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Publicación Mensual
SUiMARIO: C arta Encíclica d e N . Sm o. S . Pío X . 989
Documentos S a l e s i a n o s ..................................................... 295
Ecos del C o n g r e s o ................................................................ 29S
Ecos de la Coronación
..................................................... 999
£1 Representante d e l Sucesor de Don Busco en
—
NOVIEMBRE de 1903
A m é r i c a ......................................................................................302
B ib lio g ra fia ................................................................................ 306
M isiones; P a ia g o u ia ........................................................... 307
G racias d e M aría A u x ilia d o r a .......................................... 310
Crónica S a l e s i a n a ................................................................ 314
CARTA ENCICLICA
^ DE NUESTRO SANTÍSIMO SEÑOR ^
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Por la Divina Providencia P A P A X
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P ío P a p a X .
Venerables Hermanos, Saludy Bendición Apos
tólica.
A
l dirigiros por vez primera la palabra
desde la cátedra del supremo apostolado, á
por ínscrutable disposición de Dios hemos
ado elevado, no es net^sario que r«x>rdemos
con cuantas lágrimas y vivas ínictanrias Nos
esforzamos por alejar de Nos el formidable
peso del Pontificado. Aunque completamente
desigual en méritos, Nos parece poder aplicar
i Nos con toda verdad las palabras con que
se lamentaba S. Anselmo, cuando contra su vo
luntad y resistencia, vióse obligado á aceptar el
honor episcopal. Puesto que, si se considera
el ánimo y la voluntad con que Nos hemos
sometido á aceptar el gravísimo encargo de
apacentar el rebaño de Cristo, bien podemos
traer aquí las mismas pruebas de dolor que
él para sí invocaba. Testigos son, escribía
el Santo, mis lágrimas, mis clamores, y gemidos
provenientes de la congoja de mi corazón, tales
que no recuerdo haberlos dado sem^antes en
mi vida por dolor ninguno, antes de aquel día,
en que pareció desplomarse sobre mi aquella
gran desgracia del Arzobispado de Contorbery.
Y ésto no lo ignorarán los que en aquel dia
Jijaron su vista en mi semblante... Yo, que
por el color sem^aba más á un muerto que
á un vivo, estaba pálido por el espanto y la
angustia. Y á la elección hecha de mí para el
— 290 —
episcopado, ó mejor dicho, á la violencia que se
me ha hecho, hasta ahora hablando con verdad,
he resistido cuanto me. ha sidq.posible. Pero, quié
ralo ó no, me veo ya ob 'igado á confesar, que los
ju icios de D ios resisten cada dia más á mis
esfuerzos, de modo que no sé como poder es
quivarlos. P or lo cual rendido no tanto á la
violencia de los hombres, cuanto á la de Dios,
contra la cual no hay prudencia bastante, com
prendo que no me queda otro partido que,
después de haber rogado acanto he podido y ha
ber trabajado ja r a que, si era posible, pasase
de m í este cáliz sin que yo lo bebiese, pospo
niendo mis sentimientos y m i voluntad, aban
donarme enteramente a l consejo y voluntad de
Dios. (Epp. i,n i. ep. i).
Y á la verdad, á esta nuestra resistencia no
faltaban razones en gran número y de gran
peso. Puesto que, además de estimarnos del
todo indigno del honor del Pontificado por
nuestra poquedad, ¿quién no habría temblado
al verse designado como sucesor de Aquel,
que habiendo por casi ventiséis años regido
la Iglesia con suma sabiduría, se mostró do
tado de tanta sublimidad de mente, de tanto
lustre de toda virtud, que atrajo sobre sí la
admiración de sus mismos adversarios y que
dejó memoria de sí en preclarísimas empresas ?
.Sin hablar de otros muchos motivos, nos ate
rraban sobre todo, las funestísimas condiciones
en que al presente se encuentra el humano
linaje. Pues ¿ quién no conoce que la Sociedad
humana, más que en las pasadas edades, se
halla ahora presa de un malestar gravísimo y
profundo, que aumenta cada día, y corroyén
dola en lo íntimo, lo arrastra hacia la ruina?
Vosotros, Venerables Hermanos, bien sabéis cual
es esta enfermedad: la apostasía de Dios, á
la cual va unida siempre la desgracia, segi^n
aquellas palabras del profeta: H e aquí que los que
de ti se alejan, perecerán {Ps. L x x n , 27). —
Velamos por tanto que, en fuerza de ministerio
pontifical que se Nos quería confiar. Nos era
preciso acudir en remedio de tantos males,
considerando como dirigido á Nos, aquel man
dato divino: Yo te he constituido hoy sobre
las gentes y sobre los reinof, para que arran
ques y destruyas, edifiques y plantes (Je r . i ,
10.) Pero conocedor de nuestra debilidad,
esquivábamos aterrados un deber semejante,
tanto más difícil cuanto más urgente. Pero,
ya que á la voluntad divina plugo elevar
Nuestra bajeza á tanta sublimidad de poder,
tomemos vigor y aliento en Aquel que Nos
conforta: y al poner manos á la obra, apoyados
en la virtud de Dios, proclamamos no tener
en el supremo pontificado más objeto, que
el de restaicrar todas las cosas en Cristo {Ephes.
I, 10), de modo que sea Cristo todo y en
todo (CoLoSS. in, i i ) . No faltarán ciertamente
quienes, midiendo por el mismo rasero las
cosas humanas que las divinas, procuren saber
las miras secretas de Nuestro ánimo, torcién
dolas á objetos terrenos y espíritu de partido.
Para deshacer toda vana ilusión, aseguramos
á esos tales, que Nos no queremos ser más,
ni otra cosa seremos con el auxilio divino ante
la sociedad humana, que el Ministro de Dios,
de cuya autoridad somos depositario. Los
intereses de Dios serán Nuestros intereses, en
los cuales estamos resuelto á emplear Nues
tras fuerzas todas y la vida misma. Y si al
guien de Nos requiere una palabra de orden,
que sea la expresión de Nuestra voluntad, da
remos siempre ésta y no otra: Restaurar todas
las cosas en Cristo.
En esta magnífica empresa Nos infunde
suma alegría, ¡oh Venerables Hermanos! la
certeza de que á todos os tendremos por ge
nerosos cooperadores. Y si de ello llegásemos
á dudar, deberíamos creer injustamente que no
conocéis 6 que no os cuidáis de la guerra
sacrilega que, puede decirse por doquiera, se
mueve y mantiene contra Dios. Pues en ver
dad contra su Creador se levantaron las gen
tes V los pueblos meditaron cosas vanas {Ps. n,
i) y general es el grito de los enemigos de
Dios: aléate de nosotros ( J o b . x x j , 14). Y así
se ve en la mayor parte de los hombres extin
guido todo respeto hacia el Dios eterno, sin
consideración á su suprema voluntad en las
manifestaciones de la vida privada y pública;
que antes bien se procura con todos los es
fuerzos y artificios, que se borre hasta la
memoria de Dios y su conocimiento.
Quien todo ésto considera, razón tiene para
temer que semejante perversiaad de las almas
sea casi una imagen 6 el comienzo de los
males, que á los postreros tiempos están re
servados, y que ya esté en el mundo el hqo
de la perdicián, de que habla el Apóstol (JI
Thes. I I . 3). ¡Tanta es en verdad la audacia
y la ira con que por todas partes se pei^igu®
la Religión, se combaten los dogmas de la fe
y se procura desvergonzadamente estirpar y
aniquilar toda relación del hombre con la Di*
--- 2yi —
vinidad. A la vez que (y es lo que precisa
mente al decir del Apóstol es el carácter propio
del Antecrisio) el hombre mismo con infinita
temeridad, se ha colocado en el puesto de
Dios, elevájidose sobre todo lo que se llama
Dios; y aunque en sí mismo no pueda borrar
todo conocimiento de D ios, no obstante, des
preciando su majestad, se ha hecho casi del
universo un templo consagrado á si mismo
para ser en él adorado. 61? sienta en el templo
de Dios, mostrándose como s i fu era D ios (II
Thes. II, 4).
Y á la verdad nadie de recta mente puede
dudar de la manera con que se libra esta lucha
de los hombres contra el Altísimo. Puede el
hombre, abusando de su libertad, violar el de
recho y la majestad del Creador del Universo;
pero la victoria será siempre de D io s; que la
derrota está más cercana, cuando el hombre,
lisongeado por el triunfo, se levanta más
osado. D e e llo . se nos asegura en los Libros
santos. Como si se olvidara de su fuerza y
su grandeza, disimula los pecados de los ham
bres {Sap. XI, 24); pero bien pronto, tras estas
aparentes retiradas, saaidiéndose como e l fuerte
que se despierta de la embriagtiez {Ps. LXXVii,
65), aplastará la cabeza de sus enemigos {Ps.
Lxvii, 22); para que todos conozcan que D ios
es el Rey de toda la tierra {Ps. x l v i , 8) y
sepan las gentes que son hombres {Ps. ix , 21).
Todo ésto. Venerables Hermanos, Nos lo
creemos y esperamos con fe inquebrantable.
Pero ésto no impide que también Nos en la
medida de Nuestras fuerzas, procuremos ace
lerar la obra de D ios; no sólo rogándole asi
duamente : Levántate, Señor, ?io sea que e l
hombre tome osadía {Ps. ix, 20), sino que, y
ésto es lo que más importa, sosteniendo con
hechos y con palabras , publicamente, el su
premo dominio de Dios sobre los hombres
y sobre las cosas todas, de manera que el de
recho que Él tiene de mandar y su autoridad
sean plenamente reconocidos y respetados. Y
ésto no sólo lo exigfe el deber que la natura
leza nos impone, sino también nuestro común
provecho. ¿Quién habrá, Venerables Hermanos,
que no tenga consternada y afligida el alma,
^ ver como la mayor parte de la humanidad,
mientras se ensalzan, y no sin razón, los pro
gresos de la civilización, combaten entre sí, con
tal atrocidad que parece una lucha de todos
contra todos ? Oculto está sin duda en el pecho
de todos el deseo de la paz, y nadie hay que
no la invoque con ardor. Pero querer la paz
sin Dios, es un absurdo; pues de donde se
aparta Dios, se aparta también la justicia; y
dejada á un lado la justicia, vana será la es
peranza de la paz. L a paz es obra de la ju s
ticia (Is. X X X I I, 17).
No son pocos, bien lo sabemos, los que arras
trados por esta ansia de la paz, ésto es de la
tranquilidad del orden, se reúnen en sociedades
y partidos, que llaman precisamente partidos de
orden. \Elsperanzas vanas y fatigas perdidas i El
partido del orden , que puede con verdad de
volver la paz á esta perturbación de las cosas,
no es más que uno solo: el partido de Dios,
Este es pues el partido que nosotros debemos
promover, á esta atraer los más que podamos,
si verdaderamente nos mueve el amor á la paz.
No obstante. Venerables Hermanos, este lla
mamiento de los hombres hacia la majestad y
el imperio de Dios, por más que trabajemos,
no lo conseguiremos jamás, sino es por medio
de Jesucristo. Nadie, nos dice el Apóstol,
poner otro fundamento fu era del que ha sido
puesto, que es Cristo Jesús ( i C o r . i i i , i i ).
Es Cristo el solo, á quien e l Padre santificó y
envié á este mundo (Jo a k . X, 36), e l esplendor
del Padre é imageyi de sti subsiaheia (H e b r .
I, 3), verdadero Dios y verdadero hombre, sin
el cual nadie puede conocer á Dios como con
viene á su salvación: pues nadie conoció a l
Padre sino e l H ijo y aquel d quien quiso el
H ijo revelarlo (M a t t h . x i , 19).
D e lo cual se sigue, que restaurar todas las
cosas en Cristo y reconducir los hombres á la
sumisión á Dios, es un mismo é idéntico objeto.
A este fin, pues, es preciso dirigir todos nues
tros cuidados; conducir el género humano bajo
el imperio de C risto; de este modo le conduci
remos también á Dios. Por Dios entendemos,
no á aquel sér inerte que no se cuida de las
cosas, como se lo forjaron los sueños de los
materialistas: sino un Dios vivo y verdadero,
uno en la naturaleza, trino en las personas,
Creador del mundo, sapientísimo ordenador de
todas las cosas, legislador justísimo, que cas
tiga á los perversos y prepara el premio á la
virtud. Ahora b ien , cual sea el camino para
llegar á Cristo, no es menester buscarlo; es
la Iglesia. Por esto inculca muy bien S. Juan
Crisóstomo: Tu esj>eranza es la Iglesia, tu
salud es la Iglesia, tu refugio es la Iglesia. Y
Cristo la fimdó, ganándola con el precio de su
sangre; la hizo depositaría de sus doctrinas y
293
de sus leyes, dándole al mismo tiempo un
tesoro inmenso de gracias para santificación y
salvación de los hombres.
Ved pues en fin, Venerables Hermanos, el
deber que á Nos y á vosotros juntamente ha
sido impuesto; hacer que vuelva á la discij>lina
de la iglesia el linaje humano que se ha sepa
rado de la sabiduría de C risto; la Iglesia á su
vez lo someterá á Cristo, y Cristo á Dios. Si
por la misericordia del mismo D io s, Nos lo
gramos conducir ésto á buen término, tendremos
el consuelo de ver el bien suceder al mal, y
oiremos para felicidad nuestra una sonora voz
del Cielo que dirá: H e aquí el tiempo de sal
vación, de la potencia y del reino del nuestro
D ios y del poder de su Cristo {Apoc. x iii, lo).
Pero para lograr todo ésto conforme á los
deseos, es preciso que con todos los medios y
fatigas destruyamos radicalmente el enorme y
abominable delito, propio de nuestro tiempo,
que es la sustitución del hombre á D io s; tras
ésto, hay que devolver al antiguo honor las
leyes santísimas y los consejos del E vangelio;
sostener altas la verdades enseñadas por la Igle
sia, la doctrina de la misma sobre la santidad
del matrimonio, la educación y amaestramiento
de la juventud, la posesión y uso de los bienes;
los deberes para con los que rigen la cosa pú
blica ; restituir por último el equilibrio entre las
diversas clases de la sociedad, según la norma
de las prescripciones y costumbres cristianas.
Nos ciertamente, al someternos á la volun
tad divina, Nos proponemos poner en práctica
todo esto durante Nuestro pontificado y con
todo esmero lo pondremos. A vosotros, Vene
rables Hermanos, toca secundar nuestras in
dustrias, con la santidad , con la ciencia, con
vuestra esperiencia, y sobre todo con el celo
por la gloria de Dios; no teniendo ningún otro
objeto, más que en todos se form e Cristo,
Inútil parece indicar cuales son los medios
que es preciso emplear para conseguir tan gran
objeto, pues son por si mismos patentes. —
Sea vuestra primera solicitud formar á Cristo
en aquellos que por deber de vocación están
^lestinados á formarlo en los demás. Enten
demos, Venerables Hermanos, hablaros de los
sacerdotes. Puesto que todos los que están
revestidos del sacerdocio deben saber que, en
medio de los pueblos con que viven, tienen
ellos aquella misma misión que Pablo confiesa
haber recibido según aquellas tiernas palabras:
H yitos míos, por quienes padezco segunda vez
dolores de parto hasta form ar enteramente d
Cristo en vosotros (G al, rv, 19). Ahora bien
i cómo o ¡án cumplir semejante deber si antes
ellos mismos no se hallan revestidos de Cristo?
y revestidos en manera tal, que puedan decir
con el Apóstol: Vivo yo, más no soy yo el qiu
vivo, sino que Cristo vive en m i ( Gal. ii, 20);
para m i e l vivir es Cristo (P h il. i, 21). Por
lo cual, aunque á todos se dirija la exhorta
ción de adelantamos hacia e l estado de un va
rón perfecto, en la medida de la edad de la
plenitud de Cristo (Ephes. iv, 13), no obstante
antes que á ninguno va dirigida á los que
ejercen el ministerio sacerdotal, que por ¿to
son llamados otro Cristo, no sólo ya por la co
municación del poder, sino también por la imi
tación de las obras, por las cuales deben llevar
impresa en sí mismos la imagen de Cristo.
Siendo ésto así. Venerables Hermanos, ¡ cual
y cuan grande solicitud no debéis poner en
formar el clero en la santidad! cualquier otro
empeño es preciso ceda en presencia de éste.
De aquí que la parte principal de vuestros des
velos debe dirigirse á ordenar y gobernar como
conviene vuestros Seminarios, de modo que
florezcan á la par en la integridad de la en
señanza y en la pureza de las costumbres.
Mirad el Seminario como la delicia de vuestro
corazón, y en provecho de él, no omitáis nada
de lo que con suma providencia dispuso el
Concilio Tridentino. — Llegado luego el tiempo,
en que los jóvenes candidatos deben recibir
las sagradas órdenes, ¡ a h ! no olvidéis lo que
S. Pablo escribe á Tim oteo: N o impongas d
la ligera las manos sobre alguno (I T im . v , 22)
y pensad con suma atención, que por vía or
dinaria los fieles serán tales, cuales sean los
que llamáis al sacerdocio. No queráis pues
tener miramiento alguno con intereses particu
lares; sino mirad sólo á Dios, á la Iglesia y
al bien eterno de las almas, para que, como el
Apóstol escribe, no seáis cómplices de los pecados
ajenos (Ibid.).
No disminuyan además vuestros cuidados
respecto á los nuevos sacerdotes recién sali
dos del Seminario. Os lo recomendamos de
lo íntimo de Fuestro corazón, estrechadlos á
menudo contra Nuestro pecho, que debe arder
on fuego celestial, encendié.ulolos, inflamándolos
para que no anhelen más que ganar almas í
Dios. Nos, sí. Venerables Hermanos^ vigila
remos con suma diligencia para que los miem
bros del clero no caigan en las asechanzas de
293
una ciencia nueva y engañosa, que no se ins den la fe. No siendo verdad que los progre
pira en Cristo, y que con argumentos disfra sos de la ciencia extinguen la fe, sino que es
zados y mentirosos procura abrir paso á los la ignorancia la que la estingue , sucede que
errores del racionalismo y semiracionalismo; donde más domina la ignorancia, más horrible
contra la cual ya avisaba el Apóstol á Timo estrago hace la incredulidad. Esta es la razón
teo que se precaviera, escribiéndole: Guarda por la que Cristo mandó á sus Apóstoles:
el depósito de la f e que te he entregado, evi Id y enseñad á todas las gentes (M a t t h .
tando las novedades p? ofanas en las expresiones, X X V III. 19),
Pero para que de este apostolado y celo de
y las contradiciones de la ciencia que falsa
mente se lla}7ia tal, ciejicia vana que profesán enseñanza se recoja el fruto esperado y en
todos se form e Cristo, acuérdese cada cual,
dola algunos, vinieron á perder la f e (I TiM.
VI, 20, et s.). Esto no quita que consideremos Venerables Hermanos, que nada hay más eficaz
dignos de encomio á aquellos jóvenes sacer que la caridad; puesto que e l Señor no se
dotes, que se dedican al estudio de doctrinas halla en la conmoción ( li i R e g . x i x , h ) . En
útiles en todo género de ciencias, para poder vano se espera atraer las almas á Dios con
después estar mejor dispuestos á defender la un celo am argo; pues el echar en cara con
verdad y refutar las calumnias de los enemigos dureza los errores, el reprochar con aspereza
de la fe. No obstante no podemos ocultar, los vicios es á menudo más de daño que de
antes lo declaramos abiertamente, que Nuestra provecho. Es verdad que el Apóstol exhortaba
preferencia es y será siempre para aquellos á Timoteo: Acusa, ruega, reprende, pero aña
que, además de cultivar la erudición eclesiás de después; con toda paciencia ( ii T im . i v 2),
tica y literaria, se dedican más de cerca al bien
Jésus á la verdad nos ha dejado de ello
de las almas con el ejercicio de los ministe luminoso ejemplo. Venid, sabemos que decía,
rios que son propios de un sacerdote celoso venid d m í vosotros todos los que estáis en
del honor divino. E s grande tristeza y continuo ferm os y agobiados p or e l trabajo y yo os ali
dolor para nuestro corazón (Rom . ix , 2) ver viaré (M a t t h . X I,28.). Por enfermos y ago
como se aplica á nuestros días el llanto de Je biados entendía sólo á los que son esclavos
remías : Los pequeñuelos pidieron pan y no había del pecado y del error. ¡Y cuanta no fué la
quien se lo partiese ( Tren, iv , 4). Pues no faltan mansedumbre de aquel divino M aestro! ¡Cual
en el clero quienes, secundando su propio gusto, la ternura, cual la compasión hacia toda clase
se consagran á obras de utilidad más aparente de miserables! Isaías pintó maravillosamente su
que real; pero quizá no son tan numerosos los corazón con aquellas palabras: Pondré sobre él
que á ejemplo de Cristo se aplican las palabras m i espíritu; no altercará, n i alzará la voz;
del Profeta; E l espíritu del Señor me ha ungido,
no apagará la torcida que humea, n i romperá la
me ha enviado d evangelizar d los pobres, d ctirar caña quebrada (Is. X L l l , 18 2 9). Y esta caridad
ó los contritos de corazón, d anunciar d los cau paciente y benigna (I C o r . x i i i ,4) debe exten
tivos la libertad, d los ciegos la vista y soltar derse también á los que son nuestros adversa
d los que están oprimidos L uc. iv, 18-19).
rios y nos persiguen. Nos maldicen y bende
Y ¿quién no ve, Venerables Hermanos, que cimos, padecemos persecución y la sufrimos con
debiendo conducirse los hombres con la razón juuiencia, nos ultrajan y retomamos súplicas
y con la libertad, la vía principal para resta (I C o r . IV. 1 2 .1 3 ) afirma de sí S. Pablo. Los
blecer el imperio de Dios en las almas es la que nos desprecian parecen acaso peores de lo
enseñanza religiosa? Cuantos y cuantos son los que en realidad son. El trato con los demás,
que hostilizan á Cristo y aborrecen la Iglesia las prevenciones, los consejos y ejemplos aje
y el Evangelio más por ignorancia que por nos, y en fin una vergüenza mal entendida,
•)er\-ersidad de ánimo, de los que justamente los han arrastrado al partido de los impíos;
puede decirse: Blasfeman de todo lo que no pero su volontad no es tan depravada como
conocen (Judse, 10) Y no sólo se observa ésto eUos mismos pretenden hacer creer, ¿ Quién
en el pueblo ó en la plebe más abyecta, que nos quitará la esperanza de que la llama de
por lo mismo es más fácilmente seducida; sino la caridad cristiana no ha de disipar las tinie
también en las alases elevadas y hasta en aque blas de sus almas, y ha de llevarles la luz y
Uos que por otra parte están dotados de la paz de Dios? Tal vez recogeremos tarde
mediana instrucción. D e aquí que muchos pier el fruto de nuestras fatigas; pero la caridad
'íl
— ¿y 4 —
no se cansa nunca de esperar, acordándose
que Dios prepara sus premios, no al éxito de
las fatigas sino á la buena voluntad.
Verdad es, Venerables Hermanos,que en esta
ardua obra de la restauración del género hu
mano en Cristo, no es nüestra intención que
vosotros y vuestro clero no admitáis ayuda
alguna. Sabemos que Dios encomendó á cada
cual e l cuidado de su prójimo ( E c c l i . x v i i , i 2).
No son, pues, solamente los sacerdotes, sino
también los fieles todos sin excepción, los que
deben tomarse á pechos los intereses de Dios
y de las alm as; se entiende que no ya á pro
pio arbitrio y por cuenta propia, sino bajo la
dirección y obediencia de los Obispos; ya que
el presidir, enseñar y gobernar á nadie es con
cedido en la Iglesia sino á vosotros, d quienes
e l E spiriiii Santo puso d regir la Iglesia de
D ios (A ct. X X . 2.8). Nuestros Predecesores,
desde antiguo , aprobaron y bendijeron á los
católicos que, con diferentes objetos pero siem
pre con miras religiosas, se unen entre sí en
sociedad. Nos tampoco dudamos en tributar
Nuestras alabanzas á tan excelente institución,
y deseamos ardientemente que se propague y
llorezca en ciudades y aldeas. Pero queremos
que semejantes asociaciones tiendan ante todo y
en modo principal á que la vida cristiana se man
tenga constantemente en los que á ellas se alistan.
Poco en verdad importa que se discutan con
sutileza muchas cuestiones, que se hable con
facundia de derechos y deberes, si todo ésto
no va unido á la práctica. Los tiempos que
corren exig«ii acción; pero una acción que
toda consista en observar con fidelidad y en
tereza las leyes divinas y las prescripciones de
la Iglesia, en la profesión franca y abierta de
la R eligión , en el ejercicio de toda clase de
obras de caridad, sin pararse en miramientos
á sí mismos y á los intereses terrenales.
Los numerosos ejemplos de tantos soldados
de Cristo, servirán mucho más para despertar
los ánimos y arrastrarlos, que no las palabras
y las sublimes disertaciones; y sucederá fácil
mente, que pisoteado el respeto humano, des
puestas las prevenciones é indecisiones, muchí
simos serán atraídos á Cristo haciéndose á su
vez promotores de su conocimiento y de su
amor, que son los únicos caminos de la ver«.ladera y solida felicidad. ¡Oh 1 si en todas las
ciudades, si en todas las aldeas se cumple
fielmente la ley del Señor, si se tiene respeto á
las casas sagradas, si se frecuentan los Sacra
mentos, si se observa todo lo que atañe á la
vida cristiana, no será preciso, Venerables Her
manos, que nosotros nos fatiguemos más para
\'er todas las cosas restauradas en Cristo. Y no
es de esperar de ésto solo el auxilio para
la consecución de los bienes eternos, sino que
se logrará también una ayuda valiosísima para
los bienes temporales y la sociedad humana
Puestas á salvo las cosas antedichas, los nobles
y ricos sabrán ser justos y caritativos con los
humildes, y éstos soportarán con tranquilidad
y paciencia la entrechez de un estado más
angustioso ; obedecerán los ciudadanos no al
capricho, sino á las leyes: se considerará co
mo deber el respeto y el amor á los gober
nantes, cuya potestad no proviene, sino de Dios
^R om . XIII. i) ¿Qué más? Entonces finalmente
comprenderán todos que la Iglesia, cual fué
instituida por Cristo , debe gozar libertad é
independencia de todo extraño dominio; y que
Nos al revindicar esta misma libertad, no sólo
defendemos los sacrosantos derechos de la Re
ligión, sino buscamos el bien común y la se
guridad de los pueblos. Es siempre verdad
que la piedad es ú til para todas las cosas (I
T im . iv.8)y ella incólume y lozana hará que
e l pueblo repose en la hermosura de la paz
(Is. XXXII.18). Dios que es rico en misericordia
( E p h e s . 11.4) apresure benigno esta restaura
ción del género humano en Jesucristo, ya que
no es obra de quien quiere n i de quien corre,
sino de D ios misericordioso (R om . ix.16). Y
nosotros. Venerables Hermanos, en espíritu de
humildad ( D a n . I11.39) con oración continua
é insistente, pidámoslo por los méritos de Je
sucristo. Acudamos además á la poderosísima
intercesión de Su Madre divina: y para obte
nerlo, ya que os dirigimos esta Nuestra Carta
precisamente en el día destinado á conmemo
rar el santo R osario, disponemos y confirma
mos todo cuanto Nuestro Predecesor ordenó
sobre dedicar el presente mes á la Virgen
augusta del Rosario; recomendando además
que se tomen por intercesores ante Dios, al
Esposo purísimo de María, patrón de la Iglesia
católica y á los santos príncipes de los após
toles, Pedro y Pablo.
Y para que todo suceda según Nuestros
deseos y todas las cosas os acaezcan próspe
ramente, imploramos sobre vosotros los dones
copiosísimos de las divinas gracias. Y en tes
timonio de la ternísima caridad, con que os
abrazamos á vosotros y á los fieles todos que
la Divina Providencia Nos ha querido enco
mendar , damos con todo afecto en el Señor
á vosotros, al clero y á vuestro pueblo, la
Bendición Apostólica.
Dado en Roma, junto á S. Pedro,’ el día 4
de Octubre de 1903, de Nuestro Pontificado
el año primero.
PIO P.P. X.
— ^35
D
o c u m e n t o s s a l e s ia n o s
Discurso promuciado por su autor el Sr. D. MANUEL PASCÜALi DE BOFARDLL
en la Illa Sesión del tercer Congreso general de Cooperadores el 1$ *ie Maye
Eminentísimos y Reverendísimos Sres. Cardenales,
Excelentísimos é ilustrisimos Sres, Arzobispos
y Obispos, Reverendísimo Padre Rector Mayor
de la Congregación Salesiana, Sres. Congre
sistas:
No os admire que en una Asamblea tan res
petable como la presente, y ante tantos y tan
esclarecidos representantes de la gran familia
católica, esparcida por todo el mundo, España
deje oir su modesta voz y acuda en circunstan
cias tan solemnes á dar, en este acto, fe de vida.
No os admire, no, queridísimos Cooperadores,
hermanos míos muy amados, que la España hu
milde, la atribulada Elspaña se una en estos mo
mentos al universal concierto mariano, pues
donde quiera que de María se trata, donde se
inculcan las glorias de María, allí están los es
pañoles con su bandera desplegada y allí acuden
con su espada ó con su pluma, ya que las glo
rias de María son sus glorias y consideran vic
torias suyas las victorias de su Madre y los
triunfos de su Reina.
Permitidme, pues, Sres. Congresistas y Coo
peradores Salesianos, que en nombre de los
Cooperadores esj>añoles y muy particularmente
en representación de nuestros hermanos de Bar
celona, salude respetuosamente á la respetable
.\samblea, que con tanta benignidad se digna
escucharme, para significarle y decirle con este
saludo, que todos en espíritu se hallan presentes
y todos, absolutamente todos, aprueban lo que
aquí se aprueba, adheriéndose á las resoluciones
que aquí se tomen, segurísimos de que han de
redundar á la mayor gloria de Dios y de la
Santísima Virgen.
Permitidme, Señores, que con este saludo pro
teste enérgicamente de las soberbias afirmacio
nes de los detractores sistemáticos de nuestra
querida Elspaña, anunciando su completa ruina
y propalando , con motivo de nuestros últimos
desastres, la proximidad de su muerte.
No. Señores, la España de Teresa de Jesús,
de Domingo de Guzmán, de Ignacio de Loyola,
de José de Calasanz y de tantos y tantos héroes
de la Religión y de la Patria, vive y vivirá.
porque se apoya en el Pilar de Zaragoza y puede
refugiarse en la Cueva de Covadonga. España
vive y vivirá porque ama á María y la venera
siempre y en todas partes: en la cumbre de las
montañas y en el fondo de los valles; en las
arenas de sus mares y en las orillas de sus ríos;
en las ciudades populosas y en las humildes al
deas ; Elspaña en fin, no puede morir porque María
tiene empeñada su palabra á favor de los he
raldos de sus glorias, y como nadie puede dis
putamos este hermoso timbre, España ha de
vivir vida próspera, apesar de sus presentes
amarguras; España ha de trocar sus tocas de
luto por las galas del regocijo, pues María le
dice con ternura maternal, para hacerle olvidar
de sus desgracias: Qtii elucidant me, viíam aeíemam habebunt.
Recibid, pues, amadísimos Cooperadores el
más cariñoso saludo de la España imperecedera,
y de un modo especial, de aquellos de nuestros
hermanos que en España defienden y propagan
la Obra de D. Bosco, que es la Obra de María,
Obra providencial de nuestros tiempos, Obra
verdaderamente de Dios, Obra en gran manera
grande y en la que Nuestro Adorable Redentor
no ha querido brillara sólo su omnipotencia in
finita, llamando, como en su auxilio, á su San
tísima Madre, para proporcionarle un nuevo
titulo al amor de los hombres que la veneran,
con motivo de la Obra de D. Bosco, bajo una
nueva advocación, la advocación ternísima y fi
lial de María Auxiliadora.
La Obra de D. Bosco es como Obra provi
dencial y divina, un poderoso elemento para la
solución del pavoroso problema social.
Da mihi animas, caetera tolle, decía una y mil
veces el apostólico fundador de los Talleres Sa
lesianos , y hoy que tanto se preocupan los
hombres de todo lo temporal y terreno, hoy que
sólo se rinde culto á la carne y á la materia, surge
D. Bosco, en pleno siglo x ix , preocupado ex
traordinariamente por la irritante y anticristiana
divirión y antagonismo de castas y de clases, y
se lanza heróico y esforzado á la conquista de
los corazones y en busca de las alm as, traba
jando incesantemente, para extirpar la disolución
— 296 —
de las clases poderosas y la anarquía de las
clases proletarias, y predicando la caridad á los
ricos y la rcsigfii'ación á los pobres, trata de acortar distancias, que engendran odios, esforzán
dose en unir voluntades divorciadas, causa de
los grandes males qué padedemos y de los ate
rradores conflictos que se avecinan.
Compenetrando D. Bosco que en todo pro
blema social palpita siempre una cuestión teoló
gica, descubre con la clara evidencia de los
hombres de Dios, que el tremendo problema del
capital y del trabajo proviene del olvido, por
parte de los hombres, de dos versículos sagra
dos, de dos brevisimas sentencias bíblicas que
bien practicadas, devolverían á la sociedad pre
sente, en lo que es dable después de la caída,
aquella paz encantadora y aquel bienestar sin
inquietudes, de que disfrutaron nuestros prime
ros padres en el paraíso terrenal.
In sudare vulius tui vesceris pane, dijo Dios á
Adán al ser expulsado del jardín de las delicias,
y esta tierra que has pisado con tu planta peca
dora, en penitencia de tus rebeldías y desobe
diencias, spinas et tribuios germinabit Ubi. He
ahí la primera parte de la cuestión teológica que
hemos dicho palpita siempre en todo problema
social y por ende en el terrible del capital y del
trabajo, que tanto y tanto preocupa en nuestros
días; y he ahí lo que no saben comprender las
clases obreras en los tristísimos tiempos que
atravesamos. Busca el pobre flores y encuentra
espinas y como le falta la resignación cristiana
rechaza la penitencia y detesta el trabajo, odia
al rico y se entrega á los más repugnantes ex,cesos. La Ley civil, el Elstado, el poder público
no resuelven, porque no pueden resolver, el
conflicto. El estallido se contiene sólo por el
imperio del Máuser, pero el malestar permanece
latente y la llaga continua incurada é incurable.
Más previsor que la Ley civil, más paternal
que el Estado y más prudente que el poder
público. Don Bosco sale en defensa del obrero
y lo airi,
y lo instruye y lo cristianiza, \.i
dijectamei.' í á svi alma, inculca en ella las vir
tudes cristi.Mias. presididas por la resignación á
la voluntad de Dios, y de esta suerte libra ni
individuo de males sin cuento, á la familia tle
una segura deshonra v á la sociedad de una
terrible fiera. Le hn .s.rvndo el alma: Da mihi
animas, caeiera toUe.
Si grandes, inmenso.^ y positivos son los re
sultados de la Obra de D. Bosco en lo que
respeta al pobre y al necesitado, no son meno
res, ni de menor importancia y trascendencia los
beneficios que proporciona á las clases acomo
dadas, á los ricos y á los opulentos. La misión
del Apóstol no se reduce á proporcionar pan al
hambriento y vestido al desnudo, ni termina en
la educación de la inteligencia y del corazón
del proletario. Siendo el mismo el precio del
rescate del alma del potentado que del mendigo,
pues que uno y otro cuestan el precio infinito
de la preciosísima Sangre de Nuestro Señor Je
sucristo, la Obra de D. Bosco despierta de su
letargo' á las clases altas de la sociedad v les
depara medios para lograr su salvación, multi
plicando sus buenas obras. Si predica á los po
bres r^ignación, predica á los ricos la caridad.
Quod superest date pauperibns, predican los
hijos de D. Bosco, pidiendo recursos para los
desvalidos; y con esta inmortal enseña, llaman
á las puertas de los poderosos, y la caridad pe
netra en los salones y la compasión toma asiento
en los palacios y se reduce la distancia que se
para al rico del pobre, quedando poco menos
que resuelto el conflicto entre el capital y el
trabajo. ¡Que edificante es el cuadro de una fa
milia obrera y necesitada cuando le sirve de
marcó la santa resignación! ¡Que edificante es
el hogar del rico cuando en el mismo tiene
asiento la caridad ! Portento estupendo, maravilla
inaudita que trasforma en antesala de la gloria
este valle de miserias, maravilla y portento que
la Obra de D. Bosco reproduce todo los dias
al repetir constantemente Quod superest date pauperibus; apartando al rico de los placeres y al
poderoso de los regalos, evita el despilfarro,
desconcierta la orgia y vence el lu jo; hace mo
desto los regocijos peligrosos, recatadas las ex
pansiones mundanales y parcos los festines siba
ríticos , y recogiendo las migajas que caen de
las mesas de los opulentos, sustenta el cuerpo
del pobre, salvando el alma del rico. Da mihi
animas, caeiera talle.
Ved, Señores , como con otro texto sagrado,
recordado á las clases afortunadas, resuelve tam
bién la Obra de D. Bosco, el problema social,
en el que palpita, como hemos dicho, una cues
tión teológica, que sólo pueden tratar con segu
ridad de éxito los verdaderos hijos de Dios, los
Apóstoles de la resignación, ..os embajadores de
la caridad.
Que la Obra de D. Bosco constituye un po
deroso elemento para la solución del conflicto
social, nadie que la conozca puede ponerlo en
duda. Yo no habré sabido demostrarlo, pero
esta es la conciencia del Congreso y así lo sen
timos los Cooperadores Salesianos de todo el
mundo.
Mas no quiero terminar mi humilde discurso
sin llamar la atención del Congreso sobre un
punto de vista muy importante y trascendental,
si quiera no sea más que en dos palabras, pues
no consiente otra cosa el limitado tiempo-de que
dispongo, á la par que el deseo de no abusar
de vuestra bénevola atención.
— 297 —
Si la Obra de D. Bosco constituye un ele
mento poderoso para la solución del conflicto
social, ¿quién sabe, Señores Congresistas, si ésta
en los designios de Dios, sea también un factor
decisivo para la resolución del conflicto religio
so? No os sorprenda la pregunta, señores mios,
y de seguro no os sorprenderá, si os fijáis en que
la Obra de D. Bosco, por especial providencia
de Dios, parece que va corapenetrándo, cada
dia más y más, el fin primario de su fundación,
en otro fin de importancia suma y de inmensa
trascendencia.
En efecto: así como por María vino Dios á
la tierra, es de Providencia divina ordinaria que
por María llegnie el hombre al Cielo, ad Jesum
per Mariam, dice San Bernardo. Que la Obra
de D. Bosco es obra de María, nadie se atreverá
á negarlo. Ahora bien, los Apóstoles de María
.Auxiliadora no predican á María para descansar
en María, sino en Aquel de quien Ella recibe
todas las gracias; no predican á María como
fin, sino como medio, como conducto de la gra
da y no como la propia fuente de la cual toda
gracia se deriva: ad Jesum per Mariam.
Todos los institutos religiosos, todas las Con
gregaciones marianas nos llevan á Jesús, pero
por diferentes caminos según sean las necesida
des de los tiempos. Los que desgraciadamente
atravesamos se distinguen por la falta del ver
dadero espíritu de caridad y por la prostitución
del amor, ya que todo lo domina el amor al
mundo, al demonio y á la carne.
Nuestro Señor Jesucristo, en sus inescrutables
designios, ha reservado para nuestros días la
manifestación de su amor más tierno, más sim
pático y más seductor, que cautiva y enternece,
que transforma y que domina. Tal es el culto
á su Sacratísimo Corazón; el reinado del amor,
de la perfecta caridad, para inflamarla , en fin,
en el amor divino: Ignem veni mittere in terram
quid vola nisi ut accendaturf
Y he llegado , Señores, á la demostración de
mi pensamiento: A d Jesum per Mariam. Trátase
de levantar en Roma la Catedral del amor , la
Basílica de la caridad , el Templo del Sagrado
Corazón de Jesús. ¿A quién se confia tan grande
Obra? A D. Bosco. Hasta aquí parecerá la cosa
muy natural, pues que en el centro del catoli
cismo y que en la residencia del Vicario de Je
sucristo se erija un templo al Deifico Corazón,
nada tiene de particular. Pero trátase más tarde
de consagrar otro templo al amatísimo Corazón
de Jesús, ya no en Roma, ni en la capital de
ninguna nación católica, mas en Londres, la
gran dudad protestante, la inmensa urbe, capi
tal de potente nación, divorciada de la Iglesia
Romana por el amor terreno, por el amor de la
c ^ e , por la l.ijuria de un Rey que provoca el
cisma por no querer sujetar y tener á raya los
voluptuosos ímpetus de su corrompido corazón.
¿A quién se confia esta segunda Obra? A Don
8t>sco, al esclareddo fundador de la Cohgregaaón salesiana , al infatigable Apóstol de María
Auxiliadora. A d Jesum per Mariam. ¿Será tam
bién la Obra de D. Bosco, repito, un elemento
poderoso para la solución del conflicto religioso?
N<» es dable al hombre escudriñar designios
de D io s, pero humanamente hablando, bien
puede decirse que el protestantismo , hijo pró
digo de la Iglesia católica se acerca, más y m&s
cada dia á la casa paterna. Precisamente hcmo.s
visto en estos días al Rey de Inglaterra y al
Emperador de Alemania prestar pleno homenaje
al Inmortal León X III, uno de los papas que,
con mayor desvelo y diplomacia santa, ha tra
bajado y trabaja para ver realizado el tinum
avile et unus pastor.
Lo cierto es, Señores, que en los templos de
Roma y de Londres, confiados á los Hijos de
D. Bosco, se da culto, creciente cada día, al
amantisimo Corazón de Jesús; lo cierto es que
el Deífico Corazón , que tanto ama á los hom
bres, no hace excepción de personas, ya que en
su infinita caridad se inmoló en el ara de la
Cruz para que todos los hombres fueran salvos.
Quiera el Sacratísimo Corazón de Jesús infla
mar los corazones de todos los hombres, cm su
divino am or, y nos deje ver cuanto antes, el
deseado dia de la conversión de las sectas di
sidentes al seno amoroso de Nuestra Santa Ma
dre la Iglesia católica. Apostólica, Romana.
Loado sea Dios por la Obra de D. Bosco en
Turin, providencial cuna de la misma y en to
das partes y quiera el Cielo bendecir las tareas
de este Congreso , que han de redundar á la
mayor gloria de Dios y la salvación de las al
mas. Alabanzas sean dadas á María Auxiliadora
por las bendiciones que, con mano pródiga,
derrama sobre la Congregación Salesiana.
Adelante, pues, esclarecidos caudillos salesianos, que os siguen muy de cerca escuadrones
aguerridos para librar las batallas del Señor
contra los enemigos de nuestra salvación. Y vo
sotros dignos cooperadores y piadosas coopera
doras salesianas , hermanos míos queridísimos ,
soldados de la Pía Union de San Francisco de
Sales, unámonos en apretada Iiaz, vis imita fortior, bajo la bandera de D. Bosco, nuestro in
signe caudillo, que con tanta gloria por la Iglesia
mantiene inmaculado su dignísimo Sucesor ,
nuestro amadísimo D. Rúa, y que con tanto celo,
y á costa de indecibles sacrificios, extienden por
todo el mundo los ejemplares hijos de D. Bosco,
trabajando sin descanso, en lo que permiten
nuestras fuerzas, para el triunfo del reinado so
cial de Nuestro Señor Jesucristo, predicando, sin
respetos humanos. la resignación, y practicando,
sólo por amor á Dios, la caridad.
Anímenos á tal empresa la plenísima seguri
dad de que cada sacrificio personal ó pecuniarioque hagamos á favor de la Obra de D. Bosco,
será un nuevo peldaño que habremos construido
en la escalera santa que nos ha
subir al
cielo. He dicho.
— 298 —
leo 8 del lon|f680 1 de la loroaaclón
(Ecos bel Congreso.
Sin echar en olvido las recomenda
ciones que el Rdo. Sr. D. Rúa hizo á
los Cooperadores en su carta anual
publicada en Enero , es á saber, las
vocaciones religiosas, los Oratorios fes
tivos y la buena prensa; deben tam
bién atender á las deliberaciones toma
das en el último Congreso y procurar
realizarlas en lo posible , si se quiere
que el Congreso produzca sus frutos.
Iremos publicando mensualmente en
las Ecos del Congreso dichas delibera
ciones, para norma de los Cooperado
res y orientación fija en sus trabajes.
II. Recuerda á los Cooperadores el extraor
dinario desarrollo que por toda la tierra y es
pecialmente en los principales centros industriales
y manufactureros, va tomando el apostolado de
los hijos de Don Bosco, para bien del joven
obrero, en sus institutos y escuelas profesionales
de artes y oficios, donde el joven — casi siem
pre huérfano ó pobre — en la dignidad de co
legial, inicia su elevación social, con la instruc
ción profesional y literaria, que los progresos del
tiempo requieren y con la instrución civil y reli
giosa, se forma honrado ciudadano y cristiano
convencido y práctico.
III. Recuerda asimismo con simpatía el admira
ble progreso profesional, escolástico y artístico
que dichos institutos han alcanzado en pocos
Deliberaciones acerca de las escuelas é institutos
profesionales.
El Congreso, considerando: — i. Que el pro
blema capital cuya solución ha despertado la
atención en estos días, de. todos los que se
interesan por el bien de la Religión, de la hu
manidad y de la patria, es el problema social y,
más en particular, la cuestión obrera; — 2. Que
la Iglesia, la sociedad, los Gobiernos y los sa
bios dirigen todo su poder, estudio é influencia
á evitar el peligro de una solución violenta á
esta gran cuestión; — 3. Que según la opi
nión general nada hay más eficaz para destruir
este peligro, que una mejora razonable y esme
rada de las actuales condiciones religiosas, civi
les , profesionales, económicas é higiénicas del
obrero; — 4. Que á pesar de ésto debe apli
carse con celo y solicitud un remedio aún más
radical, que es la formación de una nueva ge
neración obrera, educada en la fortaleza y cari
S r. D. Manuel Pascual de Bofarull.
dad cristianas, en lionradez civil y en habilidad
técnica; líl Congreso:
años, confirmado por las más célebres exposi
I.
E¡ex‘(i :./¡ hi/nno en a/adan::a de D. Bosco, queciones nacionales, internacionales y universales,
como genio inspirado en amor á Dios y como que premiaron con honórificas menciones el mé
conocedor profundo de los tiempos actuales, no todo y trabajos salesianos en Londres, Roma,
Bruselas, Barcelona, Colonia, Edimburgo, París.
sólo estudió y procuró remediar las necesidades
del obrero , sus tendencias y sus peligros, sino Chicago, Turin, etc.
que con corazón de apóstol, aplicó el remedio,
IV.
Propone á la admiración pública el Procuyos espléndidos resultados le han cautivado gratnme des cours para artesanos jóvenes dej
la admiración del mundo entero y el afecto instituto Salesiano de L ieja; programa de cul
acendrado de una gran multitud do obreros, que tura general literaria y social verdaderamente
desde 50 años hace esparcen por doquiera !a práctico y moderno, en perfecta armonía con las
idea de la cristiana elevación del obrero y la aspiraciones de las Encíclicas Papales acerca de
.'Ramificación del trabajo.
la cuestión obrera.
— 299
Y hace votos para que:
а) Los Cooperadores Salesianos de todo el
mundo imiten en la medida de sus fuerzas, el
celo emprendedor y el espíritu de D. Bosco en
provecho de la juventud obrera.
б) Socorran á los Salesianos con su favor, sus
consejos y sobre todo con generosos y frecuentes
subsidios, en una empresa, que para poderse
conservar á la altura que merece y los tiempos
exigen, necesita no sólo del tributo personal del
ingenio, del trabajo y del sacrificio de los Sa
lesianos, sino también, y ésto en particular ma
nera, de la generosidad de los Cooperadore.s.
c) Unan á esta obra de restauración social del
Jóven obrero, la del obrero adulto, trabajando
en la medida de sus fuerzas, por remover las
causas que en las condiciones presentes hacen
moral y físicamente perniciosa y difícil la vida
en los centros industriales, y económicamente
abyecto el modo de vivir en los campos; y por
colocar á los obreros en los talleres de personas
amantes de la religión y de la moral.
Adhesión al Congreso.
LA PAZ (Bolivia) (i) Los Cooperadores y Coo
peradoras de la Ciudad de La Paz [Bolivid)^ al
recibir la plausible noticia de la celebración del
tercer Congreso salesiano en la ciudad de Turín,
bajo la Presidencia honoraria del Emmo. Sr.
Richelmy, Cardenal Arzobispo de esa ciudad y
con la concurrencia de muchas dignidades de la
Iglesia y Cooperadores Salesianos, nos hemos
reunido para acordar nuestra adhesión al Con
greso manifestándola en los términos siguientes:
1. Viéndonos impedidos por la distancia y la
premura del tiempo para nombrar nuestro re
presentante ante esa solemne corporación, hemos
resuelto dirigirnos, para hacer constar nuestra
complacencia y adhesión con un cablegrama á
V. R. con fecha 13 del presente mes.
2. Celebrar con toda solemnidad, las festivi
dades religiosas en honor de María Auxiliadora
dirigidas por los R.R. P.P. Salesianos de este
colegio.
3. Dar impulso y apoyar con toda decisión
las obras del templo y las acordadas por los
superiores de esta institución en Bolivia.
4. Impulsar con verdadero anhelo la propa
gación de los institutos Salesianos y los orato
rios festivos.
Estos son los acuerdos tomados para contri
buir á hacer universal la propaganda de los
santos principios del immortal Don Bosco. Lo
que tengo el honor de trasmitirle autenticado
con la firma de todos nuestros congregados.
L a Paz (B o liv ia ), M ayo de 1903.
M.A.NUEL B . M .\ r i a c a .
( i ) Por involuntario olvido om itimos esta a d b e s ó n en
V» E co i d el C ongreso d el n úm eio an terior; no quere
mos om itirla esta v ez, p ara qu e resplandezca m ás y más
d celo de nuestros Cooperadores de Bolivia, á quienes
pedimos perdón d el involuntario olvido.
-
Ecos de la Coronación.
Seguimos relatando la crónica de las fiestas
celebradas en honor de María Au.xiliadora, que
aunque sea ya algo tarde, servirá al menos para
manifestar el progreso que va tomando esta de
voción y animar á todos en este santo aposto
lado de la difusión del culto á la Auxiliadora
de los Cristianos.
SANTIAGO (Chile) La gran Fiesta de María en el
Templo de la Gratitud Nacional. — La fiesta de
Nuestra Buena Madre Auxiliadora ha revestido
este año una solemnidad que jamás, talvez, han
alcanzado en Chile nuestras fiestas salesianas.
El fausto acontecimiento de la Coronación de la
bellísima Imagen de Turín, debía dar un nuevo
vigor á la piedad nunca desmentida de nuestros
celosos cooperadores. Durante la novena, y al
ternando con las hermosas oraciones que en ho
nor de María nos legara nuestro inolvidable padre
D. Bosco, se entonaban escogidos cánticos á la
Reina de los cielos, á Quien ensalzaban á su
vez de.sde el púlpito oradores esclarecidos del
clero secular y regular de esta capital.
El 17, fiesta de la coronación, celebró la misa
el Exrao. Sr. Delegado Apostólico Mons. Pedro
Monti y distribuyó la Sta. Comunión á los 600
niños de los colegios de E l Patrocinio y Gratitud
Nacional.
El 24 fué sin duda la nota dominante, el cen
tro á donde convergieron los santos anhelos de
honrar á María, de que rebosaban nuestros pe
chos. Ese día la misa de comunidad fué oficiada
por el Sr. Vicario general del Arzobispado, Don
Manuel A. Román, celoso cooperador salesiano,
que tuvo que ser ayudado en la distribución
Eucarística ¡tanta era la afluencia de fieles que
se acercaban á la Sagrada Mesa! Cincuenta ni
ños estudiantes y artesanos de este colegio se
llegaron á recibir por vez primera á su Creador
en su inocente pecho.
A las 9 i\2, hora de la misa cantada con asis
tencia pontifical del Exmo. Sr. Delegado Apos
tólico, la Iglesia estaba materialmente repleta de
gente: el plano y galerías inferiores ocupadas
por los cooperadores y cooperadoras los supe
riores y los niños de nuestro colegio y los de
E l Patrocinio. La majestad del lugar santo régiamente engalanado, el órgano magistralmente
manejado por el Sr. L. Beccatine, la orquesta
de maestros excelentes, los delicados acentos de
nuestros niños cantores y la voz potente del pa
dre capuchino que oficiaba, el sumo recogimiento
del pueblo; todo contribuyó á que la misa sa
liera á perfección.
El sermón estuvo á cargo del eximio orador
sagrado Pbro. D. Alberto Ugarte y más que
sermón, fué un continuado himno á la Madre
de Dios y Auxiliadora de los cristianos. Después
de la consagración, y mientras aún duraba el
respetuoso silencio de los fieles, empezaron á
preludiarse las primeras notas del coro María
Auxiliutn CristCmorum del maestro Capoccí
- 300 —
A las suaves voces de los á solo contestaron
los casi 600 niños que ocupaban las galerías;
aquel fué un momento supremo , indefinible, y
la conmoción pareció helar la sangre en nuestras
venas. ¡Ah ! cuántas dulces lágrimas escapáronse
entonces por nuestras mejillas cuando amorosa
mente fijos los ojos en la sagrada imagen de
María, repetíamos también nosotros desde lo
intimo del corazón: ¡ Roffad por nosotros!
Terminada la misa obsequióse al Exmo. Sr.
Monti con un modesto almuerzo ofrecido por
cooi)eradoras. A él asistieron también los seño
res Ministros de Estado D. Rafael Sotomayor y
D. Aníbal Sanfuentes; el Sr. Vic. General del
Arzobispado; el Rector del Instituto de Huma
nidades , Canónigo Luis Campino; el Inspector
General de Instrucción primaria, D. Marco A.
de la Cuadra; el Superior de los P.P. Capuchi
nos y de los P.P. Franceses; el Pbro. D. Rafael
Edwards, director de E l Porvenir^ y otras dis
tinguidas personalidades de nuestra política y
de nuestro clero como, también algunos perio
distas.
Concluido el almuerzo, y tras un corto des
canso al aire libre, dirigiéronse todos á la iglesia,
donde gran número de cooperadores esperaban
ya la conferencia anunciada. El Sr. Pbro. D. Mi
guel León Prado estaba encargado de hacerla.
Este celosísimo cooperador salesiano, que se ha
constituido en el factor principal de las obras
salesianas de e.sta ciudad, y que desde sus ci
mientos va alzando ahora la nueva casa de
HermanOvS salesianas, con palabra fácil, que ha
cia elocuente el amor á D. Bosco y el celo de
las almas que las dictaba, trazó á grandes ras
gos la historia de la Congregación Salesiana en
C h ile; los lauros que había conquistado, las
rudas pruebas que había sufrido ; las dificultades
felizmente superadas con ayuda de los coopera
dores, y las que Ella esperaba superar auxiliada
por la inagotable caridad de los mismos. Habló
de los oratorios festivos y de la necesidad de
acrecentar su número y el de sus niños como
único medio para salvar á la generación que se
levanta de la fatal gangrena que carcome y va
minando sordamente á la generación actual.
Concluyó haciendo un caluroso llamamiento á
la caridad de los cooperadores y cooperadoras
á fiit de ayudar á la restauración de la Gratitud
Nacional y á la conclusión de la Casa de H.H.
de María Auxiliadora que hace apenas cinco
meses se empezó á edificar en el local del Ca
mino de Cintura esquina de Sta. Rosa, y que
está llamada á hacer un gran bien á las niñas
pobres del populoso barrio Sur de Santiago.
Después de la conferencia dióse la bendición
de María Auxiliadora, y tras la bendición papal
impartida por el mismo señor Miguel L. Prado,
dió fin al acto y á las fiestas la solemne Expo
sición del Smo. Sacramento.
CHICHIQALPA (Nicaragua) Los celosos coope
radores de esta ciudad para festejar la Corona
ción de María Auxiliadora celebraron una so
lemne función, que da á conocer lo desarrollada
que en ella está la devoción á tan buena Madre.
En la Iglesia parroquial el día 22 de Junio
se bendijo una imagen de María Auxiliadora,
apadrinada por los principales señores de la
ciudad: acabada la bendición un coro de niñas
entonó el himno de María Auxiliadora.
El día 24 se celebró la función patronal, á la
que asistieron todos los socios y numerosos
niños. Enviamos un aplauso á los piadosos ve
cinos de Chichigalpa y les auguramos las ben
diciones de la Auxiliadora de los Cristianos.
VILLA COLON (Montevideo) Dice el excelente
diario católico de dicha capital. E l Bien-.
« El día 24 se celebró con extraordinaria
pompa en el Santuario de Villa Colón la fiesta
de María Auxiliadora.
Una peregrinación , formada en su mayoría
con elementos de la Parroquia del Cordón, tributó
en dicho día una manifestación da fe y devoción
á la taumaturga Virgen de D. Bosco.
Las personas que ya han visitado ese Santua
rio de Villa Colón , al penetrar otra vez en la
digna morada que se está preparando á la Ma
dre de Dios, notarán allí nuevas reformas.
Ante todo, llamará la atención el decorado
del atrio, obra sencilla, pero ejecutada con muy
fino gusto.
En el camarín de la Virgen se estrenó el día 24
un hermoso aparato destinado á sustentar en
delicados brazos de bronce las lámparas votivas
que personas piadosas deseen colocar junto á la
imagen de Maria Auxiliadora.
El aparato es una obra de arte, y contribuirá
á prestar mayor imponencia y belleza al hermoso
nicho de la Virgen.
Es un donativo de la virtuosa dam a, doñ.i
Manuela G. de Garda, bienhechora de las más
grandes y generosas que cuenta el Santuario.
Cumplimos con un acto de justicia al consi
gnar su nombre en estas columnas; pues la
susodicha señora con sus frecuentes donaciones
se ha hecho acreedora al más profundo recono
cimiento de la sociedad montevideana que ama
el Santuario de Villa Colón y desea verlo cuanto
antes perfectamente concluido y decorado.
Muchas son ya la obras que en el Santuario
de María Auxiliadora se han llevado á cabo;
pero más son las que aún quedan por hacer, y
y que esperamos terminará la generosidad de los
Cooperadores >.
BARRANQUILU (Ecuador). El Sr. J. M. C.
escribe en E l Conservador:
Aún cuando hace tan poco tiempo que se
abrió en esta ciudad una casa salesiana, sin em
bargo es admirable la rapidez con que se ha
apoderado de los corazones de muchos de sus
habitantes, la devoción á Maria Auxiliadora y
una prueba de ello la tenemos en el entusiasmo
y en el solícito cuidado que se vieron durante
todo el mes consagrado á su culto.
Fué grande el empeño de las personas encargfadas de honrar diariamente á María S. S. De
jaban sus quehaceres para pasar largas horas
— 301 —
ocupadas en la decoración del templo; conten bajo la sombra de algunos árboles y alumbrados
tas, porque ayu d ab a á realzar ^ culto de la por la claridad de la luna.
Los festejos en honor de María continuaron
Vii^n y satisfechas porque, asi daban pública
muestra del amor que la profesaban. Su fervor hasta el 31, día en que se terminó el mes con
fué grande desde el principio; no decayó un una función provechosísima para el pueblo y
punto, antes parecía aumentarse á medida que por consiguiente gran motivo de alegría para
los admiradores de la obra salesiana.
se acercaba el 24 de Mayo.
Siendo muy extensos los confines de “ «ita par
Dejo aparte la solemnidad de la misa de
este dia que filé ejecutada con bastante perfec roquia á muchos feligreses le es imposible asis
ción por los niños del Oratorio festivo, el dis tir al templo y por tanto era necesario facili
tarles algunos medios para que pudieran cumplir
curso verdaderamente magistral del P. Torres,
y las muestras de cariño que el clero y hono con sus deberes religiosos; con este fin se ha
rables personas del lugar nos dieron honrándo abierto al Occidente de este, templo de San Ro
nos con su asistencia, para narrar tan sólo la que, precisamente en la calle de California, una
función de la tarde y la conclusión del mes de capilla y un Oratorio festivo dedicado á San
Francisco de Sales, en una casa que para este
\Iaria.
No habiendo llegado aún la estatua de María objeto cedieron generosamente el Sr. Eparquio
Auxiliadora, hubo que aprovechar la del Cora González y su esposa Da. Lucila P. de González.
Para la inauguración se hizo una procesión
zón de María. Se la sacó en procesión, que
principió á las 4 112 p. m. por
¡as principales calles de este
barrio; la concurrencia era
numerosa y el orden que rei
naba en ella encantador; á la
cabeza iba el pequeño clero
seguido de las cofradías de se
ñoras y señoritas de esta parro
quia , llevando cada cual su
respectivo estendarte; luego
numerosa fila de personas
particulares y la Virgen en
medio de los cantos alternados
entre los niños del Oratorio
festivo y las señoritas del Ins
tituto Ariano que cerraban
marcha.
No es fácil describir el reíocijo de los buenos corazones
al ver pasearse por estas calles,
á la que es luz y consuelo de
Río Janeiro (Brasil) — Em barque de lo i Alum nos del Colegio de Sta Rosa.
los hombres y fuente de virtu
des y bendiciones para aquellos
lugares que tienen la dicha de recibirla. Terminada tan solemne como la del día 24. En esta capilla
se dirá misa y se predicará todos los domingos
la procesión el Presbítero Sr. D. Pedro M. Revollo,
hizo la conferencia á los Cooperadores demos y se reunirá allí á los niños para instruirlos en
trando en pocas palabras, como la Virgen siem sus deberes religiosos y sociales.
De esta manera María Auxiliadora va derra
pre que se ha tratado de socorrer á los cristia
mando en esta ciudad sus bendiciones y abre á
nos ha estado pronta « como un ejército bien
ordenado en campo de batalla»; de donde dedu ios salesianos extenso campo para trabajar por
cía que no debíamos temer los estragos que los la juventud, por quien han palpitado de entu
discípulos de Lutero tratan de hacer en esta siasmo corazones generosos y que forma el tra
ciudad, pues María había venido ya en nuestro sunto de las grandiosas esperanzas de la Con
gregación Salesiana.
socorro y nosotros no teníamos que hacer más,
Quiera la Víigen de D. Bosco bendecir la
que poner en práctica sus deseos, ajrudando por
cuantos medios estuvieren á nuestro alcance, á obra salesiana en medio de nosotros: á la es
levantar nuevas falanges para contrarrestar los cuela con sus cien alumnos, á los dos Oratorios
festivos y á la laudable iniciativa que el Reve
progresos y pretensiones de la herejía.
rendo Padre Briata ha tomado últimamente: la
Dióse en seguida la bendición con el S. S.
Sacramento y con la bendición papal terminaron de establecer tm plantel de educación para los
hijos del Pueblo.
las funciones de iglesia.
La gente satisfecha dejaba el templo para ír
i pasar unos ratos de santo regocijo' en el patio
de la casa ^l*^íana, viendo la representación
del drama titulado < La Caridad Cristiana» y
que á falta de local, hubo que dar al descubierto.
— 302 —
EL REPRESENTASTE BEL SÜCESOR BE BON BflSCB
EN A M É R I C A
(Correspondencia de D . Calógero Gusmano á nuestro Rector Mayor, D . -M i^el Rúa).
tañas, la funicular que conduce á la cumbre
donde se eleva Petrópolis, demora ordinaria de
La entrada de Rio Janeiro es imponente: La
los diplomáticos y principales comerciantes que,
bahía , inmensa en extensión , pertenece en su después de sus diarias ocupaciones van allí á
parle extrema septentrional al tipo de las lagu pasar la noche, por que ésta resulta peligrosa
nas fluviales; es al mismo tiempo golfo y laen Rio Janeiro á causa de la fiebre amarilla.
En Petrópolis, estuvimos á visitar á S. E. Mons.
guna.
Con sus trescientas islas, ocupa una extensión José Macchi , Nuncio Apostólico en Brasil, el
de 419 Km., de los cuales, u n . tercio tiene la cual, después de haber pasado dos días en
profundidad suficiente para los buques del ma nuestro Colegio, nos acogió bondadosamente
yor calado, que á centenares están anclados y y nos convidó á comer con él. Este ilustre Pre
van en todas direciones, dejando aún mucho
lado tiene para los salesianos corazón de padre.
espacio vacio. La entrada está flanqueada por Cuando estuvo en Nietheroy, expresó repetidas
dos fortalezas, y en una de ellas, el 1874, cuando veces tener gran contento en hallarse en medio
existía aquella famosa cuestión entre el Gobierno de nosotros, exhortando á los niños á correspon
y el Episcopado Brasileño, estuvo encarcelado der á sus educadores. « El Papa, nos dijo, es
el Obispo de Olinda y más tarde el de Pará.
sabedor de todo lo que hacen los salesianos,
A primera vista, aquella inmensa bahía, parece especialmente en la America Meridional y reposa
un estrecho : pues de tal manera se juntan las tranquilo cuando sabe que una empresa está
rocas de granito, que sólo queda un espacio de confiada al celo de los salesianos. » ¡ Cuanta
1400 metros. A medida que se entra, las costas bondad y cuanta virtud resplandece en este
del Este y Oeste se separan, formando ensena- eximio Prelado, que i»a dejado grata memoria
ilas y bahías en el ancho semicírculo, cuyos pro de sí en el Perú y en Chile y goza el aprecio
montorios intermedios se prolongan en islas é de todos en el Brasil! Desde el palacio del Sr.
islotes. Excepto en el canal de entrada, el cir Nuncio fuimos al de Mons. Maya, obispo de la
culo de colinas y alturas parece que se despliega diócesis, quien como antes el Exmo. Sr. Lacerda,
para formar corona al laberinto de islas que es nuestro padre y bienhechor y se complace
en pasar de cuando en cuando algunos días con
ocupan la bahía.
El viajero se creerla perdido en las fragoro- sus hijos de Nietheroy, como el los llama.
sidades de un continente, sí las velas, estos pun Parece probable que el Santo Padre lo traslade
tos blancos en el azul de las aguas, no le dijesen á la diócesis de Pará, lo que será para nosotros
que se halla en el mar. ¡Que hermoso espectá una gran pérdida: pero también en Pará le
culo divisar la altas montañas, que forman este seguirá nuestro afecto y nuestra gratitud.
grandioso anfiteatro, salpicadas de naranjos y
El 15 de agosto, en una de esas barcas de
las colinas, que insensiblemente van perdiéndose hermosísima y singular extructura, capaces de
en la playa, esmaltadas con el verde vivo de las
llevar 500 personas, que en la bahía de Río
palmeras! Nápolcs y Consiantinopla no la aven Janeiro hacen su servicio de orilla á orilla,
tajan en belleza. La Capital de la Federación llegó á Nietheroy un numeroso peregrinaje de
Brasileña es también el centro del comercio na los miembros de las Conferencias de S. Vicente
cional, comercio en gran manera activo y ani de Paúl para terminar sus ejercicios espirituales
mado por los extranjeros, que la enriquecen con y sellar sus propósitos con un acto de fe y una co
sus tesoros para obtener en cambio sus ricas munión á los pies de la Virgen de D. Bosco. Era
|iroducioncs. Los Templos, palacios y edificios,
un espectáculo conmovedor y grandioso, el ver
grandiosos algunos de ellos, contribuyen á em confundidos en santa hermandad á funcionarios
bellecerla, aumentando con el arte y la industria del ejército, del gobierno y señores del patriel encanto de la naturaleza. Actualmente cuenta ciado, con los hijos del pueblo cantando las
ya 900.000 habitantes, y mayores serian sus Letanías y rezando el santo Rosario. No olvi
proporciones, si no la molestara frecuentemente daré nunca la grata impresión que me produjo,
el terrible azote de la fiebre amarilla.
ver á un coronel mayor, que enfermo y asmá
tico, sin reparar en el cansancio que la subida
A co g id a .
le causaba, quiso ir á pie hasta el monumento.
Muchos peregrinos deseaban reconáliarse y cuatro
Cruzamos en hora y media la extensa bahía,
para ir ó tomar en la falda de una de sus mon P.P. Salesianos, como en sus tiempos hada Don
E l puerto de R io Janeiro.
—
Bosco, sentados á la sombra de un árbol en el
bosquecillo qne rodea el monumento, satisficie
ron el piadoso deseo de los devotos peregrinos.
D. Albera celebró la santa Misa en lo alto del
monumento para que le pudieran ver todos los
asistentes y administró la santa Comunión á los
300 peregrinos. Acabada la función se dió un
frugal almuerzo. Se alzó á los postres el Dr.
Agustín Dos Reis, profesor en ía Escuela Politéc
nica de Río Janeiro. Yo le había ya oido, cuando
con voz vibrante y entusiasta, había dado la
bienvenida á D. Albera, pero en esta ocasión
sus palabras fueron más tiernas, más férvidas, y
más que palabras parecían gemidos, de afecto.
Recordó el buen ejemplo que habían recibido
de los jóvenes colegiales á los pies de la Virgen,
de aquellos jóvenes devotos, modestos y más
disciplinados que cualquier ejército; ejemplo
tanto más meritorio, cuanto que es mayor el
contraste entre sn porte ante el altar y la viva
cidad en sus infantiles diversiones. Notó el gran
atino del director, que mientras con la presencia
de los 420 colegiales á aquella pública y so
lemne manifestación de fe, arrancaba lágrimas
de consuelo á muchos padres que tenían allí á
sus hijos, enseñaba á los hijos el modo de con
ducirse cuando se encuentren fuera del santo
retiro. Todos esperaban oir la palabra de Don
Albera, y él recordando las intimas relaciones
que existieron siempre entre D. Bosco y las
conferencias de S. Vicente de Paúl, dijo que
en muchas ciudades de America, los socios de
de las Conferencias habían sido también los
fundadores de las casas Salesianas. Llamó á la
memoria la íntima amistad de S. Vicente de
Paúl con San Francisco de Sales, y terminó
invitando á los hijos de estos dos grandes santos
á que imitasen las virtudes sublimes y los altos
ejemplos de sus Patriarcas.
Pocos días después, vino á visitar el monu
mento el Sr. Ministro de trabajos públicos y lo
encontró una ioya del arte. Habiendo asimismo
visto el siempre creciente número de peregrinos
que van á visitarlo, pidió permiso al Director
del Colegio para construir en la colina una fu
nicular. Los trabajos de construcción han empeMdo ya bajo la dirección de una junta de 15
ingenieros, y es de esperar que el día de la
Exaltación de la santa Cruz, anniversario del
descubrimiento del Brasil pueda inaugurarse
para gloria de María Auxiliadora y satisfacción
de la piedad de sus devotos.
S a lid a y p elig ro s.
Muchas otras cosas quisiera decir de esta casa,
y los recuerdos acuden en tropel á la pluma.
Qnimera hablar de las Escuelas, de los talleres,
de las medallas de honor ganadas en varias
^posiciones; pero el Inspector del Norte del
® ^ 1 ha llegado y es tiempo de partir. Los Sa**®nnos y niños reunidos en los extensos patios,
^ dieron el adiós de despedida. « Otros colePos. dijeron á D. Albera, otros niños, otras
Repúblicas te esperan. Ve, que nosotros te acom
—
pañamos con el afecto y rogaremos por ti. Pero
antes acepta este regalo, sencillo sí, pero más
precioso que las victorias de Alejandro, de César
y de Napoleón, pues si ellos vencieron á los
demás, nosotros nos hemos vencido á nosotros
mismos , hemos vencido nuestra natural vivaci
dad y nuestras malas tendencias, .-^qui tienes
nuestros certificados de estudio y de la buena
conducta, que todos hemos observado durante tu
permanencia en el Brasil: helos aquí, .son tantos
cuantos son los corazones que por ti palpitan
de afecto: acéptalos, pues con dios te hacemos
un presente.»
El 25 de Septiembre (1901) á las dos de la
tarde partimos para Rio Janeiro. Cuando hubo
dejado de llover, embarcamos en un bote. Era
mos siete y esperábamos llegar en diez minutos
á bordo del Bresil, buque francés; pero estuvi
mos á punto de no llegar nunca. Ya por la poca
aptitud de los boteros, ya por la excesiva carga
que el bote llevaba, ó por la agitación de la
marea, las olas entraban dentro y un hermano
con toda su actividad no era capaz de quitar toda
el agua que entraba. Inútil es decir que los pies
los llevábamos mojados, como las espaldas, que
servían como de dique para que el agua no en
trase en mayor cantidad. Queríamos pedir so
corro, pero los boteros se opusieron á ello y
uno nos alentaba diciendo que él había naufra
gado ya tres veces y aún estaba a llí, no sé si
por nuestra suerte ó desgracia. Añadía con senciller, ó quizá con malicia, que el Señor es nues
tro padre y que de nada debíamos temer. Las
olas se levantaban cada vez más amenazadoras,
nuestra barquichuela trazaba zig-zag para evi
tarlas y el vapor se veía siempre lejano. El her
mano que iba al timón, arrojaba de cuando en
cuando en el mar algunas medallas de María Au
xiliadora. D. Zanchetta con la mirada fija en el
monumento de Nietheroy, rompió el silencio y
dijo: ¡Alli esta nuestra buena Madre, María! Si,
en aquel momento, todos, sino los ojos, tenía
mos el corazón puesto en la Estrella del mar.
D. Giordano quería dar una buena reprimenda
á los boteros por haber arriesgado tantas vidas,
pero creyó más prudente dejarlo para cuando
estuviésemos en seguro. El dolor de ver en pe
ligro á nuestro superior, les hacía olvidar que
estábamos aún á discreción de los boteros. Don
Albera en todo el tiempo no dijo siquiera una
palabra. Finalmente cuando Dios quisó aborda
mos al Bresil. Nos quitamos de encima la ropa
toda mojada y nuestros hermanos volvieron al
puerto no ya en aquel infausto bote, sino en un
seguro vaporcíllo.
B a b ia
El viaje había tenido mal principio y para
colmo de desventuras el mar estaba agitadísimo;
los camarotes que tenían la ventanilla sobre el
puente quedaron completamente anegados. El
pobre D . Giordano no tenia necesidad por cierto
de este s^undo baño , pues con él se aumen
taron los dolores reumáticos; y nosotros no le
podíamos aliviar gran cosa, por que como su>
cede navegando, estábamos también bastante presente, por que sólo los Papas reclamaron
mal y hacia más de 24 horas no habíamos to siempre los derechos de estos infelices. Pablo III y
mado alimento. Por fin llegamos á Baliía, la Urbano VIII llegaron á fulminar terribles censuras
primera capital del Brasil, emporio de sus ri contra los promotores y cómplices de este in
quezas y metrópoli de los dominios portugueses fame tráfico. Pero estos infelices negros ahora
en el nuevo mundo. La ciudad está dividida en más que nunca han menester la ayuda del mi
dos partes; la parte más pequeña está edificada sionero. Ebrios de alegría por la libertad alcan
zada, el fantasma de lo pasado los aterra y los
en la playa y habitada por la gente de mar;
sus edificios consisten en cabañas para los ma aparta de la idea de sujeción; faltos de medios
rineros, aduanas y agencias. La parte principal de subsistencia, poco instruidos en las verdades
se levanta á poca distancia en una altura. Nos de nuestra santa fe y con poco nobles instintos,
necesitan una mano caritativa y benéfica que los
hablan dicho que Bahia tiene
Iglesias y
desde á bordo contémplabamos sus torres; pero dirija. Pero en general son inteligentes y de
buen corazón.
no tienen nada de grandioso, la misma catedral
no es más que una iglesia her
mosa sí, pero no es una cosa
extraordinaria.
Nuestra casa está situada
media hora distante del puer
to. Desde cuando vivía Don
Bosco , había trabajado espe
cialmente el Sr. Arzobispo,
para fundar allí una casa Salesiana, pero sólo el 1900 D.
Giordano y algunos señores
de la comisión nombrada al
efecto, pudieron encontrar un
lugar adaptado. Es esta una
antigua quinta que costó 90.000
pts. Quería comprarla el Sr.
Arzobispo para veranear en
e lla , pero cuando supo que
deseaban también comprarla
los salesianos, renunció espon
táneamente á sus deseos en
vista del bien inmenso que
R io Janeiro (Brasil) — L os Alum nos d el C olegio de Sta. Rosa
de este modo podía procurar
en el Palacio d el S r. Presidente de la República.
á sus ovejas: « Aunque la hu
biese comprado ya, decía el
A la puerta del Colegpo esperaba á D. Albera
buen Prelado, habría igualmente renunciado á
la banda de músicos compuesta toda de negros,
ella. »
Pasando por la ciudad , lo que más llamó lo que fué una agradable sorpresa para él. Los
nuestra atención fué el ver tal mimero de ne 70 alumnos internos son todos artesanos y hay
gros. A la vista de estos pobrecitos, nuestro ademas una incipiente Granja agrícola. Los estu
pensamiento volaba al Congo, á Senegambia y diantes son pocos por falta de local; unos cien
asistía al tráfico infame, que hacia de los pobres externos frecuentan las escuelas y es de esperar
negros, esclavos de las inmensas haciendas que se aumentará el número cuando se haya ter
tratados como bestias de carga, más bien que minado el edificio (de 15X45) que cuando noso
como hombres. Increíbles parecen las cosas tros pasamos estaba ya cubierto. Por ahora un
que sobre ésto se nos han dicho durante los salón de la antigua quinta hace de capilla, donde
cinco meses que llevamos en el Brasil. Y sin los fieles acuden á los divinos oficios y á
embargo este inhumano tráfico de esclavos duró frecuentar los Sacramentos. La actividad y abne
más de dos siglos y sólo ha cesado pocos años gación de los cinco salesianos de esta casa, les
ha captado la simpatía de toda la ciudad: todos
hace. El año del jubileo sacerdotal de León XIII,
el 8 de mayo de 1888 , la princesa Isabel firmaba hablaban de ellos con entusiasmo y D. Albera
el decreto de emancipación de miles y miles de escuchaba complacido estos elogios de personas
esclavos y hacia con él un regalo al Papa, que tan respetables, como el Exemo. Sr. Arzobispo
á buen seguro le habrá sido el más gjato. El de la diócesis, el Gobernador del Estado, d
Papa era la única persona que mereciese taJ Prefecto y el Alcade de la ciudad ^ Estos distin-
j '^5 —
guidos señores acudieron también gustosos á la
velada que se celebró en honor de D. Albera,
así como también diversos representantes del
clero seglar, reg^ular, señores y numeroso pue
blo . reuniéndose todos en el patio por no ha
ber un local capaz y conveniente. El Excrao.
Sr. Machado tomó el primero la palabra y di
rigió al Representante de D. Rúa un saludo en
nombre de los Cooperadores Salesianos, cuyo
director es. El discurso resultó digno de un
verdadero admirador de D. Bosco y amigo de
sus hijos. Aquella íntima reunión fué una verda
dera manifestación general de afecto á la obra
salesiana, y ésto nos reveló el secreto de cómo
se ha podido llevar á cabo esta grande empresa
en tan breve tiempo. Debido á la colaboración
asidua del limo. Sr. Basilio y á la docta y clásica
pluma de doña Amelia Rodríguez, que tantas y
tan hermosas páginas ha escrito acerca de Don
Bosco y su obra en el Brasil, la tipografía ha
podido ya editar algunos trabajos importantes y
una colección de lecturas amenas.
El Sr. Arzobispo suplicó á D. Albera, que
usando de los poderes de que estaba revestido,
concediera las dimisorias á varios clérigos: obte
nidas estas fueran ordenados algunos en la ca
pilla de la casa para animación y consuelo de
todos. ¡Quien sabe si María Auxiliadora habrá
suscitado ó despertado de este modo alguna vo
cación !
P ern am b uco.
Nos apremiaba continuar el viaje, y el 9 de
Octubre embarcamos en el Pernambuco, uno de
los peores buques de la compañía Lloid\ el
viaje fué corto, pero bastante molesto. En el
mismo vapor viajaba el Sr. Obispo de Paraniba,
que con sus modales paternales y afectuosos se
captó el respeto y cariño de todos. Se entretuvo
en familiar conversación con D. Albera, pero
apesar de sus vivas instancias, D. Albera no
pudo acceder á sus deseos de que los Salesianos
se establezcan en su diócesis.
El vapor ancló algunas horas en Maceío, Capi
tal del ^ ta d o de Alagoas, y las aprovechamos
para visitar el Obispo diócesano el Exemo. Sr.
p. Antonio de Castillo Brandao recién-llegado
á esta diócesis, creada por León XIII. Nos ha
bló de D. Rúa á quien había conocido en Roma
durante el Concilio Latino-Americano y del
nuevo seminario en construcción. Él Señor ben
diga esta nueva Diócesis y las santas intenciones
de su buen pastor. A l cabo de dos días y me
dio de navegación, llegamos á Pernambuco. Las
pequeñas dimensiones de nuestro vapor nos die^ la ventaja de poder acercamos más á tierra
y evitar así el sinnúmero de escollos que tan
temido hacen este puerto y que dan también á
la ciudad el nombre de Recife.
Una elegantísima lancha-vapor de la Capitanía,
lindamente engalanada, vino á recibirnos ú bordo.
.A medida que nos acercábamos á tierra, llega
ban más sonoras á nuestro oido las notas mar
ciales de la banda del Colegio y se divisaba un
hormigueo de niños, un alegre agitar de pañue
los y una salva de festivos clamores.
Apenas hubimos tocado tierra, D. Albera se
vió perdido en medio de un mar de gente, que
se agrupaba y apretaba para besarle la mano y
darle la bienvenida. Hallábanse confundidos ni
ños, sacerdotes, y Cooperadores para obtener
del Representante de D. Rúa una sonrisa ó una
Iialabra. Los doscientos jóvenes del Colegio con
su simpático uniforme, estaban en primera fila.
D. Albera saludó conmovido á los representantes
de la ciudad y de varias asociaciones católicas
y al pueblo allí presente.
12 de Octubre.
Eran las 3 de las mañana del día 12 de Oc
tubre, aniversario del descubrimiento del nuevo
mundo, y el vivo entusiasmo que nos rodeaba,
nos obligaba á repetir la tierna oración de Cris
tóbal Colón : < ¡ Oh ! Señor Dios omnipotente y
eterno, que por tu sacrosanto Verbo has creado
el firmamento,la tierra y el mar, seas tú bende
cido y glorificado en todas partes , pues que te
has dignado permitir que tu santo Nombre sea
predicado por tu humilde siervo en esta parte
del mundo. * Fué esta la plegaria que 409 años
ha, en este mismo día, el intrépido genovés con
los ojos bañados en llanto, elevaba á Dios, arrodi
llado en esta tierra virgen, donde cnarboló des
pués el estandarte de la cruz. Esta es también
la plegaria que en este dia elevamos nosotros ó
Dios. «Bendito y glorificado seas 'l ú, ¡oh Señor!
que por tu grande dignación, has elegido d los
pobres hijos de D. Bosco y los lias conducido
hasta aquí para que continúen la obra comen
zada por aquel grande Héroe, admirado por
todo el m undo.» Esta fecha memorable, por
más que se repita mil y mil veces no perderá
nunca su importancia; el 12 de octubre, el mundo
antig^io y nuevo, acortando las inmensas distan
cias que los separan, se regocijan juntos, y uni
dos con el más sagrado de los vínculos, con
el de la oración, elevan al pie del trono de
Dios un himno de acción de gracias, por haber
suscitado un genio, que descubriera las ignora
das Américas. Recordando á Colón, se celebra
la apoteosis del Evangelio y se honra al abne
gado Misionero, por que, como dijo León XIII
en su memorable Encíclica de las fiestas cente
narias, Colón al surcar los océanos tenía un
— 3o6 ~
ideal más elevado que el de un conquistador,
intentaba dar entrada en las tierras descubiertas,
á la cruz, al Evangelio, á la civilización. Los
misioneros, pues, y sólo los misioneros, que
van á aquellas lejanas playas llevados del mismo
ideal, guiados de iguales intenciones, de exten
der el reino de Jesús Redentor, son los verda
deros sucesores del inmortal genovés; de sus
méritos participarán los Misioneros que conti- nuan su obra y también los últimos que llega
ron, los pobres hijos de D. Bosco. En 409 años,
cuantos ejemplos de virtud, cuanto heroísmo
han presenciado los horizontes de esta tierra.
Los Franciscanos, los Benedictinos, los Mercedarios, los Dominicos, los Jesuítas tienen sus
héroes y se glorian de este digno blasón: tam
bién los Salcsianos , en los 26 años que llevan
de apostólicas fatigas en esta tierra ¿no tienen
también sus héroes y sus victimas, de los civi
lizados en Juíz de Pora y de los salvajes en
las selvas? Pero, cuantas almas salvadas, cuan
tos millares de niños educados en los 200 co
legios Salesianos existentes hoy en América......
cuantas almas han volado al cielo desde este
bendito suelo americano.
R ecu erd o s.
Pernambuco ocupa el tercer lugar entre las
ciudades del Brasil y el primero quizá por su cul
tura: su población es de 200.000 habitantes.
Tiene un comercio vasto y activo, animado por
el continuo pasaje de vapores que en todas direciones, transportan sus riquezas y productos;
los edificios manifiestan la riqueza prosperidad
de sus habitantes. Las sectas malignas la han
elegido como asiento de sus secretos conciliá
bulos, y de aquí salió, durante los últimos años
del pontificado de Pió IX, el grito de lucha en
tre la Iglesia y el Estado, que trae á la memoria
los primeros siglos de la Cristiandad.
Visitamos el lugar donde el célebre Fray V i
dal, Obispo de Olinda (cindadela poco distante
de Pernambuco) fué arrestado para ser condu
cido después A Rio Janeiro. Aquí le llaman el
Atanasio brasileño, y merece realmente este
glorioso titulo, por la invicta constancia con que
defendió los derechos de la Iglesia y de su grey.
Tenia sólo 27 años cuando fué consagrado
obispo, y murió en París de vuelta de una vi
sita ad limim. Sus com[>atriotas reclamaron sus
preciosos restos, y sus hermanos en religión,
los Capuchinos, le dieron sepultura en la Iglesia
á ellos confiada. También nosotros nos arrodi
llamos sobre su tumba.
(Se continuará)
BIBLIOGRAFIA
La Sábana Santa de Turín, estudio científico histórico-crítico por el doctor D. M o d e s t o H e r n An DEZ-ViLLAEScusA. — Con Ucencia eclesiástica.
Sucesores' de Mauuel Soler; Casa editorial; Apar
tado en correos 89 — Barcelona.
La cuestión suscitada por la fotografía de la
Sábana Santa de Turín ha excitado poderosamente
la atención del mundo civilizado; bastará decir que
en un año, sólo en Francia, se han publicado más
de 3,000 obras, artículos y folletos sobre tan inte
resante cuanto trascendental cuestión. La Sábana
de Turín, que ostenta la imagen de frente y de
espaldas del cuerpo de Jesucristo, ¿es una impresión
natural del mismo? ¿es una pintura humana?; ¿es
un estampado?
He aquí el gravísimo problema planteado por la
fotografía del citado lienzo cuando la Exposición
de Turín de 1898.
Sabios naturalistas y aun materialistas de primer
orden, como M. Delage, de la Academia de Cien
cias de París, y otros no menos notables en todos
los órdenes científicos, como M. Vignon, catedrá
tico de la Sorbona, se han declarado por la auten
ticidad de la Sábana de Turín, tras largas y con
cienzudas investigaciones, en tanto que no pocos
la combaten.
El autor de esta preciosa obra ha estudiado á
fondo el asunto, haciéndose cargo de las principales
obras escritas sobre el mismo. Para abarcar la
cuestión en toda su amplitud é integridad, ha di
vidido su trabajo en tres partes: cientifica, histórica
y critica. En la primera estudia la sesión de la
Academia de Ciencias de París, la Exposición de
Turin, la fotografía de la Sábana, el contenido de
la misma, la producción natural de las imágenes y
y e l retrato de Jesucristo. En la segunda traza la
historia de la Reliquia, siguiéndola en su peregri
nación de Jerusalén á Constantinopla, de ConstantiTtopia á Lirey, de Lirey á Chatnbery y de Chambery
á Turin. En la tercera examina y refuta las obje
ciones cieutifeas, las históricas, las relativas á la
producción de las imágenes y Á. la cuestión exegética,
todo con gran copia de datos curiosísimos, de
textos, de razones científicas, históricas y escritu
rarias, que no dejan la menor duda acerca de la
autenticidad de la Reliquia, y en estilo tan ameno
y sugestivo, que su lectura instruye y recrea con
especial encanto. La obra va ilustrada con 16 pr^
oiosisimas láminas referentes á la Sábana de Turin
V á las principales copias que de ella se han sa
cado en el trascurso de los siglos, ofreciendo en
su conjunto el más completo estudio ciéntifico,
histórico, crítico y gráfico que de tan original como
interesante asunto se haya hecho hasta el presente.
Un volumen de lujo de más de 300 páginas de
clara y abundantísima lectura en 8. prplon^do,
5 pesetas en rústica y 6 en tela en nuestras libre
rías de Sarriá y Barcelona y en todas las de América.
307 —
15^
l«DE NUESTRAS MISIONES *Í#
f lP O S T O L / i D o
s a iE s ia r io
EN PATAQONIA
Rdisimo
S
eñor.
D.
M ig u e l R ú
a
;
V iedm a, Julio de 1903.
Amado Padre: A vuela pluma y con el más grato
placer le escribo la presente, para comunicarle
algunas interesantes noticias de Monseñor Cagliero, que ha poco regresó á su residencia de
Viedma, en el Rio Negro.
Son como un precioso ramillete de flores esco
gidas que ofrezco á los benignos lectores del Bo
letín, para interesarlos más y más en apoyar y
sostener las Misiones Católicas de los territorios
del Sur.
No bien S. S. I. hubo dado término a la pe
nosa y difícil excursión por las Cordilleras del
Neuquén, tendió sus miradas á la Capital Fe
deral y hacia ella dirigió sus pasos, en buscad.auxilios y protección. Tanto más, que á su ar
ribo á la Confluencia, tristes noticias amargaron
su corazón de apóstol, naturalmente amante y de
fensor intrépido de editas incipientes poblacione.s.
Pues mientras él en alas de la caridad se sacrifi
caba, exponiendo mil veces su vida entre los esca
brosos precipicios y cimas de las montañas andina.',
esparciendo doquiera los beneficios de la civili
zación cristiana, el Congreso suspendía la pe
queña subvención, que el Superior Gobierno pa
saba á los pobres huerfanitos ó indígenas de la
Patagonia, y la adjudicaba á la propaganda an
ticatólica de Palermo.
Monseñor Cagliero en Buenos Aires, se vió en
la dura necesidad de golpear á las puertas de las
principales familias, cuyos sentimientos humani
tarios son su distintivo y su gloria. Como Padre
7 Apóstol pidió un óbolo de caridad para estas
«igenes comarcas, que sólo de la Cruz esperan
fcliddad y progreso.
E n B a h ía -B la n c a .
S. S. I. después de haber perorado la causa de
' Elisiones del Sur ante el Gobierno y la socie
dad argentina, volvió á emprender su rumbo hacia
el Rio Negro, pasando por Babia Blanca. En esta
hermosa ciudad se detuvo como una semana, tra
bajando especialmente para el bien de la juventud.
Dios en su bondad y misericordia infinita, se
sirve de los pobres hijos de Don Bosco para
obrar en esta ciudad y por doquiera las mara
villas de su gracia omnipotente.
La parroquia es atendida con esmero: la fre
cuencia á los SS. Sacramentos, el espíritu de
piedad y la asistencia á las funciones religiosas
van cada día tomando mayor incremento. El res
peto y la moral cristiana, como factores pode
rosos del bienestar social, dan movimiento y vida
á la jóven y simpática ciudad, que por su po
sición y elegancia mereció el nombre de Blawa.
D icm que cuando Mons. Mastái Ferretti, que
fué después el angélico Pío IX , pasó por la ba
hía y vió el hermoso panorama, haya asegurado
y con acento profético afirmado, qué la Divina
Providencia levantaría en ese delicioso paraje
una de las m is grandes y más ricas ciudades ar
gentinas. Su importante y estratégico puerto mi
litar, y sus dos puertos comerciales, que absorben
todo el comercio del Sur, y la gran afílucncia
de naves de guerra y de tráfico, contribuirán
sin saberlo, al cumplimento de la profecía dcl
inmortal Pío IX.
El colegio '• Don Bosco », dirigido por los
PP. Salesianos, cuenta actualmente con unos 50
pupilos y 450 externos. Estos niños crecen ahora
á la sombra de la ciencia y del santo temor de
Dios; mas tarde serán buenos padres de familia
y honrados ciudadanos.
Las Hermanas de María Auxiliadora en su acre
ditado Instituto educan cristianamente á unas 500
niñas; dirigen la Pia Unión de las Hijas de María
(270 de las mas distinguidas señoritas déla ciudad)
y dan poderoso impulso á la Conferencia de
Damas Vicentinas, en pro de los enfermos y des
validos.
No h ay, pues, que extrañar, sí los mismos
liberales, conocedores de la obra eminentemente
civilizadora de los PP. Salesianos, los re.speten y
los consideren como bienhechores de la Repú
blica.
— ioS —
H á cia F o rtín M erced es (R io C olorado).
El viaje, que Mons. Cagliero hizo en galera,
desde la « Estación Médanos » hasta Fortín Mer
cedes ha sido algo penoso por las lluvias, vientos
y grandes arenales, que casi inposibilitaban el
tránsito. Más de una vez tuvimos que apeamos
para aliviar el peso y animar á los pobres ani
males á continuar la interrumpida marcha. Des
pués de haber arrostiado mil dificultades, lle
gamos de noche al término de la primerajornada.
En Fortín Mercedes, donde existe una Casa
Misión, S.
I. y los que formábamos su comitiva
tuvimos el gusto de liospedarnos en aquel sa
grado asilo de la niñez. Los
PP. Salesianos, Bonacina, Marelli,y el catequista Giacomuzzi
educan en él á unos 40 pu
pilos del campo y atienden
á los enfermos de una exten
sión de 50 leguas, por el Valle
del Rio Colorado y cercanías.
Las hermanas de María Au
xiliadora tienen un importante
establecimiento de caridad,
donde más de 30 niñas y jó
venes pobres encuentran ma
dres cariñosas, que las cuidan,
y ángeles que las encaminam
por los dorados senderos del
honor y de .la virtud.
V ia ja n d o dia y noche —
U n fruto de la c iv iliz a
ción m oderna — P e rip e
c ia s — L le g a d a á P a t a
gones.
salvataje y la navegación forzada por aquellas
aguas de tristes recuerdos, duraron hasta las
II de la noche. Afortunadamente en la otra costa
estaban esperándonos los peones de la posta, con
una tropilla de caballos, y un viejo carricoche:
en éste seguimos nuestro rumbo hasta llegar á
Segundos Pozos. Eran las tres de la mañana; por
el breve descanso que allí tomamos nos cobra
ron nada menos que dos pesos cada uno. Allí
encontramos á una pobre criatura moribunda,
cuyo padre desnaturalizado no permitió siquiera
que le diéramos el agua de socorro. Ni entre
los indios encontramos á un hombre tan bárbaro
como este civilizado moderno, que se gloriaba
R ío Janeiro (Brasil — Durante el recibimiento del Sr. Presidente
de la República.
Al dia siguiente, después de
celebrar la santa M isa, con
tinuamos nuestro viaje hácia Fortín Viejo.
Gracias á Dios, pa.samos el Rio Colorado felizmente. Estábamos en la esperanza de que
nuestro viaje sería rápido, agradable y sin ningún
contratiempo, pero tuvimos que desengañamos
muy pronto, pues después de haber andado tres
leguas se nos causaron nuestros flacos mulares
y las Bgua.s y los pantanos nos impedían el paso.
Gran suerte fué que pudiéramos arrastramos hasta
la estancia del señor don Santiago Luro, cuyo
atento mayordomo nos facilitó buenos caballos
para continuar hasta Las Lagunas.
El camino, sin embargo, presentaba siempre
mayores dificultades y pronto sobrevino la noche
envolviéndonos con su negro manto. En ésto
empezó á llover y para colmo de desgracias, tu
vimos que bajar el equipaje, las encomiendas y
demás bultos, para colocarlo todo sobre dos botes
en la costa izquierda de la Laguna. La obra de
además de ser un gran liberal, es decir, un gran
bruto en toda la extensión de la palabra. Dos
horas después, cuando despuntaba el alba, con
tinuamos el viaje in nomine Domini.
Los vientos y las lluvias seguían azotándonos.
Muchas veces tuvimos que bajar é ir á pié, pues
los pantanos dificultaban el paso y las ruedas de
la pobre galera se hundían, con peligro de que
darse alli atascada. Anduvimos luchando con las
dificultades durante todo el dia y casi toda la
noche; pues apenas á las 4 de la mañana del
dia 21 Junio, festividad de San Luis Gonzaga.
llegábamos á Patagones.
F ie s ta de S . L u is G o n zag a — D em ostración
de afecto a M ons. C a g liero — L le g a d a á
V ied m a.
Hacía once meses que Mons. Cagliero fal-
- 309 —
taba del Río Neg^o, pues sus tareas apostólicas
en el territorio del Neuquén y por la Cordillera,
no le habían permitido anticipar su regreso.
S. Luis Gonzaga había tomado bajo su especial
protección al amigo sincero y padre cariñoso de
la niñez, librándole de todo peligro; y tan vi
sible fué su asistencia, que el mismo dia de su
festividad llegó sano y salvo á la capital del ter
ritorio.
En ese dia tan fausto y tan hermoso, la ju
ventud patagonesa demostró una vez mas la tierna
devoción que profesa al angélico Patrono de lu
iuventud estudiosa, asistió en corporación á la
Misa de Comunión general, celebrada por S. S. 1.
y recibió de sus manos el pan de Vida Eterna.
Las palabras que con tal motivo dirigió Mon
señor á su devoto auditorio, no podían ser ni más
patéticas, ni más oportunas. Numerosa y selecta
concurrencia asistió también á la Misa mayor,
cantada en música por los ditinguidos alumnos
del « Colegio San José »; y la devoción y piedad
con que asistieron al santo sacrificio del altar,
demostraron la cultura y religiosidad, que tanto
honran al heróico pueblo de Patagones.
El panegírico estuvo á cargo de un jóven sa
cerdote salesiano quien con palabra fácil y sen
cilla celebró las glorias del Patrono de los niños
y de los jóvenes estudiantes.
Por la tarde, los miembros de la Compañía
de San Luis y los alumnos del Colegio San José,
dieron un hermoso certamen literario-musical;
homenaje de veneración, amor y gratitud á Mon
señor Cagliero. Asistieron las principales auto
ridades locales y distinguidos caballeros.
La fiesta de San Luis Gonzaga y la demonstración cariñosa de gratitud filial al bondadoso
Prelado, dejaron en el ánimo de todos los con
currentes los más dulces recuerdos.
Esa misma tarde S. S. 1. se trasladaba á Viedma, su residencia y centro de las Misiones de
los territorios del Sur.
Lo recibieron el R. P. Bernardo Vacchina.
?ro-Vicario Apostólico, el señor gobernador, su
secretario y todos los amigos y admiradores de
Monseñor, mientras el estampido de las bombas,
el alegre tañido de las campanas y las armonio
sas notas de la banda de música anunciaban á
toda la población la feliz llegada del venerado
Pastor.
V iedm a — F ie s ta de S an L u is y de San
Juan — L a s 40 H o ra s — C onclusión.
No puede la pluma expresar lo que la mente
y tí corazón experimentan en los momentos más
bellos de la vida. Y uno de los dulces instantes
y dias más bellos ha sido, sin duda alguna, el
22 de Junio, dia hermoso que los niños y ve-
cinos de Viedma consagraron al culto y devoción*
del angélico S. Luis Gonzaga.
El mártes 24, fiesta de San Juan Bautista, tu
vieron lugar solemnes cultos religiosos y una
Comunión general.
Sí la Natividad de San Juan Bautista, el astro
precursor del Sol de Justicia ha sido y es siem
pre causa de mucha alegría para el pueblo cris
tiano, in luihvitaU tjn s viulti gaudtbut^ lo ha
sido este año de una manera excepcional para
los buenos vecinos de Viedma y los Salesianos,
al festejar en ese dia el onamástico del amadoPadre y Pastor.
Enternecía oir la suave y devota oración, los
dulces y delicados cantos de centenares de ino
centes criaturas, ver aquellas 38 niñas de pri
mera comunión tan bien preparadas, que como
ángeles hermosos formaban el más brillante ador
no del santo altar; sus cirios encendidos y
.sus blancos vestidos daban mayor realce al San
tuario, que en aquellos dulcísimos instantes pa
recía un verdadero Paraiso.
La misa solemne cantada por un selecto coro
de voces, dió mayor realce á los encantos y
bellezas de aquel día.
Por la tarde el teatrito de los PP. Salesianos
ostentaba todas sus galas, sus bellos telones,
escudos y trages curiosos. Agradó muchísimo el
drama « El Hijo generoso » y las declamaciones
en verso y en prosa estuvieron á la altura del
ilustre personaje, á quien se dirigían.
Mayores muestras de amor y gratitud no po
dían dar los hijos á su Padre querido, ni los
fieles á su venerado Pastor.
El 27, 28 y 29 tuvieron lugar en Viedma y
Patagones las cuarenta Horas. Aunque el tiempo
no fué nada favorable, pues ya hacia más de
un mes que llovía casi todos los días, sin em
bargo, las almas devotas acudieron presurosas
á desagraviar al Divino Corazón de Jesús de las
muchas ofensas que recibe en el Sacramento de
amor.
Concluyo aquí, Revmo. *Señor D. Rúa, mi re
lación, con la esperanza de comunicarle muy
pronto otras interesantes noticias.
Lo saluda con la mayor consideración este su
!iumilde hijo en J. C.
Ju a n B e r a l d i.
Pbro.
— 310 —
r i , i. I ii ii:fí'.i. i u í l J i i.j, i i?Xiu U ¿ l i t C L C T T T r r m > w
)fí )K )»; )i( )(( >' )í( )K ;+; )j( )K )K )K
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.s M aría la estrella resplandeciente y herm osa, colocada en el cielo de este mar
inmenso del mundo, que brilla por sus m éritos y guía con sus ejemplos. ¡O h!
tú, quien quiera que navegas en medio de los torbellinos y b orrascas de este
mar, no apartes los ojos de la luz de esta e s tr e lla , si no quieres que la s tem>
pestades te sum erjan. S i se desatan los vientos de las tentaciones, si das con los esco*
líos de las tribulaciones, m ira á la estrella, invoca á M aría. S i te arrastran la s oleadas
de la soberbia, de la ambición, de la envidia, m ira á la estrella, invoca á M aría. S í com>
baten la navecilla de tu alm a, la ira, la a va ricia ó los deleites de la carne, m ira á la
estrella. Invoca á M aría. S i te espanta la atrocidad de tu s crímenes, ó te confunde la
fealdad de tu conciencia, si tem es los ju icio s divinos, si caes en abatim iento y tristeza
ó en el abism o de la d esesp eración , piensa en M aría. £n los peligros, en la s angustias
y adversidades, piensa en M aría, invoca á M aría. No se separe su nombre de tu s labios,
ni su imagen de tu corazón, y p ara alcanzar sus gracias, im ita sus ejemplos. Siguiéndola,
no te e x tr a v ia r á s ; suplicándola, no d e se sp e ra rá s: escuchándola, no errarás. S i ella te
sostiene no caerás, si te protege no tem erás, si ella te guia no te fatigarás, si ella te es
propicia, llegarás á tu celestial destino.
BERNARDO.
Salud de los enfermos.
Enfermó José Antonio Sarria, que es mi her
mano, de dolores agudísimos en todo el cuerpo,
en manera tal, que al poco tiempo se transformó
en un verdadero cadáver: tanta era su intensi
dad y tanta la extenuación que le produjeron.
Dispuse enviarlo al hospital de S. Vincente de
Paúl en León y empeáár u ta novena á la nunca
bastante ensalzada María Auxiliadora. AI tercer
dia de la novena recibí la consoladora é inespe
rada noticia de que el paciente estaba muy me
jorado. Lleno de fe y esperanza redoblé mis
súplicas en los restantes dias de la novena, y
gracias á la compasiva Madre de los desterrados
en este valle de lágrimas, al fin de la novena
mi hermano estaba fuera de peligro y hoy puede
ya trabajar. Mil gracias á María Auxiliadora.
F
ChichigalpA (Nicaragua).
r a n c is c o
M eléxdez.
O tra gracia.
El Sr. Gerardo Campos, actual Decurión de
Cooperadores, padecía tiempo hace una compli
cación de diversas enfermedades y los médicos
le desahuciaron, dándole por perdido.
Cuando me llegaron los B o l e t i n e s , le di uno
para que se suscribiera y esperara en la Virgen
lie D. Bosco, que tantos prodigios obra por
dondequiera: le di asimismo una medalla de
María Auxiliadora para que se la colgara al
cuello. Mejoró desde entonces con gran rapidez,
está perfectamente curado, dió 5 pesos de li
mosna y se hizo primero Cooperador y después
Decurión Salesiano. Yo que he sido testigo del
prodigio, lo confirmo.
Jo s é L . M e n d o z a .
C hichigalpa (N icaragua), 17 de Julio 1903.
U na gracia importante.
Encontrándose un sirviente de mi casa, largo
tiempo hacia, con una enfermedad é hinchazón
en un pie, con dolores los más terribles, que le
impedían el andar, el médico que le asistía con
esmero opinó que estos dolores é hinchazón
provenían de un quiste que se demostró bajo
el nudo del pie. No habiendo conseguido di
solver dicho quiste, el médico se vió en el caso
de operarle, operación que fué para el pobre
paciente lo más doloroso y sin obtener ningún
buen resultado. Una mañana que vino el mé
dico á curarle, encontró en muy mala condición
la herida y me dijo que había que amputarle
el pie; cosa bien araarg;a para mi corazón.
El pobre muchacho ig:noraba la sentencia del
facultativo: todo el día pasó con mucha calen
tura, enajenado y delirando; por la noche daba
alaridos desgarradores. Entonces recurrí con
mucha fe á Nuestra Señora Auxiliadora, recordé
que en mi oratorio tenia una imagen suya, me
arrodillé ante su efigie, pidiéndole tuviera mi
sericordia en aliviar al enfermo, y puse por inter
cesor á Don Bosco. El enfermo seguía más
agravado; tomé una medallita de María Sma.
Auxiliadora, y el retrato de Don Bosco que
contenía una reliquia; fui al enfermo, y ponién
dole la medallita y el retrato sobre la herida,
hice que el enfermo rezara conmigo, tres ave
marias á la Virgen Sma. y un padre miestro á
Don Bosco, haciéndole la promesa que, si que
daba libre de ser amputado el pie, cuando pu
diera andar, iría á comulgar á su capilla. Esta
L a salvó M aría.
Un año hacía que una hermana mía habla
contraído una afección al corazón, llamada < pe
ricarditis > sin que los esfuerzos de varios mé
dicos consiguieran resultado ninguno satisfac
torio, por el contrario la enfermedad se desa
rrollaba cada día con mayor progreso, causando
la angustia más terrible en medio de la familia,
en vista del estado desesperado de la paciente.
Varias veces habíamos acudido á la Sma. Virgen
por medio de novenas, y sin embargo no la ha
blamos aun invocado bajo el titulo de < Auxi
liadora de los Cristianos » y bien se deja notar
que ésto esperaba María Sma. Pues, movido á
compasión de tanto sufrimiento, el Rdo. P. Joa
quín Spinelli, sacerdote salesiano, invitó á la
enferma á hacer un triduo á María Auxiliadora,
prometer una comunión publicar la gracia y
recibir la bendición de la Sma. Virgen bajo este
titulo. No bien hubo terminado el triduo, la
Bahía Blanca — V ista general. (V éase pSg. 307.
promesa la hizo el paciente con muchísima fe.
.Al poco rato fui á verlo y le encontré dormiendo, pero note que el sueño le era algo más
tranquilo que antes. Después de un momento oí
que me llamaba con exigencia, pero noté que
la voz, ya no era de angustia como antes. Su
llamada había sido para comunicarme que ha
blan desaparecido por completo los dolores y
ya podía mover el pie. Entonces conocí pal
pablemente el portentoso influjo de María Au
xiliadora. Vino el médico, observóle la herida,
siguió con la curación pero ya no verificó lo
que antes se había propuesto. Desde entonces
siguió su mejoría, cumplió con la promesa he
cha á la Virgen Sma., y ahora por favor suyo,
se encuentra perfectamente bien.
He querido publicar esta gracia para que
avivemos más nuestra fe en Nuestra Señora
Auxiliadora.
J. A. C h .
Biobamba, A bril 18 de 1902.
que por tanto tiempo habla sufrido sin esperanza,
se sintió completamente sana y goza hasta el
presente de perfecta salud. Sean, pues, dadas
mil y mil gracias á María Santísima, sea por
siempre bendecida la que es verdaderamente
c Salud de los enfermos. »
Jo s é A
n t o n io
M e r a , P b ro .
Paccha (Ekniador), M ayo 25 de 1903.
S a lu s inñrm orum .
Mi hermana Prudencia, que padece del co
razón desde su juventud, se vió en el més de
Mayo último, fuertemente atacada de su enfer
medad, y con tal intensidad que fui avisado al
Seminario de Osma, de que me pusiese inme
diatamente en camino para este pueblo, pues
estaba en peligro inminente la vida de mí her
mana, asegurándome los tres médicos que la
visitaban, que no había salvación para ella y
que no tardaría quince días en sucumbir víctima
de su mal. Yo entónces recurrí á María Auxi
liadora, y por conducto de D. Manuel Marín
caban casi unas con otras, recurrí á María Aux.
y quedamos salvos todos los de la casa.
Ibídsm. I. A ., da gracias á Maria Aux. por la
curación de un hijo. — J , J . A . y su Señora dan
una limosna por favores recibidos. — Delfina y
María Samayoa, viendo en peligro de muerte á su
buena mamá, dieron principio á una novena á María
Aux. y empezó la enferma á mejorar el mismo dia,
concluyendo por restablecerse completamente.
Granada (Nicaragua). Maria del Rosario Ckavarria de Los Cocos, da una limosna por un favor
recibido. — Rita M. de Montiel, da una limosna
por una gracia alcanzada. — Calendaría Morazin,
del Olmendro (Chontales) enfermó de gravedad,
prometió á Maria Aux. rezar su novena y dar una
limosna y obtuvo la curación.
Gerona (España). Dolores Comas; los niños San
tiago Forn y Pilar Martin enfermaron de una grave
Manuel H o rtal C uenda.
pulmonía; les puse la medalla de María Aux. y
V in u esa (Soria) i . de Agosto de 1903.
prometí hacerle una novena y publicar la gracia:
*
los dos alcanzaron completa curación.
* «
Las Piedras (Montevideo). Angela Doglio, Coop.
D. Luis Pereira da 100 ptas. á los Salesianos
de Madrid por un favor obtenido de Maria Sales, da gracias á Maria Aux. por una gracia ob
tenida y da una limosna.
Auxiliadora.
*
Lima (Perú). A/. /. Af. Angustiada por un asunto,«•
cuyo éxito me parecía dndoso, acudí á María Aux.
Entrego 250 ptas. para el culto de Maria Au hice su novena, prometile una fervorosa Comunión
xiliadora por un favor obtenido de tan excelsa y publicar la gracia. Mi súplica fué atendida y el
Madre.
negocio felizmente terminado.
D. de T.
Loja (Ecuador). Carlos J . Egurguren; para con
seguir
la salud de una hermana mia, atacada de
»»
una horrorosa afección pulmonar, que puso en pe
Da. Felisa Antón de Cuzzani por una gracia ligro su vida, ofrecí á María Aux. hacer pública
obtenida de Maria Auxiliadora da 10 ptas.
la gracia y enviar una limosna á su Santuario; ob
tenida la gracia, cumplo mi promesa.
M adrid, Setiem bre 1903.
Montevideo (Uruguay). A . M. de R ., da gradas
á María Aux. por una gracia recibida.
Dan también con toda la efusión de sa alma gracias
Madrid. Luis Pereira, Coop. Sales, da una li
á María Auxiliadora y ofrecen una limosna:
mosna por un favor obtenido de María Auxiliadora.
Ibídem. Catalina de Sena Petit, encontrándose
Antequera (Málaga). Francisca de P . TrujiUo,
una
prima mia de gravedad y constatando los mé
por haber obtenido la curación de su madre de un
que era preciso operarla, recurrimos á María
ataque peligroso, y haber obtenido ella misma sa dicos
Aux. ofreciéndole una Comunión y una limosna:
nar de la vista.
obtenida la curación, cumplimos la promesa.
Barcelona (España). N . M. Recurrí á Maria Au
Ibid. Casimiro Bravo: un nietecito mió por nom
xiliadora en un dolor que experimenté en el pecho
á causa de un golpe, y sin necesidad de médicos bre Florencio Martin Bravo, se encontró por dos
veces en punto de muerte. La primera en Mayo
sané perfectamente.
de una tifoidea y la segunda en Septiembre por
Bernal (Argentina). Juan Cerina, agradecido á recaída en tifus. En las dos veces obtuvo la cu
Maria Aux. por haberle concedido la salud cuando ración por la imposición de la medalla de Maria
le era más necesaria para continuar sus estudios Auxiliadora. El niño en reconocimiento fué á oir
interrumpidos.
una misa de acción de gracias en la capilla de la
Cubo de D. Sancho (Salamanca). Elodia Nielo,
Ronda de Atocha.
padeciendo su sobrina Benigna, desde algunos me
Rosario (Argentina). La Familia Fermer; en
ses hacia, una fuerte enagenación mental que 1.a Junio de 1902 fué atacado de una penosa enferme
había hecho penler completamente sus facultades,
dad nuestro hijo Emilio: después de dos meses de
acudió á María Aux. y volvió á recuperar el buen enfermedad y ya perdidas todas las esperanzas,
estado intelectual.
empezamos una novena á Maria .Aux. haciendo al
Democracia (Venezuela). Manuela OcMaa de Fiares; mismo tiempo la promesa de una pequeña oferta.
Encontrándoseme en trance de muerte una niñita La Virgen escuchó nuestras súplicas y al mes de
y no habiendo en lo humano esperanza de vida, haber hecho la promesa nuestro hijo estaba com
acudí á María Aux. ofreciéndole una limosna para pletamente fuera de peligro. Hoy cumplimos nues
su capilla. Hoy la niña está completamente sana tras promesas.
y yo cumplo mi promesa.
Salamanca (España). Laura Rodríguez Vega; al
Guatemala (Ce>\tro-América). Sor Maria del Ro gunos meses hada que mi marido luchaba con una
sario Guiiérresx Terriblemente acongojados la no enfermedad incurable, según el parecer de los mé
che del iS del ()asado .Abril con motivo del terre dicos más reputados de la dudad. En este mar de
moto. y viendo que las paredes de la casa, se to desconsuelo encontré en María la estrella salvadora,
Presbítero y Maestro de Cantalapiedra, hice ce
lebrar una Misa en el altar de María Auxilia
dora de los PP. Salesianos de Salamanca, pi
diendo á tan buena Madre la salud para mi
hermana, prometiéndola publicar tan sin g la r
favor en el B oi. ktín S alesiano . Asi lo hago
hoy, agradecidísimo publico que ha salido de
aquel peligro, merced á la intercesión de la
Virgen de Don Bosco.
Y hoy I . de Agosto, encontrándose la en
ferma bastante delicada, prometemos toda mi
familia y yo, hacerla una Novena para que se
restablezca y si lo alcanzamos publicaremos el
nuevo favor en el B o l e t í n , dando además la
limosna de 15 pesetas para las necesidades de
su Santuario de Salamanca.
— 313 —
mandé celebrar algunas misas en el altar que los
salesianos le habían dedicado en la Iglesia de
S. Benito, ofreciendo una limosna para la casa
Salesiana, Mis deseos han sido colmados y á mi
ver cumplo con lo prometido.
Ibidem. Elisa Rodrigttez y Ratnona Paradinas
dan una limosna en acción de gracias por un favor
recibido.
Ibíd. J . García y Carmen Hernández dan gracias
á María Aux. por un favor recibido.
Santander (España). S. E .; hallándome apurado
en cierto caso de la vida y sin saber como valerme,
tuve la feliz idea de acudir á María Aux. y después
de ofrecerle una vela y publicar la gracia en el
Bo l e t í n S a l e s i a n o quedé complacido, y no sólo
obtuve aquella gracia sino otras varias, por lo que
me convencí más y más de que María ampara á
los que acuden á Ella con confíanza.
Unión (Uruguay). M. Ch, da gracias á María
Aux. por un favor recibido.
Valencia (España). Guillermo Escribá, da gracias
á María Aux. por un favor recibido y envía una
limosna.
Villa de la Unión (República Oriental). C Arri:ala da una limosna por un favor alcanzado de
-María Auxiliadora.
Vinces (Ecuador). Manuel C, Luna, estando una
loche dando clase á los niños di una caída y me
rompi una pierna, que á mi edad de 70 anos y
según juicio de los médicos daba pocas esperanzas
de curar. Abatido por fuertes dolores acudí á María
Aux. prometiéndole dar cada mes una limosna de
mi sueldo para sus obras, y á poco cesó el dolor
y curé. Cumplo mi promesa.
Valencia (Venezuela)^ F . J . F . da infinitas gra>
cías á María Aux. por haber obtenido la s.ilud de
una persona. — Una devota por lo mismo. —
Francisco Limongi por haber sanado de una pierna.
— C. G. de B.: Encontrándose mi esposo enfermo
de una afección á la laringe, acudí á María Aux.
prometiéndole una limosna, y obtuvo la curación.
•— María Olavarrí da gracias á María Aux. y una
limosna por uu favor recibido.
N. B . Recom endaba D. B osco tres medios
para obtener una gracia de M aria A u xilia
dora: I . R ezar con fe y devoción nueve días
seguidos tres Pater-nóster, A vem arias, G lo
ria s y S a lv e s; 2. D ar una lim osna; 3. F re
cuentar los S S . Sacram entos.
Con estos tres medios obtendremos las
gracias necesarias del A uxilio de los C ristia
nos, s i nos convienen, pues es imposible que
no se m ueva á nuesü^b súplicas la que es
la M adre de la s M iserícordias.
—
y
«8> ty <g» «y a
^
C ló licá
^
^
S
NICTHEROY (B r a s i l ) — La visita del Colefto de SU
Rosa ai Sr. Presideate de la República. — Nos escri
ben: c El día 7 del pasado Junio será de indeleble
recuerdo para todos los de este Colegio. Siendo
este dia el del cumpleaños del E x c m o . S r . D . A l v e s
R o d r í g u e z , dignísimo Presidente de la República
del Brasil y grande bienhechor nuestro, los Supe
riores pensaron ir con todos los alumnos a su pa
lacio, y dar alli de un modo sencillo, pero entu
siasta, una pública manifestación de profunda gra
titud hacia nuestro bienhechor, el Jefe del Estado.
El dia era magniifico, el cielo perfectamente sereno
y la naturaleza misma parecía participar de nuestro
regocijo. A las g i p montamos en el tranvía que
nos condujo al puerto de la ciudad, donde nos
esperaba ya un vaporcito. En una hora atravesa
mos la bahía que separa nuestra ciudad de Río
Janeiro, la populosa capital del Brasil. Llegados
ni puerto y dispuestos en ordenadas filas con nues
tra banda musical á la cabeza, atravesamos la es
paciosa plaza que se extiende delante del mueble
de las barcas y la calle principal de la ciudad,
atraj-endo sobre nosotros |a$-miradas y la admira
ción de la gente que'f»^'ag rupaba á nuestro paso.
^arios padres de nuestro^ ^umnos, se alborozaban
<g» «» <8» ^
<y sin
^
^
s?
a l e s ia m
santamente al ver á sus hijos en medio de aquellas
largas y ordenadas filas, que formaban el objeto
de la admiración y simpatía del inmenso pueblo.
Llegamos finalmente á la meta suspirada. Un
rayo de alegría pareció coronar la frente de aque
llos jóvenes, que con febril ansiedad esperaban el
venturoso momento. En pocos instantes nos dispu
simos en ordenadas filas en el parque, rodeado de
suntuosos pórticos, donde á la una en punto (hora
que habla fijado el mismo Sr. Presidente) debía
aparecer el Augusto Jefe de la Nación Brasileña.
El lugar no podía ser ni más ameno, ni más á
proposito para contemplar el hermoso cuadro que
presentaban aquellos jóvenes llenos de vigor y de
alegría.
A la hora fijada apareció el ¡lustre Señor y un
viva entusiasta y prolongado salló de los labios de
todos, unido á un fragoroso aplauso. La banda
tocó las sublimes y siempre anheladas notas del
himno nadooal. Contemplamos al Excmo. Sr. Pre
sidente que rodeado de varios generales, ministros
y otros altos dignitaríos del gobierno Brasileño,
después de haber saludado al Sr. Director del Co
legio. paseó una mirada de satisfacción y compla
cencia por el animado cuadro.
— 314 —
Al himno se sucedieron vítores, declamaciones,
cautos y vivas en honor del Excrao. Sr. Presidente,
resultando todo satisfactoriamente y mereciendo las
más vivas y sinceras alabanzas de los respetables
personages que asistían al acto. Se le presentó asi
mismo al Excmo. Sr. Presidente una copia del
libro Ramalhete Patrióiico, trabajo de nnestra Ti
pografía, que mereció el primer premio, medalla
de oro, en la exposición de Río Janeiro del 1900.
Terminada nuestra breve demostración de afecto,
el Sr. Presidente respondió con pocas pero delica
dísimas palabras, expresando su satisfacción. Sus
palabras fueron coronadas con un aplauso, que se
prolongó hasta que desapareció de nnestra vista al
retirarse á sus aposentos.
piedra con una puerta y pocas ventanas. Cada
tiene cerca su correspondiente iabotin, que es una
especie de horno con forma de cúpula, hecha de
arcilla y paja donde cuecen en rescoldo la galleta:
los menos pobres tienen también un solar rodeado
de chumbos que le sirven de seto. Olivos, almen
dros, naranjos y sobre todo higueras, dan la última
pincelada á este cuadro de silencio y de misterio.
El horizonte de la ciudad, contemplado desde lo
hondo del valle, es estrecho; mientras que desde
las colinas que la rodean, el panorama es extenso
y encantador. Desde la cumbre de sus colinas la
vista se pierde en un horizonte sin limites. Divisase
al Este el monte Tabor, que allá á lo lejos eleva
su misteriosa cumbre, al Sud la inmensa llanura
Baliia Blanca — Puerto com ercial. (Véase pág. 307
Salimos de aqtiel lugar, satisfechos de haber dado
una prueba de afecto y gratitud á nuestro digní
simo Sr. Presidente, y atravesamos el parque que
conduce al mar, por un puente de hierro, reservado
al Sr. Presidente, pero que cortésmente nos per
mitió pasar. Embarcamos de nuevo en el vaporcilio, que nos condujo de nuevo al Colegio.
LA PATRIA DE JESUS — Nazaret es una ciudad si
tuada en un valle ancho y profundo de las mon
tañas de Galilea. Presentemente tiene unos 10.000
habitantes. Es probable que en el tiempo de Jesús no
contase más que tres ó cuatro mil; la prueba está en
que no tenia más que una sinagoga. Las casas, como
las de todos los pueblos orientales, no tienen es
tilo, y á excepción de dos ó tres caites tortuosas,
las demás están diseminadas sin orden ninguno.
Vistas á cierta distancia parecen cubos de blanca
de Esdrelón, Naim y la pequeña Hermón ; al Sud
este el monte Gelboé, Zeraim y Djenine; al Sud
oeste la cordillera del Carmelo con todos sus subli
mes recuerdos: al Nord-este Sefaris, S. Juan de
Acre y en fin al Norte la ciudad de Tafed y U
grande Hermón.
Si abandonando para otro día las colinas que nos
rodean, seguimos dando algunos pasos por el sen
dero que sube delante de nosotros, una de las pri
meras casas que encontramos es la de José el
carpintero. Esta casita de diez metros de larga y
cuatro de ancha está colocada transversalmente
en la colina. Sus muros hechos de arcilla y paja
triturada están cubiertos con una capa de cal de
singular blancura; el techo que corona esta pe
queña fábrica de uu solo piso, tiene la forma de
azotea, por que en Oriente, las familias se reúnen
por la noche en la plataforma y allí pasan el
tiempo en conversación y oran á aquel Dios, cuyo
— 315 —
nombre repiten en la esfera las estrellas y cuya
potencia refleja el azul del cielo.
Pero esta casita que hemos visto no constituye
toda una habitación. Como es de uso en estas
tierras, las habitaciones principales están enclava
das dentro de las rocas de la colina. La tradición
dice que Jlaría habitó la más grande de las dos.
que tiene cinco metros de larga por dos de ancha,
y que recibe la luz por una puerta que la pone en
comunicación con el exterior. La segunda habita
ción está contigua á la primera, pero estando en
clavada en lo profundo de la roca no recibe la luz
por ninguna parte. Después de haber dado una
rápida mirada á esta pobre cabaña, entremos. No
hay en ella nada de lujoso, nada de superfino. Hay
en la primera habitación de entrada algunos bancos
y platos de madera, una lámpara y algunos utenulios de barro, un molinillo para moler el trigo v
un recipiente para el harina. En los otros dos apo
sentos, una estera, algunas pieles de carnero, una
almohada y como único mueble, una arquita de
madera para guardar la ropa. — ¿Y es esta la casa
en que el Hijo del Eterno pasó treinta años de su
vida? ¿Sobre esta pobre estera se extendia cada
noche para reposar sus miembros fatigados como
los nuestros? ¿Fué esta la gruta, cuya vista trae á
la mente la de Getsemarii, donde por tantos años,
quizá largas horas de la noche, arrodillado, oraba,
lloraba y decía á Su Padre: Padre mío, cúmplase
tu voluntad y no la mía; Yo beberé el cáliz de
vuestra indignación hasta la última gota: Yo, yo
moriré, pero vivan los que Vos me habéis dado por
hermanos? ¡Ah! que ante tan sublime espectáculo
nuestra pobre razón se anonada.
Pero siendo un Dios el que ama ¿porqué no
habrá podido amar hasta tal exceso? y ¿quién no se
admirará y sentirá aquel arranque de entusiasmo
que á pesar suyo, se le escapó de los labios á uno
de los mayores impíos del siglo pasado? (i) €Si al
guna vez el mundo cristiano llega á un conoci
miento mejor de lo que constituye el respeto de su
origen, y quiere poseer los lugares santos auténti
cos, en la altura de Nazaret será donde edificará su
templo. Allí, punto de aparición del cristianismo y
centro de la acción de su fundador, deberá levan
tarse la grande iglesia, donde podrán orar todos
cristianos. Allí, en aquella tierra donde duer
men José el carpintero y los mejores Nazarenos
que no traspasaron nunca el horizonte de sus valles
nativos, el filósofo se hallará más á gusto que en
ningún otro lugar del mundo, para contemplar e
curso de las cosas humanas, consolarse de su con
tingencia, asegurarse del fin divino que el mundo
persigue, á pesar de las infinitas debilidades de los
hombres y de la vanidad universal. »
Pero leamos ahora las hermosas lineas que poco
(i) R e -n ám , V ie de
há escribió un cristiano autor, después de repetidos
viajes á Nazaret. (i) — J e s ú s N a z .vreno — Si, Na
zaret fué su ingrata, pero querida patria. No nadó, ni
murió, ni casi obró prodigios en Nazaret, pero allí
pasó largos anos de su vida, más de zS, sobre los
33 que vivió. Y esta fué la causa por la cual la
historia ha tenido siempre iiulisolublemeiue unido,
su nombre al de su ciudad natal.
En Nazaret, la Virgen Maria que fué su Madre,
vivió adornada de las más preciosas virtudes entre
las hermosas doncellas nazarenas.
A Nazaret bajó un día el Angel de la gran
nueva, portador de los deseos del cielo. Maria los
acogió, el Espíritu Santo la cubrió con su sombra
y Jesús fué concebido.
En Nazaret recibió José el encargo de salvar el
honor de la Madre y del H ijo, siendo desde en
tonces la providencia de los dos seres excepcionales
que se le habían confiado.
En Nazaret, en una pobre cuna como muchas que
nosotros hemos podido ver, el Niño Jesús halló la
continuación de la gruta de Belén.
En Nazaret, oía Jesús de los labios de su Madre,
tiernos arrullos como los cantan todas las madres,
y cerraba sus ojitos azules al ritmo lento y caden
cioso de aquellas suaves baladas.
En Nazaret, empezó á despertar la admiración
de los hombres por sus gracias, inteligencia y pre
coces virtudes.
En Nazaret, vestido de una blanca túnica y son
riendo bajo los hermosos couffich de variados colo
res, dando la mano derecha á su madre y poniéndo
la izquierda en el centurón azul que cenia su airosotalle, paseaba unas veces por el camino de la fuente
y seguía otras á María. Cuantos lo veian, exclama
ban i Dichosa la madre de tan gracioso niño 1
En Nazaret, á la presencia de sus padres quelo admiraban, formuló las primeras plegarias y
rindió los primeros homenajes á su Padre celestial.
En Nazaret su voz graciosa y tierna comenzó á
entonar en la sinagoga los salmos y las bendicio
nes de los profetas, con aquellas sublimes aspira
ciones que nadie entonces podía imaginar y nadie
ahora puede comprender.
En Nazaret, partió y comió el pan de la pobreza
sobre la modesta estera de paja y bebió en el
arroyo de la fuente, donde hemos bebido nosotros
mismos, comió los peces curados del lago, las
hierbas amargas de la llanura, las aceitunas del
valle, los higos del seto, leche coagulada, lentejas,,
trigo molido, habas y altramuces, que hoy día co
men los trabajadores nazarenos.
En Nazaret, durmió sobre el duro suelo las no
ches mejores de su vida, en la casa de paz y de
bendición, en que habitaban José el justo y la
Virgen Maria, ambos amigos del cielo»
(i) Mons. C . C a k v s .
— -íi6 —
En Nazareth, en un taller de carpintero se enca
llecieron las manos del divino obrero, como las de
los demás, al duro manejo de las herramientas para
hacer arados, yugos y muebles que vendía para
mantener á su Madre después de la muerte de José.
En Nazaret iba á las cimas de las vecinas mon
tañas para respirar tras una semana de trabajo, el
aire embalsamado del cielo, sentándose en medio
de sus compañeros, á los cuales admiraba con sus
sabias palabras, volviendo después á su cabaña,
donde vivía la vida más elevada del alma y con
versaba á solas con Aquel, cuyo reino venia á esUiblecer en la tierra.
En Nazaret en fin ha dejado parientes en cuyas
venas corre aun la sangre que Él recibió de María,
pues los Nazarenos se glorian de llamarse primos
de María. Y habiendo considerado todo ésto ¿no
tendremos nosotros un culto sagrado por Nazaret?
A
n a s t a s io
Prun.
(Se continuará).
El aaevo Anoblspo de Westmlnster.
La Santa Sede ha elevado á la Sede Arzo
bispal de Westminster á S. E. Rma. D. Frao*
dtco Bouroe, Obispo de Southwark y Cooperador
celosísimo de la Obra Salesiana. Para compren
der la importancia de esta elección y por tanto
el grande honor que de ella resulta á la familia
•de los Cooperadores, basta notar que el Arzobis
pado de Westminster es el primado de Ingla
terra y el sucesor de los Cardenales Wiseman,
Manning y Vaughan.
Sin hablar de las eminentes cualidades que ador
nan el alma del nuevo electo, recordaremos los
datos principales de su vida y los rasgos que más
lo den á conocer como Cooperador amante de Don
Bosco y su obra.
El Sr. Boume es el más joven de los prelados
católicos de Inglaterra; nacido en Londres el 33
de Marzo de i86t, no tiene más que 4a años. Hizo
sus estudios en la patria, pero para perfeccionarse
«n teología, pasó á S. Sulpicio en París y después
á la Universidad de Lovaina. En París vió y co
noció á D. Busco y empezó á admirarlo. Ordenado
sacerdote el 1SS4 pasó algunos años como coadju
tor en las misiones. La educación de la juventud,
dice el The GUhoHe Times, es en él una verdadera
pasión y concibió la idea de alistarse en la Congre
gación Salesiana, pero parece ser que D. Bosco le
dió á entender que otro apostolado mayor y más
importante le tenia reservado Dios en Inglaterra.
La misión de Battersea en Londres, á cargo
ahora de los Salesianos, ñié objeto de los pasto
rales desvelos de Mons. Boume cuando aun era
simple sacerdote, y á 1SS7 fué á recibir á la esta
ción Victoria á los tres Salesianos destinados á
aquella misión, los condujo á su primitiva casa de
Troth Street y los rodeó de mil cuidados m.ás que
paternos, fraternales.
En vista de su inclinación á tratar con los jó
venes, le nombró su Obispo, Rector del Seminario
entonces fundado. En premio de su celo por la edu
cación de los Seminaristas León XIII (d. s. m.) le
eligió el 1895, su Prelado doméstico. El 1886 fué
consagrado Obispo auxiliar v ■ sn Mayo sucedió á
S. E. Rma. Butt — que por falta de salud se re
tiraba de su diócesis — en el gobierno de la dió
cesis de Southwark.
Aun en medio de las múltiples ocupaciones de
su apostolado no se olvidó de los hijos de D. Bosco,
que siempre tuvieron en él un prudente consejero
y un padre cariñoso, Dictó él mismo algunas con
ferencias salesianas, asistió á la consagración de
nuestra iglesia del Sdo. Corazón de Jesús en Lon
dres y cuando D. Rúa fué á Inglaterra, lo invitó á
visitar su Seminario. El mismo año de su consagra
ción episcopal fué á visitar la tumba de S. Fran
cisco de Sales, de S. Carlos y no quiso volver á
su patria sin visitar la de D. Bosco en Valsalice.
La casa salesiana de Ivrea no olvidará nunca el
honor de haber sido por él visitada, durante las
fiestas del Beato Tadeo Makar.
No contento el amable Prelado de todo lo que
había hecho por los hijos de D. Bosco, ni de la
validísima cooperación que prestó para la fundación
del noviciado inglés en Barwash, no paró hasts
obtener la fundación en su amada patria, de ut
Instituto de Hijas de María Auxiliadora.
Y ahora el Corazón de Jesús ha premiado de un
modo inesperado tanto celo, tanta bondad para con
las obras salalesianas. Cuando el Excmo. Sr. Boume
se hallaba este año en nuestra iglesia de Londres
y con el más tierno afecto hacía el elogio fúnebre
del Emmo. Cardenal Vaughan, muerto tres dias
antes, no pensaba en su humildad, que Dios le
había elegido como sucesor de aquella lumbrera
de la Iglesia católica en Inglaterra.
Reciba, pues, el Excmo. Prelado desde las co
lumnas de nuestro humilde B o l k t In los más afec
tuosos y sinceros parabienes, augurándole que la
Divina Providencia se sirva de su ardiente celo para
tomar al gremio de la unidad católica á Inglaterra,
que fué uno de los más vivos deseos de D. Bosco
y _quizá por inspiración divina — del S. Luts
de los Salesianos, del joven Domingo Savio.
CoQ aprofaadóa de U Aotoridad EcclecUstics *.
Gerente: JOS a G AM BIN O .
-
Texto
-
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Turín (Italia)
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i«l E l amor al prójim o ee nno do los ! i i y *
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Kodoblad Tneetraa foeraai
« navoree t m;i8 excelentee doñee qu e 1 tn a ¡ c a lu r a d con grande eemero au -*
apartar á la n ifie i v fuvt
•■ la 'd ÍT Ín a bondad puede ooneeder-4
edncaeion cristia
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vnronorcJonadle
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X T^ion
«Job hombres.
4
(51. EsAirc. de Sales.)
■“Ó ' cü''S ’
ANO X X IV — N. n
*1
(P ío r s . )
ji'
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(Lr ó s X I I T ) ; !
— •— Tv-s— ' “ TvV
—
Publicación Mensual
SUiMARIO: C arta Encíclica d e N . Sm o. S . Pío X . 989
Documentos S a l e s i a n o s ..................................................... 295
Ecos del C o n g r e s o ................................................................ 29S
Ecos de la Coronación
..................................................... 999
£1 Representante d e l Sucesor de Don Busco en
—
NOVIEMBRE de 1903
A m é r i c a ......................................................................................302
B ib lio g ra fia ................................................................................ 306
M isiones; P a ia g o u ia ........................................................... 307
G racias d e M aría A u x ilia d o r a .......................................... 310
Crónica S a l e s i a n a ................................................................ 314
CARTA ENCICLICA
^ DE NUESTRO SANTÍSIMO SEÑOR ^
PI O
Por la Divina Providencia P A P A X
A
N
u estros
Pa t r
pos
ia r c a s
Y
V
dem ás
m u n ió n
CO N
H
enerables
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ad os,
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erm an o s,
r z o b is p o s ,
r d in a r io s
S
ed e
Apo
en
paz
s t ó l ic
los
O
b is
y
co
.\.
P ío P a p a X .
Venerables Hermanos, Saludy Bendición Apos
tólica.
A
l dirigiros por vez primera la palabra
desde la cátedra del supremo apostolado, á
por ínscrutable disposición de Dios hemos
ado elevado, no es net^sario que r«x>rdemos
con cuantas lágrimas y vivas ínictanrias Nos
esforzamos por alejar de Nos el formidable
peso del Pontificado. Aunque completamente
desigual en méritos, Nos parece poder aplicar
i Nos con toda verdad las palabras con que
se lamentaba S. Anselmo, cuando contra su vo
luntad y resistencia, vióse obligado á aceptar el
honor episcopal. Puesto que, si se considera
el ánimo y la voluntad con que Nos hemos
sometido á aceptar el gravísimo encargo de
apacentar el rebaño de Cristo, bien podemos
traer aquí las mismas pruebas de dolor que
él para sí invocaba. Testigos son, escribía
el Santo, mis lágrimas, mis clamores, y gemidos
provenientes de la congoja de mi corazón, tales
que no recuerdo haberlos dado sem^antes en
mi vida por dolor ninguno, antes de aquel día,
en que pareció desplomarse sobre mi aquella
gran desgracia del Arzobispado de Contorbery.
Y ésto no lo ignorarán los que en aquel dia
Jijaron su vista en mi semblante... Yo, que
por el color sem^aba más á un muerto que
á un vivo, estaba pálido por el espanto y la
angustia. Y á la elección hecha de mí para el
— 290 —
episcopado, ó mejor dicho, á la violencia que se
me ha hecho, hasta ahora hablando con verdad,
he resistido cuanto me. ha sidq.posible. Pero, quié
ralo ó no, me veo ya ob 'igado á confesar, que los
ju icios de D ios resisten cada dia más á mis
esfuerzos, de modo que no sé como poder es
quivarlos. P or lo cual rendido no tanto á la
violencia de los hombres, cuanto á la de Dios,
contra la cual no hay prudencia bastante, com
prendo que no me queda otro partido que,
después de haber rogado acanto he podido y ha
ber trabajado ja r a que, si era posible, pasase
de m í este cáliz sin que yo lo bebiese, pospo
niendo mis sentimientos y m i voluntad, aban
donarme enteramente a l consejo y voluntad de
Dios. (Epp. i,n i. ep. i).
Y á la verdad, á esta nuestra resistencia no
faltaban razones en gran número y de gran
peso. Puesto que, además de estimarnos del
todo indigno del honor del Pontificado por
nuestra poquedad, ¿quién no habría temblado
al verse designado como sucesor de Aquel,
que habiendo por casi ventiséis años regido
la Iglesia con suma sabiduría, se mostró do
tado de tanta sublimidad de mente, de tanto
lustre de toda virtud, que atrajo sobre sí la
admiración de sus mismos adversarios y que
dejó memoria de sí en preclarísimas empresas ?
.Sin hablar de otros muchos motivos, nos ate
rraban sobre todo, las funestísimas condiciones
en que al presente se encuentra el humano
linaje. Pues ¿ quién no conoce que la Sociedad
humana, más que en las pasadas edades, se
halla ahora presa de un malestar gravísimo y
profundo, que aumenta cada día, y corroyén
dola en lo íntimo, lo arrastra hacia la ruina?
Vosotros, Venerables Hermanos, bien sabéis cual
es esta enfermedad: la apostasía de Dios, á
la cual va unida siempre la desgracia, segi^n
aquellas palabras del profeta: H e aquí que los que
de ti se alejan, perecerán {Ps. L x x n , 27). —
Velamos por tanto que, en fuerza de ministerio
pontifical que se Nos quería confiar. Nos era
preciso acudir en remedio de tantos males,
considerando como dirigido á Nos, aquel man
dato divino: Yo te he constituido hoy sobre
las gentes y sobre los reinof, para que arran
ques y destruyas, edifiques y plantes (Je r . i ,
10.) Pero conocedor de nuestra debilidad,
esquivábamos aterrados un deber semejante,
tanto más difícil cuanto más urgente. Pero,
ya que á la voluntad divina plugo elevar
Nuestra bajeza á tanta sublimidad de poder,
tomemos vigor y aliento en Aquel que Nos
conforta: y al poner manos á la obra, apoyados
en la virtud de Dios, proclamamos no tener
en el supremo pontificado más objeto, que
el de restaicrar todas las cosas en Cristo {Ephes.
I, 10), de modo que sea Cristo todo y en
todo (CoLoSS. in, i i ) . No faltarán ciertamente
quienes, midiendo por el mismo rasero las
cosas humanas que las divinas, procuren saber
las miras secretas de Nuestro ánimo, torcién
dolas á objetos terrenos y espíritu de partido.
Para deshacer toda vana ilusión, aseguramos
á esos tales, que Nos no queremos ser más,
ni otra cosa seremos con el auxilio divino ante
la sociedad humana, que el Ministro de Dios,
de cuya autoridad somos depositario. Los
intereses de Dios serán Nuestros intereses, en
los cuales estamos resuelto á emplear Nues
tras fuerzas todas y la vida misma. Y si al
guien de Nos requiere una palabra de orden,
que sea la expresión de Nuestra voluntad, da
remos siempre ésta y no otra: Restaurar todas
las cosas en Cristo.
En esta magnífica empresa Nos infunde
suma alegría, ¡oh Venerables Hermanos! la
certeza de que á todos os tendremos por ge
nerosos cooperadores. Y si de ello llegásemos
á dudar, deberíamos creer injustamente que no
conocéis 6 que no os cuidáis de la guerra
sacrilega que, puede decirse por doquiera, se
mueve y mantiene contra Dios. Pues en ver
dad contra su Creador se levantaron las gen
tes V los pueblos meditaron cosas vanas {Ps. n,
i) y general es el grito de los enemigos de
Dios: aléate de nosotros ( J o b . x x j , 14). Y así
se ve en la mayor parte de los hombres extin
guido todo respeto hacia el Dios eterno, sin
consideración á su suprema voluntad en las
manifestaciones de la vida privada y pública;
que antes bien se procura con todos los es
fuerzos y artificios, que se borre hasta la
memoria de Dios y su conocimiento.
Quien todo ésto considera, razón tiene para
temer que semejante perversiaad de las almas
sea casi una imagen 6 el comienzo de los
males, que á los postreros tiempos están re
servados, y que ya esté en el mundo el hqo
de la perdicián, de que habla el Apóstol (JI
Thes. I I . 3). ¡Tanta es en verdad la audacia
y la ira con que por todas partes se pei^igu®
la Religión, se combaten los dogmas de la fe
y se procura desvergonzadamente estirpar y
aniquilar toda relación del hombre con la Di*
--- 2yi —
vinidad. A la vez que (y es lo que precisa
mente al decir del Apóstol es el carácter propio
del Antecrisio) el hombre mismo con infinita
temeridad, se ha colocado en el puesto de
Dios, elevájidose sobre todo lo que se llama
Dios; y aunque en sí mismo no pueda borrar
todo conocimiento de D ios, no obstante, des
preciando su majestad, se ha hecho casi del
universo un templo consagrado á si mismo
para ser en él adorado. 61? sienta en el templo
de Dios, mostrándose como s i fu era D ios (II
Thes. II, 4).
Y á la verdad nadie de recta mente puede
dudar de la manera con que se libra esta lucha
de los hombres contra el Altísimo. Puede el
hombre, abusando de su libertad, violar el de
recho y la majestad del Creador del Universo;
pero la victoria será siempre de D io s; que la
derrota está más cercana, cuando el hombre,
lisongeado por el triunfo, se levanta más
osado. D e e llo . se nos asegura en los Libros
santos. Como si se olvidara de su fuerza y
su grandeza, disimula los pecados de los ham
bres {Sap. XI, 24); pero bien pronto, tras estas
aparentes retiradas, saaidiéndose como e l fuerte
que se despierta de la embriagtiez {Ps. LXXVii,
65), aplastará la cabeza de sus enemigos {Ps.
Lxvii, 22); para que todos conozcan que D ios
es el Rey de toda la tierra {Ps. x l v i , 8) y
sepan las gentes que son hombres {Ps. ix , 21).
Todo ésto. Venerables Hermanos, Nos lo
creemos y esperamos con fe inquebrantable.
Pero ésto no impide que también Nos en la
medida de Nuestras fuerzas, procuremos ace
lerar la obra de D ios; no sólo rogándole asi
duamente : Levántate, Señor, ?io sea que e l
hombre tome osadía {Ps. ix, 20), sino que, y
ésto es lo que más importa, sosteniendo con
hechos y con palabras , publicamente, el su
premo dominio de Dios sobre los hombres
y sobre las cosas todas, de manera que el de
recho que Él tiene de mandar y su autoridad
sean plenamente reconocidos y respetados. Y
ésto no sólo lo exigfe el deber que la natura
leza nos impone, sino también nuestro común
provecho. ¿Quién habrá, Venerables Hermanos,
que no tenga consternada y afligida el alma,
^ ver como la mayor parte de la humanidad,
mientras se ensalzan, y no sin razón, los pro
gresos de la civilización, combaten entre sí, con
tal atrocidad que parece una lucha de todos
contra todos ? Oculto está sin duda en el pecho
de todos el deseo de la paz, y nadie hay que
no la invoque con ardor. Pero querer la paz
sin Dios, es un absurdo; pues de donde se
aparta Dios, se aparta también la justicia; y
dejada á un lado la justicia, vana será la es
peranza de la paz. L a paz es obra de la ju s
ticia (Is. X X X I I, 17).
No son pocos, bien lo sabemos, los que arras
trados por esta ansia de la paz, ésto es de la
tranquilidad del orden, se reúnen en sociedades
y partidos, que llaman precisamente partidos de
orden. \Elsperanzas vanas y fatigas perdidas i El
partido del orden , que puede con verdad de
volver la paz á esta perturbación de las cosas,
no es más que uno solo: el partido de Dios,
Este es pues el partido que nosotros debemos
promover, á esta atraer los más que podamos,
si verdaderamente nos mueve el amor á la paz.
No obstante. Venerables Hermanos, este lla
mamiento de los hombres hacia la majestad y
el imperio de Dios, por más que trabajemos,
no lo conseguiremos jamás, sino es por medio
de Jesucristo. Nadie, nos dice el Apóstol,
poner otro fundamento fu era del que ha sido
puesto, que es Cristo Jesús ( i C o r . i i i , i i ).
Es Cristo el solo, á quien e l Padre santificó y
envié á este mundo (Jo a k . X, 36), e l esplendor
del Padre é imageyi de sti subsiaheia (H e b r .
I, 3), verdadero Dios y verdadero hombre, sin
el cual nadie puede conocer á Dios como con
viene á su salvación: pues nadie conoció a l
Padre sino e l H ijo y aquel d quien quiso el
H ijo revelarlo (M a t t h . x i , 19).
D e lo cual se sigue, que restaurar todas las
cosas en Cristo y reconducir los hombres á la
sumisión á Dios, es un mismo é idéntico objeto.
A este fin, pues, es preciso dirigir todos nues
tros cuidados; conducir el género humano bajo
el imperio de C risto; de este modo le conduci
remos también á Dios. Por Dios entendemos,
no á aquel sér inerte que no se cuida de las
cosas, como se lo forjaron los sueños de los
materialistas: sino un Dios vivo y verdadero,
uno en la naturaleza, trino en las personas,
Creador del mundo, sapientísimo ordenador de
todas las cosas, legislador justísimo, que cas
tiga á los perversos y prepara el premio á la
virtud. Ahora b ien , cual sea el camino para
llegar á Cristo, no es menester buscarlo; es
la Iglesia. Por esto inculca muy bien S. Juan
Crisóstomo: Tu esj>eranza es la Iglesia, tu
salud es la Iglesia, tu refugio es la Iglesia. Y
Cristo la fimdó, ganándola con el precio de su
sangre; la hizo depositaría de sus doctrinas y
293
de sus leyes, dándole al mismo tiempo un
tesoro inmenso de gracias para santificación y
salvación de los hombres.
Ved pues en fin, Venerables Hermanos, el
deber que á Nos y á vosotros juntamente ha
sido impuesto; hacer que vuelva á la discij>lina
de la iglesia el linaje humano que se ha sepa
rado de la sabiduría de C risto; la Iglesia á su
vez lo someterá á Cristo, y Cristo á Dios. Si
por la misericordia del mismo D io s, Nos lo
gramos conducir ésto á buen término, tendremos
el consuelo de ver el bien suceder al mal, y
oiremos para felicidad nuestra una sonora voz
del Cielo que dirá: H e aquí el tiempo de sal
vación, de la potencia y del reino del nuestro
D ios y del poder de su Cristo {Apoc. x iii, lo).
Pero para lograr todo ésto conforme á los
deseos, es preciso que con todos los medios y
fatigas destruyamos radicalmente el enorme y
abominable delito, propio de nuestro tiempo,
que es la sustitución del hombre á D io s; tras
ésto, hay que devolver al antiguo honor las
leyes santísimas y los consejos del E vangelio;
sostener altas la verdades enseñadas por la Igle
sia, la doctrina de la misma sobre la santidad
del matrimonio, la educación y amaestramiento
de la juventud, la posesión y uso de los bienes;
los deberes para con los que rigen la cosa pú
blica ; restituir por último el equilibrio entre las
diversas clases de la sociedad, según la norma
de las prescripciones y costumbres cristianas.
Nos ciertamente, al someternos á la volun
tad divina, Nos proponemos poner en práctica
todo esto durante Nuestro pontificado y con
todo esmero lo pondremos. A vosotros, Vene
rables Hermanos, toca secundar nuestras in
dustrias, con la santidad , con la ciencia, con
vuestra esperiencia, y sobre todo con el celo
por la gloria de Dios; no teniendo ningún otro
objeto, más que en todos se form e Cristo,
Inútil parece indicar cuales son los medios
que es preciso emplear para conseguir tan gran
objeto, pues son por si mismos patentes. —
Sea vuestra primera solicitud formar á Cristo
en aquellos que por deber de vocación están
^lestinados á formarlo en los demás. Enten
demos, Venerables Hermanos, hablaros de los
sacerdotes. Puesto que todos los que están
revestidos del sacerdocio deben saber que, en
medio de los pueblos con que viven, tienen
ellos aquella misma misión que Pablo confiesa
haber recibido según aquellas tiernas palabras:
H yitos míos, por quienes padezco segunda vez
dolores de parto hasta form ar enteramente d
Cristo en vosotros (G al, rv, 19). Ahora bien
i cómo o ¡án cumplir semejante deber si antes
ellos mismos no se hallan revestidos de Cristo?
y revestidos en manera tal, que puedan decir
con el Apóstol: Vivo yo, más no soy yo el qiu
vivo, sino que Cristo vive en m i ( Gal. ii, 20);
para m i e l vivir es Cristo (P h il. i, 21). Por
lo cual, aunque á todos se dirija la exhorta
ción de adelantamos hacia e l estado de un va
rón perfecto, en la medida de la edad de la
plenitud de Cristo (Ephes. iv, 13), no obstante
antes que á ninguno va dirigida á los que
ejercen el ministerio sacerdotal, que por ¿to
son llamados otro Cristo, no sólo ya por la co
municación del poder, sino también por la imi
tación de las obras, por las cuales deben llevar
impresa en sí mismos la imagen de Cristo.
Siendo ésto así. Venerables Hermanos, ¡ cual
y cuan grande solicitud no debéis poner en
formar el clero en la santidad! cualquier otro
empeño es preciso ceda en presencia de éste.
De aquí que la parte principal de vuestros des
velos debe dirigirse á ordenar y gobernar como
conviene vuestros Seminarios, de modo que
florezcan á la par en la integridad de la en
señanza y en la pureza de las costumbres.
Mirad el Seminario como la delicia de vuestro
corazón, y en provecho de él, no omitáis nada
de lo que con suma providencia dispuso el
Concilio Tridentino. — Llegado luego el tiempo,
en que los jóvenes candidatos deben recibir
las sagradas órdenes, ¡ a h ! no olvidéis lo que
S. Pablo escribe á Tim oteo: N o impongas d
la ligera las manos sobre alguno (I T im . v , 22)
y pensad con suma atención, que por vía or
dinaria los fieles serán tales, cuales sean los
que llamáis al sacerdocio. No queráis pues
tener miramiento alguno con intereses particu
lares; sino mirad sólo á Dios, á la Iglesia y
al bien eterno de las almas, para que, como el
Apóstol escribe, no seáis cómplices de los pecados
ajenos (Ibid.).
No disminuyan además vuestros cuidados
respecto á los nuevos sacerdotes recién sali
dos del Seminario. Os lo recomendamos de
lo íntimo de Fuestro corazón, estrechadlos á
menudo contra Nuestro pecho, que debe arder
on fuego celestial, encendié.ulolos, inflamándolos
para que no anhelen más que ganar almas í
Dios. Nos, sí. Venerables Hermanos^ vigila
remos con suma diligencia para que los miem
bros del clero no caigan en las asechanzas de
293
una ciencia nueva y engañosa, que no se ins den la fe. No siendo verdad que los progre
pira en Cristo, y que con argumentos disfra sos de la ciencia extinguen la fe, sino que es
zados y mentirosos procura abrir paso á los la ignorancia la que la estingue , sucede que
errores del racionalismo y semiracionalismo; donde más domina la ignorancia, más horrible
contra la cual ya avisaba el Apóstol á Timo estrago hace la incredulidad. Esta es la razón
teo que se precaviera, escribiéndole: Guarda por la que Cristo mandó á sus Apóstoles:
el depósito de la f e que te he entregado, evi Id y enseñad á todas las gentes (M a t t h .
tando las novedades p? ofanas en las expresiones, X X V III. 19),
Pero para que de este apostolado y celo de
y las contradiciones de la ciencia que falsa
mente se lla}7ia tal, ciejicia vana que profesán enseñanza se recoja el fruto esperado y en
todos se form e Cristo, acuérdese cada cual,
dola algunos, vinieron á perder la f e (I TiM.
VI, 20, et s.). Esto no quita que consideremos Venerables Hermanos, que nada hay más eficaz
dignos de encomio á aquellos jóvenes sacer que la caridad; puesto que e l Señor no se
dotes, que se dedican al estudio de doctrinas halla en la conmoción ( li i R e g . x i x , h ) . En
útiles en todo género de ciencias, para poder vano se espera atraer las almas á Dios con
después estar mejor dispuestos á defender la un celo am argo; pues el echar en cara con
verdad y refutar las calumnias de los enemigos dureza los errores, el reprochar con aspereza
de la fe. No obstante no podemos ocultar, los vicios es á menudo más de daño que de
antes lo declaramos abiertamente, que Nuestra provecho. Es verdad que el Apóstol exhortaba
preferencia es y será siempre para aquellos á Timoteo: Acusa, ruega, reprende, pero aña
que, además de cultivar la erudición eclesiás de después; con toda paciencia ( ii T im . i v 2),
tica y literaria, se dedican más de cerca al bien
Jésus á la verdad nos ha dejado de ello
de las almas con el ejercicio de los ministe luminoso ejemplo. Venid, sabemos que decía,
rios que son propios de un sacerdote celoso venid d m í vosotros todos los que estáis en
del honor divino. E s grande tristeza y continuo ferm os y agobiados p or e l trabajo y yo os ali
dolor para nuestro corazón (Rom . ix , 2) ver viaré (M a t t h . X I,28.). Por enfermos y ago
como se aplica á nuestros días el llanto de Je biados entendía sólo á los que son esclavos
remías : Los pequeñuelos pidieron pan y no había del pecado y del error. ¡Y cuanta no fué la
quien se lo partiese ( Tren, iv , 4). Pues no faltan mansedumbre de aquel divino M aestro! ¡Cual
en el clero quienes, secundando su propio gusto, la ternura, cual la compasión hacia toda clase
se consagran á obras de utilidad más aparente de miserables! Isaías pintó maravillosamente su
que real; pero quizá no son tan numerosos los corazón con aquellas palabras: Pondré sobre él
que á ejemplo de Cristo se aplican las palabras m i espíritu; no altercará, n i alzará la voz;
del Profeta; E l espíritu del Señor me ha ungido,
no apagará la torcida que humea, n i romperá la
me ha enviado d evangelizar d los pobres, d ctirar caña quebrada (Is. X L l l , 18 2 9). Y esta caridad
ó los contritos de corazón, d anunciar d los cau paciente y benigna (I C o r . x i i i ,4) debe exten
tivos la libertad, d los ciegos la vista y soltar derse también á los que son nuestros adversa
d los que están oprimidos L uc. iv, 18-19).
rios y nos persiguen. Nos maldicen y bende
Y ¿quién no ve, Venerables Hermanos, que cimos, padecemos persecución y la sufrimos con
debiendo conducirse los hombres con la razón juuiencia, nos ultrajan y retomamos súplicas
y con la libertad, la vía principal para resta (I C o r . IV. 1 2 .1 3 ) afirma de sí S. Pablo. Los
blecer el imperio de Dios en las almas es la que nos desprecian parecen acaso peores de lo
enseñanza religiosa? Cuantos y cuantos son los que en realidad son. El trato con los demás,
que hostilizan á Cristo y aborrecen la Iglesia las prevenciones, los consejos y ejemplos aje
y el Evangelio más por ignorancia que por nos, y en fin una vergüenza mal entendida,
•)er\-ersidad de ánimo, de los que justamente los han arrastrado al partido de los impíos;
puede decirse: Blasfeman de todo lo que no pero su volontad no es tan depravada como
conocen (Judse, 10) Y no sólo se observa ésto eUos mismos pretenden hacer creer, ¿ Quién
en el pueblo ó en la plebe más abyecta, que nos quitará la esperanza de que la llama de
por lo mismo es más fácilmente seducida; sino la caridad cristiana no ha de disipar las tinie
también en las alases elevadas y hasta en aque blas de sus almas, y ha de llevarles la luz y
Uos que por otra parte están dotados de la paz de Dios? Tal vez recogeremos tarde
mediana instrucción. D e aquí que muchos pier el fruto de nuestras fatigas; pero la caridad
'íl
— ¿y 4 —
no se cansa nunca de esperar, acordándose
que Dios prepara sus premios, no al éxito de
las fatigas sino á la buena voluntad.
Verdad es, Venerables Hermanos,que en esta
ardua obra de la restauración del género hu
mano en Cristo, no es nüestra intención que
vosotros y vuestro clero no admitáis ayuda
alguna. Sabemos que Dios encomendó á cada
cual e l cuidado de su prójimo ( E c c l i . x v i i , i 2).
No son, pues, solamente los sacerdotes, sino
también los fieles todos sin excepción, los que
deben tomarse á pechos los intereses de Dios
y de las alm as; se entiende que no ya á pro
pio arbitrio y por cuenta propia, sino bajo la
dirección y obediencia de los Obispos; ya que
el presidir, enseñar y gobernar á nadie es con
cedido en la Iglesia sino á vosotros, d quienes
e l E spiriiii Santo puso d regir la Iglesia de
D ios (A ct. X X . 2.8). Nuestros Predecesores,
desde antiguo , aprobaron y bendijeron á los
católicos que, con diferentes objetos pero siem
pre con miras religiosas, se unen entre sí en
sociedad. Nos tampoco dudamos en tributar
Nuestras alabanzas á tan excelente institución,
y deseamos ardientemente que se propague y
llorezca en ciudades y aldeas. Pero queremos
que semejantes asociaciones tiendan ante todo y
en modo principal á que la vida cristiana se man
tenga constantemente en los que á ellas se alistan.
Poco en verdad importa que se discutan con
sutileza muchas cuestiones, que se hable con
facundia de derechos y deberes, si todo ésto
no va unido á la práctica. Los tiempos que
corren exig«ii acción; pero una acción que
toda consista en observar con fidelidad y en
tereza las leyes divinas y las prescripciones de
la Iglesia, en la profesión franca y abierta de
la R eligión , en el ejercicio de toda clase de
obras de caridad, sin pararse en miramientos
á sí mismos y á los intereses terrenales.
Los numerosos ejemplos de tantos soldados
de Cristo, servirán mucho más para despertar
los ánimos y arrastrarlos, que no las palabras
y las sublimes disertaciones; y sucederá fácil
mente, que pisoteado el respeto humano, des
puestas las prevenciones é indecisiones, muchí
simos serán atraídos á Cristo haciéndose á su
vez promotores de su conocimiento y de su
amor, que son los únicos caminos de la ver«.ladera y solida felicidad. ¡Oh 1 si en todas las
ciudades, si en todas las aldeas se cumple
fielmente la ley del Señor, si se tiene respeto á
las casas sagradas, si se frecuentan los Sacra
mentos, si se observa todo lo que atañe á la
vida cristiana, no será preciso, Venerables Her
manos, que nosotros nos fatiguemos más para
\'er todas las cosas restauradas en Cristo. Y no
es de esperar de ésto solo el auxilio para
la consecución de los bienes eternos, sino que
se logrará también una ayuda valiosísima para
los bienes temporales y la sociedad humana
Puestas á salvo las cosas antedichas, los nobles
y ricos sabrán ser justos y caritativos con los
humildes, y éstos soportarán con tranquilidad
y paciencia la entrechez de un estado más
angustioso ; obedecerán los ciudadanos no al
capricho, sino á las leyes: se considerará co
mo deber el respeto y el amor á los gober
nantes, cuya potestad no proviene, sino de Dios
^R om . XIII. i) ¿Qué más? Entonces finalmente
comprenderán todos que la Iglesia, cual fué
instituida por Cristo , debe gozar libertad é
independencia de todo extraño dominio; y que
Nos al revindicar esta misma libertad, no sólo
defendemos los sacrosantos derechos de la Re
ligión, sino buscamos el bien común y la se
guridad de los pueblos. Es siempre verdad
que la piedad es ú til para todas las cosas (I
T im . iv.8)y ella incólume y lozana hará que
e l pueblo repose en la hermosura de la paz
(Is. XXXII.18). Dios que es rico en misericordia
( E p h e s . 11.4) apresure benigno esta restaura
ción del género humano en Jesucristo, ya que
no es obra de quien quiere n i de quien corre,
sino de D ios misericordioso (R om . ix.16). Y
nosotros. Venerables Hermanos, en espíritu de
humildad ( D a n . I11.39) con oración continua
é insistente, pidámoslo por los méritos de Je
sucristo. Acudamos además á la poderosísima
intercesión de Su Madre divina: y para obte
nerlo, ya que os dirigimos esta Nuestra Carta
precisamente en el día destinado á conmemo
rar el santo R osario, disponemos y confirma
mos todo cuanto Nuestro Predecesor ordenó
sobre dedicar el presente mes á la Virgen
augusta del Rosario; recomendando además
que se tomen por intercesores ante Dios, al
Esposo purísimo de María, patrón de la Iglesia
católica y á los santos príncipes de los após
toles, Pedro y Pablo.
Y para que todo suceda según Nuestros
deseos y todas las cosas os acaezcan próspe
ramente, imploramos sobre vosotros los dones
copiosísimos de las divinas gracias. Y en tes
timonio de la ternísima caridad, con que os
abrazamos á vosotros y á los fieles todos que
la Divina Providencia Nos ha querido enco
mendar , damos con todo afecto en el Señor
á vosotros, al clero y á vuestro pueblo, la
Bendición Apostólica.
Dado en Roma, junto á S. Pedro,’ el día 4
de Octubre de 1903, de Nuestro Pontificado
el año primero.
PIO P.P. X.
— ^35
D
o c u m e n t o s s a l e s ia n o s
Discurso promuciado por su autor el Sr. D. MANUEL PASCÜALi DE BOFARDLL
en la Illa Sesión del tercer Congreso general de Cooperadores el 1$ *ie Maye
Eminentísimos y Reverendísimos Sres. Cardenales,
Excelentísimos é ilustrisimos Sres, Arzobispos
y Obispos, Reverendísimo Padre Rector Mayor
de la Congregación Salesiana, Sres. Congre
sistas:
No os admire que en una Asamblea tan res
petable como la presente, y ante tantos y tan
esclarecidos representantes de la gran familia
católica, esparcida por todo el mundo, España
deje oir su modesta voz y acuda en circunstan
cias tan solemnes á dar, en este acto, fe de vida.
No os admire, no, queridísimos Cooperadores,
hermanos míos muy amados, que la España hu
milde, la atribulada Elspaña se una en estos mo
mentos al universal concierto mariano, pues
donde quiera que de María se trata, donde se
inculcan las glorias de María, allí están los es
pañoles con su bandera desplegada y allí acuden
con su espada ó con su pluma, ya que las glo
rias de María son sus glorias y consideran vic
torias suyas las victorias de su Madre y los
triunfos de su Reina.
Permitidme, pues, Sres. Congresistas y Coo
peradores Salesianos, que en nombre de los
Cooperadores esj>añoles y muy particularmente
en representación de nuestros hermanos de Bar
celona, salude respetuosamente á la respetable
.\samblea, que con tanta benignidad se digna
escucharme, para significarle y decirle con este
saludo, que todos en espíritu se hallan presentes
y todos, absolutamente todos, aprueban lo que
aquí se aprueba, adheriéndose á las resoluciones
que aquí se tomen, segurísimos de que han de
redundar á la mayor gloria de Dios y de la
Santísima Virgen.
Permitidme, Señores, que con este saludo pro
teste enérgicamente de las soberbias afirmacio
nes de los detractores sistemáticos de nuestra
querida Elspaña, anunciando su completa ruina
y propalando , con motivo de nuestros últimos
desastres, la proximidad de su muerte.
No. Señores, la España de Teresa de Jesús,
de Domingo de Guzmán, de Ignacio de Loyola,
de José de Calasanz y de tantos y tantos héroes
de la Religión y de la Patria, vive y vivirá.
porque se apoya en el Pilar de Zaragoza y puede
refugiarse en la Cueva de Covadonga. España
vive y vivirá porque ama á María y la venera
siempre y en todas partes: en la cumbre de las
montañas y en el fondo de los valles; en las
arenas de sus mares y en las orillas de sus ríos;
en las ciudades populosas y en las humildes al
deas ; Elspaña en fin, no puede morir porque María
tiene empeñada su palabra á favor de los he
raldos de sus glorias, y como nadie puede dis
putamos este hermoso timbre, España ha de
vivir vida próspera, apesar de sus presentes
amarguras; España ha de trocar sus tocas de
luto por las galas del regocijo, pues María le
dice con ternura maternal, para hacerle olvidar
de sus desgracias: Qtii elucidant me, viíam aeíemam habebunt.
Recibid, pues, amadísimos Cooperadores el
más cariñoso saludo de la España imperecedera,
y de un modo especial, de aquellos de nuestros
hermanos que en España defienden y propagan
la Obra de D. Bosco, que es la Obra de María,
Obra providencial de nuestros tiempos, Obra
verdaderamente de Dios, Obra en gran manera
grande y en la que Nuestro Adorable Redentor
no ha querido brillara sólo su omnipotencia in
finita, llamando, como en su auxilio, á su San
tísima Madre, para proporcionarle un nuevo
titulo al amor de los hombres que la veneran,
con motivo de la Obra de D. Bosco, bajo una
nueva advocación, la advocación ternísima y fi
lial de María Auxiliadora.
La Obra de D. Bosco es como Obra provi
dencial y divina, un poderoso elemento para la
solución del pavoroso problema social.
Da mihi animas, caetera tolle, decía una y mil
veces el apostólico fundador de los Talleres Sa
lesianos , y hoy que tanto se preocupan los
hombres de todo lo temporal y terreno, hoy que
sólo se rinde culto á la carne y á la materia, surge
D. Bosco, en pleno siglo x ix , preocupado ex
traordinariamente por la irritante y anticristiana
divirión y antagonismo de castas y de clases, y
se lanza heróico y esforzado á la conquista de
los corazones y en busca de las alm as, traba
jando incesantemente, para extirpar la disolución
— 296 —
de las clases poderosas y la anarquía de las
clases proletarias, y predicando la caridad á los
ricos y la rcsigfii'ación á los pobres, trata de acortar distancias, que engendran odios, esforzán
dose en unir voluntades divorciadas, causa de
los grandes males qué padedemos y de los ate
rradores conflictos que se avecinan.
Compenetrando D. Bosco que en todo pro
blema social palpita siempre una cuestión teoló
gica, descubre con la clara evidencia de los
hombres de Dios, que el tremendo problema del
capital y del trabajo proviene del olvido, por
parte de los hombres, de dos versículos sagra
dos, de dos brevisimas sentencias bíblicas que
bien practicadas, devolverían á la sociedad pre
sente, en lo que es dable después de la caída,
aquella paz encantadora y aquel bienestar sin
inquietudes, de que disfrutaron nuestros prime
ros padres en el paraíso terrenal.
In sudare vulius tui vesceris pane, dijo Dios á
Adán al ser expulsado del jardín de las delicias,
y esta tierra que has pisado con tu planta peca
dora, en penitencia de tus rebeldías y desobe
diencias, spinas et tribuios germinabit Ubi. He
ahí la primera parte de la cuestión teológica que
hemos dicho palpita siempre en todo problema
social y por ende en el terrible del capital y del
trabajo, que tanto y tanto preocupa en nuestros
días; y he ahí lo que no saben comprender las
clases obreras en los tristísimos tiempos que
atravesamos. Busca el pobre flores y encuentra
espinas y como le falta la resignación cristiana
rechaza la penitencia y detesta el trabajo, odia
al rico y se entrega á los más repugnantes ex,cesos. La Ley civil, el Elstado, el poder público
no resuelven, porque no pueden resolver, el
conflicto. El estallido se contiene sólo por el
imperio del Máuser, pero el malestar permanece
latente y la llaga continua incurada é incurable.
Más previsor que la Ley civil, más paternal
que el Estado y más prudente que el poder
público. Don Bosco sale en defensa del obrero
y lo airi,
y lo instruye y lo cristianiza, \.i
dijectamei.' í á svi alma, inculca en ella las vir
tudes cristi.Mias. presididas por la resignación á
la voluntad de Dios, y de esta suerte libra ni
individuo de males sin cuento, á la familia tle
una segura deshonra v á la sociedad de una
terrible fiera. Le hn .s.rvndo el alma: Da mihi
animas, caeiera toUe.
Si grandes, inmenso.^ y positivos son los re
sultados de la Obra de D. Bosco en lo que
respeta al pobre y al necesitado, no son meno
res, ni de menor importancia y trascendencia los
beneficios que proporciona á las clases acomo
dadas, á los ricos y á los opulentos. La misión
del Apóstol no se reduce á proporcionar pan al
hambriento y vestido al desnudo, ni termina en
la educación de la inteligencia y del corazón
del proletario. Siendo el mismo el precio del
rescate del alma del potentado que del mendigo,
pues que uno y otro cuestan el precio infinito
de la preciosísima Sangre de Nuestro Señor Je
sucristo, la Obra de D. Bosco despierta de su
letargo' á las clases altas de la sociedad v les
depara medios para lograr su salvación, multi
plicando sus buenas obras. Si predica á los po
bres r^ignación, predica á los ricos la caridad.
Quod superest date pauperibns, predican los
hijos de D. Bosco, pidiendo recursos para los
desvalidos; y con esta inmortal enseña, llaman
á las puertas de los poderosos, y la caridad pe
netra en los salones y la compasión toma asiento
en los palacios y se reduce la distancia que se
para al rico del pobre, quedando poco menos
que resuelto el conflicto entre el capital y el
trabajo. ¡Que edificante es el cuadro de una fa
milia obrera y necesitada cuando le sirve de
marcó la santa resignación! ¡Que edificante es
el hogar del rico cuando en el mismo tiene
asiento la caridad ! Portento estupendo, maravilla
inaudita que trasforma en antesala de la gloria
este valle de miserias, maravilla y portento que
la Obra de D. Bosco reproduce todo los dias
al repetir constantemente Quod superest date pauperibus; apartando al rico de los placeres y al
poderoso de los regalos, evita el despilfarro,
desconcierta la orgia y vence el lu jo; hace mo
desto los regocijos peligrosos, recatadas las ex
pansiones mundanales y parcos los festines siba
ríticos , y recogiendo las migajas que caen de
las mesas de los opulentos, sustenta el cuerpo
del pobre, salvando el alma del rico. Da mihi
animas, caeiera talle.
Ved, Señores , como con otro texto sagrado,
recordado á las clases afortunadas, resuelve tam
bién la Obra de D. Bosco, el problema social,
en el que palpita, como hemos dicho, una cues
tión teológica, que sólo pueden tratar con segu
ridad de éxito los verdaderos hijos de Dios, los
Apóstoles de la resignación, ..os embajadores de
la caridad.
Que la Obra de D. Bosco constituye un po
deroso elemento para la solución del conflicto
social, nadie que la conozca puede ponerlo en
duda. Yo no habré sabido demostrarlo, pero
esta es la conciencia del Congreso y así lo sen
timos los Cooperadores Salesianos de todo el
mundo.
Mas no quiero terminar mi humilde discurso
sin llamar la atención del Congreso sobre un
punto de vista muy importante y trascendental,
si quiera no sea más que en dos palabras, pues
no consiente otra cosa el limitado tiempo-de que
dispongo, á la par que el deseo de no abusar
de vuestra bénevola atención.
— 297 —
Si la Obra de D. Bosco constituye un ele
mento poderoso para la solución del conflicto
social, ¿quién sabe, Señores Congresistas, si ésta
en los designios de Dios, sea también un factor
decisivo para la resolución del conflicto religio
so? No os sorprenda la pregunta, señores mios,
y de seguro no os sorprenderá, si os fijáis en que
la Obra de D. Bosco, por especial providencia
de Dios, parece que va corapenetrándo, cada
dia más y más, el fin primario de su fundación,
en otro fin de importancia suma y de inmensa
trascendencia.
En efecto: así como por María vino Dios á
la tierra, es de Providencia divina ordinaria que
por María llegnie el hombre al Cielo, ad Jesum
per Mariam, dice San Bernardo. Que la Obra
de D. Bosco es obra de María, nadie se atreverá
á negarlo. Ahora bien, los Apóstoles de María
.Auxiliadora no predican á María para descansar
en María, sino en Aquel de quien Ella recibe
todas las gracias; no predican á María como
fin, sino como medio, como conducto de la gra
da y no como la propia fuente de la cual toda
gracia se deriva: ad Jesum per Mariam.
Todos los institutos religiosos, todas las Con
gregaciones marianas nos llevan á Jesús, pero
por diferentes caminos según sean las necesida
des de los tiempos. Los que desgraciadamente
atravesamos se distinguen por la falta del ver
dadero espíritu de caridad y por la prostitución
del amor, ya que todo lo domina el amor al
mundo, al demonio y á la carne.
Nuestro Señor Jesucristo, en sus inescrutables
designios, ha reservado para nuestros días la
manifestación de su amor más tierno, más sim
pático y más seductor, que cautiva y enternece,
que transforma y que domina. Tal es el culto
á su Sacratísimo Corazón; el reinado del amor,
de la perfecta caridad, para inflamarla , en fin,
en el amor divino: Ignem veni mittere in terram
quid vola nisi ut accendaturf
Y he llegado , Señores, á la demostración de
mi pensamiento: A d Jesum per Mariam. Trátase
de levantar en Roma la Catedral del amor , la
Basílica de la caridad , el Templo del Sagrado
Corazón de Jesús. ¿A quién se confia tan grande
Obra? A D. Bosco. Hasta aquí parecerá la cosa
muy natural, pues que en el centro del catoli
cismo y que en la residencia del Vicario de Je
sucristo se erija un templo al Deifico Corazón,
nada tiene de particular. Pero trátase más tarde
de consagrar otro templo al amatísimo Corazón
de Jesús, ya no en Roma, ni en la capital de
ninguna nación católica, mas en Londres, la
gran dudad protestante, la inmensa urbe, capi
tal de potente nación, divorciada de la Iglesia
Romana por el amor terreno, por el amor de la
c ^ e , por la l.ijuria de un Rey que provoca el
cisma por no querer sujetar y tener á raya los
voluptuosos ímpetus de su corrompido corazón.
¿A quién se confia esta segunda Obra? A Don
8t>sco, al esclareddo fundador de la Cohgregaaón salesiana , al infatigable Apóstol de María
Auxiliadora. A d Jesum per Mariam. ¿Será tam
bién la Obra de D. Bosco, repito, un elemento
poderoso para la solución del conflicto religioso?
N
cede navegando, estábamos también bastante presente, por que sólo los Papas reclamaron
mal y hacia más de 24 horas no habíamos to siempre los derechos de estos infelices. Pablo III y
mado alimento. Por fin llegamos á Baliía, la Urbano VIII llegaron á fulminar terribles censuras
primera capital del Brasil, emporio de sus ri contra los promotores y cómplices de este in
quezas y metrópoli de los dominios portugueses fame tráfico. Pero estos infelices negros ahora
en el nuevo mundo. La ciudad está dividida en más que nunca han menester la ayuda del mi
dos partes; la parte más pequeña está edificada sionero. Ebrios de alegría por la libertad alcan
zada, el fantasma de lo pasado los aterra y los
en la playa y habitada por la gente de mar;
sus edificios consisten en cabañas para los ma aparta de la idea de sujeción; faltos de medios
rineros, aduanas y agencias. La parte principal de subsistencia, poco instruidos en las verdades
se levanta á poca distancia en una altura. Nos de nuestra santa fe y con poco nobles instintos,
necesitan una mano caritativa y benéfica que los
hablan dicho que Bahia tiene
Iglesias y
desde á bordo contémplabamos sus torres; pero dirija. Pero en general son inteligentes y de
buen corazón.
no tienen nada de grandioso, la misma catedral
no es más que una iglesia her
mosa sí, pero no es una cosa
extraordinaria.
Nuestra casa está situada
media hora distante del puer
to. Desde cuando vivía Don
Bosco , había trabajado espe
cialmente el Sr. Arzobispo,
para fundar allí una casa Salesiana, pero sólo el 1900 D.
Giordano y algunos señores
de la comisión nombrada al
efecto, pudieron encontrar un
lugar adaptado. Es esta una
antigua quinta que costó 90.000
pts. Quería comprarla el Sr.
Arzobispo para veranear en
e lla , pero cuando supo que
deseaban también comprarla
los salesianos, renunció espon
táneamente á sus deseos en
vista del bien inmenso que
R io Janeiro (Brasil) — L os Alum nos d el C olegio de Sta. Rosa
de este modo podía procurar
en el Palacio d el S r. Presidente de la República.
á sus ovejas: « Aunque la hu
biese comprado ya, decía el
A la puerta del Colegpo esperaba á D. Albera
buen Prelado, habría igualmente renunciado á
la banda de músicos compuesta toda de negros,
ella. »
Pasando por la ciudad , lo que más llamó lo que fué una agradable sorpresa para él. Los
nuestra atención fué el ver tal mimero de ne 70 alumnos internos son todos artesanos y hay
gros. A la vista de estos pobrecitos, nuestro ademas una incipiente Granja agrícola. Los estu
pensamiento volaba al Congo, á Senegambia y diantes son pocos por falta de local; unos cien
asistía al tráfico infame, que hacia de los pobres externos frecuentan las escuelas y es de esperar
negros, esclavos de las inmensas haciendas que se aumentará el número cuando se haya ter
tratados como bestias de carga, más bien que minado el edificio (de 15X45) que cuando noso
como hombres. Increíbles parecen las cosas tros pasamos estaba ya cubierto. Por ahora un
que sobre ésto se nos han dicho durante los salón de la antigua quinta hace de capilla, donde
cinco meses que llevamos en el Brasil. Y sin los fieles acuden á los divinos oficios y á
embargo este inhumano tráfico de esclavos duró frecuentar los Sacramentos. La actividad y abne
más de dos siglos y sólo ha cesado pocos años gación de los cinco salesianos de esta casa, les
ha captado la simpatía de toda la ciudad: todos
hace. El año del jubileo sacerdotal de León XIII,
el 8 de mayo de 1888 , la princesa Isabel firmaba hablaban de ellos con entusiasmo y D. Albera
el decreto de emancipación de miles y miles de escuchaba complacido estos elogios de personas
esclavos y hacia con él un regalo al Papa, que tan respetables, como el Exemo. Sr. Arzobispo
á buen seguro le habrá sido el más gjato. El de la diócesis, el Gobernador del Estado, d
Papa era la única persona que mereciese taJ Prefecto y el Alcade de la ciudad ^ Estos distin-
j '^5 —
guidos señores acudieron también gustosos á la
velada que se celebró en honor de D. Albera,
así como también diversos representantes del
clero seglar, reg^ular, señores y numeroso pue
blo . reuniéndose todos en el patio por no ha
ber un local capaz y conveniente. El Excrao.
Sr. Machado tomó el primero la palabra y di
rigió al Representante de D. Rúa un saludo en
nombre de los Cooperadores Salesianos, cuyo
director es. El discurso resultó digno de un
verdadero admirador de D. Bosco y amigo de
sus hijos. Aquella íntima reunión fué una verda
dera manifestación general de afecto á la obra
salesiana, y ésto nos reveló el secreto de cómo
se ha podido llevar á cabo esta grande empresa
en tan breve tiempo. Debido á la colaboración
asidua del limo. Sr. Basilio y á la docta y clásica
pluma de doña Amelia Rodríguez, que tantas y
tan hermosas páginas ha escrito acerca de Don
Bosco y su obra en el Brasil, la tipografía ha
podido ya editar algunos trabajos importantes y
una colección de lecturas amenas.
El Sr. Arzobispo suplicó á D. Albera, que
usando de los poderes de que estaba revestido,
concediera las dimisorias á varios clérigos: obte
nidas estas fueran ordenados algunos en la ca
pilla de la casa para animación y consuelo de
todos. ¡Quien sabe si María Auxiliadora habrá
suscitado ó despertado de este modo alguna vo
cación !
P ern am b uco.
Nos apremiaba continuar el viaje, y el 9 de
Octubre embarcamos en el Pernambuco, uno de
los peores buques de la compañía Lloid\ el
viaje fué corto, pero bastante molesto. En el
mismo vapor viajaba el Sr. Obispo de Paraniba,
que con sus modales paternales y afectuosos se
captó el respeto y cariño de todos. Se entretuvo
en familiar conversación con D. Albera, pero
apesar de sus vivas instancias, D. Albera no
pudo acceder á sus deseos de que los Salesianos
se establezcan en su diócesis.
El vapor ancló algunas horas en Maceío, Capi
tal del ^ ta d o de Alagoas, y las aprovechamos
para visitar el Obispo diócesano el Exemo. Sr.
p. Antonio de Castillo Brandao recién-llegado
á esta diócesis, creada por León XIII. Nos ha
bló de D. Rúa á quien había conocido en Roma
durante el Concilio Latino-Americano y del
nuevo seminario en construcción. Él Señor ben
diga esta nueva Diócesis y las santas intenciones
de su buen pastor. A l cabo de dos días y me
dio de navegación, llegamos á Pernambuco. Las
pequeñas dimensiones de nuestro vapor nos die^ la ventaja de poder acercamos más á tierra
y evitar así el sinnúmero de escollos que tan
temido hacen este puerto y que dan también á
la ciudad el nombre de Recife.
Una elegantísima lancha-vapor de la Capitanía,
lindamente engalanada, vino á recibirnos ú bordo.
.A medida que nos acercábamos á tierra, llega
ban más sonoras á nuestro oido las notas mar
ciales de la banda del Colegio y se divisaba un
hormigueo de niños, un alegre agitar de pañue
los y una salva de festivos clamores.
Apenas hubimos tocado tierra, D. Albera se
vió perdido en medio de un mar de gente, que
se agrupaba y apretaba para besarle la mano y
darle la bienvenida. Hallábanse confundidos ni
ños, sacerdotes, y Cooperadores para obtener
del Representante de D. Rúa una sonrisa ó una
Iialabra. Los doscientos jóvenes del Colegio con
su simpático uniforme, estaban en primera fila.
D. Albera saludó conmovido á los representantes
de la ciudad y de varias asociaciones católicas
y al pueblo allí presente.
12 de Octubre.
Eran las 3 de las mañana del día 12 de Oc
tubre, aniversario del descubrimiento del nuevo
mundo, y el vivo entusiasmo que nos rodeaba,
nos obligaba á repetir la tierna oración de Cris
tóbal Colón : < ¡ Oh ! Señor Dios omnipotente y
eterno, que por tu sacrosanto Verbo has creado
el firmamento,la tierra y el mar, seas tú bende
cido y glorificado en todas partes , pues que te
has dignado permitir que tu santo Nombre sea
predicado por tu humilde siervo en esta parte
del mundo. * Fué esta la plegaria que 409 años
ha, en este mismo día, el intrépido genovés con
los ojos bañados en llanto, elevaba á Dios, arrodi
llado en esta tierra virgen, donde cnarboló des
pués el estandarte de la cruz. Esta es también
la plegaria que en este dia elevamos nosotros ó
Dios. «Bendito y glorificado seas 'l ú, ¡oh Señor!
que por tu grande dignación, has elegido d los
pobres hijos de D. Bosco y los lias conducido
hasta aquí para que continúen la obra comen
zada por aquel grande Héroe, admirado por
todo el m undo.» Esta fecha memorable, por
más que se repita mil y mil veces no perderá
nunca su importancia; el 12 de octubre, el mundo
antig^io y nuevo, acortando las inmensas distan
cias que los separan, se regocijan juntos, y uni
dos con el más sagrado de los vínculos, con
el de la oración, elevan al pie del trono de
Dios un himno de acción de gracias, por haber
suscitado un genio, que descubriera las ignora
das Américas. Recordando á Colón, se celebra
la apoteosis del Evangelio y se honra al abne
gado Misionero, por que, como dijo León XIII
en su memorable Encíclica de las fiestas cente
narias, Colón al surcar los océanos tenía un
— 3o6 ~
ideal más elevado que el de un conquistador,
intentaba dar entrada en las tierras descubiertas,
á la cruz, al Evangelio, á la civilización. Los
misioneros, pues, y sólo los misioneros, que
van á aquellas lejanas playas llevados del mismo
ideal, guiados de iguales intenciones, de exten
der el reino de Jesús Redentor, son los verda
deros sucesores del inmortal genovés; de sus
méritos participarán los Misioneros que conti- nuan su obra y también los últimos que llega
ron, los pobres hijos de D. Bosco. En 409 años,
cuantos ejemplos de virtud, cuanto heroísmo
han presenciado los horizontes de esta tierra.
Los Franciscanos, los Benedictinos, los Mercedarios, los Dominicos, los Jesuítas tienen sus
héroes y se glorian de este digno blasón: tam
bién los Salcsianos , en los 26 años que llevan
de apostólicas fatigas en esta tierra ¿no tienen
también sus héroes y sus victimas, de los civi
lizados en Juíz de Pora y de los salvajes en
las selvas? Pero, cuantas almas salvadas, cuan
tos millares de niños educados en los 200 co
legios Salesianos existentes hoy en América......
cuantas almas han volado al cielo desde este
bendito suelo americano.
R ecu erd o s.
Pernambuco ocupa el tercer lugar entre las
ciudades del Brasil y el primero quizá por su cul
tura: su población es de 200.000 habitantes.
Tiene un comercio vasto y activo, animado por
el continuo pasaje de vapores que en todas direciones, transportan sus riquezas y productos;
los edificios manifiestan la riqueza prosperidad
de sus habitantes. Las sectas malignas la han
elegido como asiento de sus secretos conciliá
bulos, y de aquí salió, durante los últimos años
del pontificado de Pió IX, el grito de lucha en
tre la Iglesia y el Estado, que trae á la memoria
los primeros siglos de la Cristiandad.
Visitamos el lugar donde el célebre Fray V i
dal, Obispo de Olinda (cindadela poco distante
de Pernambuco) fué arrestado para ser condu
cido después A Rio Janeiro. Aquí le llaman el
Atanasio brasileño, y merece realmente este
glorioso titulo, por la invicta constancia con que
defendió los derechos de la Iglesia y de su grey.
Tenia sólo 27 años cuando fué consagrado
obispo, y murió en París de vuelta de una vi
sita ad limim. Sus com[>atriotas reclamaron sus
preciosos restos, y sus hermanos en religión,
los Capuchinos, le dieron sepultura en la Iglesia
á ellos confiada. También nosotros nos arrodi
llamos sobre su tumba.
(Se continuará)
BIBLIOGRAFIA
La Sábana Santa de Turín, estudio científico histórico-crítico por el doctor D. M o d e s t o H e r n An DEZ-ViLLAEScusA. — Con Ucencia eclesiástica.
Sucesores' de Mauuel Soler; Casa editorial; Apar
tado en correos 89 — Barcelona.
La cuestión suscitada por la fotografía de la
Sábana Santa de Turín ha excitado poderosamente
la atención del mundo civilizado; bastará decir que
en un año, sólo en Francia, se han publicado más
de 3,000 obras, artículos y folletos sobre tan inte
resante cuanto trascendental cuestión. La Sábana
de Turín, que ostenta la imagen de frente y de
espaldas del cuerpo de Jesucristo, ¿es una impresión
natural del mismo? ¿es una pintura humana?; ¿es
un estampado?
He aquí el gravísimo problema planteado por la
fotografía del citado lienzo cuando la Exposición
de Turín de 1898.
Sabios naturalistas y aun materialistas de primer
orden, como M. Delage, de la Academia de Cien
cias de París, y otros no menos notables en todos
los órdenes científicos, como M. Vignon, catedrá
tico de la Sorbona, se han declarado por la auten
ticidad de la Sábana de Turín, tras largas y con
cienzudas investigaciones, en tanto que no pocos
la combaten.
El autor de esta preciosa obra ha estudiado á
fondo el asunto, haciéndose cargo de las principales
obras escritas sobre el mismo. Para abarcar la
cuestión en toda su amplitud é integridad, ha di
vidido su trabajo en tres partes: cientifica, histórica
y critica. En la primera estudia la sesión de la
Academia de Ciencias de París, la Exposición de
Turin, la fotografía de la Sábana, el contenido de
la misma, la producción natural de las imágenes y
y e l retrato de Jesucristo. En la segunda traza la
historia de la Reliquia, siguiéndola en su peregri
nación de Jerusalén á Constantinopla, de ConstantiTtopia á Lirey, de Lirey á Chatnbery y de Chambery
á Turin. En la tercera examina y refuta las obje
ciones cieutifeas, las históricas, las relativas á la
producción de las imágenes y Á. la cuestión exegética,
todo con gran copia de datos curiosísimos, de
textos, de razones científicas, históricas y escritu
rarias, que no dejan la menor duda acerca de la
autenticidad de la Reliquia, y en estilo tan ameno
y sugestivo, que su lectura instruye y recrea con
especial encanto. La obra va ilustrada con 16 pr^
oiosisimas láminas referentes á la Sábana de Turin
V á las principales copias que de ella se han sa
cado en el trascurso de los siglos, ofreciendo en
su conjunto el más completo estudio ciéntifico,
histórico, crítico y gráfico que de tan original como
interesante asunto se haya hecho hasta el presente.
Un volumen de lujo de más de 300 páginas de
clara y abundantísima lectura en 8. prplon^do,
5 pesetas en rústica y 6 en tela en nuestras libre
rías de Sarriá y Barcelona y en todas las de América.
307 —
15^
l«DE NUESTRAS MISIONES *Í#
f lP O S T O L / i D o
s a iE s ia r io
EN PATAQONIA
Rdisimo
S
eñor.
D.
M ig u e l R ú
a
;
V iedm a, Julio de 1903.
Amado Padre: A vuela pluma y con el más grato
placer le escribo la presente, para comunicarle
algunas interesantes noticias de Monseñor Cagliero, que ha poco regresó á su residencia de
Viedma, en el Rio Negro.
Son como un precioso ramillete de flores esco
gidas que ofrezco á los benignos lectores del Bo
letín, para interesarlos más y más en apoyar y
sostener las Misiones Católicas de los territorios
del Sur.
No bien S. S. I. hubo dado término a la pe
nosa y difícil excursión por las Cordilleras del
Neuquén, tendió sus miradas á la Capital Fe
deral y hacia ella dirigió sus pasos, en buscad.auxilios y protección. Tanto más, que á su ar
ribo á la Confluencia, tristes noticias amargaron
su corazón de apóstol, naturalmente amante y de
fensor intrépido de editas incipientes poblacione.s.
Pues mientras él en alas de la caridad se sacrifi
caba, exponiendo mil veces su vida entre los esca
brosos precipicios y cimas de las montañas andina.',
esparciendo doquiera los beneficios de la civili
zación cristiana, el Congreso suspendía la pe
queña subvención, que el Superior Gobierno pa
saba á los pobres huerfanitos ó indígenas de la
Patagonia, y la adjudicaba á la propaganda an
ticatólica de Palermo.
Monseñor Cagliero en Buenos Aires, se vió en
la dura necesidad de golpear á las puertas de las
principales familias, cuyos sentimientos humani
tarios son su distintivo y su gloria. Como Padre
7 Apóstol pidió un óbolo de caridad para estas
«igenes comarcas, que sólo de la Cruz esperan
fcliddad y progreso.
E n B a h ía -B la n c a .
S. S. I. después de haber perorado la causa de
' Elisiones del Sur ante el Gobierno y la socie
dad argentina, volvió á emprender su rumbo hacia
el Rio Negro, pasando por Babia Blanca. En esta
hermosa ciudad se detuvo como una semana, tra
bajando especialmente para el bien de la juventud.
Dios en su bondad y misericordia infinita, se
sirve de los pobres hijos de Don Bosco para
obrar en esta ciudad y por doquiera las mara
villas de su gracia omnipotente.
La parroquia es atendida con esmero: la fre
cuencia á los SS. Sacramentos, el espíritu de
piedad y la asistencia á las funciones religiosas
van cada día tomando mayor incremento. El res
peto y la moral cristiana, como factores pode
rosos del bienestar social, dan movimiento y vida
á la jóven y simpática ciudad, que por su po
sición y elegancia mereció el nombre de Blawa.
D icm que cuando Mons. Mastái Ferretti, que
fué después el angélico Pío IX , pasó por la ba
hía y vió el hermoso panorama, haya asegurado
y con acento profético afirmado, qué la Divina
Providencia levantaría en ese delicioso paraje
una de las m is grandes y más ricas ciudades ar
gentinas. Su importante y estratégico puerto mi
litar, y sus dos puertos comerciales, que absorben
todo el comercio del Sur, y la gran afílucncia
de naves de guerra y de tráfico, contribuirán
sin saberlo, al cumplimento de la profecía dcl
inmortal Pío IX.
El colegio '• Don Bosco », dirigido por los
PP. Salesianos, cuenta actualmente con unos 50
pupilos y 450 externos. Estos niños crecen ahora
á la sombra de la ciencia y del santo temor de
Dios; mas tarde serán buenos padres de familia
y honrados ciudadanos.
Las Hermanas de María Auxiliadora en su acre
ditado Instituto educan cristianamente á unas 500
niñas; dirigen la Pia Unión de las Hijas de María
(270 de las mas distinguidas señoritas déla ciudad)
y dan poderoso impulso á la Conferencia de
Damas Vicentinas, en pro de los enfermos y des
validos.
No h ay, pues, que extrañar, sí los mismos
liberales, conocedores de la obra eminentemente
civilizadora de los PP. Salesianos, los re.speten y
los consideren como bienhechores de la Repú
blica.
— ioS —
H á cia F o rtín M erced es (R io C olorado).
El viaje, que Mons. Cagliero hizo en galera,
desde la « Estación Médanos » hasta Fortín Mer
cedes ha sido algo penoso por las lluvias, vientos
y grandes arenales, que casi inposibilitaban el
tránsito. Más de una vez tuvimos que apeamos
para aliviar el peso y animar á los pobres ani
males á continuar la interrumpida marcha. Des
pués de haber arrostiado mil dificultades, lle
gamos de noche al término de la primerajornada.
En Fortín Mercedes, donde existe una Casa
Misión, S.
I. y los que formábamos su comitiva
tuvimos el gusto de liospedarnos en aquel sa
grado asilo de la niñez. Los
PP. Salesianos, Bonacina, Marelli,y el catequista Giacomuzzi
educan en él á unos 40 pu
pilos del campo y atienden
á los enfermos de una exten
sión de 50 leguas, por el Valle
del Rio Colorado y cercanías.
Las hermanas de María Au
xiliadora tienen un importante
establecimiento de caridad,
donde más de 30 niñas y jó
venes pobres encuentran ma
dres cariñosas, que las cuidan,
y ángeles que las encaminam
por los dorados senderos del
honor y de .la virtud.
V ia ja n d o dia y noche —
U n fruto de la c iv iliz a
ción m oderna — P e rip e
c ia s — L le g a d a á P a t a
gones.
salvataje y la navegación forzada por aquellas
aguas de tristes recuerdos, duraron hasta las
II de la noche. Afortunadamente en la otra costa
estaban esperándonos los peones de la posta, con
una tropilla de caballos, y un viejo carricoche:
en éste seguimos nuestro rumbo hasta llegar á
Segundos Pozos. Eran las tres de la mañana; por
el breve descanso que allí tomamos nos cobra
ron nada menos que dos pesos cada uno. Allí
encontramos á una pobre criatura moribunda,
cuyo padre desnaturalizado no permitió siquiera
que le diéramos el agua de socorro. Ni entre
los indios encontramos á un hombre tan bárbaro
como este civilizado moderno, que se gloriaba
R ío Janeiro (Brasil — Durante el recibimiento del Sr. Presidente
de la República.
Al dia siguiente, después de
celebrar la santa M isa, con
tinuamos nuestro viaje hácia Fortín Viejo.
Gracias á Dios, pa.samos el Rio Colorado felizmente. Estábamos en la esperanza de que
nuestro viaje sería rápido, agradable y sin ningún
contratiempo, pero tuvimos que desengañamos
muy pronto, pues después de haber andado tres
leguas se nos causaron nuestros flacos mulares
y las Bgua.s y los pantanos nos impedían el paso.
Gran suerte fué que pudiéramos arrastramos hasta
la estancia del señor don Santiago Luro, cuyo
atento mayordomo nos facilitó buenos caballos
para continuar hasta Las Lagunas.
El camino, sin embargo, presentaba siempre
mayores dificultades y pronto sobrevino la noche
envolviéndonos con su negro manto. En ésto
empezó á llover y para colmo de desgracias, tu
vimos que bajar el equipaje, las encomiendas y
demás bultos, para colocarlo todo sobre dos botes
en la costa izquierda de la Laguna. La obra de
además de ser un gran liberal, es decir, un gran
bruto en toda la extensión de la palabra. Dos
horas después, cuando despuntaba el alba, con
tinuamos el viaje in nomine Domini.
Los vientos y las lluvias seguían azotándonos.
Muchas veces tuvimos que bajar é ir á pié, pues
los pantanos dificultaban el paso y las ruedas de
la pobre galera se hundían, con peligro de que
darse alli atascada. Anduvimos luchando con las
dificultades durante todo el dia y casi toda la
noche; pues apenas á las 4 de la mañana del
dia 21 Junio, festividad de San Luis Gonzaga.
llegábamos á Patagones.
F ie s ta de S . L u is G o n zag a — D em ostración
de afecto a M ons. C a g liero — L le g a d a á
V ied m a.
Hacía once meses que Mons. Cagliero fal-
- 309 —
taba del Río Neg^o, pues sus tareas apostólicas
en el territorio del Neuquén y por la Cordillera,
no le habían permitido anticipar su regreso.
S. Luis Gonzaga había tomado bajo su especial
protección al amigo sincero y padre cariñoso de
la niñez, librándole de todo peligro; y tan vi
sible fué su asistencia, que el mismo dia de su
festividad llegó sano y salvo á la capital del ter
ritorio.
En ese dia tan fausto y tan hermoso, la ju
ventud patagonesa demostró una vez mas la tierna
devoción que profesa al angélico Patrono de lu
iuventud estudiosa, asistió en corporación á la
Misa de Comunión general, celebrada por S. S. 1.
y recibió de sus manos el pan de Vida Eterna.
Las palabras que con tal motivo dirigió Mon
señor á su devoto auditorio, no podían ser ni más
patéticas, ni más oportunas. Numerosa y selecta
concurrencia asistió también á la Misa mayor,
cantada en música por los ditinguidos alumnos
del « Colegio San José »; y la devoción y piedad
con que asistieron al santo sacrificio del altar,
demostraron la cultura y religiosidad, que tanto
honran al heróico pueblo de Patagones.
El panegírico estuvo á cargo de un jóven sa
cerdote salesiano quien con palabra fácil y sen
cilla celebró las glorias del Patrono de los niños
y de los jóvenes estudiantes.
Por la tarde, los miembros de la Compañía
de San Luis y los alumnos del Colegio San José,
dieron un hermoso certamen literario-musical;
homenaje de veneración, amor y gratitud á Mon
señor Cagliero. Asistieron las principales auto
ridades locales y distinguidos caballeros.
La fiesta de San Luis Gonzaga y la demonstración cariñosa de gratitud filial al bondadoso
Prelado, dejaron en el ánimo de todos los con
currentes los más dulces recuerdos.
Esa misma tarde S. S. 1. se trasladaba á Viedma, su residencia y centro de las Misiones de
los territorios del Sur.
Lo recibieron el R. P. Bernardo Vacchina.
?ro-Vicario Apostólico, el señor gobernador, su
secretario y todos los amigos y admiradores de
Monseñor, mientras el estampido de las bombas,
el alegre tañido de las campanas y las armonio
sas notas de la banda de música anunciaban á
toda la población la feliz llegada del venerado
Pastor.
V iedm a — F ie s ta de S an L u is y de San
Juan — L a s 40 H o ra s — C onclusión.
No puede la pluma expresar lo que la mente
y tí corazón experimentan en los momentos más
bellos de la vida. Y uno de los dulces instantes
y dias más bellos ha sido, sin duda alguna, el
22 de Junio, dia hermoso que los niños y ve-
cinos de Viedma consagraron al culto y devoción*
del angélico S. Luis Gonzaga.
El mártes 24, fiesta de San Juan Bautista, tu
vieron lugar solemnes cultos religiosos y una
Comunión general.
Sí la Natividad de San Juan Bautista, el astro
precursor del Sol de Justicia ha sido y es siem
pre causa de mucha alegría para el pueblo cris
tiano, in luihvitaU tjn s viulti gaudtbut^ lo ha
sido este año de una manera excepcional para
los buenos vecinos de Viedma y los Salesianos,
al festejar en ese dia el onamástico del amadoPadre y Pastor.
Enternecía oir la suave y devota oración, los
dulces y delicados cantos de centenares de ino
centes criaturas, ver aquellas 38 niñas de pri
mera comunión tan bien preparadas, que como
ángeles hermosos formaban el más brillante ador
no del santo altar; sus cirios encendidos y
.sus blancos vestidos daban mayor realce al San
tuario, que en aquellos dulcísimos instantes pa
recía un verdadero Paraiso.
La misa solemne cantada por un selecto coro
de voces, dió mayor realce á los encantos y
bellezas de aquel día.
Por la tarde el teatrito de los PP. Salesianos
ostentaba todas sus galas, sus bellos telones,
escudos y trages curiosos. Agradó muchísimo el
drama « El Hijo generoso » y las declamaciones
en verso y en prosa estuvieron á la altura del
ilustre personaje, á quien se dirigían.
Mayores muestras de amor y gratitud no po
dían dar los hijos á su Padre querido, ni los
fieles á su venerado Pastor.
El 27, 28 y 29 tuvieron lugar en Viedma y
Patagones las cuarenta Horas. Aunque el tiempo
no fué nada favorable, pues ya hacia más de
un mes que llovía casi todos los días, sin em
bargo, las almas devotas acudieron presurosas
á desagraviar al Divino Corazón de Jesús de las
muchas ofensas que recibe en el Sacramento de
amor.
Concluyo aquí, Revmo. *Señor D. Rúa, mi re
lación, con la esperanza de comunicarle muy
pronto otras interesantes noticias.
Lo saluda con la mayor consideración este su
!iumilde hijo en J. C.
Ju a n B e r a l d i.
Pbro.
— 310 —
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.s M aría la estrella resplandeciente y herm osa, colocada en el cielo de este mar
inmenso del mundo, que brilla por sus m éritos y guía con sus ejemplos. ¡O h!
tú, quien quiera que navegas en medio de los torbellinos y b orrascas de este
mar, no apartes los ojos de la luz de esta e s tr e lla , si no quieres que la s tem>
pestades te sum erjan. S i se desatan los vientos de las tentaciones, si das con los esco*
líos de las tribulaciones, m ira á la estrella, invoca á M aría. S i te arrastran la s oleadas
de la soberbia, de la ambición, de la envidia, m ira á la estrella, invoca á M aría. S í com>
baten la navecilla de tu alm a, la ira, la a va ricia ó los deleites de la carne, m ira á la
estrella. Invoca á M aría. S i te espanta la atrocidad de tu s crímenes, ó te confunde la
fealdad de tu conciencia, si tem es los ju icio s divinos, si caes en abatim iento y tristeza
ó en el abism o de la d esesp eración , piensa en M aría. £n los peligros, en la s angustias
y adversidades, piensa en M aría, invoca á M aría. No se separe su nombre de tu s labios,
ni su imagen de tu corazón, y p ara alcanzar sus gracias, im ita sus ejemplos. Siguiéndola,
no te e x tr a v ia r á s ; suplicándola, no d e se sp e ra rá s: escuchándola, no errarás. S i ella te
sostiene no caerás, si te protege no tem erás, si ella te guia no te fatigarás, si ella te es
propicia, llegarás á tu celestial destino.
BERNARDO.
Salud de los enfermos.
Enfermó José Antonio Sarria, que es mi her
mano, de dolores agudísimos en todo el cuerpo,
en manera tal, que al poco tiempo se transformó
en un verdadero cadáver: tanta era su intensi
dad y tanta la extenuación que le produjeron.
Dispuse enviarlo al hospital de S. Vincente de
Paúl en León y empeáár u ta novena á la nunca
bastante ensalzada María Auxiliadora. AI tercer
dia de la novena recibí la consoladora é inespe
rada noticia de que el paciente estaba muy me
jorado. Lleno de fe y esperanza redoblé mis
súplicas en los restantes dias de la novena, y
gracias á la compasiva Madre de los desterrados
en este valle de lágrimas, al fin de la novena
mi hermano estaba fuera de peligro y hoy puede
ya trabajar. Mil gracias á María Auxiliadora.
F
ChichigalpA (Nicaragua).
r a n c is c o
M eléxdez.
O tra gracia.
El Sr. Gerardo Campos, actual Decurión de
Cooperadores, padecía tiempo hace una compli
cación de diversas enfermedades y los médicos
le desahuciaron, dándole por perdido.
Cuando me llegaron los B o l e t i n e s , le di uno
para que se suscribiera y esperara en la Virgen
lie D. Bosco, que tantos prodigios obra por
dondequiera: le di asimismo una medalla de
María Auxiliadora para que se la colgara al
cuello. Mejoró desde entonces con gran rapidez,
está perfectamente curado, dió 5 pesos de li
mosna y se hizo primero Cooperador y después
Decurión Salesiano. Yo que he sido testigo del
prodigio, lo confirmo.
Jo s é L . M e n d o z a .
C hichigalpa (N icaragua), 17 de Julio 1903.
U na gracia importante.
Encontrándose un sirviente de mi casa, largo
tiempo hacia, con una enfermedad é hinchazón
en un pie, con dolores los más terribles, que le
impedían el andar, el médico que le asistía con
esmero opinó que estos dolores é hinchazón
provenían de un quiste que se demostró bajo
el nudo del pie. No habiendo conseguido di
solver dicho quiste, el médico se vió en el caso
de operarle, operación que fué para el pobre
paciente lo más doloroso y sin obtener ningún
buen resultado. Una mañana que vino el mé
dico á curarle, encontró en muy mala condición
la herida y me dijo que había que amputarle
el pie; cosa bien araarg;a para mi corazón.
El pobre muchacho ig:noraba la sentencia del
facultativo: todo el día pasó con mucha calen
tura, enajenado y delirando; por la noche daba
alaridos desgarradores. Entonces recurrí con
mucha fe á Nuestra Señora Auxiliadora, recordé
que en mi oratorio tenia una imagen suya, me
arrodillé ante su efigie, pidiéndole tuviera mi
sericordia en aliviar al enfermo, y puse por inter
cesor á Don Bosco. El enfermo seguía más
agravado; tomé una medallita de María Sma.
Auxiliadora, y el retrato de Don Bosco que
contenía una reliquia; fui al enfermo, y ponién
dole la medallita y el retrato sobre la herida,
hice que el enfermo rezara conmigo, tres ave
marias á la Virgen Sma. y un padre miestro á
Don Bosco, haciéndole la promesa que, si que
daba libre de ser amputado el pie, cuando pu
diera andar, iría á comulgar á su capilla. Esta
L a salvó M aría.
Un año hacía que una hermana mía habla
contraído una afección al corazón, llamada < pe
ricarditis > sin que los esfuerzos de varios mé
dicos consiguieran resultado ninguno satisfac
torio, por el contrario la enfermedad se desa
rrollaba cada día con mayor progreso, causando
la angustia más terrible en medio de la familia,
en vista del estado desesperado de la paciente.
Varias veces habíamos acudido á la Sma. Virgen
por medio de novenas, y sin embargo no la ha
blamos aun invocado bajo el titulo de < Auxi
liadora de los Cristianos » y bien se deja notar
que ésto esperaba María Sma. Pues, movido á
compasión de tanto sufrimiento, el Rdo. P. Joa
quín Spinelli, sacerdote salesiano, invitó á la
enferma á hacer un triduo á María Auxiliadora,
prometer una comunión publicar la gracia y
recibir la bendición de la Sma. Virgen bajo este
titulo. No bien hubo terminado el triduo, la
Bahía Blanca — V ista general. (V éase pSg. 307.
promesa la hizo el paciente con muchísima fe.
.Al poco rato fui á verlo y le encontré dormiendo, pero note que el sueño le era algo más
tranquilo que antes. Después de un momento oí
que me llamaba con exigencia, pero noté que
la voz, ya no era de angustia como antes. Su
llamada había sido para comunicarme que ha
blan desaparecido por completo los dolores y
ya podía mover el pie. Entonces conocí pal
pablemente el portentoso influjo de María Au
xiliadora. Vino el médico, observóle la herida,
siguió con la curación pero ya no verificó lo
que antes se había propuesto. Desde entonces
siguió su mejoría, cumplió con la promesa he
cha á la Virgen Sma., y ahora por favor suyo,
se encuentra perfectamente bien.
He querido publicar esta gracia para que
avivemos más nuestra fe en Nuestra Señora
Auxiliadora.
J. A. C h .
Biobamba, A bril 18 de 1902.
que por tanto tiempo habla sufrido sin esperanza,
se sintió completamente sana y goza hasta el
presente de perfecta salud. Sean, pues, dadas
mil y mil gracias á María Santísima, sea por
siempre bendecida la que es verdaderamente
c Salud de los enfermos. »
Jo s é A
n t o n io
M e r a , P b ro .
Paccha (Ekniador), M ayo 25 de 1903.
S a lu s inñrm orum .
Mi hermana Prudencia, que padece del co
razón desde su juventud, se vió en el més de
Mayo último, fuertemente atacada de su enfer
medad, y con tal intensidad que fui avisado al
Seminario de Osma, de que me pusiese inme
diatamente en camino para este pueblo, pues
estaba en peligro inminente la vida de mí her
mana, asegurándome los tres médicos que la
visitaban, que no había salvación para ella y
que no tardaría quince días en sucumbir víctima
de su mal. Yo entónces recurrí á María Auxi
liadora, y por conducto de D. Manuel Marín
caban casi unas con otras, recurrí á María Aux.
y quedamos salvos todos los de la casa.
Ibídsm. I. A ., da gracias á Maria Aux. por la
curación de un hijo. — J , J . A . y su Señora dan
una limosna por favores recibidos. — Delfina y
María Samayoa, viendo en peligro de muerte á su
buena mamá, dieron principio á una novena á María
Aux. y empezó la enferma á mejorar el mismo dia,
concluyendo por restablecerse completamente.
Granada (Nicaragua). Maria del Rosario Ckavarria de Los Cocos, da una limosna por un favor
recibido. — Rita M. de Montiel, da una limosna
por una gracia alcanzada. — Calendaría Morazin,
del Olmendro (Chontales) enfermó de gravedad,
prometió á Maria Aux. rezar su novena y dar una
limosna y obtuvo la curación.
Gerona (España). Dolores Comas; los niños San
tiago Forn y Pilar Martin enfermaron de una grave
Manuel H o rtal C uenda.
pulmonía; les puse la medalla de María Aux. y
V in u esa (Soria) i . de Agosto de 1903.
prometí hacerle una novena y publicar la gracia:
*
los dos alcanzaron completa curación.
* «
Las Piedras (Montevideo). Angela Doglio, Coop.
D. Luis Pereira da 100 ptas. á los Salesianos
de Madrid por un favor obtenido de Maria Sales, da gracias á Maria Aux. por una gracia ob
tenida y da una limosna.
Auxiliadora.
*
Lima (Perú). A/. /. Af. Angustiada por un asunto,«•
cuyo éxito me parecía dndoso, acudí á María Aux.
Entrego 250 ptas. para el culto de Maria Au hice su novena, prometile una fervorosa Comunión
xiliadora por un favor obtenido de tan excelsa y publicar la gracia. Mi súplica fué atendida y el
Madre.
negocio felizmente terminado.
D. de T.
Loja (Ecuador). Carlos J . Egurguren; para con
seguir
la salud de una hermana mia, atacada de
»»
una horrorosa afección pulmonar, que puso en pe
Da. Felisa Antón de Cuzzani por una gracia ligro su vida, ofrecí á María Aux. hacer pública
obtenida de Maria Auxiliadora da 10 ptas.
la gracia y enviar una limosna á su Santuario; ob
tenida la gracia, cumplo mi promesa.
M adrid, Setiem bre 1903.
Montevideo (Uruguay). A . M. de R ., da gradas
á María Aux. por una gracia recibida.
Dan también con toda la efusión de sa alma gracias
Madrid. Luis Pereira, Coop. Sales, da una li
á María Auxiliadora y ofrecen una limosna:
mosna por un favor obtenido de María Auxiliadora.
Ibídem. Catalina de Sena Petit, encontrándose
Antequera (Málaga). Francisca de P . TrujiUo,
una
prima mia de gravedad y constatando los mé
por haber obtenido la curación de su madre de un
que era preciso operarla, recurrimos á María
ataque peligroso, y haber obtenido ella misma sa dicos
Aux. ofreciéndole una Comunión y una limosna:
nar de la vista.
obtenida la curación, cumplimos la promesa.
Barcelona (España). N . M. Recurrí á Maria Au
Ibid. Casimiro Bravo: un nietecito mió por nom
xiliadora en un dolor que experimenté en el pecho
á causa de un golpe, y sin necesidad de médicos bre Florencio Martin Bravo, se encontró por dos
veces en punto de muerte. La primera en Mayo
sané perfectamente.
de una tifoidea y la segunda en Septiembre por
Bernal (Argentina). Juan Cerina, agradecido á recaída en tifus. En las dos veces obtuvo la cu
Maria Aux. por haberle concedido la salud cuando ración por la imposición de la medalla de Maria
le era más necesaria para continuar sus estudios Auxiliadora. El niño en reconocimiento fué á oir
interrumpidos.
una misa de acción de gracias en la capilla de la
Cubo de D. Sancho (Salamanca). Elodia Nielo,
Ronda de Atocha.
padeciendo su sobrina Benigna, desde algunos me
Rosario (Argentina). La Familia Fermer; en
ses hacia, una fuerte enagenación mental que 1.a Junio de 1902 fué atacado de una penosa enferme
había hecho penler completamente sus facultades,
dad nuestro hijo Emilio: después de dos meses de
acudió á María Aux. y volvió á recuperar el buen enfermedad y ya perdidas todas las esperanzas,
estado intelectual.
empezamos una novena á Maria .Aux. haciendo al
Democracia (Venezuela). Manuela OcMaa de Fiares; mismo tiempo la promesa de una pequeña oferta.
Encontrándoseme en trance de muerte una niñita La Virgen escuchó nuestras súplicas y al mes de
y no habiendo en lo humano esperanza de vida, haber hecho la promesa nuestro hijo estaba com
acudí á María Aux. ofreciéndole una limosna para pletamente fuera de peligro. Hoy cumplimos nues
su capilla. Hoy la niña está completamente sana tras promesas.
y yo cumplo mi promesa.
Salamanca (España). Laura Rodríguez Vega; al
Guatemala (Ce>\tro-América). Sor Maria del Ro gunos meses hada que mi marido luchaba con una
sario Guiiérresx Terriblemente acongojados la no enfermedad incurable, según el parecer de los mé
che del iS del ()asado .Abril con motivo del terre dicos más reputados de la dudad. En este mar de
moto. y viendo que las paredes de la casa, se to desconsuelo encontré en María la estrella salvadora,
Presbítero y Maestro de Cantalapiedra, hice ce
lebrar una Misa en el altar de María Auxilia
dora de los PP. Salesianos de Salamanca, pi
diendo á tan buena Madre la salud para mi
hermana, prometiéndola publicar tan sin g la r
favor en el B oi. ktín S alesiano . Asi lo hago
hoy, agradecidísimo publico que ha salido de
aquel peligro, merced á la intercesión de la
Virgen de Don Bosco.
Y hoy I . de Agosto, encontrándose la en
ferma bastante delicada, prometemos toda mi
familia y yo, hacerla una Novena para que se
restablezca y si lo alcanzamos publicaremos el
nuevo favor en el B o l e t í n , dando además la
limosna de 15 pesetas para las necesidades de
su Santuario de Salamanca.
— 313 —
mandé celebrar algunas misas en el altar que los
salesianos le habían dedicado en la Iglesia de
S. Benito, ofreciendo una limosna para la casa
Salesiana, Mis deseos han sido colmados y á mi
ver cumplo con lo prometido.
Ibidem. Elisa Rodrigttez y Ratnona Paradinas
dan una limosna en acción de gracias por un favor
recibido.
Ibíd. J . García y Carmen Hernández dan gracias
á María Aux. por un favor recibido.
Santander (España). S. E .; hallándome apurado
en cierto caso de la vida y sin saber como valerme,
tuve la feliz idea de acudir á María Aux. y después
de ofrecerle una vela y publicar la gracia en el
Bo l e t í n S a l e s i a n o quedé complacido, y no sólo
obtuve aquella gracia sino otras varias, por lo que
me convencí más y más de que María ampara á
los que acuden á Ella con confíanza.
Unión (Uruguay). M. Ch, da gracias á María
Aux. por un favor recibido.
Valencia (España). Guillermo Escribá, da gracias
á María Aux. por un favor recibido y envía una
limosna.
Villa de la Unión (República Oriental). C Arri:ala da una limosna por un favor alcanzado de
-María Auxiliadora.
Vinces (Ecuador). Manuel C, Luna, estando una
loche dando clase á los niños di una caída y me
rompi una pierna, que á mi edad de 70 anos y
según juicio de los médicos daba pocas esperanzas
de curar. Abatido por fuertes dolores acudí á María
Aux. prometiéndole dar cada mes una limosna de
mi sueldo para sus obras, y á poco cesó el dolor
y curé. Cumplo mi promesa.
Valencia (Venezuela)^ F . J . F . da infinitas gra>
cías á María Aux. por haber obtenido la s.ilud de
una persona. — Una devota por lo mismo. —
Francisco Limongi por haber sanado de una pierna.
— C. G. de B.: Encontrándose mi esposo enfermo
de una afección á la laringe, acudí á María Aux.
prometiéndole una limosna, y obtuvo la curación.
•— María Olavarrí da gracias á María Aux. y una
limosna por uu favor recibido.
N. B . Recom endaba D. B osco tres medios
para obtener una gracia de M aria A u xilia
dora: I . R ezar con fe y devoción nueve días
seguidos tres Pater-nóster, A vem arias, G lo
ria s y S a lv e s; 2. D ar una lim osna; 3. F re
cuentar los S S . Sacram entos.
Con estos tres medios obtendremos las
gracias necesarias del A uxilio de los C ristia
nos, s i nos convienen, pues es imposible que
no se m ueva á nuesü^b súplicas la que es
la M adre de la s M iserícordias.
—
y
«8> ty