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Título
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BS_1924_06
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Descripción
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Boletín Salesiano. Junio 1924
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Fecha
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1924.06
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extracted text
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I
BOLETÍN SALESIANO
REVISTA DE LA S O BRAS DE DON B O SCO
Año XXXIX.
JUNIO 1924
Número 6.
R e d a cció n y A d m in is tra c ió n : V ia C o tto len g o N . 32 - T U R IN , 9 (Italia).
S O C I K T A
EM 3 I T R I O K
C o r s o R e g in a M a rg h e rita , 174 - T O R IN O (Italia)
Opera theologica ad normam Novi Codicis luris Canonici exarata
et Commentaria eiusdem Codicis.
ANTONELLI Sac. JOSEPH. — M edicina p asto ralis in usuin confessaríorum et curiaruni ecde*
siasticarum. Editio quarta in pluribus aucta.
Accedimt <4 tigurae et 25 tabulae analomicae coloratae. 3 vol.: L. 60. — Apud exteros: L. 72.
I5AD1I Sac. CAESAR. — Instltutiones Jurls
Canonici. Editio altera aucta.
V ol . i . * Inlroductio in fus cauonicum. — Lib.
I. N o r m a s GENERALES. — Lib. II. D e r e r s o n is :
L. 16,50. — Apud exteros: L. 20.
V ol . II. - De rebus: L. 20. — Apud exteros:
L. 24.
líLAT Fr. ALBERTUS O. P. — C om m en tarlum
te x tu s C od icis lu ris Canonici.
L íb e r I. - Normae generales. Previo tractatu
introductorio, et appeiidice siibsequeute de legibus ac libris liturgicis: L. 7,50. — Apud exteros:
L. 9.
L íb e r II. - De personis cum autlienticis declarationibus usque ad diem 7 Julii 1921 (A. A. S.
XIII, fase. 9): L. 30. — Apud exteros; L. 36.
L íb e r 111. - De rebus.
Pars I. D e S a cra m kn tis cum declarationibus
authenticis usque ad diein 2 Augusti 1920 (A. A
S. X ll, fase. a). Accedit dúplex appendix, prima
de relationíbus ex libro V, altera de formulis facultatum S. Congr. de P. Fide: L. 30. — Apud
exteros: L. 36.
Pars II. D e l o c is k t t e m p o r ib u s s a c r is . •
i’ars III. D e c u lt o d iv in o . - Pars IV. D e m ag i
s t e r io BccLBSiASTico. - Pars V. D e b e n e f ic iis
AUISQUE INSTITUTIS ECCLESIASTICIS NON COLLBGiALiBUS. - Pars VI. D e b o n is E c c l e s ia e t e m PORALIBUS, CUM DIÍCLARATIONIBUS AUTHKNTj CIS
USQUE AD DIEM 3 I OCTOBRIS 1922: L. 24. — Apud
exteros: L. 30.
L íb e r V. De delictis et poenis (Sub praelo).
*\RBONE Sac. C. Theologiae et luris Canonici
Doctor, in Seminarlo Regionali Apulo-Lucano,
Theologiae Dogm. et Sacrae Eloquentiae Magister. — E xam en C o n fessa rio m m ad Codicis
Jurls C an on ici norm am con cin n atu m : L. 12,50.
Apud exteros: L. 15.
CHELODI Sac. JOANNES. — Jus m atrim on iale:
L. 8. — Apud exteros: L. 9,50.
— Jus de perso n is, e tc ., praemisso tractatu De
principas et fonabus juris canonici: L. 25. —
Apud exteros: L, ,io,
— Ju s poenaie et ordo proceüendi in judiciis criminalibus: L. 6. — Apud exteros: L. 7,20.
GARRIGOU-LAG-RANGE Fr. REGIN. O. P. T h eo lo gia íu n d am en talís secundum S. T hom ae
doctrin am . Pars apologética: De reve la tio n e
per Ecelesiam cathoHcam proposita. — üpus
juxta S. P. Benedícti XV optata sacrae praesertim juventuti commendatuui. 2 vol.: L. 45.—
Apud exteros: L. 54.
P. GEMELLI AUG. O. P. M. — D e Scrupulis.
Psycho-pathologiae specimen in usum confessariorum: L. 10. — Apud exteros: L. 12.
— Non m oechab eris. Disquisitiones medícae in
usum confessariorum. - Editio sexta: L. 12.—
Apud exteros: L. 15.
GENICOT ED. S. J, — C asu s co n sclen tia e propositi ac soluti. Opus postumum accomodatum
ad T h eo lo gia e m oralls In stltu tio n e s ej. auct.
Editio 4.^ ad normam Codicis Juris recognita et
pluribus casibus aucta a J. Salsmans S. I. etc.:
L. 24. — Apud exteros: L. 28.
— In stltu tio n e s th e o lo g ia e m oralis. 2 vol :
L. 35. — Apud esteros: L. 42.
‘MUNERATI Episc. DANTIS. — Prom ptuarium
pro ordinandis e t
co n fe ssa rü s examlnandls:
L. 5,50. — Apud exteros: L. 6,50.
SEBASTIANI Sac. NICOLAUS S. Theol. et utriusque inris Doctor, Cancellarius a Brevibus Apostolicis Pii PP. XI. — S um m arium Theologiae
m oralis ad Codicem Juris Canonici accomodatum
cum lucupletissimo indice analytico:
Editio quinta maior (1920). In-8 max.: L. 9,50.
— Apud exteros: L. 11,50.
Editio sexta minor-manualis. In-24 (cm. 9x13)
charta indica, pondere mínimo, pp. 650. Linteo
contecta: L. 14,50. — Apud exteros: L. 17,50.
TANQUEREY AD. S.J. — S y n o p sis theologiae
d o.;m atlcae ad meutem S. Thomae Aquinatis
hodiernis moribus accomodata.
V o l . i . De vera religione - De Ecelesia ■ De
fontibus revelationis: L. 25. — Apud exteros:
L. 30.
V o l . II. De fide - De Deo uno et trino - De Deo
creante et elevante: L. 25. — Apud exteros; L.30.
V o l . III. De Deo sanctificante - De Deo retnuneraiore seu de gratia - De Sacrainentis et de
t^ovisshnis: L. 20. — Apud exteros: L. 24.
i
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— S y n o p sis th e o lo g ia e m oralis e t p asto ralis ad
meutem S. Thomae .Aquinatis hodiernis moribus
accomodata.
V o l . i . De poenitentia • De matrimonio et de
ordine (Pars dogmática simul et moralis); L. 25. —
Apud exteros: L. 30.
V o l . II. (Theologia moralis fundamentalis)
virUitibus • De praecephs - De censuris • De
prohibitione librorum: L. 25. — Apud exteros:
L. 30.
V o l . III. De virtute jusHtxae et de variis siatuum obligaiionibus: L. 20, — Apud exteros:
L. 24.
TANQUEREY AD. et QUEVASTRE M. - Brev io r sy n o p sis th e o lo gia e m oralis e t pastoralis.
Editio nova: L. 20. — Apud exteros: L. 24.
T A N Q U E R E Y A D .-Q U E V A S T R E M .-H ER BERT
L.
B re v io r sy n o p sis th e o lo gia e dogmaticae.
Editio quinta: L . 20. — A pud exteros: L . 24.
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J
BOLETÍN SALESIANO
REVISTA DE LAS OBRAS DE DON ROSCO
Año XXXIX.
JUNIO 1924
Número 6.
S u m a rio : Oríenlemos a h juventud y salvaremos la civilización cristiana. — V III Congreso Je
Educación y C(i{lur<i reíigíosa en Italia. — Tesoro espiritual. — Reguemos al Corazón de Jesús
que multiplique las vocaciones al sscerdoeis. — Primer Congreso Nacional Je Educación Católica
en M adrid. — D e nuestras M hiones, — Culto de Marta Auxiliadora. — Cracias de María
Auxiliadora. — Por el mundo salesiano. — Los que mueren, — Bihliografia.
Orientemos a la juventud
y salvaremos la civilización cristiana.
H ay pensadores que se devanan los sesos
estudiando con afán si la humanidad avanza
o retrocede, si el mundo en nuestra época pro
gresa, o si más bien nuestra civilización es un
proceso de decadencia.
Claro está que en el estudio de la historia
humana se puede llegar a conclusiones bien
diversas, según los criterios que nos guíen en
el examen y ponderación de los hechos histó
ricos.
Si la historia se analiza con criterio raciona
lista, prescindiendo en absoluto del influjo, en
su desarrollo, de una causa superior, de la
acción continuada de la Providencia, sin la
cual no se explican ciertos fenómenos, grandes
acontecimientos, sucesos extraordinarios y
transformaciones sociales que obedecen a causas
insignificantes, efectos que no guardan siempre
proporción con las causas que los motivaron,
ciertamente que se puede llegar a resultados
poco satisfactorios, a conclusiones pesimistas
que produzcan alarmas, augurando a nuestra
sociedad calamidades no muy remotas, un fin
parecido al de las civilizaciones de egipcios,
griegos y romanos.
Pero si con espíritu cristiano, guiados por
la fe, y admitiendo ciertos principios genera
dores de vida que la religión de Cristo inyectó
en las sociedades que caen del lado de acá del
Calvario, y de que carecieron los jraeblos nom
brados que desaparecieron, contemplamos desde
la cumbre de los si^os, a vista de pájaro, el
movimiento de la humanidad, al par que nos
explicaremos muchas aparentes paradojas y
y fenómenos que la fría razón no sabe inter
pretar, porque no obedecen a las arbitrarias e
inflexibles leyes a que ella quiere someterlos,
adquiriremos el convencimiento profundo de
que * en la vida de los pueblos el hombre es el
que se agita, pero Dios es el que lo mueve »,
lo cual aleja de nuestro espíritu el fatalismo
deprimente y abre el ánimo a la esperanza.
Considerados así los acontecimientos histó
ricos, poco deben inquietamos a los creyentes,
a los hombres de fe las diversas teorías modernas
que explican, a su modo, el progreso de la hu
manidad, y a lo comparen a la marcha de una
caravana que parte de un punto y se dirige a
otro por un camino racional y con un objeto
a la vista, y a lo consideren como una simple
agitación parecida a la de aquellos seres infe
lices atacados de manía ambulatoria que, tanpronto como se mueven, describen eternos
círculos concéntricos, o bien, con el celebrado
catedrático de la Universidad de Gottingen,
Spengler, propugnador de la decadencia de
nuestra civilización, sostengan que el progreso
no obedece a ley alguna fuera de la ley de co
rrespondencia en cuya virtud los aconteci
mientos de ho5’ son una repetición de los de
ayer, anteayer y de siempre.
Como para nosotros la perfección humana
no tiene límite alguno, y a que Jesucristo nos
ordena que seamos perfectos como lo es nuestro
Padre celestial, tampoco lo tiene la civilización
cristiana, que no consiste como algunos equi
vocadamente creen en el desarrollo material
de los pueblos sino en su educación, en lo que
— 1Ó4 —
forma el corazón y cultiva el alma, en todo
aquello, en fin, que aproxima la humanidad a
Dios, y, por lo tanto, no podemos admitir ni
conformarnos a esas teorías que tienden a anular
todo esfuerzo, que hace de los hombres autó
matas sin responsabilidad, semejantes a barquichuelos sin remos ni piloto, arrastrados fa
talmente por la corriente irresistible de la his
toria.
No, para los católicos no son el progreso, la
civilización cristiana parecidos al movimiento
de las aguas de una cascada. Los que crean que
nuestra civilización pueda compararse a la cataríita del Niágara, cuya masa de aguas unas veces
parece que crece y otras merma; cuyo movi
miento o mido, siempre grande, padece al
guna variación, pero que. a la larga y en junto,
no veremos en ello diferencia; y nos digan que
todas las imágenes sucesivas que de el guarda
remos en la memoria, se refundirán en una
imagen única de movimiento y ruido locos, sin
principio ni fin, sin tasa ni medida, sin objeto
ni razón; y quieran hacernos ver que los períodos
de progreso y decadencia en la historia son se
mejantes a los períodos de plenitud y descenso
que experimenta el caudal del Niágara, para
concluir que el Fatum que preside al movimiento
y ruido de la historia quiere que la decadencia
alterne con el progreso eternamente, se engañan
si pretenden nuestro asentimiento, porque no
podemos adherirnos a ideas capaces de marear
a los hombres más intrépidos e infundir el
desaliento, cuando lo que se necesita es poner
en juego nuestras energías para secundar los
designios de Dios que ha querido que contri
buyéramos a nuestra perfección y con ella a la
del mundo.
Mientras las doctrinas de Cristo alimenten
los cerebros humanos, den calor a las almas y
amor a los corazones ,1a civilización cristiana
continuará su progreso triunfal como nos lo
abonan dos mil años de historia. Y como la
doctrina de Cristo durará siempre, porque no
puede morir, pues tiene asegurada la inmorta
lidad, porque no es un sistema filosófico humano,
sino un hecho divino, que no pasa, ni envejece,
ni se extingue, como todo lo humano, sino que
es la solución de ayer, de hoy y de mañana,
de ahí (jue el porvenir será suyo, como lo fue
el pasado y lo es el presente, pues las mismas
causas producen siempre idénticos efectos.
Lo que importa es que estas doctrinas de
Cristo sean la médula de la vida, el propulsor
de todas las actividades humanas, que su di
vina vitalidad se difunda por todos los orga
nismos y clases componentes de la sociedad,
pues una larga experiencia demuestra que
siempre y en todas partes, tan pronto como
esta savia vital deja de vivificar con su espíritu,
las costumbres públicas y privadas se degradan,
el progreso se detiene (el verdadero progreso,
o sea el moral), y la fuerza retrógrada del sen
sualismo lleva al hombre, lo arrastra hacia los
bajos fondos de un materialismo escéptico y
grosero, sin el relumbre en las almas de un solo
ideal grande, noble y viril, camino que, a no
tardar, conduce a la barbarie o al aniquilamiento.
Es preciso, por consiguiente, saturar la so
ciedad de espíritu cristiano, hacer que todos
loS católicos se interesen por la aplicación de
los principios religiosos en la vida común de
las naciones, únicos que pueden regenerar al
individuo, ennoblecer a la familia, levantar a
los pueblos y evitar el desplome de la civili
zación
Y si en esta cruzada pro civilización cristiana í
llegamos a asociar a la juventud, conseguimos I
que sus corazones generosos latan a impulsos
del más acendrado amor a estos santos ideales,
no solo conjuraremos el peligro, la catástrofe
a que nos han abocado los principios materia
listas, sino que determinaremos con la propa
ganda del pensamiento renovador cristiano,
nuevo florecimiento social, un movimiento
ascendente en el progreso de la humanidad.
Pena da ver como en estos momentos graves
por que atraviesa la humanidad y en que más
que nunca necesita el mundo que se vuelva a
ideas de regeneración y sana vitalidad que in
fluyan decisivamente en el orden moral, civil
y religioso, haya tanta juventud que, mal orien
tada, malgaste preciosas energías en deportes,
sin otra finalidad que el desarrollo físico, la
vida animal en toda su fuerza, con todas las
ferocidades de la raza bruta. Tener brazos y
piernas desmesuradas, contemplar parejas de
boxeo, cuadrillas de atletas, equipos gimnás
ticos, luchas greco-romanas y partidos de football he ahí todo su afán, lo que absorbe la mayor
parte de las energías del alma de una gran
porción de la juventud de nuestros días.
No es que censuremos los deportes, como
deportes, pues harto conocemos el aforismo
tan sabido como manoseado de que « mens saM
in corpore sano *, y no ignoramos que en todas
las manifestaciones de la vida hay algo bueno
y saludable; lo que no se puede aprobar ni ad
mitir es que lo que debe ser medio, pase a ser
fin, que la carne y los músculos prevalezcan
sobre el espíritu.
¿Dónde están aquel espíritu cavalleresco,
los nobles ideales, la curiosidad ante las mara\rillas de la ciencia, la fascinación misteriosa
de las aventuras, los anhelos místicos de la
— i6s —
santidad heróica, la simpatía profunda por las
miserias de sus semejantes, el proselitismo
arrollador de los que se sienten en posesión de
alguna idea fecunda, el porv'enir de la Patria,
el entusiasmo por la conquista de las almas y
la gloria de Dios que caracterizaron a las ju
ventudes de siglos de más fe y grandeza?
Doloroso es reconocerlo, pero ¿emos de con
fesar con franqueza que no es ese el ambiente
que respiran, los ideales que alimentan las almas
y cerebros de gran parte de nuestra juventud.
H a descendido mucho el nivel moral de
nuestra época para compararla con aquellos
siglos de oro, semilleros de \drtudes cívicas y
religiosas, forjadores de heroísmos, generadores
de grandes hombres, de santos que son la gloria
más preciada y genuina de la humanidad.
No abundan tanto en nuestros días los senti
mientos sublimes y los pensamientos elevados;
no se buscan con tanto afán los placeres del es
píritu, los sacrificios heróicos, la caridad abne
gada como en otros tiempos en que las fiestas
públicas, los teatros y espectáculos profanos eran
menos frecuentados, por que el espíritu cristiano,
más sentido y practicado, indinaba el ánimo a
ejercicios que tenían por objeto directo el amor
de Dios y el ser\ncio d d prójimo.
Efecto de enseñanzas filosóficas peiversas, que
han dado como fruto un materialismo exage
rado que adopta la masa, el peso y el número
para computar la verdadera grandeza y el
mérito de las acciones humanas, mucho se ha
desvirtuado el esplritualismo de nuestros ma
yores. De ahí que no sean tan abundantes los
hombres de carácter, los hombres generosos, los
hombres dispuestos a sacrificarse por una idea;
que no florezcan tanto los hombres de una
pieza, de convicciones pro undas, chapados a la
antigua, dispuestos a luchar por la causa del
deber, de la justicia y de la v'erdad; aquellos
hombres de conciencia honrada, incapaces de
manchar su alma con la mentira, incapaces de
inclinarse ante ninguna bajeza, que hacían un
culto de la dignidad humana.
La confusión, el desorden domina los espí
ritus; las teorías modernas han desorientado a
parte de la juventud persuadiéndola de que las
invendoues modernas y los descubrimientos
químicos rescatarán sus faltas, errores, ceguedad
y locuras; que la electriddad, los rayos X , la
telegrafía inalámbrica, el radio, los morteros
de los químicos, las empresas comerdales, la
andada de la industria y las maravillas de la
agricultura, enmendarán la obra de Cristo,
llevando a cabo la segunda redendón del gé
nero humano, purificando d mundo de las
malas pasiones que lo infestan, e inaugurando
el reino de la paz y de la sabiduría sin necesidad
de que dios se violenten ni se preocupen de su
formadón y de la adquisidón de virtudes. De
ahí la decadenda d d espiritualismo que su
blimó a nuestros mayores y el triunfo de la
materia, a la cual se rinde culto.
Es predso iluminar a los jóvenes, hacerles
reconocer el error de las perversas teorías que
los conducen a la negadón del heroísmo; con
vencerles de que están en la vida para algo más
que vegetar, crecer, digerir, divertirse y dar
E f e c to * ile i t e r r ib le m e f d e l eu efio (C o n ^ o ).
contundentes puñetazos; que los músculos,
el tendón robusto y la fuerza bruta no son ni
pueden ser los soberanos de la humanidad;
que hoy como ayer y siempre los mártires de
la idea, los caracteres íntegros, los sabios, héroes
V' santos son la flor y nata de la humanidad,
los que contribuyen con sus virtudes a la perfecdón del mundo, aquellos cuyos nombres
registrará la historia y repetirán con veneración
las generadones v'enideras.
Debemos convencerles de que la vida debe
ser un apostolado, y que es predso contribuir
con nuestro esfuerzo y aun con la abnegadón
y sacrifido heroico, si es necesario, a la feliddad
y bienestar de nuestros semejantes. Que no
podemos gozar de la vida y desinteresarnos de
i66
la suerte de nuestros hermanos, de los millones
de infelices paganos, que, diamantes caídos de
la corona de Dios, esperan nuestro socorro para
salvarse, ingresando en el campo de la Iglesia.
Ivs necesario inducirles a un serio examen
sobre la misión trascendental de su juventud,
que determinará su porvenir, y alentarles a
labrarse la felicidad futura, haciendo íructiñcar
los talentos que el Señor les ha dado, y a sea
en provecho propio o en el de los demás.
Y , por último, rectifiquemos sus ideas, si
queremos ordenar sus pujantes energías y
hacer fecundos sus amores.
Muchos se habrán dejado fascinar, seducir
por los espectáculos no menos sugestivos que
paganos donde los adoradores de la fuerza,
espíritus superficiales, se abandonan a baca
nales de idolatría ante los que se disputan la
palma del boxeo, de la lucha grecorromana, del
foot-ball, el rugby etc... emborrachándose con
el florilegio, una especie de laiis vitae de esos
espíritus prácticos, positivistas que a boca
llena y con acento vigoroso y conmovido pro
nuncian los nombres sagrados, para ellos, de:
dinamismo, energía, fuerza creadora, elevadora,
ascensional, entusiasmo operativo, potencia
volitiva, voluntad indómita, voluntad de vivir,
alegría de la vida, vida plena, total, integral.
Conviene hacer reflexionar a estos incautos,
invitarles a considerar mejor la realidad de
los hombres y de las cosas que deben mirar y
estudiar con mente serena para poderlas apre
ciar en su justo valor.
Que establezcan un parangón entre las vir
tudes, la grandeza de estos ídolos de la plaza
pública: atletas, boxeadores, etc..., sus ideas
de fuerza, energía, voluntad indómita, y de
entusiasmo y las virtudes y grandezas de los
mártires de un noble ideal, de los misioneros
católicos que, renunciando a sus comodidades
y bienestar, sacrifican gustosos su vida por la
felicidad terrestre y ultramundana de sus se
mejantes.
¿Les entusiasman los heroísmos, las grandes
conquistas; sienten en sus almas ambiciones
nobles y santas?
íAhI entonces, vuelvan la vista a otro campo
donde tantos atletas de Cristo han realizado
portentos, maravillas que han merecido bien de
la humanidad, y en cuya comparación son polvo,
nada las proezas de los héroes de circo.
Kn el siglo i6. siglo glorioso para la estirpe
hispana, época de impulsos generosos del espí
ritu caballeresco, iSañ Ignacio de Loyola llama
un día a Francisco Javier y le propone partir
para las misiones de Indias. Consideremos lo
que en el 1540 significaba partir para las
Indias y valoremos la suma de peligros y
de sacrificios que encierra aquella propuesta.
¿Creéis, por ventura, que se acobarda Javier?
En manera alguna. Decidido se presenta a su
Superior y, resuelto, le responde con un: «heme
aquí. P ad re» en que se reflejan y agitan las
mismas llamas de caridad expansiva que laazaron a San Pablo, su modelo, a realizar el ciclo
gigantesco de su apostolado. Y parte para la
India sin más viático que la sotana raída, el
breviario bajo el brazo y una gran nueva que
anunciar... Su compañía es gente aventurera
entre quienes ejerce no solo el ministerio sublirne
del ministro del Señor, sino también el oficio
humilde de cocinero y enfermero. E l viaje largo
e incómodo lo verifica sobre un galeón de vela
que se balancea torpemente sobre las ondas
del océano. En su itinerario, que debe abrazar
el Asia entera, aunque la muerte envidiosa lo
trunque ante las puertas de la China, no le
faltará nada de cuanto pueda anhelar una san
tidad heróica: hambre, sed, enfermedad, fa
tigas, ruda lucha con los hombres y los ángeles
rebeldes, con los ídolos de la carne y del espí
ritu; injurias, desprecios, burlas y persecuciones,
todo un conjunto de cosas que convertirán su
cuerpo en aquella praeseníia corporis infirma
de que habla San Pablo y lo elevarán a la más
sublime santidad y harán de su preregrinación
un iier extáticum. Y , no obstante, su fuerza, su
energía es inagotable.
¿Puede darse heroísmo más extraordinario,
espectáculo más maravilloso? Todo impedi
mento cede ante este atleta de Cristo que avanza
a golpes de santidad.
cierto que a su paso
por miserables villorrios y caminos llenos de
polvo y de tumulto se alzaron puños amena
zadores, pero también se arrodillaban multi
tudes que en la palma de la mano le mostraban
sus penas y miserias, y él hacía vibrar en sus
corazones la suave y consoladora música de
la doctrina de Cristo. Centenares de miles
de almas hallaron la felicidad en la vida, por
medio de su ministerio, y murieron con la son
risa en los labios y la esperanza en- el corazón.
¡Jóvenes, comparad y decidios! No enterréis
vuestros talentos y malogréis vuestra vida.
Lanzaos a la imitación de las nobles y grande.'
hazañas de nuestros mayores. Nos acercamos
al ano de las Misiones y el Papa necesita obre
ros evangélicos. E l mundo pagano se despierta
y \melve sus ojos a la Iglesia de Cristo, a los
pueblos cristianos de quienes espera su salva
ción. Cooperemos a esta gran obra, la más noble
y sublime a que puedan aspirar los hombres.
Tendamos generosos la mano a nuestros her
manos, y la humanidad bendecirá nuestro
nombre y los ángeles escribirán nuestras haza
ñas con letras de oro en el libro de la vida.
VIH CONGRESO
de Educación y Cultura religiosa en Italia.
¡Quién p u d iera ,b ilo ca rse!
Del 22 al 25 de abril y contemporáneamente
al grandioso Congreso Nacional de Educación
Católica que realizan por vez primera los ca
tólicos españoles en la Capital de la nación, con
asistencia de los Reyes, representantes del
Gobierno y autoridades eclesiásticas, en Venecia se desarrolla el V III Congreso de Edu
cación y Cultura religiosa, promo\údo por los
Salesianos y secundado por los católicos ita
lianos, prácticos ya en estas lides pro intereses
religiosos y morales de la juventud de su patria.
El deseo de dar a conocer, como en años
anteriores, a los lectores del Boletín Salesiano
algo de lo mucho y bueno que allí se tratara,
pues sabemos por experiencia el interés y com
petencia con que suden celebrar estos Congresos,
uos puso camino de Venecia.
Con la tarjeta de congresista recibimos la
proclama que el Comité promotor ha difundido
con profusión por toda Italia, vibrante de en
tusiasmo y sano patriotismo:
* Suprema vanagloria de las naciones, dice,
fué siempre y en todas partes el haber recono
cido como elemento esencial de dignificación
ciudadana la verdadera educación religiosa,
que, iluminando con los rayos esplendorosos
de la luz de Dios las almas, las perfecciona y
contribuye, a la vez, eficazmente al bienestar
y felicidad pública y privada.
A conseguir esta formación, mediante la cul
tura y educación religiosa, tanto o más nece
sarias en nuestros días que en tiempos pasados,
tienden estas asambleas nacionales.
Por eso Venecia, patrocinadora siempre de
grandes, nobles ideales, particularmente los
que se relacionan con los intereses religiosos,
base de la grandeza y felicidad de los pueblos,
apoya decididamente el V III Congreso nacional
de cultura religiosa así como a cuantos, siguiendo
las ilustres y sanas tradiciones de la estirpe ita
liana, reconocen que la perfección y prosperidad
de los indi\*iduos y la restauración de la so
ciedad estriba en la práctica de la religión y
en el estudio de los delicados problemas que
hoy agitan y estimulan las conciencias ».
Y con estas impresiones y fantaseando sobre
la coincidencia de estos dos Congresos de idén
tica finalidad, recordábamos, por asociación
de ideas, la batalla de Lepante, triunfo glorioso
de estos dos pueblos que. unidos en un mismo
ideal, salvaron la civilización cristiana de la
temible amenaza de los alfanjes agarenos. Y
como hoy les vemos defender la misma causa,
aunque con diversas armas, pero no con menos
fe y entereza, estos pensamientos nos llevan a
meditar sobre las reflexiones que nuestro gran
Donoso Cortés hiciera sobre España e Italia,
pueblos privilegiados a quienes parece que el
cielo ha concedido la gracia de atraer hacia si
las miradas del mundo civilizado, y en el cual
están llamados a influir, como portaestandartes
de la civilización cristiana, con las doctrinas de
Cristo. Dad unidad a estos dos pueblos, unidad
religiosa que fué la generadora de sus grandezas
y los veréis dominar el mundo, no con la espada
que engendra servidumbre, sino con la majestad
de sus ideas, con el noble espiritualismo cris
tiano que hasta' de los esclavos hace reyes.
L a llegada a Venecia, la reina del Adriático
y antesala del Oriente, corta nuestras halaga
doras reflexiones. L a primera visita, con el
maletín en la mano, es a la catedral de San
ilarcos, donde el Cardenal Patriarca Lafontain
inicia el Congreso, dirigiendo su paternal pa
labra a los congresistas. jQué impresión la mía!
Fascinado por el encantador espectáculo de
una maravilla no soñada, me postré de hinojos
en un ángulo para adorar la majestad de Dios
de quien tan grande idea da aquella su casa.
Los rayos del sol poniente, que, al pasar ta
mizados por las artísticas vidrieras se reflejan
en el espejo de oro del mosaico que tapiza bó
vedas y paredes, ilumina fantásticamente a
los congresistas que rodean y oyen con avidez
la palabra del Pastor, quien, en su majestuosa
sencillez, se me antoja, no sé por qué, el San
Ambrosio que he visto dibujado en muchos
cuadros de fantasía, cuando instruía a los fieles
de su tiempo.
Se nota que está satisfecho, que goza inmen
samente, porque su voz llega al alma con vi
braciones de alegría.
Dice que espera grandes bienes para sus hijos
de este Congreso que comienza sus trabajos
con la bendición del Papa y las plegarias de
los fieles.
El mismo se pregunta por las razones que
aconsejan este Congreso, la utilidad y las causas
que inducen a su celebración, y responde con
una hermosa comparación que manifiesta cla
ramente los efectos que producen tanto las
enfermedades físicas como morales, y, después
— i68 -
de pintar con vivos colores la ruina material,
física que la tuberculosis causa entre los hom
bres y consignar los méritos y el derecho que
tienen a ser oídos cuantos estudian con afán
y desinterés los medios para combatirla, des
cribe con acentos de dolor los estragos, las fu
nestas consecuencias que se derivan de un azote
mucho más terrible, aniquilador del espíritu;
la ignorancia de la verdad y la falta de fe.
Médico especialista de esta enfermedad es
Jesús que trajo a la tierra el remedio y lo de
positó en manos de los Apóstoles y estos, a su
vez, en el seno de la Iglesia. La luminosa his
toria de veinte siglos cristianos prueba con
claridad meridiana la benéfica influencia del
remedio divino en la sociedad: los tiempos más
florecientes de todas las naciones son, sin duda
alguna los siglos de más cultura y sentimien
to religioso, los siglos en que la fe iluminaba
los espíritus y la religión era más conocida y
practicada.
Desgraciadamente hoy soplan vientos paga
nos, el mundo agradece más las nocivas y re
pugnantes bellotas del error que no el saludable
ambiente cristiano y el pan sabroso de la fe; de
aquí la necesidad de intensificar los remedios
que deben purificar la atmósfera, de estudiar
los medios más prácticos de propinarlos y la
reunión en asambleas para darlos a conocer a
congresistas que luego los esparcirán, divul
garán por toda la nación.
Jesús quería que los niños le rodearan, y sin
duda reprendió a los que lo impedían, para
nuestro gobierno y enseñanza, pues muestra
claramente la necesidad de'que contribuyamos
a conservar su inocencia con oportunos conse
jos y medidas.
Debemos educar de modo que los niños y los
jóvenes no hagan como aquel de que nos habla
el Evangelio que se alejó de Jesús sin conocer
la belleza de su doctrina.
En el gran Salón Napoleónico*
La noche del 22 de abril se reunieron los con
gresistas en asamblea, en el Salón Napoleónico,
csdido generosamente por el Ajuintamiento,
quien también, y en honor de los congresistas,
iluminó la plaza de San Marcos como en las
grandes y extraordinarias solemnidades.
Con el Cardenal Patriarca presidían los Sres.
Obispos de la región véneta y las autoridades
civiles.
Después de las palabras de saludo del Prelado,
h.ibló el Obispo Salesiano Exmo. Don Dante
Munerati, como representante del Papa y del
Superior de los Salesianos en el Congreso.
Dijo que el Papa bendecía el Congreso y a
los congresistas, para todos los cuales traía nn
abrazo, junto con especiales bendiciones. D
auditorio mostró su satisfacción con calurosos
aplausos.
Programa de las Secciones.
Se desarrolló en las amplias aulas del Semi
nario, bajo la presidencia de diversos Sres.
Obispos.
Los trabajos a estudiar estaban divididos en
dos grupos importantes: el correspondiente a
los Oratorios Festivos, y el de las Escuelas de
Religión.
La impresión que se recibía asistiendo a las
diversas reuniones, era la de un trabajo bien
preparado, desarrollado por personas compe
tentes y expertas en cuestiones pedagógicas.
Los temas sobre Oratorios Festivos trata
ban de:
1. Oratorios festivos en ¿os -pequeños centros
de población.
2. Formación religiosa, moral y social de los
jovencitos en los Oratorios.
3. Frecuencia al Oratorio.
4. Formación del personal directivo- de Oratorios.
5. Escuelas nocturnas en el Oratorio.
6. Oratorios para niñas.
7. Modo de sostener financieramente los Oratorios y Escuelas de Religión.
Imposible reseñar debidamente en unas columnas todo lo actuado en estas secciones con
los trabajos presentados , muchos de ellos magistrales, donde hay materia para escribir un
libro.
Todos reconocían tanto la necesidad de los
Oratorios festivos, especialmente en los grandes
centros de población y particularmente si son
fabriles, donde multitud de niños vaga por el
arroyo expuesta a todo peligro de alma y cuerpo.
E stá probado, decían, que la mayor parte de
los jóvenes y hombres que pueblan nuestras
cárceles comenzó a extraviarse en la calle, con
la compañía de otros jóvenes y hombres perdi
dos que parece encuentran una satisfacción
satánica en perv'ertir almas inocentes.
En el Oratorio encuentra el niño cuanto necesita para divertirse honestamente, lo mismo
que para formarse espiritualmente.
La experiencia demuestra que los niños que
frecuentan el Oratorio, no solo alcanzan ima
buena formación que les pone al abrigo de ex
travíos, sino que también ejercen, a veces sin
pretenderlo ni pensarlo, un buen apostolado
entre sus familias y centros que frecuentan;
escuelas, talleres, almacenes, etc. llegando a
hacerse estimar y respetar.
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— 169 —
En cuanto a las Escuelas de Religión, todos
abogan calurosamente:
1. Para que se introduzca la enseñanza reli
giosa en las Escuelas.
2. Que se establezca un programa bien defi
nido.
3. Se estudie la formación de los Maestros de ■
Religión para las Escuelas Primarias.
4. Se determine el programa de los Maestros
de Religión en las Escudas Medias y Superiores.
5. Se organice la enseñanza religiosa para los
estudiantes que no frecuentan las Escuelas de
Rdigión.
6. Se atienda a la formación de los jóvenes en
las Escuelas de Religión.
7. Se estudie el modo de atraer a esta clase
de alumnos.
8. Cultura rdigiosa en nuestros tiempos.
9. Sto. Tomás de Aquino en las Escuelas de
Religión.
Si la cuestión de los Oratorios festivos in
teresaba, no sabría como ponderar la cuestión
de la enseñanza religiosa.
L a enseñanza religiosa en las escuelas, em
pezando por las de instrucción primaria, es
una de las verdades que se deben inculcar cons
tantemente en la sociedad. Esa verdad es una
de aquellas a cuya predicación se refería San
Pablo cuando decía a Timoteo; « Predica la
palabra; insiste en su predicación opportune et
importune; reprende, suplica, exhorta con toda
paciencia y doctrina; y esto se explica, porque
la enseñanza religiosa es necesaria al género
humano para su felicidad eterna como para su
felicidad temporal.
Las leyes humanas no son suficientes para
la felicidad de la \úda aun cuando fueran obser
vadas, porque solo regulan las acciones públicas
y no penetran en el alma para arrancar de raíz
nuestras malas inclinaciones. Es la ley moral,
formada con la enzeñanza religiosa, la que pe
netra en lo íntimo de nuestro ser, regula nues
tros pensamientos, nuestros afectos, nos de
fiende contra los deseos peligrosos y nos alienta
a la virtud. La enseñanza religiosa constituye
la parte sublime de la legislación humana, la
que hace al hombre justo, honesto, virtuoso.
La historia demuestra claramente que cuanto
más imperio tiene la religión sobre un pueblo,
tanto más se distingue por sus virtudes.
Hoy se lamentan los pueblos de la procacidad
del \*icio, de la criminalidad espantosa, especial
mente entre los menores; pues bien, si se quiere
que los delitos disminuyan y crezcan las vir
tudes y el bienestar social es preciso conceder
al problema educativo toda su importancia,
despertar en el pueblo, con una sabia y moral
educación, el sentimiento del deber y aquel
exquisito espíritu religioso que, más que las
le5’es represivas, es medio poderoso, y, tal ver
único, para refrenar las torcidas tendencias y
disminuir considerablemente la delincuencia.
Solo cuando las familias se interesen vivamente
por la educación religiosa de sus hijos, y las escue
las sean verdaderos centros educativos, cuando
las sociedades y los pueblos, juntamente con
los gobiernos se convenzan de una vez que el
mundo anhela, necesita hombres honrados — lo
único que vale — y que, en conclusión, el alma
humana vale inmensamente más que el cuerpo
y otras muchas cosas que con él se relacionan,
entonces, y solo entonces, estaremos seguros
de que el mundo cambiará completamente.
Los pueblos educados a base de cristianismo,
serán más humanos y sentirán vivam ente la
fraternidad; se amarán, serán más virtuosos
y gozarán de mayor paz, y, como consecuencia,
de mayor bienestar material. Gozarán de aque
lla paz sustancial de que tanto necesita el mundo
entero y sin la cual la vida humana no hace ver
daderos progresos. Solo entonces acabarán esas
plagas que recuerdan a las de Egipto y que
tanto martirizan a la humanidad.
Estas son, en síntesis, las ideas que he reco
gido en los varios actos a que he asistido.
Comprendo que sería mejor detallar el de
sarrollo del programa, pero en la imposibilidad,
lo dejamos al claro ingenio de nuestros lectores
que suplirá nuestra deficiencia.
Los Sres. Cooperadores Salesianos, cum
pliendo los requisitos de costumbre, pueden
ganar Indulgencia plenaria:
I® El día que se inscriben en la Pía Unión.
2® Una vez al raes, a elección de cada cual.
3® Una vez al raes, asistiendo a la conferencia.
4® Asimismo, una vez al raes, el día en que
hagan el Ejercicio de la Buena Muerte.
5® El día que por primera vez se consagren
al Sagrado Corazón de Jesús.
6® Siempre que hagan Ejercicios espirituales
durante ocho días seguidos.
Además, los siguintes días del mes de Julio:
E l I, Preciosísima Sangre de Ntro. S. J.
» 2, Visitación.
» 16, L a Virgen del Carmen.
También pueden ganar otras muchas indul
gencias plenarias y pardales, y go2:ar de varios
privilegios, como puede verse en el Reglamento
o « Cédula de admisión a la Pía Unión >, a la
cual nos remitiznos.
— 170 -
Reguemos al Corazón de Jesús
que multiplique las vocaciones al sacerdocio.
¿Quién es el Sacerdote?
H ay en cada parroquia un hombre, decía
Lamartine, que no tiene familia, pero que es
de la familia de todos; al que se llama como
testigo en todos los actos solemnes de la vida,
sin el cual no se puede nacer, ni morir; que toma
al hombre en el seno de la madre y no le deja
sino en la tumba; que bendice y consagra la
cuna, el tálamo conyugal, el lecho de muerte
y el ataúd; un hombre a quien los niños se acos
tumbran a amar, venerar y temer; a quien los
mismos desconocidos llaman padre, a cuyos
pies el cristiano hace las confesiones más ínümas y derrama las lágrimas más secretas;
un hombre que, por su estado, es el consolador
de todas las penas del alma y del cuerpo; el
intermediario obligado entre la riqueza y la
indigencia; que ve al pobre y al rico entrar al
ternativamente por su puerta; al rico para
entregar la limosna secreta, al pobre para re
cibirla sin ruborizarse; que, no siendo de nin
guna categoría social, pertenece igualmente a
todas las clases inferiores por su vida pobre, y
a veces, por la humildad de su nacimiento; a las
clases elevadas por la educación, la ciencia y
la nobleza de los sentimientos que la religión
inspira e impone; un hombre, en fín, que lo
sabe todo, que tiene el derecho de decirlo todo
y cuya palabra cae de lo alto sobre las inteli
gencias y sobre los corazones, con la autoridad
de una misión digna y el imperio de una fe
absoluta.
|Hse hombre es el cural
Misión del sacerdote.
Si desarrollamos un poco la hermosa síntesis
que de él nos ha trazado con mano maestra
Lamartine, veremos que el sacerdote es un en
viado de Dios para continuar la obra de paz
y regeneración iniciado por Jesucristo.
Dios no ha querido dejar al hombre abando
nado a sí mismo en la mar borrascosa de la
vida, sino que quiere acompañarlo con su gra
cia, sostenerlo con su virtud, y por eso esta
bleció el sacerdocio, su visible encamación,
a fin de que acompañe al peregrino mortal por
este valle de lágrimas sosteniéndole con su
caridad.
El sacerdote, como imagen %dva de Dios,
es caridad, y por eso el Señor le envía a conti
nuar su obra. — Id, les dice, a continuar la
misión que yo he comenzado, anunciad la buena
nueva a los pobres, sanad los corazones atri
bulados por el dolor y quebrantados por la
culpa: evangelizare misil me, sanare contritos
corde.
Jesús dijo a los Apóstoles: « La M isión que
mi Padre me ha confiado a mi, yo os la confio a
vosotros. Id y enseñad a todas las gentes; bau
tizadlas en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espirita Santo... Yo estaré con vosotros hasta
la consumación de los siglos ».
De estas claras y terminantes palabras de
Jesús se deducen dos cosas: primera que Jesu
cristo confirió a Pedro con los Apóstoles y dis
cípulos la potestad de regir su Iglesia, y se
gunda que esta potestad conferida no termi
naba con la muerte de los Apóstoles, sino que
de ellos pasaba a sus sucesores, a través de los
siglos y sin interrapción hasta el fin del mundo.
Si no fuera así ¿Cómo explicar la veracidad
de las palabras de Jesús, y de qué modo se
hubieran realizado sus promesas? ¿Cómo hu
bieran podido aquellos pocos elegidos, en la
brevedad de la vida humana, recorrer toda la
tierra y anunciar el Evangelio a todas las ge
neraciones, y de qué modo Jesús hubiera per
manecido con ellos aquí en la tierra si en pocos
años desaparecían todos?
San Pedro, por tanto, primer Papa, tuvo por
sucesor a Lino y después a los demás hasta
Pío X I gloriosamente reinante; los Apóstoles
tuvieron por sucesores a Matías, que subió del
grado inferior de los discípulos, al de Apóstol,
a Pablo, Bernabé y después los Obispos Tito,
Timoteo, Simeón etc.; y a los discípulos sucedie
ron los sacerdotes. De este modo, y a medida
que la Religión de Cristo se extendía por el
mundo, crecía también el número de sus mi
nistros; se constituyó la gerarquía, quedando
Jesús el príncipe de los pastores, el Pontífice
eterno, el Obispo de las almas, el Sumo Sa
cerdote, con el Papa, los Obispos y Sacerdotes,
y así continuará hasta el fin de los siglos, mien
tras haya hombres que salvar.
Veatajas espirituales y sociales del Sacerdocio.
Son necesarios los sacerdotes en la Iglesia
para que ella pueda realizar en las almas la
di\dna misión que le ha encomendado Jesu
cristo.
i
En efecto, es por medio del sacerdote que la
Iglesia nos hace herederos de Dios y <»berederos de Jesucristo; por medio del sacerdote
la Iglesia nos nutre con su doctrina, nos enri
quece con la gracia de los Sacramentos; por
medio del sacerdote nos muestra el camino del
deber; nos sostiene en las dificultades y nos
consuela en los dolores; por medio del sacerdote
bendice nuestras familias cristianas y educa a
auestros hijos; es el sacerdote el que asiste a la
tivo, del interés personal y de las alegrías terre
nas. He ahí por qué Jesús decía a los Apóstoles:
— Vosotros sois la sal de la tierra y la luz de
mundo.
José de Maistre no hizo más que comentar la
palabra divina, cuando dijo: « E l sacerdocio
debe ser la preocupación suprema de toda so
ciedad que quiera renacer ». Y el mismo Guizot
escribía: « Si la Iglesia no hubiera existido, el
dominio del mundo fuera exclusivo de la fuerza
£■ la eacaeU aerícola Doo Boaco eo La Kafabu (Cooffo). ■ Eaaefiaodo el eateclamo.
cabecera del moribundo para alentarle con
la esperanza del cielo en aquel trance difícil,
y es por medio del sacerdote, en fin, como la
Iglesia llora y reza por nuestros muertos.
También la sociedad necesita del sacerdote.
No necesitamos del sacerdote, como algunos
pudieran creer, sólo porque tenemos un alma
que salvar, sino también porque su presencia
corresponde a una necesidad social de primer
orden, ya que es la más sólida garantía contra
la posible aparición de errores funestos que
pudieran mermar los beneficios de la civiliza
ción cristiana.
El sacerdote con su presencia evoca las ideas
saludables de ultratumba, despierta el senti
miento del deber, del amor de Dios y nos re
cuerda las sanciones futuras y eternas; él es
el gran educador de las almas, el reclamo de
las conciencias, el contrapeso del culto instin-
bruta %. Y el Cura de Ars exclamaba: « Dejad
una parroquia por veinte años sin sacerdotes
y allí se adorarán las bestias. *
¿Y si falta el sacerdote?
Donde no existe el sacerdocio o donde el sa
cerdocio está reducido a la inercia y forzado al
silencio, allí campea la pasión brutal, el egoísmo
más descarado y crudo, la relajación más es
pantosa.
Cuantas veces, escribía en una pastoral el
Cardenal Arzobispo de Bolonia, visitando al
gunas parroquias que carecían de sacerdote,
oímos de labios humildes de pobres mujeres
del pueblo, de sencillos aldeanos y de jóvenes
obreros: Mándenos un sacerdote, de lo contrario,
nosotros y nuestros hijitos nos convertiremos en.
bestias.
— 172 —
Retorno al paganismo.
l/os familias sin hijos y las escuelas sin re
ligión no pueden darnos vocaciones. H oy se
procura disminuir en lo posible el número de
los hijos, y los que se tienen no se educan como
Dios manda: ¿cómo es posible de este modo
tener sacerdotes?
Y he aquí que en lugar de disputar el terreno
a nuestros enemigos, nos vemos, por fuerza
de las cosas, a abandonar nuestras mismas po
siciones. De este modo, y por falta de sacerdo
tes, nos vemos obligados a dejar parroquias
sin proveer, pues no pedemos llenar los vacíos
que entre el clero produce la muerte (i).
Se necesita una fe robusta y probada para
superar eata crisis; pero entre tanto muchos
cristianos se pierden fatalmente, abandonados
a sus fuerzas y sin la ayuda del sacerdote.
Cuando en un pueblecillo la casa parroquial
está cerrada, cuando en la iglesia el taberná
culo está vacío, cuando las campanas y a no
suenan regularmente llamando a los fieles a
Misa, pronto el Domingo se asemeja a los días
feriales: al principio se sufre, pero, al fin, se
acostumbran, líntonces se apaga el fuego sacro
en el alma, y todas las buenas voluntades que
sólo aguardaban una palabra de aliento, la
gracia de los sacramentos para producir frutos
de virtudes desmayan y caminan, aun contra
su voluntad, hacia el paganismo.
Y en este estado de cosas ¿hay quién se mara
ville de la perversión de los espíritus, de la in
moralidad que cunde fatalmente por todo el
mundo? Por este camino toda una generación
va a la deriva y avanza hacia el paganismo {2).
Momentos difíciles.
« Dadnos vuestros hijos, oh padres cristia, nos; es a Jesucristo a quien se los regaláis, es
cribía en una pastoral el Obispo de Bayona.
E l joven que se consagra al servicio de Dios entra
en la más noble de las casas. Que vengan estos
jovencitos de cualquier clase social: del pueblo,
de las clases medias y superiores que conser
van la fe en sus tradiciones cristianas.
Estos deberes los comprendían bien en otros
tiempos las familias cristianas... Desgraciada
mente estamos hoy muy lejos de aquellos años
en que los padres ofrecían generosa y expontaneamente sus hijos a la Iglesia, convencidos
de que nada hay aquí abajo comparable en
dignidad al sacerdocio católico. \’^arias causas
han contribuido a que estas hermosas tradi
(i) D e v a r ia s P astorales de Obispos a los fieles.
(a) P a sto r a l de M ons L a n d r it u x .
ciones desaparezcan o pierdan su atractivo e
interés;
L a fe ha decaído sensiblemente y otras preo
cupaciones atormentan los espíritus.
Se buscan profesiones que ante todo lucren.
Conocemos personas que reclaman con in
sistencia un cura para su parroquia y que,
cuando se les insinuó que pudieran consagrar
uno de sus hijos al santuario, quedaron deso
ladas.
H ay parroquias que piden un párroco a su
Obispo y ellas hace más de un siglo que no dan
un sacerdote a la Iglesia.
Un día, el padre de un seminarista se lamen
taba de que estando su hijo en el Seminario
no producía nada para la casa, y reclamaba
del Obispo una anualidad para compensar la
pérdida que suponía el privarse de las ganancias
del hijo (i ).
Causas de esta íadífereoda.
Pueden resumirse en la falta de fe y dismi
nución del sentimiento religioso, causa dd
indiferentismo y materialismo grosero que
hace que los intereses religiosos de la Iglesia y
del alma se pospongan a cualquier otro pensa
miento de utilidad material.
Lo sensible es que este extravío de criterio
alcanza también a las clases humildes en quie
nes ha sofocado el buen sentido cristiano. Hoy
se busca ante todo, y a veces exclusivamente,
el propio interés, el bienestar material. Por
tanto, en el ambiente de la familia, le falta al
niño la atmósfera cristiana que hace germinar
las vocaciones.
La triste condición económica del clero agra
va la situación, a la que se debe añadir la poca
estima, la falta de veneración, para muchos,
de la misión sacerdotal.
Todas estas causas que originan la dismi
nución de vocaciones sacerdotales, preocupan
hondamente al Papa que se dirige a todos sus
hijos, los fieles, para que acudan en el mes de
junio al Corazón dulcísimo de Jesús, para que
envíe operarios a su viña. Jesús es la fuente de
donde brotará el don inestimable del sacerdocio,
si los católicos le hacemos violencia con nues
tras súplicas ardientes y fecundo apostolado
en bien de las almas.
(i) D e la P a sto r a l d el Obispo de Bayona.
* Doii Bosco es el primer educador, no sólo de
Italia, sino de todo el mundo civilizado ».
Cardenal S v a m p a .
Primer Congreso Nacional
de Educación Católica en Madrid
No pudiendo dar todavía una idea completa,
por falta de datos suficientes a la hora que esto
escribimos, del grandioso Congreso de Madrid,
que sin duda ha superado las esperanzas de los
organizadores y de cuantos seguían con interés
su preparación y aguardaban con ansia su re
sultado, completaremos en los números veni
deros nuestra relación.
Puede decirse que allí estaba representada
España entera, ya que, además de los Reyes,
asistían miembros del Directorio, los Obispos
con el Nuncio de Su Santidad, generales del
ejército, la nobleza y hasta los embajadores de
Alemania, Bélgica, República Argentina y otros
dignísimos representantes del Cuerpo diplomá
tico.
Inauguró el Congreso el Cardenal Primado,
Emmo. Sr. D. Enrique Reig. a quien concedió
la palabra el almirante Magaz, miembro repre
sentante del Directorio, que rige los destinos
de la Patria en estos momentos.
Extracto algunos períodos del elocuente
discurso del sabio Prelado, que juzgo sabrán
a miel a nuestros lectores.
• ...Es inútil pretender separar la enseñanza
de la educación. Vano empeño es ese, al que
León X III salió al paso diciendo: No se puede
repetir sobre el niño el juicio de Salomón, se
parando a golpe de espada la inteligencia de la
voluntad; mientras precisa cultivar la primera,
hay que formar la segunda. Quien, prescindiendo
de la voluntad, sólo ilustra la inteligencia, corre
el riesgo de que la instrucción sea un poderoso
aliado de la delincuencia.
La educación ha de ser integral, física, in
telectual, moral y religiosa. No impunemente
se tratará de suprimir una de ellas, porque entre
todas existe una trabazón tan estrecha, que el
total sería defectuoso.
No invocaré en defensa de la educación re
ligiosa la autoridad de los Pontífices y el testi
monio de los escritores católicos. Son los mismos
escritores impíos quienes reconocen su necesidad.
« Indispensable fundamento de los pueblos >
llama Proudhon al sentimiento religioso, y Víctor
Hugo llegó a escribir: « Debieran ser arrestados
ante los Tribunales los padres que se atreviesen
a llevar a sus hijos a una escuela sobre cuya
puerta se leyese: Aquí no se ensena Reli
gión ».
Portalis presenta a Napoleón I un memorial,
abogando por el restablecimiento de la ense
ñanza de la Religión en las escuelas. Es que no
se puede establecer el divorcio entre la instruc
ción y la educación, entre la moral y la Re
ligión.
Pues para nosotros que tenemos luz sobre
natural y queremos para nosotros y nuestros
semejantes una vida divina que se inicia en el
baño del bautismo y termina en la eternidad,
con más razón será necesaria la enseñanza re
ligiosa.
Aún presenta ésta un adietamento. L a en
enseñanza no es sólo una función de la Iglesia,
es la misión por excelencia de la Iglesia de Cristo,
que recibió de su Divino Fundador en mandato.
Ite, docete; id, enseñad. Es un mandato divino
y una misión divina. No puede la Iglesia por
menos de defender la enseñanza religiosa, y de
ahí que este Congreso Nacional sea de educa
ción católica.
L a educación católica, que dignifica y eleva
al hombre y que en nuestra Patria beneficia
a cientos de miles de personas de todas las cla
ses sociales, principalmente a las clases humil
des; que economiza al Estado centenares de
millones y que tributa al caudal espiritual
de la Patria tesoros de espíritu. De sus pro
digios hablan la Exposición, los múltiples tra
bajos presentados, el número considerable de
congresistas. Bien puede afirmarse que Con
greso y Exposición son un verdadero plebis
cito nacional que aboga por la enseñanza ca
tólica.
La enseñanza católica podrá sufrir las em
bestidas de sus enemigos, segura de que nadie
la anulará; vivirá mientras disfrute de un
átomo de libertad, porque esa no necesita mo
nopolio para crecer pujante, contando como
cuenta (xm las dos arinas de la libertad y el
sacrificio.
[Continuará).
Treinta años de Misión
entre los Jíbaros de Qualaquiza (Ecuador).
Cuenca - lo - i i - 24.
diccionarios y traducir el c a te ci^ o , todo lo
cual servirá a maravilla para la conversión y
cultura sucesiva de los Jíbaros.
Entre los cotonas de, Rosario.
Reverendísimo P . Rinaldi:
E l pasado diciembre me cupo la fortuna de
E l primero del Marzo pasado se cumplieron acompañar a Mons. Comín en su visita a Gua
treinta años desde que los Salesianos. llamados laquiza. Para no hacemos compadecer, paso
por el Gobierno del Ecuador y por encargo de por alto las dificultades del viaje. El que se
la Santa Sede, comenzaron la evangelízación arriesga a recorrer, caballerr) en una muía, y
de los jíbaros de la región de Gualaquiza.
no hay otro medio de viajar a no ser a pie, los
Debido a las difíciles circunstancias políticas caminos de las florestas orientales, debe resig
que atravesó este país, como asimismo a los narse a no pocas y desagradables peripecias,
varios misioneros que murieron víctimas del a recibir algún coscorrón en los espesos ma
clima y a la escasez financiera, pero, sobre todo, torrales que forman arcos y raros entrelazados,
ol carácter independiente y difícil de estos a dar algún traspiés entre los trocos que im
salvajes, el fruto de conversiones ha sido hasta piden el paso y no pocas veces a medir algún
barrizal donde cae el pobre mulo, al que hay
el presente muy exiguo.
Gracias a Dios las cosas van cambiando, que ayudar a levantarse.
Antes de llegar a donde habitan los salvajes,
desde que nuestro Vicario Apóstólico, Mon
señor Comín, ha podido aumentar el número para lo cual hay que pasar los fríos páramos
de los operarios evangélicos, y .obtener de los de la cordillera, el misionero debe atravesar
celosos comités misioneros de España, Italia, las posesiones de los colonos que van roturando
Estados Unidos, Méjico, Cuba, Ecuador etc., las tierras vírgenes, los cuales forman ya dos
a quienes expuso de palabra las necesidades centros importantes y de halagüeño porvenir.
de estas misiones y el estado lamentable de los Aguacate y Rosario.
A Rosario llegábamos al anochecer y sin
jíbaros, socorros en metálico, tejidos, objetos
varios, ornamentos para las capillas existentes habernos anunciado, pero como nos viera un
y para las nuevas que se vayan fundando, jovencito indio, hechó a correr hacia la capilla
todo lo cual ha levantado los ánimos y dado y comenzó a voltear la campana, que reunió
nuevo y poderoso impulso a los trabajos de en breve la colonia, la cual recibió a su Pastor
evangelízación, cuyos frutos no se harán esperar. con el agasajo posible.
Cierto, amadísimo Padre, que nosotros no
En seguida dimos principio a las confesiones,
podemos presentarle hoy día, como otras nues que no fueron pocas, y, a la mañana siguiente,
tras misiones, tribus indígenas convertidas eii colmulgaron todos con recogimiento y fervor.
masa a la fe de Cristo y civilización cristiana, Ea iglesia es una cabaña inservible, en paite
pero no por eso deja de ser grande el trabajo sin cubrir, sin pavimento ni puertas. Falta
realizado, pues, aparte de las conversiones todo lo necesario para el culto, pero esperamos
realizadas, se ha preparado admirablemente que con la ajuida de los buenos amigos pronto
el terreno para una conversión a fondo, me estará en condiciones dignas o menos indigna:
diante exploraciones dificilísimas que han dado de albergar al R ey de cielos y tierra.
por resultado las fundaciones estratégicas de
Gualaquiza, Inianxa y Méndez, centros desde
Vn paso difícil.
los cuales se puede llegar a donde moran los
A l repique de la campana se reunieron d
salvajes y darnos la mano con los misioneros
dominicos y franciscanos que trabajan en terri la colina opuesta los colonos de Aguacate, qne
se dedican a cultivar la paja toquilla con 1»;
torios limítrofes con los nuestros.
Añádhse a eso, además, el pacientísimo tra cual tejen los famosos sombreros de Panama ;
Entre las dos colinas corre uno de los torrentoí 1
bajo de reunir centenares de vocablos indígenas
con los cuales se han podido formar pequeños más rápidos y temibles del oriente ecuatoriano.
i
— 175 —
Durante la noche, que llo^^ó copiosamente,
creció de una manera alarmante, y el grueso
caudal de agua hacía tm rumor que imponía.
E l único puente que existía lo había arran
cado el agua de cuajo, y era preciso pasar por
un tronco medio carcomido, a medio metro
del agua.
Imagínese, amado Padre, si la cosa era para
risa, y no más bien para poner la piel de
gallina.
Los buenos colonos, creyendo los pobrecitos
hacer una gran cosa, habían tirado por encima
de la tabla, al alcance de la mano, rma h'a,
pero de ninguna o escasa consistencia, para
La Virgen, sin embarga, que vela por la vida
de los misioneros, nos asistió con su protección
y pudimos llegar sanos y salvos a Aguacate.
Con todo dimos orden de que tendieran en
seguida, para que sirva provisoriamente, un
cable de acero que nos había regalado el go
bierno de Italia. Pensamos, no obstante, re
hacer el puente lo más pronto posible, a fin de
evitar probables desgracias.
La nueva capilla de Aguacate.
En la nueva capilla nos esperaban un buen
número de colonos. Después de la misa, un grupo
L a p o b r e r e iid e n c la e a le tla n a d e Q u a la q u iz a , e a t i e r r a d e J ib a r o s (E c u a d o r ) .
que nos sujetáramos. Como era preciso pasar,
yo puse manos a la obra. No sé que sensaciones
habrá probado Monseñor Comín. De mi se
decir que, si bien empecé el paso con toda tran
quilidad, cuando me encentraba ya casi a la
mitad, noté que se me encogía el corazón y se
me paraba la sangre. El tablón comenzaba a
moverse y a cnujir. Las aguas, amontonándose
las unas sobre las otras en vertiginosos saltos,
estrellaban centra los márgenes tronces y rocas
de enorme tamaño, prcxiuciendo ruido ensor
decedor, mientras bajo los pies y a medio metro
escaso, veía bailar árboles enormes como si
fuerM juguetes. Era un especrtáculo trágico
que imponía temor al ánimo. E l menor tropiezo
al cruzM los pies, un poco que hubiera perdido
el equihbrio y hubiera dado con mi cuerpo en
el enfurecido torrente que me haría pagar con
muerte cruel mi atrevimiento.
de niños nos entretuvo con tiernos dialoguitos
y poesías. De haber tenido un pocx) de música,
la academia hubiera sido completa. Entonces
Monseñor Comín, y para premiar el cariño de
los niños, hizo sacar del equipaje el gramófono
que le habían regalado en su viaje, y por varias
horas recreó a aquellas buenas gentes, muchas
de las cuales o casi todas, jamás habían oído
un instrumento de música semejante.
Después se interesó vivamente por la asis
tencia religiosa y la moralidad de este centro,
para lo cual estableció la residencia fija de un
sacerdote que, además de la parte religiosa de
los culonos, se cuide de la enseñanza y pueda
asimismo atender una pequeña farmacia, todo
lo cual contribuirá al desarrollo y bienestar de
la colonia. Aquí dejamos algi^in dinero y tejidos
para las necesidades más urgentes, y empren
dimos de nuevo la marcha.
—^ 176 —
Entre los salvajes.
Para llegar a la residencia que en medio de
la floresta atiende a los salvajes, tuvimos que
caminar mucho todavía entre las selvas vír
genes, maravillosas por la extraordinaria exu
berancia y grandiosidad, y pasar la temible
zona de Cután, peligrosa por lo pantanoso.
El haber cambiado el día de llegada impidió
que el recibimiento fuera lo rumoroso y sen
cillamente grande que acostumbran dispensar
estos pobres salvajes; sin embargo, apenas los
días siguientes a nuestra llegada, se esparció
la voz de la venida del Obispo, comenzaron a
salir jíbaros por todos los senderos de la flo
resta, gozosos de poder ver y saludar a su Gran
Padre.
[Parece mentira, amadísimo P. Rinaldi, que
los esfuerzos organizados de un siglo de evangelización hayan influido tan poca cosa en la
naturaleza feroz y bárbara de estos salvajes
Cualquier forastero les encuentra ahora,
como los hubiera encontrado Colón si en su
tiempo los hubiera visitado, y como los han
encontrado varios siglos ha los primeros y
heróicos exploradores españoles y misioneros.
L a afluencia de Jíbaros fué grande, pero noto
que es una afluencia interesada, pues ellos
mismos no se recatan en decir: «Obispo viniendo,
mucho regalando ». Esta era la frase que salía
de todos los labios y que bien reflejaba la es
peranza de recibir regalos que les había movido
a llegarse a la Misión. Para nosotros, sin em
bargo, estas cosas nos sirven de anzuelo, para
hacer un poco de bien a sus almas. Ante todo
se comienza por organizar la instrucción cate
quística, a enseñarles las oraciones e inculcarles
por todos los medios el amor mutuo, y la ne
cesidad de abandonar las venganzas que con
tinuamente hacen correr la sangre entre los
indios de la selva.
Oigamos el tambor.
Lo que les ha llamado poderosamente la
atención, despertando hasta en los mayores
grande interés, ha sido el gramófono, instru
mento que ninguno de ellos ha visto ni oído
jamás y al que en seguida han bautizado con
el nombre de « Tunduli » tambor.
* Tunduli oyendo, tunduli oyendo » era la
frase que salía de todas las bocas con infantil
alborozo y trasmitían a todos los salvajes que
llegaban del corazón de la selva por todas las
veredas.
Monseñor Comín con paternal bondad, iba
cambiando discos y más discos que causaban
a los indios gran alegría, especialmente algunos
cantos, las voces de guerra, los sonidos confusos
y las risas de algún bufón que se desataban en
inagotables cascadas.
No faltaba, sin embargo, alguna mujer que
no las tenía todas consigo, pues creía que en
d disco estuviera el demonio, y por eso se col
gaba del brazo de su marido o se escondía de
trás de él por temor a alguna broma pesada.
Para mí el problema más arduo y difícil por
estas selvas es el atraer los salvajes a la Slisión.
Las jibarías más cercanas a nuestra residencia
están todavía a dos horas de camino y las más
lejanas a doce. Para atraer e interesar, por
tanto, a estos salvajes, es preciso disponer de
abundantes medios de atracción que los vayan
encariñando, tener provisiones de alimentos
con que acallar el hambre, que a veces les mar
tiriza, proveerles de algunas ropas, agujas,
anzuelos y otras herramientas con que poder
procurarse ellos el sustento, y, en casos de en
fermedad o epidemia, poderles proporcionar
medicinas para curarles. Sólo así creo yo que
se conseguirá atraerlos y tenerlos en nuestra
compañía algunas horas durante las cuales nos
esforzaremos por enseñarles el catecismo, darles
algunos buenos consejos y hacerles rezar algunas
oraciones, especialmente las que para ellos
hizo traducir en su lengua el difunto y querido
Monseñor Costamagna.
Salvemos la juventud.
Don Bosco hablando de la civilización de
los salvajes de la América del Sur dijo clara
mente que la conversión de los adultos sería
dificilísima, y que los jovencitos formarían las
nuevas generaciones, debiendo, por tanto, di
rigir nuestros esfuerzos a la formación de la
niñez.
Nosotros hemos girado visitas de inspección
hasta las jibarías más distantes y difíciles de
alcanzar y hemos podido obtener datos impor
tantísimos que nos hacen esperar grandes bienes.
Vemos que es muy difícil reducirlos a vivir
con el misionero. El encanto de la floresta,
que realmente es admirable, influye poderosa
mente sobre sus almas, ávidas de libertad; no
obstante, algunos ya se han decidido a convivir
con el misionero y cultivar sus huertos. Tam
bién una porción de jovencitos se han quedado
con el Padre, formando un colegio original,
donde el sacerdote debe, no sólo educarlos, sino
también mantenerlos y vestirlos, lo que no es
tan fácil, amén de procurarles continuas dis
tracciones. Además hay que dar algo a las ma
dres de tanto en tanto para que les dejen en
compañía del misionero.
A fuerza de sacrificios hemos logrado tener
i
— 177 —
en todas las residencias algunos jibaritos que
no caben en sí de contento al verse con un par
de calzones y alguna ropilla más. H ay que ver
como se pavonean y lucen esas prendas.
Todo su afán abora es portarse bien para
alcanzar del misionero un sombrero, una ca
misa y un par de zapatos. Con ese equipo no
cosechas sean lo suficiente a mantener los sal
vajes que pasen por la misión. Las comunica
ciones con las diversas jibarías deben facili
tarse, merced a nuevos senderos y puentes
seguros, sin descuidar la renovación de las re
sidencias que hoy no responden a las exigenciasde la evangelización que preparamos.
De aquí, amado Padre, el que nos dirijamos
hoy con viva ansiedad a nuestros amigos de
España, Italia, Estados Unidos, Méjico y Cuba
que tan generosamente ños a5mdaron en esta
Misión de los jíbaros, a fin de contin en ajjoyándonos con sus oraciones y nuevas limosnas en
la evangelización de los hijos de la selva ecua
toriana.
Afino, hijo en Jesucristo
C arlos C respi Pbro.
Misionero Salesiaiio.
Resiiiaüdiires ii [iriílal e:tre los honores
ii la ¡oeira en el Virarlato ípost. ile Shiu-Chow.
La prueba de los hechos (I),
ECUADOR. -
Ud c a p l t i n
J íb tro .
se cambian ni por el más afamado cacique de
toda la jibaría.
De este modo y por medio de estos regali
llos se aficionan y van perdiendo poco a poco
la rudeza salvaje, y la vida errante de la floresta
se sustituirá por la vida cristiana de trabajo
en sus huertedtos, recibiendo las bendiciones
de Dios que hará, con el tiempo, florecer en
estas selvas una vida llena de amor, y prospe
ridad.
Esta organización de la Misión requiere como
ven, grandes medios. El cultivo de los campos
debe ser de alguna consideración para que las
Un día, muy de mañana, despertó al Padre
Foglio un pobre hombre que venía a implorar
su caridad desde la montaña, de donde había
partido al amanecer. Antes vivía en un risueño
valle cercano, pero, al aparecer los primeros
soldados, había huido a los montes con dos hijitos, donde, en despoblado, les sorprendió la
noche y la lluvia.
No fué esa su mayor desgracia, pues al día
siguiente cayó en manos de los piratas, que le
robaron los hijos. Suplicó a aquellos desalmados
que tuvieran compasión, y que, a lo menos,
dejaran libres a sus dos hijitos-y se lo llevaran
a él.
— Tu eres viejo y ya no sir\'^es para nada.
— Entonces dejad que yo también acom
pañe a mis hijos.
Aceptaron la propuesta, con grande alegría
de los niños que se creían seguros al lado de
su padre. Después de varios meses de penali
dades sin cuento, en una de las continuas co
rrerías de aquellos bandoleros, pudo el viejo
escapar con sus hijos, sin que los demás notaran
de pronto su ausencia.
— He podido volver con mis pequeñuelos
a casa, nos deda aquella mañana con voz en
trecortada por los sollozos, pero no tengo ni
(t) Véase el B oleiin de Mayo.
un bocado de pan ni un puñado de arroz con
■ que matar el hambre de mis hijos.
— No se apure, le respondió el Padre Poglio,
nosotros le llevaremos arroz, y, si en el pueblo
no se encuentran seguros, traeremos a la Misión
sus hijitos.
Aquel pobre hombre pudo respirar y yo es
peraba que le acompañaran algunos de los
muchos hombres que se habían refugiado en
nuestra residencia, pero ninguno se movió.
E C U A D O R . — U n a f a m ilia d e J ib a rea .
Esta gente es medrosa como los conejos y ni
ante ui; caso de necesidad piadosa son capaces
de sobreponerse y salir al encuentro de cual
quier eventualidad. Avergonzado yo y algo con
trariado por aquella debilidad, les dije: « ya
que no se mueve ninguno, iré yo en busca de
los niños ».
Entonces se adelantó un cristiano resuelto,
diciendo: « También yo iré contigo, Sin fu ».
Nos pusimos en marcha y, después de una larga
caminata, pudimos ofrecer pan a los pobres
muchadiitos, junto con los consuelos de la Re
ligión.
Otro día, prosigue el mismo misionero, anun
ciaron al P. Pasotti la llegada de un herido.
Un viejecito de los que había en casa, \dendo
T
178 -
que el Padre estaba muy cansado, exclamó,
sin duda creyendo que usaba una delicadeza
con el misionero:
— Sin fu, |no te afanes tanto por esa gen
tuza. Déjalos que revienten!...
¡Y pensar que el que así hablaba era un viejo
que estaba a dos pasos de la tumba! Ninguno
de los presentes le hizo caso; pero el P. que no
quería dejar pasar una tan buena ocasión, así
que terminó de vendar al herido, le dijo: los
cristianos debemos practicar la caridad siempre
y con todos, aunque ello nos cueste algún tra
bajo o fatiga.
Entre las familias cristianas que estaban
refugiadas en aquel tiempo en la residencia,
había una muy tímida y casi salvaje. ¡Pobrecitos, que historia más triste la suya! Eran de
un vallecito a unos veinte quilómetros de dis
tancia, donde se dedicaban al cultivo de los
campos.
Algunos parientes no veían con buenos ojos
sus relaciones con el misionero católico, e hi
cieron lo posible para obligarles a apostatar.
Ellos resistieron como buenos, mostrando en
tereza de cristianos, sin dejarse intimidar por
amenazas, persecuciones y calumnias. Llega
ron hasta robarles la cosecha de arroz, el búfalo
con que labraban los campos y todo cuanto
pudieron hallar en su casa. Pero no paró ahí
todo ni se dieron por satisfechos aquellos faná
ticos paganos, sino que propusieron a uno de
los hermanos de la familia que se uniera a ellos
para cometer una bárbara venganza a mano
armada. E l noble cristiano rechazó indignado
la propuesta, diciendo que su religión no per
mitía tales cosas. Como premio a su entereza
le asesinaron cobardemente, y su pobre esposa
se vió obligada a escapar con sus hijos para no
correr la misma suerte. E l dolor, el hambre, la
miseria, y más que nada la falta del consuelo
del misionero, les había vuelto medio salvajes.
La guérra les ha vuelto al seno de la sociedad
y a las prácticas religiosas.
L o s cam inos d e la gracia.
En estos tiempos de pánico y trastornos,
continúa el Padre Foglio, muchos desconocidos,
solos o en grupos nos piden que les hagamos
cristianos. ¿Lo desearán sinceramente, o será
efecto del miedo? Puede que contribuyan las
dos cosas, pero es lo cierto que se dan muchos
casos consoladores, de verdadera sinceridad.
Un día se llega a mi el catequista y me dice;
— Padre, en una familia que \nve allá abajo
hay un enfermo que te ruega vayas a bende
cirle y a destruir sus ídolos, porque quiere ha
cerse cristiano con todos los suyos.
— 179 —
No me lo hice repetir dos veces; tomé la estola,
el roquete y el agua bendita, y a casa del en
fermo marché en seguida. Era un pobrecito
consumido por la ictericia, a quien su mujer
procuraba conducir al Cristiamsmo, y por su
parte estaba dispuesto; pero el padre se opuso
siempre tenazmente. Murió su esposa y él, tras
muchas miserias, se vió reducido al infeliz
estado en que se encontraba, tendido sobre.
pobre estera. jEra el momento de la gracia!
Y o me dispuse a quemar los ídolos, cuando
la abuela me detiene, diciendo;
— No quiero en mi casa ni siquiera las ce
nizas; quemémoslos fuera de la puerta.
Contento como unas pascuas, hice con ellos
un montón, y pronto una buena llamarada se
encargaba de anunciar a los curiosos vecinos
la purificación de aquella casa que me disponía
a bendecir.
del pueblo, junto a la posada que hay al pie de
la montaña, encontré a un sargento que se
arrastraba para acercarse a una miserable
estera que le servía de cama. Como estaba
desnudo, le pregunté:
— ¿Dónde tienes el vestido?
— Me lo han robado.
— ¿Puedes caminar?
— No.
— ¿Deseas alguna cosa?
Encuentros horripilantes.
Por los caminos se encuentran con frecuencia
heridos, moribundos y muertos abandonados.
Me dirigía solo a la vecina residencia, cuenta
el misionero Don Vicente Barberis, que se halla
a unas cuatro horas de distancia, cuando a
mitad del camino, junto a una fuente en que
me paré a beber agua, topé con un hombre que
estaba a las últimas boqueadas: era un soldado.
Me acerqué presuroso, le moví un poco y le
llamé, pero nada; el pobrecito parece que había
perdido los sentidos y no daba y a más señales
de \úda que la angustiosa respiración que lo
ahogaba. Hubiera querido prestarle algún au
xilio material que lo aliviara, pero no era po
sible y tuve que contentarme con sugerirle al
gunos pensamientos que le movieran a contricción y le dieran a conocer la religión en lo
más indispensable, y después le bauticé sub
conditione.
Permanecí a su lado hasta que expiró, en
comendándolo a Dios y de nuevo emprendí el
camino, si bien apenado por tenerlo que dejar
abandonado e insepulto.
Al trasponer una colina me encontré de nuevo
con dos cuadros horrorosos. Atravesado en el
camino se hallaba el cadáver de un soldado,
muerto de varios días, en descomposición que
apestaba, con la lengua fuera, a pedazos, que
eran pasto de repugnantes gusanos. Poco más
adelante había otro a la vera, negro y contor
cido, señales de haber padecido agonía desespwante. ¡Qué espectáculo más desgarrador,
Dios mío!
A la mañana siguiente tuve que desandar
el mismo camino, <»n la disposición de ánimo
que podran imaginar los lectores. N o bien salí
J o v e o c it o t c h in o s p r o m e t id o s e n m s tr lm o n lo .
— Sí, un poco de agua, y me alargó una
escudilla.
Me llegué al arroyo, que pasaba cerca, y
llenando el cacharro se lo entregué. Me lo agra
deció vivamente.
— ¿Conoces la Religión católica?
— No.
Entonces comencé a catequizar a aquel in
feliz, esforzándome por hacerle comprender
lo más elemental, y cuando me pareció que
podía bautizarlo, derramé sobre su cabeza el
agua regeneradora. Como se me hacía muy
tarde, debí volverme a la residencia, prome
tiéndole que lo iría a ver a la mañana siguiente.
Lo encontré en el mismo sitio y me recibió
— i8o
gozoso como uu niño, como si se tratara de un
hermano carnal suyo.
— ¡Padre, me dijo al fin, ayúdame, sálvame!
¿Y qué hacer? En la posada compré unos
pantalones, y en una silla lo conduje a la resi
dencia. Pero era demasiado tarde. El infeliz
era un empecatado fumador de opio y, por
ende, su víctima. Arruinado del estómago e
incapaz de retener ni digerir alimento alguno,
expiró dos días después en medio de atroces
dolores. Dios le haya acogido en su seno.
¡Cuántos mueren abandonados!
Partía una mañanita a una breve excursión
por los alrededores de la población, cuando
jadeante me alcanza el catequista para comu
nicarme que en la plaza del mercado yacía un
moribundo. Media vuelta y a poco llegaba al
mercado.
Boca arriba, tirado en tierra, andrajoso y
sucio, con la boca torcida y medio abierta,
yacía un pobre soldado, la cabeza vendada con
un trapo asqueroso y mal oliente a través del
cual corría abundante pus.
— Ee han dado un balazo en la cabeza, me
dijeron los circunstantes. Hasta ayer caminalía
en compañía de otros soldados que, -por temor
del enemigo han huido, y le han dejado solo.
Efectivamente, hacía una semana que du
raba la desbandada de las tropas del Sur, y
hasta los pobres heridos habían recorrido cen
tenares de quilómetros, apoyándose mutua
mente, para no caer en manos de los enemigos,
que les hubieran asesinado a todos de seguro.
— ¿Pero por qué no le socorréis? dije a los
presentes. No le dejéis así por tierra; ponedlo,
ol menos, sobre unas tablas.
— ¡Padre, me dijo al oido el farmacéutico,
es un soldadol ¡Déjale morirl
Sentí que la sangre se me agolpaba a la ca
beza.
— ¿Cómo, les dije indignado, acaso el sol
dado es un perro? ¿No es por ventura una cria
tura como vosotros, un compatriota vuestro?
— Pero, en lugar de moverse a compasión, se
retiraron.
Con ayuda de mi catequista le levanté de
tierra y le puse sobre uua mesa. En seguida le
hice las curas más ^urgentes del caso. Cuando
se rehizo uu poco y comenzó a apreciar mis
servidos, yo procuré acudir también a la salud
del alma. Ee hablé de los misterios de nuestra
santa Fe, de la Redeudón, del perdón de los
pecados y de los Sacramentos. El pobredto se
daba cuenta de todo, comprendía cuanto le
deda y me miraba fijo, con los ojos llenos de
dulzura y reconocimiento, lo que demostraba
a las daras que su alma se abría de Heno a la
fe, bajo el influjo de la gracia.
— ^ ¿Quieres bautizarte? — le pregunté. El
pobredto se conmovió, se iluminaron sus ojos
y una sonrisa floreció en sus amoratados labios.
Indinó la dolorida cabeza en movimiento afir
mativo y, con un hüo de voz, apenas perceptible,
me dijo:
— ¡Sí, bautízame en seguida!
Me arrodiHé a rezar una breve oración, y,
profundamente conmovido, le bauticé. A poco
expiraba sereno, sonriente. ¡Un alma más para
el Paraíso!...
*
* *
¿Es posible que en vista del bien que realizan
los misioneros, nosotros les neguemos el con
curso de nuestras oraciones? ¡María Auxilia
dora les bendiga y sostenga en sus fatigas, a
fin de que puedan salvar muchas!
La caída de un bólido
atemoriza a los Bororos.
Era una de esas noches serenas, apacibles
que convidan a la meditación y al recogimiento,
contemplando la maraviUa de un cielo estreHado
en la soledad misteriosa de las sdvas. Todo en
torno de la Misión era silencio y paz, y yo ele
vaba mis humildes preces al Señor, a la puerta
de nuestra residencia, cuando hacia mi avanza
uua sombra que, al resplandor débil de los
fuegos de algunas familias indias, reconocí ser
la del brujo del lugar. Me saludó con un sonoro:
¡Bon dial, a pesar de ser más de las ocho de la
noche, y me ofreció un hermoso pez. Y o le de
volví el saludo con las gracias por el presente,
y me senté junto al huésped.
Apenas habíamos cambiado cuatro palabras,
cuando toda la fioresta se iluminó con luz vi
vísima, que aumentaba por momentos, cam
biando continuamente de color. De todas partes
se elevó un griterío ensordecedor, que más que
admiración revelaba miedo, y el brujo, vuéltose
a mí de repente: « dispara, me dice, dispara tu
fusil para espantar al espíritu ». Y o le complací,
y dos detonaciones de carabina propagaron
sus ecos por la floresta.
No hacía mucho que se había perdido el eco
de los disparos, cuando, más espantoso y pro
longado, Uegó a nosotros el ruido, semejante
a uu trueno ronco, producido por el choque del
bólido con la tierra, caído Dios sabe donde.
De nuevo comenzaron los gritos y lamentos,
parecía el fin del mundo. E l brujo, puéstose
— i8 i —
en pie de un salto, me dice: « No tener miedo
y no pensar mal *. y se marchó ligero.
Y o di una vuelta por todo el campamento,
y encontré a los indios presa de agitación ner
viosa, efecto sin duda del miedo, y todos me
recomendaban lloriqueando que rezara para
que no sucediera alguna desgracia. No pocos
me insinuaron la idea de reunirlos junto a mi
cabaña para rezar todos unidos. « Muy bien,
excelente idea, les respondí, vamos a invitar
a los demás ».
Y a poco, un buen número de Bororos estaban
arrodillados delante un cuadro de la Virgen,
rezando muy devotos, y marcando con un sen
timiento de ternura y confianza, que me hacían
asomar las lágrimas a los ojos, la segunda parte
del Ave María.
Aproveché el momento, que era bien oportuno,
para animarlos a la confianza en la Virgen, y
ponerlos en guardia contra las imposturas y
barbaridades que el brujo no dejaría de decirles
y proponerles.
No eran infimdados mis temores: la ocasión
era demasiado propicia para que no la apro
vechara el brujo. A poco apareció recubierto
de plumas para comenzar sus estentóreas in
vocaciones y súplicas al espíritu. Algunos indios
se reunieron a su derredor: los hombres a una
parte y las mujeres a la otra influenciados por el
miedo y los resabios de sus antiguas costumbres.
El brujo se agitaba como un energúmeno,
en modo impresionante: de la boca desmesura
damente abierta escapaban rugidos como de
fiera, los brazos 1<^ mantenía en alto rígidos,
las piernas le temblaban como a un azogado
y el cuerpo hacía atrás, en arco inverosimil, le
daban una apariencia de obseso que imponía.
Aquella escena, de noche, en medio de la floresta
e iluminada por el resplandor rojizo de la ho
guera me recordaba algunas de las reuniones
infernales descriptas con maestría en dramas
y novelas.
A un cierto punto dejó de gritar y moverse,
y miraba fijo al cielo estrellado como si estuNÍera en éxtasis; después comenzó a temblar
de nuevo y a proferir frases masculladas que
nadie entendía.
~ |Ya viene el espíritu, me decían algunos
indios, ahora le habla! — Y le ofrecen cigarros
encendidos, que el chupa a puñados, arrojando
bocanadas de humo como una chimenea; y,
pasados algunos momentos, hace señas de querer
hablar.
En medio de un religioso, profundo silencio,
se yergue rígido, extiende el brazo, que tiembla
ligeramente, hada d nordeste, y, con la mirada
siempre fija en alto, prontmda lentamente,
con solemnidad estudiada estas palabras: _
E l espíritu no está enojado contra vosotros.
Es contra aquella parte, y señalaba a nordeste,
donde ha escogido su víctima.
Me dió un vuelco el corazón y a flor de labio
me quemaban las siguientes frases que a duras
penas pude contener: « ¡Ah canalla, embustero
matriculado! ¡Qué fácil te resulta el pasar por
profeta y dar visos de verosimilitud a tus pi
caras patrañas! » Porque conviene saber que
hacia la parte que señalaba había una pobre
enferma que se debatía entre la vida y la muerte.
Lo mismo que yo pensaba, y que comuniqué
en voz baja a los que tenía a mi lado, se les
ocurrió a varios que me lo manifestaron, rién
dose de compasión.
A uno que le noté muy preocupado y pen
sativo, le conduje a parte y le pregunté:« ¿Crees
tú en lo que acaba de decimos el brujo? » De
ningún modo, me respondió decidido, iniciando
con un solemne Uhm, acompañado de un movi
miento negativo de cabeza 5u repulsa: « Esta
vez se muestra un descarado embustero. No
sucede así la cosa cuando el espíritu viene de
verdad. ¡Oh si hubieras visto las diabluras que
sucedían tiempo atrás en casos semejantes! ».
Los Bororos se entretuvieron largo rato,
comentando el acontecimiento, mientras yo
recordaba con placer la conmovedora escena
religiosa que tuvo lugar poco antes. Cómo me
consolaba el eco armonioso y devoto de la se
gunda parte del Ave María, que todavía reso
naba en mi alma, repetida con tanta fe y de
voción por estos nuevos cristianos — Santa
María, ruega por nosotros pecadores... — y aun
me parecía ver sus rostros, contraídos por el
temor, recobrar, al fin de su oración, un aire
de alegría y esperanza.
Conmovido, me arrodillé y, antes de entre
garme al descanso, con lágrimas en los ojos,
dirigí yo también a la Virgen una sentida sú
plica: María Auxiliadora, le dije, ayúdanos a
iluminar por completo a estas pobres almas,
para que ninguna se deje seducir x>or los en
gaños de ese bribón, emisario del infierno.
Cesar A lbisetti Pbro., Mis. Sales.
AVISO
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de objetos religiosos, libros de piedad etc....
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CULTO
d e M a r ía A u x ilia d o r a
N6m teaemoa ¡a perauaaióo de que, ea ¡as vicisitudes dolorosos de los tiem
pos que atravesamos, ao aos quedan más consuelos que los del Cielo, y eatie ^
éstos, la poderosa protección de la Virgen bendita, que fue en todo tiempo el v
Auxilio de los Cristianos.
pio X.
« Beatam me dicent omnes generationes »:
Me llamarán bienaventurada todas las generaciones.
Así cantó en un transporte de agradecimiento
nuestra Madre celeste, cuando, enajenada de
gozo por las maravillas que con ella obrara el
Altísimo, entonó el magnífico himno profético
que oyeron maravillados los cielos.
Me llamarán bienavenlurada todas las gene
raciones: eran palabras que el Espíritu Santo
había puesto en sus labios y, como tales, debían
tener en el tiempo exacto cumplimiento.
Así se explica que desde los primeros siglos
cristianos la devoción a la Virgen se propagara
entre los fieles con tal extensión e intensidad,
que la Cristología y la Mariología llegaran a
formar una unidad que la historia de la Teo
logía demuestra que no se puede separar y que
tiene que ser afirmada o negada totalmente.
Visitad las catacumbas romanas, relicario
de la fe heróica de los primeros fieles, y os en
contraréis a cada paso con imágenes de la Virgen
a quienes aquellos mártires se encomendaban
antes de partir para el martirio. Las catacumbas
de Santa Priscila son un museo arqueológico
donde al lado de pinturas borrosas y contras
tando con su pobreza, se descubren otras, y
precisamente de la Virgen, de rara perfección
y excelemente conservadas, como la que re
presenta la escena de la Salutación angélica
y la de la Virgen e Isaías, que de haberse des
cubierto en el siglo X V I pudiera creerse que
sirvieron de inspiración a Rafael.
Y si recorréis la historia de las naciones cris
tianas, veréis que todos sus pueblos se agrupan
alrededor de los altares de la Virgen para re
cibir el calor y la protección de la Madre celeste.
Apenas por el edicto de protección de Cons
tantino la Iglesia de Cristo pudo abandonar
las catacumbas, desplegar su culto a la luz del
día y realizar los sueños que acariciaban sus
amores, los templos y las ermitas consagrados
a la Virgen se multiplicaron tanto en las ciu
dades como en los campos, en los montes que
en los valles, coronando sus fronteras como
fortalezas infranqueables, como torres de David
guarnecidas por mil escudos que defendían los
estados cristianos, a los hijos de Cristo contra
los enemigos de Dios, de la Patria y de sus
almas.
L a Virgen alzaba su trono de misericordia
por doquiera, y de sus manos siempre géneros: s
brotaban ríos de gracias, que eran dulce b.ilsamo así para las tribulaciones personales como
para las calamidades públicas. Estos santuarios
son prueba fehaciente de la amorosa y parti
cular protección que la Auxiliadora de los Cris
tianos ha venido ejerciendo sin interrupción
durante veinte siglos sobre todos los pueblos
que, por Jesús, fueron confiados a su maternal
tutela.
Por eso a nadie maravilla que cuando se
celebra el mes de Mayo, mes consagrado por
la Iglesia a cantar y agradecer los favores y
glorias de María, los cristianos, los finos amantes
de la celestial Señora se conmuevan honda
mente y corran a porfía a depositar en sus al
tares el tributo de su amor y reconocimiento;
que abunden escenas conmovedoras en que
niños aristocráticos despojan sus .jardines y
hasta las flores extrañas y preciosas de estufas
e invernaderos para ofrecerlas en hermeeos
ramilletes a la Virgen de sus ensueños; que las
hijas humildes del trabajo corten los pensa
mientos y clavelinas que adornan su pobre
hogar y se las ofrezcan con dulces lágrimas a
la Madre celeste, que agradece con una sonrisa
— 183 —
el filial obsequio; que sencillos pastorcillos le
tejan vistosas guirnaldas con amapolas, mar
garitas y rosas silvestres, y que hasta los niños
de otras razas y otros dimas, redimidos poco
ha de los groseros errores del gentilismo o la
barbarie por d celo santo de los misioneros,
recojan las vistosas ñores que esmaltan las
praderas del Japón o de la China, los verdes
collados de Oceanía o las cumbres del Himalaya y se las ofrezcan a la Reina del délo con
sus inocentes corazones.
Hasta los hijos pródigos, lo mismo los que
de ordinario escupen inmunda baba con lengua
desenfrenada y asquerosa, que los que olvidán
dose de su dignidad de cristianos beben la ini
quidad como el agua, al llegar este mes de
amores y dulces recuerdos se sienten conmo
vidos y balbucen algunas plegarias, porque en
medio de los escombros de su corazón, en un
rincón sagrado que la perversidad no ha vio
lado, parpadea todavía la lámpara que el amor
y la inocencia de su niñez encendiera a la
Virgen, su Madre idolatrada.
Es que el recuerdo de la Virgen, cuyos re
flejos sdumbraron nuestros ojos cuando se abri
eron a la luz del mundo, cuyo nombre, junto
con el de Jesús, resonó el primero en nuestros
oídos salido de los labios de nuestra madre,
ante cuya imagen juntamos por vez primera
nuestras manos y elevamos nuestras infantiles
oraciones, lo llevamos grabado, esculpido en
nuestro corazón. Por eso la mano del. tiempo
pasa sobre el sin tocarle, y mientras los demás
recuerdos se borran o desvanecen con los años,
éste se destaca entre las brumas de lo pasado
y sobre las ruinas acumuladas por el olvido,
más brillante cada vez y ejerciendo sobre nos
otros, a medida que aumentan las tristezas y
los desengaños, más dulce, más benéfico, más
suave y consolador influjo.
De ahí que cada año se renueven con nuevo
entusiasmo los cultos a la Virgen María, la Au
xiliadora de los Cristianos, que los fieles del
orbe todo ,entonen cánticos de amor y, apiña
dos en numerosas muchedumbres alrededor de
sus altares, desgranen oraciones que se elevan
como incienso perfumado hasta las gradas deltrono de Dios.
*
*
*
De todas partes comienzan a llegar noticias
de las grandes fiestas, novenas, triduos, y pro
cesiones en honor a María Auxiliadora que
incluiremos en los meses sucesivos para satisfación de sus innumerables devotos.
Baracaxdo {Bilh-España). — Agradecida a mi
bondadosa Madre María Auxiliadora por haber
me dispensado varios favores, entre ellos mío muy
señalado, envío ima limosna para su culto y para
vocaciones eclesiásticas, como prometí.
Espero que, como hasta aquí, continuará pro
digándome sus favores para que yo pueda seguir
contando sus bondades e invitando a las personas
atribuladas a que acudan a su protección, confiados
en que no Ies faltará su auxilio.
¡Gracias, Madre mial
R . C.
Cádiz {España). — Me hallaba apenadísima
por un grave asxmto de carácter íntimo, y an
siosa de verlo cuanto antes resuelto, acudí con
viva fe a mi celestial Madre, en su dulce advo
cación de « María Auxiho de los Cristianos *.
Sma. Virgen, siempre misericordiosa y pronta a
cada instante a consolar a todos los que acuden
a su bondad, no permitió que se prolongara por
más tiempo mi anormal estado de áninio, y con
grande consolación mía escuchó pronto mi pobre
plegaria, restituyéndome la felicidad y la paz al
alma. Agradecida, cumplo con la promesa hecha
antemano de enviar quince pesetas para la cele
bración de una Misa en honor de la Virgen y con
la súplica de que sea dada publicidad al favor
por medio del i Boletín Salesiano ».
M. C.
L a Bisbai. {España). — Encontrándose mi
señora madre gravísiniamente enferma y no sien
do probable que curara, según nos dijo el médico,
por sufrir tres graves males y considerada su edad
de 69 años, se le administraron los Santos Sacra
mentos; pero nosotros, sus hijos, no desconfiamos
de que María Auxiliadora escucliara nuestras
súplicas devolviendo la salud a la enfenna.
Empezamos en seguida una novena a nuestra
celestial Madre, prometimos visitarla en su San
tuario de Gerona, hacer celebrar allí una misa y
entregar una limosna. Al concluir la novena desa
pareció la calentura de la enferma, y con admi
ración del médico y de los que la cuidábamos y
con una rapidez extraordinaria se puso del todo
bien y sin el más leve síntoma de la enfermedad
pasada.
Publicamos esta gracia de Ufaría Auxiliadora
para gloria suya y para más confianza de sus de
votos.
Concepción F arrenv .
M c r o a {España). — En tres ocasiones dis
tintas en que he recurrido a la protección de María
Auxiliadora, he sido prontamente favorecido en
mis peticiones con sus gracias; y como en la úl
tima prometí hacer pública mi gratitud en el Bo-
— 184 —
letin Salesiano, cumplo hoy gustoso este deber para
honra y gloria de esta bondadosa Madre, a quien
desearía se dirigieran cuantos como yo se hallen
nc-cesitados de sus auxilios. Acompaño también
una limosna como prueba de mi agradecimiento.
VlvNCESI,AO Ca STIIXO.
P adroso de A bei.eda (Orense-España). — Mi
esposa, Benita Prol, víctima de un ataque apo
plético de suma gravedad, me liizo temer im pró
ximo desenlace, con la triste agravante de pasar
a la otra vida sin que pudiera recibir los Santos
Sacramentos. En mi aflicción, recurrí a María
Auxiliadora, suplicándole que, al menos, con
cediera a la enferma el habla y el conocimiento
para poder recibir los auxilios espirituales.
Hoy, lleno de reconocimiento por liaber obte
nido tan señalado favor, mando celebrar una Misa
en acción de gracias, y ruego a la Redacción del
Boletín Salesiano se digne publicarlo.
Manuee F ernandez G ómez.
CoEONiA S armiento {Argentina). — Francisca
T. de Bos.solasco agredece con su esposo e hijitas
a la Santísima Virgen María Auxiliadora varios
favores alcanzados por su intercesión y envía la
limosna de dos pesos para una Misa de agradeci
miento en el Santuario de Turín.
B uenos A iuiís (Argentina )— ¡Gracias sean
dadas a María Auxiliadora! Habiendo enfermado
de alguna gravedad ima persona muy querida, se
acudió a la Sma. Virgen para obtener su curación,
ya que para combatirla parecían impotentes los
recursos de la ciencia, y habiendo prometido si
la enferma mejoraba o sanaba, publicar la gracia
en el Boletín Salesiano.
Hoy doy ciunplimiento a lo prometido por haber
obtenido este favor de aquella que con razón se
llama Salud de los Enfermos.
N. N. Religiosa de los Sagdos. Corazones. ■
Colombia. — ¡Sea conocida de iodos María
Atixiliadora! En el Octubre pasado recibí la ine.sp<‘rada y desagradable noticia del cambio de loca
lidad que proyectaba mi familia, cosa que pudiera
acarrear disgustos y la desgracia de nuestro hogar.
motivaba particulannente la pérdida del des
tino de mi padre, por lo que acudí a María Auxi
liadora, a fin de que remediara nuestra situación.
Mientras yo hacía la Novena con fe y esperanza,
pronto me di cuenta de que la bondadosa Madre
se interesaba en el asunto, pues el cuarto día yii
me llegó un billete en que se veía claramente que
mejoraba la situación, y a poco un telegrama
que me llenaba de consuelo, pues hacía ver el ^'iaje
casi imposible: por último una carta de mi padre
on cjue me aseguraba que no había nada de tal
viaje.
Fero María Auxiliadora no se contento con eso,
que era mucho, sino que deparó a mi padre un
buen destino, con lo cual queda conjurada toda
idea de traslado.
Deseo se haga público mi reconocimiento a tan
buena Madre cu el Boletin Salesiano, mientras yo
hago celebrar una Misa y envío rma pequeña li
mosna.
J osé R . Mejia v .
Medfxt.in (Colombia.) — A principios del mes
de Septiembre del corriente año hallábase una
niñita mia gravemente enferma; y después haber
sido desahuciada por dos médicos de esta tierra,
invoqué a María Santísima por insinuaciones de
im amigo y al día siguiente desde las nueve
pude ver lleno de gozo con mi esposa y mi madre
el favor que N. S. me iba a hacer; luego empecé
la novena y, a los ocho días, estaba completameixte
curada, gozando de salud y nosotros de alegría al
mismo tiempo.
Ruego se publique en el Boletín, para mayor
gloria de Dios y de su Sma. Madre María Auxi
liadora.
Octubre de 1923.
R . G.
C ali (Colombia). — Francisco Antonio Velázquez B. acudió a la potente bondad de María
Auxiliadora en xma gran necesidad, y con íntima
consolación se vió plenamente satisfecho y favo
recido. Agradecido a tan señalado favor, promete
ayudar con xma limosna mensual a los huerfanitos que se educan en los colegios de Don Bosco.
C osan (Guatemala). — Isabel P. de Vázquez,
hace pública manifestación de su gratitud a la
Virgen Auxiliadora por haber librado a sus hijitos
de la terrible enfermedad de la tos ferina, de la
cual fueron contaminados gravemente. Envía una
ofrenda en beneficio de los huerfanitos del Vble.
Don Bosto.
G uadalupe (Méjico). — Qxiisiéramos que cuan
tas se encuentren en alguna aflicción o necesidad
se dirigieran con toda confianza al axixilio de la
Sma. Virgen. Las que suscriben cumplen con el
deber de publicar las gracias que María Auxiliadora
les ha concedido, por mediación de su fiel sierv'o
Don Bosco. En peligro de perder la vista y el oido,
y cuando nada se podía esperar ya del auxilio de
la ciencia, acudimos al poder de la Virgen poniendo
por intercesor a Don Bosco, y la gracia no se hitó
esperar.
Hoy cxmiplimos nuestra promesa, convencidas
de que el favor es completo, y enviamos una li
mosna en señal de gratitud.
An a E ster R eyes y G erarda d e A ngel.
Uruguay . — Apenas si llegaba a los tres meses
mi hijito Anibal cuando creí perderlo, víctima de
grave enfemxedad que le tuvo eutre la vida y la
luuerte durante ocho largos días.
Como los médicos lo desahuciaron, yo que no
me resignaba a perderlo, acudí acongojada a María
Auxiliadora para que me lo salvara. A poco se
notó una leve mejoría, que se fué acentuando con
tinuamente hasta quedar fuera de peligro.
Hoy está robusto y bueno, y por ello doy ren
didas gracias a tan buena Madre.
An a Dolores de S errano.
Z a p ATOCA {Uruguay). — Cayó gravemente enfenno mi buen esposo, y como la cosa se pusiera
muy seria, y los remedios que se le propinaban
no surtieran el efecto deseado, temiendo un fatal
desenlace, acudí con fe y confianza al favor de la
buena Madre celeste María Auxiliadora.
Para más obligarla, prometí tma limosna, hacer
la novena, confesar y comulgar en ella, y después
publicar la gracia en el Bolelin Salesiano.
Conseguí la gracia anhelada, por lo que. llena
de gratitud, me apresuro a cumplir el resto de mi
promesa.
A melia Martínez .
Capacho {Táckira-Venezuela). — ¡Cuán cierto
es que María Sma. Auxiliadora procura por todos
los medios que sus hijos se salven! Había caido
enfermo de gravedad un vecino nuestro, y no quería
saber nada de sacerdote ni Sacramentos, que se
resistía a recibir. Como el caso era extremo, y
el mal no tenía remedio, yo acudí a María Auxihadora para que aquel pobre cristiano no muriera
como un perro, sin arreglar las cuentas con el Señor.
Le envié primero una medallita de esta buena
Madre, que al principio rehusó, pero que al fin se
colgó al cuello, y cuando, contra toda esperanza,
pues no quería en manera alguna confesarse, el
mismo pidió el sacerdote todos reconocimos en el
cambio radical operado la intervención de María
Auxiliadora, cuya novena hacíamos con este fin.
A los pocos días murió cristianamente, resig
nado y confiando en la misericordia de Dios.
Agradecida por tan gran favor, lo hago púbUco
en el Boletín Salesiano.
Una devota.
Merida {Venezuela). — Un sacerdote, viendo
en peligro su fama, por lijeras imprudencias, hijas
de su natural franco y sencillo, acudió con mucha
fe a la Reina de los Cielos, bajo la dulce advo
cación de María Auxiliadora, a fin de que lo li
brase de aquella pena, y prometiéndole publicar
el milagro en el Boletín Salesiano. Obtenida la
deseada y singular gracia, rinde público homenaje
de gratitud a la Soberana Auxiliadora de los cris
tianos, excitándo a los fieles a acudir a tan pode
rosa Señora en sus casos difíciles, y muy recono
cido envía una limosna para la obra de Don Bosco.
San G abriel (i?ío Negro-Brasil). — ¡Cuán buena
es María Auxiliadrtraf Era el 30 de agosto, im día
hermosísimo, no obstante el calor excesivo, asfi
xiante que de ordinario suele ser, en estas tierras
ecuatoriales, precursor de fuertes huracanes que
se desencadenan al atardecer. A pesar de estar
acostumbradas a estos violentos cambios de tonperatura con las consigmentes tempestades, jatnás hubiéramos soñado en una posible catástrofe,
cuando, en menos que se cuenta, nos sorprende
un fuerte tanporal de agua, acompañado de truenos
y relámpagos.
Dos muchachas estaban con una Hermana la
vando la ropa en derredor de un pilón, apovado
a un gran madero, allá a la extremidad de nuestra
pequeña casa. La Hermana invitó a las muchachas
a entonar el Magnificai para conjurar la tempestad.
v he aquí que, a poco, \m trueno horroroso estalla
sobre si« cabezas y im relámpago, que las des
lumbra, arroja al suelo a una de la muchachas,
mientras la Hermana, como loca, corre gritando:
« ¡Muero... Muero! »; y en tanto todo lo envuelve
nna nube asfixiante, y todo se cae, obligándonos
a gritar, María Auxiliadora, sálvanos.
¡Qué miedo!... El rayo había caido al lado de
la muchacha, arrojándola al suelo electrizada y
medio muerta... reduciendo a polvo el grueso pilón
y haciendo astillas el grueso madero, a la par que
caía a tierra parte del muro de nuestra casa, y se
hacía añicos la henuosa vidriera de la capilla.
¡Oh, bondad de Slaríal Sin su protección hoy
en nuestra capilla, eu lugar del Te Deum de acción
de gracias, se oiría el triste salmodiar del De profundis.
¡Gracias, Madre mia!
Sor A nnbtta Masera .
Dan también gracias a Haría Auxiliadora.
Puente Mayor. — Da. Dolores Alberti, hace
celebrar una misa y entrega dos cirios.
Gerona. — Da. Carmen Plandiura encarga una
misa cantada. Doña Joaqiüna Arenas, entrega un
cirio por la salud alcanzada.
Cassá de la Selva. — Da. Margarita Tibau hace
celebrar xma misa en acción de gracias y entrega
\ma limosna.
Navata. — Don Emilio Llansó, agradecido por
la salud alcanzada a su nieto y por otro favor
especial entrega 75 ptas.
Gerona. — Da. A . L. por un favor recibido
manda ima limosna y encarga una misa.
Vumóo (Colombia).— Mana Mamerta de Ferrerosa, rinde púbUco homenaje de gratitud a la
dulcísima Auxiliadora de los Cri.stianos por dos
grandes favores que le deparó y envía una limosna
en beneficio y sustento de los hucrfanitos del Vene
rable Don Bosco.
Vufnbo (Colombia). — Francisco Puente, Ger
trudis vda, de Puente, Benigna Pardo de Freire,
Martina Vivas, Cehnina Quintero, Dolores de Del
gado, Clemencia Prado y Ernestina de T^ópez tri
butan su \iva gratitud a María Auxiliadora y en
vían una ofrenda para la Obra Salesiana.
San José (Costa Rica). — Joselina de Coello,
agradecida a Alaría Au^liadora por un beneficio
conseguido por su bondadosa intercesión, hace
una ofrenda en favor de la Obra Salesiana.
Zapatoca (Uruguay). — Doy las más expre
sivas gracias a mi bondadosa Madre María Auxi
liadora por favores recibidos y envío una limosna.
Carmen M.
— Agradecida a la protección de María Auxi
liadora por haberme devuelto la salud hago pú
blico mi reconodmiento y envío una Hmosna.
María R. d e Gómez.
— Estando enfermo mi hijo menor acudí a
María Auxiliadora que me concedió el favor in
vocado por lo que, agradecida, cmnplo la promesa
de publicar la gracia.
María M. de Goííez .
R ein aré en E spañ a.
Cuando el Sagrado Corazón de Jesús se le
apareció al P. Hoyos le prometió que: reinaría
en España con más predilección que en otras
partes.
Conocidas por los españoles estas promesas,
a las que jamás sabrán corresponder y agra
decer debidamente, la devoción al dulcísimo
Corazón creció en modo extraordinario, hasta el
punto que hoy la mayor parte de las familias
cristianas lo tienen entronizado en sus hogares.
No satisfechos con que remara en la intimi
dad de la familia, quisieron que España entera
se le consagrara por medio de sus representantes,
con el Rey a la cabeza, en el cerro de los Angeles,
dando un espectáculo maravilloso al mundo.
Pero entre los hijos de esta gran familia
hispana no faltaron tampoco hijos degenerados,
bastardos que cubrieron de vergüenza y luto
la casa solariega, revelándose, en un movimiento
satánico, contra las enseñanzas que recibieron
en la cuna, contra la religión de sus padres,
insultando a Jesucristo, persiguiendo a sus
ministros y profanando los templos.
Una protesta clamorosa se escapó de todo
pecho bien nacido, al par que se procuraba un
solemne acto de desagravio, pero como la ofensa
era extraordinariamente grave, no se conten
taron los católicos, los finos amantes de Jesús
con las frecuentes y conmovedoras reparaciones
que en toda España, pero especialmente en Bar
celona, se practicaron para alcanzar el perdón
de tamaños ultrajes, sino que, a fuerza de sa
crificios, quisieron levantar un trono al Cora
zón Divino en la pintoresca cumbre del Tibidabo, que domina la gran ciudad, para que
fuera un acto de amor continuo, un Templo
de expiación a donde acudieran los hijos pró
digos a llorar sus pecados y recibir, con el ósculo
de paz, la rica vestidura de la gracia que reem
plazara los miserables harapos de la culpa.
La cripta es hermosa y el templo será gran
dioso, digno de la fe y generosidad de los hijos
de España; pero jcómo van despacio las obras!
¡qué pena da ver como, mientras los palacios
de los magnates de la tierra se terminan y amue
blan con presteza, la casa del Señor progresa
como hecha de limosna! Y ¿es posible que en
esa tierra de virtudes, de buen sentido cristiano
se produzcan hoy gestos de rumbo, de prodi
galidad, de grandeza completamente fabulosa,
como nos relatan los diarios, que los españoles
por dos horas de melodías, por cantar en una
noche unas cuantas romanzas y varias jotas
paguen 25.000 pesetas> y para el decoro del
templo, para ofrecer un trono al Señor, de
cuyas manos vienen todos los bienes, se aprieten
los cordones de la bolsa?
No es un reproche, líbreme Dios; es el anhdo
de un hijo de España que, lejos de sus lares,
quisiera ver en su amada Patria reinando ya
a Jesús digna y gloriosamente.
Acelerad, pues en ello va nuestra felicidad
y grandeza, el reinado del Sagrado Corazón;
rendidle en esa hermosa cripta culto solemne;
contribuid para que pronto un grupo escogido
de jovencitos, que luego serán ministros del
santuario, contribuyan con cantos argentinos '
y ceremonias al esplendor de las funciones re
ligiosas.
Jesús no se dejará vencer en generosidad; y
pronto sus copiosas bendiciones harán de Es- ^
paña y Barcelona la tierra prometida, el reino ^
de sus maravillas.
CAMPELLO-ALICANTE (España). — Monumento 1
Dominso Savio.
No es nada extraño que Domingo Savio en
cuentre tantas simpatías entre los niños españoles.
Hijos de santos, de noble espíritu y corazón ge
neroso, se sienten atraídos y subyugados por
todo lo que encierra grandeza y trasciende a vir
tudes. Y Domingo Savio, pequeño en años, pero
gigante en santidad, hijo cariñoso de la Sina.
Virgen y fino amante de Je.sús Eucarístico: dos
amores que los niños españoles beben con el primer
alimento en el pecho de sus madres, no podía
menos de interesarles.
Los colegios salesianos, donde al presente es
conocido, lo presentan como modelo a sus cole
giales, y estos, a su vez, entusiasmados con la
vida del angélico jovencito, no sólo procuran
imitar sus virtudes, sino también perpetuar su
memoria en monumentos.
Ahora le ha tocado al colegio del Campello, (
donde, después de un triduo de ejercicios sagrados
y un Congreso de compañías piadosas juveniles,
lian inaugurado un artístico monumento al discí
pulo aventajado en virtudes de la escuela de ■
Don Bosco.
¡
Al par que felicitamos a colegiales y S u p eriores
del colegio del Campello, les rogamos que con sus
virtudes aceleren la canonización del simpático
jovencito.
La devoción a María Auxiliadora se propaga
en Bilbao y sus alrededores de un modo conso
lante. Durante el mes de Mayo, y como homenaje
de amor a esta buena Madre, la importante ba
rriada de casas baratas que se levanta cerca de
las calles de Lasesarre y Zabala será consagrada
a María Auxiliadora.
Con este motivo los Antiguos Alumnos salesianos regalan a dicha barriada una hermosísima
imagen de María Auxiliadora, que será puesta
a la pública veneración en un nicho preparado al
efecto.
BARACALDO (España). — Tercera Asamblea de
los Cooperadores Salesíanos.
Bilbao, emporio de inmensos recursos, que se
agita en las naturales convulsiones de la fiebre
del trabajo, logrando por la actiridad inteligente
de sus hijos un puesto preeminente entre las ciu
dades modernas, no descuida el problema funda
mental de la educación popular, la formación
moral y técnica de los humildes hijos del
trabajo.
Entre las conclusiones de la Tercera Asamblea
de Cooperadores, realizada con gran entusiasmo
en el mes de Febrero en aquella ciudad, merece
particular mención la que se propone dignificar
al pueblo, elevando su nivel moral. Para su con
secución cuentan con establecer unas Escuelas
Salesianas de Artes y Oficios donde los deshere
dados de la fortuna, como hoy se llama a los hu
mildes hijos del pueblo, puedan, con la fonnación
espiritual, adiestrarse en un arte u oficio que les
ponga en condiciones de ganarse honradamente
el pan de la vida y contribuir al engrandecimiento
de su ciudad y de la Patria.
Contando con el apoyo de las almas generosas
y corazones magnánimos, que abundan en Bilbao
y Baracaldo, se acordó también elevar ;ma ins
tancia a la autoridades.
El Ayuntamiento de Baracaldo contestó con
el sigmente oficio. « En sesión celebrada por este
Ayuntamiento, imánimemente acordó la Corpo
ración hacer suyas las conclusiones aprobadas en
la tercera Asamblea de Cooperadores Salesianos
encaminadas a elevar y dignificar el nivel moral
del pueblo y consignadas en el escrito que con
techa 26 de Febrero último, dirigieron Vdes. a
esta Corporación y que, sin perjuicio de la coo
peración personal e individual de todos los señores
C<3n«Jales, se adopten por esta Alcaldía cuantas
:uedidas crea convenientes al mayor y más rápido
éxito de tan laudables fines.
Baracaldo, 20 de Marzo de 1924.
G regorio de A rana .
Un aplauso merecen los Cooperadores de Bilbao
y Baracaldo por su digna labor. Eso es entrar de
lleno en el campo de la Cooperación salesiana,
que tiende a renovar el mundo, según las doctrinas
de la Iglesia.
SEVILLA (España). — Exposición de Escuelas
Profesionales, Didáctico Escolar y de Educación Sa^
lesíana.
Es verdaderamente consolador el movimiento,
la actividad que muestran los Salesianos por
doquiera. Estamos en tiempos en que no se puede
ni debe esconder la luz bajo el celemín, ya qiie
los hijos de las tinieblas procuran dar la publicidad
posible al poco bien que realizan en favor de la
humanidad.
Hasta aquí, y siguiendo las normas del Evanr .I
j.,
-.VK
B> b e a ja m lit
lo s h a e r f s a lt o s
d e n u e s t r a M itid o d e T a n jo r e (In d ia).
gelio que aconseja celar a la mano izquierda lo
que realiza la derecha, los Salesianos no se pre
ocupaban más que- de hacer el bien, sin cuidarse
gran cosa de si sus trabajos eran reconocidos o
trascendían al público con notoriedad. Ellos, si
guiendo la tradición de sus mayores, sólo anhe
laban sembrar el bien a manos llenas, sacrificarse
y realizar heroísmos, lo mismo en los Oratorios,
Escuelas Profesionales que Misiones, dejando a
otros o a los venideros d oficio de reseñarlos*.
Sin dejar de reconocer su nobleza, no es de
alabar en absoluto ese procaier, pues, entre otros
motivos, los Cooperadores que se privan o des
prenden. a veces, hasta de lo necesario para acudir
con su limosna en favor de los pobrecátos que
hallan un refugio en las Casas de Don Bosco, tie-
— i88 —
ruíii derecho, o mejor, es una satisfacción para
ellos el ver el fruto de sus sacrificios.
l ’or e.so ahora se celebrair con frecuencia certá
menes, exposiciones y otras manifestaciones pú
blicas donde todos pueden ver la labor callada,
pero sólida, progresi\’a, de realidades que los
Salesianos con sus alumnos verifican.
Ivl año pasado se realizaron varias exposiciones
en Argentina, mereciendo sinceros plácemes del
público, especialmente de los entendidos; después
le tocó el tumo a las Escuelas Profesionales de
Sarriá. que, en Barcelona, y en la Exposición In
ternacional del Mueble, recibieron de manos de
S. M. el Rey el Gran Premio que el Jurado les
había adjudicado.
Segiin noticias que nos llegan de Andalucía, en
el mes de Jimio se celebrará allí la Exposición de
líscuelas Profesionales, Didáctico Escolar y de
líducación Salesiana, a la que concurrirán todas
bus Casas Salesianas de la Inspectoría.
Les auguramos un éxito rotundo.
BOGOTÁ (Colombia). — Primer Congreso Na
cional de los Antiguos Alumnos Colombianos.
¡Lo esi>crábamos! En la herniosa revista « Don
Bosco t órgano de los Cooperadores y Antiguos
Alumnos Salesianos de Colombia, vemos anmiciaelo para el presente año el Primer Congreso
Nacional de los Antiguos Alumnos Colombianos.
Desde que notamos el año pasado la reorga
nización de aquellos nuestros buenos amigos,
dimos por descontada una próxima asamblea,
donde se mostrarían pujantes, disciplinados,
llenos de entusiasmo y nobles ideales todos cuantos
en aquella católica República recibieron cristiana
educación en los planteles salesianos.
En el mes de Agosto todos los Antiguos Alum
nos del mundo salesiano tedrán fijos los ojos en
sus compañeros colombianos, esperando de los
hijos de aquella hidalga tierra mi grande aconte
cimiento, cuyos efectos se dejerán sentir pronto
en el movimiento católico de su país.
Ivl Boletín Salesiano dará cabida en sus páginas
a la reseña que de allá se nos envíe, para trasmi
tirla a todos cuantos se interesan por los trabajos
y triunfos salesianos.
HABANA (Cuba). — Las Salesianos en Cuba.
La Obra Salesiana tan extendida por toda la
América, no podía faltar en la Perla de las An
tillas, en aquel país sobremanera bello, del cual
Cristóbal Colón dijo, lleno de admiración apena.s
lo vio, que era la tierra más henno.sa que jamás
ojos humanos vieron,
Con placer vemos ya instalados a los Hijos de
Don Bosco en tres diferentes sitios de la Isla. En
Santiago dirigen un acreditado colegio y taller
de imprenta, con vistas a luuus Escuelas Profesionaics completas: en Camagüey tlbierto Príncipe)
tienen a su cargo una extensa parroquia, y, final
mente, cu la Habana, aprovechan la planta baja,
ya tenninada, de un grandioso Colegio en cons
trucción. l^mcionan ya cuatro clases muy fre
cuentadas, el salón teatro, y se dá culto a María
Auxiliadora en ima hermosa y espaciosa capilla
a ella dedicada.
Allí, como en todas partes, la Virgen de Don
Bosco fascina y atrae a cuantos conservan espíritu
religioso y .amor a la Madre celeste.
Las obras del colegio prosiguen con celeridad,
lo que hace esperar verlo terminado ya en el pre
sente año.
Por voluntad de los fundadores, los finados
Hermanos inelán, será dedicado a Escuelas de
Artes y Oficios para preparar y formar moral y
técnicamente a centenares de jovencitos pobres.
Dios quiera que pronto esté en marcha en pleno
desarrollo, para que allí puedan forjarse los hon
rados ciudadanos y valientes adalides de la buena
causa.
CAMAGÜEY (Cuba). — Dos flestecitas simpáticas.
A la corta distancia de quince dias, hemos pre
senciado dos acontecimientos en las Elscuelas
Parroquiales de la Caridad, regentadas por los
Rdos. PP. Salesianos: la Festividad de S. Fran
cisco de Sales y la Visita del Exemo. Sr. Delegado
Apostólico de Cuba y Puerto Rico, Mons. Pietio
Benedetti.
Con un fervoroso Triduo de preparación dis
pusieron sus corazones para la gran Solemnidad
los alumnos del plantel salesiano y del Oratorio
Festivo, a los que hicieron coro las niñas de la
florecentísima Catcquesis y la restante feligresía.
Desde las primeras horas de la mañana, la ani
mación de los semblantes y las filas de penitentes
que guardan tumo ante el Santo Tribimal del
Perdón, dan claros indicios de que la Gracia se
enseñorea y embellece las almas, bien dispuestas
para recibir el Pan de los ángeles.
En efecto: la Misa de Comunión, como oportu
namente consignó un compañero de prensa, se
distinguió por un ambiente de piedad proíimda
y por una comunión numerosa y fer\dente.
Los motetes preciosos y bien ejecutados y las
dulcísimas armonías litúrgicas, elevaron los espí
ritus a más puras esferas.
El Pontifical de las nueve, en que ofició Moas.
Enrique Pérez Serante, Prelado diocesano, resultó
brillante; mejor; imponente. El diminuto « Clero ‘
•sorprendió más por su gravedad y compostura
que por su gran dominio y simultaneidad en Ic-'
complicadas ceremonias y la Schola Cantoniin
nos regaló con preciosa partitura del Mtro. Vilaseca, sobresaliendo entre los primores de la eje
cución, varias pasajes a voces solas.
La Velada lírico-dramática fué un éxito rotundo
y definitivo. Todos los números servían de marco
a la representación escénica del emocionante dra
ma: « Como la Tumba *, a cuyo realce todo con
tribuyó desde el vistoso * attrezso ♦ , confecaonado ex-profeso p>ara los caracteres, hasta la pene
tración que éstos demostraron en sus papeleé
respectivos.
La preciosa barcarola del salesiano Aquiles
PedroUni, fué primorosamente interpretada
los pequeños artistas que bogaban sobre oscilante
canoa. Preciosa la Plegaría y majestuosa la ap«-
•rición de Mana Auxiliadora en el centro de ful
gentísima estrella.
Las apariciones y efectos de luz, debidos a la
inteligencia y maestría del coadjutor salesiano
Sr. Juan Riera, quien acertadamente ejecutó la
total instalación eléctrica del amplio local, fueron
objeto de calurosos elogios por parte de los téc
nicos.
El lindísimo romance « El Caballero de la Cruz »
del P. Saavedra, Salesiano, que retrata un con
movedor episodio de la Vida del Santo Obispo
de Ginebra, calificado por Mons. Rey y Soto de
«soberano », fué soberanamente recitado por el niño
Emilio Martínez, quien cosechó nutrida ovación.
Clausuró el acto, el chistosísimo sainete «.4 /wjo
en pena *, en que Trompetilla, el «sordaito andalú ^
log^ tamizar la honda impresión que nos produ
jeran las trágicas situaciones del Drama.
— Homenaje al Excmo. Sr. Delegado ApdstoUco.
Por doquiera, los Salesianos, siguiendo los
ejemplos y preciosísimas enseñanzas de su Vble.
Fundador, se cou^•ierten en paladines del Papado
y logran transfimdir a las almas de sus alumnos
^ a veneración profunda y ese amor ardiente
hada el Vicario de Cristo.
Con estos precedentes, es ob\úo imaginar que
no desperdidarian la magnífica ocasión de la Visita
extraordinaria del gloriosamente reinante Pío XI,
por medio de su representante y Delegado en Cuba,
Mons. Pietro Benedetti.
Mons Guido Polletti, su secretario, celebró la
Misa de Comunión general y por la noche se efectuó
la Velada-Homenaje.
Al ingresar en el salón el Excmo. Sr. Delegado
descorriéronse las cortinas del palco escénico y
desde allí los alumnos del plantel salesiano, en
correctísima formadón, le dieron un delirante
viva, que coreado por la restante concurrencia,
finalizó en ima ovadón atronadora y prolongada.
Al cesar la sonora salva de vítores y aplausos,
los alumnos todos de las Escuelas, entonaron
con entusiasmo viril el Himno nadonal, que
debe abrir, de rúbrica, todos los actos de importanda prindpalmente en centros ofidales y plan
teles de educadón...
Bien quisiéramos dedicar aunque fuera una
sola frase a los catorce numeritos que integraron
el deudosísimo Programa; nos contentaremos
sin embargo, por no parecer proUjos, con la sucinta
reseña de los que más sobresaUeron.
El Discursito del Padre Salesiano bajo el epí
grafe d e «D. Bosco v el Papa »interesante y sentido.
La Jota, « Ntustra Virgenctia », conmovió todo
nuestro ser. Nuestra enhorabuena para los so
listas < cantaores t.
El Saludito infantil del chiquitín del Oratorio
Festivo. Eugenio Díaz, despertó simpatía y admiradón.
El melodrama « ¡Brr... qué frío! » que cerró la
primera parte, cautivó por el despejo de los ar
tistas en miniatura y la arrogancia cómica del
pequeño Napoleón...
Abría la Segunda Parte « L ’ambasciata » men
saje en itaUano al Padre Santo; sorprendiónos
sobremanera la afiligranada dedamadón y la
pronundación castiza del diplomático en demes.
El Canto a la Patria, con ejerddos caUsténicos
y apoteosis final soberbio y electrizante.
« E l Libro más grande », dialoguito que con ini
mitable gracejo, muestra las excelendas del Catedsmo, se saboreó con deUcia y meredó plácemes
efusivos de labios del Excmo. Representante del
Papa.
El sainete final, « C ohs«/íos ridiculas >, revista
de tipos extravagantes, mantuvo una perenne
sonrisa en los labios y al finalizar su papel se pre
mió a cada actorcito con bien merecido aplauso.
Dirigió, por fin, su autorizada palabra a la dis
tinguida y numerosa concurrencia el Excmo.
Mons. Pietro Benedetti. Mostró su agradecimiento
por el homenaje que él referiría al Vicario de
Cristo.
Manifestó haber conocido; más: haber sido
bendeddo por D. Bosco, confesando que la bendidón del \’enerable, despertó en él una marcada
predilecdón por la niñez que siempre atesora
todo un por\'enir...
Se dedaró plenamente satisfecho de la labor
de los Salesianos en Camagüey, augurando un
Oratorio Festivo para cada puebledto de la Repúbhca y cuatro para cada costado de la Ciudad
de Camagüey, a la cual apellidó el « corazón de
Cuba ». Pronto advendría así, el Reino de Cristo
y con él la Paz de Cristo, según el augusto lema
del actual Pontífice, a quien representaba en el
momento.
Hizo votos porque las Escuelas de Artes y
Ofidos, paralizadas ya más de un año por litigio
funesto, se inauguraran en el más breve plazo
posible y que la opinión camagüeyana, debería
impulsar eficazmente a las mismas autoridades
obteniendo la pronto y feliz reanudación de las
obras.
Como cierre de la gloriosa jomada, impartió
la Bendición Apostólica que los concurrentes
redbierott con la veneradón sagrada que la au
gusta ceremonia requiere.
Indudablemente que esta visita, no sólamente
«orlará la Crónica de estas Escuelas Parroquiale.s *
como deda el niño Ramón Bello, que saludaba
al ilustre huésped en nombre de sus compaflerilos
y condisdpulos, sino que depositará precio.so
sedimento en los corazones infantiles, y exdtará
en lo futuro generosos arranques y trixmfos en los
días grises de la rida.
TURIN (Italia). — Ciacueotenarío de la aprova*
cíóti de la Saciedad Salesiaaa.
Turín, cima de la Congregadón Salesiana, ha
celebrado con entusiasmo religioso el Cincuente
nario de la aprobadón de la Pía Sodedad.
El Oratorio de Valdocco especialmente, en
donde aún viven algimos que alcanzaron aquellos
tiempos en que el Venerable Don Bosco hada sus
frecuentes viajes a Roma y encargaba a los niños
rogaran a la iíadonna para el buen éxito de sus
trabajos, las fiestas fueron conmovedoras.
El andanito Padre Francesia (87 años), uno
de los primeros alumnos de Don Bosco, lloraba
— lyO —
de satisfacción recordando los primeros años del
Oratorio, cuando todo se reducía a imas docenas
de niños pobres que se reunían al calor del cariño
de Don Bosco, como los polluelos al derredor de
la clueca.
¿Qué más se necesita, exclamaba con la voz
entrecortada por los sollozos, para ver la mano
de Dios en la Obra de Don Bosco, que este desa
rrollo extraordinario, que recuerda el grano de
mostaza del Evangelio?
A la fiesta precedió un triduo con hermosas
funciones religiosas, en las que todos tomaban
parte: Superiores del Capítulo y niños del colegio,
y terminó con la entrega a todos los salesianos de
las Constituciones, segihi las normas del nuevo
Código de la Iglesia.
ALBERTO M. DE AOOSTINl, (Misionero Salesiano) — Mis viajes por la Tierra del Fuego.
Mientras pensábamos dar a conocer los trabajas
de este misionero salesiano, relatados en la obra
(lue acaba de editar en italiano y que pronto verá
la luz en español, llega a nuestras manos el juicio
que sobre el mismo da la importante y competente
revista f Civiltá Católica »que preferimos al propio,
como más imparcial y objetivo.
Dice así: « Al magnífico Album La naturaleza
en los Andes de la Patagouia septentrional, el
Rdo. P. Alberto M. De Agostini, misionero sale.siano, alma de apóstol, de explorador y de artista,
ha hecho segxiir el magnífico volumen de sus
viajes en la Tierra del Fuego, que con más pro
piedad debiera llamarse del Frío.
Describe con desenvoltura y estilo fácil todo
cuanto ha visitado: montes y lagos, glaciares y
morenas, cumbres y abismos, islas, laberintos de
\-alles y canales, florestas y costas desiertas, flora
y furnia, pueblecillas de civilizados y cabañas de
los salvajes, zonas conocidas y regiones y parajes
desconocidos y por el bautizados.
Confrontando este notable trabajo con otros
de diversos exploradores, en seguida saltan a la
vista muchos errores geográficos, falsas inducciones
y noticias fabulosas que nos dieron como ciertas,
luinediatamente se nota en esta obra la precisión
en los dibujos, én la limitación de las costas, en
la determinación de alturas y en la orientación
de valles y corrientes; un trabajo, en fin, que si
en algo no es completo, da al menos una idea muy
aproximada de aquellas maravillosas y glaciales
regiones, de las familias salvajes que las habitan,
campo de la acción misionera y civilizadora de
las magnánimos hijos de Don Bosco, que han
sembrado .semillas abundantes de vida social y
civil.
Todo el volumen está ilustrado con abimdantes,
espléiuUdas láminas, de una nitidez incomparable,
de las cuales 35 a colores, además de tres hermosos
mapas geográficos. El conjunto de extraordinaria
belleza, demuestra tanto el finísimo sentido ar
tístico del P. Alberto, como su celo y la perfección
de su arte fotográfico*.
Barcelona (España): Sr. Don Antonio Barba
y Bover; E sn o. Sr. Marqués de Sentmenat; Sra.
Dña. Ramona Humbert de Masdeu; Sra. Dña Rosa
Pla-Carreras y Baix de Florensá; Sra. Dña. Mont
serrat Jinot Sagués de Pi; Sr. Don Femando
Cortés y Riera.
Betulia (Colombia): Sra. Dña. María Jesús Díaz
de Garcia.
B IB L IO Q R A P ÍA
Historia Prodigiosa del milagroso
Niño Jesú s de Praga (1617-1924).
^
Por el R. P. D oroteo d e da S. F am ilia , Car- i
melita Descalzo. — Un volumen de 14x22 |
cm., de VIII-248 páginas y 57 grabados. En '
rústica, Pías. 3‘5 0 ; en media tela, Ptas. 4. *
(Por correo, certificado, Pía. 0*50 más). —
Luis Gilí, Editor, Apartado 415, Barcelona,
Córcega, 415.
Es una obra muy interesante y de suma impor
tancia en la actualidad, teniendo en cuenta la
gran simpatía y popularidad de la devoción al
Milagroso Niño Jesús de Praga.
Lleva más de cincuenta grabados referentes a
las distintas fases y vicisitudes de esta simpática
devoción, y viene a llenar un gran vacío y satis
facer las ansias de muchísimas almas que deseaban
conocer las grandezas y prodigios del Jklilagroso
Niño.
Para mayor claridad y orden divide el autor
su obra en cuatro partes:
Portel: Origen providencial, vicisitudes y pro
digios de la milagrosa Imagen del Niño Jesús dci
Praga, desde el año 1626-1924.
Parte II: Reinado del Milagroso Niño fuera de
Praga en distintas naciones.
Parte III: Origen y notables progresos de su
devoción en España hasta nuestros días, deta
llando las Cofradías de cada población.
Parte IV : Su admirable reinado en las Américas,
especiahuente en Chile, llamado el segundo Praga.
Esperamos que su lectura ha de ser muy útil
y provechosa, y no debe carecer de este interesante
libro ningún devoto del Niño Jesús de Praga.
Con aprobación de la Autoridad Eclesiástica: Gerente: GEMINIANO FERRARI.
Establee. Tip.de la Sociedad Editora Internacional. — Corso Regina Margherita, N. 174 - TURIN
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t A .
K o n t 'R iO K
C o r s o R e g in a M a rg h e rlta , 174 — T O R IN O (Italia)
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P R A N e iS e U S V A R V B LLO
Sacerdos, Philosopbiae Professor in Seminario Salesiano apud Tanrinenses
INSTITUTIONES PHILOSOPHIAE
Pa r s i . C om plecten s
Introductionem ad
— Apud exteros: Libellae 14.
p h ilo so p h iam
e t L o g ic a m : Libellae lo .
P a r s II. M etap hysíca.
Vol. I. Complectens Metaphysicam generalem seu Ontologiam: L. 6. — Apud exteros:
L. 7,50.
Vol. II. Complectens Metaphysicam specialem seu Cosmologiam, Pneumatologiam et
Theodiceam: L. 12. - Apud exteros: L. 15.
P a r s III. E th ica et ju s naturae.
Vol. I Complectens Ethicam: L. 5. — Apud exteros: L. 7.
Vol. II. Complectens Jus naturae: L. 15. — Apud exteros: L. 18.
H O R A T IU S M A Z Z B L L A
Archiepiscopus Tarentinus
PRAELECTIONES SCHOLASTICO-DOGMATICAE
BREVIORI CURSUl ACCOMODa TAB
EDITIO QUINTA RECOGNITA ET AUCTA.
VoL. I. T ra c ta tu s de v e r a R eligtone, de S crip tu ra , de T ra d itio n e e t de E cc le sia
C h ris ti: L. 25. — Apud exteros: L . 30
V ol . II. T ra cta tu s de Deo U no a c T rin o et de Deo C rean te: L. 15. — Apud exteros:
L 18.
V o l . III. T ra cta tu s de V erb o Incarnato, de Q ra tia C h risti e t de V írtu tib u s infusis: L. 15. — Apud exteros: L. 18
V o l . IV. T ra c ta tu s de S acra m en tis et de N ovissim is: L. 15. — Apud exteros: L, 18.
PETRUS RACCA.
T H E O L O G IA E M ü R A L IS S Y N O P S IS . — Breve opus ex sapientissimis scriptoribus de
re murali eductum et ad normam novi Codicis Juris Canonici exaratum. — Vol. in*i6
pp. 700: L. 12,50. — Apud exteros: L. 15.
Ü E C E N S U R IS L A T A E S E N T E N T IA E quae in Códice Juris Canonici continentur
cominentariolum digessit J o a n n e s C a v i G í OLI. Vol. in-i6 pp. 170: L. 3,75. — Apud
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s o
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C o r s o R e g in a M a rg h e rita , 174 - T O R IN O (Italia)
A. P l S e B T T A et A . G B N N A R O
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T H E O L O G IA E M O R A L IS ELEMENTA
A D CODICEM JURIS CANONICI E X A C T A
Jam edita sunt in íucem :
V olumen primum ; De T h eo lo gla e M oralls P u n d am en tls. — i . De actlbus humanis. - 2. De conscientia.
• 3. De legibus. • 4. De peccatis. Vol. in-ró, pp. CVII-404: L. 15. — Apud exteros: L. 18.
V olum en sbcunoum : D e o b ligatlon ib u s e rga D eum e t nos Ipsos. — i . De yirtutibus theologicis. •
2. De virtute religionis. - 3. De prudentia, forütudine et temperantia. Vol. in-16, pp. X*63o: L. 20.
— Apud exteros: L. 24.
V olumen tbrtiu m : D e o b ligatlon ib u s e rga p roxim u m . — i . De justitia et jure. - 2. De iniuriis ei
restítutione. ■ 3. De contractibus, Vol. in-16, pp. XlI-750: L. 25.— Apud exteros: 30.
VoLUMBM QUARTüM t D e ob llg a tlo n lb u s p ecu lia rib u s e t de po en ls eccle sla sticls. — Vol. in-i6
pp. XII-420 : L. 15. — Apud exteros: L. 18.
Proxim e edenda:
V olum en quintum : D e S a cram e n tls In g e n e re e t de q u in q u é p rlm ls S a cra m e n tis In specle. I. De Sacramentis in genere. • 2. De Baptismo. - 3. De Confirmatione. - 4. De Eucharistia. - 5. D«
Pcenitentia. • 6. De Extrema Unctione.
V olum en sbxtum : D e O rdlne e t de M atrim on io.
V olum en sbptimum : D e s e x to e t nono p ra ecep to d ecalo gi; de u su m atrim on il e t de ra tlo n c servan da in sacram en toru m ad m ln lstration e.
S. TH O M AE AQUINATIS O PERA
8UMMA THEOLOQICA dÜigenter emendata, De Rubeis, Billuart et aliorum notis selectis ornata. cui 1
accediint septem locupletissimi indices, quorum unus est auctoritatum Sacrae Scripturae, alter quafr '
-stionum, tertius rerum omnium praecipuarum, quartus dogmatum ad hodiernas haereses confutandas,
quintus locorum seu doctrinarum ad explicandas Epistolas et Evangelia Dominicarum et festonim
totius anni, sextus auctorum quibus usus est D. Thomas, septimus locorum ad usum catechi- \
starum. Accedit lexicón Scholasticorum verborum Josephi Zatnae Mellinií, quo explicantur verba
máxime inusitata et locutiones praecipuae D. Thomae et aliorum Scholasticorum. 6 vol. in-8 mai.
Editio Taurinensis 1922 : L. 80. — Apud exteros: L. 96.
IN OMNES S. PAULI APOSTOL! EPISTOLAS CO.MMENTARIA, cum indice rerum memorabilium.
2 vol. in-8 max. Editio Taurinensis emendatissima: L. 33. — Apud exteros: L. 40.
CATENA AUREA IN QUATUOR EVANQELIA. — 2 vol. in-8 max. Editio Taurinensis emendatissima.
L. 32.— Apud exteros: L. 39.
IN EVANQELIA S. MATTHAEI ET S. JOANNIS COMMENTARIA. — 2 vol. in-8 max. Editio Tau
rinensis emendatissima: L. 32,*— Apud exteros: L. 39.
SUMMA CONTRA GENTILES» seu de veritate Catholicae Fidei. Editio Taurinensis emendatissima.
L. 12, — Apud exteros: L. 14,50.
QUAESTIONES DISPUTATAB ET QUAESTIONBS DUODECIM QUODLIBBTALES ad fidem optimaruo
editionum diligenler refusae. Editio Taurinensis emendatissima; L. 45. — Apud exteros: L. 54n o r v K 'r i A í
s A .t y E > s x A .:iv o
R e d a c c ió n y A d m in istra c ió n ; V ia C o tto ie n g o , 32 - T U R iN .
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