencia y voluntad y
sensibilidad; y si la escuela se establece en
beneficio de los que no tienen padres ó ca­
recen de bienes de fortuna ¿ no es una dicha
que en ella se aperciba el niño al trabajo
del porvenir, ejercitando sus fuerzas físicas
y aprendiendo un oficio cualquiera?
Pues hó ahí lo que hacen los Salesianos,
y de lo que ayer fuimos testigos. El mismo
alumno que en el catecismo aprende el te­
mor de Dios y el re.'ípeto á sus pmlres, lee
en el mapa los límites y capitales de los
Estados, resuelve en la pizarra un problema,
traduce á Cicerón, conoce la historia patria,
con otra porción de materias que no hay
para qué mencionar , y aprende también á
hacer un par de zapatos y á cantar un himno
ó traducir en notas metálicas los signos del
pentágrama.
i u
Un acto fue, pues, la solemnidad celebrada
ayer por los padres salesianos, pero un acto
de verdad, v no como otros que se apellidan
así en el lenguaje corriente, pero q u e, en
lu^^ar de hacer, que es lo propio del acto, o
son nada, ó deshacen, que es lo peor.
Concluimos felicitando á los Padres
sianos. Dios seguirá amparando .y bendi­
ciendo sus labores, y el pueblo santandenno,

conocedor de la importancia de sus talleres
y escuelas, no les negará el apoyo indispen
sable para lograr en esta ciudad los salva­
dores fines del instituto de Don Bosco.

M É J IC O
El Colegio Salesiano.

« Un tierno amor al prójtmOy es uno de loft
mayores y más excelen tes dones que la Bondad
Divina puede conceder á los hombres. »
Este noble, bellísimo, profundo y delicado
pensamiento del inmortal san Eraucisco de
S a les, que envuelve una de las máximas
más sublimes que Jesucristo diera á sus dis­
cípulos, y eu ellos á todos los hombres, en
los instantes más inolvidables y solemnes de
su vida; y que al mismo tiempo revela el
amor sin límites que Dios profesa á sus cria­
turas, es el centro, forma el núcleo, y por
decirlo así, constituye el programa de uiia
institución benéfica, que brotando del pen­
samiento privilegiado, ó por mejor decir, del
corazón sensible de un hombre extraordina­
rio, se ha derramado por todo el mundo,
haciendo sensibles su utilidad y sus ventajas.
El amor al prójimo es la esencia de la
más perfecta de las virtudes; y su ejercicio
el móvil de la más provechosa de las tareas.
El alma que es su agente, se santifica al
ejercerlo; el desgraciado que es sn objeto, so
regocija al sentirlo.
Pero si la humanidad en todas sus faces
necesita de este amor, sin el que se abate,
se debilita y se destruye, hay entre ellas
una que de uua mauera más enérgica lo re­
clama , porque de una mauera más apre­
miante lo solicita; y esta es la que presenta
en la niñez y eu la juventud.
« Os recomiendo los niños y la juventud,*
— decía el inmortal Pontífice Pío IX — cul­
tivad con grande esmero la educación cris­
tiana; > y su esclarecido y digno sucesor,
« redoblad t-odas vuestras fuerzas •— dice —
á fiu de apartar á los niños y á la juventud
de la corrupción y la incredulidad y prepa­
rar así una nueva generación. »
¡Qué recomendaciones tan cristianas, tan
santas y tan atendibles!
El niño y el joven, abandonados á su irre­
flexión, á su debilidad y á su miseria, pe­
recerían sin el auxilio de uua mano robusta,
fuerte y experta, encargada de sostenerlos y
conducirlos: y nadie se atreverá á poner eu
duda la necesidad que el niño y el joven
tienen de la mano protectora de sus padres.
Pero ¡ay! que la humanidad en sus dife­
rentes aspectos, y aun pudiéramos decir, en
sus diferentes degradaciones, ofrece á cada
paso el espectáculo desgarrador de hijos sin
padres!
¡Hijos con coid es por el acaso, nacidos

— 176 —
en el vicio, abandonados por el crimen y
arrojados á la miseria!
Desgraciados que tal vez no han sentido
en su frente el contacto regenerador de los
besos maternales; que sus lágrimas se han
evaporado sin que una mano amante las en*
jugue; que sus dolencias se ban cebado en
su sensibilidad, sin que un 'auxilio piadoso
las alivie; que su corazón, inaccessible á los
sentimientos de la gratitud 6 del amor, está
á punto (le poti’iflcarae por el frío del egoísmo;
que sus senderos están oscurecidos por las
tinieblas de la indiferencia, y que en su por­
venir no se descubro más que la miseria, el
vicio, la cárcel, y tal vez el patíbulo.
La ineficaz filantropía, que no se ocu¡)a
en protegerlos contra la primera, ni se cuida
de alejarlos del segundo, les abrirá diligente
las puertas de la tercera, y quizá, para li­
brar de su contagio á la sociedad que goza,
y que ríe, y que saborea su libertad, los em­
pujará al abismo sin fondo del último.
Pero n o : ahí está la Caridad cristiana, la
Caridad sentimiento, la Caridad virtud, que
escuchando ios prudentes consejos en que
inspiran sus resoluciones, obedeciendo los ine­
ludibles preceptos á que conforman su marcha
y recordando las palabras de Jesucristo que
d ice: « Cualquiera que recibe á un niño en
mi nombre, á mí me recibe, » llama en su
auxilio sus propios recursos; levanta asilos
al infortunio, y abriga al huérfano, que desde
ese punto deja de serlo, y le da habitación
y le da abrigo, y le da alimento, y le da
educación, y le da sentimientos, y le da
creencias, y le da afectos, y le abre un por­
venir, y alumbra sus caminos, y en el in­
culto niño de h oy, prepara el hombre de
mufiana.
Tal es la misión que ejerce esa por des­
gracia poco conocida institución que honrada
con el nombre de San Francisco de Sales,
brotó hace medio siglo en la idea del Após­
tol de Turíii, Don Juan Melchor Bosco, al
ver en la cárcel, secuestrad(»s de la sociedad
y confundidos con los criminales, jóvenes y
aun niños, que ya se habían hecho acree­
dores á tan terrible castigo.
La benéfica Sociedad Salesiaua, cuya base
es la candad, cuya esencia es la ternura,
cuyo sentimiento es el amor, cuyo objeto es
la niñez, ha comenzado á hacerse sentir en
nuestro suelo, donde en medio de la aridez
del sensualismo, la indiferencia y la impie­
dad, hay terrenos vontaiosamonte preparados
]>or la abnegación, el celo y la virtud; y
M^ico tiene ya la honra do ver germinar y
desarrollarse esta institución.
En uno de los sitios más poéticos, higié­
nicos y retirados de la población, frente á
la naciente Alameda de la Colunia de Santa
María, se halla establecido el Colegio, en
cuya oojistjuccióii sencilla y pobre, pero bien
entendida y adecuada, se notan el estudio,
la previsión y el acierto. La capilla, las cla­

ses, los dormitorios y en general los lugares
en que permanecen por algún tiempo los
alumnos, están perfectamente ventilados;
notándose en todas partes un aseo, un or­
den y una limpieza, que acreditan la más
diligente vigilancia.
Las camas son cómodas y bien surtidas
de ropas abrigadoras y limpias; el comedor
es espacioso y bien dispuesto; los baños
aseados y suficientes; y todo, hasta en sus
detalles más pequeños, descubre la solicitud
con que son tratados aquellos huérñinos, á
quienes la caridad cristiana da lo que la
sangre los niega.
j Qué reflexiones tan consoladoras y qué
seutimientos tan dulces nos dominaban al
ver aquel grupo de huérfanos arrancados al
crimen, pobremente vestidos y nutriendo su
alma con la creencia, su corazón con el sen­
timiento y su iuteligeucia con el estudio í
Al abrir sus ojos á la luz, después de un
sueño dulce, sosegado y tranquilo, asistcu
al Augusto Sacrificio, que diariamente se ce
lebra y allí ofrecen á Dios las primicias de
un día bien aprovechado en su existencia.
Apenas se inician sus necesidades, se en­
cuentran satisfechas; y antes de comenzar
sus ti'abajos, los espera el desayuno.
En vez de pasar el día en la vagancia,
en el juego, en el abandono, en las riñas,
en esas ocui>aciones, si así pueden llamarse,
en que consume sus horas esa clase infeliz,
destinada á poblar las cárceles, las pasan en
prepararse para el taller, para el eiupleo,
para el comercio, para la carrera profesio­
nal..... y tal vez para el sacerdocio.
Aquel establecimiento tan útil, tan bené­
fico, tan interesante y tan simpático, está
dirigido por el virtuoso, ilustrado y reco­
mendable sacerdote el Sr. I’bro. Don Luis
G. ürozco, que es un cumplido caballero y
im verdadero padre de aquellos niños, que
en su mayor parle, si no en su totalidad,
no conocen al que les dió el ser.
El alma de este Colegio, y aun podemos
decir de la Istitución Salesiaua en Méjico
es el Sr. D. Angel Lascurain, quien con su
celo, eficacia, abnegación y demás exquisitas
prendas que lo adornan, y para cuya califi­
cación faltan elogios, trabaja por su sostén,
por su desarrollo y por sus adelanios.
En esta empresa tan humanitaria como
meritoria, le ayuda eficazmente su virtuosa
y digna compañera: simpático, bello y bien
ueabaílo tipo de la mujer cristiana.
En alto grado satisfechos deben estar sus
corazones piadosos, que siendo el ceutro de
la más heróica de las virtudes, han acome­
tido la más noble de las empresas, qu i ben­
decida por D ios, no puede menos que i)roducir los más satisfactorios resultados.
S a n t ia g o R a m ik e z .
Coa aprobuión de la Antoñdad Eclesiástica • Gerente JOSÉ (lAlBniO.
TuriB, 1Ü93 — Impneuto S&lesiaua.
Conjuntos de fichas
Boletín Salesiano
1893