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Título
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BS_1924_02
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Descripción
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Boletín Salesiano. febrero 1924
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Fecha
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1924.02
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extracted text
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BOLETÍN SALESIANO
REVISTA DE LAS OBRAS DE DON BOSCO
Año XXXÍX.
FEBRERO 1924
Número 2.
Santuario de María Auxiliadora ea coaatrucclóa, en San Pablo (Braaü).
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A v e n id a R e g i n a M a r g a r id a , 174 — T U R ÍN (Ita lia )
NOVUM MISSALE
ex decreto Sacrosaocti Ooncilii Tridentini
MissaleRomaiinrestitutum
8. P ii Y. P. M. jussu editum aliorum Pontificum cura recognitum a Pió X reformatum et SS.mi
D. -N. Benedicti X V auctoritate vulgatum.
1) E d itio typica V aticana nigro tantu m impressa, cum ru bficis italicis literis resnltantibus,
in charta subtili sed solida. Cm. 1 7 x 2 6 m arginibus comprehensis.
Sine tegumento: L ib e lla e 30. — A p n d exteros: libellae 42.
Conieotum: 1) Sem ipelle ac tela , sectione rubra, titu lo ac cruce deauxatis: L ib e lla e 60. —
Apud exteros: lib. 84.
2) T o ta pelle rúbeo colore, sectione rubra, titu lo ac cruce deauratis: L ib ella e 80. — A pud
exteros: libeUae 112.
3) T o ta peUe rúbeo colore, auratis foliis, titu lo deaurato in dorso ac cruce au rata in
planibus: L ib ella e 100. — A p u d exteros: libellae 140.
2 ) E d itio Tu ron ica ju x ta typ ic a m V aticanam . Cm. 2 3 x 1 5 . Im pressum rúbeo nigroque
colore. S in e tegumento: L ib ella e 70. — A p u d exteros: lib. 80.
Contectum: 1 ) L in te o , cum titu lo áureo, sectione rubra. L ib ella e 84. — A p u d exteros: lib. 90.
2) O m nia u t supra N . 1 sectione vero aurata. L ib ella e 91. — A p u d exteros: libellae 100.
3) T o ta pelle, cum titu lo áureo, sectione rubra. L ib ella e 112. — A p u d exteros: libellae 120.
4) Om nia u t supra N . 3, sectione vero aurata. L ib e lla e 140. — A p u d exteros: lib ella e 150.
3 ) E d itio Tu ron ica ju x ta typ ica m V atican am (N . 14 typu s 2 8 x 1 9 ). Im pressum rúbeo
nigroque colore. Textu s illustrationibus n itet, chrolibinaque im pressione adeo perbeUi refu lget,
perspicuitas literarum visum non laedit. M ínim um est pondus bujus Missalis (2 K g . ) u t
a pueris ecclesiis inservientibus fe rri potest.
S in e tegumento: L ib ella e 70. — A p u d alias nationes: libellae 80.
Contectum: 1 ) Sem ipelle ac tela rúbeo colore, sectione rubra, titu lo a c cruce deauratis:
L ib ella e 125. — A p u d alias nationes: libellae 140.
2) T o ta p elle rúbeo colore, sectione rubra, titu lo ac cm,ce deauratis: L ib ella e 200. — A pu d
alias nationes: libellae 220.
3) T o ta peUe, rúbeo colore, auratis foliis, titu lo deaurato in dorso ac cruce aurata in planis:
L ib ella e 225. — A p u d alias nationes: libellae 245.
4) E d itio Tu ronica ju x ta typ ic a m V atican am , manualis 1922 (cm . 10 x 15). E d itio in ó m
nibus cum cd ition e concordans, charta in dica tenui e t solida, cum characteribus m agnis et
porspicuis rubro e t n igro impressis, accuratissima.
Sin e tegumento: L ib ella e 28. — A p u d exteros: libellae 40.
Contectum: 1 ) L in te o , cum titu lo áureo, sectione rubra: L ib e lla e 35. — A p u d exteros: L i
bellae 47.
2) Om nia u t supra, sectione vero aurata: L ib ella e 40. — A p u d exteros: lib ella e 55.'
5) E d itio I Taurinensis, 1921, iuxta typicam , com m odissim a, in paginis conficiendis comm oditatis ratione habita, fere num quam lectorem ab una ad aliara paginara rem ittens, pag.
pa ten t cm. 14x2334> rubro-nigro impressae, cum lineis rubris in quadrum ductis, characte
ribus nitidissim is apposite fusis, lectu va ld e idoneis.
E d itio haeo iu duabus chartis diversis ven it:
In charta indica subtili ac solida (M issal. religa t. gram m . 600 pondo)
In oharta a m achina crassiore (M issal. religat. gram m . 1100 pondo).
S in e tegumento: LibeU ae 50. — A p u d exteros: libeUae 65.
Contectum: 1) Semi-peUe rúbea ao tela eiusdem colorís in planis, titu lo ac cruce in plañís,
foUis coloratis (v e l infectis coloribus): LibeU ae 75. — A p u d exteros: UbeUae 97,50.
2 ) T o ta peUe n ib ea , foliis coloratis, titu lo in dorso ac aurata cruce in planis: L ib e lla e 90.
— A p u d exteros: UbeUae 117.
3 ) T o ta peUe rúbea, deauratis foliis, titu lo in dorso ao aurata cruce in planis: L ib ella e 100.
A pu d exteros: libeUae 130.
BOLETÍN SALESIANO
REVISTA DE LAS OBRAS DE DON BOSCO
Año XXXIX..
FEBRERO 1924
Número 2.
S u m a r io : R etorno a la Iglesia. —■ Gracias áe nuestro Ven. P . D o n Basco. — Las Escuelas
Profesionales de Sarria en la Exposición Internacional del M u eble, en Barcelona. — Homenaje
del Coíefio Saíesiano de yalparaíso, C hile, a l Em m o. Card. B enlloch, — Ahuevo O bispo Salesiano. — j4c(Jón Salesiana en la Fdiagonia. — L o que es la ex-alumna, — D e nuestras M isiones:
C hina, Brasil. — E p isod ios'd e las Misiones. — Tesoro espiritual. — Cuito de M aría A u x ilia
dora. ^ Gracias de M a ría A u xilia dora . — P o r el mundo salesiano. — Los que muoron.
R e to rn o
a
L o s tiempos cambian...
N o ha mucho que malvados e ignorantes
agoreros nos daban como segura la próxim a
desaparición de la Iglesia, cuyos funerales se
disponían a celebrar con manifiesta algazara
y complacencia.
E l hombre, m ayor de edad, conocedor de las
ciencias, de las artes y de los secretos de la na
turaleza, repudiaba, como humillante y ver
gonzosa, la amorosa tutela de la Providencia
y de la Iglesia, de la que no necesitaba y a para
gobernarse y regir sus destinos sobre la tierra.
Quédese Dios, decían en su loco desvarío,
para la infancia de los pueblos, no para los si
glos de las luces y el progreso. N a d a queremos
saber de cielo, eternidad, de espíritu y otras
fábulas de enfermizos soñadores, o invenciones
pueriles de poetas; a nosotros nos basta la tierra,
que, con el desarrollo portentoso de la agri
cultura, de la industria y del comercio, junto
con los esplendores de la filosofía, de las ciencias
y sabia legislación convertiremos en regalado
paraíso.
Y a las dulces reconvenciones de la Iglesia
que sé esforzaba, como Madre, para disuadir
a los ingratos hijos de tan desatinados y graves
propósitos, respondieron con guerra despiadada,
resueltos a borrar hasta su memoria de la tierra.
¡Desgraciados! Ignoraban por lo visto lo
que le ocurrió a Saulo en el camino de Damasco,
cuando, cegado por el odio, se dirigía a exter
minar a los cristianos.
Saulo, Saulo, le decía Jesús, al tiempo que
el perseguidor caía anodadado del caballo, ¿por
qué me persigues?: dura cosa es para t í el dar
co<£S contra el ^ u ijó n .
la
Ig le s ia ^
Y la historia se repite, corroborando las pro
mesas de Jesucristo a su esposa, la Iglesia:
« . . . que las puertas del infierno no prevalecerán
contra ella ».
Con efecto, después de varios siglos de vanos
esfuerzos por obscurecer las luminarias del cielo
con nubes de errores y p o lvo de insulsas filo
sofías, asistimos a un espectáculo grandioso,
de resurgimiento espiritual, de amor y acata
miento al soberano magisterio de la Iglesia,
con mengua y baldón de sus detractores y fal
sas doctrinas.
Envalentonados los incautos con los fáciles
triunfos que Dios permite, a veces, al m al para
purificar a los justos y castigar la osadía de los
mismos impíos, pretendían nada menos que
arrojar a Dios del universo y burlarse de su
obra, al par que sofocaban el cristianismo, para
form ar un mundo nuevo a su antojo, más ar
mónico, científico y hermoso que el primero.
¡Infelices! bastó un débil vientecillo, el fla
gelo de la guerra para dar al traste con sus in
sanas maquinaciones y derrumbar en un mo
mento, com o castillo de naipes o juguete de
niiíoR, el soberbio alcazar que la decantada
ciencia humana levantara con tantos afanes
para entronizar en el sus ídolos.
¡\'^ano empeño el de la impiedad! Luzbel, a
quien secundan, no puede ser rival de Dios,
sino su esclavo. Los triunfos que les promete,
y que el Señor permite, son pasajeros; por lo
que inútilmente se cansan en remover pasiones
y olas de paganismo con intención de hacer
naufragar a la Iglesia. Cimentada sobre incon
m ovible jo c a es indestructible. Podrá, a lo sumo,
la maleza afear sus maravillosos pórticos, pero
36 —
bastará una guadaña para devolverle su prís
tino esplendor. Las tempestades que rugen en
torno al Vaticano y mueven las olas del l ^ o
del mundo para atemorizar a los que bogan
hacia la patria feliz en la barca de Pedro, no
son más que nubes y tormenta de verano que
apenas salpican y se resuelven en viento.
H o y como en el Edén, en los días del diluvio,
o en las llanuras del Senaar, la soberbia del hom
bre y sus perversos designios resultan fallidos,
porque la guerra contra el catolicismo y la
iglesia, como guerra contro Dios, provoca su
irá y queda por lo mismo condenada al fracaso
más ridículo. ¡N o faltaba más que la hermosa
semilla sembrada por Cristo y regada con la
sangre generosa de millones de mártires, hu
biera de agostarse al soplo de las doctrinas neopaganas que escupieron Comte, Darwin, Marx,
Rousseau y la fam ilia Enciclopedista, junto
con Lombroso, Zola y toda la ga villa de insen
satos corruptores, vergüenza de la humanidad!
Provocáran, es cierto, con sus insensatas
teorías hecatombes como la de la guerra pa
sada que cubrirán de luto y lágrimas a media
humanidad, pero la Iglesia sobrevivirá a todos
los que con su malicia y satánico empeño no
han hecho más que hermosear la corona de
espííias que le ciñeron al bajar ellos mismos al
sepulcro, que para E lla abrieron en momentos
de triunfo delirante y efímero.
L a Iglesia es como el sol que siempre res
plandece, y si alguna vez parece oculto por la
niebla de la mañana, es para aparecer más
radiante al mediodía.
*
* «
Lo s tiempos cambian...
A la cerrazón revolucionaria que amenazaba
acabar con la civilización cristiana, amedren
tando a los hombres de poca fe que no saben
leer en los astros ni en los acontecimientos, su
cede risueña alborada, prometedora de tiempos
más felices y bonancibles.
D e nuevo el niundo, que trepida como caldera
a punto de estallar, se salva de la vorágine por
la eficacia de las doctrinas del Evangelio. Jesús
desbarata los planes malvados de la jav ría, que
huye, como refrenó un día la furia de las olas.
Cristo morirá, la vetusta religión está radi
calmente muerta y la fior de la intelectualidad
huye de ese cadáver, tapándose la nariz cuando
evocan su nombre, decían poco ha con desdén y
arrogancia los Combes, los Caillaux y los H .
Heine, y ellos bajan himiillados a la tumba o
peregrinan en el olvido y la desgracia, mientras
las agrupaciones de la Politécnica de su país
pasan la noclies en adoración en la Basílica d ef
Sagrado Corazón y los estudiantes de la Es
cuela N orm al Superior hacen colectas a la
puerta de las iglesias, sombrero en mano, para
las conferencias de S. Vicente de Paúl, y las
juventudes estudiosas de Polonia, Checoedovaquia, Ita lia y España etc., católicas en su
inmensa mayoría, se postran a los pies del
Vicario de Jesucristo para recibir con sus ben
diciones la palabra de orden que ha de batir al
enemigo victoriosam ente hasta en los últimos re
ductos.
L a inminencia de la catástrofe ha sacudido
las conciencias, no solo de los gobernantes, que
con Musolini, L lo y d George, P rimo de Ribera
y Coolidge proclaman desde el gobierno « la
necesidad de retom ar al cristianismo », « de
v o lver a los pueblos a la educación católica »,
« la necesidad de la moral en el gobierno de las
naciones »... sino tam bién de los directores de
la inteligencia que, con filósofos preclaros como
Benedetto Croce, confiesan ante el parlamento
de Ita lia la grandeza del cristianismo, y escri
tores selectos, toda una pléyade de ingenios
como los Maeztu, los Chesterton y los Papinis,
que, viniendo de lejos como los Veu illot, los
Brunetiére, los Coppée, los Huysm an y los D o
nosos del siglo pasado, desarrollan una valiente
cruzada en fa vor de la Iglesia, condenando en
la cátedra, en el tea tro ,. en la novela y el pe
riodismo la obra del liberalismo ateo, la actual
cultura neopagana, harto saturada de resabios
del Renacimiento y de la Reforma.
Alm as nobles, anhelosas de beber en la fuente
de la verdad, han hollado todas las cumbres,
todos los valles, analizando todas las escuelas
con la decepción más amarga para el alma, tor
turada en tan larga y árida peregrinación, hasta
que, volviendo sus ojos al cristianismo, halla
ron el maná que satisfizo sus ansias, la luz y la
paz tan vivam ente deseadas, oyeron de los
labios de Cristo las palabras de vida eterna.
O id como Papini fustiga a sus colegas de
ayer, hablando del A póstol Tomás:
« ... Esa respuesta ha h ed ió de él uno de los
hombres más famosos de todos los siglos, por
que es una virtu d de Cristo eternizar a los mis
mos que le ofenden. Todos los escépticos, de tres a
la perrachica, los pedantes de todas las cMedras
y de todas las academias, los cretinos atiborra
dos de prejuidos, los casuistas, los sofistas, los
dnicos, los piojos del saber y los que en la casa
de la dencia va d a n las letrinas; todos los lam
piones miserables, envidiosos del sol, todos los
patos que no admiten el vuelo del águila, han
elegido por patrón a Tomás. Si a otros les place
ver en las tinieblas, escuchar en el silendo,
hablar en la soledad, v iv ir en la muerte, ellos
no lo comprenden, es demasiado para la capa
cidad de su pigm ea cabeza sin aberturas.... t
f
—
37
Y voh ién dose a Jesús, continúa: « Queremos
escuchar tu vo z que espanta los demonios y
encanta a los niños. Sabes cuán grande es en
los tiempos que corremos la necessidad de tu
mirada y de tu palabra. Sabes que una sola
de tus miradas puede revolucionar nuestras
almas, que tu vo z puede arrancamos del mu
ladar de nuestra infinita miseria. I/O sabes me
jor, lo sabes más profundamente que nosotros,
que tu presencia u ige en esta edad que no te
conoce. Viniste por la prim era vez para salvar,
naciste para salvar,.hablaste para salvar, y te
hiciste crucificar para salvar: tu arte, tu misión,
tu vida, es la de salvar. Y h oy tenemos, en
estas horas tenebrosas y malignas, en estos
años que constituyen un amontonamiento de
horrores y dolores, necesidad de ser salvados
sin tardanza... »
l/os tiempos cambian... E l materialismo,
pasado de moda, deja camino franco a lo ultramaterial, a la metafísica, y los sabios van a beber
a las fuentes del Evangelio, a las inmortales
obras de los genios del cristianismo que la Iglesia
archiva con solicitud y esmero. Tras los sabios
que marcan la ruta, van los gobiernos de los
pueblos, que, habiendo comprobado la triste
realidad a que los condujo éu-divorcio de la so
beranía social de Cristo, retom an a D ios cuyo
im perio se dilata, y fuera d d cual no hay sal
vación.
Y mientras en Ita lia el cm cifijo vu elve a
ocupar el puesto de honor, y se decreta la en
señanza religiosa como obligatoria para todos
los niños italianos del reino y sus colonias, sin
que valgan a im pedirlo las maniobras y guerra
solapada de la secta im pía que v e derrocarse
su poder y soberanía, los socialistas alemanes
evolucionan hacia las soluciones cristianas por
incapacidad del socialismo doctrinario del si
glo 19 para resolver los problemas de la hora
actual, llegando a manifestar por boca de uno
de sus jefes más autorizados, el señor SoUimann,
diputado socialista de Colonia, ante una asam
blea republicana, celebrada poco ha, que la
nación alemana necesita la colaboración de la
religión cristiana, al tiem po que la Holanda
protestante reacciona, 'llevando a las cámaras
m ayoría católica, debido a la intervención de
la mujer en las elecciones; y en Austria vemos
empuñar, en momentos difi'ciles, las riendas del
poder a un sacerdote, que salva al pueblo de la
miseria y la anarquía..
Y como para completar este hermoso cuadro
de resurgimiento católico que eleva el ánimo y
tem pla los espíritus, abriendo el corazón a la
esperanza, la católica España, no satisfecha
con postrarse de hinojos ante el monumento
del Cerro de los Angeles y consagrarse con R e y
—
y Gobierno al Sagrado Corazón de Jesús, ha
querido dar al mundo un alto y valiente ejem
plo de catolicidad y sumisión al Vicario de
Cristo, besando con santo orgullo su sandalia,
convencida de que nunca una nación es más
grande que cuando se postra rielante de Dios
Q de su representante en la tierra.
E l pueblo español ha vertid o ante el Padre
Santo por boca de sus reyes, las esencias de su
devoción a la silla de Pedxo y de su fe religiosa.
Jamás se ha oído diálogo más hermoso
entre personajes humanos. Si el discurso del
R e y de España fué lo más noble, franco, com
pleto y valiente que pudiera pronunciar un
rey católico, el del Papa es de lo más afectuoso
y laudatorio, de lo más halagüeño y consolador
para un pueblo, cuya aspiración y m ayor gloria
sea servir a Cristo y a su Iglesia.
V ayan como muestra, para satisfacción dé
nuestros lectores, algunos de los párrafos de
ambos discursos, y a que, por falta de espacio,
nos es imposible transcribirlos íntegros.
D ice el R e y de España:
Santísimo Padre:
Con vivas ansias H e deseado, Santísimo Padre,
que llegara este instante feliz en que acompa
ñado de la Reina, a quien poco ha concedisteis la
distinción singularísima de la Rosa de Oro, ha
bía de presentar ante el S olio P on tificio el home
naje de M i sincero afecto, de m i filial veneración,
al que se unen, en compenetración íntim a, la F a
m ilia Real, M i Gobierno, y M i Pueblo.
L a acogida que en estos momentos' M e dispen
sáis, más que bondadosa paternal, con suntuo
sidad y esplendor nunca igualados, por ser el
prim er M onarca español que en el decurso de las
centurias visiia al Vicegerente de D ios en la tierra,
conmueve hondamente M i alma, sin que acierten
mis labios a encontrar frases que dignamente
expresen M i fervorosa gratitud.
Estas distinciones las recibe un Soberano, que
juzga como su mayor timbre de honor llevar el tí
tulo de católico, concedido por un antecesor vues
tro a uno de M is preclaros predecesores, un So
berano que se gloria en serlo del pueblo español;
de ese pueblo que, sin que ninguno le haya aven
tajado en grandeza en los fastos de la humanidad,
p or su adhesión nunca entibiada a la Santa Sede,
es el prim ero en los anales de la Iglesia Católica.
Circula a torrentes. Santísimo Padre, p or la
H istoria española la savia de la fe; si la Cruz de
Cristo dejara de sombrear nuestro territorio na
cional, España dejaría de ser España.
Y al desear. Santísimo Padre, y mientras Seáis
el P ilo to de la nave de San Pedro, la Paz, h ija
-
del Cielo, reine en la tierra, y desafarezcan los
obstáculos que la j>oUtica, la herejía y la incredu
lidad han opuesto al avance triu n fa l de nuestra
R eligión, y se dilaten las Jerarquías Eclesiásticas
por toda la redondez del Planeta, y en el M undo
no haya sino un.solo rebaño y .un Pastor solo; al
pedir con todo rendimientOi como Os pido, Vuestrg.
bendición paternal para España, M i Real F a
m ilia y el valiente ejército que en A frica lucha
por im plantar la justicia, la cultura y la c iv ili
zación, solemnemente Os prometemos , Santo
Padre, que si un día en cumplimiento de la divisa
que según San Malaquías corresponde a Vuestro
Pontificado, — « fides intrepida » — la fe exi
giera de los Católicos los mayores sacrificios, no
regatearían los españoles ninguna clase de sacri
ficios; y si en defensa de la fe perseguida, nuevo
Urbano I I , levantarais una Cruzada contra los
¿nemigos de nuestra Sacrosanta R eligión, E s
paña y su rey, fidelísimos a Vuestros mandatos,
jamás desertarían del puesto de honor que sus
gloriosas tradiciones les señalan; por el triunfo y
por la gloria de la Cruz, que junto con ser Bandera
de la Fe, es también Bandera de la Paz, de la Jus
ticia, de la C ivilización y del Progreso.
Afectuosa contestación de! Papa:
Bien venidos seáis, augustos y amadísimos
H ijos Nuestros.
N os es viuy grato y muy gustoso dirigiros estas
palabras aquí en -Rom a, cuando aún resuenan
los ecos de los solemnes actos con que honramos
el etntenario de aquellos grandes santos vuestros,
que responden a los nombres de Ignacio de L a
yóla, Francisco Javier y Teresa de Jesús, y que
ya por si solos bastarían para honrar a un gran
pueblo. También por N ós, augusto y bien amado
H ijo , era vivamente deseada esta hora que ha so
nado tan dichosa y tan alegre como solemne.
E l hecho que Vos, con sentimientos y palabras
dignos de Vuestro grande y Santo predecesor F e r
nando el Católico, Os preciéis de este título, ver
daderamente glorioso, y Os enorgullezcáis de ser
Soberano de un pueblo a quien ninguno ha supe
rad o— como es verdad que ninguno le superó —
en su adhesión a la fe católica y a esta Santa Sede
a la cual Vos, al mismo tiempo que Vuestro pue
blo, os ofrecéis con fe y con ardor de verdaderos
cruzados de la sania causa de D ios y de su Iglesia,
toilo esto N os conmueve rcm una emoción tar\
sentida y profunda como alegre y consoladora.
D iréis a Vuestro pueblo que en aquel D iv in o
Corazón, eri el cual Vos le habéis puesto, lo en
contramos y lo encontraremos t(^ós los dias
en nuestro cotidiano coloquio con el Sacratnento;
3 8
-
le diréis también que de aquel Corazón donde pal
pita la vida del universo pedimos y pediremos
para él, como también para su Rey y su Real fa
m ilia, toda gracia y todos los dones de paz y de.
unidad, de prosperidad y de gloria.
S i hay allí también desgraciados, pero siempre
queridos hijos Nuestros, que no quieren acercarse
al Corazón D ivin o, les diréis que no p or esto N os
les excluimos de Nuestras plegarias y de Nues
tras bendiciones, sino que p or eso mismo volvemos
a ellos con el más vivo sentimiento de piedad pa
ternal Nuestro pensamiento y Nuestro afecto,
como ovejuelas lejanas a las que se volvía el Pastor
D ivin o, suspirando por la unidad del rebaño.
P az y unidad, prosperidad y gloria, estos
dones vendrán todos juntos, como el cortejo de
una reina celeste, cuando se verifique la paz de
Cristo en el reino de Cristo,
del corazón — faltará a Vos y a vuestro pueblo,
si, bajo vuestra guía, siguiendo vuestro ejemplo,
permanece y continúa siempre por el camimo de
sus padres, señalado y sembrado con tanto esplemlor de ejemplos inimitables; renaciendo sietnpre en los hijos la fe y la piedad de los padres.
Nuestra Santa R eligión católica, única expresión
completa de cristianismo y de sus benéficas ener
gías, podrá continuar en las Leyes y en lá escuela,
y por estos caminos — los únicos verdaderos y
conducentes al fin — en la sociedad y en la fam ilia,
y en la vida pública y privada, los saludables in
flujos de santidad y de civilización verdadera, de
ciencia y de arte, de concordia de las mentes y de
los corazones.
P o r estos senderos nos encontraréis siempre
prontos a la cooperación, y si es preciso a la ayuda,
a N os y a Nuestros venerables Hermanos del
Episcopado Español, gloria de la Iglesia Cató
lica; y con el Episcopado bajo su guía y disciplina,
al Clero Secular y Regular, que ha escrito tantas
y tan bellas páginas de caridad, ciencia, aposto
lado y patriotismo.
Exactísimo. E l Espíritu Santo habla al mundo,
en estos momentos de orientaciones y zozobras,
por los labios del Sumo Jerarca. Reinará la paz
y la justicia ocupará el trono del mrindo, cuando
el E van gelio sea la únic^ ley de los hombres.
La devoción es un fervor dulce, tranquilo y sose
gado; el axoramiento o precipitación es su ruina.
***
Llenad vuestro corazón de valor, y vuestro valor
de confianza en Dios.
S. F rancisco d e S aees.
—
39
Gracias de nuestro Venerable Padre Don Bosco.
L a memoria del Ven. Don Bosco, no solo en las
asociaciones religiosas que le llaman padre,
sino en todos los rincones del mundo católico,
conquista de día en día m ayor estima y admi
ración. Su nombre resuena bendito en labios
de todos; y son muchos los que, mo\údos por el
resplandor de sus virtudes y recordando los cele
stiales carismas que plugo al Señor concederle en
vida, invocan con fe y con fruto su patrocinio.
Las gracias que se atribuyen a su intercesión
son continuas y señaladas. Séanos permitido
relatar en este mes algunas de las más recientes.
Una gracia singular.
E ra el mes de m ayo de 1921 . Teresa Calegari
yacía enferma én el H ospital Cívico de Castel
S. Giovanni, Italia, afectada de una espondilitis
complicada, y en tal gravedad que los médicos
no le daban la menor esperanza de curación. Las
Hermanas del mismo hospital que habían leído
en la vid a del Ven. D on Bosco { 2° volum. pag.
519 - Lem oyne) un caso idéntico curado mila
grosamente con una bendición dada por el
Ven. D on Bosco, lo notificaron a la enferma.
E n una de las visitas que diariamente solía hacer
al hospital, Teresa m e im fitó a que leyera aque
llas páginas. Mientras leía, comprendí que tam
bién ella deseaba ponerse bajo la protección
del Venerable; así me lo dijo esplícitamente ella
misma luego que hubo terminado la lectura.
N o me atreví a aconsejarla, y solo la exhorté a
reflexionar que ella pedía al Señor un fa vo r ex
traordinario y que por tanto debía a viva r su fe,
resignarse completamente al D ivin o beneplá
cito y prepararse a hacer bien una novena.
E sto sucedía en la primera quincena de mayo.
En los días siguientes, de vez en cuando me pre
guntaba si había llegado el tiem po de comenzar
la novena y le respondía que continuase pre
parándose. N o la comenzó hasta uno de los
últimos días del mes de junio, haciéndola según
aconsejaba el mismo Venerable Don Bosco;
pero pronto se v ió obligada a interrumpirla,
pues queriendo recibir la S. Comunión diaria
mente y habiéndome ausentado por entonces
de Castel San Giovanni,_el servicio de la parro
quia no perm itía el poder ir cada mañana al
hospital para administrar la S. Comunión. Pocos
días después de m i regreso comenzó de nuev;o
la novena (10 de ju lio); y , con el mismo fin, la
comenzaron tam bién otras enfermas de la sala.
E l 17 de ju lio de 1921 se cumplían 31 meses
desde que Teresa Calegari había caído enferma.
E l 16 , al anochecer, sintió más intensos los do
lores a las espaldas, piernas y brazos, tanto que
pidió a la Herm ana una inyección de morfina,
inyección que sin embargo no se le dió a causa
de su abatimiento y debilidad. A la mañana de
aquel mismo día no pude ir al hospital para
administrar la S. Comunión: la enferma había
estado eq>erando en ayunas hasta el nrediodía.
Solía repetir con frecuencia: « j Si D on Bosco me
concediese esta gracia! »
Llegó el día siguiente, domingo, y muy de
mañana fu i llam ado con urgencia al hospital.
Acudí al momento, creyendo se tratase de cosa
grave; pero, cual no sería mi asombro, cuando,
al llegar, veo a Teresa en el pasillo rodeada por
.sus compañeras de infortunio, que estaba de pie,
firme, sin que nadie la sostuviera viniendo con
la m ayor soltura y tranquilidad a mi encuentro,
luego que me vió. Apenas podía creer lo que mis
ojos contemplaban: tan solo una vez la había
visto levantada y aún entonces con la ayuda
de dos Hermanas, la cabeza caída, el cuerpo in
clinado, arrastrando la pierna izquierda com
pletam ente paralizada.
Mientras mudo y absorto contemplaba aque
lla gracia singular, ella, sonriente, me decía:
« íEstoy curada: D on Bosco me ha escuchado:
he visto a D on Bosco, he visto a D on Bosco! >.
Para convencerm e más de la veracidad de sus
palabras le hice correr p or el pasillo, le invité
a m over la cabeza en todas direcciones lo que
ella ejecutó con gran facilidad y desenvoltura.
Como era natural, pregunté si se había dado
cuenta del momento de la curación y cómo había
sucedido; y me contestó de esta manera:
<i A l despertar esta mañana a eso de las 4,
me puse a hablar con otra enferma. Cerina
Campagna, que padecía de artritis. Que estaba
completamente despierta lo atestigua la misma
conversación que sostenía con la compañera.
Mientras conversábamos dirigí distraídamente
la vista hacia la mesita de noche que tenía
a m i derecha y v i un sacerdote con la cabeza
descubierta, de estatura más bien alta que pe
queña, cara sonrosada, pelo rizado, con las
manos cruzadas sobre el pecho; su edad parecía
estar entre los 35 y 38 años. L e miré silenciosa
durante algunos momentos hasta que él, se
parando sus manos, puso una sobre la mesita
de noche y la otra sobre m i frente y me preguntó:
« ¿Qué ta l estás? ».
* H ice un ademán como para decirle: •« Mal,
como v e », pero no pude hablar, porque haciendo
él un gesto con la mano « Leván tate »’ me dijo.
—
< N o puedo » respondí. Pero él insistió, diciéndome en dialecto piam ontés:« Mueve las piernas»
Entonces, para complacerle, m oví tan solo
la derecha, y después, como insistiera, casi
inadvertidam ente m oví también la izquierda,
antes inmóvil. A l ver aquel prodigio quedé tan
4 0
—
Don Bosco para hacerle notar su incredulidad;
pero mientras me v o lvía hacia él, y y a había
dicho D . Bosco... fué retirándose paulatina
mente con mirada llena de bondad, teniendo la
cara vuelta hacia mí, hasta que desapareció.
Llam é de nuevo a la Hermana, que se había
V ea. Don B osco, P an d ad or de los S aleslan os (1815-1888).
impresionada que comencé a gritar: « ¡Muevo
la pierna, m uevo la pierna! ».
» L a Herm ana que me asistía acudió presu
rosa al oir mis exclamaciones, y cuando se me
acercó, le señalé al sacerdote que yo veía, diciéndole: Despacito, despacito, que está Don
Bosco. L a Hermana creyó había enloquecido
y quería apaciguarme. Me dirigí entonces a
retirado convencida de que había enloquecidoí
me senté en la cama, cosa que no había podido
hacer por tan to tiem po; palpé mis espaldas,
y non sintiendo dolor ni malestar, m e levanté,
y , medio vestida, corrí a dar la buena nueva a
la señora Crosignani, que estaba sola en otra
habitación ».
Cuando Teresa terminó su narración le acón-
—
sejé volviese a acostarse; pero ella permaneció
levantada todo el día, comió con apetito cuanto
comieron las demás y no vo lvió a experimentar
malestar alguno, a no ser un poco de edema en
las plantas de los pies que por dos años no habían
podido sostenerla. Quince días después había
desaparecido toda molestia.
E l hecho no podía dejar de producir en esta
población impresión grandísima. Todos co
nocían a Teresa Calegari y sabían que su si
tuación, según criterio de los médicos, era des
esperada. Paso por alto las lágrimas de su buen
padre y cuñada, las lágrimas de consuelo acom
pañadas de exclamaciones de reconocimiento
al Señor. Notabilísim o fué tam bién el efecto
que el hecho produjo en sus hermano^ antes
descreídos y que delante de la agraciada de
cían conmovidos: « ¡Qué es la vid a sin fe!...
¡Verdaderamente la fe es necesaria! » Y con
vencidos de que se trataba de un milagro, ellos
mismos ayudaron a su hermana a manifestar
su reconocimiento, difundiendo estampas deT
Ven. D on Bosco y enviando una oferta para las
Obras Salesianas.
Cuando el hecho se divulgó por la ciudad,
tom ó aquel las proporciones de estrepitoso
acontecimiento, y pronto comenzó a desfilar
por el H ospital una verdadera peregrinación
para ver a « Teresa del milagro », o el « milagro
de D on Bosco ». Y esto no fué cosa de pocos,
sino que durante todo el domingo y lunes se
IJíegaron multitud de personas en tropel, y du
rante los quince días siguientes en pequeños
grupos: y cuando, por algún m otivo, se les ne
gaba el ingreso en el hospital, se asomaban a
las ventanas para, al menos, poder ver de lejos
« a aquella del milagro de D on Bosco ».
Castel San Giovanni (Placencia Italia),
Dr. V íctor Z an elli Pbro.
Capellán del Hospital.
« ... ¿ Y si usted hiciese de médico? »•
En la noche del viernes del i i al 12 de no
viem bre de 1921 me desperté improvisamente
molestado por fuertes dolores en los riñones y
bazo, que no pudieron calmar ni los solícitos
cuidados de la familia, ni las sabías prescrip
ciones del médico. L o s dolores, sin dejarme un
momento tranquilo, continuaron martirizán
dome por tod o el sábado, la noche siguiente y
el domingo, de manera que el doctor, hecho el
análisis de los cálculos renales, vista la gravedad
de mi estado, para m ayor seguridad, no supo
aconsejarme otra cx>sa m ejor que la inter\’ención
del cirujano. Se le llamó, y después de confirmar
la diagnosis hecha por el doctor, me in vitó a
que me hiciera transportar al h oq jit^ l a la ma
4 t
—
ñana siguiente para ser sometido a previo
examen radioscópico, y según los resultados
proceder de.spués, al mediodía del mismo lunes,
a la operación y así se convino.
Entretanto los dolores continuaban ator
mentándome, siendo completamente inútiles
las inyecciones más enérgicas. En ta l estado
pasé las interminables horas de la noche del
domingo hasta la m añana'del lunes. Mientras
me levantaba de la cama, como y a había hecho
muchas veces en medio de aquellas torturas, en
los días anteriores, dirigí de nuevo mi supli
cante mirada a la imagen de D. Bosco y con
confianza verdaderamente filial, que se mani
festó en las mismas palabras que decía, exclamé:
— D on Bosco, an' src mó méi, ch'á jh s i vó da
douttor? (Don Bosco, ¿no sería preferible que
usted hiciese de médico? ).
Y en seguida prometí, en caso de que no fuera
necesaria la operación quirúrgica, ni mi demora
en el hospital, atribuir a su patrocinio el n^érito
de la gracia suspirada y publicarla en el Boletín,
añadiendo una modesta oferta para las Obras
Salesianas.
N o bien había pronunciado las últimas pa
labras de mi promesa... (¿quién lo había de
decir?).., no solamente cesaron los dolores que
durante dos días con sus noches me habían
martirizado, sino que constaté visiblemente
hallarme libre de las causas que m otivaban los
dolores atrocísimos.
H ubiera querido no someterme al examen
radioscópico; pero, y a por no ser descortés con
el médico que me esperaba, y a también por
cierto tem or de que algún otro germen se ocul
tase insidioso, no obstante no sentir dolor al
guno, me sometí a una triple radioscopia. E l
resultado estuvo completamente acorde con
mis aspiraciones, porque nada de particular
fué revelado que aconsejase la operación, con
siderada antes indispensable, nada que hiciera
temer por el regular funcionamiento de aquellos
órganos, momentos antes atormentadísimos.
D e ese modo, la gracia que el Ven. Don Bosco
me concedió ha tenido, con el examen de los
rayos, la corroboración más rigurosa y elocuente.
Reconocido a la protección de mi venerado
Padre, cumplo en parte mi deuda, enviando la
presente relación y modestísima oferta, y pro
meto que nunca cesaré de difundir, en cuanto mis
fuerzas lo permitan, su nombre y poderosa pro
tección a la cual con toda el alma me encomiendo
y conmigo a mi familia, para que nos obtenga
la gracia suprema de que todos unidos podamos
hacerle corona en el Paraíso, desde donde, estoy
seguró, continuará sonriéndomey bendiciéndome.
Bolonia, Italia, 31 enero, 1923.
F ran'Cisccí B r.\zioli , Abogado.
— 42
LAS ESCUELAS PROFESIONALES DE SARRIA
en la Exposición Internacional del Mueble, en Barcelona
Conocida nos era la marcha progresiva de
las Escuelas Profesionales Salesíanas de Sarriá,
Barcelona, por los continuados triunfos aleanzados en diversas exposiciones nacionales y
.I
sospechar que en manifestaciones artísticas de
la pontecialidad de las de la Exposición In‘ ternacional del Mueble, en Barcelona, alcan
zaran éxitos tan rotundos que merecieran, con
la admiración y simpatía del Jurado e
inteligente público, la más alta distinción,
el ffran premio.
Es una revelación que, al par que honra
al referido centro, habla muy alto de la
orientación pedagógica y profesional de
la benemérita Obra de Don Bosco.
Instituciones de este género, no solo
merecen el respeto y consideraciones de
cuantos se interesan por el bienestar y
engrandecimiento de la Patria, sino tam
bién subvenciones y el apoyo decidido
de los Gobiernos.
En la Horm iga de Oro, importante
revista semanal de Barcelona que reseña
el acontecimiento con frases de encomio
y ostenta preciosas fotografías del stand
premiado, leemos párrafos como los si
guientes:
Las Escuelas Profesionales Salesianas de
Sarriá son honra de la educacióft católica
en nuestra patria.
•
^
A s i lo reconoció S. M . e l Rey don A l
fonso X l l l al entregar al R. señor D ire ctor
de dichas Escuelas, don Esteban G iorgi, el
gra n premio concedido.
A los aplausos y parabienes recibidos,
unimos el nuestro, sincero y entusiasta,
que devsearíamos fuera acicate para nuevos
triunfos en pro de la Religión y de la
Congregación Salesiana.
V ista Interior del stand de las E scu e las de S a rriá .
extranjeras en gue fueron premiados varios de
sus trabajos con altas distinciones, en honrosa
competencia con centros artísticos de fama me
recida.
Repetidas veces pudimos también comprobar
personalmente el dcsarrallo pujante, en armonía
con las exigencias y adelantos modernos, de todas
las secciones que integran las florecientes Escue
las, y oir de labios de profesionales y compe
tentes elogios encarecidos y eiKusiastas para las
normas y plan técnico que dan vida y dirigen
las actividades del importante establecimiento
artístico y cultural, pero, aunque francamente
optimistas y admiradores, jamás llegamos a
floneiiaje del [elegió Saleslano de Valpaiaiso - ([dlle)
al Eioeetísloie [aideeal BealloEli.
En las grandiosas manifestaciones de respeto,
admiración y cariño que el pueblo cliileno ha
prodigado al Rnirno. Cardenal Benlloch, han
tom ado parte muy activa los colegios salesianos.
En su paso por Valparaíso, como se hospe
dara en Viñas del Mar, el colegio salesiano de
la localidad, con Director, profesores y alumnos
se dirigieron allá, en ocho góndolas automó\-iles,
para rendir homenaje al ilustre Prelado y pedir
su bendicipn.
—
Llegados, todo el personal del Colegio fonnó
en dos filas, que subían desde la acera hasta el
pórtico de la casa, donde momentos después
apareció Su Eminencia, que fué saludado por
los \dsitantes con entusiastas \dvas.
Mientras la banda de música del colegio eje
cutaba la Marcha Real, dos de los colegiales
se adelantaron para ofrecer a Su Eminencia
un hermoso ramo de flores naturales que re
cordaban con sus colores los de la bandera espa
ñola: rojo y gualda.
A continuación, el Director Salesiano
le dirigió el sigjiiente saludo:
43
—
Nuevo Obispo Salesiano.
En el Consistorio del 20 de Dicieiubre, Su San
tidad se dignó promover al Obi.spado de Valterra,
en Italia, al Rdo, Don Dante Munerati, Procurador
General de la Pía Sociedad Salesiana en Roma.
Desde el año 1910 en que sxistituyó a Monseñor
Marenco en la Procura, ejerció, sin interrupción,
esta delicada misión a satísfacción, no solo de la
Congregación Salesiana, sino también de la Santa
Sede, que acaba de premiar su labor fructífera
con la promoción al Obispado.
Eminencia:
« Fué lema de nuestro venerable fun
dador D. Bosco, infundir en las almas
puras y tiernas de los niños acendrado
amor al Vicario de Cristo en la tierra, al
Soberano Pontífice el Papa.
Los alumnos del Colegio Salesiano han
querido manifestar espontáneamente ese
amor, rodeando vuestra sagrada púrpura
en estos momentos, ta l vez inoportunos...
del mismo modo com o hace veinte siglos,
una muchedumbre de niños inocentes ro
deó al Redentor D ivino.
L o s apóstoles quisieron alejarlos, pero
Jesús los detuvo y les dijo: Sinite pár
vulos venire ad me. D ejad que los niños
vengan a mí.
A qu í los tenéis... ellos quieren veros...
quieren arrodillarse a \niestros pies...
presentaros sus humildes obsequios... re
cibir vuestra bendición paternal.
Ellos aman tam bién a vuestra patria y
a vuestro rey, porque saben que en España
D on Bosco es amado, en España se le
vantan numerosos colegios y talleres Salesianos donde, bajo el manto de María
Auxiliadora, millares de niños españoles
se educan en los grandes amores de la Re
ligión y de la Patria.
Perdonad, Eminentísimo Príncipe, el
Otro 4etolIe 4el stand de las Escuelas Ssleslsnas.
atrevim iento de estos niños... derramad
sobre ellos vuestras mejores bendiciones
y recibid sus afectos, sus corazones para de
Alma de apóstol, como buen hijo de D. Bosco,
positarlos un día a los pies del trono augusto se prodigó en el ministerio sacerdotal sin que ello
del Romano Pontífice como ram illete de olorosas fuera óbice que le impidiera escribir varias meri
torias obras y asistir con patcnial amor al Círculo
flores que nunca se m architan ».
Universitario Católico y colabr>rar, como cornsultor,
Su Eminencia agradeció con frases cariñosas
en diversas Sagradas Congregacionc.s.
el delicado obsequio de los niños y las palabras
En la plenitud de la vida todavía, y dada su
del Director, prestándose gustoso a que todos
extraordinaria actividad, esperamos <pie, con la
pasaran a besarle el anillo y recibir su fundición.
ayuda del Señor, desarrollará grandes energías
E l conm ovedor espectáculo fué presenciado
en favor de sus hijos de Valterra.
por un enorme gentío que envidiaba a los co
L e consagrará el Euuno. Cardenal Caglíero,
legiales la fortuna de oir de labios del principe
también salesiano, en nuestra Basílica del Sagrado
de la Iglesia española palabras de agradeci Corazón de J esús, en Roma.
De corazón le deseamos largoy fecundo apostolado.
m iento y aliento.
44
—
Acción Salesiana en la Patagonia (Arg.)
Memorial presentado al Presidente de la República por el Rdo. P. Luis Pedemonte.
Kn varias ocasiones, la prensa ha debido ocu
parse, ante los hechos, de la benéfica obra edu
cativa, patriótica y social, que, sin excluir los
sentimientos religiosos, antes bien basada en
olios, cumple la congregación salesiana en todo
el país, especialmente en los territorios del sur.
Obra de enseñanza para la vid a en todos sus
aspectos, han contribuido las misiones de los
padres salesianos a civiliza r la Patagonia, y una
prueba de ello la han dado con la e?q5osición
inaugurada recientemente en esta capital con
tanto aplauso.
E l inspector general de esas misiones, R. P.
Luis J. Pedemonte, se presentó ayer al Presi
dente de la república para darle a conocer de
cerca cómo áe cumple ese programa de bien
común, y significarle al mismo tiem po las ne
cesidades más sentidas, a fin de que los poderes
públicos secunden su solución.
E l memorial.
Del memorial presentauo por el R. P. Luis
J. Pedemonte extractamos los párrafos que van
a continuación sin perjuicio de ocuparnos exten
samente de él, en una cercana oportunidad.
En medio de la mirltiplicidad de atenciones
que preocupa el celo patriótico de nuestro dignísituo Pre.sidente, los misioneros salesianos
de la Patagonia por mi intermedio, vienen a
ofrecer su colaboración al gobierno de V . E.,
con la acción nacionalizadora, cristiana y social
que realizan desde Báhía Blanca al extrem o sur
del continente y desde el océano A tlán tico a
las crestas andinas.
Acción religiosa.
Son treinta y dos las iglesias y capillas levan
tadas y oficiadas por los misioneros salesianos
desde Bahía Blanca a Ushuaia en territorio ar
gentino. En ellas se ejercen los oficios religiosos
en conformidad con las prescripciones canónicas
vigentes. Todas las dichas iglesias y capillas son
muy frecuentadas por los fieles católicos.
D e los templos en construcción actualmente
ninguno tiene asignada subvención del estado.
Me refiero a los templos de Viedm a, Rawson,
Patagones y F ortín Mercedes.
En la campaña.
Ocho misioneros llevan los auxilios espiritua
les y la cateqiu-í'is a las aldeas, estancias y ran
chos esparcidos en las diversas zonas de los te
rritorios. Se recorren en sulky o a caballo, de
diez a quince m il kilómetros anuales a través
de los desiertos y de las cordilleras, desde Chosmalal al L a go Buenos Aires.
Con acertado acuerdo de los respectivos se
ñores gobernadores, los misioneros ejercen a
menudo de oficiales civiles, registran nacimien
tos y matrimonios.
Deñclencias.
h a escasez de clero es grave; las fatigas van
acabando con los meritorios misioneros envia
dos desde Europa y el Seminario m ayor de
^^iedma, como el menor de F ortín Mercedes
(Buenos Aires) luchan con serias dificultades
para la subsistencia. N i el uno ni el otro tienen
asignada subvención oficial aiguna.
E l territorio nacional del Neuquén no tiene
en el presupuesto de la nación ninguna e ^ e c ie
de emolumento para el culto
Asimismo p or razones de economía, durante
la guerra, se han eliminado las partidas de sueldo
mínimo que correspondían a los capellanes de
gobernación: hay, pues, sacerdotes cuya abne
gación se extrem a hasta labrar una pequeña
extensión de tierra para poder responder a los
apremios de la vida propia y de las fam ilias más
desamparadas de ciertos pueblos (Pringles,
Conesa, Chosmalal),
Aborígenes.
V iv e n vid a sem idvil, y a bautizados, más de
cuarenta m il aborígenes diseminados en la zona
cordillerana y de precordillera que se extiende
desde Chosmalal al l ^ o Buenos Aires. Consti
tuyen un elemento aprovechable y aun insusti
tuible, si no se los abandona a su ignorancia y
al capricho de explotadores de oficio. Muchos
de ellos se esfuerzan en ser ganaderos y aun
agricultores. Creen los misioneros que aportando
a los hijos de aborígenes los beneficios de la ley
número 10.903 de Patronato de Menores, la
asimilación m etódica de ese elem ento estaría
asegurada. Así se ha procurado hacer en todos
los antiguos centros de misión, b o y conver
tidos en pueblos, de los cuales se alejó el abo
rigen. l/os centros Junín y San Martín de los
Andes, de Chosmalal y Bariloche, como los que
se espera fundar en Esquel y L a g o Blanco
(Chubut) perseguirán ese ideal, mientras van
—
45
prestando asistencia religioso-social a los co
lonos que se llegan a poblar aquellas campanas.
Estos aumentan a medida que se les facilita la
adquisición de las tierras que riegan con su
sudor.
Meaores abandonados: años 1913 a 1923.
Pasan de trescientos los m en o r^ abandonados
y de correccional, sacados de Marcos Paz, del
depósito de contraventores y de la alcaidía de la
capital federal. Ascienden a setecientos los me
nores de igual condición recogidos por los juzga
dos y policías de los territorios: los resultados
obtenidos de esta acción redentora son confor
tables y conocidos por las autoridades respecti
vas. V arios de tales jóvenes han Uegado a ser
maestros en las mismas escuelas en que se for
maron.
Un vacio.
Se hace necesaria la creación de una colonia
para los varones más díscolos y otra para mu
jeres,: del estilo de las del Buen Pastor. L a
prim era podría fundarse en Choele-Choel y la
s^ u n d a en Carmen de Patagones, en unión
con el gobierno de la provincia.
Hospitales.
Tres hospitales populares con sus respectivas
farmacias, dispensan a la humanidad doliente
de la campaña beneficios muy valiosos. Hospital
San José, Viedm a (R ío N egro) con cuarenta
camas, tiene consultorio odontológico y ex:
tem ó, funciona desde hace treinta años. Tiene
una subvención de lo.ooo pesos al año. Hospital
San Luis, Bariloche (R ío N egro) con 14 camas y
consultorio externo. N o recibe subvención al
guna. Hospital San Bernardo, Rawson (Chubut):
funcionó diez años y hubo de clausurarse por
escasez de medios y de personal. E l público re
clama su rehabilitación y se solicita la repo
sición de un subsidio anual de 5 000 pesos.
En Viedm a se impone la construcción de
un pabellón para tuberculosos y otro para
ancianos desvalidos. Su presupuesto es de
100.000 pesos.
—
Enseñanza comercial.
A los alumnos del curso elemental superior
de \’iedma. P a tr o n e s , Rawson, Roca y Trelew
y Comodoro R ivadavia, se les . da una prepara
ción que les habilita para modestos empleos en
las casas de comercio locales. Con la base de esa
preparación varios han llegado a escalar puestos
de importancia en grandes casas comerciales
y en las sucursales del Banco de la Nación. Así
tenemos exalumnos que desempeñan honrosa
mente gerencias de bancos y alguno que es hoy
inspector de los mismos establecimientos.
Enseñanza industrial.
Las escuelas de artes y oficios de Viedma,
Rawson, L a Piedad, Baliía Blanca, preparan
alumnos tipógrafos e impresores, satre.s, zapa
teros, herreros, mecánicos y encuadernadores.
Escasean de m aterial pedagógico y ninguna de
ellas es subvencionada. L a asignación de 40 pe
sos mensuales por menor, que pasan el ministerio
de justicia y el Patronato de Menores, para ma
nutención, calzado, vestido y educación de sus
respectivos pupilos y aun la escasa pensión de
los alumnos reglamentarios, serían insuficientes
si la Sociedad Salesiana no contara con el re
curso de la caridad privada. Se solicita un sub
sidio anual para cada una de las tres escuelas.
Educación patriótica.
E sta importantísima tarea la desempeña
cada establecimiento y cada maestro dando
singiilar lucimiento a las autoridades nacionales,
provinciales y edilicias. V . E .. en su v is ita his
tórica a la ciudad de Bahía Blanca proporcionó
a nuestros alumnos de aquella ciudad y a los
venidos expresamente de Patagones, V iedm a
y Fortín Mercedes, el honor de agasajar, con
sus torneos gimnásticos y literarios, con sus
cantos y bandas de música, al primer magistrado
de la nación. L o s ecos de la espontánea y elo
cuente alocución que se les dirigió, vibran aún
a través del tiem po transcurrido en las almas de
aquellos jóvenes que guardan para el gobierno
admiración, aprecio y gratitud.
Enseñanza agrícola.
Acción social obrera.
H a y escuelas agrícolas en Viedm a, R ío Negro,
Choele-Choel, R ío N ^ r o , Junín de los Andes,
Neuquén y Fortín Mercedes (Buenos Aires),
quintas m odelo en Chosmalal (Neuquén), Roca
(R ío N egro), Conesa (R ío N egro), Pringles (R ío
N ^ r o ) , Rawson (Chubut). L o s programas de
las escuelas de Viedm a, Fortín, R oca y Junín
son elementales y se proponen preparar el obrero
consciente, no el perito agrónomo.
E l jo\*en que sale de nuestras áülas lleva la
iniciación en el estudio de las cuestiones socia
les, y en las filas de los centros de ex-alumnos,
establecidos al lado de cada colegio u oratorio,
halla la dirección necesaria para orientarse pa
trióticam ente en los pasos de su vida. Los cír
culos de obreros de Viedm a, Patagones, Rawson,
Trelew y la Sociedad de Padres de Fam ilia de
Baliía Blanca, extienden su acción cultural al
—
seno del hogar obrero y a la fam ilia del empleado
que aportan al esfuerzo de los misioneros el
valioso contingente de la propia laboriosidad
en el campo de la preservación social. Así se ha
obtenido, en varias ocasiones, un razonable
control de las exhibiciones cinematográficas,
como de las obras dramáticas que los empresario.s ofrecían al público de nuestros puertos.
Gravámenes.
Jlientras honra y lisonjea a los misioneros
de la Patagonia el aplauso de las autoridades
nacionales, provinciales, militares y civiles en elo
cuente unión con el del público, aún del no cre
yente, el peso de las obligaciones que el soste
nimiento de tanta obra trae aparejado, es como
una esfinge amenazadora que quisiera ame
drentarnos. A nuestro lado luchan los miembros
de la Pía Unión de Cooperadores Salesianos.sefioras y caballeros que se desviven para sostenerno.s moral y materialmente; ellos nos repre
sentan y nos acompañan como lo hace hoy el
dignísimo señor presidente de la junta asesora
de las Misiones de la Patagonia, don Alberto
J. V ivot.
Manifestaciones del Dr. Alvear.
h ‘l Pn'suiaiti' doclor Alvear, después de o ír la ex
posición verbal dcl inspector dé las misiones salesianas, señor L u is J . Pedemonte que presentaba el
memorial^dijo: «.Conozco muy bien la obra que rea
lizan los salcsianos cii el sur: es obra de consistencia
nacional y educativa. Los misioneros tendrán en
mi .1171 decidido colaborador en todo lo ‘.posible. A
los aftiigos de todo el sur dígales que inantengo las
promesas de m i mensaje: me einpeñaré en darles,
pese a las dificultades, buenos jueces, buenos po
licías, buenos caminoSi y, especialmente, los tí
tulos posesorios de las tierras que riegan y valo
rizan C07V sus sudores. A ellos en cambio les pido
que correspondan a este empeño de m i gobierno
siendo biicnos argefiiifios, respetuosos de nuestras
institucio7ies.
■ (Del diario « E l Pueblo »).
Lo que es la ex-alum na.
Kn e l « Don Rosco en Kspaña *, del septiembre
pasado, órgano de la Pederación P^pañola de
Kx-alumnos, encontramos un articulito con
el título de ^ ¿Quién es la P'x-aluinna? » que por
lo bien escrito y ser expresión de una ex-alunma,
reproducimos en el Boletín para que lo saboreen
y metliten las innumerables jó\:enes educadas
en los Colegios de las Hijas de María Auxiliadora.
4 6
—
D ice así:
« Es una flor joven, rica de energía y de be
lleza, que se trasplanta lejos de la tierra ben
decida del instituto, en el cual fue educada,
para dar a otros, el más agradable perfume de
v id a cristiana.
L a ex-alumna es una hija del corazón de
D . Rosco, una predestinada de la V iig e n A u x i
liadora para difundir en las almas el reino de
•Dios. ¿Y lo alcanza? Sí, porque ha sido culti
vada y no está sola, apoyada en el recuerdo de
educadoras hábiles y prudentes: y sobre todo, en
la dulce memoria de su Virgen, a la cual ofreció
las mejores energías de su alma, es una de aque
llas flores que resisten las tempestades, como la
flora de los montes resiste los embates de las
tormentas, y sale triunfante de los ardorosos
rayos del sol.
Educada para las exigencias del deber, ha
conocido la próvida ley del trabajo y la suave
necesidad de la oración; su ánimo se engrandeció
con el estudio, se perfeccionó en las primeras
luchas de la vida; el corazón aprendió las nobles
palpitaciones de la caridad con el profundo amor
a Dios, a María Auxiliadora y a D . Rosco.
Abrazó todas las almas, y convertida a su vez en
educadora, esposa y madre, consagró su exis
tencia al bien de las mismas, tanto en las Es
cuelas, como en la fam ilia y en la sociedad.
Y después de un camino, más o menos largo
y desagradable, vu elve a detenerse, aunque
solo sea por pocas horas, cerca de las queridas
educadoras de su juventud, para fortalecerse
'con los recuerdos y rehacerse de las pérdidas
recibidas, pudiendo producir nuevos gastos de
energía desinteresada y santa. Y vu elve a en
contrarse con sus compañeras, con los ojos lle
nos de lágrimas y los labios temblando de emo
ción, sonriendo como la flor sonríe después de
la tormenta al recibir sobre ella los dulces re
flejos del arco iris. Se encuentran ellas con jú
bilo, se acogen cordialísimamente, y recorren
la historia de los años más bellos. Se cuentan
las vicisitudes de la vida presente, forman nue
vos pactos para el poivenir, y así, cada una
llena de nueva satisfacción, vuelve al mundo;
y fuerte entre los fuertes, con el alma iluminada
avanza cautelosamente por la difícil senda.
Avanza, con la palabra de orden de D . Rosco;
palabra afortunada, convertida por concesión
paternal del gran Sucesor de Jesucristo, en la
tierra, en fuente de infinitos tesoros, de los cuales
puede sacar paz y serenidad en toda desilusión
y tristeza.
L a ex-alumna de María Auxiliadora perte
nece a la gran fam ilia Salesiana, y mantenién
dose bajo el amparo de la Virgen de D. Rosco,
es a un tiem po protegida y protectora.
las [oatiaaas penas mnos dejan nivit tianpilos
en nnestin Vltanato de Sbin-lhow (mina).
{Carta del misimiero Don Juan Guaraña al Rdmo.
P . R inaldi).
Shíu-Cliow , 8 septiem bre de 1923.
A m ado Padre:
L a s necesidades de la creciente familia, que
aumentó bastante con la llegada de nuevos
misioneros y de las H ijas de María A u xilia
dora, pero especialmente la construcción de las
Escuelas Profesionales « D on Bosco » en Shiu
Choiv, me obligaron a bajar a Macao para pro
veer víveres y materiales.
Durante el v ia je nóte extraordinario m ovi
m iento de tropas,, conducción de m aterial de
guerra y concentraciones que m e hicieron temer
un nuevo rompimiento de hostilidades -entre
los soldados de los Estados del N o rte y del Sur.
P o r lo que pudiera suceder, me di prisa para
term inar pronto mis compras, a fin de que la
guerra no me sorprendiera en el camino; pero
a pesar mío, no lo conseguí.
L e molestaría por demás, si hubiera de ex
ponerle cuánto nos molestan estas continuas
guerras y entorpecen nuestra misión. Paralizan
completamente tod o m ovim iento y siembran
el pánico por las poblaciones, la m ayor parte
de cuyos habitantes huye a la desbandada,
aunque algunas veces sin m otivo justificado.
Los que más padecen son los pequeños centros,
que, por la interrupción de las comunicaciones,
no pueden ser avituallados.
Nuestras residencias, esparcidas por el te
rritorio que es teatro de la guerra, se convierten
en asilo de Ips fugitivos, a quienes no es posible
abandonar; lo cual, unido a los riesgos que corre
el que se aventura a salir de casa, hace que el
misionero se vea condenado a la inacción, sin
que le sea posible visitar a los cristianos, animar
a los catecúmenos ni hacer oir una palabra de
paz y de consuelo.
Como es imposible recorrer el vicariato, la
organización de propaganda que tan sabia
mente había preparado nuestro Monseñor Versiglia, no puede realizar su trabajos. A estos
inconvenientes es preciso añadir otro más serio,
cual es: el estado de ánimo irascible que engen
dran estas luchas fratricidas, poco propicio a
la penetración y difusión pacífica del espíritu
cristiano.
De Cantón a Macao. —
Como ñorece ¡a
vida cristiana entre nuestros alumnos y
ex-alumnos. — Amable ingenuidad de
los catecúmenos.
A duras penas pude llegar a Cantón donde,
después de mucho buscar, di con un agente de
transportes que se hizo cargo de las mercancías,
con promesa de expedirlas para SJiiu ChoK' en
los primeros trenes que llegaran. N o duró, sin
embargo, mucho mi alegría, pues a los tres días
se me presentó, y de noche, para decirme que
las retirara en seguida, porque corrían peligro
y le era absolutamente imposible mandarlas
a su destino, por haberse agravado sobremanera
la situación.
Por fortuna, la Misión de Cantón necesitaba
m&terial de construcción, y a que por carecer
de ellos había tenido que suspender las obras,
y así se quedó con los míos, con lo cual me qui
taron un peso de encima. E l resto de la mercan
cía la retiré a lugar seguro, que el Cónsul de
Ita lia me brindó galantemente.
Como me era imposible retom ar a Shiu Chow,
pues la guerra se desarrollaba precisamente a
lo largo del ferrocarril y sobre el P e-K ia n g , de
jando la cordial hospitalidad de los P P . Fran
ceses, me \'olví a Macao. L a sencilla al par que
encantadora \nda de nuestro orfanotrofio, com
pensó, en parte, el disgusto que me había cau
sado el inesperado contratiempo. Las oraciones
cantadas, más bien que rezadas, por 200 niños,
en el hermoso dialecto cantones, las numerosas
comuniones de aquellos angelitos que desper
taban devoción con su compostura; la misa so
lemne en bien ejecutado canto llano; los pe
queños monaguillos que servían a perfección
la misa, todo ello me produjo santas impresiones
que me conmovieron de veras.
Y como si fuera poco, una porción de anti
guos alumnos, de los primeros que y o tu ve en
la escuela de Macao, vinieron a visitarme, an
siosos de hablar con su antiguo maestro y po
derle manifestar su gratitud. E ra de ver el in
terés con que preguntaban por Monseñor Versiglia, su primer papá, por la misión de Shiu
48
Chow, el orfanotrofio de H o S i y otras m il cosas
sobre nuestras obras y trabajos. Se veía que
siguen con carino las vicisitudes de la Obra Salesiana en Cliina, que gozan con nuestros triun
fos y sienten como propios los contratiempos
que embarazan nuestra marcha progresiva.
Para mayor satisfacción, me decía el' Director
del Orfanotrofio, con marcada complacencia,
que los antiguos alumnos son su alegría y co-
-
— D iga, Padre, ¿seré y o admitido a l bau
tismo?
— ¿IvC parece que y o estoy bien preparado?
— ¿Por qué no me dice que tam bién y o seré
pronto cristiano?
Y a todos había que dirigirles una buena pa
labra, diciéndoles que de su conducta dependía
el que vieran o no satisfechos pronto sus deseos.
Pero en medio de estas alegrías, m i pensa-
H u érfaaos de Shlu«Chow aoeten ld oi por o tic la le i de la m arin a Italian a.
roña; pues, a más de asistir a-la misa del colegio
todos los domingos se prestan voluntariamente
para la música, el canto, las representaciones
dramáticas y todo cuanto los Superiores crean
conveniente para realce y buena marclia de
la Casa.
Durante mi permanencia en Macao, y con el
deseo de ayudar en algo a los hermanos del or
fanotrofio, me brindé para predicar los sermones
del mes de mayo, como asimismo para preparar
a varios de los niños que debían recibir el bau
tismo y la comuuión el día de María A u xilia
dora. Después de la lección cotidiana, permitía
a los niños un rato de expansión que ellos aprovachaban para hacerme un sinnúmero de pre
guntas.
miento volaba de continuo hacia Skin Chow,
donde les faltaban víveres y sabía que me es
peraban con ansiedad. P o r fin, sobreponién
dome a todo temor y confiando en la Providen
cia divina, m e decidí a partir aun contra el pa
recer de los buenos hermanos de Macao que se
alaraiaban justamente por los peligros que podía
correr. Supiéronlo mis pequeños catecúmenos, los
cuales vinieron en mi busca y me rodearon como
para impedir con sus ruegos y cariño el que yo
marchara. U no de ellos, vivaracho, de mirada
inteligente, me tom ó la mano y me preguntó,
algo gdarmado: — Pero si tu partes ¿quién nos
preparará para el bautismo?
— N o os apuréis; hay otros misioneros que
os prepararán mejor que yo.
—
49
— N o im porta; queremos que seas tú... no
te marches... y rompió a llorar desconsolada
mente, viéndome precisado a llevarlo al Director
para que lo tranquilizara.
De nuevo a Cantón. —
Viajo en ei tren
especial del general en Jefe. —
Dolorosas consecuencias de la guerra.
Partí de noche. Como lloviznaba, m e despedí
en seguida de los hermanos v m e cerré en el
vagón. Estaba casi sólo y pronto empecé a pen
sar en los numerosos huerfanitos de la Casa de
Macao, de H o S i y en los niños de nuestros co
legios de Europa, Am érica y del mundo entero,
que quizá en aquellos momentos dirigían al
Señor sus preces en fa vor de los pobres misio
neros.
E n Cantón me enteré que el teatro de la
guerra cambiaba de lugar, pues los soldados
del Norte, batidos en toda la línea, se retiraban
a nuevas posiciones, .por fortim a bastante le
janas de nuestra residencia. Desgraciadamente
para las poblaciones que han sido testigos de
la lucha fratricida, la retirada de los soldados
del N o rte v a señalada con devastaciones, in
cendios y rapiñas. Entre las víctim as de la bru
talidad soldadesca, debemos lamentar la de
un buen cristiano, íntim o amigo nuestro, que
fué sacrificado a la venalidad de los soldados
fugitivos, mientras cumplía su deber de tele
grafista.
Por mediación del P. Thomás, párroco de la
catedral y antiguo amigo de los primeros m i
sioneros salesianos de Macao, pude obtener de
un general la autorización de via ja r en el tren
especial en que viajaba el general en jefe de
los Estados del S u r ,S «« Y a l Sen.
Después de un recorrido de siete horas por
entre ruinas y cadáveres de soldados insepultos,
llegué, bastante angustiado, a nuestra resi
dencia de L in K ong How. Con el corazón en so
bresalto por la suerte que hubiera podido to
carles a nuestros hermanos, me dirigí al orfano
trofio con la esperanza de encontrar a alguno,
y no fué poca m i alegría cuando a m i encuentro
salían los P P . Pasotti y Foglio. jPobrecitos,
cuánto habían sufrido! A l contarme la historia
de los sufrimientos y privaciones que habían
tenido que soportar y las atrocidades de que
habían sido impotentes testigos, las lágrimas
se les venían a los ojos.
M i lib a d a la saludaron los cristianos como
anuncio de paz. Me detuve con ellos cuatro
días animándoles, al par que me dolía de sus
penas, y como la retirada de las tropas enemigas
continuaba tam bién por la parte de Shiu CJiow,
que acababan de abandonar, partí hacia allá.
—
Conmigo \4ajaba \in pobre soldado de los del
Norte, que, a causa de habérsele hincliado horri
blemente los pies, no pudo seguir a sus tropas
en la retirada. E l infeliz, con buen acuerdo, se
retiró a la Misión, pues de lo contrario le hu
biera lincliado el pueblo.
A l anochecer lib a b a por fin a Shiu. Chow.
Veinte minutos después llamaba a la puerta
de la Misión, donde me esperaba el consolador
abrazo de Monseñor Versiglia y de nuestros
P P . Bardelli y Frigo, que también habían sufrido
las terribles consecuencias del bloqueo.
Finalmente en casa. — Dos huerfanitos
que quieren hacerse Shiu-Fu {sacerdotes).
—
Las nuevas Escuelas profesionales.
—
Concédenos la paZf Señor.
Mi llegada al orfanotrofio de H o S i fué m otivo
de fiesta. Todos tenían algo que contarme: lo
mucho que me habían esperado; la solemnidad
de la fiesta de San José; el resultado de los exá
menes semestrales; el hermoso paseo que habían
dado; el desafío de fqot-ball en que fueron ven
cedores, y, especialmente, lo mucho que hablan
rezado para que María Auxiliadora me librara
de todo peligro.
Pasé unos días en su compañía y pude ob
servar, con gran alegría, que entre ellos había
niños buenos de verdad, verdaderos angelitos.
Dos, sin embargo, llamaron particularmente
m i atención. Todas las tardes, durante el recreo,
les veía pasear juntos por el patio, con seriedad
desacostumbrada entre estos niños. En una oca
sión en que, habiéndome rodeado casi lodos,
y o les contaba un hecho interesante de la vida
de D on Bosco, ellos se destacaron del gn ipo y
comenzaron su paseo.
— ¿Quienes son aquellos dos? pregunté al que
tenia ql lado.
— Son A Shang y Y ok S il.
— ¿Por qué pasean solos, son nuevos en el
colegio quizá?
Conviene observar que aquí en China es des
conocida esa manera de pasear.
— N o, Padre, me contestaron a coro; hacen
el S h in -F u , sacerdote.
Y efectivamente, v i que llevaban el rosario
en la mano y que imitaban perfectamente lo
que habían visto hacer durante las vacaciones
a algunos de nuestros sacerdotes misioneros.
Entre tanto, los rumores de la guerra se ha
bían alejado, la vida recobraba su m ovim iento
normal y nuestros suspirados materiales llega
ban de Cantón.
D e nuevo continuamos el trabajo de las obras,
destinadas a Escuelas Profesionales, y espe
ramos, con la ayuda de la Providencia y de
— 50 —
nuestros buenos cooperadores, llevarlas a buen
término. E n Shin Chcnv y en toda la misión
la Escuelas Profesionales serán una novedad que
impresionará agradablemente a todos. En la
ciudad y a se habla de ellos con interés y ansian
ver los resultados. Por nuestra parte, esperamos
con estas Escuelas ganamos la voluntad de-la
clase obrera, sensiblemente descuidada por
todos.
Pls un nuevo campo de trabajo que reclama
nuevos operarios. H asta ahora sólo contamos
con la promesa de alguno de los artesanos del
orfanotrofio de Macao, que está resuelto a pro
bar la vida salesiana; pero cuánto m ejor sería,
y con ello se harían grandes méritos, si algunos
de nuestros coadjutores de Europa, maestros
de arte, se nos brindaran para esta santa obra,
pudiéndola enderezar según el genuino espíritu
de ‘Don Bosco. Vengan, que los esperamos con
los brazos abiertos.
¡Ojalá nuestros buenos Cooperadores se unan
a nuestras oraciones para alcanzar del Señor
numerosas y buenas vocaciones para tóte campo
de misión, donde abunda sobremanera la mies
y es i)rometedora la cosecha!
N o se olviden tampoco de rogar para que ter
minen de una vez en estos pobres pueblos las
guerras fratricidas que tan duramente les van
castigando.
Sin la paz es imposible que nnestro trabajo
sea muy, fecundo, y a que estas pobres gentes
carecen de la tranquilidad de espíritu de que
necesitan absolutamente la propagación de las
salvadoras doctrinas de Cristo.
Y V. amadísimo Padre Rinaldi, recomiende
de veras a María A u x ilia d o ra ^ estos sus hijos
que le piden a la vez su bendición para ellos y
los innumerables cristianos y niños confiados
por la Providencia a sus cuidados.
Aftno. h ijo in C. J .
J uan G uarona , Pbro.
M isionero Salesiano.
nueva tesidencia misional entse los Tucanos.
{Carta del M isionero Don J . Bálzola).
Taracuá (Rio Uaupes Río Negro Brasil)
ao de Julio 1933.
Rdnio. Padre R inaldi:
Si siempre le son gratas las noticias que de
lejanas tierras le envían sus hijos misioneros,
creo que estas mías' no le serán menos satis
factorias e interesantes, porque son las primeras
de la nueva Misión indígena de Taracuá, a donde
llegué en compañía de mie.stro querido Mon
señor Massa el 20 de junio.
L o s indios de la vecina maloca, cabaña, es
taban atacados todos de la grippe, de los cuales,
a pesar de nuestros cuidados, murieron tres.
Los primeros metros de tela que distribuimos
sirvieron para amortajarlos.
Fuera de este doloroso episodio, tod o marchó
a m aravilla, aunque no faltaron peripecias en
que abundan estos viajes. Llevam os un mes
aquí, y , gracias a D ios, la epidemia ha pasado.
L o s indios, sanos y contentos, nos invitan con
frecuencia y gusto, recibiéndolos por parte
nuestra cariñosamente y acompañando nuestros
afectuosos saludos con algún r^ a lito .
Monseñor Massa le escribe largo y tendido,
dándole cuenta de todo, pero aun quiero yo
añadirle alguna cosa.
Llegados aquí, encontramos y a preparada
nuestra maloca, una cabaña espaciosa, construida
con troncos de palmas, partidos, y techo de
paja. En ella nos instalamos, como pudimos,
y, desde el día siguiente, comenzamos a decir
la S. Misa. Precisamente era la fiesta de S. Luis
Gonzaga. ¡Cuántos recuerdos acudían a nuestra
memoria!
Después de la misa enviamos a varios indios
a cortar palos a la floresta para separar una
parte de la cabaña que debía servir de capilla
provisoria. A continuación fuimos haciendo
otras divisiones, destinadas a dormitorio, co
medor, despensa, recibidor y sacristía, sirvién
donos para ello de corteza de árboles. L o s in
dios son muy prácticos para estos menesteres.
Son capaces de descortezar' un ásbol, sacando
pedazos del tamaño de una puerta. Como ve
el sistema es bien económico y rápido. Resol
vería la escasez de vivien da que padecen en
Europa.
U na vez terminado el acomodamiento in
terno de la cabaña, emprendimos la guerra
contra los grandes hormigueros que nos ro
deaban, pues daban buena cuenta de nuestras
provisiones. Después, ayudados por jóvenes
de las tribus de los Piratapuyos y de los Tucanos,
comenzamos a talar una porción de bosque que
nos rodeaba para preparar el terreno donde
deben levantarse la capilla definitiva y las ca
sitas de los indios.
Cuando ya dimos por terminada la labor ma
terial, empezó la misión, y puedo asegurarle,
con gran satisfacción, que los principios son
mucho más consoladores que no lo fueron los
de la Colonia del Sagrado Corazón del Matto
Grosso.
H ace poco más de un mes que nos encontra
mos entre esta pobre gente, y , gracias a Dios,
algo hemos hecho. Estos indios no son tan sal
vajes como los Bororos; tienen idea de ci\dlización, si bien van desnudos completamente.
r
—
Reciben con docilidad la instmcción religiosa
y quisieran bautizarse en seguida; pero no con
d en e. \’’amos a visitarlos con frecuencia a sus
cabañas y les animamos para que mejoren su
conducta, después de lo cual les administra
remos, como premio, el bautismó. Confiamos
que este nuevo centro de misión será faro lu
minoso que irradiará por estas apartadas re
giones la ciW lizadón cristiana.
U na dificultad no pequeña es la cuestión de
la lengua, muy diferente de la que hablan los
indios que vh 'en a lo largo del R ío N ^ r o ; pero
SI —
II.
r orta de M onsnlor ^fassa,
Prefecto Apostólico del R io Negro.
Rdm o. Padre Rinaldi:
Aguas abajo del majestuoso y profundo Rto
.Y ^ ro, mientras la embarcación nos conduce
a S. Gabriel, cumplo gustoso la promesa de en
viarle noticias de estas lejanas misiones, que,
debido al nombre del río, del que toman el nom
bre, y la espesura casi impenetrable de las scl\*as
E l P . B á lzo U e n tre los T ú ce n o s.
esperamos superarla pronto, y a que el P. Marcbesi, que es joven y tiene mucha facilidad
para las lenguas, tratando con los jovencitos
hace buen acopio de palabras, y con ellas ya
empezamos a entendernos.
A pesar de las dificultades, amado Padre R i
naldi, y de estar perdidos en medio de la in
mensidad de la floresta, a muchos centenares
de kilómetros de la \4da civilizada, el corazón
se esponja de alegría al ver como se va dila
tando el reino de Jesucristo.
Reciba nuestros afectuosos saludos, que le
rogamos h ^ a extensivos a los demás Superio
res y a nuestros buenos Cooperadores, a cuyas
oraciones nos encomendamos.
Agradeciendo su bendición, me es grato re
petirme afino, h ijo in C. J.
Ju.\N B Á L ZO L.A ., Pbro.
M isionero Salesiano.
que se extienden a sus mátgenes, parece estén
envueltas en tristeza y misterio.
Y sin embargo el corazón me abunda, al es
cribirle, en dulce y profunda ajegría, la más pura
y agradable que puede experimentar un misio
nero. Retorno de establecer un mi.evo centro
de misión entre los indios Tucanos, a orillas
del río Caiary, muy cerquita de los confines de
la república de Colombia. lis un nuevo brote
que esta joven misión ve aparecer en su inmenso
territorio. ¡Cierto que nos ha costado muchas
fatigas y contrariedades! Pigúrese que, a punto
de emprender el via je a bordo de un barquito
a petróleo, la vigilia de nuestra partida desapa
rece poco menos que misteriosamente del
puerto. ¿Qué manos invisibles lo habían soltado
de la fuerte amarra de hierro? N ada hemos po
dido averiguar; gracias que, providencialmente,
fué alcanzado por un indígena, a eso de la media
—
5 2
—
noche, cuando estaba casi para despeñarse por
una peligrosa catarata. D e haber ocurrido el
siniestro, hubiera sido para nosotros un grave
contratiem po que retardara nuestro v ia je al
Caiary. María Auxiliadora, con su amor ma
ternal, quiso evitam os tan serio disgusto. N o
por nada el año 1921 dimos al barquito el nom
bre de « Auxiliadora ».
dosos árboles de la ribera se abalanza río adentro,
llegamos a la desembocadura del Caiary, cuyas
traidoras, aguas, tristemente célebres, han se
pultado en su seno a no pocos aventureros. A
mi juicio, creo que no h ay en todo el Brasil otro
río más peligroso, debido a su corriente impe
tuosa, a los abundantes remolinos, escollos y
cascadas.
Afectuosa despedida ai Padre Bátzola. —
En marcha a donde el Señor nos envía.
—
En Aguas del Caiary.
Taracuá. — Los primeros bautismos. —
Consagración de las tribus Tacanas ai
Sagrado Corazón de Jesús. — Nuestra
residencia.
Da despedida de San G abriel fué de lo más con
m ovedor. Todo el pueblo había salido a orilla
del río para augurarnos feliz viaje. H asta sobre
los desmantelados muros del fuerte portugués
del tiem po colonial se había encaramado la
gente, ansiosa de mostrar su cariño y ver partir
a sus amados I^adrecitos.
• Especialmente el Padre Bálzola, destinado
a regir la nueva misión, fué objeto de las más
tiernas demostraciones de afecto y consideración,
l í l viejo misionero pasaba conm ovido por entre
sus hijos espirituales, que le besaban la mano
reconocidos. ¡Que florecimiento religioso! San
Gabriel no. era y a el pueblo de que él se había
hecho cargo el año 1915 . E l lo encontró indife
rente, medio desierto, y ahora las madres .le
presentaban sus hijitos para que los bendijera,
mientras los hombres, sombrero en mano, le
escoltaban gozosos. Ciento treinta y ocho jovencitos se acercaban, por fin, a besarle la ma
no, con lágrimas en los ojos, sin apenas profeiir
palabra por la emoción intensa.
Sobre la cubierta del « A u xiliadora
y mien
tras soltaban las amarras, contemplaba el buen
viejo las casitas blancas que él había construido,
la* escuela, la iglesia, y en la cima de la colina
la gran Cruz que reverberaba a los rayos del
sol, cruz que el venerable sexagenario condujo
sobre sus robustas espaldas. A su vista, cosa
muy natural, debiendo abandonarlas, .se le
humedecieron los ojos; pero pronto se rehizo,
y, volviéndose a mí, me dijo:
— Varaos; somos religiosos y misioneros;
adelante a donde el Señor nos llama.
Y el vaporcito se deslizó sobre las aguas
entre las aclamaciones del vecindario que no
se retiró del rio, ni dejó de agitar sombreros
y pañuelos hasta que nos perdieron de vista.
Con el vaporcito iban remolcadas vina balsas
y lanclvas repletas de envoltorios, herramientsis,
sacos, etc... con lo que más que via je de mi
sioneros semejaba el traslado de algunas fam i
lias nómadas en busca de nuevo campamento.
Con marcha lenta, a veces a fuerza de remos,
o ayudándonos del ramaje que de los fron-
Siete días largos duró el peligroso idaje, fe
cundo en fuertes emociones y ansiedades. F i
nalmente, con una puesta de sol bellísima, ca
paz de entusiasmar a otros que no estuvieran
tan rendidos como nosotros, dimos vista a las
esbeltas palmeras de Taracuá. Desde lo íntimo
de nuestros corazones dimos rendidas gracias
a Dios por habernos conducido sanos y salvos,
entre m il peligros, a la meta deseada. E n se
guida tomamos posesión de la nueva residencia,
precisamente en el mismo lugar donde estuvo
la misión franciscana, abandonada en el año
1880, y cuyas ruinas aparecen tod avía semiocultas por la maleza.
Pocos fueron los indios que vinieron a salu
damos, porque los pobrecitos estaban atacados
de la grippe. Fuimos a visitar a los que nos di
jeron estaban más graves, en una gran cabaña
vecina. Efectivam ente algunos apenas daban
señales de vida, por lo que bautizamos a varios
de los cuales tres murieron aquella misma noche.
Parece que el Señor les conservaba la vida hasta
nuestra llegada a fin de que, recibiendo el bau
tismo, pudieran volar al cielo. A continuación
repartimos algunos metros de lienzo, para que,
al menos, cubrieran los cadáveres, pues nos daba
pena que los enterraran completamente des
nudos.
A l día siguiente, todos trabajaban con afán
para constm ir la pequeña capilla: lo primero,
como es natural, debía ser la casa del Señor. A
los dos días estaba teraiinada, y y o inmediata
mente la bendije. ¡Si viera lo que debí esfor
zarme para no llorar como un niño, cuando en
aquella humildísima capilla, cubierta con hojas
de caraná, deposité el Srao. ^Sacramento! Era
un tabernáculo más del Dios m viente en esa
inmensa misión del R ío Negro, nuevo "Centro
de atracción para numerosas almas que en día
no lejano lo conocerán y amarán.
Aquella misma noche consagramos la misión
al S e r a d o Corazón de Jesiís. Intervinieron a
la sencilla ceremonia el jefe de los Tucanos,
algunos indios Banivas y siete Piraiapuyas, los
—
cuales, sin más vestidos que un miserable ta
parrabos, se arrodillaron para recibir la primera
bendición con S. D . M., bendición con la que
Jesús Eucarístico tom aba posesión del reino
de los Tucanos. ¡Cómo gozaría en el cielo y
cuánto habrá rogado por nosotros el alma liendita de la Monseñor Jordano, que tanto tra
bajó por esta fundación!
A la mañana siguiente ordenamos los aparatos
del nuevo Observatorio meteorológico que vamos
a levantar, y tomamos la posición astronómica
aprosim ativa de Taracuá. E l resultado es el
siguiente; Taracuá a los 25°, 05’ de Longitud
R io Janeiro — y o®, 12 ’ Sur. Es el punto más
lejano y septentrional del Brasil. E n una de
las trabes de la antigua capilla colocamos el
aerómetro.
M e ohddaba decirle que los Tucanos nos ha
bían preparado y a la casa; una gran maloca,
cabaña, a su manera, con cuatro puertas y
otras tantas ventanas. Sircándonos de corteza
de árbol y grandes hojas de caraná y de pachiuba,
la dividimos en varios departamentos; escuela,
farmacia, comedor, cuartos, almacén, etc....
todo lo cual habitaremos provisionalmente,
pues y a hemos escogido el sitio donde construi
remos, m ejor y más sólidamente, el futuro co
legio, la casa de las H ija s de María Auxiliadora,
y trazamos los caminos hacia el bosque, donde
se harán las plantaciones de mandioca, cereales y
caña de azúcar al amparo de la cruz. E ste es,
sumáriamente, el proyecto del P. Bálzola, que
no dudo adelantará mucho antes de un año
con la ayuda de tan buenos colaboradores.
53
“
sólo \denen conmigo los tres valientes cahoclos
que lo dirigen. L a corriente impetuosa nos
arrastra que es un gusto. Si no hay ningún per
cance creo que en el mismo día llegaremos a
nuestro destino. A l anochecer,' mientras las
tinieblas tienden su manto por las extensas
selvas de ambas orillas del río, y o pienso en los
miles de almas que en ellas habitan, viviendo
miserablemente en pobres cabañas, esperando
que llegue la hora de su redención. ¡Oh! \’enga
pronto el día en que el reino de Cristo abarque
estas regiones, cobijando bajo su gloriosa ban-
Adiós sentido. —
Una mirada a la Pre^
lectura Apostólica, —
Despertar relh
gloso y social en el alto P ío Negro.
Quince días estuve en Taracuá, que pasaron
como un sueño. E l deber me reclamaba a S. Ga
briel, por lo que tu ve que dejar, muy a pesar
mió, a los hermanos de la nueva misión. Cuando
nos dimos el abrazo de despedida, todos está
bamos bien conmo\údos, no obstante los es
fuerzos por aparecer tranquilos y serenos. Y o ,
por parte mía, noté que la lágrimas m e venían
a los ojos y se me encogía un tanto el corazón,
pues se me figuraba que los dejaba abandonados
en medio de la inmensa soledad.
Mientras nuestro vaporcito se deslizaba veloz,
agua abajo, los hermanos, subidos a la gran
roca que domina en buen trecho el río, agitaban
los pañuelos, y algunos bravos indios, nadando
a toda fuerza, nos acompañaban, gritando de
continuo: o Eré, pay assú; Eré, créj >: ¡Adiós,
gran padre, adiós, adiós! U na curva rápida del
río m e los hizo perder de vista. En el vaporcito
la d l* bororo *o tr«|« de g*!*-
dera a estos últimos residuos de las numerosas
tribus amazónicas.
Delante la mente me pasa, como en cinta
cinematográfica, la vasta Prefectura confiada
a nuestros cuidados y la más v iv a satisfacción
inunda mi alma, que da gracias a Dios por el
mucho bien que nuestra O bra ha realizado en
pocos años.
Centro de activo trabajo, de cultura y re
dención, S. Gabriel brilla como un punto lu
minoso en el gran cuadro de la misión. Nuestra
escuela de agricultura cuenta este año con 138
alumnos, de los cuales 88 son internos. Las
H ija s de María Auxiliadora, a pesar de hac^r
pocos meses que han llegado, instruyen y a en
su externado a 60 niñas y dentro de poco abrirán
54 —
el colegio interno, que promete estar muy fre
cuentado. L a ambulancia y dispensario que
también están a cargo de las herraauas, entre
las cuales, una con diploma de farmacia, cum
plen a maravilla. lín los meses que llevan en la
misión han distribiiido 23,750 remedios cura
tivo s con loable prontitud y caridad. Cuántas
veces, pasando a lo largo de su casa, v i a la
buena Directora distribuyendo remedios con
los correspondientes consejos para aplicarlos,
y antes de marcharse, poner la medalla de María
A u xiliadora en el cuello de los pobres indios^
medallas que ellos besaban con devoción.
K 1 29 de junio se bendijo solemnemente la
primera piedra de la nueva iglesia, que será
bastante capaz, pues medirá 32 metros de largo
y tendrá tres naves. Se imponía su constnicción.
porque la actual, por más que la hayamos agran
dado dos veces, es del todo insuficiente.
iCn 5. Gabriel florecen ya con vida próspera:
la Pía Unión de H ijas de María, las Damas de
María Auxiliadora, las Conferencias de vS. V i
cente de Paúl y la Guardia de honor del Sagrado
Corazón de Jesús. K1 progreso •religioso puede
comprobarse por el número de comuniones que
en el año jjasado llegaron a 18 .000, cuando en
el iQ i() apenas si alcanzaron a 560.
Necesidades del bajo Rio Negro. — P ró
xim o centro de Misión en Barcellos.
Como ve, amado Padre, tenemos m otivos
más que sobrados para dar gracias a Dios por
lo mucho que ha bendecido nuestros trabajos
apostólicos del alto R ío Negro; pero, en cambio,
cuánto hay por hacer tod avía en el bajo Río
Negro. N o creo exagerar si digo que esta gran
parte de nuestra misión es un desierto espiritual,
lis demasiado grande el campo que tenemos
])ara tan pocos misioneros. Se necesitarían más
operarios para destinarlos a esa inmensa región,
dificultosa hasta por el terreno que está cru
zado por todas partes de ríos más grandes que
el Po, el Tiber, etc. de Italia, y donde habitan
civilizados que no han visto un sacerdote hace
y a varios años.
Cierto que mandamos de vez en cuando al
guno para que visite los puntos principales; pero
¿qué significa ésto para tantos, esparcidos en
una extensión enorme ? Cuando retorna el po
bre misionero, está más muerto que v ivo , ren
dido por la fatiga y consumido, a veces, por las
tercianas que los reduce a esqueletos ambulan
tes . Dos de nuestros hermauos las han pasado
muy fuertes, y aunque se han restablecido y tra
bajan, ya no son lo que eran, pues las fiebres
dejan bien marcadas sus huellas.
K1 P. Marcliesi administró, en el año 1922,
370 bautismos, 85 matrimonios y bastantes
comuniones; el P. Bálzola, por su parte, en una
gira por los ríos P reio y Aracd, durante los meses
de Marzo y A b ril del año presente, bautizó
a 95 personas y verificó 31 matrimonios, y,
por último, el P. Barbosa retom ó de Moura,
una parroquia bastante extensa, sin párroco,
donde administró con gran consuelo suyo nu
merosos bautismos, matrimonios y primeras
comuniones.
T o d o esto es consolador, pero no basta un
trabajo intermitente. Generalmente, después
de la partida del misionero, decae el entusiasmo
y de nuevo se afloja en la vid a espiritual y se
vu elve a las andadas: ignorancia, superstición
y la consiguiente corrupción de costumbres.
Es por tanto indispensable que en cada centro
un poco im portante se establezca una residencia
con lo menos dos sacerdotes que puedan abrir
una escuela y estén en relación directa y co ti
diana con los civilizados, indígenas, caboclos
y niños, para sotenerlos en la fe y vida cristiana,
al par que los instruimos, sentando así las bases
de un amplio y duradero apostolado.
Con vistas a la realización de este proyecto,
hemos designado a Barcellos, antigua capital
del Amazonas, como punto estratégico por su
situación céntrica, si bien hoy esté m edio re
ducido a ruinas. Y a hemos comprado una casa
y el Gobierno nos ha concedido una regular
extensión de terreno. Con la ayuda de Dios
esperamos que, ha principios del 1924, podremos
destinar algunos salesianos para que, a fuerza
de sacrificios y trabajos, comiencen la nueva
misión tan prometedora de frutos espirituales.
Antes, sin embargo, es preciso hacer trabajos
de desagüe y saneamiento que requieren per
sonal y dinero y carecemos de ambos. Dom inus
Providchit: Dios, para cuya gloria trabajamos,
proveerá.
Especial bendición apostólica para el P.
Bálzola. — Satisfactorios augurios.
N o terminaré la carta con una triste descrip
ción del lamentable estado de abandono en que
se hallan estos caminos, sino con una nota de
aliento tonificante por la que rendimos gracias
a Dios.
H acía pocos días que habíamos llegado a
Taracuá. Era e f atardecer y, cansados por la
fatigosa labor del día, charlábamos de nuestros
planes, charlas que \-igorizan el espíritu y en
tonan el cuerpo, cuando percibimos el rumor
de un vaporqito que se acercaba. Eran unos
Colombianos que retornaban a su patria, los
cuales, al pasar por S. Gabriel, recibieron de
nuestros hermanos una carta. E ra la primera
- - 55 se v o lv ió de cara a la floresta, donde tienen sus
ranchos, y vo lv ió a silbar de nuevo.
Phi seguida se dirigió resuelto a nosotros, y,
tom ando de la mano al Padre Director, Don
Antonio Colbacchini, le dijo con mucha se
riedad:
— \'ente conmigo.
E l Director le siguió, sin más', y yo, extra
ñado por lo inusitado de la forma, algo des
confiado, les s ^ u í también. E l cacique se ade
lantó, de prisa, a su aldea, sin duda para avisar
nuestra llegada, y entró en la Bae numagegcft,
grande cabaña central, donde estaban reunidostodos los hombres. Cerca de la cabaña había
varias abuelas, de las más viejas, en cuclillas
al rededor de una esi)ecie de tinaj as, donde escu •
pían, después de haberlos masticado bien, gra
nos de maíz. Otras, con largas espátulas de
madera, remo\*ían el pastoso y nauseabundo
líquido, añadiendo un poco de agua, de vez en
cuando, y atizando el fuego para acelerar la
femientación.
Sin proferir una palabra, dimos vuelta a toda
la aldea, conducidos por el cacique que lle
vaba al Padre Director de la mano, y de este
modo entramos en la cabaña central
E n e l centro, y en el puesto de honor, haiíía
extendida una hermosa piel de jaguar, a la que
hacían corona los hombres, pintorrejeados conlo
en los g r a n d e acontecimientos de la tribu. El
A fm o. hijo in C. J.
cacique, con ademán grave y autoritario, inP e pr o Massa , Pbro.
■\-itó al Padre Colbacchini a sentarse sobre la piel,
Prefecto Apostólico del R io Yegro,
lo que ejecutó sin titubeo el imdtado. Entonces
y dejando la mano del Misionero, le dijo, en
tono autoritario:
EPISODIO S D E LA S M ISIO N ES
— Los Bororos quieren que iu asistas a su fiesta.
¿ T e gusta? ¿Aceptas?
E l P. Colbacchini respondió resuelto que sí.
Un misionero elegido Cacique
Entonces el cacique Miguel se hizo traer dos
de los Bororos.
calabacines huecos, con una porción de piedxezuelas dentro, instnim enfo que los indios
¡Todo me lo esperaba menos eso!
usan para acompañar sus cantos. Em pezó a
E ra un día de fiesta, de las principales que
moverlas, produciendo un litm o extraño, y
los Bororos celel^ran con grande algazara en la
entonó un canto monótono y melanc/ilico que
soledad de las imponentes selvas brasileñas.
siguieron todos los hombres. Cuando terminaron,
H asta nuestra colonia del Sagrado Corazón lle
uno de ellos dió un silbido seco, acompañado
gaban los ecos jubilosos de sus cantos, coreados
de algunas órdenes terminantes. A poco se acer
por algunos centenares de indios que, de vez
caban las mujeres con ollas llenas de m aíz mas
en cuando, prorrumpían en hurras salvajes, for
ticado, siendo acogidas con entusiastas ¡uh!
midables, que hacen estremecer y llenarían de
espanto a cualquiera que no estuviera fam ilia
E l cacique las examinó detenidamente, uua.
rizado con ellos.
por
una, y tomando la que debió parecerle más
Cuando estábamos más descuidados, un sil
agradable la puso a los pies del misionero. Mete
bido agudo y prolongado, señales convenidas
en seguida la mano hasta el fondo, y sacando
entre los Bororos, nos hizo salir a la puerta.
una concha llena del nauseabundo brebaje, se
A poco se repitió un segundo, luego un tercero
la ofrece imperioso al Padre, diciéndole:
y de entre los matorrales \nnios que se adelan
— Come, ese es iu manjar.
taba hacia la Misión el cacique Miguel, el te
Imagínense los lectores la r^ u gn an cia a
rrible y tem ido cacique Mayor, que, al vem os
correspondencia que recibíamos en aquella so
ledad. L a primera carta que abrimos era del
Excmo. Sr. Nuncio de Su Santidad en el Brasil
a la que acompañaba un t e l ^ a n i a del Emmo.
Cardenal Gasparri con la bendición del Papa
para nuestro querido P. Bálzola, que a la sazón
cumplía los 30 años de vid a misionera.
E l bueno y veterano misionero, conmovido
hasta saltársele las lágrimas por la bondad y
deferencia que con él usaba el Augusto Pon tí
fice, tendió \dgoroso la mano, como para arre
batarme el precioso telegrama, mientras, lleno
de fe, m e decía: — Monseñor, este telegrama
no es sólo im grande honor para nosotros, sino
también una prueba emdente de que la nueva
misión será bendecida abundantemente por
Dios, porque le es grata. N o por nada ha dis
puesto con su amorosa Providencia, que la pri
mera carta que nos llega a este apartado terri
torio nos traiga la bendición de su Vicario en
la tierra.
Y no cabe la menor duda que sucederá así.
Y o mismo veo en esta pro\idencial coincidencia
una prueba de las bendiciones que el Sagrado
Corazón de Jesús, a quien hemos consagrado la
misión, nos concederá.
L e rogamos, amado Padre, que Y . con sus
oraciones haga todos nuestros trabajos dignos
y aceptables a los ojos de Dios.
_
comer cosa semejante. A mi se m e revolvió el
estómago y estuve a punto de arrojar. Con todo,
se trataba de una prueba decisiva. L o s salvajes
querían cerciorarse de si las continuas mues
tras que les dábamos de amistad, respondían o
no a la realidad. D e aquel acto dependía por
tanto el que los Bororos se nos aficionaran de
verdad, o, desconfiando de nuestras palabras,
rompieran toda relación amistosa con nosotros.
K I Padre Colbacchini se dió cuenta exacta
del momento y de las intenciones de los indios,
por lo que, aceptando gustoso la concha, apuró
sonriendo el brebaje, sin dar muestra alguna
de repugnancia. A l contrario, él mismo la llenó
de nuevo y comenzó a tom arla a pequeños
sorbos, como el que saborea la cosa más exqui
sita del mundo.
Los indios que seguían con marcada ansiedad
sus movimientos, quedaron plenamente satis
fechos. Su recelo y seriedad se trocó bien pronto
en regocijada algazara y su honda complacencia
se traslucía en los chispeantes ojos y en las son
risas que, en sus pintadas caras, semejaban
una mueca.
L a repetición del Padre fué como la orden de
batalla. Cada cual .undió su mano en el fondo
de la olla y comenzaron a engullir aquella re
pugnante mennelada que a ellos parace les
sabía a gloria. U no tras otro fueron pasando
cacharros, obsequio todos ellos de cada una
de las familias.
Terminado el banquete, se levantó el cacique
y acercándose al Padre, le in vita a ponerse en
pie. Entre tanto, todos los hombres echaban
mano a las armas: arcos, flechas y lanzas, y se
adornaban la cabeza con el parico, una especie
de aureola, hecha con hermosas plumas de color
encamado, azul u amarillo.
Tam bién el cacique se vistió de gala, y de
ese modo, llevando de la mano al misionero,
dió dos vueltas al rededor de la cabaña, con
aire de fiereza y majestad. Después le colocó
sobre la cabeza su f>ropio parico, mientras otros,
siguiendo sus órdenes, traían sus mejores ves
tidos y joyas y las ponían al lado del Padre.
En esto, le tom a de nuevo la mano, y, mirán
dole fijo, le dice:
— í T « amas de verdad a los Bororos? ¿Querrás
hacerles de padre, madre, de hermano y hermana?
— Ciertamente, contestó con resolución el
Padre Director. Y o seré siempre vuestro amigo,
vuestro padre; os amaré como a hijos queridos,
como a hemmnos.
lira de ver la satisfacción, la intensa alegría
que estas manifestaciones del Padre misionero
despertaban en aquellos corazones salvajes.
Como recompensa,el Cacitpic Afayor añadió
solemnemente:
56 — L o s Bororos quieren que tu seas conside
rado como uno de ellos; por eso, de h oy en ade
lante, té llamarán G óco-K uri, y todos te reco
nocerán como a Boe migerá (cacique).
A l terminar estas palabras, que todos oye
ron con religioso silencio, un form idable: — ¡U h !
¡Boe rugado! — Sí, así será » se dejó oir en el
poblado, perdiéndose sus ecos p or la selva.
A una señal del cacique Miguel todos se sen
taron de nuevo, mientras el v ie jo le e n tib a b a
al misionero las armas e insignias de cacique,
sin dejarle de la mano, como si entendiera de
ese modo transmitirle la autoridad y el poder.
Después de un rato term inó la cerimonia, di
ciendo al nuevo cacique:
— A im a hoe rore boe niigeragei, aima ura ahi.
D e este modo obraron los Bororos con sus ca
ciques, y lo mismo han hecho contigo.
A cto seguido entonaron un canto, que si
guieron todos con verdadera alegría.
Desde aquel día el Padre Colbacchini fué
reconocido y considerado por los Bororos como
su cabeza y cacique; y desde entonces empezó
a florecer nuestra misión. L as relaciones se hi
cieron cada vez más amistosas, lo que permitió
nuestra pacífica penetración, seguida de con
versiones consoladoras.
C olonia del Sagrado Corazón, 34 de M ayo d e 1923.
Ce sa r A lb ise tti Pbro.
M isionero Salesiano.
L o s Sres. Cooperadores Salesianos, cum
pliendo los requisitos de costumbre, pueden
ganar Indulgencia plenaria:
1° E l día que se inscriben en la P ia Unión.
2® Una vez al mes, a elección de cada cual.
3® Una vez al mes, asistieudo a la conferencia.
4® Asimismo, una vez al mes, el día en que
hagan el Ejercicio de la Buena Muerte.
5 ® E l día que por primera vez se consagren
al Sagrado Corazón de Jesús.
6® Siempre que hagan Ejercicios espirituales
durante ocho días seguidos.
Además, los siguientes días del mes de Marzo:
El 25 Anunciación de Ntra. Sra.
Dolores de Ntra. Sra.
También pueden ganar otras muchas indul
gencias plenarias y parciales, y gozar de varios
privilegios, como puede verse en el Reglamento
o « Cédula de admisión a la Pía Unión », a la
cual nos remitimos.
CULTO
d e M a r ía A u x ilia d o r a
Nós itnetnos la penaaalóa de que, en las vicisitudes dolorosas de los tiem
pos que atravesanios, no nos quedan más consuelos que los del Cielo, y entie
éstos, la poderosa protección de la Virgen bendita, que fue en todo tiempo el
A a xillo de los Cristianos.
**10 X.
O
María Auxiliadora en Bernal, Argentina.
Fiesta de María Auxiliadora
Fué un plebiscito de amor a María Santísima.
Los niños del Colegio Salesiano, las instituciones
organÍ2:adas por las Hijas de María Auxiliadora,
asociaciones de señoras y caballeros de la localidad,
pueblo y un numeroso clero, que en largas filas
precedía la encantadora imagen de la Virgen,
rivalizaban en festejar a la Reina de los cielos con
cantos y plegarias. Las notas de la banda prestaban
vida y calor a este conjunto de armonías que flo
taban acordes, enalteciendo a la Madre de Dios.
En medio del pintoresco cuadro qué ofrecían
las asociaciones con sus distintivos, se alzaba con
gracia soberana la imagen de la Auxiliadora brin
dando a todo Bemal el doble tesoro de que es
depositarla: a Jesús, su divino Hijo, y su miseri
cordioso poder, simbolizado en su cetro. Nimca
nos pareció tan bella la imagen de la Virgen;
mmca tampoco se la vió tan delicadamente ador
nada. En efecto: la carroza con sus cuatro artísticas
colmnnitas con guirnalda de flores blancas y
celestes, y luego el conjunto completo decorado
con el mismo tema, sin descontar los diminutos
granaderos que rendían pleito homenaje a nuestra
Señora, y sobre todo esto, campeando airosa la
estatua de María, presentaba una vista tan deli
cada, que los ojos naturalmente se iban tras los
encantos de esta dulce visión.
Y así desfiló nuestra Reina, derramando ben
diciones y robando en cambio corazones.
Resultó solemne el brevísimo acto en que los
conceptos de Religión y Patria, se plegaron dul
cemente a los pies de María en himnos y cantos.
Jamás resultó tan melodioso nuestro himno de
Libertad como entonces, pues desfiló ante nuestra
mente — como más tarde lo recordó un niño al
declamar ima inspirada poesía — las batallas y
victorias que debemos a la Santa Virgen bajo sus
títulos del Carmen, Cuyo, Luján, Mercedes o
Rosario.
Fueron también números atrayentes las decla
maciones a la Sma. Virgen y a la bandera.
Quiera Dios se repitan actos de significación
tan profimdamente cristiana: en ellos el alma se
siente mejor, y hasta jm ece que se respirara la
fe robusta de los que nos dieron una patria tan
grande y de tan sagradas tradiciones.
en Tancitaro-Michoacán, Méjico.
Años hace que en nuestra población se venía
festejando el día de María Auxiliadora; pero nunca
como este año revistieron las fiestas tanta solemni
dad ni fué tan grande el entusiasmo.
Por iniciativa de varios caballeros y señoras de
la localidad se imprimieron lu jo s a tarjetas de
invitación que repartieron profusamente entre
la vecindad, para mover los ánimos y disponerlos
a obsequiar con munificencia a la Sma. Virgen de
Don Bosco.
Con el mismo objeto idearon una magnífica
carroza alegórica que representaba al Venerable
Padre Don Bosco, sembrando entre los negritos
del Africa la semilla divina; y el primer día del
solemne triduo recorrió las principales calles de
la población, despertando simpatías y entusiasmo.
Preparados convenientemente los ánimos, se
hizo la procesión de traslado de María Auxilia
dora, desde la casa del insigne Cooperador D. Jesús
Sánchez a la Iglesia, convertida en un cielo de
lu<^, flores y colgaduras. E l paso por las calles,
adornadas <x>n guirnalda y preciosas telas, fué
triimfal. E l pueblo acompañaba a la hermosa
estatua, cantando hitónos de amor a su Madre
celeste. En el trayecto habían levantado artísticos
altarcitos, donde fué preciso colocar unos momentos
la Virgen para que todos la contemplaran a su
sabor. Entretanto se disparaban cohetes que atro
naban el ^pacio, volteaban alegres las campañas
y la música ejecutaba escogidas piezas, aumentanto el santo alborozo que embargaba a todos.
A l llegar a la iglesia, que estaba materialmente
llena, se multiplicó el entusiasmo, que no decayó
ya en todo el triduo.
E l día 24, .fiesta de María Auxiliadora, hubo la
correspondiente alborada, con música que recorrió
la población, ejecutando bonitas dianas, repique
de campañas y disparo, en abundancia, de colietes.
Numerosas fueron ese día las comiuiiones de
los fieles, dando una nota muy devota y tierna
los niños y niñas que se acercaron al banquete
eucarístico vestidos de blanco.
L a misa cantada solemnísima y el panegírico
a satisfacción de todos.
_
Terminó la inolvidable fiesta, que tan dulces
emociones proporcionó a todos y tan gratos re
cuerdos nos deja, con la consagración a la Sma.
Virgen.
Quiera María Auxiliadora bendecir largamente
a este su pueblo para que aumente más y más el
amor de sus hijos hacia BUa.
Ecija (España). M ari a Auxiliadora lo ha curado.
Hago púbUca manifestación de mi eterna gra
titud a María Auxiliadora por el inmenso beneficio
de su protección sobre mi atribulado hogar que
gemía a consecuenoia de la gravedad de mi que
rido hijito Guillermo, enfermo de catarro intestinal
grave hasta el punto de ser desahuciado de los
médicos.
En 'trance tan apurado lo encomendé con fervor
a María Auxiliadora, prometiéndole publicar la
gracia en el ^olelin Salesiano y xma limosna.
L a Saiitísima Virgen oyó mis súplicas y mi hijo
en breve tiempo quedó curado, llenándome de
alegría y aumentando en mi la confianza hacia
tan excelsa Madre.
Habiendo dado ya la limosna prometida, lAuy
agradecido doy publicidad de la curación en el
Boletín Salesiano, para mayor gloria de Dios y
aumento en los fieles de la devoción a tan buena
Madre.
J osé F ernández R omero.
CiiOS Ma e a i , {Argentina). — E l 25 de Diciembre
del año pasado, estando mi hijo Samuel M. Dachary, de once años, ayudando la santa misa, se
sintió enfermo, y volvió a casa con fuerte fiebre
que los médicos declararon fiebre gástrica.
Se agravó de tal manera, que yo desesperé de
salvarlo. A los pocos días cae enfermo de la misma
fiebre el menor de mis hijos Jorge Manuel. En tan
críticas circmistancias invoqué al Venerable
Don Bosco y pedí a María Auxiliadora me alcan
zaran de Dios la salud de mis idolatrados hijos.
Habiendo sido escuchada por tan amorasa
Madre, cmiiplo la promesa de publicar la gracia.
jMaría Auxiliadora, bendita seas!
Petronia L. de D achary .
Mi-tNDOZA (Argentina). — Después de dos aná
lisis hechos cu esta provincia, me dijeron, como
resultado, que tenía principios de diabetes. En
mi desconsuelo itivoqué a María Auxiliadora,
haciendo una novena y comulgando. A los pocos
díi\s de cumplida la promesa, recibí .los análisis
que fueron hechos en Buenos Aires con la gran
sorpresa de que 110 había tal enfermedad, al con
trario, los riñones se encontraban en muy buen
estado. Hago, como prometí, público mi agrade
58 cimiento, pidiéndole de todo corazón a la Virgen
me libre siempre de las enfermedades incurables
y contagiosas. Favorecedme en lo que ahora os
pido con tanto fervor nuevamente. T u siempre
reconocida hija.
Una mendocina.
Carmen (Colombia). — Agradecida a m i bon
dadosa Madre María Auxiliadora por haberme
dispensado varios favores, entre ellos uno muy
señalado, envío para los huerfanitos de D.. Bosco
rma limosna que había prometido.
Espero que, como hasta aqiií, continuará pro
digándome sus favores para que yo pueda seguir
cantando sus bondades e invitar a las personas
atribuladas a que acudan a su protección, con
fiadas en que no les faltará su auxilio. ¡Gracias,
Madre mía!
A gripina E cheverri.
G irón (Colombia). — ¡Es inmensa la bondad
de M aría Auxiliadora!
De continuo experimenta mi hogar mercedes
y favores de la Santísima Virgen María Auxilia
dora. — Rebosantes nuestros agradecidos cora
zones de satisfacción cristiana, podemos decir
que esta bondadosa Señora vela con solicitud
maternal sobre nuestra familia', que felizmente
hace varios años que se ha puesto bajo su dulce
amparo y protección. Hoy, la gratitud y el deber
me hacen dar publicidad a otra de las muchas
gracias que ya se han publicado en el Boletín Salesiano.
Contando sólo 15 años, se me presentó el año
pasado ima enfermedad en la vista, que parecía
tener carácter grave; la natural angustia que yo
sintiera y m i prolongada devoción y amor a la
Santísima Virgen en su advocación de * Auxilia
dora », movió mi atribulado corazón a elevar una
ferviente súplica, pidiéndole a la Santísima Virgen
que los remedios dados por el facultativo obraran
en mí rápida y radical curación. Ofrecí publicar
la gracia y enviar una ofrenda en favor de los
huerfanitos del Vble. Don Bosco. Gustoso y agra
decido cumplo hoy mi promesa, dando gracias
muy rendidas por tan singular beneficio.
Alejandro A renas V aldivieso .
G irón (Colombia). — Un favor aXcamado por
mediación de M aría Auxiliadora.
E l deber y la gratitud mueven mi agradecido
corazón a publicar en el hermoso e importante
I Boletín Salesiano » la siguiente gracia obtenida
por intercesión de la que es Auxilio de los Cristianos.
Nueve meses hará, desarrollósele a ima de mis
hijas, llamada María, un enonne tumor en la ca
beza que, según el concepto del hábil e inteligente
facultativo y cirujano Dr. Julio Valdivieso Gbnzáles, era de carácter grave, y manifestó ser ne
cesario someter a la enferma a una operación, y
a esta se procedió inmediatamente. Por medio
de ella obtuvo la paciente una muy ligera mejoría;
pues el tumor volvió a reaparecer a los pocos días!
Fueron agotados todos los medios humanos, y
por último mi atribulado corazón invocó a la so-
— 59 —
berana Reina María Auxiliadora, ofreciéndole,
si devohda la salud a mi cara hijita, publicar la
gracia y enviar ima liincsna para los íiu ^an itos
del Vble Don Bosco. E l prodigio fué admirable;
después de hecha m i fer\dente oración, se notó
en la niña favorable mejoría; el enorme tumor
desapareció paulatinamente y hoy día, gracias
a la Santísima Virgen, disfruta de salud. Cumplo
con mi promesa, alabando y agradeciendo eter
namente a la bondadosísima celestial Auxilia
dora.
A ntonia Menéndez de Martínez.
Pescador {Colombia). — Habiendo sido apre
sados irnos contrabandistas con sus mercancías
a poca distancia de m i predio, los vigilantes,
contra toda verdad y razón, me calumniaron,
diciendo que el contrabando era mío.
Según esa acusación, me siguieron un smnario
en que se me condenaba a siete meses de prisión
y a pagar una multa de 9800 pesos. En tan an
gustiosos momentos, viuda y madre de nmnerosa
familia, acudí a María Auxiliadora para que hiciera
triunfar mi inocencia, prometiéndole publicar la
gracia en el' Boletín Salesiano.
L a Santísima Virgen, Auxilio de los Cristianos
y consuelo de los afligidos, me concedió la gracia
de probar la calumnia y quedar absuelta, reco
brando la tranquilidad de espíritu y devolviendo
la alegría a mi hogar.
Por tan señalado favor, doy infinitas gracias
a María Auxiliadora y envío una limosna para
los huerfanitos de Don Bosco.
J udia Uza Vda. de P az,
R os.ario-Marino {Colombia). — Habiendo su
frido algunos años la grave enfennedad de neu
ralgia, invoqué con gran confianza a María S.ma
en su glorioso título de Auxilio de los cristianos.
En agradecimiento a tan excelsa Madre por el
favor recibido, envío dos pesos oro de limosna,
encontrándome mejor de mi salud, y es mi volimtad
se publique esta gracia.
L eticia R. de D aza ..
Cooperadora Salesiana.
RiOCHiCO {Ecuador). — Hacía varios años que
me había quedado casi completamente ciego.
Como de la ciencia no podía esperar ya nada,
recurrí a la protección de María Auxiliadora para
que me devol\*iera la vista, prometiendo hacerme
Cooperador Salesiano y publicar la gracia conse
guida.
N o se hizo esperar el favor; pero, designios
providenciales, algún tiempo después volví a
sentir la misma dolencia. Renové mis súplicas y
promesas y de nuevo fuí ^^raciado por tan bon
dadosa Madre.
H oy cumplo gustoso mis compromisos.
JOSE Antonio Moreira .
{Méjico). — Rancho de * A u x ilio ».
Este año se celebró en el rancho « Auxilio > de
Don José Ibarrola nna Misión. A l efecto, \'ino de
M iCHOACAN
Morella mi sacerdote salesiano que se multiplicó
para facilitar a todos los colonos el cumplimiento
de sus deberes de cristianos. Era un gusto ver la
nueva capilla, no tenuinada todavía, llena de
devotos de María Auxiliadora.
Mi esposa fué desde el segundo día, quedándome
yo en casa a causa de mis achaques. Como los
señores notaran m i ausencia, preguntaron por mi
a mi mujer, la cual les indicó el motivo. Ellos, a
una con el sacerdote, le instaron para que yo acu
diera, asegurándola que la Virgen me aliviaría.
E l domingo, 29 de Agosto, por la mañana, me
dirigí a la capilla, donde pude cumplir mis debcre.s
a satisfacción de mis deseos. Asistí a las dos pnicesiones que hubo en la mañana, para colocar
una gran cruz sobre un cerro, y en la tarde, para
llevar en triunfo a María Auxiliailora. Llcgad;i
la noche volví a mi casa bueno y sano, pudicndo
asegurar que hacía unos años que no pasaba un
día tan contento y sin mole.slias. Todas los que
me vieron daban gradas a María Auxiliadora por
el favor que dispensaba a este pobre viejo de 80
años. iSea m il veces bendital
JOSE V iuda.
Dan también gracias a María Anidlladora.
San Pedro Palmiches (Cuenca-España). Dña.
María Ortiz por haber recobrado la salud, y envía
un.-i limosna.
Cabrejas del Campo (España). — Dña. Filomena
Gallardo manifiesta públicamente su gratitud y
envía una ofrenda para las Misiones.
Bentacuría (Canarias-España). — Dña. Eusebia
Martel, agradecida a los favores recibidos, envía
una limosna; Don Domingo Peña, reconocido a
los favores de María, envía limosna para los huer
fanitos.
Buenos Aires (Argentina). — Dña. Elisa X .
muy agradecida a las bondades de Rlaria Auxilia
dora, da público testimonio.
Barichara (Colombia). — Dña. Camien Rueda,
agradecida por la milagrosa curación de su amiga
Ester Durán,
Cali (Colombia). — Dña. Enriqueta Riascos de
Glano y Dña. María Glano de Burrero cu cumpli
miento de mía promesa envían ^limosna.
Guane (Colombia). — Rdo. D. Guillermo Díaz G.
por haber curado de úlcera y diabetes invocando
a María Auxiliadora.
Zapaíoca (Colombia). — Dña. Ana Francisca
Plata de A. por haber curado de enfermedad
juzgada incurable; F. Berta R. de Forero, agra
decida por la curación de su hijo.
Cobán (Guatemala). — Dña. Isabel P. de Váz
quez, agradecida por favor recibido, envía limosna.
Canelón Chico (Uruguay). — Enfermos mis
padres y una hermana, ésta desde hacía seis meses,
me encomendé a María Auxiliadora, prometiendo
dos misas y publicar la gracia. H o y cumplo gustosa
m i promesa.
P etrona M. de Merino .
MADRID {Españci). — Impresiones de un Coope
rador en eu visita al Oratorio festivo de Cuatro
Caminos.
Las escenas del prado de Valdocco se repiten.
En la populosa barriada de Cuatro Caminos,
establecieron dos años ha los PP. Salesianos un
Oratorio Festivo.
En un solar muy grande, donde pueden jugar
cómodamente un millar de niños y jóvenes, se
alza im pabellón bastante amplio y ventilado que
sirve de capilla y teatro.
A primera vista parece una profanación reunir
en im mismo local el teatro y el altar, pero, bien
mirado, no lo es, pues los Salesianos usan lo mismo
la capilla que el escenario para educar, para llegar
al corazón de los niños y sembrar en ellos las se
millas de la virtud y del deber. En la capilla y el
teatro forman los Salesianos los jóvenes del día
de nrañana, los que han de trabajar por la dicha
y el bienestar de la Patria.
Contiguo a ese pabellón, esdste otro de dos
plantas. Tanto en la baja como en la alta, hay
clases muy ámplias y perfectamente ventiladas, y
en ellas se enseña gratuitamente, todos los días,
a trescientos niños pobres; y por la noche, en vez
do descansar de la labor del día, aún dan clase a
cincuenta obreros, cuya edad oscila entre los
quince y veinticinco años.
Y en el gran patio juegan y saltan los niños,
cuyo número crece hasta seiscientos en los do
mingos y días festivos; allí tienen sus partidos de
« foot-ball », juegos de pelota, bolinches, tiovivos,
etcétera; todo lo necesario para arrancarlos del
arroyo donde sólo aprenden el vicio y la inmora
lidad.
Descrito, a vuela pluma, el Oratorio Salesiano
de Cuatro Caminos, he de reseñar lo que es im día
de fiesta solemne en él, cómo la celebran aquellos
niños, cuya inmensa mayoría, ignoraban, hasta
hace muy poco, sus deberes de cristianos.
Como muestra, voy a contar la hermosísima
fiesta de la Inmaculada. Asistí a ella y al presenciar
cuanto voy a relatar, voló mi mente a los tiempos
de Don Bosco, cuairdo el venerable, ayudado por
el teólogo Borell, celebraba sus fmiciones religiosas
en el Prado, o en el Cobertizo de Valdocco.
Llegué a las nueve de la mañana. Eu el salón
capilla-teatro presencié un espectáculo conmo
vedor; xm clérigo, ayudado por varios niños, arre
glaba el altor con velas y ramos. En el salón había
un^ infinidad de niños, unos acompañados de sus
ma<lrcs, que, solícitas les arreglaban un lazo blanco
que jK'udía del brazo dereclio; eran los niños que
ibim a hacer la primera Commiión; más allá un
grupo de jóvenes hablaban cu voz baja; y entre
Imito, en un rincoiidto, sentado eu una silla, estaba
el Padre Salesiano don Antonio Tom , que confesaba a un buen número de muchachos, que después /
iban a cumplir su penitencia al pie del altar, ante i
la imagen de María Auxiliadora. jQué espectáculo !
tan salesiano, tan de los tiempos del Oratorio de
Turín, cuando comenzaba Don Bosco su obra
gigante, asombro del mimdo entero!
Sonó ima campanilla; todos callaron, y los que
había en el patio, jugando y chillando a más no
poder, entraron en la capilla.
Empezó la Santa Misa; un grupo de niños cantó,
con gusto y afinación, la M isa de Angelis. Llegó
el momento solenme de la sagrada Comimión;
i 6o niños se acercaron fervorosos a recibirla, y 34
de ellos por vez primera, con sus lazos blancos,
sus mónitas cruzadas, recogidos, llenos de alegría
y emoción. ¡Qué hermoso espectáculo, repito; qué
hermoso!
Luego, por la tarde, celebraron una funcioncita
de teatro, representando « E l puñal del godo » y
la * Virgen de la ermita », con soltura y todo lo
apropiadamente que puede exigirse a esos niños
y jóvenes.
L a alegría reinó por completo durante todo el
día en aquella Santa Casa, y al caeí la tarde, esos
niños vuelven a sus casas contentos y radiantes
de alegría, con el alma limpia, el corazón rebosando
de gozo, y una buena palabra, un consejo dado
por su celoso y buen director, consejo que jamás
olvidarán y que mi día dará su fruto.
Eso es hacer Patria, eso es preparar los hombres
del día de mañana, formar las generaciones veni
deras en el Santo temor de Dios y en el amor a
España.
CÓRDOBA (Argentina). — Exposición salesiana.
Como preparación a las fiestas Cincuentenarias
del arribo de los Salesianos a la Argentina, en el
año 1875, todos los Colegios, Escuelas Talleres,
Granjas Agrícolas y Residencias de las Misiones
Salesianas de aquella floreciente República, se
disponen a mostrar, con exposiciones locales, la
extraordinaria labor realizada por los H ijos de
Don Bosco, en servicio de Dios y de la prosperidad
de la Nación.
A la exposición de las Escuelas Salesianas de
la lejana Patagonia, en Buenos Aires, de que
hablamos en el Boletín de Noviembre, y que tan
agradable sorpresa produjo al gobierno de la R e
pública y mereció unánimes elogios de la prensa,
sigue hoy la de las Escuelas Talleres de Pío X , en
Córdoba, que, al decir de la prensa local, está
llamando poderosamente la atención.
E l buen resxiltado de estas exposiciones habla
muy alto de la orientación que imprime a la edu
cación de la niñez la Obra de Don Bosco, y hace
— 6i —
esperar \in. triunfo grandioso y merecido, para las
fiestas Cincuentenarias.
Á 1 par que felicitamos entusiastamente a los
beneméritos hermanos de la Argentina, prome
temos a nuestros lectores tenerles al corriente de
cuantos actos realicen con vistas al Cincuentaiario.
PAYSANDÚ {Uruguay). — Inauguración de un
nuevo brazo de edificio.
En el Colegio Salesiano de Ntra. Sra. del Rosario,
en Paysandú, inauguraron en el Agosto pasado
un nuevo brazo de edificio que completa la obra
de aquel importante centro.
L a ceremonia, que se verificó en ocasión de 1^
fiestas patrióticas, congregó en la iglesia del Colegio
VALPARAISO (CAtíd). — Despedida de las revistas
de los Antiguos Alumnos al Cardenal Benlioch.
Einmo. Sr.. ya todo os lo dijeron en vibrante
prosa, en armonioso verso, en arrobadora música,
en deslumbrantes manifestaciones; oísteis todos
los elogios, recibisteis todos los homenajes.
K o obstante, queremos que tras la ruta de
vuestro feliz regreso vaya resonando dulcemente
esta última nota que en nombre de todos los ex
alumnos y alumnos salesianos de Valparaíso, os
enviamos por medio de este hmnilde vocero de
nuestros ideales y de nuestra acdóu de jóvenes
catóhcos.
H a pasado por nuestra mente esta espléndida
L o s A n tigu o s A lu m n os u ru gu ayo s en asam b lea.
tma considerable muchedmnbre de ciudadanos
que se congratulaba con los Salesianos del nuevo
progreso, del que se enorgullecen los Sanduceros
como de cosa propia.
Y tiene razón de alegrarse Paysandú. Es que
hoy la sociedad, aunque inconscientemente, com
prende que el hogar cumple mejor su misión altí
sima. cuando los padres entregan a sus hijos para
que junto con ellos formen sus almas, a otras
ahnas imida-'s a las suyas por una honda hermandad
del espíritu, que cuando los dejan abandonados al
cientificismo descalabrado de la escuela oficial que
no tiene amor para los corazones ni para las almas.
Es que la sociedad comprende que dejar el
cuidado de la educación de sus hijos al ahna fría
del Estado es perder en algo los atributos sagrados
de la paternidad, mientras que la educación que
costeamos para nuestros hijos y para los hijos de
los pobres en la escuela privada, es más nuestra
y afirma los derechos inalienables del hcgar.
Y dentro de la vida social, afirmar ese concepto
básico, ha sido imo de los triimfos más hermosos
de la obra salesiana en Paysandú.
visión, que parece dilatarse en amplios horizontes
de futura realidad. Hemos visto a un sucesor de
Pedro volviendo desde lejanas playas de mi Con
tinente Nuevo, y bajo arcos triimfales de amor
y de respeto, hacia el trono más augusto de la
tierra, para empuñar el cetro de la autoridad
moral más grande del universo, en la Sede Ponti
ficia de la Ciudad Eterna....
Se ha presentado ante nuestros ojos con grandes
caracteres deslumbrantes de luz aquel lema papal
Pastor et Nauta columbrado ya proféticamente,
según dicen las crónicas eclesiásticas, por S. Malaquías. Primado de Irlanda, en el siglo X II.
Todo esto nos ha inspirado ^vuestra triunfal
visita a estas remotas regiones, Emmo. Sr.
Nos quedamos, pues, con la dulce esperanza de
que algún día lib a rá a nuestros oídos, si Dios lo
quiere, la gratísima y m il veces solenme noticia
de vuestra exaltación al augusto trono Pontificio...
Y antes de cerrar estas humildes líneas no po
demos menos que exclamar una y m il veces, en
vista del colosal movimiento de simpatías y en
tusiasmo religioso que suscitásteis en nuestra
—
Ó2
tierra donde habéis consagrado en Basílica xm
templo del Señor: ¡Cuán grande es la Iglesia Ca-tólical y icómo goza de perenne vitalidad y excelso
prestigio, llevando la antorcha de la verdad y de
la civilización al través de todas las edades!
IlEsto es grande!!
VERCELLI {Italia). — Asamblea de Antiguos Alumnos.
Ivn Vercelli tuvieron, poco ha, una magna reu
nión los Antiguos Alumnos de aquella región,
presidida por el Arzobispo Monseñor Gamberoni,
el abogado Doit Kclix Masera, presidente de los
Antiguos Alumnos de Italia, y Don Esteban
Trione, en representación del Rdrao. Don Felipe
Rinaldi.
Durante los diversos actos reinó la :nás com
pleta annonía y cordialidad.
Se formó una nueva sociedad o centro, cuyo
consejó se eligió en el acto, para que agrupe, en
nombre de Don Bosco, a todos los Antiguos Alum
nos de aquella región, que son nmuerosos.
BELGICA. — Laudables propósitos de los Anti
guos Alumnos belgas.
En la reunión que tuvieron últimamente los
Antiguos Alumnos belgas tomaron el buen acuerdo
de hacer todos los años Ejercicios Espirituales,
l ’ara mayor comodidad se darán dos veces: una
para los jovencitos y la otra para los de más edad.
. También se comprometieron costear el altar
dedicatlo al arcángel San Gabriel del templo de
Jesiis Adolescente, en Nazaret.
—
campo inmenso de la Patagonia estos aguerridos
misioneros que, con el trabajo incesante, la ora
ción y la mortificación cristiana supieron preparar
el terreno de acción para los futuros hijos del
Venerable Padre Don Bosco.
Ellos sembraron en aquel • campo inculto las
semillas del Evangelio que ya empiezan a germinar
con prometedora abundancia, si bien necesitan
todavía de continuos exudados para que lleguen
a sazón y el enemigo de las almas no siembre la
cizaña.
Mientras recomendamos el alma de este noble
misionero, a las oraciones de Salesianos, Coopera
dores y amigos de la Obra de Don Bosco, les supli
camos qxxe pidan también al Señor de la mies para
que envíe nuevos operarios a su campo. *
Cooperadores difuntos:
Gerona (España): Don Jaime Catá; Dña. María
Dolores Bota Fina; Dña. Rosa D iví y Alsiiia;
Dña. María Dolores Olivas de Noguer.
Albendea (España): Don Ambrosio Lava.
Cuenca (España): Rdo. D. Eugenio Villanueva;
Dña. Manuela Predaza.
Pinarejo
(España):
Don Francisco Requera.
Valdecolmenas de Abajo (España): Don Doroteo
Caballero; Dña. Micaela de las Heras; Don Lxiis
Arias; Dña. Seviana Caballero.
LOS QUE MUEREN
lo c :
El misionero R. P. Fabricio Soldano.
En Montevideo a donde se había trasladado
desde la Patagouia en busca de un poco de salud
que le permitiera continuar trabajando, murió a
últimos del Septiembre pasado el Rdo. P. Soldano,
veterano de las conquistas apostólicas de la Patagonia.
De nada valieron los exudados amorosos de
aquellos óptimos y caritativos henuanos, las Salesiaiias urugxxaycM^, pxxes la enfemiedad se mostró
reacia y la mxxerte inexorable.
Cojuo obedeciendo a una consigna, tal vez de
Don Bosco que les llama ya a gozar en su couxpañía del premio merecido con sus trabajos apostó
licos, xmos tras otros van desapareciendo del
■ Villalba del Rey (Bispaña): Dña. Dionisia Falcón.
Buenos Aires (Argentina): Dña. María Berardinelli.
Córdoba (Argentina): Dña. Carmen de Mastronasclii; Dña. Gregoria de Nieto; Dña. Angela Oliva;
Dña. María Pereira; Dña. Felisa Trujillo; Don
Javier Teles; Don Rafael Malo; Don Santiago
Pampiu.
Cobán (Guatemala): Dña. María Luisa Chavarría.
Nuestra imperfección debe acompañarnos hasta
el sepulcro, porque no podemos andar sin tocar la
tierra.
***
¡A y ! nos preocupamos tantas veces de ser bttenos
ángeles, que nos olotdapnos de ser biíenos hombres o
buenas mujeres.
S. Francisco de Sales.
Con aprobación de la Autoridad Eclesiástica: Gerente: G E M IN IA N O FE R R A R I.
Establee. Tip. de la Sociedad Editora liitenxacional. — Corso Regina Margherita, N. 174 - TURIN
< S O O lK D A .r >
K D I 'I 'O R i V
A v e n i d a R e g i n a M a r g a r ld a . 174 - T U R ÍN (ita lia )
THEOLOGIA DOGMATICA, MORAUS, MTSTICA, FASTORALIS, Etc.
B A C C A Sac. P E T E Ü S . — T h eologiae m oralis synopsis. B re v e opus e x sapientissimis scriptoribus de B e Morsüi eductum e t ad norm am n o v i Codicia Juris Canonici exaratum ; L ibellae 12,50. A pu d exteros: libellae 16,50.
M A Z Z E L L A H O E . A rch iep. Tarentinus. — Praelectiones Scholastico-D ogm aticae breviorl
gursui accom odatae. E d itio quinta recognita e t aucta.
V o l. I . — Tractatus de vera E éligiM ie, de Seriptura, de T ra d ition e et de E cd esia ChrisH.
L ib e lla e 25. — A p u d exteros: libeUae 30.
V o l. n . Tractatus de Deo U no ac T r in o et de E e o Creante: L ib e lla e 25. — A p u d exteroa:
lib ella e 30.
Y o l.
— Tractatus de Verbo In ca m a to , de G ratia Christi et de V irtutibu s infueis:
L ib e lla e 25 — A p u d exteros: libellae 30.
V o l. I V . — Tractatus de Sacramentis et de N ovissim is: L ib e lla e 25. — A p u d exteros:
Ub. 30.
B E B A S T IA ÍT I Sac. N T C O L A Ü S S. T b eol. e t utriusque iuris D octor, Cancellarius a Brevibus
A postolicis P ii P P . X I . — Sum m arium T h eo log iae M oralis ad Codicem Juris Canonici
accom odatum cum lucupletissim o Índice analytico:
E d itio quinta m aior (1920). In -8 m ax.: L ib ella e 9,50. — A pu d exteros: L ib ella e 12;50.
E d itio sexta m inor-m anualis. In 24° (cm. 9 x l 5 ) charta indica pondere m ínim o, pag. 650.
L in te o contecta: Lib ella e 14,50. — A pud exteros: libellae 18.
N A V A L P . P E A N C IS C U S Missionariis F iliis S. Cordis B . V . M ariae. — T h eologiae asceticae
et M ysticae cursos, ad usum Sem inariorum , In stitu toru m reiigiosorum , clericorum , necnon
M oderatoru m anim anim . P rim a versio la tin a ab auctore recogn ita e t adprobata: L ib ella e
8,50. — A p u d exteros: libellae. 11,50.
G A E E IG O IT - L A G E A N G E F r . E E G I N . O. P . — T h eo log ia fundam entalis secundum S. Thom ae doctrinam . Pars apologética: D e revelatione per Bcciesiam catholicam proposita.
E d itio 1921 em endata. — Opus ju x ta S. P . B en ed icti X V o p ta ta sacrae praesertim ju ven tu ti com m endatum : 2 tem í. L ib ella e 45. — A p u d exteros: libellae 60.
G U E Y P . J. P E T E Ü S S. J. — Compendium T h eo log iae m oralis recentioribus actis Sanctae
Sedifl legibus Codicia Juris canonici accom odatum , habita sim ul ratione ita lici juris, cura
P . R aph . Tum m olu ej. Soc. etc. 2 vol. L ib ella e 50. — A pu d alias nationes: libellae 65.
C A P P E L L O Sac. F E L I X S. J. — Tractatus canonico-m oralis « D e Sacramentis », ju x ta codicem
ju ris canonici: V o l. I. D e Sacramentis in genere (D e B aptism o, C onlirm atione e t Eucharistia ) 1921: Lib ella e 20. — A pu d exteros: libellae 26.
C A E B O N E Sac. C. Th eologiae e t Juris Canonici D octor, in Sem inario R egion a li A pu lo-Lu cano,
Th eologiae D ogm . e t Sacrae E loquentiae M agister. — Exam en Confessariorum ad Codicia
Juris Canonici norm an concinnatum : L ib ella e 12,50. — A pu d exteros: libellae 16,50.
K Ü N E E A T I Sac. D A X T I S . — Prontuarinm pro ordinandis et confessionis exam inandis;
L ib ella e 4,50. — A pu d exteras nationes: libellae 6.
A N T O N E L L I Sac. J O S E P H . — M edicina Pastoralis in usum confessiariorum e t curiarum
ecclesiasticarum . E d itio quarta in pluribus aucta. A cced u n t 94 figurae e t 26 tabulae anatom icae coloratae. 3 vo l.; L ib ella e 60. — A pud exteras nationes: libellae 80.
C H E L O D I Sac. J O A N N E S . — Jus m atrim on iale ju x ta Codicem Juris Canonici: L ib ella e 6,50.
— A pu d exteras nationes: libellae 8.
B. A L P H . M. D E L IG O R IO . — T h eo log ia m oralis. E d itio n ova cum antiquis editionibus diligen ter coUata; in singulis au cton im allegationibus recognita notisque c r itic is e t com m entariis illustrata cura e t studio P . Leon a rd i G audé e Congr. Ss.mi R ed em ptoris, 4 volum .
paginis 3200. In -4 °, charta m anuíacta: L ib ella e 75. — A pu d exteros: libeUae 100.
P. G E M E L L I A ü G . O. F . M . — D e Scrupulis. P sych o-path ologiae specim en in usum confes
sariorum: Lib ella e 12,50. — A pud exteros: libellae 16G E K IC O T E d . S. J. — Casus conscientiae propositi ac soluti. Opus postum um accom m odatu m ad T h eo log iae m oralis Insiitutiones ej. auct. E d itio 4 ‘^ a d n on n a m C o d ícis Juris reco
gn ita e t pluribus casibus aucta a J. Salsmans S. I. etc.
Lib ella e 34. — A p u d exteros: libellae 40.
in.
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A v e n id a R e g i n a M a r g a r ld a , 174 - T U P Í N (Ita lia )
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