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Título
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BS_1912_06
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Descripción
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Boletín Salesiano. Junio 1912
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Fecha
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1912.06
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extracted text
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AÑO X X V II - N. 6
Edición de España
Junio de 1912
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(7 0 c)
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T u rin —
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V ia E o lto lcn a o N. 5 2 .
SUMARIO. La caridad en la educación II. . . . 145
Kl Monumento a D. B o s c o ............................................. >49
Vesoro espiritual................................................................. >^9
Libros regalados a nuestra R e d a c c ió n .........................149
Alegrías de familia: Bodas de oro del sacerdocio de
Mons. Cagliero y de otros dos Hijo.s de D. Busco 150
V tú, lector, ¿no tienes nada que expiar? . . . 152
Cartas de familia: De C o lo m b ia ...................................153
De O r e n s e ...................................................................... >55
D e n u e s t r a s m i s i o n e s . — China; De Macao a
Heung-Shan. — Trabajos apostólicos del Rev. P.
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Domingo Milancsio. — Flores y frutos: Un en
tierro c r i s t i a n o ............................................................ >5^
ICl Culto de'M aria .A u x ilia d o r a ................................... >úa
Gracias de Marín .Auxiliadora . . . . . . . .
163
P o r k i . m u n d o s a i . k s i a n o : Para el Tibidabo. —
Asociación de Kx-aluninos: l iedtna, Mataró, Se
villa, Salatnonca. — Crónica de los üi'iUorios
Festivos: c-alíwiauca, U’go. — N'oticia.s varias:
Huesca, Cindadela. Santander, Utrera, San Vito
Tagliamento..................................................................
Memorias biográficas de Mons. Luis Lasagna
170
(0
II.
iiites de pasar adelante en
estas breves observaciones
54 ^ sobre la caridad en la edu
cación, tal como la practicaba el Ve
nerable Juan Bosco, hemos de preve
nir una objeción grave, que, de poder
l] leerse en realidad a su sistema peda
gógico, le quitaría la fama con que lo
lun consagrado los asombrosos resul
tados obtenidos por él.
Ese trato amistoso, de amigo más
bien que de superior, que D. Bosco
recomienda a los suyos; ese espíritu
áe. familia que introdujo en sus casas,
merced al cual el superior debe encon
trarse en medio de sus alumnos, como
un padre en medio de sus h ’jos, jugando
con ellos, haciéndose niño con los ni(ij V. el número anterior.
ños para ganar los niños a Cristo; es
píritu de familia, del cual a veces los
niños abusan, valiéndose de él para
entregarse a desahogos de familiari
dad grosera, que ponen a ruda prueba
la educación del mismo educador; esa
condescendencia cariñosa que llega a
permitir a los niños todo lo que no sea
pecado, evitándoles todo disgusto injus
tificado, toda fatiga inútil; en suma,
esa caridad que todo lo tolera y todo
lo soporta, que procura hacerse amar
para hacerse temer, que estudia la ín
dole y las inclihaciones del niño para
dirigirlas sin contrariarlas, ¿no será
un obstáculo para la formación del
carácter? Suponiendo, que corríja,
aunque con la mayor dulzura posible,
las tendencias malas, ¿desarrollará
convenientemente las buenas, dando a
la voluntad la firmeza, el arranque
— 146 —
varonil, la constancia tenaz, que se
necesitan para triunfar enlaluchade la
vida? Porque el clavo de la educación
es eso; sin voluntad enérgica, empren
dedora, audaz a veces, no hay victoria
ni en los campos de batalla, ni en el
camj)o de la conciencia. En los com
bates con las pasiones, en las lides del
pensamiento, en los conflictos de la
vida social, en el trabajo cotidiano, en
las crisis extraordinarias, sin esa fuerza
impulsiva, dominadora, indomable, no
puede haber más Cjue derrotas y vícti
mas. Para esta lucha todo hombre
nace soldado, (pie no en vano la vida
del hombre sobre la tierra es milicia;
y si no armamos a los niños para la
concurrencia vital en la cual necesa
riamente han de encontrarse, ¿de qué
les servirá el haberse educado?
Ahora bien, a la vista salta que es
necesaria la contradicción, el esfuerzo,
para ({ue esa discijilina vigorosa pueda
realizarse; la mortificación bien enten
dida es la base de todos los procedi
mientos que se emplean para robus
tecer el carácter. Sin esa gimnasia de
la voluntad, ésta se atrofia, como un
órgano que no se ejercita; a lo menos
no llega a aquel grado de desarrollo
y resistencia que virtualmente lleva
en sí misma.
Y lo que decimos respecto al esfuerzo,
hay que aplicarlo también, a lo menos
en gran parte, al castigo, que es la
forma más violenta del esfuerzo; sin
omitir que a veces va acompañado del
dolor. Eos que creen poder educar sin
estos estimnlos, lean el último libro
« Schiild und Siilme » (Culpa y ex
piación) de Porster, cuya autoridad
en estas materias es universalmente
reconocida. A propósito de D. Bosco,
dice el ilustre pedagogo: « E l grande
educador italiano, D. Bosco, que, como
es sabido, fué uiio de los primeros que
humanizaron la disciplina (es decir,
introdujo mi poco de caridad en la dis
ciplina pedagógica, haciéndola más hu
mana) sostuvo firmemente y con prin
cipios claros, contra la moderna crimi
nología, que la pena es insustituible. Es
ta opinión de D. Bosco la defiende
el criminalista italiano, Sr. Ellero, en
un opúsculo titulado: « Apuntes sobre
los presos llamados incorregibles ».
No queremos privar a nuestros lectores
de las sabias observaciones de Ellero,
porque ellas, además de confirmar,
como dice Fórster, la necesidad dei
castigo, explican el pensamiento de
D. Bosco, respecto a su uso en la edu
cación, por más que Ellero trate de
los incorregibles y como penalista (i).
« Muchos tal vez fruncirán el ceño
al oir esta palabra castigo; porque
están penetrados cfel moderno sentir, a
saber, que el instituto penal debe des
pojarse del traíiicional espíritu vindi
cativo y regularse cada vez más por un
concepto curativo moral; y encuen
tran en la palabra y en el hecho de]
castigo un sabor ingrato, antipáticc
y repulsivo.
«Estos, quizás de buena fe, son vícti
mas de un doctrinarismo linfático que
les impide el contacto visivo de la
mente con las realidades psíquicas del
hembre. No distinguir la parte legí
tima que corresponde al fent^meno pu
nitivo en la compleja terapéutica mo
ral, es soñar despierto a mil y mil me
tros sobre el nivel de las realidades hu
manas. Estos, probablemente, si hu
biesen de descender de las nebulosi
dades de la especulación abstracta y
se vieran obligados a ver de cerca la?
innumerables formas de la protervia
humana, a palparlas para reprender
las y corregirlas, ¡ qué cambio tan
bnisco, o quizá, qué inversión de pola
ridad se verificaría en su espíritu:
Tal vez, despertándose repentinamente
de su sueño de mala digestión ideo(i) v . el Boleli» de marzo ig n , edición de Amérca,
P'g- 65-
—
U7 —
lógica, pasarían al exceso opuesto, pactar con enemigos abyectos, a los
como el péndulo que oscila de uno cuales debe hacer guerra sin cuartel
al otro extrem o, sin pararse en un hasta el último momento de su exis
justo medio; renovarían con toda se tencia; enemigos que, siquiera alguna
guridad el espectáculo del manzoniano vez lo derroten, no deben someterlo
Capitán de Justicia que, bajo la deter jamás. E l persuadir a un hombre
minante de una pedrada en la pro que sus pecados no le son imputables,
tuberancia metafísica frontal, convir además de hacerlo cobarde, (que el detió la plabra y aun el pensamiento de terminisno es la gran cobardía de decla
rarse impotente y vencido en la lucha
queridos hijos en el de: ¡Ah canalla!
Por lo tanto, prudencia punitiva, moral), por una inversión muy lógica
amorosa y sobria, sí; pero descartar el hace del culpable un cínico orgulloso
elemento penal es utopia e ignorancia que se jactará de aquello mismo que
más debiera humillarlo; no habiéndose
de la dinámica humana.
Podemos, es verdad, descubrir en la atrevido a domar sus apetitos, los de
delincuencia factores psíquicos y or clarará ley gloriosa de su naturaleza, y la
gánicos, fatalidades de ambiente, y más escandalosa desfachatez sería la
justificación de su pública inmoralidad. .
debemos estudiarlos y tenerlos en
cuenta; pero el sistema de considerar Entonces y a podría vanagloriarse de
siempre a ios delincuentes, no como ser lujurioso y asesino; y aun llegaría
culpables sino como víctimas, y ha a convertir el \dcio en virtud, repro
cérselo ver, es descuidar y adormecer chando a los castos y honrados como
la voz íntima y subjectiva, el fenó violadores de las santas leyes de la
meno de conciencia, que, aunque sub- creación, interpretadas y aplicadas con
jectivo, es un fenómeno positivo por místicos alardes de una santidad abo
la sencilla razón de que existe; todos minable, diciendo como el héroe de
lo sentimos y mene a ser el dinamó Jorge Sand: « Y o estoy en un estado
metro sensitivo del bien y del mal, sobrenatural... h:: obedecido a la Pro
estimulo fecundo de satisfacción y videncia ». Y la Historia esta ahí para
remordimiento. Es preciso, además, que contarnos las ceremonias religiosas del
se estimule el sentimiento de la repa culto de la A frodita y Príapo y los mis
ración en aquellos que más o menos ticismos de ciertas sectas que rechaza
ban, con el libre albedrío, la responsa
han perjudicado al cuerpo social... »
A pesar de lo largo de la cita, cree bilidad y el castigo que son sus conse
mos que hay que insistir aun más en cuencias.
Se comprende que el castigo pedagó
ese « adormecer la voz íntima y sub
gico
tiene otros fines más íntima
jetiva, el fenómeno de la cociencia ».
Por que creemos con honda convicción mente relacionados con la educación
que acallar esa voz sagrada que nos formal; pero no se pude prescindir
advierte cuando nos apeamos de nues del que acabamos de indicar, imponer
tra dignidad, es acercar el hombre al a las pasiones la ley del deber; estampar
bruto, acortando la distancia que los en el organismo del niño, por decirlo
separa; es ahogar con los relinchos así, el dominio de yo superior, ense
de la animalidad la voz augusta del de ñándole a posteriori que es dueño
ber, eco misterioso del Verbo eterno, de evitar sus faltas y debe evitarlas
que se revela a cada individuo en el precisamente porque se le castigan. I/)s
santuario de la propia conciencia; es teorizantes del interés pedagógico, que
todo lo confían a la satisfacción expeinducir pérfidamenlc al hombre a
— 148 —
rimentada en la actividad espontánea, nuestra naturaleza corrompida nece
se parecen a los sociólogos utopistas sita ante todo corrección, y hace falta
que sueñan con un trabajo delicioso. una autoridad fuerte que se la imponga;
Corregirse, estudiar, trabajar, en una que el niño no reflexiona y por lo tanto
palabra, educarse, son cosas pesadas. no se debe razonar con él jamás; que
« In sudóte vultus tui v'esceris pane » y su hgereza e inconstancia requieren
este sudor seguirá corriendo p o r' la rma disciplina severa que las enfrenen,
frente de los laijos de Adán, mientras porque sin disciplina no se forman los
corra por sus venas la sangre del pa hábitos arraigados; y otras mil razo
dre culpable. H ay sí, y debe haber, en nes en parte verdaderas y en parte
la actuación de la actividad, en el exageradas, que, por tener mucho de
trabajo, un placer; mas parece puesto verdad, parecen tan absolutas que no
allí para disimular el dolor, para ha hay manera de modificarlas sin im
cerlo aceptar sin grandes rebeldías y posibilitar, al parecer, la labor educa
hacer ])osible la vida.
tiva. Y con todo eso, nosotros, discípu
Nos h:mos detenido un poco, quizá los del « humanizador de la disciplitm »,
más de lo necesario, al indicar la ne seguimos creyendo que sin dulzura, sin
cesidad de estas dos cosas esfuerzo y esa caridad paciente y benigna no se
castigo, que parecen estar en pirgna puede educar bien; seguimos creyendo
con la dulzura y longanimidad propias que, según nuestro EvangeHo, lo mismo
de la caridad cristiana, en las relacio en la sociedad que en la escuela, el
nes escolares. Sin embargo, aun nos mayor debe servir al menor; estamos
falta mentar otra cosa que merece plenamente convencidos de que « a pe
unos renglones siquiera, porque es sar de tantos ejemplos de la malicia y
esencial tanto*en la sociedad civil como perfidia h'jmanas, el germen posible
en la educación de sus miembros: la de toda rehabilitación moral posible
autoridad. Ne se puede negar que lo produce el amor (i) ». Ese amor que,
el Sistema preventivo de D. Bosco, lejos de ostentar autoridad y mando,
fundado en <<.la razón y la religión », no se baja a los humildes, a los pequeños,
consiente al educador en el ejercicio busca a los golfillos en el arroyo y a
d(' su autoridad absolutismos ni ar los delincuentes en la cárcel, sufre sus,
bitrariedades, que muchos creen mani- groserías, olvida sus ingratitudes; y no
hístaciones esenciales de la m ism a; se cansa jamás de hacerles bien, sin
además, como la caridad es su espí exigir por ello ni los h añores de la au
ritu, reprime toda ostentación de su toridad ni el respeto de la jerarquía.
perioridad que no esté absolutamente
En resum en: quien dice caridad
justificada; sacrifica el educador al dice dulziira, indulgencia, compasión;
educando, obligándole por añadidura a
educación significa esfuerzo, trabajo,
so])ü¿‘tarlo todo v perdonarlo todo; dolor, mando; el Sistema preventivo
tle ah' {{xiQ se le Inya tachado de ser es ante todo amor y paciencia, ¿cómo
demasiado boiiach'ni y condescendien impone el esfuerzo? ¿cómo obliga a
te. A ciertos defensores de la auto la sumisión? ¿cómo fomenta las vir
ridad les parece que el maestro se des tudes activas?
prestigia tratando a los niños como si
Procuraremos responder a estas pre
fueran personas (sic); creen que no guntas en otro número.
educa, si res]^eta sus inclinaciones y
(i) Ellero loe. cit.
s\is gustos, (jiu» ellos tienen siempre
poi veleidades y caprichos. Dicen que
— U9 —
El Moitajxíeítto a J>\ 3osc©^
]i proposición del diputado Sr. llicheli, recibida con unánimes aplausos
en el primer Congreso Internacional
de .los ex-alumnos de los Institutos salesianos,
— de erigir en Turín en la plaza de Jlaria Auxi
liadora un monumento a D. Bosco para conme
morar el primer centenario de su nacimiento,
i6 de Agosto de 1815 — así como se va ganando
grandes simpatías en todo el mundo, de la misma
manera ha despertado sincero entusiasmo en
muchas y distinguidas personas seglares y ecle
siásticas de Turín. En efecto, la tarde del do
mingo iuA lbis, 15 de Abril; presidiendo el Exmo.
Sr. D. Pablo Boselli, primer secretario de S. 51.
el Rey de Italia, y el Sr. Manno, Senador del
Reino, se reunieron en el Oratorio varias ilustres
peisonalidades, entre ellas 5Ions. Condio, el
Comendador Sr. Molli, el arquitecto Sr. Ceradini, el ingeniero Sr. Canelli, el Sr. Marqués de
Corsi, el Sr. Gribaudi, el ingeniero Sr. Bairati
y otros más, para formar el Comité ejecutivo
del monumento. Otros distinguidos personajes
enviaron su adhesión. Asistieron también el
Prefecto General de la Pía Sociedad, D. P'elipe
Rinaldi, el abogado Sr. Mazzotti de Faenza y
otros miembros del Consejo directivo de la Fede
ración de los ex-alumnos de D. Bosco. Después
TESORO
E S P IR IT U A L .
Los Cooperadores Salesianos que confesados
y comulgados, visiten devotamente una iglesia
o capilla pública, o si viven en comunidad, la
propia capilla, y rueguen según la intención
del Sumo Pontífice, pueden ganar las siguientes
indulgencias plenarias:
Para el mes de Julio:
El día 2 la Visitación de la Virgen SS.
» » 7 la Preciosísima Sangre de N. S. J. C.
» » 16 la Virgen del Carmen.
de la breve relación del Sr. Gribaudi acerca de
los trabajos de la comisión, siguió una intere
sante discusión sobre las condiciones del con
curso y la circular para la suscripción. E l Exmo.
Sr. Boselli, después de haber evocado con pa
labras conmovedoras la memoria de D. Bosco,
dijo que sentía muchísimo que sus muchas
ocupaciones no le permitieran aceptar ningún
cargo que exigiese trabajo efectivo, declarán
dose dispuesto, no obstante, a prestar todo su
apoyo moral, l'ué elegido presidente el se
nador Sr. Manno y vice-presidentes Mons.
Condio, el Marqués de Corsi y el Conde de
Crestyolant.
Da Comisión ejecutiva, que procederá cuanto
antes a la formación del Comité internaciona),
aprobó y a la circular redactada por el Sr. 5Iarqués de Crispolti, que se publicará en las varías
lenguas. Nuestros alumnos improvisaron a
D. Pablo Boselli una cariñosa manifestación
de agradecimiento al salir del Oratorio; el ilustre
patricio, respondiendo a mi breve saludo que
le dirigió el Sr. Gribaudi. haciéndose intérprete
de las aclamaciones de los niños, dirigió a éstos
nobles y cristianas palabras, animándolos a
aprovecharse debidamente de la fortuna de
formarse en la escuela de D. Bosco.
Libros regalados a nuestra Redacción.
S a rr iá (Barcelona) • Librería S a lesian a. —
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Tierra Santa i>or D. M. Polo y Peyrolón.
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de la misma Compañía. En 8° (VIH y 508 págs.)
En rústica Fr. 6 — encuad. en tela Fr. 7.
ñLEGRlAS DE FAMILIA ^
Bodas de oro del sacerdocio de Mon^. Juan Cagliero
V D E O T R O S D O S H IJ O S D E D . B O S e O .
------ --------------------14 de junio de 1862, sábado de las cuatro
V¿H»Téinporas, Mons. Balma, Obispo titular de
Tolemaida, ordenó de presbíteros a los diáconos
ximo junio las bodas de oro de su sacerdocio}
tres hijos ilustres que han contribuido, cada uno
en su propia esfera, a acrecentar las glorias
. ‘ t.-. i
D. Ju an B . F ra n cesia.
D . Ju an B . L em o yn e.
D. Juan Cagliero y D. Jm n B. Francesia, que
celebraron su primera misa al dia siguiente en
el Oratorio de S. Francisco de Sales. Por la
tarde hubo academia en honor de los misacantanos y uno de los oradores comenzó su dis
curso dirigido a D. Juan Cagliero con este texto:
Dedi te in Incem gcntium iti portes nomen tneum
iisquc ad fines ícrrae. Y fué profeta.
K1 mismo día subió por vez primera al al
tar, en Génova, un nuevo sacerdote que Dios
destinaba también a nuestra humilde Socie<lad,
el Sr. D. Juan B. Lctnoyne. Son, pues, tres los
hijos de
Bosco que celebrarán el 14 del pró-
del Padre. La Divina Providencia les concedará
la satisfacción íntima que no tuvieron, a pesar
de tantas plegarias, ni D. Dosco, ni D. Rúa.
Juntamente con nuestro parabién, acompá
ñenlos las oraciones de nuestros cooperadores;
por nuestra parte, les repetimos a los tres las
palabras de D. Juan Francesia a D. Juan Ca
gliero: « El Señor os conserve por muchos años
para que nosotros podamos honraros y vosotros
darnos buen ejemplo; que os conceda ver mu
chos hermanos que, admirando vuestras empre
sas, sientan también en su corazón el deseo de
imitarlas..... ».
—
152 —
Y tú, lector,
¿no tienes nada que expiar?
Van llegando a nuestra noticia los sacrificios
que muchos se imponen para ayudar a la cons1rucci('>n de! Templo Expiatorio Nacional del Ti[)idabo.
I’ero las páginas, que a ello dedica nuestro
simpático colega « K 1 Vblc. J uan Bosco y el Tibidabo », jjara el que sabe leer entre líneas, in
dican que los individuos que se han desprendido
d(; una suma más o menos considerable (aun
que aquí el valor efectivo del sacrificio no tiene
nada (¡ue ver con el valor nominal de la ofirenda)
para liacer con ella un obsequio al Corazón de
Jesús, no son los que tienen más que expiar.
Podríamos jurar que ninguno de ellos ha incen
diado iglesias, ni ha atropellado cuidadanos in
defensos, ni ha asaltado bancos ni demolido
conventos. Con toda seguridad que osa señora
que se priva de una alhaja y la otra que renuncia
a un viaje, no serán damas rojas; los caballeros
que sacrifican los habanos, y los obreros que
üfriCoi) sus pobres ahorros, no pertenecerán
a las hordas de jóvenes bárbaros ni a la clase de
los grandes culpables. Y jjrecisamente porque
son los mejores, son los primeros en ofrecer sus
sai riticios expiatorios al que expió todos los pe
cados del género humano sin haber cometido
ninguno.
Les otros ni se cuidan siquiera de enmen
darse, cuanto más de hacer penitencia; así como
en su mente se oscureció la belleza de la virtud,
de] niisnm modo se eclipsó la luz de su concien
cia ; no comprenden la necesidad de rehabi
litarse por medio de la expiación.
Y sin embargo, la justicia de Dios no entiende
de aceptación de personas, ni ha cam biado; su
ley soberana continúa disfrutando de la eterna
sanción que establece la diferencia metafísica
entre el bien y el mal; y si la reparación volun
taria, divinizada por la gracia, no hace olvidar
nuestras faltas, el dolor forzoso vendrá tarde o
temprano a vengar las satisfacciones ilícitas y
a jcstabk'cci el orden moral. Pero, por dicha
nuestra, esta solidaridad implacable dcl mal
que nos Imce responsables del i>ecado de nues
tros primeros i)adres, transmitido degeneración
en generación tan misteriosamente como se
transmite la vid a , está compensada con la
Cvimunicación del bien; y con el dogma ter
rible de la transmisión de la culpa nos enseña
la fe el dogma consolador de la participación
del iikrifo. E! pecado de Adán queda borrado
con li;s méritos de Cristo; si sufrimos las cotisecuencius de los pecados de los malavados, go
zamos de la comunión de los santos, es decir,
hay entre ellos y nosotros una especie de comu
nismo espiritual con que participamos del bien
que no hicimos.
¡Cuántos pecados hallarán ante el tribunal de
Dios perdón por estos sacrificios! ¡Diez justos,
cuya justicia, según se desprende del texto
sagrado, no pasaba del nivel de una'santidad
bastante común entre los cristianos, hubieran
bastado para salvar cinco cuidades, cuj'os pe
cados debían ser muy grandes cuando la mise
ricordia de Dios hubo de castigarlos con un di
luvio de fuego, porque el de agua hubiera dejado
inultas las voluptuosidades nefandas de aque
llos cuerpos corrompidos! Podemos asegurar,
pues, que tantos justos que ofrecen sus priva
ciones para expiar sus pecados y los ajenos, el
mérito de estas ofrendas tan ricas de caridad
generosa y explatoiia, atraerán el perdón, borra
rán las culpas de los más; y aunque hubiera en
tre nuestras ciudades alguna Sodoma, que por
fortuna no la hay, el brazo de la justicia di .úna
se detendría; lo cual quiere decir que la ex^ iación ha logrado su objeto sublime.
Por eso tenemos confianza pleca de que este
templo será expiatorio de ve: dad; y porque son
muchos más de los que figuran y figurarán en
las listas de los sacrificios, los que se ofrecen por
los culpables, los que reparan las ofensas que
adoloran el bondadosísimo Corazón de Jesús,
esperamos que la expiación será tan real como
fueron las ofensas, y el amor de los buenos borará hasta la huella de la malicia de los preva
ricadores. ¡Y cuántos sacrificios faltan todavíal
¿Quién podrá calcular su número dentro de
unos cuantos años? ¿Quién señalará el límite a
la caridad de k s buenos, a este deseo ardiente de
sacrificarse por el que se sacrificó por nosotros,
hasta morir en un afrentoso patíbulo? Es un
hecho repetido mil y mil veces en la historia que
en el corazón del hombre, así como junto a la
necesidad de creer brota un deseo de negar, de
igual manera jpnto al apetito de delinquir
aparece un ansia ardiente de satisfacer; un im
pulso irresistible de expiación, producido por
la conciencia de la culpa y una intuición mis
teriosa de la virlu 1 santificante del dolor. Laí
víctimas humanas de la antigüedad; las ceremo
nias sangrientas de los pueblos a los cuales nc
ha llegado aún la noticia del sacrificio único de.
Calvario que anula todos los demás; las maceraciones de los anacoretas y las penitencias de al
gunos santos, son otros tantos fenómenos de
esa gran ley que restablece el equilibrio en e
mundo de las almas. La humanidad ha sentido
siempre esta necesidad invencible de reconci
liarse con su Dios por medio del sufrimiento;
por eso se castiga para presentarse purificada
— 153 —
ante el Santo de los santos y ha hecho de la ex
piación una parte esencialísima del culto.
El cristianismo ha rectificado y sustit\ildo las
aberraciones de ese afán, justo y necesario en
el fondo, de justificarse por medio del sacrificio,
añadiendo a la necesidad de expiar, el deseo de
agradecer la expiación definitiva que Jesucristo
ofreció por todos los hombres, y el deber de
mostrarle, sacrificándonos por él, el amor in
finito que él nos manifestó muriendo por nos
otros.
Desgraciadamente muchos hombres no han
querido reconocer la eficacia de sus dolores y
pagan con monstruosa ingratitud el beneficio
incalculable de la redención. « jCaiga su sangre
sobre nosotros y sobre nuestros hijOS », gritan
borrachos de satánico orgullo; pero, ¡oh misterio
adorable de la infinita misericordia! Esa sangre
que, al caer sobre la humanidad deicida, debiera
haberla reducido a pavesas y raído c e la faz
del planeta, cae como lluvia bienhechora, la
vando las iniquidades del mundo y rediimendo
a los mismos que la habían derramado.
[Que ciegos son los que no ven la reconcilia
ción operada por el sacrificio de J esús 1 ¡ Qué
desgraciados los que no comprenden que ese
sacrificio, ofrecido por los pecados de todos, debe
ser completado con el sacrificio de cada uno!
¡Qué indignos son de la gloria los que no com
prenden el sacrificio! ¡Qué cerca están de ser
réprobos los que no aspiran a santos, los que
nada tienen que expiar....!
¡Oh almas que padecéis hambre y sed de jus
ticia! venid a calmarlas en tom o del Corazón
donde se alberga la santidad infinita de Dios.
Corazones puros, ansiosos de más pureza, venid
a buscarla, uniendo vuestras mortificaciones al
sacrificio trascendente, cuya víctima es el co
razón más puro que ha palpitado en la creación;
corazones purificados por el arrepentimiento,
venid a purificaros más con la sangre del que
lavó vuestros extravíos; corazones sedientos de
amor, venid a desahogar vuestras ternuras en
el Corazón amabilísimo que mereció ser el ór
gano de las ternuras inefables del Padre celes
tial; corazones atormentados por anhelos de
santidad, que buscáis en el sacrificio el placer
absoluto, inagotable, eterno, de ser santos, venid
todos, alzad el vuelo en peregrinación espiritual
durante este mes de junio al Tibidabo, al monte
santo, donde se alza el esplendoroso trono del
Corazón de Jesús.
Y vosotras, almas que os sentís creadas para
los goces de la eternidad y sin embargo no te
néis energía suficiente para renunciar a los ha
lagos de la materia; almas miopes que no veis
más allá del horizonte sensible, vemd también
al Tibidabo. Desde allí descubriréis las regiones
encantadas de lo sobrenatural donde la vida se
eterniza; la mirada de Jesús dará luz a vuestros
ojos, y lloraréis lágrimas dulcísimas que ablan
darán vuestra insensibilidad; el germen de la
santidad, depositado en vuestro seno por el
bautismo y enterrado tantos años en la escoria
de afectos demasiado terrenos, brotará regado
por ese llanto vivificante y levantará sus tallos
h^ri> las regiones suprasensibles del amor in
finito, la luz increada, la belleza subsistente.
Hagamos este mes de junio una ascención
en pos de nuestro hermano mayor, Jesús, para
acércanos más a él, para unimos más a su Co
razón divino con esa unión sobrenatural que for
mará en la vida eterna nuestra eterna dicha.
Para ello purifiquémonos. Purificarse, para el
que ha cometido pecados, quiere decir arrepen
tirse y expiarlos. ¿ Y quién de nosotros no ha
hecho pecados? ¡Si la justicia de Dios estuviera
acechando el primero para arrojamos lejos de sí
para siempre.....! Purifiquemos nuestros cora
zones por medio del sacrificio, haciendo, como
ofrenda del mes consagrado al Corazón de Jesús,
urna limosna expiatoria para el Templo Expia
torio Nacional del Tibidabo.
Cartas de familia.
D E COLOM Bin.
Ibagué, 24 de noviembre de 1911.
Amadísimo Padre Albera:
reo que le será cosa grata recibir alIViM guna noticia de este Colegio de Artes
y Oficios. Por esto quiero hacerle una
breve relación de lo que se hizo para clausu
rar el curso en este año que y a está para
concluir. E l día fijado para la sesión solemne,
o sea, para la distribución de premios y
salida a vacaciones, fué el 19 de noviembre.
Con la debida anticipación comenzaron los
alumnos a preparar los trabajos que debían
figurar en la exposición, que se acostumbra
hacer todos los años, y a repasar las materias
escolásticas aprendidas en las escuelas noctur
nas para tener un buen examen.
E l día 18 se abrió la exposición de las varias
obras ejecutadas en los talleres, con un lucido
examen de teoría que dieron públicamente cinco
jóvenes que, habiendo terminado su apren
dizaje, iban a recibir su diploma de habilidad
en el arte respectivo. Si el examen teórico resultó
brillante, mucho más lo fué el práctico, es decir.
— 154 —
las obras ejecutadas por los mismos almnnos,
para demostrar al público que verdaderamente
eran dignos del diploma que se les iba a con
ceder.
Todas las personas que visitaron dicba expo
sición quedaron altamente satisfechas, y daban
gracias a Dios por tener en Ibagué una escuela
de Artes y Oficios donde los niños aprendían
a trabajar con tanto gusto y perfección.
Pero la obra que a todos agradó mucho más,
la que todos miraban con más complacencia,
fué la presentada por los alumnos de la Colonia
Agrícola. Creo que también V. R. experi
mentará especial gusto en que le dé alguna ex
plicación. y así voy a hablar de ella un poco
más detalladamente.
Si en todas partes es útil fomentar la industria
agrícola, porque es la que produce el sustento
de que nadie puede prescindir, aquí es de
importancia suma, por el abandono en que se
encuentra, a pesar de ser ella la única que puede
poner remedio a la crisis económica que aqueja
hoy a esta República. Por eso era nuestro deseo
más ardiente establecer cuanto antes una co
lonia agrícola, donde se pudieran formar buenos
agricultores que con su ejemplo sacudieran la
inercia de otros muchos; y así se diera vida a una
industria que es fuente inexhausta de tantos
bienes para los individuos y para la sociedad.
Muchas fueron las dificuldades que hubo que.
vencer; pero por fin este año logramos poner'
por obra tan hermoso pensamiento, recibiendo
unos diez jóvenes gratuitamente para comenzar
con ellos la Colonia Agrícola.
A corta distancia del Colegio hállase una
extensión considerable de terreno, regalado por
unos señores para una Colonia Agrícola. El
famoso trabajo, pues, que ofrecieron al público
los jóvenes agricultores, fué precisamente este
campo cubierto todo, no de monte como estaba
antes, sino de plátanos, café, cacao, fréjoles,
garbanzos, maíz, papa, trigo, etc.
Sobre todo se trabaja en el cultivo de la vid,
con la esperanza de llegar por fin a aclimatarla
en esta tierra.
En los últimos días del mes pasado tuvimos
la muy agradable visita de nuestro muy amado
Inspector, el Padre Aime; y aprovecliamos esta
ocasión para que el mismo bendijese los sem
brados y pusiese la nueva Colonia Agrícola
bajo la protección de S. Isidro, patrón especial
de los agricultores.
Acompañados por la banda del Institiito
y los alumnos del colegio, llevamos la imagen
del Santo, que fué colocada en el centro del
campo, en una casita que aquel día estaba
engalanada con festones hechos de frutas de
varias especies. AUi se bendijo la imagen, luego
el campo y sus frutos. Se cantaron salves, hubo
discursos; y todos pasamos un rato muy en
tretenido.
Cuando el Sr. Gobernador del Departamento
vino a visitar los trabajos de los talleres, quiso
también visitar el campo de S. Isid ro; y quedó
sumamente complacido al ver que los salesianos
están realizando tan cumplidamente los deseos
del Gobierno. Para que quedase un recuerdo
de esta visita tan honrosa, un fotógrafo tomó
una vista del campo y de los que acompañaban
al Sr. Gobernador. ¡ Quiera el Cielo que esta
Colonia comenzada con tan felices auspicios,
siga progresando de modo que llegue a figurar
entre las muchas y muy notables a que ha
dado vida nuestra Congregación!
O R E N S E — L a s prim icias.
E l día 19 se verificó la Sesión solemne pre
sidida por el General D. Antonio Pineda, como
representante del Sr. Gobernador y del Director
de Instrucción Pública. Lo que dió mayor realce
a este acto fué un examen de religión que dieron
algunos alumnos, consistente en la resolución
de las objeciones más comunes que suelen
aducir los incrédulos contra la religión católica.
Un sacerdote hacía el papel de objetante, y
los alumnos interrogados daban una brillante
contestación que dejaba el adversario sin poder
replicar, forzado a confesar que lo que había
dicho antes era un disparate. Acto continuo,
se hizo la distribución de premios de conducta
y aprovechamiento a los alumnos que supieron
merecerlos. Los jóvenes Luis Buendía, Daniel
Sandoval y Pablo Emilio Veloza recibieron el
diploma de habilidad en Sastrería, el jóven
Pedro Barreto en Zapatería y Domingo Parra
en Carpintería; estos con discursilos muy sen
tidos manifestaron sus sentimientos de gratitud
— 155 —
V benevolencia hacia el Instituto que les había
dado educación y los había puesto en estado
de ganar honrosamente el sustento de la vida.^
i Ojalá que en los años venideros podam os so
lemnizar del mismo modo el térm ino del curso,
teniendo alumnos aprovechados como los que
este año se retiran del establecim iento, para
tener así el gusto de ver aum entar cada año
la asociación de los antiguos alumnos con jó
venes que sean m odelos de v ir tu d y trabajo
donde, quiera que se h a lle n !
Hé aquí, amado Padre, lo que qu en a con-
O REN SE —
indicios de haber arraigado bien. No podía
por menos de ser así; pues siendo la obra salesiana, la obra por excdencia proxilencial ade
cuada a los presentes tiempos, no había de dejar
privada de su benéfico influjo, a esta ciudad
en que, a pesar de ser muy católica, abunda mu
cho la juventud menesterosa del pan de vida,
de la enseñanza sólidamente cristiana. A Dios
gracias, hemos dado principio a una clase ele
mental, a la que asisten más de 40 alumnos,
que bien merecen ser la base de unas escuelas
de mayor importancia, por su buen corazón
Em brión del Oratorio festivo .
tarle. Ruegue, pues, mucho a Dios para que po
damos trabajar como dignos hijos de D. Bosco.
E
Su afmo. hijo
M. H e r i d i a , Pbro. S.
n r iq u e
D E ORENSE.
Rvtno. Sr. D. Pablo Albera:
Como estoy plenamente convencido de que
las buenas nuevas alegran sobremanera el co
razón de im padre, deseo ponerle al corriente
del desarrollo que v a tomando esta casa de
Orense.
Hasta el presente se ha sembrado el grano de
mostaza, ahora empieza a germinar; pero con
y noble proceder. Da esperanza que tengo del
próximo desarrollo está fundada en las mues
tras de simpatía que los nuevos cooperadores
dan hacia la obra, ofreciendo protejerla con to
das sus fuerzas ; para ellos le pido una especial
bendición de María Auxiliadora. También me
persuade a creerlo el ofrecimiento que nuestro
Rdo. Sr. Inspector nos hizo de mandarnos
cuanto antes un sacerdote que nos ayude en
nuestras tareas, sirviendo al mismo tiempo de
confesor de la comunidad y de los niños.
No se olvide, amadísimo Padre, de tener pre
sentes en sus fervientes oraciones a esta pe
queña comunidad y especialmente a este su
Afmo. hijo in C. J.
Salvador F
Orense, 30 de abril de 1912.
ernández.
E l m otivo de nu estra partida de M acao.
Hospitalidad fraterna. —
Varias ofertas.
Macao fué el primer campo de acción de la
Obra Salesiana en China \ y aunque pequeño
en sí, fué grande por los sacrificios con que du
rante cinco anos los hijos del V. Bosco traba
jaron en su desarrollo. Ahora que, por así de
cirlo, y a salía de la infancia y entraba en un
periodo risueño de engrandecimiento, vino, como
ya de todos es conocido, a amortiguarse su vi
talidad en un momento.
Y a desde el principio de la revolución política
de Tortugal, el sobresalto y una dolorosa per
plejidad se había apoderado de nosotros; pero
confiábamos aún que, vista la necesidad de nues
tra Obra y la benevolencia con que había sido
acogida por los ciudadanos y las autoridades,
seria respetada. En verdad tal fué la intención
la mañana volvimos a la capilla para celebrar la
S. Misa en la cual todos comulgaron y oraban
con tanto fervor y devoción que nos hacían
llorar, todos ellos pedían la gracia de poderse
reunir de nuevo con nosotros.
Salimos de la Iglesia. Antes de acompañarlos
al vapor, apiñándose entorno nuestro se desha
cían en muestras de afecto y cariño; y tomán
donos de la mano la estrechaban fuertemente
entre las suyas haciéndonos prometerles que ape
nas pudiésemos encontrar una nueva morada,
los llamaríamos de nuevo a nuestro lado, en
tanto que algunos vivarachos revoltosillos, de los
que más se habían distinguido por sus travesuras,
se arrodillaban pidiéndonos perdón. Puede ima
ginarse. amado Padre, la violencia que debimos
hacer a nuestros corazones en aquellos instantes.
Finalmente, después de haber acompañado la
mayor parte a las diversas estaciones, nos que-
—
157 —
daban algunos, aunque no muchos, los cuales no
tenían donde ir, y estos los consignamos al Sr.
Obispo que se habla retirado al Seminario con
la mayor parte del clero del país.
Nuestros hermanos, D. J. Olive y P. Carmagnola, partieron en seguida con los equipajes
para Hong-Kong. mientras nuestro hermano Rota
y yo nos entreteníamos en ordenar las cosas que
ann quedaban, y sobre todo enterando a uno
que quedase al corriente y diese razón de
la contabilidad. Después de mediodía partimos
también nosotros, con el corazón oprimido por
el dolor y pena, siendo aquella misma tarde re
cibidos en Hong-Kong con la maj’or amabilidad
Sr. Merel, Prefecto Apostólico de Cantón, el
cual se propuso confiamos una casa de Artes y
Oficios en dicha ciudad, sobre cuyo asunto ha
blamos extensamente. E s su Excelencia el pa
dre de los Misioneros, y estaba ansioso de vernos establecidos a su lado para lo cual nos había
preparado bien el terreno y confiaba en el buen
éxito de sus ideales. En tanto recibíamos in
vitaciones semejantes del Exmo. e limo. Sr.
Arzobispo de Manila, del limo. Sr. Obispo de
Lipa, en las Filipinas, de Jo-nau Septentrional
y de otros puntos de la China.
Lo que más sonreía aquellos días a nuestro
ideal era la esperanza de poder entrar en la
misión propiamente dicha;
pues, S. K. lima. Mons.
Paulino de Acevedo, Obispo
de Macao, que fue el pri
mero que llamó a los Salesianos a la China y los sos
tiene constantemente con
generosa bondad, decía que
no pennitiría en manera
alguna que nuestra Obra
faltase en su diócesis; y no
pudiendo tenernos en su
ciudad episcopal, era de
esperar nos confiase uno
de los muchos y amplios
distritos en que abunda
su Misión de la China.
Y en realidad de verdad
así fué.
H acía la nueva Misión.
Nuestra ansiedad. — Curioso y
solemne recibimiento.
CHINA —
E l i '' de mayo acei>tamos definitivamente la evangelización del distrito de Heung-Shan, si
tuado al mediodía del Imperio, y tomamos po
sesión de la nueva residencia el 8 del mismo mes.
Es Heung-Shan un nuevo puerto, que los
chinos intentaron establecer a pocas horas
de distancia de Macao; y aunque no salieron del
todo airosos en su empresa, es sin embargo
Heung-Shan un centro importante con buenas
comunicaciones con las muchas ciudades y pueblecitos que lo circundan.
La mañana del 8 de mayo dimos un afec
tuoso saludo de despedida a los Padres Ita
lianos de la Misión de Hong-Kong, que tan ca
riñosamente nos habían acogido y agasajado
durante nuestro destierro.
Muy conmo\’idos estaban ellos al damos la
despedida, pero no lo estábamos menos no£0':ros;
algunos quisieron acompañarnos a bordo y to^
dos nos auguraron días gratos y alegres en nues-
Aldea de S. José. Niños de primera comunión.
y cariño por S. Excia. Revma. Mons. Domingo
Pozzoni, Vicario Apostólico, y por los buenos Pa
dres Misioneros de S. Calógero de Milán, pudiendo
allí de nuevo vemos unidos con nuestros her
manos.
La Divina Providencia, que jamás abandona
a sus elegidos, nos quiso consolar con la propues
ta de dos nuevas fundaciones. Una Sociedad de
célebres chinos se nos ofreció a trasportar por
completo nuestro instituto a las cercanías de
Cantón. Era una empresa generosa, tal vez su
perior a sus fuerzas, por lo cual me pareció sería
lo mejor limitarme a mostrarles mi agradeci
miento y tener en cuenta su ofeita tan noble
y desinteresada; no obstante, será siempre
una prueba más de la buena voluntad de sus
promotores y de la simpatía que la Obra del V.
D. Sosco ha despertado en China.
Agiadable nos fué la oferta delF.xmo. e limo.
* *
-
-58 -
tro viaje y nueva Misión. iDios les recompense
con creces tanta bondad y largueza!
Debido a una inesperada combinación, el va
por que nos debía conducir a la meta de nuestro,
viaje era el mismo que seis meses antes nos ha
bía trasportado como prófugos de Macao; ¡pa
recía darnos una especie de satisfacción 1 Ape
nas el personal de servicio nos reconoció y supo
el término de nuestro viaje, vinieron a cumpli
mentarnos, prodigándonos toda clase de obse
quios y atenciones.
Hicimos un viaje felicísimo; y sin el'menor in
cidente tocamos al caer de la tarde el último
puerto en que debíamos hacer escala.
Nuestro entusiasmo iba creciendo porque está
bamos plenamente confiados en la Providencia
del Señor; sin embargo, debo confesarlo, no nos
sentíamos libres de una cierta an
siedad.
F-!--------- La residencia estaba aún bas
tante lejos del punto de desemj
barque y nosotros no conocíamos
el camino, ni el lugar, ni las per
sonas; lo que sí sabíamos era que
había una ley particular de pros
cripción para todo misionero.
¿Cómo arreglárnoslas? Esto era
lo que traía preocupado en aque
llos momentos nuestro pensa
miento.
Pero la divina Providencia
guiaba nuestros pasos. No había
aun tocado tierra el vapor, y ya
vimos un grupo de personas que
parecía esperamos, dos de las
cuales nos saludaban alegre
mente.
Eran dos ex-alumnos dé Macao
que, habiendo sabido al acaso
nuestra llegada, habían venido
a esperarnos al puerto no sólo para recibimos
y saludamos, sino también para permanecer en
nuestra compañía por algún tiempo y ayudamos
los primeros días de nuestra estancia en aquel
lugar completamente desconocido para nos
otros. Los demás eran curiosos, gente amante
de novedades, pero animados de las mejores
intenciones.
En tanto se animan los círculos, se cuchi
chea, se nos mira con curiosidad y simpa
tía, corren hacia nosotros..... Pues nada, que se
había esparcido la nueva de que acababan de
llegar dos profesores uno de inglés y otro de ale
mán, que abrirían ün colegio con clases de len
guas, de física y una grande.... zapatería con es
cuela de banda.
Nuestros ex-alumnos les habían explicado
nuestros trabajos realizados en Macao, imagi
nándose sin duda que en Heung-Shan coatinuaríamos haciendo lo mismo. Por esto mu
chos de ellos, aunque contrarios a nuestras ideas
religiosas, nos hicieron aquel recibimiento, en
tusiasmándose tanto al vemos que, cogiendo
nuestras maletas los unos y conversando los
otros, nos acompañaron casi todos hasta la ciu
dad.
Tantas eran las preguntas que durante el
trayecto se nos hacían que difícilmente podía
mos contestar a todos. Unos nos decían que les
mostrásemos las hormas, otros que les dejásemos
ver el cuero y la suela; quien preguntaba el pre
cio de un par de zapatos, quien quería ver los
instnimentos de música, el bombo, la caja y los
platillos; otros nos suplicaban que les enseñáse
mos a hacer jabón, a extraer y purificar el car-
-v-’ '
0 ^
SOA M U I (China) —
Salinas.
bón, a hacer una instalación eléctrica; en fin, te
nían de nosotros tal concepto que nos creían
sabios, capaces de conocer y hacer todo con la
mayor perfección imaginable.
Excusado es decir lo maravillados que que
damos de tanto candor y simplicidad, y del reci
bimiento tan inesperado que se nos dispensó.
Pero no paró aquí nuestra sorpresa. Al
llegar a la ciudad, salió á nuestro encuentro un
alto funcionario para damos la bienvenida en
nombre de todos los ciudadanos, disparándose
al entrar una infinidad de bombas en señal de
alegría.
Los pobrecitos abrigaban la risueña esperanza
de que nuestras fábricas y nuestros colegios
volverían a realzar de nuevo el comercio, ahora
casi muerto, de aquella ciudad.
Caminábamos, por decirlo así, de sorpresa en
159 —
sorpresa; pero ¡cuál no sería nuestra maravilla
al entrar en la residencia que el limo. Sr. Obispo
había preparado, al ver que todo se hallaba en
su sitio y con el mismo mobiliario que nos
había hecho tan buenos ser\úcios en los cinco
años que habitamos en el Orfanotrofio de Macaol Fue este tm pensamiento gentil y peregrino
de S. E . lim a. ¡ Cuántos recuerdos al ver aque
llos objetos y a familiares para nosotros! Servi
ciales en extremo nuestros dos ex-alumnos, ha
bían tenido también la atención de hacemos pre
parar una suculenta cena; así que, despachada la
gente, nos sentamos a la mesa y tomando nues
tros palillos hicimos honor al buen arroz chino.
Mas tarde nos retiramos a descansar cada uno
a nuestra respectiva estancia, no sin haber dado
antes gracias al Señor por los favores recibidos,
y hasta de la dulce ilusión de haber vuelto a
nuestro querido Orfanotrofio, en medio de nues
tros niños.
Hasta aquí todo había salido a pedir de boca ;
pero como en las cosas de este mundo no puede
hallarse la felicidad completa, esperábamos que
alguna dificultad había de salimos al encuentro
pues habíamos caminado largo trecho sin tro
piezos; así sucedió en efecto, y la pmeba no se
hizo esperar mucho tiempo.
N u e stra c a s a a rru in a d a .
Niogana desgracia personal. —
Manos a la obra.
Pocos días hacía que nos hallábamos en el
nuevo nido, cuando vino a sorprendemos una
lluvia torrencial y prolongada; nuestra linda
casita, de mucha apariencia sí, pero que en rea
lidad era de adobes cubiertos exteriormente de
cal, no tardó en sentir la influencia del agua que
penetrando por el techo ponía en peligro sus pa
redes. La primer alarma fué en la habitación
donde dormían algunos criados y los ya cono
cidos ex-alumnos. Serían próximamente las dos
de la noche y nosotros dormíamos tranquila
mente, cuando el tabique que separaba dicha
estancia de la cocina, desmoronándose por el
agua, se vino a tierra con gran estrépito.
Desperté sobresaltado al sentir aquel mido,
e imaginándome en seguida lo que había suce
dido, me dirigí hacia la cocina a oscuras; y fué una
verdadera providencia, pues apenas había salido
fuera de mi habitación, cuando bamboleándose la
pared a que se hallaba arrimada mi cama, cayó,
dejándola sepultada entre sus escombros. Llamé
en seguida a D. J. Olive, el cual se había también
levantado al sentir el mido y estaba a dos pasos
de distancia de m í; sólo que no nos habíamos
visto debido a la oscuridad. Asidos el uno del otro,
nos fuimos hacia la habitación por donde había
comenzado la ruina. Los dependientes apenas
sintieron cm jir las paredes y caer los primeros
adobes, se dieron precipitadamente a la fuga; sin
esperar a vestirse, en\nieltos en la colcha de la
cama, se habían lanzado a la calle, donde estaban
más muertos que vivos por el miedo y el agua que
caía a cántaros. Al sentir nuestras voces se rea
nimaron un tanto y nosotros, viendo que no ha
bía sucedido ninguna desgracia personal, de lo
mas íntimo de nuestro corazón prorrumpimos en
un fervoroso ¡Deo gratias!
Volvimos a entrar en casa con la debida
precaución, y habiendo podido encender una luz,
procuramos encontrar un sitio seguro en otro
lugar donde poder pasar el resto de la noche; que
fué toda de desasosiego, pues nos despertaba a
cada momento el mmor de otras paredes que
se desplomaban, aumentando nuestro sobresalto.
A l romper el día, con la ayuda de algunas bue
na personas, pudimos, como Dios quiso, desen
terrar nuestro ajuar y trasportarlo a otra casa
vecina más segura; desde allí, durante todo el
día y la noche siguiente, sentíamos el estruendo
que hacían, derrumbándose a intervalos, los pare
dones que quedaban en pie de la casa y que
cedían al leve empuje del viento y el agua.
Así quedaba destruida nuestra primera resi
dencia de Heung-Shan; y si bien nos fué dolorosa
esta pérdida, no obstante palpamos una vez más
la visible protección de la Providencia, habien
do quedado ileso todo el personal. Acordán
donos de rma peripecia semejante ocurrida a Don
Bosco en sus primeras construcciones del Ora
torio, consideramos la nuestra como señal de
buen augurio.
Ciertamente que el demonio no debería estar
muy contento de la llegada de algunos Misio
neros al terreno en que hasta aquellos días había
reinado con tanta tranquilidad y sin enemigos.
El agua continuó cayendo sin cesar por es
pacio de una semana, con gran sentimiento nues
tro, pues nos veíamos obligados a estar ence
rrados; aunque nos convenía tanto el hacernos lo
más pronto posible una idea del país y de las
alquerías que nos rodeaban.
Finalmente cesó la lluvia y el mal tiempo, y
pudimos dar comienzo a nuestra exploración, co
menzando por reconocer los pueblecitos, las vías
de comunicación, el número de habitantes y el
concepto que de nosotros se tenía.
¿Cuáles fueron los resultados? Oímos decir
con un poco de admiración y de curiosidad:
i Mira aquellos demonios europeos.......! Seguraguramente lo decían por causarles estrañeza
nuestra barba, cosa que jamás allí se había visto;
pero debemos confesar que, fuera de esto, no se
nos dirigió ni el mas ligero insulto) antes al
contrario fuimos recibidos con cortesía y defe
rencia. Pero ¿cuándo, amadísimo Pddre, ten-
— i6o —
dreraos la grata satisfacción de anunciarle un
buen númoro de conversiones? Esto en China es
difícil lograrlo con la prontitud que se desea;
rara vez se logra este buen fruto al primer en
cuentro y pocas después de varios, porque lo
ordinario es que suceda sólo después de una
larga permanencia del Misionero.
Nosotros estamos ahora en los comienzos, y
tropezamos con no pequeños obstáculos, como
son la lengua y la oposición a todo aquello que
es europeo (esto en primer lugar); después nos
Sin embargo, hemos comenzado a superar al
guna de estas dificultades y continuamos trabajand.o para disminuirlas; tenemos y a algunos
catequistas de uno y otro sexo y gracias a su
celo es regular el número de catecúmenos.
E l Señor nos ayude a madurar estos verdes fru
tos de nuestra misión; y V., amadísimo Padre,
ténganos presentes en sus oraciones y recomién
denos vivamente a las de nuestros cooperadores.
Prometiendo enviarle m uy pronto más de
talladas noticias, termino la presente implorando
su paternal bendición y profésandome junto con
mis hermanos de Misión
S. afmo. hijo in C. J.
E u is V e r s ig l ia , Phro.
TRHBRJOS APOSTÓLICOS
del
R ev*
P a d r e D o m in g o M lla n e s io .
E l R. P. Domingo Milanesio acompañado del
Sr. Serafín San Bernardo, en tres meses y medio,
empezando en los Toldos y acabando en Neuquén,
ha realizado los siguientes trabajos apostóUeos:
Misión.
Coates. Comu. Confir, Matr. Sermoa. Bant
L o s T o ld o s 15 días
X04
I
83
47
45
17
105
B arrancos
15 »
I
95
97
7
50
80
A lasco a ga
10 »
60
128
45
44
80
N euquén
18 »
70
1
60
214
15
ñ A llera
4 »
6
xo
2
4
*5
6 C ip oletti
6 »■
60
40
60
20
8
7 C u e n ca V id a l s »
12
6
4
TOTAL
561
236
439
35a
15
69
1
2
3
4
El celoso catequista A-Cló.
proveeremos de catequistas, o sea. maestros y
maestras indígenas, sin los cuales es infnictuoso
por ahora todo trabajo. Ivsto sucede así, porque
los chinos en su vida civil, moral y religiosa non
concluyen directamente ninguna c o s í i con la
persona que kvs trata, sino que quieren siem
pre valerse de un intcrmediaiio. Para las mujeres
es más necesario aún, puesto que una mujer
china difícilmente acepta ser instmlda por un
hombre, y menos ix>r un extranjero.
Por ahora debemos trabajar con ánimo para
formar un personal apto; esto exige tiempo, tra
bajo, dinero y sacrificios; y no tendría nada de
particular que, después de usados estos medios,
nos halláramos con un triste desengaño.
N B . — Los que han acudido a las misiones
indicadas en los números i. 2 y 3, son en su gran
mayoría indígenas araucanos, siendo los demás
ima mezcla de gente del pais, italianos e indígenas.
E n Neuquén hubo dos misiones, mía en el pueblo
y otra en la cárcel.
E n las instrucciones de aquellos se hizo uso de
la lengua araucana y a veces española, y en la en
señanza de éstos de la lengua castellana.
K1 valor de los objetos de devoción y libros
distribuidos alcanza a 150 S, y los otros gastos de
hospedaje y viaje, incluso los del asistente, suman
680: total 830. Las entradas, por limosnas par
ticulares y del sagrado ministerio, ascienden a 460;
queda, pues, un déficit de 370 $.
F LO R E S Y FRUTOS.
(De las memorias de nuestras Misiones).
II (I).
Un e n tie r r o c r is t ia n o .
El que va de Cuyabá por la vía de las Colonias
indígenas fundadas para civilizar á los Bororos,
a 5 leguas de Coxipó, llega á la Colonia Agrí(i> Véase el Boletín de abril.
J
— i6 i —
cola Industrial de la Gratidao Nacioml de Pal- las manos y en las piernas, manchándose con
nieiras. Esta es la casa de formación del perso la sangre.
Ninguno se dió por entendido al verme y si
nal necesario para la Misiones de Matto-Grosso.
guieron
tranquilamente sus ceremonias^
Abierta en 1907, poco ha tenía a su lado un nuEntonces
me adelanté y les hice señas para
deo de indígenas, más necesitados de instrucción
y socorro material y moral, que sus hermanos que callaran. Todos obedientes guardaron si
de las Colonias de la Immaculada, de S José y lencio y se volvieron para escucharme.
Les reproché dulcemente que no cumplían
del Sdo. Corazón.
Son hombres que y a han estado en contacto la palabra que habían dado al P. Malán; dije que
con los ci^dlizados y que en sus incesantes cor aquellas ceremonias de nada ser\dan al alma del
rerías han aprendido poco bueno y mucho malo, niño, que y a era feliz entre los ángeles del cielo,
sin exduir algún vicio como el del alcoholismo. y que sus cantos no eran nada gratos a Jesús,
Cuando fueron recogidos en la Colonia, se siendo vestigios de la barbarie y del paganismo;
hallaba presente el inspector D. Antonio Malán que por e.sto, no obstante su fuerte inclinación a
que les exigió promesa formal de que se las costumbres antiguas {de las cuales sufren una
rían obedientes a los Misioneros y que no in verdadera nostalgia). las ofrecieran en sacrificio
tentarían repetir sus ceremonias supersticiosas. generoso al verdadero Dios, a imitación de
Efectivamente, desde el principio se mos nuestros mismos padres que también eran pa
traron dóciles, puntuales y atentos a las ins ganos, pero, cuando oyeron anunciar la doctrina
trucciones que se les dan dos veces al dia. y em de Jesús, abandonaron sus costumbres y despe
pezaron también a ayudamos con mucho gusto dazaron las estatuas de los falsos dioses que ha
en la constmcción de sus casitas y a dedicarse bían adorado hasta entonces, y en su lugar eri
gieron altares al verdadero Dios coronados con
con constancia a la agricultura.
Sin embargo, algimas veces se les veía des la cruz de Jesucristo; que hicieran también
aparecer en el bosque.... y no para ir de caza... ellos lo mismo por amor del que se hizo hombre
ni por recreo... sino únicamente para desaho y murió en la cruz por nosotros, por ellos, por
garse todos juntos con sus cantos tradicionales. todos los hombres, para libramos a todos del
Eos misioneros veían y callaban; y a era bastante cautiverio del demonio y abrimos las puertas
grande el esfuerzo que aquellos hijos de la selva del Cielo.
E l jefe me intermmpió varias veces; hablaron
debían imponerse. Pero he aquí que enferma uno
de sus niños; y nosotros, como lo viésemos en pe otros, objetando y defendiendo su manera de
ligro de muerte, nos ofrecimos a bautizarlo. En obrar; pero la gracia de Dios triunfó en aquellas
efecto, el niño murió. Hasta aquí nada de par almas.
_Padre, me dijo por fin Tobías, tus palabras
ticular un alma más en el Cielo; pero esta
nos
han convencido; mira, nosotros dejamos en
muerte no tardó en ser causa de fermento entre
aquellos infelices. — ¡ Cóm o! decían, ¿no po seguida el Bacumrú, toma tú al niño para en
dremos nosotros tributar a nuestro modo los terrarlo como quieras.
¡Bendito sea el Señorl E l día siguiente pusimos
últimos honores a este pequeñito? ¿Y con qué
derecho quieren los Padres enterrarlo a su el cadáver en un ataúd cubierto de lino blanco
y adornado con una guirnalda de flores; acom
manera?
Y se calentaron tanto la cabeza que dispuestos pañados por todos los indios que nos miraban
a todo — hasta a marchar de la Colonia — acor admirados, lo trasladamos, cantando con toda
daron hacer sus ceremonias con toda libertad. solemnidad las exequias de párvulos, a nuestra
En efecto, al ponerse el sol llega el primer eco capilla según el ritual, y después lo llevamos
al camposanto.
de los cantos.....
Habiéndolo sepultado devotamente, invita
— Empieza el Bacururú, me dijo el D irector;
mos
a todos los indios a arrodillarse con nosotros
en esta circunstancia no me conviene oponer
sobre
aquella tierra bendita; y todos dócilmente
resistencia directa ; ve tú y recuérdales lo que
rezaron con nosotros las oraciones comunes del
prometieron.
Fui y los encontré, hombres y mujeres, reu cristiano, que han aprendido ya en portugués y
nidos al rededor del anciano j ¿ e Tobías, que en bororo. Fué \ina escena conmovedora.
Palmeiras, 9 de noviembre, 1911.
presidía la reunión y dirigía el canto. Estaban
C l e m e n t e D o r o s z e w s k i , Pbro,
colocados en círculo, teniendo en medio sobre un
túmulo adornado con plumas de varios colores
el cuerpo del inocente nino. L a mujeres acom
pañaban al unísono el canto más robusto de los
hombres; los parientes más próximos del di
funto, en ^ñat de luto, se hacían incisiones en
kl
EL CULTO
de María auxiliadora
N6t teaenos la perioiilóo de que, ea las vicisitudes dolorosas de los tiempos
que atravesamos, no oos quedan más consuelos que los del Cielo, y entre estos,
la poderosa protección de la Vlrfeo bendita, que fué en todo tiempo el Auxilio
de los Cristianos.
pio x .
Las Fiestas Titulares
en el Santuario de Valdocco.
Una vez más ha visto la Virgen de D. Bosco en
derredor de su trono el magnífico espectáculo
de la mas tierna y conmovedora devoción.
Ivl mes de preparación pasó rapidísimo en
una continua peregrinación de almas devotas
que acudían a postrarse a los pies de la Reina
del Cielo. No eran solamente las familias obre
ras de la ciudad, sino también comunidades
religiosas, e institutos de educación que se su
cedían todos los días. Uos que venían de las úl
timas regiones de Italia, después de haber orado
en el santuario,, recorrían con religiosa admira
ción los patios y las estancias que D. Bosco y
U. Rúa santificaron con su presencia y con su
muerte. K1 fervor de nuestros niños, estudiantes
y artesanos, ha rivalizado con el de los preregrinos y se los veía acercarse a los santos sacramen
tos y rogar por nuestros cooperadores con un devo^ón consoladora. Con el pueblo y los hijos dél
pueblo venían también diariamente familias
y personajes ilustres, gran número de eclesiás
ticos y venerandos prelados , entre los cuales
recordamos al Sr. Obispo de Marsella, al Sr.
Obispo de Digne, y al Vicario Apostólico de
Honan. Los días festivos fueron un triunfo:
los confesonarios rodeados siempre de gente,
las comuniones continuas, las funciones im
ponentes. Los varios coros que alternaron en
el canto contribuyeron con su variedad al es
plendor de las sagradas ceremonias. La Schola
del oratorio comenzó la serie el 28 de abril; el
5 de mayo le tocó a la del Martinetto, el do
mingo siguiente ejecutaron todos los alumnos
del Oratorio la Missa de Angelis; el 16, fiesta de
la Ascensión, cantó la de Cuorgné, cuyo colegio
vino en masa al Santuario; el día siguiente,
noveno aniversario de la coronación, la Schola
canionim de Foglizzo; y el 19 se reservó para la
de Valsálice. Dicho se está que la música y la
ejecución era de lo mejor que cabe. E l predi
cador del mes, D. José Brancati, atrajo por su
parte mañana y tarde gran multitud de gente
a oir la divina palabra que fluía de sus labios
elocuente y persuasiva. E l Santuario adornado
con sus mejores galas, inundado de luz y ates
tado de fieles, ofrecía un espectáculo de Paraíso.
Llegó finalmente la víspera de la fiesta. Ce
lebró la misa de comunión Mons. Cástrale,
Obispo titular de Gaza y Vicario general de la
archidiócesis; por la tarde dió la conferencia a
los cooperadores D. Juan Francesia, el cual lleno
de sentido entusiasmo expuso la parte que a
María Auxiliadora y a los cooperadores corres
ponde en la Obra de D. Bosco.
Antes de terminar las solemnísimas víspe
ras, la plaza del Santuario y calles adyacentes se
fueron llenando de gente, deseosa de gozar el
encantador golpe de vista que ofrecía la fachada
del templo y la cúpula, que resplandecían con
sus lineas de luz en la oscuridad de la noche, eu
tanto que la Banda del Oratorio festivo hala
gaba los oidos con sus bien ejecutadas piezas.
E n el interior del vasto templo no cesaban
las plegarias de la devota muchedumbre. A
las I I y 15 de la noche comenzó la visita so
lemne de los sietes altares; y a las 12, el prin
cipio de la solemnidad fué saludado con un
Magníficat al cual siguieron otras preces. Al
rayar el alba, empezaron las misas que con
tinuaron hasta la una de la tarde. L a de las
6 la celebró nuestro Rector M ayor; S. E. el
Cardenal Richelmy la de las 7.15, y a las 10
pontificó el Sr. Obispo de Chiavari. D. José
— i 63
Brancati subió al púlpito después del evangelio
de la misa solemne, y glosó con ímpetu lírico las
épicas estrofas del Saepe dum Christi. L a fre
cuencia de los sacramentos, la magnificencia de
las ceremonias y la grandiosidad de los cantos,
foé una cosa sobremanera indescriptible. Cerca
de seis mil comuniones se distribuyeron sola
mente la mañana de la fiesta. E l Santuario es
tuvo lleno todo el día.
Antes de las otras funciones, se dió por la tarde
la bendición con S. D. M. a los peregrinos que
deseaban volver a sus bogares en el mismo día;
Mons. Gamberoni ofició en las vísperas solemnes
y luego se organizó la imponente procesión. H a
cer ima reseña de los diferentes grupos de niños
y jóvenes de ambos sexos que la formaban, la
muchedumbre de devotos y curiosos, los nu
merosos estandartes, las cuatro bandas que
alternaban sus notas religiosas con los cantos
de la muchedumbre, nos sería imposible y no
disponemos de espacio suficiente. No faltaron
las manifestaciones de entusiasmo espontáneo
y clamoroso, como la que tuvo lugar al en
trar la imagen en el templo. Una ovación so
lemne atronó los ámbitos de la plaza y la mul
titud entonó el himno Noi vogliam Dio. La fan
tástica iluminación de la fachada y cúpula
del templo volvió a aparecerse entre la pe
numbra del crepúsculo expirante, y el Cardenal
Richelmy debió dar de nuevo la bendición desde
la gradinata del santuario a la muchedumbre
que llenaba la plaza. Después del momento de
¿lencio solemne en que arrodillada recibía la
bendición, una confusión maravillosa de aplau
sos, vivas, cantos y notas de las bandas, llena
ron los aires; y la multitud, rompiendo los cor
dones de la fuerza pública, invadió el santuario
para continuar orando, contemplando, llorando,
ante la Auxiliadora de los cristianos, en la
iglesia de D. Bosco. Fuera del templo conti
nuaba la animación, mientras la banda interna
del Oratorio daba un brillante concierto.
GRACIAS DE MARIA AUXILIADORA.
C ú cu ta (Colombia). — Para pagar una inmensa
deuda de gratitud a nuestra bondadosa Madre
María Auxiliadora, significo a los católicos lectores
del Boleíiti que ofrecí publicar la gracia, si la
gran Señora me permitía saber de un hermano que
años hacía v ir a b a ausente de la familia, sin cono
cer nosotros su paradero. N o invoqué en vano a
nuestra celestial Protectora. ¿ Quién la ha invocado
fer\'orosamente sin que . haya sentido su alma
aliviada con los efectos de su poderoso vali
miento? A los pocos meses de haber formiilado
mi súplica, recibí por conducto del Sr. Cura
de G. Tina carta del hermano ausente, fechada
en Guazao, anunciándome que se dirigía al centro
de Colombia, y fijándome la población adonde
debía yo remitirle mis cartas. Estoy contentísimo.
Ruego a María Sma. me perdone la morosidad
en cumplirle m i promesa, y le pido asimismo que
devuelva a mi hermano la paz de la conciencia y
que retome al hogar donde es esperado con ansia.
¡Oh María! ¡Os pido ante todo que lo encaminéis
al aprisco de Cristo; que despertéis en su corazón
el dulce recuerdo de los primeros años, feliz edad
en que él os invocaba con todo el fervor que en
nosotros inculcara nuestra madre inolvidable!
Mientras me llega la noticia de ese nuevo y mayor
beneficio, os envío mi ardiente hacimicnto de gra
cias.
Marzo 12 de 1912.
O. P. C.
Cooperador Salesiano
U rib e la rr e a (Aigentina). — ¡Gracias a tí, oh
María, que siempre oyes l:^nigna las súpUcíis de
tus devotos! E n el mes de agosto del año pasado
nuestro liijito Luis cayó gravemente enfermo;
primero de tos convulsa y luego de una pulmonía
que lo dejó en pocos días al borde del sepulcro.
Desahuciado por tres facultativos, esperábamos
de im momento a otro el fatal desenlace.
E n tan angustiosa situación, nos acordamos de
la que es Auxilio de los afligidos; la invocamos con
fe y mandamos celebrar una misa en su honor,
prometiendo además hacer publicar la gracia en
el Boletín Salesiano. si nos conservaba el nuio.
¡Oh bondad de María! Nuestra petición fué oída;
el mismo día el niño empezó a mejorar y en pocos
días entró en convalecencia; ahora hace y a 6 meses
que está perfectamente sano.
Cumplimos gustosos nuestra promesa, enviando
además 8 francos de limosna para su Santuario.
Cónyuges José y R aimunda P áez .
A n d a co llo (Argentina). — Con profundo ^ ra decimiento cmnplo la promesa de hacer público
uno de los muchos favores que diariamente reci
bimos de María Auxiliadora. Tenia a mi luja Sara
enferma de unü enfermedad extraña que yo no po
día explicarme; y me caxisaban un miedo terrible
las consecuencias que esto podía traer a los demás
hermanos. Se le llenaba el cuerpo de una picazón
molestísima que se extendía por toda la piel de
repente, y después de im tiempo indeterminado
desaparecía para volver a aparecer de nuevo. Las
ampollas y ronclias eran tan grandes que se le
hinchaban lastimosamente las manos y la cara; y la
cosa era tanto más grave cuanto que los recursos
de la ciencia estaban lejanos. Pero lo que rae ínfxmdía vm terror indescriptible era el ver que la
enfermedad iba atacando también a los otros
hijos. E n tal situación recurrí a la Auxiliadora
de los cristianos, haciéndole con vivísima fe varías
promesas, si libraba a mis hijos de tan funesto
azote. Y el Auxilio de esta bondadosa Madre no
me faltó; después de algún tiempo, comenzó a
desaparecer el peligro y hoy los tengo a todos sa
nos. ¡Mil gracias sean dadas a María A uxiliadora
por este y pmr otros dos favores grandísimos* que
me ha concedido!
164
L a U nión (Colombia). — Habiendo caído herida
de muerte, debido a un ataque de colerín, mi liija
Rosalba, después de hacerle infinidad de remedios
que el Doctor y varias personas me indicaban,
todos ellos fueron inútiles. Resolví irme a la iglesia
de este lugar, en donde veneramos una imagen de
nuestra bondadosa Madre Auxilio de los Cristia
nas, cuyo altar tuve la honra de de pintar jun
tamente con el cepillo que se le hizo nuevo.
Imploré de esta buena Madre me curara la hija,
y üfrecile allí mismo una limosna que al momento
dejKJsité en su lugar correspondiente. Empezé al
otro día la novena en su honor, y al quinto se notó
la mejoría y cesó el vómito. Prometí también pu
blicar la gracia en el Doletin: y como hoy la veo
palpablemente en mi hijita, cumplo con este sa
grado deber.
Enero, 19 de 1912.
J uan B autista Q uintero .
P ie d e c u e sta (Rep. de Colombia). — Un pro
fundo sentimiento de gratitud hacia María A uxi
liadora abrigará siempre mi alma, debido al sin
gular beneficio de (jue fui objeto, por su piadosa
y eficaz mediación ante el Supremo Dispensador
<k todas los bienes, a principios del año en curso.
I.,a intensidad de aquel sentimiento y el deseo de
•cumplir un solemne voto, me impulsan a rememorar
jicerbos padecimientos, a fin de poner de maniüesto la imponderable gracia que me fué concedida
por la Santísima Virgen, en la advocación ya dicha.
Hallábase mi queridoesposo rendido en el lechodel
dolor, atacado por una grave enfermedad que hacía
cerca de un mes venía gastando su vida, cuando
dirigí mis fervientes súplicas a esta misericordiosa
Intercesora, al efecto de obtener su curación, pro
metiendo hacerla pública, si la obtenía. Hecho
este sincero voto, principióse a observar que la
enfenuedad se atenuaba, y a los pocos dias em
pezó el periodo de la convalecencia. L a promesa
fué hecha ante la perspectiva de xma muerte se
gura; pues acababa de ser diagnosticada la enfer
medad como tubercolosis pulmonar por im mé
dico que acudió a visitarlo como amigo y lo exa
minó cuidadosamente. Esta autorizada opinión
da la medida de la magnitud de la gracia de que
me he propuesto hacer mérito. Por eso mi recono
cimiento será eterno para con la Divina Correden
tora del linaje hunuuio, muy propiamente califi
cada de Auxiliadora.
Noviembre, 6 de 1912.
R
it a
R ey
de
R
ey.
C u en ca (Ivspaña). — Hallándose mi esposo
en gravísimo peligro de muerte y dosaliuciado de
los métlicos más célebres, puse mi pleiui confianza
en Minia Auxiliadora que no me dejó defraudada.
Comencé una novena en honor de tan santa Ma
dre. y ol tenuinarla mi esposo empezó a mejorar;
hoy está, gracias a Dios, ya casi del todo bueno,
l ’or ello doy gracias y diez pesetas de limosna.
M ano 1912.
A ntom na L ópez .
R a w s o n (Argentina). — Nuestro comptuiero
de trabajo el Pbro. D. N. Ponte cajó enfenno de
oulmoma doble. La enfenuedad tomaba tan
alarmantes proporciones que se temía de im mo
mento a otro im fatal desenlace. Viendo que todos
los recursos humanos parecían impotentes, re
currimos a la poderosa intercesión de María Auxi
liadora con una novena, pidiéndole la preciosa
salud de nuestro hermano. L a gracia no se hizo
esperar; y antes de terminarla, el paciente estaba
fuera de peligro y hoy goza de perfecta salud.
¡Loada sea siempre la que con tan justos mo
tivos merece ser Uamada Auxüium Ckristianorwnl
F . V id a l , Pbro. S.
C a li (Colombia). — i f i nieta Herminia de 6 años
de edad fué atacada de una afección cerebral que
la puso a las puertas del sepulcro. Tanto el médico
que la asistía como todos los miembros de la fa
milia la considerábamos perdida, tal era el estado
de gravedad a que había llegado.
E n tan angustiosa situación recurrí a María Au
xiliadora, ofreciéndole, si sanaba la niña, enviarle
rma limosna para el Santuario de Turín. Mi fer
viente súplica fué escuchada muy pronto; pues al
día siguiente la niña empezaba a mejorar y hoy
se encuentra buena, gracias a la intervención de
nuestra Madre Auxiliadora.
R emedios G. deEcHEVENi.
V a le n c ia (España). — Como cooperador salesiano y devoto de María Auxiliadora, teniendo gra
vemente enfermo im hijo mió, ofrecí a la celestial
Reina del Paraíso publicar la gracia en el Boletín,
si mi hijo se curaba; y como así sucedió, doy gra
cias a María Auxihadora públicamente.
J osé M. A parisi , Abogado.
C e n e ja l (Salamanca). — Hace quince meses
tuve im ataque de apoplegía que puso en peligro
mi vida. Mi esposa acudió a María Auxiliadora,
y ésta oyó sus súplicas, desapareciendo el peligro
y poniéndome bien, por lo que mandé ima limosna
y que se publicara la gracia.
Sin embargo, temíamos, que al hacer el año,
volviera a repetirme; ante este temor, redoblamos
nuestras oraciones a la Virgen Santísima, ofre
ciendo otra limosna y publicar la gracia, si no me
repetía. Asi ha sucedido, y lleno de gozo cumplo
lo prometido, enviando la limosna y rogando se
publique la gracia.
Marzo 1912.
Man uel G arcía .
Daa también {ra d a s a Marta Auxiliadora y envían ss
limosna:
Barcelona. — Dolores Mandrí, por haber devuelto
la salud a su hermano enfermo de congestión pul
monar y por otros favores recibidos en diferentes
épocas.
Buenos-Aires. — Demetria G . Gorostizu, por ha
berle curado a una hija de un grave dolencia del
estómago.
Barranquilla (Colombia). — M. M., por varios
favores y envía una limosna. — Id. Josefa M.‘ de
Palacio, por dos favores y envía cinco dólares de li
mosna. — Id.: J. M. A ., por una gracia especialisima. — Id.: Una cooperadora, por haber devuelto
la salud a uno de su familia.
Girón (Colombia). — Zenón Rada, Ramón Prada
y Hermógenes Ordóñez, por haber recuperado la
— i6s —
_ Jd.: A n to n io V a ld iv ie so , por haberle cvirado de una pleuresía y una a íecció n hep ática que
le atacaron a un m ism o tiem po. — I d .: A n a U.
hrada, por haber co n segu id o la curación de su so
brina G abriela R ey.
Balarota (A lb acete). — L eo n o r D o m in go , por liaberla librado d e una afección bron quial qu e a veces
la ahogaba.
Bogotá (C ol. — Josefina M edrano, por un favor.
— Id.: María M e d ra n o , p or haber librad o a una
de sus hijas de las con secuencias de una caída gra v e.
Bahía B lan ca (A rg en tin a ). — L a Sra. D a . A . de
Dalniau, por un favo r obten ido y en v ía 20 francos
de lim osna.
Cartagena (C olom bia). — A . E . d . M ., p or un
sinnúmero de gracia s.
Campo E lia s (V e u e z.). — E n gra cia de C astillo ,
por haberle d evu elto la salud y envía 3 b o lívares
de limosna.
Colmenares (V e iie z.). — Saturn ina M újica. por
haberle d evuelto la salud a una h ija. — Id .: Jose
fina H eredia, por varios favores y envía do s b o lí
vares de lim osna.
Comalapa (N icaragu a). — L a S ra . F lo ra Enriquez, por haber d evu elto la salu d a su m adre y
envia una lim osna. — Id .: Juana M endoza, por
haberle sanado a su hijito, y envía do s p eso s. —
Id.: M arcos R eyes, v>or haberlo sanado de una d ia
rrea pertinaz, y e n v ia diez p esos. — Id ,: ju a n a de
Somarriva, por haberle con solado en una aflicción
por la ausen cia de sus h ijo s , do s p eso s. — Id.:
Silvina de L ó p e z , p or haberle san ado a su hijo,
cuando todos lo s m edios hum anos habían fallado,
envia diez p esos. — Id .: E steban R o b leto , por ha
berle salvad o la vid a perdido en una m ontaña y
rodeado de innum erables p eligro s, d a de lim osna
cincuenta cen tavos. — Id .: C an delaria R eyes, por
haberle ven cido una dificultad, y por haberle s a
nado a su hijo de una pnlm onia, da diez y n ueve
pesos. — Id.: Pedro S a u d o v al. p or haberle favo
recido en la gu erra y sanado de una llag a, envía
seis setenta. — ÍJ.: L u cian a M iranda, para qu e la
.sane de enferm edades crón icas que sufre, do s pesos.
* _ fd.: D aniel N úñez, por haberlo salv ad o d e varios
peligros en la últim a gu erra, cin co p eso s. — Id.:
Fabin D uarte. por haber salv ad o a su esp o sa en
estado agó n ico, tres cin cuen ta. — Id .: C iríaco A l\:irez, p or g ra c ia obtenitla eti sus labores agrícolas,
v^-iiiiidós p esos. — Id .: N ico lasa de .Sequeira, por
haber dado la salud a sus h ijo s, cu yo fav o r lo
alcanzó el d ía qu e a cab ó de rezar la n oven a de
María .‘\u xilÍadora, cin co p e s o s ; I^ u ra Mirancla,
por-haberle quitado un d o lo r a gu d o . — Id.: Cástulo G on zález, por haberle a clarad o un asunto de
su fam ilia, san ado a su hija que tenia g r a v e y pro
tegido en sus tra b ajo s d e a gricu ltu ra, envía cato rce
pesos. — I d : R asilla A lv a re z, p or haberle d evuelto
la salud d esp ués de m uchos padecim ientos, cin co
pesos. — /tf.; N orberto M arenco, por la salu d de un
niño que tenia enferm o, cin cuenta cen tavo s. — I d :
G uillerm o M urillo, p o r haberlo librado del vicio
del ju e g o , d iez p esos. — Id .: P astora S e b allo s, por
haberle dado la salud en p eligro de m uerte, vein te
j>esos. — Id.: .\m elia S o la n o , p or haberla m ejorado
de una enferm edad qu e p adeció durante m uchos
años, envia cin co p esos y queda o b liga d a a m andar
lo más qu e pueda, cuando se aliv ie por com pleto.
— /tf..* V irg in ia E sp in o sa, p o r haberle d evu e lto la
salud a su espK>so, en vía cin co p eso s. — Id.: Estébana A lv a re z, por h ab erle salvad o la vida en un
alum bram iento la b orio so y en un ataque de p ulm o
nía, vein tisiete n oven ta. — Id .: C elestina C án dido,
por varios favo res recib id o s y en v ia vein ticin co
p esos de lim osna. — Id .: G re g o ria Suárez , por
gracia recibida en sus labores a gríco las, un p eso.
— Id.: Cándida M artinez, para una m isa a María
A u x ilia d o ra en a cció n de gracias p or favores reci
bidos d e M aría A u x ilia d o ra , o n ce p esos. — Id .: R a
fael F ernán dez, diez p esos.
L íban o (C o l.). — M . J. de G arax , por haberla
librad o de una peligrosa operación qu irú rgica y
envia 200 g de lim osna.
L orica (C o l.). — R afael hfartinez, por haberlo
librado sin operación de ningún gén ero de tm ho
rrible tum or que am enazaba d e ja rle el roslu m uy
desfigurado.
L a Coruña (E sp .). — U u d evo to , por haberle li
b rad o d e ’ un acciden te d e sg ra c i.td o ; m anda ilecir
una misa v envía dos pesetas d e lim osna. — Id,:
U n a d evo ta de M aría .\ u x .,p o r haberle con cedido
favores de gran de im portancia y eu via 5 pelas de
lim osn a. — Id .: E . M .. p or haberlo librad o de
grav es com prom isos y envia n ’ 25 p tas. de liim isna.
M adrid. — D . M o re n o , j)or haber obtenido se
resolvieran favorablem ente vario s asuntos y envia
una lim osna. — Id .: L u cia C . d e V e la rd e , p o r h a
berle arreglad o uu asu nto d ifícil, pendiente desd e
hacia tres años. — Id .: U na d evo ta, por haber sa
cado ileso a su lierm ano eu d iverso s com bates eu
M elilla, y envia una p eseta. — Id .: M arcelino .Mar
tin, por una gracia v envia cin co p ías, de lim osna.
— Id .: M aría Sa ra ch o , vd a. d e Barcena, por un
favor y envía lim osna para una m isa.
M oratilla de las M eleras (España). — Isidro del
O lm o , por- un fav o r y envia una peseta.
M osquera (C ol.). — R o gerio A co sta , por un gran
favor.
M edina Sidon ia (Cádiz). — R osario Pérez, por
varios favores recibidos y o frece una lim osna.
Puntarenas (C h ile). — A n g ela C .. p or haberla
librado de g ravísim o s d isgu sto s de fam ilia y envía
una lim osna.
P io z (E á p .). — F ra n cisco G u tiérrez, por favores
recibidos v eu via seis ptas. d e lim osna.
P u eb la de Alm oradier (E sp .). — Segun da G o n
zález, por haber curad o a C o n ch ita V illa jo s gravisim auieute enferm a y sin esperanza de curación , y
en v ia urna lim osna.
Portugu eza (V e n e z.). — Julio Salas , p or v a n o s
favores y euvia .s b o líva res de lim osna.
Santiago (E cu ado r). — .Sr. D . M anuel V illa cis,
por haberle d evu elto la salud.
TrujiU o (V eu ez.). — A m alia A lm arza. por haber
d evu elto la salud a uno de sus herm anos y euvia
una pequeña lim osna.
Utrera (E sp .).
Una co o p erad o ra, por haberle
co n servad o a un su n ietecito un ojo (jue ya se daba
por pcrtlido a causa de las viruelas.
V igo (E sp .). — A . N'.. p or halier con cedido a su
padre la gracia de recibir los últim os secram en los
y envía una pe<iuena lim osna.
V era (A lm ería). — R osa L óp ez O rozco, por uu
favo r recib id o . - F ran cisco I.ópez, p or o tro favor.
Y aritagu a (V en ezu ela). — D olores N avas y h e r
m anas. por vario s favores y envían cuatro b o lí
va res d e limo.siia. — Id.: Julio Salas y Josefina H e
redia, p o r va rio s favores.
Z a p ato ca (C olom bia). — R . I’ ., por haberla li
b rad o de una enferm edad g rav e.
Zarza de Tajo (Cuenca). -— Francisca Relinchón,
por favores recibidos v envía una limosna,
Zam ora (V e n e zu ela )’ — Petra de E scalo n a, por
va rio s favo res y envia 40 b o líva res de lim osna.
I
® = v= S= = =
POR EL MUNDO SflLESlílNO
Para el Tibidabo.
liecomendamos muy encarecidamente a nuestros
cooperadores y demás devotos del Sgdo. Corazón de
Jesús la lectura de la revista «E l Venerable D. IBosco
y el Til>idal)o *.
Fray ejemplo es el mejor predicador; leyendo las
columnas de los sacrificios, algunos de los cuales son
conmovedores por demás, el corazón se siente caniagtado por el heroísmo ; y hasta avergozado porque pudiendo hacer o debiendo
o wíís, no ha hecho la
buena obra que la gracia de Dios le inspira.
¿Quién no se conmueve al leer sacrificios como és
tos : M. B. de C. sacrificio de un paseo, 20 pías.; D. B.
de li. sacrificio de tranvía. 6; P . P. sacrificios de
alimentos, 5; N . N . privación de prostres, 5; una co
munidad de religiosas privaciones de chocolate du
rante 25 din.s, 25: una novia, sus últimos ahorros de
soliera y sacrficio de una matclería, 67; y oíros mil
que pudiLiamos añadir? Hay que tener el corazón
muy duro y muy obtuso el sentimiento religioso para
no percibir lo delicado de estas ofrendas.
Por otra parte, el conocer el desarrollo que van to
mando las obras y el entusiasmo con que^los buenos
’eis empujan, las dificultades que hay que vencer para
gloria del Corazón de Jesús, no dejará de estimulan
a las almas amantes del divino Corazón a hacer este
mes de junio una ofrenda especial pa-a que el
Templo Nacional Expiatorio sea pronto una realidad.
Quisiéramos, pues, que adonde va el Boletín salesiano, fuese también « E l Venble. D. Bosco y el
Tibidabo ■>, para que su lectura caldee las almas en
el fuego santo del amor de Dios; fuego vivificante
que hace brotar en los corazones llamas de caridad
ardiente, de sacrificios generosos y heroísmos su
blimes.
A si D. Bosco será una vez más el apóstol del Co
razón de JesiU.
Crónica del Tibidabo. — Tonuunos del misino
colega:
9 0 0 o b r e r o s en e l T ib id a b o .
Un esiiectáculü henuoso y consolador pudo con
templar la cixulad de Barcelona los domingos i i
y 18 del pasiido febrero. Centenares de obreros,
cuyo vigoroso corazón late de entusiasmos sanos,
cuyas inteligencias, mejor alumbradas que las de
unidlos de sus compañeros, comprenden que no es
necesario renegar de Dios ni de su religión para
iisjiirar a justas reivindicaciones, que se puede ser
muy progresista y muy cristimio. tuvieron la feliz
idea de ir. siguiendo Uis indicadones de las piado
sas damas catequistas, a pasar im dia en la deli
ciosa cumbre del Tibidabo entre las expansiones
religiosas y los encantos de aquellla naturaleza pri
vilegiada.
E l I I de febrero subieron 400. Recibiólos el R,
P. Schiralli S. S. Capellán de la cripta. Oyeron
misa en ella con un continente devoto y gallar
do, que edificó a cuantos presenciaban el acto.
Muchos de ellos hicieron la . santa comunión.
Durante la misa rezaron sentidas oraciones y can
taron himnos muy hermosos.
Después de la misa, se esparcieron a gozar de!
panorama que la cumbre ofrece y a respirar los
aires vm ficantes de la montaña.
E l día 18 subieron 500. Para recibirlos, darles la
bienvenida y decirles la misa, subió el M. R. P.
Manfredini, Inspector de los Salesianos. E l dia
los favoreció, igualmente que a los anteriores, y
pasaron una deliciosa mañana.
Altamente complacidos y entusiasmados queda
ron los obreros de la ternísima y oportuna plática
que les dirigió el P. Manfredini.
E n Gerona se celebró en el Círculo Católico de
Obreros una brillante velada para difundir la idea
del Templo Nacional Expiatorio. Después de los
números recreativas, pronunció el P. Fierro una
conferencia, que, según dice E l Norte, fué el nú
mero más interesante del programa.
En representación del Sr. Obispo presidió el Vi
cario General y varias distinguidas personas tanto
eclesiásticos como seglares, que abundaban tam
bién en la numerosa cuanto selecta concurrencia.
VIEDMA (Argentina). — E l Centro de ex-alumnos
de D. Bosco de esta ciudad ha nacido se puede
decir en un día glorioso. Después de las brillantí
simas fiestas patrióticas organizadas por dicho
centro, en las cuales tomaron parte las autoridades
civiles y militares, decidieron dar bases más sóli
das a la Unión para cual tienen anunciada (y
cuíuido éstas lineas lleguen a mano de nuestros
lectores se habrá realizado ya), una Asamblea
constituyente que dejará definitivamente organi
zado el Centro. Quisiéramos dar una amplía reseña
— 167 —
de dichas fiestas; pero nos seria preciso llenar
varias páíñnas para dar una idea completa de la
ritalidad 'de los ex-alumnos de \’iedma y de su
influencia en la vida ci\*il. Baste decir que el Sr.
Gobernador les ha dedicado entusiastas elogios
por su labor altamente patriótica; y las autorida
des han creído de interés común el asociarse a
sus iniciativas, cooperando al éxito grandioso de la
conmemoración del centenario. ¡Bien por los exaluninos de Viedma! Ellos indican a los otros que,
para influir en la sociedad, es preciso tomar parte
en las diferentes manifestaciones de la vida social,
llevando a todas ellas denodadamente el espíritu
cristiano, el espíritu de D. Bosco.
.MATARÓ.— E n nuestro colegio tuvieron los an
tiguos alunmos el 2 de abril una brillante reunión.
Durante la misa solemne celebrada por el Sr. Di
rector. D. José Calasanz. les dirigió la palabra el
P. Fierro tejiendo su hermosa oración con profundcis
enseñanzas. E n la reunión trataron de reunir fondos
para el monumento a D. Bosco, nombrando tesorero
aD. Francisco Brunet y acordando siguiera como
presidente D. Francisco Massana. Reunidos después
en el refectorio, mezclados con sus antiguos pro
fesores, pasaron ratos deliciosos durante el ban
quete que presidían el P. Hemiida, antiguo Ins
pector de aquella promncia, y losR . P. Calasanz y
Fierro. Para complemento de la fiesta organizóse
una velada. Como entre aquellos jóvenes hay ar
tistas. oradores, músicos, poetas, etc., no es de ex
trañar que resultará interesantísima y agradable
por demás. Los artistas en el drama Como la tumba
lucieron sus habilidades cosechando muchos aplau
sos. El Sr. Sala dirigió la bienvenida a los presentes,
el Sr. Massana saludo en su discurso a los Supe
riores y el vSr. Bm net ejecutó en el piano alguiurs
piezas de niiestro gran músico Albéniz. Concluyo
el Sr. Director, leyendo muchos telegramas y car
tas de adliesión y dirigiéndoles afectuosas pala
bras, cual las produce el corazón de un padre que
se de.spide de sus hijos.
SEVILLA. — Tomamos de « E l Correo de AndaJucia — Aj-er tuvo lugar la fiesta que los antiguos
alumnos de las casas salesianas de Andalucía dedi
can anuahnente a San J osé en el día de su Patrocinio.
Por la mañana, a las ocho y media, tuvo lugar la
Misa de Comunión general, en la que se acercaron
a recibir la Sagrada Comunión un gran número de
los mismos, y a las diez y media la Misa solemne
de Pío X . con acompañamiento de orquesta.
El panegírico estuvo a cargo del beneficiado de
esta Catedral, doctor don Antonio ^luñoz Torrado,
que como siempre rayó a gran altura.
Terminada la Misa pasaron al salón comedor los
antiguos alimmos y señores invitados a la fiesta.
Durante la comida reinó la más franca alegría
y, al llegar a los postres, se levantó el presidente de
la Asociación, don Francisco Salguero, para pa
tentizar la unión estrecha que el acto entrañaba y
recordar la educación cristiana recibida de los
hijos del venerable don Bosco.
Invitado por el señor presidente, tomó la pa
labra el señor don Joaqmn del Olmo, profesor de
la Escuela de Comercio, el cual tuvo frases muy
cariñosas y entusiastas p.ira de la Asociación y
de los salesianos, haciendo resaltar la labor osciira
pero fructífera de los mismos.
A l final habló el actual inspector de. las Casas
salesianas de Andalucía, reverendo señor don A n
tonio Candela, saludando en primer lugar a su
antecesor, el reverendo señor don Pedro Ricaldone, tan querido por los presentes, lo cuí'.l
arrancó calurosos aplausos.
Animó a los socios a praticar en medio dél mundo
las enseñanzas cristianas recibidas en el Colegio,
a ser fervientes católicos y sumisos hijos del Ri>mano Pontífice. Luego les comunicó la agradable
noticia de la pronta visita del actual superior do los
salesianos, el Rvdmo. señor don l’ ablo Albor^.
Tenninó leyendo una extensa y afect\u)sa carta
de don Pedro Ricaldone, escrita desde Itirín,
para participarles qxie asistía en espíritu a la fies
tas; terminada la cual, fué saludada con vítores
y aplausos.
A las cuatro pasaron los socios a la iglesia a re
cibir la bendición de S. D. M.
Después fueron al salón-teatro, en donde se puso
en escena el drama en tres actos La vida es suevo
de Calderón de la Barca, interi^retado con gran
acierto por varios socios, y el gracioso sainete E l
gastrónomo sÍ7i dinero, que liizo reir sobremanera
a los espectadores.
Presidieron la fmición recreativa el eminentisimo señor Cardenal y el Exm o. señor Obispo de
Beja; los M. I. señores Capellán ma3’or de la ca
pilla real. Pro\nsor y Secretario y otros sacerdotes
y señores cuj'os nombres no recordamos.
Tenuinada la función se rifó un magnífico reloj
de oro. »
SALAMAh’CA .— A la excursión de que damos
cuenta en otro lugar, hemos de añadir la relación
de la hermosa fiesta que han dedicado los antiguos
alumnos al glorio.so Patriarca S. José. Los niños
del oratorio fe.stivo cooperaron con su número a
la lucidez de la fimciihi, De.spués délos actas re
ligiosos de la mañana que re.sultaron muy lucidos,
tuvieron los antiguos alumnos un banquete, en el
cual revi\’ían los dios pasados con agradabilí
simos recuerdos y poesías rebosantes de entu.sia.smo.
El hermoso drama • Soberbia y Humildad ■>y el 7 cnor de Marina hicieron las delicias del público,
en la deliciosa velada. Para tenninar con una ple
garia tan fausto día, se trasladaron después a la
histórica iglesia de S. Benito, donde lücieron el
ejercicio del mes de María Auxiliadora.
SALAMANCA. — U n excursionista nos escribe-.
< Con motivo de premiar a los alumnos que asis
ten a las escuelas nocturnas se dió im hermoso
paseo al que asistieron 280 entre los del Oratorio y
los de dichas escuelas.
A las 2 y media estaban y a los niños impacier •
á
— i68 —
tes, aguardando la señal de la campana para rom])er la marcha; y colocado cada cual en su grupo
correspondiente, partimos hacia un lugar llamado
■ í/os Pizarrales *.
Iv'us filas, hasta entonces bien ordenadas, a una
señal de la campaña se rompieron y los pequeños y
los grandes se entregaron a sus propias diversiones.
Oracias a unos buenos amigos pudimos todos sa
ciar la sed pues el calor habíala amnentado.
Después de satisfacer esa necessidad, el Sr. Di
rector, mandó se colocaran en grupos según las cla
ses se rezó una A ve María a nuestra buena Sladre
María Auxiliadora y fuimos todos obsequiados con
una buena ración de pan, otra no menos buena de
de chicuelos que dejaron en breves momentcs
completamente atestado y repleto el santo tempío; era el día designado para la primera Comu
nión de esta parroquia.
convidados al bauquete celestial por vez primera, ocupaban un lu
gar preferente y eran más de ciento de ambos se
xos. Los demás que también pasaban de ciento se
habían añadido a los primeros para comnemorar el aniversario de la suya . A los acordes de ex
presivos cánticos piadosos empezó la santa niki
que celejsró el Reverendo D. Honorato Zóceda,
quien dir^ió una sentida plática a los nuevos
comensales antes de repartirles el Pan de los An
geles. Terminada la santa misa y acción de gracias.
O R K N S K — V ista general de la Casa salesian a.
tortilla con patatas, queso y fruta del tiempo. Un
grupo de socios de la Compañía de Sr. José asis
tió a la jira merendando con nosotros y convidán
donos a tomar partes etr sxi jjiscolabis esi>ecial.
I)csj)ucs de rezar a la Auxiliadora en acción de
gracias, se dió la señal de recreo y unas por un lado
y otros por otro p;tSiUuos una hora cu alegre alga
rabía. disfrutando del aire puro y haciendo In di
gestión de la suculenta merienda.
VIOO. — En la parroquia de Sgdo. Corazón hi
cieron la primera comunión nn buen número de
niños del Oratorio festivo, que tinedaron muy
contentos y de seguro que muclios de ellos desea
rían hacer otra vez una fiesta semejante.
I/a iglesia, dice E l Noiicirr-» de P’í'g<>, iluminada
como imliente ascua y ricaineute ‘ engalanada
como en bus mayores £estas; de los cuatro ángulos
de la piUToq\üa habían acudido muchetlumbre
se obsequió a los niños con almuerzo y dulces, y se
les regaló una bonita estampa alusiva al acto. Se
repartieron también después a los doscientos niños
presentes abundantes dulces y caramelos, que los
muchachos saboreaban con indecible fruición.
HUESCA. — De la Voz de ¡a Provincia tomamos
el siguiente extracto.
A las cinco, en la plaza de las Escuelas, y con
asistencia del Exmo. e limo. Sr. Obispo, asi como
de otras muchas personas de alto reliveve social y
de grande gentío, se celebró un acto de agradabilí
simo recreo.
— IÓ9 —
Los tres grupos en que se encontraban distribui
dos los niños que pertenecen a la casa, ejecutaron
difíciles y bonitos ejercicios de gimnasia y compli
cadas V artísticas evoluciones. Amenizó el acto la
simpática banda de gente menuda que. entre otras
composiciones, además del acompañamiento de los
juegos, ejecutó el « Eco del bosque » y una deli
cada sinfonía.
También trabajaron los niños en las paralelas.
Después hubo luchas, ejercicios de esfuerzo y ter
minó el acto con un cuadro, que consistió en el
ejercicio que irnos cuantos niños hadan a la vez en
paraldas y anillas, siguiendo el compás de la mú
sica.
Resultó im rato muy entretenido, y no alber
gamos ninguna duda de que cuando, según el
tiempo lo permita, vayan los niños adiestrándose
más en estos ejerdeios, ha de ser niuchisiraa la
gente que tendrá verdadera satisfacción en presendarlos.
CIUDADELA. — Fiesta patriótica. — Entusiasta
) comnovedora resultó la velada que el dia iq de
manco, fiesta de S. José, se celebró en favor de
nuestros soldados heridos de Melilla.
ITesidian el acto el Exm o. e limo. Sr. Obispo,
d SI. I. Sr. Alcalde de la ciudad y el Teniente
Coronel de Estado Mayor. Al terminar la banda su
pieza de introducción, apareció en el escenario im
cuadro plástico: a su vista la banda entonó la mar
cha real que el público, aplaudiendo frenética
mente, escuchó de pie, promunpiendo después en
rivas a España y al Ejército. Representaba a E s
paña con la corona de la \'ictoria en la diestra,
trofeos de guerra a sus pies y al ejército español
presentándole anuas. Momentos después descendía
el telón de bc«:a para aparecer luego con los tro
feos de guerra dispuestos artísticamente.
El entusiasmo llegó al colmo durante el discurso
del Capitán de Cazadores. Sr. Guedea. íntemim]>ido continuamente por aplausos, mamfestándosc en él el militar amante \erdaderode su pa
trio. Tenninó con un ¡Vivalíspaña! repetido luego
jwr el nümeroso público que llenaba por completo
nuestro espacioso salón de actos.
Llamó poderosamente la atención y conmovió
no pocos corazones mi niño vestido de soldado en
traje de campaña que, al terminar su poesía de
acentos patrióticos, se abraza con la bandera que le
recuerda a su patria. Fue asimismo muy aplaudida
una jKx'sía original de un soldado de la brigada
topográfica.
El canto, confiado en esta ocasión a la Capilla
del Seminario y orquesta de la Catedral, resultó
magnificamente, mcrereciendo su maestro, el
Rdo. Sr. Sintes. rqietidos elogios por su acer
tada dirección.
Ai terminar la vélala, apareció un nuevo cua
dro plástico, renovándose los efectos que había
producido el primero; en él se veían a nuestros
soldados luchando con la morisma, en el centro un
moro tendido y acobardado ante el soldado espa
ñol. a la izquierda un soldado y un moro luchando
cuerpo a cuerpo; y a la derecha moros maniata
dos y humillados cjuc a pesar suyo, deben rendir
homenaje a España que de lo alto contempla a
sus hijos que la defienden de quien intenta hu
millarla o despojarla de lo que legítimamente
posee.
E l Sr. Obispo, con breves palabras, puso fin
a este acto del cual los dudadelanos guardarán.imperecedero recuerdo.
SANTANDER. — E l batallón infantil, que ya po
demos llamar famoso, ha Auielto a llamar la aten
ción de la capital montañesa. Dice un periódico
de esta ciudad.
« Brillantísima en extremo resultó, en el Co
legio Salesiano de la calle de \ iu;is, la fiesta del
pritner anniversario de la fundación del < Auxilimn *.
Actos como el de ayer producen en el ánimo de
quien los ijreseucia tal sensación de gozo y de en
tusiasmo, que difícilmente los borra el olvido.
A las siete de la inafuuia la banda de tambores y
cometas lanzó al aire los ecos de sus vibrautes
notas, mientras los cohetes y petardos atronaban
el espacio.
A las ocho dio comienzo en la capilla la misa
de Comunión, a la <iue asistieron todos los soldaditos del « Auxilium ». recibiendo en ella el Pan de
los Angeles,
A las diez se celebró una misa solenme con asis
tencia del batallón formado; daba escolta al altar
la sección de gastadores. Terminado el Santo Sa
crificio. batallón y asistentes salieron a los pórticos
en uno de los cuales se había preparado un artís
tico altar para la bendición de ima estatuita de la
Patrona del batallón.
E l dignísimo Arcediano de la Santa Iglesia
Catedral, don Jacinto Iglesias, bendijo la imagen,
que fué saludada con salvas de fusilería y con las
notas de la Marcha Real.
Seguidamente los soldaditos cantaron a coro una
tierna plegaria con acompañamiento de la banda,
del salesiano J. ViUani.
¡Oh luz. consuelo y bálsamo,
estrella de la mar,
cobija con tu manto
al niño militar!
¡Al niño mihtar, si! Es preciso, ahora más que
nunca, que los niños sean militares de corazón,
antes que el aura maléfica del antiiuilitaiismo
llegue a agostar las enseñanzas de la Patria.
Resonando aún el reco de tan patrióticas nota.s,
sube a la tribuna el ilustrado director del Colegio,
don José Pujol, y con sentida entonación da lectura
a una carta de adhesión al acto del inolvidable
fimdador del Auxilium, don Ernesto M^lietli;
lectura cujos párrafos conmovedores arrancaron a
los presentes entusiastas aplausos y aclamaciones.
E l acto, que a pesar de la lluvia resultó mz^juífico, terminó con el marcial desfile de las • tropas *
ante la numerosa concurrencia.
A las
de la tarde dió comienzo la velada tea
tral, que resultó im éxito franco.
E l grandioso
de Calderón La Vida es
stuño fué admirablemente interpretado por los
j'ávcncs que componen el cuadro dramático, re-
— lyo —
vchindo aptitudes verdaderamente excepcionales
para el arte escénico.
ICl decorado y los trajes llamaron la atención de
todos.
ivn lo.sentreactos, algunos iiiñospertenecientes al
batallón declamaron con soltura varias composiciom s saturadiis de amlnente patriótico y religioso.
Ivl celoso Padre iJirector pronimció después
uiiíi j)atriótica alocución llena de pensamientos
lu-rmü.sí.simos, animando a los diminutos soldados
a consen'ar siempre en su.s corazones los nobles
sentimientos que abrigan. I^a Religión y la Patria
constituyeron el fondo de sus palabras.
Su elocuente oración íué coronada por entoosiastns y cariñosíus ovaciones,
lyU zarzuelita Itegimienlo infantil excitó la lülaiidad de todos.
Con el himno del batallón y la declamación entu.siasta de una hermasísima i)tK*sia a la Patria
])or el joven señor Arango, terminó el espectáculo.
lai concurrencia fue. en verdad, distinguida y
numerosa; tanto que nos seria imposible citar nom
bres.
Por la mañana, a pesar del mal tiempo, honra
ron con su presencia el acto de la bendición de
la imagen el muy ilustre señor don Jacinto Igle
sias, el bizarro coronel del Regimiento de V a
lencia, señor Campos Guereta; los diputados pro
vinciales, señores Gutiérrez Calderón y A gü ero ;
capitanes, señores Cavestany y Azcona; el teniente,
señor Rodríguez Urbano, y otras distinguidas per
sonalidades que sentimos no recordar.
UTRERA. — A pesar de las dificultades que en
las poblaciotics agrícolas encuentran los maestros
pina tille los niños asistan a la escuela, nuestras
escuelas gratuitas de Utrera se ven muy concurri
das. No bajan de 150 los que asisten todos los días,
suministrándose a todos la merienda por la tarde.
Los domingos reciben esmerada instnicción reli
giosa y se Ies ve en las funciones sagradas con edi
ficante compostura; muchos de ellos no sólo co
mulgan los domingos, sino también los dias de
semana. Durante este curso han hecho 44 la pri
mera conumión, teniendo sus ejercicios espiri
tuales los demás. Los músicos de la banda obrera,
cu número de 32, cumplieron el precepto pascual
con los criadas de la casa y resultó una comu
nión muy numerosa. Al lado de las aulas donde se
educan los hijos de familias acomoiladas, se edu
can también los niños pobres; asi que ésta, no e.s
solamente labor educativa, sino además principio
de reconciliación vsocial.
S. VITO TAOLIAMENTO (Italia). — E l domingo 3
de marzo, dice La Concordia, fué colocada la pri
mera piedra de la casa y oratorio festivo salesiano.
A l acto asistió numeroso público, lustaban preíioutes el Sr. Alcalde y los miembros de la (.omi
sión. E l Sr. .Arcipreste, después de colocar el per
gamino en la piedra bendecála. pronunció con
aceito emocionante un elocuonte discurso de cir
cunstancias. E l interés creciente de la población
por las Obras S;ilcsianas..... nos da la seguridad
de que cu breve veremos tenninada esta obra tan
deseada v tan necesaria *.
MEMORIAS BIOGRAFICAS
de M ons. L U I S L A S A G N A .
o
o
CA PITU LO X X X I X .
Arribo a la Asunción. — Relaciones íntimas con el
Presidente. — Actividad extraordinaria. — La pro*
cesión de Corpus Domíni. — Ordenaciones. — Visita
al hospital. — Un acuerdo. — Llegada y salida.
— Recuerdos del tiempo viejo.
El buen misionero había enviado por telégrafo
desde Villa del Pilar un saludo al Presidente de
la República del Paraguay, Exemo Sr. González,
y al Administrador de la Diócesis. Rmo. Padre
Arrúa. indicando aproximativamente la hora en
que esperaba llegar a la Asunción. Estaba, pues,
seguro de ser bien recibido y de conseguir su objeto
sin pérdida de tiempo. E n la. mañana del 1 7 Mayo
al salir de sii camarote, con indecible júbilo de su
corazón se le ofrecieron a la vista las verdes co
linas de la capital de Paraguay a la cual no abordó
sin embargo hasta la i p. 111., nueve días después
de haber salido de Montevideo. Apenas echadas
anclas, subieron a bordo del Mercedes el Capitán
del puerto con sus oficiales y el Comandante del
hospital militar, encargados de llevar a tierra al
Obispo Salesiano en la falúa de la capitanía. AUi
los esperaba el Administrador Diocesano con el
sacerdote lazarista Don Julio Montagne, Rector del
Seminario, y muchos otros personajes distin
guidos quienes le acompañaron al palacio del Mi
nistro de Hacienda, palacio puesto cuteramente a
disposición de nuestro Obispo con todo el ajuar, con
todo el serNÚcio, y corriendo texios los gastos por
cuenta del gobierno.
Después de dar gracias a Dios porque le había
conservado incólume en el viaje, visitó primero
al Presidente de la República. L^ recepción fué
cual corresjjondia a su carácter episcopal y cual
era inspirada por la alta estima y profunda gra
titud hacia quien desde entonces era llamado el
•Angel tutelar, el regenerador del Paraguay, siendo
público y notorio el interés que desde lejos se to
maba por el bien de aquella desdichada nación,
líespués de los saludos, la conversación cayó en
seguida sobre el doble proyecto de mirar por la
educación cristiana de la juventud y por la evaiigelizacióu de los Indios Desde las primeras pa
labras conoció el Presidente el carácter enérgico
de Monseñor, su exquisita cultura, la amplitud de
sus horizontes al par que la hidalguía de su cx>raztni y la fineza de su trato. No le pareció estar
conversando con un extranjero: tan conocidas
tenia el Obispo las necesidades del Paraguay y
tan ardiente era su deseo de subvenir a ellas: no
acertara a saber o desear más el mejor de los
patriotas. Desde aquella primera conversación tuvo
principio entre ellos mía intima y cordialisima
lunistad que siempre duró indisoluble.
Con tan felices auspicios. Monseñor eu su apos-
á
— I7 I —
tólica franqueza instó al Presidente del Para<may a reanudar las relaciones con la Santa Sede,
V le indujo a sincerarse con el Padre Santo por
haber el gobierno del Paraguay suprimido algunas
fiestas sin haber implorado la facultad respectiva
V finalmente ])edir im obispo, de que la nación
padecía necesidad tan extrema ya hacía tanto
tiempo. Bendijo el Señor aquellas exhortaciones
V consejos dando particular eficacia a las palabras
del Obispo y disponiendo de tal manera los co
razones que muy pronto se logró el efecto apetecido.
Aimque Mons. Lasagna no hubiese hecho mas
que esto en el Paraguay, ello sólo bastaría para
que le contásemos entre Jos ciudadanos mas be
neméritos de aquella nación, y para que él diera
por bien empleado su largo viaje. Empero en
aquella capital se ofrecía tan grande labor a un
oWspo de su temple, que ni en varios meses pu
siera llevarla a cabo.
Desde el primer día comenzó a repartir el pan
de la divina palabra, y harto dificil seria enumerar
sus senuones y ccmferencias durante su estadía
en la Asunción. Tampoco se cansó de administrar
lo Sacramentos y pasaron de cuatro mil los niños
confiniiados en la ciudad, amén de los de los ca
seríos circ\mvencinos. Asi es que a su arribo a
aquella población pareció avivarse la fe en los co
razones, mejorarse la conducta moral de los ciu
dadanos y lozanear la \*ida cristiana. Y aim hubo
más. \^oh"ieron a celebrarse aquellas grandes fimciones religiosas que, por la falta de obispo, no se
veian hacia tanto tiempo ; pues el 24 de Mayo,
solemnidad de Corpus Chrisíi, se cantó'm isa pon
tifical y tomó parte oflScialmente el Presidente de
la República circimdado de todos los ministros;
todos siguieron también la procesif'm del Smo. Sa
cramento. a quien los soldados rindieron los ho
nores militares, mientras las salvas de los cañones
le saludaban festivamente.
\'isitó el Seminario, fundado algunos años an
tes por los Padres de la Misión que constituyen una
verdadera providencia para aquella diócesis e iníunden el genuino espiritu eclesiásüco en los jó
venes seminaristas confiados a sus desvelos. Tuvo
palabras de aliento y sabios con.sejos para acjuellos
alumnos del santuario, haciendo votos porciue su
número aumentase a medida de las necesidades, y
luego, difiriendo a las instancias del Administrador
Diocesano, prometió detenerse algunos dias más
para conferir las órdenes sí^radas a los semina
ristas. atendida la extrema urgencia de tener algún
sacerdote para en\iar a las parroquias más nece
sitadas.
Aportó asimismo el consuelo de su palabra a las
celosísimas Hijas de S. Vicente de Paúl que di
rigen un instituto con más de trescientas alumnas
y atienden a los enfermos del hospital. Pasando
por entre aquellos dolientes, quiso demostrar a
cada uno, de ellos cuánto se compadecía de sus
dolores, y con aquellos apacibles modales que
tanto le caracterizaban procuró levantar sus co
razones hacia el cielo, cuya gloria se granjea con
los padecimientos de esta vida. Estremeciese todo
su sér cuando visitó la sala de las mujeres inficit nadas de la lepra; aquellas infelices ven corron -
perse y caer a pedazos áus propios miembros, co
nocen su horrible suerte, contemplan la desor
ganización de su propio cuerpo. De allí pasó al
hospital militar, donde se llenó de consuelo al re
conocer que aquellos soldados enfennos cifraban
su ali\*io en la piedad, en los Santos Sacramentos,
y lo que es verdaderamente extraordinario, en
nun. tierna devoción a la Virgen de los Dolorees
cuya imagen campeaba en todas las salas.
Este maravilloso y febril trabajo no le hace ol
vidar el fin primario que le ha llevado al Piiraguay.
Celebra frecuentes y largas conferenciis con el Dr.
D. Venancio López, ^¿nistro de Relaciones líxteriores, joven de aventajado ingenio y de hidalgo
corazón, nacido para entenderse con Monseñor y
capaz de ajmdarle a realizar sus agigíuitados ]>royectos. De consuno redactaron un acnerdo (jue
había de estipularse entre la República del Para
guay y el Superior de la Pia Sociedad Sulesiana,
acuerdo encaminado principalmente a garantir la
existencia del futuro Instituto Salesiano contra
los azares de los trastornos que suelen suscitarse en
cada elección de presidente. E n aquel docu
mento Mons. Lasagna se muestra generoso prome
tiendo mucho, quizá más de lo que alcanzaban sus
fuerzas, en pro de aquella República por la cual
sentía un afecto tierno y magnánimo; mas por
otra parte exige que el local destinado a colegio
de artes y oficios, (el que antiguamente servía de
hospital militar), sea declarado por el gobierno
propiedad de los Salesianos y que se conceda a éstos
plena autonomía en la dirección de sus alumnos;
termina rogando al gobierno que se digne socorrer
el instituto, sobre todo en sus comienzos, mientras
no pueda \*ivir con vida propia.
Parecieron tan razonables estas condiciones que
el Sr. González y los ministros resolvieron aceptar
las sin restricción alguna: aun más; para dar a les
Salesianos la mayor garantía posible resohrieron
tratar el asunto en el Congreso. E l 27 de Mayo
estando casi concluidas las negociaciones, el Sliuistro López obsequió a Mons. Lasagna con un ban
quete al que fueron convidados el Presidente de
la República, todos los Ministros, el Administra
dor Diocesano y todos los personajes mas influyen
tes del clero y del laicato. Fué una reunión conlialísima, unj^ ocasión propicia para cambiar idca.s,
y dar libre curso al entusiasmo, vm.simo en todos
por Mon.scñor y la Obra de 1). Bosco. A los postres
se brindó por c4 Sumo Pontífice, por el Obispo de
Trípoli, por el Presidente de la República, por los
Ministros, y por la regeneración del Par:^uay:
cuando llegó el momento de la separación muchos
estaban conmovidos y al Ministro López se le sal
taban las lágrimas. ¡Tan grata había sido para
todos la compañía del Obispo Salesiano! ¡Tantas
y tan halagüeñas eran las esperanzas que a todos
sonreían! ¡Y sin embargo aquel no era todavía el
último adiós!
Detúvose en efecto Monseñor en la Asunción
hasta el 6 de Junio, accediendo a los diversos pe
didos que recebia de administrar el Sacramento
de la confirmación en los alr^edores de la ciudad.
Y tan abrumador ftié el trabajo de aquellos dias
que es de admirar como su salud los haya resistido.
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tanto más cuanto que los miasmas de los lugares
])antanosos que había atravesado le habían produ
cido muy fuertes reumatismos. Diríase que no
(|uedaba i)crsona de ninguna clase, ni asociación
o instituto íjue no hubiese recibido del infatigable
Misionero alientos para el bien obrar y que con su
trato no se sintiera mejorado en tercio y quinto. Y
a la verdad, ¡cuánto bien no liizo en tan breve
lapso de tiempo! »SÍn embargo, su corazón no es
taba j)lenaniente satisfecho porque había allí
un hombre <jue, desconociendo la preciosidad de
la vistita cpie el Señor le hacía por medio de su mi
nistro, resistía a la gracia, a pesar de que le que
daba muy poco tiempo de vida.
Jvl embajador del Uruguay ante el gobierno P a
raguayo. D. Ricardo García, yacía por entonces
gravemente enfenno con un cáncer en la garganta,
y para colmo de desdichas no se cuidaba poco ni
mucho de su alma, aunque no podía alucinarse
en cuanto a la gravedad de su estado. Corrió Mon
señor. al lecho del enfenno alentando la esperanza
de poderle dis])oncr para presentirse al tribunal
<le 1 'ios. Palló la tentativa quizá porque el vSr.
<.'»arcia estaba ligado a las sectas y no se sentía con
fuerzas para tronzar aquellas cadenas.
P 1 buen Obispo recurrió a la oración y empezó
una novena a María Auxiliadora invitando a muchius alnuiá piadosas a asociarse a sus plegarias.
Al.cabü de algunos dias volvió al lecho del enfenno
y tentando todas los caminos para infmidiile algún
sentimiento de fe y de confianza en nuestra terní
sima Madre, logró hacerle aceptar luia medalla ben
dita ejue lo afligida consorte so apresuró a ponerle al
cuello. Mas la propuesta de que recibiera los Sa
cramentos salió nuevamente failida, con gran reg,ocijo de sus malvados amigos que velaban a su
cabecera con tesón digno de mejor causa. PartíaH«'li el corazón a Monseñor viendo que la enfenne<liul a\ anzando a grandes pasos hacía inminente la
catástrofe: por eso, aunque el vSr. Garda no daba se
ñales de preocuparse de los asuntos de su alma,
volvió por tercera ver al asalto. E l enfenno había
llegado muy al cabo, mas a tan cariñosas exhor
taciones, a tanta bondad del Obispo se sintió
conmo\ido hasta las lágrimas y, aunque le abauflonaban ya las fuerzas, lo estrechó contra el cora
zón y le dió un ardoroso beso. Empero cuando
Monseñor le quiso hablar de Sacramentos, volvió
a enmudecer y por tercera vez rechazó el ¡)erdón
ejue Dios le brindaba. ¡Misterio profundo ante el
cual el cristiano se inclina, llora y ruega! A las
nueve y media de la noche el apostólico Misionero
s diemío de la salvación do aquella alma, sin rep irar en cansancio ni cu negativas, acudió ])or
última vez al lecho del moribundo. Pué gran dicha
que, aun entre U\s terribles luisias de la agonía, el
cMifenno conservara el pleno goce de sus fncultaíles. Viendo, pues, que se acerraba el juicio de Dios,
movido <1:- divina gracia y alentado por los senti
mientos de confiimza (lue Monseñor I.,asi^na le
Migcria, se dispuso a recibir la absolución de sus
culpas y la Extrema Unción. Monseñor le prc]>aró
a ofrecer generosamente el sacrificio de su vida, le
sugirió dcvoli\s jaculatorias, le leyó las últimas
oraciones de la Iglesia y no se apartó de su cal e-
cera mientras le quedaba al enfenno un soplo de
vida. E l señor Garda expiró plácidamente ima hora
después de nredia noche.
De esta manera le cupo a Monseñor el inefable
consuelo de volver mi alma a los brazos de la di
vina misericordia.
Siempre en la sorda lucha de la vida,
Tan áspera y reñida.
Para el dolbr y la humildad abiertos.
A la cabecera de aquel lecho de muerte colgaba
un cuadrito de la Virgen del Carmen. A la edad de
doce años había prometido el Sr. G arda a su ma
dre tenerle siempre consigo, y cumplió su palabra
hasta la muerte. ¡Oh! ¡Esta poderosa Protectora fué
sin duda quien trajo al Obispo a su lado en aquel
supremo trance y quien le obtuvo del divino Juez
el perdón de haber abusado tanto de la gracia!
E n esto, habiendo llegado a la Asunción con el
vapor Diamantino los salesianos escogidos para la
misión de Matto Grosso, era tiempo de que Mons.
Lasagna dejase el Paraguay y con ellos empren
diese la ruta de Cuyabá. Da escena de la separa
ción patentizó cuán grande era el afecto que se ha
bía captado. Acompañáronle al puerto las perso
nas más distinguidas por su cargo o caudales, y
al darle el postrer adiós le rogaron encarecida
mente que favoreciera otras veces a aquel desdi
chado país con tan fructuosas visitas.
E n el Paraguay, dondequiera que se vohiese,
todo le'hablaba de los hijos de S. Ignacio: «E s aqui,
exclamaba, donde en los pasados siglos los Jesuí
tas obraron aquellos prodigios de celo y de acierto
que han sido y serán la admiración de las gen
tes. A la entrada de estas florestas se descubren
toda^'ía los escombros de sus renombrados cole
gios, las ruinas esparcidas de sus doradas iglesias
y soberbias torres. Mas en vano procura el corazón
despertar el eco de aquellos himnos y cantos que
un día se remontaban al cielo de miles y miles de
corazones sencillos como la mñez; en vano buscan
los ojos aquellos campos y panoramas cultivados
por miles de Indios ganados por el inimitable celo
de aquellos misioneros a la religión y a la civili
zación cristiana. Todo ha desaparecido, todo yac.'
desolado ». Mas el generoso apóstol hubiera sua
vizado sus lamentos, a haberse detenido un poco a
reflexionar sobre el bien llevado a cabo durante su
corta estadía en el Paraguay. \’eiute días basta
ron para ilmuiuar a tantos ignorantes, confirmar
en la fe a tantos indecisos; para encender en los
corazones la llama de la caridad, para atraer de
todas partes a los fieles al templo, donde realmente
se despertó' el eco de los liimnos y cantos que por
doquiera resonaban en aquellos tiempos en que el
Paraguay, debido al celo de los Jesuítas, pudo lla
marse feliz. Pero es propio de los siervos de Dios
que han puesto la mano en el arado, no volverse a
contemplar el trabajo hecho, sino más bien con
siderar lo mucho que les queda por hacer.
(Continuará).
Con aprobación de la Autoridad Eclesiástica:
Gerente: JO SE G.AMBINO.
Establee. Tip. de la S. A. Int. de la Buena Prensa
Corso Regina Margherita, X. lyó-TURlX»