BS_1923_02

Ficha

Título
BS_1923_02
Descripción
Boletín Salesiano. Febrero 1923
Fecha
1923.02
extracted text
Aro xxxvni - N. 2.
r

Febrero 1923,



BOLETIN SALESIANO
R E V ÍS T A D E L A S O B R A S D E DO N BO SCO

R edacción Y A dm inistración :

Vía Cottolengo, N. 32 - TURIN (Italia)

Todos podemos y debemos ser misioneros
¡Cuántas veces al leer las proezas de los mi­
sioneros, los episodios edificantes de su apos­
tolado, y ver los muclios frutos que cosechan,
la multitud de almas que convierten, habremos
envidiado su fortuna!
¿Por qué Dios nuestro Señor no nos habrá
escogido también a nosotros y destinado para
el apostolado, en que hubiéramos sacrificado
con gusto nuestra \dda, agotado nuestras fuer­
zas y derramado, si preciso fuera, nuestra san­
gre, para extender por la tierra su reinado?
¡Pobres de nosotros! Mientras malgastamos
la \dda .en medio de mimos y regalos, los misio­
neros van tejiéndose, a fuerza de heroísmo, la
corona inmarcesible de gloria que, después,
disfrutarán por toda una eternidad dichosa.
'®i la salvación de un alma es prenda de pre­
destinación, como aseguraba S. Agustín, ¿con
. qué satisfacción no verán esos felices misioneros
acercarse el día de la recompensa?
Son innumerables los niños que, merced a su
celo incansable, recibieron las aguas regene­
radoras del bautismo, se hicieron hijos de Dios,
y gozan ya en cielo las caricias del Cordero
Inmaculado, a quien hacen corona.
Son muchas las almas que, arrancadas por
sus constantes ruegos y trabajos de las tinieblas
del error, de la senda de perdición y del pecado,
caminan hacia el paraíso que pueblan de dicho­
sos ciudadanos.
¿Cómo podrán olvidar jamás esas almas los
beneficios de los misioneros, a quienes, abrién­
doles las puertas del cielo, las pusieron en po­
sesión de tan inestimable tesoro?
La justicia, la caridad, esencia de su nueva
vida, Ies mueve a conseguir con sus ruegos
incesantes la misma dicha y felicidad para sus
bienhechores.
En justa recompensa llueven del cielo ben­
diciones copiosas que centupUcan el fruto de

su apostolado, endulzan las amarguras de su
peregrinación y les consiguen de Jesús una
muerte dulce, placentera.
Nosotros, por el contrario, después que vemos
esfumarse nuestra existencia sin obras de pro­
vecho, sin que a nuestro rededor germinen flores
ni frutos de bendición, esperamos temerosos
el día de las cuentas, porque nos encontramos
con las manos vacías.

» *
Ciertamente que es digna de envidia la vo­
cación misionera, que son dichosos los pasos
de los que evangélizan la paz y anuncian la
buena nueva a los que yacen en las tinieblas;
pero por dicha nuestra, e.sta felicidad no es
exclusiva del misionero que vaga por las selvas.
Conviene saber, para consuelo de los que no
hemos sido llamados por Dios a una coopera­
ción directa, inmediata del apostolado con
nuestro trabajo personal, que sin abandonar
nuestro hogar, negocios, familia ni patria ])odemos cooperar a>la propagación de la fe, ayudar
a la .salvación de las almas, podemos ser misio­
neros
Y ¿de qué modo?
Así como los éxitos de un ejército que se bate
en el campo de batalla no son obra exclusiva
de los que pelean con el fusil o con la espada,
pues de nada les ser\-iría su valor y pericia si
a su espalda, en retaguardia, no tuviera todo
un pueblo organizado, patriota, valiente y
abnegado, que le proveyera y pertrechara de
víveres y municiones, del mismo modo los mimisioneros, por muy santos y celosos que fue­
ran, si no hubiera almas caritativas y buenas
que con sus oraciones y limosnas les ayudaran,
poco o nada podrían hacer por la salvación de
las almas.

— 36 —
Ix> liemos oído cien veces de boca de los mis­
mos misioneros; sus esfuerzos y sacrificios, a
veces, se malogran, se limita el fruto que de
ellos pudieran esperar, porque carecen de recur­
sos, Ies falta nuestra caridad.
Leed las revistas de misiones, las cartas su­
plicantes que de continuo nos envían de lejanas
tierras: todas confirman yodicen lo mismo:
Sin vuestro concurso, buenos cooperadores,
católicos, sin vuestras oraciones y limosnas de
poco sirve que sacrifiquemos nuestra vida, de­
rramemos nuestra sangre y sudores; nos fati­
gamos en vano, nuestra misión produce poco
fruto, resulta una labor poco menos que estéril.
Pero ¿es que acaso Dios necesita nuestro con­
curso; no podría dar gracias y difundir la fe
sin atender a nuestras oraciones y limosnas?
Sin duda alguna, pero no lo hace, y aquí nos
fundamos para decir que todos podemos ser
misioneros.
Dios en sus juicios soberanos y altísimos ha
querido vincular la predicación de la verdad,
la propagación de la fe, y con ella la salvación
de las almas, a la voluntad de los hombres,
ha querido que de nuestro concurso, de nuestras
limosnas y oraciones, deijenda la realidad de
la conversión y evangelización de muchas re­
giones e infieles, nos ha concedido la prerroga­
tiva sublime de poder cooperar a sus desiginos
en la salvación de los hombres, como cooperan
en el orden físico las causas necesarias.
Del mismo modo que, en el orden físico de
la naturaleza, la belleza nace de la armonía
de los seres que la componen, y de la fidelidad
con que cada uno cumple la ley del movimiento
<iue en el plan universal le está destinado, así,
en el -orden moral y de la gracia, la eficacia de
la redención de los hombres resulta de la fiel
cooperación de los cristianos a la voluntad de
Dios de salvar a todos los hombres.
No importa que unos sean elegidos para pues­
tos de honor en la vanguardia, que sean desti­
nados a ias avanzadas para roturar la selva vir­
gen y sembrar la semilla fecunda del lívangelio,
mientras otros en forma más humilde, pero no
menos eficaz, deben trabajar en la retaguar­
dia, pues todos pueden merecer lo mismo.
Si los unos, señalados con el carácter sacer­
dotal y enriquecidos con dones especiales, con­
tinúan la misión de los Apóstoles, regando con
su sangre y sudores la semilla de la verdad, o
cual torrente que naciendo en la casa de Dios,
llevan la fecundidad a los desiertos más estériles,
haciendo gerniii\ar virtudes y madurar frutos
de s;uitificación; los otros, como la gota de rodo
coudensada y luego evaporada, refrigeran la
planta desconocida, y forman una atmósfera
propicia al aixwtol, al misionero, sosteniéndole

en los rudos combates por la fe y preparando los
corazones para recibirla.
A todos, sin distinción, ha llamado el Señor
a la. obra de la salvación de las almas.

Si el cooperar a los designios de Dios en la
salvación de los hombres es una excelsa prerro­
gativa, de mérito indiscutible para el cristiano,
y a que asociándose libremente a la glorifica­
ción de Dios adquiere derecho legítimo de coorrede'ntor; si Jesucristo, que dió la vida por
damos la fe, exige nuestro concurso para qre
esta fe se extienda y fructifique en muchas
almas, no podemos, en manera alguna, negar
nuestra cooperación, estamos obligados a ello
por nuestro carácter de cristianos.
L a ley de la caridad nos obliga a mirar por
la felicidad de nuestros hermanos y a prestarles
nuestro concurso en la medida de nuestras
fuerzas; todos, según la Sagrada Escritura, de*
hemos tener descendencia en el cielo, porque
está escrito que el buen pastor no tiene oveja
estéril, que en el día del festín celestial debemos
estar rodeados de las almas que hubiéremos
salvado, como el olivo en la primavera por los
verdes y tiernos retoños que lo hermosean.
Pensemos que, si se encuentran todaria
pueblos sumergidos en el fango de los vicios y
en la obscuridad de errores abominables, subs
traídos a los esplendores de la civilización cris­
tiana, no es porque se haya agotado lá virtud
de la saugre de Jesucristo para sanar y regenarar
las almas; sino porque, habiéndonos asociado
a nosotros a la dilatación de su reino y a la
salvación de los almas, espera nuestra generosa
cooperación para compartir con nosotros los
méritos y las glorias de una redención copiosa.
Si nos preciamos del nombre de cristianos y
sentimos arder en nuestra alma una chispa de
amor a Jesucristo, debemos anhelar la dila­
tación de su reinado, poniendo a su servicio
cuanto somos y valgamos, para llevar la abun­
dancia de la vida a las regiones más remotas,
a fin de ablandar con el fuego de la caridad los
elementos más refractarios, propagar el dirino
contagio de la verdad y del bien, y derritir d
liielo del egoísmo que mantiene im prolongado
y cniel invierno en vastísimas regiones.
¿Cómo es posible mirar con indiferencia a
mil cincuenta y cuatro millones de infieles dise­
minados por la redondez de la tierra, esclavos
del demonio y de groseras supersticiones, cuan­
do quizá solo esperan nuestro concurso par»
salir de tan miserable estado?
¿Podremos gozar, divertimos y descausaí
tranquilos mientras se pierden a millones nues­
tros hermanos?

— 37 —
No seamos craeles, oigamos las voces del
buen Pastor que hace un llamamiento a nues­
tros sentimientos, que nos tiende la mano por
medio del misionero solicitando ima limosna.

¡Cuán fácil nos sería con buena voluntad y
pequeño sacrificio, llevar la abundancia de la
grada, con la luz de la fe, hasta los confines de
la tierra!
Sin recordar que la esencia del cristianismo
consiste en el esoíritu de sacrificio: aue la gene-

la sangre de sus venas si es preciso. A nosotros
nos toca conservarle la existenda, proveyéndole
de todos los recursos necesarios para la vida.
y por último, las limosnas debemos acompa­
ñarlas con fervientes oraciones. Oremos por
los misioneros que necesitan con frecuencia de
consuelo; para que Dios con su gracia aumente
su celo y virtudes, para humedecer el terreno
que deben cultivar. L a oración es fecunda;
penetra los cielos y desciende siempre a la tierra
en forma de rocío divino.
Si nos fuera dado conocer la eficacia, el fruto

C o le g io S a le s ia n o d i R d z a n y g to k ( P o lo n ia ) .

rosidad de que demos prueba en la causa de
la verdad evangélica, dará la medida del amor
que sentimos por ella; sin exigírsenos el heroísmo
de los primeros cristianos, que no contentos
con poner a disposición de los apóstoles todos
sus bienes, derramaban generosos su sangre
por la fe, podemos cooperar a la propagación del
Cristianismo, a los trabajos del misionero con
oraciones y limosnas.
La liberalidad ha sido siempre el rasgo carac­
terístico de los miembros de la familia de Cristo.
Es un deber el desprendemos de parte de los
bienes que Dios nos ha prodigado con largueza,
por amor a la religión e interés de nuestras
almas.
El misionero no sólo se desprende de sus
nqnezas, sino que, abandonando bienestar,
patria y familia, se consagra por entero a la
salvación de las almas de sus hermanos; para
son sus trabajos, sudores, sacrificios, hasta

de la oración, jamás se plegarían nuestros labios.
Tal vez nuestra oración detiene la guadaña
de la muerte hasta que llegue el misionero a
bautizar a los niños que se dispone a segar en
flor; ablande la dureza del pecador antes de
presentarse al tribunal divino y decida de una
vez a los que vacilan en abrazar la fe.
Si con nuestras limosnas y oraciones logramos
la salvación de un alma, hemos salvado la nues­
tra. Podremos esperar gozosos el momento en
que, terminando nuestra peregrinación por la
tierra, nos diga el buen Jesús con rostro alegre:
Ven siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu
Señor.

Bienaventurados son los corazones -flexibles y
dóciles, porque ellos jamás se romperán.

S. FíL^xasco DE Sales

-

3 8

-

El problema moral en la educación
En problema tan delicado e importante como
lo es la formación de la mente y el corazón de
la juventud, todo cuidado y circunspección es
poco.
Cualquier desliz sobre moralidad, especial­
mente en lo que se refiere a la pureza, pudiera
originar graves daños, de fatales consecuencias
en la vida de los jóvenes que debemos educar.
Porque si es verdad que los grandes pensa­
mientos salen del corazón, no es menos cierto,
como escribía Balmes, que del corazón salen
también los grandes errores, grandes delirios,
grandes extravagancias, grandes crímenes. Del
corazón sale todo: es un harpa soberbia que
despide toda clase de sonidos, desde el horrendo
estrépito de las cavernas infernales, hasta la
más delicada armonía de las, regiones celestes.
De ahí la necesidad de templar con mano
delicada las harpas de los tiernos corazones para
que vibren al eco de puras ^armonías.
D. Bosco, insigne pedagogo, que supo mode­
lar en su escuela dechados de virtudes, lirios
de pureza, que con Domingo Savio serán pronto
en los altares espejo donde se miren los niños
cristianos, trazó el camino que debe seguir
todo educador, especialmente el salesiano, en
el arduo y delicado problema de la formación
de la juventud.
Con motivo de las polémicas que sobre edu­
cación moral se susci+^ ron años atras, escribía,
en 1916 a los Salesianos, el malogrado P. Cerruti, que fué Director general de estudios en
la Pía Sociedad Salesiaua desde el año 1886
al 1917:
« Bajo varias denominaciones (cuestión sen­
sual, problema sensual, instnicción sensual,
educación sensual, educación moderna etc), se
debate, de algunos años a esta parte, una cues­
tión gravísima, lo mismo en la escuela que en
los libros, en los diarios'como en las conversa­
ciones privadas. ¿Del>eráse proceder en la edu­
cación del niño, del joven gradualmente, o
no? ¿Conducirlo paso a paso, o lanzarlo immediatanieutc cu la corriente de la vida? ¿Suminis­
trarle el conocimiento de las cosas a medida
que se desarrolla su inteligencia, o bien propi­
narle dosis que no puede conocer ni digerir?
¿Convendrá retenerlo en una pnidente reserva,
o desplegar a sus ojos todos los misterios de
la naturaleza, con los extra\íos que a nienudo
la desoían, a fin de que, desde su más tierna
edad, lo sepa y conozca todo?

¿« Cuáles eran, a este propósito, las ideas de
D. Bosco; qué opinaba sobre el sistema moral
que debía informar la educación de la juventud?*;
y añadía:
« Digo educación de la juventud, porque
sólo entiendo hablar de la educación de los
niños, de los jovencitos, y no de otra, ya que
a estos se refieren las cuestiones que se ventilan.
Ahora bien, D. Bosco fué modelo dechado de
delicadeza moral, tanto en su conducta, pala­
bras y modales como en su trato y relaciones.
Su mirada era viva y penetrante, pero siempre
modesta y recatada. Obligado, por su misión,
a tratar con personas de ambos sexos, de toda
edad, clase y condición, jamás se escapó de
sus labios palabra o frase, no digo solo inco­
rrecta, ni aún ni siquiera impropia. Ciertos
vocablos y fraseología que llaman científicos,
y resultan, las más de las veces, groseros, D.
Bosco no los hubiera usado, ni tolerado nunca.
Jamás se observó en él gesto, movimiento o
postura que no estuviera conforme con la más
escrupulosa modestia. Su rostro amable, sereno
aún en las graves contrariedades de la vida,
revelaba la serenidad y candor angelical de
su alma.
Sus escritos son el reflejo de su persona. Po­
déis hojear sus obras, pasan del centenar, la
numerosa y variada correspondencia que se
conserva, no baja de tres millares de cartas, y
no encontraréis, lo garantizo, la menor sombra
que pueda mancillar la delicadeza moral. Este
juicio que emito, después de haber tenido la
fortuna de tratarlo íntimamente durante 30
años consecutivos, no es exclusivamente mío,
lo corroboran cuantos, como yo, lo conocieron
y trataron. De D. Bosco se puede decir con
verdad, lo que se dijo del Divino Maestro: res­
pecto a castidad era irreprochable, estaba a
salvo de toda sensura.
Y lo que D. Bosco hacía lo insinuaba a los
demás, especialmente a los niños. Siguiendo la
escuela de Cristo, practicaba antes de enseñar;
el ejemplo precedía siempre al precepto (i)De aquí la ^^gilancia asidua, incansable para
que sus hijos, así llamaba a los niños, las pu­
pilas de sus ojos se moldearan en esta delica­
deza moral, alejando, al efecto, cuanto pudiera
empañarla en lo más mínimo. Prueba contun­
dente la Biblioteca de la juventud italiana: h
(I) Coepii fa e e re et docere: .-Vct. A p. I, 1.

— 39 —
Colección de clásicos griegos y laiinos: los dos
Diccionarios: uno latino y otro italiano, obras
ideadas y alentadas por él con el noble propó­
sito de expurgar lo que debía ser alimento cuo­
tidiano de las inteligencias de los niños, de apar­
tar cuanto pudiera ser tropiezo de su inespeliencia o pábulo a la preponderancia de los
sentidos en una edad ardiente, de imaginación
fogosa y propensa a los desvarios, quitando de
sus manos lo que pudiera ser ponzoña para sus
tiernos corazones, guiado por la más pura or­
todoxia cristiana: puritas suprema lex esto.
Asi se esplica el afecto que nutría y mani­
festaba por cuantos reflejaban radiante la más
hermosa de las virtudes, y que hizo de sus hijos
ángeles como Domingo Savio, cuya vida, rami­
llete de azucenas, escribió para que sirviera
de ejemplo a los demás, como así mismo la seve­
ridad hacia aquellos que, con sus palabras, es­
critos, acciones, o de cualquier manera, directa
o indirectamente, atentaran contra la pureza,
vocablo que usuba generalmente con los niños
en lugar de castidad que es más extensa.
\'uestras palabras no serán puras, decía con
insistencia, como no lo serán vuestras acciones,
si antes no lo son vuestros pensamientos, deseos,
miradas y afectos.
A quien le aconsejaba hablar del vicio contrariOjU la pureza, pintar a los jóvenes las mise­
rias que verán más tarde, como si en la natura­
leza no hubiera más que miserias, y prepararles
para la vida (frase esteriotipada), como si la
vida no fuese más que un amasijo de fango y
engaños, respondía resuelto que no lo haría
en manera alguna.
Procurad, mejor, que los jóvenes conozcan,
no superficialmente, sino a fondo, las verdades
de nuestra ^S. Religión con los debereres que
imponen; educadles con tiempo y consciente­
mente en las prácticas religiosas, observando
una conducta moral sólida y de profundo rai­
gambre. De este modo, con actos buenos y repe­
tidos se forman los buenos hábitos y éstos,
a su vez, engendran los caracteres robustos que
los mantienen dignos en los combates de la
rida. Podrán, al correr de los años, encontrar
obstáculos, peligros de todo género, pero sa­
brán superarlos. Llegarán, a pesar suyo, horas
criticas, más o menos borrascosas, pero, tarde
o temprano, se resolverán felizmente. E l fuego
rive, se conserva debajo la ceniza. Alimentad,
en cambio, a los niños, a los jóvenes con máxi­
mas libres, so pretexto de que deben conocer lo
que se dice en el mundo; ofrecedles ejemplos
de licencia, ya que han de verlos con frecuencia
en la \-ida; soltad el freno de las pasiones, dán­
doles rienda suelta y aliento con frases tan pom­
posas como necias: la libertad es medecina

L

de si misma, el exceso conduce a la enm'enda,
y tendréis a los niños y jóvenes perdidos, si
Dios no lo remedia, los habréis lanzado al mar
borrascoso de la vida, sin una tabla de salva­
ción a que asirse ».
Y más adelante añade:
« No creo existan muchos que hayan sentido
más qtie D. Bosco la necesidad, el deber de la
instrucción de la juventud, y a que no constm ía iglesia sin que a su vera existiera la escuela
del pueblo; que abrió escuelas nocturnas y
dominicales para gente de pocas letras y anal­
fabetos cuando apenas se tenía idea de estas
escuelas; que para la instrucción profesional
del pobre obrero y gente de campo publicaba
en 1849: « La aritmética y sistema métrico deci­
mal », que se hizo obligatorio en los Estados
Sardos en el 1850.
Pero no se le hubiera ocurrido jamás preten­
der matemáticas de quien no conocía los nú­
meros, ni filosofía de quien no había saludado
el abecedario, y mucho menos introducir en
los secretos de la naturaleza al que no fuera
capaz de comprender ni siquiera el nombre.
E n una palabra, la gradación y conveniencia,
dotes primarias y esenciales en un educador,
las sentía y practicaba D . Bosco, exigiéndolas
en los demás. No se trata de mantener al niño
en la ignorancia, ni ocultarle lo que llegará a
saber, sino de conducirle gradualmente en los
conocimientos, que sepa lo que pueda saber
y conozca y entienda lo que está en disposición
de conocer y entender.
La naturaleza es hija de Dios, pero la oculta
un velo que debemos descorrer poco a poco, y
a medida que se desarrolla nuestra inteligencia
y pueda penetrar sus secretos. Desgraciado el
padre, escritor o maestro que pretenda abrir
ese libro inconsideradamente y antes de tiempo,
porque desencadenará una tempestad en las
facultades físicas, intelectuales y morales del
niño, lector o alumno, haciéndoles infelices para
toda su ^rida ».
En nuestros días, no pocos caracterizados
pedagogos trabajan con celo para conservar
en la juventud el precioso tesoro de la pureza;
pero siguiendo el otro método, peligroso en
demasía, pues fía más de lo razonable en la
rectitud de la inteligencia y fuerza de voluntad
de los niños. Evidentemente D. Bosco era con­
trario a este método; y tal se ha mostrado últi­
mamente también uno de los biógrafos de su
vida, el senador D. Felipe Crispolti (i).
Las palabras que dirige a uno de los paladines
del peligroso sistema, son tan serenas, vigorosas
y convincentes que, sin pretenderlo tal vez.
(1) A r g u m e n t o s esp in o so s, e n e l M om en to d e T u r ío
d e l 7 N o v ie m b re

ü

resultan la mejor apología del método y pensa­
miento de D. Bosco. Dice así:
Con franca delicadeza y apoyado en serios so­
ciólogos y pedagogos modernos, V. pretende que
se inicie a los niños de algún modo, por los padres
o personas indicadas por ellos, en el conocimiento
de los misterios de la vida.
DevSpués de haber dicho que dificibiiente la*virtud
se sostiene sobre la ignorancia, que ésta no puede
prolongarse mucho, y que el querer servirse de
ella como de salvaguardiade la inocencia no pasa
de ser un escrúpulo, noble si se quiere, observa
que se trata de impedir con ima iniciación honesta
la que se origina, y es de esperarse las más de las
veces, de ejemplos perniciosos, deshonestos. En
efecto, según .su criterio: « La iniciación la reciben
los joveucitos por medio de los chistes, gestos
desvergonzados, de las conversaciones con niño.s
maliciosos, de palabras equívocas ect, que condu­
cen al misterio seirsual, cuyo misterio quiere
penetrar el niño y después rumia.. Esta húciación
se ílesarroUa bajo las formas más innobles y cap­
ciosas: en los diarios, libros, pinturas, especialmente
caricaturas, anuncios y las mil y una ocasión que
ofrecen las calles y plazas ».
Ahora bien, a mi me parece que los escritores
en tpie V. se apoya, no entienden, por lo que- V.
cita, comprender toda la complexidad de este
probleuia. .
Figurémonos ante el liijo de una familia honesta,
la cual se preocupa de conservarlo, a todo trance,
en las buenas costumbres, pues, de lo contrario,
V. no encontraría en'esa familia los escrúpidos
arriba anotados, y perdería el tiempo sugeriendo
los mcH-lios o personas por los cuales debían abrir los
ojos al joven. Es de suponer que im joven tan
atendido no se halle ayuno respecto a nociones del
bien y del mal, aimque no comprenda las últimas
razones de ellas.
La discreción de que le dota la naturaleza,
reforzada con los consejos y delicadezas de la
madre acerca del respeto que se debe a sí mismo,
le ponen en condiciones de discernimiento para
proceder con cierta cautela y evitar el mal.
El peligro, por lo tanto, de (pie, al desarrollarse
con los años, ceda ingenuamente a impulsos natu­
rales, cuyo origen y lin desconozca, y los desna­
turalice y pervierta, no existe; es decir, no existe
el peligro de (pie procwla mal, porque nadie le
haya enseñado la nece.sidad moral de respetarse.
Aun para los niños que, precoces desgraciada­
mente, procedan mal y hayan llegado hasta a
jierder la idea de que es un iiuü el mal que ejecutan,
como ocurre con frecuencia cuando se esclavizan
al vicio, basta el decir: « ¿Os conduciríais así en
presencia Ge vuestros padres? *, para que comprendiui su mal proceder, y como ortiticio de mía
conciencia falseada y dormida el supuesto de que
no hacían nada malo.
De aquí que resulte supcrthia la tan decantada
iniciación en los secretos de la vida, para que los
joveucitos no se jKrjudiqucu sin saberlo. Ninguno
8C perjudica, a buen seguro, porque ignore la
obligación de no perjudicarse.

Con el conocimiento general del mal, innato o
adquirido, admitiendo que el niño haya conser\*ado
su inocencia, lo que se ha de pedir a Dios, hasta
el día que ima persona idónea, a quien corresponda
tan delicada misión, le revele algo anás sobre el
particular, ¿qué efecto producirá tal revelación?
Ella le dirá que lo que le parecía solamente una
torpeza, sin otro fin ni causa que la malicia, es,
por el contrario, en cierta forma, algo que corresix)nde a una ley natural, que interesa a la vida
de la hmnanidad, y que, ordenado a la familia, es
cosa sagrada.
Con eso su inteligencia inexperta, que verá enlas cosas que se le revelan, no el anuncio de una
culpa que ya conocía, sino la atenuación o anu­
lación de lo que creía culpable en todo, ¿sacará
fuerzas para mejor conservarse, a lo que le obliga
necesariamente la edad, o más bien le servirá de
pretexto para mitigar la rígida severidad que
anterioniienle le habían inculcado como deber?
Pero aun concediendo que de los nuevos cono­
cimientos no se siga ningún mal, ¿creéis por
^•entura que el haber sido instruido por maestros
competentes y dignos le evite el peligro de procu­
rarse nuevas luces con lecturas furtivas y amigos
díscolos? Aunque el niño no hubiera recibido
ciertos conocimientos de personas dignas, sino
de malas compañías o libros perversos, lo que es
instrucción reveladora lo aprende en un día, y
los días sucesivos los dedica a la maliciosa ilustra­
ción de lo que aprendió tan rápidamente. ¿Por qué,
pues, transcurrida la hora de honesta ilustracción,
nos hemos de ilusionar en la creencia de que el
niño no se hará instruir mejor, y entretenerse,
corrompiéndose, con amigos o libros pemiaosos?
He aquí porqué, aun reconociendo los buenos
prop(3sitos de los (jue desean cese la ignorapcia
juvenil,.y admitiendo que el peligro de las reve­
laciones sea pequeño, yo no pueda persuadirme
a que se derive de ello un bien necesario, seguro
y notable...
<1 D. Bosco — insiste D. Francisco Cernití —
quería alejar del niño, del joven todo lo que
pudiera perjudicar su formación moral; que
no se le expusiera a peligros de lecturas etc. y
experiencias superiores a su edad y fuerzas. Por
lo menos, escribe Quintiliano, aguardad a que
llegue a la edad madura, cuando en pleno do­
minio de su inteligencia y voluntad, se encuentre
al seguro su moralidad ».
Y el fiel interprete del pensamiento de BBosco, terminaba su exhortación con una sú*
pli(ü a los educadores Salesianos.
La secta anticristiana ha escrito sobre su
bandera el lema: UUa pedibus contente. Ahora
bien, a esa bandera debemos oponer la de D.
Bos(Xi con su excelso lema: lilia manibus exornaUE l que siembra espinas cfi el campo del pró¡ ¡ ’^>0
no debe esperar recoger rosas en la otra vida.
X.

— 41 —

P L O R E S T EM P R A N A S
Así como en la naturaleza no todo son abrojos
y espinas que liieren, pues no faltan flores que

deleitan los sentidos con exquisitos perfumes y
matices delicados, ni cubren e invaden por entero
la tierra los áridos desiertos sin que broten por
doquiera oasis fecundos de vegetación exuberante
donde florece risueña la vida que entona lodes
continuas a la bondad del Criador, del mismo
modo en el imuido de las almas, porción predilecta
de Dios, no todo son ruinas y despojos, porque
también abundan las bellezas, los ángeles hu­
manos que mantienen perpetua la primavera de
las almas en perenne floración de excelsas y he­
roicas virtudes, de suavísimo aroma, de perfección
sublime.
No, no todo lo invade ei genio del mal, agos­
tando las flores de las almas con su baba inimmda,
ni todos los hombres en su edad primera se dejan,
incautos, seducir y alucinar por las engañasas
promesas del artero Satanás cuando, para some­
terlas a su yugo, les ex^e que le adoren, postrados
de rodillas, prometiéndoles en cambio montes 5'
mares.
No es verdad que a todos ciegue el espejuelo
de los honores y riquezas y se dejen arrebatar por
el torbellino de las pasiones y que, dando rienda
suelta a la concupiscencia de la carne, lujuria de
los ojos y soberbia de la vida, se arrastren como
insectos asquerosos por el fango, dejando a girones
por el lodo la hermosa túnica de la inocencia,
para beber con avidez en las corrompidas charcas
mundanas.
No es cierto que todas las flores de la juventud
sean pasto de imnundas pasiones, que todos los
jóvenes sacrifiquen las primicias de sus almas al
genio del mal, arrojando a sus plantas la florida
primavera de su vida, la hermosa edad de los
ensueños y dulces amores, para que le sirvan de
alfombra, y dejen para Dios los corazones marcliitos
con los despojos del mundo y sus pasiones.
No todos son jardines sin vallas ni cercos, a
merced de las fieras que tronchan y esparcen las
flores por el suelo como despreciable basura, pues
también hay cotos cerrados y al abrigo de vientos
helados.

Recordad uno de \Tiestros paseos en las deli­
ciosas mañanas de primavera por los campos que
la naturaleza engalana con primor.
El sol que fulgura en el cielo sereno, sonríe a las
flores que se abren al suave beso de las brisas; los
pajaiillos gorjean alegres en la enramada, mientras
sacuden las gotas de rodo que brillan como perlas
al caer sobre los pétalos de las flores.
La luz diáfana que a chorros vierte el sol, cubre,
flc verdor las praderas y trigales, que semejan al­

fombras tapizadas de margaritas y amaix)las a
las que sir\*en de cenefa árboles y zarzales cuajados
de flores; y el arroyuelo que ser^x'a besaiulo las
tallos de las flores, recoge en su regazo las blancas
corolas que, para contemplarse en el e.spejo crista­
lino de .sus aguas, se desprendieron de los tallos.
Dejadlas que descansen mecidas por las ondas
y gocemos de un nuevo y más hermoso panorama.
A la sombra bienhechora de la Cruz y al abrigo
del manto de la Auxiliadora, cuyo aliento re.spiran
las almas juveniles como las flores la.s auras de
la mañana, crecen para el cielo, a millares, los
niños de las escuelas salesianas. La piedad, el
trabajo y alegría que allí reinan, inundan de gozo
sus almas, que se desbordan en cantos y ri.sas
alegres que retozan juguetonas en los rosados
labios juveniles. Expertos jardineros, forniados<
en la escuela de D. Bosco, dirigen esas almas que,
en aspiraciones intensas y embriagadores ensueños
de eterna primavera, se lanzan, de.spreciando
cuantos goces, riquezas y placeres les ofrece el
immdo, hacia las regiones de la vida durable,
llena, desbordante, hada el ser infinito, hacia Dios.
¿Qué son en parangón de estos viveros de almas
hermosas, las flores al abrir sus aterdopeladas co­
rolas a los rayos del sol, ni el lago al reflejar el
azul del cielo en sus puras y tranquilas aguas, ni
el canto de las aves al saludar la aurora, ni el
árbol al desplegar su corona de flores al soplo
fresco de una brisa primaveral? Pálida sombra.
Nada puede igualar el encanto de esos niños de
rostros serenos como cielo .sin nube.s, que reflejan
en los ojos la pureza de sus almas, tersas como el
cristal, de sonrisas dulces, miradas candorosíis
y de corazones cariñosos. Crecen como los arbo­
litos plantados a la vera de arroyuclos de aguas
puras, conservando perenne su hermoso verdor
y que después de cargarse en primavera de vistosa
y aromática florescencia, enriquecen en el otoño
sus ramos de frutos exquisitos.
Pero también aquí algunas flores, como si te­
mieran mancillar en la tierra su belleza, se elevan
como lirios sobre sils tallos, embelesados al mi­
rarse en el azul del cielo, y mueren de nostalgia
para volar al reposo de los justos.
Cúpole esta vez la suerte al joven exalumno
Eduardo Blanche, muerto a la temprana edad
de los 18 años.
Jo\-ial, activo y piadoso, tal como D. Bosco
quería a sus alunmos y exalumnos, estaba maduro
.para el cielo, al que partió gozoso el g del pasado
Noviembre.
E l mundo le brindaba con festines, le abría sus
brazos, pero el tema su corazón y pensamiento
fijos en el délo.
Recogemos gustosos sus últimos pensamientos
que ofrendamos a los alumnos y exalunmos como
preciosa herencia:

— 42 —

Ultimas palabras del ex-alumno E. Blanche.
Acababa Eduardo Blanche de recibir la bendición
de María Auxiliadora y en esos momentos, como si
su alma se llenara de luz, con toda la serenidad de
su espíritu pronunció las siguientes palabras, abra­
zando a su hermano Carlos.

La bendición de María Auxiliadora lo reanima.
No creas, Carlos, que esta bendición sea un pre­
sagio de muerte: es fuente de vida para el alma. Si:
porque hay en nosotros algo superior a la materia,
y si las fuerzas del cuerpo ¿e debilitan, con esta
bendición el alma se siente más fuerte.

Su confianza está puesta en Dios.
No hay que forjarse ilusiones. M i vida está en
las fuanos de Dios. Yo se la entrego con toda con­
fianza, porque es un Padre muy bondadoso. Lo
que E l hace está bien.

Los que se alejan de Dios no g;ozan de la vida.
/Cuántos jóvenes se alejan de Dios, para gozar
^de la vida, seducidos por el falso miraje de los
encantos del mundo! ¡Pobrecitos! Se engañan. Ellos
jamás gozarán de la vida. La sufren, si, la sufren
con iodos sus amargos desengaños, con todas las
torturas que ella ofrece al espíritu.

Afectos de amor de Dios.
¡Qué bueno es Dios! Señor de cielos y tierra,
Jesucristo por amor a nosotros se reviste de nuestras
miserias y carga como si fuera un vil ajusticiado
con el pesado e ignominioso madero de la cruz y
muere en expiación de nuestros pecados. ¡Qué bueno
es Dios!

Cuando Dios le parece más grande.
^Sabéis cuando Dios me parece más grande?
Todos los dias rezo el Credo, y digo: Creo en Dios
Padre, Creador del cielo y de la tierra. ¡Qué grande
es Dios! Creo que por mi amor, Jesús se hizo
hombre, que murió y que solo qued^ó tres dios bajo
el poder de la muerte, porque resucitó luego. ¡Qué
grande es Dios que ha obrado semejante milagro!
Pero, ¿sabéis cuando me parece tnás grande? Cuándo
digo. Cuo cii ol perdón de los pecados. Me parece
más grande cuando al pecador que ha vivido ofendiéidolc. le da su perdón. ¡Qué grande es Dios
ent'mces! i' cuántos hasta con im solo acto de con­
trición bien liechito, con solo invocar el nombre de
Jestis, han experimentado en punto de muerte ese
rasgo de la grandeza de Dios.

¿Por qué no comulgan los jóvenes?
¿ Por qué los jóvenes no se acercan a un Dios tan
grande? ¿Por qué no comulgan? ¡Ah! ¡E l respeto
humano! E l pecado del respeto A»ma«o es el más
grande de los pecados. ¿Por qué hemos de avergon­
zarnos de Dios? ¿Cómo podemos dejar de reconocer
el soberano áamóiío de Dios sobre nosotros y rehu­
sarle la confesión valiente de nuestra fe, si E l es Rey

de los Reyes? Un soldado no se avergüenza de su
rey. Yo siempre he confesado mis convicciones reli­
giosas.

Las vocaciones religiosas.
Escuchad. Siempre me ha conmovido profunda­
mente el recordar el gesto de independencia y fuerza
de carácter con que procedió nuestro compañero de
Buenos Aires, Julio Comoglio Bdtto, a quien conocí
.aquí en Tucumán en 1920 cuando vinieron los 400
Exploradores de Buenos Aires. Joven de inteligencia
nada común, de bellas prendras morales y físicas,
terminado el bachillerato y ya en primer año de fa­
cultad, da un adiós al mundo; quiere ser hijo de
Don Bosco para conquistar almas, tesoro que el
mundo no conoce. ¡Qué bello ejemplo! Y viste el
traje negro... ¿Negro? No; para mí la sotana no es
negra, es blanca como la pureza, bella como el alma,
y hasta veo en su blancura confundirse el azul de h»
cielo y la bandera de mi patria, porque el sacerdote
trabaja para la patria y para el cielo. Necesitamos
vocaciones religiosas y a veces Dios juega con los
hombres para obtenerlas, y arranca a Clemenceau
el permiso para que su hija sea Hermaniia de los
Pobres.

Yo también quiero ser sacerdote.
M i vida está en las manos de Dios. E n E l confio.

•— S i sano, mamá, ¿verdad que me permitirás ir a
Bem ol? Yo quiero ser hijo de Don Bosco para sedvar almas. ¿M e lo permitirás, mamá? ¡Oh! qué
buena eres mamá! {y la madre al decirle que si, lo
besó con ternura).

Dios me dió a María Santísima por madre.
¡Qué bueno es Dios! ¡Es nuestro Padre! ¡ Y nos
dió también una Madre! Vosotros véis como me ama
mamá. Aqtd está a mi lado, cubriéndome de besos
y levantando con ternuras mi espíritu. Aquí está
ella... siempre ella. No me abandona un istante. Y
bien: Dios me dió una madre de corazón más grande.
Esa madre es la misma Madre de Dios, es mi buena
Madre María Santísima. Ella inunda mi alma de
luz en estos momentos.

La misión de los Ex>alumnos de D. Bosco.
¿Qué harán los Ex-.-ilitmnos de Don Bosco? — ¡Oh
ya verán... ya se verá! — Ellos marcharán al frente.
— Como el guerrero de blonda cabellera y luciente
coraza ordena a su vanguardia que abra el combate,
asi nuestro jefe de pacificas conquistas. Jesús, les
dice a los E.v-.4 lumnos: abrid la marcha, id adelante.
¡Oh! Los Ex-Alumnos!... ya se verá... ya se verá!

Consejos a sus hermanos.
M is buenos hermanos Carlos y Luis, compañeros.
No os dejéis llevar nunca por lo que digan los hombres
sin religión. E n estos motnéTtios en que mi alma se
recoge y se entrega en las manos de Dios: en estos
momentos en que yo sufro y vosotros lloráis, ellos
no tendrían la cedma que yo experimento. Les falta
la fe, la esperanza del cielo a donde yo espero ir. Yo
creo en Dios. Siempre he confesado mis conviuiones.

— 43 —
La idea que se había formado de Dios.
[Diosl Cuatro letras, pero qué poder representan!

M i Sacerdote.

So os fijéis en las letras que nada dicen; profundizad
el significado. Dios es nuestro Creador; es nuestro
Redentor; E l dispone de todos. Esa.es la débil idea
que yo me he formado de un Sér tan grande que yo
no puedo comprender. Dios es mi esperanza: en E l
confio ».

Espigando por las numerosas revistas salesianas
que esparcen por doquiera la buena semilla, cou¿•arrestando los perniciosos efectos de la preiusa
impía, topamos con la edificante historia tjue
traducimos para que la saboreen los buenos lectores
del Boletín Salesiano:
Artículos necrológicos de los diarios.
« Nevados los cabellos y encorvada bajo el
Después de las alternativas de una dolorosa en­ peso de los áños, escuchaba ima venerable auciiuia
de Sassari. Cerdeña, la cálida plática de su celoso
fermedad ha fallecido hoy el joven Eduardo Blanche,
párroco.
a la edad de iS años.
Se lamentaba el buen sacerdote de que cu la
Con entereza rayana en heroísmo soportó en su
lecho de muerte los dolores con que brinda la vida, y viña del Señor disminuyeran, en proporciones
alarmantes, los operarios, mientras se multipli­
en los momentos en que el moribundo necesita concaba
con abmidancia y rapidez la mies.
suelos, él se convirtió en ángel de consuelos para
El corazón de la buena anciana gimió con pena,
$us padres y hermanos y en apóstol, alentando
al ver que se verificaba mi sueño que había tenido
a los suyos y a sus compañeros, los exalumnos
a este respecto, pero que en su fe acendrada cre­
de Don Bosco, en la práctica del bien. « Los que
se alejan de Dios,, decía ayer, para gozar de los yera una quimera imposible y desechara como
encantos de la vida, se engañan; no gozan de la vida; tentación del espíritu del mal.
Madre mía, Sta Ana, murmuraba comprimiendo
¡a sufren, la sufren con todas sus torturas, con todos
entre
sus huesosos dedos el rosario, no permitáis
sus desengaños *.
que esto suceda.
El joven Blanche gozaba de generales simpatías
Y ¿qué podría hacer yo, pobre e inútil anciana,
en el circulo de sus relaciones. Empleado en la secretaria del Consejo de Educación, supo captarse el para conjurar ese peligro? Rezaré, no puedo- hacer
cariño y la estimación de todos sus compañeros de más, rezaré para que el Espíritu Santo encienda
en el corazón de las madres cristianas el deseo de
tarea.
consagrar sus hijos a Dios.
Ex-alumno de Don Bosco y secretario del club
Esto decía, y, a pesar de tan santas reflexiones
atlético « San Lorenzo » desempeñó con sorprendente
y buena disposición, la viejecita no descansaba;
aclividad su cometido.
Es por esto y por que el extinto tenia esa caracte­ en sus oídos repercutía terrible, anienazadora,
rística de las almas buenas, la exquisita afabilidad cual látigo que sacude la apatía, la plática del
Cura: « Y a no basta el rezar en nuestros días, es
de carácter, por lo que su muerte será profundamente
preciso, además, que obremos.
¡■ cnlida no sólo por los suyos, sino por sus superiores,
— Dios mío... continuaba la anciauita, ¿qué
compañeros de labor y por todos los socios del Centro
queréis que yo haga?... Pensativa, mieiilras con
de Ex-Alumnos de Don Bosco.
En la capilla del Colegio Salesiano se oficiará amor y buen deseo busca como ser ú.il y cahnar
sus •inquietudes, una idea ilumina su meiile, pere­
mañana una misa de cuerpo presente en sufragio
de su alma. E n el acto del sepelio, que se realizará grina, irrealizable al parecer, pero que la aguijoen el cementerio del Oeste, harán uso de la palabra neq y persigue como la sombra al cuerpo: ¡Si yo
(I Director del Colegio Salesiano * General Belgrano » pudiera costear la carrera de cura a un jovcndlot
¡Pobre viejal ¿Se dará cuenta la muy cuitada
y el señor Juan E . Muller, presidente de la Asocia­
de que el trabajo de sus manas junto con el exiguo
ción de Ex-Alumnos de Don Bosco.
diario apenas le llega para comer?
La Sociedad E l Hogar del Empleado, a que.perteSin duda alguna; todo lo pesa la buena anciana,
tirfhj el extinto, ha dirigido una nota de pésame a
pero
¿que importa? se dice asi misma, alentándose
la señ'->ra Paulina L. de Blanche, madre del fallecido,
expresándole sus condolencias, y comisionando a en su penuria; trabajaré sin descanso y ahorraré
los señores Bartolomé Argañaraz y Benito Viola cuanto pueda.
¡Economizar cuando se vive en estrecheces,
para que la representen en el sepelio. A l mismo
pensar en rnás trabajos cuando se han vivido
tiempo ha abonádo la prima para los socios fallecidos,
sesenta años en ajetreo continuo ¿no parece una
q»e determinan sus estatutos.
locura?
Locura o no locura, la buena vieja no quiere
De f El Orden ».
que la sorprenda la muerte y bajar a la tumba
sin antes ofrendarle a Dios un sacerdote.
Sabe que para el amor no hay imposibles, que
Esforzaos en tener una devoción viva, de ma- el querer es poder; la idea de tener un sacer­
ftera que no hágais el bien por una especie de dote la rejuvenece, su noble ambición le presta
hdhüo, sino con elección y cofi entera aplicación alientos.
¡Un sacerdote del Señorl, se dice para sí enaje­
id tsíírUu.
nada; seré feliz por haber formado im sacerdote,
que rezará por mi, que hará amar y servir a Dios
S. F raxcisco d e S ai ^ .

I
I

44
por mi [Oh, Señor, concededme vida hasta que
os eirtregue un sacerdote!
A fuerza de sacrificios y economías, jimtando
moneda a moneda, llegó a reunir tres mil pesetas.
¿Tendré bastante? I'ué a consultarlo con su pá­
rroco, joven sacerdote amante de la gloria de Dios
y aposto! infatigable de los niños, que lo amaban
como a padre.
— a Señor Cura, le dice en su sencillez, he
soñado una cosa en la (jue tengo sumo empeño,
pero necesito de su ayuda para realizarla.' Dese­
aría costear la carrera de un sacerdote. V. puede
encontrar en el patronato algún muchacho inte­
ligente que quiera estudiar, un buen jovencito
<iue pueda llegar a ser ejemplar sacerdote como V.
Aquí traigo esta suma para su carrera. ¿Será
suficiente? I’orque de no serlo aun puedo trabajar
más.
Tan conmovido como extrañado, no acertó el
celoso párroco más que a decirle con voz entre­
cortada por la emoción: [Que Dios se lo pagixe,
buena anciana, esté segura de que el Señor se lo
premiará con creces!
Y la abuelita partió con el corazón henchido
de alegría y los ojos anegados en dulces lágrimas,
murmurando muy quedito: Tendrá mi sacerdote,
yo entregare a Dios y a mi Patria un sacerdote,

mienlnus el párroco besaba de rodillas aquellas
mugrientas monedas, más preciosas que las perlas,
frutos del amor y del sacrificio *.
Hoy ya, sus manos paralizadas se niegan al
trabajo, pero la más pura alegría le inimda el
alma, alegrando su vejez con la imagen del nuevo
sacerdote que estudia, crece y se santifica.
Podéis gozar tranquila vuestra vejez, buena
anciana, y sosegada entonar el a mine dimiítis »,
presentándoos al tribunal de Dios alegre y confiada,
para oír le sus labios benditos las consoladoras
palabras; sierva buena y fiel, tu que en la tierra
pasaste ignorada, aunejue cual violeta perímnaste
el camino de tu peregrinación, mira el bien que.
con el correr del tiempo, hará tu sacerdote. Observa
lo que él hace y continuarán más tarde los que
él a su vez educa: hijos pródigas conducidos a la
casa paterna, pecadores arrancados del vicio y
del pecado, jóvenes tpie a su .sombra crecen puras
cual lirios y que cubren la tierra de ciudadanas
honrados y cristianas motlclos, miles de almas,
ovejas descarriarlas, que reconciliadas por ellos
mueren en el Asenlo del Señor y vuelan al cielo.
Y el origen de tanto bien, de esta gloria que Yo,
tu Dias. rccilK>, eres tu, hija mía, se debe a tu
genero.stilad, es fruto de tus privaciones y sacri­
ficios, lo casocha el sacerdote rpve tu has fonuado
con tanto cariño.

los tiernos corazones, haciendo germinar en ellos
las virtudes que roban las miradas de los ángeles
y nieguen a Dios como la madre del apóstolico
y llorado padre Vaughan les conceda la gracia de
tener hijos sacerdotes o religiosos.
Nada hay más sublime que la misión del sa­
cerdote, destinado a la cura de almas. EUas valen
lo que la sangre de un Dios, pues por salvarlas
derramó Jesús toda su sangre preciosa.
Salvar im alma vale más que ganar todo d
numdo, más que resucitar los muertos si posible
fuera, más que sanar a los enfermos, porque todo
eso y mucho más vale un alma.
J esús mismo bajó del cielo a la tierra por ellas,
y por salvarlas, después de haber agotado toda
la elocuencia de sus palabras, toda la tenuua de
su Corazón, cargó con pesada cruz hasta el Calvario,
y sobre ella quiso exhalar el último suspiro.
¿Quién, si en algo aprecia la salvación de las
almas no cooperará con Jesús para salvarlas, y
ayudará para ello en la foniiación de sacerdotes?
¿No quisieran las almas buenas, cual la anciana
de Cerdefla, dejar tras si estela luminosa de caridad
viviente, de obras santas, de corazonesa gradecidos que nieguen sin cesar por ellas,, ofreciendo
a Dios en striragio, con la Sta Misa, las almas que
convierten en su ministerio de continuo?
El que salva un alma, dice S. Agustin, predes­
tina para el cielo la suya.

Los Sres. Cdoperadores Salesianos, cum­
pliendo los requisitos de costumbre, pueden
ganar Indulgencia plcnaria:
1° El día que se inscriben en la Pia Unión.
2° Una vez al mes. a elección de cada cual.
3° Una vez al mes, asistiendo a la confe­
rencia.
4° Asimismo, una vez al mes, el día en
que hagan el Ejercicio de la Buena Muerte.
5° El día que por primera vez se consa­
gren al Sagrado Corazón de ¡esús.
6° Siempre que hagan Ejercicios Espirili ales durante ocho días seguidos.
Además, los siguintes días del mes de Febrero:
La Purificación de Nuestra Señora el 2.

E.sta relación conmovedora debiera servir de
mcrUtación a muchos cristianos que no saben en
que emplear su dinero.
Debieran merlitarlo las madres cristianas para
no oponerse a los designios del Señor que llama
con la vocación religiosa o eclesiástica a los cora­
zones de sus hijos. Cual mamá Margarita cultiven

También pueden ganar otras muchas indvl
gencias plenarias y parciales, y gozar de t'arios privilegios, como puede verse en el
glamento o « Cédula de admisión a la Pw
Unión
a la cual nos remitimos.

— 45 —

Solemne consagración episcopal
del salesiano D. E. Coppo.
Digno coronamiento de la Novena del Niño
Jesús que se celebraba en la Basílica de María
Auxiliadora, en Turin, fue la consagración epis­
copal de JIonseñor Coppo, el día 24 de Diciembre.
Si la ordenación sacerdotal resulta una fun­
dón imponente y conmovedora, pues se ofrece
al pueblo cristiano nuevo ministro del Señor,
mediador entre el pueblo y su Dios, la consa­
gración de un obispo es de mayor trascendencia,
reviste una solemnidad de majestad y esplendor
incomparablemente mayor, que hace meditar
sobre la sublime misión del Pastor de las almas
y la grandeza divina de la Iglesia, depositaria
de tales dignidades.
El cristiano que presencia con fe estos sagra­
dos-ritos y ceremonias y puede apreciar el intenogatorio programa que el consagrante dirige
al que debe ser consagrado, se siente conmovido,
lleno de respecto y veneración hacia su madre
la Iglesia y sus Ministros.
Nada se omite para que los fieles reciban la
impresión de la grandeza del acto que se reahza
con la nueva investidura, ni los juramentos
sagrados del nuevo Obispo ni la majestad de
la hturgia.
Da Basílica de María Auxiliadora lucía todas
sus galas. El Consejo, en pleno, de la Congre­
gación Salesiana asistía a la ceremonia, así como
numerosas representaciones y amigos del nuevo
Pastor.
A las 9, precedidos de numeroso clero y de
cuatro elegantes pajecitos, a la antigua españo
la, subían al altar, hecho un mar de luces, el
Sr. Obispo consagrante, Monseñor Comín, y
los Obispos asistentes: Monseñor \^ersiglia y
Monseñor Pinardi, y el que debía ser consagrado.
Monseñor Coppo. La capilla del Colegio entonó
el Sacerdos et Pontifex de Pagella, de grandioso
efecto mu.sical.
La iglesia estaba atestada de fieles, a pesar
de la continua lluvia, que hubiera podido im­
pedir la afluencia.
Revestidos consagrante y asistentes, ocuparon
los sitiales, dándose a continuación lectura de las
Cartas Pontificias y exigiendo, a su terminación,
los juramentos debidos al Sr. Obispo que debía
ser consagrado.
A cuantos requerimientos se le hacían con­
testaba, decidido: volo, credo, asento.
Inira missam fué ordenado, y al terminar,
cantado el Te Dcum, recorrió la Basílica bendi­
ciendo conmovido al pueblo.
AI salir a la sacristía se adelantó uno de los
redactores del Boletín, pidiendo la bendición

para todos los lectores del Boletín de lengua
española, a que accedió gustoso con amable
sonrisa.
¡Muchas gracias, y ad multos annos!
Monseñor Coppo es de Rosiñano Monferrato,
Italia. Hizo sus primeros estudios en los colegios
salesianos, cursando, después, la carrera eclcstiástica en el seminario de Casal, donde fué
profesor durante dos años. Ordenado sacerdote
el 1892, ingresó en la Pía Sociedad Salesiana,
y en el 1898 partió para Norte América, ejer-

i

M o n * . E r n e s to C o p p o .

ciendo con actividad y prudencia el ministerio
parroquial entre los emigrados italianos de New
York. Pué Inspector de aquellas casas Salesianas por un decenio. Ultimamente era párroco
en Fort Chester. Vino a Italia para la elección
del Rector Mayor de nuestra Sociedad y después
preparó con incansable propaganda y celo el
Congreso Nacional Italiano en honor del Co­
razón de Jesús.
Estaba para volver de nuevo a su campo de
trabajo, cuando le sorprendió el nombramiento
de la Sta Sede que le preconizaba Vicario Apos­
tólico de la nueva Misión Salesiana de Kimberley en Australia.
Grande fruto nos prometemos de su celo de
aposto!.

CHINA
De Doevo los bonoies de lo goena
ea los aliededoies de Sbla-thow.
Hubiéramos deseado celebrar solemnemente
el tercer centenario de la S. Congregación de
Propaganda Pide, pero nos vimos obligados
a reducir los números del Programa, por los
insistentes rumores de guerra, que obligaron a
muchos de los cristianos de los alrededores de
Shiu-Chow a guardar sus casas. Aunque estos
últimos no acudieron, sin embargo el concurso
de los cristianos de la ciudad fué tan extraor­
dinario, que apenas cabían en la capilla.
Nos preparamos a las fiestas de Pentecostés
con un devotísimo triduo, durante el cual asis­
tieron a la misa y bendición más gente de la
que esperábamos, dadas las críticas circustancias que atravesábamos. Una familia, com­
puesta de veinte miembros, me llamó poderosa­
mente la atención, pues asistió el primer día y,
atraída por la gracia de nuestra Religión, con­
tinuó todos los demás días, coronando la
fiesta con una fervorosa comunión todos ellos.
Los que se acercaron a la Mesa Eucarística, pa­
saron de cuarenta, número al que nunca había­
mos llegado desde que se abrió al culto la
capilla del Orfanato.
Vimos nuestras fiestas abrillantadas por la
presencia del P. l'rigo que llegó la víspera. El
celebró la misa de comunión general, dirigiendo
a los presentes palabras de aliento y de fe que
prepararon su corazón a recibir a Jesús Sacra­
mentado.
A las diez canté yo la misa solemne y les
dirigí la palabra haciéndoles una breve expli­
cación sobre la fiesta que celebrábamos, y
después de la misa les di la bendición papal,
habiendo precedido antes la del Smo. Sacra­
mento.
En Ho-Si celebramos también el triduo de
ocasión y las fiestas contribuyeron a aumentar
el número de catecúmenos y a que fueran per­
severantes todos, apesar de los amagos de guerra,
para que se vea que la Divina Providencia de
todo se sirve para traer a la luz del Evangelio
a estas pobres gentes.

Realmente fueron días de gran provecho,
para prepararles a los tristes acontecimentcs
que, poco después, se desarrollaron. La tran­
quilidad de estos días se alteró desde los co­
mienzos de las hostilidades. Y o mismo, que tenía
que ir a Cantón por unos asuntos, tuve que
abandonar dicha idea, mandando en mi lugar
al P. Braga, quien se vió obligado a bajar hasta
Macao, donde estuvo detenido forzosamente
algunos días, por la revolución que en Cantón
había estallado.
Las tropas de Chan Kuing Ming, dirigidas
por el general Lp Ku, ocuparon la ciudad, obli­
gando al Presidente Sun Yat Sen a retirarse a
un buque de guerra, desde el que empezó a bom­
bardear la ciudad.
Los cónsules le aconsejaron que desistiese
y él entonces se retiró a Wong-Fo, donde comen­
zaron los coloquios para arreglar la crítica sisituación.
Jíientras tanto, en Shiu-Chow estábamos sin
noticias, por estar rotas las comunicaciones y
tan sólo, después de diez días, llegó el primer
trén en el que vino el P. Braga, por el que está­
bamos intranquilos. Shiu-Chow, desde hacía
tiempo, era el cuartel general de la expedición
del Norte.
E l i8 de Junio, los pocos soldados que que­
daban a las órdenes del suboficial Chan, por
consejo del general Yon, se dieron a la fuga,
embarcándose en una pequeña nave, pero no
pudieron continuar por la mucha corriente.
Por la ciudad cundió un pánico horroroso, al
saber que los soldados se habían marchado, y
para sustituirlos se formó la guardia ciudadana.
E l día 20, por la mañana, se oyeron las pri­
meras descargas de fusilería, anunciando la
llegada de las tropas de Cantón. Enterada la
población, se precipitó en sus casas, cerrando
las puertas de golpe, para ponerse a salvo de
la soldadesca; uno entre los más presurosos fue
un diputado de Sum, el cual a grandes voces
pedía auxilio y protección... por todas parte se
oía el rápido cerrar de puertas y ventanas...
■ después... silencio sepulcral en toda la ciudad.
Por la tarde empezaron las pesquisas y los
saqueos. En todas las casas donde los soldados
entraron, reinaba el desorden más completo;
las puertas hechas astillas, y las paredes destniídas, pensando que en sus muros se guar­
daban tesoros. En la casa de un vecino nuestro

estuvieron más de una hora para echar abajo
la puerta, mientras sus habitantes, escapando
por otra, se refugiaron en la casa-misión. Des­
pués que los soldados se apoderaron de todo
lo que encontraron a mano de valor, vinieron
otros, no menos aprovechados de las circuns­
tancias, a consumar el abominable latrocinio,
aun en presencia de sus mismos dueños.
En nuestra residencia no llegaron a entrar,
a pesar de que varias asustadas mujeres decían
que habían oído decir, que lo pretendían.
En efecto, hacia el atardecer, se presentó una
patrulla, intentando entrar por la puerta de
las escuelas. Apenas se dió cuenta de ello el
P. Fochesato, por los continuos golpes que
daban en ella, la abrió y aquellos desgraciados
se quedaron como espantados, al encontrarse
frente a dos hombres respetables por su luenga
y poblada barba. Nos hablaban de fusiles es­
condidos... de órdenes requisitorias...
Les requerí entonces el documento de auto­
rización, pero no lo pudieron presentar, porque
no lo tenían; les dije que me mostrasen su car­
tilla militar, pero inútilmente, porque tampoco
la tenían. Entonces para satisfacer su curio­
sidad, permití que entrase uno conmigo y los
otros se quedaron a la puerta, entreteniéndoles
con su charla el P. Fochesato, mientras que yo
daba una vuelta por la casa con el designado
por ellos. Luego que se cercioraron que nada
había que les pudiera ser útil, se alejaron de
allí, comentando la tranquilidad de los Padres.
Al poco tiempo de marcharse aquellos, recibí
un aviso del jefe de Policía, rogándome reci­
biera en nuestra casa al mismo Mandarín, a lo
que gustoso accedí, colocándole en las mismas
habitaciones destinadas a Mons. Versiglia. En
general el día fué imo de los más penosos, pero,
gracias a Dios, sin ulteriores consecuencias;
temíamos, sin embrago, que por la noche hu­
bieran hecho alguna de las suyas, pero aquella
se deslizó tranquila y serena, por lo que a la
mañana siguiente me resolví a hacer una rápida
visita al Orfanato, donde estaban ignorantes
de todo lo ocurrido.
En la vía pública vendían los soldados el
botín arrebatado el día anterior, y los mismos
que habían sido robados, veíanse obligados a
comprar los propios vestidos y demás ajuares
de su casa, y por cierto a un precio bien mez­
quino. Pero para poner coto a estos desmanes,
el mismo día ios jefes dieron órdenes severísimas.
Mientras tanto, el P. Dalmaso y yo hicimos
una visita al general Yon, quien no sólo nos
recib.tó muy cortesmente, sino que nos dió las
necesarias seguridades para nuestra residencia;
y no contento con esto, el mismo vino a nuestra
misión, solicitando nuestra ayuda para con los

jefes de Krang-Si, a donde quería mandar, para
el efecto, dos cartas.
Muy gustosos accedimos y al instante salió el
P. Dalmaso en una barca, puesta a su dis­
posición, llevando consigo nuestros más sinceros
augurios en la misión tán delicada que se le
había encomendado.
Dos días después, en Shiu-Chow circuló la no­
ticia de que las tropas de Kiang-Si volvían nueV’amente a Nam-Yung. Al enterase sus habi­
tantes se dieron a la desbandada. Asaltaban
los trenes para ponerse a salvo de tan inminente
peligro, si bien por el momento no era cierto;
pero hubiera quedado desierta la ciudad, a no
haberse dado la orden terminante de no dejar
salir a nadie. También de la ciudad de Chi
Uing llegaban noticias de haber hecho otro
tanto sus habitantes, alarmados por algunos
frescos que querían aprovecharse para entre­
garse al robo y a la rapiña. El Alto Mando vióse
oligado a ajusticiar publicamente a uno de
aquellos alteradores del orden público para
escarmiento, y aunque esto contribuyó a que
renaciera la tranquilidad, sin embargo esta duró
poco y más bien disminuy^ó, cuando supieron
que las tropas de Cantón se dirigían a marchas
forzadas a Chi-Hing, replegándose hacia ShiuChpw, y que las fuerzas de Krang-Si irían a su
encuentro. Ante estas noticias la alarma dege­
neró en pánico borroso.
Los nuestros, por el contrario, dirigían sus
fervorosas oraciones a María Auxiliadora para
que continuara protegiéndonos y tuviera piedad
de todos los pobres inocentes. Aprovechándonos
de una breve tregua acordada entre los dos
bandos, celebramos en el Orfanotrofio la fiesta
del Sgdo. Corazón con gran recogimento y
fervor, aumentado por la ceremonia del Santo
Bautismo, pues varios de los asilados fueron
regenerados en ese día por las aguas saludables
de tan necesario sacramento para salvarse. La
misa solemne fue cantada por todos los niños.
La afluencia de cristianos fué tal, que no ca­
biendo en la Capilla, tuvimos que trasformar
la sala de estudio en iglesia. Los cantores lo
hicieron a maravilla, y donde pusieron más em­
peño y más devoción fué al cantar las palabras
de la liturgia dona nobis pacem. A estos actos
religiosos siguió una entretenida academia
músico-literaria con la que pusimos remate al
curso escolástico. E l público que asistió pudo
apreciar el adelanto religioso, moral y científico
de los alumnos, dirigidos por el celoso P. Braga.
A l día siguiente, como premio, fueron todos
en preregrinación a visitar a Mar.a Auxilia­
dora a Shiu-Chow y así rendirle cariñoso tri­
buto de gratitud por las gracias recibidas du­
rante el año escolástico y solicitar su benéfica



I

4 S

asistencia para el venidero. Para más solemnizar
aquella demostración sincera de piedad, cantaron
la misa y se acercaron a la comunión todos ellos,
para formar así la mejor ofrenda agradable
a los ojos de María Auxiliadora. Estos actos
(le piedad icómo contrastaban con los sucesos
tristes que en la ciudad acontecían!
Jvn efecto, aquel mismo día a las tres de la
tarde comenzaron de nuevo las hostilidades,
según lo anunciaban los fuertes cañonazos que
se oían, visto lo cual, no pudieron salir para
su Orfanato los alumnos y los que se encon­
traban en Yung'Tag, con el Padre Passotti, no
pudieron reunirse con nosotros.
Pos soldados de Cantón, ciue se habían acer­
cado a los alrededores de Tai-Ktan, apenas se
avistaron con las tropas del Sum-Yat-Sen, se
rej)legaron hacia Shiu-Chow y ocuparon las
principales alturas cercanas a la ciudad, donde
colocaron sus cañones y ametralladoras. Ahora
nos encontrábamos en medio del campo de ope­
raciones, enscndeciendo nuestros oídos el ronco
estampido del cañón y el continuo silbar de
las balas.
U1 12 de Julio se dió una formal batalla. Em ­
pezó el fuego al caer el día y duró toda la noche,
hasta el mediodía del dia siguiente. ICncima
de nuestra casa se cruzaban los disparos, y los
cañonazos hacían trepidar nuestras habita­
ciones desde las que oíamos los gritos de los
soldados y los tristes ayes de los heridos.
Ihieron estos, días de grandes zozobras y
peligro imninente, pero nosotros, gracias a Dios,
vimos, una vez más, palpable, la protección de
María Auxiliadora.
Poco a poco el foco de mayor encamecimiento
de la batalla se corrió hacía Kiau-Te, aunque
no por eso gozamos de tranquilidad, pues si­
guieron las molestias y temores provocados por
los aeroplanos, que uno tras otro cruzaban
nuestra misión.
Mientras escribo esto siguen todavía algunas
escaramuzas que parece })reludian una batalla
decisiva, tanto má.s que una de las jiartes beli­
gerantes, se dice que tiene en su poder las vías
de comunicación y cortadas las de aprovisiona­
miento de su contrario. Nuestros niños, dirigidos
por el P. Praga, ruegan incesantemente a María
Auxiliadora, Reina de la Paz, para que reine
pronto en estos contornos la aurora de la frateniidad. y que los hombres todos abran los
ojos a la luz de la P'é.
Shiu-Chow 21 de Julio 1922.
P. JUAX Gr.\ROXA
M isi'ofh ro Sti/isiano.



La (Ilisión del Chaco Paraguayo.
Se trata de una vasta región del Paraguayde cerca 272.000 Km.^ y una población de 70.(X)0
habitantes, de los cuales 50.000 vagan todaria
por las florestas en estado salvaje.
Se halla situada entre los 57° 34' 21” y los
63°26 54” de longitud occidental del meri­
diano de Greenwich y los I 7 ®
5 5 '4 3 " y los 25®
2 i’4 i ” de latitud Sur.
Sus límites naturales son: al Norte la cordi­
llera Chochis y tres rios; al Sur el rio Pilcomaycr;
al liste el resto del Paraguay, y el Pirapití al
Oeste. Está completamente encajado entre los
contrafuertes de la meseta Boliviana y el río
Paraguay, que atraviesa los confines de la me­
seta Brasileña y Paraguay.
Suelen dividirlo en tres zonas los geógrafos:
alta, media y baja.
La zona baja es la más conocida y explorada,
debido a-la abundancia de pastos que mantienen
numerosos rebaños de ganado y a Iqs bosques,
fuente de la importante industria del tanino.
Hace treinta años que se estableció entre los
civilizados una misión protestante que parece
condenada a la esterilidad, pues es cosa probada
que no cuaja esta herejía en pueblos de lengua
española.
La zona media corre a lo largo del río hacia
el Norte, partiendo del grado 23® de latitud.
Se explora a medida que se talan los bosques de
quebracho que alimentan grandes fábricas de
tanino.
I.,a zona alta se extiende hacia el Oeste, desde
la zona media hasta los confines de Bolivia.
Cuanto hasta el presente se ha escrito de ella
puede considerarse como pura fantasía, pues
no creemos que haya sido recorrida por ningún
civilizado. Está habitada por numerosas tribus
indígenas a quienes no se han predicado aún las
doctrinas redentoras de Cristo. A medida que
se remonta el río Pananá y se alcanza la altura
de Santa Fé, se puede apreciar algo de lo que
es el Gran Chaco: una inmensa sábana con li­
geras ondulaciones, cubierta de bosque fron­
doso y cuyo horizonte no puede limitar la vista.
El paisaje se hace más variado y los bosques
más tupidos cuanto más se acerca a la zona tó­
rrida, donde alternan con los quebrachos, pal­
meras y otras plantas tropicales.
Las pequeñas colinas son ramificaciones de
las cadenas montañosas del Paraguay y dd
Brasil. Como el lecho del río es muy alto, con
frecuencia las aguas, especialmente en las tem­
poradas de lluvias y crecidas periódicas (cada
siete años), salen de madre e inundan exten­
siones que rebasan los 15 y 20 kilómetros de
anchura.

— 49 —
La evangelización del Chaco Paraguayo fué
tmo de los grandes ideales del malagrado salesiano Monseñor Lasagna y de nuestro venerado
D. Miguel Rúa que, con \dstas a su evangeli-

m is ió n

s a l e s ia n a

d e l

íadón, autorizó ht fundación del colegio de
Asunción, que debía ser centro y punto de par­
tida de tan grande ei'opresa.
También nuestro U^rado Padre Albera, en
se visita a los colegios
América, y a instan^ del Inspector de los c '3ÍegÍ95 de Uruguay y

Paraguay, Padre Gamba, bendijo aquellcsextensos territorios a su paso de Corumbá a
la Asunción, a fin de que se abrieran pronto a la
labor misionera de los hijo de D. Bosco.

c h a c o

p a r a g u a y o

.

Y por fin, el 19 de Marzo de 1917, el Sr. Obispo
de Asunción, Dr. D. Juan Sinforiano Bogarín,
ofrecía a los Salesianos la Misión del Chaco.
El salesikno Padre Domingo Queirolo visitó,
a instancias del Prelado, los puertos y factorías
del litoral, acopiando gran número de datos



5

0

importantes y cosechando abundante fruto
espiritual entre aquellos desgraciados, a quienes
no visitaba hacía más de cinco años sacerdote
alguno.
Tres años después, el 31 de Marzo del 1920,
tres misioneros salesianos se dirigieron desde
Asunción al fuerte Olimpo, adonde habían sido
llamados por el coronel de las fuerzas, para lo
cual debieron costear la mayor parte del Chaco.
I'ueron recibidos y agasajados con cariño por
el excelente caballero, cristiano chapado a la
antigua, D. Gregorio Segovia.
De este modo se dió comienzo a la Misión
del Chaco, que tantas sorpresas nos prepara,
y que hasta el presente se limita a las necesi­
dades espirituales de los civilizados.

Aías noticias sobre el Chaco.
Quiso la Providencia que, cuando andábamos
copilamlo los datos de esta nueva Misión Salesiaiia, llegara a Turín el Rdo. Padre Domingo
Queirolo, acompañando a un numeroso grupo
de seminaristas, parte salesianos, que vienen
a cursar sus estudios en nuestro Instituto In­
ternacional Teológico, y los demás de la arquidiócesis de Montevideo, que van a completar
sus estudios al colegio Pío Latino Americano
de Roma. ICs el Padre Queirolo un aposto!,
con\o buen salesiano, que lleva 27 años de sacer­
docio derramando a manos llenas el bien entre
los jovencitos Paraguayos. Sencillo como el que
ignora sus propios méritos, y de corazón bon­
dadoso y alma de niño, nos regaló, en amena
conversación y encantadora ingenuidad, los
datos que siguen.
— ¿Qué nos cuenta V., Padre Queirolo, de
sus andanzas misioneras por las risueñas flo­
restas del Chaco Paraguayo?
— Si V. ha leído las hermosas páginas que
hace dos siglos escribió el Padre Jesuíta Muratori, poco o nada tengo qire añadirle. Se trata
de un suelo \nrgen, donde la naturaleza ha pro­
digado sus dones, cubierto de maravillosas
selvas donde vagan todavía restos de las an­
tiguas razas que fueron dueñas absolutas y que
aún no gozan de los beneficios de la civilización.
— ¿Le parecen exactos los datos que le
entregue para que examinara?
— Son exactos en cuanto a latitudes y apro­
ximados en lo que se refiere a población; pues
no hay datos comprobativos. Juzgo fidedignas
algunas referencias que dan los indios, pues
he tenido ocasión de comprobar personalmente
no pocas. Los indios son de buen natural, sen­
cillos e inclinados a la vida civilizada. I^os civi­
lizados se extienden por la orilla derecha del
río Paraguay, donde se encuentran en crecido



número las estancias (grandes propiedades gana­
deras),,y los obrajes, centros de la fabricación
del tanino. Así como al Norte se ocupan de las
estancias y obrajes, en el Sur se dedican a la
agricultura, siendo su especialidad el cultivo de
la caña de azúcar. A nosotros se nos ha confiado
poco ha el cuidado espiritual de estas almas,
que es lo que hoy constituye nuestra Misión
del Chaco.
— ¿ Pudiera adelantamos algo sobre los
planes de la evangelización del Chaco?
— ¡Cómo no! E l pensamiento de los misio­
neros es abrir cuanto antes dos o tres centros
de Misión; uno al Sur, en las proximidades de
Villa-Hayes (pequeña población del Chaco,
próxima a la Capital y atendida actualmente
por los Salesianos del « Colegio Monseñor Lasagna »), y dos al Norte. Uno como punto de
partida en el fuerte Olimpo, a 700 Km. de Asun­
ción (ya funcionando) y otro en el interior de
la selva, en medio de las tribus nómadas.
— ¿Conoce el número de ellas?
— Y a lo creo. Las tribus indígenas impor­
tantes son los siete siguiente: L a de los Chama­
cocos, Sanapanás, Guanas, Saiiagdis, Lenguas,
Tobas y Macas. Cada una habla su dialecto
propio, pero sus caciques, (jefes) entienden
el guaraní (que es el idioma primitivo común,
y hablado aún como dialecto en la región orien­
tal, rico en figuras y muy onomatopéyico). Sin
embargo el Misionero, además del guaraní, debe
conocer también los dialectos propios de cada
tribu, si quiere conseguir algo.
— ¿Qué tribus juzga V. mejor dispuestas
a recibir la doctrina del Misionero?
— A mi parecer, es la de los Guanás. Tuve
ocasión de tratar con ellos, cuatro años hace,
y los encontré dispuestos al trabajo y por lo
tanto a la civilización. Además tenemos muy
buenas noticias de los Chamacocos, ScUiapi^.
y algunas fracciones de los Lenguas. Esperamos
que los Superiores nos enviarán más misioneros,
pues actualmente solo hay dos en el fuerte
Olimpo que esperan refuerzo para internare
en el Chaco. Espero darle más tarde datos cu­
riosos sobre su vida y costumbres.
— Y ¿qué me dice de nuestra obra en h
región oriental?
— Esta región, que es el Paraguay propia­
mente dicho, tiene por capital la Asunción. Alü
hay dos casas salesianas: tm floreciente exter­
nado con oratorio festivo anexo, y un segundo
oratorio festivo, llamado del Sgdo. Corazón,
en una de las mejores posiciones de la ciudad.
El externado es el « Colegio Mons. Lasagna»
que cuenta 350 alumnos, y el número de los
oratorianos que regularmente no baja de los
450 los D om aos. Puede llamarse la cima de h



obra salesiana en el Paraguay, y en su historia
no falta lo providencial, ni los rasgos sublimes
y heroicos, hasta llegar a ser, contra viento y
marea, un centro modelo de educación. Si le
interesa su historia se la describo en pocas pa­
labras:
Recibidos espléndidamente por el gobierno
de la República, empezamos nuestra obra con
una-escuela de artes y oficios, para la cual nos
cedieron im local que pudimos, no sin trabajo,
adaptar a nuestro fin. A l poco tiempo daba
gusto ver funcionar nuestros talleres-escuelas
en_ los que hacían su aprendizaje numerosos
muchachos. Parece que no sentaba muy bien
al demonio el bien que se hacía entre tantos
artesanitos, pues es el caso que, de la noche a
la mañana, las mismas autoridades que nos
cedieron el local nos lo arrebataron, dejándonos
poco menos que en la calle. Puede V . imagi­
narse el calvario de los hijos de D. Bosco en
aquellas circunstancias, sin techo donde cobi­
jarse y objeto de persecución por parte del go­
bierno. Después de algún tiempo, y a fuerza de
trabajos y sacrificios, compramos xm terreno
donde plantamos nuestras tiendas. Con el au­
xilio de algunas almas buenas, pudimos levantar
•unos barracones para empezar de nuevo. Estos
son los principios del actual « Colegio Mon­
señor Dasagna » que hoy está cubriendo el
segundo piso, y que Uama la atención con sus
buenas aulas y patios espaciosos. A l lado se
levantará. Dios mediante, el santuario de María
Auxñiadora. La iglesia actual del colegio es
vice parroquia, con más de 15.000 almas.
En la ciudad de Concepción, al Norte, tene­
mos también a nuestro cargo la parroquia (una
de las más extensas del Paraguay), con más de
30.000 almas. También hay colegio para
externos.
Tanto en la capital como en Concepción tienen
las Hijas de María Auxihadora florecientes
colegios.
Como ve se nos dibuja y a un risueño porvenir.
La Misión del Chaco, en el que nos lanzaremos
con la ajnida de nuestros Superiores y Coope­
radores, es una empresa ardua y digna de apro­
bación y aplauso, si logramos romper el misterio
^ v a je de sus frondas y atraer a los pobres
mdigenas al rededor de la cruz salvadora, qi:e
clavaremos con la ayuda de Dios en medio de
siis predios seculares.

5 1



Episodios de misiones
El bautismo de dos muribundos.
Iba de viaje en busca de víveres. Río arriba
y sentado en mi barca, contemplaba las capri­
chosas irisaciones que las primeras luces de la
mañana formaban sobre la mansa superficie
de las aguas del río. E l día que alboreaba pro­
metía ser fatigoso, por lo cual animé a mis hom­
bres a que desperazaran su soñolencia, para
salvar con presteza la catarata, cuyo rumor se
oía cercano.
De pronto veo palidecer al Bororo, indio de
mi compañía, apartar la vista y bajar la cabeza.
Iba a preguntarle el porqué de aquella tristeza
repentina, cuando observé en la ribera un her­
moso bosquecito de palmeras, que me recordó
escenas dolorosas que yo mismo había presen­
ciado.
Dos años hacía que im grupo de nuestros
indios se había alejado de la Colonia y acam­
pado en aquel lugar, abundante en pesca y
caza; entre ellos se hallaban los padres del
Bororo.
Una inesperada racha de frío hizo aparecer
la grijíe en el villorrio que, aunque benigna,
podía agraverse por falta de medios, como así
sucedió. La madre de nuestro bororo fué una
de las primeras víctimas.
Apenas supe la triste situación en que se
encontraban, movido a compasión, me enca­
miné allá para visitarles.
Cargué en la canoa abundante provisión de
víveres, prendas de vestir y medicinas, me di­
rigí a la aldea.
Cuaildo llegamos al poblado, se me encogió
el corazón de pena. La enfermedad y la miseria
reinaban como soberanos.
Algunos hombres giraban pensativos por las
afueras, y apenas me vieron, salieron a mí en­
cuentro, saludándome acongojados.
— ¡Hemé aqm', hijos mios! He sabido que
estabais malos y he venido a consolaros y trae­
ros víveres y remedios: traigo azúcar, harina
de mandioca, naranjas y tabaco. Y a sabéis que
os quiero.
Bajaron la cabeza conmovidos. En aquel
momento los hubiera abrazado a todos; apesar
de su mal proceder con la Colonia, sentía crecer
en mi ánimo el cariño a medida de la desgracia
de aquellas pobres hijos de la selva, que espe­
ran de nosotros la luz de la fe y la civilización.
Pasé por todas las cabañas, prodigando soo»-



5 2

rros materiales y espirituales. Daba pena ver
a aquellos pobrecitos, al abrigo de un ramaje de
palmus, tendidos sobre las esteras y tiritando
bajo la acción de una fiebre espanitosa.
líncontramos en una de ellas a la madre del
Bororo, más grave que ninguno; a causa de su
estado endeblucho, la enfermedad se cebó en
ella pf)r lo cual me dispuse a bautizarla. Termi­
nada la ceremonia y apenas había derramado
el agua regeneradora del bautismo sobre la
cabeza de la paciente, que trasportada de gozo
me escuchaba embelesada, olvidando sus do­
lores, cuando he aquí que llegan de prisa unos
indios que traen en parihuelas a un hombre
que se contrae en horribles convulsiones. Ivra
el marido. l'U pobrecito había bajado al río por
agua y le mordió una serpiente venenosa.
¡Imagínense la desgarradora escena que se
desarrolló en aquel momento! Kn un rincón
la esposa moribunda y en otro el marido, pálido
como un cadáver, contorciéndose de dolores
atroces y bañado en sudor frío.
Quise cauteriziir la herida, pero se opusieron
los indios, que preferían sirs emplastos. De nada
hubiera servido mi remedio, como no sirvió
el de los indios, pues le había mordido la víbora
más venenosa de aquellos contornos, la achcsis
¡(incdalns que causa víctimas sin cuento.
l'U .caso era desesperado; yo esperaba dos
muertes de un momento a otro, cuando vino a
sacarme de mis tristes reflexiones la voz del
mordido que me dice: « Padre, yo .también
(piiero bautizarme ». Da gracia abría por fin
su corazón a la esperanza del cielo. La conducta
anterior me hacía temer por su conversión, pero
ahora... Con mano trémula por la emoción de­
rramé sobre su frente el agua bautismal, agra­
deciendo al Señor la misericordia que usaba
con aquel desgraciado. Al d a siguiente volaban
los dos jiintos al cielo.
Permanecí todavía algunos días, hasta que
terminé todas las provisiones.
Kntre los más necesitados se encontraba un
pobre indio, ciego y abandonado de todos. Lo
liice conducir a la barca y nos volvimos a la
Colonia. Me acompañaron varios indios; río
abajo v mientras nos alejábamos de aquel lugar
desolado, recordábamos enternecidos la muerte
de aquellos esposos y la suerte de haber muerto
cristiat\os.
- \'ed, les dije, rompiendo el silencio, ved
cuáti bueno es el Señor. Aquellos pobrecitos
tenían necesidad de un buen amigo y el Señor
les envía el misionero y necesitando los dos el
santo bautismo para salvarse. Dios siempre
misericordioso les manda su ministro. ¡No os
alejéis nunca de éll .Aquellos hombres, incli­
nados sobre el reníb y en medio de la paz y



tranquilidad de la desierta naturaleza, oían
mis palabras taciturnos, pero comprendiendo
verdades tan consoladoras.
Entonces desde el centro de la canoa el pobre
indio ciego respondió en nombre de todos;
« Es verdad. Padre. Y o estoy, enfermo, pero
al pensar que voy a estar con el Misionero y
cerca de Nuestro Señor me siento contentísimo.
En la Colonia deseo morir y morir como .buen
cristiano ». Y en efecto, poco tiempo hacía que
estaba con nosotros, cuando expiró en la paz
del Señor. Aquel lugar cubierto de esbeltas
palmeras desapareció de nuestra visita y en­
tonces el Bororo con los ojos arrasados en lá­
grimas se acerca a mi, me coge las manos y
estampa en ellas el ósculo del agradecimiento.
La gratitud es una flor que nace hermosa en
estas tierras y su aroma es tal que fortifica y
da nuevos bríos al corazón del infatigable Misio­
nero.
Sac. C e s a r A l b ise tti
Misionero Salesiano.

RECUERDOS Y PENSAMIENTOS
de un abuelito en el día de su fiesta.

Con motivo del homenaje que los Salesianos
de Utrera (España), tributaron al muy Rdo.
D. Rafael Romero, insigne Cooperador Salesia­
no, en el 70 aniversario de su misa, pronunció
el agasajado anciano algunas palabras que trans­
cribimos como dignas de recordación:
1.0 Yo he querido mucho a la Congrega-ción de D. Bosco, pero esta Congregación y sus
Superiores me confunden con su agradecimiento
y finas atenciones.
2.® He querido y quiero entrañablemente
a mis queridos novicios y salesianos; por esto
espero que las oraciones fervorosas de todos mis
queridos nietecitos me llevarán al Cielo para
siempre.
3.0 No es necesario para santificarse una
vida larga como la mia, sino la larga o corta
que Dios nos dé, emplearla santamente.
4.
®Me glorío en llamarme Cooperador S
lesiano, pero vosotros os debéis gloriar mucho
más el ser Salesianos, hijos de D. Bosco.
5.
®El oficio y deber del' Cooperador
ayudar con oraciones y limosnas a la obra Salesiana, pero el deber del Salesiano es salvarse
y salvar muchas almas.
'
El abuelito
D. R.^f .^el Romero.

1

w

Mes de las flores en América.
Mientras aquí en Europa la naturaleza iba
perdiendo aquellas notas \dvas de color y exu­
berancia y se vestía de la melancolía precur­
sora del invierno, desapareciendo de los campos
las doradas mieses, los verdes sembrados, lirios,
rosas y azucenas con sus fragancias, y el velo
otoñal, que pronto se convertiría en mortaja,
cubría montes y valles, y caían pálidas, con cara
de muerte, las hojas de los árboles, cubriéndose
de nieve las montañas, y nuestro espíritu se
sentía impulsado al recogimiento y meditación
de la muerte, nuestros hermanos de América
abrían sus almas a los encantos y alegrías de
risueña primavera.
Cuando aquí todo dormía en pesado sueño
y los hombres y la Iglesia vestían de luto y
resonaban en los templos dolientes estrofas,
lamentaciones y súplicas, al par que herían
nuestros oídos lúgubres y plañideras las cam­
panas, dejando caer lentas sus lánguidas notas,
como gotas de llanto, en América todo reía y
despertaba a nueva vida, y nuestros hermanos
de allende los mares estremecían con himnos
de alabanzas las naves de sus templos, mientras
la Iglesia desplegaba todas las magnificencias de
su culto para celebrar las glorias de la más pura
de las criaturas, la flor más hermosa de los pen­
siles de Dios, a la Reina de las flores, a María
Santísima.
Sus amantes hijos tejían coronas con flores
delicadas que Ue^'aban contentos a ofrendar a su
Madre, cantando alborozados las tiernas estro­
fas que formaron el encanto de nuestra niñez:
Venid y vamos iodos
Con flores a -porña.
Con flores a María
Que Madre musirá es.
Esperamos de aquellos buenos hermanos una
plegaria para los que en esta parte del mundo
Aguardamos ansiosos el día en que la natura­

leza, sacudiendo al desperezarse su niveo manto,
se vista de gala, esparciendo por doquiera flores,
colores y perfumes.

S O L E M N E T R ID U O
en conmemoración del Cincuentenario de la fundación
de las Hijas de María Auxiliadora.
Nuestro Rvdmo. Rector Mayor D. Felipe Rinaldi quiso que se celebrara un solemne triduo
de acción de gradas para comuemorar el Cincuen­
tenario de la institudón de las Hijas de María
Auxiliadora, ante el mismo altar en que D. Bosco
hizo rezar a sus hijos el año 1871, para alcanzar
luces en la nueva empresa.
Las funciones, que tuvieron lugar dentro de
la Novena de la Imnaculada, que con tanto es­
plendor y cariño se celebra en las Casas Salesianas,
resultaron grandiosas. Fueron tres días de entu­
siasmo religioso en que se llenaba la Basílica de
María Auxiliadora de fieles. Cuantos colegios e
instituciones sostienen en Turín las Hijas de María
Aiixiüadora, que son varios y floredente.s, toma­
ron parte en las funcione.s, a que acudían tres
veces al día: para la misa y comunión, (jue era
general, para la guardia de honor, (jue hacían las
niñas vestidas de blanco, y para oir los elocuentes
sennones del Rdo. Padre Reginaldo Giuliani y
redbir la Bendidón con S. D. M.
Si no temiéramos fatigar a nuestros lectores
describiríamos con todos los ponnenores cuantos
actos se realizaron, espedahnente la coniunión
general del primer día en que recibieron el pan de
los ángeles más de un millar de antiguas alumnas
y niñas que frecuentan los Oratorios Festivos;
la comunión, en el segundo día, de todas las Her­
manas del grandioso Instituto que se desarrolla
a la sombra del Santuario de María Auxiliadora
y el último día. la comunión de todas las alumnas
y jóvenes que dirigen en la dudad de Turín.
El día nueve, por la tarde, bandadas de pequeños
huérfanos llegaban al Santuario, acompañados
por estas buenas Hijas de María Auxiliadora,
para que los bendijera el Eminentísimo Cardenal
Richelmy, costumbre hermosa de este país. Ofidó

54
en las funciones el Obispo salesiano D. Domingo
Comín, Vicario Apostólico en el Ecuador, y los
cantos los ejecutaron la « Schola Cantorum » de
la liasílica y la « Schola Caeciliana s de la Obra
Pía Barolo.
Cuantos asistieron a las sagradas funciones
c|uedaroii satisfechos y con deseos de presenciar
otras semejantes.
De enhorabuena pueden estar las Hijas de Ma­
ría Auxiliadora.

G erona (España). — Tenía a mi hijita grave­
mente enferma, sin esperanza alguna en los re­
medios humanos, pues el médico afirmaba que
si escapaba de la muerte quedaría paralítica. En
tan apurada situación acudimos con fe a María
Auxiliadora, pidiéndole en la novena que empeztuuos que nos sanara a nuestra liijita. Le pusimos
su medalla al cuello y prometí una misa en su altar.
Al día siguiente se inició la mejoría hasta alcanzar
su completa curación. Damos rendidas gracias a
tan buena Madre.
Mar ía R oca

de

I^ gueras .

S alta (Argentina). — Rdo. D. Felipe Rinaldi.
(
Estimado Padre:
Ivl cpie suscribe, Patricio D. Echazú, sub-Tenicnte de Adm. del Ejército Argentino y admirador
ferviente de la Obra del Vble. Don Bosco, tiene
el agrado de remitir a Ud. una limosna de doscienUts liras italianas, que prometió a la dulcísima
Virgen María, bajo la advocación de « Auxilium
Clnis ianorum », por dos inmensos favores recibidos
de tan Augusta Señora. Pídole, si su Reverencia
no dispone otra cosa, destine este humilde óbolo
a las Misiones Salesianas, por cuyo éxito no ceso
de rogar a nuestro buen Dios.
Autorizo, finalmente, a V. P. para publicar estos
dos grandes favores que he recibido, en su « Bo­
letín Salesiano ». el cual lo recibo puntualmente
por intermedio del Colegio Salesiano ♦ Angel Zerda»
de esta cimhul y de cuyo P. Director, Padre An­
drea. me honro ser mtiigo.
Saluda al Muy Rdo. Señor Rector Mayor con
su m;ís disiiug\tida cottsideradón y suplica su
bendición.
Su hijo en N. Señor Jesucristo

PA T R iao E cilvzu .

Sub-Teniente de Adm.
de Artillería de Montana-Guar-

¡tn;ímienio
tli‘ S<ilta-I\. r i.

BníNOS A ires (Argentina). — Desde el 28 de
junú> del corriente año al rS de julio, se encontraba
un padre gravemente enfeniio, atacado de ima
fuerte bronquitis, principio de bronco-neumonía

y de colitis, pero fué mejorando paulatinamente
hasta encontrarse relativamente sano; pero estas
enfermedades le dejaron mucha debilidad al cere­
bro hasta tal punto que le venían ataques.
Habiéndome recomendado la Rda. Ha. Superiora del Colegio de María Auxiliadora de Almagro
(al cual concurro como alumna normal) ella me
aconsejó que hiciese una novena a María Auxilia­
dora por intermedio de la Rda Madre Sor María
Mazzarello, lo cuál hice.
En el transcurso de la novena ya se notaba
una mejoría en nuestro querido enfermo y al no­
veno día, ya pudo ir a oir la Santa Misa, solo,
sin compañía de ninguna clase.
Nuestra querida Madre María Auxiliadora me
concedió la gracia tan ansiada y yo en cumpli­
miento de la promesa y agradecimiento hago pu­
blicar la gracia, para mayor gloria de nuestra
querida María Auxiliadora y de la Rda Madre
Mazzarello y para que todos los que se encuentren
tristes y afligidos vayan a buscar consuelo y alivio
en tan amorosísima Madre.
C O N C E PaÓ N M a r i o s a .

B er n a l (Argentina). — De varios años a esta
parte me sentía oprimido con demasiada fre­
cuencia, y a veces diariamente, por graves insomnios
y molestias, lo que, poco a poco, iba agotando
mis energías. Hice dos novenas a la Sma. Virgen
Auxiliadora, pero sin obtener mejoría duradera.
Insistiendo en mi peteción, en el mes de Marzo
recurrí a Ella por medio del Vble. Don Bosco,
nuestro Padre, prometiéndole mandar relación al
Boletín Salesiano si obtenía la suspirada curación.
No me desoyó esta vez y, por los méritos de su
siervo, se dignó llenar mis deseos,.
Después de tres meses, sintiéndome del todo
mejor y habiendo además recibido otras gracias
espirituales y temporales que necesitaba, rindo
gracias a nuestra Madre Auxiliadora que se com­
place en llenar de favores a los que en sus angus­
tias recurren confiados a Ella.
Con la firme confianza de que jamás Ella me
abandonará en las necesidades de n:i vocación,
me profeso su devotísimo hijo y esclavo.
P. L- Sulcsia7io.
B uenos A ires (Argentina). — Vua devota de
María Auxiliadora agradece, desde lo iminio de
su corazón, a tan bondosa Madre, un fax or alcan­
zado mediante su intercesión y cmnple la promesa
de darla a la publicidad, enviando al ii.isii.9 .iempo
ima limosna. Pasaron cuarenta años sin que su
padre se acercara a los Santos Sacramentos, resis­
tiéndose a ello, hasta que la Sma Virgen, a quien
recurrió en demanda de esta gracia, x’enció tal
obstinación en poco tiempo, con admiración y
alegría de su familia.
A tan misericordiosa Madre, las gracias más
expresivas y eterna gratitud, pidiéndole bend^
especialmente a los corazones generosos que con
fe y confianza rogaron para ayudar a alcanzar 1»
citada gracia, a la fiel devota de la Sma \'irgen.
I. V. A.

Rio N egro (República Argentina). — Hacía
nueve meses que mi hijo padecía terrible enfer­
medad sin que médicos ni remedios hmnanos lo
mejoraran. Resolví, al fin, acudir a María Auxi­
liadora, a quien empecé una novena y prometí
publicar la grada, si me la concedía.
Mi hijo empezó a mejorar y no tardó en resta­
blecerse por completo. Al poco tiempo rne libró
de una muerte derta a otra hija mía.
Doy gradas por todo y cumplo gustosa mi
promesa.
A n g eea C.

de

Ga e v a n .

María Auxiliadora curó a nuestro hijo.

Habiendo caído gravemente enfermo nuestro
hijo mayor Alvaro, atacado de la terrible enfer­
medad de meningitis, y llegando al pimto de
estar casi deshaudado por el médico, recurrimos
a María Auxiliadora por su s^ud, ofredéndole
una limosna y publicar la gracia en su Boletín, lo
que hoy hacemos con todo gusto, pues solo a su
intercesión poderosa debemos el que nuestro hijo
sanara.
Cali, (Colombia) Octobre 3 de 1922.
P. Z o ^ E A C.
A ngela a . d e Z orieea .

-Vo hubo necesidad de operación.
El señor N. González se hallaba con im ojo gra­
vemente enfermo.-de tal modo que ya el oculista
había notificado que era necesario extraérsele.
-\ntes de practicar el último examen, invocamos
íen'orosamente a Jlaría Auxiliadora y le ofrecimos
una limosna por tan grave necesidad. Al proceder
el referido oculista al exameu, maravillado dedaró
que no había ya necesidad de operación, pues el
paciente se hallaba perfectamente bien del órgano
afectado.
Agradeddas a María Auxiliadora por esta espedalísiiiia grada, deseamos hacer pública nuestra
gratitud por medio del « Boletín Salesiano > y
cumplimos gustosas con nuestra promesa.
Calí (Colombia), octubre de 1922.
Cam.\gOe y (Cuba). — Desde la edad de seis
años eu que me dieran viruelas, venia sufriendo
déla vi.s.a empeorando cada vez más, a pesar
de los remedios prescritos por varios oculisias,
basta el puiuo de perder por completo el ojo de­
recho. mientras el izquierdo continuaba empeo­
rando hasta quedar casi dega del todo, debién­
dome aco.upañar caritativas personas a donde
deseaba o tema necesidad de ir.
Siendo devota de María Auxiliadora, rogué a
ian buena Madre se dignara poner a mi alcance
d medio de re<x>brar la vista o que ella me la de­
volviera si convenía para el bien de mi ahna.
Cttanco ya estaba resignada a perder la vista,
beiiui.a Madre me dapuró un euinente ocu­
lista :el Dr. Horado Ferrer) quien después de
®^ -i....r..xe, me dió alguna esperanza si me ope­
raba.
Acui^; . Tironees a mi abogada celestial pidién
dolé el éxiuo de la operadón, que era dudoso, y

para más asegurarlo quise que me operasen al
rededor de la fiesta de María Auxiliadora.
El Dr. me extrajo una enorme catarata del
ojo izquierdo con éxito felicísimo y a ios diez días
me extrajo el derecho que tenía triturado. Hoy
veo perfectamente y puedo andar sin ajmda de
persona alguna, a pesar de mi avanzada edad.
Como atribuyo el feliz éxito a la bondad de
María Auxiliadora, que me deparó los medios de
curación cuando ya desesperaba de ella, (luioro
hacer público mi agradecimiento por medio dcl
Boletín Salesiano.

De soy deudora además de otra gracia. Como
a los tres meses de mi operación, tenía eu las manos
un cuadro de María Auxihadora para colocarlo
eu la habitación principal de mi casa, cuando
una vecina viene corriendo a avisarme que eu la
calle iban a disparar un barreno; sin dar tiempo
para más estalló este y mía gran piedra, cayendo
sobre el techo, lo desfonda y viene a caer sobre el
cuadro de María Auxiliadora que tenía entre las
manos todavía haciéndolo añicos el cristal y rom­
piendo el marco y dejando intacta la estampa y
sin daño alguno mi persona.
De lo íntimo de mi corazón agradezco este nuevo
favor a mi Madre celestial.
E teevin a G onzález .

Dan también gracias a María AnxiDadora.
Córdoba (España). — D. Carlos Marlúiez por
haber obtenido la curación de su hija que padecía
dolores agudísimos de oído.
Perenlanda, {Gerona (España). — Sor Mercedes
Martinez por la curación de su cuñada.
Novata. — Una devota familia por favores reci­
bidos.

S. Vicente Santander (Colombia). — Dña. Delia
G. de Díaz por la singular curación de mío de su
familia, desahuciado por los médico.s.
Zapatoca (Colombia). — La Sra. Filomena Ace­
bedo por haber recobrado la salud perdida.
-------Dña. Eudosia Serrano por haber alcan­
zado de María Auxiliadora la salud de su esposo,
afligido de pertinaz pulmonía.
-------D. Carlos Serrano por favor recibido.
------ Varios Sres. Cooperadores por gracias
obtenidas.
Cali. — Dña. María Josefa Cabal que agradece
la feliz operación sufrida y los medios para sufra­
garla.
—: — Dña. María Chaíon por haber obtenido
la curación de su padre enfermo.
Buenos Aires (Colombía-Cama). — Dña. Inés
de Larrofaordo por la salud de su exposo.
Colonia Elisa (Argentina). — Dña. Inocencia
G. de Villaseca por haber sanado de la gripe.
Puerto Castilla Depto. de Colón (Honduras). —
D. Alejandro Casco por una gracia importante
recibida.



56



Goníerencia a los Cooperadores Salesianos de Concepción (CMe)
pronunciada en la Iglesia de María Auxiliadora el 25 de Mayo de 1922
p o r el f^do. P a d re F rancisco T orres, M isio n ero del Corazón de M aría.

Mana compendio de las mercedes
qne Dios hace al mondo.
De las inaravillas que más alto proclaman la
Providencia de Dios para con el Cristianismo,
ocupan lugar preferente las que se refieren a la
Santísima Virgen: y de todos los dones que Dios
al mundo ha otorgado con su Iglesia el más dulce,
el de mayores esperanzas, el que los compendia
y el (pie los descifra todos es María. Según designios
ile Dios, la venida de Jesucristo era necesaria
para que Jesucristo realizara los planes de su
misericordia, Es tan íntima la vinculación entre
Jesucristo y la Virgen, los ha unido Dios de tal
manera a unos mismos planes y a unos mismos
designios, (pie echándose de ver en todos éllos la
virtud soberana del Hombre-Dias (pie los trabaja,
¡larcce ocultarse a través de sus infinitas propor­
ciones, dejando aparecer radiante de majestad
de gloria la figura excelsa de la Virgen María.
Así vemos aparecer a la Virgen en las hor^ más
augustivs y en las más solemnes circustancias de
la vida de Jesucristo: y cuando ya trataba de dar
forma estable a su obra salvadora, y cuando se
resolvió a engendrar entre dolores infinitos su
Iglesia santa, y amasarla con las últimas gotas
de su sangre redentora que brotaban de su Co­
razón divino, no encontró otro regazo en que
colocarla, ni otro pecho sobre qué recostarla, que
el regazo y el Corazón de la Virgen.
Sí, María estando al pié de la Cruz, recibió en
sus brazos la Iglesia, recien nacida del Corazón
de Jesucristo. Ella iba a ser su madre: desde ese
entonces no reconocería otros cuidadas y desvelas
(pie los desvelos y cuidadas de la Virgen; uo tendría
para su formación y desarrollo otro solicitud, tpie
la solicitud matenud de la Virgen: y seria la Virgen
la que habría de formar en la fe a esa Iglesia instniyendo y educando a sus primeros apóstoles, la
que la desarrollara y extendiera a través de los
distintos pueblas, razas y naciones, sosteniendo
y alentando kvs trabajos de sus primeras predi­
cadores, la (pie la hiciera progresar siempre, sin
tlctenersc jamás, pasando de un pueblo a otro por
encima do las fronteras de lodos, invadiendo
t(HÍas las regiones, cruzando a través de todos los
continentes. libr;üidola de todos los peligros,
defendiéndola de todos sus enemigos, sacándola
\ ictoriosa de todos ios trances difíciles y demos­
trando a través de los siglos que es Ella realmente
su auxilio, su protección, su Madre.
Observad sino y veréis grabado en todas las
páginas de la liistória de la Iglesia el nombre sa­

crosanto de la Virgen: en su nombre se realizabaa
sus avances y progresos; en su nombre se coro­
naban con éxitos gloriosos sus más insignes em­
presas; en su nombre se han obtenido sus más
inmortales victorias, en su nombre se entablabí’.
la defensa de sus creencias, y la reivindicación
de sus derechos. Marcados con su nombre han
aparecido todos los santos que la han ilustrado
con los fulgores de su insigne santidad, todos los
genios que la han defendido con sus talentos, y
todos los operarios apostólicos que a favor de la
Iglesia han trabajado bajo sus órdenes y dirección.
Sí, con el nombre de la Virgen en los labios han
aparecido todos esos gigantes del Cristianismo,
que han llegado a ocupar su puesto y a cumplir
su cometido en la hora precisa en que angustiosa­
mente era reclamada su presencia, llenando con
los acontecimientos de su vida los espacios todos
de la historia, dejando en pos de sí regueros im­
perecederos de esa gloria con que Dios corona a
sus servidores en el Cielo y los inmortaliza aquí
abajo en la tierra.
Todos esos héroes de la Iglesia han respondido al
llamamiento de la Virgen, todos éllos han aparecido
en la época fijada por la Virgen, todos han venido
para realizar la misión que la á’irgen les tema
asignada: por éso todos éllos venían marcados
con alguna señal mariana, ó revestidos con alguna
de sus insignias, ó distinguidos con alguna muestra
de su predilección y bondad: y por éso hacían de
la persona de María y de su augusto nombre el
esfuerzo de su debilidad, el aliento de sus espe­
ranzas, la seguridad de sus éxitos, el motivo de
sus empujes temerarios, la palabra que los llevaba
al heroísmo y la bandera que los precedía en todas
sus empresas y combates.
Abrid la historia y para convenceros de «ta
fuiidaiuental verdad, leed en las primeras página^
del siglo X IX , el nombre de un gran Patriarca
del cristianismo, de mi gran campeón de la causa
católica, del ilustre D. Juan Bosco, llamado proudencxalmente por la Virgen para ser la salvación
del pueblo que ha sido confiado a su protección >
amparo.

II

María maestra áe la le, Inspira a D. Bosco
so apostolado.
Es una verdad proclamada por todos los ap<>
legistas cristianos, que la única maestra de la
ha sido la Santísima Virgen: los principales inist‘*
ríos relacionados con la encamación, naídmien'®

— 57 —
V vida de Jesucristo, solamente los pvidieron
aprender de labios de María: solamente ella los
había presenciado, solamente de ella los pudieron
recoger para su enseñanza y predicación. Y el
cuidado que después la Virgen había de tener
para que esa fe no se alterase,' para defenderla de
todo error, para presentarla de toda iimovacdón,
había de alcanzar muy particularmente a todos
aquellos que bajo sus órdenes fueran escogidos
a ltó les de esa verdad, predicadores y defensores
de esa religión: y a tales apóstoles y predicadores,
la Santísima Virgen ya no les revelaría las verdades
que integran el Credo de las creencias cristianas,
sino que les revelaría la forma cómo habían de
llevar los trabajos, para renovar esa fe, ó para
preservarla de funestas novedades, formando en
el corazón de cada mío de sus apóstoles carácter
peculiar, que es como la distintiva de su espíritu.
Por eso, si es imiegable que todos los grandes
operarios apostólicos, que han sido llamados a
trabajar en esta heredad del gran Padre de fa­
milias. han aparecido marcados con el distintivo
general de la Virgen, que los ha suscitado, cada
uno en particular ha traído el espíritu propio para
la empresa a que era llamado. Que si, la Reina y
Madre de la Iglesia quería acomodarse a los desig­
nios de la divina Providencia, debía mandar
suficientemente preparados y equipados, a los
que ¿Ha deparaba Apóstoles de su Iglesia, á fin
de declarar al mundo que para todas las vicisitudes
y necesidades del mandato, faciUtaba siempre y
prociuaba los medios más proporcionados y los
más adecuados instrumentos. Así vemos aparecer
a esos insignes Apóstoles de la Iglesia, Patriarcas
de muy ilustres familias. Padres de muy largas
e ilustres generaciones, rodeados en su cima, e
infancia de ciertos reflejos reveladores del espíritu
que ha de informar toda su vida.
Nuestro insigne D. Bosco venía para el pueblo,
precisamente para ese pueblo, del cual la Virgen
ba sido constituida auxilio y refugio, para el pueblo
cristiano: y con tan marcada inclinación y deci­
dida volimtad hacia ese pueblo llegaba D. Bosco,
que solamente nos jjuede descifrar este misterio
ú visible protección de María hacia su amado
pueblo cristiano.
Porque D. Bosco nace estudiando al pueblo.
Tcrece en medio del pueblo, mezclado en los juegos
con los hijos del pueblo, ganándose su voluntad,
cautivándose su cariño, demostrándole el interés
que por él siente, haciéndole comprender que por
su instrucción y educación se afana, y para su
pesen’ación y formación ha sido providencialuiente enviado.
Parece que D. Bosco intuyendo el porvenir
bajo los auspicios de la \'irgen, que lo manda,
contempla la gran campaña., que en ese mismo
siglo XJX se va a entablar para pervertir al pueblo,
para arrancarlo de los brazos de la Iglesia, para
hacerlo apostatar de su religión, para alejarlo de
i^os, y así prepararlo para esas grandes conmocioces sodales en las que se pretendería hacer
•etnar al pueblo como instrumento demoledor
^ todo orden religioso, político y sodal: y bajo
•tt mirada previsora, estudia el pueblo en todas

las circunstancias en que se pueda encontrar, y
lo sigue a través de las vidsitudes diversas porque
pueda atravesar, y lo busca en todos los lugares
donde trabaja, y en todos los centros donde se
pueda reimir, y en las distintas esferas en que
pueda actuar; y lo mismo en los campos que en
las dudades quiere depararle asilos donde res­
guardar su fe, lugares de refugio donde preservar
su inesperienda, santuarios donde dcsemiKilvar
su honor tanto más digno de respeto, cuanto que
está algún tanto disimulado por su ignorancia,
e inconsdenda. Seguid, sino, en su nmrclur pro­
gresiva la obra colosal de D. Bosco, y poilréis
comprobar cómo en ella está previsto todo, y está
consultado todo, siu que quede desamparada ni
una sola drcmistanda, j>or la (luc pudiera ser
sorprendida su rehgión y su fe. l ’ara esos niños
desvalidos y desamparadas que carecen de inailre,
porque no la han conocido, o porque januUs han
sido objeto de su solidtud y cariño ha fundado
sus Oratorios festivos, sus escuelas diurnas y
nocturnas, sus asilos, donde los hijos de las últi­
mas capas del pueblo, reciben el sustento de la
inteligencia, el ahmeuto del alma y el pan del
cuerpo: para los hijos del trabajador, del oficial,
del operario, ha levantado Escuelas profesionales,
donde con ima sana y completa educación se pre­
paran a llevar el adelanto, la armonía y el bienestar
a la vida del taller, de la oficina, deJ empleo; Ies
sencillos hijos del campo, encuentran en las escue­
las y colonias agrícolas el secreto de santificar
una vida, que resulta tanto más sacrificada cuanto
que tiene que ir regada con sudores cuotidianos:
los de la clase más desahogada del pueblo, hallan
en los Institutos y Colegios salesianos una forma­
ción con la que pueden hacer frente a todos los
halagos y seducciones con que más tarde se pre­
tenda mancillar la nitidez de sus conciencias cris­
tianas: para proporcionar a ese pueblo operarios
apostólicos, que puedan estar más al alcance de
sus necesidades, que penetren más fácilmente en
sus misterios y adivinen sus fluctuaciones, (jue
por salir de entre sus propios liijos puedan albergar
más confianza de ser bien comprendidos y mejor
escuchados, ha levantado la obra de María Auxi­
liadora para la educación de aspirantes al sacer­
docio: y para seguir fomentando la buena educa­
ción del pueblo, previniéndolo contra cualquier
peligro y secundando toda la obra de su morali­
zación, ha implantado y reglamentado la difusión
de la buena prensa.
De este modo D. Bosco, con una mirada de
Profeta y de Aposto!, bajo la inspiración del cielo,
abarca en su método de salvar al pueblo, todo lo
hasta el presente conocido de previsión y de re­
construcción, armonizándolo todo, utilizándolo
todo, y fundiéndolo todo bajo su misión salvadora,
y estampando en todo el conjunto ese carácter
peculiar que delata a cuantos lo contemplan la
vocación providencial de su augusto fundador.
(Coniinuard).

58 de su jornal, tantas damas sus joyas y sus adornos,
tantos sacerdotes el estipendio de sus misas; y el
Santo Padre, a más de beneficiarla con bendiciones
e nidulgenciaS; entregó cinco inil.liras, para tener
parte en este Templo, que llamó «J oya de Kpaña 1.
De este Templo de esta Joya que, según palabras
de Benedicto XV, atraerá stdla diletía Spagna
l’abbondama dei favori celesti es el P. Manuel el
principal impulsor. ¿Negaremos un sacrificio para
BARCELONA (España). — Con el epígrale Bo­ magnificar sus Bodas de Oro?
das de Oro. ¡De gloria en glorial recibimos la coPediremos a los devotos de las benditas afinas;
luufficación siguiente:
de las pobrecitas que sufren el fuego expiatorio
« Aun recordamos aquel día de gloria (jue anti­ y a las que tanto consuelan ios sacrificios ofrecidos
cipó en la tierra saboreos de cielo. Celebrábanse al Templo Expiatorio del Sagrado Corazón.
las Bodas de Plata del P. Scliiralli; los devotos
¿Quién no tiene un ser amado sufriendo horribles
escogidos del Sagrado Corazón habían ofrecido tormentos? ¿Quién no tiene una afina querida
innumerables sacrificios para el estipendio de la expuesta a tanto dolor? Quién no tiene la saya
misa excelsa; con el importe de todos ellos se jun­ propia de la que quizás un día sus mismos here­
taron 28.208,80 pesetas, y todas se dedicaron a deros se olvidarán? Gocemos una parte de nuestra
la capilla de las almas del Purgatorio, que se.le­ herencia anticipando sufragios que pueden después
vanta junto al Trono donde el Señor ostentará faltar...
su Realeza. Parecía que, en lo humano, no era
Pediremos a todos los catalanes, a quienes el
posible solenmidad mayor; y sin embargo espe- Señor concedió el honor altísimo de escoger una
ríimos superarla; pues si ayer festejamoá unas de sus montañas para Trono de su Reinado.
« Bodas de Plata 9, mañana festejaremos unas
Pediremos a todos los españoles, a los que le
« Bodas de Oro ». ¡En la cumbre del Tibidabo aclamaron Rey en el glorioso Cerro de los Angeles.
vamos de gloria en gloria!
^ Recordad que este Rey envió uno de sus heraldce,
Bodas de oro del P. Manuel Henuida; del que para indicar el sitio donde quería su Trono; y este
comparte con D. Vicente Scliiralli la misión altí­ heraldo, el Vblé D. Bosco, que era santo y extran­
sima de levantar el Templo Nacional. Desde los jero sin parcialidad por ninguna región determi­
comienzos de la Obra ha sido el alma de ella; es nada, dijo que una Voz Divina le señaló la cumbre
el que no se arredró ante las primeras dificultades; del Tibidabo para levantar el Templo Monumental
es el que supo vencer los más contradictorios del Sagrado Corazón de Jesús en España.
A cmnplimentar el Mandato Divino debemos
obstáculos; es el que día tras día y año tras año
a lodos pide humildemente; es el que ofrece al contribuir todos. ¡Y es tan heniiosa, tan simpá­
Templo el perfumado incienso de su oración con­ tica, la ocasión que se presenta! Contribuir a una
tinua; es el que en su entusiasmo concibe las más misa excelsa de valor imponderable; lucrar sus
hermosas iniciativas, que Dios bendice y prospera. muchísimas indulgencias; tenninar tma parte de
A el se debió la idea, la organización y el éxito de este Trono de Gloria; dedicarla a las benditas
las ya celebradas « Bodas de Plata »; ¿qué le ofre­ almas del Purgatorio; y ofrecerla a las Bodas de
ceremos en sus Bodas de Oro? Es el Padre; es el Oro del benemérito sacerdote, cuyo admirable
celo alienta y vivifica esta obra hennosísima de
Maestro; sigamos sus huellas.
Renovaremos la petición de sacrificios para reparación y aiuor.
Por el Dulcísimo Corazón de J esús, por las ben­
otra misa excelsa; y el estipendio de esta misa se
aplicará a terminar la capilla de las almas que en ditas almas del Purgatorio, por el Vble. Don Bosco,
un día de gloria se cimentó. Se acabarán de levantar por Cataluña y por España, pedimos un sacrifico
sus muros; se abririhi sus hermosos ventanales;
que contribuya al mayor esplendor de la misa
se cubrirá su cúpula; y fruiremos el intenso goce excelsa. Y las oraciones de nuestro Padre Manuel
de ver cubierta y terminada una pequeña parte Henuida, en el solemne día de sus «Bodas de Oro»
prosperarán nuestras empresas y santificarán
del Templo Nacional.
Pediremos a lodos. Muy preferentemente a los nuestras almas.
Cuantos contribuyeron a las Bodas de Plata,
Salesiahos, a las Hijas de María Auxiliadora, a
los Antiguos Alumnos, a los Cooperadores Bene­ contribuirán sin duda a las Bodas de Oro. ¡En la
méritos. Ivl Padre Manuel en el cincuentenario cumbre del Tibidabo vamos de gloria en gloria!
de su onlonaoión sacerdotal ¿cuántas gracias,
BARACALDO (España). — Segunda asamblea de
cuántos favores, cuánt«\s trabajos ha detlioado a
los Cooperadores Salesianos.
nuestra Pía Sticietlad? ¿Podemos negar un pequeño
Esta tuvo lugar el día 5 del corriente.
sacrificio para festejar sus Botlas de Oro?
I'ué presidida por el Rdo. Sr. Inspector don
PetUremos a los devotos del Sagrado Corazón.
jKs para su Trono! ¡Es para cumplir su Di\-ino José BineUi, el señor Cura Párroco don Ignacio
Mandato! Es para gozar la gloria de haber contri­ Beláustegui, don Pedro Olivazzo y don Agustín
buido a esta obra hermosísima de reparación, a Pallares, directores de las casas dé Baracaldo I
esta obra de atuor para la que tantos niños han Santander respectivamente, don Sabino Hem»*
sacrificado sus infantiles goces, tantos señores el dez v don Arturo Díaz, Presidente de la Asocia­
humo de sus tabacos, lautos obreros una parte ción de Antiguos Alumnos.

Por el Mundo Salesiano



59 —

Una digna comisión de Cooperadores de Bilbao
honraron la asamblea con su presencia.
Dió comienzo al acto el señor Inspector don
José Binelli con breves palabras de saludo, al que
siguió una breve reseña de la labor realizada du­
rante el presente año, 1922, en el que se procuró
cumplir fielmente las conclusiones de la primera
asamblea.
El señor don Sabino Hernández hizo un dete­
nido estudio de lo que debe ser el Cooperador
Salesiauo, que es parte integrante de la Congre­
gación misma; a él no debe bastar para cumplir
con su cometido, cooperar con medios materiales
a esa obra, sino es menester que \'iva el espíritu
de D. Bosco.
Para llegar a este fin se tomaron las siguientes
conclusiones:
i<>. Todo Cooperador rezará diariamente un
Paier, Ave y Gloria a San Francisco de Sales.
2°. Se recomienda la oración diaria a María
Auxiliadora ¡Oh Saniisima e Inmaculada Virgen
María!, etc.
3<*. Hará todos los meses con fer\’or el ejerddo de la Buena Muerte y todos los años los Ejevácios Espirituales.

4°. Leerá y dihmdirá el Boletín Salesiano y
adquirirá el calendario salesiano.
50. Procurará tener en su casa en lugar prefereníe el cuadro de María Auxiliadora.
6°. Procurará ganar cada día las muchas In ­
dulgencias de los Cooperadores.
A continuación el señor don Agustín Pallares
se extendió en útiles consideraciones acerca de
las vocaciones eclesiásticas y religiosas, invitando
a los Cooperadores a que trabajen con alúnco
para fomentarlas y sostenerlas. Propuso las si­
guientes conclusiones que fueron aprobadas:
I®. Rezar todos los días al Señor para que
mande vocaciones a su Iglesia.
2®. Respetar y venerar a los Sacerdotes y Re­
ligiosos y procurar que otros hagan lo mismo.
3°. Intensificación de la educación cristiana
en los centros docentes.
4®. Guerra a la blasfemia y lecturas perni­
ciosas.
5®. Procurar que las entidades católicas lóca­
la contribuyan con alguna cantidad anual para
las vocaciones.
6®. Todo lo que se recaude en los coros de la
'iáta domidUaria de María Auxiliadora, será
ífistinado en favor de las vcx^adones.
7®. Procurar en la Iglesia im cepillo, en el que
se depositará el fruto de pequeños sacrificios y
jnvadones; lo recaudado se destinará para el
sostenimiento de las vocadones.
8®. Ropero entre las señoras de la ArchicoIradía de María Auxiliadora en favor de las voQdones actualmente existentes en el Colegio
Salesiano de Baracaldo.
9®. Bxascar personas que costeen alguna beca
o parte de ella en favor de las vocadones.
después ratificáronse las condusiones de la
Asamblea anterior y reeligiéronse las comisiones
®ca^adas del Oratorio Festivo, de la Asociadón
^ los Antiguos Alumnos y del culto de María

Auxiliadora, temiinando la Asamblea con unas
entusiastas manifestadones de simpatía y aliento
del Rdo. Sr. Cura Párroco don Ignado Beláustegui.
En el acto de despedirse los Cooperadores, se
les entregó a todos como recuerdo de la segunda
Asamblea, un hermoso folleto de ocasión, escrito
por el Re\nno. D. Pedro Ricaldone, intitulado F.l
Cooperador Salesiano.

ALLARIZ (España). — La Obra Salesiana.
Tiempo ha que los PP. Salesianos concibieron
la idea de beueficiar de algiín modo a nuestra \ illa,
por ser la cuna de religiosos salesianos jemplures;
pero siempre se estrellaban sus proywtos ante la
escasez de personal y de recursos.
En cuanto a la primera dificultad, se decidían
a hacer tiii sacrifido, dejando de atender otras
.muchas peticiones que continuamente se les hacen;
y a la segunda dieron principio a su solución el
reverendo Sr. Vicario de Allaríz, D. Marcial López,
el reverendo P. Salesiano, D. José Saburido y
D. Juan Martínez, al lanzar la idea de una funda­
ción ante las distinguidas señoras Dña Dolores
Blanco, Dña Jesusa 'Rodríguez y Dña Asunción
Colmenero (q. e. p. d.) las cuales hicieron un su­
premo sacrifido que Dios estará premiando en el
Cielo.
Y aprovechando esta base importante, vino el
celoso e incansable P. D. Daniel Conde y haciendo
propaganda entre sus parientes y amigos, consi­
guió formar ima jimta de señores que se compro­
metieron e hideron comprometer a otros muclios
a hacer una importante suscripdón, cuyo resultado
subió de 16.000 pesetas nominales.
Con estos fondos se dió principio a la obra; y
en el mes de Octubre de 1920, el Exemo. Sr. Obispo,
Dr. Ilundain, se dignó venir a bendedr la primera
piedra dando, al mismo tiempo, 3.000 pesetas
para el mismo fin.
Dios premie tanta generosidad, pues con élla
se ha continuado la obra, faltando ya poco de
cantería.
Pero como los materiales y mano de obra han
subido de predo en forma inesperada, precisíiba
allegar fondos para continuar la obra, y con este
objeto, el día 19 dei Octubre pasado, el Rdo
Padre Salesiano, D. Salvador P'eniández, daba
ima conferencia ante numeroso y "selecto público.
Como final leyó un estado de cuentas, .suplicando
a la concurrencia le aymidara a formar una junta
de Cooperadores que pusiera término a la obra.
Estamos seguros de que pronto, merced a la
generosidad de los hijos de Allaríz, podrán funcio­
nar en aquella hermosa pobladón las escuelas
salesianas.
ORIHÜELA (España). — El Oratorio festivo.
Con agradable sorpresa redbimos hoy en la
redaedón del Boletín Salesiano la visita del Ora­
torio Festivo de Orihuela, en traje de gala, trasformado.
Nos alegrábamos en el número anterior de ver
como por doquiera brotaban nuevas flores en la
prensa Salesiana, y debemos añadir hoy, con no
menor r^ odjo, que no sólo aumentan en número,

6o
sino que también se desarrollan con vida pujante
y próspera.
A cuantos pregunten por el Oratorio Festivo
de Orihuela les diremos con honda satisfacción,
(|ue es, como claramente lo dice el nombre, mía
])rolongacíón salesiana, de la genial y providencial
concepción de D. Bosco para la regeneración de
la sociedad; que es el antiguo almnno que reparte
a manos llenas entre los chicuelos del arroj'o las
ideas salvadoras (¡ue bebió en nuestras escuelas,
saboreando el sistema preventivo, que trasfomia
en apóstoles; que es el cooperador celoso (jue, a
ejemplo de nuestro Padre Fmidador, congrega a
los desheredados de la fortuna, a esos, que a me­
nudo desprecia y acorrala el mundo como a fieras
dañimis, para derramar en sus áridos y doloridos
corazones las mieles de su cariño e iluminar sus
licruíis inteligencias con doctrinas salvadoras y
despertar en sus almas ansias de cielo.
Si nuestros Cooperadores y Antiguos Almimos
tollos, unieran una decidida voluntad a la luz y
enseñanzas que recibieran de D. Bosco, pronto
el mundo, que se agita en convulsiones de muerte
y ananpiía, enrojeciendo las calles en luchas
fratricidas, gozaría las dulzuras de la paz, can­
tando his misericordias de Dios que tan generosa­
mente provee a las necesidades de sus hijos.
Nuestra enhorabuena más cumplida al Ora­
torio Festivo de Orihuela, a los agraciados rapazuelos de la Peña, a los señores que con caballe­
rosidad cristiana son su providencia, y a su abne­
gado Director, para quien elevamos una oración
especial a María Auxiliadora.
SEVILLA (ISspaña). — La Cruzada del Buen
Hablar. — Ayer tarde, se 26 de Noviembre ce­
lebró una velada organizada por la Cruzada del
Buen Hablar en la escuela de los padres Salesianos.
Tomaron parte en el acto el catedrático de
esta Universidad don Ignacio Caso y otros no­
tables oradores, que fueron muy aplaudidos por
el numeroso público que asistió a la velada.
VALPARAISO (Chile). — Organización de la
< Pia Union de Cooperadores Salesianos ». — Sc
cclcbró en el salón de actos de la Kscuela SaIcsiana de este puerto la reunión a que había
convocado el Director de esta institución, Pbro.
D. Julio Dati con el objeto de organizar en Valpa­
raíso, al estilo de sus similares europeas, una «Pía
Unión de CoojK'radores Salesianos ».
Presidieron la reunión los señores:
Rdo. Pbro. señor don Luis M. Nai B., Inspector
salcsiano; l ’bro. señor don Julio Dati, Pbro, don
h'co. J. de La hhicute; contralmirante don Javier
Martín, Juez don Gregorio León Villarroel, abo­
gado don Bartolomé Palacios, ingeniero don
Kduardo B. Budge, don Auibal Moya, abogado
doti Alejo Chaparro, don José González, Dr.
Garrido Femándéz; señoras Mary F. de Guarello,
señora de Pascual, señora Clara de la P. de Nieto,
señora Zmülda V. de Maunbens.
Abrió la sesión el Rev. P. Director de los Salesiduo.s, Pbro. don Julio Dati con las siguientes pa­
labras;

Las distinguidas señoras y caballeros aquí pre­
sentes, conocen y aman las obras de Don Bosco,
cuyo objeto es la formación intelectual y moralmente cristiana de los niños, especiahiiente pobres.
Ai conocimiento y al amor sigue la cooperadóo
y sobre la cooperación salesiana oiréis hablar al
distinguido y abnegado servidor de toda obra
buena, al abogado don Bartolomé Palacios, que
entre amigos, no necesita de presentación algiitia
porque de él podemos decir la conocida frase
« noster est »; es nuestrol
A continuación tomó la palabra don Bartolomé
Palacios, quien, en elocuentes frases, hizo un
resmuen de las obras salesianas, encomiando su
labor y llegando en cada período a la conclusirá
de qrte la obra salesiana es hoy por hoy la soludóu
de los problemas sociales.
Así, se refirió a la cuestión social, exponiendo
como en las escuelas primarias y secimdarias, por
la falta de la enseñanrza de la religión, se abre uu
campo propicio para que aprendan con facilidad
las doctrinas de disolución social.
Estinra que la labor de los Padres Salesianos,
iniciada en Italia por Don Bosco, es la llamada
a contrarrestar este mal, poniendo lá verdadera
solución del problema, ya que los esfuerzos de la
enseñanza de la juventud en estos establechnientiK
se dirigen especiahnente a educar a los jóvenes
cristianamente, acogiendo con igual sohdtud
desde el niño de más humilde cuna hasta el de
más elevada posición, procurando en esta forma
llegar a hacer que, tanto los unos como los otros,
se confundan entre sí por los lazos de la amistad
y de la tolerancia cristiana, afianzada por la base
reli|iosa común.
Hizo a continuación im resumen de las obras
a que dedica sus actividades la Cougregadóu
Salesianas y entre otras se refirió principahuente
al « Oratorio Festivo » que tiene por objeto recoger
en los días de fiesta a los niños pobres que, sin
saber que hacer en sus casas, donde generahnente
reciben malos tratos, salen a las calles a recoger
malos ejemplos, y procurarles unos momentos de
expansión sana,” poniendo a su alcance juegos,
lecturas, conferendas, etc.
De estos oratorios salen los muchachos que
más tarde entran a fonnar parte de las escuelas
talleres, donde se forman, no simplemente obreros,
sino jefes de taller, abriéndoles de esta manera
a los educandos un mayor campo de acti\idad
y de progreso.
Fiualnrente, hizo ver los beuefidos que se ob­
tendrían con establecer en \'alparaíso una « Pú
L'nión de Cooperadores Salesianos », e invitó a los
concurrentes a inscribirse en las filas de la institudón naciente, ya que las obligadones que se
contraen son casi nulas, y en cambio, son grandes
los benefidos que se reciben.
El Rdo Padre Nai puso ténniuo a la reuniéo
con atinadas frases sobre lo que deben ser k*
Cooperadores, a quienes invitó para formar un
grupo numeroso en \’alparaíso.

:X 3 E X :

5r-' ■
— 6i —
25 de septiembre de 1S74 hacía sus votos perpe­
tuos de religioso.
Ordenado sacerdote el 3 de octubre de 1875,
en San Nazzaro, por el Ihno. monseñor De Gaudenzi, asistiendo a la consagración el voaerable
Don Bosco, quien impuso las manos sobre la ca■ beza de ese su discípulo predilecto — poco después
daba un adiós a su patria y se dirigía a la nuestra
con la recordada expedición de misioneros salcR. P . Valentín Cassini, S. S.
síanos.
Volvió más tarde a Italia, en diciembre de 1887,
Había llegado a la gloria de una venerable an­
acompañando al hoy Emmo. cardenal Cagliero,
cianidad. Tenia setenta y mi años bien cumpbdos,
pero era la suya la actividad de un joven. Inquieto pudiendo asistir a la muerte del \ enerable fiuidador, acaecida en Turín el 31 de enero de i888.
j nervioso, abrasado de celo, lleno de espíritu
En el espacio de tiempo en que estuvo entre
evangélico, humilde y sencillo, pescador de ahnas,
director de conciencias, padre de la niñez, para nosotros desempeñó el cargo de prefecto del co­
legio Pío IX de artes y oficios, ocupando ese mis­
decirlo con una sola palabra: salesiano ejemplar,
mo puesto a su vuelta de Italia que fué el 13 de
era como una prolongación viviente de Don Bosco,
cuyo discípulo fué, en el seno de la familia sale- marzo de 1888, ocupando dicho puesto hasta el
siana, tan arraigada en nuestra patria y los frutos año 1896 en el que volvió nuevamente a Italia
para visitar a su madre ya anciana.
de cuya admirable acción todos conocen.
Los superiores le encomendaron entonces la
— ¿Qué me dice, padre?
fimdación de los colegios de América del Norte,
— Que la muerte no me espanta. Da veo llegar...
juo la temo, no! Hs Don Bosco que me llama. Hs partiendo como superior de un grupo de misio­
Dios que así lo qrdere. Es María Auxiliadora que neros que se dirigían a Estados Unidos, el 17 de
bondadosa me dice que ya he vivido mi jomada. febrero de 1897.
Allí fundó y echó los cimientos de la obra sale­
Así decía ayer al hermano de congregación
que lo asistía y que acababa de darle los auxilios siana, quedando como párroco de la iglesia de
Corpus Christi de San Francisco de California,
religiosos. Pocas horas después, serenamente,
pleno de conformidad, rodeado por los superiores que él mismo levantó y atendió en sus comienzos.
El 13 de diciembre de 1903 pasó nuevamente
de la casa, en su celda del colegio Pió IX , el reve­
rendísimo padre \'’aleutín Cassini entregaba su a nuestra república, siendo destinado para el
colegio de Bahía Blanca en el que permaneció
alma a Dios.
Si la obra abnegada de Ic^s misioneros fuera hasta el año 1905, fecha en la que los superiores lo
debidamente valorada, si se tuvieran noticuas destinaron a atender a la parroquia de San Carlos
derlas, de la eficacísima acción civilizadora y pa­ de nuestra capital, con el cargo de teniente cura,
triótica de estos hombres admirables que se con- puesto que ocupó hasta el fin de sus días con ejem­
.^agrau a la educación de la niñez pobre, si alcan­ plar dedicación.
Este fué el campo de acción del R. P. Cas.sini,
zara hasta ellos la gratitud del país al que sir^■ cn
desinteresada, generosamente, debería perpetuarse conocidísimo de todos sus feligreses, <iuc admi­
en el mániiol o en el bronce de una estatua la raban en él un ahiia grande, abnegada y dedicada
memoria de este virtuoso sacerdote fallecido ayer siempre a su ministerio sacerdotal, al <iuc atendía
aún con penosos sacrificios. Nunca .supo rehusarse,
a las 19 horas y 30 minutos en el colegio Pío IX,
asistido per los Rvmos. inspector de los salesianos cuando se trataba de la salvación de alguna alma.
No conoció el * no puedo » sino hasta .sus últimos
en la Argentina PP. Valentín Bonetti y Luis J.
días en que tuvo que retirarse por no poder ya
Pedemoute y por el director del colegio Pió IX,
sostener .sus tareas cotidianas. Y hasta en el lecljo
R. P. Jorge Serié.
La legión de sus ex aluiimos, incontables en <.lel dolor y de la agonía se prestó gozoso a atender
realidad; sus muchos liijos espirituales, los amigos a las confesiones de sus hermanos de congregaciíhi
todos de la Congregación Salesiana llorarán su' que cariñosamente lo visitaban y lo rodeaban de
cuidados.
muerte.
Enfermo, postrado en cama, cuando hace poco
Se va cx>n él el único sobreviviente que quedaba
« América de la primera expedición de misioneros más de un mes el Eminentísimo Cardenal Gascjuet
salesianos que enviara el Venerable Fmidador visitó el colegio Pío IX , abandonó el padre Ca.ssini
Don Bosco, el año 1875. El jefe de aquella expe­ su lecho para saludar al cardenal.
— No es prudente lo que Ud. hace, — alguien
dición de conquistadores espirituales es el .único
le dijo.
que aun vive: es el Enmao. cardenal Juan Cagliero,
— No sería prudente quedarse en la cama
recordado apóstol de nuestra Patagonia.
Había nacido el P. Cassini en Varango (diócesis cuando un príncipe de la iglesia nos viene a visitar.
Lo cierto es que desde ese día se sintió bien y
de Monferrato), Italia, el día 10 de abril de 1851.
Su padre don José
y su buena madre doña tomó a sus fuTeas habituales. El pasado domingo
Haría Ceretti, lo presentaron a Don Bosco y el estuvo en la Boca, con motivo de los festejos de
cotonees niño Valentín ingresó al oratorio del las bodas de la parroquia de San J uan EvangeÜst a
•póstol de la niñez el i i de ^ osto de 1863. Diez y asistió al limo. Monseñor Alberti en la ceremonia
•ños más tarde vestía la sotana sacerdotal y el religiosa.



62 ---

Ha caído, pues, con las manos puestas sobre
el arado sin haber vuelto nunca la vista atrás
para no dejar de ser apto para el reino de Dios.
Da Congregación Salesiana experimenta con su
muerte una grave pérdida. En su duelo la acom­
pañan los católicos de todo el país. (Argentina).

Rdo. Padre Domingo Miianesio.
En el Colegio Salesiano de Bernal, Argentina,
donde residía desde hacía dos años, acaba de
fallecer, en el día 24 de Noviembre, el anciano
misionero salesiano, a la edad del 79 años, de
los cuales paso 40 trabajando en las Misiones
de l ’atagonia.
Nacido en Turín en 1843 cursó sus estudios
sacerdotales bajo la dirección del Venerable D.
Bosco, el cual, una vez ordenado sacerdote, lo
envió a Buenos Aires como Misionero.
Desempeñó el cargo de Teniente Cura en la
Parroquia de « Da Boca » en 1878 y 79, dis­
tinguiéndose por su trato afable y su celo por
los jóvenes, a quienes entretenía con honestas
diversiones.
ICn aquella parroquia fue atropellado por
un sectario que pretendió quitarle la vida, dán­
dole un puñetazo con la mano armada de un
guante de liierro. E l buen P. Miianesio perdonó,
a su ofensor y a pocos días de distancia, cuando
mejoró de su herida, le tocaba extender el acta
de defunción de aquel desgraciado que caía
bajo el plomo de un enemigo que le hirió en la
sien, mientras sorbía una taza de café en un
negocio de la Boca.
La acción descollante de este benemérito
Salesiano la realizó en la lejana Patagonia y
en modo especial entre los indios araucanos de
nuestros territorios del Sur.
A raiz de la conquista del desierto, cuando
los viajes eran difíciles y i>eligrosos, cirando
los indios reducidos por la fuerza conservaban
en sus corazones el odio de la derrota, el P. Milanesio se constituyó en amigo y protector de
los indios.
lü año 18S6 se dirigió a la Patagonia, traba­
jando con celo en compañia de los ínclitos mi­
sioneros Salesiaiios el actual Cardenal Juan
Cagliero y el malogrado Monseñor José Fagnano.
l\n Carmen de Patagones, en Choel, RocaCluvímalal y Junín de los Andes ha dejado
imlx>rrable huella de su actividad.
Fué el primero que atravesó en carro el
paso .del luoinen en la Cordillera camino de
Chile, donde personas pudientes y generosas
que conocían y estimaban al misionero, le soco­
rrían con sus limosnas para realizar sus planes

de progreso y beneficencia en favor de los
indios.
Lo mismo hacían numerosas familias de esta
Capital donde periódicamente daba conferen­
cias en los principales Templos, pidiendo li­
mosnas para los indios.
Así se explica como sin muchos oficiales
levantó el Colegio de Chosmalal y el de Junín
de los Andes, edificando también el Colegio de
las Hermanas de María Auxiliadora, que con
tanta abnegación educan a las hijas de los in­
dígenas.
Contribuyó eficazmente a calmar el encono
de los viejos leones del desierto, los Caciques
Calfucurá y Namuncurá que le amaban y escu­
chaban su palabra con respeto y acatamiento.
En sus largas excursiones de misionero atra­
vesó a caballo repetidas veces, visitando rancho
por rancho a los indígenas, desde la Cordillera
hasta Rawson. E l mismo calculaba en más de
ochenta mil kilómetros el recorrido de su rida
misionera a caballo.
Estudió el idioma de los indios araucanos
y contribuyó al progreso de la ciencia, publi­
cando varios opúsculos con más de dos mil voces
y locuciones del idioma Mafuché.
L a dulzura apostólica y una caridad, llevada
hasta la abnegación, fueron las características
de este activo misionero.
Varias veces se trasladó a esta Capital para
perorar ante las autoridades la causa de los
indios en épocas en que peligraban perder las
propiedades y para solicitar el título difinitivo
a que eran acreedores. Los aborígenes recono­
cían en 'el Padre Miianesio el desinteresase de­
fensor y bienhechor, y hasta hace pocos meses
el Cacique venía a Buenos Aires para solicitar
la protección de su amigo el misionero Rlilanesio.
Fué un activo propulsor del progreso de nues­
tros territorios fomentando, la inmigración sana
y robusta.
Con sus correspondencias en el Bolciin SaUsiano, que se edita en Turín en cinco idiomas y
con un tiraje de casi medio millón de ejemplares,
y con sus opúsculos sobre las regiones de U
Patagonia, ilustraba y daba a conocer la ferti­
lidad y riqueza de nuestras inmensas pampas.
Ha sido un verdadero procer del progreso,
dedicándose también a fomentar la enseñanza
nacional de la agricultura según los sistemas
modernos. Descanse en paz el apóstol de la
Patagonia.
R. I. P.

Con aprobación de la Autoridad Eclesiástica: Gerente: GEMINIANO FERRARI.
Establee. Tip. de la Sociedad Editora Internacional. — Corso Regina Margherita, N. 174 - TURIN

S O C IK r > J V X >

I jV O M í R

jV

A O IO IV

Avenida Regina Margarlda, 174 — TURfN (italla)

Opera novissima juxta novum Codicetn Juris Canoníci

Theologia dogmática, moralis, mystica, pastoralis.
RACCA Sac. PETRUS. — Theologiae moralis
synopsis. Breve opus ex sapientissimis scriptoribus de Re Morali eductmu et ad normain novi
codicis juris Canoníci exaratuiu: Libellae 12,50.
Apud exteros: libellae 17,50.
HAZZELLA HOR. Archiep. Tarentinus. — Praelectiones Scholastico-dogmaticae breviori cursui
aox)iuodatae. Editio quinta recognita et aucta.
Vol. I. — Tractatus de vera Religione, de
Scriptura, de Tradüione et de Ecclesia Christi.
lÁbellae 25. — Apud exteros: libellae 35.
Vol. II. — Tractatus de Deo Uno ac Trino et
de Deo Creante: Libellae 25. — Apud exteros:
libdlae 35.
Vol. m . — Tractatus de Verbo Incarnato, de
Gratia Christi et de Viriutibus infusis: Libellae 25
— Apud exteros: libellae 35.
Vol. IV. — Tractatus de Sacramentis et de Novissimis: Libellae 25. — Apud exteros; lib. 35.
SEBASTI'ANI Sac. NICOLAUS S. Theol. et
utriusque iuris Doctor, Cancellarius a Brevibus
Apostolicis Pii PP. X I. — Summarium Theo­
logiae moralis ad codicem Juris Canoníci
accomodatum cum lucupletissimo indice analytico:
Editio quinta maior (1920). In-8 niax.: Libelae 9,50. — Apud exteros: Libellae 13,50.
Editio sexta minor - manualis. In-240 (cm.
9X15) charta indica pondere minimo, pag. 650.
Linteo contecta: Libellae 14,50. — Apud exte­
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Cordis tf. V. Mariae. — Theologiae asceticae
et Mysticae cursos, ad usum Seminaiiorum, Institutorum religiosorum, clericoruin, necnon
Moderatorum animarum. Prima versio latina
ab auctore recognita et adprobata: Libellae 8,50.
— Apud exte'os; Hbellae 12.

emendata. — Opus juxta S. P. Benedicti X V
optata sacrae praesertim juventuti coimuendatmu: Libellae 45. — Apud exteros: libellae 63.
CAPPELLO Sac. F E L IX S. J. — Tractatus canonico-moralis De Sacramentis, jiixta codicem
juris canonici: Vol. I. De Sacramentis in genere
(De Baptismo, Confirmatione et Eucharislia).
1921: Libellae 20. — Apud exteros: libellae 28.
CARBONE Sac. C. Theologiae et juris canonici
Doctor, in Seminario Regionali Apulo-Lucano,
Theologiae Dogm. et Sacrae Eloquentiae Magister, — Examen Confessariorum *ad Codicis
Juris Canonici normam concinnatum: Libellae
12,50 — Apud exteros: libellae 17,50.
MIJNERATI Sac. DANTIS. — Prontnarium pro
ordinandís et confessionis examinandis: Libela
lae 4,50. — Apud exteras nationes: libellae 6,30.
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ralis ad usuiu scholarum theologicarmii. Editio
tertia ad cánones codicis ex integro redacta.
Opus iu vol. quatuor in-80 max. dis ributuni
1921: Libellae 30. — Apud exteros: libellae 42.
— De Sacramento Matrimonii. Tractatio canonico-moralis ad normam codicis redacta: Libel­
lae 4,50, — Apud exteros: libellae 6,30.

EXERETO P .JO S E P H il.O rd .C ap p .— Compendium Theologiae Moralis juxta novum codicem
Juris Canoníci. Editib II, 1920: Libellae 7. —
Apud exteros; libellae lo .

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ralis. Editio nova cum antiquis editioiiibus
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^octrinam. Pars apblc^etica: De Revelaiitme per
Ecclesiam catholicam proposita. Editio 1921

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Psycho-patholc^ae spedmen in usiun confessarionmi: Libellae 12,50. — Apud exteros: li­
bellae 17,50.

< S O O lK l> J V I >

K O IT O J R A .

I I V 'I 'I B ^ R I V A .O I O I V i V r v

Avenida Regina Margarida, 174 - TURIN (Italia)

Sac. Prof. A. M. MICHELETTI
E m e r itu B v ic e - p r a e s e > e t P a e d a g o ^ ia e E c c le s ia s t ic a e le c t o r in P o n t i f i c i o C o lle g i o A p o s t ó lic o L e o n ia n o
d e U r b e , C o n s u l t o r S . C . S e m i n a r i o r u m e t U n iv e r s it a t u m

1) Commentarium in S. C. EE. et RR. Decretum et Normas pro refonnalione Sauinariorum,
cuín suppleniento 1918, continente omnia quae,
juxta Novmn Codican Juris Canonicis, ad opus
referuntur:
Pars I. De raiione Pietatis in Sacris Seminariis.
Pars II. De ratione Studiorum in Sacris Semi­
nariis.

Pars III. De ratione DiscipUnae in Sacris Semi­
nariis.

Libellae 15,50. — Apud exteros: libellae 22.
2) De Pastore animarum. Enchiridíon asceti*
cum, canoniciun, liturgicum ac Reginiinis juxta
recentissimas RR. PP. Constit. ac S. RR. Congr.
novissimas Eeges digestimi. Vol. cum documentis
ac paradigmatibus juxta nuperrimas S. RR. Congregationis declarationes et decreta exaratis, cum
supplemeuto 1919, continente omnia quae juxta
Novum Codicem Juris Canonici ad opus referuntur:
Libellae 14. — Apud exteros: libellae 20.
3) Summula Theologiae Pastoralis juxta recentiora Apost. Sedis documenta legesque digesta,
necnou hodiemis necessitatibus ac Scholis accoMv .finta. Cum sapplemeuto a. 1919, continente
omnia quae juxta Novmn Codicem Juris canonici
ad opus referuntur: Libellae 10. — Apud exteros:
libellae 14.
4) De regimine ecciesiastico relígiosomm necnon Seminariorum ad mentem S. Gregorii Magni,
S. Ignatii Loyolensis et S. Caroli Borromaei, aliorumque SS. Patrmn et Ecclesiae Doctorum, necnon Suinmoruiu Pontificum recentioruiu. Sum­
mula praelectionum habitarum in Pontificio Collegio Apostolice Leoniano in Urbe (Niliil in hoc
Volmuiue « De regimine » est imiovandmu, quam-

S t u d io r u m .

vis Novus Codex Juris Can. editus sit): Libellae 15.
— Apud exteros: libellae 21.
5) De Superiore communitatum Religiosanm,
Manuale ascetiemn, canonicum ac regiminis. Editio
cum supplemento 1919, continente omnia quae
juxta Novum Codicem Juris Canonici ad opus
referuntur: Libellae 10,50. — Apud exteros: libel*
lae 14,50.
6) De Rectore Seminariorum Clericalium. Ma­
nuale canonicum paedagogicum ad mentem S.
Caroli Borromaei, Sunmiorum Pontificum ac SS.
RR. Congregat. recentiorum decretorum digestum. Praelectionum paedagogiae ecclesiasticae
specialis in CoUegio Apostolice Leoniano in Urbe
habitarum. Editio cum supplemento 1919. conti­
nente omnia quae juxta Novum Codicem Juris cano­
nici ad opus refenmtur: Libellae 7. — Apud exteios
libellae 10.
7) Jus Pianum. S3mopsis chronologica argumentorum, anal3riico-synthetica, alphabetica, gentium, locorum ac personarum ad acta et decreta
a SS. D. N. P ío X P.M. in primo Sacri Principatus
Eius decennio lata, vel a SS. RR. Congregationibus, Officiis ac T ’^'l/.'ííalibus promulgata; I,ibellae: 16. — Apud exteros: libellae 22.
8) Constitutiones Seminariorum Clericalium ex
Codice-Piano-Benedectino omnimu gentimu Sacris
Iiistitutis acconiodatae. Ed. 1919: Libellae 15. —
Apud exteros: libellae 21.
9) Jus religiosorum ex Códice Novissimo eius-y!
que authenticis interpretationibus ordine al^
phabetico-analytico digestum. In-32. Editio I92i>
Pag. 590. Charta indica, rubro et nigro impressa. Contecta linteo: Libellae 1 1 . — Apud exteroK
libellae 15,50.

Florilegium Hieronymianum anuo MD a Maximi Doctoris obitu recensuit adnotatíonibus auxit
Angelus Picarra praefatus est Félix Ramorinus curavit Pia Societas e S. Hieronymb mmcupau
evaugeÜis italice pervulgandis: Libellae 10. — Apud exteros: libellae 14.
A

Redacción y AdmlnlSbiraclón: Via Cottelengo, 32 - TURIN.

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Conjuntos de fichas
Boletín Salesiano
1923