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Medios

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Quien recibiere á un
niño en mi nombre, á
mi rae recibe.

■^1

( M a t h . x v i t i .)

s

Entre las cosas divi­
nas, la más sublime es
la de cooperar con Dios
á la salvacidn de las
almas.
(S. D i o n i s i o .)
El amor al prójimo es
uno de los mayores y
más excelentes done.s
que la di%ina bondad
puede conceder á los
hombres.

Os recomiendo la nifiel V la juventud; cul­
tivad con prandc c-mero
su educación cristiana;
y proporcionadle libros
que le enseñen á huir
del vicio y á practicar
la virtud.

(Pío IX.)

R e d o b la d vuestras
fuerzas á ñn de apartar
á la niñez y juventud de
la corrupción <5 incre­
dulidad y preparar así
una nueva generación.

(León Xm)

(S. Franx. de Sales.)

DA MIHI ANIMAS CUTERA TOLLE

ANO x n — N. 6.
__________________

%
^

'^Cottojengo, 32

»

PUBUOAG/ON MENSUAL

R e d a c c i ó n y ^Ad m in i s t r a c i ó n

JUNIO de 1897
__________ Qu
-fr

Turín (llalla)^ ^

“rv'3“

l A O B E A »1 S .O S H I J O S M

M A E IA

SU IM P O R T A N C IA
III.
la sociedad p ag an a en el espantoso estado
d e corrupción en que la encontró el Cris­
tianism o. H é aq u í la m ag istral p in tu ra
I.
que d e ella hace uno de n u estro s m ás
ONSiDERADA 611 el artículo g ran d es filósofos: (1) c Sem brío cuadro,
an terio r la im p o rtan cia so­ p o r cierto, p resen ta b a la sociedad en cuyo
cial del Sacerílote, vam os centro nació el cristianism o. C u bierta de
aliora n a d a m ás que á bos­ bellas apariencias y iherida en su cora­
q u ejar lo m enos im perfec- zón con e n f e r m e d ^ d e m uerte, ofrecía
la im ag en d e la corrupción m ás asquerosa
__________ ta m en te qne n o s sea dado,
d ^ n pap el qne en la h isto ria de la v elad a con el b rillan te ro p aje d e la osten­
tación y d e la opnlencia. L a m oral sin
civilización le corresponde.
P a ra poder com prender b ien y ab arcar base, las costum bres sin pudor, sin freno
loda
wHia la fuerza
in e rz a ée imx>ortancia
im p o rtan cia dü e este j
Salmee, s i Protestantismo 'comparado con
becho, preciso es an te to d o p resen ta r á i el OatoUdsmo,

El Sacerdote y la civilización.

— 138 —
las pasiones, las leyes sin sanción, la reJigion sin Dios, flotaban las ideas á m er­
ced de las preocu[»aciones, del fanatism o
religioso y d e las cavilaciones filosóficas.
Jira el hom bre u n hondo m isterio p ara
sí mismo, y ni sabía estim ar su dignidad,
[)ues que consentía que se le reb ajase al
nivel de los b ru to s, ni cuando se emI)efiaba en ponderarla, acertab a á conte­
nerse en los lin d es señalados por la razón
y la n atu ra leza : siendo á este propósito
bien notable, que m ientras u n a g ran p arte
del hum ano linaje gem ía en la m ás a b ­
y ecta esclavitud, se ensalzasen con ta n ta
facilidad ios héroes, y h a s ta los más d e­
testables m onstruos, sobre las aras de los
dioses... Veíase d eg rad ad a la m ujer, ajáii*
dola la corrupción de costum bres y a b a ­
tiéndola la tiran ía del v aró n ; ad u lterad as
las relaciones d e fam ilia, concedien<lo la
ley al p adre u n as facultades que ja m ás
le (lió la n atu ra leza ; despreciados los sen­
tim ientos (le hum anidad en el abandono
do la infancia, en el desam paro del pobre
y del enferm o; llevados a l más alto punto
la b arbarie y la crueldad en el derecho
atroz (pie reg u lab a los procedim ientos de
la g u e rra ; veíase, ])or fin, coronando el
edificio social ro d ead a de satélites y cu­
b ierta de hierro la odiosa tiran ía, m irando
con (lespreciador desdén á los infelices
pueblos que yacían á sus plantas, am arra­
dos con remachacLas cadenas. »
T al era el estado del raiimlo á los co­
m ienzos del cristianism o; tales los horro­
res y los desvarios á que el Sacerdote
había do poner rem edio valiéndose de la
inm ensa v irtu d reg en erad o ra que su di­
vino fundado r h ab ía depositailo en su
I g le s ia , de la que ellos son u n a v iv a
encarnación.
Cum plido el g ra n sacrificio del C alvario
y subido K Señor á los cielos, los A pós­
toles so retiran al C enáculo p ara esp erar
al divino Espíritu que de rudos ó igno­
ra n te s que eran, había de transform arlos
po r com pleto, operando en ellos la rev o ­
lución que ellos á su vez habían de obrar
en ('I m undo. N o bien fortalecidos con
la v irtu d de lo alto, los A póstoles, fieles
á la alta misión que Jesu cristo les h ab ía
emainuMulado de predicar e? EranffeUo á
toda criaturiX, ab andonan el C enáculo para
rei>aríirse el m undo y cum plir la más
g ran d io sa epopeya que h a n presenciado
los siglos.
T errible fné la lucha que estos pobres
l>escadores tuvieron que en ta b la r desde

el p rim er m om ento c o n tra todas las po­
testad es d e la tie rra conjuradas contra
ellos. E ran la v erd ad y el erro r; el mundo
an tig u o y el m undo n uevo que en aquella
últim a, decisiva y form idable batalla de
tres siglos se d isp u tab an la posesión del
m undo y decidían sobre la fu tu ra suerte
del género hum ano. C ontra todos los ¿ 1culos y suposiciones hum anas, aquellos
débiles y pobres pescadores triu n fan de
sus poderosos enem igos, y el Cristianismo,
cim entado eu la san g re d e sus millones
de m ártires, se le v a u ta m ajestuoso como
resi)laiidecieute sol p a ra vivificar con sus
rayos todas las cosas y d esterrar del mundo
con sus fúlgidos destellos las espantosas
tin ieb las en que h a s ta entonces lo había
tenido sum ergido el x^í^gíiuismo.
«Y si bien el fin directo del Cristianismo
sea santificar al hom bre con el auxilio de
la gracia, salvarlo del m al, y hacerle lle­
g a r á la p a tria de los S a n to s , dirigién­
dose á cada h om bre tom ado aislada­
m en te....... y sin g u a rd a r n in g ú n mira­
m iento á las circunstancias exteriores de
la h u m an id ad , con todo debí(5 de nece­
sidad o b rar iud irectam o u te y por vía de
consecuencia sobre el estado temporal,
colectivo y sensible de la h u m an id ad con
u n a acción len ta, progresiva é iuilefinid am eu te civilizailora (1);» y esto porque
la idea do civilización es inseparable de
la idea del cristianism o, ¡mes « to d a ci­
vilización v erd ad era viene d e él, y en
su zona e stá reco n cen trad a to d a entera;
fu era de esa zona no h ay civilización,
todo es barbarie. Y e.s esto ta n cierto,
que an tes del cristianism o iio h a habido
pueblos civilizados eu el m undo, ni uno
si(]iiiera; i)orqne el pueblo rom ano y el
griego no fueron civilizados, sino pueblos
cultos, que es cosa m uy diferente. L a cul­
tu ra es el barniz, n a d a m ás que el bar­
niz de las civilizaciones (2 j. »
« D esde luego n a d a h ay m ás esplícitaiuoiite coiisiguailo eu la histo ria gene­
ra l que la poderosa reconstitiiciou del
m undo carcom ido ya, bajo el soplo del
cristiauism o... N o h ay publicista ni his­
toriador, ui críticjo digno de este nombre
(jue no h a y a reconocido e sta verdad, J
que no h ay a hecho d e ella el punto de
p artid a y el hilo regulador de tocios sus
estudios. En nuestros días, sobre todo,
eu que las revoluciones que acabam os de
atra v esar nos han puesto eu el caso de
(1) .\«gii3to Nioollis, Eítu Uos filosóficos.
(2) Donoso Cortés, Ensayo.

— 139 —

ver mejor en el fondo d e las cosas y de
apreciar sus resultados, esta v erd ad h a
üegado á ser u n axiom a que sus m ism os
enemigos no x>ueden d isim u la r, y que
toman hábilm ente el p artid o d e reconoeer (3). >
Ya desde el p rim er m om ento de su manifestaciou, d u ra n te los tres siglos de
lucha hom érica que hubo d e sostener con
los príncipes y potestades to d as d e la
tierra, la Ig lesia dejó sen tir su benéfica
influencia en aquellas corrom pidas socie­
dades ; pero cuando saliendo d e las cata­
cumbas doude estuvo sep u ltad a todo ese
largo i)eriodo de tiem po, pudo o b rar con
entera libertad y despleg ar sus energías,
el mundo an tig u o se coum ovió en sus
cimieutos y poco á poco fuése desuioronando aquel v etu sto y ruinoso edificio,
franqueando el paso á la Ig lesia, que por
medio de sus m inistros, los Sacerdotes,
se dedicó cou m ás ardo r que el que a n ­
tes le perm itían desplegar sus san g u in a­
rios p erseg u id o res, al alivio d e todas
las m iserias que afiigíau á la pobre h u ­
manidad; cam bió las leyes x>orque h asta
allí se habían regido los pueblos, suavizámlolas y haciéndolas m ás eq u itativ as:
fuó m ejoramlo poco á poco la triste con­
dición de los esclavos, h a sta que pudo
abolir x>or com pleto ta n inm undo é in­
humano tráfico; dignificó y elevó á la
mujer, sacándola de la [)rofuuda abyec­
ción en que siem pre la tu v o sum ida el
paganismo; prohibió la poligam ia y el
divorcio, santificando y haciendo sagrados
los vínculos del m atrim onio, ó interdijo
el bárbaro derecho que los pa«lres tenían
de vender y de m a ta r á sus hijos; en u n a
palabra, volvió de arrib a abajo la socie­
dad entera, haciéndola m ás h u m an a y
cristianizándola.
Después de h ab er probailo cou hechos
y docum entos incontestables que sólo la
mano del cristianism o abolió la esclavi­
tud, € prim er x)aso que debía d arse en
la regeneración de la hu m an id ad , prim era
piedra que debía sentarse en el houdo
y anchuroso cim iento de la civilizaciou
euro])ea, » define el in sig n e B alm es, en
la obra y a cita<la, los caracteres d e esta
civilización cristiana, de la s im ie n te maíavillosa m a n era: € E l individuo con u n
vivo seutim ieuto de su dig u id ad , coa un
gran caudal de laboriosidad, de acción y
de energía, y con u n desarrollo sim ulta(3) Augusto Nicolás. Los. cit.

neo de todas sus facultades; la mujer ele­
vada al raugo de comi)afiera del hombre
y compensado, por decirlo así, el deber
de la sujeción con las resx)etuosas consi­
deraciones de que se la rodea; la blan­
dura y firmeza de los lazos de familia,
con poderosas garantías de buen orden
y de justicia; una admirable couciencia
pdblica, rica de sublimes máximas mo­
rales, de reglas de justicia y de equidad,
y de seutimientos de pundonor y decoro,
conciencia que sobrevive al naufragio de
la moral luúvada, y que no consiente que
el descaro de la corrupción llegue al ex­
ceso de los antiguos; cierta suavidad ge­
neral de costumbres, que en tiempo de
guerra evita grandes catástrofes, y en
medio de la x)az hace la vida más dulce
y apacible; un x^rofundo resx)eto al hom­
bre y á su propiedad, que hace tan ra­
ras las violencias particulares, y sirve
de saludable freuo á los goberuautes en
toda clase de formas políticas; uu vivo
anhelo de ])erfeccion en todos los ramos;
una irresistible tendencia, errada á veces,
X>ero siempre viva, á mejorar el estado
de las clases numerosas; uu secreto imX>uls(> á proteger la debilidad, á socorrer
el infortunio, impulso que á veces se des­
envuelve con generoso celo, y, cuando
no, ])ermanece sieiuine en el corazón de
la sociedad, causándole el malestar y la
desazón de un remordimiento; un esx>íritu de universalidad, de jíropagacion, de
cosmopolitismo; uu inagotable fondo de
recursos jmra remozarse sin jíerecer, para
s.ilvarso en las mayores crisis; una ge­
nerosa inqiiietuil que se empeña en a«lelantarse al porvenir, y de que resultan
una agitación y un movimiento ince­
santes, algo peligrosos á veces, pero que
son comuumeute el germen de grandes
bienes, y señal de uu ])oderoso principio
de vida; hé aquí los grandes caracteres
que distinguen á la civilización europea;
he aquí los rasgos que la colocan en un
])uesto inmensamente superior á todas
las demás civilizaciones antiguas y mo­
dernas. >
Desarrollados al vivificante calor de la
Iglesia de Jesucristo estos i>reciosos gér­
menes, han producido, como no podía
ser á menos, los sabrosos frutos de que
ahora nosotros tanto nos envanecemos,
y que en nuestra desmedida soberbia no
queremos confesar haber recibido de la
Iglesia, siendo así que todo, absolutamente
todo á ella se lo debemos.

I

i

— 140 —
« D esdo su prim er m om ento, el C ristia­
nism o liizo hacer á sus discípulos, á
títiilo de re lig ió n , lo que se in tro d u jo
después á títu lo de civilización, en las
leyes, en las instituciones, en las costum ­
bres, y h a sta cierto líuiito, en la n«aturaleza do las sociedades m odernas. A sí
es como aún en el seno mismo del p ag a­
nism o y do la b arb arie realizó, co n tra y
á despecho de las costum bres <le la época,
obras m aestras de sociabilidad, que han
servido de tipo á los retbrm adores de que
m ás nos enorgullecem os. L a ig u aldad en
las leyes, la tolerancia en las costum bres,
esa necesidad do ju stic ia en las in stitu ­
ciones, esa preponderancia siem¡)re cre­
ciente del derecho sobro el hecho, do la
razón sobre la fuerza, y esas tendencias
universales de hum anidad, do fratern id ad ,
de úision universal y de u n id ad que ca­
racterizan á nuestro siglo, eran cosas iniramente cristianas^ mucho tiempo antes de
ser legales^ civiles y sociales. A un en la
nctualiilad, las obras del catolicism o ex­
ceden con m ucho á to d a n u estra civiliza­
ción, y form an como su v a n g u a rd ia (1). »
iiiiin r i '
I I iiirniiiiiim................. ...... ..... .......... ................. . ,

3 3 0 O'O O O O 'O 0,0. Oí <3 CE( I es Oí a c á d e s ¿ I S S S S S á S Í C S

EL CORAZON DE JESUS
y el socialismo
A primera, la grande y la prin­
cipal causa en los tiempos úl­
timos del mal que llamamos
la pasión socialista, es la se­
paración de las muchedumbi-es sin fe y sin religión del
lorazón de Jesucristo; es d ecir, la sepa­
ración de lo divino^ hace un siglo comen­
zada por el « anticristianismo » de Voltaire,
y después engrandecida entre nosotros por
el ateísmo del pueblo, que es la cosa más
horrible que se ha visto nunca en la huma­
nidad.
A ntes de guerra tan inaudita, que decla­
ró al mismo Jesucristo el patriarca de la
impiedad moderna; antes del cisma sacri­
lego que alqjó de El á las muchedumbres,
compeliéndolas á dicha guerra verdadera­
mente satánica, hubo en las generaciones
(1) Angosto Nicolás. Loe. di.

cristianas un gran principio de armonía so­
cial, por existir un grande y. universal cen­
tro de am or: el Corazón de Jesucristo, Señor
nuestro. Alrededor de este centro divino
las generaciones humanas gravitaban como
planetas alrededor de su sol, en la propia
medida del amor que á él las atraía; era
la realización más ó menos perfecta, según
los tiempos, de la siguiente palabra del pro­
pio Jesucristo: Guando seré yo elevado, lo
atraeré todo á mi.
Entonces, salvo las imperfecciones inherentes á toda naturaleza humana, ¡ qué armo­
nía entre todas las clases de la Sociedad!
T como reflejo de tal armonía, ; qué her­
mosura social! Entonces, ¡cómo los gran­
des respetaban á los pequeños, y cómo los
pequeños sabían amar á los graiidesl En­
tonces bajo la influencia universal del amor
de Jesucristo, ¡ cómo el rico sabía dar libe­
ralmente al pobre, y cómo el pobre sabía
por el reconocimiento, corresponder al favor
del rico! Este amor de Jesu cristo , rei­
nando sobre los corazones, arrojaba de ellos
los odios y las envidias, que constituyen
hoy la perenne amenaza del orden social.
Entonces, sin duda, como en todas partes
y siem pre, podían existir y existían en efecto, odios parciales; pero no se conocía,
contra la sociedad, el odio universal: había
odios individuales, pero no el odio social:
había, en una palabra, un principio engendrador del orden en la sociedad, porque
había un amor común, en el cual todos, gran­
des y pequeños, ricos y pobres, podían unir­
se y abrazarse.
Pero un día vino el impío, y arrojó en el
mundo contra el Cristianismo aquel grito
furioso del odio: « ¡ A plastad al infame I >
Ahora b ien ; el infame era el Oristianísnio;
el infame era la Iglesia Católica; el infame
era el mismo Jesucristo. Entonces fué rota
por muchedumbres enteras la cadena celes­
te qne unía entre sí á las generaciones hnmanas, y bien pronto el horrible cisma que
debía separar á los hombres de los hombres
y á las generaciones de las generaciones,
fué comenzado, seguido después y por fín
consumado eii este mnndo más ó menos
separado de Jesucristo, y más ó menos con­
vertido en gentil.
Desde entonces sopló sobre las poblacio­
nes nuevas, con el viento glacial del egoís­
mo, el viento más glacial aún de los odios,
y por consiguiente de las discordias y de
las divisiones desconocidas anteriormente.
Entonces los hombrea encontráronse separa­
dos y desnnidos; más separados y más des­
unidos que los granos de arena de la playa»
que ninguna argamasa puede juntar. ¿ Qná
digo t Los hombres no se encontraron sola­
mente separados y desnnidos: se encontraron
enemigos encarnizados unos contra otros, dis­
puestos á deshacerse y á devorarse mutua­
mente ; nn día pudimos ver á estas genera*

— 141 —

Tampoco: el poder de la espada y el poder
dones frente á frente de los bienes de la
de
los batallones pueden aterrorizar al odio
¿erra, no con el fin de repartírselos, sinó
fon el de quitárselos, semejantes á dos leones y hacerlo retroceder un instante, pero no lo
venidos de los dos cabos del desierto, que se pueden destruir; b ajóla fuerza, un momento
victoriosa, que lo habrá comprimido, como
hallan delante de uua misma presa.
Así, la separación del gran centro divino toda pasión arrinconada por la violencia, se
füé como el punto de partida de nuestras di­ levantará luego, más enérgico, más irritado,
visiones y de nuestros odios sociales. Id: más furioso, y por consiguiente más amena­
bnBcad en estas generaciones separadas de zador.
¿Cómo, p u e s, vencer el odio socialista y
Jesucristo, y aun de Dios, un punto que las
salvar así la sociedad
ana, un centro que
que amenaza f
las atraiga y que las
El a m o r, sólo el
pueda armonizar: no lo
amor, puede libramos
hallareis. P ara todos
<le las apreturas del
estos seres desunidos
odio socialista. La n a­
nada existe que los
turaleza de las cosas
junte en el seno de un
nos lo dice. El amor es
mismo amor fraternal;
para el odio lo que el
cada bom bre, domi­
■alor para el frío, y lo
nado por el egoísmo, se
que la luz para las
retira sobre sí propio,
tinieblas; uii poder
á fin de convertirse
esen cial mente t ri unante sí mismo en solo
faute. P or consecuen­
y único centro. E n ­
cia, para vencer al otre tales seres disgre­
dio, y, por esta victo­
gados y desunidos por
ria
decisiva , salvar á
d €anticristianismo» ,
la sociedad, armémo­
devanee antagonismos
nos con este p o d er; en
qae no se pueden ex­
las luchas supremas
presar , y odios sin
que nos aguardan anombre. El amor bucaso mañana, que sea
tnano ba buido de las
el amor al Corazón de
generaciones separa.Jesús nuestra coraza,
ilas del amor divino;
ime.stro escudo y nues­
para realizar la armo­
tra espada . ¡Tn hoc sig­
nía, tan preconizada
no vinces!... ¿ Quién
por los profetas de la
vencerá,
pues, al amor?
idea socialista, sólo
O
eam
os
en la verdad
quedan, eii las gene­
de esta palabra hum a­
raciones nuevas, estas
na: « El amor triunfa
dos cosas que dividen
de todo »; creamos
y arman á los unos
in^ior, y creamos sobre
contra los otros á los
todo, esta palabra di­
hombres que separan:
vina: JClamor es fuerte
el egoísmo y el odio.
t omo la muerte., y más
T abora, i qué hacer
tuerte aun que ella.
para conjurar este de­
E n su virtud, el odio,
sastre y prevenir esta
que causa la muerte,
explosión, que baria
será vettcldo por el
saltar, con los que
amor, que da la vida.
fiven en ella, el edi­
S í; que así sea: \fia ti
ficio de la sociedad
Que la idea socialista
contemporánea ?
El
Sgdo.
Corazón
de
Jesús.
quede
vencida por el
Es preciso combatir
{BtetiUva de loe E»nela»
de BarrU).
poder
de
nuestra fe.
é impedir que, agran­
y que la pasión socialista sea vencida por
dándose, destruya el orden social.
Mas , I cómo combatir este odio ? ^ Cómo el poder de nuestro amor, alimentado por
díaannarlo desde luego, y destruirlo en se- ese hogar de caridad infinita: el Corazón
püda? ¿Será oponiendo el odio al odio y el de Jesús.
foror al furor? ¡ Ob! no, mil veces no; esto
sería multiplicarlo en vez de destruirlo; se^ engrandecerlo, en vez de aniquilarlo.
(Cómo combatir el odio socialista? ^Será
per la ñierza, por el poder de la espada ó
per el poder de los batallones?



A

L O S

Ñ I Ñ O S
1

E A \I L I N
iir.
ico / Anoche mandó á m i'rasa D . A n ­
tonio u n a esquela, dxciéndole á m i padre
que había merecido u n premio especial
por ser el que mejor leía del colegio,
j/* p
me comía á besos; ya hace mucho tiempo
que no estaba tan contento; y me. dijo: * / Pide
por esa boca, chiquitín; q%ie todo lo que Ut quieras
y tu padre pxieda darte, y a lo tienes en la mano!»
Pues quiero sólo dos cositas que no atestan dine­
ro...... *M ira no me pongas triste. Ya sé a iá l es
la p rim era : que te deje ir en casa de D . Joaquín,
¿verdad? Te lo he conocido en los ojos; pero eso
no puede ser, hijo mío. Pídeme otra cosa.» J?ues
la otra, p a d r e , es que me dejes leer cada noche
u n ratito después de cenar y ps/«c?iar m is lecciones,
mientras tú haces los cigarros para el día siguien­
te; porque madre dice que como está cansada de
bregar todo el santo día con los herm anifos, la
entra sueño y necesita coser; y si yo leo alto, se
distrae y no se duerme. «¿Nada más que eso quie­
res ,
? Pues concedido, y además toma
esta pesefilla para que compres m añana dulces y
convides al hijo de D . Jo a q u ín ; porque ya que
no te deje ir con él, disfrutarás convidándole ¿ver­
dad chiquitín ?
— B ueno; Isidro, que Dios te dé suerte y cures
pronto á tu pobre padre; ju ro ruidadito que se
te escape nada, porque entonces lo echamos todo á
p e rd e r.¡Y a verás qué felices seremos luego todos!

TV.

— E s que lo hacías por el bien de tu padre. ¿X
no te dijo nada más?
— Se estuvo u n buen rato con la cabeza enírt
las manos, y después , alzándola m ás tranquilo
yüf me dijo: «¡Sigue ! Y seguí leyendo', y cuando
el trabajador está enfermo y el marqués, su «ciw,
á quien tanto odiaba, sólo porque tenia muciot
coches y criados , le cura p o r sus propias manos
con tanto cariño , y le consuela y le da tan
buenos consejos y buenas promesas para que snuerü
tranquilo, se le cayeron á m i padre las tó^rimos
y dijo: «Ven a q u í, hijo mío. Haces bien, mu$
bien, en leerme esos libros. S i; puede haber algim
señorito bueno. Ahora me acuerdo yo del amo qne
tuvo m i padre; era un bendito; repartía con lot
pobres su fortuna...... V am os, dame un beso, 3
perdona á fu padre si antes te asustó. ¡No saha.
n i quiera Dios que sepas nunca, cuánto hacen su­
frir ciertos pensamientos!»
—¡A y, Isidrillo! Qué contentos se van á pontr
m is papas cuando se lo cuente á la noche. Jo em
que ya empieza á curarse tu padre.
— E so pienso yo también^ E m ilín , y á vosotn»
os lo debemos iodo.

PATAGONIA C EM IIA L.
Una visita á los U\ém 'M u e lc ii; s.
(Conclusión). (1)
lEHPO es ya de que deponiendo la pluma
ponga tórmino á esta interminable reiacion para no abasar más de la pa­
ciencia de V. R ., mi querido Padre D.
____ Rúa. Añado, pues, á lo ya dicho, al*
ganos pormenores sobro los principales personajes
de esta historia, es á saber: El adivino Cayupul y
los Caciques Salpú y Sac-mata, y con un resumen
general termino.

— Anoche , N m ilin , estuve á punto de echarme
á llorar de susto y confesar la
.• jr r o le
pedí á Dios /tm v n s. 1/ me las concedió. Ñ l último
libro que lletr de tu casa le va gustando mucho
n<1 i ^ ' i i i o C n y i a p u l — S u » d e c l a m »
á m i jHidre; jki -o romo el tuyo me dijo que diera
o lo iiO K — E u iiia x * o lin — < j ír a 'v e p e*
mucha espresion á la escena aquella en que el
— X Jn m a l d í a .
sacerdote trata de convencer a l trabajador, que dice
Cayupul
es de pequeña estatura, delgado, de coí«
que Dios no guiso jxibres n i ricos, ni criados q
señores, que todos hemos de ser iguales, puse aÍH terroso y do insignificante presencia; su Imblar '5
toda mi alm a para leerlo. T m i padre se levantó reservado, su mirada viva y penetrante, y jami*
echando chipas jm r ¡os ojos, famhalrándo.se. y me sale una palabra de sn boca sin haberla antes por
dyo á gritos: * Todo eso te lo pre.sfa el señorito, largo tiempo meditado. Cuando se le hace algú^
D . Joaquín. ¡Pobre de t í . si me vuelves á traer pregunta capciosa 6 en broma, nunca da satisfiíu n libro de esos á ca sa ! ¿Quién sinó fe presta toria respuesta, contestando simplemente: N o com'
d ti eso? ¡liesjMnde pronto!» l ’a iba rf llorar y prendiendo: y o hablando en cristiano.
Apenas me vió, me saludó llamándome ftd rí
á confesarlo todo, pero miré á m i madre y pensé
Cura, y empezó á hacerse maravillas de que
en D ios, y sin q^terer m enti: Un niño del colegio,
qite su padre es zapatero: dije. Y aunque había hubieran arrestado á él que es un hombre padfiWt
mentido, no sentí tergüenza ni tenia ya mieáo.
(1) T . Bol. d« Majo.

M

— 143 —
que mmca se ha emborrachado ni ha robado á na­
die, habiendo sido siempre sn ocnpacion constante
el bienestar de su femilia, el cuidado de sus gana­
dos y dar buenos consejos á sus paisanos. Me re­
cordó el llanto de su mujer y de sus hijos, y terminó
jddiéndome que le obtuviera el permiso de volver á
gu toldo para consolarlos. El Gobernador, sin atender
i estas súplicas, mandó á dos hombres que fueran
á buscar á la mujer y los hijos de Cayupul, que no
tardaron mucho en presentarse. ¡ T aqui fué ella !
Cuando vieron á Cayupul cargado de cadenas y con
fuertes grillos á los pies, levantaron una gritería
infernal, y dando patadas en el suelo, lloraban como
si Ies m ataran ; dirigiéndose después en la misma
actitud á todos los de la caravana, se echaron ¿ los
pies de cada uno para implorar el perdón del pri­
sionero. El Sr. Gobernador les permitió que acom­
pañaran á Cayupul hasta nuestra partida, antes de
la cual les dejó un documento que atestiguara su
derecho de propiedad sobre sos ganados, para pre­
venirles de este modo contra los usurpadores.
Cuando el Sr. Gobernador tuvo por conveniente,
mandó comparecer á su presencia á Cayupul para
tomarle declaración. Al juicio, que se celebró con
todas las formalidades l ^ l e s , asistimos varios de nos­
otros como testigos. He aquí ahora parte de la de­
claración de Cayupul:
Preguntado si era verdad que Dios se le había
aparecido, respondió: — Que era cierto que Dios le
había hablado; pero que no había podido verle más
que la boca. — Preguntado cuántas veces le había Dios
hablado y lo que le había dicho, respondió : — Que
sólo dos veces á eso de las ocho de la mañana, en­
contrándose solo y despierto; recomendándole que
saludase en so nombre á los indios, pues el indio
que fuese saludado en nombre de Dios, recobraría la
¿ilud si estaba enfermo. Añadió que en cierta ocaáon, mientras dormía, vino un pájaro blanco á po­
sarse en la palma de su mano derecho; pero que él
nunca sopo lo que aquello significaba. — Preguntado
por los sacrificios de animales que por mandato suyo
hacían los indios, respondió: — ^ e Dios le había
dicho que en su honor arrojara todos los días al aire
cuaht> puñados de yerba y una taza de caldo, y que
después de haberse comido los indios la carne de los
animales sacrificados, quemaran los huesos y la piel,
pues Dios asi se lo había ordenado. — Preguntado
quien era el jefe de los indios, respondió: — Que
Sac-mata mandaba en las cosas que se relacionan
con los Cristianos, y Salpú en las cosas de Dios y en
la boleada (caza deí guanaco). — Preguntado si era
verdad que los indios le obedecían ciegamente; si
había curado de su locura á la mujer del indio AUef,
llamada Josefa; si había incitado á los indios á la
rebelión y si Dios le había revelado la venida de la
autoridad, respondió afirmativamente á las dos príBoras preguntas, negativamente á la tercera, y res­
pecto á la última dijo, que efectivamente Dios le
había manifestado 5 días antes la llegada de la auh)ridad, asegurándole que venia como amiga y para
aaludarle.
Después de estas declaraciones, el Sr. Gobernador
fingiéndose á Cayupul, le dijo sonriéndose: — Me
de haber en c o n a d o en vos a l hombre que
iBBcaba: en Bawsón hay muchas cabezas desarre­

gladas y siendo asi que tú eres tan entendido en esto,
como lo has demostrado con la mujer de Ailef, te
vendrás conmigo para sanarlas.
— Pero es que yo, respondió Cayupul, nada p u '
diendo con los cristianos; sólo sanando ú los p a i'
sanos, asi ordefiando Dios.
— ¿ Cómo es posible que Dios, que es Padre de
todos, se olvide de los Cristianos? Estás muy en­
gañado; tu poder debe ser igual para todos, y bien
qne así no fuera, te vendrás conmigo para hacer la
prueba: yo te pagaré el viaje. Habla, pues, con tu
miyer y está dispuesto para la partida.
A continuación prestaron declaración varios ami­
gos y enemigos de Cayupul, pero no me filó posi­
ble presenciarlas porque el poco tiempo que me quedaba
disponible quise aprovecharlo para visitar algunos tol­
dos á tres ó cuatro millas distantes de Getiua. Me
dirigí, pues, á ellos acompañado de uno do los sol­
dados, y previa una conveniente instrucción, admi­
nistró varios Bautismos y Confirmaciones.
La mañana del 18 de Diciembre nos pusimos de
nuevo en marcha en dirección á Tecá.
E l valle de Genua que ahora dejábamos, es más
elevado, más ameno y fértü que el de Tccá, razón
por la que los indios le dan la preferencia. Lo pue­
blan infinidad de rebaños de ganado lanar y vacuno.
En 25 Km. á la redonda pueden pastar anualmente más
de 4000 cabezas de ganado. Es por tanto, el sitio
más apropósito para una colonia agrícola; por lo que
si nuestros deseos se realizan, han de resultar grandes
bienes á estas Misiones.
En esta jornada me vi espuesto á un gravísimo
peligro. Me había tocado en suerte un caballo manso
y de buen paso, por lo que yo iba sobre él pavo­
neándome por las nuevas cualidades de buen jinete
que acabada de descubrir en mí, cuando sin saber por­
qué empezó á mover la cabeza, á encabritarse, y á
resistirse al freno, y de pronto empezó una verti­
ginosa carrera á través del valle, saltando fosos y
pantanos sin qne por esfuerzos que yo hiciera mo
fuera posible detenerlo. En vano procuraba goardar
el equDibrío, pues á cada paso me veía en inminente
peligro de medir el suelo. Eecomendándome de todo
corazón á mi Angel Custodio, pude á duras penas
sacar los pies de los estribos, y cuando ya me dis­
ponía á tirarme del caballo, éste se volvió súbita­
mente hacia el cuerpo de guardia, pudiendo al fin
ser detenido en su carrera. La causa qne había mo­
tivado este peligroso incidente, obedecía á qne el
caballo, acostumbrado al bocado, era la primera vez
que llevaba serreta. Sin embaigo, no quise montarlo
de nuevo y lo cambié con otro.
Apenas entramos en las monótonas landas de
Potra - chaiqtie y Pampa-Tappel, empezó el tiempo
á nublarse, se levantó un fuerte viento y las nubes
empezaron á arrojamos torrentes de agna y nieve
calándonos á todos hasta los huesos^ pues no nos
dejó en 15 millas. En la gaiganta Ñirt-ao, planta­
mos nnestras tiendas. L a lluvia continuaba cayendo
á cántaros y las montañas que teníamos á la espalda
en poco tiempo quedaron cubiertas de nieve. No en­
contrando el agna fácil salida, inundó nuestras üendas, qne por lo mismo de poco ó nada nos sirvieron.
Este fhé el día peor que tuvimos en nuestro lajgo
viaje.

144 —
£21 airroHlo d e Salpú. —
*vlQÍa
O a rm e lln a y a u peroxracion e n f a ­
v o r <le O a y n p u l — F r o y e o to d e
u n a Ig le s ia e n Grenua — X>eelaraolonoM d e fiSalpú. —£2u t r e v i s t a co n

^ a c » m u ta .
A nnestra llegada á Tecá encontramos prisionero
al Cacique Salpú, partidario y favorito de Cayupul.
Mientras nosotros en Genua activábamos el proceso,
los soldados que aprisionaron á aquel, vistiéndose
(lo paisanos y cambiando de caballos, se dirigieron
á toda carrera al toldo de Salpú, distante unas 30
millas, pues importaba mucho que antes de que el
astuto indio tuviera conocimiento de la prisión del
ailivino estuviera asegurado para que no empren­
diera el vuelo. Todas estas precauciones dieron un
fclicisimo resultado. Invitado cortósmente Salpú á vi­
sitar al Sr. Gobernador en su tienda, aceptó la invita­
ción; poro cuando vid á Cayupul custodiado desol­
dados y cargado de pesadas cadenas, se lo dilataron
oiiormomunte sus narices, sus ojos , llenos de ira,
parecían dos ascuas y de sus labios comprimidos
oscapdse un sordo rumor semejante al rugido de una
ñora acorralada; pero al poco tiempo recobré su
habitual serenidad 6 indiferencia, no mostrándose
poco ni mucho impresionado do so nueva situación.
Salpú os todavía infiel, do unos 50 años, pequeño,
membrudo y do largos y fuertes cabellos negros.
Tiene en la cára dos grandes heridas cicatrizadas
y él dice que las ha recibido en una riña con otros
compañeros borrachos ; pero más bien parece que
soan efecto de la desesperada defensa que hicieron los
tres ingleses, bárbaramente asesinados en el Valle
<{'• los M ártires, do los que le hablé al principio (1).
Kl, sin embargo, niega con insistencia este extremo
y se ha ofrecido á la policía para ayudarla en sus
gestiones de descubrir á los autores de tan horrible
crimen.
Aquí recibimos la visita de la vieja Carmelina
Choique-coy de que antoriorinento le he hablado. Su
objeto no era otro que recomendarse á la benignidad
del Sr. Gobernador ó interceder por Cayupul. Comonzé su peroración do este modo: Yo vieja; tú
viejo, dirigiéndose al Sr. Gobernador; tú tto viejo,
dirigiéndose á m i; y así continué con otras mil do­
nosuras de esto jaez. Mientras hablaba, no daba
punto do reposo á sus manos ocupadas en dar caza
á los
que huyendo del frío buscaban abri­
gado asilo OI) sus vestidos y cabeza; al malaventurado
que caía entre las uñas do la vieja, con particular
destroza lo conducía á su boca, para darle benéfica
sepultura en su estómago. Viendo las repugnantes
maniobras de la viqa, me recordé de una anécdota
que 80 cuenta del General argentino D. Lucio V.
Mansilla. £!a una embajada á los Indios Banqueles
dol Norte, fué invitado á ser padrino de un hgo del
Cacique Mariano Rosas. El sucio muchacliuelo, sen­
tado sobre las rodillas del General, se distraía en
trasladar de su cuerpo á la barba de aquel los pa­
rásitos de que estaba llmio, llevando su <mdía hasta
acercarle algunos á la boca; el General, tan heréico
on esta ocasión como en los campos de batalla,
(l) V. Bo!. da Fvbrcw.

los iba tomando y tragándoselos, con gran contento
de los indios que entusiasmados no cesaban de aplaudirle.Por este singular medio, el general Mansilla
obtuvo un éxito felicísimo on su embajada.
Temiendo el Sr. Gobernador que las chocheces de
la vieja, disgustada por el mal éxito de su discurso,
ocasionaran algún serio disgusto entre los indios, la
regaló algunas chucherías y la despidió ya más con­
tenta.
El temporal continuaba: no se sentía más que el
ruido del viento y alguna que otra palabra de los
soldados que muertos do frío se calentaban alrededor
de una gran hoguera. Arrebujado yo en la piel,
que con gran providencia me regaló el indio Huanqui,
estaba todo meditabundo y disgustado porque el mal
tiempo me impedía ejercer mi sagrado ministerio,
cuando he aquí que llega al campamento D. Pió
Quinto Vargas, rico propietario de estos valles. El
Sr. Gobernador, sacándome de mi ensimismamiento,
me dijo: Aquí teneis, Padre, al Sr. Vargas á quien
podéis pedir alguna cosa para la erección de la iglesia de María Auxiliadora en el valle de Tecá.
A esto respondió el Sr. V argas: En el Tecá que
piensen aquellos á quienes corresponde: yo abrigo
mis proyectos para Genua, donde quiero levantar
nna pequeña iglesia en honor de S. José.
— ¿ T porqué á S. José más bien que á otro
Santo?
— Porque la devoción á S. José la he mamado
con la leche, y porque siendo este bendito Santo el
abogado de la buena muerte, do él tenemos nosotros
especial necesidad, siendo así que carecemos de sa­
cerdote.
Propagar el culto á S. José es uno do los más
grundos deseos de mi vida, como igualmente de los
fines de los hijos de D. Bosco. Ya puede V. por
tanto, amado Padre, comprender con qué gusto oiría
la propuesta, por lo que en un transporte de alegría,
le prometí algunos objetos del culto y una hermosa
estatua del Santo.
Este día, pues, que pareció debía pasarlo en claro,
terminó después con risueñas esperanzas para esta
apartada Misión. i Oh, cuán admirables son los ca­
minos de la divina Providencia!
Al día sigumnte se tomó declaración á Salpú, el
cual 80 despachó bien pronto, pues en pocas palabras
dyo que él no sabia nada, que nada podía decir, y
nada malo había hecho; por lo que suplicaba al Sr.
Gobernador que le dejara en libertad, pues tenía
mucho que hacer.
Vinieron á visitarle tres de sus hijos, que se
mostraron insensibles á su desgracia. Yo me entre­
tenía frecuentemente con él, y de vez en cuando le
decía algún chiste que él reía con gusto, diciéndome:
To u n poco viejo ya para s o ld a d : sirviendo para
puchero no mds. En una ocasión le quité la pipa de
la boca, di una chupada, y al momento me puse á
toser; él se echó á reir y poniéndome confidencial­
mente las manos sobre los hombros, me dijo: "
Fos sois Tiombre bueno; pero muchos toincas (blan­
cos) so/» waíos y ladrones... — ¡Pobre SalpúI
EsÚ más resignado con su desgracia que Cayupul.
I Quién sabe donde dejará al fin sus huesos!
También Sac-mata, llamado por un propio, se pre­
sentó á declarar. Dijo que le disgustaba mucho ha-

PIA OBRA DEL SAGRADO CORAZON DE JESUS
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DE U N A

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(*) Cr«emo« coaTetiíent« a d v e rtir q u e lo s que m an d en a n a c é d a la con doce nom bres 7 la c a n tid a d corres*
pondiente, te n d rá n derecho á la p articip ació n d e l fro to de la s seis M isas c o tid ia n a s como cad a d o n an te, derecho
^ae se m a ltip lic a iá conform e á la s docenas de nom bres q a e m anden con la s re la tiv a s ofrendas.

OFERTAS

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Nombre del Oolector
37
38
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43
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46
47
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Nombre del Oolector
Sü.MA TOTAL

N om bre, apellido y domicilio del Colector ó Colectora.

Turln Tip. Salosiui».

PIA OBU DEL SAfiEMK! CÜBIZON DE JESOS
O SEA O FR EN D A D E UNA PESETA

PARA EL ASILO DEL SAGRADO CORAZON DE JESUS
I3 X

KOMA.

GON LA PÁETICIPACION AL FRUTO ESPIRITUAL
11

BMW miMñ GmmiAEAB

r i s f i f m

s

Y DE MUCHAS OTRAS BUENAS OBRAS
----------------------

PROGRAMA

^ los B ienhechores de la iglesia del V oto In tern acio n al, dedicada al Sa­
grado Corazón de J e sú s en el C astro P reto rio en R om a habíaseles y a prom etido
«lue term in ad a dicha ig lesia te n d rían i)arte en la celebración de u n a M isa todos los
viernes del año y en la recitación cotidiana del S anto R osario y otros ejercicios de
piedad A fin de ex ten d er estas gracias esp iritu ales y h acer partícipes íi otras p e r­
sonas, se h a establecido en dicha Ig lesia la P ia Obra del Sagrado Corazón de Jesús
para \n celebración p erp etu a de seis M isas d iarias según la intención <le (imen d a
ujtrt peseta, una sóla vez, para el asilo del Sagrado Corazón.
2 ° __ D e
estas Misar,, dos se celebran en el a lta r del Sagrado Corazón de J e ­
sús, dos en el de M aría A ux iliad o ra y dos en el de San José: á estos dos últim os
altares e stá tam bién u n id a la v en eran d a m em oria d e D . Bosco, que celebró en ellos
la últim a vez que estuvo en R om a.
3 0 __ Los inscritos, vivos y difuntos, á m ás d e la aplicación d e las M isas, p ar­
ticiparán perpetuam ente: l.° de la recitación del S anto R osario y bendición con
el Santísim o S acram ento que caéa día tien e lu g a r en aqu ella iglesia; 2.° de las fnucioues que d iariam en te se celebran en la capilla d e los niños del A silo; 3.° de la
itisa que cada d ía oyen los alu m n o s; 4.<* d e to d as las dem ás funciones, n o v en as,
ñestas y solem nidades (que son m uchas) que se celebran en d ic h a ig lesia y capUla;
5'’ de todas las oraciones y bu en as obras d e los Salesianos y alum nos d e sus Ca­
sas, C ole-ios, A silos, O ratorios festiv o s, M isiones, etc. d e Ita lia , E spaña, F ran cia ,
In g la te n ^ A ustria, Suiza, A m érica, A sia , A frica y d e todos los p u n to s del globo
donde y a se h a n establecido ó en ad elan te se establecerán.
4.'* — Los inscritos p articip arán d e todos estos favores desde el día mism o d e

íu inscripción.

5.
Oou la lim osua de una peseta por una sola ves, el donante tien e derecho
d e aplicar su intención á las seis m isas y dem ás obras p ía s, ta n to p a ra su propio
provecho como p a ra el de lasp ersonas de su fam ilia, v iv as ó difuntas, y de cambiar
ta l intenció n en cualquier circunstancia según sus p articu lares necesidades y deseos.
6.
Oon igual lim osna p uede inscribirse á los p árv u lo s, á los ausentes y á
cualquiera o tra persona, aun sin que ella lo sepa, como tam b ién á los difuntos.
7.
^ — D eseando p articip ar ó h acer p articip a r m ás ab u n d an tem e n te del fruto
la Pía Obra, se puede rep etir dicha lim osua d e tina peseta y m u ltip licar cuanto se
q u iera las inscripciones p a ra sí ó p a ra otros, vivos ó difuntos.
— L as lim osnas se em plean en p rim er lu g a r p ara el decoro y conservación
de la Ig lesia y del A silo y en el m an tenim iento de los alum nos que allí se alber­
gan, quedando á cargo d e los Salesianos el fiel cum plim iento de todas las obliga­
ciones de esta Piadosa Obra.
9 ° — Los nom bres de los inscritos se reg istra n y conservan p ara p erp etu a me­
m oria en la iglesia del S agrado C orazón de Jesús.
10.° L a O bra tien e dos centros, uno en R om a y otro en T urín. L a dirección del
prim ero es la siguiente: M uy E. P . D irecto r del A silo del S agrado C orazón de Je ­
sús,^ Via P o rta S. Lorenzo, n.° 42; y la del seg u n d o : a l Rdm o. P . M iguel Rúa, Su
perior G eneral de los Salesianos, v ia C ottolengo, n.° 32.

APROBACION ECLESIASTICA.
P ium Opas adpróbamus, eidemque largissimam fidelium opem ominamur.
L. M.

P a r o o c h i,

Card.-Vic.

E x A ed. vic. die 27 J u n ii 1883.

BENDICION PONTIFICIA,
E l P a d re S anto se h a dignado conceder la bendición im plorada p ara la P iad o sa Obra.
R in a l d o

A n g e l í,

Cap, Secr. de S.S.

— 145 —
blar contra los prisioneros que eran parientes suyos;
que los Cristianos habían estado siempre en buenas
relaciones con su trib u ; que á la autoridad se le
debe respeto y obediencia; que compadecía á Cayupnl y á Salpú; pero que eran culpables de haber
desobedecido sus órdenes y soliviantado los ánimos
fOE increibles patrañas. En realidad, no dijo nada
qne no supiéramos; pero el Sr. Gobernador no quiso
insistir porque tenia ya sobradas pruebas y por la difí­
cil situación en que con su debilidad se había colocado
Sac-mata ante los suyos.
Hablando privadamente conmigo, Sae-mata fuó
mucho más explícito, manifestándome ser indispen­
sables los medios tomados para asegurar la tranquili­
dad pública. Sac-mata había traído consigo á su hijo
Venancio, que en el próximo Abril irá á nuestra
casa de Rawsón para recibir una verdadera educación
cristiana. Pasados algunos días, me suplicó que le
obtuviera el permiso del Gobernador para volver á su
tribu. Le fuó concedido; pero antes de despedirlo le
restituyó en su dignidad de Cacique y para acceder
á sus deseos le entregó la siguiente orden, que había
de comunicar á los indios:
< Mandamos al cacique Sac-mata que mantenga
el orden entre los indios de su tribu , procurando
que todos vivan como buenos herm anos; que honren
siempre á Dios; que no riñan ni se emhoiTachen y
que eduquen bien á sus hijos; también les dirá que
el Gobernador les ama á todos como á hijos; pero
que castigará severamente á los que obren mal. Fir­
mado : E ugenio Tello. »
Lleno de gozo y de satisfacción por haber recnperado el poder que daba ya por perdido, se despidió
de todos, y se dirigió á su tribu.
L n s t i ’i l > i i í s i c l e S a y n h u e q u o y < lo ]N a u euoli© e n e l t e r r i t o r i o <lel OlinlJiit

f i e s t a s <le Pía-ridafi en. el
d e s ie r to — H e s u in e n <lo lo lieel»o
en e s t a M isión

El 24 do Diciembre recibimos una comunicación
del Supremo Gobierno, en la que se nos anunciaba
que se le habían concedido 60 Km. de terreno á
Sayuhueqne y á los demás indios qne le han per­
manecido fieles, después de su deposición de Ca­
cique.
En el mismo día recibimos la visita do Xancuche,
Cacique en el Río Negro, á quien habiéndole tamMen concedido el Gobierno Federal a l g i a s tierra.s
poco fértiles, el Gobernador de este territorio le había
autorizado, secundando sus deseos, para que buscara
otras más fértiles y que más le gustasen, transfi­
riéndole despnes el dominio de ellas.
Según esto, son dos las nuevas tribus que pronto
tendremos en nuestro territorio, resultando en su
consecuencia mayor fruto para nuestra Misión. Abri­
gamos fundadas esperanzas de que el buen Dios,
qne viste á los lirios del campo y mantiene á las
aves del cielo, no ha de dejar de mandamos medios
para cubrir las nuevas necesidades que por este mo­
tivo han de presentársenos.
Llegaron entretanto las fiestos do Navidad, que
iiosotros tuvimos que pasar á las orillas del Tecá
Ltufú^ y que celebramos con la solemnidad que

nuestras circunstancias nos permitieron. Años hacía
que no pasaba estas hermosas fiestas fuera de nues­
tras casas, habiendo tenido siempre la dicha de ce­
lebrar la Misa de media noche con la solemnidad y
esplendor que acostumbramos.
En esta circunstancia de todo carecíamos; del
grave y devoto clero; de la profusión do luces; do
ricos ornamentos; de los perfames de las nubes do
incienso, que recuerdan el Tabor, y de las armonías
que transportan el alma á las celestes regiones. Sin
embargo, dum siJetitium icnerent omnia ct ftox ¡n
suo cursit iter peragcrct, la tienda plantada á las
faldas de nn árida colina y semejante por lo mismo
á la cueva de Belén ; el altar sobro dos cajones, sin
otro ornamento que nn pobre tapeto; pocos fieles,
casi todos pastores vestidos con pieles de oveja; los
tiernos balidos de los corderillos que á poca distancia
de nosotros pacían ; y los soldados protestantes dur­
miendo en sus tiendas, trajeronme á la memoria las
palabras del Apóstol amado; I n p ro p ñ a venit ct
sui eum non recepemnt; todo esto conjunto de cosas
de tal modo impresionaron mi ánimo y tan á lo vivo
me representaron el misterio de Belén, que no re­
cuerdo haber sentido nnnea tan profundamente y con
mayor abundancia los efiuvios de la piedad cristiana,
i Oh, amados misterios, cuán admirables sois tanto en
las solemnes manifestaciones del culto, como en la aus­
tera pobreza de la nistica cabaña del desierto En
todas partes vosotros formáis el encanto y las delicias
del hombre que cree en las promesas de Dios.
Imítil es que le diga que unido en espíritu á
los Salesianos esparcidos por todo el orbe, juntó mis
más,ardientes afectos á los suyos, para encomendar
al Divino Niño á nuestro amado Superior D. Rúa,
al Timo. Sr. Cagliero, á tantas personas con quienes
me unen lazos de amistad y cariño, y á todos nues­
tros Beneméritos Cooperadores. N i el tiempo, ni la
distancia serán capaces do cortar tan e.strechos y
sagrados lazxis.
Pero es ya tiempo do que corto el hilo de esta
larga relación tejida bien ó mal, entre el fragor do
las armas ó entre las graves formalidades do la ma­
gistratura ; á veces en el majestuoso silencio y en la
soledad de la naturaleza, sentado sobre una roca ó
á la orilla de un riachuelo, distraído con el melan­
cólico raormorío de sus aguas, ó bien á la apacible
sombra do un frondoso pino, dulcemente recreado por
los alegres y melodiosos goijeos de las canoras avecillas.
Estamos para llegar á Eawsón, donde yo pienso
afrancar este verdadero volumen para mandarlo á
consolar el corazón de nuestro amado D. Rúa. Diré,
pues, en conclusión, que he administrado 70 Bantism os; otras tantas Confirmaciones ; buen número de
Confesiones y Comuniones y bendecido 12 Matrimo­
nios ; á mas de esto, en todos los toldos que he vi­
sitado, he inslrnido á s u s habitantes en las verdades
de nuestra Santa Religión.
He aceptado en nuestra Casa-Misión á 10 niños
entre indios y blancos, una parte de los cuales viene
conmigo y los demás vendrán más tarde. He instruido
á 3 colonos chilenos para que puedan administrar
el Bautismo en regiones donde muy rara vez, por no
decir nunca, ven un sacerdote católico.
Se ha conseguido destruir la superstición que se

— U6 —
iba levantando sobre las ruinas del catolicismo, to­
davía poco cimentado en estos países, merced al favor
y protección de Cayupul y Salpú.
lísperamos fondadamente que pronto se construi­
rán en diferentes puntos del territorio tres iglesias,
que con las dos ya existentes, corresponderán mejor
á las actuales necesidades do la Hision.
So han empezado las negociaciones para el estableci­
miento en Genua de una Colonia agrícola y con la
jjroteccion que el Sr. Gobernador me dispensa, espero
llevarlas á buen término.
A más de esto, 30 protestantes de la Colonia
Gahnán y de la 16 de Octubre, que voluntariamente
mo han acompañado, han tenido ocasión do ver más
de cerca nuestras funciones y de aclarar sus dudas
sobre ciertos puntos fundamenüiles do nuestra Re­
ligión. El Sr. D. Tomás Avvostín, anglicano, 2 .“
Capitán de la Compañía, mo decía un d ía : — Si
diez años hace, los Indios hubieran sido visitados
p tratados como ahora, nos hubiésemos ahorrado
la penosa campaña que contra ellos tuvimos que
sostener, — Sus últimas palabras al despedirse de
mí, fueron é sta s: — S i lleva V. adelante el proi/(‘cto de una nueva iglesia en la Colonia 16 de Oc­
tubre, puede V. desde luego contar conmigo. —
Y el maestro de la Colonia Gaimán, metodista acérrirao, después do varias discusiones, tuvo que con­
venir conmigo en algunos puntos fundamentales de
doctrina, confiísando loalmente que entre ellos son
muy corrientes erroros crasísimos respecto á nosotros.
Kn honor do la verdad debo añadir que en esta pro­
paganda mo ayudó poderosamente el Sr. Gobernador,
terrible dialéctico, á cuya lógica nada resiste. ¿Serán
tal voz éstos los primeros rayos del sol de verdad' que
pronto iluminará estas regiones ? No quiero embria­
garme mucho con tan halagadora id ea; pero ¿ vías
D om ini quis scH?
Me lisonjeo que el poco bien que he podido hacer ha
do sor estable, por los humildes principios qiio ha
icnido esta Misión, por las luchas que lia debido
sostener, por la pobreza que la rodea, y principal­
mente porque estando animada la autoridad civil do
verdaderos sentimientos religiosos, no ha do negar su
valioso y eficaz concurso á la autoridad religiosa para
el feliz ('xitü de su transcendental empresa. ¡Dioslo
h ag a!
Un sólo tmuor abrigo, y os la debilidad do nuestras
fuerzas, ospocialmonto las del infrascrito.
líuoguo, pues, amado l*adro, para que ahora v
siempni seamos dóciles instrumentos del Señor en la
salvación do las almas.
Y ahora si que verdadoromonto he terminado : qui­
siera que cada palabra, cada letra, cada punto do esta
mal hilvanada ivlacion. fuese un espléndido poema de
amor, do gloria y do gratitud á Dios, que nos ha cirnnulado con el oscnido do su protec4.'iou paterna y nos
ha colmado de tan inefables consuelos. A Él sólo,
pues, omnis honor, gloria d graiiarum aetio in
saci'ula
ulnnim . A iih'ii .
ifuniihle g ofialicntc hijo in C. J .
BkKX.WUKí VAa'Ul.VA, Pimn.

PARAGUAYUti nuevo vasto campo de Miaiones
eii eí flhaco Parafuayo.
Evdmo. Sr. D. Rúa:
i)s meses hace apenas que llegamos á
Capital del Paraguay, en donde por
momento hemos concentrado toda
nuestra atención y nuestras energías, de­
bido á la escasez del personal. Mucho
y muy grande es el bien que aquí puede hacerse;
pero, á mi parecer, el fin principal porqué nuestra
querida madre María Auxiliadora ha querido que sus
hijos plantasen sus tiendas en esta República, ha
sido para confiarles un vastísimo campo de Misiones
entre los indios que habitan el Chaco paraguayo, de
los cuales me propongo hablar á V. R,
V ai-ias x*aiEas ele Xudlos —E l caeiq u e ]>£aiiuel — E o s i>i’im e r o s lu ­
d io s q u e n o s e u c o n tr a m o s —
r a id e a d e l C h a c o —T a c u r ú e s E o s e s tím u lo s do la s e d .

Muchas y muy diversas son las razas que pue­
blan las florestas del Paraguay, siendo las principa­
les de ellas en el Chaco,' las de los Lenguas, To­
bas, Chanapaná y G uana; y en el vasto terri­
torio comprendido entre los ríos A rpa y Blanco,
que antes de la guerra del 1870 pertenecía al Pa­
raguay y ahora forma parte del Brasil, los VayaGuaraníes, Caygua, Angaitc y Cadmios. Ya
nuestro inolvidable D. Savio, muerto el 27 de Eñero de 1893 junto al Guarandá en el Ecuador,
había visitado en 1892 gran parto del Chaco Pa­
raguayo y Argentino entreteniéndose especialmente
con los Tobas, á una de cuyas tribus hemos visitado
nosotros pocos días hace. El Chaco es una extensa
comarca entre las repúblicas de Bolivia , Paraguay
y Argentina, muy poblado de indios, unos 100,000
más 6 menos, pues uo es posible formar mía esta­
dística exacta. Sólo los Tobas del Paraguay asciende»
ám ás de 4000, segi'ui los informes que hemos podido
recoger.
Para emprender nuestro viaje nos aprovechamos do
la venida á Asunción de un Cacique llamado Alanucí, V por los Tobas conocido con el nombre de
Cacique guuzti, es decir, gran Cacique. Este tal
no es indio de raza, pues nació en esta Capital y es
cristiano. Cuando tenía 8 años, en 1871, salió con
un tío suyo al Chaco á recoger picaniUas (especie
de cañas); sorprendidos por los indios, sn tío filé
bárbaramonto asesinado y él hecho prisionero y o*
bligado á seguirles en su vida nómada. Merced á
sus pocos años le fuó fácil adaptarse á sus costum­
bres, y siendo asi que sabia regularmi*ute el espa­
ñol y bien el guarany, los indios le nombraron pri-

14^
mero su intcrprote y más tarde, prendados de sus
dotes naturales, le nombraron su Cacique. Después
de 25 aflos, cansado de aquella vida salvaje, aprorecliándose de la venida de los Tobas á la Capital
para hacer sus compras y vender sus mercancías,
les manifestó que era cristiano y que no se hallaba
dispuest-o á continuar con ellos.
Movido, sin embargo, porel interés ó por el amor que
les había cobrado; no los quiso abandonar por comple­
to ; fabricóse al efecto una cabaña á pocas leguas de la
Capifal, y allí estableció su residencia, continuando,
sin embargo, siendo considerado por los Tobas como
SQ rey y su padre. El se entiende con el Gobierno,
lia sos órdenes á las diversas trib u s, vende sus
mercancías, hace sus compras y, en una palabra,
hace todo cuanto puede por favorecer á los pobres
Tobas.
I)e inteligencia, pues, con esto Cacique hicimos
nuestros preparativos para la ]irimora excursión al
Chaco, y el día que habíamos fijado salimos el 1\
Qneiroio, el H . Foglia y yo, acompañados de tres
de nuestros amigos y de un teniente. Atravesado en
canoa el río Paraguay, llegamos á la estación mi­
litar de la otra orilla, allí establecida para impedir
las correrías de los indios, y á caballo nos dirigi­
mos sin pérdida de tiempo á la cabaña del Caciqne
Manuel. En la estación nos dijeron que difícilmente
encontraríamos á los indios, porque días antes ha­
bían visto pasar á varias trih u s; pero más adelante
supimos que la noche anterior habían llegado del
Pilcomayo, confín del territorio argentino, dos ó
tres familias de indígenas que se habían situado á
poca distancia de nosotros, por lo que antes do ir á
la cabaña de Manuel, fuimos á visitar á estos indios.
Payaba apenas el alba y apesar de que el lím­
pido azul del cielo nos anunciaba im día de calor
tropical, encontramos á los indios alrededor do
una gran hoguera, tiritando de frío. No puede V.
figurarse, amado Padre, la compasión que desde los
primeros momentos nos inspiraron aquellos infelices
indios, tirados por el suelo y medio desnudos; los
niños asustados al vernos, se refugiaron al lado de
sus madres. En un rincón había una mujer toda llo­
rosa y encolerizada, porque uno de los hombres, sin
duda su marido, la había maltratado. ¡ Desgraciada I
Nosotros ni aún pudimos consolarla, pues ni nos en­
tendía ni la entendíamos.
Antes de retirarnos les colgué á todos al cuello
una medalla de María Auxiliadora, dándoles á co­
nocer por señas su significado; algo parece que en­
tendieron : la aceptaron con placer y nos despidieron
la misma frialdad é inmovilidad con que nos
habían recibido, contentándose con seguirnos largo
trecho con la vista. ¡ Pobres infelices! Tendidos como
etaban por tierra, sucios y harapientos, más p an oan bestias que seres humanos; su presencia nos
ronmovió á todos mucho y nos sirvió de saludable
meditación.
Le aseguro , amado Padre, que si bien muchas
teces había oido hablar del estado lastimero de los
ludios, y ya en otras ocasiones había tratado á mutilos de ellos, nunca su presencia me había tan
hondamente conmovido como ahora, y desde el fondo
d? mi alma daba gracias al Señor por haberme herho nacer de padres cristianos y en un pais civilizado,

y ardientemente le suplicaba que compadecido de
ellos les mande pronto Misioneros, que les saquen
de la barbarie y les enseñen el camino de la eterna
salvación.
A medida que avanzábamos y observábamos In
configuración de aquel territorio, nos persuadiamo.s
siempre más de la vida miserable délos pobres salvá.ies.
En la inmensa llanura que forma el Chaco, apenas
si se encuentra un árbol para ropararso de los abra­
sadores rayos del sol. En ella, sin embargo, crece
la yerba; pero á causa de la sequía de estos días
está agostada. De trecho en trecho so encuentran
pequeños islotes llenos do arbustos y malezas que
impiden el paso; poro los indios so refugian en
ellos cuando se ven perseguidos. Otra do las particu­
laridades que ofrece la llanura, son ciertos montículos
de tierra de 1,50 ni. do altura, ]>or término medio, y
tan próximos, que á voces sólo distan 2 ó 3 m. unos
de otros. Aquí se les conoce con el nombro de T a ­
curú y sirven de madriguera á varios insectos, si bien
comunmente suelen ser grandes hormigueros. No obs­
tante la incomodidad que ocasionan á los caminantes,
los tacurúes son una verdadera providencia do estas
regiones, pues inundándose con frecuencia la llanura
á cansa de las grandes lluvias, los caballos y las
vacas apoyan su vientre sobre uno de ellos y con
las patas en el agua duermen cómodamente. En es­
tos días, sin embargo, todo estaba seco, por lo que
sentimos mucho la sed que tratamos do apagai' en
las aguas del Pilcomayo ; pero siendo saladas, sólo
sirvieron para aumentárnosla. Admirados de que los
indios pudieran vivir faltos de agua dulce, nuestros
compañeros de viaje nos hicieron saber que aquellos
suplen esta falta recogiendo muy de mañana el abundante rocío que encuentran en las hojas de una
planta llamada Caraguatá, las cuales por su forma
cóncava les sirven admirablemente de recipiente.
E n t r o loss Tol>aw —E l C a o lq u o Eoóii
— CoKtniiil>i*cíi* <lo o«toN imlfoK —
S tis c ro e n o in s —E n v n o ltu .

Apenas llegamos á la cabaña del Cacique Mantiol,
que estaba rodeada por varias familias do indios oii
un estado verdaderamente digno do compasión, aquel
montó á caballo, y sin pérdida de tiempo nos guió
al campamento de una tribu, á l a que él bahía dado
orden de esperar nuestra visita. Al distinguir la
trib uá nuestra numerosa caravana, empezó á agitarse
de una manera estraña y á preparar sus armas para
la defensa, pues temían un asalto; obraron sin em­
bargo en esta ocasión con suma prudencia, y se
mantuvieron á la defensiva, por lo que el Cacique
Manuel se adelantó para tranquilizarles, y darles á
entender nuestras pacíficas intenciones. Echados pié
á tierra y dejados los caballos, Manuel nos presentó
al Cacique de la iribú llamado León, el cual se ade­
lantó á nuestro encuentro después de haberse puesto
una camiseta encamada y un par de pantalones.
Luego se presentó el médico en calzoncillos y con
una levita negra, y á continuación el padre del Ca­
cique indio, un viejo que tiene más de 100 años,
según nos dijo Manuel, y que apesar de su edad se
mantiene todavía ftierte y robusto. Los Tobas son
de una altura y robustez extraordinarias, llevan los

cabellos largos y cortados únicamente en forma do
circulo sobre la frente; las mujeres llevan el ca­
bello como los hombres, y las que están casadas se
pintan la cara de azul con una tintura que ellas mis­
mas fabrican con la semilla de ciertas plantas in­
dígenas; su traje, si así puedo llamarse, es un con­
junto de andrajos de mil diversos colores, que hacen
más patente su^desnudez y miseria. Se dividen en
dos grupos, uno do los cuales lo forman los hombres
y los niños, y el otro las niñas y las mujeres. El
campamento es pobrisimo; lo forman con palos do 1
m. clavados en tierra, á los que atan otros palos y
sobre los que estionden esteras para defenderse del
sol y de la llu v ia; si bien es verdad que esto do
poco ó nada los sirve. El campamento lo arman las
mujeres, á algunas de las cuales vimos tejiendo es­
teras, mientras otras preparaban los collares que so
cuelgan al cuello. So adornan el polo con grandes
y vistosas plumas y so pintan el cuerpo de mil coíoro.s y formas. Dos indios echados por el suelo
jugaban á los dados con piedras, sacudiéndose de
cuando en cuando el polvo de sus desnudas espaldas;
otros se ocupaban en cazar moscas y comérselas, y
en otro lado so voia un cuadro aun más repugnante,
pues varias mujeres sentadas en el suelo , mutua­
mente so alijorabau de ciertos asquerosos insectos ,
cuj'O nombro por sabido se calla.
I Pobre gente ! Nos miraban con estrañeza estú­
pida y i)aroco como que so reían de nosotros; de
todo ignorantes, sin preocuparse de nada do cuanto
los rodea, ni aún de comer, aliase estaban tendidos
en el suelo sin advertir su infelicidad y miseria.
Por medio de Manuel les prometimos que dentro de
poco tiempo iríamos á vivir con ellos para mejorar
su suerte y procurarlos la verdadera felicidad; les
di á todos una medalla, que recibieron con gusto, y
les recomendó que la conservaran con fidelidad y no
se la quitaran de encima, para atraerse la protección
del cielo.
iQuiora el Señor y María Auxiliadora que pronto
puedan realizarse nuestros deseos en favor do estos
indios desgraciados ! Agradeciéndonos nuestra visita,
quisieron saludarnos antes do que partiéramos, paia
10 cual formaron en círculo, colocando en medio al
módico quo tenia en la mano una lata con varias
piedras dentro, con la cual se acompañó un canto
consistente en alzar y bíyar la voz acompasada­
mente, terminando con horribles gritos y una lata
fenomenal. Terminado tan agradable coticicrto nos
despedimos, viendo con sorpresa á algunos indios
11 caballo; nos dyeron que los habían robado á los
L v n g u a s , i w cuyo motivo les habían declarado la
guerra.
Ya do regreso, tuvimos ocasión do quo nos refi­
riera Manuel algunos curiosos pormenores sobre la
vida y costumbres do los Tobos. Adoran como á
Dios y todo lo esperan do la luna, á quh'U llaman
Y asy, y de la que se sirven para medir el tiempo,
pues no conocen los meses sino sólo las lunaciones.
Cuando la luna está en el plenilunio viven alegres
y contentos, y guisan las nuches rezando, para lo
cual se reúnen alrededor del Sacerdote, el cual re­
corriendo el circulo en todas direcioues, empieza
un rezo con desaforados gritos. En las diversas fesesde
la luna y sobre todo cuando desaparece del horizonte,

148 —
so afligen, lloran, patean, gritan y tiemblan temiendo
las iras de Yasy. Los eclipses son para ellos el colmo
de la desgracia; apenas los advierten, levantan sus
tiendas y huyen espantados. Cada tribu tieue nu
Cacique, un Sacerdote y un Médico. El Cacique ejerce sobre todos una autoridad despótica. El Sacer­
dote es la segunda autoridad; los indios prestan á
sus palabras una fe absoluta; su ministerio se re­
duce á cantar, y cuando sueña reúne á la tribu y
entre mil cautos extraños narra su sueño y hace
sus predicciones. El Médico es la tercera autoridad;
su método curativo se reduce á chupar la parte do­
lorida del enfermo, shviendo con harta frecuencia
para ejecutar las venganzas do los indios. Cuando
un vindicativo so presenta al Módico y le manifiesta
sus deseos, ésto hace enfermar y morir al enemigo,
valiéndose para ello de medios que á mí mo pare­
cieron inverosímiles, y de los quo el mismo Manuel
nunca había podido darse cuenta, pues como él decía,
siendo cristiano, nunca pudo creer muchas cosas á
que los indios prestan una fe ciega. Al llegar á
su cabaña, Manuel nos invitó á comer con é l; pero
por varias razones que no son del caso, nos escusamos, invintándole á nuestra vez á que nos acompañara
hasta el Pilcomaym, distante unos 200 m. Mientras
comíamos llegaron dos indios con quienes también
dividimos nuestras provisiones ; uno de ellos, embra­
zando el arco y las flechas, se entretuvo en tirar á pe­
ces para nosotros invisibles; pero que no e.scapaban á
sus certeros disparos. Terminada Ja comida nos des­
pedimos de estos desgraciados, sin que pudiéramos
darles ni una medalla, pues se nos liabían acabado
todas, y nos encaminamos á la Capital encontrándonos
en el camino á varios indios que volvían de Asun
cion do hacer sus compras y realizar sus mercancías
Al cuello de algunos vimos brillar la medalla d
María Auxiliadora, causándonos la consiguiente ale
gría, pues estamos seguros de que Madre tan buena
quo pareco haber cstendido hoy su manto protecto
sobro estos infelices, no ha de permitir que se re
tardo mucho el feliz momento en quo abnegados Mi
sioneros emprendan su cristiana civilización.
El Gobierno por su parte no pondrá obstáculo al
guuo á tan grande empresa; antes por el contrario
tanto el dignísimo Sr. Presidente de la Eepública
General Eguzquiza, como sus Ministros ansian el mo
mentó do emprenderlas.
Sólo falta, amado Padre, quo reguemos al Señor de
la mies que mando celosos operarios á esto vasto campo
do Misiones.
Tennino suplicando á V. K. que se digne bendecir
á la naciente Casa del Paraguay y nos encomiende a
nuestra bnena madre María Auxiliadora, en especíala
quien se repite de V. 1?.
H um ilde tf devoto hijo en J- CA mbrosio M." T vbbiccia , Pbro.
Asimciou, 29 de S etiem bre de 1896.

— 149
r . --5 “* r - r

El Cacique Manuel de la tribu de los Tobas en el Paraguay.

— 150 —
S) _S). 6 ) G i < S i S ) S i f í ) f í i ( S) ®_.<a 6) 6) 5)

~^sr~er~(g~7gr-(e (6 a 'Tg" (g ~(g"i&"~»g~'(g"' es (s ®

MlliVOS VIAJES APOSTOMfiOS
1 >K T^ I L > I O . S i- . O O S X A .M A .O ] V A .

II.

fie la oapilal del Perú á la de fíoíivia
1 ) 0 I^imii í í Xuml>o <lo M orn —E ii líi
lia c ic iu lu do D . O ai’low lí^liUM —A .
d o H i e r l o < lo I ? 1h o o — > l i ‘
N Í011 O lí I < í i i — S n l i d a < lo T*í h c o .

| n los pocos días de nuestra permanen­
cia en Lima, de donde salimos el 9 de
_ jSetiembre, el limo. Sr. Costamagna supo
de tal modo captarse las simpatías de todos, que fué
muy sentida su marclia y muchos señores le aconipañaron liasta el puerto de El Callao. El Sr.
D. Carlos Elias, Presidente de la Union Cató­
lica, se embarcó con nosotros y nos invitó para
(luo visitáramos su hacienda de Hoja-redonda
en Tambo de 3Iora , donde desembarcamos la
)nañana siguiente.
Erente á Tambo de Mora el Pacífico forma
un pequeño golfo, en el que las olas se'agitan
de tal manera, que ofrecen no pocos peligros á
los navegantes, si bien nosotros pudimos atra­
vesarlo con toda felicidad. Apenas desembarca­
mos nos dirigimos á caballo á la hacienda del
Sr. Elias, el que es muy estimado y tenido por
estos habitantes como el Padre de los pobres.
La liacienda tiene unos 1000 habitantes, divi­
didos en familias, los cuales cultivan y hacen
prosperar estas tierras. 3‘U Sr. Elias H fundado
á sus expensas una escuela de niños de ambos
sexos, la cual desea entregar pronto ú los Salesianos, pjr cuya razón quiso que el limo. Sr.
(’ostamagna visitara estos parajes. Dicho Sr. está
animado do los mejores sentimientos y dispuesto
á fabricar la iglesia y cuant-os edificios sean ne­
cesarios para que en su día sea toda la hacien­
da de los hijos de D. Hosco. ¡ Noble desprendi­
miento de un corazón verdaderamente católico!
Aquí nos paramos 2 dias, durante los cuales S. S.
lima, corfirmó á 200 y administró la primera
comunión á fiO niños y niñas de la escuela.
Acompañados del Sr. Elias y de varios de sus
colonos, atrevesamos el desierto que separa áÍío ja-rcdonda de Pisco. Este^desierto es una gran
llanura cubierta de arena, que los grandes hura­
canes amontonan formando una larga serie de
colinas sobre las cuales so ven grandes cruces

que señalan la muerte de algunos infelices pa­
sajeros asesinados por los malhechores que infes­
tan toda la llanura. Ante una de estas cruces,
la del centro, arde una lamparilla todas las no­
ches, la cual se mantiene con las limosnas que
los buenos cristianos de estos alrededores suelen
dejar siempre que pasan cerca de ella y que re­
coge una mujer para comprar el aceite que ha
de arder en sufragio de las almas del purgatorio.
Pisco, que es uno de los puertos más impor­
tantes del Perú, está situado en el archipiélago
de Chinea, y debe su nombre al gran número
de alcatraces (pelicanos) que por todas partes se
encuentran y que el vulgo llama piscos. Tenía­
mos fijada nuestra partida para el mismo día;
pero la divina Providencia hizo que las cosas su­
cedieran de otra manera para bien de las al­
mas, pues por falta de buque tuvimos que re­
tardar nuestro viaje. Con el eficaz auxilio de los
RE. PP. Franciscanos Descalzos, que cordial­
mente nos recibieron en su casa, S. S. lima,
pudo confirmar unas 2000 personas, dirigiéndose
después á lea, que da su nombre á la provincia,
de la que es capital, para acceder á la invita­
ción de dichos PP. El nombre de Jca lo toma
de sus antiguos habitantes los incas de los que
se ven todavía algunos vestigios. La ciudad es
bastante regular y cuenta con 11.000 habitantes,
de los cuales son una verdadera providencia los
RR, PP. Franciscanos, que con sus continuas
misiones dentro y fuera de la capital, mantie­
nen siempre vivo el fuego sacrosanto de la fe.
En lea nos detuvimos 9 días dando misiones y
recogiendo abundante fruto, pues la mies estaba
ya en sazón. S. lima, confirraó á más de 11.000
personas, que acudieron de toda la provincia, y
el día de nuestra marcha se nos hizo una entu­
siasta y conmovedora despedida.
De vuelta en Pisco, S. Urna, dió de mieA’o la
Confirmación en el Colegio de los PP. Francis­
canos, y el Sr. Provetti, de Fossano (Italia), an­
tiguo alumno del limo. Sr. Costamagna en Lanzo,
nos obsequió con una espléndida comida y nos acompañó después á bordo, dejándonos una gene­
rosa oferta para nuestras Misiones.
K q IVlolloiido y js5ii« í»li‘o<lcfloi*es —
Xj Os iiirios <lc X*uiitn—
Ave<iui|>a —
K n ol
<S is la ele T i t i c a c a —Baii*1>nra co.«stiiiiil>i*e — X.ilcg'acla íí L a

Después de 21 horas llegamos á Moliendo
donde fuimos recibidos con gran cordialidad por
las autoridades y el pueblo, pn el que S. S. ad­
ministró 300 Confirmaciones. Pasamos después
al vecindario de Tambo, donde nos encontramos
con dos Misioneros Franciscanos de Arequipa,
los cuales anidaron á S. Urna, en la Confirmación.

— 151 -

tanto en este pueblo como en la vecina Parro­
quia de Cocachacra en la que fuimos recibidos
con alegres fiestas y arcos triunfales. Salimos en
s ^ d a para Punta, pueblo de 200 almas, que
carecen de Sacerdote, en el que nos esperaba una
agradable sorpresa. Pasado el río que fecunda el
extenso valle que hay próximo al pueblo y lle­
gados á la fracción llamada Pampilla, nos vi­
mos venir una gran turba de niños y niñas acompafiados de sus respectivos maestros. S. S.
los recibió con los brazos abiertos y conmovido
les distribuyó medallas de María Auxiliadora, des­
pués do lo cual ellos se despidieron para anun­
ciar al pueblo la llegada del Obispo, que fue
recibido con grandes muestras de júbilo y que
pasó confirmando todo el día siguiente.
En la estación de Tambo nos encontramos á
nuestro regreso con buen número de personas que
esperaban á S- lima. p‘ara ser confirmadas, lo
cual él hizo al aire libre, apesar de la lluvia,
admirado de la piedad de aquellas pobres gen­
tes y del sacrificio que hacían, pues lloviendo y
ya de noche tenían que volverse á sus casas, dis­
tantes algunas de ellas varios kilómetros. Al
día siguiente salimos para Arequipa, adminis­
trando la Confirmación en la estación de Cocliendo y de Víctor. Desde el tren vimos el vol­
cán Mistí ó Coropuna, cuya altura es de 5,600
ra. sobre el nivel del mar, llegando al anochecer
á Arequipa, donde nos esperaban las autoridades,
que nos colmaron de atenciones. S. S. trató de la
fundación de una Casa Salesiana; administró gran
número de confirmaciones, y el 4 de Octubre abandonamos a Arequipa con el ánimo lleno de
alegría. El Gobernador, Sr. Romagua, buen ca­
tólico y digno alumno de los PP. Jesuítas de
Londres, nos acompañó hasta la estación prece­
dente á Crucero alto, donde se despidió de nos­
otros, poniendo á nuestra disposición su wagón
hasta Puno, ciudad situada en la orilla Norte
del lago Titicaca, á la que llegamos á las 7 de
la noche. El limo. Sr. D. Ismael Puii-redón, 0bispo de dicha ciudad, nos esperaba en la es­
tación y nos ofreció su generosa Iiospitalidad. y
á la mañana siguiente, á bordo del vapor Coya,
atravesamos el histórico lago de Titicaca que
36 encuentra á 3.824 m. sobre el nivel del mar
T tiene un área de 8.331 km.’ La tranquilidad
dé sus aguas y la limpidez del cielo nos hicie­
ron disfrutar de hermosos panoramas. Al empea r la navegación, en las orillas cenagosas del
lago, distinguimos la famosa hierba totoea ó es­
padaña con la que los indios fabrican sus bar­
ras; más adelante, entre las muchas islas del lago,
fimos una destinada á los prisioneros de guerra
del Perú; y cuando el sol tocaba al ocaso abor­
damos á la de Titicaca, famosa en la historia
del Perú, porque de ella se cree que salió Manco

Cdpac para conquistarle y establecer su dinas­
tía. En esta isla se ven todavía las ruinas del
templo del sol, y otros importantes monumentos.
Al alborear del día siguiente entramos en el puerto
Perez del pueblo de Chililaya; bajamos á tierra
y nos dirigimos á la iglesia, donde S. S. lima,
confirmó á muchos indios.
Estos infelices están en continua guerra con
los indios Igachi, por cuya razón se roban mu­
tuamente vacas, cerdos, ovejas, mujeres y niños;
se incendian sus cabañas y tienen frecuentes en­
cuentros, no ya con el arco y las Hechas, sino
con fusiles.
Llevados del odio y de la venganza, han es­
tablecido una bárbara costumbre, cual es la do
comerse á los vencidos y después enseñar los
huesos pelados al enemigo en señal de triunfo.
¡ Triste es pensar que tan bárbara costumbre
existe todavía después de cuatro siglos do civiliza­
ción y casi á las puertas de las grandes ciudades!
Al día siguiente tomamos un coche y nos di­
rigimos á La Paz. Cerca de la gran cuesta que
hay que bajar para llegar á ella, el cochero se
detuvo é intentó romper con su látigo un pu­
chero que casi oculto estaba en medio del camino.
áQué es eso?, preguntó S. S. al teólogo Sr.
Chaves, que nos había salido al encuentro. Bru­
jerías de los indios, respondió él; y nos explicó
que éstos cuando creen haber recibido una injuria
de otro, especialmente si es hlanco, meten en
un puchero lana teñida, liuesos, pelos, figuras do
papel, trapos, frutas y algunas monedas, para
despertar á los demás el deseo de tomar aque­
llas reliquias; hecho esto, ponen el puchero en
el camino por donde ha de pasar su enemigo
para que éste lo tome y quede embrujado.
La gente sensata se ríe de estas supercherías;
pero los indios están de tal manera persuadidos
de su eficacia, que cuando entre ellos reina al­
guna enfermedad contagiosa frotan en el cuerpo
del enfermo las monedas del puchero para co­
municar la enfermedad á su enemigo. En esta
conversación llegamos sin darnos cuenta á La
Paz, donde se nos hizo un recibimiento no in­
ferior á los que tributaron al limo. Sr. Costamagna cuando por primera vez llegó aquí para fun­
dar nuestra Casa, que, gracias á Dios, prospera
que es una bendición.
Hasta otra se despide de V. K.
Su humilde y obediente hijo en J. C.
A ntonio Sani, Pbro.
L a P a r, 15 de O ctu b re de 1896.



------

— 152 Auxiliadora, cuyas gracias leía en el £oleti%y
mandé rezarla su novena, y héme aquí bueao
y sano á pesar de mi avanzada edad.
S abas G a rcía B e ta n co u et .
Méjico, 13 de O ctubre de 1896.

M a r í a A u x i l i a d o r a m i ú n ic a
esp eran za.

• 0xvr<=rjflr^ • '

DEMARIAADHLIADORA,
G r a c ia e x t r a o r d i n a r i a

de

U fa r ia

A u x i li a d o r a .

Mi hijo Jímiliano, do 3.3 anos de edad, se
hallaba sentado (i iin lado de su casa en la
Hacienda de Trojes, Estado do Michoacán,
ol 2 de Octubre de 1895, íi las 10 de la no­
che, cuando unos jóvenes jugando con una
pistola de calibre 45 cargadacon bala, dejaron
escapar el tiro que lo liirió en la mejilla
izquierda detríia de la oreja, atravesando la
bala toda la cabeza y saliendo por debajo
del ojo derecho, <lestrozando íi su paso el
pómulo derecho. Yo que estaba aquí, en la
capital de la República, atendiendo á mis
negocios, recibí un telegrama el día 3, á las
8 de la noche, en el que mi familia me anunciaba que mi hijo estaba g ra v e , sin
decirme de quó. Inmediatamente lo enco­
mendó íl María Auxiliadora, prometiéndola
hacer celebrar una Misa en su honor y co­
operar en lo posible ú la Obra Salesiana,
como Decurión que soy de los Cooperado­
res; y apenas salió el tren, salí yo para mi
casa en Santiago de Zamora y desde donde
me dirigí á caballo con parte de mi fami­
lia y otro hijo mío, Sacerdote, ílura P árro­
co de dicho pueblo, á la H acienda, te ­
niendo que hacer cinco días de camino para
llegar. Pero ¡ cuál no fuó mi asombro y mi
gozo al ver á mi querido hijo Emiliano sen­
tado en una silla y con la herida ya casi
cicatrizada, levantarsey echarse en nuestros
brazos!
Todos los módicos y cirujanos que habían
visto la terrible herida, declararon que sin
intervención extraordinaria del Poder Divino
no se podría explicar esta curación, que se
mantiene perfectamente hasta la fecha.
iGracias mil sean dadas á nuestra buena
■Madre María Sma. Auxiliadora de los Cris­
tianos! Declaro también que yo padecía
desde el nfio 1872 un catarro que se podía
llamar crónico y que me atormentaba desde
los primeros días de Julio hasta el mes de
IToviembre, dándome tanta ansia que á
veces tenía que apoyarme en dos personas
para poder andi\r, y algunas noches no po­
día dormir. Después de hal>er consultado inú­
tilmente muchos médicos, y haber sufrido
12 años, puse toda mi eóntianza en María

Hacía ya tiempo que mi sobrina, Sara del
Carmen Burgos, sufría de una enfermedad
iil corazón cuyo terrible mal solía acometerla
por la noche con peligro de que muriese so­
focada. Grande era el dolor y angustia de
la familia, la cual alarmábase y pasaba en
vela cada vez que la venían los ataques.
Por fortuna, acordándome yo de las muchas
y milagrosas curaciones obtenidas por inter­
cesión de María Auxiliadora, le prometí una
pequeña limosna si me concedía la gracia
que le pedía. Hecha mi petición, al cabo de
ocho días la enfermedad fué desapareciendo.
A hora repito, pero no como antes, que la
Madre de Dios, dispensadora de gracias, no
cesa de manifestar de un modo extraordina­
rio, cuánto se complace en oir las súplicas
y votos de las personas que con viva fe la
invocan bajo el título de Auxilio de los
Cristianos. Gracias á María.
R o saeio B ttegos.
C h illá n (C hile), 13 de O ctubre de 1896.

M a r í a A u x i l i a d o r a d e v u e lv e la
v id a á m i h e r m a n a .

Desde hace varios anos hallábase enferma
mi hermana. Al principio de este mes em­
peoró de tal manera, que los médicos, después
de haberla operado tres veces, no hallando
remedio alguno á que acudir, la declararon
perdida. La familia estaba desolada y lloraba
amargamente. E n tan extremo dolor, feliz­
mente yo me acordé de los innumerables
prodigios que M aría Auxiliadora concede á
sus devotos, y animada de la más firme con­
fianza, me dirigí á E lla con toda la efusión
de mi alma, y le prometí, ai mi hermana
sanaba, mandar una ofrenda á su Santuario
de Tarín. Desde este momento la enferma
empezó á mejorar, y no tardó en recobrar
bien pronto la salud completa, y no ha te­
nido después la menor recaída. — Adjunto 15
ptas. y deseo que esta gracia se publique
en
Boletín Salesiano para la mayor gloria
de Dios y aumento en los fieles de la devoción
á esta buena Madre. ¡V iva María!
J o s e f a L o jo t a .
T.as P ie d ra s (U rngnaj-), 29 de O ctu b re de 1896.

C o iis o la t r ix

affiictoi'uni.

Un Indio del llano de los Chillos mani­
fiesta su inmensa gratitud á María Auxilia­
dora, porque « rogando á María, libró de

— 153 —

machas desgracias en un saque de papitas;
pero antes siempre muriendo bestias. Ahora
en agradecimiento ofreciendo dos costales de
papas.
> Otro día^ mis hijitos yendo á feria con
tres caballos, soldados yendo á pelear quitó
fiaballos. Yo manda hijitos diciendo: Mama
Yirgen, tú devolviendo mis hijos y bestias.
María ca devolvió todo.
> Por esto siempre rogando todo día mama
Yirgen bendición. »
F e lt s T allaquini , Pbro.
Chillos (E cuador), 15 de A gosto de 1896.

S a lu s in tirm opu m .

Dos años hacía que se me había encarnado
una liña en el pió izquierdo, y en los ú lti­
mos días del pasado Diciembre se me hinchó
lausáiidome bastante dolor.
lío quise consultar al médico, porque te ­
mía una operación, y resolví recurrir á María.
Hice una novena y al último día ya no sentía
la más pequeña molestia.
Otras dos gracias no menos im portantes
me concedió María en menos de un mes. lío
sé agradeeéserlo mejor que consagrando toda
mi vida á propagar su culto y proclamar
sus glorias.
Si, oh María, tuyo soy y justo es que por
lí emplee el resto de mis días.
B. M. V id a l , Saleaiano.

oferta p a ra la ig le sia q u e se la construye. — Leocadio
Rivera, d e Amecameca, d a 5 pesos p a ra la coustruooion
de d ich a ig le sia , por g ra c ia recib id a . — R . E . <?., de
S alón (F ra n c ia ), p o r h ab erse v is to lib re de n u te rri­
b le m a l d e m uelas. — Angela M , Icaza, de Méjico,
p o r dos g racias recib id as. — R ota Ellerman, de X.,
m an d a 5 p ta s . p o r v a ria s gracias o b te n id a s en fav o r
de a le o n a s a m i g ^ su y as. — Cecilia Pimetitel, R ota
GarcM, Eusebia Pérez, Petra Jileireles de Sosa, Benigna
de Otero y Filomena de Carballo, to d a s ellas de Yarlta g a a (V enezuela), por g ran d es y esiwoiales favores
recibidos, y m an d an n n a lim osna. — líorírHsfo (htolaza, de S in alo a (M éjico) m an d a 5 pesos. — Dolores
Peña, de Id . m an d a 1,35 ps. — íViVneia Montoga, do Id .,
m an d a 1 peso. — Ita u ra Peña, de Id . a g rad ecid a á
M aría A u s. que la dev o lv ió la salud, m anda u n a noquüHa lim osna. — Hermanai N . 21., de Méjico, p o r h a ­
b e r obten id o la v u e lta a l b u en oam ino de un p a rie n ­
te suyo. “ 3f. 7>. de Af., de liareelonn, U n devoto
de S. José, T o m ís Siínchoz, de T opas (S alam anca),
A ngelina M aterón, de liu g a (Colom bia), Alfonso Vllla g ré u y H eras, P b ro .. d e M éjico, Jo sé Solar, do P u e ­
b la (Méjico), Josefina V elaaco de D iaz R ubín, de Id .,
M aría É . R. de B enítez, de C orrientes (A rgentina),
E iicaru scio n S p ald ín de E sco b ar, de Id ., María N., de
M éjico, J u a n a C arón de T orre, de H nelvo, C a rlo ta N.,
do G o ad alajara (M ^ ico ), P . C. de B., de B arcelona
y F . C. H .. de V alverde d el Cam ino, cuyas relaciones
de acción de g ra c ia s la s publicarem os & su debido
tiem po.

Boma, D b te. de 1896.

G r a c ia s á M a r i a A u x i li a d o r a

Encontrándose mi padre gravemente en­
fermo de cólico y viendo que eran vanos los
varios medicamentos que se le aplicaron,
recurrí á María Santísima Auxiliadora pi'liéiidole el alivio de mi padre y prometién­
dole que si me concedía tan distinguido é
inmerecido favor lo publicaría en el Boletín
^alesiano', habiéndolo obtenido, doy las más
expresivas gracias á tan piadosa y amorosa
Madre que se dignó oirme y concederme la
giacia que le pedí.
J osé S olar .
P uebla (M éjico). 6 de Mayo de 1896.

Dan también gracias á María A uxilia­
dora :
M. T. de B ., d e S a n tan d er, p o r n a fa v o r recib id o , y
^vía nna lim osna á en C a p illa d e l O ra to rio de D.
— J . R. j R. L., d e Méjico, ag rad ecen á Ma^ A nr. en p ru n ta cn racio n de p elig ro sa enferm e­
dad. — P . i f . L., de Id ., grav em en te enferm a de he^ n a g i a re*ó la novena de M aría A n i., y a l séptim o
'>h estaba co rad a. — Un Cooperador, de Id ., escribe:
'.Estando n a hijo mío m n y g ra v e de conv alslo n es
esperanza d e a liv io , lo encom endé á M aría A nx.,
" pose s n im agen á mo cabecera, y á lo s tocos d ias
^ h a com pletam ente aliv iad o . — Dolare» D. JSarroíO,
d* Id-, da gracias á M aría A n r. por v ario s favores qne
8n in tercesió n 1* h a n sid o concedidos; y espera
m acha fe se g n ir recibien d o so s g racias. — Un
***•» de Id ., por h a b e rse corado después de h acer la
iSTsna £ M aría A nx. E l m ism o fo é á e n tre g a r n n a

B rillantísim a h a sido la ’ conferencia dada en
Cremona por el R. Sr. Vallega en favor de nues­
tro orfanotrofio de Belén.
De los razonados pensam ientos y peregrina*
im ágenes de su elocuente discurso, dedujo la con­
veniencia y transcendental im portancia dul orfa­
notrofio Salesiano en Belén frente al que los pro­
te sta n tes tienen allí erigido, para el sosteniiiiiento
del cual, una sola señora in g lesase comprometió
á m antener á sus expensas á mil niños con la con­
dición expresa de qne se eduquen en la secta
luterana.
Ocioso es decir que el religioso auditorio que
escuchó ta l hecho, se conmovió profundam ente y
correspondió con sum a generosidad á la apre­
m ian te invitación que el orador dirigió á su reco­
nocida caridad.
Nosotros hacemos constar nuestro agradecim iento
á las num erosas personas que con sus limosnas
h an contribuido á aliv iar en algo la apurada si­
tuación de que! orfanotrofio, que de esta m anera
podrá recib ir m ayor núm ero de niños Armenos,
escapados del sanguinario furor de los Turcos, y
excitamos á todos nuestros benem éritos Cooperar
dores á contribuir generosam ente á este mismo ñn.

— 154 —
MAliTA.
Bajo la presIdeDcia del Excmo. y Rvdmo. Sr.
Arzobispo de M alta, ó iniciada por el lim o. Sr.
L uis F arru ^ia, D irector regional de loe Coopera­
dores Salesianos de aquella isla , se díó el 29 del
pasado Marzo la prim era Conferencia Salesiana
a la qne asistieron todas las em inencias eclesiás­
ticas y num eroso concnrso de todas las clases
sociales.
E l lim o. Sr. F arro g ia dió comienzo al acto con
n n laborioso discurso perfilando en este, con todo
el colorido de su poética y elocuente f r a s e , la
evangélica v id a del inm ortal D. Bosco y el pro­
digioso e m p u je , que merced al constante apoyo
de María A uxiliadora, le han dado sus hijos.
Lo sucedieron en la trib u n a varios oradores que
dem ostraron m agistralm ente la necesidad de la
Obra Salesinna y el bien grande qno ella repor­
ta ría á M alta como poderoso dique á los rudos
ataques que la im piedad
‘ idt dirige á la clase deshe­
redada.
Finalizó acto tan solemne con la lectura de una
carta de nuestro amado Superior D. Rúa dirigida
á h)S Cooperadores Salesianos, y con la bendición
del Excmo. Sr. Arzobispo, que dIÓ sus plácemes á
todos.

n m

u

A R G EN TIN A

(ñ n m h ).

B e n d ic ió n de l a p r im e r a p ie d ra de
u n a n u e v a C a s a S a le s ia n a .
El día 12 de A bril bendijo el lim o. Sr. Obispo
de Pinerolo la prim era piedra del In stitu to Salesiano quo á expensas del benem érito Sr. D . Felipe
Minoia so b a empezado á construir en Perosa
A rgentina.
El terreno donado se bailaba caprichosam ente
embellecido con artísticos pabellones y elegante
dosel presidencial p ara el lim o. Prelado. Asistió
á la cerem onia el clero, las autoridades locales y
numeroso pueblo, y como representantes del R.
Sr. D. Rúa, D. Luis R occa, Ecónomo General
de n uestra P ía Sociedad y el Vicario G eneral de
las H ijas de M aría Auxiliadora, D. Ju an Marenco.
Tam bién asistió la Sohola Cautotiim de nuestro
Oratorio de Turín.
El Sr. Cura Párroco local, D. José Paolasso, con
sencilla y clara palabra explicó el origen y fin
rim ordial del incipiente edificio, sucediéndole el
Imo. Sr. Obispo, el cual hizo una fervorosa exhor­
tación para im plorar bendiciones del Cielo y ayuda
de las personas piadosas.
Acto seguido se dió la bendición con S. D. M.,
con lo que term inó tan solemne ceremonia.

f

mm\x
B u p e re g rin a c ió n á la V irg e n
de S. L u c a s.
Los 500 jóvenes que asisten a l Oratorio festivo de
Bolonia o r^ n iz a ro n el últim o domingo de Marzo
u na peregrinación al santuario de K tra. Sra. de
S. Lucas, ^ r a im plorar el eficaz y poderoso au­
xilio de la V irgen sm a. en favor del Oratorio fes­

tivo y del nuevo In stitu to Salesiano que se erige
en aquella católica ciudad.
El fervor, la piedad y el buen orden de aque­
llos jóvenes p e re ^ in o s al pasar por las calles de
la ciudad conmovieron profundam ente á loa tran­
seúntes y sirvieron de no poca edificación.
De esperar es que las fervorosas plegarias de
tan tas almas inocentes consigan el apetecido re­
sultado.

8ALBTTB (Gatania)
O ra to rio fe s tiv o « L e d u X III.»
Escribe un Cooperador del Oratorio festivo de
Saictte, dando cuenta de la inusitada pompa con qne
este año se ha celebrado la festividad de San José.
Numerosos hnn sido los niños y personas mayores
de ambos sexos que se acercaron á la sagrada
Mesa para recibir el Pan de los fuertes, en tanto
que se entonaban melodiosos cantos.
L a fiesta foé presidida por el R. Sr. Inspector
de las Casas Snlesianas de Sicilia, y en el míEino
día se inauguró la Compañía de S. José, que es
lo sncesivo ba de servir de poderoso estímulo á
los jóvenes para la mayor asiduidad al Oratoriov
la im itación de las grandes virtudes que en el
Santo P atriarca resplandecieron.
Hacemos los m ás ardientes votos para que eet.-i
compañía, la del Smo. Sacram ento y la de S.
L uis Gonzaga, se establezcan en todos los Orítorios festivos donde aun no estuvieren, pues e*
muy grande la influencia que sobre los niños ejercen, y extraordinarios los ñ u to s que producen.
rv . XV...y\ X \ X \ X \ X \ X V / > X \ X \ XV- XV
--\x \x~ vx vx vx \x \ y vx \x

Píins-MBNILMGNTANT
P r e m io á l a v irtu d .
De los cuatro premios, dos de 700 y dos de5W
ptns., que las Conferencias de S. Vicente de Paol
reparten anualm ente entre los catorce Pntronatop
que sostienen en París, h a sido adjudicado el
prim ero de ellos al inteligente mecánico y anti­
guo alumno del P atronato Salesiano de Paris-^i
nUmontant, Emilio Dnrand.
El Presidente General de los Patronatos, Sr.
D nley-H arispebizo la entrega solemne del premio,
felicitando en entusiasta alooncion á la familú
del laborioso Emilio, á qnien Dios h a recompen­
sado dándole una esposa caritativa y vi)tuoe»
como é l .
Desde los prim eros instantes de so admisión *1
P a tro n a to , sirvió Emilio D nrand de ejemplar en
la v irtu d y en el trabajo, cualidades que le mere­
cieron de la Comisión arzobispal nn certificad”
de instrucción religiosa superior con mención benorífica.
N uestra más cordial enhorabuena al P a tro o n to
Salesiano de París-M enilm ontant y muy partícnlarm ente al honrado obrero.

-6X-S;

J

I

P
— 15o —

MARfiKLLA
A ntigfuos A lu m n o s.
Con samo placer vemos el increm ento que cada
día van tom ando, donde quiera qne existe nna
Casa Salesiana, las Asociaciones de A ntiguos A Umnos.
La establecida con este nom bre en Marsella, que
cnenta á penas n n año de existencia, acaba de
dar nna elocuente prueba del arraigo que va to­
mando en aquella populosa ciudad, en la segunda
reunión que celebró ñltim am ente, en la que reinó
la más grande cordialidad, y en el reciente Con^eso Católico de la Juventud^ en el que tomó una
importante parte.
Conocidos como son de todos los beneñcios que
reporta esta Sociedad, basada en los estrechos laMB de la gratitu d y del compañerismo, nos lim i­
tamos á recom endar su propagación, esperando
verla pronto establecida en todas nuestras Casas.

LILA.
N e c e s id a d de u n a C ap illa.
Las Hijas de M aría Auxiliadora establecidas en
Lila ejercen u n a acción cada vez m ás saludable
en favor de las niñas con su Oratorio festivo,
preservándolas de la seducción y del vicio que
por todas p artes las rodean. En la distribución de
premios celebrada últim am ente se ha podido cons­
tatar la verdad de este aserto, pues son tan tas
las niñas que frecuentan el Oratorio y las clases
de religión, que ya no cAben en la pequeña ca­
pilla. Por este m otivo las Herm anas, que no pue­
den menos de v e r con dolor In inacción forzosa á
que dicha estrechez las condena, han concebido
el proyecto de ag ran d ar la casa y especialm ente
la Capilla, p ara poder de este modo hacer esten8ÍTo el bien á mayor nám ero de niñas, esperando
confiadamente que la divina Providencia no ha
de dejar de m andarlas los recursos que necesitan
para realizar tan beneficioso proyecto.
ATIrirt/vn rL rv u v n jw v n jw i/V -/u w x rt

SKYÍLLA
La fie s ta de S. F r a n c is c o de S a le s.
Sr. D irec to r d e l Boletín Salesiano.
Carísimo H erm ano: Creo que será cosa g ra ta
ra V. el publicar en el Boletín Salesiano a l a n o s
tos referentes á los cultos con que los Salesianos
y Cooperadores de Sevilla honram os á nuestro ín ­
clito Patrón San Francisco de Sales.
La novena qne hicimos como preparación á la
fiesta, empezó el día 6 de Febrero, revistiendo el
ttsyor esp len d o r; en ella predicó todas las noches
Muestro respetable Sr. D ire c to r, presentando á
muestra consideración en diferentes ocasiones la

S

gravedad del pecado y sus malas consecuencias,
y al mismo tiempo trató de su remedio eficaz, que
consiste en recibir á menudo, con las disposiciones
debidas, los Sacramentos de la P enitencia y Co­
munión.
L a Im agen del melifluo Doctor, colocada en el
a lta r mayor y rodeada de infinidad de lucos, atraía
á cuantos la contemplaban. Las voces argentinas
de nuestros niños, que resonaban con sublimo ma­
je sta d bajo las bóvedas de este grandioso templo,
nos llenaban de santa efusión y entusiasmo, y todo
aquel adm irable conjunto contribuía á que la her­
mosa función resultara m ás solemne é imponente.
Jam ás se borrarán de nuestra alma las gratas
im presiones que experimentamos el día 14 en qnc
celebramos la fiesta del santo Obispo de Ginebra.
Kos cupo la dicha y satisfacción do tenor entro
nosotros á nuestros amados Siiperiores el Sr. Dr.
D. Francisco C errnti, Miembro dol Capítulo Supe­
rior, y ol Sr. D. Felipe M." Rinaldi, luspcctor de
los Salesianos en España.
A las ocho do la m añana so dijo la m isa de
Comunidad, qne celebró el ya citado Sr. D. Cerruti,
y en la cual distribuyó la Sagrada Cmmmion á
un sin núm ero de niños extornos 6 internos, los
que, regenerados de antem ano con la v irtud <lo
la Penitencia, acudían presurosos á Tccibir el Pan
de los Angeles con tal compostura, devoción y re ­
cogimiento, qne cansaban la admiración de cuan­
to s contem plaban aquel hermoso espectáculo.
L a Misa solemne empezó -á las diez y m edia:
la cantó nuestro dignísimo Inspector, Sr. D. Ri­
naldi. Los niños interpretaron con gran perfección
los Kiries y Gloria de la Misa de María Auxilia­
dora del limo. Sr. Cagliero y el majestuoso Oredo
Romano en canto Gregoriano. E l panegírico de
nuestro excelso Patrón estuvo á cargo del en tu ­
siasta Cooperador Salesiano el muy R. Sr. D. An­
tonio Romero, Cura Propio de DoB-Hermanas, el
cual, con la elocuencia que lo distingue, puso ante
n u estra consideración las heróicns virtudes de
nuestro S a n to , encareciendo al mismo tiem po la
necesidad de la Obra de Don Rosco p a ra rem e­
diar el estado deplorable en que desgrncindamcuto
se encuentra hoy día la clase obrera.
A los dos y m edia aproxim adam ento do la
ta rd e entraba en nuestra casa el Exrmo. y Rdmo.
Sr. Arzobispo, Dr. D. Marcelo .S[)ínola y M estro,
que venía para asistir á la conferencia que iba
a darse á nuestros benem éritos Conperauores; á
su en trad a las bandas in tern a y externa lo salu­
daron con los armoniosos acordes do la Marcha
Real, m ientras nuestros huerfnnitos y todos nos
apresurábam os á tener la dicha de besar «1 anillo
del que es nuestro Padre bondadoso y celoso Pas­
tor.
A la hora anunciada empezó la conferencia,
dando principio á tan solemne acto nn tierno y
afectüoso saludo que nuestro amadísimo D. Cerruti dirigió al Exemo. Prelado y á los Sres. Coo­
peradores, que atendiendo á las invitaciones que
con anticipación se les habían mandado, acudieron
guBtosoe á tan im ponente manifestación. Acto se­
guido. subióal pulpito el distinguido orador sagrado
M. I. Sr. D. J o ^ Roca y Ponsa, M agistral de esta S.
I- C. y entusiasta adm iradordela Obra Salesiana, pa­
ra dirigir su autorizada palabra á la distinguida con­
currencia. Después de habernos descrito á grandes
rasgos los m aravillosos adelantos de la C o o ^ e ^ clon Salesiana y el estado moral de la sociedad
presente, exhortó con palabras llenas de santo celo
al católico anditorio para que se anim ara á coo­
p e rar y a m aterial y a espiritnalm ente en favor

5

— 156 —
<le mía institución tan laudable y necesaria en
nuestros tiempos, y describió con frases verdade­
ram ente inspirada» las fatigas del Misionero Salesiano en convertir á los salvajes qne viven en la
más completa ignorancia y corrupción. Term inó
tan inolvidable hincion con la bendición de S. D. M.
P or la noche se quem aron varios fuegos artifi­
ciales do faliricacioti Salesiana, y nuestro impro­
visado pirotécnico nos entretuvo y divirtió admii’ablomento. Después nuestros niños internos ob­
sequiaron ni Reverendísimo Sr. D. Cerruti con una
liormosa función draniAtica, y los actores, en el
desempeño de sus respectivos papeles, cosecharon
ontusiastns aplrusos.
lio aquí como pasamos el día do nuestro excelso
P atrono San Francisco de Sales. Quiera Dios y
M aría Auxiliadora (¡uo en los años sucesivos po­
damos cole.brnr esta fiesta con la misma alegría
y con mayor esplendor si cabo. P ida al mismo
tiempo para que vaya prosperando cada vez mós
la Obra do Don Rosco en Sevilla p ara bien de
tantos niños (jue andan vagando por estas calles
víctim as do la m aldad y corrupción.
Lo saludo cariñosamente y me repito suyo
Afino. S. S. y h.° in C. J .
U. C. S.
Sevilla, 25 ile Marzo do 1807.

C olegio S a le s ia n o de S. J o s é .
De E l I>Íario Catalán del 21 del p. p. Marzo
tmnnmos el siguiente suelto:
« La fiesta ílo S. José fué celebrada con toda
solemnidad en el In stitu to Salesiano de Hostafranclis. Numerosísima fuó la Comunión general
4*11 la que tomaron p arte todos los alumnos de a(|Uella Casa y maullos vecinos do ambos sexos.
K1 oficio corrió A cargo de la Escolanía del Co­
legio acompañado por la banda Obrera de San
•losé, dirigida por ei joven y experto profesor D.
Pablo Plans, ejecutándose u na preciosa misa del
m aestro Falcotmra.
■ Predicó el D irector de la Casa, R. P . A nto­
nio Aimo, tom ando por tem a do su discin-so los
dolores y gozos del bienaventurado P atriarca y
haciendo sobre el misnm práotiena aplicaciones á
la villa de la elaso trabajadora.
» Por la ta n le , después do la bendición aolem110 con S. D. iM., repartióronso á li>s 600 alum ­
nos naranjas coateailaa por una caritativ a señora,
y luogi> pasaron todos tos presentes al sabVu ilel
teatro, en el que mía compañía ile jiívenes aficio­
nados representaron con toda perfección el dram a
liO port d« saU'nció, distiuguióiulose el que repre­
sentaba el papel de « Joan ». cuyo nom bre sen­
tim os ignorar. F.l mismo repr«*sent6 el conocido
monólogo I/os héroea dW Jíruch, cosechando una
salva de aplausos.
» No ilebemos olvidar la arrib a indicada b a n ­
da Obrera de San José, que á miis de acom pa­
ñ a r el oficio, |>or la tixrde dió un hermoso con­
cierto en el patio d el establecim iento y amenizó
la función te a tra l, tocando con mucha afinación
algunas piezivs de m uy difícil ejecución.
» La num erosa concurrencia quedó m uy satisfe­
cha, y lo mismo han de estar los Padri'S Salesianos por el feliz resultado de sus trabajos en
favor de la clase obrera. »

P r im e r a C o m u n ió n .
E l mismo Diario Catalán, publicaba en su nú­
mero del 27 de Abril este otro suelto, referente
tam bién á la misma Casa Salesiana de S. José:
« El acto de la prim era comunión es siempre
im portante y conmovedor, m as cuando los que
realizan este acto, que ta n ta trascendencia tiene
en la vida del hombre, son pobres jóvenes arran­
cados del vicio y de la perdición, su impor­
tancia sube de punto y llega á conmover ann á
los corazones más indiferentes.
» Invitados por el R. P. Antonio Aime, Direc­
to r del Institu to Salesiano de Hostafranchs, asis­
tim os ayer á la prim era Comunión que se re­
partió en la Capilla pública de aquella benéfica
casa. Eran unos cuarenta los jóvenes que por vez
prim era acercábanse á la Mesa Eucarística. Ma­
chos de ellos eran de m ayor edad j y sus pobres
blusas, sus caras ennegrecidas, sus manos enca­
llecidas. indicaban el pobre aprendiz, qne para
prepararse dignam ente á tan sublim e acto había
sacrificado las horas del descanso y de la expan­
sión que su edad y su trab ajo exigen.
» V erdaderam ente adm irable é r a la devoción y
el recogim iento con que se acercaban á la sagrada
Mesa; devoción y i’ecogiraiento m ás propios de
fervorosos novicios que de jóvenes obreros.
» Según nos manifestó el señor D irector de aquella Casa, es la segunda vez qne durante este
año se repartiólapriineracom union, y qne actual­
m ente están ya preparando o tra ta n d a que no
será menos numerosa que las anteriores. Felicita­
mos á los Salesianos.por el bien qne están haciendo
entre las clases trabajadoras de aquellas pobres
barriadas, y á los Bienhechores de una Obra que
sin dnila está llam ada á ser un factor im portante
en la regeneración social ».

N u e v a C a s a de la s H ija s
de M a r ía A u x ilia d o ra .
« En el populoso barrio de Hostivfranclis, dice en
el núm ero del 4- de A bril la insigue D irectora de
L a Semana Católica, al final de la calle de Sepúlveda, hace un año (]ue se puso la prim era piedra
para construir un eiUficio, el cual el pasado do­
mingo se inauguró solemnemente. Im posible pa­
rece cuanto vienen haciendo en esta ciudad los
virtuosos hijos de Don Rosco, respecto á la ju ­
ventud desvalida.
» In.8titucioD del mismo fundador son las Hijas
de María A uxiliadora ó Sulcsianas, á cuyo cargo
ha quedado la nueva casa benéfica.
» Acostumbrados estamos á grandes sorpresas en
las casas de Dios, díganlo las nobles H ijas de San
Vicente de Paul, bxs señoras A doratrices, las del
Buen Pastor, las M M. de los Desam parados, las
Siervas de María, las hum ildes Josefinas, las Car­
m elitas de la Caridad, todas las qne felizmente
se cobijan en esta ciudad donde tanto malo exis­
te : pero no creimos que pudiera llegar á tanto,
lo flecho por las virtuosísim as H ijos del inmortal
Don Rosco.
> Apenas cubierto el edificio penetraron en él
las Herm anas qne hoy dan instrucción sólida á
más de 300 n iñ a s ; ellas háose atraído con su dal­
zura característica infinidad de m ujeres, jo­
venes y niñas an tes entregadas á la total indi­
ferencia de lo bueno, v han form ado fervoro.

— 157 —
sas cristianas, ellas reúnen en sus llam ados Ora­ b an la las Sras. barcelonesas qne se desviven por
torios festivos á m ultitud de jóvenes á quienes m ejorar la situación m oral y m aterial do los ne­
separan de los centros de corrupción, las distraen cesitados y de especial m anera de cuantos á ins­
con inocentes y saludables juegos y á í a p ar las ins- tru irse acuden á las Casas Salesianas estableci­
Irayen en la Religión an te todo y después en das en las calles de Floridablaca y Sepúlveda. »
Antonia Bodríguce de Creta.
cnanto puede serlas ú til p ara la vida.
» Después de bendecida la capilla por el il. I . Sr.
canónigo Doctor E ib eraen representación de nues­
SAfUílA (fíarcdoníi)
tro Excmo. P relado, pasaron las autoridades y
Señoras al lugar donde las niñas habían de lucir
Tomamos de E l Cinnreo Catahin: « Fuó un ospeetáeulu cuiimoYcdor sin
lo que habían aprendido
duda alguna el <iue tu ­
de sus ilustrad as profe­
vimos el gusto do pre­
soras.
»El program a era esco­
senciar el Jueves Santo
gido: después de un sa­
cu la iglesia de los Palado de gracias, cantado
di es Salesianos do Surriá.
con ajusto y gracia, acom­
» MiU de 100 mendigos,
todos hombros, de edad
pañado al piano por una
diversív, que acostum bran
de las niñas, aparecieron
p ed ir limosna en diclia
en el pequeño, pero bien
dispuesto escenario, dos
casa, fueron poco á poco
niñas cantando adm ira­
y en distintos días ca­
tequizados por uno do
blemente irn dúo y re ­
los P ad res, llevándolos
presentando con propie­
por medio de la persua­
dad así la Feregrina como
la F/síO» celeste, su co­
sión y de la limosna m a­
terial á realizar ol acto
metido.
del cumplimiento Pas­
>Un coro de ninas si­
multáneamente cantó la
cu al,tan consolador para
sus entum ecidas almas.
Virtud de las jlores; la
» Al acercarse sobre
^ r e s a en la asucena, el
todo á la sagrada Mesa
Amor en las rosaSj etc.,
etc., atribuyendo aquellas
y recibir en actitu d hu­
m ilde y singular com­
cnalidades á las señoi'as
postura á Aquel que di­
sos pro tecto ras, con u«>
jo : Venid á m i los que
poca gracia.
estáis agobiados, que yo
• Al term in ar el coro
08 aliviaré, fué un mo­
apareció u na hermosa
m ento en que los ángeles
niña vestid a de ángel en
del cielo debieron son­
pedestal de azuladas m i­
re ír repitiendo el himno
nes, resultando como v i­
Gloria in cxcelsts Deo, y
sión celeste p o r medio
paz en la tierra d los honvde la luz D roum ont. No
bree de buena voluntad.
se puede p ed ir más, así
> Nos consta jior confe­
que tanto el represen­
sión de los mismos men­
tante del Señor Obispo,
digos, qno á no ser por
como el Alcalde de Bar­
la bondad de los Salesíacelona D. José María
nosnu hubieran cumplido
Kadal, y el hijo político
con el j)recepto de la
(D. Narciso Pascual) de
Iglesia ni saboreado el
aquella incom parable se­
dulce Pan do los ángeles,
ñora, qne en momento
porque tenían vergüenza
felicísimo trajo á Barce­
de presentarse en ningún
lona los hijos de Don
tem plo en el estado de
Sosco, quedaron com pla­
desnudez y m iseriaj en
cidísimos.
que se encontraban,
> Las señoras, entre las
» Juntam ente con estos
qne se hallaba la Exema
mendigos, entre los que
Condesa de Caspe, á quien
había jóvenes de 15 á 22
acompañaban su prim a
años, comulgaron todos
D.* Ifigeuia de Berganza
S.
Luis
Gonzaga.
los niños de la vasa en
7 su Bobriua; la Exema.
(SteuUmra 4 s l a E u m tla SaU tiana de E r r ii.)
número de 350, produ­
Sra. de N adal con sus
ciendo el conjunto ese
bijas, D.* Angeles Calvell
Vda. de M artí y herm ana, y otras cuyos nom bres desorden ordenado, digno de ser visto y m uy
característico de los Salesianos.
nos es diñcil recordar, estaban entusiasm adas.
> ¡ Lástim a qne no esté term inada la p arte de
> N uestra enhorabuena cum plidísim a á las Hijas
de María A uxiliadora, á los PP . Salesinnos, muy la iglesia de M aiía A uxiliadora destinada al pú­
blico, que había de ver con gusto y edificación
especialmente a l dignísimo é ilu stre P . Felipe
Rinaldi visitador general de las Casas Salesianas actos ta n sublim es de la Religión c ristia n a !
> L a obra está bastan te adelantada, pero sus­
de España y Portugal, al popularísimo P. An­
tonio A hne que es, no tememos decirlo, el apóstol pendida desde hace algún tiem po por falta de
de Hosta&anchs, y por últim o y no m enor, reci- recursos. »

— 158 —
lutorcaam os vivam ente á todos nuestros beneinóritos Cooperadores por la p ronta term inación
(lo este teniplo, el prim ero que en España se con­
sagra á Muría A uxiliadora, y que está llam ado á
ser precioso venero de gracias celestiales p ara las
alm as. Un pequeño esfuerzo de parte de todos,
bastaría para coronar obra tan m eritoria. Animo,
{mes, y manos á la obra.
Refiriéndose á esta misma casa dice, E l Diario
OiiidUin: « V erdaderam ente tard e agradable fué
la que pasamos ayer, 19 do Abril, en las Escuelas
(le Artes y Oficios do los reverendos P adres Salesiauos de S arria.
> Conforme estaba anunciado oportunam ente
por tarjeta il los señores Cooperadores, se dió en
el T eatro que aquellos P adres tienen en dicho
Centro docente donde so cultiva la v irtu d y el
A rte, el i>rimoro8o dram a titulado E l H ijo Gene­
roso, cuyas tiernas escenas más de una voz arran­
caron lágrim as á la mayor p arte de la num erosa
y oseogiila concurrencia que llenaba por completo
el local.
» Al dram a sigui<5 el sainete titulado Funerales
y Danza, que así como aquel, fuó ejecutado á periVcciou por los jiWeues de las Escuelas citadas,
tiTininailo el mismo, so recogieron á la salida va­
rias limosnas para pago do la h arin a con la que
am asan el pan de tan to pobre huerfanito que se
alberga allí, lo (jue dem uestra á la vez la bondad
y cristianos sentim ientos de las personas que conourriei*on.
»¡ Qué hermosa es la C aridad y de qué dulces
consuelos llena el alm a!...
>• Damos las gracias á los reverendos padres
Salosianos por el agradable y provechoso rato
(juc nos {iroporcionaron con ta l acto, deseando
(juo «e r(‘pitan con frecuencia otros parecidos para
te n e r el placer de a sistir siempre á ellos. »

8AN YlCBIsB DBLS I-IOÜTS (Bíifcclomi).
Carísimo Sr. D irector y h.® in C. J . :
Ejercicios espirituales; pro/csion de votos, funciones
iU Semana Santa, ordcMímioa Sacerdotal de uno de
los profesores, han sido la nota saliente de esta
Casa en la prim era m itad dcl últim o A bril. ( Lo
parece á V. poco?
En los días que duraron los ejercicios ora de
v e r el asombro do nuestros vecinos al í\jarae en
aquellos üO jóvenes que días a trá s alborotabivu
el aire con sus alegres cánticos y sacudían el
polvo del patio en sus violentas carreras, pasear­
se ahora con toda gravedad sin dirigirse m utua­
m ente palabra alguua, y esto no un momento, sino
en todo el rato destinado al recreo de la tiu'de y
])or espacio do diez días couseoutivos.
T res hicieron votos perpetuos, que cou los 11
anteriores suman ya l í , de donde se ve que este
granito do mostaza, sem brado buce año y medio,
comienna á extender sus rami\s, gracias a l suave
inllujo del Sacratísimo Coraz(Sn de Jesús. P ara
tiu do curso se prepara otra profesión m ás uumeix)sa.
Las funciones de Semana Santa, con la solomuidad do costum bre,y nada le digo á V. d é la s veri­
ficadas en honor del nuevo Sacerdote, nuestro ainadísimo profesor y prefecto. D. Ramón Zabalo,
porque V. sabe laauiiuaciou más que febril que esto

produce en nuestras Casas para presentar al héroe
delafiesta,en expléndidaAcademiaun bell'mazzolino
de discursos, poesías, himnos con acompañamiento
de música, etc. etc.
En resumen: que el tiempo ha sido bien apro­
vechado y sea todo á mayor gloria de Dios.
C. E.
S . Yieens delB H orts, 16 de A b ril de 1607.

,

. -.t- . -A.. . -A* . -A«

X

Sr. D irector dcl Boletín Salesiano.
Carísimo h.® iu C. J . : E l 13 del p. p. Febrero
celebramos nuestra fiesta de S. Francisco de Sales,
y a porque á ese día la había trasladado el Calen­
dario de esta Árchidióaesis, ya porque el frío im­
pedía la asistencia de nuestros Beneméritos Coopciradores. Eu la im posibilidad de venir el Exemo,
Sr. Arzobispo á celebrar la Misa de la C()müaion,
como bondadosamente nos lo había prom etido, vino
á sustituirlo nuestro querido amigo y bienhechor
el E . P. Ju an de la Bandera, el cual nos hizo un
pequeño discurso, lleno de unción y piedad, antes
del B anquete Euearístico, al que se acercaron por
prim era vez 12 de nuestros niños.
L a Misa solemne la ofició el Lie. D. Alfonso
V illagrán, D irector del Colegio del Sagrado Cora­
zón de Jesús, y nos hizo el panegírico de S.
Francisco do Sales, con la sublim idad y elocuencia
que le caracterizan el Lie. D. Francisco Gordillo;
ambos Sres. son antiguos y excelentes Coopera­
dores Salesianos.
Después do las V ísperas y Bendición solemne
con S. D. M., lo s niños (le nuestra Casa represen­
taron la herm osa comedia en 3 actos Los dos Saboyanos, traducida del italiano pc)r el Sr. Director
do n u estra casa de Puebla, D. Simón Visiutaiuer,
V cantaron adm irablem ente I m buona sera degli
operai, de Mous. Costamagna. Llamó mucho la
atención la banda do música, especialm ente en las
piezas del Maestro Devecchi y en L a Mezzanott».
Asistió mucha y escogida concurrencia que, mu
liarto sentim iento , no pudo igualm ente partici­
p ar de las funciones sagradas, pues la Capilla estiiba completjvmoiite llena de niñosy ninas, éstas de­
trá s y aquellos dolante del altar. Esta ausencia for­
zosa de nuestros Cooperadores ; la uecesidiul apre­
m iante (le hacer una iglesia pública en la Coloma
de Sta. Ju lia, que so va poblando rápidamente,
y otras señales de la voluntad de Dios, me induioron á coimmzar la construcción de un templo
para los fieles de la Colonia y nuestros dos Cole­
gios. templo que será el prim er Santuario que ep
M ilico ten d rá nuestra Madre María Auxiliadora,
á ia que lo dedicamos. P edí el com petente per­
miso á nuestro Rector Mayor D. R úa y al Exemo.
Sr. Arzobispo de Méjico, el cual no solamente lo
dió gustoso, sino qne concedió tam bién 80 mas ao
indulgencia á todos sus diocesanos que contnbuvan
con sus limosnas á la edificación del tem ^o .
El 19 de Marzo, fiesta de S. José, el Exemo.
Sr. Arzobispo bendijo la prim era piedra de n u ^
tro santuario v el pequeño, pero elegante
mentó que á María Auxiliadora hemos levantado ^
el centro del patio de este Asüo-Colegio con

J

— 169 —
<{<ra¡ente iascrip cío n : A la Reina y Madre de esta
tm . No le reseño la ñ e s t^ porque la describe
piay bien y extensam ente É l TiempOy excelente
diario que le m ando (1). En esta ocasión, el ya
mencionado D. A. V illagrán regaló nn magnífico
coadro pintado por él, de las dim ensiones de
3X2 m. El marco es de oro y terciopelo y en el lienso se representa la Oración d e l H uerto. Casi
todos los padrinos y m adrinas me dieron sn oferta
para el nuero tem plo y otras personas me m an­
daron su pequeño óbolo en agredecim iento de
gracias recibidas, las cuales se m ultiplicarán cada
día más, de m anera que podrá decirse de éste como
del Santuario de T u rín : Mdifioavit sibi domiim
ifaria, la Virgen Sma. se construyó su casa.
Hiisba hubo obreros y criados que cedieron gus­
tosísimos un día de su jo r n a l; prueba plena de la
peculiar generosidad de Méjico.
Concluyo m i carta, dándole la g ra ta noticia de
que elSr. D. César A verardi, sobrino del Excmo.
Sr. Visitador Apostólico G eneral de Méjico, á una
simple indicación mía, se ha prestado gastoso á
dui clase g ratu ita de dibujo á nuestros niños, los
cuales desde bace 3 meses reciben con aprovecha­
miento sus diligentes enseñanzas. ¡Dios se lo pague!
Reciba, carísim o Sr. D ire c to r, m is afectuosos
saludos y recuerde en sus oraciones á
Sn afmo. herm ano in C. J .
A k g e l P ic c o n o , Pbro.

ferídos Colegios, de cayo estado se enteraba
con mucha solicitud, compitiendo cou su ce­
loso cousorte en cooperar cuanto podía y
con muchas humillacioues y sacrificios á la
susteutaciou y adelanto de los mismos.
Apesar de sus continuas dolencias y de
las atenciones d esn fam ilia, aprovechándose
de sn posición social, con su exquisita edu­
cación, su talento y magiiauiiuidad varoniles,
ya sóla, ya con su esposo, ya cou las Hijas
de María Auxiliadora, excitó á varias per­
sonas pudientes para que nos ayudasen con
abundantes limosnas.
Mientras de corazón rogamos á Dios y á
María Auxiliadora por el eterno descanso
de su alma, deseamos tambieu sinceramente
el consuelo de la conformidad al Señor D.
Angel G-. de Lc\süuraiii.

Sra. D.* Aciscla Ríos de Vicente
E S P U E S de larga y penosa enfer­
medad sufrida con heróica resignaciou y admirable paciencia,
murió en el Señor el 21 del p. p.
Febrero la insigue Coopera­
Hújioo, 30 de ^ a rzo de 1697
dora Salesiana de S. Bafael de
Maracaibo (Venezuela) D.^ Aciscla Ríos de Vicente.
No bien llegó á su noticia
la Obra de D. Bosco, fué una de sus prim e­
ras y más decididas propagadoras y bienhe­
choras, cobrando un gramíe afecto y devo­
ción á María Auxiliadora, que supo también
infundir eu toda su familia.
■ Hablauiio de la casa que páralos Salesianos actualmente se construye cu diohaciudad,
exhortaba á sus hijos, t«)do8 ellos insigues
Sra. D.‘ Trinidad Osio de Lascnrain
Cooperadore.s, á llevar adelante los trabajos,
pues decía que aquella casa había de ser
ENSiBiLísiMA pérdida h a sido para *‘la luz de su pueblo” .
los Colegios Salesiunos y de Ma­
Su muerte ha sido como su v id a ; la del
ría Auxiliadora de Méjico la muer­ justo. Recibió cou pleno conocimiento y ad­
te eii aquella Capital de la seüora mirable fervor y re<50giniieuto los santos Sa­
D.* Trluidad Osío de Lasouraiii cramentos, y antes de espirar dejó á sus hijos
acaecida el 20 del p. p. A bril á la los saludables consejos que eu aquella supre­
temprana edad de 32 años.
ma hora inspira á uua madre profundamente
E ra muy conocida y estimada cristiana el venladero amor de sus hijos.
de la mejor sociedad de Méjico
Descause eu paz la piadosa Señora, y re­
por su amabilidad de carácter, por su ciba su desconsolada familia la cordial e ipiedad, frecueucia de Sacramentos y su presiou de nuestro más seutído pésame.
ancha caridad hacia los pobres. Entre estos
frau preferidos por ella los uiños del Colegio
Salesiano y las niñas del Colegio de María
Auxiliadora de la Colonia de Sta. Julia. Cou
V ^ : E e / T E3 3 A . 3 El 3 .
8u digno esposo, D. Angel Lascurain, ini­
ciador de la Obra de Don Sosco en la BeU n a im a g ren d e l S a g i t a d o C o r a z ó n
pública Mejicana y estimado amigo nuestro, d e J e s j s . — En el año 1849 mi joven oficial iba
trabajó incansable desde el principio para moutaílo en un brioso corcel por las calles de D óle,
ayudarle, no sólo con buena voluntad, sino provincia de Lyon, cuando espantado el caballo y
encabritándose, dió violentam ente en tie rra con
kasta con afan; costándole varias veces lá
frimas la situación precaria de nnestros re- e l desgraciado Carlos, que tal era el nom bre del
nt "Ea el pr^xim:» nAmero palilieeraons. Uios mediente, le
^saciase y ler¿e reselle qae de diche fiaste heoe este dlerio.

oficial. Llevado al hospital m ilitar, lo declararon
deshancíado. L a H-^rraana qne le asistía le exhortó
á recibir los santos Sacramentos ¡ pero el jóven la

— 160 —
rechazó con mal modo, j hasta se negó á recibir
nna m edalla de N uestra Señora. L a causa fué con­
fiada al Sagrado Corazón de Jesús, y durm iendo
Carlos, la Hermana, con tiento, sustrajo u na noTela obscena que él tenía debajo de la alm ohada,
y poniendo en su lugar u na im agen del Saado Corazón, sin ser sentida se retiró. Desperndo Carlos adm iróse al v er la im agen, leyó la
oración y comenzó ú llorar, llamó entonces á la
H erm ana y pidió un m inistro de Dios, se confesó
con liSgriimis y recibió con gran fervor los santos
Sacram entos. Llegó el viernes prim ero de Agosto,
consagrado al Corazón do Jesús, y al anocnecer
entrab a el enfermo en la agonía. Kogó al confesor
quo lo asistía que se apartase un poco de aquel
lado del leclio, y })reguntóndolo el confesor la
causa, respondió:
No veis ú Jesús que se acerca,
V mostrándome con una mano el Corazón y seña­
lándom e con otra el cielo, me convida á exhalar
el alm a dentro de aquella heridaT» Diólo el con­
fesor á besar el Sagrado Corazón, y Carlos en
aquel beso dulcem ente espiró.
¡ Conversión m aravillosa y m u erte e n v id iab le!

S

PENSAMIENTOS.
— Unid todas vuestras acciones al Sgdo. Corazón do Jesús p ara quo al principio os sirva do
disposición, y al term inarlas, do satisfacción.
—- Parécem e que para llegar á la perfección, no
hay camino más corto, ni medio más seguro de
salud, que el consagrarse uno todo entero al divino
Corazón, para rendirle todos los homenajes de amor,
honor y alahnuza de quo seamos capaces.
— El divino Corazón se complace en establecer
BU m orada en n uestra poqueñez y n uestra nada.

JB. Margarita M. Alacoque.

E l jarclín d e lo s osc*o^idoí <4 <5 el Sgdo.

Corazón de Jeaús. Lecturas distribuidas
para cada día del mes de Junio, j>or D.
Juaii Boiietti, Sacerdote Salesíano. — Im ­
prenta y librería sulesianaa de Sarriíl (Bar­
celona). — 280 pAg. 1 pta. en rústica y
1^25 eu tela.

L a exccioute miblicaoion de las ZecUiras CatóUcan de S arriá (oarcelona) ha estado acertadísim a
al publicar este |>reoioso opúsculo, verdadero j a r ­
dín de los escogidos, que puede serv ir de muy
ú til y provechoásim a lectu ra á las alm as am an­
te s del Deífico Corazón de Jesús, d u ran te el pre­
sente mes de Junio que en modo especial le está
consagrado.
Con hechos escogidos de la S agrada E scritura
galanam ente presentados; con p a l e r o s respirando
piedad y misericordia, salidas de la boca de nues­
tro divino Salvador y con la coosideracion de
las obras que p ara v e n te a n u estra nos dejó al
subir á los cielos, como la S anta Eucaristía, el Sa­
cram ento de la P enitencia, la Iglesia y el Papado,

el au tor patentiza á nuestras almas la infinita
bondad del Corazón de Jesús, las inspira nna
ilim itada confianza, y grande am or y devoción á
ese divino Corazón, y al mismo tiem po fortifica
el entendim iento con una sólida instrucción so­
b re las v p d a d e s más im portantes de nuestra santa
fe. Los últim os seis capítulos, de los treinta de
que consta la obra, el autor los dedica á tratar
del origen, del fin, de los medios más adecuados
y de las copiosas gracias que se derivan al alma
de la verdadera devoción al Sacratísimo Corazón
de Jesús.
Recomendamos eficazmente á nuestros lectores
la difusión y lectura de este libro, que tanto bien
está llam ado á hacer á las almas.
R e v i s t a R c l e s l ú s t i o a . — Hemos recibido
el n .“ 4 de esta revista quincenal que ha empe­
zado ú publicarse en Huesca, b a jó la dirección de
p . Victorian Aragón y Lasierra, licenciado enSgda.
Teología, y Vice-rector del Seminario diocesano.
Su objeto, como puede deducirse de su título, no
es otro que teuer inform ado al clero de cuantas
noticias puedan interesarle, y proporcionarle al
mismo tiem po los medios más conducentes almejor
desempeño de su im portante m inisterio. A este úl­
tim o fin la Revista consta de varias secciones
en cada una de las CTiales tra ta de las más impor­
tantes cuestiones eclesiásticas y de las civiles que
m ás directam ente con aquellas se relacionan. Con
num eración separada dedica una sección á la pre­
dicación, por m anera que al cabo del año viene
á form ar dos voluminosos tomos, comprendiendo
el uno las cuestiones eclesiásticas que se desarro­
llen en el curso de la publicación, y el otro una
escogida colección de sermones, pláticas, panegí­
ricos, homilías, etc. de los m ás em inentes predi­
cadores contemporáneos. L a Revista cuenta con
distinguidos y numerosos colaboradores y á penas
aparecida ha recibido la bendición del Prelado
diocesano y de muchos otros do España. Se la re­
comendamos eficazmente á nuestros lectores, por
creerla de verdadera utilidad. — Se publica el 15
y 80 de cada mes en cuadernos de 32 páginas y
sólo cuesta la suscripción 6 ptos. al año. — Las sus­
cripciones al Sr. Admon. de la Revista Eelesidth’ca, Seminario Conciliar, Huesca.
E l A u x i l i a r <lel P á r r o c o , es una revista
sem anal que se publica eu la m ism a ciudad de
Huesca, dirigida por el Lie. D. Ju an Placer, Pbro.
auxiliar del Instituto, y que como su mismo nombre
indica, tiene tam bién por objeto auxiliar al párro­
co en su im portante y trascendental ministerio.
Si bien más m odesta que la anterior, no por esto
deja de p restar un gran servicio á los Sres. Ssr*
cerdotes, ya que cuanto más abundante sea el ar­
senal de buena y sana doctrina, más fáciluiente
TOdrá cada uno hacer fructuosa en sus oyentes la
divina palabra dándola la intención y dirección
que m ás se adapta para el caso. Como la anterior,
tom bien esta Revista consagra algunas páginas de
cada núm ero exclusivamente á sermones, etc. y
las dem ás á otros asuntos de interés general para
los eclesiásticos, por m anera que al fin de cada
año viene á form ar dos voluminosos tomos. — Se
publica semanalm ente en cuadernos de 16 págiuas,
y su precio de suscripción es de sólo 5 ' ^ ptas.
al año en España, y 10 en América. Dirigirse i
D . Leandro Pérez, calle de Ram iro el Moiye, 35,
Huesca.
C«i apnb&cioB áe It Aotoridad Eelisiistícs. Gerute J08Í 6iD II4^
T a rín — T ip o g rafía Saleeiana.
Texto
Quien recibiere á un
niño en mi nombre, á
mi rae recibe.

■^1

( M a t h . x v i t i .)

s

Entre las cosas divi­
nas, la más sublime es
la de cooperar con Dios
á la salvacidn de las
almas.
(S. D i o n i s i o .)
El amor al prójimo es
uno de los mayores y
más excelentes done.s
que la di%ina bondad
puede conceder á los
hombres.

Os recomiendo la nifiel V la juventud; cul­
tivad con prandc c-mero
su educación cristiana;
y proporcionadle libros
que le enseñen á huir
del vicio y á practicar
la virtud.

(Pío IX.)

R e d o b la d vuestras
fuerzas á ñn de apartar
á la niñez y juventud de
la corrupción ortancia
im p o rtan cia dü e este j
Salmee, s i Protestantismo 'comparado con
becho, preciso es an te to d o p resen ta r á i el OatoUdsmo,

El Sacerdote y la civilización.

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las pasiones, las leyes sin sanción, la reJigion sin Dios, flotaban las ideas á m er­
ced de las preocu[»aciones, del fanatism o
religioso y d e las cavilaciones filosóficas.
Jira el hom bre u n hondo m isterio p ara
sí mismo, y ni sabía estim ar su dignidad,
[)ues que consentía que se le reb ajase al
nivel de los b ru to s, ni cuando se emI)efiaba en ponderarla, acertab a á conte­
nerse en los lin d es señalados por la razón
y la n atu ra leza : siendo á este propósito
bien notable, que m ientras u n a g ran p arte
del hum ano linaje gem ía en la m ás a b ­
y ecta esclavitud, se ensalzasen con ta n ta
facilidad ios héroes, y h a s ta los más d e­
testables m onstruos, sobre las aras de los
dioses... Veíase d eg rad ad a la m ujer, ajáii*
dola la corrupción de costum bres y a b a ­
tiéndola la tiran ía del v aró n ; ad u lterad as
las relaciones d e fam ilia, concedien