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Medios

AÑO I. - N. 2. Sale una vez al mes. NOVIEMBRE 1886

BOLETIN SALESIANO


Instruyó al pueblo y diTulgó todo lo que había hecho.. Buscó las doctrinas útiles y escribió documentos rec­ tísimos y llenos de verdades. Las palabras de los sabios son como punzas ó clavos, que penetran proñmdamente, y nos fueron dadas mediante nuestros maestros por el único pastor. (E clesiastés XII, 9, T 11)

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No se engañarla mucho quien intentase de atribuir principalmente á la prensa m alvada, todos los males y la deplorable condición de las cosas, á la ounl hemos llegado actualmente..., los escritores católicos deben con todas sus fuerzas volverla en bien de la sociedad. (L son XIII)

l peligi difusión de los libros infames; y para poner un dique La prensa periódica sometida ú la autoridad geá este mal inmenso, yo no veo otro remedio, que la fun­ dación de una imprenta Catóhca, puesta bajo el pati’o- rárgica, revestida del espíritu de Jesucristo, viene á cinio de la Santa Sede. De esta m anera, no hacién­ i ser un poder inmenso: ilumina, sostiene la vcrd.id, hace desaparecer el error, salva y civiliza; es cási dose esperar nuestras respuestas, podrémos con mayor ventaja descender al campo de la lid y responder con i una forma de apostolado sublime. feliz éxito á las provocaciones de los apóstoles del (Alimonda) error. (Sales)

LIBRERIA SALESIANA DE TURIN. EN ESPAÑA — L ib r e r ía Salesiana, BARCELONA-SARRlÁ E L

JOVEN INSTRUIDO EN lA PRÁCTICA DE SUS DEBERES Y EN

LOS EJERCICIOS DE LA PIEDAD CRISTIANA SEGUIDO

del Oficio de la S S . Virgen, del Oficio de Difuntos Y DE LAS VÍSPERAS DE TODO EL AÑO p o r el S acerd o te

U n tom ito en-52. 1 P es eta el ejem plar. Esta oM ta está dividida en tres partes. En la primera encontraréis todo lo que debéis practicar y lo que debéis huir para vivir cristiana­ mente. En la segunda se encuentran reunidas las principales oraciones que están en uso en las parroquias y en las casas de educación. La tercera, en fin, contiene el Oficio de la Santísima Virgen, las Vísperas de todo el año y el Oficio de Difuntos. Encontraréis además un pequeño diálogo sobre los fundamentos de nuestra santa religión católica, adaptado al tiempo en que vivimos. Añadimos al fin una corta colección de canciones espirituales.

�LATINI CHRISTJANI SCRI P TORES IN

VSVM

SCHOLARVM

( i n —1 6 ’ p a r v u . m

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Qü. 9 ^ J l ^ libros i b r o s circumspicienti, í*-iiY

qui in scholis ordinis secundi tem ntur, miruin prefecto videbitur

adolescentiüos, cliristianum nomen professos, historias, orationes et poemata tantummodo ovolvere veteribus passim superstitionibus iinbuta. Non sum equidein nescius ueminem ferme esse cum Tvi.uo in eloquentia comparandum; utqne poetas omittam, satis constat Caesarem, L tvivh et S allvstivm eo styli nitore probari, qui vel séniores a scribendo deterreant. Sed cuín voIo latinao linguae studiosos ad óptima exemplaria confugere, quo tutius bene dicendi artem arripiant, tuin idem ipse contendo eis omnino non esse catholicae doctrinae auctores invidendos, qui primis post Cliristum natum saeculis floruerunt. Quum enim multa peccent romaiii superioris memoriae scriptores in iis quae ad mores, ad genuanam liumanitatem, atquo praesertim ad ipsam Dei creatoris et providentis notionem pertinent, omnino decet tenellüs, alumnos illis studiorum monitoribus uti, qui sibi credentem miiiime íallant, quique perversis veterum praeceptionibus sapientissima documenta opponant, mox laetissimos fructus latina. Caeterum uemo tam hospes est in literis iatinis qui nesciat, complures ehristianae sapientiae scriptores, tametsi altius spectabant, quam ut extima styli parte famam cousequerentur, se tamen ad veterum imitationem cum laude composuisse. Quare et Svlpiciioí Severvh meraorant, qui de brevitate cum Sali.vstio contendit, et Minvcivm F elicem liaud sane inelegantem dictionem dialogis suis conciliantem, atque L actantivm, qui Tulliani styli virtutes Gst consecutus, plañe u t mérito Christianus Cicero sil appellatus. Quao cum ita sint, propositis jam pridem praestantissimis scriptorum voluminibus ad legendum, optiimim factu existimavi, si adolescentulos in patriae spein succrescentes ad eos latinos queque scriptores deducerem, qui christianain doctrinam professi, de literis et de religiono optime meriti sunt. Jamque in vulgus prodiere cum adnotationibus Joannis Tamiettii, salesianae Familiae alumni, Boctoris politiorum litterarum diligentissimi, Sancti Hieronymi Scripta selecta et

Historia Sacra Sulpicii Severi, nec non Sancti Martini Vita ejusdem scriptoris. Nmie vero en idem Joannes Tamiettius edidit Lactantii: Be inoriihns persecutot'um, Saucíi Augustini Be Civitate Bei et S. Cypriani de Moríalitate libros quos tibi propono, ut, si aluimiis tuis prodesse videas, apud meos alumnos librarlos scias excusos p restare, ut inultorum manibus terantui*. Vale.

�a 5ío i . - lí.

Sale ima vez al mes.

í.

ísOYIEMBKE 1886

BOLETIN SALE8I4N0 Cualquiera que reciba á un nino en mi nombre, recibe á mí mismo.

Debemos ayudar á nuestros bermanos á fin de cooperar á la difu­ sión de la verdad.

(May.

(lü. S. JUAX, S)

Os recomiendo la niuee y la juven­ tud; cultivad con grande empeño la educación cristiana; propooionadles libros que ensenen á buir el vicio y á practicar la virtud.

Atiende á la buena lectura, á la exbortaoion y á la enseñanza. (I. Tim. IV. IS).

Entre las cosas divinas la más di­ vina es la de cooperar con Dios á la salvación de las almas.

iPio IX)

Eedoblad todas vuestras fuerzas para retraer á la ninez y juventud de las insidias de la corrupción y de la incredulidad y preparar de esta manera una nueva generación.

(S. Piosisit)

Dn amor tierno báoia el prójimo es uno de los más grandes y excelen­ tes dones, q^ue la divina bondad puede bacer á los hombres.

(LeuX XUE)

(El L'üct. S. F iiasc. de Sales) D IR E C C IO X

XVm. .^)

e n e l O r a t o r io S a le s in iio . — C a lle C o tto le n jr o X ' 3 2 , T u r in ( I t a lia )

SUMARIO — K1 Coi*.izon ile Jesús y los triunfos de la Iglesia — Cartas de la Pataponia — Conferencias en Busto Arsicio y en Casale L ula — Gracias de María Auxiliadora — Historia del Oratorio de S. Francisco de Sales — Cristianos á la prueba — El Catolicismo y Ma­ tilde Serrao — E l secreto de la Confesión.

EL CORAZON DE JESDS y lo s tr iu .n fo s d.© l a

I g le s ia .

La vida de Jesiis encierra ciertamente en sí misma la historia de toda la liumanidad, desde el principio de la creación liasta la consumación de los siglos. Pero en dicha vida existen algunos ra^ os que merecen una consideración particularísima, ya porque nos revelan más claramente que cualcjuier otro Io§ secretos más nobles de su Corazón adorab^’simo, ya también por la alta significa­ ción que contienen. Entre estos uno de los primeros es la entrada de Jesús en Jerusalen seis dias antes de su muerte. Precede á dicha entrada el convite de Betania, durante el cual resplandece en el Corazón de Jesús una luz suavísima, y los actos de la fe más viva vense unidos á las manifestaciones de la caridad más tierna y afp-r-íuosa. Pero precédele también la per­

j<r-

fidia de Judas que maquina la traición y la maldad de los judios, que quisieran matar á Lázaro para que no quedase testimonio alguno irrefragable de resurrección mila­ grosa. Acompáñale, es verdad, la sencillez y el amor del prójimo, ¡niesto cpie pobre y humilde gente no dejan de ser sus discí­ pulos, cuyos pasos están señaladus con con­ tinuas curaciones: pero acompáñale también la ciega envidia de los Fariseos, á los cuales devora el ardor santo de los que con tanto entusiasmo le festejaban; y por último el espectáculo doloroso de los ])rofánadores del templo. Y cuando llega la hora dol triunfo, triunfo digo, humanamente hablando, cuando llega aquella hora, única en toda su vida de este mundo, que El apesar de su hu­ mildad y modestia quiso reservarse como uno de los homenajes más simples, tanto para en­ señarnos á dominar las grandezas terrenas, como para consolar á los amigos de su Cora­ zón, que dentro de poco serían por amor suyo sumergidos en la más profunda tristeza; cuando railes y miles de voces le aclaman. Hijo de David, Rey profetizado, de Israél, y los niños también levántanse con irrefrenable ardor para testimoniar la viveza de su fe y la santidad de su intenso afecto, cuando todo este maravilloso espectáculo sucede, ¡ o h ! ¡ cómo también aqui en medio de tanta alegría y júbilo queda traspasado de dolor su Corazón adorabilísimo!

�— 14 — K1 ha llegado ya á la cumbre del monte do las Olivas y desde allá ve á Jerusalen, ])upila de sus ojos, y el templo, monumento de tanta le y grandeza. La ve y llora. Las ]ialaiíras que entonces salen de su boca, son las más suaves á la par que las más terribles. Pues el afecto demasiado ardiente hácia la ciudad pecadora, que aún entonces desearía mirarla convertida, se mezcla con el dolor de las atroces calamidades y de los horribles estragos, que El con su divino y proftHico espíritu prevee vendrán sobre la dilecta Sion, debiendo ser dentro de poco tiempo oprimida y destruida por los Romanos. 1’or una parte Jerusalen con toda su grandeza, (^on sus pecados, con su obstinación, en una l)alabra con sn pasado y con su presente; ))or otra el próximo deicidio, el fruto de él, los pueblos que lo habrían recogido, y Jerusalen que lo habría despreciado, i Ay de m i! i (jué dolorosas heridas para el Co­ razón do Jesús! Mas he aciui que un nuevo pensamiento viene á su mente, y este es el pensamiento de su Iglesia, que dentro de pocos dias emanará de su afligido y angustiadlo Corazón; es la imágen de la nueva é inmortal Je­ rusalen, que no ya exclusiva como la an­ tigua, sinó católica, esto es, universal, está para nacer á nueva vida. Y de esta cato­ licidad ofrecen ejemplo en la otra algunos gentiles, quizá griegos, los cuales venidos á Jerusalen para festejar y adorar, piden por gracia al apóstol Felipe de poder ver la cara de Jesús (1). Ciertamente que este acto de dirigirse á Felipe, com])endia en su elocuente sencillez la historia de una era (jue termina y de otra más luminosa que comienza, puesto que el conocimiento de J. C. que hasta entonces se obtuvo imper­ fectamente , se obtendrá desde ahora en adelante liona y abiertamente por obra del sacerdocio católico, personiílcado en Felipe Y en los otros Apóstoles. Poro esta vida de la Iglesia será tam­ bién como la de Jesús, de gozes y dolores, de triunfos y de muerte, unidos Juntamente y santitlcados los unos y los otros en el amor iutluito con el cual ama El á la hu­ manidad. La Iglesia, escribía aquel alto ingenio S. Atanasio, es la humanidad misma de J. C. y en El domina y reina. Eccicsía rst Jiumanitas Eius (Christi) et in ipso (lo)iünatu)' et regnat (2). Ella, pues, a se­ mejanza de su Divino Esposo Jesús, deberá experimentar la pobreza del pesebre y el (I) Jium. XII. 30. 31. (3) De Ineijrn. xxi.

oro de los Magos, los estragos de Belen y la vuelta de Egipto, el hambre del desierto y el convite de las bodas de Caná, la confesión de Pedro y la traición de Judas, la glorificación del Tabor y la ignominia del Gólgota; por todas partes y en todos momentos al dolor le seguirá el gozo y á la agonía el triunfo. Con mucha razón, pues, observa el doctísimo Capecelatro que la entrada de Jesús en Jerusalen era destinada por la Providencia p a ra ser el tipo de iodos los triunfos de la Iglesia y como todos aquellos que están ado^mados por una parte de la hum ildad y m an­ sedumbre del triunfador y p o r otra coro­ nados de la sencillez y el afecto de aquellos que creen en Cristo (1). De modo que ya sea perseguida con la más refinada cruel­ dad, ya condenada á muerte, ya encerrada en un sepulcro, ya la pongan en la boca una piedra y esta sellada y custodiada con guardias; no importa, pues vendrá al ñn su hora; s í, la hora en que la tierra se mueve, los sellos se rompen, la gruesa piedra se levanta, las guardias caen por tierra espantadas y la Iglesia domina y reina. ¡Oh! ¿no vemos nosotros en nuestros dias en que sus mismos hijos la maltratan de un modo tan inicuo, cuántas conquistas va continuamente haciendo? ¿No vemos á pueblos enteros desde el setentrion volver de un modo maravilloso al abandonado redil, y el oriente y el occidente, ambos santifica­ dos y bendecidos por las huellas de intrépi­ dos misioneros, que se ilustran cada dia más saliendo así de las tinieblas de la idolatría é iluminandóse con el sol de la verdad? ¡ A h! es el Corazón de Jesús que obra estos prodigios; es El que hace revivir la fe, enciende la caridad y resucita á los muertos de cuatro dias. Ka, p u es, animémonos ya que tenemos razón para ello , y antes de quedarnos ociosos lloriqueando sobre la tristeza de los tiempos, trabajemos mas bien con todas nuestras fuerzas en extender estos triunfos, en agrandar más y más el reino de J. C. Y puesto que la oración y la limosna son los dos medios más potentes para obtener este santo fin, empleémoslos generosa y animosamente, que ciertamente habrémos .cooperado de una manera poderosa á nuestra santificación y á la de nuestros semejantes, al bienestar de la sociedad y á la glorifi­ cación de la Iglesia. El Corazón de Jesús nos in vita; ¡ bienaventurados aquellos que escucharán su voz! (1) La i'ida de Jesucristo, x iix .

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CARTAS DE LA PATAGONIA. Recomendamos á nuestros Cooperadores j Coo­ peradoras la circular enviada por B. Rosco para las misiones de la América del Sur. Por las cartas que á continuación publicamos podrán ar­ gumentar las urgentísimas necesidades de nuestros misioneros, para llevar adelante la obra empren­ dida tan felizmente en nombre de Jesucristo y de María Sma. Auxiliadora. En el próximo nú­ mero publicaremos otras aún más interesantes. I. Carmen de Patagones, 4 de agosto 1886.

Carísimo S r . D irector :

Por más que después de la extensa relación de casi 16 páginas mandada algunos dias hace al amadísimo Padre D. Rosco por el limo. Sr. Cagliero, no hayan sucedido novedades de impor­ tancia , dignas de ser enviadas á esa, sin em­ bargo el deseo de entretenerme algún tiempo con V., carísimo Sr. Director, me impele á diri­ girle hoy estas pocas líneas. Y después, ¿no nos escribió V. últimamente que el amadísimo D. Rosco se complace muchí­ simo en oir hablar de la América y de la Patagonia? ¡Oh! ¡cómo desearía yo poseer en este momento la lengua de un elocuente abogado, para narrarle corriente y circunstanciadamente cien mil cositas alegres que acaecen diaria­ mente y tienen el ánimo contento en estas leja­ nas tierras! Pero todos saben que la palabra no es mi parte y el espíritu alegre y vivaz no es el espíritu mió. Sin embargo quiero contri­ buir también yo á tener , siquiera por breves instantes divertido á aquel que con toda razón yo considero, venero y amo como á mi padre. Y V., Sr. Director, me hará este favor añadién­ dolo al sin número de tantísimos otros pasados y futuros, que reconozco y reconoceré como otorgados de su bueno y generoso corazón. Ante todo, pues, le diré que el Mapa de las Misiones se concluirá muy pronto y quizá lo podré mandar juntamente con esta mia. Bajo la dirección de nuestro limo. Sr. Cagliero y con las instrucciones y noticias adquiridas prácticamente por D. Müanesio en las varias excursiones que hizo á las Cordilleras ayudado por nuestro valiente D. Savio, trabajó durante algunas semanas nuestro hermano Alejandro Stefenelli con amor inteligente, y sino me engaño, la obra salió bastante bien, tanto por parte del dibujo como por la parte científica. ¡ Cuánto placer no probará D. Rosco recorriendo con sus ojos todos esos lugares tan cercanos en el mapa, pero por otra parte tan distantes en la rea­ lidad del desierto arenoso y con qué santa satisfawion dirá; ¡hasta aqui llegaron mis Salesianos, mis carísimos hijos! ¡Aqni se pararon después de algunos dias de camino, debiendo dormir sobre

la arena y á la intemperie, siendo su único des­ canso el catequizar, bautizar, instruir y pre­ parar á la santa Comunión á los pobrecitos In­ dios! ¡Aqui los Triman, más arriba Namuncurá, después Sayuhueqnen! Todos estos puntos fueron visitados y sus habitantes consolados é instruidos por ellos; todos estos rios y torrentes transpor­ taron y aliviaron con sus aguas á mis Misione­ ros, cuyos pies estaban dirigidos, como también sus corazones, á la santa conquista, á la rege­ neración de las almas para Dios: O quam speciosi pedes ! Estas y muchas otras cosas más sublimes que yo no sé ni siquiera imaginar, irá pensando el amadísimo D, Rosco, mientras su vista recorrerá lentamente el Mapa de las Misiones Salesianas en las Cordilleras. Y V. también, carísimo, y todos esos buenos Superiores que rodéan á D. Rosco, disfrutarán de su paterna consolación. ; Páreceme que asisto también yo á este tiernísimo cuadro! Y ya desdo ahora tomo parte en la común alegría. Pero permita también que me desahogue, puesto que de todo esto puedo rep etir: Pars (magna ó pa)'va, nada importa) fui. He hablado, aconsejado, confortado, animado, en fin, he hecho de todo para ver pronto , y cuanto mejor fuese posible, concluido este trabajo. ¿Y ahora? Un Beo gratias et Mariae desde lo más íntimo de nuestro corazón. Le envío también la vista perfectísima de nuestro palacio obispal. La fachada ;eh! ¡qué magnificencia de adornos! ¡qué cornisas! como la embellezen y dan un no sé qué do veneración las muchas y grandes hende­ duras que §e ven en toda ella. ¿Y la puerta? ¡qué graciosidad, qué imponencia! ¿Y las dos únicas ventanas? ¿ dónde se encontrarían unas iguales fuera de Patagones? ¿Y hay también la guardia ? Ciertamente. Una guardia chilena; el peón que D. Müanesio condujo consigo de las Cordilleras. ¿Y el caballo? Es uno de nuestros más caros amigos. ¿Que nos dice el amadísimo D. Rosco? Como reiría si supiera que la guardia montada á caballo podría, sin incomodarse demasiado, co­ mer el cocido sobre el tejado de nuestro palacio, ni más ni menos. Es la pura verdad. Cuanto antes, si mis instancias serán oidas, mandarémos á D. Rosco un magnifico grupo fo­ tográfico. Verá en dos paradas á jos Misioneros marchando por el desierto, y también cuando so encuentran á la hora del asado. Mandarémos (suponiendo siempre que mis esperanzas serán realizadas) nuestros pequeños alumnos de la primera clase. ¡ Pobrecitos! Envi­ dian aún hoy á sus compafieros que le mandé adjuntos á mi última carta, para que asistiesen á la solemnidad de amor filial del 24 de junio. Y se quejan, y con razón. También para ellos llegará el momento. Se fotografiarán , los me­ teré en un sobre, y los mandaré á Turin. Des­ pués mandarémos la relación especificada de D. Müanesio. Estoy preparando también una estadística de nuestras Casas de América, en donde conste la

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época de la apertura y el movimiento anual de invocar sobro ellos y sobre sus familias las mi­ sericordias y bendiciones del Sefior en esta vida los alumnos internos y externos. l ’en"o asimismo entre manos la estadística de presente, y una corona de gloria imperecedera será la oración que nuestras Misiones desde el 1879 hasta hoy por la en el cielo. Y esta fué, es cual nuestro amadísimo Padre podrá conocer el pondrémos en la boca de nuestros pobres Indios. núraoro de Indios que sus hijos bautizaron y unie­ Cuando llenos de admiración al verse que son ron en matrimonio y cuantas comuniones tuvieron objeto de tantos cuidados, preguntarán al Misio­ ludidla de distribuir á estos hijos déla desierta nero: ¿Quién es V.? ¿y quién le mandó hasta aqui? ¿y quién le provee de todas estas cosas? Patagonia. 'l’odo esto nosotros nos proponemos hacer a la Responderémos: Nosotros somos Salesianos, mi­ mayor gloria de Dios y de la Virgen Auxilia­ nistros, de Dios, nos mandó aqui su Vicario en la dora, pava consuelo de D. Bosco y satisfacción tie rra , el P apa, y nos mantienen y proveen de los Cooperadores y Cooperadoras, á íin de que tantos óptimos cristianos hermanos vuestros que so alegren con el Setíor por el bien que se pudo se hallan en un i)ais muy lejano, que desean obrar, merced á sus caritativas y generosas ofer­ también como nosotros vuestra eterna salvación, y se llaman Cooperadores Salesianos. tas V al apoyo grandísimo de sus oraciones. En íin, basta. Perdóneme V. el abuso que de EÍ éxito de esta última Misión si por una parto consoló y regocijó no poco el corazón de su paciencia he hecho con esta mia como tam­ nuéstro seTíor Obispo, por otra le liace pensar bién do la del amadísimo Padre D. Rosco, á sóriiimente en la grande necesidad de establecer quien suplico me conserve siempre el afecto en á lo menos dos estaciones de Misioneros en los el Corazón do Jesús y de María. diversos centros de aquellas pobres colonias, Suyo afDw. para poder proveer á su perseverancia. Ya está A n t o n i o R i c c .v r d i , Pbro. casi decidido á mandar en la próxima primavera dos de los pocos sacerdotes que aqui tenemos, para que construyan un rancho en las orillas del II. Arroyo Gurileo, y cuanto antes otros dos más Cármen ele Patacones. Rio Negro, en Codihué; dosdo allá galopando continuamente, 28 de agosto de 188(5. atenderán á las necesidades espirituales de mil V mil indígenas. Indios y Chilenos, ya cristianos R e v e r e n d í s i m o y C a r ís im o S r. D Bosco. un gran parte. Me apresuro á participar á V. R. el grande Quisiera ademas mandar otros dos á Roca, y algunos más á Pringles, y de este modo habría­ consuelo que probamos el domingo pasado, octava mos podido extender una red de estaciones desde de la Asunción de nuestra querida Madre María Patagones hasta las Cordilleras, por una distancia Santísima. Hace ya un año que llegó á Patagones un total de 300 leguas más ó menos. Pero...tropezamos siempre con el poro ¿En dónde encontrarómos buen número de Alemanes, emigrados, los cuales tantas personas? ¿Y con qué medios proveer á debían colonizar algunas tierras á muchas leguas sus necesidades y á las de estas Misiones ? Ocur­ de aqui, en la gobernación llamada Neuquen. Después de varios contratiempos que hicieron ren sumas no indiferentes para proveer los ca­ ballos, único medio de comunicación posible en diferir no poco su viaje hasta allá, llegaron fi­ estos lugares y con estas distancias tan largas; nalmente un dia; pero... con no poca miseria, de tenemos necesidad do guias prácticas del camino, suerte que la colonia se deshizo y muchos se vol­ peligrosísimo por la falta absoluta de agua en vieron á Buenos. xVyres más miserables de lo que muchos puntos por donde tenemos que pasar; antes e ra n , esparciéndose unos por las riberas debemos regalar pequehitos objetos, rosarios, me­ del Rio Negro y otros aqui en Patagones. Encontrábase'entre estos un jóven pintor, ca­ dallas, crucítyos, cuadritos, ostampitas, escapula­ tólico y buena persona, al cual dimos trabajo, rios y también trajes á los pobrecitos Indios , para hacerlos más dóciles y disponerlos mejor á como ayudante de nuestro buen D. Aceto en la escuchar la palabra de vida eterna. .\demás el decoración de la nueva iglesia parroquial, hoy va Misionero necesita también para si no pocos terminada. Dicho pintor estíí casado con la señorita Ermedios con que reponerse en fuerzas materiales, dospues do tan duros y penosos trabíyos que in- minia Yanzen, protestante, ambos naturales de una misma nación. cesantomonto debo soportar. p^iel á las promesas hechas ruando, con la§ La América si bien es ric a , no lo es cierta­ debidas dispensas, hace ahora poco más de un mente para las Misiones. } En dónde, pues, sino on la inextinguible año , él contraía matrimonio en Buenos Arres, fuente de la raridad de nuestros óptimos Coope­ con las palabras y más con el ejemplo, se in­ radores y Cooperadoras, podemos colocar nues­ dustriaba lo mejor que podía para ver si xiodia tras esperanzas, despuos do Dios y de María conquistar á su consorte á la fe católica. Y afor­ .^.uxUiadora i Los Misioneros tienen necesidades tunadamente veia coronados con éxito feliz su» materiales y espirituales. A ellas proveerán, ardientes deseos, el domingo pasado, 22 del co^ como lo esperamos, nuestros buenos Cooperadores riente agosto. llacia ya mucho tiempo que la «íptinia señora y Gooj^>eríulor.a>i con sus limosnas y oraciones; ) y nosotros? Nosotros no cesarémos jamás do consideraba dentro de si la grande, la inmensa

�— 17 — ■diferencia que media entre la observancia fria y estéril de las sectas protestantes y las santas y consoladoras máximas que la Iglesia Católica nos inculca, para mejorar cada dia más nuestra vida en este mundo. Había asistido á las varias solemni­ dades y especialmente á la devota novena y esplén­ dida fiesta y procesión de Ntra. Sra. del Gármen, patrona de la ciudad y quedóse sumamente conmovida. Observaba atentamente todas y cada una de las cosas, y movida por fin en su corazón por el deseo de la verdad j del bien, pidió de ser instruida en las verdades de nuestra santa Re­ ligión. Y aqni note, carísimo Padre, como lo dispone todo el Señor iii pondere et mensura. No hace mucho que yo le anunciaba como Mons. Cagliero hubiese fundado la Asociación del Apostolado do la oración al Sdo. Corazón de Jesús, entre las señoras de esta población. Pues bien, á una de estas, alemana también, sedirigió la señora Yanzen para que juntamente con algunas otras cosas necesarias, le explicase además (no conociendo el idioma castellano) la fórmula de abjuración y profesión de fe que prescribe la Iglesia en tales circunstancias. Durante un mes entero dicha zelosa señora la instruyó lo mejor que pudo, y finalmente con­ descendiendo nuestro Sr. Obispo á las repetidas súplicas de la postulanta, la preparo á la conso­ ladora función. Estando la parroquia ocupada todavía con los andamios de los pintores, se estableció de celebrar los ritos sagrados privadamente en la capilla de las Hijas de Maria Auxiliadora. En la mañana, pues, del domingo encontrábase en dicha capilla, recogida en oración, la jó ven acompañada de su esposo el señor Kólíer y de la referida señora que le hacia de madrina. En los pueblos pequeños, V. R. lo sabe muy bien, no se puedo tener secreto alguno, antes al contrario en un momento se sabe todo. Y así sucede también entre nosotros. Divulgádase en la noche anterior la noticia de esta función, acudieron entre las primeras, muchas alumnas de las Hijas de María Auxiliadora y no pocas señoras, deseosas de presenciar el acto sublime y conmovedor de la abjuración. Eran las 8, cuando revestido de roquete, muceta y estola, y acompañado de dos sacerdotes, nuestro Sr. Obispo principió á rezar los Salmos, que se prescriben en el Ritual Romano, para el bautismo de los adultos. Pasando después á la puerta ó vestíbulo de la «apiña, comenzó á interrogar á la catecúmena de este modo: María Erminia, ¿qué cosa demandáis á la Iglesia de Dios ? ¡ Oh I si hubiese visto entonces, carísimo Padre, con qué ansia, con cuánto afecto, con qué santo deseo respondió pronta y resueltamente: — La íe, demando, aquella venladera fe que me ha de merecer la vida eterna. Cuando se llegó al punto en que la Iglesia, con aquellas sublimes palabras llenas de conso­ ladoras verdades, anuncia á la elegida que puede comenzar á gozar, habiendo sido ya despeda­

zadas las cadenas de muerte que la tenían ligada, y la impone solemnemente de detestar las doctri­ nas heréticas, y luchar contra las nefandas sectas de los impíos, se hizo la lectura del acto de la abjuración y profesión de fe. Fué aquel un momento solemne tanto para la recien convertida como para todos los que lo presenciaban. Ella, llena de santo júbilo, veía llegado final­ mente el momento deseado desde hacia ya tanto tiempo, é invocado ardientemente en su corazón por la misericordia de Dios; y bien lo demos­ traba en su semblante alegre y sereno; mien­ tras detrás hallábase sumamente conmovido y llorando de consuelo su bueno y afortunado esposo. Terminada la lectura del acío, que con santa premura firmaron la convertida y los testigos, el Sr. Obispo prosiguió la sagrada ceremonia del ritual, y llegado el momento, á los pies de María Santísima Auxiliadora, vertiendo sobre su cabeza el agua regeneradora y consagrándola con la unción de los santos óleos, la bautizó bajo con­ dición. En aquel istante ¿quién puede decir lo que sintió aquel corazón lleno de gratitud hacia su Dios? ¿Quién puede describir la conmoción uni­ versal y las fervientes lágrimas de los circuns­ tantes ? Terminada esta tiernísima función, pasó la neófita al tribunal de la penitencia para reconci­ liarse, como prescriben los ritos sagrados; después revestida de la estola cándida de la gracia divina, administróle el Sr. Obispo el Sacramento de la Confirmación. Comenzó luego la S. M isa, durante la cual aquella ánima dichosa recibió por primera vez en su pecho á Aquel que pone todas sus de­ licias en estar con los pobres hijos del hombre. Fué también este un instante conmovedor para todos, cuando vieron acercarse á la Mesa celeste á aquella alma'.en compañia de su dichoso esposo, para participar del místico banquete. No pudo nuestro Sr. Obispo refrenar los ím­ petus de júbilo, de que su corazón estaba inun­ dado, y antes de terminar la Misa, volviéndose á ellos y á los circunstantes dyo pocas palabras si, pero de aquellas que solamente él sabe decir en semejantes ocasiones, inflamando á todos de amor, de gratitud hacia Dios y disponiendo todos los corazones á una tierna devoción hacia María Santísima Auxiliadora. Esto fué para nosotros, carísimo D. Rosco, un dia de júbilo y de grande consuelo, y esto no debe parecer extraño á V. R. que sabe muy bien cuantos sudores y penas cuestan á su primogé­ nito , nuestro amadísimo Sr. Obispo, estas ¡a y ! demasiado raras victorias y conquistas sobre el enemigo infemiaL Grande, inmenso es el bien que puede hacerse en estas pobrecitas tierras, y grande también, y lo digo bien alto, sin límites es también el ardor, el zelo del Sr. Obispo por la salvación do las almas. ¿Qué falta? ¡Ah! ruegue, ruegue mucho é incesantemente por todos nosotros, ca­ rísimo Padre, á fin de que quiera el buen Dios

�— 18 — sostonor, bendecir y hacer prosperar la obra de sus pobres 6 inútiles siervos, usando con estos puoblecitos de su infinita Misericordia, de tal ma­ nera que la semilla do su divina palabra no caiga siempre sobro tierra estéril ó entre espinas, sino que encuentre un buen terreno en donde poder recoger un fruto centuplicado. F ia t! Fiat misericordia tua. Domine! Suyo afmo. hijo en Jesús y María A n t o n io R ic g a r d i , Pbro.

á los Salesianos, y los acompañó hasta la estación cuando se marcharon. Fueron invitados á dar un paseo hasta Leggiuno por el óptimo y benéfico Sr. Párroco, el cual por su mucha bondad decíase el más feliz de los hombres, por tener en su casa á los hijos de D. Bosco. Llegóse á la estación de Sangiano á las nueve y media de la tarde, donde una multitud con un gran número de antorchas y dos músicas reunidas los esperaban. En medio de los aplausos do los amigos y al compás de una bonita marcha triunfal entraron en Leggiuno.cuyas casas estaban iluminadas, y se dirigieron á la casa parroquial, donde eran esperados por un grande y generoso bienhechor. Al dia siguiente por la mañana, después CONFERENCIAS EN BUSTO ARSICIO de la santa Misa, durante la cual se cantaron algu­ 7 en Oasale Litta. nos motetes, el Sr. Párroco llevó á los niños á pa­ Escribimos estos pocos renglones no solo para sear en un bote por el lago y visitaron las islas dar una breve relación de las conferencias tenidas Borromeas y Sta. Catalina del Sasso. Finalmente á las 5 de la tarde llegaban á Cá­ en Busto y en Casale Litta, sino también para externar do un modo especial nuestro mucho sale Litta. Aqui cedemos la pluma á un amigo agradecimiento á todos aquellos que con tanto nuestro, el cual, testigo ocular, escribía a s í; entusiasmo, anjor y generosidad cooperaron al « En Casale Litta debía efectuarse una alegre y cara reunión de familia, deseada ya de mucho buen éxito de dichas conferencias. Los treinta jovencitos cantores del Oratorio tiempo á esta parte. El Rdo. Párroco Sr. D. Angel de S. Francisco de Sales de Turin que volvían Rigoli, alumno del Oratorio de Turin, había pre­ \ de las magnificas fiestas celebradas en Brescia, parado todas las cosas para la Conferencia de después do haber cantado durante el tiempo de los Cooperadores. Hasta el dia antes esperábase la conferencia de Milán, salían el día 14 para el intervento de D. Bosco, del Angel de la Pro­ Busto Arsicio. Iban acompañados del Revdo. sa­ videncia, del Apóstol de la devoción á María cerdote misionero D. Luis Lasagna y de algunos Auxiliadora, como también lo habían esperado otros sacerdotes salesianosx Los hijos de D.Bosco los de Leggiuno y Busto. Esta esperanza había no olvidarán jamas las corteses acogidas y la sido como una chispa eléctrica para los bue­ hospitalidad del Rector del Colegio de S. Cárlos nos habitantes de Casale Litta. Encendióse en D. Rodulfo Marimonti y del Director espiritual los Cooperadores y admiradores de D. Bosco un indecible entusiasmo. No se economizó nada para D. Morganti. En Busto una multitud inmensa lo esperaba poder adornar lo mejor que pudieron su pequeen la estación. El Rdo. Sr. Párroco D. José Tet- ñito pueblo. Si no bastaba el dia se trabajaba de taraanti, zelosisimo por el bien de sus feligreses, noche. Un mes antes del dia de la Conferencia fundador y promotor de muchas obras de bene­ se comenzó á trabajar incesantemente hasta la ficencia , estimado y amado de cuantos tienen la víspera. Nadie se daba por cansado cuando re­ diclia de conocerlo, acogió á los Salesianos de un cordaba que trabajaba para D. Bosco. Era un modo digno de su generosidad y de la estima magnifico espectáculo el ver á los jovencitos ocu­ quo do í). Bosco tiene; puesto ^ue eraD. Rosco ú pados en barrer las calles y plazas é ir por los quien so esperaba, el cual había sido obligado á bosques á coger ramos de árboles para adornar regresar á Turin á causa del extremo doslállo- los arcos triunfales construidos por sus padres. Habían proparado también algunas cartitas para cimionto de fuerzas en que so encontraba. El pueblo do Busto condividia ol júbilo de su leer á D. Bosco. Los señores propietarios del Párroco y festejaba aquel dia como uno de los pueblo y de los alrededores iban á porfía en más solemnes. La Iglesia estaba preparada como en |>restar palos, festones y cualquiera otra cosa que los dias do grandes solemnidades. Mons. Guerrini fuese necesaria para la fiesta como también en canónigo do la Catedral do Milán, celebró la Misa. ofrecer sus propias casas para hospedar á los Habían intervenido además muchisimos sacenlotes superiores, niños y cantores: no tuvieron nece­ y señores do Monza, Várese, Como y de otras sidad de hacer uso de tanta bondad, pues tenían ciudades. La conferencia dol Misionero conmovió ya preparadas 40 camas mandadas por eí Sr. Belá todos hasta ol punto de hacer derramar abun­ lini de Somma Lombardo. — Pero y D. Bosco ¿no ha venido? se decía. dantes lágrimas á los oyentes quo eran muchi­ simos, si bien no todos los generosos Busteses pu­ Y con esto ¿qué? Se haga á los hijos loque no dieron intervenir, á causa de haberse cambiado se puede hacer al Padre, y el Padre reciba tn la hora do la conferencia por algunas razones im­ sus hijos los honores y los afectos. Y así fné. La iglesia estaba espléndidamente adornada, provistas. Sabemos sin embargo que no se olvi­ dará la ocasión para sostener con todo zelo y como también todas las casas del pueblo. Sobre la puerta principal de la iglesia leíase la siguiente caridad las obras predicadas por el Misionero. La música del Oratorio festivo, que toca muy inscripción: bien, alegixi el convite que el Sr. Párroco ofreció

�— 19 — PARA QUE DIOS NTRO. SEÑOR CON LAS GRACIAS MAS ELECTAS B E N D IG A L A S S A N T A S M IS IO N E S DEL VENERANDO SACERDOTE D, JUAN BOSCO VERDADERO APOSTOL DE CARIDAD EL PUEBLO DE CASALE LITTA EXULTANTE IMPLORA.

Un concierto musical alegraba el dia de la Conferencia. G-rande fué la premura y piedad de les concurrentes en acercarse á los SS. Sacra­ mentos. Esperaban á D. Bosco para ser por él bendecidos; pero habiendo faltado, recurrieron al Misionero y á sus compañeros, para recibir la bendición y la medalla de María Sma. Auxi­ liadora. Bellísima estuvo la música tanto de la Misa como de las Vísperas, que fué la misma que se cantó en Turin este año el dia de la fiesta de María Auxiliadora. Se diga todo lo que se quiera decir en bien de la ejecución, del sorprendente efecto y de la satisfacción y admiración de cuantos la oyeron; no se dirá nunca demasiado. Pero lo que es mucho de avertir, es que aquellos niños cantores han hecho óptima impresión entre noso­ tros, por la piedad y devoción con la cual esta­ ban y rezaban en la iglesia, yendo por la ma­ ñana á recibir la Sda. Comunión y conservando siempre un semblante tranquilo y alegre que hace el honor más grande á la educación que reciben en la casa de D. Bosco. A este propósito he oido decir á una madre que había observado atentamente á todos aquellos jovencitos: — ¡Oh cuanto pagaría yo si tuviese uno de los mios entre ellos! — Sí, buenos jovencitos, conservóos siempre dignos del buen nombre y del honor que os habéis merecido. Vuestro recuerdo que­ dará siempre impi’eso en nuestra mente, y ser­ virá para animar á otros ó seguir vuestro ejemplo. D. Lasagna en su Conferencia, que pareció to­ davía más preciosa de las que había hecho antes, describió la condición de los salvajes y esclavos, las fatigas y los consuelos del Misionero, las urgentísimas necesidades de aquellas Misiones y el espléndido avenir que solamente la fe puede proporcionar á aquellas regiones. Los sacerdotes que intervinieron á la fiesta fueron más de sesenta y hubieran sido muchos más, si los periódicos no hubiesen anunciado que D. Bosco había regresado á Turin. Se dispuso que los sacerdotes pudiesen encon­ trarse reunidos en una misma mesa, lo cual agradó á todos, no siendo cosa tan fácil poderlo hacer muchas veces,máxime por la incomodidad que laida á dicho puebleeito ofrece. Se dijeron vivas y felici­ taciones á S. E. el Rmo. Sr. Arzobispo de Milán, que con su ejemplo y bendición había fomentado V animado aquellas Conferencias, á I). Bosco y á todas sus Misiones, al misionero D. Luis La­ sagna, al Sr. Párroco del pueblo de Várese, que celebró solemnemente en aquel dia, y al Alcalde de la Pieve que ayudó tanto al párroco en pro­ mover los aparatos de aquellas Conferencias. Una

tarde alegre, con cantos y piezas de música, fué la compensación que á aquella población se ma­ nifestó por las fatigas que en dichos preparativos hicieron. Se cantó el terceto de Crispina e la Gomare del Ricci, L a prava di un'apera seria del Moza y otras piezas selectas de obras pro­ fanas. Gustó á todos concluir el entretenimiento con un cántico hecho y puesto en música por D. Bosco en honor del Niño Jesús el año 1841 ». Nosotros concluimos dando las gracias con todo nuestro corazón á todos los que se tomaron inte­ rés por nuestras Misiones, y á cuantos acogieron y festejaron á nuestros jovencitos, y en una pa­ labra á todos los que son bienhechores de Don Bosco y Cooperadores de sus santas empresas.

GRACIAS DE MARIA AUXILIADORA. I. R mo. S eñor :

Le mando un vale, rogándole se sirva celebrar una Misa en el altar de la Virgen Auxiliadora, de la cual obtuve la gracia de ser librado de la terrible enfermedad del cólera, que dias pa­ sados contraje. Recomiende V. muchísimo en el Boletín Salesiano como un remedio eficacísimo contra el ter­ rible morbo asiático, la medalla de María Auxi­ liadora, pues puedo asegurarle que mi vida es una prueba más de ello. Aprovecho la ocasión para ofrecerme de V. S. S. <?. S. M. B. Gajetano P rovoli, párroco.

II.

Muy R do. S eñor : Leí en el número 6, año X del Boletín Salesiano que un sacerdote Cooperador, hallándose gravemente enfermo recurrió á María Santísima Auxiliadora, y casi de repente se vió libre de sus males. Cuando admiraba la protección de nuestra Divina Madre Auxiliadora hácia aquel pobre en­ fermo, encontrábame yo también y muy grave, no pudiendo ademas, por las condiciones igiénicas del lugar, servirme libremente de los oportunos remedios que necesitaba para curarme de la en­ fermedad que tenía. En un estado deplorable por falta de fuerzas, Ueno de tristeza al ver que des­ pués de dos meses no había tenido alivio nin­ guno, me decidí á añadir á los remedios físicos ios espirituales que mi devoción á la Sma. Virgen me indicaba; de modo que propuse hacer una no­ vena á María Auxiliadora, prometiendo á gloria de Dios y honor suyo, como el afortunado Sa­ cerdote Cooperador, alguna limosna, si María Santísima hubiese atendido benignamente á mis instancias. En los primeros dias de la Novena me sentí peor que antes, pero en los últimos fui poco á poco probando algún mejoramiento, hasta

�— 20 — ({UG con ol auxilio de Dios y la protección de la Reina del Cielo, después de un poco de tiempo, fui recuperando las fuerzas y reponiéndome en salud. Y heme ahí en espíritu arrodillado ante el altar de María Auxiliadora, á los pies de nuestra buena Madre, para darle las gracias, y (para no venir i;on las manos vacías) ofrecerle el ténue ■óbolo de mi afecto íilial. Ruegue V. al Sefior por mi y me tenga siem­ pre por S. IL S. Q. B. S. M. Una persona que lee el liolctin Salesiano. 2(1 de agosto de 188(3.

HISTORIA DEL ORATORIO DE S, FRANCISCO DE SALES C

a im it l o

1.

Proemio — El teólogo Luis Guala y D. José Oaffasso. — Oolegio eclesiástioo de S. Prancisco de Asia. — Las prisiones. — Pensamiento de la fun­ dación del Oratorio festivo. Al empezar nuestra relación, alguno podrá pre­ guntarnos: I Porqué habéis tardado tanto en dar una relación detallada del origen y naturaleza de este Instituto, hasta el punto.de que muchos se equivocaron ya en los juicios que formaron de él y difundieron sus errores por medio de la prensa en todo el mundo ? Y nostros contestamos que el motivo de tan larga demora y de tales inconvenientes fue la misma persona, de quien Dios se sirvió para em­ pezar y propagar esta empresa. Experimentando siempre este amigo de la juventud, una invaria­ ble repugnancia para hacer conocer los hechos en que había tenido él parte, no quiso jamás per­ mitir ciertas publicaciones, sin las cuales la re­ lación hubiera sido imperfecta y hubiera dejado mucho que desear. Poro este tropiezo lo quitó no hace mucho, una órden, á la cual no le fue po­ sible oponerse, y asi el permiso que hasta ahora se nos había negado fue linalmente concedido. Vencida do esta manera esta grande dificultad, empezamos nuestra i^slacion, á cuya formación, concurren gustosos los antiguos alumnos del 0ratorio internos y externos, eclesiásticos y se­ glares. Perdfmenos el protagonista, si obligados por la naturaleza de las cosas, lo presentamos á menudo en escena, á pesar suyo. De aquí en adelante no se trata ya de Don Bosco, sino de un hecho del cual hizoso dueño la historia, y tiene por con­ siguiente harto derecho do conocerlo á fondo no solo la posteridad sino también la actualidad, para mejor admirar la conducta de la divina Provi­ dencia en sus obras. Seria muy propio de este trabajo que antes de emprender la naiTacion de los hechos que nos hemos propuesto, dyéramos alguna cosa de aquel .alrededor del cual estos giran: pero razones de

conveniencia nos obligan á guardar el más rigu­ roso silencio en todo aquello que no es necesario revelar para llenar nuestro propósito, confiando en que otro pueda un dia levantar el velo que todavía oculta muchísimas cosas dignas de ser recordadas. A mediados del año de 1841, concluidos sus estu­ dios de teología en el Seminario de Chieri, un joven Levita revestíase de la dignidad sacerdo­ tal; era este nuestro padre D. Juan Bosco. Con­ taba ya 26 años, habiendo nacido el 15 de agosto, fiesta* de la Asunción de María Sma., en Castelnuovo de Asti, diócesis de Turin el año de 1815. Pocos meses después de su ordenación, le pro­ pusieron tres empleos: uno de maestro en casa de un señor genovés con un sueldo anual de mil pesetas; otro de capellán en el pueblo de Murialdo; y el tercero de Teniente Gura en el lugar de su nacimiento. Antes de resolverse definitivamente se dirigió á Turin para consultar á Don José Caffasso, á quien había elegido por director de su espíritu hacía ya muchos años. El santo sacerdote que entonces presidia las conferencias de teología mo­ ral en el Colegio eclesiástico de S. Francisco de Asis, escuchó con atención á su hijo espiritual, y después de haber considerado la ventajas y exigencias de parte de los parientes y amigos, le dijo: « V. tiene necesidad de dedicarse al es­ tudio de la moral y á la predicación; renuncie por ahora á todas las propuestas y véngase al Colegio. » Don Bosco abrazó con gusto el sabio consejo, y el 3 de noviembre de 1841 entró en dicho Instituto. Creemos que nuestros lectores leerán gustosos una breve descripción de este Colegio, en el cual nuestro P. D. Bosco concibió la idea de la fun­ dación del Oratorio. A principios de este siglo vivía en Turin un virtuoso sacerdote, Luis Guala, quien dirigía la iglesia de San Francisco de Asis. Hombre de cos­ tumbres intachables, piadoso, desinteresado, sabio, dotado de prudencia y valor, amado por buenos y malos. Comprendió este santo y piadoso mi­ nistro del Señor ser cosa muy importante en atencion á las necesidades de su tiempo, que los jóvenes sacerdotes después de liaber concluido sus estudios en el seminario, se dedicasen por algún tiempo á adquirir la ciencia práctica de la moral antes do entregarse al ejercicio de su sa­ grado ministerio. Profundamente convencido de ello, ol sabio sacerdote desde el año 1808 empezó á ejercitar en su casa á algunos nuevos sacer­ dotes por medio de conferencias morales. Esto siguió asi liasta el 1818, año en que cesó el go­ bierno de Napoleón I en el Piamonte, y fue de­ socupado de las tropas el convento de los Meno­ res Conventuales. Guala entonces fundó allí un colegio destinado para los jóvenes sacerdotes. El rey Carlos Félix en 1822 lo autorizó para acep­ tar donativos j legados, y le destinó una parte del convento suprimido. También la autoridad eclesiástica prestó su eficaz concurso á aquella santa Institución y Monseñor Colombano Chiaverotti Arzobispo do Ihirin el -l de junio de 1823

�— ;>i — lo nombró rector del colegio, v aprobó el reo-la­ digno eclesiástico, á quien me he sometido ou mento. Meditación, lectura espiritual, dos confe­ todas mis resoluciones, y en todos los actos do rencias diarias, instrucciones sobre el método de mi vida. » predicar, leer y consultar autores clásicos, tales La primera cosa que hizo este oxporimontado eran las ocupaciones de los sacerdotes en este maestro fué conducir á su discípulo á las cálve­ Colegio, y las ventajas que conseguían. les de. Turin,' el anhelado do sus fati<Ms


_icampo

Extraordinarios fueron los beneficios v frutos Da T.aTTlCfo . _ jóvone.s •. uo . laug, 0‘‘* vista de tantos y. . itantos do de esta fundación para las diócesis del Piamonte 18 afios sin ocupación alguna y dosasoados, ex­ j sobre todo para la do Turin. Por ella desapa­ piando sus precoces erímcjies en osos lugares de recieron completamente los últimos restos del Jan­ senismo , doctrina execrable que acobarda á las corrección, impresionó hondamonto ol corazón del almas y las aleja del camino de la eterna salva­ .loyen sacerdote. Vii> personificarse en osos inción. Ademas de esto, se agitaba entonces calu­ íehees ol oprobio do la patria y la deshonra de rosamente entre los teólogos la cuestión del pro- las lamillas; vió sobre todo almas redimidas y habilisnio y del prohabilioi'isiuo. Los partidarios compradas con la Sangre de Dios, convertidas e'u del primer sistema seguían la doctrina de s. Al­ desgraciados esclavos del demonio, oxpue>tas á fonso de Ligorio, cuyas obras habían sido enco­ perderse eternamente. Observé) también que el miadas por la Iglesia y declaradas exentas de numero de esos desgraciados iba aumentando de toda censura; los partidarios del segundo soste­ día en día y que aquellos mismos que después nían por el contrario las opiniones de algunos au­ de expiado el delito recuperaban su libertad, tores rígidos, cuya práctica á no ser moderada muy pronto volvían al mismo lugar cargados con por la prudencia, podia llevar á un rigorismo ab- nuevos crímenes. Indagó la causa do la deprava­ spdo y perjudicial á las almas. El teólogo Guala ción de tantos jóvenes, y le parecii) que nacía sm decidirse por ninguno de los sistemas en par­ del alejamiento de las prácticas religiosas en lo.'¡ ticular, tomando por punto de partida la caridad días festivos. Convencido de esto, Don Bosco re­ y mansedumbre de Jesucristo, logró conciliar los petía: Tal vez estos jóvenes si hubiesen tenido estremos de ambas opiniones, v consiguió que un amigo que amorosamente se hubiese hecho s. Alfonso fuese adoptado en todas las Escuelas ^ rg o de ellos, y los hubiese instruido en los con gran provecho para los fieles y tranquilidad días de fiesta en las cosas de religión, no habrían cometido esos crímenes, y no se encontrarían en para sus conciencias. El sacerdote Don José Cafíasso suplente del este lugar de pena. ¿ Por ventura no seria cosa P. Guala en las conferencias morales, y más tarde sumamente provechosa para la Religión y para sociedad, hacer un ensayo con provecho tal vez «u sucesor, contribuyó no poco al buen éxito en la de centenares y millares ? esta cuestión. Con su virtud superior á toda prueba, Comunicó este pensamiento á Don Gafasso- é 1 j ® apacible, su prudencia admirable, su piedad brillante al par que modesta, hizo desa­ inmediatamente con sus consejos y avisos empezó a parecer completamente los rencores que aún con­ idear el modo de llevarlo á cabo, abandonando ol éxito a la Divina Providencia, sin la cual servaban algunos de los probabilioristas contra buen vanos son los esfuerzos del hombre. los lifíori’itas. (C o n ü n u a rá ). Félix Golzio, también del colegio fundado por el teologo Guala, era otro digno y sabio sacer­ dote. En su vida oculta logró permanecer casi desconocido, pero con sus incesantes trabajos, con

  • u humildad y ciencia profundas, era un eficaz

CRISTIANOS A LA PRUEBA. apoyo de Guala y Cafíasso que altamente lo apre­ ciaban y amaban. El ejercicio del ministerio de No se puede leer sin conmoverse lo que so estos tres sacerdotes no se encerraba en los lí­ refiere del fervor con que los nuevos Cristianos mites del colegio y de la iglesia contigua ; se ex de Madagascar se maiituvioron firmes en Ja fe |endia mucho más allá. Las cárceles, los hospita en estos tres años pasados, durante io.s cuales les, ios establecimientos de beneficencia, los en- estuvieron sin sacerdotes, pues por ser franceses crmos en sus domicilios, los palacios de los rl- los habían expulsado. Y sin embargo ellos hallá­ eos Iss chozas de los pobres, en una palabra, banse en medio de las insidias de los protes­ as aldeas como las ciudades experimentaron los tantes y de las violencias de ios paganos. saludables efectos de la caridad v del zelo de Todas las prácticas católicas, cantos, oraciones esUs tres lumbreras del clero de T urin: v aún catecismos fueron continuadas. En la pi-ovincia después de su ocaso, las diócesis del Piamonte de Imerina se continuaron también las escuelas, y todos los domingos los fieles acudían á la Igle­ mfondieron^°^^"^° sia para cantar y orar juntos. En mucíias ol viendo ahora á nuestro Don Bosco, aquellos tres provincias, es verdad, la persecución hizo cerrar sacerdotes eran los modelos en cuya escuela formo a la fuerza las escuelas: en otros punios las ^", ^Piritu desde los primeros afios de su carrera arruinaron: fiero los fieles reuníanse entonces eclesiástica. El sacerdote Gafasso era además su en casas privadas á o ra r, v en ellas mis­ d irw to r^ p iritu a l y muchas veces hemos oido mas albergaban á los mae.stros á fin de que ^ i r a Don Bosco penetrado de la más profunda enseñasen el catecismo. En Imerina quien puso gratitud - Si algo bueno lie hecho, lo debo á .-te obstáculo á la persecución fueron los religio,so<

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y las religiosas indígenas, y Victoria Rasoanianorivo. Esta última es una noble dama de la Corte de Ranavalo Maiyaka III. Está casada con el pri­ mogénito del primer ministro, y es una católica ejomplarísiraa. Saliendo para el destierro, un mi­ sionero lo había dicho : « Victoria, Dios os hace hoy madre de todos estos católicos, que quedan sin sus queridos pastores. > Victoria aceptó llo­ rando el glorioso y difícil encargo. Y mantuvo su promesa. A Ella después de Dios débese la conservación do la fe en Madagascar. Ella em­ pleando con toda generosidad todo su tiempo, su dinero é influencia, pudo hacer resistencia al protestantismo. Hasta entonces había sido el mo­ delo de aquella cristiandad; pero ahora puédese llamarla el apóstol. Animaba los Comités cató­ licos con la palabra dentro de las ciudades y des­ pués recorría los pueblecitos, esparciendo por todas partes buenos consejos y alentando á todos á practicar ol bien. Los más tímidos al verla y oirla, se animaban. La unión católica fué haciéndose cada vez más fervorosa, y muchos jóvenes, de grande influjo por su pokeion y capacidad, secundaron admirablemonto los esfuerzos de Victoria. Sacer­ dotes indígenas no había ninguno; quedóse tan sólo un hermano de la doctrina cristiana y seis Hermanas do S. José. Apenas los Misioneros habían salido, se apo­ deró de todos un poco do temor, pero la Union Católica guiada por Victoria se decidió á avivar por todas partes los ánimos, comenzando por las cuatro iglesias de la capital y después pasando por los pueblecitos. Se debían conservar todas las costumbres religiosas introducidas por los Mi­ sioneros, á excepción de aquello que exclusiva­ mente pertenecía á los sacerdotes. Y asi se hizo, no sólo los domingos y dias de fiesta, sinó también en algunos dias de trabajo. Los jóvenes de la Union iban de pueblo en jiueblo para asegurarse y vi­ gilar si todo procedía bien, y todos los sábados se reunían presididos por Pablo Rafringa, jóyen empleado en el Ministerio de Instrucción pública. Allí se hacia relación do todo lo que se había observado durante la semana, y se estudiaba el modo de proveer á cualquiera necesidad. La más ardiento caridad, el zelo más vivo dominaba en aquellas Asambleas déla juventud cristiana. Fal­ taron muy pronto los modios, poro aquellos fer­ vorosos jóvenes se privaron de sus bienes para favorocor la obra emprendida. Es bellísimo lo que acaeció en ol asilo de los leprosos de Amhahivoraka. Al salir los Misio­ neros, la Iglesia fué quemada y aquellos pobrecitos so quedaron sin socorros. Corrúi inmediata­ mente el lobo, esto os el ministro protestante con dinero para seducirlos. La Union católica hizo de lo suyo mucho mejor, poro tenia pocos fondos. El protestante tenia di­ nero en abundancia pues le venia de Inglaterra, do modo que creyó de haber vencido y propuso á los leprosos que se hicieran herejes y les da­ rían una crecida suma de dinero. Todos los leprosos unánimes gritaron: si nos dais dinero por compasión lo aceptamos, si nos

__ lo dais como precio de la apostasia, nunca jamás. El ministro debió desistir de sus esperanzas. Des­ pués de tres años los leprosos recibieron á los Misioneros cop gritos de alegria y lágrimas de consuelo, protestando que se habían mantenido firmes, á costa de cualquiera privación. Los Mi­ sioneros apénas hubieron llegado, han podido te­ ner una Asamblea en Pananariva compuesta de 160 maestros y de 30 maestras. ¡O h! como resplandece en estos hechos tan con­ soladores la eficacia del divino espíritu, que cuando faltan los auxilios externos, suple con la fuerza y la sobreabundancia de los internos. (Del Eco d'Italia, 9 de octubre de 1886)

EL CATOLICISMO y Matilde Serrao. (De la Unita Cattolica del 18 de setiembre).

Matilde Serrao es una ítalo-griega, que puede dar lecciones á muchos de nuestros periodistas. Nació en Patrasso, de un napolitano desterrado) estudió, vino en Italia, establecióse en Roma y púsose á escribir el Corriere di Roma.. En el número 260 de este Corriere el 15 de setiembre publicaba un articulo sobre el partido católico, artículo que deberían meditar todos los promovedores de los Comités anticlericales, y sus correspondientes presidentes, desde Aurelio Safii hasta Ariodante Fabretti. Veámos. « No existe un partido católico, existen cató­ licos. Partido es una voz que encierra en sí, rea­ sumiéndolos, todos los errores y defectos de un breve y pasagero conventículo político: partida quiere decir ceguedad y también intolerancia: partido significa fenómeno fugaz de hombres, no luz persistente y creciente de idea: partido es la forma terrena y mezquina de las cosas grandes y nobles : partido significa asamblea iracunda ó indiferente, multitud inconstante y superficial­ mente convencida, partido significa egoismo triun­ fante de individualidades opriraentes y pomposas ; partido significa la ambición personal de la vic­ toria con toda fuerza, con cualquier medio, áunque la victoria dure solamente una hora, áunque después traiga consigo la ruina. El partido es sin indulgencia, sin piedad, sin avenir, sin ideál: es un baturrillo de prepotencias, prepotencias de pen­ samiento, y prepotencias de voluntad. » No asi los católicos. Ellos no son tres, treinta, tres cientos, treinta mil: pero son muchísimos, son grandes é innumerables falanges esparcidas por todas partes. ¿ Quién podrá hacer la estadís­ tica de las conciencias humanas? Pasan por nues­ tro lado hombres, m ujeres, los cuales creemos que son frívolos, ligeros, indiferentes: nosotros mismos pasamos sin que el mundo nos conozca: y en fondo del corazón de aquella multitud que nosotros creemos Ma y negligente arde solita­ riamente una llama, y arde como en el secreto de nuestro corazón. De tanto en tanto una luz de verdad nos ilumina: y en un espíritu absorto

�23 — en las graves ocupaciones de la ciencia ó de la política, en un corazón seco, árido por aquella miserable cosa que es el dinero, descúbrese una purísima fuente de sentimientos. Son, pues, de­ masiado para hacer un partido. > y del partido no tienen los católicos, ni la ceguedad, ni la intolerancia. Ninguno recurre á ellos inútilmente : j la grande idea religiosa cierra maternalmente los ojos y tiende los brazos. ¿ Estás triste, eres un pecador, eres un corazón indife­ rente, eres un alma muerta, has sufrido ó hedió sufrir,has llorado ó hecho llorar? ¿qué importa? Aquí no so dan nombres, aqui no se pide el pa­ saporte, no se verifican las filiaciones, no so bus­ can los orígenes. ¿ Eres un hombre y tienes sed de paz, de esperanza, de amot? ¿has caido de las soberbias cimas de la blasfemia, ó salido con pe­ ligro y trabajo del naufragio del amor? no im­ porta. Tú buscas la luz; esto basta, eres un her­ mano.

  • Del partido, los católicos no tienen las perso­

nalidades, las ambiciones individuales j los opre­ sivos egoismos. Ante las sublimes ideas de la fe, cierto, la poesía fuerte y suave de Alejandro Manzoni, esta feliz unión de sentimiento y arte, tiene el valor de las grandes batallas combatidas y vencidas. Pero la mujercita más vulgar que, por la tarde, inclinada sobre la cuna del niño, le une las manos y le hace repetir las palabras de las oraciones, que el pequefíito pronuncia balbu­ ceando : pero la más humilde entre las maestras, que por la mañana en pié entre sus niños hace la señal de la cruz é invoca con ellos á Dios: valen la sencilla mujercita y la humilde maestra, cuanto el glorioso poeta. » Y puesto que del partido no tienen los ca­ tólicos , ni las ira s , ni las impaciencias, ni las prepotencias, ni las violencias, resulta que su ideál es fúlgido y* su avenir expléndido. No es posible que el presente estado de las cosas dure mucho. El mundo muere de aridéz, de miseria, áetedio, de desazón; de infelicidad que nada puede sanar, de miseria que nada puede consolar. La grande falta de equilibrio humano hace temblar la tierra. Enseñáis á leer y no dais el pan, acordais los derechos civiles, pero no educáis las con­ ciencias; dais la libertad, pero no la prosperidad ; habíais de moralidad, pero no sois morales. Y ei mundo se muere desesperado. > Jamás como ahora circuló sordamente la voz mMvada que incita al obrero á la ociosidad; ja ­ más como ahora la sangre humana ha bañado la tie rra : jamás como ahora se cometieron tantos delitos: jamás como ahora viejos, mujeres y ni­ ños se rieron del pensamiento de la m uerte, y voluntariamente abandonaron la vida. Vosotros habéis corrompido y hecho desesperar, la más bella y hermosa cosa humana: ¡la niñez! Cien desarreglos, cien cuestiones sociales piden la so­ lución : está minada la tie rra , porque lo están también las conciencias.

  • Pero si á todos aquellos que trabajan con

una escasa compensación, que no llegan ni siquiera á ganar el pan, se les diese una dulce y buena pa­ labra de esperanza: si á todos los sedientos de justi­

cia, que intentan tenerla con la violencia, se ha­ blase de una justicia suprema : si á todos los quo quieren suicidarse se les representase ol sagrado terror de una vida futura; si á todos los (luo viven llorando, se hablase do un bionostar divino, de alia, donde no hay doloi’os : si á los desafor­ tunados, á los infelices, á los perseguidos, se tra­ tase de un lejano poro seguro avonir: si una compensación fuese ofrecida á quien no la habrá jamás sobre esta tie rra : si todo ol odilicio hu­ mano y moral de la fe pudiese sor restaurado ¡oh! serian inútiles las disquisiciones de los sa­ bios , las elaboraciones do los economistas, las ideas caritativas de los filántropos, las discusio­ nes de los legisladores. » Y vosotros ¿fomentáis la agitación contra los católicos? Vosotros ¿no queréis que so reze ni que se aconseje á rezar? Vosotros ¿queréis que se derriben todos los monasterios, quo se supriman las funciones sagradas, quo el naci­ miento, el matrimonio y la muerte no sean ben­ decidos con las palabras divinas, que los víncu­ los del matrimonio sean abolidos y dispersadas las cenizas de los muertos? Vosotros ¿querois quo las mujeres no invoquen á la Virgen y los niños no se encomienden á su Angel custodio ? Voso­ tros ¿celebráis Comités para tratar de todas es­ tas cosas considerándolas como inútiles y supersti­ ciosas ? » Pues bien, sea así. Pero preparémonos todos á las cosas más horrendas. Habituémonos á todas las astucias de la deshonestidad á todas las cor­ ruptelas, á todas las depravaciones. Nada será capaz para contener al hombre dado á todos los vicios. Todos los vínculos so soltarán, suelto el sagrado nudo de la vida. El obrero matará á su principal. K1 aldeano arruinará al señor y asesi­ nará á sus hijos. Nuestro siervo fiel nos robará el dinero y nos estrangulará. Nadie podrá impe­ dir á ios viejos infelices, á las pobres mujeres y á los inocentes niños, de quo se suiciden. El mundo será oprimido por las turbaciones de la crueldad. Pero nosotros, que, solamente creemos en el Dios de nuestros padres, no pereceremos: pere­ ceréis sí vosotros, oh falsos ateos, oh falsos de­ mócratas, oh falsos revolucionarios: el cuchillo que meteis en manos de los homicidas no derra­ mará solamente nuestra sangre. ¿ Sembráis la in­ diferencia ? recogeréis el odio. ¿ Queréis que se pueda blasfemar libremente ? Se matará también libremente. Mirabeau destronó á Dios y mató á Luis XVI; Luis XVIII mató á Mirabeau. Este siquiera tenia ideas grandiosas. Vosotros no las teneis oh falsos ateos, falsos materialistas, falsos filósofos, falsos demócratas. Y las grandes catás­ trofes humanas, tienen siempre ciertamente cau­ sas pequeñas y autores mezquinos. « M a t il d e S e r r a o . »

�EL SECRETO DE LA CONFESION. Creemos hacer ana cosa grata á nuestros lecto­ res reprodiiciondi) parte de un artículo que se leo en el Nacional de Lima del 15 de majo del presente año, acerca del martirio de otro S. Juan Noponmeono, en la persona del P. Pedro Marieliix, de los Ministros de los Eníermos. Después de un exordio, en el cual se dá la rascón de este artículo, se describen los primeros ailios de la vida de dicho P. Marielux, v se in­ dican los motivos por los cuales el referido Padre encontrábase como capellán militar en el ejército capitímoado por el brigadier Rodil, en el castillo llamado del Rby Felipe; después procede así la narración: « Destruido el poder militar de la España en la batalla de Ajacuclio, v tomada por asedio la ciudad de Gallao por los vencedores, el P . Ma­ rielux no quiso abandonar al gobernador del cas­ tillo llamado del R e j Felipe, brigadier D. Ramón Rodil. Kn setiembre de 1825, después de nueve meses do asedio , la escasez de los víveres y el escor­ buto comenzaron á introducir la desanimación entre los asediados, y la conspiración fue tomando cada dia mayor incremento. Era el 23 de setiembre, cuando el brigadier recibía la noticia de que á las 9 de la noche, estallaría una grande revolución capitaneada por el comandante Montero, el más influente entre los jefes de RodU. Los hombres más confidentes suyos figuraban entre los más comprometidos. Rodil, sin perder un minuto, los hizo arrestar; pero por muchos esfuerzos y amenazas que empleó, no consiguió sacar nada en limpio acerca de la rebelión, negando ellos obstinadamente la exis­ tencia de la conspiración revolucionaria. Entonces el brigadier, para librarse de todo cuidado y desasosiego, se decidió á fusilarlos á todos, tanto inocentes como culpables, á las 9 de la noche, esto es, á aquella misma hora en que los conjurados se habían propuesto de arrestar á él ó bien de me­ terlo entre el pecho y las espaldas cuatro onzas de plomo. — ('.apellan, dijo Rodil al P. Marielux, son las seis: en tros horas V. R. confiese á estos insm'genles. Y salió de la cárcel. A las 9 los trece condenados estaban ya en la presencia de Dios. Pero á pesar de tal severisimo castigo Rodil no se oreia seguro. — i Quién sabe, decía para s i , si habré dejado todavía en vida á otros comprometidos y quizá aún más de los que ya fueron fusilados? No, no puedo estar tranquilo. El confesor debe ciertamente saberlo todo en punto y coma. ¡Eh! llamadme al Capellán. Apenas hubo llegado, Rodil encerróse con él en un cuarto y le dijo:

— Padre, sin duda alguna que estos malvad is te habrán revelado en confesión todos sus pla­ nes y los elementos con que contaban para co­ meter semejante crimen. Yo tengo necesidad de conocerlo todo, y en nombre del Rey exijo que Y. R. me refiera todo, sin omitir ningún nombre ó detalle. — Mi general, respondió el P. Marielux, V. me pide una cosa imposible, puesto que yo jamás sacri­ ficaré la salvación de mi alma, revelando el se­ creto del penitente: me lo impusiera aún el Rey, que Dios me guarde. La sangre subióse al rostro del brigadier, y arrojándose sobrg el sacerdote, lo coge por el brazo y con ímpetu le dice: — Fraile, ó me cuentas todo o te fusilo. El P. Marielux con serenidad verdaderamente evangélica respondió: — Si Dios quiere mi martirio, hágase su santa voluntad. Nada puede decir á ninguno el ministro del Altar. — ¿No hablarás entonces, respondió Rodil, ófraile traidor de tu Rey, de tu bandera y de tu superior ? Y el sacerdote: — Soy fiél á mi Rey y á mi bandera cuanto lo puede ser cualquier otro: pero ninguno puede exigir que yo sea traidor á Dios... rae está prohi­ bido el obedecerle. Rodil lleno de ira abrió la puerta, y gritó: Eh, capital! Iturralde, conduzcame cuatro budingan con los fusiles cargados: y los cuatro ludingas se presentaron inmediatamente. En la habitación, en que tenia lugar esta ter­ rible escena, hallábanse varias cajas que median dos metros de largo. — De rodillas, fraile, díjole lleno de rabia.^ Y el sacerdote, come presintiese que ya la caja lo estaba preparada para la sepultura, arro­ dillóse al lado do ella. — ¡Apuntad I mandó Rodil, y volviéndose hácia la victima, con voz imperiosa: — Por última vez, dijo, en nombre del Rey os intimo á revelar el secreto. — En nombre de Dios rehusó de hablar, res­ pondió el religioso con acento débil, pero pa­ cífico. . — ¡Fuego! gritó entonces Rodil; y el Padre Pedro Marielux, üustre mártir de la Religión y del deber, cayó muerto por las balas que le en­ traron en el pecho. (Del Corriere delle Alpi, N. 188, año 1886).

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Vitae Sancti PauU Erermtae, S. Hilarionis Eremitae, Malc/ii Monachi et Epistolae selectas cmn adnotationibus Joannis Tamiettii Sac. Doct. .................................... Poset. 0,80 gularis:

Sulpicü Severi

II.

libri II cmn adnotationibus Joannis Tainiettii Sac. et ¡lolit. Litt. D o c to ris .................. » o,40 Historiae Sacrae

III.

edidit atqiie adnotat. illiistravit Joannes Tamiettins Sac. Doct............................. » o,40 Vita Sancti IMartini;

IV.

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De mortibus persecutorum. Lib e i'

iiinis, cura adnotationibus Jo­ annis Taniiettii Sac. politíor. lit. Doct. in-16“ pag. 88 » 0,60

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