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Título
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BS_1920_07
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Descripción
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Boletín Salesiano - Agosto 1920
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Fecha
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1920.08
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extracted text
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LIBRERÍA EDITORA INTERNACIONAL DE LA S. A. I. D. BUONA ÍSTAMPA
T O R IN O — C o r s o R e g i n a M a r g h e r it a 1 7 4 -1 7 6 — T O R IN O
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Volumen II complectens Tractatus de Deo uno ac trino et de Deo creante . . . . » 6,35
Volumen III complectens Tractatus de Verbo incamato, de Gratia Chrlstl et de Vlrtutibus Infusli > 6,3S
Volumen IV complectens Tractatus de Sacramentis et de N o v i s s i m l s .......................................» 6,a}
A d verten cias. — Todas estas ediciones se hallan sólg en la Sociedad E ditora l a t t f
zioaat para la dltu slón de la Buena Prensa, Corso ílegin a M argberlta Í74^í76,
Tmria (Italia), a la cual deben dirigirse los pedidos acompañados de su importe. — E l precio
d il franqueo está calculada para cada volumen. — Se hacen rebajas iansolo para los grandes
pedidos. Las gastas de envía son a cuenta del comprador. — Las rebajas son sobre el precio del
Ukra, na sobre el franqueo. — De la rebaja disfrutan las Seminarios, Colegios, Instituios,
AÑO XXXV - N. 8
Agosto de 1920
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T u rín — V ia eottolengo N. 52.
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SUMARIO. — Después del C o n g r e s o .........................a n
Una importante alocución p a s t o r a l..............................aia
Bodas de plata e p is c o p a le s .............................................ai4
Auras del Tibídabo
.......................................................215
Una empresa s a l v a d o r a ..................................................215
Bibliografía.............................. .... . ■ ......................... 216
De n u e s t r a s m i s i o n e s : Matto Grosso (Brasil^:
Conversión de una india eu el punto de la muerte 217
— Kuang-Tung (China): Difíciles comienzos de la
Misión Salesiana de Leng-Nam-Tou-Jou . . . Sao
.Nuevo Vicariato Apostólico en C h i n a .........................227
Cu lto d e M a r í a A u x i l i a d o r a : P r iv ile g io im p o r
o
1
tante - La C a r l o t a .......................................................228
Gracias de Maria A u x ilia d o ra ....................................... 229
Ecos de las jornadas de M a y o ...................................233
....................................... 235
Nuestros Antiguos Alumnos
De los Colegios de las Hijas de Man’a Au.\ili:idora:
Jerez de la Frontera - Méjico . ..............................236
P o r e l m u n d o s a l e s i a n o : Dos cartas del Papa
a los rapaznelos de Don Bosco — Exposición pro
gramática de las Escuelas Profesionales y Agrí
colas Salesianas — Buenos Aires — Viena — La
Plata — Montevideo
.
238
N ecrología:...........................................................................240
Después del Congreso
- Tieni-po vendrá, dijo un día con inspiración
al parecer profética nuestro Venerable Padre
Don Bosco, tiempo vendrá en que el titulo de
Cooperador Salesiano sonará lo mismo que caióUco sincero, cristiatio fervoroso y activo... ».
^Después de nuestro octavo Congreso Inter
nacional, bien podemos decir con santo albo
rozo que ese tiempo ha llegado ya.
Por el espíritu de que aparecían animados
los congresistas, por los asuntos tratados, por
las conclusiones adoptadas con admirable una
nimidad y ardiente entusiasmo, se echaba de
ver cuán perfecto y cabal concepto tenían
nuestros amigos de la misión que quiso con
fiarles nuestro Venerable Fundador, cuán ínti
mamente poseídos estaban de ella y resueltos
a ponerla por obra.
Porque conviene tener presente que el Siervo
de Dios había meditado un vastísimo 5’ esplén
dido plan de acción religioso-social y que en
ese plan asignaba al ejército mundial de sus
Cooperadores una parte importantísima. Estos
en los propósitos del Fundador de la Pia Sodedad Salesiana, no debían ser solamente los
bienhechores.y sostenedores de sus obras bené
ficas, sí que también y sobretodo un poderoso
y ordenado ejército, dispuesto siempre a com
batir las batallas del Señor, bajo las órdenes
del Papa, de los Obispos, de los Párrocos.
Mas la comparación del ejército resulta aún
estrecha para abarcar toda la idea del ínclito
Fundador. Como cuando una nación se ve ame
nazada y en peligro por un injusto invasor,
el pueblo entero se levanta, y todos, cliicos y
grandes, poseídos de un noble ardor, coadyuvan
en la medida de sus íurezas a la salvación de la
jiatria, así el Venerable Padre pensaba en un
levantamiento general de todos los buenos para
defender los derechos de Dios y el imperio del
bien y de la virtud, inicuamente conculcados.
En esa empresa salvadora todos los concursos
tienen cabida: no hay colaboración que se des
deñe por pequeña ni iniciativa que se descuide
por de poco momento. « Hacer el bien i>, « salvar
almas • es el lema que tremolaba Don Bosco
en sus banderas: y todo el que se sienta impul
sado a cooperar el triunfo del bien según Dios,
tiene puesto en nuestras filas.
Esta absoluta sencillez programática, que
el ilustre P. Trione, Regulador General de
nuestro Congreso, ponía como la primera de
las normas directivas del mismo, constituye
una dé las cualidades más preciosas de la Coo
peración salesiana, por cuanto la hace aplicable
—
a cualquiera necesidad, en cualquier lugar y
tiempo.
Bien es verdad que Don Bosco, entre las mil
necesidades sociales del tiempo presente, se
aplicó con preferencia al apostolado de la ju
ventud y para él pidió principalmente el auxilio
del pueblo cristiano; pero fué por considerar
la asistencia de la juventud pobre y abando
nada como una de las obras más apremiantes
y fundamental en la grande empresa de cate
quizar a la sociedad. Este apostolado juvenil
es el característico, pero no el exclusivo de la
Obra Salesiana y de su Cooperación. El amor
ardentísimo, y práctico a la juventud, princi
palmente a la más necesitada: la asistencia
moral y material de la misma, según las ense
ñanzas, métodos y normas que nos dejó el Ve
nerable Don Bosco, son y serán siempre el
noble distintivo de la Cooperación Salesiana
y su razón de ser como institución indepen
diente de tantas otras, buenas y excelentes .a
cual más.
Mas así como en el plan del Maestro la evangelización de la juventud era una parte, tan
importante como se quiera, pero al fin no más
que una parte; igual se ha de decir del pro
grama de la Cooperación, que emana de su
corazón y está informada por su espíritu.
E l de la Cooperación salesiana es en último
término, de un ardentísimo celo por la gloria
de Dios y el bien espiritual de la sociedad: y
lo falsearía y destruiría, quien pretendiese
encerrarla dentro de unas barreras de mezqui
nos exclusivismos.
Don Bosco pide a sus colaboradores que le
ayuden a obrar el, bien: unos lo harán privada
y calladamente; otros de una manera pública
y ostentosa. Estos atenderán a remediar mi
serias materiales, aquellos emplearán su tiempo,
aptitudes y fatigas en consolar, instmir, di
fundir la verdad y combatir el vicio o el error.
Nada de rivalidades, egoísmos ni cuestiones
de campanario: los Cooperadores ayudan y
favorecen las ovras establecidas: y las esta
blecen, donde no las hay.
Pero esta agilidad y libertad de acción no
excluye en manera alguna la organización.
Esta es necesaria ordinariamente. Empresas
nobles y santas que no se realizarán nunca con
esfuerzos aislados e individuales, se pueden
llevar a cabo con pasmosa facilidad y presteza
con el aunamiento de unas cuantas volun
tades. Por eso Don Bosco propuso a sus Cooj>eradoreS que se organizasen, bajo la dirección
de i>ersonas coini>etentes, para estudiar pri
mero las necesidades de cada lugar y época,
y aplicar luego eficazmente el común esfuerzo
a remediarlas.
El Papa Benedicto X V , en la carta dirigida
212
—
al Rdmo. Don Albera con motivo de nuestros
recientes Congresos, decía que le parecía la
convocación de éstos sumamente oportuna,
por cuanto es « la hora de tocar llamada para
convocar y reunir todas las fuerzas mejores dd
pueblo cristiano, y disponerlas- a trabajar con
el mayor fruto en pro de la buena catisa, y a
la consecución del noble fin, sobre que gira toda
el programa del Venerable Don Bosco, que es
la salvación de la juventud ».
Sinceramente creemos que nuestro Octavo
Congreso Internacional no ha defraudado estas
augustas esperanzas: ahora toca a nuestros
amigos esparcidos por todo el mundo darles
satisfacción cumplida.
Bien es cierto que la acción social y religiosa
de la Pía Unión de los Cooperadores Salesianos
no es ninguna novedad: que en muchas locali
dades desde antiguo viene escribiendo páginas
muy brillantes: pero es de esperar que la fecha
del 23 de mayo último señale un nuevo }’■ pode
roso empuje y un avance formidable en todas
partes.
Leamos una y otra vez las conclusiones del
C(jngreso; grabémoslas en nuestro corazón,
apropiándonos el espíritu que las anima: y
luego, individual o colectivamente, según acon
sejen las circunstancias, pongámonos a trabajar
con espíritu de fe en- la realización de alguna
de ellas. Por poco que miremos a nuestro alre
dedor, ¡cuántas necesidades descubriremos por
remediar, qué de obras buenas que reclaman
nuestra cooperación! ¡Adelante, pues, en el
nombre de Don Bosco!
Las misiones, la buena prensa, las voca
ciones eclesiásticas, los catecismos y las mil
obras establecidas en la Diócesis o en la parro
quia aguardan nuestros socorros pecuniarios
o nuestra prestación personal. ¡No seremos
dignos de Don Bosco si nos cnizamos de brazos,
si permanecemos inactivos, flojos y remisos
delante del mal que progresa y de la virtud y
de la religión que se baten en retiradal
USA IMPORTANTE ALOCÜCIÚN PASTORAL
En Monterideo, la bella y populosa capital
del t''rugua5'. funcionan desde varios años unas
Escuelas de Artes y Oficios bajo él nombre de
a Talleres de Don Bosco *. — Desde su estable
cimiento se trazó el plan de un edificio, hermoso
y grande, cual correspondía a la importante ciudad,
a que estaba destinado. Pero la estrechez de los
recursos no había p.rmitido hasta alion realizar
sino una parte de’ ese plan, quedando p>or tanto
muy limitado el de.sarrollo de la obra, y hasta
reducido el niimero de los favorecidos, con ser la
necesidad muy grande.
— 213 —
Por fin, en mayo último los Superiores acordaron
hacer un llamamiento a la caridad pública para
la terminación del edificio, a lo que fueron podero
samente animados por d celosísimo Pastor de la
Diócesis, quien además se dignó recomendar la pia
dosa empresa a la caridad de sus diocesanos, con el
s ile n te documento, que con girsto reproducimos:
N oSt
zl Dr. Don 3uan Francisco flragone
por ¡a grada de Dios y de la Sede Apostólica
Arzobispo de Montevideo.
Con vertiginosa rapidez ha circulado y se ga difun
dido ampliamente por nuestra capital una agra
dable noticia, suscitadora de un general y espon
táneo asentimiento: la inmediata reanudación de
las obras de los Talleres « Don Bosco » hasta la com
pleta terminación de su grandioso edificio.
y la exactitud de esta nueva, comunicada a Tíos,
oficialmente, por el querido y benemérito Padre
Gamba, Inspector de los Salesianos en el Uruguay,
nos ha hecho compartir, amplia y decididamente, la
satisfacción del pueblo católico y también del que
no le es. ya que la obra de Don Bosco tiene innu
merables admiradores y cooperadores entusiastas
entre los que no participan de nuestras ideas re
ligiosas: más aún, ha provocado en nuestro ánimo
una satisfacción particular, proJ>ia, indudablemente,
del cargo a que, sin merecerlo, hemos sido lla
mados.
(Cómo ocultarla, en estos momentos, privando,
quizás, a dicha obra de un apoyo moral que pueda
encaminarla a un resultado más eficaz en favor de
la niñez desamparada, y ser, po\ lo tanto, de mayor
utilidad para la santa causa que nos anima y alienta,
en todos los actos de nuestro sagrado ministerio.^
De aquí, el objeto primordial de estas lineas.
Sean ellas, desde luego, mensaj:ras, ante nuestros'
diocesanos, de la viva y honda simpatía que nos
merece la obra de Don Bosco, manifestación sublime
de la providencia de Dios en bien de los hijos del
pueblo; argumento incontrastable de la vitalidad y
fecundidad perennes del cristianismo.
f Y cómo podría dudarse de la existencia de estos
sentimientos en nuestro corazón, si la obra salesiana,
<-i
innumerables manifestaciones, ya forma y
conserva a los hijos del pueblo en la verdadera fe
y en la práctica del bien, ya l)S regenera de falsas
doctrinas y prácticas abominables: ora los preserva
di los funestos principios anticristianos y de las
consiguientes desviaciones morales; ora, en fin,
m niela sus facultades en las variadas fases de un
fralnijo ennoblecedor y consciente, haciendo de ellos
h m^es útiles a si mismos y a la sociedad, en cuyo
Sino han de desplegar sus energías y aptitudes?
Y bien; esa obra, meritoria y múltiple, apréciase
en todo su admirable conjunto en los templos del
trnbajo, que, junio a los de la oración, levantan
1 quiera los hijos de Don Bosco; en esos talleres,
verdaderas colmenas de la industria humana, cuya
pr¿.vi,na terminación, entre nosotros, ha provocado tan
tír..iHimes y espontáneas muestras de aprobación.
A la verdad: en esas inmensas usinas, pobladas
de nutchachos, aplicados a las tareas más hetero
géneas descansa, complacido, el espíritu, halagado
por el orden, la disciplina, el compañerismo y la
dedicación al propio oficio que en ellas reinan.
Ahí, en esas casas salesianos, el niño o el joven
que, por mil circunstancias de la vida, se vería irremi
siblemente arrastrado por las calles y plazas de
nuestros pueblos y ciudades, victima de la ociosidad
y conv rtido, por ende, en elemento de disolución,
encuentra techo amigo, mesa generosa, corazones
altruistas, maestros solícitos, educación integral
y oficio adecuado a
gxistos c inclinacioiies, ro
deado todo de un mbicnie sano y conferíante, en
que la niñez y la juventud se desarrollan plena
mente, adquiriendo el máximum de lozanía y ro
bustez espiritual y corpórea.
Ahi, también, el niño o el joven que, constituido
en esas mismas ciVcríjf/sn«ci<2-s adversas y envuelto
en la corriente del mundo moderno, acabaría, quizás,
en una cárcel, o, por lo menos, no se libraría del
estigma de la execración social, por su espíritu
dispuesto a todas las maquinaciones perversas, se
transforma en elemento de positivo valer, y mañana,
abandonada la casa de Don Bosco, brillará rn el
nitmdo del trabajo como exponente de laboriosidad:
en el campo social será unidad y fuerza de orden,
. e paz y concordia, y, por sus arraigadas prác
ticas cristianas, actuará decididamente en las filas
de la sania causa de la Iglesia.
(Qué más puede desearse? Si la acción social
cristiana, en bien de la clase obrera-, exige, en gran
parte, formar hombres aptos para el trabajo, capaces
de orientarse, por si mismos, en la vida; hombres
conscientes de sus derechos y también de sus deberes
que respeten y consoliden con su conducía los prin
cipios básicos de la sociedad, debe necesariamente
admitirse que esos talleres c nsiituyen una obra
esencialmente social cristiana, y que, por lo mismo,
¡a labor abnegada y perseverante de los hijos de Don
Bosco entre las clases obreras contribuye con invalo
rable eficacia a la restauración del orden en los
consorcios humanos.
Y asi es, en efecto. Los jóvenes egresados de esos
talleres forman hoy legión, extendida por iodos los
ámbitos del pais: mxtehos de ellos son hoy jefes de
hogares honorables, asiento de todas las virtudes
cívicas y morales. Y bien; esa pléyade de ex-alumnos
de los Talleres * Don Bosco » se ha impuesto, en
todo nuestro territorio, al respeto y aprecio de las
sociedades en que actúan, por su preparación indus
trial, por la amplitud de sus miras y la corrección
de sus procederes.
No son ellos, no, los que apelan a la violencia
para mejorar su situación financiera; ni tampoco
de los que se alimentan de odios y rebeldías contra
los organismos esenciales de la sociedad; antes,
por el contrario, su lema ha sido y será siemfre el
del trabajador consciente, honrado, cristiano, sinó
nimos de hombre de paz, de armonía y de justicia.
¿Qué más puede desearse, repetimos? Nada;
sino que esa obra tan meritoria a los ojos de Dios
y del pueblo, perdure y se robustezca.
Lamentable, sobremanera, ha si-., o que hasta
hoy los talleres salesianos establecidos entre nos-
— 2 T4
otros sólo hayan podido albergar un corto mimero indígenas, acompañó al actual Arzobispo de
ds alumnos. Obras de esta Índole debieran abarcar
Buenos Aires, Dr. Mariano A. Espinosa, para
inmensas muchedumbres de niños y multiplicarse
por nuestro territorio. Y precisdmeoiie a llenar ayudarle en la obra de evangelización que com
la primera de estas aspiraciones se encamin n-los pletaba y suavizaba la de las -armas.
E n 1395, el Papa Eeón X III le preconizó
trabajos que se reanudarán de inmediato. Si los
latieres « Don Hosco » en los diversos años de síí Obispo, siendo consagrado el 23 de mayo del
actuación en Montevideo, han contado con un cen mismo año en la Basílica de María Auxiliadora
tenar de plazas, las ampliaciones que se darán en Turín.
ahora al actual edificio permitirán triplicar, quizás,
Habiendo sido nombrado Vicario Apostólico
esa cifra. De esta manera se triplicará, también,
de Méndez y Gualaquiza (Oriente Ecuatoriano)
su acción, eminentemente moralizadora.
ha pasado muchos años recorriendo aquelfes
Y ia sociedad uruguaya, que ha recibido ya de
la institución de que nos ocupamos, innumerables
y valiosos elementos de laboriosidad y honradez
intachables; que es deudora, por lo tanto, de mucho
aprecio y gratitud a hs hijos de Don Hosco, incan
sables apóstoles de la verdad y del bien entre las
clases trabajadoras, seguirá respondiendo, así lo
esperamos, con su amplia aprobación y
más deci
did > apoyo, a los generosos esfuerzos que la Iglcsic,
perpetua madre y cariñosa amiga del pobre y del humildOi realiza en favor de la niñez desamparada.
Hor nuestra parte, sentimonos sobremanera hala
gados ante la idea de ver muy pronto concluidos los
trabajos ampliatorios de los Talleres i Don Hosco».
Ustas circunstancias, en efecto restarán a la ocio
sidad, a la vagancia y al desamparo innumerallcs
niños, candidatos a todas las desviaciones intelec
tuales y morales, y convertidos, merced a la labor
■ altamente educadora de tan poderosos auxiliares
nuestros en elementos dignos de la sociedad, de la
Patria y de la Iglesia, se facilitará en gran parte
la ardua tarca que
incumbe, de velar por les
intereses de las clases obreras; veremos engrosarse las
filas de los que buscan en las máximas cristianas la
solución de los graves problemas que agitan al mundo
del trabajo, y así restablecer el equilibrio social.
Que a la consecución de estos plausibles y anhe
lados fines contribuya la bendición que imparlimts
de lo más intimo de nuestra alma, a todos los cola- - selvas vírgenes y catequizando a los Terribles
botadores en tan preciosa obra, deseando que esa
jibaros, hasta que la Santa Sede, dada su avan
bendición sea prenda segura de los más escogidos
zada edad, aunque no rendido su celo, le re
favores del cielo.
levó de aquel penosísimo cargo, concediéndole
Montevideo, mayo 5 de 1920.
un bien merecido descanso.
J u a n F r a n c is c o A r a g o n ií ,
El limo. Mons. Costamagna, cuenta actual
Arzobisix) de Montevideo.
mente 75 años de edad, 5 - de sacerdocio y 25 de
ei)iscopado.
Las tareas apostólicas no fueron parte para
impedir a nuestro Obispo que se dedicase con
gran fruto a los estudios eclesiásticos. En
efecto, Mons. Costamagna tiene escritos varios
)íl Iluto. Sr. Don S a n t i a g o C o s t a m a g n a . libros de « Conferencias espirituales » para los
Obispo tit. de Colonia, de la Pía Socieda Salcreligiosos y religiosas de vida activa: un her
siana. acaba de celebrar el vigésimo quinto
moso tomito * Compelle inirarc * sobre la comu
aniversario de su consagración citiscopal.
nión frecuente; un libro de liturgia sumamente
l^stc benemérito y preclaro hijo de Don
útil y práctico para las personas encargadas de¡
Poseo, fue uno de los primeros Salesianos en culto, etc. De todas estas obritas se han hecho
viados a América. Ivjerció un fecundo aposto numerosas ediciones en líspaña y América.
lado entre los emigrados y en las misiones de
La redaccié-*!! del Boletín Salesiano saluda
la Argentina. Durante la campaña realizada
afectuosamente al ínclito soldado de Cristo v le
por esta República en las inmensas panijias,
augura muchos años de vida aún, para el servicio
con el fin de apaciguar a los indomables tribus
de Dios y consuelo de sus amigos y admiradores.
Bodas de plata episcopales.
— 215 —
Auras del “ Tibidabo
En la cima del bendito monte barcelonés,
se va levantando el templo del Sdo. Corazón
de Jesús, que « soñó » y predijo nuestro Vene
rable Padre Don Bosco. Mas por la manera
especialisima como se levanta, ese templo de
biera Jlamarse más propiamente « mía inmensa
hoguera de amor
De ese volcán divino del Tibidabo parten
ráfagas inflamadas que pegan fuego y abrasan
cuantos corazones tocan.....Por \úa de ejemplo
y para confirmación de lo que decimos, reco
gemos aquí algunas de esas ráfagas,' y dígasenos
luego, por propia experiencia, si un corazón que
conseri'e una chispita siquiera de fe y amor de
Dios, puede resistir a esas sublimes llamafadas.
Mas para tales crónicas cedemos la pluma
a la insigue « María Victoria », cuyo inflamado
corazón es el más a propósito para reverberar
en los otros el fuego de estas auras benditas.....
Habla de las limosnas que recibe para ,1a
fl Capilla de las Animas » que habrá en el futuro
Templo; y tomando pie del encarecimiento de
todas las cosas, dice: « ¡T odo s u b e ! »... pero.
nomías dcl viaje. La pobre religiosa, también
maestra, hacia tiempo suplicaba a sus alumnos
sacrificaran algo, para obtener la conversión de
un pobre joven enfermo y descreído; las niñas
sacrificaban sfís gustos ¡y el joven empeoraba sin
convertirse! Angustiosa la religiosa se dijo, un
día: (Qué sacrificaré yo, que nada tengo? ¡Oh
Jesús mió! E l regalado placer de pasar a unos
días con mi madre... Que no sea por causa
de enfermedad, pero ¡que non venga, Jesús, que
no venga!... » E n aquellos días leía su madre
una revista del Tibidabo; los sacrificios que rela
taba le llegaron al corazón ¿como contribuir a la
alta empresa? « ¡Sagrado Corazón de. Jesús!
Para T i serán las economías dcl viaje... ¡No
veré a mi hija!... ».
» Sin ella saberlo cumplió su deseo: no fue por
ctifcrmedad, sinópor amor... E l pobre joven St: con
virtió y murió en paz. ¡Dios le tenga en su gloria!
»¿No es verdad que también el amor sube...?»^
Una empresa salvadora.
Nuestros amigos y cuantos se interesan por
« g. mayor alza de materiales y subsistencias, la educación de la juventud, lamentan con viví
mayor alza de amor ». A sí -pensaba revisando las simo dolor, que el cinematógrafo, ese irresistible
hojitas que recibimos para la Capilla de las Ben espejuelo de nuestra bulliciosa chiquillería,
ditas almas; hay en ellas verdaderos Prodigios haya de ser por fuerza un matadero de inocencias
de caridad, generosidades encantadoras que alien -y un semillero de vicios, cuando tan fácilmente
tan y consuelan e infunden la indudable certeza pudiera convertirse en poderosísimo medio de
de que no ha de temer el Tibidabo las dificultades edificación y escuela de buenas costumbres.
del sobreprecio, pues a mayor alza de materiales, Es casi inútil predicar contra el cine, e inculcar
horror a él: la experiencia enseña que las masas
mayor alza de amor.
»Ante la evidencia no es posible temer; el sacri infantiles, como los inexpertos pajarillos, 110
ficio ofrecido a Jesús se adueñó del Corazón D i resisten al hechizo de la fatnl pantalla, donde
vino; y aún cuando muchos de sus frtftqs quedan se ajan y arruinan para siempre tantos candores
piadosamente ignorados, otros se nos descubren \'irginales..... Para atajar tamaño mal, no se
para la edificación y ejemplo. (Cómo temer el adivina otro remedio, que oponer cine a cine:
aumento indecible de salarios, si en el sacrificio a la película infame y corruptora, la película
dedicado a la Capilla Expiatoria, se ha cotizado sana, educadora y sugestiva. Bien es verdad
el mayor salario de la época actual? Una sir que no hemos de hacemos ilusiones; pues dada
vienta entregó su mensualidad completa; sirvió la natural inclinación del hombre a la concu
isólo por Jesús! un mes entero. Una señora que piscencia, en igualdad de circunstancias , de
había ofrecido 500 pesetas para las obras, al refe fuerzas y de armas es casi imposible que la
rirle el sacrificio de la sirvienta, dobló la cantidad virtud sobrepuje al \icio y le conquiste el te
rreno.. — Por esto, sin una enérgica acción de
V entregó mil; y otra señora a quién se refirió la
doble oferta, quiso también contribuir a ella y las autoridades, a quienes incumbe velar por
sacrificó 500 pesetas más. (Total? La sirvienta la moralidad pública, creemos imposible de
que gana un salario de 30 pesetas mensuales, todo punto, que llegue a desterrarse la horrible
^anó mil treinta pesetas en el mes que sirvió e infernal tramoya del cine corruptor.
Pero esto no impide al cine bueno de cumplir
¡sólo por Jcsi'is!
Fruto bellísimo del sacrificio es también una una misión sublime y salvadora. Son muchas
gracia recibida. Una pobre maestra jubilada y por fortuna las familias cristianas, que estiman
casi paralítica, no tiene más goce que el de visitar la honestidad y pureza de sus hijos, más que
muy de tarde en tarde aunahija religiosa,que vive todos los tesoros del mundo. Son muchos los
en distante ciudad; hace poco debía regalarse con institutos de educación, que necesitan propor
la ansiada visita, por tener ya juntadas las eco cionar a sus alumnos las diversiones y solaces
—
2l6
—
por ellos tan apetecidos, sin riesgo ni menoscabo junten una acrisolada pureza moral, ortodoxia
de la delicada entereza de sus almas tiernas.
y nobleza y -elevación de afectos.
Y este será uno de los fines a que debe mirar
El día 29 de noviembre del pasado año se
el buen cine. Además de esta acción puramente
estrenó ante un distinguidísima concurrencia
preservadora, al cine le está reservada otra
la primera grande cinta, titulada « L ’lnvdolamucho más importante, eficaz y positiva, que bile », hecha sobre el interesantísimo drama
es la de educar e instruir, siendo un comple de igual titulo, onginal del presbítero
mento precioso y eficacísimo del Catecismo.
Don Guillermo Ulcedi, y filmada con impecable
No nos ha de arredrar la desigualdád que corre gusto por notables artistas y con grande magni
entre el bien y el mal: pues«hoy por hoy, el cine
ficencia y esplendidez.
callejero por lo general no ofrece a sus incultos
Todos los diarios.de Roma celehmn la apa
es¡x:ctadores sino películas feas y antiestéticas,
rición de la nueva cinta como xm resonante
verdaderos esperpentos de arte, en que el mer acontecimiento. A esta sabemos que sigue otra
cantilismo de las empresas ha acumulado todo
del mismo autor, no menos hermosa: La Ma
lo que halaga a los sentidos, sin pizca de sen donna ^el Faro y después, otras... y otras....
timiento y noble emotividad, en que consiste
E l carácter religioso del Instituto y de las
el secreto de las subyugadoras concepciones
principales personas que inter\'ienen en la elec
dramáticas, lil cine bueno, aunando en sus pro ción y desarroüo de los temas, son garantía s^uxa
ducciones lo bello y artístico, con lo bueno,
de la bondad moral, que tanto nos interesa.
noble y honesto, no tendrá rival en su campo.
Por esto es de desear, y así lo esperamos, pues
Pero ¿cuándo vendrá esa empresa cinemato ello entra en los propósitos del Instituto filmagráfica, salvadora de la humanidad? Esta es la
dor, que esas cintas se adapten cuanto antes
pregunta que formulan desde años nuestros
al público de lengua castellana, para que nos
amigos: y hoy podemos contestarles con honda
alcance también a nosotros la
reden
satisfacción que esa empresa del cine bueno, del
ción del abominable monopolio del cine industrial
cinc sano, del cine cristiano, del todo conforme
y corruptor.
con nuestros ideales, ha aparecido y a .....
--------------Decimos « del todo conforme con nuestros
ideales
es decir, con las sanas y santas tradi
ciones que en punto a delicadeza,, miramiento
y respeto a la inocencia y fragilidad juvenil nos
L ib ro s recib id o s en e sta R edacción
ha dejado en todos los campos nuestro Vene
rable Padre Don Bosco. Comprendemos que
De la Librería Salesiana de Sarriá:
esto es cifra cerrada para muchos de nuestros
Hemos recibido los tomitos de < In tu ía s Cató
lectores: y como importa mucho que esas santas licas » correspondientes a enero y febrero y que
tradiciones sean bien conocidas y practicadas se titulan; La Vestal Mártir por R. Beo^nde. her
de cuantos se precian de seguir el espíritu sale- mosa novelita de los tiempos romanos, y E l Cuadro
siano, ofrecemos explicar el concepto en otra Misterioso, increíbles aventuras tenidas por r-z
europeo en tierras de Oriertte, vertidas y narradas
ocasión más despacio y por menudo. Baste por el P. Ribé, de la Pía Sociedad Salesiana.
decir por ahora, que la ausencia de esa « deli
Son dos libritos en extremo amenos e instruc
cadeza, miramiento y respeto > en la casi tota tivos. que al propio tiempo que deleitan, educan 7
lidad de los films, que están en circulación, aúrj elevan el corazón, dejando imborrable impresión en
en los que pasan por mejores, es el principal y las ahnas. Están además profusamente ilustrados.
Aprovechamos la ocasión para recomendar una
raás insuperable escollo que encuentran en el
cinematógrafo los auténticos y genuinos con vez más a nuestros amigos y lectores, la benemé
rita publicación mensual de Lecturas Católicas,
tinuadores de la Obra de Don Bosco.
Por ahí se comprenderá con qué alborozo y que brotó de la mente y corazón dél \*ble. Don
Bosco. para llevar la luz de la verdad y honesto
Sixtisfacción será acogida la noticia en nuestros
esparciiuiento en el seno de las fmnilias. Sale cada
círculos de que la empresa filmadora, del todo mes un hernioso tomito de unas cien páginas, en
conforme con nuestros deseos, ha ya aparecido que en estilo fácil, sugestivo y ameno se relata
y dado fe de \ ida con su actividad.....
ima liistoria o novelita o se defiende o rebate un
Pai efecW, de Roma nos llega la noticia de punto de doctrina. Ofrecen la inapreciable ven
que por iniciativa del ilustre Prelado, Mons. taja de ser eminentemente educadoras esas Lec
Guillermo Grassi, y bajo la augusta protección turas, y estar cuidadosamente limpias de todo
e impulso del Papa Benedicto X V , se ha fun escabrosidad, de modo que pueden ponerse con
dado en esa ciudad el «Instituto de San Marcos » absoluta confianza en manos de cualquer*clase de
con el único fin y objeto de lanzar al mundo una personas. La suscripción cuesta 4 ptas. para España
y 4*50 para el extxamjero.
colección de cintas cinematográfieas, que a
Escribir a la « Librería Salesiana » — -Sarriá
las galas y esplendores del arte más exquisito ^Barcelona).
Bibliografía.
DEJMUESTRAS MI5IOJSÍES
■ M ATTO-GROSSO (Brasil).
hoversiíD de una India en el punió de la mnerle.
{Carta del P . Misionero D. César Albisetii).
Colonia det Sdo. Corazón de Jesús (Matto-Gros-so).
Agosto de 1919.
Revmo. Sr. Don Pablo A Ibera:
Habiendo referido a nuestro venerado Padre
Inspector^ Revmo. Sr. D. Pedro Massa, varias
episodios y sucesos de nuestra vida misionera,
me preguntó si había escrito alguna relación
de eÜos, y como le respondiera que no, púsome
en la obligación y compromiso de hacerlo, resol
viendo todas las dificultades que yo aducía
para ello.
Héme aquí, pues, amadísimo Padre, con la
pluma en la mano, y dispuesto por obediencia
a escribir alguna cosa de estas misiones para
los piadosos lectores del Boletín, a quienes desea
ría fuese de no menos gustos que provecho.
No me faltan, antes tendría muchas cosas
bonitas y curiosas qué referir de la trabajosa
y variada vida de estas, misiones: pero falta el
espacio y sosiego necesarios. Me limitaré, pues,
a contar un episodio edificante, que a un tiempo
pondrá de manifiesto los obstáculos que entor
pecen la obra del misionero, y los grandes te
soros de amor y misericordia que el adorabi
lísimo Corazón de Jesús se digna derramar sobre
estas infelices gentes por ministerio de los liijos
del Vble. Bosco.
*
* *
Entraba yo un día en una aldehuela de indios
Bororos, cuando ftií recibido por los sonorosos
y desesperados ladridos de una multitud de canes.
Habíalos de toda casta, color y tamaño: pero
todos reducidos a los huesos y pellejo de puro
flacos y mal comidos. Ostentaban en la desigual
largura de sus colas sus diferentes méritos de caza;
pues según en ella son menos diestros y dili
gentes, así aquellas aparecían más breves y
acortadas, pues es costumbre entre estas pueblos
por cada descuido y negligencia del perro en la
caza, acortarle el rabo un trozo, siéndo tal
acortamiento un público castigo y afrenta del
pobre animal. Cuando el rabo con toda su lon
gitud no basta, acude el cuchillo a las orejas,
que son cortadas a poco a poco a pedacitos.
Sin hacer caso de la tan clamarosa y descortés
acogida de aquella jauría rabona y desorejada,
que, por lo demás, servía de anunciar mi llegada,
enderecé mis pasos a una pobre choza. Mientras
alzaba la voz, para avisar que entraba, aparté
un débil cañizo que seivría de puerta y penetré
en la casa. Allí encontré a una pobre mujer
enferma, echada sobre una estera, y a su ma
rido que atendía al hogar, donde estaban i)ue.stos
a henar algimos pescados, dentro de un ¡juchero
terrizo.
— [Buenos días, amigos! les dije entrando.
También hoy vengo a haceros una visita; ¿sois
contentos?
Mi saludo y pregunta no tuvieron respuesta.
L a enferma me dirigió una mirada extremada
mente triste: el hombre borbotó no sé qué
palabras entre dientes, mientras atizaba nendosamente el fuego. Dejóme maravillado y suspenso
tan glacial recibimiento, y dije entre mí: —
Nada, aquí hay novedad: ¡el Señor sea con
migo! Me acerqué a la enferma: pasóle la mano
por la frente: le tomé el pulso y le dije:
— ¡Imu^a pega (abuelita mía)l ¿l’oniuc estás
hoy tan triste? |Ea, no me pongas esa mala
cara!
Y vuelto luego al varón; — Y tú ¿cómo es
que no me miras? ¿Acaso estás disgustado con
migo?
¡Vano empeño! Mis palabras hallaron igual
mudez y silencio. Con el propósito de s^lír de
situación tan embarazbsa y entablar conversa
ción, mediante la cual confiaba sacar el hilo
de aquel misterio, quise enterarme de la historia
de los peces que hervían en le puchero, j>ero
tampoco este expediente dió resultado. Hubo
unos instantes de absoluto silencio: no se oía
más que la respiración fatigosa de la enferma,
basta que tras un golpe de tos, pidió ésta al
marido le alcanzase una cazuelita, que contenía
un liquidó espeso y negruzco.
— ¿Qué es eso? pregunté con la esperanza
de ver satisfechos esta vez mis deseos. ¿Qué
hay ahí? ¿Es bueno?
— 2I8 —
— ¡Es miel! ¿Quieres tú también? dijo la
enferma.
Y después que se hubo servido, me ofreció
la cazuela con la concha, que hacía las veces
de cuchara.
Confieso que a la vista del recipiente y su
\ iscoso contenido, se me revolvió el estómago,
pero, como la pobrecilla me instaba, hice de tri
pas corazón, como suele decirse, y exclamé;
— Sí, abuelita, la tomaré, pues la miel me
gusta mucho: pero ¿me diréis porqué estáis
hoy tan tristes y desalentados?
— Sí, sí, tómalo: después hablaremos, y te
lo diremos todo.
No sin mucha repugnancia, llevé a la boca
un poquito de aquella bendita miel, que me
supo amarga como el acíbar. Devolví la concha
y la cazuela, y dije:
— Itnnga ft-ga, ahora habla, dime lo que
os pasa: no tengáis secretos para el amigo que
os quiere de corazón.
— Sí, sí. ICscucha. Ayer noche el Aroé tocari
(el brujo) habló a los Bororos. ¿No le oíste?
— Cierto: oí hablar a una persona: pero,
¿qué os dijo?
— Comunicó las palabras, del espíritu. Dijo
que mis dos liijas, las que tú bautizaste poco
antes de morir, están ahora padeciendo horribles
tormentos. ¡Están abrasándose de calor y no
tienen agua, no tienen carne, no tienen pescado,
no tienen vestidos! ¡padecen y lloran sin cesar!
líl misionero os engaña, decía, os cuenta men
tiras, cuando os dice que después de la muerte
iréis allá arriba a gozar y ser felices. Si padece
mos ahora tanto, estando tan lejos del sol,
¿qué será luego, cuando subamos allá arriba
después de muertos? Allí se sufre y padece: allí
el sol quemá y no hay agua. Esto ha dicho él
esi>íritu y por esto nos ves tan tristes. ¡Ayl
pobrecitas hijas mías! ¡El fuego las consume
y no tienen agua!... ijAaayil.....
¡Dígaseme si podía haber más infernal in
vención para atenacear y destrozar el corazón
de una madre moribunda!
¿A qué argumentos podía yo acudir, de qué
recursos echaría mano, para quitarles de la
ci!>c/,a a esos infelices y atribulados padres,
las racntiras que los habían predicado eu nombre
del isi'iritu. en quien creen con ciega fé?
Acordóme en buen punto de un hennoso
sueño que había tenido, y díjeles sin titubear:
— |C)h! y¡>or esto estáis tristes? Oid, escu
chad lo que vi yo y oí la otra noche: prestadme
atoución. Estaba yo diinuiendo, cuando ví
iluminarse el aiH>sento. Sobrecogióme el miedo
y quise escapanne: perv-» una voz henuosa y
dulce, me dijo: — ¡Padre César, no te vayas,
soy yo: no tengas miedo! ¿No ves aquí a mi
lado a dos niñas que te deben ser bien cono
cidas? Abrí los ojos y miré quién me hablaba,
reconociendo al Padre José Pessina. ¿No «
recordáis de aquel misionero que os quería
^tanto y que hace poco tiempo murió aquí en
la Colonia? Procuré conocer también a las niñas
que le acompañaban, y aunque las miré aten
tamente no lás reconocí. ¡Oh! si hubiérais visto
qué hermosas estaban! Cubríalas un vestido
blanquísimo: traían ceñida una faja encamada;
los botones brillaban como estrellas v sobre
la cabeza llevaban una corona de flores. ¡Oh!
¡qué hermosas estaban!
Mis dos oyentes escuchaban mi relación coi
la boca abierta y sin pestañear. Proseguí diciendo:
— Digo que yo no las reconocía; no atinaba
quién eran: pero el Padre Pessina ine dijo: —
Estas niñas son las hijas de P'duvigis, a quienes
bautizaste por tu mano: las dos están conmigo;
no padecen, antes al contrario, son felices j
dichosas, porque escucharon la palabra del
misionero. Están en el cielo y allí esperan-a su
madre; ruegan por ella y la quieren y aman
mucho más que cuando vivían juntas en la
tierra. Quería preguntarle muchas otras cosas,
pero entonando un hermosísimo canto, desa
parecieron y no* las volví a ver.
Hice una breve pausa y continué:
— Y ahora ¿estaréis tristes todavía?
Lanzaron ambos a una un hondo suspiro de
satisfacción y alegría y noté por el cambio ue
sus semblantes que por puntos quedaban libres
de la horrible pesadilla.
— Pero ¿es verdad lo que dices? preguntaban.
— ¿No me creéis?
— Pero, entonces... ¿qué hemos de pensar de
lo que dijo el espíritu?
— Ese espíritu que dijo tales cosas, no podía
ser sinó el espíritu malvado y embustero: el
espíritu de la mentira. ¿Habéis olvidado ya las
muchas veces que os ha engañado?
E l negro nubarrón de la tristeza acabó de
disiparse del todo; aquellas caras, que momentos
antes espantaban con la ceñuda fealdad sal
vaje, reflejaron de nuevo la apacible serenidad
de los espíritus.
Al \ er el buen cariz que había tomado el
asiuito y que no podía estar mejor encaminado,
procuré agarrar la ocasión por la guedeja y
dar cima a una empresa desde mucho tiempo
comenzada. Se trataba de conquistar un alma
para el cielo. Híceme pues animo y dije:
— IiKuga pega: ¿has oído lo que dije? ¿hí;s
visto cómo te aman todavía tus hijas y te esjieran? ¿Quieres ir a juntarte con ellas?
— ¡Mucho, mucho, padre!
— Pero ¿podrás ir adonde ellas están? ¿Eres
ya cristiana?
— No, pero quiero serlo; ¡quiero serlo cuanto
antes! Creo todo lo que el misionero me bu
\ w
ai9 —
enseñado j deseo que el agua moje mi cabeza
(quiero ser bautizada); porque quiero ir al cielo
a estar con mis hijas y con la Virgen!
Los deseos de la pobre mujer quedaron pron
tamente satisfechos y el agua bautismal lavó
su alma y libróla de la tiránica esclavitud del
demonio. Como eché de ver que la enferma se
encontraba bastante aliviada aun en lo físico,
me despedí y retiré. Dejéles algimos donecillos
y abandoné la choza, admirando la inmensa
bondad y misericordia del Señor.
Después de comer, encontré a una Hermana
que bajaba de la aldehuela y se retiraba al
Colegio:
— ¿Y qué? ¿ha visto V . a la pobre Eduvigis?
— Sí; me parece que se está acabando por
momentos, pero la hallé gozosa y alegre como
una pascua, porque ha recibido el bautismo.
Una sola cosa echa de menos; pues me ha dicho:
— ¿Ves? ahora ya soy cristiana, pero el
Padre no me ha dado todavía la crucecita que
regala a los que se bautizan. iC ra, aun no la
llevo al cuello, como tampoco la medalla.
— j Cierto, contesté; ha sido un ohido! Mas
no importa! este olvido contribuye a poner de
manifiesto las buenas disposiciones y \dva fe
de la neófita. V oy al punto a complacerla.
y volé a la cabaña.
— Imuga pega, aquí me tienes de nuevo:
pero esta vez te traigo las yoj'as y aderezos
del crisitano, le dije:
— ¡Oh! ¡muy bien! no deseaba otra cosa! me
contestó.
Recibió con transportes de alegría el Cru
cifijo y la medalla de la \^irgen, que' le ofrecí:
besó ambos objetos y así que los tuvo puestos
al cuello, colgados de una cuerdecilla, guardá
balos estrechamente aferrados con la mano.
Me quedé contemplándola unos momentos.
Nuestros indios, cuando son presa de la en
fermedad, la descuidan y desprecian, siguiendo
la vida ordinaria y sus habituales ocupaciones,
y no se dan por vencidos hasta que el mal no
ios derriba sobre las miserables esteras donde
yacen. Dan alguna fe a nuestros remedios,
pero creen mejor en los suyos, particularmente
en los que Ies sugiere su médico-brujo: y si éste
Ies declara incurables o Ies predice la muerte,
sométense al fallo, sufren sus dolores y aguardan
su fin' con una resignación y estoicismo que
ponen espanto. Por mara\*iUa dejan escapar
«n lamento o gemido..... ello me ha causado
siempre impresión hondísima. ¡Oh! si la fe san
tificase esos dolores, ¡qué cúmulo de méritos
pira el cielol
Pero en el semblante de la enferma, que
tenía allí delante de los ojos, advertíase una
tesignadón de muy distinto linaje. No era la
resignación triste y sombría del condenado
que se somete a un fallo inapelable y a un destino
fatal, sino la del que lleno de una suave paz y
esperanza, aguarda el fin de sus padecimientos
para entrar en posesión de inefables delicias.
Y esta paz y serenidad se reflejaba en el rostro
y general continente de la moribunda. Al paso
que el mal progresaba y acababa de destruir
las últimas fibras del consumido y endeble
cuerpecillo, parecía que una vida nrreva, un
vigor y fuerza hasta entonces desconocidos, le
reanimaban el espíritu.
Mientras me estaba embebecido en estas
reflexiones, entró en la cabaña la Hermana
con una niña, que era otra hija de la enferma.
— Imuga pega, le dije, mira. Nuestro Señor
te ama tanto, que quiere concederte una nueva
gracia. He traído conmigo este sagrado y sa
ludable óleo, que te hará bien.
— Sí, sí... pero, ahora soy ya cristiana y
prefiero irme al Paraíso.
— No temas: esto, si tal es la voluntad de
Dios, te ayudará a subir al cielo.
La Hennana y la niña, se arrodillaron y
rezaban, y jm, sacando los santos óleos de la
bolsa, me dispuse a administrarle la Extrema
Unción.
Luego que hubo terminado el sagrado rito,
la enferma, con una energía y poderosa voz,
que nadie se hubiera esperado en un cuerpo
tan abatido y extenuado por la enfermedad, a
varios indios allí presentes, dirigió estas va
lientes razones:
— ¿Veis? Estoy muy enferma, el mal me
acaba, y con todo estoy contenta. Mis cabellos
no están teñidos de rojo y negro, ni está cu
bierto de plumas mi cuerpo; pero estoy con
tenta, porque el Padre me ha bautizado. Sé
que queréis hacer en mí vuestras ceremonias,
pero yo noloquiero. ¿Habéis oído? ¡Soy cristiana,
el Señor está conmigo y yo ya he arrojado lejos
de mí todas vuestras cosas!
Los circunstantes escuchaban en silencio y
cabizbajos, como si se reconocieran culpables
y merecedores de tales reproches.
Dicho esto, la moribunda descansó unos mo
mentos, luego, echando una tierna y afectuosa
mirada a su hija, que estaba ahí a su lado, di
rigió a ella la palabra. Bien quisiera yo repetir
aquí las tiernas y sentidísimas razones que le
dijo y con el mismo calor y expresivo acentc
con que fueron pronunciadas.
Estrechando la mano de la nina entre las
suyas, le habló así:
— Hija mía, yo muero cristiana e iré al
délo. Te recomiendo que escuches al Misionero
y hagas lo que él te diga: yo le escuché y obe
decí y estoy contenta. Vendrán los malos a
tentarte: pero, mira, no les des oído; huye de
ellos y guárdate de imitarlos. El misionero te
\
i
—
220
casará cuando sea tiempo: entonces tú y tu
esposo vivid juntos en santa paz. Pórtate de
manera que seas feliz y dichosa como lo soy
yo en estos instantes, estando para morir.
Recuerda siempre lo que te he dicho: json las
últimas palabras de tu madre! .
lya muchacha le escuchaba con los ojos ba
ñados en llanto: de mí confieso que nunca había
asistido a una escena tan tierna y conmovedora.
Siguióse un solemne silencio, que yo interrum
pí para decir algunas palabras de consuelo a
la moribunda: luego la saludé con voz mal
segura por la emoción y prometiendo volver
a visitarla antes de la noche, salí de la cabaña.
Fuera tropecé con el brujo, a quien no pude
menos de mirar con una compasiva sonrisa,
diciendo entre mí: ¡Desdichado embaucador!
¡Allí te quería yo, escuchando las razones de
esa pobre mujer, a quien tan cruelmente afli
giste con tus embustes y supercherías!
Fiel a mi promesa, al caer de la tarde subí
de nuevo a la loma, en cuya cima se extiende
el villorrio indígena. En la cabaña, junto a la
enfcnua, nó había más que el marido, que se
escupía sonorosos salivazos a las manos, para
restregarlas luego por le pecho de la e’nfenna,
cuya res¡)iración iba haciéndose cada vez más
afanosa.
— ¡Aquí estoy, imuga pega; cumplo mi pro
mesa!
— ¡Sí. pero, mira: aun no me he múeito!
líl sol va a ponerse, mientras que yo.....
— Por cierto, dijo el marido interrumpién
dola; creí que al morir el sol, se moriría también
ella... pero el sol ya se ha ido y ella está aquí
todavía!
— Padre, ¿cuando me moriré? Quiero mo
rirme pronto: mis hijas me esperan... ¡Oh! ¡qué
hermosas son! ¡Qué hermosa es la Virgen!...
— Sí, sí, le dije: la Virgen vendrá ,a buscarte.
Mañana es el día 24 del mes; y en tal día, fes
tejamos de un modo particular a nuestra Madre,
la Virgen María: ya verás cómo viene a buscarte
Ella misma.
— ¡Oh! bien, bien! Y juntando las manos
sobre el pecho, estrechaba cou vehemencia el
Crucifijo y la medallita.
—
pega, antes que me vaya, reza
conmigo-el AvemarUi, luego te daré la bendición
de María Auxiliadora.
Dijo muy despacio las palabras del Avemaria.
las cuales rei)ctia también el marido devotamente
arnulillado. Pronuncié después la fónnula, la
bendije y la dejé en las manos de la Virgen Snia.
Al toque del Avemaria de la mañana siguiente,
que era día 24, en la aldea lesonaba el grito
tradicional, con que se anuncian las defunciones.
¡María Auxiliadora había venido a buscar
aquella alma afortunadal
—
El espíritu de las tinieblas había acudido a
todas sus artes para retener bajo su 5'ugo a
esa alma; pero quedó vencido. Ahora desde las
mansiones eternas, donde esperamos que esté,
la buena Eduvigis, pedirá celestiales gracias
para sus compaisanos, que yacen toda\da en
las sombras del error, para los Misioneros y
para cuantos les ayudan en sus trabajos.
Estas son las fragantísimas rosas, que el
Señor ha hecho brotar en medio de infinitas
espinas, y que tanto gozo y consuelo acarrean
a nuestro corazón y al suyo, amadísimo Padre,
y al de todos los buenos que anhelan que el
reino de Jesucristo se extienda siempre más
sobreda tierra.
Bendiga a todos los que trabajamos en esta
a]>artada Misión y particularmente a quien coa
filial afecto se profesa de V. R.
humilde s..s. e hijo
C e sa r A e b is e t t i , Pbro. Salesiano.
KU AN G-TU N G (China)
Difíciles comienzos de la Misión Salesíana
de Leng-Nam-Tou-Jiu, región septentrio
nal de la provincia de Cantón (KuangTung).
{Relación enviada por el P . Luis Versiglia).
Hacía unos meses que habían partido los
PP. Olive y Guarona a sus respectivos distritos,
esto es, el primero a Nam-Hong y el segundo a
Chi-Heug, que son los principales centros de
misión, y en ellos habían tenido un cordial y
gozoso recibimiento. Para darles algún alivio
en aquellos primeros meses de total y forzoso
aislamiento, resolví hacerles una visita en sus
residencias.
Mis impresiones y las aventuras y peripecias
pasadas en estos viajes, que por ló que se ^■ e^á,
se salen algo de lo ordinario, constituyen el
asunto de la presente relación, que contribuirá a
ilustrar a los lectores acerca del campo de acción
que nos ha cabido en suerte para extender á
reinado de N. S. Jesucristo, y de las dificultades
de todo género con que en él se tropieza.
I.
R um ores a larm an tes — L a m ovilización
— E l so ld ad o chino — C am ino de ChiH cn g ^— R eclutam ien to ex p ed itivo de los
b a ga jero s.
E l día 28 de abril (de 1918), llegué a Cantón,
donde corrían voces poco tranquilizadoras res-
—
22
pecto a la situadón del distrito de Nam-Hong,
Dícese que ha sido invadido por las tropas
nordistas, que se han librado importantes com
bates y que los sudistas se baten en retirada.
No falta quien sostenga todo lo contrario: que
los sudistas tienen a raj’^a a los invasores y aún
rechazan al enemigo. De todos esos rumores lo
dnico que se sacaba en limpio es que en el norte
de la provinda había zaragata, por lo cual las
personas que me querían bien, me aconsejaban
que no me arriesgase. Aimque muy de agrade
cerse el consejo, resultaba entonces por demás,
pues que la línea férrea, habiendo sido requisada
por el gobierno para fines militares, no admitía
pasajeros.
No’ quedaba más remedio que resignarse,
tener pacienda y esperar. Mas dos días después,
hácese público que el tren admite pasajeros.'
Desentiéndome de los ruegos e instancias de
los amigos, y parto al punto para Shiu~Kuan,
adonde llegué a la noche. E l tren iba abarrotado
de soldados desde el furgón a la máquina, 'sin
exceptuar los coches de primera clase: es gente
que gasta buen humor, mucho más aún que en
Europa, pues saben que la guerra no, suele aquí
tomarse en serio.
El uniforme no puede ser más sencillo. Un
vestido de tela más o menos gris, un par de
alpargatas, un jubón y un gorro cualquiera,
án forma ni color determinado. Tampoco d
equipo peca de complejo: una escopeta japo
nesa a un hombro y la indispensable sombrilla
al otro, se cruzan pacíficamente sobre la espalda,
donde cae la cartuchera. E n un hatillo aparte,
que correspondería a la mochila, llevan una
frazada, una jofaina, un como ladrillo de ma
dera o porcdana, que hace el oficio de almohada,
y, por fin, una pipa, que varía de magnitud y
forma, desde las pipas de bolsillo hasta las que
sirv'en de bastón.
Al cabo de nueve horas, llegamos, como dije,
a Shiu-Kuan, que pocos meses antes gozaba
de vida próspera y tranquila, pero ahora con
la guerra languidecía en la inactividad y tem
blaba por la zozobra.
Los edifidos públicos, pagodas y templos,
rebosan de soldados. Mucha gente ha escapado
de la dudad al campo; y los pocos que se han
quedado, esténse cerrados dentro de casa y no
dan señales de vida por temor de que les manden
llevar los bagajes de los soldados.
Es inútil pedir noticias a nadie, porque corren
las voces más opuestas. Todos opinan que la
átuación es grave y que las bandas del Norte
(ios Nofdistas) se hallan a poca distanda del
Shiu-Kuan.
Nuestra r^ d e n d a está llena de gente que
ha corrido a refugíame a la sombra de la misión:
entre ellos hay muchos paganos.
!
—
Envío a pedir al Slandaríu una escolta de
soldados, que me acompañe el día siguiente a
Chi-Heng; respóndeme que no le es posible
acceder a mi demanda; pues carece de sol
dados y el camino está infestado de Tou-fci
(supuestos soldados, pero verdaderos bandidos),
y que ni la misma ciudad de Chi-Heng está
segura.
E ste era cabalmente el motivo que mayor
mente me espoleaba al viaje. Estaba en esa
población el P. Guarona, y me uigía conocer
de cerca el cariz que tomaban los aconteci
mientos políticos en ese centro de Misión. Mandé
por tanto un segundo mensaje al Mandarín,
advirtiéndole que
no desistía de-mi viaje:
que mirase por mi seguridad personal, pues
echaba sobre él la responsabilidad de lo que
pudiese acontecer.
L a advertencia produjo efecto. L a mañana
siguiente se me presentaron cuatro soldados,
poniéndose a mi disposición, y con ellos partí
en dirección a Chi-Heng. Llegué a esta pobla
ción después de 15 horas de camino. E l P. Gua
rona hacía días que me esperaba: huelga decir
d regocijo con que me recibió, pues hacía tres
meses que no veía a ningún hermano de re
ligión.
L a residencia de Chi-Heng hállase junto al
camino mandarinal que lleva a Nam-Hong:
de ahí que noche día oía el paso de las tropas
que subían a Nam-H(m^ y se veían las intermi
nables filas de portadores de bagajes y muni
ciones.
Estos al principio eran reclutados por los
mismos soldados a la buena de Dios y sobre
la marcha: al primero que encontraban por la
calle o camino o trabajando en el campo, era
preso y obligado a prestar .servicio, convirtién
dole en animal de carga. Tal vez entraban los
soldados en una casa y constreñían a los ]>acíficos moradores a seguirles, sin que valiesen
protestas ni resistencias.
Más adelante el reclutamiento de los baga
jeros comenzó a practicarse con algún mayor
orden y regla. Cuando un regimiento o grupo
de soldados tenía que pasar de un distrito a
otro, el Si-Leng o el Chong-Leng (el general o
coronel) enviaban un parte al madnarín con
orden de que tuviese dispuestos cierto número
de hombres en tal lugar para trasladar los ba
gajes hasta el confín del distrito, donde, en
virtud de otro parte, se obligaba a tener listos
otro grupo de hombres, para efectuar el mismo
ser\*icio. I.,os gobernadores transmitían la orden
a los Tong-Chio^g o alcaldes de las 5>obIaciones,
los cuales reclutaban en cada una de ellas un
número de hombres propordonado al de sus
habitantes. Así es como se entiende y practica
en estos países la movilizadón general.
—
22-2
H a cia N am -H on g — S e rio s contratiem p os
Un parte im p resion an te — A d elan te
a pie.
Kse enorme trajín de tropas hacia NamHong nos 1Ú20 sospechar que algo gordo se tra
maba por allá arriba. Hicímouos por tanto un
deber marchar hacia allá cuanto antes para estar
al lado de nuestros Padre Olive y P. I/Csainte.
Acudimos de nuevo al madarín de aquí en
demanda de escolta, quien nos contestó que
en zona de guerra carecía de atribuciones. Pe
dírnosle entonces que al menos nos hiciera acom
pañar hasta Fong-Tong, que es otra cristiandad
de 600 almas, encomendada al aiidado del
P. Guatona; pero el mandarín nos vuelve a con
testar negándose resueltamente.
Creimos inútil hacer nuevas reclamaciones,
y nos pusimos en camino in nomine Doniini.
De Chi-Heng a Nam-Hong media una distan
cia de 70 kilómetros, toda cuesta arriba. El
camino corre a través de bellísimos panoramas,
que hubieran hecho agradabilísimo el viaje, a
no habernos molestado una lluvia persistente,
que nos sorjirendió al principio del camino y
nos acompañó hasta el fin.
Teníamos el propósito de detenernos algunos
días entre los cristianos de Tong-Chiong, que
andaban ufanos y dichosos de tener dos misio
neros en su compañía: pero algunos cristianos
llegados un día despué^de Chi-Heng, nos tra
jeron noticias bastante^arm antes: más, aquel
mismo día por la tarde vimos llegar dos mensa
jeros de Nam-Hong, echando el alma de puro
cansados; y no había para menos, ya que aca
baban efectuar una carrera de 120 kilómetros
en 18 horas. Estos hombres traían un parte,
que decía así:
y
« Estamos entre la vida y la muerte: las
tropas nordistas han salido victoriosas, y se
extienden por todas partes, sembrando do
quiera la devastación, el incendio y la muerte,
¿ a ciudad de Nam-Hong hace dos días que
arde en llamas; las víctimas son sin cuento.
Li-Hen-Chiau (villorrio cristiano' es un montón
de minas: la iglesia y la casa dol !\lisionero,
después de saqueadas, fueron pasto de las llamas:
varios cristianos han sido asesinados: a ratos
grupos sospechosos rodean- nuestra residencia
de Kiang-Kotig, que sirve al propio tionq>o de
b;iluarte al pueblecito: y parece que buscan j>or
donde damos el asalto. Mas de dos mil personas
están refugiadas aquí en nuestra residencia.
Hasta ahora hemos quedado salvos, pero no
sabemos qué será de nosotros mañana. Acudan
a la estación telegráfica más próxima y telegra
fíen a 'as Cónsules, que recaben de Pekín
órdenes se\ eras para nuestra defensa. LesainU
y Olive ».
—
Leimos los dos a un tiempo este mensaje, y
se nos llenaron los ojos de lágrimas. Los buenos
cristianos advirtieron nuestra honda congoja;
nos rodearon con afectuosa solicitud y ya no
se atrevieron a oponerse a nuestra partida ni
dejaron oir ni una queja. Acordamos ponemos
en camino la mañana siguiente.
Aquella noche la pobre iglesuca se llenó por
completo: todos tenían necesidad de encomen
darse al Señor y pedir por sí, por sus familirs
y vecinos y por los .hermanos de fe, que lejos
de allí sufrían gran tribulación: se rezaba con
un fervor extraordinario.
Por la mañana bajamos nuevamente a ChiKuan, siempre azotados por la lluvia. Allí no
hallamos ni barca ni silla de manos pard ir a
Skiu-Kuan, donde se hallaba la estación tele
gráfica más cercana. Mas el P. Guarona, sa
cando fuerzas del cansancio, echó a andar
inmediatamente, acompañado de un cristiano,
mientras yo le aguardaba en Chi-Heng.
P a s o de trop as — Siem p re por lo derecho
— E n el te lé g ra fo — C ontinúa la ansie
dad — E n la zon a de o p eracio n es — El
buen corazón de un v iejo pagano -O tros encuentros. •
Todo ese día y el siguiente fueron pasando
soldados sudistas que huían: pero al tercero
cambió la escena.
Los sudistas luego que pudieron rehacer sus
filas y reforzarse con tropas de refresco y mu
niciones que les enviaron de Cantón, retroce
dieron por el mismo camino, provistos de ví
veres y metralla y con alguna pequeña pieza
de artillería de montaña y ametralladoras.
Desde nuestra casa los veíamos subir en escua
drones de cien y de doscientos, por el camino
raandarinal, que no pasa de la categoría de un
simple sendero. Avanzaban a la deshilada, es
decir, de uno en uno, cantando a voces liimuos
guerreros, con la afinación y concierto que es
de suponer en hombres que distaban entre sí
de cien a doscientos metros. No sé qué opina
rían nuestros generales europeos de la estra
tegia de esta gente’ lo cierto es que en China,
cuando se marcha al combate, se va siempre
por el camino más derecho, sin torcer a la de
recha ni a la izquierda; aqm' no se conoce la
táctica de otros países, de salir al paso al ebemigo y cortarle la retirada por rodeos y veri
cuetos.
E l P. Guarona empleó tres días en el viaje
de ida y vuelta a la estación telegráfica, reco
rriendo en tan breve espacio de tiempo dos
cientos cuarenta' kilómetros. Fué un milagro
de presteza.
Habíamos hecho ya cuanto estaba en nuestra
mano: pero la incertidumbre sobre ia suerte
— 223 —
de nuestros hermanos, nos quitaba el sosiego.
¿Serán víctimas de la ferocidad de las tropas?
Es de esperar que no. Pero, ¿cómo se arreglarán
para dar de comer a tanta gente, que se ha
acogido al sagrado de su residencia?
Entre tanto llegan noticias cada vez más
graves. Los nordistas están y a en Kun-lok,
cuatro leguas más abajo de Nam-Hong, mientras
que los d d Sud se encuentran en Ma-tzi-Hau;
cuatro leguas arriba de Chi-Heng: entre los
dos ejércitos no median y a sino dos leguas: es,
pues, inminente una gran batalla.
Viajar en tal coyuntura es ciertamente poco
halagüeño: pero la ansiedad y congoja nos
abruma; no podemos vivir con esa incertiduinbre: es preciso ponerse en camino. Por lo demás,
la guerra aquí no va tan en serio como en E u
ropa; y la calidad de europeo hácele a cual
quiera acreedor a toda clase de miramientos.
Nos encomendamos a María Auxiliadora,
liamos el petate y echamos a andar camino
adelante.
Hicimos la primera mitad dél viaje sin no
vedad: en todo el camino no encontramos sol
dado alguno ni alma viviente: que los había,
nos hay que dudarlo; pero se mantenían escon
didos. E n algunos puntos divisamos a los cen
tinelas; pero éstos o no nos veían o no querían
dame por advertidos, dejándonos pasar de
la^o.
Traspasamos la línea de batalla de los sudistas y entrábamos y a en la zona neutra,
cuando vimos una muchedumbre de gente,
compuesta casi toda de mujeres, niños y viejos,
que corrían como locos hacia nosotros, cargados
con sus míseros hatillos a cuestas. Preguntóles
porque huían tau precipitadamente. Me res
pondieron:
— Los nordistas vienen corriéndose para
abajo y y a están muy cerca: pronto llegarán
aquí: son crueles en extremo; no sigáis adelante,
volveos sin tardanza.
Y un pobre viejo, llegándose hacia nosotros,
después de hacemos una profunda reverencia
V puesto de hinojos, comenzó a suplicamos con
grande ahinco, como si fuéramos hijos suyos,
que no diésemos un paso adelante. Procuramos
tranquilizarlos, certificándoles que los extran
jeros no corríamos ningún peligro, siendo respet.idos por ambos bandos. E l pobre anciano se
levantó del suelo y nos vió partir con honda
pena. ¡Y ese hombre era pagano! ¡Que el Señor
le recompense su generoso interés por nosotros,
otorgándole la luz de la fel
Los fugitivos, viéndonos proseguir tranqui
lamente el camino, primero se detenían, lu ^ o
cada cada cual por su parte emprendieron la
vuelta a sus aldehuelas.
Durante la marcha, atravesamos el pueblo
de Kun-lok, desierto de todo punto. Habría
mos andado cosa de una hora, cuando vimos
salimos al encuentro un soldado nordista. A su
aparición nos quedamos algo perplejos; pero
recobramos el ánimo al oir que desde lejos nos
llamaba: ¡Sen-Fu! (Padre).
Esta palabra, que pudimos entender con
toda claridad, no suele oirse sino en boca de los
cristianos. El saludo, pues, era de gente amiga.
Continuó, hablándonos en dialecto funanés,
casi ininteligible para nosotros; y al saber que
veníamos de Chi-Heng, nos preguntó si había
mos hallado soldados sudistas por el camino.
Dijímosle que no, y era la verdad. Satisfecho
de nuestra ros¡niesta, nos obsequió con un sorbo
de te, que traía en la cantimplora y siguió
andando con dirección opuesta a la nuestra.
El primer encuentro con los nordistas, había
ido bastante bien. ¡Adelante, nos dijimos; la
Virgen nos ayuda!
Anduvimos otra media liorita y en un recodo
del camino, sobre un puente sombreado por
grandes árboles, hallamos un piquete de caba
llería vivaqueando. Dos oficiales que estaban
sentados en el pretil del puente, no bien nos
vieron, se pusieron en pie y nos hicieron el
saludo.
— ¡Esto va de bien en mejor! dijimos Ínter
nos. Y aceptamos gustosos la inritación de
sentamos.
En primer lugar vinieron las preguntas que
exige la cortesía y urbanidad chinesca, esto es,
nombre, apellido, naturaleza, etc.; después las
consabidas interrogaciones sobre la posición,
número, etc. de las tropas sudistas.....y nuestras
respuestas ambiguas, propias de gente neutral.
Mientras hablábamos, allegósenos un hombre
con la cara muy risueña y hablando por los
codos. Echando de ver que no lo entendíamos
una palabra de lo que decía, el buen hombre
se echó de rodillas en tierra, se santiguó muy
devotamente, y nos mostró la medalla de la
Virgen que llevaba al cuello.
— ¡Oh! ¡bravol esto sí que’es hablar en cris
tiano, exclamanos; hubiéraslo hecho antes, y
te habrías ahorrado tantas palabras.
Dímosle a entender nuestra satisfacción y
contento; y tomado el te, que nos ofreció, nos
pusimos nuevamente en camino.
Cuando dimos vista a la ciudad de Nani Hong,
saliónos al punto un centinela, que estaba de
guardia sobre un montedllo, y nos preguntó: —
¿Quién sois? ¿de dónde venís? ¿a dónde vais?...
y otras cien pr^untas por el estilo.
Por toda respuesta, sacamos de la cartera
una tarjeta de visitas y poniéndosete en las
manos, le dijimos: — Toma esto, y llévaselo
enseguida al general, pues necesitamos avis
tam os con él enseguida.
— 224 —
Si qüeréis ir a la Iglesia Católica, no es
necesario avisar al general: yo mismo haré
(jue os acompañen a la ciudad, donde seréis
dueños de ir adonde se os antoje.
— Mejor que mejor, ¡gracias!
Ivii efecto: llamó a dos soldados; y escoltados
])or ellos pasamos todos los centinelas sin nuevos
contratiempos.
L a d e v asta ció n de la g u erra — L a s ruinas
de N am -H ong — A ld e a s d e stru id as —
E l pueblo y resid e n cia de K ian g-K ong
sa lv a d o s.
Pasamos el gran puente de piedra, cuya
construcción atribuye la tradición a la inicia
tiva de los Misioneros Jesuitas, y al punto se
ofreció a nuestros ojos un tristísimo espectáculo.
Ahí está Nam Hong, la ciudad que seguía a
Clinton por la importancia de su comercio, con
vertida en un montón de escombros. Nada,
absolutamente nada había quedado en pie.
Kn todas ¡lartes se descubrían las huellas de
la devastación y pillaje: aquí maderos ardiendo,
allá se levantan columnas de humo, mientras
hería el olfato el hedor insoportable de los, ca*
dáveres que yacían bajo las humeantes minas.
Conocíamos por los periódicos las devastaci{>nes do la .guerra europea y no nos sorprendía
de nuevas el desolador espectáculo; pero la rea
lidad era más terrible que lo que pudiéramos
imaginar. También la campiña presentaba un
asiiecto de lúgubre desolación. Los pueblecitos habían sido arrasados y metidos a sangre
y fucgoí y a lo largo de los caminos se encon
traban a cada paso cadáveres insepultos, por
que la feroz soldadesca disparaba el fusil sin
ton ni son por cualquier fútil pretexto.
Vimos también con honda pena, las minas
de nuestra residencia de Li-Heu-Chiau.
Después de andar tres horas a través de
aquellos asolados parajes, dimos vista por'fin
al ¡lueblo de Chiang-Kong. luisanchósenos en
seguida el ‘corazón, al ver ondear las banderas
francesa e italiaiuí en las torres de nuestra resi
dencia, señal cierta de que ella y el lugar se
habían librado del saqueo.
De lo más hondo del pecho nos salió un himno
do gracias al Señor, mientras apresurábamos el
paso para estrechar cuanto antes entre nuestros
brazos a los dos queridos hennanos, que allí
penaban desde varios días.
h/Stabau éstos tan ajenos de nuestra llegada,
que. al venu\s. les pareció ver el cielo abierto:
tal era el sobresalto, congoja y pesadumbre
que los oprimía! No hay pluma que alcance a
describir los extremos de júbilo y alegría de
aquellos primeros momentos. ¡Sea mil veces
bendito el Señor que tal gozo y consuelo nos
proporcionó!
Mientras nos comunicábamos mutuas im
presiones y noticias, se nos preparó un bocado
para refrigerio, pudiendo admirar cuán solícita
había andado la P^o^'idencia en socorro de esos
buenos hermanos nuestros, pues desde el ,día
que comenzó la horrorosa tormenta, el comerciode toda la comarca se había concentrado en
dicho pueblo y precisamente en el recinto de la
misión: aUí se vendían los artículos de comer,
beber y arder, quedando resuelto por tal modo
desde el primer día el problema del avitualla
miento para nuestra gente.
No nos costó mucho trabajo alcanzar una
idea cabal y clara de los hechos que allí se
habían sucedido. De ellos se colegía que el
pueblo se había salvado merced a la Misión
Católica: las banderas que ondeaban sobre ella
en señal de protección, lo libraron de ía devas
tación general.
H isto ria de lo s su ceso s — L o s N ordistas
en N am -H ong — U na dip utación de ciu
dadanos n o tab les, a ca u d illa d a p or el
m in istro p rotestan te v is ita a l G eneral
— U n lam en tab le engaño y sus funestas
co n secu en cia s — V a le r o s a abnegación
de n u estros m isio n ero s — Salvam ento
de una niña.
Hacía tiempo que los nordistas habían tras
pasado la sierra que sirve de confín entre las
provincias chinas de Kiang-SH y Kuang-Tung
y acechaban la ocasión propicia de dejarse caer
sobre Nam-Hong. Defendía a ésta una pequeña
guarnición de soldados sudistas (Cantonianos),
los cuales advirtiendo la inminencia del ataque
y que eran impotentes para sostenerlo, aban
donaron la ciudad secretamente, de noche v
sin ser vistos. Con todo, los nordistas no ee
resolvían a entrar en ella o porque no se creían
bastantes o por temor de una asechanza.
En^ esto, estando la ciudad sin soldados,
quedó a merced de los malhechores, que se
entregaron al pillaje a mansalva. En takaprietos, los notables de la ciudad se reu
nieron y como no podían esperar socorro de
parte de los sudistas, acordaron enviar una di
putación al general de los nordistas para invi
tarle a entrar y tomar posesión de la ciudad,
certificándole que no hallaría oposición alguna
por parte de los adversarios del Sur: y para dar
mayor autoridad y realce a la embajada, pidie
ron al ministro protestante alemán, que se
hallaba entonces en la ciudad, que Ies acompa
ñase y apoyase, a lo que él se prestó de mil
amores.
E l general nordista recibió la diputación con
el agrado que era de esperar, y aceptando la
invitación que tan graciosamente se le hacía,
al otro día se encaminó con la tropa hada la
— 22S -dudad, donde esperaba ser recibido en pal
mitas. Pero las cuentas le salieron niu}' de otra
menera. Durante la noche, los sudistas, que
habían recibido municiones y refuerzos, entra
ronde nuevo én la ciudad callada y sigilosamente,
de modo que los nordistas, que esperaban
penetrar en ella pacificamente y sin un tiro,
fueron recibidos con música de metralla y salvas
de mortífera arcabucería. Tan inesperado reci
bimiento les hizo volver las espaldas y poner pies
enpolvorosa, no sin que sus enemigos les siguiesen
y hostigasen por un buen trecho. De ahí que los
suburbios y alrededores de la ciudad se comúrtieron en un campo de batalla, corriendo igual
suerte el pueblecito cristiano de Li-Hen-Khian,
El general nordista, creyó haber sido víctima
de un engaño, llevándole a una celada traidora,
y juró tomar terrible venganza: y conro los
chinos no suelen hacer distinción entre cató
licos y protestantes, los fugitivos nordistas desíogaroú su cólera, ensañándose en la cristiandad
de Li-Heu-Khian.
No contento con esto, al día siguiente, el
general nordista, bajó de nuevo con todas sus
tropas y dió un vigoroso asalto a la ciudad. La
batalla duró varias horas con suceso incierto:
al fin vencieron los nordistas y la ciudad quedó
en su poder.
Era demasiado reciente el recuerdo de la
zurra recibida el día anterior para que pudieran
ohúdarla: esto hizo que las tropas cometiesen
toda clase de excesos, hasta el punto que los
propios oficiales, se averganzaban de ello y
recriminaron ásperamente al general, de que, no
contento con pennitir tajes salvajadas, hubiera
Uegado a promoverlas y fomentarlas. El estrago
pasó de la ciudad a las aldeas, con igual cruel
dad y encamecimiento. Todas fueron pasadas
a sangre y fuego: no se salvó más que el pue
blecito de Kiang-Kong, y eso únicamente por
respeto a la misión. Todos lo reconocieron así
y dieron gracias a los misioneros. Por ahí se
explica que algunos paganos, encontrándonos
por el camino, nos diesen muestras de grandísinia veneración con profundas inclinaciones
de todo el cuerpo. La novedad del caso nos
produjo al principio gran sorpresa: pero luego
hemos comprendido el moti\ o.
El suceso, como era natural, dió lugar a mu
chas hablillas y comentarios, haciéndose compar.rciones que no dejaban muy bien parada
la propaganda protestante:
— T ’iu-chiu Tong Tai jai! (La Iglesia Cató
lica es buena de veras).
— Fok-jam Tong Mon Joung! (La Iglesia
protestante en cambio no vale un pito!).
— Mou miuf (Ella ha perdido la cara... la
vergüenza), aludiendo al desairado papel que
hizo el ministro hereje.
Este trató de sincerarse cerca del general
sudista y con tal fin le pidió una audiencia;
pero el general se negó a recibirle, diciendo que
no quería tratar con quien había intentado
entregar su patria a los enemigos. Volvióse
entonces al jefe de las tropas nordistas, pero
también este rehusó recibirle, mandándole decir
que le valía más por su bien se marchase lejos
de ahí. No se hizo repetir el consejo el atribu
lado ministro y se apresuró -a tomar soleta.
Por el contrario nuestros Misioneros, se por
taron con gran valor y pmdencia, puc?- al j)aso
que atendían al cuidado y asistencia de los cris
tianos del pais, a muchos salvaron la vida con
riesgo de la propia, haciéndose acreedores a
la general estima y aplauso.
No bien supieron que el campo de batalla
se había corrido a la banda de Li-Hcu-Kian,
acudieron al punto en socorro de los cristianos
de esa localidad, les ayudaron a escapar con
orden y no salieron de allí hasta que estuvieron
todos en salvo. El P. OUve me decía:
— No cabe duda que María Auxiliadora nos
salvó la vida a mí y a mis cristianos. Muchos
de éstos no acababan de resolverse a abandonar
sus viviendas: fué necesario que oyesen silbar
las balas sobre sus cabezas, para decidirse a
huir: pero entonces era y a demasiado tarde.
Las •balas pasaban muy cerca de mí y aún
llegaron a rozarme la sotana: mas parecía que
una mano invisible las desviase y me guiase a
mi y a ellos fuera del peligro.
Y a estaban todos refugiados en la residencia
de Kiang-Kong, colno en lugar seguro, cuando
ll^ ó un recado a los misioneros, de que una
niña cristiana había quedado encerrada en su
casa y que no se atrevía a salir. No fué menester
más, para que retrocediesen denodadamente
hacia el peligro. A lo largo del camino ])or donde
pasaban, se trababa reñidísima batalla: no
importa. Métense por entre las filas de los com
batientes y se encaminan a donde el deber y la
piedad los llaman. De pronto ven a lo lejos a
dos soldados que apuntan los fusiles contra
ellos. Alzan las manos y agitan el sembrCro,
significándo les que son gente de paz. Kn esto
llegan otros soldados, los rodean y conducen a
su jefe. Este, a quien escocía aún la conducta
del ministro protestante, estréchales con pre
guntas para averiguar, si son también de la
cuerda de Lutero: — No; por la misericordia de
Dios, somos católicos. Y luego que le hubieron
expuesto el motivo que les hacía volver atrás,
le dijeron: — Si quieres, puedes venirte con nos
otros y verás cómo al frente de nuestra casa está
escrito: t T ’in chine-Tong » (Iglesia Católica).
E l oficial dió fé a sus palabras y les hizo
acompañar al sitio a donde se dirigían. Halla
ron allí a la niña enajenada por el espanto. La
—
pobrecilla cuando vió a los misioneros, se re■ cobró un poco y con lágrimas y lastimeras
voces, suplicaba que la salvasen. Por la extre
mada debilidad en que estaba, fué preciso ayu
darla a caminar y la acompañaron a KiangKong, donde quedó puesta a buen recaudo.
F e lic e s re su ltad o s de una re cla m a ció n di
p lo m ática
E n tre v ista con el G eneral
— P r o te sta s y p ro m esa s — V is ita a la.
resid en cia d estru id a — Un edicto de pro
te c c ió n — G ratitu d a la Ig le s ia C a tó lica .
Por fin vinieron de Pekín las anheladas órdenes,
líl mismo día que llegamos el P. Guaroná y yo,
nuestros hermanos recibieron una cita del Si~Leng
{el general), invitándoles a ir a la ciudad para
dar algunos informes. Fueron allá y el Si-Lcng
los recibió con todo honor y cortesía; les dijo que
había recibido órdenes de Pekín de protegerlos y
en consecuencia les invitó a redactar una recla
mación con todas las de la ley por el incendio de
la Casa y de la iglesia y demás daños sufridos.
Nuestros Padres no quisieron dejar pasar la
oportunidad que se les ofrecía, de reprobar y
estigmatizar enérgicamente el mal comporta
miento de ciertos soldados, que sin motivo y
por mero pasatiempo disparaban contra los
pacíficos campesinos, que labraban tranquila
mente sus tierras. De este modo habían sido
muertos tres cristianos: otros se salvaron mila
grosamente. Un pobre hombre hubo de arras
trarse a gatas un buen rato entre las aguas
encharcadas de un arrozal, para salvar el pelllejo. Otro tuvo que echarse á nado en un estan
que y estarse largo rato bajo las aguas, mientras
que un pobre infeliz, que estaba arando en su
campito, porque no se resolvía a entregar una
vaca a los soldados, que se la pedían, fué sin
más pasado por las anuas.
listos reproches llenaron de vergüenza y son
rojo al General, que prometió poner coto a tales
desmanes.
Pidiéronle también fuese sen-ido de ir a cer
ciorarse por sí mismo de las cosas que le habían
referido, y ofreció que iría.
Citáronse- para la mañana siguiente a las
diez. Kvsperámosle los cuatro &\cerdotes. que
estábamos allí, a Siiber, los PP. Olive, Uesainte
Guarona y el que suscribe, á’ió el general los
escombros del pucblecito y de la Iglesia: se hizo
cargo de los daños hechos voluntariamente y a
sabiendas en los muebles, libros y demás objetos
de la residencia del misionero, que por un milagro
no había sido pasto de las llamas. Digo por mi
lagro, porque el general Imbo de reconocer, que
se había intentado l>egar fuego a la casa por
varias partes. También \-ió los cuadrós despe
dazados q sablazos, los candeleros de bronce
rotos y retorcidos; el Crucifijo, de bronce tam
226 —
bién, con el Cristo desclavado y la cruz hecha
trozos; los delicados aparatos del gabinete metéorolófgico y fotográfico, quebrados y echados
por el suelo. AI general se le parecía en el sem
blante la contrariedad, confusión y embarazo, que
ese espectáculo de vandalismo le causaba; para
excusarse, apuntó la suposición de que piratas y
bandoleros, revueltos con sus soldados hubiesen
cometido tales desmanes; pero vióse obligado a
retirarla por ser evidente, que si de bandidos se
tratase, éstos habrían robado, pero no destruido;
por lo demás a la luz del día habían sido vistos los
soldados entregados a tan poco honrosas hazañas.
Trató de explicar el incendio por estar d
pueblecito situado dentro del campo de batalla:
pero esta explicación quedaba anulada por las
varias intentonas, felizmente frustradas, pero
evidentes, de pegar fuego a la casa del misionero.
Levantóse acta de todo ello: de la cual una
copia se la quedó el General, otra fué en\dada
a los cónsules de Cantón y una tercera a Pekín,
para exigir a su debido tiempo la indemniza
ción a que hubiese lugar.
E l General estuvo afabilísimo y cortés en
extremo con nosotros; se empeñó en acompa
ñamos hasta nuestra residencia de Kiang-Kong,
para ver, decía, si allí estábamos seguros....
Pedírnosle que nos provey'era de im edicto de
protección, extendido en varios ejemplares, para
fijarlo a las puertas de este pueblo y del otro que
fué incendiado. Prometió complacemos: y en
efecto, a la mañana sigiriente nos los mandó, de
bidamente firmados y sellados, liste edicto sir\ió
también de impedir que los soldados viniesen a
reclutar bagajeros forzosos entre nuestros cris
tianos como habían intentado unos días antes,
con grande pena y agravio de la pobre gente.
Gracias a esto, en medio de la desolación que
reinaba en todo el pais, nuestros cristianos po
dían tenerse por privilegiados: y no eran solo
los cristianos, los que disfmtaban de ese trato
de favor, pues que también a muchos comer
ciantes principales de Nam-Hong alcanzó la pro
tección valiosa de la Iglesia Católica, j’a que por
ella tuvieron un refugio seguro, y por medio de!
Misionero pudieron recobrar las mercancías, que
habían quedado bajo las ruinas de sus casas.
Algunos meses después, cuando, tras una
\dctoria decisiva del ejército sudista, volvió la
región a gozar de tranquilidad y paz, la Cámara
de Comercio de 'Nam-Hong mandó por decreto
confeccionar dos riquísimas banderas de seda
bordada en oro, con una dedicatoria a la Misión
Católica, en que se recordaban los generosos y
desinteresados trabajos de los Misioneros, en
aquellas dolorosas circunstancias.
Una de esas banderas se guarda en la Misión
de Kiang-Kong, la otra fué enviada ai Obispo
de Cantón.
— 227 —
Viaje de vu e lta - D ificu ltad e s p a ra segu ir
el cam ino derech o — C am inando a pie,
y luego a b o rd o con lo s s o ld a d o s : su
cortesía.
Después de la \dsita del Oeneral, quedé to
davía algunos días en Kiang-Kong; luego, viendo
que reinaba tranquilidad, determiné volverme con
el P. Guarona, por el mismo camino por donde
habíamos ido. Pero este segundo viaje hubo de
ser más dificultoso. E l ejército nordista, en su
avance hacia Chi-Heng, se había acampado en
diversos, puntos del camino; era el momento
crítico. Y a dejo dicho cómo los soldados cliinos
siguen invariablemente el camino derecho,
nunca las travesías. Si nosotros hubiésemos
tomado una de éstas, nadie nos hubiera cortado
el paso: más, como quisimos echar por lo míis
derecho, sucedió que, después de andar veiiticuatro kilómetros, nos encontramos en el frente
de batalla, y nos echaron el ¡alto! No hubo más
remedio que desandar lo andado, para empren
der la marcha al otro día por un camino tra
vesero, por donde llegamos a la meta sin susto
ni contratiempo.
El camino que nosotros seguimos, hubiera
podido seguirlo cualquiera de los dos ejércitos
eombatientes, y en menos de dos dfag atacar
al enemigo por la espalda: pero ¡qué si quieres!
•osa semejante no se le puede ocurrir a ningún
ehino; porque en el Celeste Imperio son proliibidas las travesías.
Habiendo llegado a Chi-Heng, podía dar por
terminado mi cometido. Me despedí, pues, del
P. Guarona. Mientras él subía a visitar a los cris
tianos de Fong-Tong, yo bajaba a Sciu-Kuang.
En vano se buscaba una barca o silla de manos:
no se encontraba por ningún dinero y hubimos
de echar a andar a pie. Tomé por compañero
a un catecúmeno y ¡adelante in nomine D om ini!
Habríamos andado como una legua, a orillas
del río, cuando veo bajar por él una barca:
hícele de senas y se detuvo. Llevaba soldados
sudistas que bajaban a Sciu-Kuan por muni
ciones: me recibieron a bordo y me trataron
•on suma cortesía. Hablamos de mil cosas; mas
cuando supieron que venía de Nam-Hong, su
«uriosidad llegó al colmo y me abrumaban a
preguntas, a las que respondí lo que la pruden
cia me daba a entender.
Al anochecer prepararon el arroz y se empe
ñaron en que comiese en su compañía: en cam
bio pusimos a su disposición el companático que
conmigo traía, de lo que quedaron muy contentos.
Llegada la noche, cada cual se metió en su
rincón para dormir. Y o no traía conmigo sino un
par de mantas; y como carecía de estera donde
echarme andaba algo apuradillo, porque la barca
entre el barro, la humedad y la mugre, no era
ciertamente uingima tacita de plata. Mis amigos
echaron de ver mi embarazo: y antes que yo
abriese la boca, y a habían ellos extendido al
gunos de sus capotes impermeables, en el sitio
más abrigado de lá barca y me invitan a echarme
ahí. Les doy mil gracias y me excuso; pero ellos
insisten tan porfiadamente que rehusar hubiera
sido desairarles. Ellos mismos tonmn mis mantas,
las extienden sobre los capotes y acaban de
arreglarme la cama. Faltaba aún la almohada:
toman otro capote, lo doblan en varios pliegues
y hacen con él una especie de cojín. Luego con
igual delicadeza y cortesía, me instan de nuevo
a que me eche. Acepté el ofrecimiento, obligado
no tanto por la necesidad como por sus corteses
instancias: y, hecha una breve oración, me dormí
a pierna suelta.
La barca, que durante la noche había perma
necido parada, echó a andar muy de madrugada
y así llegamos temprano a Shiu-Kuan, donde
pude celebrar la Santa Misa.
L u is V e r sig l ia ,
Misionero Salesiano.
Nuevo Vicariato Apostólico en China.
Tenemos la satisfacción de comunicar a nue.stros
lectores la grata noticia de la creación del nuevo
Vicariato Apostólico de Shiu-Kwan, confiado a
la Pía Sociedad Salesiana. Este Vicariato, en que
trabajan nuestros misioneros hace ya algunos
años, comprende la pro\'incia china de Lem-Nani‘
Tou-Jui, al norte de la región de Cantón, con once
distritos secimdarios. E l Vicariato se denomina de
Shiu-Kuan, por ser ésta la ciudad más importante de
la provincia. Eclesiásticamente confina con los Vi
cariatos Apostólicos de//tt-.Vfln al norte; de Kiangsi al E.; de Cantón, al S.; y de Kwang-Si, al O,
Al propio tiempo se ha hecho el nombramiento
del Vicario Apastólico, que ha recaído en el Kevnio.
Sr. D. Luis Versiglia, Superior hasta ahora de
aquella Misión. En el Consistorio de 22 de abril'
S. S. el Papa Benedicto XV, preconizó al P. Versiglia, Obispo titxxlar de Caristo.
Monseñor Luis V iírsk;i-ia será, pues, el duodé
cimo Obispo Salesiano. Es natural de Oliva Gc.ssi
(diócesis de Tortona). Hizo sus primeros estudios en
el Oratorio Salesiano de Turín, donde pudo conocer
y oir a Don Bosco. Se doctoró en Filosofía y Teo
logía en. la Universidad Gregoriana de Roma.
Después de h a t^ trabajado con ardentísimo celo
en el Oratorio Festivo del Sgdo. Corazón de Roma
y dirigido por varios años con grande acierto la
Casa de Geazano, los Superiores le pusieron al
frente de la primera expedición de Misioneros,
que partió a China en 1905. Allí ha trabajado sin
descanso todos esos años, con el amor y celo que
han podido ver nuestros lectores en las hermosas
relaciones que enviaba al Boletín. Ahora la sagrada
Mitra con la plenitud del sacerdocio dará mayor
autoridad y eficacia a sus ei'angelizaciones, que
deseamos sean muy duraderas y provechosas,
para gloría de Dios y bien de las ^ la s .
N
4
»
%
Fi
r.N iT n
de María Auxiliadora
N it tenetnot I« penitaslóD de qoe, eo las vlclsiludes doloroaas de los tiempos
que alravetamot, no nos quedan más consuelos que loa del Cielo, y entre estos,
la poderosa protección de la Virfen bendita, que iuó eo todo tiempo el Auxilio
de los Crisllanos.
pjo x.
Privilegio importante.
líl Papa Benedicto XV, a pedimento del Revino.
Sr. D. Pablo Albera, Rector Mayor de la Pía So
ciedad Salesiana, con fecliu del 2 de marzo illtiino.
ha conceílido j)or diez años, el privilegio de cele
brar una misa propia de María Auxiliadora en
todas las iglesias y capillas donde está canónica
mente establecida la « Asociación de devotos de
María Auxiliadora » el día 24 de cada mes, siempre
t]ue ese día no esté impedido por una fiesta de
rito doble de 1“ o 2® clase, por una fiesta de la
Virgen o por feria, vigilia u octava privilegiada
(de I®y 2®orden).
A d v i í R T E N C I A S ; l o La misa deberá ser una sola,
rezada o cantada, es decir aquella a que asiste la
Arehicofradfa y se celebra con cierta solemnidad.
2° Se lee la misa propia, que se baila en el Apén
dice del Misal {Aliq. locis) bajo el día 24 de mayo.
La Misa de María Auxiliadora véndese también
en una hoja suelta para intercalarse en el Misal.
(Librería S. E. I. — Corso ReginaMargherita, 176,
Turin (Italia).
30 ]jsa misa se celebra con rito festivo, es decir,
sin oomuemorucíón alguna, con Gloria y Credo y
úU. I;v. de San Juan.
LA CARLOTA (Cónloba-lCsp.). — Nuevo altar
ih- María .-liaí/ñn/ofrt. — La Virgen de Don Bosco
acaba de sentar sus reales eu este püitoresco pueblo,
donde se le ha dedicado un altar, cuya inaugu
ración se hizo cou grandísimo entusiasmo v po
pular regtH'ijo.
A nadie debe maravillar esto, si se atiende a
que la \’irgcn Auxiliadora se dió a conocer por
allí meiliaute uno de esos señalados prodigios,
que repercuten en toda una comarca.
lié aejuí como refiere el suceso el Rdo. Sr. Don
Rafael Tonuo, Pbro. Salesiano:
♦ Los consortes D. Manuel Guerrero v Da.
Amalia Palacios, modelos ambos de buenos cris
tianos, vivían afligidos a causa de una pertinaz
enfermeddd de esta señora. Catorce años hacia
que la dolencia duraba, mostrándose rebelde a
todos los remedios de la ciencia médica.
Por fin, aconsejados por ima familia piadosa,
resolvieron encomendarse a María Auxiliadora,
como efectivamente lo hicieron, practicando una
novena de oraciones. La Virgen escuchó las ple
garias de los afligidos esposos, pues la señora
experimentó ■ un notable alivio eu su enfermedad;
por lo cual,a gradecidos esos señores, costearen
un altar e imagen de la milagrosa Virgen AiLxiliadora de los Cristianos, que se erigió en la Iglesia
parroqmal.
Día memorable en los fastos de la hermosa villa
de Carlos III, será el 6 de abril de este año. en
que se verificó solemnemente la inauguración dd
nuevo altar e imagen de María Auxiliadora. No
sólo el populoso vecindario, mas también una
muchedumbre inmensa de las aldeas y pueblos
comarcanos asistió a la procesión y misa solemne,
celebrada en el nuevo altar. Durante la misma,
cantó las glorias de 1 Auxiliadora un sacerdote
sale.s¡ano del Colegio de Córdoba, que quedó mu/
xHlificado de la devoción y recogimiento de .sa
numeroso auditorio, que escuchó con grande
atención al predicador.
Al día siguiente comenzó la novena, muy con
currida de fieles, áridos de oir la palabra de Dios,
con que se les preparaba al cumplimiento pascual.
La novena terminó cou una comunión verdadera
mente general .
¡Que la Virgen bendita derrajne abundantes
gracias sobre la familia favorecida y sobre toda
esa hermosa población, haden doreflorecer las an
tiguas costumbres cristianas y patriarcales que
fueron su mas preciado resoro y la ejecutoria de
su nobleza! ».
— 229 —
--
Grados de Noria Suxiliodora.
UN SOLDADO AGRADECIDO — Para gloria de
Haría Auxiliadora y desaiiogo de mi corazón, re
bosante de gratitud, voy a referir un suceso, que
se tiene por milagro no sólo en mi regimiento,.
sino en toda Jaca, donde cumplo el servicio militar.
P1 día 23 los corrientes salimos al ejercicio de
tiro al blanco, al que yo iba con bastante aprensión
por ser la primera vez en mi viva que debía di
sparar un fusil. Aunque el maestro armero había
examinado una por una todas las piezas, me sen
tía preso de una vaga inquietud, que aumentaba
al paso que se acercaba mi tumo. Acostumbrado
a poner todas mis obras bajo la protección de
nuestra amadísima Madre, María Auxiliadora,
mientras tiraban los dos soldados que estaban
antes de mí, recé con fervor la antífona; Sub íuum
praesidium (i).
Habíanse disparado ya más de cien tiros, sin
que ocurriera novedad: al llegar mi vez, car^o y
apunto con la ayuda del sargento, que tema a
mi lado; y entre temeroso y confiado, empiezo a
dar al gatillo: salieron los cuatro primeros*disparos
con toda facilidad; mas al disparar el quinto y
último, liirió mis oídos un ruido sordo y ruinoso,
al propio tiempo que me encontré con una astilla
en la mano 3’ recibía en la frente un fuerte tope
tazo. jEl fusil me había estallado entre la cara y
las manos, hiriéndome en la frente mi trozo de
acero, que me liizo brotar im chorro de sangre, y
saltando algunos trozos del mismo metal a más de
50 in. de distancia!
El Capellán, el médico y otros que acudieron
en mi socorro, se hacían cruces de que hubiera,
salido ileso, así se puede decir, del terrible acci
dente; todos, sobre todo el maestro armero que
rió el estado en que quedó el fusil, decían que era
un milagro, no sólo el haberme librado yo de mía
muerte s^ura, sino que además ni siquiera que
dara espantado ni hubieran herido los trozos a
ninguno de los cien soldados que había en el campo
}• muy cerca de mí. Cuantos han visto el horrible
destrozo que sufrió el arma por la explosión, se
niaravillan de que no haya muerto en el acto.
Otra particularidad que admira a todos 3’ me confinua la protección especial de la Virgen es que,
si bien los fragmentos de la explosión me hirieron
en la frente y en la cara, no tocaron en los lentes,
que en aquel momento llevaba puestos, y que
bien se me hubieran podido clavar en los ojos
» dejarme d ^ o .
A los que me pregimtaban a
qué santo me había encomendado, para librarme
de im peligro tan atroz, les decía y digo con entu
siasmo: ¡A María Auxiliadora! En efecto, esto3'
íirmemente convenddo de que a su bondad y pro(i) «Bajo tu amparo nos acogemos, ¡ob santa Madre de
Dios! no desoigas nuestras suplicas en nuestras necesida ies, ante líbranos de todo peligro, joh Vii^en glo
riosa j bend u!>
tección maternal debo la salvadón. De ésta opi
nión son también las personas entendidas, que
han presendado el hedió. Bien merece que se
publique en el BoUtin SaUsiano, para gloria de
tan buena Madre, y estímulo y aliento de los fieles
cristianos. ¡Bendita .sea María Auxiliadora, a
quién tantos favores debo!
V ic e n t e L u is .
Hermano escolar Saiesiaiio
Soldado de Infantrria.
¡ V iv a M aría, nu estra M a d re!
Es María la más buena y compasiva de las ma
dres, que no deja sin remedio y consuelo a los que
acuden a implorar sus auxilios.
Nuestra henuana Catalina, a causa de la ex
trema debilidad en que la dejaron la gripe y otro.'^
achaques, .sufrió una terrible crisis nerviosa, que
acabó en mi completo trastorno de sus facultades
mentales. La pobredta padecía una locura furiosa
que le hacía desconocer o todas las personas que
le rodeaban, aún las más queridas a allegadas.
Este lastimoso estado le duró varios meses, que
fueron de honda angustia para la faipiiia. Los
recursos de la ciencia resultaban ineficaces y fué
preciso recluir a la amada enferma para evitar
desgracias ina3'ores. En nuestra aflicción volvimos
los ojos a María Auxiliadora, la Virgen de Don
Bosco, entre cuyos hijos se cuenta imo de nuestros
hermanos, y le pedimos la salud de la enferma,
ofrecimos ima limosna, publicar la gracia, si nos
la ororgaba, y hacemos pregoneros de su devoción
y culto. La Virgen nos escuchó, pues comenzó a
manifestarse la mejoría de la enferma, haciendo
notables progresos, hasta volver al estado nomial
sus facultades. Desaparecieron al propio tiempo
las demás dolencias, que acompañaban al extravío
mental, y nuestra lienuana pudo asistir rebo.sando
de júbilo a las solemnidades del Sdo. Corazón y
Congreso Mariano, en esta ciudad.
Han pasado nueve meses y durante ellos la
salud se ha mantenido fimie, .sin notarse reliquia
alguna de tan terrible enfennedad. La agraciada
reconoce la merced recibida, confirma la promesa
>• en prueba de su vivísimo agradecimiento a la
Sma. Virgen Auxiliadora, suscribe la presente re
lación. ¡Alabanza, honor y gloria a la excelsa Ma
dre de Dios, verdadera Auxiliadora de los Cris
tianos!
Calí (Colombia), febrero de 1920.
G a b r i e l M . R o d r k ; u i :z .
A g u s t ín R o d r í g u e z .
Ca t a l in a R . d e G o n z á l e z .
U na deuda de gratitud.
La tengo muy sagrada y cumplo hoy con el
deber de satisfacerla publicando la gran merced
que me hizo el Señor por intercesión de la Sma.
\'irgen María, Auxiliadora de los Cristianos, con
motivo de ima eifermedad gravísima que paded
hace quince años, de la cual salí milagrosamente,
cuando el pronóstico imánime de los médicos
anundaba como seguro un desenlace fatal.
— 230 -I5n efecto: en mayo de 1902 me hallaba seria
mente amenazado de muerte por la enfermedad
llamada periencefalitis difusa, habiendo declarado
los médicos que era vano esperar en los esfuerzos
de la ciencia para salvanne. En tan apurado trance,
mi familia me invitó a implorar la intercesión y
valimiento de María Auxiliadora, para que me
alcanzase el remedio que necesitaba. Accedí muy
gustoso y nos acordamos en ofrecerle una comu
nión el 24 de mayo, día de su festividad; promesa
que cumplimos llenos de fe. Yo comulgué también
esc día; y en tal acto pudünos ver la protección del
cielo, pues, no obstante la postración extremada
en que me hallaba, pude incorporarme y sentarme
.sin dificultad para recibir el Sagrado Viático; y al
cabo de pocos meses, curado de algunas molestias
que me quedaban, pude dedicarme de nuevo a tra
bajos intelectuales. Han pasado muchos años y
mi salud es excelente. Es pues justo que publique
en el Boletín Salesiano, esta gracia especialísima
de María Auxiliadora y San José, para qqe el
nuuulo cristiano ame y confíe siempre más en tan
augustos Protectores.
Bucanimanga (Colombia), 3 de febrero 1920.
H krmogenes Motta.
U na m adre consolada.
No. estaba cicatrizada aitn la tremenda herida
que había abierto mi mi corazón la prematura
muerte de mi querido hijo, cuando cayó grave
mente enferma de tifus mi hija mayor María Teresa.
El 28 de diciembre el doctor halló a la enfennita en
estado gravísimo y me aconsejó que sin pérdida
de tiempo le procurara los auxilios espirituales,
pues podía sobrevenir la muerte' de un momento
a otro. Vino un Padre Salesiano a asistirla y se le
administraron los Santos Sacramentos. Pintar mi
angustia y desolación y la de toda la familia, no
me es posible. Al ver que mi querida hija iba c a
vando por instantes, mi pensamiento voló a María
Auxiliadora y le pedí tuviera compasión y viniera
en socorro de una madre afligida. Vecinos y amigos
comenzamos una novena, poniendo en la Sma
Virgen toda nuestra esperanza. Eos primeros días
de la novena no se advertía ningiin mejoramiento,
más no por eso vhio a menos nuestra confianza
en la Virgen de Don Bosco. En efecto, acabada
aquella, el médico me dijo: — Puede V. dar gracias
a Dios, y a la Sma. Virgen; la calentura va de ven
cida y la enfennita está fuera de peligro.
¡Sea el Señor benditol Jlaría Sma. Auxiliadora
de los Cristianos y el Vble. Don Bosco me han
alcanzado la merced y me han consolado. Mi hija
está ya buaia del todo y yo público mi agradecinuonto.
Sarriá (Barcelona), 8 marzo 1920.
A. P'oRTis, Vda. de Madukn'o .
Desde ap artadas regiones...
Un libro sería menester para referir las gracias
con que María Sma. favorece a sus devotos de la
Patagonia. No hay familia cristiana que no ostente
entronizada en im puesto principal del hogar la
imagen de María Auxiliadora y que no tenga que
contar algima merced, a veces mtty señalada y
prodigiosa, de sus benditas manos recibida. ¿
familiarísima entre estos moradores su devoción:
celebran y distinguen el día 24 de cada mes con
especiales cultos, y tan pronto como la enfermedad,
la desgracia o el dolor llama a sus puertas, a María
Auxiliadora se vuelven al ptmto los corazones,
invocan su socorro y se arrojan en sus brazos con
ilimitada confianza. Y María corresponde a este
amor, dispensándoles a dos manos sus consuelos y
ternuras de Madre.
Hecha esta declaración, que el amor y agradeci
miento han puesto en mi pluma, paso al cumplir
el deber de dar cuenta a los lectores del Boletín
de dos especiales rasgos de la bondad de la Virgen,
cuya publicidad me encargan los agraciados.
El Sr. Don Domingo Gusmeroli, antiguo vecino de
este pueblo, se vió hondamente afligido por una
deshacía que comprometía gravemente el por
venir de la familia y que humanamente parecía
de todo punto inevitable. En tales angustias, puso
el asunto en manos de María Auxiliadora, espe
rando únicamente de ella el remedio y consuelo.
La víspera del día en que debía resolverse d
asunto. liizO la sagrada comunión, y escudado con
el nombre y poder de María, esperó tranquilramente lo que el Señor dispusiera. Y el Señor preuúó
la fe y resignación del recurrente, dando una solu
ción que satisfiazo con creces sus deseos, pues
alcanza mucho más de lo que espiraba. La familia
agradecidísima en extremo a María Auxiliadora,
envía una modesta limosna para su culto, deseando
al propio tiempo que se haga pública la gracia
para gloria de la Virgen Sma. y aliento de los
fieles a recurrir y confiar en sus axixilios soberanos.
Otra limosna remite con el mismo fin el joven
Clemente Melusso, en hacüuiento de gracias por
una serie de ellas, recibidas de la Sma. \'irgen
•Auxiliadora.
¡Sea siempre bendita nuestra bondadosa Madre
María, que en todo tiempo y lugar, pero particu
larmente en estas apartadas regiones ha sido j
sigue siendo, el socorro de los afligidos y la provi
dencia de la Obra de Don Boscol
Patagones (Argentina), febrero de 1930.
P edro B onacina , Pbro.
Vicario Foráneo.
E lla sa lvó a mi madre.
Estando en Salamanca mi provincia natal 7
teniendo que partir para Madrid por absoluta
necesidad, mi madre, que entonces se hallaba
enferma, se agravó de tal suerte que, perdidas
todas nuestras esperanzas, temíamos de un mo
mento a otro un fatal desenlace; pero en esta tris
tísima situación acudí suplicante, cariñoso y con
fiado a la Madre de los Madres e inrocándola con
las dulces jaculatorias; 1 Salud de los enfermos »
y « María Auxilum Christianorum, ora pro nobis »,
le prometí, si mejoraba mi madre, publicar la
gracia cu el Boletín Salesiano. Efectivamente, a
los pocos días tuve el üidecible consuelo de verla
IF
—
231 —
faera de gravedad y poder realizar mi propósito.
Agradecido cumplo mi promesa, exhortando a
todos a que en semejantes circunstancias acudan
con fe a la que es poderosísima Reina y Madre
cariñosa.
Madrid setiembre 1919.
M a n u e i, V ic e n t e
Ote r o .
j G racias, Madre m ía !
Al comenzar este año sentíame indispuesto,
abatido y con tan grande molestia en la cabeza- y
en los ojos, que me era imposible atender a mis
estudios. Todo esto no foé sino el comienzo de
una gravísima encefaliiis letárgica, que me llevó
al borde del sepulcro. Vime precisado a guardar
cama y fueron tan rápi doslos progresos de la
enfermedad, que a los pocos días mi estado era
de una gravedad alannante.
Visitároimie los médicos y me aplicaron los reme
dios de la ciencia; p^o ya desesperaban de mi
curación, asegurando que era imposible atajar el
mal y que en breve moriría. En tan apurado ixance
mis compañeros, hijos de María, acudieron con
fervor a nuestra bondadosa Madre María Auxilia
dora y entonces se vió brillar su maternal auxilio,
pues después de haber empezado la novena fué
disminuyendo el mal, hasta desaparecer por com
pleto todo peligro y entrar en el período de franca
couvalecencia.
Encontrándome ya completamente restable
cido, doy las más rendidas gracias a tan buena
Madre y no acabó de ensalzar sus bondades y sus
glorias i)or tan manifiesto favor obtenido por su
mediación: jGracias, Madre míal
Talavéra de la Reina (Esp.), abril 1920.
•
A rturo
dee
V aeee D.
Sintiendo, desde hace tiempo, el grandísimo
deseo de ingresar como religiosa en el Instituto de
las Hijas de María Auxiliadora, encontré grande
oposición en mi familia, especialmente en mi
padre, quien vivía casi olvidado de sus principios
tdigiosos. apartándose por completo de los Santos
Sacramentos.
En mi aflicción, recurrimos a María Auxilia
dora una hermana mía y yo, y de ima menera
prodigiosa, cuando menos lo esperábamos, mi
padre, que hacía ya 22 años que no se confesaba,
manifestó el deseo de cumplir con el Precepto
Pascual. Se confesó, recibió la Sda. Comunión, y,
pasados algunos días, me dijo .que no se oponía
ya a que siguiera mi vocación, dejándome en en
tera libertad.
Imnediatamente di los pasos necesarios, y en
menos de tres meses, a pesar de carecer de todos
los elementos necesarios, solicité y obtuve ingresar
en el Instituto, donde me encuentro fehz. agrade
ciendo tan insigne favor a tan poderosa Madre.
Méxice, agosto de 1919.-
Una alumno del Colegio Obrador
de María Auxiliadora, en San Angel.
En los primeros días de noviembre últimoprincipié a sufrir una enfenuedad en un ojo, y
.el médico declaró que además de la catarata,
padecía de glaucoma. Me hice varias aplicaciones
indicadas por él y luego acudí a otro médico de
gran fama, y especialista en las enfennedades de
la vista, y ambos declararon que había necesidad
de extraer el ojo afectado para salvar el sano. Me
acongojé mucho al saber que tendría que some
terme a esa operación, y, en medio de tarvto afán,
pues mis buenos liijos querían también que se
me hiciera, me dirigí, en alas de mi fe, al venerando
santuario de Turín, pidiéndole a María Auxilia
dora que me librase de sufrir tan dqlorosa prueba,
ofreciéndole una limosna y publicar el milagro
so favor. Y fui oída; pues el día 8 de Diciembre
siguiente, fiesta de la Iiunaculada Concepción,
principié a sentir alivio y hoy la enfenuedad ha
cedido bastante, y tengo plena confianza en que
María Auxiliadora me curará sin necesidad de
operación. Sümaraente agradecida por tan grande
cuanto imuerecido beneficio, envío esta relación
jimto con la limosna ofrecida y clamando con
toda mi alma: ¡Bendita sea nuestra Sma. Madre,
que nos auxilia y consuela en todas las amarguras,
de la vida!
Giróa (Colombia), Diciembre 25 de 1919.
-M a r ia n a G ó m e z
de
Er a d a .
B.a r c e e o n a (Esp.). — Da. E. C. P. por haber
librado de una grave enfermedad a un protegido
suyo y encarga una misa en acción de gracias.
— Don J. S. P. da gracias a María Auxiliadora
por im favor recibido y envía ima limosna.
— Don Bonaventura Socías, quien estando
gravísimamente enfermo y desahuciado de los
médicos recobró la salud por intercesión de María
Sma. Auxiliadora, a quien había acudido toda su
familia. Envía ima limosna para los niños pobres
y publica su agradecimiento.
— Da. Antonia Manchón, por haber sacado a
su marido de una enfenuedad, declarada incurable
por los médicos, y encarga ima misa en su Santuario
— Da. Elvira Castarlenas, a quien la Virgen
Sma. Auxiliadora socorrió en un t^urado trance,
y envía una lisomsua.
B ü c a r a m a n g a (Colombia). — Elíseo Caniaclio
da público testimonio de su amor , devoción y gra
titud a María Auxiliadora por infinitas fgradas
que a diario le concede.
C a n g a s -R o d e ir a (Pontevedra-Esp.). — E. de
Haz y Pou da de corazón rendidas gracias a María
Auxiliadora por favores recibidos y envía diez
pesetas para la Obra Salesiana.
G r a m a l o t e (Colombia). — Una devota de María
Auxiliadora da gracias a tan buena Madre, p>or
haberla saxrado felizmente de una operación y por
otros muchos favores que de Ella ha recibido. Pide
oradones para alcanzar algunas otras gradas q«e
necesita.
G u a l e g d a y c h ú (Argentina). — Angela E. de
Juiiol agradece a María Auxiliadora la cu r^ ó a
— 232 —
de una gravísima enfenuedad, que la tenía suma
mente afligida y envía una limosna, para los huerfanitos de Don Bosco.
IIi.'H'rií (Cuenca-Esp.). — Da. Angela Ruiz hace
púlilico su vivísimo agradecimiento a la Sma.
Virgen Auxiliadora y envía 62’50 ptas. de limosna.
PANAMA. — Da. Manuela de Sedas, reconocida
a la Virgen Sma. A. por una gracia recibida, envía
una Iimo.sna.
PuKBivA DE D o n F a b r i q u e (Cuenca-Esp.). —
Una devota de María Auxiliadora da gracias por
una merced recibida y envía 30 ptas. de limosna.
P e s c a d o r (Celombia). — D. Ramón Rico,
Maximiliano y Soledad Trujillo, D. Juan Prieto
y Angelina Paz dan gracias a la Virgen por be
neficios que Ies otorgó y por conducto local del
Decurión Sr. D. Laureano Chávez, envían una
ofrenda.
S a l a m a n c a (España). — Da. Romana Sánchez
desea hacer pública su gratitud por haberle la
Virgen hecho un singular beneficio en favor de
su hijo; envía una ofrenda y se hace Coopera
dora Salesiaila. — /óid. Emilia AWarez en una
grave enfermedad de su hijo, habiendo acudido
al patrocinio de la Virgen obtuvo su curación;
agradecida manda celebrar una Misa y desea
además la publicación del favor. — /óíd. Agapita Cortes dá gracias a Maria Auxiliadora por
un favor recibido y da dos pesetas de limosna.
S a r r ia (España). — Elena Puértolas da gra
cias a Maria Auxiliadora por haberla curado de
un tumor maligno en la cabeza, en breve espa
cio de tiempo, cuando los médicos declaraban
una curación larga y dolorosa. Agradecida por
tan señalado favor, ofrece por la celebración de
una Misa en honor de María Auxiliadora en su
Santuario de Sarriá.
La Srta. Doña Rita Raich Sarret en acción
de gracias a María Auxiliadora manda 5 pesetas
de limosna y desea que se publique la gracia
en el Boletín Salesiano.
S a n t ia g o d e V e r a g u a s (Panamá). — Don A .
Sánchez C. publica su vivísma gratitud a María
A . por haberse digtiado socorrerle en una tribula
ción, y envía una litnosna.
T a r r a s .a (Esp.). — Una afligida madre ben
dice de corazón a Marín .Auxiliadora, por haberle
sacado de la cárcel milagrosamente a un hijo, a
quien se acusaba injustamente de un horrible
crimen.
ToRRKt.OB.ATÓN (Valadoüd). — D. Gregoria
Pérez del Campo en acción de gracias a María
Auxiliadora por haberle librado de la epidemia,
que recientemente azotó a Epaña, sin causarle
víctima alguna en la familia; manda una limosna
pura el culto de su Templo y desea se publique
la gracia en el Boletín Salesiano.
V.ALDiícotNERA DE A bajo (Cuenca-Esp.). —
Doña María de Jesús, y envía 5 ptas limosna.
Vu;o tPonte\-et.lra-Esp.). — Isolina Pigueroa
•envía diez pesetas para dos misas a María Auxi
liadora, en acción de gracias por dos favores que
le concedió.
Z u r g e n a (Huelva),—
Rosalía Domingue?
Egea da gracias a Maria Auxiliadora por varios
favores alcanzados de su bondad y envía una
limosna.
Ibidem. — D^. Ana S. Sánchez Jiménez da
gracias a-María Auxiliadora por la curación de
sus hijos y envía una limosna.
Aiiiaileaiiieiitoa Doiap Savia
La niña Teresa Mata estaba gravemente enfenna. Cuando parecía perdida toda esperanza,
la encomendamos al angélico Domingo Savio.
Llenas de viva confianza, pusimos.mía estampa
suya bajo de la almohada de la enfennita y espe
rando más del poder divino que de la ciencia hu
mana, comenzamos ima novena en honor dd
Siervo de Dios.
Domingo Savio intercedió por la curación de la
niña, que desde aquel punto cc^ ^ zó a ponerse
mejor con asombro de todos: y en poco tiempo ha
quedado completamente restablecida.
Agradecida cumplo ahora la promesa de pu
blicar la gracia en el Boletín Salesiano.
Colonia Sedó (Barcelona) 28 febrero 1920.
M a r La C a m ps .
El año pasado la señora Felisa Alberti, madre
de tres niñitas, yacía en cama, atacada de una
terrible infección visceral. La calentura aimientaba de día en día, y ya se perdía toda esperanza.
cuando los médicos descubrieron en la enferma
una puhuouía con otras graves complicaciones
Se llamaron a consulta varios médicos de la ciudad
y un eminente doctor de Nápoles: pero ello no
impidió que la enfenuedad fuese de mal en peor.
Un joven que me acompañaba, tuvo entonces el
feliz pensmuiento de invocar al angélico jovencito
y siervo de Dios Domingo S rvío , para que acudiese
en socorro de aquella pobre madre, y de algún
modo la aliviase. La enferma mejoró al punto r
al amanecer estaba ya fuera de peligro: recobró
el conocimiento y pidió de beber. El doctor De
Füippo, llatnado con urgencia, no tuvo más que
hacer, sino comprobar y dar fe de la milagrosa y
completa curación de la enferma. La convalecencia
fué de pocos días. La familia quedó agradecidísima
y en nuestro Oratorio « Domenico Sa\-io »se festejó
soleumemente el acontecimiento. Cimiplo el encargo de referir y dar fe de lo acae
ddo y envío una limosna en nombre de la fainili*
agraciecidísiiua.
Siaito (Palerrao) 20 nov. 1919.
S abato M. Corvino , Pbm
— 233 —
ECOS DE LAS JORNADAS DE MAYO.
De ¡a fiesta de M a ría A u x iliad o ra.
De varias Casas Salesianas y Centros de
España y América nos llegan consoladores no
ticias de las brillantísimas fiestas celebradas
el pasado mes de mayo en honor de María A uxi
liadora. Para dar una sucinta relación de todos
ellas no bastarían las páginas de este Boletín,
ni las de los números sucesivos. íí’otas carac
terísticas de todas los solemnísimos cultos con
que es festejada en millares de iglesias por todo
el mundo la taumaturga « Virgey de D. Bosco»
son el esplendor y pompa de la liturgia, la fre
cuencia de los Sacramentos, y el entusiasmo
Yparticipación de ingentes muchedumbres popu
lares. E l programa de todas esas fiestas es más
o menos el mismo en todas partes y sencillo
por demás. Después de un mes fervorosamente
celebrado, y una novena de pláticas, con que
se ilustran las inteligencias, se preparan y
encienden los corazones, llega el día grande de
María Auxiliadora, que se inaugura con una
Misa de Comunión general. Millares de niños,
y niñas, jóvenes y doncellas, señoras y caba
lleros, purifican sus almas con el sacramento
de la penitencia y reciben el Pan de los Angeles
y de los fuertes. De ordinario la Sma. Virgen
contempla en ese día postrados ante su altar,
a centenares y millares de inocentes parvulitos,
que resplandeceintes de blancura en el alma
y en el cuerpo se acercan a recibir a J esús por
primera vez. |Es el precioso regalo del día!
Luego sigue la Misa slemne, en la que se des
pliegan todas las galas y magnificencia del
culto. Las pobres y humildes iglesias salesianas
en tales días, nada tienen que envidiar a las
grandes y soberbias catedrales. — El altar
colmado de flores y luces: voces blancas, argen
tinas, como de ángeles, coros robustos y majes
tuosos, llenan de melodiosas armonías el am-,
biente; mientras al pie del altar se desenvuelven
con majestuosa gravedad las sagradas ceremo
nias, presididas no pocas veces por la mitra
y el trono pontifical.
Por la tarde, se hace la procesión. Es el paseo
triunfal de la Reina por las calles de la pobla
ción. Avanzan en largas y vistosas filas los
niños y niñas, con ramilletes de flores en la
mano, símbolos de su amor y su inocencia;
siguen los jóvenes fornidos y las hijas de María
con sus emblemas y estandartes: los Antiguos
Alumnos, Archicofrades y Cooi^eradores almnbrando con velas, el ♦ pequeño clero » con sus
vistosos trajecitos eclesiásticos y por último
sobre unas andas preciosas a una triunfal ca
rroza, derramando gracia y recogiendo suspiros
y oraciones, avanza la coronada efigie de 'la
, Virgen Auxiliadora, con el Niño Jesús en un
brazo y el cetro de Reina en el otro. Voltean
entre tanto las campanas, flamean mil banderas
y gallardetes de vh'os colores, hienden el aire
los cantos y rezos de los niños, de las mujeres,
de los hombres; y cuando estos callan suenan
las acordadas notas de alguna banda musical.
La gente, el pueblo alineado a lo largo do las
calles, se une con los ojos y el corazón y con
sus voces a la piadosa comitiva; arrodíllase
devotamente al paso de la sagrada imagen,
pidiendo los enfermos la salud, y los afligidos
consuelo....
Y estos cultos, esas aclamaciones delirantes
se realizan en un mismo día y casi a la misma
hora, en mil pueblos y ciudades de Europa
y America, de Africa y Asia. ¡Qué día de gloría
debe de ser el 24 de mayo para la Reina del
cielo! ¡Qué de gracias debe derramar sobre el
mimdo entero!
Nuestros alumnos conseiv'^an el recuerdo de
la fiesta de María Auxiliadora como uno de
los más dulces de su \rida: y cuando sueñan
o tratan de figurarse el paraíso, sueñan y se
imaginan una fiesta de María Auxiliadora que
dura eternamente...
— En M.adrid predicó la novena el Muy Iltre.
Sr. D. Emilio Ruiz y Muñoz, Canónigo Archivero
de Málaga, quien tomó por tema de sus sennones:
María Auxiliadora y los problemas sociales en la
Obra Salesiana. El día de la fiesta la Iglesia de
María Auxiliadora se vió lodo el día concurridí
sima por personas de todas las clases sociales, que
iban a dar gracias o pedirlas de la Dispensadora
de todas ellas.
El Exemo. Sr. Obispo de Sión a.si.süó de Ponti
fical a la Misa solemne, en la que predicó el mismo
ilustre orador de la novena. Por la tarde salió la
procesión, en la que formaron los niños. Antiguos
Alumnos, Archicofradías, Cooperadores y Coope
radoras de la Obra Salesiana, habiendo presen
ciado el desfile ima apiñada multitud de pueblo
que se arrodillaba reverente al paso de la imagen.
— De V ico (España) también nos llegan varios
ecos en extremo consoladores. El Padre Nebreda,
d d Inmaculado Corazón de María, caldeó los co
razones durante la novena con su elegante y fo
gosa elocuencia.
El acto culminante de la fiesta fué la procesión
solemnísima en la que para ajnfirmar ima vez
más que la Virgen Auxiliadora es la Reina de la
niñez y de la juventud, participaron varios co
l a o s de niños y niñas de la ciudad. Distingui
dísimos jefes del Ejército y de la Marina Ue\-aban
el estandarte y guión de la Virgen. Esta iba en
'i
— 234 —
una magnífica carroza automóvil, primorosa
mente adornada. La estatua de María Auxilia
dora se alzaba majestuosa sobre el globo del
mundo, al rededor del cual, entre nubes de gasas,
iban odio niñas vestidas de ángeles. Llevaba el
pluvial el Doctoral de Tuy, Don Lorenzo Miguélez y en la presidencia de autoridades iban
el tenientp de alcalde, Sr. Trillo, el General Go
bernador de la plaza, D. Manuel Fontán, con
otros varios jefes militares y concejales, cerrando
la banda municipal . L l paso de la procesión fue
presenciado por un inmenso público.
— K 1 * Asilo-Escuela de San Ignacio » de C á d i z
ha celebrado también un grandísimo esplendor
la fiesta de María Auxiliadora, que se dignó pre
sidir el Excmo. Sr. Obispo de la Diócesis. En
e ecto, el digno l ’relado dijo la misa de Comu
nión, antes de la cual dirigió lui hennosísimo
fcrvorín a los veinte niños que la recibían por
primera vez. Luego confirió las órdenes menores
a tres religiosos escolares salesianos y a las diez
asistió de pontifical a la misa soleuuie, que ce
lebró el Superior de los Hijos del S. Corazón de
María, E. V. D. Cosme Lorente. Predicó el Rdo.
Sr. D. Victorio Molina. Un cóncurso extraordi
nario de gente acudió por la tarde a la barriada
<le San José (Extramuros) para asistir al desfile
de la procesión, que resultó brillante en extreuio.
ba Virgen era llevada en una carroza automóvil,
-sutituosaniente preparada y adornada por algunas
distinguidas señoras de la Archicofradía de M. A.
En el bellísimo santuario de María Auxüiadosa de Sania (Barcelona) el día 24 de mayo,
se reunieron varios centenares de archicofrades
para una Misa de Coniuión general. Sabemos que
en Barcelona la Archicofradía está haciendo
grandes progresos, como también la Visita Do
miciliaria de M. A., que ya es recibida mensual
mente en muellísimos hogares.
— En el majestuoso templo de San Carlos
de A l m a g r o (Buenos Aires) se desenvolvieron
con gran pompa los cultos en honor de María
Auxiliadora. El día 24 de mayo contemporánea
mente se celebraban dos misas de Comunión:
una en el Camarín de la \Mrgcn, a la que asistie
ron los quinientos cincuenta alumnos internos
del Colegio, micntrps el Padre Inspector, Don
José Vespignnni rezaba la Misa en el altar mayor
para los innumerables fieles^ cjne llenaban las
cspaciosíis naves del templo. En la Misa solemne
pretiicó el panegírico de María Auxiliadora, en
forma nueva o interesante, y muy fnictuasa, el
Canónigo Dr. D. Gustavo Franccsclii. Pero la
noiH más bella y gnuidiosa de la jomada fné la
magnilica procesión de la tiude, en la que la Virgen
.Vnxiliadora, actíinpañada de infinitos niños y niñas,
lio tliversovS Colegios de la Capital, de las Asocia
ciones y Círculos cc>n sus estandartes, paseó triun
falmente |xjr las calles de la población aclamada
y bemUvida por una muchctUunlm* incontable.
Esta procesión tenia el significado particular
de un solemne hacimiento de gracias por parte •
del pueblo a la milagrosa \'irgen de Don Bosco,
por haber devuelto la salud a su amadísimo Pá
rroco, el P. José Vespignani, que meses antes
había sufrido una dehcadísüua operación y que
ahora presidía la procesión, completamente res
tablecido. La Bendición del Sino., dada al migrup
tiempo en el Templo y en la Cripta, una y otro
llenos completamente, dió término a los gran
diosos cultos.
De Jas fiestas inaugurales.
Las fiestas solemnísimas que se efectuaron
en Turín en gomo del Monumento del Vble.
Bosco, tuvieron al propio tiempo resonancia
en otros muchos pantos de Europa y América,
donde se organizaron actos públicos de adhe:
sión por parte de los Sres. Cooperadores, ExAlumnos y Ex-Alumnas, algunos de los cuales por
la calidad y nilmero de los concurrentes, revistifr
ron extraordinaria brillantez e importancia.
— El día 23 de mayo en el Instituto Sal^
siano de San José de B a r c e l o n a , se inauguró
un grandioso salón de actos, construido exprofeso
y capaz para unas dos mil personas. Sentíase
grandemente la necesidad de ese salón, pues es
sabido cuan importante papel juega el teatrito
en los Oratorios de. Don Bosco: y ese Oratorio
Festivo, situado en una populosísima barriada
d e'la Ciudad Condal, frecuentado las fiestas por
más de un millar de niños y jóvenes, tropezaba
con invencibles dificultades cuando se trataba
de alojar durante las más sabrosas horitas de la
tarde la innumerable muchachada que suele
acudir al olorcülo de las diversiones’
La inauguración se efectuó con una escogidí.sirna velada que se dignó presidir el Nuncio de
Su Santidad, Mons. Ragonesi, a quien acom
pañaban el Excmo. Dr. Reig, Obispo de la Dió
cesis, el teniente de alcalde, D. Mariano Bordas,
el Sr. Marqués de Pascual, Presidente de los Coo
peradores, Salesianos de Barcelona y muchas
distinguidas familias barcelonesas.
También en la iglesia, a los pies de María Au
xiliadora tuvieron eco nuestras solemnidades,
pues en tal día hicieron la primera Comunión im
centenar de niños y se \4eron al rededor de la
Mesa Eucarística im vistoso grupo de jóvenes
ex-alunmos, obreros en su mayoría, a quienes
el duro trabajo de las manos no impide levantar
los ojos al cielo.
— También en S a l a m a n c a , donde los Coo
peradores, Antiguos Alumnos y amigos de la
Obra S^Iesiana son legión, tuvieron un poderoso
eco nuestros solemnes festejos inaugurales, cM
la celebración de un brillaiitísimo acto público
en uno de los principales salones de la ciudad.
Consistió éste en ima velada de homenaje al
XTile. Bosco, en la que, al decir de un diario
de la localidad, la Universidad (ilustre entre todas
las Universidades) y el clero, la magistratura y la
milicia, la industria y el comercio, las autoridades
y el pueblo, se juntaron con admirable unánime
dad y concordia para festejar al inmortal edacador y apóstol de la juventud *.
— 235 —
Abrió el acto una brillante y afectuosa alo
cución del Rdo. Sr. Dr. D. Gemían Lampe, Di
rector del Instituto de !María Auxiliadora, quien
lúzo una exposición particularizada de la Obra
de Don Bosco.
Mas la nota principal }’• culminante de la her
mosa velada fué el discurso que pronmició d dis
tinguido Cooperador Salesiano y popularisimo
Director del lustituto General y Técnico, limo.
Sr. Dr. D. Reymundo y Arroyo. Con palabra
fácil y galana y sin igual competencia, ilustró
d concepto y vasto campo de la Cooperación
Salesiana. H1 üustr Catedrático de Física explicó
ai escogido auditorio una bellísima lección de
sociología cristiana. La naturaleza le proporcionó
las hermosas comparaciones con que aclaraba
d concepto; del más puro E^v’angelio sacó la flor
de sus doctrinas: y de su corazón lleno de afectos
y santos entusiasmos brotaba el calor de su ar
diente discurso. A l terininar se le tributó mía
cariñosísima ovación que duró largo rato.
En los intermedios, los Antiguos Alumnos ejecu
taron una variado programa de música y cantos.
El laureado poeta Don Miguel Rodríguez Seisdedos,
Cooperador Salesiano, leyó su ctíebrado Canto
a Don Bosco, que sentimos no poseer para darlo
a conocer a todos nuestros lectores. Se dió fin
al acto con la representación del poema alegórico en im acto y en verso, titulado: e E l llanto
de un ángel » que se refiere a las misiones saleáanas de la Patagonia.
« Asociación de Antiguos Ahunnos », pues los de
Turín se reunieron por primera vez para festejar
a Don Bosco, el 24 de junio de 1870. Con tal mo
tivo, V como adhesión a las fiestas de Turín, acor
daron cdebrar el 23 de mayo una « Jomada Eucarística > en la iglesia de San Carlos. Diéronse cita
para ese día todos los centros de la capital; reu
niéndose un gran número de caballeros y jóvenes.
Los de la Parroquia de San J u ^ Evangelista, .si
tuada en la Boca, acudieron a pie, en devota pere
grinación, hasta el grandioso templo de Almagro.
Celebró la misa dd Comunión el limo. Sr. Don
José A. Orzali, Obispo de San Juan de Cuyo, quien
dirigió una fer\’orosa exhortación a los reunidas.
Después del desayuno el ex-alumno y benemérito
propagandista Dou Femando Segovia pronunció un
elocuentísimo discurso de exhortación a .sus compa
ñeros y viva gratitud a los Superiores, que fue escu
chado con emoción y aplaudido con entusiasmo.
Nuestros Antiguos Alumnos.
ESPAÑA. — A samblea nagionai, d e A n ti
Alumnos S alesianos . — Una de las na
ciones donde se ha manifestado mayor intensidad
de movimiento y ardoroso entusiasmo de AA. AA.
para el Congreso internacional ha sido la e.spanola.
El llamamiento de la Junta Cerrtral de lurín
corrió por todos los Centros locales y detemrinó
una serie de actos, qué fueron felizmente coro
nados con la solemnísima Asamblea Nacional
celebrada en Madrid los días 7 y 8 de abril.
El movimiento siguió puntuahnente el plan
indicado por la dirección central: tuviéronse eu
cada centro las reuniones locales, de las cuales
algunas, por la importancia de los temas tratados
y el número y cahdad de los asistentes, adqui
rieron las proporciones de un verdadero congreso:
luego se celebraron las asaJiibelas regionales. Así
el 7 demarzoseremiieron conleniporaneaiuente en
Sarriá los diputados representantes de los centros
de Catalmla, Ari^ón y Baleares; en Alicante, los del
reino de Valencia: en Salamanca, los representantes
de los centros de ambas Castillas; teniéndose algo
más tarde las de Santander y Bilbao.
Al propio tiemixj otro tanto .sucedía en Anda
lucía, donde hubo varias reuniones locale.s y ulti
mámente una muy importante en Sevilla, presi
dida por el Enuno. Sr. Cardenal Ahnaraz, y en la
cual hablaron p>ersonas compotenlísünas y de alta
significación social y política. Todos esos actos
aislados y particulares, desde el principio revelaron
una exuberancia de vida y una fuerza que ni l<;s
mismos organizadores sosp>ecbaban: estas impre
siones tuvieron completa confirmación al ver el
espléndido resultado de la asamblea nacional de
Madrid. Para advertir su importancia, apuntare
mos algunos pormenores. Con el fin de facilitar
a nuestros Ex-Alumnos la concurrencia a la asam
blea, se organizó un servricio esj>ecial de hosp>edajes y se recabó una rebaja en los trenes, para
los congresistas: merecen esp>eciales plácemes los
señores de la Comisión ejecutiva de Madrid, par
ticularmente el presidente Don Francisco Ardizone, y el secretario D. Jesús Fernández por el
guos
-
— En P anam.\ la fecha memorable quedará
perpetuada con la inauguración de un nuevo
Oratorio Festivo, en uno de los barrios de la
dudad. Ha sido levantado por el P. Director del
i Hospicio de Huérfanos ». eficazmente coadyu
vado por una falange de entusiastas Cooperadores.
Es mi espectáculo hermoso el que dan nuestros
amigos panameños, al trabajar con tanto ardor
por el servicio de Dios y la causa del bien. Pues
es sabido que Panamá, la ambicionada puerta
de los dos grandes Océanos, es una población cos
mopolita, donde tienen asiento gentes de todas
las razas y religiones. Pero los legítimos descen
dientes y heredores de Balboa, Pizarro y Bolívar,
hacen generosos esfuerzos y trabajan denodada
mente para mantener alta y enhiesta la bandera
de las tradiciones católicas, que son su patri
monio más precioso. Por esto se explica que gocen
allí de larga ayuda todas las instituciones, que
como la salesiana, miran al mantenimiento y
extensión del reinado de Nuestro Señor J esucristo.
El Oratorio recién abierto toma el nombre del
üustre patricio D. Manuel Espinosa B., que des
colló por sus obras caritativas y amor a la juven
tud pobre y desvalida.
Con este Oratorio son cuatro las Obras Salesianas establecidas en Panamá: el Hospicio de
Huérfanos, la Parroquia de San Miguel, el San
tuario de María Auxiliadora en Cliitré y el Ora
torio Festivo Manuel Espinosa B.
— E n B uenos A ir e s , recordaron en buen
punto los Antiguos Alumnos que este año preci
samente cumple su primer cincuentenario la
236 —
celo que desplegaron eu este asunto. La Asamblea
debía ser « nacional » y lo fué efectivamente, por
cuanto asistieron delegados de casi todos los
centros constituidos (i), los cuales traían el acta
de la respectiva reunión local y las conclusiones
aprobadas en ella. Estaban presentes los delegados
de veuticuaíro centros. Los demás que no enviaron
delegados expresos, fueron representados por
socios propios, que se hallaban en Madrid. Algunas
de esas representaciones eran bastante nmnerosas.
De vSalamanca acudieron a la asamblea ventiocbo
socios, que representaban a todas las clases so
ciales. Mientrus en la primera Asamblea Nacional
de AA. AA. celebrada ab Valencia fueron solamente
27, en esta llegaron a más de cien, los que vinieron
de fuera de Madrid-; número grande si se atiende
a c|ue para la mayoría de ellos el viaje era de 500
a 1000 km. y que muvhos eran obreros, empleados,
modestos industriales, para quienes no es pequeña
dificultad la pérdida de una semana de trabajo
y los gastos de un largo viaje. Estos datos dejan
vislumbrar la importancia y solemnidad que
revistió la Convención nacional de nuestros ExAlumnos Españoles.
lista efectuó sus actos en la iglesia de María
Auxiliadora y amplio salón de actos de las Escuelas
Salcsianas de Ronda Atocha.
Presitlicron los Muy Rdos. Sres. Iiuspectores Don
Esteban Giorgi y D. José Einelli, quien represen
taba también el Rvdo. Sr. D. Pablo Albera. Los
temas puestos a discusión fueron los mismos que
propuso la Junta Central de Titrín. El desarrollo
lie os debutes, asi como las conclusiones y acuerdos
adoptados, se publicarán en un libro adarte, junto
con los de los congresos y reuniones regionales
y locales. Para dar un resmnen, diremos que los
puntos tratados fueron tres; a saber:
lo Orgaiiizadón definitiva de las asociaciones
locales: reuniones regionales. Federación nacional
y Federación Internacional, por el Rdo. D. Guiílenno Viñas, Director de la Casa de Valencia y
el Dr. D. Francisco Ardizzone, abogado del Estado.
2® Intereses locales, morales, intelectuales y eco
nómicos de los A.A AA. que se dedican a estudios
superiores, por los Sres. Dr. D. l'rancisco Cervera
Abogado y Registrador de la Propiedad y D. Julián
Massana, Director del Colegio de Mataré.
3® Asistencia moral y niatorial de los AA. AA.
obreros y agricultores, por el Sr. D. José Duráu,
industrial de Riucelona.
Añadióse un cuarto punto adicional: « El an
tiguo Alumno como Cooperador Salesiauo », que
desarrolló el abogado pericKlista D. José Ruiz
Manent, de Cindadela.
Amujuc no se pudieron agotar lodos estos temas,
con tixlo las discusiones fueron muy movidas y en
ciertos momentos acaloradas, iluminando las con
cienciáis acerca de importantísimos puntos y espole
ando a lodos a estrib ar las filas, y a un más
intenso trabajo de propaganda y vida cristiana.
Acordóse fijar la seilo de la l'ed'eración por ahora
en Sarriá-üiucelona, y se eligió presidente de la
(0 Gener.i'meiue cada Centro corresjitaule a unaCas.'i
Salesiaiia, que agrui» U»s exalumnos de ella: por lo que
h a y taulv)i. Centros couiu C a ^ s v toman sn misnia deno
tnmación.
misma al Sr. D. José Durán, que a sus excelentes
prendas personales, reúne el mérito de ser de los
más antiguos de Sarria, donde conoció al Male,
Don Bosco, cuando éste vino a España: aceptóse
el plan de organización propuesto por la Junta
ejecutiva del 2° Congreso Internacional, que
ya estaba aquí en vigor desde muchos años: de
termináronse los programas, que han de seriir
de norma para las Asociaciones locales y Fede
ración nacional: se acogió la propuesta de crear
una asociación de todos los AA. AA. resdentes en
Madrid, sea cual fuere la Casa de donde procedan:
se elevó una calurosa instancia a los Superiores
Salesianos, para que establezcan « Casas de Fa
milia » en las grandes capitales, para estudiantes
de carrera: se esbozó un espléndido programa sobre
los auxilios que se han de prestar al Ex-Alunino,
mayormente cuando sale del colegio y entra por
primera vez eu las luchas de la vida, y la manera
de guiarle a las filas del orden, abriéndole las
puertas de las asociaciones cristianas.
Eran presidentes honorarios los Exmos. Sres.
Obispos de Jladrid y San Luis de Potosí: inter
vinieron varios Sres. Cooperadores Salesianos, y
distinguidas personalidades, entre las que mereóespecial mención el M. Iltre. Sr. Dr. D. F. Morán,
Canónigo y sociólogo insigne, que cerró la asam
blea con uu discurso magistral sobre la misión
internacional de los Cooperadores Salesianos.
. Por último túvose el tradicional agapé familiar,
que reunió a 130 comensales y se terminó con
un grandioso « Homenaje de Bs AA. AA. al \'enerable Bosco *. Consistió este eu una brillantísima
velada literaria, presidida por el Nuncio de S. S.
Mons. Ragonesi, y llenaba el teatro de las Escuelas
ima escogida concurrencia de Sres. amigos y Coo
peradores de la Obra Salesiana. Encomiaron en
sendos discursos la misión de los Antiguos Alumnos
los ya mencionados Rdo. D. J. Massana, y los Sres.
Ardizzone y Durán, por las Inspectorías Bélica y
1 arraconense; y por la Céltica leyó una magní
fica oda a Don Bosco el Sr. D. Miguel Rodríguer
Seisdedos, poeta tres veces laureado, antiguo
aimnno de la Casa de Salamanca: por los Coopera
dores Salesianos hablaron el Sr. D. Juan Marin
del Campo, abogado, director del diario £/ Sii¡o
huturo, y D. Rafael Marín Lázaro, sociólogo y
iliputado a Cortes, que en una brillante üuprovisacióu demostró la providencial oportunidad de
la Obra Salesiana. La Asamblea se cerró en medio
del más vivo entusiasmo, con el propósito de volverá
reunirse de aquí a dos años, y expresando el deseo
de que el 3® Congreso Internacional de Antiguos
Alumnos Salesianos, se celebre en España.
^ De los [elegios De las Dijas de María üDuliadora 9
JEREZ DE L.\ FRONTERA — (Cadiz-España)
Creemos que no disgusta a nuestros lectores,
que les demos a conocer, siquiera con im ejemplo
cada mes, el campo de acdón en que trabajan
las beneméritas Religiosas* Hijas de María Auxi-
— 237 —
liadora », que constituyen la segunda y frondosí
sima rama.del árbol salesiano. Hemos contemplado
su acti^^dad en los Colegios, en los Otatorios Fes
tivos, en las Escuelas Nocturnas.... vamos boy
a ver a las activísimas hijas de Don Bosco, en las
Escuelas-Talleres donde enseñan a las niñas pobres
Vabandonadas a amar y conocer a Dios, practicar
la AÚrtud y a ejercer \m oficio o profesión, con que
puedan ganarse honradamente el pan....
Con ese fin, damos a conocer la siguiente rela
ción que nos ha llegado del Patronato Vble. Bosco
de Jerez de la Frontera (España), que, como verán
nuestros lectores, es una verdadera colmena de
hacendosas obreritas :
«Esta Casa se debe a la iniciativa de la «Junta de
Protección a la Infancia * de dicha ciudad, que
ofreció pagar una tenue pensión a algunas
niñas y a tres Hermanas, que debían atenderlas.
Pero las Hennanas, siguiendo las tradiciones de
nuestro Vble. Padre Don Bosco, se esforzaron
enseguida por ensanchar el nido y extender su
esfera de acción, en beneficio de im número inaypr
de huerfanitas, estableciendo algunos talleres,
que sirviesen al propio tiempo de dotar a las educandas de un honesto modo de vivdr y de propordoaar al Instituto de -algunos otros medios de
subsistencia. A la realización de tan bello proyecto,
contribuyeron, como siempre, con generoso arran
que, varias distinguidas damas, Cooperadora.<=
Salesianas de esta población,' y así surgieron como
por encanto hermosos dormitorios, patios de
ju^o, lavaderos, azoteas para tender la ropa^, y
salones para los diversos talleres.... Lu^ o, ima
de nuestras Cooperadoras más insignes y ' verda
dera mamá de nuestras niñas, la lima. Sra. Da.
Carmen Villavicencío, Vda. de Domecq, nos com
pró la primera máquina para el género de punto;
después nos compró otra, y otra hasta catorce,
que emplean hoy y dan trabajo a venticuatro
obreritas. De igual modo se hnplantó el taller de
lavado y plancha. Muchas familias distinguidas
de la vecindad nos favorecen enviando su ropa
a nuestro lavadero, que ocupa actuahuente a
catorce jovencitas. Estas, para acreditarse una
vez más de hacendosas y diligentes, se fabrican
además el jabón por sí mismas, que como hedió
en casa, resulta más barato y de mejor calidad
que el del comerdo.
Para completar la instrucdón y educadón de
nuestras niñas y hacer de ellas otras tantas exce
lentes atnas de casa, que es la profesión más apro
piada para la mujer, se les enseña á todas a guisar
y demás servidos domésticos: y así, estas mucha
chas, que ni siquiera sabían encender la Imnbre,
ho)' codnau admirablemente, amasan y cuecen
el pan, ordenan la despensa, etc.
Las pequeñiías y delicadas de salud, que no
resisten la fatiga, trabajan en la costura y bor
dado. Este obrador es el complemento' obligado
dd de lavado y plancha, aunque también se hacen
prendas de encaigo."Estas niñas menos robustas
tienen además a su cargo otro obradordto, donde
hacen y componen las alpargatas para sí mismas
y sus compañeras.
Se procura que la economía, el orden y el aseo
reinen en lodo y formen como el anrbiente donde
viven nuestras queridas alumnas. Esto, unido a
los métodos educativos de caridad y dulzura que
nos legó nuestro Vble. Padre, hace que estas niñas,
a pesar de las rigores de la fortuna, vivan felices
y dichosas en el Colegio, como en el seno de la
familia; aman y gustan de la piedad y devoción;
se ejercitan en las pequeñas virtudes propios de
su condición y se muestran aficionadísimas do si;s
superioras, como si fueran sus verdaderas madres.
Verdad es que algunas de ellas, criadas los pobrecillas en muy distinta atiuósícra, se han tenido
que labrar como las pieilras jjreciosas, cjuc no
conocían el buril: hoy son buenas, trabajadoras
y aplicadas.
Pero mientras se cuida del presente de nuestras
educandas, no olvidamos lo por\’enir. Es preciso
premunirías contra los peligros que halhuán en
las luchas de la vida y con tal fin se ha establecido
entre ellas un Sindicato, con una Caja' Dotal,
donde echan todas las propinas y aliorrillos, que
adquieren en el Colegio: pues que siguiendo las
tradiciones de nuestra \ ble. Fimdador, a cada uh'ia
se le dan diariamente dos pequeñas gratifica
ciones, una fija y otra variable, según su diligencia
y habilidad en d trabajo.
Los frutos comienzan a recompensar nuestras
fatigas. Las pocas jovencitas que han sahdo ya
del Colegio, han sido colocadas en famihas respe
tables y con su buena conducta honran a las edu
cadoras: alguna se ha hecho rehgiosa y alguna
otra se gana muy honradamente la vida traba
jando por su cuenta.
Como se ve, algo de proveclio se está haciendo:
pero no seríamos buenas liijas de Don Bosco si no
aspirásemos a hacer más. Nuestros talleres están
formándose todavía: hay que desarrollarlos y
completarlos: proyectamos además poner en casa
algunos telares para tejidos. Por lo pronto, nos
proponemos hacer con las niñas externa.^ pobres,
algo de lo que hacemos con las intemas; con ese
objeto se está edificando un local para escuelas,
con im patio y galería contigua, que servirá de
Escuela Profesional ^‘octunia y Oratorio I’'c.stivo.
El Señor y nuestra benditísima Madre, María
Auxiliadora, que nos han ayudado y bendecido
hasta aliora, esperamos que seguirán bcmlidéndonos, mediante la generosidad y desprendiniieiifo
de nuestros Cooperadores y otras ahnas buenas. *
MEJICO. —
C o n m e m o r a n d o l o s c in c o
MEROS l u s t r o s . — El 30 de noviembre las
i 'r i -
Hijas
de María Auxiliadora de Méjico festejaron con
solemnidad el 250 aniversario de su entrada en
esa hidalga nación. Estaban representadas todas
las Casas que tienen en la República. Presidió las
fiestas del Ilm<x Mons. Manuel Fulchen, Obispo
de Cuemavaca, a quien hacían corona otros dis
tingmdos personajes. Hubo mía solemne velada
músia>literaria y se inauguró ima Exposición
escolástica y profesional de todos los Colegios.
Cerráronse las fiestas el día 8 de dicenmbre con
devotísimos cultos religiosos.
EL
mmo SflLESISNO
Dos [artas É l Papa a los lapazoelos De Doo Bosro.
Recordarán nuestros lectores el ingenuo y con
movedor mensaje de gratitud, que ochocientos
niños de nuestro Oratorio Festivo de Viena envia
ron al Papa en enero último. Benedicto X V se
ha <lignado contestarles con una hennosa carta
de su Secrcatrio de Estado, el Card, Gasparri. el
cual dice i que el Papa, siguiendo el ejemplo del
Divino Maestro, se complace en extender su au
gusta mano sobre la cabeza inocente de esos bue
nos niños y les certifica que tiene a mucha dicha
reservar para ellos y sus hermanitos de la Europa
central las paternales ternuras de su Apostólica
Caridad ».
También han sido favorecidos y honrados con
una carta del Sumo Pontífice los alumnos del
Colegio Salesiano de Sta. Rosa de Nichteroy
(Brasil), que al celebrar con grande amor y entu
siasmo la « fiesta del l ’apa » habían recogido la
modesta suma de mil liras, que enviaron a Roma
para el Dinero de San Pedro.
« En esa oferta el Padre Santo, dice la carta,
reconoce una nueva prueba de la tradicional de
voción de los Salesianos a la Sta. Sede, y una
prenda palpable de su filial adliesión a la sagrada
persona del Vicario de J esucrísto. Les da también
los parabienes por el celo con que procuran de
fender al Pontífice Romano de las calumnias con
que lo atacan los malvados.... »
El amor y devoción de la Pía Sociedad Salesiana
a la Silla Apostólica es patrimonio sagrado, legado
por nuestro Fundador y Padre, el Vble. Don Bosco.
EXPOSICIÓN PROGRAAIÁTICA
de las Escuelas Profesionales y Ágríoolas Salesianas.
Contemimráneamente con las solemnidades de
la iiuuiguradión del Monumento de Don Bosco
y de las fiestas de María Auxiliadora se abrid
al público una exposición didáctica de los
métodos V programas vigentes en nuestras Es
cuelas de Artes y Oficios y de Agricultura. És
una Muestra única en su género, que desde el
momento tle su apertura está siendo visiiadisima
y que ha tncrecido al Rdmo. D. Pedro Ricaldone, Diicctor General de las Escuelas, que
la ha organizado, las fcricitaciones y plácermes
de las muchas distinguidísimas personalidades,
que la han visitado.
No es una exposición de lo que se hace en
nuestras escuelas y, de los resultados en ellas
obtenidos: de tales exposiciones se han celebrado
ya varias aquí en Turín y en otros sitios : sino
una muestra metódica de lo' que se aspira a
hacer en lo porvenir, de la meta a que miran
nuestros esfuerzos y perfección que esperamos
alcanzar. La guerra mundial ha cambiado la fai
del mundo: el humano linaje se orienta hacia
una vida de trabajo intenso; y nosotros nos
proponemos formar obreros, trabajadores lo más
expertos posible en su oficio o arte, y cristianos
a carta cabal.
Estos días han desfilado por esta Casa Madre
de Turín, exalumnos de todas las regiones de
Italia y de Europa : ellos saben lo que hemos
hecho hasta aquí, y se se Ies ha querido dar
una demostración intuitiva, objetiva, de lo que
es nuestro anhelo para lo porvenir.
La Prensa locál ha elogiado con largos y her
mosos artículos nuestra exposición, el « Boletín
Salesiano » hablará más cumplidamente de ella
en otro número.
BUENOS AIRES (Argentina). — I ' n n o t a b le
S a u í s i a n o . — El diario E l Bin:
Público de Montevideo del 7 de marzo último,
dedica una de sus columnas a elogiar las obra<
artísticas del arquitecto sale.siano Don Ernesto
\"espignani, Pbro, que se admiraban en la Expo
sición de Arquitectura, celebrada en aquella ca
pital a principios del mismo mes.
Era un torneo del arte de construcción sudame
ricano, al que concurrieron los arquitectos de inavor
relieve y fama de aquel continente. Entre los mu
chísimos bot'etos. « maquettes ^ y cuadros ex
puestos, había bastantes de carácter religioso y
entre estos descollaban los de nuestro Padre, por
su número e importancia. Estaban reunidos sus
trabajos en una sala, que bien merecía por sí sola
el título de > Muestra de arte religioso *.
En planos, fotografías y bocetos, estaban repre
sentados los varios edificios, iglesias, capillas, co
legios, concebidos y levantados por el P. \^espignani. Sobresalía entre todos el monumental
Templo de San Carlos, que es la obra maestra de
nuestro Arquitecto, y al que,^los técnicos conceden
el primer puesto entre las iglesias de Buenos Aires,
por sus dimensiones, originalidad de forma, téc
nica constructiva, decoración plástica v pictórica.
Exponíanse tainbién los planos de las iglesias dd
Smo. Sacramento y K . S. de Buenos Aires, del
A r q u it e c t o
239
jnisnio autor. La primera de estas iglesias es no
table sobretodop or la riqueza y suntuosidad de su
decoración y mueblaje. La segimda que está en
construcción, pertenece a los PP. Mercedarios, y
promete ser un majestuoso monumento. Notábanse
además los planos y dibujos de los Colegios de
L»na (Perú), La Paz (Boli\-ia), Córdoba, Salto y
R^ario de Santa F é (Argentina) y la ampliación
de los « Talleres de Don Bosco » de Montevideo.
.Ulí estaban también representadas la iglesia pa
rroquial de Viedma y la del « Sdo. Corazón de
Jesús » de La Plata con su bellísimo campanario.
Esta « Sluestra arquitectónica salesiana » era
al propio tiempo una expresión gráfica e intuitiva
déla expansión prodigiosa de la Obra de Don Bosco
y del trabajo pacienzudo y gigantesco de un Immilde religioso, que ha trasplantado a las feraces
r^ones del Nuevo Muiido la espiritualidad artís
tica del viejo. ¡También ejercen una subliure niiáóu elevadora, en medio de los pueblos, esas moles
de piedra, que encaman la fe, y piadosos afectos
de la cien generaciones que se hnu sucedido en los
agios!
VIESA. — EX E m b a j a d o r d e S u e c i a e n l a
— Las noticias que nos llegan
de los infortxmados países de la Europa central,
revisten actualmente particular interés. He aquí
k) que nos escriben del Oratorio Salesiano de
llena:
< Viena, la ciudad de la música alegre y«perenne
jolgorio, la Meca de los turistas de todo el mundo,
qae acudían a ella en busca de diversiones y pla
ceres, es ahora la ciudad del dolor y la tristeza,
donde tienen asiento todas las miserias; es ima
ciudad que muere.
El lastimoso estado de la desgraciada urbe lia
movido a compasión a muchos extranjeros, que
se han propuesto la noble empresa de arrancar de
las garras del hambre siquiera a los inocentes pequeñuelos. La nación sueca se ha distinguido
mucho en esta empresa de socorrer a Viena: la co
cina económica que desde seis anos acá fmiciona en
nuestra Casa y da cada día de comer a varios cente
nares de muchachos y lleva distribuidas más de
millón de comidas, ha podido experimentarla medio
piadosa generosidad de los escandinavos: gracias
I ellos cada noche pueden cenar más de 400 jovenotos.
El día 3 de marzo el ilustre Sr. O. Ewerloef, em
bajador de Suecia, acompañado de otros altos
personajes llegó a nuestro colegio para visitar a
k» protegidos por su nación. E^tos, junto con los
demás niños del 'Oratorio, sumaban unos mil, v
le esperaban en el salón de actos. Al entrar el
«abajador con su séquito, tocó la banda una
marclia festiva, mientras resonaba ima fragoro
sísima salva de aplausos, con que los niños agra
decidos saludaban a sus bienhechores. En nombre
de aquellos, expresó su vivísimo reconocimiento
d Sr. Withoff, presidente d e l«Círculo Don Bosco f.
Xo pudo ocultar el Sr. Embajador la emoción que
le embargaba, tanto por las sentidas y corteses
razones del orador como por el espectáculo que
ofrecía a sus ojos de aquellas criaturas enfla•qeddas y mal,trajeadas, cuyos ojuelos reflejaban
CiSA S.\l e s i a n a .
la profunda gratitud de sus corazones: díjose feliz
de poder darles algún socorro de parte del pueblo
de Suecia, sintiendo sólo no poder hacer más,
siendo la necesidad tan grande; y prometió seguir
trabajando con todo ahinco en esa obra de caridad.
— Estas hermosaspalabras se recibieron con aplau
sos vivísimos. -Enseguida los 400 protegidos pa
saron a la cocina económica, donde qui.so ver el
Sr. Embajador cómo eran tratados. Luego dio
una vuelta por los diversos círculos de la Casa,
donde halló varios centenares de jóvenes, que .se
ejercitan en el estudio de lenguas, lecturas in.structivas y otros honestos entretenimientos. De.spués pasó al Oratorio, donde se reúnen los niños
menores de 14 años, los cuales estaban rccogiditos
en mi gran barracón militar, que se logró trasladar
al patio del Oratorio para los pequeñitos, ya que
en la Casa no haj' lugar desuficiente para el ex
traordinario número de niños que la frecuentan.
El Embajador expresó repetidas veces su profmida admiración... ».
LA PLAÍA. (Argentina). — U n a s i m p á t i c a
— Fué la de San Francisco de Sales, nues
tro Patrón y Titular. Los amigos, bienhechores y
cooperadores de la Obra Salesiana se reunieron
con los Superiores y almnnos del Colegio para
celebrar la fiesta del Santo Doctor.
Después de las solemnes cultos acostumbrados,
hubo una fiestecita en el salón de actos, en que
tomó parte un grupo de ex-alumnos de Buenos
Aires, que con habüidad de verdadero artistas,
entreturieron agradablemente al distinguido piibUco.
El Rdo. P. Valentín Cassini, uno de los primeros
Salesianos que llegaron a la hospitalaria nación
argentina, abrió el libro de sus lejanos recuerdos,
contando la liistoria del establecimiento de la
Pía Sociedad en esa i>ación.
Por último se proyectó una película, que repre
sentaba los festejos celebrados con motivo de
entr^ar al cuerpo de a\-iadores argentinos, la
bandera costeada por los alumnos de los Colegios
Salesianos. Las vistas se presentaban con perfecta
nitidez, apreciándose todos los ponnenores. Huelga
decir que agradó sobremanera al público.
FIESTA.
MONTEVIDEO. — E l n u e v o C kntho « M i
R ú a ». — En la parroquia de San Miguel .se
sentía la necesidad de un centro de jóvenes, (¡ue
fuera el ahna del mo\úmiento social y religio.so
de la feligresía.
Al fin, previa una Misa de Comunión, a que
habían sido invitados los jóvenes de la localidad,
acordóse llevar a efecto la constitución del centro,
que fué el día 4 de enero. A l principio eran pocos
loe asociados, pero comenzaron enseguida a actuar
estableciendo diversas secciones de carácter pia
doso, social, recreativo, etc. A l cabo de un mes los
sodos habían aumentado not^Iemente. El nuevo
centro, que tomó por nombre « Miguel Rúa * ha
adoptado por lema el mismo que pertenece a la
Federación de la Juventud Católica del Uruguay
esto es:.* Piedad, estudio, acción y sacrificio ».
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Srta. Da. Felipa Pedn Machado.
Murió eii Puebla de los Angeles (Méjico) el día
5 de mayo de este año.
ISsta señorita, descendiente de una distingui
dísima y hacendada familia de Yucatán (Estado
de Méjico), fué durante toda su vida una fervo
rosísima Cooperadora Salesiana. El Colegio Salcsiano de Puebla tuvo en Dona Felipita una verdádera madre: a él dedicó sus pensamientos, sus
afectos y sus bienes, como si no viviera sino para
su.s amados liuerfanitos.
Era devotísima de nuestra Madre la Virgen Auxi
liadora: y habiendo renunciado y dado xui adiós
a todas las pompas y alegrías mundanas, quiso
fijar su morada muy cerca del Santuario, para pasár
a los pies y empleada en el servicio de tan buena
Madre, la mayor parte de su vida.
Recogida como una religiosa, ferx’orosa como
una sania, caritativa hasta lo heroico, vivió amada
y respetada y murió llorada de todos, especial
mente por los pobres.
Damos a su ilustre familia nuestro más sentido
pésame, y la recomendamos a los sufragios de
todos nuestros amigos.
—
rosamente derramando en el corazón de todos d
bálsamo de su proverbial caridad.
Los Plijos de D. Bosco deseando rendir a su
piadosa y santa memoria el tributo de honda
gratitud, celebraron solemnes funerales, a que asis
tiéronla familia y amigos de la virtuosísima firtemos de
nada y todos los alumnos internos y externos
estas Escuelas.
Nosotros, depositamos sobre su tumba una guirnalda de oraciones.
Rogamos encarecidamente a nuestros Coopera
dores y Archicofrades de María Axmliadora, la
encomienden a Dios Nuestro Señor, mientras
expresanios nxiestro más sentido pésame a sus
querisísimos hijos y de un modo particular al Sr.
Dr. D. Jo.sé Gálvez, insigue bienhechor y padre
de la juventud desvalida.
Haii fallecido también y recomendamos a las
oraciones de toda la Unión de Sres. Cooperadores
la5 siguientes personas, a quienes la Obra Sale
siana es deudora de un especial tributo de gratitud:
En Barcelona (Esp.): los Sres. Cooperadores
Don Alberto Escubós y Llosar, Don José Muller
y Patxot, muy benemérito de la Obra del Tibídabo, y Da. Teresa Camps, Vda. de Pagés.
En Palma de Mallorca (Esp.), el Rdo. Sr. D. José
Aleñar y Ribas, a la temprana edad de 25 años.
Este joven sacerdote era un verdadero ajióstol de
la juventud en la hermosa capital balear; como
Director
local de los Exploradores de España tra
Da. Carmen Qinachero, vda. de Gálvez.
bajaba ardorosamente en medio de ellos siguiendo
El 26 del pasado febrero, a la edad de 76 años, puntualmente los métodos y espíritu del \'ble Doa
Bosco, con quien estaba del todo identificado Pn>
expiraba en el ósculo del Señor, esta insigne y
benemérita Cooperadora, Archicofrade de María pagó y fomentó también en aquella isla la'devodóa
Auxiliadora y Vocal de la Junta de Damas Pro a María Auxiliadora: Ella le habrá premiado.
En Valencia (Esp.), los Sres. D. Rafael Martínez,
tectoras de los Obras Salesianas de esta Ciudad
D. Ricardo Trénor Bucelli, D. Ramón Valtcrra,
de Málaga.
La Familia Salesiana ha perdido a una de sus D. Raimundo.Candel, D. Roque Moltó, D. Ramóa
más entusiastas Cooperadoras, (jue con su ina Romero, Da. Ramona Reig de Alpueute, Rdo.
gotable caridad v dcspremlimiento, ha enjugado ‘D. Salvador E-scrílmela, Pbro., Da. Vicenta Sale?,
Da. Vicenta Agraniuns, Da. Vicenta de la Asun
muchas lágriuxos.
Puede decirse de la ilustre finada, que era una ción Ortí, D. Vicente Oliag Miranda, M. Ilstre. D,
institucióu: dotada de raro talento )* de celo vpr- Vicente Font, Canónigo y D. Vicente Sancliis.
dadoramente apostólico, figuró en sus mejores
En Sax (AUcante-Esp.), la Sra. Da. Josdi
años al frente del movimiento católico social de Gisbert
esta cixulad.
En Panamá, la muy disting^da y piadosa Sra.
El nombre bendito de Da. Carmen era repetido Da. Teodoliuda de Pérez, antigua Cooperador!
jx)r centenares de familias que ha socorrido geno- Salesiana.
Con aprobación de la Autoridad Eclesiástica: Gerente: GEMINTANO FERRARI.
Establee. Tip. de la S. A. Int. tle la Buena Prensa — Corso Regina Margherita, N. 174 - TURIN
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