BS_1903_06

Ficha

Título
BS_1903_06
Descripción
Boletín Salesiano. Junio 1903
Fecha
1903.06
extracted text
T^^mo^^rdjím^^íñ^
<1( los maiior<9 y m as tsc<(cnlcs dones q u t la divina
bondad pu«ds conceder i los
hombres

tS. PkamcdeSai.es]

ANO X X IV — N . 6

O s recomiendo la niñez y la
ju venlud : «ullívsd con y ra n de esmero su educación cri­
stia n a; y proporcionadle li­
bros que la enseñen á huir del
vicio y ¿ praclicar Ja virtud.
(P ío IX)

(Redoblad vuestras ruerzat
á fin de a p a rta r i la niñez y
■uvenlud de la corrupción e
Incredulidad, y p rep ara r asi
una nueva yencracion.
(
(LaSn XIII)

PUBUGAOIOfi MENSUAL

JU N IO de 1 9 0 3

OREMUS PRO PONTIFICE NOSTRO LEONE

OREMOS POR NUESTRO PONTIFICE LEÓN XIII

Dominus co nservet euni, e t vivíficet eum , e t
beatum fac in t eom in té rra , e t n o n tr a d a t eum
in auiniam iniinicorum ejus.

E l S eñor le conserve, y le dé v id a , y le haga
feliz en la tie rra , y no lo en treg u e en las m anos
d e BUS eueraiffos.

Sm C A E IO — B l C o n g r e s o ............................................ png. 141

X e cm lo g la : E.xma. Sra. D a. Ju lia Grund — L a Srlta. M a­
ría L uisa Tobar ............................................................ ..... . . . 167
M enioiias bíogruficas de M ods. L u is L n n a g n a ......................167
XuiKTUos G k a iia ix u ». — M ons. Caglii-ro acom pasado del E s ­
tado M syor de la G uarnición de .S. M artin d é lo s A ndes —
M ons. C aglioro hospedado por el C oionol l’órcs — Indios de
la tribu de Onriihninco — Itunqoes cu S. M artin de los A n­
des — Funicolar eu construcción al M onumento do M aría
A u xiliad ora en X ieth eror.

iiDnr y S a c r i Q o i o ..................................................... .....

s

.





. 142

El E sp íritu (le un A p ó sto l ...............................................................143
Doeumentos S alesiaaos
• • ..................................................145
Di xuRifrKAS misio.vks.— P atagon ia (T erriton o del Xenqndii)
— Colom bia: D . A lbera eu los Lazaretos de Coutratacidu
7 de A gu a de D ios............................................................................... 150
Gneias de M aría A u x ilia d o r a ......................................................... 1.57
n Representante del Sucesor de D . Bosco en Aniórica
. KiO
Clónica S a l e s i a u a ............................................................................... 1G4

I E I .I

O O I S T G - K / E S O

En la imiiosibilidail de dar á nuestros lectores datos sobre la celebración del
Congreso internacional de Cooperadore.s, por que, ya en prensa este iiimiero de Junio,
aún no se le ba dado principio, nos contentaremos con dirigir un cordial y entu­
siasta saludo á los Congresistas, que imiuerosos han prometido asistir y á los adherentes, que con su cooperación Lan contribuido no poco á que se encienda en
lodos el entusiasmo; suplicamos á todos los lectores, que no dejen de rogar por
qne los frutos del Congreso sean abundantes, que el Señor ilumine las inteligencias
y enforvorice los ánimos, para que todos emprendan con ardor la obra de cristiana
regeneración, que es el fin principal del Congreso.
El éxito promete ser grandioso, los preparativos se llevan á cabo con gran
entusiasmo y con grandes esperanzas.
'En el siguiente número daremos extensa relación del éxito del Congre.so y de
-1 Solemne Coronación de María Auxiliadora.
¡Que la Virgen de D. Bosco, nuestra Eeina y nuestra Madre, bendiga á los
^esianos y á sus celosos y amados Cooperadores ¡

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— 142 —

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A m o r y Sacrificio
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{,E entre esa nube de sórdido egoísmo,
que ciñe al mundo como una co­
raza de acero, que le hace impenetrable
á la caridad divina y á las ternuras de
la lloligión,y que sólo deja brecha abierta
al amor terreno y voluptuoso, se alza eii
el altar, aparecida á una casta virgen, la
imagen majestuosa, amable y tierna del
Divino Jesús, que con el lado abierto y
el corazón ardiente sobre el pecho, dice:
« He aquí el Oorazón que tauto ha amado
{\ los hombres.» Al verle, como con una
mano señala su pecho abierto por amor
á los hombres y con la otra los convida
ú que acudan á É l; diríaae que por sorj)resa quiere conquistar su corazón, que
con las llamas que del Suyo se despren­
den les indica el amor por ellos y deseos
en que arde, y que con la cruz, que co­
rona este trono de infinito é incompren­
sible amor, les recuerda las torturas del
Calvario, precio de su Eedencióti. Y en
verdad, el Oorazón de Jesús es un sublime
compendio de amor y sacrificio; es una
sublime figura de un aiuaiite, que por
argumento de su amor presenta el más
evidente y costoso de los argumentos;
presenta el sufrimiento: es un cuadro
celestial pintado con tan divinos trazos,
como un Dios que pide suplicante el
amor de los hombres: es en fin un re­
sumen maravilloso de un Dios infinito
que ama y de uu Hombre divino que
sufre.
El muudo desleal ó ingrato le vendió,
cual otn> Judas por un poco de vanidad;
y ensoberbecido por el humo de su mez­
quina cultura le negó su adoración; su
recuerdo en medio de los hombres llegó
á ser, no sólo importuno, sino también
irrisorio: mil escuelas se levantaron con­

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tra Él llamándole usurx)ador de la divi­
nidad, y una boca maldita llegó á lla­
marlo infame: á jiesar de todo Jesús
quería el amor, ansiaba á todo trance el
corazón de los hombres y para más obli­
garles, y forzarles con dulce violencia,
olvidándose de que le habían coronado
de espinas, les entrega el Suyo, les
muestra las llamas que le abr'^san y el
amor que le consume.
No le bastó mostrarse al mundo pen­
diente de un madero, hecho el ludibrio
de las gentes por el bien de los hombres,
cantando su amores en medio de los
tormentos del suplicio; no le bastó que­
dar en el tabernáculo, como perpetuo
prisouero, ésperaudo noche y día un alma
amante que se lo acerque, á donde con
mil industriosos reclamos, con mil dul­
zuras divinas llama á los hombres; quiso
X)resentarse al mundo con el corazón
sobre el pecho, con la cruz sobre el co­
razón, con las llamas de amor entorno
de la cruz, para recordarles todo su amor
y todo su sacrificio, compendiando en un
símbolo sublime toda la inmensidad de
su cariño.
;Ah! que el alma que no se deje cau­
tivar por tanto sacrificio, el alma que re­
siste á esto Corazón, trono de amor infi­
nito, bien puebe decirse que ha perdido
lo que tenia de humano, que le falta un
corazón con que corresponder á las fine­
zas del Corazón divino. El apóstol Sto.
Tomás se negaba á creer en la resurrec­
ción del !BIaestro si no metía su mano
en el costado abierto y sus dedos en las
sagradas llagas; Jesús se le aparece;
Tomás toca con sus manos la verdad, y
y arrepentido y confuso cae postrado á
los pies de Jesús y exclama: ¡Señor mío

y Dios mió, creo ! j Qué más le faltaba
al mundo para creer, que penetrar en
costado del Señor, que examinar sus en­
trañas de madre, que ver su Corazón
abrasado de amor! Y Jesús, se aparece
al mundo con el costado abierto, como
diciendo á los incrédulos; tocad y creed.
Hemos tocado con nuestras manos su
costado, como Sto. Tomás, hemos visto
con nuestros ojos su corazón, probamos
en nuestras almas su amor infinito, ¿qué
más no resta que caer á sus plantas y
confesar como el apóstol incrédulo, nues­
tro error y decir: Basta, Señor, basta de
pruebas, creemos que es infinito tu amor
y tu sacrificio! i Deseamos acaso más
pruebas! ¿Pudiera Dios daros más pren­
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das de lo que es! Imitemos, pues, en la
fe y en el fervor al Apóstol, ya que des­
graciadamente lo imitamos en la iucredulidad y en la indiferencia. Postrémonos
á las plantas del Corazón Divino, hoy
tan ultrajado en su Iglesia y en sxis mi­
nistros, y pidámosle como Él nos enseñó ;
que su reino florezca entre nosotros: ad~
veniat regniim tuum; ésto es, que su amor
venza en el mundo la dureza de los co­
razones, que el mundo reconozca en Jesús
á su Señor y á su Dios; que sepa co­
rresponder á su iumeuso sacrificio y á su
infinito amor y de toda le tierra se formo
en torno del Divino Corazón un solo re­
dil y un Pastor solo.

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póstol
VIII.
E l carácter es la fisonom ía d e l a ln a .

G otti.

Lo qne en la educación se presenta más árido y
fificil es el estudio y cnltívo de los diversos carac­
teres y temperamentos qne tiene el niño; el saber
^ c a r nn régimen conveniente y un modo de obrar
prudente y sabio á las variadísimas tendencias / qne
ie mantfiestan en los educandos, y las veleidades y
^litaciones que en esas mismas tendencias se notan :
por que el alma del niño es como la caña del to­
móte que se dobla y mueve á merced de los vientet, como la blanda arcilla que recibe todas las
bnnas, como la huella qne estampa un viajero en la
veoa del desierto, que una ráfaga de viento borra y
jotraye. Pero en medio de esa inconstancia propia
^ nn alma nueva y no formada, ni instruida, hay
dgo de permanente y peculiar, algo que le es propio,
J en cierto modo es origen de sus actos, y ésto se
uuna temperamento ó tendencias, que dirigidas y
Xeuradas con prudencia forman el carácter; fisono­
mía propia que distingue unas de otras las almas,
CHno las facciones distinguen unos de otros los
«iffpo?.
Ko puede el educador doblegar todos los caracteres

al suyo, pretender que sus educandos obren impelidos
por las mismas tendencias que en él predominan, que
ésto es imposible; sino que su obra debe sor, el co­
rregir lo defectuoso y afianzar lo útil que en el ca­
rácter del niño encuentra, conducirlo al bien por la
senda que le señalan sos tendencias , santificar, en
una palabra, el carácter. La vía de la perfección cabe
en las diferentes tendencias, por que Dios es admi­
rable en sus cosas y en sus Santos. Todos los ca­
racteres corregidos y perfeccionados caben en la hon­
radez y en la santidad.
Niños hay confiados, abiertos, expansivos y claros
como el cristal de una fuente, otro serios, cerrado.s,
desconfiados y oscuros como un misterio: unos son
iracundos y altivos, otros sumisos y pacientes. La
labor del que educa es usar de estos materiales, qus
la mano de Dios ha acumnlaxio en nn alma, corro­
borar lo que en ella encuentra do bueno y prove­
choso, extirpar lo peijadicial y malo, y sobre estos
cimientos levantar el edificio de un carácter honrado
y firme. En el expansivo y franco debe aprovechar
la confianza y sellarla con la prudencia; en el serio
y cerrado debe abrirse paso á través de la oscuri­
dades del carácter é infundirle la confianza ; en el
iracundo con la persuación debe infundir el principio
de paciente reflexión; en el sufrido y sumiso, in­
culcar la emulación y la actividad. Eñ una palabra»

no debe destruir el carácter particular, sino conso»
lidarle y perfeccionarlo con la sana doctrina y el
ejercicio do la virtud; por que todos los carácteres,
por extraños que sean , tienen un elemento prove­
choso y bu“iio, sobre el cual dehe asentarse el caracbü' personal, y un elemento peligroso que debe
extirparse á fuerza de instrucción y de paciencia.
Las acciones del hombre dependen en su mayor
parte do la buen.a ó mala educación del tempera­
mento; este es el principio interno que dirige sus
acciones, que consultadas con el consejo do la vo­
luntad, so efectúan 6 nó según las ideas que en el
sujeto predominan.' No llevemos las cosas hasta el
fatalismo afirmando que todos los actos provengan
do las tendencias, y que cada cual obre impelido por
im principio interno é irresistible ; pero si debemos
j)ersuadirno8 que influyen grandemente en los actos,
y que el carácter para el n iñ o , que será mañana
un hombro, puede sor fuente de salud ó do perdi­
ción, puedo conducirle á la desesperación ó al he­
roísmo.
Tres cosas, dico el Sabio, son para mí difíciles, y
y la cuarta casi la ignoro; la huella del águila en
el espacio, el rastro del áspid on la tierra, la estela
do la nave en el ocóaiio y la senda del hombre en
BU juventud (1). Do modo qne aun para el más sabio
do los hombres, la existencia del joven era un miste­
rio; bien, pues, podemos decir que la educación del niño
os un misterio lleno de diñculdad y responsabilidades.
Si se ven en el mundo tantos hombres sin carácter
fijo, sin aquel principio individual de acción , sin
juiuel modo pwticular ó íntimo do obrar, sin ese no
8ó que do indefinible que hace de una persona un
hombre, y do un hombre una persona firme ó inco­
rruptible, un sér on sus hechos y vigor especial dis­
tinto de todos los demás, pero siompro igual á si
mismo ; es quizá por que no tuvieron una mano ex­
perta que contuviese y encauzase sus propias ten­
dencias, un maestro que les animara y corrigiera.
El canlclor es el tribunal intimo en que cada cual,
con ayuda do la conciencia, juzga sus acciones, ó
mejor dicho, os la conciencia misma firmo y recta,
quo vola sobre si y que en sus decisiones es siempre
igual á sí misma.
Por eso el mundo á uno quo tiono carácter, le
llama un hombre, y se fía do él, por que su palabra
es siompro una garantía do seguridad ; mientras que
al quo no lo tiene, lo llama con la palabra ^'n]gar
si so quieri», pero on si misma gráfica y precisa, de
veleta; por quo sus obras están siempre en contra­
dicción con sus palabras y sus palabras son sus
obras.

*«•

Aplicando la teoría á la vida y sistema do Don
Bosco, bien podemos decir que faó un hombre creador
de muchos hombres, que foó la luz que iluminó á
(1) P ro v . xxx-18-19.

tantas inteligencias, el guía que tantos corazón»
condujo á salvamento.
Como fiel seguidor de sus principios , Don Sosco
obraba antes como observador y después como maestro.
Tenía el espíritu de intuición en conocer las almas
y el espíritu de prudencia en dirigirlas. Al recibir
en su custodia un niño, con solicitud le observaba
sin coartarle, estudiaba sus tendencias, le analizaba
en una palabra la mente y el corazón. Para tan
gran maestro en el santo oficio de educar, pocas mi­
radas, pocas palabras bastaban á revelarle el tem­
peramento, los sentimientos y las ideas de un niño;
sabía sondear un corazón con prodigiosa seguridad,
y decir palabras poderosas al oido , que los niños
llamaban mágicas, por que mágicos eran los efectos.
Cuando contícia un defecto en sus educandos, con mil
amorosas y paternales advertencias, que en sus la­
bios tenían la autoridad y la fuerza de un mandato,
lograba extirparlo. Las fatigas que le costaba, solo
Dios las contaba para remunerarlas, pero es lo cierto
que sus labios nunca se cansaron de pronunciar pa­
labras dulces de animación y corrección, como nunca
su alma se cansó de sufrir. Avisaba con la TnjgTna
paciencia muchas veces; sabia bien que conquistar
un alma es poner á salvo la propia, y que de las
cosas divinas, la más divina es cooperar con Dios á
formar un alma perfecta.
D. Bosco, supo bien educar á sus hyos, por que
supo educarse también á sí mismo. Su natural no era
lo dulce y suave que era su manera de obrar; tenia
corazón de fuego en un cuerpo de bronce, y su ca­
rácter naturalmente fogoso y sus fuei'zas físicas le
hubieran llevado á ser un hombre irascible y altivo,
si no hubiera domado su fogosidad' con una fuerza
de voluntad, con una firmeza de alma heroica. Su
vida se resintió de su firmeza do carácter y su ca­
rácter lo comunicó todo vivo ó idéntico en su sistema
de educación. Permite el desahogo natural de la li*
geroza infantil, la confianza y expansión, esa gran
doto do la niñez; pero á su tiempo pretendo infle­
xible el cumplimiento del deber: Omnia tcm^pus habent.
¿No habéis visto nunca un patio de un instituto
de D. Bosco? Todo os movimiento y animación, todo
vida y alegría; se oye el tañido de una campana y
toda aquella bandada de alegres jugadores, de ju*
guetonas mariposas, se toma de pronto un batallón
de serios y puntuales soldados, que corre á la voz
del deber. Esos niños, no corren impelidos por la
amenaza de un castigo, que no existe, corren arras­
trados por el intimo convencimiento de que deben
hacerlo. Empiezan á ser hombres; están habituados
al bien, al deber, y este hábito los hará virtuosos
y hoiK^dos, por que como dice un poeta: el niño es
padre del hombre, como lo es del día, la allrárada.

— Iá5 —

^ocum eníos Sñlesianos
D is c u r s o p ro n u n c ia d o p o r el S r .
]^ .

^ F ín id a d

^ án ch ez

g an ao s

en la distribución de premios á los alumnos del Colegio Salcsiano de ^^cjico

(QoMthwaclún)

ir.
Por su parte, la autoridad lia sido el blanco
de la conspiración de las sectas j toda autori­
dad, desde la del maestro de escuela basta
ia de los poderes píiblicos, desde el padre de
fcmilia basta la de Dios. Cuando el cristiá­
nenlo apareció en la tierra, bailó la autori­
dad no menos desprestigiada que prostituida.
En las iumensas posesiones de Eoma, en la
patria del Salvador especialmente, en esa Judea beróica , que ‘decidió perecer bajo la es­
pida de Tito antes que resiguarao para siempre
ilyugo extranjero, se maldecía públicamente
ála autoridad romana y á las clases privi­
legiadas, traidora y sacrilegamente ligadas
(oa ella.
La autoridad había perdido la noción de
w origen y su derecho. Los Césares no eran
Bás que hechuras y represeutautes do las
lasas militares; los cónsules *y los sonado­
res, los tctrarcas y los jueces, instrumentos
miserables do los vicios y crímenes de los
Césares. La soldadesca elegía el poder su­
premo. Un hombre musculoso tenía ya deretko á la púrpura; hasta se vió un esclavo de
Asiria ascender al trono de los Aiitoniuos
por haber triunfado en una lucha personal
wu otro soldado. La prostitución horripilante
iKíder y del trono, hizo del concepto de
vitoridad un sinónimo de infamia, tiranía,
crimen, lepra y aborrecimiento. El cristiausmo comenzó activamente la obra de nueva
ónlización, por reconstrnir el concepto de
U antoridatL Jesucristo, San Pablo, San Pe­
te), atendieron vigorosamente á la edifieadón ele esa base urgentísima para la sociedad
dril ptredicaudo esta doctrina eminentemente
drilizadora y organizadora: la autoridad viene
^ Dios, ella es el representante del Altísimo,
d supremo gobernador del universo, de Él
^ au a. como la luz emana del s o l, como el

calor proceile del movimiento, como la pon­
deración de los cuerpos procede de la g ra ­
vedad. El ha dicho: -ger me reges regnant. El
que resiste ó injuria á la autoridad, injuria
y resiste á Aquel por quien gobierna. Obedeced, exclamaba San Pedro, almenando vuestro
superior sea duro ó injusto. Así, señores, se
constituyó la sociedad cristiana sobre la base
eminente de la obediencia á Dios en la obe­
diencia á la autoridad humana, en la obe­
diencia á las leyes, como reglamentaciones
de la ley natu ral, que es el verdadero De­
recho Divjno. P ara destruir el órden social,
objete de las sociedades secretas, era nece­
sario destruir la noción de autoridad, y para
esto era indispensable arrancar á osa antoridivd su origen divino, sustituyéndolo con el
humano, es decir, suplantar la soberanía di­
vina cou la soberanía popular, declarando ,
como se ha declarado, que la autoridad emana
originaria y genuiiiameiite del pueblo. Pero
ostsv declaración no es más que el primer
pswo que han dado las sociedades y legisla­
ciones anticristianas en el derecho positivo,
lío es un ñu, sino un principio; el verdadero
ñn es acabar con toda autorida<l, aun la ema­
nada del pueblo; el fin, es la anarquía.
« Destruir entre los hombres la distiiicióti
de categorías,, de creencia.'* y de i)atria; he
aquí el objeto de la masonería, > dice su gran
expositor, el famoso Clavel. Y ¿cóiao destruir
las categorías legales sin destruir la autori­
dad? E l ilnminismo y el sistema de S. Martín,
en que se concentraron durante el siglo xviri
las doctrinas secretas anticristianas, fueron
la más perfecta organización de la anarquía.
Luís Blanc h a dicho de Weishaup: «- Es el
más profundo conspirador que jamás ha exis­
tido. » San Martín proclama en su libro de
los Errores y la verdad, la necesidad de una
destrucción radical de todos los gobiernos, y
las sectas actuales, hijas de aquellas, cultivan
la anarquía de Proudhon, aquella eu que

— 146
« ca<la uno será soberano en su cabana. >
Todo el sistoma masónico así político, virtual,
doctrinario, simbólico, descansa en ese mons­
truoso ideal, especialmente el carbonarismo,
en el cual el iniciado jura « la ruina de todo
í^Tobiorno constituido, sea monárquico ó sea
«lemocrático » (1), declarando á la vez que
« todos los medios son lícitos para la con­
servación de esos fines, el asesinato, el ve­
neno, el perjurio.
En 18313, se publicaron por el ilustro Perpignan documentos sin disputa auténticos, de
las instituciones masónicas, y en ellos aparece
toda la institución dominada por esta doc­
trina: la subordinación es una quimera que
os preciso destruir en el mundo como con­
traria á la dignidad y al derecho de hom­
bre (13).
Pues abora bien, soüores; todo ésto se ha
llevado jiiediaute una tarea de actividad ine­
fable , al espíritu y al corazón de las ma­
sas, con particularidad las obreras j todo ésto
(tonstitnye el espíritu do las leyes modernas,
todo ésto se ha ensenado al pueblo en los
motines y en la tribuna, con la guillotina y
t;ou la ])rensu, con los despojos de los bienes
eclesiásticos y con el parlamentarismo escan­
daloso, con la blasfemia pública y con ios
l'anamás^ con el ateísmo de la escuela y con
el ateísmo del Estado, con escándalo de los
poderosos y los espectáculos obscenos, con la
orgía de vicios que celebra hoy el mundo
autorizada y garantizada por las leyes, con
La rapa(údad do las naciones fuertes, con la
esclavitud y la injuria del Papa, con el en­
cadenamiento de la Iglesia, con la desespe­
ración que 80 retuerce en todos los espiritas,
con la domeucia dol hastío, con el non ser^
viem proferido por todos los labios, con la
revolución en fin, aimderada del orden civil.
V.
Tal es el conflicto, Seiíoresj para resolverlo,
el cristianismo está armado de su fuerza más
poderosa; aquella que más le i>ertenece y qué
menos puede arrebatársele: el Sacrificio. Él
constituye ou toda su historia el secreto de
sus triuufantos resistencias; él es su alma do
bronce, él su inmortalidad. Por eso Jesucristo
ñiudó su Iglesia sobro el soorificio de la oruz^
por eso el Siicrifioio fué la condición única
que puso el Salvador á los qne quisieran se­
guirle: niégate á H mismo; por el sacrificio
do los suyos, desde Esteban hasta León X III,
desde María Oorredentoro, hasta la virtud
<1) With, JUmorMU ttcrtUu.
(S) iínNorial caA^Itco, 1882.

crucificada en nuestro siglo, han sido y son
y serán el almácigo de rosas, el mar de per­
las, el cielo de nebulosas infinitas para los
arcos de sus victorias, para la frente de sus
campeones, para el trono de su serena, glo­
riosa, perenne y altísima soberanía.
¡El sacrificio! Pero ¿quién puede hablar
de sacrificio eu este siglo usurero y semita,
en el que la idolatría de los propios apetitos
y el culto á las propias depravaciones, en
que la fiebre dol placer y la religión del jo,
son los lobos que el libro pensamiento ha
soltado tras de la civizacióii que huye pre­
surosa? ¿Quién osará hoy hablar de sacri­
ficio? Señores, escucho aquí una voz que
me responde, una voz ammeiadora de mila­
gros, una voz de fiat^ una de esas voces que
tienen algo como el eco del Génesis, una de
esas que estremecen las fibras de la miseri­
cordia del Altísimo; una voz que responde
y que me dice jXo! Es la voz de D. Roseo.
¿Tú? ¿tú, pastorcillo de Gastelnuovo, hu­
milde agrícola perdido en el gran hormiguero
de los débiles, de los ignorados, de los infe­
lices, tú respondes? ¿tú vienes á suspender
esta enorme bacanal del egoísmo ? ¿tú vienes
á erigir en sistema el trabajo cristiano? ¿Tú
vienes de nuevo sobre la barca de Jesús á
decir al mar borrascoso del proletarismo y el
pauperismo: caWa, ervnmdecef ¿Tú? Y ¿quién
eres tú para contestarnos en medio del co­
losal tumnlto en que todos disputan la sima
de la sensualidad? Ab, señores, concededme
la dulzura de contemplar por un momento
ol hombre quizá más extraordinario de nues­
tro siglo.
Sí, tenemos, tiene la historia el derecho de
dar ese nombre á quien durante unos cuantos
años redimió del vicio y la miseria y entregó
á la civilizitción más de trescientos mil ni­
ños, obreros después, verjel social más tarde,
que representará con el tiempo millones de
familias virtuosas; y dió á la predicación
más de doce mil sacerdotes, y fundó dos­
cientos cincuenta colegios, oratorios, semina­
rios: y llevó con sus misionóos la civili­
zación á los confines australes de la tierra,
donde bautizaron veinte mil salvajes: y erigió
suntuosos templos: y fundó el gran instituto
de las Hermanas Sijas de María Ausiliadors,
ese maravilloso cuerpo que se llama la
Sociedad Salesiana y la Obra de María Auri*
liadoroy y adquirió dos cientos mil Coopor^
dores para sus titánicas empresas; y -recibió
en su celda á tantas personas y tontos fieles
como los que visitan el Vaticano; y estuTO
sn relación con todos los hombrea virtuosos
de Europa: y como si su sol, á manera del

— 147 —

de Josué se detuviera en sn cielo para
iimltiplicav sus horas de trabajo, todavía pudo
escribir libros de grau sabiduría; libros de
circulación inmensa, libros como JBl Joven
Instruido, que cuentsr más de ciento veinte
ediciones; es decir, libro que en punto á reprodocción no Ua tenido más rival que la
Físico, de Oanot, y eso porque sirve de texto
en todas las escuelas superiores del mundo.
Yo no sé de ningún trabajador, ni Gladstone,
ni Pastear, ni Gaume, que liaya tenido como
él, que suprimir por completo las horas del
sueño cada tercer noche, y que aun en
aquellas en que le tocaba dormir, lo hiciera
andando en las callos couduoido de los brazos
por sus discípulos, mientras recorría sus ca­
sas. Yo no conozco en la historia un prodigio
tal de laboriosidad y resistencia; ¡con razón
él antes que nadie, ha tenido el derecho de
respondernos y de exclamar ¡yo, soy el sacri­
ficio! ¡yo soy el que se negó á s¿ mismo y tomó
su cruz y siguió al J^dentor á tra vés de la em­
bravecida y rugiente orgía del siglo xis!
Mas ¿de qué manera puede el sacrificio do­
minar la borrasca de nuestros días? ¿por qué
ha de ser el sacrificio la solución del ho­
rrendo problema?
Señores, porque el alma del problema es
el egoísmo, es la sensualidad, es el ateísmo
de las masas, es el ham bre, es la locura; y
el sacrificio es la caridad, es la pureza, es la
fe, es la esperanza, es la resignación, porque
al obrero que exclama irritado: « la razón
me dice que no ha de haber ricos, » es pre­
ciso oponer el obrero que exclama: «Mi Dios
me ha dicho: Siempre habrá pobres entre
vosotros; » porque al obrero que grita: «¡Há­
gase la voluntad del pueblol » es preciso
oponer el obrero que reza: « hágase la vo­
luntad de Dios; » porque al obrero á quien
Satanás le d ice: « ruge, sublévate, incendia,
asesina y tuyo será el reino do la tierra, *
es preciso oponer el obrero á quien Jesu­
cristo dice: « trabaja, obedece, practica la
virtud, sé pobre de espíritu y tuyo será el
reino de los cielos; * porque á los protervos
que tienen hambre de venganza y sed de la
sangre de los poderosos, es necesario oponer
los bienaventurados, los benditos de Jesús,
los que tienen hambre y sed de justicia;
porque al dolor de la desesperación es preciso
oponer el dolor de la esperanza: y al sufri­
miento de la soberbia el sufrimiento de la
caridad; y al proletarismo enfurecido por la
envidia del placer es preciso oponer el goce
del pobre, que administra virtuosamente su
salario para las necesidades del hogar do­
méstico ; porque al egoísmo y tiranía del rico

ateo, es preciso oponer la caridad del rico
cristiano, la gran solución para el bienestar
del pobre dentro de la inviolable propiedad
del acaudalado. Es decir, Señores, que la
santa obra para vencer el conflicto, oshi en
la formación de alumnos y obreros cristianos,
por una parte, y en la organización do ricos
cristianos por la otra.
En una palabra, la solución consiste en la
caridad del trabajo y la caridad del capital,
Pue hó aquí la obra de la institución sale*
siana. Ella ha croíwlo dos grandes raimis dol
salvador sistem a: la <le los alumnos y la de
los cooperadores: ella ha hecho converger en
un solo punto, anudarse en im solo lazo la
pobreza y la caridml; el trabajo cristiano y
el capital cristiano; lia hecho que se opriman
fuertemente dos manos, á cual más podero­
sas: la que trabaja y la que socorre, la que
amasa el pan y la que distribuyo; ha jun­
tado bajo un solo techo, b:ijo este santo techo
á dos grandes ensalzados en el sermón de la
m ontaña: á los que llorau y á los que con­
suelan; á los pobres de espíritu y á los lim­
pios de corazón. Es decir, ha resuelto el pro­
blema.
Sí, Señores, son el trabajo y la escuela cris­
tiana la solución del conflicto.. Dígalo con su
voz de nación poderosísima esa Alemania, en
que el obrero católico es el verdadero sosten
del Imperio; dígalo esa Aleraaniá, donde
W indhorst apoyado ])or los tallerés católicos,
al derribar á Bismarck salvó á su patria del
socialismo: dígalo esa Alemania que arrepen­
tida, y más que arrei)entida, desengañada del
KuUurkamph, extiendo sus brazos al Pontífice
para que enfrene con sus millones de 8Ú1>
ditos el huracán anan¡uista del imperio.......
¡Ah, Señores! ¡Qué es¡)ectáculo el do estos
momentos! Mientras el Soberano alemán que
viaja por la tierra de Jesús es seguido,
alisbado en todas partes por los obreros
impíos, i>or los obreros masónicos que íispiran á la dicha de asesinarlo; mientras los
gobiernos del tránsito tienen que multi­
plicar sus agentes y extremar su vigilancia
para salvar la vida del Emperador; mientras
éste camiii • con el mismo sobresalto qtie un
condenado ál bínchamiento en algún tum nlta
de los Estados Unidos, los católicos, los
obreros creyentes, los que acaban de ser mar­
tirizados por más de nn lustro, cuidan sa
trono, arraigan su poder y oran diaria y fer­
vorosamente á Dios por la vida y la conver­
sión del Soberano. ¡Qué contraste, Señores,
entre las dulces y afanosas plegarias de las
iglesias de Berlín, y los juramentos de ase­
sinato en las logias carbonarias de Italia!

-

148 —

¿Qué separa á ambos obreros, al que reza
por su 8o})eruno, y al que prepara el explo­
sivo ó afila el punal para matarlo^ Una sola
cosa: la fe. Por ella, el salario, que es el
mismo para el obrero católico y el carbona­
rio, en manos del primero os casi una ri4|uoza, y en manos del segundo es el hambre;
jíorque en manos del primero significa dis­
tribución racional, economía, pan, aborro;
mientras en manos del segundo significa vi­
cios, despilfarro, alcoholismo, prostitución. Y
ese 03, como lo observó el eminente 1*. Félix,
eso es el pauperismo.
Señores, dejaría trunca mi prueba si no deinostrava esto último, y voy á hacerlo bre­
vemente.
El sueldo es el mismo; pero ante la mi­
seria crispantií del obrero socialista, del obrero
anArquico, está el desahogo del obrero cató­
lico; ante el obrero impío que ruge porque
el sueldo no lo alcanza para el pan, y corta
sacrilegamente la multiplicación do la fa­
milia, esü'i el obrero católico que ha formado
una colosjil riqueza pública. Volvamos los
ojos á esa Alemania. ¿ Qué han hecho los tra­
bajadores católicos f
Sabido es que el labrador alemún era, hasta
18Ó2, uno de los seres más infelices de Eu­
ropa. Oprimido por la usura de los judíos,
por el dinero de Inrael, arrastraba una vida
de miseria que disminuía más y más la po­
blación agrícola. Cuando ésta perecía, ol emi­
nente católico Barón do Schorlener-Alst, pre­
sidente dül centro católico alemán, reunió á
los agricultores do Westfalia y formó con
3,01)0 individuos una asociación que ya en
1882 era poderosísima, la asociación do labra­
dores wostfalianos, que emancipó á la agricnltura del agio y le dió la vida exhuberantó (luo hoy muestra en Europa. En 1887
había ya otras doce asociaciones do labrado­
res católicos en Westfalia. Fiiudárouso des­
pués la.' sociedades de labradores de Tróveris, la do Uesse, la del líhiu, la de la l'rusia
Oriental y Occidental, la de Hiohsfol, la de
Silesia, la do Badén, y otras muchas que
fundaron instituciones de crédito, que espar­
cieron los couooimioiitos agrícolas, que crea­
ron comisiones para la adquisición do abonos;
en una l)alab^;^ que constituyeron una fuerza
eohm l y salvaron la agricultura alemana é
hicioi’on do ella uua do las más ricjivS, pro<luc.toras y adelantadas del mundo. Y debo
notar que el primer artículo do Jos estatutos
do todas esas asociaciones, cuyo caudal subo
á muchos millones de posos, dice a s í: « El
ol^ietó principal do esta sociedad es ser ó
hacerse perfecto cristiano; * y agregaré, por

último, que todas ellas, con rara excepción,
han sido fundadas por eclesiásticos.
Y así como la agricultura alemana, antes
miserable, agotada, atrasadísima, debe su ri­
queza , prosperidad y hermosura actuales á
los católicos labradores, así el obraje de aquel
imperio debe su actual engrandecimiento y
opulencia á los obreros católicos. En 1849
Eaiffeisen fundó la primera caja de ahorros,
que hoy ascienden á más de 1,500. Schultze,
por su parto, fundó los bancos populares para
préstamos á obreros y depósitos de economías,
con capital de acciones por valor de cuarenta,
cien y doscientos centavos. Imposible sería
dar aquí idea cabal del portentoso desarrollo
que han tenido esas instituciones católicas de
crédito. Kaunengiesser ha necesitado un libro
para describirlas; básteme decir que el ahorro
disputado y arrancado á la taberna y á la
prostitución, asciende á más de doscientos
millonea de pesos; que el obrero quedó eman­
cipado del agiotista; que los centros, asocia­
ciones de artesanos, círculos de jóvenes, ca­
sinos , sociedades x>rotectoras , cooperativas,
mutualistas, etc., se ban multiplicado hasta
lo fabuloso, formando así la fuerza social más
activa y más poderosa de la Europa del !N’orte
y probando al mundo la maravilla, aun en el
orden humano, de lo que es capaz la fe, pro­
ductora de la virtud, unida al trabajo. Hoy
ningún trabajador alemán, ni obrero, ni agri­
cultor, ni jornalero padece hambre; hoy todos
ellos forman parte de uua institución tan
fuerte como la mayor de los ricos norte-ame­
ricanos, y mucho más poderosa que todas las
instituciones de crédito juntas de algunas
naciones.
Si, pues, ol salario del trabajador católico
y el del impío os uno mismo, más aún, si el
trabajador católico está en minoría y es objeto
de la persecución de las leyes, ipor qué su
salario so convierte cu tan opulenta riqueza;
por qué en su bogar hay abundancia; por
qué los bancos lo tienen i>or patrono, y por
qué es económica y política y socialmente La
garantía del imperio ; mientras el trabajador
impío está en la miseria y se desespera de
hambre y anda furioso persiguiendo con la
daga y la <linamita á la autoridad que presta
sostén y garautías á los capitales?
Yo no alcanzo qué prueba más luminosa
y palpable pudiem mosti'ar de que el traba.jo
cristiano es la solución del problema, y de
que éste no estriba en conflictos entre el tra­
bajo y el capital, ni entre la tiranía y el
pueblo: sino que e.striba en la propaganda
de los vicios y en la pagauizacióu de las
masas, ^ o es una cuestión económica, sino

— 149 —

que ella produce, de la ductibilidad causada
por el temor de Dios, de la dulzura que.im­
prime al., espíritu; os obra de convicción
YI.
cuanto profunda indeleble, por manera que
Y si queréis que os presente una prueba aquí se realizan aquellas pídabras de S. Pablo
más de la potencia educativa de la fe, prueba que encierran el poema del orden y do la paz,
elocuentísima, cual no podría, mostrarla más tales como los concibe el Cristianismo, aca­
grande ningún orador de la tierra; si queréis riciados por las, alas del amor: no)y pro^iier
conocer mi principal demostración, la insu­ iram, sed propter conscientiaui. Aquí la alegría
perable, visitad esta santa casa, visitailla eu de los niños, el amor á su casa adoptivo, el
días de trabajo, observad, haced comparacio­ respeto y veneración á sus superiores, marcan
nes, gozad, como yo he gozado hasta las lá ­ la lisoiiomía del santo instituto. Aquí se en­
grimas, y deducid. El argumento que llevéis seña al alumno la ciencia de Dios, y la ciencia
en vuestro corazón, la consecuencia que de­ de la tierra, la lucha sublime de la vida eterna
duzcáis de premisas acreditadas, por vuestros y la lucha espinosa por la vida presente, esa
lucha que el sabio Padre Didón admira como
ojos, esa es mi grande prueba.

religiosa; no es liambre del cuerpo sino, del
alma; no es pobreza,, es vicio y herejía. ,

Monseñor Cagliero acompañado del Estado Mayor de la Guarnición de S. Martín de los Andes.

lOb, qué encanto! qué espectáculo tan ale­
gre para el espíritu, tan persuasivo para la
conciencia! ¡Qué orden! ¡qué docilidad! ¡qué
corrección! Iquó dulce y suave disciplina!
¡qué laboriosidad, qué virtud en tamaña con­
currencia de alumnos! Aquí apenas se conoce
el pecado; me atravería á decir que es des­
conocido. Asombra aquí la ausencia de cas­
tigos , pero no la decretada por esos regla­
mentos que cohechan con impunidad precon­
cebida la insolencia de infelices alumnos;
sino la ansencia de x>enas motivada por la
felta de motivos, por la virtud de los edu­
candos.
Aqni la disciplina no es obra de ásperas
amenazas, ni de tratamientos despóticos, ni
de contemplaciones corruptoras, sino de la
amable educación cristiana, de la rectitud

la obra más lonlile eu las escuelas de su glo­
rioso orden : aquí lo he dicho al principio,
aquí estamos en la ciudad do Dios.
¡Oh, coopera-dorcs, oh felices cooperadores I
gloriaos de vuestra obra, gloriaos en elhi ante
Dios y aute Méjico!
¡Oh manos bendita.s que enviáis el pan á
esta casa predilecta del Señor! sabed que
cuando depositáis en ella vuestros socorros,
os besan con silenciosa ternura el ángel del
cielo y el ángel de la patria.
iíiños, rogad por ellos; rogad por sus ali­
vios y ventaras mientras pasa esta sombra
de vida, la vida terrena; rogad sobre todo
por sn salvación y la de sus hijos; también,
sí, por la de sus hijos, pues de la mesa de
éstos se aparta el pan que lleváis á la boca.
Oh, Bosco; sea para tí mi última palabra.

— 150 —

Ya que i>or la Jlisericordia del A.Uísimo llegó
:v Méjico lili arroyo del torrente de caridad y
regeneración que arrojaste sobre ei canee dei
mundo, ruega por esta patria, poi* sn fe, por
su virtud que persiguen vorazineuto las sec­
tas, por su libertad liorríbleiiiente amenazada,
por su adhesión llrinisíina ó la Santa Sede
Apostólica; ruega iiorque de estos verjeles

tuyos salgan los grandes campeones del trnbajo cristiano, queden honor y edifiquen y sos
tengan á la patria contra todas las prostitu­
ciones y las avaricias. Y mega por mí, por
todos los que perecemos en la lucha, sin di­
visar de lejos los estandartes desplegados dei
triunfo, sin escuchar en nuestra agonía un ero
siquiera del suspirado himno de victoria.

^DE NUESTRAS MISIONES ^

T E R R IT O R IO D EL N EU Q U ÉN

V is ita iPastorai y Itiisión
DK S. S. I.

Mons. JUAN CAQLIERO,
Obispo de Mágida
ü Vicario Apostólico de la Patagonia
Cai’Ui NoUiiua.

San Martin il» los Atnle.s, Marzo 19 de 1903.

K kv. Sh. 1). Miguel II úa :
MAD'i Padre en J. C.: Con el más grato
L plíicor voy á relatarle la interesante
misión que acalumos de dar en San
^ / n W Martin de los Andes.
No bien S. S. I. llegó á Junín,
BUS primeras atenciones se dirigieron á esta Üoreciente población e importante campamento mi­
litar de San Martin de los Andes, que dista sólo
nueve leguas de nuestra residencia. Para conse­
guir mejor su intento. M’onseüor había ya enviado
previamente á los RR. PP. Domingo Müauesio

y Zacarías Genghini, para que después de pre­
sentarse al Sr. Coronel i). Celestino Pérez, jefe
del bizarro regimiento 3® de caballería de línea,
le suplicaran su apoyo y protección pina el efecto,
y prepararan á la población y á los indios de los
alrededores, para el recibimiento del Vicario
Apostólico, que por primera vez visitaba aquella
apartada comarca.
El dia trece del corriente, ya estaba el vecin­
dario avisado, y toda la guarnición prevenida
para hacer una solemne y muy simjiática recep­
ción al bondadoso Pastor. Con tal motivo, salimos
de Junín ese mismo día tempranito, con nuestro
pequeño convoy y caballada de repuesto. El viaje
lio podía ser ni más hermoso iií más feliz, por
que los caminos de tránsitos son hermosos y
sombreados por tupidos bosques de manzanos, las
subidas y bajadas de las amenas colinas, fáciles,
y la vegetación que llena los aires de aromáticos
perfumes, exuberante. El día claro y la atmós­
fera limpia nos permetieron distinguir desde
aquellas alturas, el detalle de las arboledas, ca­
nales naturales y de los dorados plantíos de las
riberas del Chimchuin (nace del gran lago Huelclie-Leuquen), joya ignorada de la región andina.
Veíamos el ceri*o fantástico y volcánico del Perro,
asi llamado á causa de los muchos peñascos es­
parcidos por sus faldas, de forma muy curicsa,
que vistos de lejos, parecen inquietos perritos,
en ademán de trepar y correr hacia la cumbre.
Este cerro domina el ángulo noreste de la coofiueucia del QuilquÜue (nace del lago Lolog) con el
Chimehtíiny por donde se penetra ya completa­
mente en la región característica de las mesetas
patagónicas, formadas por areniscas y detritus

— 151

Tolcánicos, en capas horizontales de suaves colores, lieron al encuentro el señor coronel D. Celestino
Perez (á quien se debe todo adelanto local) el
que alegran el paisaje.
Pero nuestra maravilla se aumentó todavía capellán militar y un oficial. En la plaza es­
más, al penetrar en la zona lluviosa, de mayor taba la Guarnición de gran parada con la ban­
T^etación arbórea y herbácea, por la región de dera nacional al freiii,e del Estado mayor, pre­
los manzaneres, y al descender al llano de Oha~ sentando las armas y haciendo los honores al
^elcó ó vega de Maipú, alfombrada por leguas ilustre Prelado, mientras la banda del regimiento
de ricos pastos y matas natura'es de frutilla. alegraba los ánimos con sus notas melodiosas y
Brilla allí la naturaleza en toda su magnifi­ marciales.
En ésto llegaron los indios, que por su natu­
cencia y esplendor; y el pasagero contempla
eitasiudo panoramas encantaxJores, con una vege­ raleza son tan curii sos; y admirándose al ver
tación tan admirable, que se cree trasladado á por. la primera vez al Sr. Obispo, corrieron á su
encuentro, capitaneados por el P, Domingo Miá un delicioso vergel ó á un edén argentino.
AI término de la vega se de­
sciende, por una estrecha cuesta,
i un valle, donde la naturaleza
está revestida de más espléndidas
galas: encuéntrase á orillas del ro­
mántico lago Lacar, cuyas aguas,
como tersísimo cristal, se extien­
den por por una superficie de 35
kilómetros de longitud, por dos
de latitud con una profundidad,
segiín común afirmación, de más
de 140 metros. Este hermosísimo
valle tiene la forma de un grandic^o anfiteatro, rodeados por alti; .:erros y amenísimas colinas,
pobladas de árboles frondosos y
seculares, que constituyen grandes
é imponentes bosques de róble^
róblin, alerces, coyhué y otras
variedades.
En tan delicioso jardín de la
naturaleza está situado, pues, el
risueño pueblito de San Martin
de los Andes, y su estratégico
campamento militar, hermoseados
por muchas quintas, regadas por
las aguas cristalinas del riachuelo
Tucahulh, cuyo principal afluente
M onseñor CngHero hospedado p o r el Coronel Pérez
es el arroyo Chapelcó, que nace
San M artín d e ios A ndes (Lago del nmnganos).
algo al noroeste del punto culminantedel macizo volcánico del mis­
mo nombre (2180 m.). Su vista excitó de tal lanesio y el hijo del cacique Curruhuinca, quien
modo la maravilla de Monseñor, que admirado los había yeunido de todas partes y los hacia
marchar con orden y en fila, cual un nuevo y
exclamó: ¡Héaqui la SuizaArgcntina!...
Los nuevos cuarteles, el hospital m ilitar, la potente batallón de la región andina. E 'a un
comandancia, el aserradero hidráulico, la modestas espectáculo curioso y conmovedor á la vez, ver
casitas del pueblo y las sencillas y lumildes á los pobres indioj preparándose, industriáirdose
chozas de Ion indios, dan mayor realce al vistoso y al fin equivocándose delante de Monseñor, al
panorama; lo propio que su fértilísimo valle, besarle el sagrado anillo: algunos bajaban solo
poblado de una gran multitud de altos mázanos, la cabeza, otros se encorvaban, muchos abrían
con sus frutos de todo tamaño y color, cuyas toda la boca, no pocos apretaban los dientes;
ninguno en fin acertaba con la ceremonia. Mon­
ramas se desgajan por el excesivo peso.
señor se sonreía, y llamando á los pequeñuelos,
.A .c o s ’i<lo. y 3 £ i s i ó u .
como el Divino ^Ivador, les imponía las manos
Al proiimarse S. S. I y su comitiva, les sa­ y cariñosamente los bendecía.

I

— 153

Hicieron igualmente acto de presencia, y sa­
ludaron á S. E. lima., los vecinos todos de San
Martín y, los niños y niñas del Colegio del Estiido. KíMinieronse luego todos en la pequeña
Capilla del pueblo, en donde Monseñor, después de
unas breves y patéticas palabras de agradeci­
miento y de preparación para recibir dignamente
y con fruto la gracia de Dios (que cual pre­
cioso maná descendería del Cielo para el bien de
sus almas), les daba á todos su pastoral bendi­
ción y declaraba abierta, desde ese momento, la
primera misión y visita pastoral en San Martin
de los Andes.
La población urbana y los indios de la tribu
do Currithainca, juntamente con muchos otros
que viven desparramados entre los bosques y
vallecitos de los próximos collados, acudieron en
masa á las funciones religiosas. El 11. P. Do­
mingo Milanesio, con una paciencia y caridad
sin igual, so entretenía largas horas con estos
pobres paisanos, como él llama á los indios,
instruyéndolos en las verdades de la fé, prepa­
rándolos á la recepción de los SS. Sacramentos,
y hablándoles en su propio idioma con tanta
gracia y perfección, que lo escuchaban con infi­
nito placer.
Durante los seis días que duró la misión, la
la concurrencia no podía ser mayor, ni más costiiute; asistían por la mañana á la celebración
de la S. Misa, oían la palabra .de Dios y par­
ticipaban por la tarde de la explicación de la
Doctrina Cristiana.
Se bautizaron y confirmaron un buen número
de indios adultos, y todas las criaturas de la lo­
calidad y cercanías: cuatro niños de un oficial
graduado recibieron de mano de Monseñor las
aguas regeneradoras, saliendo de padrino el señor
Coronel, rodeado de una gran parte de su Es­
tado Mayor. También los niños del Colegio del
Estado asistieron diariamente u la S. Misa y á
la instrucción y rezo del S. Kosaido: fué muy
conmovedor el acto do su Primera Cumunióu,
que recibieron con pureza angelical.
So regularizaron (previa la inscripción civil,
por uno de los Misioneros comisionado al efecto)
y se bendijeron Ciisi todos los matrimonios de
los indios, cristianizando do este modo las fami­
lias, y legitimándolas delante de Dios y de la
Iglesia, que es la única que tiene el poder de
autorizar y bendecir la unión conyugal con los
vínculos sagrados del Saciamento.'
Son dignos de mención el casamiento y la
primci'a comunión del cacique D. Abel CurmIminca, hijo del antiguo reyezuelo de estas tie­
rras. Humilde y bieu dispuesto, se presentó á
S. S. I., quien lo pei'suadió á dejar la poligamia
y vivir como buen cristiano; pues las costum­
bres salvajes >a no cabían en el suelo argentinos

á que diera buen ejemple á todos los indios de
su tribu, si quería participar de les beneficios de
la religión y civilización cristiana. Bastante ins­
truido é inteligente, reconoció la verdad, prometió
y cumplió la palabra, celebrando públicamente
su matrimonio monógamo y recibiendo la un­
ción del Espü’itu Santo y demás Sacramentos de
la Iglesia.
Se estableció, pues, en San Martín de los
Andes una nueva y floreciente cristiandad, plantel
hermoso de santas costumbres, y halagüeña es­
peranza de virtudes morales y sociales.
L o » Nol<laao.s <lol S»** l% ca :iin Ío n to a©
tlü liu e t i. —

oiouoiüi tlü »im)>atíu. — IMLiesa d©
ea m p u u a . —O o a íirm a e ió a v I»x*©o e p io l^u»eual. —IDespeditla.

Pero si S. E. y demás Padi'es Misíioneros, se
tomaron tanto empeño por el porvenir cristiano
de la población urbana y de los indios, no se
olvidaron sin embargo de los jóvenes soldados,
que por los intereses de la patria volaron gus­
tosos á sus fronteras, siempre expuestos á mil
peligros y sufrimentos á que están sometidos en la
ardua y severa disciplina militar. Desde el pri­
mer día de la misión, S. S. I. acompañado del
Sr. Coronel y Misioneros, fué á visitarlos en el
nuevo y grandioso cuartel, que á fuerza de no
pequeños sacrificios se ha fabricado en el centro
del hermoso pueblecito. Hiciéronle entonces otra
muy imponeute y cordial recepción: en un salón
ricamente empavesado, los valerosos soldados en
traje de gala y en orden de parada, saludaban
por segunda vez al querido Obispo de la Patagonia, que con paterno amor los bendecía. Acto
continuo tuvo lugar un bien organizado certamen
musical, en que se lució, y mereció los más en­
tusiastas aplausos, la banda del Begimiento, y
su muy distinguido maestro. Monseñor agradeció
todas estas demostraciones de simpatía y vene­
ración : alabó y recomendó la nobleza de ánimo
y las virtudes del soldado cristiano, y los animó
al cumplimiento de los deberes religiosos.
Su palabra fué eficaz, porqué para secundar
los deseos del Prelado, por tres días asistieron
en buen número y coa el mayor gusto á una
importante conferencia catequística, que les sirvió
de preparación al cumplimiento del precepto pas­
cual. La Misa de campaña con asistencia de los
PP. Misioneros, presente la Guarnición, Oficia­
lidad y numeroso público, la rezó S. iS. I., y re­
sultó muy devota, imponente y de inolvidable
recuerdo. En ella Monseñor con frase sencilla y
elocuente, habló del heroísmo, de la fé y piedad
de los más valientes soldados y más ilustres ca­
pitanes, ya en los albores del Cristianismo, como .
en la edad media y época contemporánea, y
supo cautivarse de tal m ^o los corazones de sus

153 —

oventw, que estos por más de media hora pen¿eroD estáticos de sus labios.
El banquete con que fué obsequiado «1 bon­
dadoso Pastor, fué notable por la cordialidad que
reinó entre oficiales y Misioneros, y por la ani­
mada conversación de los conmensales, amenizada
por los conciertos melodiosos de la banda de mú>ica. A los postres tomó la palabra el Sr. Corc>nel que se expresó en estos términos:

cretario se hospedaran en su casa, situada en el
ceuti'O de una quinta muy amena. Esta, por la
riqueza de su terreno cubierto de exuberante ve­
getación , por sus frondosos manzanos, acequias
de límpida agua y lo pintoresco del lugar, trasforma la habitación del distinguido jefe militai'
en un pequeño y delicioso parque.
Otra demostración de aprecio para con S. E.
y de común regocijo, tuvo lugar la última noche
de nuestra permanencia en S. Martín. Durante
la cena, ó mejor dicho, durante el convite de
despedida, entre los melodi(»os acordes de la banda
militar, se pronunciaron nuevos brindis y nuevas

llustiísimo Señor, Señores:
« Al daros, Monseñor, la bienvenida en nom­
bre de los señores jefes y oficiales del regimiento
de mi mando, y en el mío propio,
« ofrezco este modesto almuerao de
campaña, que no tiene otro móvil que
■;a satisfacción de veros entre nosotros
.;c vuestros acompañantes.
» La presencia de un Enviado de la
Smta Sede en San Martín de los An­
des eu visita pastoral por los Territorios
•el Sud, es digna de elogio por los
pandes bienes que ella reportará. Los
hombres de corazóJi, amantes de la
(iTÍlizaciÓD. sabrán valuarla en su justo
ciflcepto, celebrando vuestro nombre.
La bendición episcopal de hoy, en
h\e pedazo de suelo, afivniavá una vez
lús el derecho indiscutible que tiene
ii República en mantenerlo; siempre
fué argentino y siempre lo será.
»Señores.... de pié......Hagamos esta
i- niostración de respeto cariñoso á
-1-iis. Cagliero, Aposto! de lajCivilizaii- n cri>tiana; brindemos por su salud
; hagamos votos al Tudopoderoso para
jU- le conceda larga vida para bien de
i humanidad.
' He dicho. »
A estas corteses palaliras Monseñor
ívUtestó con las más finas expresiones
ié gratitud, brindando por la salud d *1
Sr. Coronel, por la concordia de sus
Indios d e la trib u d e Curuliuiucu.
*6ciales, por la prosperidad de la KepúMica y de sus esforzados soldados.
eipresiwies de simpatía para Monst^ñor. Nos es­
.^ntes de salir de San Martín, S. S. I. fue peraba además una grata sorpresa. Tres grupos
>.r última vez al cuartel, p^ra celebrar la santa
de soldados se habían apostado entre las plantas
hisa en una hermosa capillita, que los soldados
del bosque á regular distancia los unos de 1m
■*hablan preparado. Administró la santa Conotros: al disparo de la mosquetería de uno de
finnación y distribuyó el P an de los fuertes á
los grupos, salimos todos al patio de los man­
crecido número de ellos, que dispuestos á zanos. Monseñor, el Coronel y los convidados
morir por la patria, acudieron al Dios de los nos vimos entonces rodeados de la oficialidad y
pidiendo las fuerzas sobrenaturales de
en medio de fuegos de Bengala, que envolvían
invencible valor.
en nn mar de luces, plantas. árboles y cltaUi.
El Sr. Coronel se mostró siempre muy atento Estallaron espontáneos los aplausos, los vivas y
“ afable parn con S. E .: le dió por ordenanza las felicitaciones á Monseñor, al Coronel y al
'• tenifote oficial, señor Brunetta d ü siau i (com- ejército; mi»*ütras nos recreaban escogidas pieza,
iítrivta de Monseñor) y quiso que él y su se­



— 1Ó4 —
dtí música, loques armonioso de clarines y co­
rréelas evoluciones militares. Puso remate al
agradable enlivtenitniento el concierto intitulado
La MczzanotlCy pieza italiana, de efecto sorprendenltí, por sus t)'es coros, toques de campana,
tiroteos y fuegos de artillería.
El día siguiente, fiesta del glorioso patrinn^a 8. José, líronsuñor, rezada la santa !Misa,
bendecía con toda la efusión de su corazón pater­
nal á la población ; y de.spués do montar en su fiel
alazán, se alejaba de San Martín. El Sr. Co­
ronel, el Capellán militur y todo el Estado Mayor
nos acompañaron, airosos en sus ligeros caballos,
hasta la pintoresca vega del Maipú: allí nos
despedimos de nuestros queridos amigos y con­
tinuamos el viage hacía Junín de los Andes,
para dar comienzo á otra no menos importante
mipión, entre los indios del cacique Nanmneurá.
^

X>u O o l o i i i i i 3 1 a ii> ii.

Antes de coiaduir esta relación, permítame,
amido l^adre, (}ue haga una breve disertación,
paia darle á cónocer una colonia argentina, que
seria de un gran porvenir para el Territorio del
Nei^juén, y de seguro abrigo para los indios ci­
vilizados de esta región. Mo refiero á la Colonia
Pastoril Maipá de 50 leguas kilométricas, es­
tablecida por decreto del Julio de 1897 y que
desgraeiadaniente no lia sido aun repartida.
IMncbos indígenas y extiangeros naturalizados,
que no i>esGtín l)ienes mices en la Hepública, vi­
virían alH felices, pues el suelo no solamente se
presta )>ara la gan-adéria, sino también para la
agricultura y arboricultura. La leche, inanteai y
el queso que se hace, no pueden ser mejores; y
el lino, el cánamo, el trigo, centeno, avena y ce­
reales en general so dan con extraordinario de­
sarrollo. Los bosques de rob/c, rohhn, coyhué,
ciprés, alei'crs y otras variedades oc'upan grandes
extensiones en las montanas, trepándolas desde
su báse ú* la fégión de las nieves. Además en
los valles y bifurcaciones se encuentran bosques
do manzanos seculares, que á pesar de ser añosos
y sin cultivo, dan fruto aromático y agradable
al paladar. EÍ corte, pues, de maderas y la fa­
bricación de .sidra de manzanas, serían dos fuentes
de riqueza , sin contar las minas de oro, plata,
cobre, hierro, plomo, carlwn do piedra etc... que
formarían otro ramo de riquezas para los di­
chosos colom>8 del valle y de la colonia del
Maipfi.
Es triste pensar que en este territorio existen
dispersosmiichos indios cristianos, reconocidos como
jvadficos y laborioso, que andan errantes con sus
familias y rel»años, sin tener donde cobijarse ,
iwrquo de todas j>artes los echan sin considera­
ción alguna. Da lástima ver esa pobre gente sin

una cabaña miserable, donde guarecerse de loi
rigores del invierno y sin un palmo de tiemi
donde, pastorear su ganado.
Muchos dueños, arrendatarios y los tituladis
de tales, los explotan cobrándoles un impuesU
de talaje anual, que no valen todos sus rebaños
juntos; procediendo al desalojamiento inmediato
con aquellos que no aceptan esa iniquidad. Esta
es la causa de que esos infelices desamparados
Ululen vagando, bus antepasados les» legaron pcí
derecho consuetudinario el suelo en que nacierwi,
pero la moderna civilización, desconociendo e»
derecho, se lo quita, los estrecha y los reduce
á la última miseria, convirtiéndolos de buenos en
malos y enemigos del homre civilizado.
Mensurada, fraccionada y distribuida la colonia
Mnijui, de 50 leguas kilométricas, se colocarían
fácilmente allí esas familias errantes, quedando
aun miiclia tierra para otros.
• Dar todas las facilidades á la población indí­
gena para incorporarla á la labor ciulizadora de
la producción y del trabajo; fundar capillas t
escuelas, bajo el régimen de los PP. Misioneros:
autorizar á estos para que cuiden del bien moral
de las nuevas poblaciones y defiendan los dere­
chos de los indios, es un debe *del Gobierno; t
como un acto de humanidad y de justicia el
Ministerio del ramo debería desplegar su acción
bienhechora.
Sin más, amadísimo Padre, concluyo mi r^
lacción, esperando remitirle muy pronto noticias
de las Misiones entre los indios del Río Alth
tn in e .

, Se ofrece de V. R. el último de sus hijos v
S. S. en J. C.
q, b. s. m.
JüAN B eraldi, Pbro.

m M \m
Don Albera en los Laíaretos
fie Oentralación y Afiia fie ffios.
{Carta de D. Evasio Rabagliati]
(Continuación) (1)

Por la tarde D. Albera me dijo: < Mañana
temprano es preciso que partamos, pues den­
tro do dos <lías quiero encontrarme en Bo­
gotá. Hace ya dos meses que estoy en Co­
tí) Véase el Boletí» de Mayo pjíg. 127.

155 lombijv y tl«3seo apresurar «uauto pueiia los
inoiiientos de mi misión. > Dispusimos, pues,
todas nuestras eosas i>ara el via)e, y á las
cinco de Ja mañana después de haber celebrado
1» santa misa, los tres viajeros estábamos
preparados para la marcha. Pero habíamos
echado mal nuesti*as cuentas. A las 6 aííiiiio
habían traklo las muías que debían llevarnos
á Bogotó: á las 7, lo mismo: dieron las 8,
las 9, las 10, y nada, las muías no parecían.
De cuando en cuando llegaba uno diciémb)nos, (jue faltaban aún dos muías; al poco rato,
que faltaba una; probablemente, «lecía, ha
debido esciiparstí del potrero, donde todas
estaban encerradas. (Jomo vinimos á descubrir
nnis tarde, todo ésto no era más que uua
monumental y bieti urdida mentira para en­
tretenernos en Agua de Dios. A las 12 las
picaras muías no parecían aún. A esta hora
nos llegó nna comisión formada de las prin­
cipales personas del Lazareto, suplicando
á D. Albera , que puesto que no podía salir
para Bogotá, acepttíse la cortés invitación
que en nombre de toda la pobla<*ión. ellos le
hacían, de visitar el asilo, que aún no bahía
visitado. Dejamos pues, nuestros trastos de
viaje, que aún llevábamos encima y nos di­
rigimos al asilo, ¡Que hermosa sorpresa! Los
120 soldados de guarnición con sus oficiales
en traje de rigurosa gala, nos esperaban á. la
entrada y preseiita-roii las armas al pasar el
liepreaentíuite de 1>. R ú a; la fachada del
asilo estaba toda adornada de banderas y
guirlandas de flores. Dentro se oía un mur­
mullo aiiiinado, que revelaba la presencia de
mucha gente: en re.aUda<l en ?m vasto salón
estaba apiñada una gran mue.hedumbre del
pueblo.
A mano derecha estaban miis de cien niñas
con su medalla al cuello; eran las Hijas de
María: :i la izquierda otros cien niños con
la medalla de S. Luis: erau los Congregan­
tes de S. Lilis y los del Oratorio festivo:
en frente la batida de música y una nmltidud
del jmoblo; todos los que cabían, y afuéralos
demás. Dn el centro de la sala estaban dispin^tos en dos largas Alas de sillas, los prin­
cipales señores del ]>ueblo: á la derecha las
mujeres y á la izquierda los hombres: todos
ellos leprosos. Entre ellos se veian una her­
mana de la Caridad, ima dominica terciaría,
nii sacerdote salesiano y otro de la diócesis
igualmente leprosos; en el fondo se alzaba
un tablado reservado á D. Albera, á los sa­
cerdotes y demás señores de la colonia.» En
las ijaredes había numerosas inscriciones con
v iras á í>. Boseo, á J>. R ú a , á J). A lbera,
á T). Unió, á loft Salesianos, loe amigo» de los
pobres leprosos de Colombia, etc.

Al entrar D. Albera, todos se ponen en
pie y con un extraño vocerío y estrepitosos
aplausos lo saludan (1). I ja banda entonó el
Cl) GeDeralmente l a t o z del le p r o s o es
J ijinebas vece» casi imperceptible.

ronca

himno de nuestro D. Garlaschi y aquellos
doscientos niños cantaron con una voz tan ar­
monios^ que enternecía y arrancaba lágrimas
á los circunstantes. Se recitaron después dis­
cursos, composicioues y poesías tan llenos
de sentiraieuto y de suave tristeza, que no
me es posible describirlo. l \ ‘ro no ]medo
callar uno que pronunció una señora, joven
aún, en nombre do todas las madres cristia­
nas del Lazareto. Al llegar á un punto, des­
cribió á una madre, que siento en sí los sín­
tomas del terrible mal do la lepra. Vt* pasar
los días, los meses y que el mal progresa ú
medida que el tiempo pasa: se siente tocada

boHiiucg en San Mni tíii de Iob Arnica.

del mal y experimenta en su alma dolores y
angustias mortales, porque tiene todavía un
esposo é hijos que la rodean. Una mañana,
después de una noche de tremenda lucha se
decide. Se viste como mejor puede, recoge
algunas provisiones y antes de partir se acerca
al lecho donde plácidamente reim.san sus hi­
jos. Mira entorno por si alguno la espía, y
viéndose sola, beaa casi furtivamente á sus
bijítos, los estrecha á todos delicadamente
por temor de despertarlos, los contempla,
vuelve á besarlos y llorosa huye de casa,
después de haber escrito con mano temblo­
rosa estas palabras á su marido. « Desde hace
algunos meses me siento atacada de lepra;
noy tengo ya fuerza para resistir y luchar;
temo hacer des^aciados á mis hijos conta­
giándolos con mi aliento, con mis caricias,

156 —
(;on mi i)i’íi8cnc¡a.... A«liós. Yo Imyo ¿i Agua
(la Dios. Sé bueno, lia/, biieuos á mis hijos:
Málvalos alíñenos de la lepra del alma, si de
lii del euerpo no puedes salvarlos. Tal vez
no nos volveremos ít ver en la ticvi'a, pero,
según espero, el Sefíor nos reunirá, en el cielo,
l’or última vez, adiós. » Al oir trazar esta
(‘seetm, (pío bien dejaba ver liabía suoedido
(i la misma (juo la leía, parecía que mi cuerpo
todo temblaba, un frío discurría por todos
mis biicsos y la sangre me oucoiidia el sem­
blante; mientras los ojos dejaban resbalar
gruesas lágrimas. Creo que todos hayan exIKU'imentado las mismas impresiones.
Al fin se levantó D. Albera para dar á
tüiios las gracias; habló por largo rato con
])alabras entrecortadas, tembloroso el labio y
(ionmovido el corazón; pero como la conmo­
ción no lo permitiese continuar, calló y me
dijo: « Habla tú. » Yo me cscusó como pude,
l>orquü después de tantos y tan tiernos dis(UirsoH no había podido proferir ni 8i<]uiera
una fras(% ó mis palabras hubieran salido
mezcladas con llanto; así que preferí callar.
'Después de haber hablado 1). Albera. dió
á todos su lunulieión, ipm recibieron do ro­
dillas. «»: IldMa quo non í’tífiíUíW en el ci-elo con
¡). Hosco, >' les dije y salimos de allí en si­
lencio, lleno el (rcirazíbi de tiernos y piadosos
sentimientos.
Llegados ú casa ya estaban las ínulas en­
silladas... Finalmente las habían encontrado
tollas, ó per mejor decir, las habían sacado
do su escondite'. Kl juego había sucedido de
(>sta manera. A las 8 de la inanana un hom­
bre llevaba á casa las muías: otro que estaba
en (ispoíitativa para dar el golpe, tomó las
ínulas, las llevó á un bosquec.ito detrás do
su casa y allí las escondió, obligando al mi.snio (pie las conducía, á quo so escondiera él
también hasta que no se lo diera nuevo aviso.
331 juego estaba bien lanisado y mejor qieeutado; poro después de todo, clarísimo padre,
los buenos leprosos querían tener consigo á
D, Albera, siipiiera un día más, y liablarlo
de mil eovsas; sentían la noeesidjwl de de.suhogar su corazón y dar las gracias al quo
(íon su presencia y hk santa misión, (juo tanto
i\ece.sitaban, les había propotx'iouado tantos
bienes y consuelos; querían demostrar su
gratitud áV . K-, amadísimo I). Rúa, i)or ha­
berles dmlo en el P. Unía, P. Orippa, P. Va­
riara y demás salesianos. otros tantos padres
y hermanos (pie los amasen y consolasen.
lUibieran sentido un remordimiento de con­
ciencia, si no lo hubieran hecho. Do tales
eiiganos y montirillaa fúcilmeute obtuvieron
el perdón de Don Alberm « Confieso que
nunca ho asistido á una velada tan hermosa
y tierna, me decía después: y me alegro de
qne me hayan burlado de esta manera estos
buenos y queridos leprosos; hubiera experi­
mentado una gran pena, si en ver do ser yo

el buriiuio, me hubiera yo burlado de ellos,
quitándoles esta ocasión de manifestar los
nobles sentimientos de su gratitud. »
Antes de terminal*, quiero darle otras no­
ticias. Una de ellas es la grata sorpresa que
tuvo D. Albera al visitar el hospital que
construyó D. Unia, de siempre grata me­
moria, Allí todo habla de su celo y a,mor
por los buenos leprosos: las camas y sillas
de hierro que él había mandado hacer; una
gran cocina económica también de hierro; el
deposito de agua que vieue por una tubería
de hierro colado de algunos kilómetros de
distsiaicia que le costó mucho dinero y mucha
paciencia. Allí están unos 80 leprosos del
hospital los más infectos del mal, que se pre­
paran á morir santamente. D. Albera los vi­
sitó á todos y depositó en sus manos (á los
que todavía las tenían) ó encima de la cama
la limosna de 5 pesos: para todos tenía ima
palabra de compasión y de alivio. Dios se
lo pague, Edo. Padre, decían todos conmovi­
dos al ver tal generosidad: al salir nuestros
corazones estaban vivamente impresionados
de aquel cúmulo de miserias y de dolores.
También los niños del Oratorio festivo go­
zaron de una visita particular de D. Albera,
á quien recibieron á los acordes de iiu.a mar­
cha triunfal; también allí hubo disoursitos,
llenos todos de santa gratitud y afecto. Don
Albera le.s dio las gracias y les animó á per­
severar en el bien y en la asisUmeia al Ora­
torio; y al acabar les regaló á todos como
recuerdo una cstjunpa y una medalla de María
A uxiliadora. Entro ellos, más de cientotreintn
habían a^iiícl mismo día recibido por vez
primera la ¡Santa Oomnnióa.
Y juiesto qne ho hablado del Oratorio fes­
tivo. (luiero añadir también, (pie esti'i
terminado un espacioso edificio de dos pisos
empezado ya hace varios años y quo á causa
(le la guerra no se ha }>odido llevar á tér­
mino con la presteza que so deseaba. Está
dedic-ado á la memoria de D. Unia y se lla­
mará Jloapicio de
^[iguol Unta. Por ahora
sólo se podrán aceptar 120 Imérfanos lepro­
sos; pero si el caso lo requiere hay espacio
aún para edificar otro edificio igual y así el
número de los asilados podrá llegar á 250.
De acuenío con D. Albora se ha establecido,
que la solemne inauguración so celebrará el
día del Patrocinio de S. José del año que
viene, para dar iwí espacio á que se termine
la cúpula y la nueva nave de una Iglesia,
que IV Crippa esU edificjvndo ahora: así to­
dos los leprosos que hay en el Lazareto y
los quo más tarde veiulráu, podráu tener un
puesto desahogiulo y cómodo en la casa del
Señor.
La tercera dominica de Pascua, precisa­
mente la fiesta del Patrocinio de S. José, se
(Celebrará la solemne inauguración. Aquel
día D. Unia desdo el cielo sonreirá, al ver
ya terminado aquel asilo que tanto había él
deseado edificar y que será la casa de rege-

— 157 —
neraciÓD, de preservación y de salud para
tantos imórfauos leprosos. Estamos seguros
que el nuevo edificio destinado á ser refugio
para tantos pobres jóvenes en las terribles
luchas que el mal les prepara, producirá un
bien incalculable.
La nueva obra de caridad, Dios quiera que
encienda en el corazón de nuestros amables
Cooperadores, la llama de una benéfica ge­
nerosidad.
Sólo faltó en la visita de D. Albera, una
cossi, y fué, el no haber podido bendecir la
primera piedra del nuevo Lazareto que debe
eregirsQ eu Sautander, como habría sido
nuestro deseo. Pero á nuestra llegada de
Socorro supimos, que los propietarios del
terreno destinado á este fíu, á pesar del com­
promiso que tenían de venderlo, no quieren
cederlo á precio alguno, por que les causa
terror el saber, que ha de destinarse á La­

J ; • ■ • > I I I • < i I « I l ‘<Vt T l i t 1 1 i T l t 'l I T I 'M 1 1 1.Í..I i

zareto de -leprosos. Se ha debido, pues, sna
pender el trato y esperar á que la autoridad
civil, tratándose del bien público, exproprie
aquel terreno ó nos provea otro. De todos
modos se malogró mi más ardionU-i deseo, de
que el mismo liepresent;\nte de D. liúa ben­
dijera y colocara la primera piedra del primer
Lazareto departamental.
Quisiera decirle muchas otras cosas relati­
vas á los leprosos y á los Lazaretos, pero lo
dejo para otra voz.
líemlígume, Veueradísimo Padre, y bendiga
asimismo á todos sus liijos de Colombia, quo
tanto han padecido y padecen á causa do la
guerra.
Suyo en el Corazón de Jesús
Obediente y almo, hijo
EVASIO ÜABAGLIATI, Pbl’O.

t I I 1 I iT t

Bogotá 27 de Octubre do 1902.

I I I I

1 ■ T i I I l l.'l r u lü ililiu t I. I .l

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consiento, decía S. Bernardo, en que mi nombre se borre del número de los
üX'* hijos de JMaría, si en el curso de los siglos se encuentra un solo hombre, que
haya eu vano acudido al Auxilio de la Madre de Dios, que haya invocado su pro­
tección, y María baya sido insensible á sus plegarias.” Depositemos, pues, nuestra
ilimitada confianza en la Madre misericordiosa del Señor; recurramos á ella en
úiiestras necesidades, como la Iglesia recurre en las suj’as; Invoquemos su nombre
dulcísimo eu nuestras penas, })ues sólo su nombre es un suave bálsamo á lo.s dolores.
¡Oh !Maiía, nuestra tierna y dulce Madre! Tu nombre suena á nuestros oídos
como mística y suavísima armonía ¿Quién no te amará? Quién no llevará en el
alma grabado tu dulce uombre, que jierfuma los días de la vida ? Tu tierna y afec­
tuosa mirada y tu angélica sonrisa, que borda tus labios inmaculados, cautivan con
sus hechizos y consuelan con sus gracias.
Eu el proceloso piélago de la vida, Tú eres faro seguro, guía fiel, luz radiante
de una aurora feliz y bienaventurada.
En las amarguras del destierro, eres como el bálsamo divino, el consuelo y A
auxilio de los que te llaman Madre.
María, Auxilio de los que os invocan, salvadnos.

— 158 —
U n u nuovo. £pi*acia.

Una Señora do esta villa, D*. Manuela
Sánchez, cayó gravísimamente enferma de
mía pulmonía doblo, y una grave afección
interna. Los médicos mandaron que se le
administrasen los Santos Sacramentos, como
así 80 liizo: continnando la enferma en su
gravedad, so encomendó á María Auxiliadora
y yo lo impuso la prodigiosa medalla. En
aquella misma tardo so inició tal mejoría, quo
hoy 80 halla ya complotamonto buena y ha
cumplido la promesa que formuló, do inscri­
birse como CoQperadora Saiesiana y do publi­
car por mi conducto el favor singularísimo
do la quo es el Auxilio do los Cristianos.
M a nu el Maiiín y E o jo , Pbro.

Decurión Salesiano.
Caiitalftpieilra (Salaniauca) 1 abril 1903,
XJii o ftm tilo d o gfi'ucias.

Tantos son los favores- que la Poderosa
Auxiliadora dispensa en estas regiones Ame­
ricanas, que para narrarlos todos se necesi­
tarían voluminosos libros. Pasando por alto
la república do Chile, donde el magnífico
cuadro quo la íérvorosa matrona D.“ Doinitila Gómez Silera ha costeado, es toda una
historia de gracias y milagros, dejando á
parto las repúblicas del Perú, Argentina y
demás, puedo declarar que, las solas gracias
testificadas por los habitantes do esta ciudad
de Cuenca, desde nuestro tercer estableci­
miento, bastarían para formar un volumen.
Me parece, pues, conveniente recordar al­
gunas, obtenidas en estos últimos días y que
hemos podido registrar.
Una pobre luudro desolada por la mala
conducta de su hijo, lo ve salir del estado
con perversos compañeros: todas sus lágri­
m a y súplicas fueron imitiles para hacerle
desistir: lo recomienda á la Virgen Auxilia­
dora y durante la novena, ve á su hijo que
arrei>outido venía á postrarse á sus pies.
ü u a persona por largo tiempo iba encami­
nada por la seuda del vicio: el mismo día
que loa suyos lo recomiendan á María Au­
xiliadora, eou uo poca adminwióu de todos,
se convierte siucenmente á Dios.
Un hombre en estado de embriaguez, cae
del caballo y le da uii ati\que de congestión
cerebral. Los médicos lo dan por desahuciado.
E l paciente estuvo por doce horas sin el
uso de la palabra y luchando con la muerte.
Llanunio un sacerdote, le impone una me­
dalla de María Auxiliadora; el eufermo vuelve
en sí, recobra el habla, se confiesa y al día
siguiente está fuera de peligro.

Un pobre jíbaro, alumno nuestro, llamado
José M“. Púa, cayó enfermo de virmla' con^
fluente. Viendo que no llevaba la medalla
de María Auxiliadora, se la pusimos y en
aquel instante el mal comenzó á ceder y hoy
está sano.
Ya quo hablamos de medallas debo confesíir, que hace dos años remaba en Cuenca
con mucha intensidad la escarlatina. Todos
nuestros alumnos, excepto cuatro, llevaban
la medalla de María Auxiliadora: pues bien,
ninguno fué atacado del mal sino aquellos
cuatro. Viendp quo no tenían la medalla se
la impusimos , y el mal cedió al instante.
Ayer mismo vino á verme una señora que
estaba en dolorosa duda acerca de un pleito
para ella importantísimo, que se ventilaba en
Guayaquil. Padre, me decía, he recibido un
telegrama que me anuncia plena victoria, á
pesar de que lo teuía ya por perdido. Aquella
buena señora había encomendado el asunto
á la Virgen Auxiliadora.
Otra señora por largos anos había pa­
decido una agudísima y dolorosa neuralgia;
la aconsejan que acuda á María Auxiliadora;
toma una estampa y al x>rimer contacto la
dolencia desaparece.
Muchas otras gracias obtenidas en estos últí’
mos días podría referir; y si yo uo hiciera
públicas estas x)ocas que he relatado, tendría
(le ello gran remordimiento. lOh qué buena
se muestra también aquí en America nuestra
poderosa Madre, la Auxiliadora de los Cris­
tianos I
F é l i x T a l l a c h i n i , Pbro.
Misionero Salesiano.
Cuenca (Eouadov), 1 de Enero de 1903.
ICl Ix^Ho (lo itim mox'ibti.iKla. A la.
Ima^JTOiL (lo lu Virjf^ou A.u.xlHa<lora*

Llena de la más viva gratitud, me creo en
el deber de hacer pública la gracia que de
María Auxiliadora he conseguido.
Por una debilidad extrema el 22 de Junio
padecí uu penoso accidente, que me puso en
la situación do anemia totiil y de incaiwicidad para ocupación alguna. Sobrevínome des­
pués otra dolencia que los facultativos lla­
maron enteritis membranosa. Los cuidados
más solícitos y las medicinas todas fueron
para mí inútiles, tanto que fui desahuciada,
y mi familia cayó en la más dolorosa cons­
ternación. El o de Setiembre recibí los au­
xilios de la religión y resignada me prepa­
raba al paso á la eternidad. Por espacio do
tres días permanecí con los ojos cerrados, las
manos rígidas y el torpor de los pies de­
nunciaba una muerte iumimente, Becitaron

159 —
las oraciones de los ‘agonizantes varias veces
j todos esperaban el triste desenlace de un
momento al otro. En tan angustiosa situa­
ción acudieron los de la familia, y enviaron
á Turín una oferta para la celebración de
una Misa. Yo nada de esto sabía, solo sí
que de cuando en cuando me daban á besar
la imagen y medalla de María Auxiliadora.
Interiormente liice la promesa de ir en pere­
grinación al Santuario de Turín para darle
las gracias, si sanaba.
Era el sábado 6 de Setiembre. A eso de
media noche empiezo á notar en mi gran
mejoría, hasta que el peligro desapareció con
maravilla del mismo doctor, que á los pocos
días me declaró en estado de curación per­
fecta. Me levantó el 12 de octubre: el estado
actual es una prueba de la curación y de que
el cuerpo ha recobrado su primitivo vigor.
¡Oh Potentísima Auxiliadora, salvación mía
y consuelo de mi familia, en nombre de mis
padres, de mi esposo y de mi hijito recibe
las fervorosas protestas de mi eterna gratitud.
A d e l a id a E b b o t t a b o .

Yobbía (Géuova) 24 de Ootnbro de 1902.
Max*ia. r e s t i t u y e á . mi h ijo l a ~vista.

Yo había ninguna esperanza. Mi pobre bijo
Carlos de una enferuiedad incurable en los
ojos había quedado casi ciego. Lo llevé á
Turín, donde los médicos especialistas pro­
curaron devolver la luz á aquellos ojos; pero
todo fué en v a n o : por cinco largos años
permanecieron cubiertos de asquerosas jiostillas, que continuamente se renovaban. Cual
fuese mi angustia fácilmente podrá iinaginárlo, quien sepa lo que es una m atlre: y si
el presente estado de mi hijo me afligía, el
futuro era para mi más desolador y triste, y
no hallaba uu solo consuelo en mi desgracia.
Al pasar por Turín divisó la estatua de
María Auxiliadora que corona la copula de
su Santuario, y la esperanza penetró en mi
corazón como un rayo de luz que vivifica
una flor. Pedí á la Sma. Virgen la curación
de mi hijo con todo el fervor que puede in­
fundir el amor y la desgracia; y al volver
aquella tarde á mi casa, llevaba en mi cora­
zón la esperanza y el consuelo: y mi espe­
ranza se realizó. Al día siguiente veo cou
gran estupor que las postillas van cayendo,
hasta que al cabo de tres días habían desa­
parecido. Los ojos de mi Carlos risueños y
hermosos veían la luz después de cinco años;
estaba completamente curado.
Fuera de mí por la alegría vuelvo á Tarín
7 me presento al médico
constatar la
curación. Después de haberlo visitado me

preguntó — i Pero es este el niño que yo
visité hace pocos días I — Sí, le resxwndí, esto
es mi Carlos. — Me miró de nuevo y otra voz
registró Tos ojos del niño, y llouo de admi­
ración se levantó exclamando — Esto es uu
verdadero milagro.
Confusa y radiante de alegría fuíme á pos­
trar á los pies de María Auxiliadora que ha­
bía enjugado mis lágrimas con uu prodigio.
Yo le había prometido de que, si sanaba, lo
metería en una Casa Salesiana. Hoy viste
el hábito de D. Bosco en el noviciado y
abrigo la esperanza de que en. breve será uu
digno hijo de D. Bosco. ¡Mil veces sea ben­
dita María Auxiliadoral
A n t o n in a C a e l e v a e i s .

Benevagienna, 11 Agosto 1901.

Dan con toda la efusión de su alma, gracias
á María Auxiliadora, y envían una limosna:
B a r c e l o n a (España). Dolores Vidal, por uua
im portante gracia alcanzada.
ü'na Cooperadora Salesiana, por haber
obtenido la gracia de que uu enfermo, que hacía
muchos años no freonentaba los Sautos Sacramentos,
los recibiera cou g ran fervor.
O a r t u y a (Huelva). Josefa Almanso, por varios
favores recibidos.
C l i i l © . Una Cooperadora Salesiana. Hallándose una
Hermana de María Aux. gravemente enferma, empecé
uua novena á Ja Virgen pidiéndole la gracia de la
curación y á los tres días estaba completamente sana.
G r u u t o m n l a . María Gouband por haber librado
ó dos hyitos suyos de uua enfermedad ooutagiosa.
Adolfo Eamirez, de Almería, i)or haber
alcanzado de María Auxiliadora uua gracia señaladí­
sima para su esposa.
ifanusl Utrera y Cono, por haber obtenido
ana curación prodigiosa.
X a l o a (Chile). Enfrosina del E . González, Ha­
biendo sn madre enfermado de una terrible afección
a l corazón, prometió á M. Aux. hacer varias Cumauiones y publicar la gracia si obtenía su salud, y
como ha obtenido de ta n buena Madre ta l favor,
cumple BU promesa..
' Y a l d e c o l m e n a s (España). Piedad y Encar^
nación Arias de León eternam ente agradecidas por qne,
estando su m adre gravemente enferma ya con los SS.
Sacramentos, y habiéndola encomendado áM aría Aax.,
obtuv'ieron la gracia de verla pronto restablecida.
C u e n c a (España). C ánida Lozano, por haber sa­
lido bien de la am putación de nna mano, de lo qne
había perdido toda esperanza.
X *** Carme* Fán-a Besteiro. H abiendo snplicado
á María Aax. la eonveisión de u n a perooua muy
querida: h a tenido la satisfacción de ver realizado
sa ardiente deseo: lo hace público para cumplir sa
promesa, á gloría de María y esperanza de sus devotos.
Do* Adolfo Eamirez, de Almería y D. Enriqueta do
Alunany, de Barcelona, piden á los lectores una ple­
garia para qne pnedan obtener respectivam ente un
señalado íleiror del poderoso A uxilio de María.

— ICO —

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n

A

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é r ^ i c a

{Corretpondencia de D . Calógero Guemano d nuesírO' Héctor Mayor, D . Miguel Eúa).
---------------------- ---------------------------lío Ouaratlusuotrt. .Tuíz <lo ITora.

ÉSOjie media noclie salimos de Giiariitiiiguetó, percorrieudü el mismo
camino que nuestro malogrado Mouseñor Lasagtia eu su (iltinio y fatal
viaje. La oscuridtul de la noolie, el
silencio que eu tomo reinaba, todo nos re............ con tristeza indefinible el doloroso
cordaba
suceso y los pormenores que le acompañaron.
Aquí, pensiibamoa al montivr eu el tren, un
hombre de siniestro asiMjcto, después de haber
observado bien á los Salesiauos y Hermanas,
y viendo (pie faltaba D. Domingo Albanello,
por (pie el Sacerdote había salido el día an­
terior, profirió estas amenazadoras palabras:
« A pesar de toda su sagacidad y prudencia,
no se nos escapará. »
En üuro Preto nos recordamos de la casual
disimslción del coche para los Misioneros, casi
inmediatamente después de la máquina y de
las inútiles protestas del P. Albanello que
allí esperaba á Monseñor. E n Juiz de Pora
nos vino á la imaginación la burla indeco­
rosa que de la Hermanas hicieron algunos
nmzalvetes y de la misteriosa amenaza « Den­
tro (le poco vei’éis. » Y de allí eu adelante
renovábamos momento por momento el re­
cuerdo doloroso del aproximarse de los trenes
y de la fatal catástrofe: el asomarse de Mon­
señor á la portezueliH el arrojarse á tierra un
hombre, el esfuerzo inútil de loa maquiuisüis
por evitar el desastre, y el desolador grito
del Obispo: « ¡Dios mió, un choqueI ¡Sal­
vadnos, María Auxiliadora! » Todo en dolorosa progresión como una cinta cinematográ­
fica que represente un crim en, pasaba por
nuestra mente. Vimos el lugar preciso donde
chocaron los trenes, donde los coches despe­
dazados apliKstaron á Monseñor, que agoni­
zaba con el pecho roto y la cabeza aimyada
eu la portezuela, á un i>obre sidesiauo y á
una Hermana de María Auxiliadora, mieutras que se pararon á medio metro de dis­
tancia del P. Albanello, del P. Zatti, que por
prodigio se salvaron. Visitamos el recinto
donde fueron rtH’ogidos los cadáveres y he­
ridos, y los Padres Kedeutoristas con exqui­
sita bondad nos aeomimüaron eu esta triste
visita.
.
Pudimos ver eu miuella santa Comunidad
al P. Matías, que iHura uuestnis pobres viclimaa tuvo solicitud de madre. El Señor le

recompensará dignamente tanta caridad, iiero
D. Albora quiso darle las gracias en publico,
como representante de la Sociedad Salesiana.
Dios en sus santos designios dispuso que los
liadecimientos y luchas de nuestro campeón
valeroso, fuesen sellados con sangre, para
que su alma, más pura y rica de méritos,
goce eternamente en el cielo, y quizá tam­
bién para que nosotros tengamos más valor
á arrostrar todos los peligros por la gloria
de Dios y para que su santo reino se dilate
y triunfe con el amor; la verdadera dicha,
que es la de servirle y amarle.
I>o Olivo Pveto á , Cachoeiva
ilel Ouiiipo.

Este viaje casi todo se hace á caballo; el
tren sólo llega á Enrique Hargreaves que
dista una hora de Ouro Preto, y el gobierno
ha construido este trecho de ferrocarril para
facilitar la fabricación de nuestro Colegio.
Allí eucontramos á D. Domingo Minguzziy
á otro hermano que nos tenían preparados
los caballos necesarios; además nos espera­
ban unos cuarenta señores, que corteses ve­
nían al encuentro del Kepresentante de Don
Kúa, á los cuales iban agregándose algunos
más á medida que nos acercábamos al Cole­
gio. Elévase este en lo alto de una lomajes
do forma cuadrada con dos pisos y de 80
metros ¡uir 47 de lado. Llegamos al auochecer,
y los ¡Stores (pie uos acompañaban, se dig­
naron piu’ticipar de nuestra modesta re*
feccióii. Al gracioso brindis que pronunció
el Sr. Director, se siguieron varios de los
huósiHídes, piezas y cantos para nosotros
nuevos y originales. Eu todo se manifestaba
un grande y profundo afecto á la Obra Sa­
lesiana.
Al día siguiente tuvimos ocasión de visitar
la casa y de admirar las 20 hectáreas de te­
rreno cultivado que la rodean, tan her­
moso y verde que parecía un v elad ero jar­
dín, Es toda una escuela agrícola planteada
en reg la: viñedo, hortaliza, frutales, cereales,
cultura (le animales, procedimientos varios
eu el abono de las tierras, instrumentos
l>erfecCiouados: de todo h ay ; sólo faltan
brazos para el trabajo. El terreno es ex­
tenso y feraz y mide 4500 hectáreas. Era
propiedad del Emperador del Brasil D. Pe­
dro l í , y éste lo cedió cuando fuó desterrado,

— 161
con la condición de que se estableciese en rias zazas de animales vacunos y de cerda,
él una ciisa de educción. D. Albera con y los resultados hasta ahora obtenidos sou
sos imlabras iufandió ánimo en los alumnos admirables».
de la escuela agrícola, para que no sólo apren­
dan á trabajar, sino también, que es lo que
más importa, á apreciar la agricultura, que
Habíamos ya señalado el día de nuestra
prácticamente apreciada sería la riqueza del llegada y por tanto no podíamos faltar á la
Brasil, tan abundante en terrenos feraces y palabra. Pero eu Araras, la llegada de Don
tan escaso de trabajadores. En aquellos días el Albera dió lugar, no á uii simple reoibiColegio fuó reconocido y aprobado como muni­ rnieuU), sino á un verdadero triunfo,
cipal, y según son las demandas, este año ape­
La turba del pueblo era inmensa. Bu la
nas se podrán albergar con venieiitemen te todos misma estación le saludaron el Dr. Enrique
los postulantes. A nuestra llegada esbiban Almeida y varios otros personajes, y D. A l­
casi todos en vacacioues y sólo quedaban 130 bora resi)ondió eu breves palabras. Por medio
ó 2o, que siendo del Estado de Minas distan de una innumerable oleada de pueblo nos didal Colegio 20 y hasta treinta días á caballo. rijimos á pió hastsv el Colegio. Difícilmente
¡En Europa no sabemos lo que quiere decir hubieran podido transitar los carruajes, y
sacrificio por instruirse, cnaudo
l>ensamo8 en los que deben ar­
•rrrny ..j ;í i j
rostrar aquí lo que desean re­
cibir educación!
'En estos días be leido lo
.«qi
que dice de nuestra Institución
•í’í
en el Brasil. Mons. Viqoso, Obispo de Mariaiina en eí Estado
rt-i
de Minas Geraes. Después de
liaber ensalzado nuestra Socie­
dad y haber comparado á Don
Bo -.-o con S. Viceute de Paúl,
e.sriibía lo siguiente que tradu/.eo textualm eute: « Entre
los institutos del Brasil, dos
líos iMírteuecen más de cerca:
el de Cacboeiia do Campo y
«1 de la ciudad de Poutenova,
ambos de reciente fundación y
ambos prósperos y tiorecieutes.
En el primero cumplen los jó­
venes las clases preparatorias
y se habilitan eu las artes y
oficios, para tener después un F unicolar on coDStruccii'm al M onum ento de M aría A iixili:ulora
en N ictlu io y .
medio de vivir honestamente,
apartados de la vida ociosa y
parsisita tan im portuna, como perjudicial á después de todo, el ]meblo quería ver al Vi­
la sociedad. Eii el segundo las ninas apren­ sitador de lo.s Salesiaiios. Los balcones esta­
den las primeras nociones, las faenas domés­ ban ate.stadus de personas, que al ]>asar nues­
ticas. se i>erfeccioiian en las materias del tro Sui>erior, se descubrían cortésuieiite. A
corso normal y reciben su respectivo diploma. mitad del trayecto comenzaron los arcos triun­
En el espacio de tres años, ayudados de la fales adornados con flores, verdura é iuscrii>patriótica Cámara y de las solicitudes del cienes, trabajo que en gran parte hicieron
Gobierno, se h au trasformado en las cercauias los emigrante italianos del lugar. Mil ban­
de Cachoeira do Campo, uu montón de ruinas deras dabau al viento sus vistosos colores.
del antiguo cuartel, en un estableciuiiciito de Como después pude- informarme, el Ayunta­
«dncacióii de primera clase, doude hoy fun- miento no solo ]>erinitió que se levantarán
cionan regulaiunente un curso completo de aqueUos artí.sticos y monuinentales arcos,
ciases preparatorias y varios talleres. Al re­ sino que prestó su ayuda para adornarlos.
dedor del Colegio, eu uji terreno que hasta En Araras hay muchos Vénetos, y D. Al)>era
ahora era considerado incapaz de producir, se -visitó á algunos, exhortándoles á todos á que
extienden magníficos plantíos, que constituyen perseverarán en los buenos principios reli­
íui verdadero campo de experimentos y una giosos que habían -aprendido eu la i>atria.
escuela práctica de agricultura, doude pros- £] P. Crippa, único sacerdote del lugar, que
lera nn gran vifiedo y numerosos frutales es el capellán de las Hermanas, en i>oco
«•aropeos, así como también un vivero para tiempo ha obrado verdaderos prodigios de
la CTración de gusanos de seda. Con trabajo celo. Más de 70 ñiños frecuentan las escnelae
y diligencia han llegado á iMsrfecciouar va­ externas y unos 200 el Oratorio festivo. La

ik

I

— 162 —
(le Honor cuenta con 290 asociados;
íideimis. (íoti motivo de la Hojeada de D. Al­
bora, se estableció el Círculo de la Juventud
Católica, (lue con el tieniijo producirá uu
bien imncTiso. Por ahora los socios son sólo
ciitcuenta, poro (aida día van aumentando.
Al aire libro por falta de local á propósito,
so celebró una solemne Academia: en ella
liablavou el mencionado Sr. Juez y el Abo­
gado, Sr. Mario, ambos jóvenes de solidos
l»riucipios católicos. 151 J)r. Portugal decía á
D. A ibera: « Antes no se jmdía pasar por
las calles sin asistir á escenas poco agrada­
bles : las pillerías do los muchachos nos mo­
lestaban hasta en nuestras jn-opias casas:
ahora la cosa ha cambiado de aspecto. El
Sr. l^iroctor en poco tiempo ha sabido captar.se el amor y la simpatía de todos. > A la
mañana siguiente 50 uiuos recibieron por
vv/. primera el Cordero Inmaculado: aíjuella
filó una üesta á la (pie los íiugeles del cielo de­
bieron asistir con regocijo y reverencia. Se
levantó uu altar en los pórticos y el patio hizo
de iglesia, i>or que la sala preparada al efecto
resultó insuficiente pura la numerosa coucuiTcncia. I). Crii>pa abriga grandes esperanzas
do que los buenos Urasiieños no desmentirán
su generosidad, y que jiroiito podrá recoger
centenares de niños en la modesta capilla
«luo aún está en construcción.
O am piüus.

A mitad de camino entre Araras y San
Paulo se (uicuoníia Campiñas, que por su
¡loblación 6 iiuiiortancia es la segunda ciudad
del listado de S. Paulo. ísiiestra casii esta
silmula al lado opuesto do la (‘staeión. en un
lugar delicipsí.simo, desde donde se domina
la ciudad.
En la eslaeión nos esperaban todos nuesti’os hermanos y sus alumnos. Atravesamos
la ciudad ou tramvía que graciosamente nos
ofreció la Compañía. Iba en el primero la
banda, en los siguientes más de cien niños
internos y los del Oratorio festivo: en el úl­
timo iba 'i). Aibera acompafmdo do los prin­
cipales caballeros de Campiñas, bienhechores
lii' nuestra obra. Durante el trayecto que es
bastante largo, so habló de las calamidades
(luü han trabajado la (‘.iudad en estos últimós
unos, ospeoialmeute do la epidemia del 1SS3,
(pié dejó á centenares de pobres niños de­
samparados. huérfanos y sin hogar. Las víc­
timas de aquel horrible azote fueron iiinumeiables, y Campiñas en aquel tiempo, más
que una ciudad, parecía un cementerio. Enton­
ces fué cuando al Xecesario de Campiñas (como
llamó uu hermano nuestro al Doctor D. Juan
Uaut.. Corcia Meri, eutoucos párroco y ahora
obisbo de Porto Alegre) lo vino la feliz ins­
piración do levantar uu asilo para tantos
pobrecitos huérfanos, y do llamar á los Salesianos para dirigirle. EeiMígió los primeros
fondos, encargó al ingeniero salesiano, Don

Domingo Delpiano de trazar el plano, y en
poco tiempo fabricó parte del grandioso edi­
ficio, que cou fiado el 1897 al cuidado de los
Salesianos, alberga ahora más de cien niños
internos y educa á muchos externos..
Un hermano nuestro tuvo la feliz idea de
reproducir en una bien tejida comedia este
suceso, y el resultado de la representación
fué verdaderamente satisfactorio.
El Dr. César Bierrembaeh, al saludar á
D. Aibera en nombro de los Cooperadores y
de todos los ciudadanos do Campiñas, demo.stró cou singular eficacia los benéficos
efectos de la educación cristiana del obrero
y, aprovechándose do la triste noticia qne
aquella luañana misma el telégrafo anunciaba
á todo el mundo, del asesinato del Primer
Magistrado délos Estados Unidos, recomendó
la obra salesiaua, cuyo objeto es la educación
cristiana del joven obrero. « No, no, decía,
los muchos jóvenes que ahora consumen sn
existencia en una prisión, no han nacido
para ser delincuentes, como algunos preten­
den ; sino que el abandono les ha arrastrado
á cometer un delito. » D. Aibera no podía
permanecer callado ante una demostración
tan cordial de simpatía; por tanto dió á todos
las gracias, y añadió, que al visitar los varios
talleres de la casa había quedado satisfecho,
pero que la casa necesitaba eusaucbarse y
aumentar el luimero de los talleros, para que
pndieran recogerse todos los niños que pedían
ser admitidos. Di )o que era necesario, que cada
cual según sus fuerzas ayudare á levantar la
otra parte del edificio: eu el imtio hay doce
graiules columnas de hierro, que desde hace
varios años están como inutilizadas ó importuuiin á los niños en las libres diversiones j
i*n los juegos; ponedlas en su lugar, les dijo,
y Cauqiiñas podrá educ.ar algunos niños más.
La visita de D. Aibera á esta ciudad no po­
día resultar ni más agradable, ni más pro­
vechosa.
131 C o lo tírio <le I V l c t l i e r o y .

De Campiñas fuimos á Nictheroy, la última
casa de la Inspectoría Brasileña del su d ; la
iiltima en esta mi relación, j)ero la primera,
eu su fundación y creo que también en el
afecto de D. Albora. Pues no podía olvidarse
de que 26 años hacía, los primeros Slisioneros salesianos arribaron al puerto de Kio Ja­
neiro el día, para nosotros mil veces bendito
y memorable, de 8 de Diciembre. En nuestro
Colegio no se habían olvidado de este suceso;
pues apenas tuvieron noticia de qiie venía á
visitar las casas de América un Represen­
tante de D. Rúa, escribieron al Rdo. Soperior General una carta, en la cual reclamaban
el derecho de ser los primeros en recibir la
visita de su Representante, como lo habían
sido eu ho.spedar á los primeros Misioneros.
Pero por desgracia la carta llegó á Tarín
cuando nosotros estábamos en viaje, y n o es

163 —

posible imaginar el sentimiento que probaron realizadas sus esperanzas: hacía ya un año
nuestros buenos bermanos y alumnos, justa­ que Salesianos, Cooperadores y niños espera­
mente orgullosos por tal acontecimiento, al ban al Eepresentante de D. Ííúa. Las llostjis
no realizarse sus deseos.
que con tal motivo se celebraron fueron so­
La ciudad de l^ictberoy está situada á la lemnísimas. Por aquella noche I). Albera se
parte opuesta de la Capital Federal, de la contentó con decirles cuatro palabras do grato
que la separa solo la bahía. El Colegio de saludo, y después de haberles dado las gra­
Sta. Fosa es bien conocido á nuestros lecto­ cias, los envió á descansar.
res, como lo es también en todo el Brasil por
Tienen por costumbre los alumnos del Co­
la fama que merecidamente alcanzó durante legio subir todas las marianas los 1200 me­
la guerra civil del 1893. El 9 de Febrero del tros de camino que hay hasta llegar al mo­
96, cuando el crucero italiano La Lombardia, numento, entonar allí un cántico á la Virgen
apestado de la terrible fiebre amarilla y toda y después bajar alegremente al colegio. Este
tripulación, excepto tres ó cuatro, estaba ata­ paseo matutino so llama entre ellos, y lo es
cada de esta mortal epidemia, salió de este en verdad, pa.iteo higiéuivo. Aquella primera
Colegio nuertro hermano O. Antonio Varchi mañana invitaron también á D. Albera á que
para asistir á bordo á los enfermos en sus úl­ los acompañase. A llegar á un cierto punto
timos momentos, mereciendo los más altos elo­ del camino, uii^asistento detiene aquella oleada
gios de Mons. Guidi, Ximcio Apostólico y del de alegres iiiuos, el Director tira de uu corComandante de La Lombardia, el Sr. Dr. Carlos doncito y entre los vivas y aplausos de todos,
Borello. En una carta que este último diri­ aparece una lápida con la inscripción: Foseo
gía al Director del Colegio de Nictheroy decía: deL. Albera. Pero no habían aún terminado las
« Le doy con toda la expresión de mi alma, sorpresas, por que desi)ués de haber cantado
las más rendidas gracias por habernos man­ á la Virgen una hermosa copla, se dispu­
dado un sacerdote, que ha sabido cumplir su sieron á modo de anfiteatro en la })endiente
misión con gran celo y caridad cristiana, con de la colina. Al frente se había levantado
una actividad verdaderamente prodigiosa. Es- uu elegante pabellón, que era el lugar re­
pontíiueainente se ha ofrecido á permanecer servado para D. Albera.
con nosotros hasta el último momento, hasta
Todos dispuestos ya, se dio principio á una
que su obra ha sido necesaria. » El Gobierno hermosa academia en honor de la Virgen.
italiano, reconociendo la generosidad y el sa­ En ella se recordaron los portentos (pie María
crificio de nuestro hermano, como también Santísima ha obrado en la tierra de la Cruz
el grave ]>eligro de perder la vida á causa -y de la Purísima, como so llama el Brasil,
de la epidemia, como muestra de gratitud, le ü n hermano nuestro, que filó el primero en
concedió de cruz de caballero.
saludar á D. Albera, no dudo afirmar, en el
Tantas y tan heróicas acciones no podían fervor del discurso, que ni siquiera la vieja
menos de atraer las bendiciones del cielo; y Europa jniede gloriarse de haber levantado
así es. que el progreso y auge que nuestro im monumento tan grandio.so á Alaría Auxi­
Colegio ha ido tomando, son admirables. Ya liadora. Mira, di'cía á D. Albora, mira como
saben nuestros Cooperadores que el 8 <le Di­ desde esa altura domina la bahía y el pano­
ciembre del 1900, como homenaje á Jesús Ite- rama de la ca])ital que re])Osa á sus p ie s;
dentor y á su Vicario en la tie rra , en el 4° contempla el encanto (jiio á todo el ambiente
centenario del descubrimiento del Brasil y en comunica.
el 23“ aniversario de la Misiones Salesianas,
Los marineros y navegantes, ¡lasaudo de­
se inauguró un suntuoso monumento á María lante de Ella la saludan y la llaman EsAuxiliadora. Tiene por base una roca de gra­ trelUi del mar, por que de noche Ella es un
nito, en la cima do una erguida colina y se faro luminoso con las cien luces que la cir­
eleva en forma de torre á .38 metros de al­ cundan. »
tura. En la parte inferior de estilo ecléctico,
{Continuará).
se abre una hermosa capilla, donde se cele­
bra la santa Misa en las fiestas de campana
y dias de peregrinaje. La estatua de María
Auxiliadora de cobre fundido y dorado, tiene
U n a ^ p a t a n o t i c i a . — Uno de nues­
6,30 metros de alta y es obra del estableci­
tros venerados superiores, el Edo. P. Albera
miento de Luis Bó de Milán.
Llegamos á Xietheroy ya muy avanzada Director espiritual de nueslra Congregación,
la noche; pero no obstante todos esperaban que por espacio de casi tres años ha estado
á D. Albora. Toda la casa estaba iluminada visitando las Casas salesianas de América en
con luz eléctrica y la estatua de la Virgen representación de nuestro Superior General,
descollaba entre mil luces de varios colores. el Edísimo. D. Eúa, llegó felizmente á Turín
Los 420 niños internos del Colegio estaban el día de Páscua de Eesuieixsión. Le enviamos
dispuestos en ordenadas filas. A l aparecer del íntimo del corazán la bienvenida. Los
D. Albora, estalló un aplauso general y los lectores del B o l e t í n habrán leído no sin in­
acordes de la banda se mezclaron con las terés las relaciones de .sus largos viajes, y se­
voces de júbilo de los niños. Al fin veían guiremos aún participándoles sus impresiones.

1G4 —



R @ N I€ A i

llo ^ o tá (Ooloinbin). — C ortam os d e u n a c a rta
<iuü de liogotií Re nos d irig e : A unque do los Salosiuuos de Ilogotá h ay a U d. recibido m uy pocas
y dulioicntcs reseüus d e las fiestas que aq u í se
celeb ran ; ta l silencio no in d ica q ue po r lo re ­
g u la r Hü liayan dejado p asar lla n a y lisam en te j
a l co n tra rio siem pre se han celebrado con m ucha
osteutJición y entusiaRino. T alvez no m erecería
m em oria la ce leb rad a en el presen te año en ho­
n o r y g loria do S. F rancisco de Sales, sino fu era
por el sello especial que le d istin g u e de las o tras,
y es, el h a b e r sido u ua fiesta com pletam ente de
fam ilia.
Fué. preced id a j)or un trid u o pi’cdicado por el
Kdo F. P . Cora, Salesiano, el cual con am ena p a­
la b ra , ro b u sta dicción y calor oratorio entu sias­
m aba á su auditorio en el am or á Dios N. S. y
en la im itación ó nuestro excelso p atrono, re la ­
ta n d o los jM'odigios q ue o b ra nuosti’a S an ta R e­
ligión donde (luiera p e n e tr a : la laboriosa y sa n ta
v h ia d<' Francisco d e Sales le ofrecía á cadajm so
abuiulautísim o m a teria l p ara corroborar sus aser­
tos. U na num erosa y escogida co u eu rieu cia d e ,
líeles il los Stoa Sacram entos, fué la m ejor prueba
do que las palab ras d el p redicador h ab ía caído en
terreiH) bien preparado.
C elebró las glorias dol S anto el m uy R do. P.
L uis Somlofin, que dem ostró el miígico poder do
la p alab ra de S. F rancisco d e .Sales en la trib u n a
sa g rad a, en las conversaciones fam iliares y en
todos sus escritos, que destilan d iv in a dulzura.
L a Ch)iitereiicia fuó d ic tad a por el Rdo. P. Cera
q u e eu treruvo con entusiasm o y am or ii la esco­
g id a coneurrencia por m ás de tre s cuartos do
hora, sobre la edueacióu cristian a que se <lebe
<lar iV la ju v e n tu d , y sobre lu im periosa obliga­
ción que tenem os todos do tra b a ja r ou esta obra,
d iv in a e n tn ' las divinas, los unos con la palabra,
los otros eon los escrito s: los unos con las riq u e ­
zas, los o tro s eon el tra b a jo ; todos en fin con el
ejemph* y eo.i el apoyo m a teria l ó m oral.
M anifestó en s í^ u id a el g ra n deseo d e los Salesianos de esta Repiiblioa, de ay u d a r elieazm ente
en ta n juaguitioa o b ra con su pereona, facultades
y trab ajo , aiiim iuulo con su aiito risa d a luvlubra
d e aliento á hw Cooperadoi'os p rese n tes á favo­
recernos Y á socorrerm>s eon .m edios m ateriales.
Confiamos que la V irgen A uxiliadora y Don
Hosco no p erm itirán que ta les exeitaciones caigmi
en te riv u o e s té r il; aboga en nu estro favor la
nuuca desm en tid a Ciuádad bogotana, que d u ran te
u u a g u e rra civil d e tres años hizo prodigios,
l i e dicho que h a sido e.sta u n a tiesta de fa­
m ilia. que nos hem os quedado so lo s: m e corryo
y le uuaufiesto, que u n insigne Ct>oj>erador nuesh't> ut>s quiso aco m p añ ar y a s istir con nosotros á
la m odesta com ida. L a satisfacción n u e s tra h a
sido ium eusa y so dibujó en los ro stro s de todos
los Salesiajios a l v er e n tre nosotros a l S r, D. Ja -

A L E S IllA

v ie r T üvar, p ad re, tu to r de los Snlesianos y paño
de lag rim as para to d as n u estras necesidades.
Como en toila tie sta salesiau a no escasó la mú­
sica, y los acordes do n u estra b an d a llenaron
los a ire s do m elodiosas n o ta s de u u a m anera
ag rad ab ilísim a con la ejecución d é l a pieza: Franfjar non Jlectar. S, F rancisco de S ales h a b rá derra­
m ado sus m ás preciosas b endiciones sobre esta
cosa salesiaua, que n a d a dejó por in te n ta d o para
p resen tarlo sus m ás cariñosos hom enajes.
G u a t a m a l a . — A p esar d e que <aún los H i­
jo s de D. Hosco no h a n podido aú n fu n d a r n in­
g u n a c a sa en esta ciudad, no obstante^ los buenos
y celosos C ooperadores d irigidos p o r el celoso Dr.
D .'J . M ariano P alom o p ro sp eran y am an á Don
Hosco y á n u e s tra C ongregación como si v iv ie­
r a n en m edio de los Salesianos. P o r o tra p arte,
es tam b ién g ran d e el entusiasm o con que procu­
ra n d ifu n d ir la devoción d e n u e s tra Celestial
P a tro u a , M aría A u x ilia d o ra: es que la m em oria
de D. Hosco v a in tim am en te u u id a cou María
A uxiliadora, y sin E lla es difícil, casi im posible,
concebir su o b ra : n u e stra b a n d e ra e s : todo por
M aría. E n u n a c a rta que nos d irig e el benem érito
C ooperador D. E d u ard o S arav ia. a l h.ablarnos de
la bem liciüu de un cuadro de M aría A uxiliadora
eu la Ig lesia de B elén, nos escribe: El d ía 29 de
E nero las cam panas de la Igle.sia to cab an alegres,
convidando á los fieles á celebrar' la fiesta de
M aría A u x iliad o ra. H abía llegjiilo de T u ríu una
im agen d e M aría, y aquel d ía era e l do la solem uo b endición. A los 8 d e la m añ an a estab a ya
el tem plo lle n o de fieles p ara a s istir á la Santa
Misa, (luo celebro el Rdo. P , D. J . Jla ria u o P a­
lomo, d irec to r do los Cooperadores.
L a Misa fué ca n ta d a p o r un cm-o de Señoritas
cou acom pañam iento do o rq u esta. D espués de
b en d ecid a solem nem ente la im agen d e M aría Au­
x iliad o ra, el P a d re D irecto r entonó el Te Deum.
q u e fué ca n ta d o solem n em en te i>or el coro y
acom pañado por la o rq u esta ; á la sa lid a se re p a r­
tiero n á todos los coucu rreu tes estaiupns de María
A uxiliadora.
T odos qued.aron enfervorizados y anim ados, y
esperam os que e s ta fiestii sea uu preliiilio d e la
que prop.aramos lu aiestu o sa y solem ne p ara el
próxim o Mayo.
. > l o s ( | i i e r a (Coíomóía). — Tom am os de una
c a rta d e D. Rodolfo Jie rro lo que s ig u e ; H asta
ah o ra u u tstr< « poln*es uoviciiw llev ab an , se puede
decir, u u a v id a a g ita d a , tviishm uante é in cierta:
de F o n tib ó n á Bogotá, d e Bogotá á Bosa y de
Hosn m ievaiu'‘u le á la cap ital, no h allab a n nido
do n d e fijarse d efinitivam ente. Al ñu plugo a l Señor
darles m o rad a fija ¡ en esta h isto ria la bondad
del Sdo. Corazón d e Je sú s es, com o en todas
n u e stra s o bras, e l princijtal acto r. El exim io do-

— 165 —
nador de esta casa, el Sr. D. Lorenzo Ponseca,
en quien resplandecen todas las virtudes cristia­
nas, fluctiialta euti’e vender su casa para los lepro­
sos ó donarla p ara el Noviciado 5 cuando preci­
samente el 6 de Junio, fiesta del Sdo. Corazón,
se retíolvió por lo último á cedérnosla.
Gratísimas impresiones produjo en nosotros el
día, en que tomaiuos posesión de ella. En conipañia del preclaro P. Silvestre R abagliati (digno
Lenuano del padre de los leprosos), lucimos nuesti-e entrada triu n fa l, que así puede llamarse. Al
parar el tren, vimos rebosar de gente la estación.
Multitud de colietes liendian los aires, y los giñtos
de entusiasmo resonaban clamorosos. Bajamos
del vagón, y dimos en los brazos del simpútico
D. Lorenzo Ponseca, y do la excelente coopera­
dora Dolores Groot de Rico, solm ua del más
ilustre de los historiadores patrios, y uno de los
mejores apologistas católicos, que en Colombia
han esclarecido las ciencias y las letras.
En medio del entusiasm o más férvido, que biotaba espontáneo del corazón de estos vecinos, ntis
dirigimos inm ediatam ente á la capilla del lugar,
á dar gracias al Om nipotente por el singular favor.
Salidos de allí, fuimos conducidos á tom ar pose­
sión de la casa con el mismo Sr. Ponseca, quien
no cabía en sí de contento. E ste generoso ca­
ballero; cuantas dificultades no debió superar;
cnaufiís malos consejos vencer, para d ar lugar de
refugio Á tantos novicios que, perseguidos por el
demonio y el mundo, huyen á asilarse bajo el
árbol salesiano. Aquí se rezará siem pre por tan
gran bienhechor. Unidas á las perfum adas espira­
les del incienso, ascenderán diariam ente al trono
de Dios las preces de nuestros novicios, pidiendo
para él favoi’es celestiales, tínico tesoro que t*u
su modcslia apetece.
¡ Cuanto me he edibeado con algunas palabras
del Sr. P o n seca! « Murió m i esposa, dice, sin
dejarme fruto alguno de nuestro tierno amor.
¿Qué mejor destino podría yo d a r á mi casa?
Ya no he m enester dinero; siempre he aborre­
cido el fausto y lujo superfino: ahora me basta
una pequeña habitación donde vivir recogido
el tiempo que aún plazca al Señor concederme.
Muchos me ofrecieron cuantiosas sumas por esta
casa: ¿p ara qué quería yo p latii! Má.s vale ase­
gurarse un galardón allá arriba, donde nada
perece: Uds. aquí m oralizarán las poblaciones,
y rogarán por mí. »
Estas y otras sem ejantes eran las palabras, con
que respondía á las nuestras de g ratitu d y reco­
nocimiento.
El Sr. Ponseca es un verdadero católico, de
esos, en cuyo pecho hierve la caridad y busca
expansión :* recientem ente ha donado á la societad de S. Vieiente de P aúl, un potrero ó dehesa
de gran v a lo r: aquí la iglesita de la <»pellanía
lo reconoce como uno de sus mejores bienhecho­
res V como sacristán m a y o r, porque él no cree
degradarse prestando servicios hum ildes en la
morada del Señor: los pobres de aquí, lo llam an
padre.
.. .
Sea esta una pública m anifestación de nuestro
cariño y gratitud; y sirva de ejemplo á los demás
católicos.

S a n ta T e c la (Bepubliúa del Salvador).^
Sólo han transenrrido cinco años desde la venida
de los Salesianos al S alvador, y la obra h a to­
mado tales proporciones, que consuelan todo co­
razón católico. En Santa Tecla fo n d o n a con toda
regularidad y progreso palpable, u na Escuela de

Artes y Oficios con anchurosos talleres, provistos
de excelentes m aquinarias para que los hijos dol
pueblo puedan dedicarse al oficio que imis lo
agrada ;y el taller de geneiía ha sido premiado
en la Exposición Americana de Búfalo, por sus
m uesrias de suelas, becerros, cabritillas y cbnroles.
Al lado de loa talleres tenemos un íloveciento
Colegio de prim era y segunda enaoñanzu, cuyos
frutos ya son abmuluutea. Los niños acuden nu­
merosos y con buenas disposiciones. Son de ca­
rácter apacible y de inteligencia despejatla. Como
oji rodas las Casas de D. Bosco, tam bién en la
im estra, tenemos una numerosa banda do música,
que en muchas owisiones suscitó verdaderosa ad­
m iración, ejecutando con mucho gusto y arto
hermosas piezas.
Ni menos aprovechados son en la declamación
y canto, pues en las funciones y certámenes se
hicieron adm irar en las mejores composicio­
nes del Rdo. Padre Lemoyne y trozos escogidos
de Mons. Cagliero, C ostam ngnay otros auctores.
Lns fiestas que en el año iiasado se fueron su­
cediendo en nuestro Colegio, revistieron todas
un tiu te particular. En la de S. Francisco, que
fué la prim era de nuestro año escolar, brilló el
am or al Sdo. Corazón de Jesús, al cual nos con­
sagramos todos Superiores y niños, habiéndonos
im pedido el hacerlo en la Noche-Buena el estar
de vacaciones los niños. L a fiesta de S. José re­
bosó de amor y gratitud hacia nuestro queiúdo
Director, D. J. Misieri y hacia el más simpático
simpj......
de los Santos, el casto S. José. — Bella y tiern a
sobre manera fué la Solemnidad de María Auxi­
liadora en la cual todos fueron á porfía para
ensalzar á la Virgen de D. Bosco. Los niños se
jireparon á dicha fiesta con un fervor extraordi­
nario. Habíanse levantado hermosos altarcitos en
los dorm itorios, y todas las noches durante el
mes de Mayo, antes de acostarse todos juntos
cantaban una alabanza á la V irgen, im plorando
después su bendición con algunas ovaciones. La
sección « Estudiantes » para la vísjwra de la
fiesta preparó una academia múflico-literaria brovo
sí. pero bieu ordenada, amena á la voz que reln)santtí del más sincero cariño bacia la Virgen
Auxiliadora. El día 24 se solenmízó en una iglesia
de la ciudad, para dar cabida á los Cooi>eradores
y Cooi>eradoras, que asistieron numerosos á la
Misa Solemne cantada por nuestro Coro Infantil.
I ^ s fiestas de S. Luis y del Sdo. Corazón do
Jesús ya de suyo dicetj lo que hayamos podido
hacer, pava desahogar nuestro amor hacia tan va­
liosos protectores.
En la de Sra. Cecilia, P atrona del Colegio, tu ­
vimos el consuelo de ten er entre nosotros al limo,
y Rmo. Prelado de la Diócesis, quien quiso en
su adm irable bondad para c<m los hijos de Don
Bosco, .legar á nuestro Colegio desde muy tem ­
prano. Recibido con los festivos acordes d en u es^ Banda, pasó á la Capilla, y celebrada la Misa
de Comunidad distribuyo el Pan de los Angeles
á todos los niños, que no cabían en sí por la dicha
de recibir de las roanos de tan digno Ministro, el
m anjar de V ida E terna. La misa solemne fué
muy concurrida, y todos nuestros Bienhechores
ustaron muchísimo de la Misa de María Auxiliaora de Mons. Cagliero, ejecutada con entusiasmo
á la par que con perfección i>or nuestros niños.
En la tard e pasaron nuestros ilustres convida­
dos al Salón de actos donde los pequeños cómi­
cos quisieron d ar á Monseñor un ensayo de su
habilidad- Se poso en escena el dram a « Las Pístrinas *. Indecible fué la satisfacción del público;

f

1



ll <

106

pues juiitu cou el draimv que de suyo es tan atra­
yente, se ejucularoii eu los eutreautos hermosos
coros (lo Vonli y Morcadaute. Las palabras que
Monseñor su dignó dirigirnos, fueron digno re ­
mato y como dulce recuerdo do aquel día de fe­
licidad.
• Ante do concluir esta relación, no pudo dejar
de mencionar el triunfo obtenido á ñnes del año
en los cxánienes.
A la distribución do premios acudieron casi
todos nuestros Cooperadores y Bieiibecliores. Habló
primero ol Doctor D. Salvador Flamenco electri­
zando i)or decirlo asi la honorable concurrencia
cou un discurso elegante eu la frase y elevado
eu pensamientos. Acabado el acto, pasaron los
coucurventes al Salón dondo so habían expuesto
los trabajos ejecutados por los niños. Y si todo»
quedaron satisfechos y nos manifestaron su compla
cencía, más que uiuguuo oí Sr. Doctor D. Manuel
G allardo ex^^iesó su cariñosa y entusiasta satis­
facción. Al salir del Colegio hablando con el
Director, felicitó á los superiores todos, y dijo
que una sola cosa turbaba el consuelo que expe*
rimoiitnru cu aquellos preciosos in stan tes; y esa
turbación provenía de no haber podido hablar
públicivineute por hallarse conmovido an te un
óxito superior á toda esperanza y que no hubiera
podido alabar dignam ente por la conmoción. Este
adm irable varón pasa su vida en hacer bien al
prójimo, cuidando especialmente de los huerfauitus.
Esto es lo poco quo durante el pasado año h e ­
mos ))odido hacer con la ayuda de Dios. Enco­
miéndenos nuestros bienhechores eu sus oraciones,
para que la obra salesiaua pueda tam bién ñoi’ecer en esta hermosa Bepública.
S n i i IM it'o lA s d e l o s A r r o y o s

Ar-

gentina). — Tratándose de un nuevo sacerdote sale-

siano, hijo de u na de las familias más adictas á la
Obra do Don Bosco reproducimos lo siguiente del
im portante diario « E l Noiioiei'o * do San Nicolás:
L a íiosta so celebró el día 8 de Mai'zo en ol
templo de María Auxiliadora y tuvo su eoiu])lemeuto eu la alegre quinta do don Ju an MontaUlo.
Hacía unos días quo una febril actividad agitaba
á esos bonrados labriegos, que ayiuladus por va­
rias familias del pueblo querían celebrar digna­
m ente la ordenación sacerdotal del nuevo ungido
dol Señor, del novel sacerdote, Don Pablo Moutaldo.
Hacia las 9 de la mnfiaua acompañado de sus
adres, do loa padrinos, Don Cárlos Cámpora y
eñora Paula E. do Víitquez y de todos sus her­
manos, el novel snoerdotíi entraba en el templo,
ya repleto do personas que iban á presenciar la
solemne ceremonia del jóven b 'vita, que por pri­
mera vez snbiu las gradits del santuario.
El pmW-ino de capa lo era el oetogoimrio Don
Manuel Montaldo, hermano mayor do la fam ilia
y lo representaba el presbítero D. Severino Mon­
taldo, primo hermano del nuevo sacerdote:
Un coro de brillantes voces, hacían resonar el
augusto templo con melodiosas notas ;el señor pres­
bítero D. Manuel Montaldo, ya conocido por estos
países por sus dotes oratorias, subió ni pülptto y
en uu brillante discurso, demostró al selecto anditorio la sublime misión que cumple el sacerdote
en la tierra. A semqjanza de Cristo, decía él, es
el sacerdote alabado, amado, bendecido por unos,
y m altratado, aborrecido. vilii>endiado por otros,
sin embargo de ser una lum brera para las cien­

S



cias, una continuación de obras caritativas para
la hum anidad doliente y bálsamo para los espí­
ritus atribulados. Demostró su tesis con gran aco­
pio de datos liistóricoe, y filosóficos que dejó á
codos admirados y satisfechos y concluyó convi­
dando á su hermano á seguir impávido por ese
sendero tan noble y glorioso que cuenta tantos
personajes célebres por su ciencia, caridad y sabi­
duría.
Después de la augusta ceremonia, el jóven sa­
cerdote se prostraba á los piés de sus padres,
(luienes derram ando lágrimas de consuelo levan­
taban la mano para bendecir á su hijo, que por
sus virtudes y prendas merecía por los superiores
ser elevado á 2a augusta dignidad sacerdotal.
U u f i o e u m e n t o . — Nuestro amadísimo her­
mano D. Lino C a rb a ja le sy a conocido en el Snd
de America por sus couoienciudos estudios etno­
gráficos y físicos sobre la Patagonia, que le han
valido la admiración de todos. Publicamos ahora
sin comentarios un documento emanado del Pre­
sidente de la República Ai'geutina, Exmo General,
Sr. Roca. Helo aquí:
« Buenos Aires, Enero 17 de 1903.
CO N SID ERA N D O : Que el Rvdo. P adre Don
Lino Carbajal ha solicitado el apoyo del Gobierno
con el objeto de am pliar el trabajo publicado en
su libro L a Patagonia con el estudio más dete­
nido de los territorios del Sud de la República,
del panto de vísta de su adaptabilidad para la
cria de las diversas clases de ganados, vía de
comunicación, situación económica de sus habi­
tantes, intercambio com ercial, protección á las
nizas indígenas, calidad y mejor forma de explo­
tación de sus bosques, etc., etc.,
El Presidente de la República,
DECRETA:
A rt. 1® — Acuérdase al Rdo. P adre Don Lino
Carbajal un subsidio de tres mil pesos nacionales
para que se traslade á los territorios del Sud y
practique un estudio que comprenda los puntos
indicados.
Art. 2® — L a expresada sam a será entregad .1
por la Dirección de T ierras y Colonias con impntacii^n á los fondos que m ensualm ente se le
liquidan ¡>ara exploraciones.
Art, 8. — Los Ministerios del Interior y Guerra
darán las órdeues necesarias para que los Gober­
nadores de T erritorios y Jefes de Cuerpos facili­
ten al Padre Carbajal el cum plim iento de su co­
misión.
■l* — Comuniqúese, publíquese, y dése al R. Na­
cional.
(Firmado) R oca.
(Firmado) W . E scalante . »
Es copia fiel de sn original qne corre agregado
al Expediente D.-170-1903.
Sello

i r
— 167 -

que le quedaba libre de las faenas domés­
ticas, en aliviar especialmente la suerte do
las Hijas de María Auxiliadora en esto Pepública. Su afán consistía en conseguirles
casa propia; y cuando ya la sonreían las más
halagüeñas esperanzas, una maligna enfermediu’ cortó el hilo de su preciosa existencia.
La consagración y el tiuriño han sido el
lazo con que supo cautivarse ol amor y el
respeto no sólo do su familia, sino de cuantos
6xma. sra*
p H a Grund.
la conocieron y tratoron de cerca. Deja entre
1(S\A muerte nos lia arrebatado rápida ó los suyos una inmensa soledad y un mar di»
inesperadamente á esta gran bienhe­ ternura que ni aún la mano del tiempo j)odríi
chora, á esta caritativa y heroica madre de borrar.
Las Hijas de María Auxiliadora y los Salos pobres, la Bxma. B* Julia Grund. Su
muerte, si bien casi imprevista, ha sido un lesiauos conservarán perpetua inoinoria de
resumen de su cristiana y fervorosa vida, tan virtuosa y caritativa señorito : Jn me­
moria aeterna erit iustus, pues siempre es ben­
dichosa y edificante.
Como digna hermana de la piadosa y cari­ dita memoria la de un ángel que no deja en
tativa i>* Trinidad Grund (q. e. p. d.), fué su la tierra, sino huellas de virtud y amor im­
compañera en la vida de sacrificio y heroísmo perecedero.
Pero á todos nos consuele y sostiene el
cristiano que les dieron, tanta popularidad.
Sólo las buenas obras y sobre todo la caridad dulce pensamiento de que si hemos perdido
atraen sobre las almas la simpatía y la admi­ una excelente Cooperadora eu la tie rra , h e­
ración ; Dios las recompensa en el cielo con mos adquirido uua protectora más en el cielo.
una corona y los hombres en la tierra con
- R . I. F .
la santa memoria de sus virtudes.
Fuó Doña Julia, la que en unión de Dona
Trinidad, realizó tantas obras do caridad,
promovió tantas obras de piedad, y iiredico
tanto con el ejemplo las sublimes bellezas de
ME.flORIAS BIOGRAFICAS
nuestra v e u e r^ a Eeligión.
Durante la guerra de Africa, la Herman­
DE
dad de Paz y Caridad organizó un servicio
sanitario, y destinó un local para los jefes y
oficiales heridos, corriendo de su cuenta todos M O M S . l u i s L 7V S 7V G N ? \
los gastos, mas poco después hubo de desistir,
pues los recursos de la Hermandad no eran
(Continaación)
suficientes para realizar esta obra do candad;
en trance tan apurado s o aimdió á la caridad
de la doña Trinidad y dona Julia, y
Capítulo XVI.
echaron sobre sí tan pesada carga llevándola
adelante á costo de mil sacrificios. El go­ I>e Turín A Sampierdarena — Cor­
bierno de entonces quiso premiar á las vir­
dial recil>Í*aieato — A. Gordo del
tuosas damas malagueñas y las condecoró
vapor S a r o fe — A u e ^ x í ^ t l a n do Don
con la banda de damas nobles de María Luisa.
BoMCO — Dos días do tren — D íi
Muestra humilde Congregación hubo tam­
P rovidencia estA en todas partes
— E n alta mar — >£As espinas qne
bién do experimentar no pocas veces la ca­
rosas — 3£llaflfrosainente salvado.
ridad de tan cristiana Señora, que no
tenia con alistarse entre nuestras Cooperado­
Dorante el trayecto de Turín á Sampierras, se distinguió entre ellas por el celo y la
darena,
D. Lasagua tuvo la dicha de entre­
largueza eu ayudar nuestras obras.
Lloramos lágrimas de justo dolor sobre su tenerse en íntima conversación <mn D. Bosco;
tumba; elevamos por su bendita alma preces lo que sirvió no poco para aliviar sus penas
,
al Padre de las misericordias y suplicarnos y dolores.
El buen padre supo muy bieu aprovechar
á iXuestros Lectores que encomienden en las
aquellos preciosos nromentos para infundir
suysis á la cristiana y caritativa Señora.
Descanse en paz su alma generosa y buena. ánimo y valor en el joven misionero, y sin
darse cuenta desenvolvió ante sus ojos la
trama inmensa de sus apostólicos planes, para
la salvación de tantos infelices salvajes de
Ca Srita. líiaría Cuisa to b ar.
América, y para conservar la fe eu tantos
^ j o c o s días ha terminó sn mortal carrera emigrantes. E n tanto llegaron al Asilo de
la Srita. María Luisa Tobar, entusiasta S. Vicente de P aúl en Sampierdarena, donde
Cooperadora salesiana. Empleaba el tiempo D. Lasagna contaba gran número de herma-

i: •

— 16S —

nos y amigos, que le amaban con ternura, y
que lo demostraron á porfía su estimación y
aprecio.
Al día siguiente D. Bosco presentó todos
los Misioneros al gran Arzobispo de Génova,
Mons. Salvador Slagnasco, bienhechor insigue
de la I*ía Sociedad Salesiana, el cual después
do bendecirlos con efusión de afecto, tuvo
para todos palabras de suave consuelo, y en
calidad do Legado transmarino de la Santa
Sedo, les concedió todas las facultades nece­
sarias para ejercer las funciones síicerdotíües
en el buque.
El día 14 de Noviembre, día establecido
para la salida con rumbo á Buenos Aires,
nuestros Misioneros se dividieron en dos
grupos. El primero, capitaneado por D. Fran­
cisco Bodrato, .se embarcó en Génova á bordo
dcl vapor Stirnie de la Compañía de Trans­
porten Marítimos, el mismo que nn año antes
y el mismo día, había transportado á 1). Juan
Caglier») y á los primeros Salesianos que iban
á América. Don Hosco los acompañó á bordo,
visitó detenidamente y con solicitud materna
los cumarotcs y departamentos; les recomendó
particularmente al capitán, ÍSr. Giraud, con
(luien liabia entibiado estrechas relaciones,
y después de bendecirlos, volvió todo conmo­
vido al Asilo de S. Vicente de Paúl de Sampierdarena. Aquí, el buen Padre que aún no
.se había repuesto de la emoción probada y
del gran esfuerzo por retener las lágrimas,
tuvo quo asistir de nuevo íi otra separación,
si se quiero más dolorosa, pues el segundo
grupo, eapitauea<lo por D. Lasagna, estaba
]>ara partir a(piella tarde misma para embar­
carse en Burdeos. El ver á D. Lasagna aún
convaleciente, cmju'ender un viaje en ferro4!arril do casi dos días y dos nociies á través
de Francia, conduciemlo consigo á nueve
compañeros que aún uo Imbíau probado las
molestias do un viajo largo, el no imder acoml)añarlos él mismo hasta el buque para ase­
gurarse de quo estaban bien acomodados y
que nada les fjütaba, como había hecho con
los demás, debió hacer sufrir no poco el co­
razón bondadoso y tierno de D. Bosco. No
obstante las cosas uo se podían arreglar de
otra lm^nen^ pues la Junta de Villa-Colón
había establecido quo los Sali3Sianos desti­
nados al Uruguay, se embarcaran en Burdeos.
Eucontráinlose eu la im[K>sibilidad da acom­
pañarlos él mismo hashi el puerto, suplicó
el Sr. Comendador Gazzolo, cónsul argentino,
que el año precedente había acompañado ú
los primeros Misionero^ que iban á BuenosAires, que hiera sus veces y que tuviera
cuidado de sus hijos al menos hasta verlos
ya aeoimniados en el vapor. Pero aún no
terminaron con ésto las angustias de nuestro
ÍSiu>evior y Padre.
P ara reunir los medios necesarios á las
dos oxiK*dÍ4*ioues do Misioneros apostólicos,
había ü . Bosco hecho un llamamiento á la

caridad de los Cooperadores, y de cuantos
sentían en su pecho el estímulo -de la generosidad; pero, si bien había .recibido'cnantiosas sumas, no llegaban ,á cubrir toda^-gus
necesidades. Con no poco sacííñeio podo díte
á D. Lasagna algo más de lo .necesario'pata
el viaje desde Génova á Burdeos. Al-ponerle
en las manos unas pocas monedas de oro
que había alcanzado vendiendo algunos pa­
peles de la Deuda Pública, D. Bosco le hizo
esta dificultad: «jQ uó sería de tí si durante
el viajo se te ocurriese alguna imprevista ne­
cesidad? Dios sabe lo que siento uo poder
entregarte una cantidad mayor.»
Pero como hombre acostumbrado á confiar
siempre en la Divina Providencia, y sin­
tiendo remordimiento de haber dudado por un
instante de su intervención, añadió: Pero no
temas; la Divina Providencia está en Francia
y en América, como aquí en Italia. Abandó­
nate en sus brazos y nada te faltará. Ésto
le decía mientras cerraba la portezuela del
tren. D. Lasagna besó lloroso por última vez
la mano bendita de D. Bosco y el tren se
puso en marcha.
Sería necesario para comprender lo dolorosa
que filé aquella separación á D. Bosco y á
D. Lasagna, haber sido testigo ocular de la
escena, como lo fuó el que ésto escribe.
iíl viaje resultó bastante penoso para D. La.sagiui á causa do sus ordinarias dolencias, pues
era preci so permanecer doseternos días inmóvil
en los no muy blandos asientos de un vagón
de 3 clase, sin mía cama en que reposar,
sin poder tomar los alimentos que el estado
de su salud requería. No obstante, haciéndose
á sí mismo violencia, procuraba mantener
entre sus hermanos viva la alegría, ya con­
tándoles graciosas anécdotas, ya h.aciéndoles
notar la bellezas naturales do los lugares por
donde pasaban y especialmente invitándoles
á que estuvieran siempre unidos á Dios por
medio de las prácticas do piedad, que la santa
Kegla prescribe, y con buenas lecturas.
Por fin después do dos días de largo y pe­
noso viaje, llegaron á Burdeos. Su primer
cuidado, a|>euas se apeafoii fné preguntar en
el puerto de la Pauline, cuando debía salir
el buque para Montevideo: pero cual no debió
ser su amargo desengaño al oir que le res­
pondían: — Ustedes han llegado noche; el
vapor ha salido ayer por la tarde. — l Y
cuando saldrá otoo para el ini.smo destino?
— Dentro de quince días; fué la respuesta.
("Se continuará).

C«a affibtih k k lilcfiaad hkáUitx - Grah: JOSÍ QA16Q0
Conjuntos de fichas
Boletín Salesiano
1903