BS_1903_05

Ficha

Título
BS_1903_05
Descripción
Boletín Salesiano. Mayo 1903
Fecha
1903.05
extracted text
I £1 amor al prójimo t* uno
d ( los mauor«s u mas txc«lenlcs donts qut la divina
bondad pu«di concsdif t tos
hombres
(S Paanc. de Salci}

A K O X X IV

— N. 5

O s rtcomitndo la niñts y ta
Juvtniud: cultivad con gran­
de esmero su educación cri­
stiana; y proporcionadle li­
bros que la enseñen i huir del
VICIO y a practicar la virtud.
(Pm IX)

(Redoblad vuestras Tueriat
A Tin de apartar é la niñei y
lu ven lu l de la corrupción e
incredulidad, y preparar asi
una nueva gcneracioru

P U B U C AC IO N M EN SU AL

(Lata XIII)

M A Y O de 1903

OREMUS PRO PONTIFICE NOSTRO LEONE

OREMOS POR NUESTRO PONTIFICE LEÓN XIII

Dominus couservet eum, et vivíficet eum, et
beatuin facint enm in térra, et non ti'adat eum
in animam inmiicoroni ejus.

E l Señor le conserve, y le dé vida, y le haga
feliz en la tierra, y no lo entregue en las manos
de sus enemigos.

..................... PAg- 113
STTM ASIO — A Ins (looperadorM
La CorunacióD <le María SS. A u x ilia d o r a ......................... 114
£l Espíritu de un A y i ú s t o l ...............................................11^
üocnoitiutoa Saies>anoi
• • ............................... t l 7
I) b xukstkas KI8IONK8.— Patagonia (Territorio del XoiiqnéD)
— Colombia: D. Allreraen loa Laiaretos de Contratación
J de Agua de Dios.......................................................... 120
tiraeias do Mana A u x ilia d o ra .......................................... 130

Crónica Salesiana
............................................................13
A los n iñ o s ..........................................................................130
Memorias biogrifioas de Mona.Luis La-'iagn e..................... 137
Xecrologla: Da. Dolores Serra deC h opitea......................... 140
NuKSTBoe U-RaBADOS. — Santuario de Maria Auxiliadora —*
Estancia PAxia en Cohunoo — Posando al £ io Catonlil ~
Cementerio de Indios del 2 7 en qu Ó D .

n

0O4~

^

lo s Q o o p c F a d o F e s

l día 24 del pte. mes, es la fiesta de Nuestra Patrona, María
Auxiliadora. Si todos los años debe celebrarse con devoción
y entusiasmo, este que es el de su solemne Coronación y triunfo,
el celo de los buenos Cooperadores debe manifestarse en todo
su fervor y afecto. Invitamos por tanto á todos á que la cele­
bren con solemnidad especial y asistan á la Conferencia "Regla­
mentaria. Reiteramos así mismo nuestra invitación á los que de­
seen asistir al Congreso Salesiano y á la Coronación solemne
el 17 de este mes. Sería de desear que los que puedan solemni­
cen este día’ ya con reuniones, ya con festejos religiosos ó bien
con cualquier otra Obra buena.
¡Que la Virgen Auxiliadora bendiga vuestros esfuerzos y que
todo resulte para su mayor exaltación y triunfo!

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l U

o conácáBaá^i^esfiSfiái^B^'*-^

^

B1



SfeSái^naagfte

t ^ s g s ’S s 5 s 5 5 o 5 &

M A R IA

las respectivas d ió c e s is ; otras por conce.sión
'■reomos sea dol agrado de nuestros bené­
esp ecial dül R everen d ísim o C apítu lo V a tivo lo s lectores, añadir algunos datos acau oj y finalm ente las dem ás, que son en
cerca de la ex tra ord in aria solem nidad con
corto núm ero, por suma au toridad d el mismo
que e l 17 de este mes de M a yo so celebraríi
Rom ano P o n tífic e q u e , cuando personal no
la C oronación de M aría A u x ilia d o ra .
puedo hacerlo, d elega á un representante par­
L a costumbre de adornar cou i)reciosas co­
ticu lar. A s í P ío V I I , e l Pontíti(5C d e M aría
ronas la Im ilgeii de M a ría Snia. os y a muy
A u x ilia d o ra , coronó personalm ente e l 1815 la
antigua en la Ig le s ia , pues ha sido en todos
tiem pos gran de e l am or y
devooión d el ])ueblo liacia
la A u gu sta R ein a del C ielo.
P o ro la solem nidad exte­
rio r con (lue en estos días
so celebra la Coronación
de las Sagradas Im ágenes,
d ata de un tiem po proporcionalm eu to moderno.
E ste in spirado y herm o­
so pensamiento, piu'ece ser
(pie com enzó á practicarse
en la benem érita O rden de
los P P . Capuchinos, por
e l P a d re Jerón im o Pa olo c i do F o r li e l año 1587
y por el P . F id e l de S. G er­
mán, natural do V erceli,
(jue e l ICIO h izó coronar
solem nem ente en G en ov a
la Im a g en de ÍT." S." do
la Y ig n o .
E s tam bién célebre el
leg a d o (p ie dciió nn piadoso
p a tric io , e l Conde A le ­
ja n d ro Sforza, a l R evereu dÍBsimo C apitu lo V a tica n o ,
pura que éste, en su prudeucia, coronase cou prooiosa diadem a do oro las
Santas Im ágen es de M aría
Sma., que fuesen unís c é ­
Snutnario de Marín Auxiliadora.
lebres tan to por la a n ti­
güedad del cu lto, como por
e l uúuiero d e gn ic ia s sobrenaturales.
Im á gen de la V ir g e n de Savona.
S i damos una m irada á las Im ágen es de la
P o r tanto e l rito con que debe ser coro­
Sma. V irg e n y a coronadas, vem os que pueden
n ada la liu iígeu de nuestra V ir g e u A u x ilia ­
clnsiñcarse fácilm en te en tres grui>os d is tin ­ dora, es e l más solem ne que celeb ra la Santa
tos. A lg u n a s fu eron coronadas sólo con au­
Ig le s ia , por que e l Em m o. S r. C a rd en al-A rtorización episcopal, ésto os, del O rd in a rio de
zobisiK) d e T u rin lo celebrará p o r delegación



115

directa d el Sumo P on tífice, ó como e l B re v e
declara, Suo nomine et autorítate.
E l Kevereu dísim o C apítu lo V a tica n o uo
pasa nunca á conceder tan supremo honor á
una In iá g e n , sin haberse ^ntes plenam ente
informado uo sólo de las gracias especíales
que por su in tercesión se obtienen, sin o tam ­
bién de la secular a n tigü ed a d de la Im á g en
que se qu iere coronar. S i e l tiem po d e la pú­
blica veneración no lle g a á los cien anos, el
Edísimo. C apítu lo n o concede e l decreto de
Coronación.
A h ora b ie n , a l decretar e l gloriosísim o
León X I I I por sí mismo la form a más so­
lemne de Coronación á nuestra amada V irg e n ,
ha declarado qu e tan to la extra ord in aria cele­
bridad de la Im á gen , como la a dm irable pro­
pagación de su devoción y culto, que por sin ­
gular disposición- de D io s se haUa h oy d i­
fundido por ca;^ todas las naciones de la

o



t ie r r a , compensan largam en te su recien te
o rig e n ; pues hace sólo 35 años que nuestro
P a d re D . B oscó expuso la Santa ZiUiVgen ú
la pú b lica , ven eracióu en e l Santu ario que é l
mismo construyó eu T a rín , ju n to á la CasaM a d re de N u estra P ía Sociedad.
L a solem nidad qu e con nuestros jíropios
ojos contem plarem os la tercera dom inica de
M ayo será, pues, un verdadero y d ign o acon­
tecim iento. E l acto d el A u gu sto P o n tífic e no
podía ser, n i más g ra to para no.sotros, ni más
honorífico para nuestra celestial Señora y
K e ín a .
Celebrem os, pues, esUis pocos días de pre­
paración con e l m ayor fervo r y devoción po­
sible y rogueinos además por el A u gu sto P o n ­
tífice, para qne la Sma. V ir g e n A u x ilia d o ra ,
á la que É l ha procurado h on rar con tanto
esmero, le conceda aún Largos y felices anos.

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vn.
La base
sistema de Don Bosoo, que en otra
parte hemos llamado preycwfiw, son aquellas palabras
de S. Pablo: Caritas patiene est, hrnúfna est.....

omnia suffert, omnia credif, omnia suslinet, omni/i
sperat. La caridad es paciente y benigna: todo lo
sufre, todo lo confia, todo lo soporta, tudo lo espera.
(1. CoB. X I I I , 4-7).
Este sistema, que como derivado de las máximas
cristianas es todo caridad, todo amor, es el uiás ra­
cional y k propósito para conseguir la perfección
l>osible del alma de un niño. La educación es el
aprendizaje déla vi(k, es un ensayo de lo porvenir:
el niño debe representar mafiaiia en el innndo, como
bomte-e, un papel, que será más ó menos brillante
según sus talentos y poderes, pero siempre capital
é importante en su esfera: de modo qne en los pri­
meros años de su vida debe estudiar este papel, que
ba de representar en la tierra: debe en una palabra
aprender sus deberes. Desgraciadamente boy á los
hombres, no seles enseñan sns deberes, sino qne se
proclaman sns derechos, no se le enseña á¡.cumplir,
sino que se le enseña á exigir que los demás cum­
plan con él.
Ptfo con iodo, nunca dejará de ser la educación
una escuela de deberes y no una escuela de de­
rechos.
El niño, que nace ignorante é inexperto, empieza
con la vida, á aprender estos deberes, que son los

lazos naturales ó indisolubles que le unen á su Dios
como á Creador, á sus semejantes como á liermanos,
á sí mismo, como responsable do sus actos. A su
lado debe tener una persona amaestrada en el ca­
mino de la vida, que sepa guiarle por esta vía
difícil j peligrosa, que le lleve de la mano, lo muestre
los escollos y le indique el recto sendero. ¡Qué santa
pues, que importante y al mismo tiempo qué horrible
es la misión de un maestro; qué llena de responsa­
bilidades ¡ ‘, ese piloto qne por el tumultuoso mar de
la vida guía la nave de una existencia, amaestra y
conduce al niño, tendrá que responder de él en la
presencia del Señor.
El faro más segoro, la única luz en ese mar de
tinieblas, ya lo hemos dicho, es la Boligión.
Ahora bien , el preceptor debe prevenir con sos
consejos y avisos al niño, que inexperto no conoce
sus obligaciones, y qne si las conoco, no alcanza á
penetrar toda su importancia. Una falta de un niño,
no es en realidad una cosa digna de rigoroso cas­
tigo, sino una maestra de lo que liaría siempre, sí
á su lado DO tuviera quien le avisara y corrigiera:
por que un hombre sin educación, sin un freno que
contenga sus ímpetus y sus malas tendencias, seria
la Tnáa feroz de las fieras. Así que al niño propia­
mente hablando, no se le debe castigar como á de­
lincuente, sino corregir dulcemente como á quien sin
saberlo ó sin medir su gravodad, ha cometido una
falta: deben más bien ser corregidos>que.no casti­
gados : llevarles á la corrección, no por el miedo d»

tin castigo, sino por el convencimiento de la razón;,
por qne el temor dora, mientras dura la causa que
lo motiva, mientras la convicción permanece grabada
en la mente. Cuando se vea libre el niño de la
opresión del temor, dará rienda suelta á sus instin­
tos y obrará quizás jMor que antes, mientras que si
so le ha educado bajo el suave yugo del sistema
preventivo le quedará, aún el estímulo de la doctrina
aprendida y sobro todo, la voz de la conciencia.
Además, como dice O. Bosco, un niño puesto en
ostas circunstancias, so encuentra casi en la imposi­
bilidad de obrar el mal, por que á la vista siempre
do sus superiores, que velan por él y siempre en
continua actividad y movimiento, siempre con buenos
ejemplos dolante (y los buenos ejemplos son una es­
cuela para los que aprenden, y una acusación para
los que yerran) y sobre todo siempre sujetos con el
freno poderoso y suave de la religión, no encontra­
rán ni espacio, ni motivo para cometer una falta.
Esta os la causa por que el sistema preventivo,
ésto es, ol sistema que corrige y no castiga, que
enseña con la persuasión y no por el temor, es el
sistema más razonable y, si asi es licito expresarse,
más hamnno.
La reprensión y el temor no se avienen con el
os})íritu gonoralmente franco y afectuoso de que están
dotados los niños; los comprime demasiado, no le
permiten manifestar sos tendencias y sus sentimien­
tos; so acostumbra á una reserva peí grosa que puede
degenerar éii solapada hiprocresía. En fín el sistema
preventivo ostirpa un defecto, el represivo lo en­
cubro ; ol preventivo corrige una mala idea, el repre­
sivo sólo acalla y entretiene un mal instinto que
después despuntará más atrevido y vigoroso.
La esencia de este sistema es la amonestación
privada y la fuerza del ejemplo. Un aviso amistoso
y razonado, que haga ver al culpable su falta y
juzgar por sí mismo su gravedad, un aviso dado
oportunamente, vale más que un ejemplar castigo:
el niño razona y juzga sus actos, aprende á conocer
sus defectos y á abominarlos, y no pocas ocasiones
se han dado, en que por sí mismo pidiese el cas­
tigo. El aviso debo sor amigable ó severo según
lo requieia el número y gravedad do las faltas, poro
nunca debo ir acompaJíado de pasión, ni ira, por
que la cólera agria y destruye los buenos actos: el
avisado debo ver en la amonestación no un desahogo
do la ira. sino una maiiifostación de la razón. La
oxperieJicia eusoñó á D. Bosco y cada día nos lo
aseguran los resultados, que ol espíritu más indo­
mable y altivo se rinde á esto paternal y suave
método do educación.
Poro si los resultados do este sistoina son para el
niño excelentes y grandes, no es menos cierto que
el trabíyo y dificultad para el educador es imuensamouto mayor ,que en el sisU'ina reprnisivo. Un pre­
ceptor que sepa usar con debido acierto del sistema
preventivo, bien se puede llamar un hombre sacrifi­
cado , virtuoso y digno; porque requiere iuite todo
gnmdo desinterés, grande abnegación para luchar
con los malos instintos é Ignoraucia del niño, para
saber soportar con paciencia todas las molestias,
insomhios y disgustos, que nua labor tan ardua I<
propoi-ciona. Necesiüi gran prudencia para saber apli­
car á su debido tiempo y en conveniente medida,

la corrección y el alivio, la severidad y la confianza.
Por que en los niños sucede lo que en las plantas •
un error de tiempo, una ocasión poco propicia ma­
logrará cualquiera buena disposición; -un aviso dado
fuera de conyuntura será contraproducente.
Necesita grande virtud, para poder inculcar en el
alma del educando sólidos principios de honradez,
de religión y de bondad y para sellar todas sus
doctrinas con el atractivo del ejemplo. Es más di­
fícil ser buen educador, que ser buen guerrero; más
virtud requiere la carrera de la sólida educación,
que la vida solitaria y penitente de un anacoreta. ’
Por eso los nombres de S. José de Calasanz y de
S. Juan de la Salle los ha escrito la historia en los
do sus héroes y la Iglesia entre los de sus Santos:
junto á éstos ocupa un elevado puesto la memoria
de D. Bosco.
La obra do la educación es ante todo una obra
de la gracia divina, y todas las sabias amonestacio­
nes 6 industrias de un educador, no lograrán nunca
domar un corazón duro y altivo, si no se interpone
la gracia do aquel que es dueño de las almas, si
con sus oracioues, si con sus virtudes no fertiliza el
terreno que siembra. El educador antes que instruido,
debe ser virtuoso: porque no es el suyo un oficio de
mercenario, que pueda ser pagado con oro y retribu­
ciones : la obra de uno que educa, es la’ obra de
un misionero que convierte; sólo Dios es capaz de
retribuir dignamente tal sacrificio.
A costa de sacrificios sin cuento, logró D. Bosco
instituir la obra portentosa que instituyó; tanto es
asi, que los módicos declararon, que la constitución
física de D. Bosco, podría haber soportado veinte
años más de existencia, si los trabajos excesivos ó
innumerables cuidados que tenía, no le hubiesen aca­
rreado una muerte anticipada. Los frutos que con
sus sacrificios recogió fueron proporcionados á sns
trabajos. Con el celo que le inflamaba, con la cari­
dad que le encendía, con la dulzura grande y pa­
ciencia inmensa que hacía de él un imitador de
S. Francisco de Sales, educó á millares de niños,
entonces ignorantes y pobres, que lioy son dignos
sacerdotes, magistrados , y honrados ciudadanos;
cuenta también entre sus protegidos buen número de
Prelados. Pero á tanto llegó sólo con el sistema del
amor, sólo con la paciencia y el sacrificio. Su pri­
mer paso en la fundación del Oratorio fué un rasgo
de amoroso corazón. Aquel niño que él encontró en
la Iglesia de S. Francisco de Asís, mientras que el
sacristán lo golpeaba, no hubiera sido la piedra fun­
damental de su obra, si con cariño y bondad pater­
nal no lo hubiera defendido y con constante paciencia
ensoñado la doctrina cristiana. Niño aún solía re­
petir á su madre: Si un día llego á ser sacerdote,
quiero consagrar toda mi vida á los niños. No me
verán nunca serio y grave, sino que me pondré á
hablar amigablemente con ellos, los reuniré en torno
mío, los amaró y procuraré captarme su amor; les
daré buenos consejos y me dedicaré todo á su eterna
salvación. > Estas palabras, que D. Bosco pequeño
aún, decía con santa ingenuituad á su madre, fueron
más tarde el pro'^rama de su vida.
Paseaba cierto día por las calles de Boma en
compañía de varios respetables eclesiásticos. — ¿Como
80 arregla V., le preguntó uno de «líos, para ga-

á

~

117 —

narse tan fácilmente el corazón de los- niños? —
Muy fácilmente, la respondió D. Bosco, ¿Quieren Vds.
verlo? observen y verán.
Había visto á poca distancia nn grupo de pilluelos
que jugaban á las chapas; se dirigió hacia ellos y
se plantó en medio del corrillo. Uno de ellos le dijo
con singular garbo: Oiga V. ¿qué viene V . á hacer
aqoi.^— ¿qué vengo yo á hacer? vengo .á entrete­
nerme con vosotros, que sóis mis amigos. — Déjese
de tonterías, váyase de aquí y no nos importune,
fné la respuesta del atrevido muchacho.
— Pero de veras soy amigo vuestro, replicó Don
Bisco, ó sino ved, aquí os traigo una bonita me­
dalla que quiero regalaros como un recuerdo m ío; y
como tal quiero que lo conservéis, porque os repito,
yo soy un amigo que os quiere mucho. — Entonces
comenzaron á mirarle detenidamente, á quitarse la

gorra y extender la mano para recibir el regalo. Os
quiero dar además, dijo D. Bosco, otra para vuestro
padre y vuestra madre.
'
A. estas palabras se sucedió una piadosa porfía;
éste quería una para su hermana, aquel otra para
su abuela; todos rodearon con gran algazara á.Don
Bosco y él supo de tal modo contentarles y decirlos
tales palabras, que al despedirse de aquellos pilludos»
todos le saludaban respetuosamente y repetían llenos
de contento: Gracias, padre, gracias.
D; Bosco volvió á reunirse con sus compañeros do
paseo, que admirados y fuera de sí lo contemplaban.
Uno de éllos le dijo: sólo V ., D. Bosco, puedo hacer
estos milagros, si otro alguno quisiera imitarle, no
lo conseguiría. Pero él lleno de humildad respondió:
He experimentado que para ganar las almas, vale
más un poco de dulzura que mucha sabiduría.

^ocum eníos Salesianos
Discurso pronunciado por cl Sr.
t r in id a d

^ á n d ie 2 5

p a n t o s

en la distribución de premios á los alumnos del Colegio Salesiano de ^^éjico

ILLMO. Y E evmo . Sr . V isitador
A postólico :
Señores :
■f.

í que h ab ía de acu dir á vu estro Uamam iento, oh ven era b le apóstol de este
segundo E v a n g e lio que se lla m a e l
tr^ a jo cristiano, adm inistrador de estas
nuevas ágapes creadas por la om nipo­
tente carid ad bajo e l egoísm o de nuestro si­
glo ; tro va d o r d e este n uevo Magtiificat que
se levan ta d e los talleres ilum inados por la
cruz, repitiendo todos los días com o la su­
blime via jera de iía z a r e th :

tGloriJica mi alma al ¡Señor, á Aquel que
Uena de bienes á los infelices, á Aquél cuyo poder
se perpetúa á través de las generaciones!
Sí que ven d ría a gobiado p or las desdichas
sociales, á resp ira r aqu í una brisa de la santa
esperanza; á contem plar con m is ojos resuelto
el problem a que en va n o fa tig a sin solución
posible á los sabios en sus gabinetes, á los
poderosos en e l corazón de sus qjércitos. A llá ,
tras estos muros benditos, el problem a social
extiende su dom in io de arcano y de terror,
nos oprim e á todos com o un César qu e nos
discute, enreda en nuestra in teligen cia , como

un pu lpo d e acero sus iuum erables tentácu­
los, nos asfixia, nos en loq u ece; apaga com o
un lmra<An, no im agin ado |>or V ir g ilio , todas
las luces de la civ iliza c ió n , todos lo.s ideales
de la especie h um ana; a q u í, bajo esta te­
chumbre, estamos en la ciudad do Dios, aquí
e l problem a h a muerto, herido, no por el givrro te v i l ó e l h ierro de la gu ilío tin a , no por
e l sable d e los ejércitos, no i>or los aparatosos
recursos .de nna cien cia que es e l arlequín
d el v ic io y el e r r o r ; sino por la espada in ­
contrastable, por la v irtu d excelsa del traba.jo
cristiano, qu e es la alianza n obilísim a entre
la más a lta fn erza del espíritu, que es la fe,
y e l más vig o ro so propu lsor social qu e es el
trabajo, en tre la econom ía y la m o r a l, entre
la lá g rim a y la esperanza, en tre la voluntad
d e D i< » y la volu ntad del hom bre, e l abrazo
in efa b le d el ob rero qu e leva n ta sus manos
encallecidas, y Jesu cristo que lo re cib e entre
las soyas empapadas d e s a n g r e , y le dice,
con la v o z d el m onarca d el m undo: ¡Feliz de

ti, porque tuyo es el revno de los cielos!
¿C óm o entonces n o v e n ir afanoso á con­
tem p lar resu elto aqu í e l conflicto que a llá
afu era nos amenaza y nos deja mudos íle .es­
panto , á paladear la dem ostración práctica
de esa verd a d dn lcísim a que esforzada, aun-



118

qu e in útilm ente, h e predicado ante los sabios;
P a ra nosotros los filósofos d e C risto, los
qu e poseemos la verd a d de D io s , la grande
y m adre verd a d que eternam ente pu ra salió
d e BUS m an os, eternam ente pura da v id a y
au toridad ú nuestra r a z ó n ; para los que r e ­
pudiam os como d erilau te y p rostitu id a esa
sociología concebida fuera d el plan social decretado por D ios, fu era d el bien, fu era de la
virtu d , fu era d el objeto y e l destino d el gé­
nero Immano, concebida^ d igo, en las entrañas
de la soberbia y biyo las convulsiones del
e r r o r ; esa sociología qu e nace muertii, porque
rechazando las razones a prioH, suprime los
verdaderos asuntos de la F ilosofía, los asuntos
d e origen , iu vestigu b le por la experim enta­
c ió n ; pura los que atesoramos la cien cia no
in clu id a en la bancarrota descubierta por
Brounetiero, y que ucreditarú e l m añana, si
lio está y a acreditán dola e l presente; para
los (luo buscamos e l saber y la felic id a d deutro de aquel im perecedero progra m a de San
P a b lo : Todtis lus vomft se juntan, se harmoni­
zan y subsisten en Cristo, estas grandes in sti­
tuciones de D on Busco entrañau la solución
porfüctísiina del problem a so cia l, y norman
la conducta d el cristianism o, á tra vés de las
bram adoras tem iiestades prom ovidas p or la
creación pagana de nuestra época. D e aquí,
señores, la suprem a im portancia que recouocemos en estos p rovid en ciales institu tos salesiu n os, que e l S eñ or in spiró á su ilu stre
e le g id o de T a r ín , como un recurso heroico
do salvación en aquelhis borrascas, y de aquí
nuestro jú b ilo a l v e r que el M ^ ic o , la tierra
do los insondables p eligros, leva n ta y a su
<*,opa tíorida ese árbol que trasplan tó D on
Busco del E v a n g e lio á la cien cia social, ese
á rb ol que describió Jesús, ese á rb ol d el ad­
m irable d e s a n 'o llo , en cuyas ram as ven drán
á posar las artes y las cieuciiis, es decir, las
a ves del cielo.
G racias, ¡ oh hi.io ilign ísim o d e aquel sem ­
b rad or incom parable, p o iq u e me habéis hecho
p a rtícip e do tam aña vejitu ra , y habéis con­
ced ido á m i len gu a la g lo ria de v e n ir á p u ­
b lic a r las excelencias de hi O b ra salosiana,
de la o b ra roligiosa-aocial muís iu tern a y más
expansiva, im'uj fecunda y mejor organizada
en e l uom zóii del mundo m oderno. Y , pues,
b in ta d ich a habéis dispensiulo á m i espíritu
sediento del lie in o de D io s y d e la felicid a d
ilo la patria, perm itidm e qu e corresponda á
vu estro llam am iento dem ostrando que la obra
practicad a iK>r las instituoíoues salesiauas. es
conform e ú la oienoia, á la h istoria, a l plan
st)oial decretado i)or D io s y re vela d o p or la
naturiiloza, la solución d e l colosal y horrendo
oontllcto que estrem ece h oy á la hum anidad
con e l espanto y los furores d e una catAstrofe.
II.
H l problem a consiste en e l co n íiicto entre
el hambre de oro y el hambre de pan, según la



frase d el em inente P a d r e Bolo. E s el dolor
desheredado d el cielo que disputa febrilmente
la tierra, es e l su frim ien to desheredado de
l a esperanza que disputa locam ente el pla­
cer y e l m in u to; es e l hom bre deshere­
dado de la igu a ld a d ante D ios, la única efec­
t iv a y valiosa, la que tú, ¡o h m i san Pablo!
anunciabas en los más alto d e tu Sinaí de
A p ó sto l,’ cuando ex cla m a ste: Todos sois unos
en Jesucristo; es la generación de ateísmos
que habiendo com enzado en la F ilo so fía , pro­
dujo e l d el tr o n o , e l de las le y e s , e l de los
Estados, y por consecuencia de todos ellos,
es e l contiieto entre e l E stado que borró á
D ios, como fuente de au torid ad , y proclamó
la soberanía del pueblo, y e l pueblo, que ha­
ciendo uso do esa soberanía, decreta la des­
trucción del E s ta d o ; y hablando, señores, con
más precisión y franqueza, este problem a de
la oposición entre e l capital y e l trabajo, es
e l levan tam ien to d e l racionalism o contra el
derecho natural, la subversión d el pueblo for­
mado, in stru ido y azuzado p or las sociedades
secretas contra la au torid ad y la propiedad;
e l pu eblo que exclam a como e l p rim er ene­
m ig o de D io s : non serviam, es e l paganismo
arm ado del progreso para destru ir la c iv ili­
zación, es, en una p a la b ra , la anarquía. ;Y ,
sabéis en que estriba para la sociedad lo más
fo rm id a b le , lo más aterrador del problem a *.
E n ésto, señ ores, en que la anarquía es la
obra, es e l id ea l de los que han form ado las
institncioues modernas y d irig e n los E sta d os;
la obra y e l alm a de los principios filosótieos
(le las le y e s , y por lo tan to é s ta s , lejos de
ser aptas para reprim irla, son su m ejor base
y su alien to más v ig o r o s o , en que e l legis­
la d or ha sido e l anarquista de gabinete, como
e l obrero es e l anarquista de la calle, por
m anera que la sociedad se h a lla suspendida
entro dos anarquism os: e l deliberan te <100
está en las capas más altas del orden social,
aunque ocultam ente, y e l ejecutivo que está
eu las capas más bajas y perceptibles. l ’jSCa
verd a d de rigu rosa ex a ctitu d es a l mismo
tierniK) tan gra ve, que o b lig a á dem ostrarla
detenidam ente con v iv o ^ n
d e producir
l>erfecta con vicción eu vu estra conciencia.
III.
D esd e ha mucho tiem po, especialm ente desde
e l s ig lo X V I I l , las sociedades secretas, que
han dictíido líxs modernas constituciones, han
d irig id o sus esfuerzos más eficaces á crear el
anarquism o, qu e es la disolu ción social, ver­
dadero fin de esas agrupaciones tenebrosas.
■Weishaup, una de las lum breras y gloria?
más altas de esas socied a d es, un gra n teó­
lo g o y maestro d e esa secta, sin tetizó e l i>eusam ieiito de e lla eo estas palabras:
« L a igu a ld a d y la lib e rta d son los dere­
chos esenciales que el-h om b re en su perfec­
ción o rig in a ria y p r im itiv a re cib ió de la na­
turaleza, E l p rim er atentado con tra esa igual-

— lin ­
dad filó rea liza d o p or las sociedades políticas
ó los g o b ie rn o s ; los únicos apoyos reales de
la propiedad y de los gobiernos, son las leyes
religiosas y las c iv ile s que tom an de ellos su
fuerza; así, pues, para r ^ ía b le c e r a l hom bre
en sus derechos p rim itivo s de igu a ld a d y de
libertad, es preciso com enzar p or destru ir
toda re ligió n , toda le y re lig io sa y c iv il, y aca­
bar por la abolición de tod a propiedad. »
(Deschampa, t. I).
Juan Jacobo Rousseau, e l lla h o m a del ja cobismo im perante, campeón de lo s filósofos
fracmasones escribió ésto:
« E l prim ero que cercando un terren o osó
decir esto es mío y h a lló gentes dem asiado
candorosas que lo escucharan, filó e l verd a ­
dero fundador de la sociedad c iv il. ¡Cuántos
crím enes, gu erra s, m u ertes, m iserias y ho­
rrores h ubiera evita d o a l gén ero hum ano
aquel que, derriban do la cerca, o rellenan do
el foso h ubiera grita d o á sus sem eja n tes: cui­
daos de escnchar á este im p o s to r; seréis p e r ­
didos si o lvid á is que lo s frutos son p a ra todos
y que la tie rra no es de n in gu n o (1). »
T od a la h isto ria d e l paganism o m asónico,
toda su doctrina, todas sus leyes, sím bolos y
ritos están im pregnados de la re vo lu ció n contra
la propiedad y la autoridad. L a declaró A le m bert, e l gran consejero librepen sador d el e x e ­
crable R e y Fed erico I I , d iciéu d ole que los
pobres
el derecho de levantarse en armas
contra los ricos (2 ); la proclam ó M a b ly , una
de las más b rillau tes antorchas de los cons­
tituyentes masones, como lo lla m a Condorcet, pidiendo la C om u u e; la sancionaron Boc­
earía, D íd ero t y V o lta ir e , en e l Tratado de
las penas y de los delitos, llam ando a l derech o
de propiedad, un derecho terrible; B riso t, el
famoso maestro d e la lo g ia de las líueve her~
vuinas, exclam ó con H e lv e tiu s , C oiu lorcet y
el mismo V o lta ir e : el rico es el único ladrón (3).
E l célebre pontífice d el S an -m artin ism o en­
señó que e l derecho de p rop ied a d descansa
eu bases im agin arias (4). Jlirabeati y Robes*
pierre, representantes del Escocism o, p re d i­
caron tODazmente con tra ese derech o (5 ); su
n e g ^ ió n fu é la más honda tesis d e l Sansimonismo, del Fourrierism o, d e la In te rn a c io ­
nal. E n la m asonería alemana, b elg a , francesa,
itivliana especialm ente, la recepción d el apren­
diz y del maestro son p o sitiva s y ardientes
(l) Discarso sobre el origen-de la desigualdad entre
lo» hombres.
r2) Cartas al rey de Prosia.
(3) Investígacionea filosóficas sobre el derecho.de pro­
piedad.
(4) De los errores j de la verdad.
(ó) « Choix de rapports, » discoars. E. C.

apologías de la Com nne y d el hom bre sal­
vaje. L a hum anidad ha perdido la d ich a desdo
que aparecieron las palabras tuyo y mío, d ice
Redarás, e l n ota b le expositor de Símbolos. E l
hom bre no conqu istará la ven tu ra sino cuando
h aya acabado con la propiedad, asienta el cé­
le b re ritu a lista R a gó n (1). ¡A h , Señores 1 ¡Con
qué dolor a d v ie rto la im p osib ilid ad do ciicorra r en este discurso los m ile s , los oimitos
de m iles d e proclam as contra el orden social
basado en la propiedad, y lanzadas por los
más autorizados maestros do las sectas a n ti­
católicas 1 Y osa la b or no ha sido puramento
académ ica; e lla ha consistido sobre todo cu
la faena inmousa de lle v a r esos o rim im iles
prin cip ios a l espíritu d el pueblo y á las le ­
gislacion es modernas.
Y o cum plo con una ju sticia rigurosam ente
histórica, a l cu lpar á las sociedades secretas
del estado su bversivo y vo lcá n ico en que se
h allan los pueblos a ctu ales; n i debo c a lla rlo
p or injustificada, por falsa prudencia, cuando
los grandes pnblicistas d el lib re pensamiento,
cuando los J u lio s y Catones alardean de esa
re volu ció n y disputan bélicam ente e l honor
de la causa d el catolicism o. O íd á L u is B lau c:
« iQ u ié u , dice, desde 1792, proclam ó el
ateísmo, e l p a n teísm o , sobre t o d o , cu ya de­
ducción ló g ic a es la comunidad de bienes f
; Quién, desde entonces, proponía la reparti­
ción de tierras y g r it a b a : todo es de todos t
X o h ay para m í más q iie n u a ciudad, un pue­
blo, una le y s o c ia l, un espíritu p ú b lic o , un
D io s eu tres personas : yo, tú, él. ¿Q u ién desde
entonces, co n v irtó eu club, llaiuudo circulo so­
cial, la lo g ia ma-sónica dol FaUteio Real t ¿(^uiéii
proclam ó sus principios? ¿Q u ién fundó un
IHU'iódico con e l nom bre de la Boucho de Fer,
para d ifu n d irlo por todas partos? El je fe de
la masonería, los ina.sones ilum inados, lo.sFauchet, los B o n n e v ilic , los G o iil)il do B refeln ,
\oA C on dorcet » (2).

(Se continuará).
(1) Estudios históricos y filosóticos sobre los tres
grados.
(2) Lais Blanc. Sitioria de la Recoluctón, Tomo III,
pág. 32-32.



120



fDE NUESTRAS MISIONES ^ ■

!________________________________________
O'^

o o is r iJ L

T E R R IT O R IO

DEL

NEUQUEN

Visita Pastoral y liiísién
DB S. S. I.

Mons. JUAN CAGLIERO,
Obispo de Mágida
y Vicario Apostólico de la Patagonia
C a r t a S e x ta .
Juníu (le los Audes, Marzo de 1902.
K ev .""‘ y A mad .""' Sr . I). R ú a :
Aquí le envío, como en la anterior le prometía,
la sexta caria referente al largo y penoso viaje
que Monseñor y los P P . Misioneros han efectuado
desde Las Lajas á Jmtln de los Andes, y á
las misiones -que han dado en todos los peque­
ños centros de población, durante esta excusión
de más de 70 leguas.
E l 17 do Febrero, á las -I de la tarde, todo
estaba listo para la salida. Con tal motivo Mon­
señor dejaba ú sus queridos liijos de Las Lajas,
y acompañado por el Señor Coronel D. Martín
Gras, el señor juez do paz, y mientras la banda
ejecutaba las piezas más selectas y la Guarnición
con bandera desplegada, recibia la bendición,
subió al break, para ir á Cohunco, en donde
los pobladores de aquel valle lo estaban espe­
rando.
Tres soldados del mismo Regimiento, guiaban
el coche, el carrito con el equipaje, y la caba­
llada de repuesto. Subimos la alta, pero suave
barranca del Río A grio y dejándolo definitiva­
mente á nuestra izquierda, nos dirigimos hasta
el Suroeste, faldeando la Cordillera.

A l aiiocliecer llegábamos á la hermosa es­
tancia L a Vicentina, del señor D. Demetrio
Alsina, quien nos trató con la mayor bondad y
consideración. Visitamos el establecimiento que
ha hecho grandes adelantos, fruto de la cons­
tancia y del trabajo. Encantador es el golpe de
vista de la rica y preciosa veg a , regada por
el arroyo FicM ^M alil, sembrada de trig a l^ ,
alfalfares y sombreada de verdes alamedas.
Entramos en su jardín perfumado de flores
y plantas aromáticas, y descansamos bajo deli­
ciosos doseles del sauce llorón, hasta la hora de
cenar. De sobremesa prolongárnos la conversación
hablando de nuestros viajes y misiones; del Te­
rritorio, de su porvenir agrícola y pastoril, y de
las cuestiones del día. L a mañana siguiente, ce­
lebrada muy temprano la santa Misa, y tomado
un ligero desayuno, nos despedimos de nuestros
inolvidables amigos para continuar la interrum­
pida marcha.
A pocas cuadras de la estancia, en la pen­
diente de un alto cerro, observamos una . rareza
de historia natural, digna de mención. Es una
gran cantidad de piedras calcáreas de forma es­
férica y de varios tamaños, que, según afirmación
de varios vecinos, encierran un gran marisco pe­
trificado. Rompimos algunas y palpamos la ver­
dad del hecho.
Conduce al valle de Cohunco una larga tra­
vesía arenosa, con muchos pedregales y sin agua,
excepción hecha de un pequeño hoyito, de unos
sesenta centímetros de diámetro, en el que el
agua se conserva siempre al mismo nivel y pro­
fundidad.
A quí hicimos alto para el cambio de posta.
Los caballos á todo galope corrieron hacia el
manantial, para apagar la ardorosa sed, pero en
vano, pues el agua estaba demasiado profunda
y no alcanzaban.
Este suplicio de Sísifo duró casi una media
hora. Tan solo una muía con su gran talento,
quizá haciendo un silogismo como el mulo de
Thalea, doblando las patas delanteras consiguió
beber á su sabor.
Cansados, sedientos et in deserto loco, no3otrv>3
también tuvimos que imitar la m u ía .. y unos

-

121

tras otros, soldados, misioneros, Monseñor y arrie­
ros, nos fuimos echando de bruces para tragar
lo que sobraba... limo y agua... agua y limo....
Cambiados los animales, empezamos de nuevo
á seguir nuestro rumbo, y viajamos todo el día
bajo los rayos abrasadores del sol. Pasamos frente
á un cerro formado de enormes peñascos. Existe
en su seno una gruta, angosta en su entrada,
ancha y alta en su interior, con grandiosas y
fantásticas galerías, cuyos insondables términos
no se alcanzan á descubrir, pues, acobardándose
el espíritu, retroceden hasta los más aftcionados
naturalistas.
Parecida á las célebres grutas de Findland,
en las Islas Britáticas, do Máhamut en el Norte
América y muchas otras, penden de sus bóvedas,
racimos y juegos de conos irregulares y masas
arriñonadas, á veces de considerable magnitud.



únicas piezas disponibles; una para Monseñor,
y otra para el culto. E l P . Domingo Milanesio
estableció su morada en medio del pasto y bajo
unos copudos sauces; los demás Misioneros se
refugiaron en la choza-capilla; que no tenía puerte,
y estaba expuesta á todos los vientos.
En Cohwtco (palabra araucana que quiere de­
cir agua caliente] paramos tres dias, á fín de
facilitar á los pobladores la recepción de los
SS. Sacramentos, confirmar á las criaturas y le­
gitim ar algunos matrimonios: todo lo cual pu­
dimos realizar con la gracia de Dios.
Dunuite esta breve permanencia en Cobunco.
S, S. I. tuvo la grata satisfacción de recibir la
visita de los doctores Sorondo. Alsina, Maglioni,
Burgos y otros amigos que iban de paseo á Las
Lajas. Venían de Buenos-Aires; algunos para
pasar á Chile, y otros para visitar sus propie-

Estancia Pávia en Cobunco.

Son estalactitas, producto de la filtración calcá­
rea solidificada A la inversa de las estalagmi­
tas formadas en el suelo y con la punta hacia
arriba.
En varios parajes de la Cordillera se encuen­
tran muchas otras grutas, sinó tan interesantes
como esta, á lo menos tan admirables y hermo­
sas. Algunas de ellas tienen piezas como las de
una casa, por cuyo motivo se llaman casos de
piedra, y sirven de vivienda á no pocas famibas, indígenas por lo regular.
A la puesta del sol ya avistábamos el largo
y fértilísimo valle de Cohunco, regado por las
aguas del río homónimo, último afluente del
Neuquén. Bajamos con mucha dificultad su rá­
pida ban'anca, y llegamos á la escancia del señor
D. Marcelino P a v ía , quien nos recibió con la
más exquisita bondad. Es uno de los pobladores
más acomodados de la región y muy bondadoso
y hospitalario; el cual empero por falta de ma­
terial para edificios sólidos, tiene que v ivir en
chozas de palo á pique, coa reboque de barro y
techo de paja. Inmediatamente preparó las dos

dades. Habían tomado el camino central y an­
dado á caballo más de 70 légua<.
Se entretuvieron unas horas en alegre y cor­
dial conversación con Monseñor. Se hallaba entro
éllos un natui'alista norteamericano, el cual,
prendado de la bondad del señor Obispo y del
espíritu de sacrificio de los P P . Mi.sioneros, di­
rigiéndose á S. S. 1. dijo: Soy itrotestantc, pero

admiro al sacerdote católico: porque si gome
expongo á miles de privaciones por amor á la
ciencia, ustedes afrontan miles de sacrificios
por el bien del prójimo.
A lo que Monseñor conte.stó con las más
atentas expresiones de agradecimiento y respeto.
Es también digna de mencionarse la recomen­
dación que S. S. I. hizo al doctor Sorondo (dueño
de dos valles muy poblados; á saber él de Guarinchenqne, y él de V ilu -M a lil) de levantar en
ambos parajes, una capilla con su correspondiente
habitación para el sacerdote.
Con este mismo fin Monseñor había conceitado
anteriormente otro proyecto semejante con los
vecinos de Las Lajas; porque en un centro de

122
población tan importante como aquel, es de ab­
soluta y urgente necesidad un modesto templo
y una residencia fija de misioneros.
C / to u n co íl X n p n l a — Cor*<linl hospi«
tulifliMl — E n mui’clm Inioia P ic t in -

le u f'á — X j » E i i u ^ i i i i u I S I f i n c n . — D e s e m iM o | > e lÍ^ iv > N o — S £ í k í <^u .
E l 21 de Febrero salíamos de Colmnco casi
en el mismo instante en que llegaba el señor
Fernández, comandante de caballería de línea é
inspector de fronteras. Venía aconipuííado por un
ingeniero militar, encargado de los estudios para
el ramal de ferro-carril, que se piensa construir
de la Confluencia á Las Lajas.
L a subida áspera de la barranca del R ío nos
ocasionó varios contratiempos y no pocas mo­
lestias, porque las muías, perezosas como ellas
solas, no tenían gana de doblar el lomo.
En aquellas altas planicies hallamos grandes
canteras do piedra calcárea; mientras discurría­
mos do su utilidad, explotación é ínteres del
territorio; admirábamos complacidos los amenos
valles, los profundos cañadones y otras maravi­
llas de la naturaleza, nos sorprendió la lluvia,
obligándonos á pedir hospitalidad en la única
casa (lo ese paraje, denominado Za\}ala.
Los dum’ios de la o.standa y arrendatarios de
unas 50 leguas de campo, son ingleses de nobles
sentimientos y esmerada educación. Fuimos re­
cibidos con mucha cortesía, confianza y respeto;
y trataron á Monseñor con la distinción que su
elevada posición exige.
L a velada fué muy divertida con cantos y
piezas, entre la señorita de casa y sus cuatro
hermanos, naturales todos de Inglaterra, Más
que su habilidad musical, nos sorprendió el porto
varonil de la señorita, que cual otra Juana de
Arco, maneja el caballo y las armas como ex­
perto jinete y lleva en la cintura su inseparable
revólver, como muestra do su animo y valor, y
también como defonsa y salviiguardía de su lionor
en aquellos desiertos recorridos, á veces, por gente
non snneta y desconocida.
E l día siguiente (22 de Febrero) que hacía
una luna clara y lu'rmosji como la luz del día,
nos levantamos como á la una de la mañana,
para emprender el camino de la hermosa pra­
dera do Zapala. L a subida do sierras pedregos;is
nos c(Któ sacrificios j>or el trecho de unas siete
leguas. Ibamos serpenteando por la rápida cues­
ta, y á cada paso encontrálvimos enormes mon­
tones de lava, que los volcanes ab imtncnwrabiU
habían arrojado do su seno.
Pqr la A rd o , después de haber ganado la
cumbre y discurrido por la arenosa y "larga ba­
jada Iwsta la Lihjnna lilancay pasamos la siesta
á su orilla.



Tiene unos seis kilómeti-qs de longitud, por
cuatro de latitud: navegan en su superficie nu­
merosas bandadas de patos, gansos y cisnes; el
agua por su poca profundidad y con el reflejo
solar parece plateada, pero su gusto es algo
desagradable.
A causa de la humedad del suelo no fué po­
sible sentarnos; y apuramos de pié las escasas
provisiones que con nosotros llevábamos. Durante
la comida, pudimos contemplar la magestuosa
Cordillera de Chachil, toda cubierta de nieve.
Sus blancas y altísimas cimas coronadas de una
diadema de azulinas nubes parece que convidan
á ensalzar la omnipotencia de Dios. Uno de los
picos tiene la forma de una gran basílica, sobre
la cual se eleva un risco semejante á un cam­
panario. Otros hermosos paisajes se nos presen­
taban á la vista y admirados contemplábamos,
que podrían ser tema dé inspiración para los
artistas y pintores.
Continuamos nuestra marcha por caminos ás­
peros y quebrados entre valles y montes, riscos
y precipicios, hasta llegar á un bañadaro, en
cuyas verdes praderas se apacentaban numerosos
rebaños. D e a llí llegamos á una vasta meseta,
regada por las aguas del arroyo Nireco y .po­
blada por laboriosos chilenos. A llí, preparadas por
el P . Misionero D. Mateo Gavotto, encontramos
unas diez familias, que habían venido á saludar
al señor Obispo, y á recibir su bendición. Los
hombres nos acompañaron en el peligroso des­
censo de la barranca, la más fiera que hayamos
encontrado, la de Picúnleufú. Monseñor y de­
más Padres la bajaron á caballo, dejando el
hreak y el carríto á mitad camino, porque la
hora de la noche era muy avanzada, y hubiera
sido una gran temeridad arriesgar la vida de
los cocheros y cuarteadores.
P or la mañana nuestros buenos amigos vol­
vieron á la cima de la barranca, y después de
cinco horas de hercúleos esfuerzos, consiguieron
bajar de aquel desfiladero los pesados vehículos.
E l Picúnleufú {río del norte) nace de la
Sierra de Chachil, y tiene un curso de unas
70 leguas. Corre encajonado entre elevados ce­
rros: su valle es muy estrecho y la sola vista
de su profundidad espanta. Es el primero del
Alto Limay, que recoge las aguas de la Cor­
dillera y el último que desagua en él. N o tiene
afluentes y en el rigor del verano los labradores
utilizan sus aguas para el riego de los campos,
perdiéndose el resto en los arenales cerca de su
desembocadura.
L a señora viuda de L e Pen y sus tres hijos,
buenos bretones de la Vandé (Francia), que- tie­
nen a llí una modesta hacienda, nos llenaron de
atenciones, demostrando con los hechos el aprecio
en que tienen al sacerdocio católico, quisieron

tener el honor de hospedar á S. S. I . y á los M i­
sioneros. No habiendo podido levantar una nueva
habitación, como lo tenían proyectado, nos die­
ron alojamiento en sus antiguas chozas. E l local
del pequeño negocio, lo convirtieron en dormi­
torio pai-a los Padres. A Monseñor le destinaron
una piececita muy limpia, que anteriormente
había servido de cocina. Para e l cuito habili­
tamos un ranchito, cuyo techo algo abierto, nos
recordaba la Rotonda dé Roma.
La misión duró cuatro días; y en ese breve
intervalo de tiempo, acudieron presurosos los ve­
cinos, no solo del Picúnleufü, sino también de
otros parajes más lejanos. Buenos y piadosos
como ellos son, nos ocuparon en uuestuo sagrado
ministerio todo el día y gran parte de la noche.
Tuvimos e l consuelo de administrar* 384: comu­
niones, 418 confirmaciones, 70 bautismos y le­
gitimamos 14 matrimonios.
L a señora viuda de L e Pen y familia dieron
prueba de la fe de. los católicos franceses, y de
la piedad de los antiguos bretones, preparándose
con esmero y recibiendo con gran devoción los
SS. Sacramentos, publicamente, sin respeto hu­
mano y con edificación de todos los vecinos. A cu ­
dieron también á la misión unos cuarenta indios;
los instruimos en las verdades de la fé, y admi­
nistramos los santos sacramentos del Bautismo,
Confirmación y Eucaristía.

pedimos de nuestros buenos amigos, y continua­
mos nuestro rumbo in nomine Domini.
Tristes presentimientos empezaron á dominar
nuestros ánimos, y ya nos preparábamos á llevar
la cruz, que la divina Providencia hubiera te­
nido á bien enviarnos.
Efectivamento, á las dos de la tarde, desen­
cadenóse un furioso huracán, que amenazaba
derrumbarnos y envolvernos en las densas y os­
curas nubes de polvo. Más de una vez tuvimos
que contrabalancear el hrcak para impedir las
volcaduras. Entre Unto el camino presentaba
siempre mayores dificultades á causa de los are­
nales y pasos peligrosos. Costeamos la Laguna
de la Casa de Riedra, cuyas aguas agitadas
por las furias de los vientos parecían, en pequeño,
una mar en deshecha tempestad.

S a lid .a . d e P i c i i n l e u í i i — T Jn h u r í i e í i n
— N o c h e e s p s m to s íii — H i e l o y u e 'v a < i a — E n JLiU íi^ E a p a w — C o l o n i u
XJ i ' i t í j i i a y u .
■ E l 26 de Febrero salimos de Picúnleufú, y
emprendimos el viaje por la orilllas de las altas
bai*rancas de este hermoso río. Dejamos atrás un
gi*an peñasco, que ios indios llaman LoánMahuida, es decir el cerro de los guanacos,
porque encuentran a llí seguro abrigo estos pobres
cuadrúpedos, hoy día tan perseguidos.
Nos acompañaban más de treinta hombres á
caballo; y mientras todos nosotros nos halagába­
mos con la esperanza de un viaje delicioso, se
vuelca de repente el treak , rodando muías y
cochero por una pendiente sembrada de gruesos
guijarros. Felizmente faé una desgracia con
suerte: Monseñor y su secretario, en vista del
peligro, se habían‘ apeado; y el buen A n gel de
la Guarda, qui nohiscum comitahatur in üia,
no permitió le sucediera nada de adverso al
pobre soldado. E l único percance que tuvimos
fué la rotura del breach, que quedó poco menos
que hecho astillas. Gracias sin embargo á la
habilidad é industria de la numerosa escolta, que
nos s ^ u ía , pudiéronse aplicar parches y más
parches a l fracturado vehículo, que recobrando
SQ forma y movimiento anterior, nos permitió
viajar siquiera por la senda del dolor. Nos des­

Pasnmlo al Bio dol Cataulil,
Nos hallábamos al término do la alta planicie
y al principio de la bajada de Las Lapas,
cuando el baqueano se despidió de nosotros di­
ciendo que ya no era necesaria su presencia; y
que siguiendo el camino, daríamos segiuamente
con la casa de los Señores Trujillo, en donde nos
estaban esperando.
Quedamos, pues, sin guía, solos y abandona­
dos á la ventura. En esto la nociie se adelan­
taba ^ nos iba quitando, poco á poco, el único
consuelo que teníamos; la luz. E l frío era ex­
cesivo, como en el más crudo invierno y calaba
hasta los huesos. Entonces ^lonseñor por temor
de algún desastre dejó el coche para seguir el
viaje á caballo. Creíamos llegar aquella noche
á la casa del Sr. Trujillo, pero nuestras espe­
ranzas quedaron desvanecidas. Los pantanos y
zanjones, la furia de los vientos y lo desconocido
del camino, no nos permitieron seguir más ade­
lante. Sin embargo estábamos ya en Las Lapas
y muy cerca de la casa, pero nosotros no lo sa­
bíamos ; porque en aquella densa oscuridad, no
podíamos distinguir nada.

Eran las once de la noche, y desde por la
mañana aún no habíamos tomado ningún ali­
mento sólido. E.stábamort como arrecidos de frío,
atontados por el viento y rendidos de cansancio.
Entonces nos vimos precisados á recostarnos sobre
el duro suelo en medio del valle, cubriéndo­
nos con las pocas fj'azadas que teníamos. Para
colmo de desgracias, á los pocos instantes, em­
pezó á llover con fuerza, y nosotros mojados como
lina sopa, no sabíamos que hacer. Monseñor y
su familiar subieron al hreack, y cubriéndose
con un qiiillavgo, se repararon del mejor modo
posible, del frió y de la lluvia.
Pasado el temporal, cayó una helada tan in­
tensa que su recuerdo sólo me espanta; v en
breve espacio una ahundanto nevada cubrió las
sierras, que nos-rodeaban. Sin ropa para abrigar­
nos y sin ninguna bebida fuerte para calentar­
nos, estuvimos más de cinco horas tiritando do
frío.

sus familias; luego legitimamos sus matrimonios,
y Monseñor les administró el sacramento del
Espíritu Santo. Vinieron también otros vecinos
á cumplir con sus deberes religiosos, y en i'aiticular merece ser recordada, la muy católica
familia del Sr. Correa, cuya hija, mayor ha sido
alumna de las Hermanas de María Auxiliadora
en Baliía-Blanca.
Viu|e A Cnlnntil — Misión — H acia
•hmin fie lux .hules — X^eli:« lleá»’a<la —

lllipi-CüSioUCM.

Después de dos días de grata y provechosa
permanencia en Las
nos despedimos de
nuestros sinceros amigos, y emprendimos otro
viaje de doce leguas hacia Caianlil, que está á
mitad del camino entro Las Lapas y Junin de
los Andes. Antes de salir, Monseñor recibió una
generosa limosna para los ingentes gastos, que
originan estas misiones.
Por la mañana los soldados galoparon unas
A l trepar por la áspera subida de las sierras
tres horas, para dar con los caballos. El P . Gacfmtas, vimos gi-andes canteras de piedra cal­
votto, el más valiente y robusto de los misio­
cárea, que serán más tarde manantiales de ri­
neros de nuestra caravana, después de tan larga
queza para esta importante comarca. Desde la
tarea, sintióse m al, dejó caballos, muías y sol­
cumbre de los cerros contemplábamos magníficos
dados y so nos acercó medio desfallecido pidién­
panoramas; los aires puros y balsámicos que
donos algo para sostenerse. Nos dimos prisa para
respirábamos, parecían devolvernos una nueva
au->:iliarlo de algún modo, y al tín emontramos
vida de entusiasmo y santa alegría. Hallamos
algunos mendrugos de pan, que le ofrecimos ju n ­
también varias familias de indios, que tienen su
tamente con dos huevos y un poco de agua, que
hogar en las tupidas matas de arbustos silves­
quedaba en nuestra hota m ilitar \ pues no era
tres. Kcíjostado en una de estas matas, vimos
posible por el viento encender fuego para pre­
providencialmente á un pobre niño, que el día
parar algo caliente.
anttu-ior, cayéndose del caballo, Imbíase fractu­
A l despejarse el horizonte y al disiparse las
rado la calaza. Estaba gruvisimo y agonizando.
nubes que cubrían el valle, avistamos á corta
E l P. Gavotto lo conoció en seguida, porque lo
distancia, otra caravana guarecida al respaldo de
Imbía visto muclia.s vwes eu el Oratorio Festivo
una loma. Eran los peones y arrieros con la
de CIius-Malal. Lo asistían sus hermanos, que
carga y caballada de la Comisión de Idmites
con él guardaban el rebaño en aquellos soUtaríos
(cuestión pendiente con Chile) que iban ú Juníii,
Valles. L e administramos los últimos sacramen­
San Martín y Lago Nahiiel-Huapi.
tos y pocos momentos después el candoroso niño
También nosotros puestos en marcha pudimos
entregaba su espíritu á Dios.
descubrir por fin, la tan deseada y suspirada
Gu(ados por un experto baqueano llegamos
estancia, distante solo medio kilómoti'O. Los Sros.
por la noche á la segunda estancia de los seño­
Trujillo nos trataron como á hermanos, y nos
res Trujillo. Es su administrador el joven D.
prestaron todas las atenciones, que nuestro deplo­
Juan, ex-alumuo de nuestro Colegio de Paysandú.
rable esbido roclamulwi.
Nos recibió con todas las posibles atenciones, y
Las Zrtjws, que en indio quiero decir sierra
nos cedió gustoso su misma habitación. Después
c7wfrt, es un vallo muy amono y de gran ferti­
de cenar nos recostamos, ^Monseñor en una mo­
lidad. Sus pobladores son casi todos uruguayos
desta cama, y los demás sobre montones de cue­
de la heróica ciudad do Paysandú. Encontramos
ros y pieles de oveja.
á dos de nuestros antiguos alumnos, uno del
E l día siguiente, celebrada la santa Misa,
Colegio de Na. Sra. del líosario, y otro del Co­
bautizamos unas familias de provincianos y de
legio P ío de V illa Colón (M ontevideo), quienes
indios, bendiciendo y santificándolas con el sacra­
se alegraron inmensamente de nuestra llegada.
mento del Matrimonio. Después Monseñor los
Con su afabilidad y finos modales saben ganarse
confirmó juntamente con oti*as muchas criaturas.
las simpatías do los indios, y les infunden ve­
Concluida la función, nos dirigimos á la orilla
neración y respeto hácia la religión.
izquierda del río Catanlil, en donde nos estaba
Bautizamos algunos de estos indios adultos v
esperando el P . Milanesio que había ido á pre-

— 126 —
paiar los veeinoa- do aquellos valles, para la pró­
xima misión, y se. había adelantado de una jo r­
nada y media de camino.
Hicimos un viaje hermoso y de preciosos re­
cuerdos, por deliciosas praderas y tan pintorescas
y amenas colinas, que nos parecieron bien cortas
las ocho horas que fardamos en pasaidas.
A l anochecer sin embargo cruzando un desfila­
dero-río, nos vimos obligados á bajar del coche
V caminar á pié hasta ponernos fuera de peligro.
Por lín, ya muy entrada la noche llegábamos á
la estancia del Sr. D. Policarpo Rodríguez,
quien á más de su casa particular nos tenía pre­
parada también otra casita para capilla y epis­
copio de la misión. Esta habitación tenía dos
entradas sin puerta y dos ventanas sin vidrios ;
y los vientos que soplaron recios y muy fríos
durante los fres días de nuestra permanencia en
Caianlil, nos obligaron á tapar- '
las de cualquier m odo, quedán­
donos así medio á oscuras- Mon­
señor, estando algo enfermo, ronco
y con mucha tos (que se había
tomado en la memorable noche
y más memorable valle de Las
Lapas)^ pasó dos días recostado
en su pequeña cama de viaje, y
se levantaba tan sólo pava cele­
brar y administrar la santa Con­
firmación. Acudieron á la misión
las familias cristianas, que pue­
blan los próximos vallecitos': y
Dios en su misericordia, que no
tiene límites, se ha dignado ol>rar
grandes milagros de conversión.
Hubo mucha concurrencia de in­
dios; el E . P . Milanesio se en­
tretenía con ellos, y cou sumo íiiíc I l's les ense­
ñaba en su idioma, las verdades de la fe. E l
último día de la misión, el mismo Padre los
bautizó, ratificó sus matrimonios, \- con gran
devoción y espíritu de piedad, recibieron la santa
Comunión y Confirmación de mano de Monseñor.
Kecogimos en CaianUl opimos frutos de gracia
y divina bondad, y antes de salir tuvimos el
consuelo de bendecir un nuevo cementerio y una
alta cruz de madera, como recuerdo do la pri­
mera visita pastoral en aquellas herniosa.s tie­
rras bendecidas por Dios: de rot‘r cceli et de
pinguedine terne. .
Catanlil quiere decir agujero en Ja piedra:
se halla en el valle un peñasco, que tiene una
abertura tan grande, que puede pasar por ella
no jinete montado en su caballo. Los indios,
que son tan supersticiosos, la suelen pasar mon­
tados y creen que tendrán muy buena suerte,
cuando consiguen hacerlo sin tocarla por niiigim
lado.

E l día cinco de Marzo, dejando á nuestros
buenos, amigos, partimos de Catanlil y viajamos
todo el día con rumbo á Jiinin de los Andes.
Como á la una de la tarde atravesamos el
arroyo San Ignacio y descansamos en su orilla
derecha: los caballos corrieron iumodiatamcnte
á beber agua y á pacer la verde hierba do la
pradera; nosotros nos desayunamos cou un poco
de fiambre y vino añejo del arroyo.
Luego nos pusimos todos con palas y picos á
nivelar las gradas y salios de pura piedra, que
tenía la barraneu, v que imposibilitaban la su­
bida do los veluoulos: eran los primeros quo pa­
saban por allí. <’oa tudo se nos cayó una muía
debajo del carrito; pero á fuerza do tirones y
esfuerzos, alcanzamos poner en salvo muía y
carro y cuanto llovabaii encima.
A medida que ’ avanzábamos por la meseta,

Cein«nt»‘rio do TndioH del W^nqnéu.

ibamo> penlieudo de vista la cordillera do CJuiehil y L'(s Lapas, y se nos presentaban nuevos
horizontes, en quyp fondo veíamos elevarse alta
y erguida en foriná cónica la cordillera de Chapeleó y el soberbio cerro iM nin, cuya cúspide
•parece tocar los cielos. Tiene 3 700 metros de
altiini: sus faldas están cubiertas de lava, pues,
ha sido anteriormente un terrible volcán: pre­
sentemente sólo sabe de vez en cuando respirar,
echando de su cráter globos de humo. Con sus
eternas nieves, sirve como de luminoso faro á los
videros, que la contemplan con maravilla, desde
más de cuarenta leguas de distancia.
A la puesta del sol descendíamos por la es­
cabrosa y altísima barranca del río Collóncurá,
el mayor afluente del íJm ay; y en su playa
desenganchanioá y soltamos los caballos. Dos
buenos vasco españoles, encargados'de una pe­
queña casa de negocio allí existente y de la
balsa del río. nos hospedaron lo mejor que su
pobreza permitía. Por falta de cama arreglaron

126



para Monnefior un catre con cueros de lana, y
para los demás destinaron un cubierto, donde

aquellas bestias embravecidas, y partimos, por­
que se nos venía encima la noche.

guardaban pus/o.
Fosamos la noclie un poco durmiendo y un
poco velando, poique el rumor de las aguas en
su vertiginoso curso, nos recordaba que todo
pasa en este mundo para irse al mar de la
eternidad. Los indios Je dieron el nombre de
Colloncurá, ó máscara de piedra, por hallarse

Vadeamos el caudaloso Quilquihne (en arau­
cano quiere decir: lugar de halcones) con no
pocas dificultades; y como el manso alazán de
Monseñor era algo petiso (1 ) y el paso del río
bastante hondo, caballo y caballero salieron re­
frescados y mojados de lo lindo!... A muy corta
distancia atravesábamos el arroyo Curruhé (an­
tiguo fortín), donde se nos encharcaron las mulas, y el carrito quedó clavado entre las piedras
y en lo más hondo de la canal. A oscuras los
soldados se arrojaron al agua, y entre gritos y
empujones consiguieron sacarlo. Continuamos nues­
tro viaje nocturno, guiados por el P . Zacarías
Gengliini, venido á nuestro encuentro; y final­
mente después de tanto desear y suspirar, llegá­
bamos á noche avanzada á Junin de los Andes,
habiendo empleado 50 días en penoso viaje, y
recorrido, desde Chos-Malal, 130 leguas de ca­
mino.

en la ribera una gran piedra, que se parece á
la cara de un hombre, Como acai)o de referir,
este río es el mayor afluente del L im a y ; recibe
las aguas de los tres grandes lagos Aluminé,
Lolog, ITuechú-Lauqudn y otras lagunas de
213 kilómetros cuadrados de superficie y forman
los caudalosos ríos Aluminé, Catanlil, Qidl~
ijuíhue y Chimekuin, sus afluentes.
E l lecho, ó mejor dicho, el valle por donde
corre está cerrado entre colosales y enormes l)arrancas, y tiene una anchura tan extensa de
pedregales, que nos costó tiempo y fatiga el
cruzarlo.
Entramos en otra vega muy verde y hermosa,
con subida suave y graduada, y en tres horas
llegábamos á la altiplanicie de otra barranca,
no menos á.spera, la del Chimelmin. E l descenso
lúe largo y lleno de peligros; y sólo mediante
un gran tino y las mayores precauciones, pu­
dimos liliranios de alguna desgracia.
Descansamos á la sombra de un chañar: to­
mamos un poco de gracia de Dios y seguimos
camino do Junin. Anduvimos toda la tarde por
el delicioso y fértilísimo valle del Chimchnín,
cuyos hermosos y encantadores panoramas no
puede la pluma describir. Los muchos manzanos
que lo pueblan, ostentando sus frutos sazonados,
más de una vez tentaron á nuestros cocheros
y cuarteadores, de trepar por el tronco y llegar
á las frondosiis ramas, para comer á discreción.
Después de cuatro horas de marcha por las
faldas del peñascoso cerro del Perro, cuyos
crestados picos semejan altos cipreses y gigan­
tescos pinos, llegamos á las orillas del rio Quil~

quihue.
lín un corral que encontramos, largamos la
caballada de repuesto. Pero sucedió que caballos
y nmlos se resistían y escapaban a]>enas veían
el lazo, que los debía acollarar. Los aireamos
una y otra vez y siempre saltaban el vallado y
rompían las estacas del corral. En esto llegaron
afortunadamente del CoUoncurá el soldado con
las nueve muías, que so hn))ían extraviado la
noche anterior. Con su auxilio conseguimos atar

N o puedo, amado Padre, expresarle por escrito,
las dulces emociones que experimentamos al en­
trar en la Casa-Misión de nuestros queridísimos
Salesianos, donde tantos pobres niños indígenas
y desvalidos reciben una sólida educación cris­
tiana.
En la devota Capilla del Colegio tuvo lugar
un solemne Te Peum, en acción de gracias por
el feliz arribo de Monseñor y Com itiva; asistieron
á tan simpática función numeroso público, nues­
tros niños y el Colegio de las Hermanas de María
Auxiliadora.
L a bendición con S. D . M., precedida de una
breve alocución de Monseñor, dulcificó todas las
penas y amarguras del viaje, y nos infundió
ánimo, pai*a realizar nuevas empresas á la ma­
yor gloria de Dios y bien de las almas.
Espero, Dios mediante, enviarle pronto otra
mia, referente á las misiones que S. S. I . piensa
dar en 5 o » M artin de los Aiídcs, en la colonia
San Ignacio y en este pueblecito de Junin.
Acabo, presentándole las más atentas expre­
siones de parte de Monseñor y demás Padres M i­
sioneros, y declarándome con el mayor aprecio
de mi alma, obedientísimo hijo en J. 0.
q. b. s. m.
J uan B erald í , Pbro,
( l i Provincialismo chileno equivalente ¿.pequeño.

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127 -

808, ati'aidos i>or sn dulzura y
C O L O M B IA

Ron Aíbera en Í09 Lazaretos
de Contratación y Agua de Ríos.
{Carta de D. Evash Rabaglíati)

E ev .'"'’ y A mad .'"*’ S r . D. R ú a :
Venei’adísim o P a d r e : Y a estamos de v u e lta
de la v is ita á los lazaretos. H a b lo en x>birol
l)or que no los he vis ita d o so lo, como so lía
bacer las otras veces, sino que fu i en amable
compañía con e l Representante de D . Rúa»
nuestro am adísim o D . A lb e ra , y su secretario.
E l 9 del pdo. Setiem bre salimos de B o go tá
con dirección a l departam ento d e Santander,
donde se encuentra e l L a za reto de C o n tra ta ­
ción. A causa d e la pasaila guerra, los cam i­
nos son aún m al seguros y casi intransitables,
así que tu vim os que d a r un la rg o y penoso
rodeo. E n e l tra yecto emi>leamos once días,
contando los dos que perm anecim os en el
Socorro, donde tu vim os que despachar con
el Señor [Obisxm algunos asuntos relativos
al Lazareto.
Paso por alto los m il va ria d os percances
de este largo, cansado y p eligro so via je á
travós de altas montañas y por caminos
escarpados y i>eligrosos, pasando á darle
cuenta de los copiosos frutos de bendición,
que ba producido en estos L a zaretos la v is ita
de su dign o Rex)reseutauto.
A su lleg a d a D . A lb e r a , su secretario y el
que suscribe distribuim os á cada leproso uua
suma d e dinero, que la ca rid a d nos había
simúnistrado. Se rei>artió asimismo m edio
kilo d e carne, m edio do a rroz y dos m edidas
de azúcivr de caña á cada uno. B e este modo
D. A lb e r a i)udo a liv ia r aquellos pqbres es­
píritus abatidos y aqu ellos cuerpos atacados
por e l peor de los males, la lepra. E n esta
bueua obra é l deb ió probar una d ich a in de­
cible, que n o sabré e x p lica r y o y cn yas im ­
presiones é l le d escrib irá á sn tiem po.
A liv ia d a así algú n tanto las m iserias del
cuerpo, B . A lb e r a se dispuso á re frig e ra r
también las de las almas con ocho días de
santa misión, á la cual todos los leprosos qne
podían tenerse en pió concurrieron con v e r­
dadero espíritu d e fervor. D o n A lb e r a dictaba
al mismo tiem po los ejercicios espíritnales á
hñ H ija s de M aría A u x ilia d o r a qne h ay en
el Lazareto, predicando tres veces a l día. E l
tieu)))o q n e la pre<licación le dejaba lib re , lo
pasaba en el confesionario y todos los le])ro-

caridad acu ­
dían á depositar á sus pies las miserias y
penas de sus corazón. Tam b ién e l Secretario
l)asó aquellos ochos días de m isión y á veces
las noches, confesaudó á los enfermos, con no
poco a liv io del i)redicador y de los sacerdotes
d el lazareto. E l fruto, gracias á D ios, flié abiuidato; durante aquellos díivs hubo mús de
1600 comuniones. 151 m ism o B . A lb e r a celebró
la m isa de Ü ouiim ióii gen eral y distribu ió
con mano tem blorosa y corazón comnoviOo
e l P a n do los A n g eles. N o fa ltó tampoco
las 9, la M isa solem ne que ante e l Smo.
Sacramento exim esto, cantaron los niños dcl
Lazareto, y B . Guzm áu \)TQáiü6 infra mmam
con gran unción sobre e l herm osísim o a rg u ­
mento de la Eucaristía.
A las dos d e la ta rd e se h izo la solem ne
l)rocesióü que resultó im ponente. E n tre los
cautos de unas cien H ija s d e M a ría dirigidas
p or las Herm anas, el disx>aro d e m orteretes y
voladores, una muchedum bre d e aquel pueblo
paciente, conm ovido y d e v o to , seguía detrás
de los sagrados m in istros. B . A lb e r a , que
llev a b a e l Smo. Sacramento, hubo de confe­
sar después, que nunca h ab ía experim entado
una conm oción tan profunda, como duraiití‘
aqu ella i>rocessión: así lo declaró en la i)lútica que h izo como rem ate de la m isión, aña­
diendo desimós la s más herm osas y ticrnáB
imi)resione8 á nuestros queridos le p r o s o s ,
X>ara anim arlos á m antener fervorosam ente
los propósitos hechos durante la santa misión.
N o dudo eu afirm ar q u e , aquellos ocho
tUas fueron x>ara B . A lb o r a una revehwúón
del gran bien que los hijos d e 1). Roseo obran
con estos i>obrcs leprosos, y e l tiern o amor
que éstos nutren p o r los Salosianos, (pie los
asisten y dirigen con tanta abnegación.
• •
A p en a s term inada la m is ió n , v o lvim o s á
B o go tá para ir desde a llí a l L a zareto de
A g n a de D ios. ¡C u a n ta desolación y ruina
ha p o r doq u ier sembrado la revolu ción que
nos h a a flig id o por 38 meses y que aún no
86 h a ex tin gu id o del to d o !
L legam os á B o g o tá e l 28 de Septiem bre y
e l 2 de O ctu b re salim os con dirección al
L a zareto de O o n d in a m a rca , é sea, A g n a de
D ios.
E l d ía 3 a l caer d e la ta rd e llegam os fe ­
lizm ente. L a sorpresa d e los nuestros y de los
buenos leprosos tué grande, pués todos esta­
ban atareados en preparar arcos triu n fa les
para e l d ía después, qu e según sus cálculos
d eb ía ser el d e nuestra llegada.
I » s im brecitos quedaron a lgo inorfificadoa

— 12S —
ivl vernos IJejíar ain h aber aún term inado sos
prepnrativoH. l ’ ero 311 trabajo 110 ftié in ú tilj
l>uea «irv ie r o u imia ta rd e para la hermosa
procesión (]iie se celebró después, de la cual
liablaré iiiús adelante.
Desuábaiuos aimiosaiiiente saber si se les
había anuuuíado á los leprosos la m isión y
si eslabun preparados á ella . ^ K a d a de éso,
uos respondieron los sacerdotes d e l L a z a re to :
la M isió n no se les h a aiu m ciado por gra ves
é insuperables inconvcuíentíís.
D oce veces entraron en esto L a z a re to la s
guerrillas, qu e de tiempí» en tiem po se suce­
dían durante lo s tres años d e gu erra (d vil
y los infam es saqueos que 011 él lle v a r o n á
cabo, han do ta l mudo exasperado los ánim os
y encendido la cuetaistad y los odios entre
los pobres enfermos, y estos odios son tan
profundos, que btoii pocos do estos pobres
leprosos podrían sacar fru to verdadero do
una misión. í í o nos parece qu e este sea el
tiem po más á propósito: y las fa tiga s d e ocho
días do predicación nos parece que serían
infructuosas. Dem os algunos meses de tregua,
más tarde q u izá ee pueda con segu ir] algo,
I>ero ahora sería predicar en desierto. >
listas razones que uos expusieron p a ra d i­
ferir á m ejor tiem po la m isión, nos parecie­
ron fuertes» i>cro no convincentes. A s í que
la tan lo de aquel mismo díji, 1>. A lb o ra ,
aprovechando la circuustnucia de eucoutrarse
ía Ig le s ia llen a de gen te que había ven id o,
y a para rezar e l Santo Kosarío, y a para v e r
a l Depreseutaute <Le 1 ). liú a , anunció solem ­
nem ente la Santa dlisiúu q n e había de co*
m enzar e l d ía siguiente. A n im ó á todos con
palabras lionas de bondad y do unción, á que
tomaran parto <m e lla y á <iuo aprovecharan
aquellos díjis do bendición, que e l S eñor on
su gran m isoricordia los concedía. « Padecéis
y a tantos torm entos ' en el cuerpo, concluyo
diciendo, Uiu;ud a l monos qne no «lolui padi^c,er tam bién vu estm jUmaj riy;ouuiliaos con
D ios, y a que esto sólo d o vosotros deimude.
N osotros somos ;iuq>otoutos p;ira sanaros la
lepra dol cuorim, p erm itid «jue os sanemo.s
al menos la del alunuT.
L a p lática fué U\n anim ada y herm osa q\ie
tocó e l corazón de lo s oyeutee. P ron to la
nueva se pitqm gó por todo e l pueblo, y a l
día siguiente, al d,ar com ienzo á la misión, la
iglesia estaba com pletam eute llena. D. A lb e ra
mismo preilicaba todos l«>s días y ú qm sarde
que la h ora era la más iucómenia y la menos
á propósito, la una de la tarde, y e l calor
era excesivo, pues á la som bra no bajaba e l
term óm etro d e loa 35 y 37 g r a d o s , no obs­
t a d o era num erosísim a la coucurrencia. E l

argum en to de sus sermones era siem pre diri­
g id o a l corazón ; la G ía cia , la V irg e n Sma,
el Sino. Sacraiueuto, e l A m o r de D ios y otros
semejuutes. L o s fru tos no se dejaron esperar,
a l tercer día y a los confesonarios .se vieron
ase<liados por numerosos pen iten tes y cinco
sacerdotes estaban confesando hasta las 10
ú 11 de la noche. L a C om on ión gen eral fué
una cosa a l mismo tiempo tiern a y encanta­
dora; duró desde las cinco á las siete y media
de la mañana, y las comuniones que en este
d ía Sü d istrib u yeron fu eron más de cuatro
m il. H asta los más em pedernidos cedieron
al suave empuje d e la gra cia d iv in a ; y puedo
asegurar, que todos los enferm os, sin. excep­
ción n in g u n a , a rregla ro i sus conciencias.
Muchos, que llegad os itícientem ente a l La­
zareto, no se habíau coufesado desde luuúa
trein ta ó cuarenta años, recibieron los Santos
Sacram entos con sin gu la r d evoción . Otros,
que eu la s m isioues anteriores h abían sido
sordos á los llam am ientos d e la gracia, ea
óshi se rin d ieron íáoilm eu te y confesaron sus
culpas. L o que sucedió en aquellos días, fué
verdaderam ente un m ila g ro d e la gracia. D e
todo sea dada a l Señor, de qu ien v ien e todo
bien, eterna ben dición y alabanza.

Tam bién on A g u a de D ios, d istrib n y ó D.
A lb o r a personalm ente una lim osna á los
imbi'ea leprosos; y así pudo v erlo s y hablar­
los á todos, excepto unos seeouta qu e á causa
de la gra ved a d d e su m al no pudieron pre­
sentarse. L o s lepi'osos entonces eran n ove­
cientos setenta y dos y los stmos algunos
miles.
Q u izá s parezca extra ñ o qu e los sanos cob a b íteii con los enferm os: i>ero para e llo tie­
nen ans razones de com odidad y do parentela.
Omla lei^roso tien e necesidad d e una i>er80Da
sana q q e teng:\ cuidado de él. p o r quo á
tod os no iKMiría lle g a r nuestra solicitud. H ay
muchos qu e tien en necesidad de uno que les
vista, com o si fuerttu niños de pocos anos.
o tros p o r haber i)erd id o las manos, ó p o r que
no pueden servirs e de e lla s , h a y q n e darles
d e Imber y de com er precisam ente com e se le
da á im recién u n cid o: otros son ciegos y
nocesitaii uno q n e les conduzca; muchos dé
los sanos solo v iv e n sülí, retenidos i>or los
lazos d el a fecto y do la sangre. Estos son:
hijos que no qu ieren separarse d e sos pmlres
enfermos, ó bien inulres que n o qu ieren aban­
donar á sus h ijos; y los que absohtiamonte
no tienen n in gu n a i>ersona de l a fom iliai
tien e u n » d e senricio. P o r éstas y otras ra­
zones, e l n úm ero d o lo s sanos es m ucho inál

~

129 —

grande que e l d e los enferm os: ésto hace que
A gn * <5® D ios, sea una iw blación sui genet-itt,
que quizá no teñirá igu a l en el mundo. H ace
algunos meses e l número de los leprosos era
de 1120, i>ero e l hambre, la m iseria y la en­
fermedad han diezm ado á estos pobres desgrachwios, r e d u c ié n d o lo s c o m o he dicho, al
de novecientos setenta y dos.
X no se crea qu e si no h a y más, es por
que fa lte el co n tin gen te; la razón es por que
más de m il no cabrían en e l Lazareto. P o r
desgracia en C o lo m b ia h ay leprosos para
llenar a l menos unos trein ta L azaretos como
('•ste; pues la estadista oficial de leprosos
arroja la enorm e y desconsoladora cifra de
treinta m il. B e modo que se necesitarían al
menos 30 Lazaretos como e l d e A g u a d e D io s
para recogerlos todos y así salvar á esta des­
graciada nación d e l pestífero cáncer que la
consume.
V o lvien d o á nnestro argum ento; e l d o ­
mingo 19 de octubre, apenas term inada la
Comunión gen eral, se orga n izó una solemne
])rocesión con la estatua de M a ría A u x ilia ­
dora, que triu n falm en te pasó ben d icien d o á
los habitantes de este desventurado pueblo.
Rompía la m archa la cruz lle v a d a p o r un
niño d el O ra to rio fe s t iv o , seguido de unos
cien C on gregantes de S. L u is: detrás, las
Hijas de M a ría en núm ero de ciento, acom­
pañadas por las benem éritas H erm anas de
la caridad, cantando la L eta n ía lau retana: á
continuación la banda m usical form ada en
8U m ayor ijarte de jóven es leprosos, que pre­
cedían á la herm osa estatua d e M aría A u x i­
liadora lle v a d a en andas p o r seis hijas de
María A u x ilia d o ra ; seguía D . A lb e r a rodeado
de otros cuatro sacerdotes escoltados i>or los
120 soldados de gu arn ición d el p u eb lo; por
último la muchedum bre d el pueblo en massi,
iormando como e l marco d e aquel cuadro es­
tupendo. L a s calles estaban engalanadas como
el día d e una gran de fiesta, y de trecho en
trecho se levan tab an hermosos arcos triun­
fales, que el corazón de aquellos buenos lepro­
sos hubiera aún deseado íuesen más hermosos,
A l lle g a r á las boca-calles, cesaban los can ­
tos, se suspendía la m úsica y e l pueblo todo
saludaba á la V ir g e n con e l canto d e la
8(Ucc. qu e D . A lb e r a en ton aba: después el
celebrante con v o z con m ovida cantaba el
Orcmjis para i>edir á M a ría A u x ilia d o ra que
bendijese con su mano m aterna á tod o aquel
pueblo, que desdichado y h um ilde tenía pos­
trado á sus pies. B e la n te d el h ospital pre­
senciamos una escena que nos conm ovió á
todos. Las puertas estaban abiertas d e par
en par. D e las paredes d el ed ificio pendían
en gracioso conjunto colgaduras y fésto u w
adornados con ramos y flores, y en e l ja rd ín
estaban echados por tie rra unos, acostados
en pobres cam illas otros y sostenidos los
demás en brazos, todos los leprosos que no
podían toinar parte en la procesión. E n aqu el
conmovedor instante, arrancó d el pecho de

todos e l g r ito d e : Consolatrix ajlictorum, Au~
xilhun Christianorum, ora pro nolis!
L a procesión duró, dos h ora s: dos horas
de conm oción, y estoy p or decir, de paraíso
para a q u e l desdichado pueblo. V u eltos á la
iglesia, rezam os e l E o s a rio ; hubo una bi'cve
p lática y ^ B . A lb e r a dió la B endición con e l
Smo. Sacramento. A l deponer loa sugradM
ornam entos oí d e c ir á B . A lb e ra , que estaba
profundam ente im p resion ad o: « N u nca hu­
b iera creído que en seinejimte población so
pu diera orga n iza r uiia procesión ton nume­
rosa y solemne. H e presenciado muchas y cu
diversos lugares, pero confieso que ningun a
me ha conm ovido tan hondam ente couío esta,
qu e hemos celebraiio en este pueblo de lepro­
sos. » Y o que fu i testigo de la misma oscenu,
y que sentí en m i corazón las mismas im pre­
siones, no dudo en rep etir estas mismas
labras.

fSe continmráj.

l^íbpos regalad os
á

esta D ire c c ió n

B e L a s L e c t u r a s C a t ó l i c a s de Saniá (Bar­
celona) . — Noticias y rejlf^iones sobre los santos
lúyes ila go s: Es uu librito de preciosos é inte­
resantes episodios acercado la patria, carácter,
«sos, venida, adoración y fin de los tres devotos
Beyes, que abandonaron sus reinos para adorar
el verdadéro Mesías j digno de leerse tanto por
lo interesante de sus narraciones, como por la
abundancia de buena y sana doctrina.
E l P e c a d o V e n i a l : su m a lic ia , su s e fe c ­
t o s y c a s t i g r o s , por el Pbro. sales. D. A n ­
drés B e ltr a m i . E s la teología i>oimlar, expli­
cada sencillamente y adornada de ejemplos
acerca de la malicia del Pecado Venial.
A d r i á n ó e l C o r z o <Iel C a h r i é s ; narrar
ción sencilla y edificante, que puedo aprovechar
no poco á los- padres, para persuadirse do lo
imiiortante que es dar buena educación á los
hij«»8 y á los hijos de lo nocivo que es la de­
sobediencia ú los padres.
Cada uno de estos tres folletos de más de 100
pág.; 0,50 pts. en rástica, 0,75 en tela.
P e n s a m ie n to s y c o n s e jo s p a ra
v e n t a d e s t u d i o s a , por el P. Adolfo de Doaa
S. I. __Obra aprobada por machos Rvdísiinos
Obispos y dignidades. Con un grabado j en 12*;
482 pág. Precio fr. 4,50 en rústica; fr. 6 en
tela de lu jo ; fr. 8,50 en piel, corte dorado.
Es una obra incomparable en su génerd, qne por
ana vía fácil y persnasiva conduce al jóven hasta
la cima de la perfección. Paede servir de libro
de lectura y de vasta meditación, no sólo á los
jóvenes, sino también las personas adultas. (Hérder-Friburgo de Briscovia).
V a d e m e c u m S a e e r d o t i s , para el 1903, de
Popelín Hermanos, m e Segnier 3, París.
Precioso libro de apantes para diario con el santo,
color y advertencias de cada día y otras observa­
ciones no menos útiles al sacerdote. V a acom­
pañado de un taijetero y elegante lápiz. Franc.
1,75, certificado y franco de porte 2,25. Se acep­
tan sellos.

— 130 —
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mes de las flores, esa guirnalda que el año se La entretegido como su
corona, esa sonrisa de la naturaleza. La llegado ya. La Iglesia al verle
tan engalanado y Lenuoso, le La dedicado á la más Lermosa de las Vír­
genes, á la más adornada de las esposas, á la Sma Virgen, Reina de los cielos y
bondadosa Señora de la tierra. Dediquómosle nosotros también no sólo las flores
de nuestros jardines, sino también las de nuestros corazones; coronemos sus reales
sienes, no sólo con una corona de rosas, sino también con la corona más preciosa
y más grata á sus divinos ojos de nuestras buenas acciones. Multipliquemos en este
mes nuestra devoción y nuestras buenas obras, y Ella multiplicará sobre nosotros
sus gracias y sus bendiciones.
E lla p id e virtu d e s p or palmas,
Corazones por tem plo y altar,
P a r a lu z de sus ojos las aliuas, Que desean su am or cautivar.
P lo res, flores... que a l tem plo y a vien e,
Y en su tron o de lu z y á sus pies,

Q uerubines y arcán geles tiene,
M ás que espigas y gran os la mies.
F lo res, flores las nubes derram en
D e la V ir g e n sin m ancha en h on or;
Y su R e in a los cielo la llam en,
Y los hom bres su M a d re y su A m or.

----------------¡V iva lAXaiúa A.itxlliu.<loi*t\!
E l niño José M aría L lorén s Cruinot, de tres
años y m edio de edad, ven ía padeciendo de
una g ra v e irrita c ió n in testin al. A consecuen­
cia de esto e l niño quedó m uy d eb ilita d o y
mucho más ouam lo le so b revin o e l tifus, pues
le redujo muy pronto a i últim o e.xtremo. D e80Si>erados los módicos d e su salud, pusieroit
ou práctica los baños, que os e l único rem e­
d io que aconseja la c ie n c ia , y tam poco se
notó m q jo ría ; antes al contrario, en e l ú ltim o
80 quedó in erte y m edio m u erto, hasta ta l
p o n to que e l ñ m n ltativo sólo lo daba tres
horas de vid a . Entonces oondim os á M aría
A u x ilia d o r a y le prom etim os him erle una no­
v e n a , y si en olla se notaba la mq|oría y le
<laba la salud h acerle nua lim osna para los
niños de los S a lesin n o sy una fiesta á M aría
A T ix ilia d on k A l día sigu ien te cuando v in o e l
m é d ic o , más para exten d er e l certificado de
la deunción que panv visita rle, quedó admi­
rado d e v e r tü niuo v iv o , l l o y g o za de más
salu d qu e antes. A gra d ecid o s en extrem o á
M a ría A u x ilia d o ra le damos del íntim o d el

corazón las gracias, y para que todos le den
la gloria y tüabanzas que se merece, desea­
mos que se publique esta gracia en el B o­
l e t í n S a l e s ia n o .
Artaua, 6 Enero 1909.
G E R 3IA N L

l

OBÉNS.

G r x 'n c i n s <t A £ a x * in .
Cum pliendo con la prome.sa hecha á la
Sma. V irg e n , ven go á d a rle las gracias por
e l beneficio recibido.
T res meses hacia qu e m e encontraba agobiivda de una p eligrosa enferm edad, y viendo
qu e no m ejoraba u a d ^ acndi á M a ría A u x i­
lia d o ra y á San Ig n a c io de L ey ó la , ofreciendo
si m ejoraba y consegoía lo qne deseaba, pu­
b lic a rlo eu e l B o l e t ín S a l e s ia n o .
E l mismo d ía comencé, acom pañada d o al­
gunos d e m í fa m ilia , una n oven a á la Sma.
V ir g e n y otra á San Ig n a c io ; em pecé á me­
jo ra r notablem ente, y después d e 3 meses me
encuentro casi sana y espero qu edar com pl^
tatúente curada con la p rotección de tan
buena M adre.

— 131
Quiera D io s N u estro Señor y su M adre
Santísima, hacerm e agrad ecida a l beneficio
recibido y hacer que la salud qu e m e lian
devuelto la em plee como decía Sau Ig n a c io

para mayor gloria de Dios.

J ulio P adneeo P.
Cazco (Perú), Enero 6 de 1903.

Banfield (Rep. Argentina),
Diciembie 14 de 1902.

D olores P irr es

inm ediatam ente á E lla con la m ayor con­
fianza, teniendo jm r seguro que serán aten­
didos.

¡ O u a i i l > u e i i u ots ] ^ £ a i 'i a !
de

B ence .

S a l u s i u í i i 'i n o r 'u i n .
L e escribo estos renglon es para cum plir
ana promesa que h ice á M a ría A u x ilia d o ra ,
que es verdaderam ente Sahis infirmorum.
Habíam os re cib id o en esta M isió n á un
pobre trabajador M iianés, llam ado C arlos P e duzzi.
Éste estaba muy euferiuo desde mucho
tiempo hacía no podía m overse en su lech o
8Ü1 dolor y sentía mucho no poder trabajar.
A l contem plar su doloroso estado, m e v in o e l
pensamiento de hacer una N o v e n a á M a ría
A u xilia d o ra p or él, prom etiendo h acer pu b­
licar la gra c ia en e i B oletín Sale sian o . E l
enfermo m ejoró y y a puede trabajar. B en d ita
sea M aría A u x ilia d o r a !
D e V . D evin o, in Carde Jesu
P b ro . J u an Z enone .
Puntareuas, Noviembre 23 de 1902.

E s una verd a d era gra c ia da M a ría A u x i­
liadora.
Mous. José F ag nano .
3jC u i*ía «mainel < lo l o s e n f o r m o s »
y c o i i t s i a e l o < lo lo is
G ozo de una dulce satisfacción, a l cu m p lir
un sagrado deber de g ra titu d para con nues­
tra am abilísim a M adre M a ría A u x ilia d o ra ,
pues E lla m e ha fa vo recid o en muchísima.s
circuustaucias, pero do una m anera más p a l­
pable en 15 d e ella s, en las que encontraba
hiertem eute a tligid o por unas veliem eiites pal­
pitaciones d el corazón, acompañadas do una
iuqnietiul h orrib le y de fatídicas ideas; no me
quedaba otro recurso que a cu d ir, á la proteeión de M aría A u x ilia d io ra , rep itien d o in ­
teriorm ente las in vocacion es: Salve infirmortim, Consolatrix afiietorum y AuAiUum Ckri~
stiunorunt, ora pro nohis] form ulando a l mismo
tiempo la prom esa de que si m e curaba en
tales trances, pu blicaría la g ra cia que le pedía,
en el B oletín Sale sian o .
S u fría además la consecuencia de haberm e
preocupado v iv a m e n te con una idea, insom ­
nios m u y penosos, pues eran siem pre acom­
pañados de un m alestar d e l cerebro y d el
corazón y de una angustiosa in tran qu ilidad.
Como esta bondadosím a M adre se ha d ig ­
nado o ir m is sú-plicas, cumplo m i promesa,
haciendo públicas estas gracias en e l Boletín ,
para qu e la V ir g e n A u x ilia d o ra sea ensal­
zada cada v e z
y para que los qu e se
hallan en circunstancias i g o ^ e s , recurran

A fines d el mes de D ic ie m b re d el año pa­
sado, experim enté m ía vo z más la bondad
adm irable de M a ría A u x ilia d o ra .
F u ertem en te atorm entado por unos frío s y
calenturas, con síntom as de más peligrosa
enferm edad, m e v i cu g r a v e p e lig ro de per­
der la vid a , truncando así los bellos ideales
que eoiicibierau m i m ente y m i corazón de
m isionero.
E n la aflicción que se apoderó do m i espí­
ritu á pesar do m i conform idad con la D i­
v in a voluntad, acudí á la más cariñosa de
las madres, á la Ta u in a tiirga V ir g e n A u x i­
lia d ora , solicitando de Su m aternal ternu ra
no sólo la curación d e m i enferm edad, sin o
tam bién, me concediera lle v a r á cabo en poco
tiem po la convaiescencia que ! presentía m uy
la rg a y lle n a de cuidados no pequeños.
A los x>ocos días d e m i súplica y d e h aber
l)rom etido pu blicar la g ra cia en e l B oletín
S alesian o , desapareció repentinam ente y con
estu por d el m édico, la calentura, y por lo
que estoy exp erim en tan d o, la convalecencia
no v a á du rar más que unos pocos días de­
ján d om e así en estado d e reauiiudar las ta­
reas escolares a l com enzar las clases.
A g ra d e c id o á M aría, cumxdo gustoso mi
prom esa y a l m anifestar m i gra titu d á tan
cariñosa M adre, h ago vo tos para que cuantos
necesitjulos hay, acudan á la V ir g e n d e D o n
Bosco seguros do ser atendidos.

H ugo L u n a t i
Salesia/M.
Santa Tecla (Rep. Uel Salvador),
8 de Suero de 1903.

]>l!ux*i2i , o y o in ii4 M<í|>lioai9.
P a d ec ía un h ijo m ío do dos meses un fu erte
catarro iutestiuul y á mí además se m e había
retira d o e l humor lácteo con gra n p elig ro de
m i v id a y de La d e mi h ijito . L o s rnédict^
m e di.ieron qu e a l niño no se le ]>odía aplicar
rem edio algu n o i>or no p erm itirlo su d é b il
constitución y qu e y o no podía cu rar sin
una operación peligro.sa. A c u d í en ta l con­
flicto á M a ría A u x ilio de los C ristianos pro­
m etién d ole pu blicar la gracia, l^íe puse a l
cu ello la m edalla d e la V irg e n A u x ilia d o ra
y á los p(KM>s días m i h ijito sanó y y o pude
lib ra rm e d e l serio p e lig ro que m e amenazaba.
A g r a d e c id a p or tan gra n fa v o r cum plo m í
promesa.

A n g e l in a A c e b a l .
V igo, 19 Febrero de 1903.

132

Dan con toda la efusión de su alma, gradas
á María Auxiliadora, y envían una limosna:
U u i * o o l o i m ( E i p a n a ) . Merofdes Llorens j Carmen
Catamada por liabor devuelto la salud á su h ijo y
liermauu reipeotivamente y cuuipleu la promesa, x>U'
lilieaudo la gracia.
(Alicante). D. F-, por haljerla so­
corrido María Anx. eu tma grave eiiferiiieidad y librado
las cosuclias <lel campo: agradecida da 7 pts. de liiiiosna.
C r u u t e m a l » . Una Cooperadora iSalcsíano agra­
decida por un favor reoibido ummln para limosma
5 ]IU S 0 8 .
F iK M it € 3 < l « l i i
(Valencio). Pedro
Torree, j)or varios favores que María Aux. le ha dis­
pensado ií él y á bu familia manda 50 pts. do liuioaua
como aguinaldo á los huérfanos de D. Bosco.
G r i u i i u K l i i (Nicaragua). Da. Anpeta P . v. de
Alegría, teuleiido & una nieta suya gravemente enfer­
ma, recurrió (i Marín Aux. ofreciendo la limosna de
5 posos: muy proufo obtuvo la salud: Agradecida
cumple la promesa. — i.n misma .Sefiorn teniendo á
su lulo líaméii Alegría en un lugar muy inmediato
al volcán Santa María, en Guatemala, nfligidísiiua al
tener noticia de la explosión de dicho volcán imploré
á M. Auxiliadora üfreoiéndolo una limosna si salvaba
la vida á su h ijo : el joven Alegría, si bien sufrió

mucho en sus intereses salió personalmente ileso:
hoy su madre cumple la promesa hecha.
j ^ t o n t e v i < l e o . Práxedes B. de Huertas, da xm
peso para uua Misa por nu favor recibido.
I P i t r u f q u e i i (Chile). Luís San Martín, coop.
salas, por haberle concedido en ocasión desesperada
y critica, trabado y posición cou que gauarse el sus­
tento; ofrece uua limosna.
K i l > c i s (Nicaragua). Carmen Aranda. Mi mami
fué atacada de uua enfermedad eu la vista, llamada
gota Serena: según opinión de los médicos el mal era
incurable, Eu el colmo de mí adicción acudí á M. A.
ofreoiéudole una limosna y publicar la gracia: em­
pezó desde eiitouocs la mejoría, y hoy está casi del
todo buena. Agradecida cumple su promesa.
U t i ’ OX’ i i (Sevilla). M. A de Saavedra. Da gracias
á M. A. por uii favor recibido.
I l > i < l e m . Antonia de Coasfo. Habioudo sabido que
la hí.ja> de una amiga mía estaba gravemente enferma,
envió uua medalla de M. Aux. para que so la pusiesen
al cuello. Apenas se la puso empezó la mejoría y
hoy está completamente restablecida.
" V é l o z - K u l i i o (Almería). El Pbró. D. Agustín
Manehón y Romero. I7u sobrino inio de 4 años de edad
ha sido curado portentosamente por María Aux.:
cumplo la promesa de dar 5 pts. de limosna.
L a SeQora viuda de D. Fraueisco Samartin Martínez
ofrece la limosna de 10 pts. por uua gracia alcanzada
de María Auxiliadora.

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XJtr<*i»a {Sevilla). — D. Guillonno Alzinn nos
oacribo: « E l triduo y fiestn do S. Fninoisco de
.Sales que liemos cblolmvdo este uño en el Colegio
del Carmen de Utrera, sin ser de aquellas iiostns
que tanto bombo y aparato revisten , nos ha re­
saltado de una sencillez eiioiuitudora. Ha sido una
de niiucllas Iiostns que en lug:ir do excitnr, hacen
sentir. Parecía <)ue S. Fraueisco so hubiera enonriiado y bajado entre nosotros ú celebrar sus
días. Quizás contribuyura mucho á todo ésto la
circmistauciu ile halhu'se entre nosotivs el infati­
gable misionei'o sulesiuno, I). Domingo Tdilunosio,
que cou hv cruz unto su pecho, nos recordaba al
n|H>»tol del ( ’liabhus. convirtiendo á los herejes.
Quiztis Uviubícn la uiunscdumbro del santo uiagistrnlmeute piut4ida á los niños por el P. Aróvalo,
SujH'rior do loa Misioneros del Sagrado Corazón
de María, en el sermón del día dé la fiesta. Por­
que en la Misa que cantó el P. Milanesio y que
otlcianm nuestros cantores (que lo hicieron bas­
tante bien), ocupó la sagrada cátedra el citado
P. Aróvah», y «o s puso tan do relieve la ninusedtimbre del Santo y tan magistralnieute trazó sus
rasgos, que mis scutimos más amantes y devotos.
Dijo también que así como Elias infundió su es­
píritu á Eliseo. así eu D. Hosco quedó encarnado
el de S. Francisco de Sales. La conferencia de
reglamento á los Sres. Cooperadores la dió el
Padre Milanesio, en la que expuso el estado de
las Cusas de la Patagonla, interesando vivamente

<í;f> CjJ,

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al auditorio, que no le escaseó sus limosnas.
Nut‘stros nlumuo.s, amantes siempre de lo noble
y generoso, estaban entusiasmados con el misio­
nero, y no solo contribuyeron á la colecta con
sus pequeños ahorros, sino quo quisieron obsequinrle también ñutes de marcharse cou una bo­
nita representación drniuática. Los tres Mártires
ds Cesárea se prcsenlaron eu escena sin duda tal
como el autor los concibió : pero el cuadro final
creo quo superaba el ideal del autor. Bonitas
poesías eu honor do D. Milanesio, un nüuado
tercero de bandurrias y varias sinfonías ejecuta­
das por la banda, llenaron los entreactos. Dió
también mucho realce á nuestra fiesta la pre­
sencia de nuestro querido Inspector D. Pedro
Kicaldone y la del sabio y distinguido profesor
dol lustittito de Sevilla, D. Juan Pérez López,
d quien desde estas columnas enviamos la expresión de nuestra gratitud por sus simpatías hacia
la Obra Salesiuna. *
V i l l a v e r d e d e P o n t o n e s (Santander) —
Nos escriben :
Es ésta la )irimcra relación que en las colnmnas
del B o l e iíx Salbsian 'O leerán nuestros coopera*
dores, de la naciente Casa snlesiaua do esbt po­
blación y servirá, según espero, para dar á conocer
más y más la obra de nnestro querido P. D. Bosco
Villaverde de Pontones es un pueblo de me­
diana población, que merced al canicter empren*

-

133 —

dedor de los qne lo dirigen y á la actividad de sus
hftbitantes, va cada día tomando mayor incremento.
En él, rodeada al oriente do verdes campoa.se
baila nuestra casa, morada nn tiempo de las re­
ligiosas Trinitarias y posteriormente de las hijas
del glorioso Príncipe y Opispo de Ginebra. A
instancias del Sr. Director de la casa de Santan­
der^ el celoso y activo P . Angel Tabarini, el
Eicmo. Prelado de esta Diócesis lim o. Sr. Dr.
D. Vicente Santiago Sánchez de Castro, qne tan
bondadoso se ha mostrado siempre con la Socie­
dad Salesiana, para darle nna prneba más dé sn
paternal amor, la cedió á los Salesianos por tiempo
^determinado, con el fin de fundar tm asilo de
jóvenes qne deseen pertenecer un día á nuestra
Sociedad, prepar.ándose á tal objeto con la virtud
V el estudio. Presentemente son diez y nneve los
que auimosos aspiran á ser verdaderos hijos de
D. Bosco. Estos, en unión de sus Superiores, ce­
lebraron con extraordinario fervor la fiesta ente­
ramente española de la Purísim a, preludio feliz
de otras de más entusiasmo.
Efectivamente, con la conveniente preparación,
el (¿a 31 de Enero, 15° aniversario de la muerte
del Apóstol de la niñez, celebramos una expléndida velada músico-literaria paiti conmemorar las
virtudes y trabajos del hombre providencial cuya
caridad y celo se puede decir que llenan ya la
faz de La tierra. Fueron invitadas á ella las per­
sonas principales de ’lá población, cuya satisfac­
ción fué la prueba más evidente de lo bien qne
resaltó; y á la verdad los acentos inspirados qne
resonaron en ella no parecían fruto de un estudio
prolongado, sino del amor que expontáneamente
brotaba del corazón de todos los que cantaron
las glorias del S. Vicente de Paúl del siglo x ix .
Quien lo acl.imaba como refonnador de la socie­
dad, quien como salvador de la juventud, quien
en sentida elegía lloraba su temprana muerte,
depositando sobre su tumba la flor de la gmtitnd
ofrecida por todo el mundo á su más gran bien­
hechor. Coronó la velada el bellísimo cuadro dra­
mático : Hl llanto de nn Angel, de D. Baldomcro
Vidal, en que como buen poeta y buen snlesiano
describe á maravilla las misiones de los Salesianos en Am érica; en la última escena cuando el
cuadro de D. Bosco apareció entre nubes de gloria
*1 brillo de lucos de bengala, se cantó el himno
La bandera de D- Boeco, del M.° Garlasclri S. S.,
V ésto fué de efecto tan mágico, que toda la concarrencia estalló en ruidosos apláiisos.
Debíamos celebrar ol domingo 1® de Febrero la
«impática ñcsta de S. Francisco de Sales, Patrono
de la Sociedad Salesiana, pero como el Sr. Ins­
pector nos había prometido asistir á ella, la di­
ferimos hasta que se hallara entre nos<»tros. Des­
pués de tantas ansias de verle, llegó aquí el 13
de dicho mes; entró en esta morada de paz en
medio de las vivas entusiastas que brotaban de
nnestros labios, é iutroducido en el salón de actos
M cantó el antes mencionado himno: La bandera
de b. Bosco, acto seguido adelantándose uno de
los jóvenes le dió en nn tierno y afectuoso disearsito la bienvenida, augurándole con toda la
efusión de sn pocho lo que todos nuestros curasones le deseaban, todo cuanto nu buen hijo puede
augurar á su tierno padre.
El 14 celebramos en su honor una velada, cuyo
hriliante éxito superó en mucho las espeiaozas
^ne liabíamos concebido. Era de ver el entusiasmo
7 deseiiñulo da estos jóvenes en la declamación ;
psrecfaD verdaderameate inspirados, pues no hubo
musas que el corazón no hablaba sino su

amor, por que todas las composiciones respiraban
amor, y amor fué la nota que principalmente re­
sonó en aquel concierto de gratitnd y cariño filial.
Representóse de nuevo el cuadro dramático: Llanto
de ángel, siendo nuevamente aplaudido por todos
los presentes. D üigió luego algunas palabras el
.Sr. Inspector, terminándolas con un entusiasta
V ira María Auxiliadora y Vira D. Bosco, contes­
tados uno y otro por todos con fervor indescri­
bible.
El domingo 15 filé destinado para festejar á
S. Francisco de Sales. La comunión fu6 goñoral;
en la misa solemne, los cantores con gusto ex­
quisito interpretaron la do Mons. CagTiero del
Sagrado Corazón; ofició nuestro Sr. Inspector,
siendo diácono y snbdiacouo respectivamente el
Sr. D. Eugenio Gutiérrez, celoso cura párroco do
esta población , y el Sr. D. Manuel Muñoz ecó­
nomo de Pontones : el Sr. D. Angel Tabarini con
ifrase sencilla y correcta propuso á la imitación
de los fieles al Sanco de Gioebra.
Después do las Vísperas solemnes, ante un gran
número de expectadores púsose en escena el drama
La victoria de S. Luis Qomnga, del P. Juan Minguzzi, salesiano, que despertó en todos los pre­
sentes gran entusiasmo, y los actores , aunque
novicios en el arte dramático , sin embargo de­
sempeñaron sn cometido con gran desenvoltura y
gusto: representóse además el no menos hermoso
y moral cuadi*o dr,amático.* Amor divino, también
de D. Baldomcro Vidal. .
Parecía que ya estaban acabadas las fiestas y
que la inusitada alegría que había reinado du­
rante aquellos días debía tomar su estado normal,
pero no fué así; pM>i*que el 16 lunes noe esperaba
otra fiesia: ó mejor dicho, la conmemoración do
un hecho glorioso para nuestra Patiúa y célebre
cu los fastos do la Suciedad Salesiana.
Efectivamente, en tal dia se cumplían 22 años
desde que los Salesianos pisaron por vez primera
el suelo de España, y aquí esta conmemoración
revistió un carácter del todo especial, porque te­
níamos entre nosotros á uno de aquello intrépidos
varones (el Rdo. Sr. D. Ernesto Oberti) oue, aban­
donando sn querida ¡wtria vinieron á salvar ó
la juventud española, bendecidos y alentados por
el iufatigable D. Bosco. Los jóvenes estudiantes
de este instituto declamaron varias composiciones
tiernas y entusiastas, que conmovieron al Señor
Inspector al recuerdo de aquellos días,_ cuando
por vez primera sembraron eo este católico suelo
la semilla de la obra salesiana, que debía crecer
hasta llegar á formar un árbol gigantesco, cuyas
frondosas ramas se extieuden ahora por los cuatro
ángulos de la Península Ibérica.
El 17 se fué de nosotros el que hasta entonces
había alegrado nuestros corazones, el Sr. Inspec­
tor ; fuimos todos á despedirle á la estación, donde
tuvo para cada uno una sonrisa (do amor y una
palabra de aliento.
Tales son las fiestas que en esta naciente casa
hemos celebrado para agasajar á nuestro quoiídísimo Sr. Inspector, y para honrar á D, Bosco y
á S. Francisco de Sales ; los dos varones provi­
denciales que envió Dios N. Señor al mundo, uno
para convertir á los herejes á la verdadera fé, y
el otro para apartar á loa hijos de esta fé de las
doctrinas corrompidas y corruptoras de estos días
de tanta indiferencia é impiedad, en que parece
que va se haya declarado la guerra vaticinada
por él Profeta de Patmos entre los hijos de la lu3
y los secnadfes del príncipe de las tinieblas.
Haga María Auxiliadora qne la obra de Don

-

134 —

IJoflco, destinada por Dios para producir mucho
I)ien en oí mundo se extienda imis j. más, y díg­
nese enviar ú esta casa micelios jóvenes de bpena
y llnuo voluntad para aumentar lais filas de la
hueste salesiana.
A r t a i i a - C a s t e l l ó n d e l a P J a u a (E s pa ñ a ).
— Una visita. — Nos escribo el celoso Director
la Junta de Cooperadores Salesianos de dicha po­
blación , Pbro. D. Luis V ila r :
«Con ül alma llena de satisfacción, debo comu­
nicarlo las gratas impresiones que en el ánimo
de los buenos artauesos, lia dejado la visita, que
á su regreso de Valencia, se dignó hacernos el
digno Inspector de los Salesinnos, lido. D. A n ­
tonio Ainio.
. Avisados do su llegada, salimos á recibirle, casi
á dos kilómetros do la jtoblacióu, el clero nconi'
)mñado tle gran multitud y lo más selecto de la
Pía Unión do.Cpoiiermlores. También los niños,
esa porción predilecta de las hijos do D. Busco,
atraídos como por un imán, salieron espontóueanionto en tropel lí recibirle: y el Padre Aime,
lleno del espíritu de su Fundador, los acogía con
uiuüstias de satisfacción, hablándoles y bendi
ciéudolos, ú ejemplo del Divino Maestro, mientras
ülloA formaban la vanguardia del cortejo.
Considerando ou el ilustre visitador un rcpreMuucniitü del inmortal D. Bosco, y siendo también
la ]>rímera vez que teniumus la dicha de ver entre
nosotros á un snlesiauo, se le hizo un recibimiento
espléndido, inspirado por el grande amor que en
esta ))oblución se profesa al Apóstol del siglo x ix y
á sus Hijos.
A las 7 de la ta rd e, precedida por el rezo del
santo Rowvrio, díó el Sr. Inspector una conferen­
cia, en que por espacio de tres cuartos de hora,
tuvo pemliente do sus labios á la numerosa mudieduiiibre que llenaba de bote en bote el an­
churoso templo, protluciendo en sus almas el fruto
de una entera misión. Pero lo que fue más agra­
dable al público fueron los hechos referentes á los
principios y desarrollo de la Sociedad Salesiana,
su objeto v los frutos que ¡wr todas partes va
producieuQO.
Por la noche, mienh-as se hallaba en compañía
de algunos cooperadores fué gratamente sorpren­
dido por una serenata que le dió la banda mu­
nicipal.
" A las 10 del siguiente día, salíamos ya á des­
dedirle , llenos de tristeza, á causa de su corta
pcrmahencla entro nosotros. Quiera el Ciclo so
repitan á luémulo las visitjíb del P. Aime, que eu
tan iwcas horas ha sabido graugearso el aprecio
y estimación de este católico pueblo: v que vea
moa pronto instalada cu esta población, üua casa
de loa hijos do D. Bosco.
A nosotros sólo nos resta expresju- jiuesti-o reconociuuento hácia tan celoso Sacerdote, pues de
un pueblo eu (^ue jamás puso « j pie uingúu SaIcsiauo, ha sábulo formar uua familia sjüesiaua
couipiu'sta de miLs de 150 Cooperadores, entre los
rúales rciua eu todo su fervor el espíritu de Dou
Hosco, donde se nrofcsa la más ardiente devoción
liacm la Patrona de los Salesianos y hácia su santo
l andador.* Reciba nuestros plácemes el digno D i­
rector de la Junto do los Cooperadores, y con él,
totlo el pueblo de A rta iia , que con tonto ardor
favorece la causa de Cristo, fomentaudo la obra
del inmortal D. Bosco.
Qnieia el Señor oir sus votos, á fin depone pronto
pueda abrirse eu dicha población por lo menos

un Oratorio íestivo en favor de la juventud A^
tesana.
C iu c la d e la (Menorca). — Cortamos de naa
cai'ta que una excelente Cooperadora salesisníi
nos d irig e: « Para celebrar la llegada del nuevo
Prelado, verificóse el 25 de Enero uua academia
músico-literaria eu la que tomaron parte los Sslesianos y los jovencitos obreros que coucurreñí
las escuelas nocturnas. Lo que llamó en especial
la atención de. los concurrentes fué lo bien que
de-semiieñaron su cometido, niños que sólo con­
taban la encantadora-edad de, cinco y seis años, los
cuales nnaiicarou a todos nutridos y entusiastas
aplausos.
El Sr. Director del Colegio, con la.sencillez
que le es propia, hizo un hermoso discurso sobre
el estado .moral y material de la Casa salesiima
P w lo que á mi toca, debo decirle, que si bien es
halagüeño el desarrollo material qua aquí va tomandq la Obra Salesiana debido á la cuo]>eraciún
del Dr. C^tellote, do varios distinguidos señores
do Mta Ciudad y de un humilde Salesiauo que
cedió sus bienes á diclm C a ^ , se impoue, no
obstante, la imperiosa no.cesidad de que se orga­
nice una junta al objeto de allegar cuotas men­
suales, con que puedan mantenerse los pobres
Hijos de D- Boscoj pues las que perciben délos
Cooperadores Salesianos. no son suficientes para
librarse de muchas privacioues.
Esta palabra privaciones comprendo que á la
fuerza tiene q.ue herir el bondadoso corazíin de
V. j pero aunque es muy triste el confesarlo, pri­
vaciones, y muchas, han tenido que sufrir los
Hijos de D. Bosco, y quiera Dios que pronto
puedan verse libres de ellas. Así lo coníi.'imoB
con el auxilio divino; pues el amado Pastor que
lios envió el Señor á Cindadela y que prometió
presidir la expresada junta, ama á los Salesianos
como ovqjas predilectas del redil que se le h»
confiado; y las buenas disposiciones de que está
animado su compasivo coi'azón pava llevar á cabo
dichos proyectos, liaceu concebir muy halagüeñas
esperanzas.
En obsequio ul Rdnm. Inspector, D. Antonio
Aime, tuvo lugar el 15 del pasado febrero la Con­
ferencia Salesiana ou la iglesia de Ntra. Sra. del
Rosario. Des]més de leída )»or un Snlesiano la
carta que D. Bosco dirigió á los bienhechores de
su admirable Obra poco autes de ir á recibir el
premio de sus trabajos, snbió al púlpito el Dr.
D. Juan Tuduri, quien puso á la altura que se
merece la benemérita Obra Salesiana, y hablando
cou elocuentes y hermosas fi'ases de su venerando
Fundador y de sus continuos y maravillosos tra­
bajos apostólicos, y el bien que ellos habían repoitado á todas las clases sociales, di,jo que de
él como del astro rey puede decirse : g'ue nada ha
podido sustraerse al ardor de su ardiente caridad.
Complacidísimos quedaron los Cooperadores al
oir de labios del Rdmo. Inspector un breve j
fervoroso discurso, en el que recordó, que según
el inmortal D. Bosco la palabra Cooperador Salesiano equivale á decir « Cristiano práctico»Acabando después de otras reflexiones, por pre­
sentar al limo. Prelado, loe Cooperadores de la
admirable Obra Salesiana, como rebaño escogido
de eu nueva grey.
Como digno remate á todo lo dicho, el limo.
Prelado dirigió su autorizada palabra, manifestando
el alto concepto qne se formó de la Congregación
Salesiana tan luego como tuvo noticia de ell<i,
concepto que aunque él lo ignoraba, estaba ea



]35

perfecta cooforoiidad con el qne formó de la misma
eliumortal Pontífice Pío IX , como acaliaba de
espresarlo el digno Sr. Inspector.
Acabóse la Conferencia con una colecta volun­
taria y la' bendición qne dió el limo. Sr. Obispo
oou S. I). M .: y como todas, dejó también grata
impresión en los corazones de los concnrrentes;
impresión que no se borrará fácilmente de los que
rerdaderamente son celosos y caritativos.
En obsequio al amado Superior que los Salesianos tenían el consuelo de ver á su lado, verificóse
también en so Colegio nná hermosísima velada,
en la qne se pusieron en escena los dos preciosos
dramas San Éermenegildoj Covadonga,en \oiqne
tomaron parte los alumnos délas escuela nocturna
y diurna, leyéndose además bonitas com}H>sicione8
literarias, ¿)do lo cual, y sobre todo el drama
Covadonga, fue muy aplaudido, llamando mucho
la atención por haber actuado en él niños de
muy tierna edad.
Sin duda alguna los desvelos y fatigas de los
Salesianos arrancan una afable sonrisa de los
dalees labios de D. Sosco, que los contempla
desde la mansión bienaventurada, y una sonrisa
no menos afable y una amorosa bendición por
parte de María Auxiliadora, que de un modo tan
visible los protege y los ampara. Y ésto misino
nos anima á confiar, que su poderosa intercesión
atraerá sobre ellos nuevos beneficios del SacTatísimo Corazón de Jesús, nno de los cuales (y_ lo
pedimos de todo cora^n) será una bendición
especial para la nueva jim ta que en breve, Dios
mediante, se organizará. Este es el ardiente deseo
(le todos los buenos hijos de Cindadela, que la
aman con verdadero amor y desean para ella días
(le dicha y prosperidad.
S a n t i a g o (C h il k ). — Cortamos del excelente

tVmrio E l Chileno: < La primempiedra de la nueva
fseuela profesional de líiños. *
Con gran Solemnidad y una gran concurrencia
(le gente, en la cual se veían caballeros, señoras,
obreros, niños, etc., se llevó a cabo el ^ a 25 del
pdo. Enero, la ceremonia de la colocación de la
primera piedra de la nneva Escuela Profesional
que dirigirán las Hijas de María Auxiliadora.
El local, situado, en la Avenida Matta entre
Santa Rosa y San Francisco, se hollaba adornado
con banderas y flores, y como es nna espaciosa
({niutn, presentaba el más pintoresco aspecto.
Poco después de las cuatro comenzó el acto. El
presbítero señor don Miguel León Prado pronun­
ció el hermoso discurso que damos al final, y el
obispo salesiano. Monseñor Costamagun procedió
á bendecir y colocar la piedra con las preces y
cánticos del ritual.
Dentro de ella se colocó en un frasco una acta
commem ora ti va.
Colocada ésta acta, hizo uso de la palabra, con
la elocuencia que le es natural, Monseñor San­
tiago Costamagna, que logró impresionar honda­
mente al auditorio.
Dispuso que el Señor Presbítero Don Miguel
León Prado se colocara á su izquierda, porque
quería, dijo, tener al lado de su corazón á este
benefactor sublime que competía con los ángeles
del cielo, frase que fué muy aplaudida.
Monseñor se extendió largamente sobre los males
de la sociedad moderna y señaló como nno de
1(M medios más convenientes para remediarlos ó
detenerlos, institaciones como la qne se í Iki á
fundar en eae sitio, á cargo de las Hermanas de
Don Bosco-

~

A la terminación de lo ceremonia, se dispai^trou
algunos voladores y la concurrencia prorrumpió
en entusiastas vivas.
Como dato complementario, diremos'que en esta
nneva magna obra cábele parte principalísima al
presbítero don Miguel León Prado, eae cura ad­
mirable que í«r6 c e no recocerse cada itía á su
lecho sin haber «aprendido alguna obra en bene­
ficio del pueblo.
Según eJ plano, el edificio será sencillo o impo­
nente, de dos pisos, mirando hncia el Camino de
Cintura y con un magnifico frontis de 102 metros
de extensión.
L a nueva institución comprenden! dos ramos
de instmccióu: en nna, la técnica, se enseñará»
los conocimientos de la Escuela Profesional fiscal,
y la otra será iiu instituto de segunda enseñanza,
para jóvenes de clase iinis acomodada.
El constructor de la obi-a es el conocido arqui­
tecto Don Juan Veglia, y según nos dijo, piensa
tener la primera parte del edificio terminada en
septiembre.
El resto depende de las circunstancias, ó sea do
los fondos con que se.'v posible contar.
Hemos dicho que estará á cargo de las Hijas do
María Auxiliadora,
. ,
A este respecto es curiosa la siguiente coinci­
dencia :
.
.
.
Las monjas salesianas las trajo por primera vez
á Chile el presbítero Don Miguel León Prado,
quien las pidió personalmente a don Rúa c misum
día de San Miguel, para la parroquia de San
Miguel Arcángel. Según el popular párroco, esta
triple intervención de San Migiiel indica su poder
en los sucesos humanos: ¡San Miguel nunca pierde!
He aqui la alocución (jue el apostólico párrcico
de S. Miguel Arcángel dirigió á la muchedumbre.
«Iltm o. Señor, Señores:
L a presente fiesta tiene por objeto santificar,
con las bendiciones de la religión, la primera
piedra qne servirá de fundamento a la Iglesia,
escuela profesional ó instituto de niñas quo so
edificará, Diob nuidiante, en este lugar; estableci­
miento que será dirigido por las Hermajia» do
María Auxillailora.
Esto fiesta será, sin duda, precursora (i<? un ver­
dadero progreso, uo solamente para los habitantes
pacificoB y laboriosos de este barrio, sino tambiéu
para todo Santiago.
Motivo de gran regocijo ha de ser este acto paro,
las madres de familia, que viven de ordinario tu
medio de amargas inquietudes por los peligro»
que rodean á sus hijas.
Hoy, que las jóvenes que viven en el gran mundo
no respiran sino nna atmósfera llena de errores
y peligros para su corazón y su cabeza, ha de
causar un gran goce á las madres cristianas en­
contrar un establecimiento donde sus hijas recíban
nna edncación intelectual, moral y física, fundada
en loe principios del Evangelio; donde aprendan
labores de mano y economía doméstica y una
profesión para que queden en aptitud de ganarse
la vida.
. .
Formar niñas sólidamente cristianas que sean
útiles á la familiaj á la sociedad y á sí mismas;
incnlcarlea la-s luces de la ciencia con las bases
salvadoras de la moral cristiana, he aquí el resu­
men del programa objeto de la labor que se im­
pondrán las Hijas de Don Hosco.
Elocnente testimonio e» éste de la inagotable
y creadora fecundidad de la Iglesia Católica que,
como madre tierna y cariñosa, sabe remediar los
males de sus hijos y enjngar las lágrimas de Tos

— 136 —
<)iiH flufren : y por ésto ha fundado én todo tiempo
iisilos i>ara huérfanos, hospitales para 'enférmosj
oisas de amparo para viudas, hospicio para andimos y usUiblecimieiitos de educación que, como
éste, edificados á la suiiibru del templo, y al am­
paro de la cruz, do cuyps brazos ha partido la
verdadera civilización del mundo, vienen á formar
generaciones de jóvenes empapadas en el espíritu
do aqUel que d ijo :
que me sigue no anda en
tinieblas». « Yo soy el camino dé la verdad y la

vida».
Apenas, Señores, se ha contado cou los recur.
sos necesarios para pagar una parto del valor de
este terreno: pero nos asisten para llevar á feliz
término esto esbibleciiniotito las bendiciones de
Dios, la lii otección de María Auxiliadora y la ca­
ridad uuuca desmentida del. pueblo de Santiago,
y esa fe que convierte el grano do arena eu iniiíensa moutnfia.
h)l immui-tal Don Busco mirará complacido desde
lo alto del cielo, como va produciendo ou todas
partes frutos abundantes la semilla que él arrojara.
Con qué dulce satisfaccióu verá llegar á la patria
celestial á tantas almas que hallaron en esta ins­
titución, la llave de uro cou que se abre el cielo.
Y al agradecer á tudas las personas qúe.selmn
dignado venir á solemnizar cou su presencia este
aoto, hago los votos nuis fervientes para que el
Dios de las misericordias se digno derramar copio­
samente BUS dones sobre esta obra qué será para
eu gloría y para el bien de las almas.

{A. piadosa y géptU ciudad del Guadalquivir,
la nuble Sevilla, conserva como precioso
tesoro en su Iglesia del Nombre de Jesús,
on artístico y devoto Crucifijo.
L a tradición, esa suai'o amiga do la historia,
que sabe eugalauar todas las páginas con el
lulornu de la leyenda, ha legado á esté santo
CrucifUo uno de sus más poéticos episodios. Hay
tantas santas imágenes eu el mundo, que además
de la santa aureola do la Antigüedad, llevan como
heitMicia del tierapo escrita una tradición, como
un viajero su pasaporte, llevan tras si un nimbo
de misterio como una nave su estola.
liO llaman el Cristo del Amor Hermoso y es una
artística escultura del siglo x v u , obrádel oélebre
Martíuoz Montañés. Su .historia es tata, poética,
como lo son todas las que llevan el sello de la
piedad, tan admirable como k>.haa sido todos los
desiguies del Señor.
Kra una tarde del 1630. Martínez Montañés
acumx>afiado de algunos de sus discípulos, llevaba

cubierta con un paño negro á la Iglesia de N* S*
de la Consolación la admirable' obra, la artística
escultura que representaba '-á. Jesús en la Cruz.
En la Iglesia estaba ya preparada la cruz en que
debía fijarse la imagen y los Religiosos Terceros
esperaban al insigne escultor.
No había ya tiempo que perderj comenzaba va
á ocultarse el sol y la imagen debía quedar en­
clavada aquel día mismo.
Subieron al andamió Martínez Montañés y sus
discípulos. Para colocarla se necesitaban manos
peritas, pero Pablo, su discípulo más amado y
diligente no permitió, para evitarle fatiga, que
lo hiciera sn maestro. Había que enderezar la
sagrada imagen, que sostenían dos tnozos, y Pablo
para tomarla por debajo de los brazos, apoyó la
cabeza de la imagen eu su pocho, y como tuviese
que emplear todas s.us^ fuerzas para moverla, le
cruzó por la mente este impío pensamiento: ¡Señor,
si mucho os pesé, en verdad que no poco me
pesáis VosI
Un agudo grito siguió á esta blasfemia mental.
Pablo, perdido el color y el conocimiento, se
desasió del Cristo, llevóse la mano al pecho y
hubiera caído del andamio,'á no sostenciié uno
do los mozos, mientras el maestro y los otros
discípulos acudían á prestarle auxilio.
Nadie se explicaba lo ocurrido. Todos los con.
cúrrenles rodearon á Pablo, y el Montañés, viendo
que apretaba con ambas manos el lado izquierdo
del pecho y que eu ellas había sangre, abrióle
las ropas: — ¡Estás herido! exclamó el maestro
con angustia. — ¡Estoy herido..... de amor! res­
pondió Pablo con voz desfallecida. Se incorporó,
dirigió sus miradas á la efigie del Redentor y
dijo como arrebatado en éxtasis:
— I Bien hagan -este llanto y esta sangre, que
á ellos. Señor, deberé por vuestra infinita mise­
ricordia el perdón de mis culpas! ¡Bien haya esa
sacratísima espina, con que punzásteis este empe­
dernido corazón, que <le.sde hoy será todo vuestro,
j Dulzuras de miel, siento en el pecho, pues pa­
rece que con la aguda espina me ha entrado eu
él un rayo de vuestra gloria! ¡Vuestro, vuestro
quiero ser toda la vida, y después toda la eter­
nidad, bündndislmo Señor mío!
Y volvió á quedai-como absorto y sin sentido
Martínez Montañés, los frailes y cuantos ésto
presenciaban, estaban asombrados del prodigio.
Y allá eu el altar, la íuiagen del Redentatr,
medio bañado el hermoso rostro por la débil cla­
ridad del crepúscolo, parecía sonreír dulcemente
y tender amoroso los brazos al herido, como á
oveja descarriada por tanto tiempo y vuelta al
redil del Buen Pastor.

MEiWIAS BIOGRAFICAS
DK

M O N S . L U IS

LJ\SJ\QHJ\

Ca pítu lo S IV .
(CouÜQuación)

€ Recuerdo siem pre cou adm iración, escribe
D. Cerruti, la escena qu e presenció una ta rd e
de Septiem bre d el 1876. Paseaba y o en e l patio
interior d el v ie jo co legio de Xiauzo, cuando
se presentó á m i D . L a sa gn a todo conster­
nado y lloroso. — i Qué t ie n e s ! le preguntó.
^ T e n g o ahora mismo, m e respondió, de v e r
á D . Bosco, y m e ha dich o qu e debo p a rtir
para A m é r ic a en cu a lid a d de D ire c to r del
nuevo C o leg io d e V illa -C o ló n . Y como y o le
opusiere dificu ltad y le expu siere m is obser­
vaciones, é l m e respondió que no m e m andaría
contra m i vo lu n ta d ; q u e m e daba 2á horas
de plazo para determ inar, y que después v o lviere d d a rle la respuesta d ecisiva que más
me pluguiese. P o r D io s le pido, continuó d i­
ciendo, h a g a V . am ado D irector, que y o quede
en su com pañía; ó más b ien resp o n d a á D o n
Bostio p o r mi. Siento gran repugnancia en
abandonar la du lce paz de A la s s io , dejar á
mis alumnos y la p a t r ia : dispuesto estoy
aunque sea ó dar clase á los párvulos, cou
que sea con V . en A la s s io : además soy aún
demasiado jo ven é in exp erto para ser D irec­
tor. — M ira, m i qu erid o D . Lasagna, le resiwiidí y o : sólo D io s sabe cuanto es m i dolor
lK)r tu id a id A m é ric a y cuanto lo sentirán
los de A la ssio , en donde has trabajado t a n t o ;
pero ni yo, n i tú podrem os estar tranquilos,
si no ahogam os en nosotros la v o z del afecto,
para entender sólo á la del deber. X o m e creo
capaz de h ab lar con D . Bosco para que tú
permanezcas a q u í: sen tiría en m i corazón un
TMnordimiento por ta l propu esta; si D . Bosco
Te ha m aiidado una cosa sem ejante, tendrá
sus, m otivos y fines particu lares y en resis­
tible haitumos mal. H a z p u es, lo que v o y á
decirte: v u e lv e á v e r á D . Bosco, expónle, ó
mejor dicho, rep ítü e las d ific u lta d e s . repu guaneias y luchas in terio res que sieh tes, y
después a'bandónate plen am en te én sus mar
nos: é l tlispondrá, lo que crea más cou veuieute para la g l ( » ‘ia de D io s y bíeu d e tu

alma. — A l día sigu ien te v in o á veríne tran­
q u ilo y ,r e s ig n a d o : h ice, me d ijo , lo que. V .
me a con sejó: D . Bosco después de haberm e
escuchado, me resp on d ió: E stá b ie n , prepá­
ra te á la p a rtid a ; y y n resp o n d í: partiré.
« E ste rasgo, qu e eu 's i m ism o demuestra
la eficacia de la gra c ia d iv in a y la en ergía
poderosa de su volu ntad, m e lo recordt\ba á
menudo D . L a sa gn a y a de palabra, y a por
carta, añadiendo que desde aquel momeutO'
no h ab ía experim entiulo duda ni in qu ietu d
algu na eu su vocación d e m isionero y q«ie
muchas veces, eu las confereuciivs, que daba
á sus hermanos, se lo refería como prueba de
que la obedien cia es una vic to ria y de que
D . Bosco, com o verdadero pmire, ciuuido.las
circuusttuicias lo ex igía n , era no solo dulce
sino ta m b ién en érgico. »
T re s anos más tarde, e l 3 de A b r il de 1880,
describiendo la a n g élica m uerte d e una h ija
d e M a ría Auxilisvdora, V ir g in ia M agon e, D on
L asagn a mismo hacía alusión á estas sus p a ­
sadas luchas y esc rib ía : « Cuando y o re c ib í
la orden d e i r á m is io n e s , enferm o y d é b il
com o estaba, pasó por m i monte este triste
pen sam ien to: i im rque m e mandan á m o rir
solo y sin consuelo en lejanos países á m il
leguas de m i ven erad o padre D . Bosco y d e l
Santuario d e m i am adísim a M a d re M a ría Au>
x ilia d o ra ! A h o r a debo decir, qu e no sólo n a
he m uerto, sin o que ü, despecho de todos m is
su frim ientos, ten go la esperanza de trabajar
aún mucho á g lo r ia do D ios, y m e he p er­
suadido adem ás d e que M a ría A u x ilia d o ra ,
M a d re tíem ís im a en la v id a y solícita y afec­
tuosísim a eu e l instante d e la m u e rte , nos
acompaña doquiera, com o si qu isiese ]»agarn os
así e l sacrificio qu e hemos hecho de dejar la
p atria y ve n ir á estos lejanos países a pre­
d ica r la g lo r ia y e l amor de sii D iv in o H ijo.
¡O h l ly q n ién no e n vid ia hi m uerte de
V i r g i n i a ! Y o la en v id io y la esporo. Y o tam ­
bién soy h ijo d e M a ría A u x ilia d o ra y do D on
Bosco,, y , cuando l l ^ n o m i hora, esperaré la
m uerte tra n q u ilo en lo s brazos amorosos d e
Jesús y d e M aría. »

Ca p í Tüló X V .
I S l a A i ó » ét s u m a d r o — U n r e c n o r d < y
d e l t u t o r — In q u ie t u d e s p o r la s a ­
lu d — "V ia je Á R o m a — A- lo s p i e s
d e í * í ó I X — É l 1S3 d o l > í o v i e m f > r e
d e l 1 8 ‘7 'e e n e l S a n t u a r i o d e S l a r í a A u jic llia d o r a — U n a p o la h r a d e
U .J B o s c o — R l a d ió s d e d e s p e d id a
— E n coch e.
A cercá b a se y a e l día, eu qne la segunda

— 138 —
ox|K3(Iición de intrépidos M isioneros salesia1108 debía em prender e l v ia je para la s apar­
tadas roffiones de A m é ric a m eridional. Todos
se dedicaban con afám á hacer los prei)arativos
para el v ia jo y á estudiar la len gu a española,
para que al lle g a r íi su destino pudiesen
saber al menos nlgm ias palabras, procurarse
las cosas indisjíensables para la v id a y pedir
la.s necesarias inform aciones. E l entusiasmo
l>or bis M isiones crecía cada d ía más á me­
d id a que 80 acercaba el tiem po de la partida.
S ólo I ) . Lu is Lasagn a se consum ía dolorosa­
m ente eou lin a dolen cia in te rio r que lo ator­
m entaba noche y día, á- pesar de que estaba
firm e tíu e l propósito de p a rtir y había o fre­
cid o á D io s e l sacrificio de su vida.
Se llam aron á consulta los más entendidos
facu lbitivos de T u rín , y sus herm anos le ro­
deaban d e los más amorosos c u id a d o s, pero
d e nada Hirvió todo eso a l pobre enfermo.
En circnnstam ila tan dolorosa no fa ltó quien
))onsara que, exponer á un sacerdote tan j o ­
ven, (lo tan ImlugUenas esperanzas y en tan
g ra v é estado á los contratiem pos de un viaje,
era una (uaicldad im p erdon ab le: y dado' que
llegara á A m érica , se decían iciónio'es posible
q n e él pueda dedicarse a l inm enso trabajo
qu e a llá le espora? ¿C óm o encontrar a llá pe­
rito s en é l arte m édico p a ra conservar una
existen cia tan preciosa? A s í (Íiscu rríaii los
qu e no tenían cu cuenta los design ios de D io s
y no d irig ía n sus - m iradas más a lia de las
cosas humanas. P é r o D on B o s c o , que tenía
tiernas cutrafias (íe amor y caridad para sus
hijos, pensaba diversam ente. Sin duda, él tenía
otras intenciones y otras luces, que eran las
qu e criticab a la mal entendida prudencia hu­
mana, y por esto perm anecía firme en la p rimótu decisión de que D. Líisngna partiese.
EntlPtunto, e l generoso l\[¡siouero ya algo
rostahlciúdo de los dolores n efrítico s que le
atorm entaban, y asegurando á D. Bosco que
sin iHíligro podía ponerse en vioijo, se dispuso
á dar e l adiós de despedida á las persrtfias, á
quienes estaba vin cu lado con los lazos de la
gra titu d y <le la a m ista d : no debía tam poco
o lvid a rse de la p a tria , d e su m a d re, <le sns
parientes y do su tutor. M archó pues á Montemaguu para darles la n oticia de su próxim a
p artida para A m érica. E l D o ctor R in etti quiso
p or iies]H*dida darle una muestra de su ap re­
cio. In v itó , pues, á una com ida á las autoriiladt's del pu eblo y á los prin cip ales am igos
<1e D . Lnsagna y , en tre las m il demoustraoiones de estim ación y afebto'; le ofreció nii
precioso cáliz. E ra este una dulce necesidad
d e v o lv e r en las lejanas regiones de su m i­
sión, su i)ehstimíeuto á M ontem agno y de ro ­

g a r por los suyos siem pre que celebrara la
santa Misa.
N o fu e poco e l sentim iento qu e e l tutor
experim en tó a l separarse de su p u p ilo : pero
su d o lo r , si b ien v i v o , era tra n q u ilo cual
con vien e á un hom bre que sabe vencerse á
sí mismo. Se contentó sólo con h acerle al­
gunas afectuosas recom endaciones- sobre su
salud, le aconsejó que pu siera un freno á su
n atu ral a c tiv o y dem asiado em prendedor, y
no dudando de que con e l ben eplácito de
D . Bosco todo resu ltaría fe liz m e n t e , con uu
ternísim o abrazo lo despidió.
E n aqu ella ocasión se m ostró más afec­
tuoso que nunca con su madre, qu e á causa
de la separación, estaba inconsolable. Y como
la piadosa señora se oponía cod todas sus
fuerzas, e l buen D . Lasagna, sacando un her­
moso cuadro d e la V ir g e n de los D olores, que
había tra íd o con , e l in ten to de regalárselo
com o filia l recuerdo y presentándoselo, d ijo :
Q u erida m a d re, si gran de y doloroso es el
sacrificio qu e debe V . hacer en este instante,
le aseguro que no es m enor e l que á mí. Dios
m e im pon e por m edio del m andato de mis
superiores. S in em bargo q u iero h acerlo cou
generosidad y le su plico que V . asimismo
q u ien i m ostrarse generosa con Dios. Otra
M a d r e , cu ya d o lien te efig ie le ofrezco como
m em oria d e m i filia l amor, tu vo tam bién que
separar.se de su H ijo á qu ien amaba con todo
su corazón y por e.sta cruel angustia, la M a­
dre de nuestro S alvad or, Jesús, fue la Reina
de los M ártires. U n id nuestro sacrificio al
suyo, y p or am or á la V irg e n d é lo s Dolores,
p erm itid que yo v a y a á donde m e en vía hi
obediencia. R ezan do ante este cuadro, encon­
tra rá V . a liv io en sus a fiiccio n es.» También
los am igos y conocidos d el pueblo y de los
lu gares vecin os d ieron m il deraonstraciones
á D. Lasagn a de su aprecio, i)ero é l se sustra.io jiron to de e lla s , por q u e , si por una
parte le daban gran co n su elo, por otra le
hacían más penosa la separación. — P ero le
quedaba aúu i)o r hacer una v is ita de capital
im p orteu cia para todos los misioueros.
D , B o s c o , que nunca em prendía una obra
de a lgn n a im p ortan cia, sin tener antes la
aprobación y ben dición d el P a d re común de
los Cristianos, qu iso que, apesar de la extrema
escasez d e m edios y de los grandes gastos y
sacrificios qu e ten ía que hacer para eUo, los
v e in titré s M ision eros, de qne constaba esta
segunda exi>edici6 n , fnerau a R o m a á i>os*
trarse á lo s pies d el an gélico P ío I X . el más
in sign e de los bienhechoros d e la P ía Síxíiedad Salesiana. E l Sonto A n c ia n o en e l ex­
trem o d e su in com parable bondad, dignóse



recibirlos en p a rticu la r é ín tim a au diencia y
auimarlos con palablas paternales, qu e que­
daron grabadas con in delebles carácteres en
la memoria y en e l corazón d e aquellos jó ­
venes heraldos d e l E va n gelio . Les impuso
después la obligación da eva n g e liza r á aque­
llos pueblos, rep itien d o y .comentando sabia­
mente las palabras d el D iv in o M a estro : I d
á euseñar á todas la g e n tes: emites, docete
omnes gentes^ les colm ó de paternales afectos
y Ies dió la bendición apostólica á ellos y á
811Sfuturas misiones. B endecidos por e l m isjno
Vicario de Jesu-Oristo y en viados por É l ó
ejercer su apostolado en m edio de los h ab i­
tantes de las apartadas region es de Colón,
aquellos buenos M ision eros recobraron eu su
alma las más hermosas esperanzas. P ero eii
particular D . L a s a g n a , sin tió iuñam arse eu
su fantasía ardien te y a c tiv a la llam a d e aquel
entusiasmo qu e tan n atu ral le era cuando se
trataba de una n oble empresa. Cuando estaba
postrado á los p ies de P ío I X , le v in o á la
mente la herm osa id ea de d ed icar a l A u gu sto
Pontífice, e l C o le g io qu e deb ía fu n dar en
Villa-Colón.
A I considerar además la inmensa estim a­
ción y e l patern al afecto que nutría e l Je­
rarca de la Ig le s ia por D ; B o s c o , y cuánto
bien se esi)craba d e la S ociedad Salesiana,
aimnas n acida ayer, su consuelo no tu vo l í ­
mites y propuso con firm e resolución de p er­
manecer siem pre fu erte y fiel en m edio de
las luchas de la v id a salesiana. A dem ás, esta
visita a l Sucesor de S. P e d ro aumentó en é l
más y más e l am or á la Santa S ede y con­
tribuyeron lio iKx;o aqu ellas gratas im p re­
siones á calm ar sus dolores, p o obstante hw
múltiples incomodidiklüs d el viaje.
Ijji la rd e de 32 de N o viem b re de 1876 se
celebró en e l Santuario de M a ría A u x ilio d o ra
lu función d el conm ovedor adiós y del fra­
ternal abrazo.
Resultó esta función tan tiern a y conm o­
vedora, que tocó las más internas fibras de
todos los corazones y no pocos derramaron
higrimas de alborozo y de tristeza a l mismo
tiempo.
Era un herm oso espectáculo v e r en e l pres­
biterio, en re c o g id a actitud, ven titrés jóven es
M isioneros, d e lo s cuales algunos estaban
persuadidos de q u e nunca orarían y a en
aquella iglesia , nunca v o lv e ría n á v e r á su
patria, nunca vería n á sos padres y parien ­
tes, y lo que más los a fligía, nunca v o lvería n
á contem plar e l sonrien te y . afectaoso sem­
blante de D . Bosco. A U í á los pies de M aría
A u xiliadora, se habían reu n ido para im petrar
fiel Señor la g ra cia de tener un v ia je fe liz y

-

de recoger en e l campo qu e la obediencia
confiaba, abundantes fru tos de salvación.
D . Bosco subió á la cátedra de la verdad,
y s i b ien rendido por los cuidados y fatigas,
que la p a rtid a de los M ision eros le había
causado, con elocuencia qu e no ten ía igu al,
tu v o por más d e inedia hora pendientes de
sus labios a l com pacto au ditorio, compuesto
d e lo más granado d e la n obleza Tu riiiense.
D ijo que a l despedir eu X o viem b ve del pa­
sado año, á los prim eros Salesiauos que iban
á las lejanas tierra s do A m é r ic a , su alma
había estado eu penosas dudas, al considerar
si sería buena y gra ta la a co gid a que debían
darles.
L es presentó ante sus ojos e l iiiuieiiao campo
de acción qu e la P ro v id e n c ia les ten ía reser­
va d o ; cóm o con v iv a s instancias sus herm a­
nos habían p ed id o ayuda de personal y que
para satisfacer sus justos deseos ‘é im p edir
que desfalleciesen bajo e l peso de un trabajo
excesivo, había preparado aqu ella segunda
expedición no sin grandes fa tiga s y sacrifi­
cios ; añadió que v a rio s ’ de los nuevos M isio ­
neros estaban destinados á la Repú-blica db
U ru gu ay, donde se les abría un campo vasto
é iuculto, que prom etía con sus trabajos d a r
■frutos abundantes. D ió tam bién á lo s buenos
Cooperadores la g ra ta n oticia de que quizás
eu b re v e podrían los Salesiauos in tern arse
en las Pam pas y en la P a ta go n ia , re g ió n ex­
trem a de A m é ric a d el Sud, para eva n g e liza r
aquellas trib u s, donde aún no había pene­
trado n in gú n sacerdote. H a b ien d o después
exhortado á los M ision eros á que con resolu( 5Íón y generosidad partiesen, y á que con
paciencia soimrtasen las in ev ita b le s p riv a ­
ciones y los trabajos d e la v id a apostólica,
seguros de que con éllos iban la p rotección
d e M aría A u x ilia d o ra y las oraciones do sus
herm anos, concluyó su sermón con un ardo­
roso llam am ien to á la caridaxl d e los oyentes,
in vitán doles á concu rrir con sus lim osnas a l
éx ito fe liz de aq u ella M isió n y á p a rticip ar de
ta i modo á los m éritos qu e en la m isión g a ­
naban los valerosos propagadores d el E v a n ­
g e lio y de la c iv iliz a c ió n cristiana.
F in a lm en te dió la bendición con e l Smo. Sa­
cram ento á los celosos M isioneros, qu e des­
pués de' h aber rezado las hermosas oraciones
d e l Itinerarium clericorum, se acercaron á sus
superiores y herm anos para darles y re c ib ir
d e ellos e l fra tern a l abrazo de dési)edida.
Xosotros, qu e y a conocem os íntim am ente el
generosp y sensibl^i corazón d e D . L asagn a,
podemos G i l m e n t e im aginarnos, como .a p ri­
sionado eu e l i>echo le p a lp ita ría en aquel
instante, a l reclam ar la naturaleza sus dere-

-

340 —

cho8, y ciiáu cara debió costarle aqu ella e x ­
trem a ae|){ua(5Íón. H u b iera sido pretender
dem asiado que aqu ella conm ovedora escena se
desarrollase sin lá ífrim a s: pero aquellas eran
lágrim as de ternura y de resignación, que
D io s mismo bendecía y recogía como precio­
sas perlas para engastarlas en la corona que
á su ílol s iervo jiroparaba. En ta l angustia,
le quedal)a aftii á 1). Bosco que lo acom pañaría
hasta G én ova. A I atravesar la apiñada mu­
chedum bre que llen aba los ám bitos de la
Ig lesia , era el blanco nuestro buen M isionero,
dem uestras especiales de vener;ición p o r parte
do algunos Cooperadores, hasta qu ienes había
y a llegad o la fam a de sus m éritos, y qu e g o ­
zosos a l par que conm ovidos, le besaban la
mano y lo daban e l ú ltim o adiós.
P o r o tra parte todos estaban adm irados de
v e r tanta resolución y generosidad en quien
ten ía e l cnerpo consumido por tantas dolen ­
cias. L leg a d o á la puerta del Santuario de
M a ría A u x ilia d o ra , montó con B o u Bosco y
B o u B odrato en uno do los carruajes, que
estaban preparados para lle v a r á la estación
á los Misioneros, y pudo sustraerse á las m i­
radas de la á vid a muchedumbre, que le acom­
pañaba con la vista.
Bespuós do algunos instantes de silen cio,
D o n Bosco tom ó la palabra para poner en
calm a su agitado corazón y restitu ir la son­
risa habitual á sus labios. L a s m il em ociones
y angustias que B . L asagn a hubo de expe­
rim entar en aquel día, trajeron á su alm a la
plena con vicción de que, qu ién desea recoger
frutos de a legría debe esparcir la sem illa de
las lá grim a s: Qiii seminat in lacrímis, ín oraítatione metent; que si el grano no muere eu
la tierra, no puedo ser sem illa fe c u n d a : Nisi

granum fnim enti mortimm
manet.

ipmtn solum
( Continuará).

de bondad incom parable, que en vid a se llamó
B o ñ a B o lo re s Serra de (Jhopitea, hija de la
.santa y ca rita tiv a B o ñ a B o ro tea de OhopiteaA m a estrad a en la escuela de caridad de
su virtu osa m adre y dotada dé abuudantes
bienes de fortuna, se dió toda a l santo <^cio
de a u x ilia r á los pobres, consolar á los des­
validos , ayudar á los obreros y cooperar á
todas las instituciones religio sa s que tienen
por objeto la c a rid a d .,
C onsagró in fa tig a b le todos los días de bq
oxiatoucia a l ejercicio de la propagación del
bien y prestó á todas las A sociacion es cató­
licas, no sólo sus lim osnas, sino su coopera­
ción p ers o n a l; trabajó incansable eu el de­
sempeño de la carid ad hasta los últim os días
de su vid a , con celo ardiente, con entusiasmo
religioso, que ella en su acrisolada virtud,
supo sacar y beber en la fu en te inagotable
del Corazón de Jesús.
L o s pobres y los desgraciados, que fueron
siem pre e l objeto de sus,cuidados más que ma­
ternales, dieron una prueba de su gratitud y
d e su afecto hácia la ilu stre finada, en el
triu n fa l en tiérro que se efectuó e l día 28.
Rodeaban su cadáver m illares de obreros
y de pobres, numerosas representaciones de
asociaciones católicas, que con lágrim as en los
ojos, iban á contem plar, por íUtim a vez, los
restos de la que fu é su d ecid id a bienhechora,
d el á n gel do la caridad, que en v id a había
sido su ayuda, su consuelo.
jS“o últim o objeto de sus cuidados, fiió nuestra
P ia Sociedad, que eu e lla encontró una fiel
im itadora de la caridad de su ilu stre madre
Sea esta una flor de reconocim iento y de
dolor que depositam os sobre su tumba, y al
paso que damos á su consternada familia
nuestro sentido pósame, suplicamos á nuestros
amados lectores recom iendeu eu sus oraciones
á la ilu stre y c a rita tiva B .* D olores Serra de
Ohopitea.
K . I. I».

Dolores Sorra do Cl)opltoa
Viuda de Pons.
¡L d ía 2(> d el pasado M arzo se du rm ió en
e l Señor con la m uerte de los justos
aquel án gel de cristiana caridad, aquella iüiiia

C
o
Q

it li ISKÍhJ E
cbiosu
a- fitrcM
e: J
O
S
ÍU
IBIM
Conjuntos de fichas
Boletín Salesiano
1903