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BOLETÍN SALESIANO
REVISTA DE LAS OBRAS DE DON BOSCO

Año XXXIX.

MARZO 1924

Número 3.

D o m la g o S a rfo e v ita u a a p e a d e a c ia .

Rod*cción j AdinínUtración: Via Cottoleogo N. 32 • TURIN, 9 (Italia).

en r

r
S O O I^ O JV r»
Avenida Regina Margarida, 174 — TURÍN (Italia)

NOVÜM
MISSALE
ex decreto Sacrosancti Concilii Tridentini

Missale Romannm restitutum S. Pii Y. P. M. jussu editum alio-

ruin Pontificum cura recoguitum a P ío X reformatum et SS.mi
D. N. B'enedicti XY auctoritate vulgatum.

1) Editio typica Vaticana nigro tantum impressa, cum mbricis italicis literis resultantibua,
in charta subtili sed solida. Cm. 17x26 marginibus comprebensis.
Bine tegumento'. Libellae 30. — Apud exteros: libellae 42.
Conteotum: 1) Semipelle ac tela, sectione rubra, titulo ac cruce deauratis: Libellae 60. —
Apud exteros: üb. 84.
2) Tota pelle rúbeo colore, sectione rubra, titulo ac cruce deauratis: Libellae 80. — Apud
eiteros: libellae 11 2 .
3) Tota pelle rúbeo colore, auratis foliis, titulo deaurato in dorso ac cruce aurata in
planibus: Libellae 100. — Apud exteros: libellae 140.
2) Editio Turonica juxta typicara Vaticanam. Cm. 23x15. Impressum rúbeo nigroque
colore. Bine tegumenid: Libellae 70. — Apud exteros: lib. 80.
Contectum: 1) Linteo, cum titulo áureo, sectione rubra. Libellae 84. — Apud exteros: lib. 90.
2) Omnia ut supra Ñ. 1 sectione vero aurata. Libellae 91. — Apud exteros: libellae 100.
3) Tota pelle, cum titulo áureo, sectione rubra. Libellae 112. — Apud exteros: libellae 120.
4) Omnia ut supra N. 3, sectione vero aurata. Libellae 140. — Apud exteros: libellae 150.
3 Editio Turonica juxta typicam Vaticanam (ÍT. 14 typus 28x19). Impressum rúbeo
nigroque colore. Textus illustrationibus.nitet, chrolibinaque impressione adeo perbeili refulget,
perspicuitas hterarum visum non laedit. Mínimum est pondus bujus MissaKs (2 Kg.) ut
a pueris ecelesiis inservientibus ferri potest.
Bine tegumento: Libellae 70. — Apud alias nationes: libellae 80.
Contectum: 1) Semipelle ac tela rúbeo colore, sectione rubra, titulo ac cruce deauratis:
Libellae 125. — Apud alias nationes: libellae 140.
2) Tota pelle rúbeo colore, sectione rubra, titulo ac ernce deauratis: Libellae 200. — Apud
alias nationes: libellae 220.
3) Tota pelle, rúbeo colore, auratis foliis, titulo deaurato in dorso ac cruce aurata in plañís:
Libellae 225. — Apud alias nationes: libellae 245.
4 Editio Turonica juxta typicam Vaticanam, manualis 1922 (cm. 10 x l5). Editio in óm­
nibus cum editione concordans, charta indica tenui et solida, cum characteribus magnis et
perspicuis rubro et nigro impressis, accuratissima.
Bine tegumento: Libellae 28. — Apud exteros: libellae 40.
Contectum: 1) Linteo, cum titulo áureo, sectione rubra: Libellae 35. — Apud eiteros: Li­
bellae 47.
2) Omnia ut supra, sectione vero aurata: Libellae 40. — Apud exteros: libellae 55.
6) Editio I Tauiinensls, 1921, iuxta typicam, commodissima, in paginis conñciendis com
moditatis rutione habita, fere numquam lectorem ab una ad aliam paginam remittens, pag.
patent cm. 1 4 x 2 3 ^ , rubro-nigro improssae, cum lineis rubris in quadrum ductis, charaot*
ñbus nitidissimis apposite fusis, lectu valde idoneis.
Editio haeo in duabus chartis diversis venit:
In oharta indica subtili ac solida (Missal. religat. gramm. 600 pondo)
In charta a machina crassiore (Missal. religat. gramm. 1100 pondo).
Bine tegumento: Libellae 50. — Apud exteros: libellae 65.
Contectum: 1) Semi-pelle rúbea ac tela eiusdem colorís in planis, titulo ac cruce in plañís,
foliis coloratis (vel infeotis ooloribus): Libellae 75. — Apud exteros: libellae 97,50.
2) Tota pelle rúbea, foliis coloratis, utulo in dorso ac aurata cruce in plañís: Libellae 90.
—- Apud eiteros: libellae 117.
3) Tota poUe rúbea, deauratis foliis, titulo in dorso ac aurata cruce in plañís: Libellao 100
Apud exteros: libellae 130.
)

)

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BOLETÍN SALESIANO
REVISTA DE LAS OBRAS DE DON BOSCO

Año XXXIX.

MARZO 1924

Número 3.

S umario : Acuérdate, hombre, que eres polvo y en polvo te convertirás

— De ¡a (¡erra al
Cielo. — Tesoro espiritual. — Pedagogía en acción. — Consagración episcopal de un ex-ú/umno.
— De nuestras Misiones: Misión salesiana de Tanjore (India). — La Providencia en la Misión
de Shia-Choa. — Primicias de la China. — AíiJídn de ¡a Pampa Central. — Episodios de
las Misiones. — Culto de Marta Auxiliadora. — Crocias de Marta Auxiliadora, — Por el
mundo salesiano, — Los que mueren.

« Acuérdate, hombre, que eres polvo
y en polvo te convertirás ».
El hombre... ¡Qué misterio!
Si no' supiéramos por la fe que, a causa del
pecado, es un rey sin corona, un noble men­
digo, una grandeza decaída, imposible sería
topar sobre la tierra con un ser más inexpli­
cable y contradictorio.
Mezda de grandeza y pequenez, de luz y de
sombras, de un no se que de humano y divino,
se asemeja, en parte, a los ángeles a cuyo nivel
fué elevado por Dios, como enseña el Real
Profeta, y, a la vez, a la podedumbre y a re­
pugnantes gusanos, a quienes el Patriarca de
Hus llama, con verdad, padre, madre y her­
manos.
Mas, a pesar de mezcla tan hetereogéuea, de
elementos tan distintos, de ser un compuesto
de principios que. por ser diferentes, deben
llevar en sí y originar diversas tendencias, no
se explica esa contradicción marcada que hoy
lo trabaja, la ruda y continua lucha que lo
hace juguete de furiosas pasiones, fluctuar
entre el bien y .el mal, la virtud y el vicio, entre
Dios y el placer mezquino. Se pueden admitir
divergencias, por razón de la diferente natura­
leza de sus principios componentes, pero no
una contradicción, una hostilidad como la actual
que hace exclamar a la humanidad por boca
del Apóstol: i echo de ver otra ley en mis miem­
bros, la cual resiste a la ley de mi espíritu, y
me sojuzga a la ley del pecado, que está en los
miembros de mi cuerpo », y al poeta latino
que dice: « video meliora proboque, deteriora
sequoi r. veo las cosas buenas y las apruebo,
y, sin embargo, sigo las peores.

No, esta contradicción no hemos de buscarla
en la naturaleza, su origen está en otra parte,
la verdadera fuente de este desorden no es otra
que la soberbia, cuyas funestas consecuencias
nos lás relata el Génesis con la descripción de
la tragedia del paraíso.
Ea ambición humana, no satisfecha con la
abundancia de los dones recibidos, mal acon­
sejada, se acercó furtiva, en día aciago, a probar
del fruto vedado que debía conducirla a la in­
mortalidad, encumbrarla a la categoría de los
dioses, y tras el pecado de' ambición desmedida
llegó la penitencia.
Desde entonces data ese desequilibrio que
se observa en el hombre, la enconada lucha
que tan pronto lo precipita a un abismo de
miserias como lo eleva hasta la santidad más
encumbrada y el sacrificio más heróico; las
ansias del espíritu por remontarse al cielo azul
del eter imponderable, a las puras regiones
donde mora la dicha, mientras la materia se
deja fascinar por la materia, alucinar por sus
hechizos, arrastrar, embriagada, por los pla­
ceres y sus malsanos aromas.
Si obstinado en el mal, el hombre desdeña
el auxilio divino y se abandona a sus propias
fuerzas, padece incertádumbres, desvarios, sufre
continuas derrotas que lo reducen a sombra
de dioses, a barro quebradizo, desdoro de la
humanidad, mientras que, si reconoce su mi­
seria y se abraza a la cruz, triunfa con facilidad
de sus enemigos y pasiones, trocándose de per­
seguidor de cristianos en apóstol de las gentes,
de Magdalena pecadora, en ángel de penitencia.

m

-

Recorred las páginas de la historia, elocuente
biografía de la bumanidad, y veréis que la vida
del hombre es un continuo tejer y destejer, de
avanzar intrépido, detenerse receloso y retro­
ceder cobarde; tan pronto le veréis subir a las
cumbres de la gloria como rodar hasta el abismo;
remontarse a las alturas en las etéreas alas de
la esperanza y hundirse, rotas las alas, en la
sima de la desesperación; abrazarse a la virtud,
saboreando sus dulzuras, y entregarse al vicio
repugnante, sintiendo el dolor de sus llagas;
deslumbrarse con el brillo del oro, y ahogarse
en la atmósfera irreparable de la miseria; ebrios
los ojos de placer, y escaldadas las mejillas por
el llanto; entonando himnos alegres a la vida
y tarareando tristísimas canciones de muerte.
Esa es la vida de la humanidad; así caminan
los hombres' por el mundo.
No creáis en sus vanas alegrías, en sus
espectáculos, festines, músicas, bailes y tea­
tros, todo es una mentida ficción; a través
de los brillantes, galas y oropeles, de sus en­
cantos y regocijos, 'de sus carcajadas descom­
puestas se entrevé el desencanto, el hastío, el
dolor; tras ese velo de rosa con que seduce a
los incautos, se oculta una profunda tristeza,
inseparable compañera del placer.
***
|Ivástima que el orgullo no le deje al hombre
reconocer su miseria! Si supiera aprovecharse,
sus mismos dolores y defectos, hasta los peca­
dos, origen de su decadencia, pudiera trocarlos
en grandezas de su ser, en brillantes de inmar­
cesible corona.
¡Oh, humanidad, si conocieras cuán inaca­
bables son los horizontes de tu grandezal En
lugar de prolongar con mil disfraces la locura
carnavalesca que te aparta de Dios y de los
suaves goces del espíritu, debieras reconocer
tus errores y flaquezas y emprender el camino
de tu regeneración.
Es inútil que busques en el mundo, lo que
el mundo no puede dar. La ciencia, las artes,
la política, los bienes terrenos, las riquezas,
lujos, magnificencias, diversiones, músicas y
regalos no alcanzarán a satisfacer tu corazón,
porque después de gustarlo todo y pasear
rii sensualismo por prados deleitosos acabarás
por exclamar con el Sabio: « ¡Vanidad de va­
nidades, todo es vanidad!
« He sido rey de Israel en Jerusalén, he aven­
tajado a todos en sabiduría, he redundado en
delicias y gozado de placeres, he levantado
magníficos palacios, plantado \nñas, trazado
jardines, dispuesto alamedas y construido
estanques; he tenido esclavos y criados y gran

64

-

familia, y más rebaños que cuantos me han í
precedido; he amontonado plata y oro y joyas
de reyes y provincias; me he rodeado de can­
tores y cantatrices, y de todas las debilidades
de los hombres. Ni he puesto coto a mis capri­
chos, ni vendas a mis ojos, ni obstáculos a las
ansias de mi corazón, que quería deleitarse en
lo que le había reunido y en todo no he hallado
más que vanidad y hastío ».
Naturalmente, estamos hechos para cosas
más altas, y nada de acá abajo puede saciar las
ansias infinitas de nuestro corazón. Señor,
debemos exclamar con San Agustín, nos has
creado para ti, y nuestro corazón está inquieto
hasta que 110 descanse en ti.
¿Por qué, pues, nos lanzamos en busca de
quimeras, de torpezas y desórdenes, y corremos
desatentados tras las orgías, excesos y bajezas,
y nos degradamos como pródigos que se arras­
tran por el fango a saciarse de bellotas?
¡Sursum corda!... ¡ad majora nati sunius!...
¡Arriba los corazones!... ¡hemos nacido para
cosas más altas y nobles que no para envidiar
e imitar a los animales inmundosi...
Estamos en la Santa Cuaresma. Jesús, amo­
roso, revive su apostolado y sacrificio. Cubramos
de ceniza nuestra cabeza y ciñamos nuestros
lomos con el cilicio de la penitencia. La Iglesia,
nuestra madre, después de llorar el desvarío
de muchos de sus liijos en los días de carnaval,
en que el espíritu pagano se enseñorea de los
pueblos y triunfa en muchos corazones cristianos,
seducidos por las extravagancias y vértigo de
las pasiones, nos invita solícita al recogimiento,
a levantar el espíritu sobre los goces de los
sentidos y satisfacciones groseras de la'carne,
para reflexionar y tender hacia los bienes eternos
que constituyen nuestra verdadera y única fe­
licidad.
Es muy justo y necesario que al reinado del
placer y esparcimiento mundanal siga el de la
regeneradora penitencia, del religioso recogi­
miento, días en que el cristiano, reaccionando,
devuelva al espíritu el vigor perdido en las
concesiones arrancadas por el mundo, la carne
y demás enemigos.
En otro tiempo, cuando el pueblo escogido,
olvidando las misericordias de su Dios, sacudía
el yugo de la ley y se entregaba a prevarica­
ciones abominables, luego se dejaba oír la voz
terrible de la justicia divina, que vibraba ame­
nazadora en los labios de los profetas, para
reprender su ingratitud e inconstancia.
« ¡Ay de vosotros, decían; los que arrastráis
la iniquidad con la cuerda de la vanidad, y el
pecado a manera de carro del cual tiráis!...
¡Ay de vosotros, los que llamáis mal al bien y
bien al mal, y tomáis lo amargo por lo dulce

— 6:; —
y lo dulce por lo amargo! jAy de vosotros, los
que sois briosos para beber ^^no, y hoñibres
fuertes para embriagaros con diversos licores;
vosotros, que por regalos absolvéis al impío,
y despojáis al justo de su derecho! Por esto,
así como la lengua de fuego devora la estopa
5’ la quema el ardor de la llama, del mismo
modo la raíz de ellos será como pavesa, y cual
polvo se desvanecerá su renuevo, porque han

quinos y perecederos de la tierra, por el goce
de los placeres, loco jwr las diversiones y de­
vaneos del lujo, de la ostentación y el exhibi­
cionismo montarían en santa indignación, ex­
clamando: jOh protervos de todas las edades,
que como los magnates de la Judea os entregáis
a explotar al pobre, a corromper al inocente,
a malgastar en el placer las horas del trabajo,
a distraeros y a gozar en los días de la peni-

MBLLBS-LBZ-TOURNAl (B élgica). — In a titu to de S. P ab lo . — Hljoa de M aría.

desechado la ley del Señor de los ejércitos y
blasfemado de la palabra del Santo de Israel.
Por esta causa el furor del Señor se encendió
contra su pueblo, y extendió su mano sobre
él, y le liirió, y los montes se estremecieron, y
los cadáveres yacen tendidos como basura en
medio de las plazas. Ni se ha aplacado su furor
con todas estas cosas, sino que todavía está
levantada su mano justiciera. » (i).
Sí hoy se levantaran de sus sepulcros los cus­
todios de la fe de Israel, a la vista del pueblo
cristiano, más favorecido que el elegido de la
ley antigua, indiferente por los intereses del
alma, por los bienes que el hijo de Dios le al­
canzó con sil generosa inmolación en la cruz,
y solícito por la adquisidóu de los bienes mez(I)

Is. V .

tenda y de la meditadón, y a comprar los ca­
prichos de las multitudes con el oro de vuestras
traidones; mirad al calvario, ved a Jesús agónico
por vuestros pecados, la naturaleza que se
estremece de horror, y moveos a compasión,
postraos de hinojos, y, golpeando vuestros
pechos, repetid con el pueblo deidda: Perdón,
Señor, hemos pecado y estamos arrepentidos
de nuestras culpas.
Y corred al lago de aguas puras y tranquilas,
que describe el padre Lacordaire en ima de sus
famosas oradones, al que sirve de vaso el amplio
hueco de una imnensa roca de cuarzo sílex. A
él acuden en la Cuaresma millones de espíritus
que cercan las márgenes de esa cuenca de amores,
depósito cristalino que no logran remover los
vientos ni las tempestades. Nada más fádl
que Uegarse a él, porque ni siquiera es preciso

-

cambiar de residencia. Basta sentir en el co­
razón el dolor- del pecado y el ansia del arrepen­
timiento, para que los ojos del triste vean las
límpidas aguas... Es el lago de la penitencia.
Lavemos en sus saludables aguas la lepra
del pecado que nos corroe el alma, y, regene­
rados. llenos de nuevo vigor y lozanía, retem­
pladas las energías morales del espíritu, ba­
gamos prevalecer el hombre nuevo sobre el

I

66

viejo, los intereses del alma sobre los del cuerpo,
la gracia que ennoblece y eleva, sobre la natu­
raleza que degrada y embrutece con sus bajos
instintos, para disponemos en unión de Cristo
y su Iglesia a la gloriosa resurrección de Pascua.
Sean nuestro lema, para lo que nos reste de
vida, las palabras de San Pablo a los cristianos
de Roma: « Tenéis por fruto la santificación y
por fin la vida eterna <>.

la íi
¡Jóvenes cristianos, he ahí vue.stro glorioso
destino!
Pasaron ya los años de la inconsciencia, de
la inocente y dichosa edad en que protegidos
por la naturaleza, los besos y caricias de la
madre cristiana y los regalos y bendiciones de
Jesús, caminabais por la vida embelesados,
felices, absortos en vuestros juegos infantiles
sin sospechar en los combates que os aguardan,
ni pensar en vuestra misión y de.slino.
Ya llegó el momento de la lucha. No es la
tierra el lugar de vuestra felicidad y demora.
La vida es un combate continuo, el palenque
de la prueba donde con abnegación y heroísmo
deWis tejer vuestra corona.
¡Eal a la lid; ya sois fuertes; desplegad al
viento vuestra gloriosa bandera y entonad con
el poeta vuestro canto de guerra: « juventud
divino tesoro ». Dirigid vuestras miradas a la
montaña santa, emprended la marcha hacia
las regiones de las encantadoras perspectivas,
de las inmarcesibles esperanzas, donde os aguar­
da el premio de la inmortalidad.
Todo os invita a la acción. Comparad vuestra
edad, la primavera de vuestra vida con la her­
mosa estación en que la naturaleza se cubre
de flores. También ella trabaja y despliega pro­
digiosa actividad. Los adornos que ostenta
son la manifestación de las maravillas que
obra por todas partes; el verdor y las flores
anuncian el crecimiento de los árboles, la for­
mación de las semillas, la preparación de los
frutos.
Eso es lo que iwlama \'uestra juventud. La
lozaiiía y frescura del alma, la flexibilidad de
facultades, la sensibilidad delicada, la confianza
en el porvenir son medios con los que Dios os
provoca a la acción. Vuestra juventud es la
éi>oca de la sientbra, el momento oportuno de
echar los cimientos de vuestro porvenir, de
labrar los diamantes que deben enriquecer

vuestra corona. Cada cual debe ser el artista
de su grandeza.
Según una visión de Santa Rosa de Lima el
mundo todo es un inmenso taller donde el
hombre cincela en el mármol de su corazón la
imagen de Jesucristo.
Esta es la hora de enderezar vuestros'pasos,
de orientar vuestro destino. Comenzad la re­
forma del espíritu, a mcdelar el carácter, a ro­
bustecer la conciencia con firmes y puras con^dcciones.
En vuestras manos está, no sólo vuestra
suerte sino también el destino de la patria, y
el esplendor y triunfos de la Iglesia.
Es cierto que la lucha es ruda, que el domeñar
las pasiones requiere sacrificios, pero está muy
lejos de ser tan difícil como sé figuran los que
jamás han intentado un esfuerzo para romper
los lazos que los aprisionan al pecado.
No seáis cobardes. Mostraos dignos de vuestra
grandeza de cristianos.
Sabed que nadie en la cuna encuentra la
virtud perfecta. Esta es fruto del trabajo,
premio de la victoria a que debe preceder legí­
timo combate.
No pongáis como pretexto de vuestra debi­
lidad la desgracia de una perversa naturaleza.
Ix) mismo hubieran podido alegar la mayoi
parte de los santos que veneramos en nuestros
altares. ¿Creéis, por ventura, que el pedestal de
sus viitudes descansa sobre pétalos de rosas?
Solo imaginarlo sería inferirles grave injuria.
Privaciones, luchas, sacrificios, esfuerzos varo­
niles fueron su pan cotidiano.
Las mismas inclinaciones, la misma carne,
las mismas pasiones y debilidades les han puesto
mil veces en peligro. También ellos recibieron
como herencia un puñado de tierra para cultivar
donde brotaban espontáneos los abrojos y las
espinas, pero supieron con tenacidad y sacri­
ficios convertirlo en florido vergel.

— 67
Cierto que los jóvenes \nilgares, las almas
bajas no sienten las rudas fatigas que los santos
se impusieron, pero, en cambio, deben llorar
cobardes la ignominiosa esclavitud de sus pa­
siones.
No imitéis a esos desgraciados, caracteres
afeminados y muelles, vencidos en plena ju­
ventud. Sus miradas tristes y apagadas revelan
los escombros de su ruina; están muertos en
los comienzos de la vida y el tiempo no les re­
serva otra dicha que el deshonor y el olvido.
Sembraron la iniquidad y recogen lo que me­
recen: la humillación, el oprobio y la desgracia.
Levantad el vuelo a las alturas y no os dejéis
sorprender por los cantos de sirena. Vuestro
corazón anhela respirar el ambiente de la pu­
reza y la bondad, porque las bocanadas de la
corrupción y del cieno lo asfixian y lo matan.
No os contaminéis con las bajezas de la de
la tierra; buscad las puras delicias de la virtxid.
Huid del abismo negro, oscuro, sin aire respirable y remontaos a las regiones espléndidas,
diáfanas, oxigenadas del deber y la virtud.
No os dejéis esclavizar por las pasiones que
envilecen, dominar por los vicios que degradan:
¡ay de los vencidos! Vae victis, porque serán
borrados dd libro de la vida.
Recordad que formáis parte de la poderosa
comunión que abraza el cielo y la tierra, el
tiempo y la eternidad; que sois miembros del
hermoso cuerpo místico dél que e s.cabeza el
mismo Cristo, y que por lo tanto no podéis
claudicar sin traición, ni pactar con el mcio,
haciéndoos indignos de esta santa comunión.
Pensad que en vosotros tienen fijos sus ojos,
a más del Jefe glorioso que por salvaros vertió
gustoso la sangre en el Calvario, y de la cual
os pedirá cuenta algún día, las celestes
legiones que .siguen su inmaculada bandera,
tremolando con angélica pureza los blancos
lirios de su virginidad y los innumerables már­
tires que sacrificaron generosamente sus vidas
antes que renegar de su bandera, de someterse
a la ignominiosa escla\dtud de los vicios.
No desmayéis. Los jóvenes son generosos
para todo, hasta para sacrificar la vida, in­
molación que aceptan con la sonrisa en los
labios.
Tened confianza, porque con ella tenéis ya
la mitad del triunfo. Cada victoria os hará
más fáciles las siguientes. Cultivad la fe y la
pureza, porque ellas proporcionarán alas al
alma para mantenerse sobre las cosas de la
tierra. Fecundad la gracia del Señor con vues­
tra voluntad, como hicieron las santos.
El reino de los cielos padece \iolencia, y sólo
entrarán en él los que se la hagan. No será co­
ronado sino el que peleare como bueno.

¡Soldados de Cristo! vestid la armadura di\-ina, ceñid la espada de la verdad, protegeos
con la coraza de la justicia, empuñad la adarga
de la fe y, así escudados, dad comienzo a vuestro
glorioso combate. Para los valientes, al final
de la lucha les aguarda la tierra prometida
donde corren ríos de leche y miel; los cobardes,
en cambio, perecerán calcinados en el desierto
estéril de los placeres.
***
Brilla en \niestros ojos el entusiasmo y os
laten con ardor los corazones, ansiosos de
emular las proezas, gloriosas hazañas de aquellos
ángeles de la tierra mártires, vírgenes y con­
fesores que se cubrieron de gloria combatiendo
las batallas del Señor.
Mas no basta para el éxito feliz vuestro
arrojo; necesitáis un jefe que os conduzca a
la victoria, un guía experto y valeroso, que,
en el fogoso e irresistible asalto a las cumbres,
os advierta los peligros y os aparte de los pre­
cipicios, abismos y simas profundas que el ene­
migo oculta con dolo y donde pudierais, in­
cautos, precipitaros y perderos.
Y este guía, el joven capitán, amable, sim­
pático y valeroso ba o cuya bandera os coro­
naréis de laureles no es otro que Domingo Savio,
hermosa flor de los prados de Valdocco, vigo­
roso vástago en santidad de aquel roble macizo
que se llamó Don Bosco.
Dos palabras de presentación, que no son
mías, para los generosos jóvenes que deseen
seguirle y no le conozcan:
...El niño Domingo Savio ¡fué todo un hombre,
fué todo un héroe!... un héroe que luchando
siempre, luchando sin descanso, sin tregua, a
favor de un ideal bellísimo, alcanzó las más
señaladas victorias hasta llegar a la más glo­
riosa de las conquistas. Su ideal fué el cielo...
Dios, que es el ideal por excelencia; sus victo­
rias, las que obtuvo sobre sus pasiones; su
conquista, la santificación de su alma.
F.n estos siglos en que como verdaderos ídolos
son adorados la materia y la fuerza bruta, Do­
mingo Savio representa el triunfo glorioso del
espíritu sobre la materia y de la fuerza de la
razón y de la voluntad, ayudadas con la de la
divina gracia, sobre la fuerza bruta.
La enseña de .su vida, la gloriosa bandera
que tremoló desde que‘empezó a vivir hasta
el momento rmsmo en que iba a expirar, fué
esta: * Morir'antes que pecar ». Fué al primer
chispazo de su razón, fué a los siete anos de
edad, fué el día hermosísimo de fu primera
Comunión, cuando entre otros propósitos de
santificación que por iniciativa propia se tra-



zara, incluyó este: « La muerte antes que el
pecado ». Bellísima antítesis de la enseñanza
con que el mundo distingue a sus hijos.....
« Amor al pecado y horror a la muerte ».
Aquel precioso lema fue el dogma, la religión
de toda su vida, la blanca espuma, podríamos
decir, de su ardiente e interrumpida ansia de
santificación.
Ahora bien, ese propósito nunca quebran­
tado, revela un alma grande, un corazón de

Domingo Savio, alumno del Oratorio de Turln.

héroe, porque conservar siempre incontaminado
el corazón, puro como los rayos del sol, limpia
como un pedazo de cielo el alma ...eso no puede
conseguirse sino a costa de grandes, titánicos
esfuerzos...
Hacer de continuo la guerra al genio del
mal que en todas las horas y situaciones de la
vida nos acosa; apagar siempre que trata de
encenderse en el corazón el voraz incendio de
las concupiscencias; tener siempre bajo la ferrea
planta de la razón la venenosa ’y multiforme
cabeza de la> pasiones... en una palabra, ven­
cerse a si mismo, es la más grande de las victo­
rias, porque alü no se llega, ahí no se puede
llegar sino después de un largo, y continuo, y

68



sordo, y rudo batallar, para el cual sólo apro­
vechan las energías morales del corazón y del
alma, la fuerza espiritual de la razón y de la
vo’untad robustecidos, agigantados con la
sobrenatural de la divina gracia. Napoleón el
grande dijera un día: Yo que he vencido en
4,000 batallas, no he podido aún vencerme a
mi mismo.
No se puede negar que es de un alto heroísmo
proponerse al empezar la vida, para cumplirlo
siempre, repitiéndolo con más calor que nunca,
al expirar, este grandioso lema: « La muerte
antes que pecar ».
Este grito del alma, de tan divinas armonías
lleno, no puede ser más que hijo de un grande
enamoramiento, de un sublime ideal, del ideal
del bien, del ideal de la virtud y así... así sola­
mente siente, así solamente vive, así solamente
obra, el que teniendo su cuerpo en contacto
con la tierra, tiene su alma en constante vagar
por el cielo; así solamente siente, así solamente
vive, así solamente obra, el que tiene en su
corazón valor bastante, energías suficientes,
para no darle a la tierra, al mundo, más que
lo más bajo de la persona, las plantas de los
pies, y a Dios todo lo demás; ¡todo lo demás!
el cuerpo con todos sus sentidos, el alma con
todas sus potencias y el corazón con todos sus
amores.
Y porque tal fue el eficaz propósito, tal la
decisión enérgica de Domingo Savio es por lo
que en su primera entrevista con el que había
de ser desde aquel día su padre amado, el piloto
que había de gobernar la navecilla de su corazón,
Don Bosco, le dijo estas palabras, le hizo esta
promesa que nunca dejó de cumplir: « Espero
portarme de tal modo que jamás tenga que
quejarse de mi conducta ». Y a sus compañeros
les decía: « Mi mejor diversión es el cumpli­
miento de mis deberes *... ¡Profunda .sentencia;
pensamiento sublime impropio de un niño, hasta
impropio de un hombre, y solo propio de un
héroe! Pues la heroicidad no será nunca otra
cosa que el cumplimiento del deber, en su
más elevado, en su más sublime concepto, aún
a costa de los más grandes sacrificios...
El soldado que por amor a la patria vierte
generosamente su sangre en los campos de ba­
talla;... la madre que por amor al hijo, aunque
extenuada y hambrienta no sabe negarle el
escaso licor vital que en sus pechos lleva y cuya
succión ha de acelerarle quizás la muerte... el
que por amor a la humanidad se arroja intré­
pido en medio de las aguas en horas de desecha
tempestad, para salvar a un n'.ufrago infeliz
con peligro inminente de su propia vida...
todos estos no son más que cumplidores del
deber en su más bella, en su más alta expresión.

- 69 ¡Verdaderos héroes! Pero como los santos no
son otra cosa que cumplidores del deber, así
entendido, como lo demuestra Domingo Samo
al decir que su mayor diversión es el cumpli­
miento del deber, y que antes que pecar prefiere
morir... por todo esto hay que considerar como
verdaderos héroes a los santos y como tal a
Domingo Savio.
Bondadoso en su carácter, amable, dulce en
su trato con los compañeros y amigos a los que
trata de llevar siempre a la santificación que
es la hermosa y dulce pesadilla de su vida...
Un día le preguntó un compañero y amigo:
« ¿Pero qué es lo que debo hacer para ser santo? »
— Te lo voy a decir en pocas palabras, contestó:
Yo hago consistir la santidad en estar muy
alegre. Pero ante todo, procuro huir del pecado
como de un grande enemigo que nos roba la
gracia de Dios y la paz del corazón; cumplir
nuestros deberes y frecuentar las prácticas de
piedad. Este es mi programa.
Programa, a la verdad, propio de un gran
maestro, como lo era Domingo Savio, a pesar
de su poca edad.
Tiernamente amante de sus padres hasta el
punto de poder estos afirmar que « su Domingo
Savio no les dió nunca el más mínimo disgusto;
ciegamente cumplidor de la voluntad de sus
superiores;^ amigo de componer discordias, y
más amigo de guardar siempre, como un nuevo
S. Luis Gonzaga, la pureza de su alma; joven
en edad, pero maduro en santidad; niño en el
cuerpo, pero gigante en su alma; ángel revestido
de carne humana; lirio preciosísimo plantado
al margen de la vida y regado abundantemente
con las aguas de la gracia * todo él un poema
magnífico que.canta cuanto de puro, de dulce,
de sublime contiene la poesía del catolicismo »...
murió a los 15 años de edad, como el heróico
soldado, abrazado a su bandera, pensando en
su patria y repitiendo el bendito nombre de su
Madre; pues Domingo Savio murió repitiendo
con más calor que nunca su lema — que fué su
bandera * morir antes que pecar »; pensando
en su patria, el cielo y pronunciando el bendi­
tísimo nombre de su celestial Madre la Virgen
María; cisne de los cielos, murió como mueren
los cisnes, cantando. Cantando alabanzas al
Señor; murió, como mueren los justos: con las
manos cruzadas ante ej pecho, con rostro alegre,
con la tranquila mirada de sus ojos fija en las
alturas y sellando sus labios, como con áureo
sello, con estas consoladoras palabras: * ¡Oh,
que cosas tan hermosas veo! ».
Este debe ser vuestro caudillo, queridos
jóvenes, tal lo reclama vuestra nobleza e hi­
dalguía; con jefe tan amable y valeroso, a las
órdenes de capitán tan ilustre y esforzado que

tremola gloriosa bandera, cuyo lema es ejecu­
toría de heroísmo y grandeza vosotros váis ca­
mino de la gloria, a escribir vuestros nombres
con letras de oro en el libro de la vida.
Para los niños.

Pensamiento de Domingo Savio.

M i entretenimienio y diversión más grata es
la de cumplir mis deberes.
Nosotros, los que nos educamos en la escuela de
D. Bosco, hacemos consistir la santidad en estar
m uy alegres. Procuramos huir del pecado como de
un enemigo mortal que nos roba la gracia de Dios
y la paz del corazón. Ponemos gran empeño en la
exacta observancia de nuestras obligaciones y en
frecuentar las prácticas de cristiana piedad. Co~
miema desde hoy a conservar este recuerdo, que
conservarás escrito: Sei^’ite Domino iii laetitia,
servid al Señor con santa alegría.
(Palabras de Domingo Savio a un alumno que
acababa de entrar en el Oratorio Salesiauo de Turín)

Además de la indulgencia plenaria diaria e
indulgencia de 400 días, aplicables a las almas
del purgatorio que, según la última concesión
de Pío XI, podemos lucrar, siempre que unamos
a nuestro trabajo cualquier devota invocación,
pueden ganar los Sres. Cooperadores Salesianos,
cumpliendo los requisitos de costumbje. Indul­
gencia plenaria:
I® El día que se inscriben en la Pia Unión.
2® Una vez al mes, a elección de cada cual.
3® Una vez al mes, asistiendo a la conferencia.
4® Asimismo, una vez al mes, el día en que
hagan el Ejercicio de la Buena Muerte.
5 ® El día que por primera vez se consagren
al Sagrado Corazón de Jesús.
6® Siempre que hagan Ejercicios espirituales
durante ocho días seguidos.
Además, los siguentes días del mes de A bril:
E l I I , Dolores de María.

El 13 , Domingo de Ramos.
El 20, Dominga de Resurrección.
También pueden ganar otras muchas indul­
gencias plenarias y parciales, y gozar de varios
. priiñlegios, como puede verse en el Reglamento
o * Cédula de admisión a la Pía Unión », a la
cual nos remitimos.



7 0



EM V :

i\.C O I Ó P C

"Hacerse amar para hacer amar a Dios,,
Método demasiado severo.

Era el año 1858. Por vez primera Don Bosco
se encontraba en Roma, a donde le habían
conducido asuntos de importancia. Se hallaba
hospedado en el palacio de su grande amigo,
el Conde Rodolfo de Maistre, que, satisfecho
de poder obsequiar a Don Bosco, le acompañaba
él mismo, por las mañanas, a visitar la ciudad
de los Césares y de los Papas, sintiendo cuando,
por algún motivo, debía ceder a sus hijos el
prestar esas atenciones al amado huésped.
Un día, precisamente el seis de Marzo, de­
terminaron visitar el magnífico instituto de
San Miguel in Ripa, donde numerosos niños
huérfanos, de Roma, aprendían im oficio. En
el grandioso edificio funcionaban toda una
serie de talleres profesionales: parte de los
cuales cultivaban las artes liberales y otros, las
mecánicas.
Eas artes mecánicas contaban con zapatería,
sastrería, herrería, carpintería, tintorería, guar­
nicionería, sombrerería y ebanistería.
Uas artes liberales estaban representadas
por la escultura, la pintura, y grabadores en
bronce, medallas etc...
El instituto se presentaba bien: por limpieza
era un espejo, los niños gozaban de buena salud,
la vigilancia era asidua, la enseñanza religiosa
esmerada, la instrucción completa, la frecuencia
de los Sacramentos reglamentada, en fin, había
orden y disciplina.
No escaparon al genio de Don Bosco las gran­
des ventajas que aquello stalleres procuraban al
aprendizaje y educación de los jóvenes, pero
al propio tiempo lamentaba que los frutos no
fueran más abundantes y completos, debido a
la severa disciplina, al sistema represivo que
allí se practicaba. Prueba de ello que, cuando
algiin superior se acercaba, los niños se com­
ponían temerosos, observando con recelo por
el rabillo del ojo, y que temblaban si, por cual­
quier motivo, eran llamados a su despacho.
« iQué lástimal exclamó Don Bosco, porque
estos mucliachos romanos me parecen afectuosos
y buenos, aunque algo ligerillos. No me explico
por qué han de tratarles con tanta severidad.
« |Si yo pudiera hacer comprender a estos
buenos sacerdotes que se equivocan! ».
No habían pasado dos minutos, cuando la
Providencia le deparó la ocasión. Acompañado'
por el Cardenal Tosti, protector del Instituto,

y de uno de los superiores de la casa, pasaba
Don Bosco de uno de los talleres a otro, sepa­
rados por ancha galería, cuando hete aquí que
casi tropieza con ellos imo de los jóvenes, que
bajaba canturreando por la escalara. ¡Pobrecito! al darse cuenta, el canto se le ahogó en
la garganta, y, con la gorra en la mano, se quedó
como petrificado delante del grupo. Si hubiera
podido, se escondiera de seguro bajo tierra.
— ¡Bellísima educación! le dijo con severidad
el superior, ¿es ese todo el provecho que sacáis
de los avisos y' lecciones que aquí se os dan?
¡Sin vergüenza! Marcha al taller que luego
ajustaremos Jas cuentas.
Y volviéndose a Don Bosco, le pidió mil
perdones.
— No veo por qué, respondió afable nuestro
buen padre, como no alcanzo en que pueda
haber faltado aquel pobre muchacho.
— ¿Y le parece poco la grosería de cantar
como si anduviera suelto por un prado? Eso es
faltar al respeto del lugar y de las personas.
— Podrá ser, pero creo no pase de una falta
involuntaria. Por lo demás, V. sabe mejor que
yo que San Felipe Neri solía aconsejar a los
jovencitos que frecuentaban sus Oratorios:
« Sed juiciosos y estaos quietos si podéis; de lo
contrario, gritad, saltad, haced lo que os plazca,
con tal de que no ofendáis al Señor ». La misma
recomendación les hago yo en Turín a mis co­
legiales. Se exige silencio en ciertas horas del
día, pero no paro mientes en algunas ligerezas,
hijas de la irreflexión; y, fuera de las horas
establecidas, les dejo en completa libertad para
que se diviertan a su gusto, corriendo, cantando
y jugando, aunque sea por las escaleras. Les
aconsejo únicamente que respeten las paredes.
Créame, es preferible un poco de ruido a un
silencio forzado e hipócrita. — Lo que me apena
en este momento es el pensar que aquel pobre
muchacho esté sufriendo por mi causa... y que
por ello nutriera algún resentimiento... ¿No le
parece que haríamos una buena obra si fuéramos
a consolarle?
Asintió deferente el Director, y pocos minutos
después estábamos los trds en el taller del niño.
Don Bosco le hizo llamar, y él se acercó tem­
blando, más muerto que \nvo y sin levantar
los ojos del suelo, como si hubiera cometido
un crimen horrendo.
— Acércate, mi buen amiguito, le dijo Don
Bosco con dulzura, te voy a comunicar una

r

Ti —
buena noticia: feúra, tu buen Director lo per­
dona todo, pero con una condición: que de
aquí en adelante seas un buen muchacbo. Toma
una medallita de la Virgen, y en pago tu le
rezarás una Ave María por mi. ¿Estás contento?
Proftmdamente conmovido d muchacho por
la bondad de Don Bosco y tan inesperada so­
lución, recibió la medalla agradecido, mientras
besaba y bañaba con dos gruesas lágrimas la
mano del buen sacerdote, diciéndole:

rosa disciplina que reinaba en el Instituto de
S«>t Miguel, procuró demostrar al Cardenal su
inconveniencia, ya que alejaba los corazones
de los jovencitos del sacerdote. Y si la educación
no interesa al corazón, no se ha consegmdo
nada. Y como para completar su pensamiento,
añadió:
— Desengáñese, Eminencia, es imposible
educar bien a los jóvenes si estos no tienen
confianza en los superiores.

ei Cardenal Bourne entre loa Saleelanoa de Oxford.

— Me la colgaré al cuello y la conservaré
siempre como un grato recuerdo suyo.
Los compañeros, que ya estaban enterados
de lo ocurrido, rieron gozosos el buen desenlace
y prodigaron cariñosos saludos a Don Bosco,
mientras pasaba entre ellos. El Director, por
su parte, agradeció la enseñanza e hizo propósito,
aunque algo tarde, de ser más moderado en los
castigos.

Todo para todos.

Pocos días después de esta visita, Don Bosco
aceptaba la invitación del Cardenal Tosti, que,
prendado de la virtud y buen carácter del sa­
cerdote piamontés, deseaba le acompañara una
mañana en el paseo que, por los alrededores
de la dudad, daba en su carroza. La conversadón versó sobre la educadón de la juventud.
Don Bosco, que aun conservaba fresca la im­
presión poco favorable que le causara la riguí

— Y ¿cómo se puede ganar esta confianza?
replicó el Cardenal.
— Procurando atraerlos a nosotros, para
lo cual hay que evitar cuanto pueda alejarlos.
— Conforme, pero ¿cómo conseguirlo?
— Muy sencillamente. Acercándonos nos­
otros a ellos y procurando adaptarnos a sus
gustos^ juegos y entusiasmos. En una palabra:
Hadándonos semejantes a ellos. Y para que
vea que es más fádl de lo que parece, ¿quiere
que traduzcamos estas teorías a la práctica?
Condúzcame a una plaza donde abunden los
chiqiúUos. Y el Cardenal dió orden al cochero
para que los llevara a la Plaza del Pueblo.
Don Bosco descendió de la carroza, mientras
el Cardenal observaba con interés todos sus
pasos y movimientos desde la portezuela.
Don Bosco se dirigió resuelto a un grupo
que jugaba con mucho interés en medio de la
plaza, pero aun no había llegado, cuando ya



los rapazuelos ponían pies en polvorosa. Un
percance, pensó para si el Cardenal, pero no se
atrevió a concluir nada hasta ver en que pa­
raba la aventura.
Don Bosco, acostumbrado a esas sorpresas,
no se descompuso ni impacientó, sino que co­
menzó a llamarles con dulzura, invitándoles
a continuar el juego que él tenía tanto gusto
en presenciar. Tras algún titubeo, se fueron
acercando, aunque algo recelosos, y D. Bosco,
para infundirles confianza, les regaló una medallita y empezó a preguntarles por sus familias,
por el juego, y otras cosillas atractivas. En
seguida les puso de nuevo en movimiento,
animando el juego con algunas palabritas que
dirigía, ya al uno, ya al otro. Pronto los mucha­
chos que le observaban desde lejos engrosaron
el número, y para todos tenía una sonrisa y
una palabra el buen sacerdote. Después de
hacerse amigo de todos, se dirigió a la carroza
en medio de aquella turba de rapazuelos, que ya
lo querían como a un antiguo conocido. El espe­
ctáculo no podía ser más conmovedor y elo­
cuente. Una vez más triunfaba el sistema del
amor, que Don Bosco dió en llamar sistema
preventivo.
El Cardenal estaba maravillado y apenas
podía creer que aquellos niños que minutos
antes escaparon al ver al sacerdote, ahora le
rodearan con tanto cariño como si siempre le
hubieran tratado y conocido.
— ¿Qué le parece, Eminencia? le pregimtó
Don Bosco, apenas puso pie en el estribo.
— Que tenía V. razón sobrada. Con los niños,
si se quiere conseguir algo, es preciso tratarles
con cariño. Su sistema preventivo es el mejor.

Un gran medio.
Un día fui a saludar a Don Bosco y ofrecerle
mis respetos, cuenta el Conde Connestable, y
le encontré en su despacho, ocupado en repasar
una lista de nombres de sus colegiales.
— Mire, me dijo, aquí tengo los nombres de
los niños cuya conducta deja algo que desear.
Yo, que no conocía perfectamente el método
del gran educador, le pregunté:
— ¿Y qué castigos les reserva?
— Uno, y basta con uno, mi querido Conde.
Le expongo en dos palabras como pienso pro­
ceder. El más picaruelo de la banda es ésfe, y
señalaba el nombre. Tiene un buen corazón,
pero mala cabeza. Dentro de poco bajarán a
la recreación, y a ese, llamándole aparte, le
preguntaré sobre sit salud.
— Excelente, responderá él con la mayor
naturalidad.
— ^le alegro, y de tu conducta ¿estás contento?

72



A esta pregunta inesperada y suficientemente
clara, tardará un momento en contestar; después
bajará la vista, avergonzado, y no se atreverá
añadir ni una palabra más. Entonces yo, en
tono afectuoso, continuaré diciendo:
— ¡Lástima! Ya veo que el cuerpo goza de
buena salud, pero, en cambio; el alma está
algo enferma. Por lo visto hace tiempo que no
te acercas a tu confesor. ¿No respondes, verdad?
Tu silencio me dice demasiado. Con todo yo
espero que ajustarás muy pronto tus cuentas
y que continuaremos siendo buenos amigos.
El éxito es seguro. Pocos minutos después
V. verá a ese niño en el tribunal de la penitencia,
y, reconciliado con Dios, hacer un firme pro­
pósito de enmendarse, que generalmente cum­
plen como buenos.

Una taza de café providencial.
Cuando Don Bosco quería poner al día su
voluminosa correspondencia, tenía, por fuerza,
que alejarse del Oratorio., Sabía muy bien por
experiencia que, estando en casa, los niños no
le dejarían libre un cuarto de hora. Por eso,'de
cuando en vez, hacía un paquete con todas
sus cartas, y, tomando el sombrero, salía para
la ciudad. Se dirigía a la casa de algunos buenos
Cooperadores, quienes ya le tenían preparada
una habitación para estas circunstancias. Salía
por la mañana, y generalmente volvía por la
tarde,. cuando todo estaba terminado.
En cierta ocasión se vió precisado a tomar
un café en un establecimiento de confianza
que había en frente del célebre Santuario de
la Consolata.
El jovencito que recibió la orden de semrle
era un muchacho de trece años, que llevaba
tres meses en Turín, desde que se alejó de su
familia. El había hecho alguna trastada sonada,
y, para evitar el justo y merecido reproche de
sus padres, se había escapado de casa y venido
a pie hasta la ciudad. Pidió ocupación en aquel
café y lo aceptaron. Dado su carácter, de ha­
berlo dejado a sus anchas hubiera llegado a ser
un golfo consumado.
— Lleva una taza de café al señor cura que
está en el fondo, le dijo el dueño.
— ¡Yo llevar una taza de café a un cura! No
voy, mándeme cualquier otra cosa, pero al
cura no quiero mirarle a la cara.
No hay que creer, sin embargo, que d mu­
chacho tuviera tan mal corazón En aquel
tiempo los curas, por la guerra que se les hacía,
eran mal vistos.
— Ve ahora mismo a servirle, le dijo amosca­
do el dueño, de lo contrario te pongo de patitas
en la calle.


B n v ista de la actitud del dueño, fué, aun­
que de m ala gana, a Don Bosco, preguntándole:
— ¿Qué es lo que V . desea, padre cura?
— U n a ta z a de café, amiguito, le respondió
Don Bosco lleno de dulzura. U na ta z a de café,
pero con una condición.
— ¿Y qué condición es esa?
— Que m e la sirvas tu mismo.
E stas pocas palabras, pero dickas con ex­
quisita dulzura y acompañadas de una afectuosa
sonrisa, m e conmovieron el corazón, decía cin­
cuenta años después aquel rapazudo, que recor­
daba el episodio con emoción y reconocimiento.
— [Curioso! H e abí un sacerdote que no es
como los otros, decía el muchacho para sí,
m ientras iba en busca del café.
Cuando se lo hubo servido, Don Bosco le
agradeció su amabilidad, y empezó a pregun­
tarle por su pueblo, fam ilia, de cómo le iba en
su oficio etc., y , por últim o, el m otivo de su
escapada. Después, le dijo paternalmente:
— ¿Quieres venir conmigo?
— ¿A dónde?
— A l Oratorio de D on Bosco, que está a
cinco minutos de aquí. T u no estás hecho para
este oficio, n i para estar en este lugar.
— ¿ Y qué haré y o con V .?
— S i te gusta, podrás estudiar.
— V . se m uestra demasiado bueno para
conmigo.
— ¿Te gustaría llegar a ser un doctor? E n ­
tonces ven, que D on Bosco te recibirá con los
brazos abiertos, te atenderá bien, podrás jugar,
divertirte y ser bueno.
— Bien, m uy bien, iré.
— Pero ¿cuándo vendrás?
— Cuando V . quiera.
— Pues esta tarde misma, concluyó D . Bosco.
Y aquella misma tarde el jovencito estaba
en casa de su bienhechor.
Pocos días después, D on Bosco hizo venir a
sus padres y se entendieron sobre la pensión.
Ellos, aunque aldeanos, v iv ía n bastante holga­
damente. D on Bosco les señaló doce liras men­
suales, que ellos pagaron con gusto. Con todo,
antes de term inar el año y a dejaron de pagar
la mensualidad. E l pobre m uchacho creyó que
le despedirían del colegio, pero Don Bosco le
calmó, diciendo que m ientras le quedara un
bocado de pan lo partiría con él. Que continuara
sus estudios sin preocupación alguna.
E l muchacho estuvo tod avía un año en el
Oratorio. Con los conocimientos adquiridos,
pronto encontró im a buena colocación. Quedó
tan prendado y agradecido a las bondades de
Don Bosco, que procuró, a fuerza de privaciones,
ir reuniendo, mes por mes la cantidad su fid en le
para poder abonar el año que sus padres deja­

73



r m de pagar la pensión. Una mañana se dirigió
e 1 busca de su bienhechor, para depositar en
s.is manos, gozoso, sus primeros ahorros
De conducta intachable, llegó a ser un buen
cristiano, y fué de los primeros que dieron su
nombre a la Asociación de los Antiguos Alumnos.
Continuó toda su vida, que fué larga, siendo
admirador y propagador entusiasta de la Obra
Salesiana, y, cuando llegó la hora de pasar a
mejor vida, quiso tener a la cabecera de la cama
al sucesor de Don Bosco, el buén D. Miguel
Rúa, a quien contaba con lágrimas de sa­
tisfacción lo que nosotros brindamos como
lectura a nuestros lectores.

Consagración Episcopal de un ex-alumno
del Colegio salesiano de Caracas.
A poco tiempo de fimdado el Colegio Salesiano
de Caracas ingresó como alunmo interno el joven
Lucas.Giúllenuo Castillo, hijo de mía honorable
familia del pueblo de S. Casimiro, situado a poca
distancia de la Capital y en cuyas cercanías los
esposos Castillo hicieron edificar una modesta
Capilla dedicada a María Auxiliadora para el ser­
vicio religioso de sus colonos.
El joven Castillo distinguióse en tí Colegio por
su acendrada piedad y aplicación al estudio de
tal modo, que a fines de sn primer año de colegio
alcanzó la medalla de buena conducta y los pri­
meros premios en sus respectivas clases. A medida
que adelantaba en los estudios, tí virtuoso joven
Castillo sentíase inclinado al estado sacerdotal,
y con preferencia, en la Pía Sociedad Salesiana,
por lo que a fines del año de i 8^ vistió tí hábito
talar y fué inscrito como novicio salesiano y más
tarde como profeso trienal. Pero como Dios N. S.
le tuviera destinado para diferente misión, per­
mitió que enfermara gravemente ha.sta vers?
obligado a dejar tí Instituto Salesiano para buscar
alivio en los cuidados extremados del liogar pa­
terno. Por im verdadero jnilagro de María Auxi­
liadora, tí joven Castillo pudo reponerse de sus
quebrantos, pero su delicada salud no le permitió
volver -a la vida activa del Instituto, p)or lo que
hubo de dirigirse al Seminario de Caracas para
continuar sus estudios eclesiásticos. Ordenado
sacerdote en 1905, volvió a su pueblo natal en
cualidad de ayudante de su Párroco, a quién
sucedió después de pxxos años de práctica en tí
ejercicio del sagrado Ministerio. El nuevo Párroco
de S. Casimiro desplegó notable actividad en el
desemp)eño de su delicada misión, llenando así
de grata satisfacción a sus Prelados, quienes le
consideraban como uno de sus colaboradores en
tí ejercicio de su Ministerio Episcopal.

— 74 “
A mediados del presente año. Moas. Felipe Cor- quienes le dirigieron por el camino del Santuario
tesi, Nuncio de Venezuela, agenció la erección de que debía llevarle a la dignidad episcopal.
cuatro nuevas Diócesis en esta República, y entre El 2 de diciembre Mons. Castillo tuvo la satis­
los candidatos propuestos para regirlas vino a facción de conferir por vez primera las sagradas
rigurar el Párroco de S. Casimiro, con destino a Ordenes de Diácono y Presbítero respectivamente
la Diócesis de Coro, que antiguamente figuró como a dos miembros del Instituto Salesiano de Caracas,
primera Sede episcopal de Venezuela, trasladada en el Santuario de M. Auxiliadora anexo al mismo.

^

©i

fe

Antiguos Alumno* de Carece*.

más tarde a la Capital de la República. El 21 de
octubre de este año fué, pues, consagrado Obispo
de Coro Mons. Lucas G. Castillo, ex-alumno del
Colegio Salesiano de Caracás y ex miembro de la
misma Congregación del Venerable D. Bosco.
El día después de su cosagración, Monseñor Cas­
tillo tubo a bien celebrar su primera misa episco­
pal en el Santuario de María Auxiliadora y posar
el día en el Colegio, departiendo con antiguos
Superiores el recuerdo de los años pasados en el
Instituto Salesiano. A la hora del modesto al­
muerzo ofrecido al nuevo Obispo de Coro, le fueron
leídas varias composiciones literarias de ocasión,
a las que Monseñor contestó con frases llenas de
gratitud para con los lüjos del V. Don Bosco,

E l día 9 del mismo mes Mons. Castillo presidió
una rermión de ex-alumnos del Colegio, aceptando
la presidencia honoraria de esta Asociación v
animando a sus miembros a mantenerse unidos
con sus antiguos maestros, para conservar el
fruto de la cristiana educación recibida, y man­
tener vivo el recuerdo de los años pasados en el
sagrado recinto del Colegio y del Santuario de
María AuxiUadora.
iQué Dios colme de celestiales bendiciones al
nuevo Obispo de Coro, siempre salesiano de co­
razón y entusiasta admirador del celo apostólico
del Ven. D . Bc^co, y le conceda abundantes frutos
espirituales en el laborioso ejercicio de su alto
Ministerio Episcopall

í

según im plan orgánico, desarrollándose
misión Salesiana de Tanjore (India). liza
por lo mismo sobre bases seguras y eficaces.
{Carta del misionero Don Jorge Tomatis).

I<a provinóa de Tanjore se encuentra al sur
de Madras en la India meridional, y tiene una
superfioie cuadrada de 3.727 n ^ a s inglesas
con una población de cerca 2,400.000 habitantes,
y una densidad de 634 habitantes por milla
cuadrada.
Como el clima es algo caluroso y las aguas
del río Kaveri riegan con abundancia las tierras,
la fertilidad es extraordinaria, dándose con
exuberancia el arroz, la caña de azúcar, nueces
de coco, plátanos y tabaco.
La mayoría de los habitantes son pagános,
contando el mahometismo con numerosos adep­
tos. Sólo en la ciudad de Tanjore hay más de
60 pagodas donde Siva y Visnú se dividen, en
amigable consorcio, los sacrificios y ofrendas
de la mayor parte de la población. Cada dos
por tres se encuentran por la calle individuos
que llevan en la frente las señales y figuras de
los ídolos que adoran; y casi cada noche salen
de diversas pagodas procesiones inacabables
que llevan en triunfo a sus ídolos, entre gritos
descompuestos y aclamaciones que hacen un
ruido de mil diablos.
En medio de tanta desolación y miseria
morál, la Obra de Don Bosco es un pequeño
oasis de fe y esperanza cristiana. Establecida
alK en el año 1906 ha trabajado sin descanso,
difundiendo en la ciudad y por los campos la
semilla del Evangelio con activa propaganda
que hac^ respetable el nombre católico aún
entre el delirio idolátrico.
Además de la parroquia que cuenta con más
de 9 .OCX) fieles, esparcidos por la ciudad y unos
60 pueblecillos, mantienen los Salesianos un
orfanotrofio y escuelas florecientes.
La parroquia.

Para atender al trabajoso servicio de la
parroquia hay destinados tres sacerdotes: dos
de ellos indígenas, del país, y que conocen, por
tanto, a perfección la lengua, usos y costum­
bres.
La evangelización de los puebledtos se rea­

Cada pueblecdto cuenta ya con ochenta y
hasta doscientos católicos, teniendo todos su
pequeña iglesia, que es el centro de su vida
religiosa, y a donde suelen reunirse con el ca­
tequista para rezar juntos las oraciones coti­
dianas. El catequista, además, reúne todos los
días a los niños y les enseña las oraciones y
el catecismo y, al mismo tiempo, les ensena al­
gunas nociones de escuela. El domingo, reúne
a todos, grandes y pequeños, les ha^e rezar el
rosario, lee el Evangelio del día en su propia
lengua, y, después de darles algunos avisos
prácticos para santificar la semana, pregunta
si entre ellos hay alguno enfermo para avisar
con tiempo al misionero.
Actualmente los catequistas son 52, que tienen
bajo sus órdenes a cuatro Pandaram, los cuales
deben vigilar y facilitarles a los catequistas el
desempeño de su misión.
El misionero, a su vez, hace excursiones
periódicas a los diversos pueblecillos, coordi­
nando generalmente su acción con la de los
respectivos catequistas y Pandaram, con lo que
resulta mucho más fructuosa la administración
de los Sacramentos.
Pero donde el misionero despliega fecunda
actividad es en la ciudad, donde cada día se
hace más necesario su ministerio.
La espaciosa iglesia, especialmente en las
misas de los domingos, se llena por completo,
aumentando en modo consolador la recepción
de los Sacramentos. Las principales festividades
se preparan con esmero y diligencia, dándoles
el esplendor posible con triduos predicados y
novenas. Hermosa sobre toda ponderación
resulta todos los años la primera Comunión de
los niños, a veces en número de doscientos,
vestidos a la característica usanza del país y
adornados con flores. Su recogimiento e ino­
cencia cuando van a recibir a Jesús en sus
pechos, impresiona profundamente haciendo
re^^^Hr la fe.
Anejas a la parroquia funcionan varias aso­
ciaciones: la del Smo. Sacramento, la de S. José
y la Buena Muerte; la Cofradía de María Au­
xiliadora; la de la Virgen del Carmen; la de los
devotos del Sagrado Corazón de Jesús y el
Apostolado de la Oración.

— 76 —
Por las anotaciones de los libros parroquiales
vemos que en el año que termina se han admi­
nistrado 370 bautismos, oído 25.000 confesiones
y distribuido 89.000 comuniones.
Los niños salvados por la Santa Infancia,
ascienden a más de 600.
El trabajo no se reduce al que realiza la parro­
quia, con ser grande, sino que acompaña a otras
obras de formación cristiana y de expansión
en las familias del espíritu de Don Bosco.

indio que los Salesianos ofrecen a la Iglesia
Católica.
No hay que decir que el sistema preventivo
da aquí, como en todas partes, los más excelen­
tes resultados. La educación se acomoda'a la
vivacidad de los muchachos.
La banda de música de los huerfanitos está
floreciente y sirve a maravilla para dar vida
y alegría a las fiestas. Desde que fueron Uaiñados
los milicos a Goa para honrar con sus melo­
días los festejos del tercer centenario de San
Las escuelas y el Orfanotrofío.
Francisco Javier, no caben en sí de satisfacción
En la ciudad y en los pueblecillos, la Misión y santo orgullo.
tiene abiertas varias escuelas elementales y
También se cultiva con calor el sport. La

G1 automóvil del mleioaero eu la reglón de Tanlore (India).

secundarias para los jovencitos, frecuentán­
dolas más de 800 alumnos, de ellos unos 300
paganos todavía, y dos escuelas para niñas,
dirigidas por monjas indígenas, con 178 educandas, de las cuales 38 paganas. Los maestros
y maestras son casi todos del país.
En Tanjore tenemos también una escuela
profesional de caqñntería y tejidos, donde
trabajan log jovencitos. de los cuales 43 pa­
ganos, y un orfanotrofio que alberga a un cen­
tenar de huerfanitos.
Uno de éstos, virtuoso y aplicado, fué enviado
a Italia para prepararse al sacerdocio, y después
de cursar sus estudios con loable aprovecha­
miento y haber profesado eu nuestra Congre­
gación, el 3 del dicieinbre pasado cantaba su
primera Misa en Roma. Es el primer sacerdote

escuela salesiana de Tanjore es la única escuela
católica que toma parte en los concursos* de­
portivos anuales, que tanto interés despiertan
en la región y cuya importancia es aquí gran­
dísima. Siempre se han distinguido nuestros
alumnos, y en el año 1922 obtuvieron, con el
primer premio, un éxito rotundo, batiendo con
notoria superioridad a las 32 escuelas protes­
tantes y paganas que tomaron parte en el con­
curso.
De este modo la Obra Salesiana va desarro­
llando su benéfica influencia en esta gran masa
pagana. Desgraciadamente las inveteradas su­
persticiones y diferencia de castas son una
barrera dificilísima para el mejoramiento del
ambiente, saturado de errores que han arrai­
gado profundamente en las conciencias.



77

A pesar de todo, la penetración cristiana
progresa sensiblemente con gran satisfacción
nuestra, y a proporción de nuestros medios y
personal.
Poco hace, se ha enriquecido la Misión con
un grupo de Hijas de María Auxiliadora. Ellas,
como nosotros, seguirán con amor y entusiasmo
su programa, y de esa manera pronto veremos
florecer sus oratorios, clases de labores, orfa­
notrofios y asilos donde se recogerán en gran
número niñas y adultas, educándose según las
enseñanzas de Don Bosco.
No se olviden nuestros buenos Cooperadores
de ayudamos con sus fervorosas oraciones, a
fin de que el Señor bendiga nuestros esfuerzos
y los de todos-ios misioneros que trabajan para
conducir al redil de Cristo estos 300 millones
de infieles, esparcidos por la India, y los 400 de
la vecina república China.
J o r ge

T o m a tis

Pbro,

Misionero Salesiano.

ba ProDídencia en d OrFanoíroHo
de 5biu-Cbou) (Cbina),

Buscad el reino de Dios y su justicia, nos dice
el Evangelio, y lo demás se os dará por añadidxira. Una pmeba fehaciente nos la da la her­
mosa carta que desde China nos envía nuestro
querido hermano, el Padre Braga. Dice así:
« Nuestros celestes protectores, no sólo nos
asisten espiritualmente sino que también nos
socorren materialmente. Muchas veces me
pregimto cómo y por donde ha llegado cuanto
llevamos gastado hasta ahora, quién ha mo­
vido tantos generosos corazones y abierto
tantas manos que nos han socorrido en nuestras
necesidades, y no me vienen a la mente otros
nombres que « Don Bosco » o bien « María Au­
xiliadora, miestra amorosa Tesorera ».
Nosotros segmmos las normas de Don Bosco.
Cuando nos encontramos apurados, llamamos
al Tabernáculo; reunimos los niños al re­
dedor de Jesús Sacramentado y les hacemos
rezar.
Un día se nos había acabado toda la provisión
de arroz, que es la base de la alimentación en
China, y, no \nendo modo de proveerlo, acu­
dimos a María Auxiliadora para que Ella se
arreglara. A p^as salimos de la iglesia, llegaba
una buena cristiana con ima oferta que reme­
diaba nuestra necesidad. Otra vez se nos había
tennmado el petróleo, fuimos a rezar, y en
lugar de petróleo nos trajeron velas, que para

el caso era lo mismo. Una tarde que debía pagar
al que nos hacía algunas pro\ústa, me encon­
traba sin ima chapeca, como dicen los chinos,
lo cual era im gran inconveniente tanto para
mí como para el proveedor; y, además, había
que comprar la verdura para el día siguiente.
Pronto un generoso donante vino a sacarme
de afanes, entregándome lo necesario para
pagar lo que debía, aquella tarde. La verdura
la proveyeron los mismos niños, pues en un
ángulo dd. huerto encontraron abundantes
vu-tan tubérculos sabrosos.
« Amoldaos que el cielo os a>’udará » reza el
adagio, y nuestros buenos alumnos en más de
una ocasión han practicado esta sabia máxima.
En cierta ocasión que nos habíamos quedado
sin leña, pronto hallaron solución para la crisis:
cortaron unos juncales y carrizos, los dejaron
secar y luego lo aprovecharon como combustible.
Terminada la yerba, recurrieron a otro expe­
diente, posible sólo en la China y en nuestros
tiempos. Una buena mañana me veo llegar a
un jovencito externo con un pesado madero
al hombro. Figúrense cual no sería mi sorpresa
cuando, al dejar la carga, me encuentro nada
menos que con un gnteso y grosero ídolo que
por varios años hada la guardia en una pagoda
que hay junto al río. No pueden imaginarse lo
que se didrtieron los muchachos a su costa.
Formaron consejo para decidir el género de
muerte que debían imponer al bribón que por
tantos años había abusado de la buena fe de
sus padres, y, por fin, se acordó decapitarle.
Separada del tronco la abultada y repugnante
cabezota, dieron en el fuego con él. Como
estaba bien seco y la madera era resinosa daba
buen fuego.
Entusiasmados los chiquillos con la buena
ocurrenda del compañero, pronto hicieron
que otros ídolos de la pagoda corrieran la mis­
ma suerte del guardián con lo que, en pocos
días, la dejaron casi limpia de los feos moni­
gotes.
El acarreo de madera hubiera continuado
hasta no dejar ni una tabla de la pagoda, si yo
no lo hubiera hecho cesar por temor a las re­
presalias de algún fanático de los ídolos.
Pero ¿cómo y de que vive el orfanotrofio?
me dirán; y yo les contestaré, de nuevo, que del
amor de la Providenda que puede y debe hacer
de él Un instituto modelo. Los chinos hacen
cuanto pueden por sostener sus escuelas floredentes, 3' por lo mismo son exigentes con nos­
otros; quieren que seamos superiores a ellos en
todo, y solo así se inclinarán a nuestras doctrinas
y podremos hacerles algún bien.
Todada tenemos las paredes de alguna es­
cuela peladas, sin cuadros, mapas ni láminas

para explicar liistoria sagrada o catecismo, ni
láminas de dibujo. Nos falta también lo necesa­
rio para la gimnasia, boy tan importante en
China, pues por doquiera se abren gimnasios
y escuelas de sport.
Si no fuera demasiado atrevida, yo lanzaría
a las Federaciones de Antiguos Alumnos la
idea de costear, al menos, la vida de un huerfanito chino, que vendría a costar 500 liras al
año. Nuestros Antiguos Alumnos, yo conozco
a muchos, son tan ricos de corazón y generosos,
que no les parecería nada pesado o gravoso este
pequeño sacrificio.
P. B r a g a Pbro.

Misionero Salesiano.
Primicias de la Gbina.

El espíritu de Don Bosco se expande por la
China y comienzan a brotar, prometedoras, las
primeras ñores, hermosas vocaciones religiosas
que nuestros misioneros cultivan con cariño
y riegan con sudores.
Es proverbial la frialdad e indiferencia de
los chinos que suelen encerrarse generalmente
en impenetrable reserva, y que para las cosas
de los europeos pudiera traducirse en desprecio
o apatía. Pero no es cierto que sean insensibles
e incapaces de animación y entusiasmo, porque
sus corazones responden con efusión y conmo­
vedora gratitud a los que les aman y generosa­
mente se interesan por ellos.
^ ¡Cuántas veces nuestros hermanos, los Salesianos de Macao, han recibido de sus pequeños
alumnos cliinos pruebas de cariño lo más tiernas
y conmovedoras!
No hace mucho que uno de los maestros
debió partir a otro campo de misión que le
señalaba la obediencia, y, al enterarse los mu­
chachos, todos le rodearon, manifestándole en
mil modos su gratitud y afecto, y quisieron
acompañarlo hasta el puerto. A todos llamaba
la atención la cariñosa actitud de los rapazuelos.
Después de besarle la mano y despedirle con
frases tiernas y delicadas, estuvieron en el
muelle agitando los pañuelos hasta que el bu­
que se perdió de vista.
Al preguntarles a los más pequeños porqué
lloraban, respondían apenados
— Lok san fu!: ¡El Padre era todo para
todos' ¡Nos quería tanto!...
F.ste sentimiento de gratitud que el amoroso
y paciente trabajo de varios años ha hecho
brotar en los corazones de tantos jovencitos,
comienza a dar sus frutos Fecundado por la

78

-

gracia divina, en algunos se ha trasformado
en vocación religiosa y sacerdotal, cuyos gér­
menes se desarrollan vigorosos bajo el amparo
y protección de la Auxiliadora.
Roto el estrato de la indiferencia, nuestra
solicitud ha inundado de satisfacción sus cora­
zones, encariñándolos con nuestra vida, que
desean imitar para trabajar, a su vez y en día
no lejano, bajo la bandera de Don Bosco, por
la redención de sus connacionales.
El día 30 del septiembre pasado, seis alum­
nos del Orfanotrofio de Macao se despedían de
sus amados Superiores y compañeros para
dirigirse al noviciado salesiano de Shiu-Chow:
cinco de e los como aspirantes al sacerdocio
y como coadjutor el otro
El fausto aóontecimiento, tan consolador
en la breve historia sales ana de China, fué
celebrado en la intimidad del colegio con una
velada familiar, donde abundaron los más tier­
nos. afectos. El jovencito A-Pin rompió el
fuego con un discurso lleno de emociones en
que recordaba sus seis años de colegio con las
alegrías probadas, sus travesuras tantas veces
perdonadas con bondad paterna, y el encanto
de la vida salesiana que desde los primeros días
le robó el corazón. Pidió perdón a los superiores
y compañeros del mal ejemplo que pudiera
haber dado, y terminó agradeciendo los buenos
consejos recibidos, que, junto con las gracias
del Señor, le habían preparado el camino de su
dichosa vocación.
<( Marcho a Shiu-Chow, concluyó diciendo,
pero mi corazón queda en Macao, nido de mis
sueños de niño, fuente de mis primeras y más
puras alegrías, para recordar de continuo a mis
compañeros y amigos que otros muchos deben
seguir nuestras huellas, para procurar la luz de
la fe a nuestros pobres hermanos todavía pa­
ganos ».
Después de él subió a la tribuna A-T, chat,
que se expresó con tanta convicción y senti­
miento, con pensamientos tan bellos y delicados,
que hizo nublar de lágrimas los ojos de sus
compañeros.
«Y a hace algunos años, decía, que vivimos
entre los hijos de Don Bosco en los cuales hemos
encontrado más que hermanos padres que nos
aman con ternura. Fijaos en los sacrificios que
por nuestra educación se imponen y en la ama­
bilidad con que nos tratan. Viven nuestra vida,
dividen con nosotros su pan, cubren con el
manto de su caridad nuestras miserias y nos
quieren más que nuestros mismos padres, porque
se interesan especialmente por nuestra pobre
alma, que ansian ofrecerla pura y hermosa al
Creador.
« Pero ellos son pocos, están rendidos, casi

— 79 —
extenuados por el incesante trabajo, que au­
menta cada día, en tanto que innumerables
hermanos nuestros desconocen todavía a Dios,
ignoran su santa ley y, envueltos en superetidones y errores, van camino de su perdidón.
¿Quién les dará una mano? ¿Quién dividirá
con ellos el pan del trabajo y la fatiga y difun­
dirá las redentoras doctrinas cristianas en estos
pueblos desgradados?
« Debemos ser nosotros, compañeros, nos­
otros que conocemos a los padres, los que hemos

ÍDIsión de ía Pampa CentraL

El nombre de la Argentina es por demás
conoddo en Europa, pero no todos saben la
gran labor que los misioneros desarrollan por
el interior de sus inmensos territorios, en su
mayor parte poco poblados aún y en fonnadón.
La superfide de la Argentina de 2,806.400 km*
tiene escasamente 10,000,000 de habitantes.
Políticamente es una república federal con 14

Jovenes chiooa, ■ •pirante* •■ leslaoo*. del Orfanotrofio de Macao.

de ayudarles en su santa empresa, uniendo a
las suyas, nuestras fatigas y vidas. Por esto nos
hacemos salesianos y sacerdotes, por este mo­
tivo marchamos esta misma tarde a Shiu-Chow.
Acompañadnos con vuestras oradones y seguid­
nos más tarde, numerosos y buenos,,dispuestos
a trabajar por la gloria de Dios y la salvadón
de nuestra Patria ».
Terminó la interesante academia con un
discuTsito del P. Director, que recordó las etapas
gloriosas de la Obra Salesiana en China con las
fundadones de Macao, Heung-Shan, Shiu-Chow
etc... y esbozando otras que ya se dibujan
halagüeñas en el horizonte.

Provindas autónomas, 10 Territorios y el Dis­
trito Federal de Buenos Aires. Los Territorios
son otras tantas provindas que dependen, cual
si se tratase de posesiones coloniales, del Go­
bierno Federal que nombra los gobernadores
y magistrados.
Uno de los vastos Territorios es la Pampa
Central, así llamada por .estar predsamente
en el centro de la República, a bastantes leguas
de Buenos Aires, y que confina con el Río Negro
en la parte meridional de la Argentina, donde
empieza a estrecharse el continente. A pesar
de su grande extensión, tiene apenas den mil
habitantes, de los cuales parte son restos de las
tribus araucanas y patagónicas, algunos gauchos
y los demás emigrantes de varias nadonalidades europeas con preponderanda españoles.

— 8o —
El terreno es fertíHsimo y se dan en él con
abundancia los cereales, especialmente el trigo,
que es sin duda el de mejor calidad de la Re­
pública.
El Territorio está dividido en veintidós de­
partamentos y se va poblando con nuevos
pueblecillos, algunos de los cuales ya compiten
con Santa Rosa de Toay, que se halla en la parte
septentrional, y con General-Acha, que, por ser
una posición céntrica, fué capital del Territorio
hasta hace unos diez años en que lo suplantó
vSanta Rosa, donde hoy residen, todas las au­
toridades de la región.
Un ferrocarril une las dos poblaciones al
importante puerto de Bahia Blanca, permitién­
doles exportar cómodamente sus productos.
. Ivl porvenir de esta región es muy grande y su
constante progreso hace esperar que en breve
sea la décima quinta Provincia federal de la
República Argentina.
La asistencia reli^osa de este Territorio se
les confió, en un principio, a los Padres Fran­
ciscanos, y formaba parte de su Prefectura Apostólica que comprendía, adernás, otras tierras,
teniendo su residencia principal en Rio Cuarto,
en la provincia de Córdoba. En el año 1896.
como no pudieran los PP, Franciscanos atender
debidamente la misión de la Pampa por falta
de personal, su Superior, el P. Palacios, la re­
nunció y puso en manos del Arzobispo Mons. La­
dislao Castellano, el cual, a su vez, no teniendo
sacerdotes disponibles, rogó al Vicario Apos­
tólico de la Patagonia, Mons. Cagliero, hoy
Cardenal, para que uniera también la Pampa
a su misión, lo que aceptó de buen grado el
celoso hijo de Don Bosco.
líntonces la población era más reducida que
la de ahora, por lo que bastaba alguna excursión
anual para atender a las necesidades espiri­
tuales de los colonos e indígenas, esparcidos
por el campo y alejados de los centros donde
se constituyeron parroquias, tales como la de
Santa Rosa de Toay, General-Acha y Victórica.
Al ser nombrado Mons. Cagliero internuncio
de Centro América, en el año 1908, tuvo que
renunciar al Vicariato Apostólico de la Patágonia, lo que obligaba a designar un sucesor.
Entonces el Gobierno Argentino trabajó para
que la S. Sede concediera que la Patagonia
formara parte de la jurisdición del Arzobispo
de Buenos Aires. Concedido, la Patagonia fué
convertida en varias Vicarías Foráneas, con­
fiadas a sacerdotes salesianos. bajo la jurisdición
del Arzobispo de Buenos Aires; y la Pampa,
Vicaría Foránea, dependiente del Obispo de
la Plata, el cual impuso a los sacerdotes regentes
la oblisración de presentar todos los años al
Ordinario un estado con los datos referentes

al trabajo realizado, el progreso y desarrollo
rdigioso de la Misión. De este modo, las dos
grandes Misiones de la Patagonia y de la Pampa
pasaron, de común acuerdo con las Autoridades
gobernativas y eclesiásticas, bajó la inmediata
jurisdición de los Inspectores Salesianos de
Buenos Aires y de Viedma.
Pero como la población, merced a la continua
inmigración, creció rápidamente hasta dupli­
carse en menos de diez años ¿cómo se la podía
atender debidamente? El problema preocupó
a las mismas autoridades gobernativas.
El Gobernador del Territorio, Don Felipe
Centeno, dijo un día, todo conmovido, al Ins­
pector Salesiano Don José Vespignani:
— Padre, necesito que los Salesianos me
envíen muchos sacerdotes a la Pampa... Es
necesario que cada sacerdote diga los días fes­
tivos por lo menos tres misas (sic), para que la
población tenga un poco de comodidad de
cumplir con sus deberes religiosos y santificar
las fiestas, al menos en los poblados principales.
Los mejores colonos — y acentuaba las pala­
bras — si no pueden asistir a la Santa JCsa
emigran a otra parte, porque dicen, y con razón,
que no quieren vivir como las bestias. ¿Y en­
tonces? Pues nos quedaría lo peor, la roña... ¡y
con hombres sin religión no se va a ninguna
parte, se dibuja un porvenir horroroso!...
El buen Gobernador introdujo al P. Vespi­
gnani a su despacho, y, extendiendo un her­
moso mapa de la Pampa, le iba señalando, rma
por una, todas las localidades donde, aún a
costa de cualquier sacrificio, deseaba se cele­
brara la misa todos los domingos.
Desde aquel día nuestros misioneros se mul­
tiplicaron, si no en número en actividad pro­
digiosa, para acudir a todas partes.
La Misión de la Pampa es tan extensa, que
no bastarían dos sacerdotes en cada uno de
los veintidós departamentos en que está divi­
dido el Territorio, ya que cada uno de ellos es
tan grande o más que cualquier diócesis.
Pues bien, para ese inmenso trabajo no hay
actualmente más que una docena de sacerdotes,
ayudados por algunos estudiantes y coadju­
tores.
¿Cómo arreglarse? No era posible por el mo­
mento obtener más misioneros.
Se pensó, y con buen acuerdo, invitar a todos
los sacerdotes de las Casas de la Inspectoría
a prestar su concurso en obra tan meritoria,
>' no pocos de nuestros buenos hermanos: sa­
cerdotes. estudiantes y coadjutores corrían,
en algunas temporadas del año, a secundar los '
esfuerzos de los misioneros de la Pampa
Y el Señor bendice con creces sus generosos
esfuerzos, porque los frutos cosechados superan

— S i­
los cálculos y esperanzas. La \Hda de sacrificio, las costumbres y \*ÍN*ir \nda cristiana más con­
especialmente de los jóvenes clérigos que tra­ forme a nuestra fe y doctrinas.
Al propio tiempo, estas misiones favorecen
bajan con el santo entusiasmo propio de su
edad, conmueve profundamente a las pobla- a los jóvenes que a ellas se dedican, pues cuando

uVH»l<3n. <5e>
ciones. Los esplendores del culto y la liturgia,
así como la buena ejecución de la música sa­
grada atrae el pueblo a la iglesia, y la explica­
ción del catecismo y preparación esmerada de
los niños a la primera Comunión, contribuye
a impresionar y disponer los ánimos a mejorar

vuelven a sus colegios se sienten con más
fervor y ánimos para adquirir conocimientos
y perfeccionarse en las virtudes cristianas.
Mas con todo- y ser tan grande el bien que
se realiza, estamos muy lejos de satisfacer
todas las necesidades de la Misión. ¡Quiera el



82 —

buen Jesús tocar el corazón de las almas que
He aquí un resumen de los frutos cosechados
tanto le aman y suscitar muchos y excelentes en la Misión Salesiana de la Pampa del año 1915
misioneros!
al 1921:
d
AÑO.

M

3

m

1915
1916
1917
1918
1919
1920
1921

80

108
113
132
152
^56
113

d

11.259
18.149
iú -775
22.407
20.752
20.924
17-506

a
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510
615
605
724
613
608
459

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S
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1
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6043

623
680
706

5957
5520

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11.622
15-750
15-877
10.902
10.526
9.727

8.390
10.754
15-301
15-459
10.600
10.024
8.490

589
788
66r
610

2

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747

683
667
556

1225
1064
1240
1472
1224
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1143
885
638
1242
929
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23

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31

37

48
27
40
28

48
64
51
78
66

47

69

Advertencia: i) Con la ayuda de los Coope­
2) Las Asociaciones constituidas en diversas
radores se pudo socorrer también a gran número localidades llegan a unas treinta, pero no hemos
de pobres.
podido comprobar el número de los inscritos.

EPISODIOS D E L A S M ISIO N ES
iNo, Padre, no perderemos!

Nuestros rapazuelos, que crecen buenos y
se hacen estimar cada vez más, nos dan muchos
consuelos.
Como cantores y músicos ya no hay quien
les meta mano, no sólo en Shiu-Chow y NamShiu-Lin, pero ni siquiera en toda la región de
Cuantnng con todas sus islas adyacentes, como
lo han probado en repetidas ocasiones delante
de las autoridades y personas competentes, me­
reciendo sus elogios.
Y como si esto fuera poco, la fortuna nos
reservaba otro clamoroso triunfo con a consi­
guiente sorpresa La semana pasada, nuestros
huerfanitos lograron derrotar en foot-hal, tras
enconada lucha, a todos los equipos de las es­
cuelas públicas de la ciudad. Conviene tener
presente que todos esos centros de enseñanza
son paganos o protestantes y que hasta del
juego hacen arma de propaganda, influyendo
sobremanera en los ánimos de los jovencitos
y de as personas mayores.
Faltaba por roer, sin embargo, el hueso más
duro; quedaba el equipo más fuerte, el cam­
peón que desgraciadamente era instruido por
los protestantes.
El os no ve.au con buenos ojos los triunfos
de nuestros pobres rapazuelos, cuyo nombre
corr a de boca en boca en la dudad y para los
cuales no escatimaban alabanzas ni los mismos
paganos.

Movidos por la envidia, señoritos y todo no
se desdeñaron en desafiar a los huerfanitos, a
trueque de desacreditarles infligiéndoles ima
despampanante derrota. No se les ocultó a
nuestros niños el móvil maligno de los contra­
rios, y, aunque no dejaban de comprender lo
dificiliUo de la empresa, me rogaron encareci­
damente les dejara medir con aquellos fanfa­
rrones, pues confiaban, a lo menos, quedar
airosos.
Satisfechos con mi consentimiento, aceptaron
humildemente el desafío; y la noticia, que se
corrió como reguero de pólvora por la ciudad,
reunía inmensa muchedumbre al redeUor del
campo, especialmente a los estudiantes ven­
cidos que anhelaban resarcirse de su derrota,
saboreando el desastre de sus enemigos.
Entre la admiración y simpatía de los con­
currentes llegaban los primeros al campo los
estudiantes de los protestantes ingleses. Muchachotes apuestos, no cabían de vanidad en
los elegantes trajes que llevaban, con gersei de
colores, pantalón corto y botas reglamentarias.
Con verlos tan marciales, todos les adjudicaban
segura la victoria. De allí a poco llegaban los
nuestros, fia d o s por el mismo Director del
colegio. ¡Pobrecillos! al verlos descalzos y con
el humilde vestido de diario, aunque bien lim­
pios y con la sonrisa en los labios, no se sabía
si compadecerles o reir a todo trapo.
Los contrarios no podían disimular una son­
risa de satisfacción y casi de desprecio al con­
templar el singular grupo de pigmeos, que a
cualquiera 'pudiera recordarle el desafío del

- 83 valiente y bien armado Goliat con el pastorcillo
David.
A una señal del árbitro, se alinean los dos
equipos, entre los humorísticos comentarios
de los nximerosos espectadores. Pronto el balón,
duramente castigado por los claveteados m patos de los protestantes, que habían sido
favorecidos con el saque, empezó a bailar por
el campo. ¡Aquí te quiero, morena!
Dos rapazudos del orfanotrofio salesiano,
acostumbrados a medir en animados juegos

Millón

áe

El tercer tanto fué todavía más impresio­
nante. Rendidos los atletas protestantes por
la desenvoltura y pericia de nuestros rapazuelos,
pretenden, abusando de su fuerza y violando
las leyes del juego, arrollarlos para arrebatarles
la palma, pero en vano. Los huerfanitos parece
que hayan sustituido por alas los zapatos, pues
no se les ve poner los pies en el suelo. Ante el
mal juego de los contrarios se han cambiado
algunas palabras de consigna que se ve redoblan
su entusiasmo, porque, superándose a si mismos.

la Pam pa. — Procealón E ncaiiftlca en S. Ro»a de Toay.

el patio del colegio, se lanzan como gamos
detrás de la pelota, que no abandonan un mo­
mento, y sorteando con hábiles movientos el
torpe correr de sus contrarios o bien colando
él balón por entre sus piernas, no tardan en
acercarse a la meta, y, tras reñido batallar,
meten el primero y hermoso tanto en la red de
los apuestos protestantes.«¡jY/ (uno)!) es el grito
que se eleva potente al rededor del campo, se­
guido de un aplauso cerrado que premia el
arrojo y desenvoltura de los huerfanitos.
Estos, sin cuidarse de las alabanzas que Ies
dirigen, continúan en sus ataques intrépidos,
sorteando las furiosas acometidas de los contra­
rios, que ya no ven el balón de coraje, marcán­
dose con precisión e inteligencia, que, unida a
su agilidad, les hace dominar sobre el equipo
contrario, cuya meta acosan, a pesar de la
desesjierada resistencia que les hacen, logrando
en breve apuntarse el segundo tanto *]\Gni
(dos)!! que el público corea regocijado.

desarrollan un hermoso juego con celeridad,
arte y limpieza tal que desconcierta a los protes­
tantes y arranca fragorosos aplausos del público.
No hay quien los detenga ya. El balón avanza
seguro, ora por la derecha o la izquierda, ora
por el centro, salvando todos los obstáculos y
burlando a los defensa que no pueden impedir
que el tercer tanto se cuele certero en la red
por entre las piernas del portero. «¡¡Sam {tres)!l
y los espectadores aplauden y gritan frenéticos a
los valientes vencedores, que, sin descomponerse
y prodigando sonrisas, rodean a su Director.
No hablan, pero sus ojos centelleantes, las
sonrisas me dicen bien claro que están contentos,
porque su triunfo lo consideran como un triunfo
de su fe, de la superioridad de sus doctrinas sobre
las de los paganos y protestantes.
Ciertamente es un gran victoria pues en la
dudad no se habla de otra cosa y hasta los
venados alaban las virtudes y modestia de
nuestros huerfanitos.

1
C U L T O

de María Auxiliadora
Nós tenemos la persuasión de que, en las vicisitudes dolorosas de los tiem­
pos que atravesamos, no nos quedan más consuelos que los del Cielo, y eaiie ^
islos, la poderosa protección de la Virgen bendita, que fue en iodo tiempo el ^
Auxilio de los Cristianos.
pio X.

María y la Luna.

. Pulcbra at luna (Canto. V I, 9).

Cuando al atardecer el sol se esconde entre
nubes de ópalo, se elevan de la tierra oscuras
sombras que tienden sobre el horizonte negro
y tupido velo, envolviendo el mundo en tinieblas
y misterio.
No dura mucho, sin embargo, el reino de las
sombras, porque un nuevo astro con esplen­
dores de oro bruñido se alza majestuoso en el
silencio de la noche, rasgando débilmente las
tinieblas: es la luna que Dios nos regaló el cuarto
día de la Creación para que presidiera la noche.
Nada más encantador que el espectáculo de
una límpida y serena noche. Así como el sol
semeja a Febo que recorre en carro de fuego
el hemisferio, la luna es como Diana que en
carro de plata se pasea majestuosa’ entre los
rubíes y esmeraldas del estrellado cielo.
Pero no obstante esa majestad y hermosura
de la luna, jamás los cristianos llegaron a con­
fundirla con una diosa; a lo sumo, para ellos es
un símbolo, aunque sea de los más expresivos,
de María; efectivamente el Espíritu Santo re­
firiéndose a nuestra Madre celeste la llama:
pulchra ut luna, hermosa como la luna, y los
Santos Padres la consideraron como Luna de
gracia.
I. — La belleza de María en lo que se refiere
al cuerpo es un reflejo de Jesucristo, a quien
David llamaba speciosus forma prae filiis Itominum (Ps. 44), del mismo modo que la belleza
de la luna es reflejo del astro rey. ¡Cómo no iba
a ser perfecto el cuerpo de María que mereció
ser fecundado por la gracia del Espíritu Santo
y sir\dó de templo a la majestad del \^erbo
humanado, ese cuerpo cuyos elementos inco­
rruptibles resistirían a las fuerzas destructuras
que en el sepulcro reducen a polvo toda carne,
ese cuerpo cuya voz y palpitaciones son más

suaves y dulces que las melodías más armoniosas
de las arpas de los ángeles!
San Epifanio, que vivió en el siglo IV, nos
dejó el siguiente retrato de la figura física de
María: « La Virgen era de estatura poco más
que mediana; su piel era del color de las espigas
maduras; los cabellos entre castaño y rubio, los
ojos vivos y con pupila de color de aceituna,
las cejas abundantes y bien arqueadas, la nariz
ligeramente aguileña y los labios de color de
rosa; la forma del rostro era ovalada n. Pero —
cosa singular — del mismo modo que la luz de
la luna es inofensiva hasta para la vista más
sensible, así la hermosura de María no em­
pañaba ni siquiera levemente la inocencia más
timorata. « Ella — afirma San Dionisio Areopagita, que tuvo la felicidad de contemplar en
la tierra el rostro de la Madre de Dios, convi­
daba a la modestia y elev’aba el alma al cielo ».
II. — Y ¿qué decir de la belleza de María
en lo tocante al alma? Oigamos a S. Gregorio
Nacianceno que exclama: Pulchritudinem exis­
tima animas ornamentum, y el Real Profeta:
Omnis gloria ejus filiae regis ab intus (Ps. 44).
Un poeta que contemplaba una hermosa ca­
tedral gótica, rompió en esta expresión: la vista
se pierde entre tantas maravillas. En la con­
templación de las maravillas que adornan el
alma de la Madre de la divina gracia, piérdese,
no solamente la vista de los hombres, sino
también la de los ángeles, de quienes ella es
reina; su alma es el cofre donde la Infinita y
Omnipotente Bondad del Altísimo guarda las
inefables alegrías que reserva a los bienaven­
turados en el cielo.
Es verdad que los ángeles son por naturaleza
superiores a María; pero María, por las prerro­
gativas de que fué adornada, por la gracia con
que fué enriquecida, por su incomparable san­
tidad e inmensa gloria, está sobre todos los
espíritus celestes; los ángeles de todas las geraiquías no pasan de minúsculas pepitas de oro

- 85 al lado de este magníñco diam ante labrado por
el mismo Dios. Dios creó el cielo y la tierra en
el espacio de tiempo que se necesita para decir:
fa t; sacó al hombre de la nada en el tiempo
que se necesita para plasm ar una estatua de
barro; Maria, en cam bio, concebida por la mente
del Eterno, mucho antes que cualquier otra
criatura, la fue perfeccionando en el transcurso
de las generaciones. N o debe, por tanto, causar­
nos mara\-iUa si E lla ha resultado un pinísim o
reflejo de la I112 eterna: candor lucís aeternae;
hermosa como la luna: pulchra ut luna; y no
contento, añade S. Tarasio: luna micantior,
más hermosa y bella que el astro de la noche.

ViCH {Barcel.-España). — Un joven de unos
20 años, venía sxifriendo desde mucho tiempo
una terrible enfermedad que le producía perió­
dicamente violentísimos ataques, hasta el punto
que agotados todos los medios que aconsejaron
distintos médicos, sin esperanza de curación y
siendo muy difícil atenderlo debidamente en la
casa paterna, hubo de adoptarse la resolución de
colocarle en im establecimiento apropósito. Mucho
tiempo pasó también en la casa de curación, ata­
cado periódicamente de la enfermedad, dando la
sensación de incurable, incluso al personal facul­
tativo del establecimiento.
Sus padres y familia, sumamente angustiados,
por consejo de un buen amigo sacerdote acudieron
a María Auxiliadora, practicando la novena y
prometiendo la madre una limosna y la publica­
ción de la gracia, de obtener la deseada curación
de su hijo. Cesaron muy luego los periódicos ata­
ques y pudo salir del establecimiento, después de
mucho tiempo de permanecer en él, completamente
bieii, y continúa en la casa paterna sin la menor
señal de su pasada enfermedad.
P. F. M.

H uesca (España). — Habiendo caído grave­
mente enfermo, a principios de junio de este
mismo año, uno de nuestros niños aspirantes,
que con grandes deseos se preparaba para comen­
zar sus estudios en nuestro Seminario de Carapello,
cuando ya el médico de cabecera comenzaba a
perder toda esperanza de salvarle, acudí a nuestra
buena Madre María Auxiliadora, prometiendo
publicar la gracia en el Boletín si ella le salvaba;
púsele una medalla en el cuello y le encomendé
a las oraciones de los niños.
Aquella misma tarde se inició la mejoría, y
gracias a Dios y a tan bondadosa Madre en pocas
semanas quedó completamente restablecido.
Noviembre, 27 - 1923.
L uis X axcó, Director.

H uesca (España). — A primeras horas de la
madrugada del 7 de julio ptisado, nos vimos sor­
prendidos por un horroroso inceiulio que se había
iniciado en la casa contigua a la nuestra y que de
un momento a otro amenazaba destruirla.
E n tan apurado trance recurrimos a María A u­
xiliadora, prometiendo hacer celebrar una misa
en su altar para que nos salvara vidas e intereses,
si así nos convenía. Abandonamos la casa. Y ;oh
prodigio! cuando volvimos no había el más pe­
queño desperfecto, siendo de notar que de los
cuatro casas que lindaban con la del siniestro,
todas habían quedado destruidas, menos la nuestra.
Agradecidos a tan señalado favor, cumplimos
nuestra promesa, rogando a nuestra buena Madre
María Auxiliadora siga protegiéndonos como
hasta ahora lo ha hecho, y deseamos se publique
este favor a mayor gloria suya.

A mbrosio P auacin .
EciJ.\ (España). — Nuestra Celestial Madre,
una vez más ha' q^terido mostramos su potente
Auxilio librándonos de inminente muerte. ¡Ella sea
bendita!

E l 18 Agosto u. p. en el trén que llega a ésta a
las 9 ^ de la noche, regresaba de los Santos Ejer­
cicios, acompañada de una Hermana: E n la esta­
ción esperaban otra Hermana con dos señoritas
almnnas nuestras que, en su coche jardinera,
querían conducimos a Casa, situada al otro ex­
tremo de la población: Después de los saludos,
nos subimos, y puesto en marcha el carruaje (que
era tirado por uno de esos troncos soberbios que
hay por Andalucía) empezamos a conversar ale­
gremente. N o abríamos andado, ni veinte metros
cuando, fuerte sacudida nos llamó la atención;
una de las niñas dió im grito; miré para atrás,
pero dada la obscuridad de la noche, solo percibí
polvo y pensando habría sido tropezón con alguna
piedra o ramaje, seguimos tranquilas, pues el
coche seguía corriendo. Más de pronto, me doy
cuenta que volcábamos y si bien, ni por sueños podía
imaginar el peligro de la catástrofe, movida como
por sobrenatural impulso, grité ¡María Auxilium
Christianorum!... No pude decir más, porque re­
cibí tan fuerte porrazo, que perdí el sentido. ¿Qué
había sucedido? Los caballos se habían desbocado
y rota una brida, sin nosotros damos cuenta,
había el coche estado dando vueltas, hasta que
primero dió en unos marmolillos ^ después contra
un árbol, que dejando el coche hecho astillas, a
cada una nos tiró por un lado. Y o había caído de
peso boca arriba y quedado entre las ruedas que
los caballos arrastraron todavía un pedazo, ha­
ciendo de mi ropa un girón. Todo el personal de
la Estación y de luia rantína imnediata, corrió
a socorremos: Y o sola, permanecía tendida (pues
afortunadamente se habían las demás podido
valer solas) y yo, como despertando de un sueño,
solo recuerdo que sentí me cogían y ponían en pie,
oyendo a la m ultitud decir « Hemiana, usted ha
invocado a la S.ma Virgen y bien podemos decirle
que al encontrarla viva, vem<» el milagro mayor
de nuestra vida, pues creíamos recogerla a V. de>trozada. A pesar del magullamiento tan grande.



sentí mi cabeza serena. Como se pudo, nos subimos
a otro cocbe y nos trajeron a casa. De seguida
vino el médico, que pudo confirmar estaban las
nifia.s bien, aparte de algunos rasguños de poca
im])ortancia. La.s Hermanas, tampoco sufrieron
daños mayores: a mí, me reconocieron fractura
del radio del brazo izquierdo y el derecho todo
magullado, como también la cabeza. Sentía fuertes
dolores y entonces prometí, si curaba, publicar
la gracia en el Boletín Salesiano. He pasado tem­
porada de mucho malestar y sobre todo, im grande
apocamiento y como especie de sugestión de miedo,
que me sobresaltaba aJ menor ruido. Este temor
aumentó cuando al mes, empecé a resentirme del
féimir de la pierna derecha, que me dejó sin podemie mover. Entonces, la Comimidad empezó
una Novena a María Auxiliadora por intercesión
<le nuestro Vble. Padre D. Bosco, novena que se
hacía durante el tiemix) de la Santa Misa y... loh
bondad! Desde el primer día, sentí alivio y al ter­
minarla subía y bajaba la escalera y sobre todo,
sentía que, mi espíritu, reaccionaba pasándome
aquel temor que tanto daño me hacía. H oy hace
tres meses y agradecida cumplo mi promesa para
eterna gloria de nuestra Celestial Madre, que nos
libró de males mucho peores y aumentó en nuestro
corazón los sentimientos de tierna y mayor de­
voción filial.

86



T

E cija (España). — Plallábase iñi padre muy
grave, tanto que ya los médicos no daban espe­
ranza alguna. Y o quería se le administrasen los
illtimos Sacramentos, pero me era de todo punto
impasible el lograrlo, porque mi madrastra se
oponía a ello.
Y o temía grandemente por la salud espiritual
do un ser, para mí, tan querido. En tan triste
situación, recurrí a María Auxiliadora prometiendo
publicar la gracia si EUa se valía de algún medio
a fin de que el enfermo no muriese sin Sacramentos.
Da gracia no se hizo esperar. Cuando menos
lo pensaba, disponen ir a Sevilla, donde vivía ima
hermana de mi padre, para ver a un especialista,
y así se hizo, con gran gozo de mi alma; pues así
tenía yo alguna persona más en mi favor.
Tenía esta tía lui hijo sacerdote, y, a más, te­
níamos otros dos primos, los Ipte se encargaron
de arreglarlo todo sin que mi madrastra ya pudiese
oponerse a ello. El enfermo recibió lodos los au­
xilios espirituales y sti muerte fué la de un justo,
que acaeció a las pocos días de haber llegado a
Sevilla.
Otra gracia también recibí de tan bondadosa
.Madre, devolviendo la salud a una prima mía
([ue se encontraba a las puertas de la muerte,
dejando tres hijos de muy corta edad.
l ’or lo cual, doy gracias a María Auxiliadora
y lo publico, para honra y gloria ile tan excelsa
Madre.
E. B.

Afric^, Zacarías R . Herráiz, soldado de cuota del
reemplazo de 1920 y hermano del que suscribe,
se hallaba en su hogar paterno dedicado a las
faenas agrícolas, propias del tiempo, después de
haber cumplido como soldado con todos los re­
quisitos que en el primer año la Dey exige a todos
los individuos acogidos a los beneficios del Capí­
tulo X X de la ley dé reclutamiento; y por consi­
guiente nada sospechábamos respécto de tener
que ausentarse m i hermano y mucho menos que
con su ausencia se iba a turbar la tranquihdad y
bienestar de nuestra casa; cuando he aquí que,
el día cuatro de Agosto se presenta la Guardia
Civil en nuestro domicilio, presentando ima Orden
para que inmediatamente se incorporara mi her­
mano al Regimiento a que pertenece, que lo es el
del Rey. L a sorpresa que recibimos toda la fa­
milia y sobre todo la que nos dió a ambos el sér,
no me es posible recordarla sin conmoverme. Mi
hennano no sentía el tener que servir a la Madre
Patria. Y o no hubiera sentido en marchar en
lugar de mi hennano; pero todos preveíamos el
inminente peligro que en breves días iba a correr,
y por lo tanto el momento que se aproximaba nos
era fatal, en demasía.
Estando las cosas en tal estado, no nos quedó
otro recurso que el de encomendarlo, con todo
el fervor de ima familia verdaderamente cristiana,
a la que es Madre y Auxilio de todos los que la
invocan con fe, después de habernos resignado
a verlo partir a las dos de la mañana del día si­
guiente, dirigiéndose a Madrid, en donde tiene
la plantilla el conocido Regimiento a que pertenece.
E l 15 recibieron la orden de tener que marchar
para Africa y el 1 7 a las 11 de la mañana y a habían
desembarcado en Melilla o sea en aquellas perver­
sas tierras africanas; y aquí es donde comienza
la protección de la Sma. Virgen para con mi her­
mano; pues desde el día 23 de Agosto de 1921 que
fué la primera operación militar que realizaron
para protejer un convoy que iba a Tisa, que,
por la tenaz resistencia que oponía el enemigo,
se hizo famoso, hasta el 20 Octubre del año en
curso no ha dejado de intervenir en todos los
combates que con frecuencia relativa se han ido
sucediendo, luchando muchas veces cuerpo a
cuerpo, hasta vencer a esos formidables salVaje.s,
y otras veces, según versión de mi expresado he
hermano, ha visto caer metralla sobre él y sobre
los que acompañaban con tanta abundancia como
caen granizos, viendo igualmente caer a su lado
muertos y heridos en número más que regular y
él jamás ha tenido ni el menor contratiempo.
Reconocidos a tan singular favor, después de
haber traído a mi hermano a nuestra casa, lleno
de salud y de vida, no podemos menos de exclamar
con San Bernardo:«En los peligros, en las angustia-»
en las dudas pensemos en María, invoquemos a
María, que su nombre sea siempre en nuestros
labios, que E lla jamás se aparte de nuestro co­
razón '.

A uia Pie LA OmsPALLV (España). — A raíz del
<lcsastrc que en julio de 1921 sufrieron his tropas
españolas en la pacificación del protectorado en

B uenos A ires (Argentina). — H acía y a ca-i
tres años que Victor Margerie sufría una enfer­
medad en los huesos que le molestaba mucho

Sor A ntonikta A mat
H. d. M . A .

- 87 V <|uc, según el parecer de los facultativos, era de
dificil curación.

Al principio anduvimos algo preocupados, pero
luego que acudimos a María Auxiliadora, de qui«i
tantas curaciones liabíanios oído, la cosa cambió
de aspecto.
Esta buena Madre atendió nuestras súplicas,
porque el jovencito empezó a mejorar a ojos vistas,
hasta llegar a estar casi completamente sano.
• Agradecidos a la Sma. Virgen de D. Bosco,
cumpliremos la promesa de ser sus devotos.

La familia JL vrgerie y del Caí,.
C asacas {Venezueld). — Atacado de violenta

disentería, m i hijo Rafael se vió gravísimo. Lo
encomendé a María Auxiliadora, haciendo su No­
ven a,'y mis ruegos fueron atendidos, pues el
fermó alcanzó una rápida mejoría. Agradecida
a María Auxiliadora hago público el milagro con­
seguido.

M aría B uitrago .

Dan también gracias a Haría Auxiliadora.
Mosquera {Colombia). — Profundamente agra­
decida a la protección de la Santísima Viigcn
María Auxiliadora por haberme concedido la salud
después de varios meses de cama, hago público
mi reconocimiento en el Boletín Salesiano, y cumplo
mi promesa de publicar la gracia.
Barro

L u ch a D . de Alfonso .

(España). — Agradecida a María Au>JLliadora por la salud de mi hijita hago celebrar una
misa y envío una limosna.

Onieniente

R osalía A mor de R uibal .

(España). — Dña. M. G. por gracia
recibida envía una limosna.
Torrente (España). — Dña. Guadalupe envía
una limosna de 25 pesetas por gracia recibida.
Patagones (Argentina). — María Auxiliadora
me ha concedido una gracia señalada por lo que,
agradecida, en\do ima limosna.
J. P. M.
Habana (Cuba). — Dña. Blanca Zaniorano da
gracias a María Auxiliadora por favores»recibidcs^
La Unión (Colombia). — DúR- Teresa Posso
de Quintero envía ima limosna, por gracia recibida.
Labateca (Colombia). — Los Sres. Carlos L . Bermúdez; Juliana y Casiano Peñaloza; Florentina
Mendoza de Carbajal; José del Cannen Mendoza;
Eladio Caniaigo; Aurelio Fonseca; Moisés Gómez
y Mercedes Parada dan gracias a María Auxilia­
dora y envían limosna.
Tumaco (Colombia). — Las Sras. Romelia de
Arias; Lucía de Hidalgo; Noemi Morcillo; Manuela
George y otras Cooperadoras manifiestan su gra­
titud a María Auxiliadora y envían una limosna,
UsuliUán (República del Salvador). — ■.Dña. Jo­
sefa A . Parada, por haber obtenido la curación de
su hija, envía una limosna.
Caracas (\*enezuela). — Inés Arroyo Lameda
da gracias a María Auxiliadora por haber recibido
im señalado beneficio, y envía una limosna..

Por el Mundo Salesiano
ESPAÑA. — La revista regional “ Don Bosco,,
progresa.
Prueba inequívoca de la vitalidad de los -Anti­
guos Almnnos salesianos españoles es el progrc.so
incesante de su organización y difusión, el admi­
rable desarrollo de su prensa, las excelentes re­
vistas que, en prosperidad continua, son expo­
nente magnífico de ese coijsolador movimiento
y afirmación de vida.
Sin querer herir la modestia de esos buenos
ex-alumnos, nos vemos impulsados a manifestar,
no para aplaudirles ni estimularles, que bien de­
muestran no necesitar de acicates para florecer y
prosperar, sino para exteriorizar nuestra satisfac­
ción, la gran complacencia que nos ha proporcio­
nado el primer mbnero del « Don Bosco » del año
1924, notablemente mejorado en todo el conjunto,
con su artística portada, los artículos llenos de
enjimdia y respirando entusiasmo, religiosidad
y salesianismo puro por todas sus páginas.
Cuando hace irnos años oíamos a su Director
planear con cariño la actual revista, no obstante
dejamos influenciar por su comunicativo opti­
mismo, que soñaba con una publicación de em­
puje. en armonía con la gran organización de los
Antiguos Alumnos salesianos, pensábamos con
pena que las realidades quedarían muy por bajo
de las generosas aspiraciones del autor y que él
mismo vería un día decaer sus entusiasmos; pero
no fué así, porque sucedió todo lo contrario de lo
que esperábamos, lo que hoy consignamos con
hondo placer.
E l airículo que encabeza el primero y hennaso
número del año 1924 refleja los mismos arrestos,
idénticos propósitos y entusiasmos por mejorar
y engrandecer la revista que mo.straba hace cuatro
años su inteligente y activo Director en procurar
el nacimiento de lo que actualmente
somsoladora realidad.
Nuestra cordial enhorabuena a cuantos con la
pluma o su calor mantienen floreciente esa joya,
orgullo legítimo de la capacidad y disposición
emprendedora de nuestros Antiguos Alumnos.
BUENOS AYRES (Argentina). — Peregrinaclóa
a Lujáo de los Aatiguos Alutnaos Argentinos.
Como anunciábamos en el Boletín de Enero,
los entusiastas Antiguos Alimmos argentinos han
verificado una vez más la tradicional peregrina­
ción a Ntra. Sra. de Luján.
Si todos los años resultaba im acto significativo
de religiosidad, unión y fuerza de los ex-alunmo.s
de Don Bosco que impresionaba agradablemente
a todo argentino amante del orden y del glorioso
porvenir de la Patria, la magnífica, imponente ma­
nifestación del presente año es un triunfo glorioso.

im acto de afirmación de catolicidad y salesianismo que promete días de esplendor.
I’or ese camino, emprendido con tanto.tesón
y entusiasmo, los Antiguos Altmmos argentinos
marchan seguros a la realización del grandioso
programa que el Ven. Don. Bosco les trazara para
bien de la Iglesia y de la sociedad.
I’ero es preciso, para llevar a cabo tamaña em­
presa, unión y disciplina a toda prueba, reorga­
nización compacta de fuerzas, que cada Antiguo
Alumno sea un decidido y entu-siasta apóstol que
promueva la xinión y florecimiento de sus respecti­
vos centros.
Mientras les enviamos nuestra calurosa felicita­
ción, rogamos a María Auxiliadora para que bendiga
y haga fructificar las iniciativas y buena voluntad
de esos nuestros queridos liennauos argentinos.
URUGUAY. — El día del Ex-alumao.
Para los exalimmos de Don Bosco del Uruguay,
el año 1923 es uno de los más gloriosos.
diversos Centros de ex-aliunnos crecen
pujantes y vigorosos; su simpático organo el ♦ Don
Bosco » modesto en la forma, pero rico en ideología,
y grande y entusiasta, como obra del corazón,
sobrepasa y a el tiraje de 5.000 ejemplares,-lo cual
quiere decir que 5.000 ex-aliminos reciben sus
in.spiraciones. L a entidad de los ex-aliunnos marcha
a la cabeza de las juveniles sociedades católicas
uruguayas, y para fiu y remate, como espléndido
broche de oro se acaba de celebrar en varios Cen­
tros el «Dia del E.x~alumno » recién instituido, con
un éxito clamoroso, con entusiasmo desbordante,
con incontenible impulso de batir de palmas
y con alegría toda salesiana. Es que los hom­
bres de hoy comenzaron a vivir por im mo­
mento la vida de niño con todos los' dulces
recuerdos de la edad del colegio. « E l día del E x­
alumno » ha quedado consagrado en los colegios y
Centros del Uruguay con im timbre de honor y gloria.
1Lástima que por la escasez del espacio no potlamos reseñar las hermosas fiestas que los cente­
nares de entusiastas ex-aliminos de los colegios
tlel Sgdo. Corazón; Talleres de Don Bosco; Colegio
Don Bosco etc... han celebrado y con devoción,
u i el día del Ex-alumnol
Baste decir que en religiosidad y espíritu salesia110, los actos realizados por los activos uruguayos
no desmerecen de cuantos han celebrado los demás
antiguas alxminos salesianos en el mundo entero.
[Bien por los Antiguos Alumnos uruguayos]
BRASIL. — Nueva diócesis para un Obispo Sa>
lesíano.
Su Santidad, a petición del Gobierno Brasilero,
ha erigido en aquella gran República, en el Estado
de Pemambuco, una nueva diócesis con el nombre
de retrolina. siendo designado para regirla el
salesinno Monseñor Malán, actual Obispo tit\ilar
de Amiso.
Esta diócesis ha sido desmembrada de la de
i'est]ueira, por deuutóiado extensa, y aliora fonna
pi\rtc lie la provincia de Ülinda Recife.
¡Qué Dios bendiga los trabajos apostólicos del
venerable Preladol

S. JOSÉ (Costa Rica). — Bendicién del nuevetemplo de María Auxiliadora.
E l día 9 de diciembre, se bendijo solemne­
mente el nuevo templo que han levantado los
Padres Salesianos a María Auxiliadora, con la
generosa cooperación de todas las personas de
buena voluntad. E l artístico templo, es rma piedra
preciosa que engalana la nueva Cartago; su esbelta
fachada es im conjxmto gracioso de las más sen­
cillas. producciones arquitectónicas; el interior es
de orden gótico. En el centro del presbiterio se
levanta im altar de mármol blanco de Carrara,
en el que está colocada la dulce y preciosa imagen
de María Arixiüadora e ilmninada con destellos
de v iv a luz, como una visión de gloria que embe­
lesa a cuantos la miran.
L a decoración del templo, es obra del acreditado
artista profesor Alessandro del Veccíxio, pintor
y decorador eclesiástico, ex-Director de la A ca­
demia de Bellas Artes mexicana. E l decorado
tiene un aspecto majestuoso y bello; la arquería
ojival parece un sedoso y blanco cortinaje de en­
caje transparente, recamado con hilo de oro. La
columnata ostenta los jaspes del mánuol amarillo
de Verona; el basamento tiene el color del mármol
negro de Africa, con sus blancos jaspes; el arco
del fondo del presbiterio, descansa sobre dos co­
lumnas que lucen el color del mármol verde de
Florencia.
Las ventanas son elegantes; preciosamente
decoradas con una imitación de mosaico; el coro
está engalanado con bellísimas guirnaldas de
hermosas y vistosas flores. E l gusto artístico en
la combinación del colorido, recomienda muy
alto al renombrado Profesor.
E l Padre Domingo Soldati está haciendo un
esfuerzo más, para dejar completamente acabado
el Templo; se estrenarán los bancos y la mampara,
lo que completará la belleza de ese recinto sagrado,
que está llamado a ser el primer Santuario de
María Auxiliadora eu Costa Rica.
INGLATERRA. — El Cardenal Bourne visita a
los Salesianos de Cowley.
De paso para Oxford, el Cardenal Boume hizo
vUtimamen^te una visita al Colegio Salesiano de
Cowley. que está situado en el territorio de esa
célebre Universidad de Oxford.
Grande es el cariño que el Emmo. Purpurado
profesa a la Obra de Don Bosco, pues él mismo se
titula « The first and greaiest cooperator in Englani »:
« E l primero y más entusiasta de los Coopera­
dores Salesianos ingleses ».
Estudiaba el joven Boume en el Seminario de
Saint-Sulpice en París, cuando Don Bosco llegó
a esta ciudad, en Mayo del año 1883. Quedó tan
bien impresionado del encuentro con el Siervo de
Dios que, una vez ordenado de sacerdote, fué a
ver a Don Bosco al Oratorio de Turín, donde vivió
algún tiempo en su compañía.
.:\ntes de partir para Inglaterra, Don Bosco le
dijo: « ^^aya a su patria donde le esperan grandes
cosas, y prepárese a recibir a mis liijos ».
Pocos años después, en efecto, el joven sacerdote
Boume recibía en Londres a los primeros salesianos,

1

I



y él mismo Ies alojaba en la modesta casa de
Trvti Street, ^•i^•iendo algunos días en su compañía.
Fué una de las más grandes alegrías que he experi­
mentado en Inglaterra », decía poco ha en nuestro
colegio de Corvley.
D e ^ e que conoció al \'en. y lo trató tan inti­
mamente en Turín, siempre que la ocasión se le
presenta habla de Don Bosco y su sistema edu­
cativo, llevándolo a la práctica, como hizo en el
seminario de San Juan en Wonersh, cuando le
nobraron Rector de aquel centro.
,
Cuando fué consagrado Arzobispo de Westminster, gozaba inmensamente \dniendo a entre­
tenerse un rato con los niños de nuestra Casa de

S9 —

¡Ciertamente.que se requiere fe para no acobar­
darse ante una obra tan costosa y sin contar con
otros medios que los que envie la Divina Provi­
dencia!
FRANCIA. — El nombre de Don Bosco a ana
calle de Niza.
E n una reunión de los Antiguos Alumnos de
Niza, uno de dios, hadéndose eco del sentir de
todos los demás, propuso, como homenaje de gra-

Battersea.

E l año pasado, al inaugurar tma capilla en su
gran Seminario, quiso dedicarla a San Francisco
de Sales, y, al propio tiempo, mandó se hiciera
un nicho para colocar también mía estatua de
María Auxiliadora.
Todo eUo hace que los Salesianos de Inglaterr.'i
lo quieran como a hermano propio, hasta el punto
que, habiendo nombrado Cardenal a Monseñor Cagliero en 1915, ellos, comentando la noticia con
regocijo, dijeron: * Gracias a Dias y a tenemos un
Cardenal en Roma, pero antes teníamos otro en
liendres ».
QUEBEC (Cañada). — Asilo Don Bosco.
Hace tmos años el celoso sacerdote P. Filippón,
gran admirador de Don Bosco y Cooperador Salesiano, vió pasar por una de las calles de la me­
trópoli del Canadá a un joven obrero, miserable­
mente vestido y demacrado.
Movido a compasión, le llevó a su casa donde
le dió de comer y vistió decentemente. A l día
siguiente condujo cuatro más, tan pobres y andra­
josos como el primero, y a poco el numero de sus
protegidos llegaba a 12.
No teniendo ya donde albergarlos a todos, se
dirigió a las autoridades locales, que pusieron a
su disposición xm hermoso hospital.
Satisfecho por la prontitud con que la Provi­
dencia acudía en su ayuda, determinó consagrar.se
por wm pleto a estos pobres desgraciados, y , como
admirador de Don Bosco, introdujo su sistema
en el gobierno de la casa, a la que puso el nombre
de Asilo de Don Bosco.
El actual procurador del asilo, P. Letoumeau,
nos escribía hace poco en los términos siguientes;
* ¡Qué feliz soyl ¡Qué obra más hermosa estamos
llevando a cabol A ella quiero dedicar todas mis
energías y vida. Somos tres sacerdotes que ha­
cemos vida de comunidad, rezando en común las
oraciones y hasta el breviario. Hoy, 10 de agosto,
debemos cerrar un contrato de compra de im
terreno, donde se construirá la nueva casa, pues
la actual nos la concedieron provisionalmente.
La construcción y el terreno no costará menos de
5,000,000- de pesetas, y no tenemos ni siquiera 20
en caja; pero la Proridenda proveerá.
Nuestra lectura e^ iritu al la hacemos en la
vida de Don Bosco, de cuyos ejemplos sacamos
ánimos para continuar cem la empresa. Nos enco­
mendamos a sus oradones >.

CHBRTSBY (Ineiatera). — B tcueit Mieviaoa.
titud a nuestro Ven. Padre, que se diera el nombre
de Don Bosco a una de las calles importantes de
la pobladón.
Acordado, varios Antiguos Alunmos, concejales
del Ayuntamiento, presentaron la modón al
Concejo, apoyándola con el siguiente razonamiento:
« Entre los grandes hombres que han visitado
Niza durante el siglo X I X xmo de los más emi­
nentes es, sin duda, Don Bosco, apóstol de la
niñez pobre y abandonada. Su nombre es hoy conoddo, amado y respetado por ambos hemisferios.
Si nosotros hemos pagado la visita de algunos
de esos grandes hombres dando su nombre a
algunas de nuestras calles, es'm u y justo que se
haga otro tanto con Don Bosco.



Además de que este venerable^ barón es y re­
presenta algo más que algimos de esos seíiores
para Niza, ya que ha dotado a nuestra ciudad de
un establecimiento benéfico donde se han formado
y forman excelentes generaciones de obreros,
haciéndose altamente acreedor a nuestro afecto
y gratitud.
Bando el nombre de Don Bosco a la calle que
conduce al benéfico centro, el Ayimtamiento se
a.socia al reconocimiento de los pobres y de los
¡Xíqueflos hacia este grande hombre, que aun con­
tinúa, por medio de sus hijos, enderezando a estos
jovencitos por el sendero de la honradez y del bien ».
L a proposición fué aceptada por unanimidad.

9 0

1



de xm sacerdote, de haber ofrecido a Dios xmo de *
sus lujos en la Sociedad Salesiana, el Rdo. P. Ro- ?
berto Tavella.
r
Niunerosas fueron las personas, alumnos y
ex-aliunnos de los colegios salesianos, sacerdotes
y entre ellos el Rdo. P. Valentín Boiietti, inspector
salesiano, que pasaron por la casa mortuoria a
presentar su pésame a la familia y a sufragar el
alma de la difunta.
E l Apostolado de la Oración y las Devotas de
María Auxiliadora piden oraciones por el nhna
de la llorada consocia.
E l Boletín Salesiano se ime también al senti­
miento y, al par que ruega por el eterno descanso
de su alma, envía el pésame a su familia.

Exemo. Sr. Don Diego Manuel Chamorro.

Sra. Díía. Francisca Rodríguez Abaytiía.
E l día 20 del agosto pasado fallecía en Madrid
la señora Dña. Francisca Rodríguez Abaytúa,viuda
de Guedea, dama justamente apreciada por sus
caritativos sentimientos.
Perteneció a la Junta de Señoras Cooperadoras
y distinguió hasta sus últimos momentos a la
Obra Salesiana, instituyendo una benéfica fmidación en favor de los niños pobres.
Dios recompense su caridad cristiana.

Sra. Dña. Encarnación Yilán de Verdd.
También en Madrid dejó de existir el 19 de
agosto Dña. Encamación Yllán de Verdú que
ejercía de Presidenta de la Archicofradía de María
Auxiliadora, no omitiendo esfuerzo alguno en su
cargo, para el mayor esplendor del culto de la
Sma. Virgen Axixiliadora.

Sra. Dña. Rosa M. de Tavelfa.
En Buenos Aires, Argentina, entregaba su nlmg
a Dios el I de diciembre Dña. Rosa M. de Tavella.
La muerte la arrebató al cariño de los suyos
en fonna casi imprevista, pero no inesperada.
De una fe profundamente cristiana, herencia
preciosa de los hijos de la Liguria, deja su nombre
vinculado a varias instituciones piadosas y entre
ellas al Apostolado de la Oración y a la Asociación
de María Auxiliadora, siendo edificantes la puntuiUidad y el fervor con que practicó los relativos
ejercicios de piedad hasta pocos días antes de su
puso al Cielo.
Í*ero la satisfacción más amplia y que llenara de
alegría a la llorada Doña Rosa, era la de ser madre

E l día 12 de octubre moría, tras breve enfer­
medad, en Managua, Nicaragua, el Exemo. Señor
Don Diego Manuel Chamorro, fortalecido con los
auxilios de nuestra santa religión.
Esclarecido patricio y eminente estadista, ocu­
paba la Presidencia de la República, con la satis­
facción de los súbditos y l)ien de la Iglesia, a la
que favorecía como buen hijo, cuando le sor­
prendió la muerte.
Con él pierde Nicaragua uno de sus más grandes
hombres, pues al decir de Don José I.Gómez su
figura era como la encina secular que al caer con­
mueve a los troncos jóvenes que crecían robustos
a su abrigo.
Nosotros los Salesianos diremos solamente que
el Excelentísimo Señor Don Diego M. Chamorro
fué nuestro grandísimo bienhechor, en la ciudad
de Granada, que no lo olvidaremos por cierto en
nuestras oraciones y que enseñaremos a los tres­
cientos cincuenta alumnos que frecuentan nuestras
escuelas a recordar a quién tan grandemente los
amó. Y a ofrecimos al Todo-poderoso repetidos y
solemnísimos sufragios y convidamos a todos a
unirse a nuestras preces, a fin de que el Altísimo
tenga cerca de sí al difimto Presidente Sr. Don
Diego y se obtenga también un poco de alivio
para su dolorida familia. Requiescat in pace.

Otros Cooperadores difuntos:

Barcelona (España): Don Joaquín Margerrat
y Cobella, ex-alcalde de Sarriá y gran bienhechor
de nuestra Obra; Muy I. Don Carlos de Ponteuberta y de Perramón; Don Juan Arderiu.
Barajas de Meló (Cuenca-España); Dña. Petra
Arguero.
Madrid (España): Don Leandro Martínez.
Arboledas (Colombia): Pbro. Don Eduardo
Villamizar.
Labaieca (Colombia): Sres. Evangelista Verga;
Camilo Flores; Leocadio Camacho; Roberto Duráa;
Herminia Valencia; Juan Mora R.
Pamplona (Colombia): Don Rafael Duarte.

Con aprobación de la Autoridad Eclesiástica: Gerente: GEM IN IAN O F E R R A R I,
Establee. T ip .d e la Sociedad Editora Internacional. — Corso Regina Margherita, N. 174 - TURIN

T
3f'

Avenida Regina Margarida, 174 - TURÍN (Italia)

THE0L06IA DOGMATICA, HORAIIS, MTSTIGA, PASTORALIS, Etc.
SACGA Sac. PBTEUS. — Theologiae moralis synopsis. Breve opus ex sapientissimis scriptoribus de Ee Morali eductum et &á normam novi Codlcis Juris Canonici exaratum: Iiibellae 12,50. Apud exteros: libellae 16,50.
MAZZELLA HOE, Archiep. Tarentinus. — Praelectiones Scholastico-Dogmaticae breviorf
aorsui accomodatae. Bditio quinta recognita et aucta.
Vol. I. — Tractains de vera Religione, de Scriptura, de Traditione et de Ecclesia Christi.
Libellae 25. — Apud exteros: libellae 30.
Vol. II. Traetatus de Deo T Jm ac Trino et de Deo Creante: Libellae 25. Apud exteroa:
libellae 30.
Vol. III. — Traetatus de Verbo IncaniaiOy de QraXia Christi et de Virtutibua infusiet
Libellae 25 — Apud exteros: libellae 30.
Vol. IV. — Traetatus de Sacramentis et de Novissimis: Libellae 25. — Apud exteros:
lib. 30.
BBBASTIAKI Sac. NICOLAUS S. Theol. et utriusque inris Doctor, Cancellarins a Brevibus
Apostoiieis Pii PP. XI. — Summarium Theologiae Moralis ad Codicem Juris Canonici
acoomodatum cpm lucupletissimo indice analytico:
Editio quinta maior (1920). In -8 max.: Libellae 9,50. — Apud exteros: Libellae 12,50»
Editio sexta minor-manuaUs. In 2á9 (cm. 9 x l5 ) charta indica pondere mínimo, pag. 650.
Linteo contecta: Libellae 14,50. — Apud exteros: libellae 18.
NAVAL P. FEANCISCUS Missionariis Piliis S. Cordis B. V. Mariae. — Theologiae asceticae
et Mysticae corsos, ad usum Seminariorum, Institutorum religiosonim, clericorum, necnon
Moderatomm animarum. Prima versio latina ab auctore recognita et adprobata: Libellae
8,50. — Apud exteros: libellae 11,50.
GAEEIGOU-LAGEAIí'GB Fr. EEGDf. O. P. — Theologia fondamentalis secundom S. Thomae doctrinam. Pars apologética: D‘e revélatione per Ecelesiam catholicam proposita.
Bditio 1921 emendata. — Opus juxta S. P. Benedicti XV optata saerae praesertim juventuti commendatum: 2 tomi. Libellae 45. — Apud exteros: libellae 60.
GUEY P. J. PBTEUS S. J. — Compendiom Theologiae moralis recentioribus actis Sanctae
Sedis legibus Codicis Juris canonici accomodatum, habita simul ratione italici juris, cura
P. Eaph. Tummolü ej. Soc. etc. 2 vol. Libellae 50. — Apud alias nationes: libellae 65.
CAPPELLO Sac. FELIX S. J. — Traetatus canoníco-moralis « De Sacramentis », juxta codicem
juris canonici: Vol. I. De Sacramentis in genere (De Baptismo, Conürmatione et Eucharistia) 1921: Libellae 20. — Apud exteros: libellae 26.
CABBOEB Sac. C. Theologiae et Juris Canonici Doctor, in Seminario Eegionali Apulo-Lucano,
Theologiae Dogm. et Saerae Éloquentiae Magister. — Elzamen Confessariorom ad Codicif
Joris Canonici norman concinnatom: Libellae 12,50. — Apud exteros: libellae 16,50.
MUXBEATI Sac. DAXTIS. — Prontoarium pro ordinandis et confessionis ezaminandis;
Libellae 4,50. — Apud exteras nationes: libellae 6.
ANTOXELLI Sac. JOSEPH. — Medicina Fastoralis in osom confessiariorum et curiarum
ecclesiasticanim. Editio quarta in pluribus aucta. Accedunt 94 figurae et 25 tabulae anatomicae coloratae. 3 vol.; Libellae 60. — Apud exteras nationes: libellae 80.
CHELODI Sac. JOAXtíES. — Jos matrimoniale juxta Codicem Juris Canonici: Libellae 6,50..
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paginis 3200. In-4°, charta manuíacta: Libellae 75. — Apud exteros: libellae 100.
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OBNICOT Ed. S. J. — Casos conscientiae propositi ac soloti. Opus postumum accommodatom ad Theologiae moralis Institot iones ej. auct. Editio 4* ad normam Codicis Juris reco­
gnita et pluribus casibus aucta a J. Salsmans S. I. etc.
Libellae 34. — Apud exteros: libellae 40.


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en Mayo de 1922.
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La correspondencia a la Sociedad Editora ¡nternacionai
Corso ¡Regina ñiargheríta, ¡74 - Turin 9, (Italia)»

Redacción y Administración: Vía Cottolongo, 32 - TURÍN.

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Texto
BOLETÍN SALESIANO
REVISTA DE LAS OBRAS DE DON BOSCO

Año XXXIX.

MARZO 1924

Número 3.

D o m la g o S a rfo e v ita u a a p e a d e a c ia .

Rod*cción j AdinínUtración: Via Cottoleogo N. 32 • TURIN, 9 (Italia).

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S O O I^ O JV r»
Avenida Regina Margarida, 174 — TURÍN (Italia)

NOVÜM
MISSALE
ex decreto Sacrosancti Concilii Tridentini

Missale Romannm restitutum S. Pii Y. P. M. jussu editum alio-

ruin Pontificum cura recoguitum a P ío X reformatum et SS.mi
D. N. B'enedicti XY auctoritate vulgatum.

1) Editio typica Vaticana nigro tantum impressa, cum mbricis italicis literis resultantibua,
in charta subtili sed solida. Cm. 17x26 marginibus comprebensis.
Bine tegumento'. Libellae 30. — Apud exteros: libellae 42.
Conteotum: 1) Semipelle ac tela, sectione rubra, titulo ac cruce deauratis: Libellae 60. —
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2) Tota pelle rúbeo colore, sectione rubra, titulo ac cruce deauratis: Libellae 80. — Apud
eiteros: libellae 11 2 .
3) Tota pelle rúbeo colore, auratis foliis, titulo deaurato in dorso ac cruce aurata in
planibus: Libellae 100. — Apud exteros: libellae 140.
2) Editio Turonica juxta typicara Vaticanam. Cm. 23x15. Impressum rúbeo nigroque
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Contectum: 1) Linteo, cum titulo áureo, sectione rubra. Libellae 84. — Apud exteros: lib. 90.
2) Omnia ut supra Ñ. 1 sectione vero aurata. Libellae 91. — Apud exteros: libellae 100.
3) Tota pelle, cum titulo áureo, sectione rubra. Libellae 112. — Apud exteros: libellae 120.
4) Omnia ut supra N. 3, sectione vero aurata. Libellae 140. — Apud exteros: libellae 150.
3 Editio Turonica juxta typicam Vaticanam (ÍT. 14 typus 28x19). Impressum rúbeo
nigroque colore. Textus illustrationibus.nitet, chrolibinaque impressione adeo perbeili refulget,
perspicuitas hterarum visum non laedit. Mínimum est pondus bujus MissaKs (2 Kg.) ut
a pueris ecelesiis inservientibus ferri potest.
Bine tegumento: Libellae 70. — Apud alias nationes: libellae 80.
Contectum: 1) Semipelle ac tela rúbeo colore, sectione rubra, titulo ac cruce deauratis:
Libellae 125. — Apud alias nationes: libellae 140.
2) Tota pelle rúbeo colore, sectione rubra, titulo ac ernce deauratis: Libellae 200. — Apud
alias nationes: libellae 220.
3) Tota pelle, rúbeo colore, auratis foliis, titulo deaurato in dorso ac cruce aurata in plañís:
Libellae 225. — Apud alias nationes: libellae 245.
4 Editio Turonica juxta typicam Vaticanam, manualis 1922 (cm. 10 x l5). Editio in óm­
nibus cum editione concordans, charta indica tenui et solida, cum characteribus magnis et
perspicuis rubro et nigro impressis, accuratissima.
Bine tegumento: Libellae 28. — Apud exteros: libellae 40.
Contectum: 1) Linteo, cum titulo áureo, sectione rubra: Libellae 35. — Apud eiteros: Li­
bellae 47.
2) Omnia ut supra, sectione vero aurata: Libellae 40. — Apud exteros: libellae 55.
6) Editio I Tauiinensls, 1921, iuxta typicam, commodissima, in paginis conñciendis com
moditatis rutione habita, fere numquam lectorem ab una ad aliam paginam remittens, pag.
patent cm. 1 4 x 2 3 ^ , rubro-nigro improssae, cum lineis rubris in quadrum ductis, charaot*
ñbus nitidissimis apposite fusis, lectu valde idoneis.
Editio haeo in duabus chartis diversis venit:
In oharta indica subtili ac solida (Missal. religat. gramm. 600 pondo)
In charta a machina crassiore (Missal. religat. gramm. 1100 pondo).
Bine tegumento: Libellae 50. — Apud exteros: libellae 65.
Contectum: 1) Semi-pelle rúbea ac tela eiusdem colorís in planis, titulo ac cruce in plañís,
foliis coloratis (vel infeotis ooloribus): Libellae 75. — Apud exteros: libellae 97,50.
2) Tota pelle rúbea, foliis coloratis, utulo in dorso ac aurata cruce in plañís: Libellae 90.
—- Apud eiteros: libellae 117.
3) Tota poUe rúbea, deauratis foliis, titulo in dorso ac aurata cruce in plañís: Libellao 100
Apud exteros: libellae 130.
)

)

.

BOLETÍN SALESIANO
REVISTA DE LAS OBRAS DE DON BOSCO

Año XXXIX.

MARZO 1924

Número 3.

S umario : Acuérdate, hombre, que eres polvo y en polvo te convertirás

— De ¡a (¡erra al
Cielo. — Tesoro espiritual. — Pedagogía en acción. — Consagración episcopal de un ex-ú/umno.
— De nuestras Misiones: Misión salesiana de Tanjore (India). — La Providencia en la Misión
de Shia-Choa. — Primicias de la China. — AíiJídn de ¡a Pampa Central. — Episodios de
las Misiones. — Culto de Marta Auxiliadora. — Crocias de Marta Auxiliadora, — Por el
mundo salesiano, — Los que mueren.

« Acuérdate, hombre, que eres polvo
y en polvo te convertirás ».
El hombre... ¡Qué misterio!
Si no' supiéramos por la fe que, a causa del
pecado, es un rey sin corona, un noble men­
digo, una grandeza decaída, imposible sería
topar sobre la tierra con un ser más inexpli­
cable y contradictorio.
Mezda de grandeza y pequenez, de luz y de
sombras, de un no se que de humano y divino,
se asemeja, en parte, a los ángeles a cuyo nivel
fué elevado por Dios, como enseña el Real
Profeta, y, a la vez, a la podedumbre y a re­
pugnantes gusanos, a quienes el Patriarca de
Hus llama, con verdad, padre, madre y her­
manos.
Mas, a pesar de mezcla tan hetereogéuea, de
elementos tan distintos, de ser un compuesto
de principios que. por ser diferentes, deben
llevar en sí y originar diversas tendencias, no
se explica esa contradicción marcada que hoy
lo trabaja, la ruda y continua lucha que lo
hace juguete de furiosas pasiones, fluctuar
entre el bien y .el mal, la virtud y el vicio, entre
Dios y el placer mezquino. Se pueden admitir
divergencias, por razón de la diferente natura­
leza de sus principios componentes, pero no
una contradicción, una hostilidad como la actual
que hace exclamar a la humanidad por boca
del Apóstol: i echo de ver otra ley en mis miem­
bros, la cual resiste a la ley de mi espíritu, y
me sojuzga a la ley del pecado, que está en los
miembros de mi cuerpo », y al poeta latino
que dice: « video meliora proboque, deteriora
sequoi r. veo las cosas buenas y las apruebo,
y, sin embargo, sigo las peores.

No, esta contradicción no hemos de buscarla
en la naturaleza, su origen está en otra parte,
la verdadera fuente de este desorden no es otra
que la soberbia, cuyas funestas consecuencias
nos lás relata el Génesis con la descripción de
la tragedia del paraíso.
Ea ambición humana, no satisfecha con la
abundancia de los dones recibidos, mal acon­
sejada, se acercó furtiva, en día aciago, a probar
del fruto vedado que debía conducirla a la in­
mortalidad, encumbrarla a la categoría de los
dioses, y tras el pecado de' ambición desmedida
llegó la penitencia.
Desde entonces data ese desequilibrio que
se observa en el hombre, la enconada lucha
que tan pronto lo precipita a un abismo de
miserias como lo eleva hasta la santidad más
encumbrada y el sacrificio más heróico; las
ansias del espíritu por remontarse al cielo azul
del eter imponderable, a las puras regiones
donde mora la dicha, mientras la materia se
deja fascinar por la materia, alucinar por sus
hechizos, arrastrar, embriagada, por los pla­
ceres y sus malsanos aromas.
Si obstinado en el mal, el hombre desdeña
el auxilio divino y se abandona a sus propias
fuerzas, padece incertádumbres, desvarios, sufre
continuas derrotas que lo reducen a sombra
de dioses, a barro quebradizo, desdoro de la
humanidad, mientras que, si reconoce su mi­
seria y se abraza a la cruz, triunfa con facilidad
de sus enemigos y pasiones, trocándose de per­
seguidor de cristianos en apóstol de las gentes,
de Magdalena pecadora, en ángel de penitencia.

m

-

Recorred las páginas de la historia, elocuente
biografía de la bumanidad, y veréis que la vida
del hombre es un continuo tejer y destejer, de
avanzar intrépido, detenerse receloso y retro­
ceder cobarde; tan pronto le veréis subir a las
cumbres de la gloria como rodar hasta el abismo;
remontarse a las alturas en las etéreas alas de
la esperanza y hundirse, rotas las alas, en la
sima de la desesperación; abrazarse a la virtud,
saboreando sus dulzuras, y entregarse al vicio
repugnante, sintiendo el dolor de sus llagas;
deslumbrarse con el brillo del oro, y ahogarse
en la atmósfera irreparable de la miseria; ebrios
los ojos de placer, y escaldadas las mejillas por
el llanto; entonando himnos alegres a la vida
y tarareando tristísimas canciones de muerte.
Esa es la vida de la humanidad; así caminan
los hombres' por el mundo.
No creáis en sus vanas alegrías, en sus
espectáculos, festines, músicas, bailes y tea­
tros, todo es una mentida ficción; a través
de los brillantes, galas y oropeles, de sus en­
cantos y regocijos, 'de sus carcajadas descom­
puestas se entrevé el desencanto, el hastío, el
dolor; tras ese velo de rosa con que seduce a
los incautos, se oculta una profunda tristeza,
inseparable compañera del placer.
***
|Ivástima que el orgullo no le deje al hombre
reconocer su miseria! Si supiera aprovecharse,
sus mismos dolores y defectos, hasta los peca­
dos, origen de su decadencia, pudiera trocarlos
en grandezas de su ser, en brillantes de inmar­
cesible corona.
¡Oh, humanidad, si conocieras cuán inaca­
bables son los horizontes de tu grandezal En
lugar de prolongar con mil disfraces la locura
carnavalesca que te aparta de Dios y de los
suaves goces del espíritu, debieras reconocer
tus errores y flaquezas y emprender el camino
de tu regeneración.
Es inútil que busques en el mundo, lo que
el mundo no puede dar. La ciencia, las artes,
la política, los bienes terrenos, las riquezas,
lujos, magnificencias, diversiones, músicas y
regalos no alcanzarán a satisfacer tu corazón,
porque después de gustarlo todo y pasear
rii sensualismo por prados deleitosos acabarás
por exclamar con el Sabio: « ¡Vanidad de va­
nidades, todo es vanidad!
« He sido rey de Israel en Jerusalén, he aven­
tajado a todos en sabiduría, he redundado en
delicias y gozado de placeres, he levantado
magníficos palacios, plantado \nñas, trazado
jardines, dispuesto alamedas y construido
estanques; he tenido esclavos y criados y gran

64

-

familia, y más rebaños que cuantos me han í
precedido; he amontonado plata y oro y joyas
de reyes y provincias; me he rodeado de can­
tores y cantatrices, y de todas las debilidades
de los hombres. Ni he puesto coto a mis capri­
chos, ni vendas a mis ojos, ni obstáculos a las
ansias de mi corazón, que quería deleitarse en
lo que le había reunido y en todo no he hallado
más que vanidad y hastío ».
Naturalmente, estamos hechos para cosas
más altas, y nada de acá abajo puede saciar las
ansias infinitas de nuestro corazón. Señor,
debemos exclamar con San Agustín, nos has
creado para ti, y nuestro corazón está inquieto
hasta que 110 descanse en ti.
¿Por qué, pues, nos lanzamos en busca de
quimeras, de torpezas y desórdenes, y corremos
desatentados tras las orgías, excesos y bajezas,
y nos degradamos como pródigos que se arras­
tran por el fango a saciarse de bellotas?
¡Sursum corda!... ¡ad majora nati sunius!...
¡Arriba los corazones!... ¡hemos nacido para
cosas más altas y nobles que no para envidiar
e imitar a los animales inmundosi...
Estamos en la Santa Cuaresma. Jesús, amo­
roso, revive su apostolado y sacrificio. Cubramos
de ceniza nuestra cabeza y ciñamos nuestros
lomos con el cilicio de la penitencia. La Iglesia,
nuestra madre, después de llorar el desvarío
de muchos de sus liijos en los días de carnaval,
en que el espíritu pagano se enseñorea de los
pueblos y triunfa en muchos corazones cristianos,
seducidos por las extravagancias y vértigo de
las pasiones, nos invita solícita al recogimiento,
a levantar el espíritu sobre los goces de los
sentidos y satisfacciones groseras de la'carne,
para reflexionar y tender hacia los bienes eternos
que constituyen nuestra verdadera y única fe­
licidad.
Es muy justo y necesario que al reinado del
placer y esparcimiento mundanal siga el de la
regeneradora penitencia, del religioso recogi­
miento, días en que el cristiano, reaccionando,
devuelva al espíritu el vigor perdido en las
concesiones arrancadas por el mundo, la carne
y demás enemigos.
En otro tiempo, cuando el pueblo escogido,
olvidando las misericordias de su Dios, sacudía
el yugo de la ley y se entregaba a prevarica­
ciones abominables, luego se dejaba oír la voz
terrible de la justicia divina, que vibraba ame­
nazadora en los labios de los profetas, para
reprender su ingratitud e inconstancia.
« ¡Ay de vosotros, decían; los que arrastráis
la iniquidad con la cuerda de la vanidad, y el
pecado a manera de carro del cual tiráis!...
¡Ay de vosotros, los que llamáis mal al bien y
bien al mal, y tomáis lo amargo por lo dulce

— 6:; —
y lo dulce por lo amargo! jAy de vosotros, los
que sois briosos para beber ^^no, y hoñibres
fuertes para embriagaros con diversos licores;
vosotros, que por regalos absolvéis al impío,
y despojáis al justo de su derecho! Por esto,
así como la lengua de fuego devora la estopa
5’ la quema el ardor de la llama, del mismo
modo la raíz de ellos será como pavesa, y cual
polvo se desvanecerá su renuevo, porque han

quinos y perecederos de la tierra, por el goce
de los placeres, loco jwr las diversiones y de­
vaneos del lujo, de la ostentación y el exhibi­
cionismo montarían en santa indignación, ex­
clamando: jOh protervos de todas las edades,
que como los magnates de la Judea os entregáis
a explotar al pobre, a corromper al inocente,
a malgastar en el placer las horas del trabajo,
a distraeros y a gozar en los días de la peni-

MBLLBS-LBZ-TOURNAl (B élgica). — In a titu to de S. P ab lo . — Hljoa de M aría.

desechado la ley del Señor de los ejércitos y
blasfemado de la palabra del Santo de Israel.
Por esta causa el furor del Señor se encendió
contra su pueblo, y extendió su mano sobre
él, y le liirió, y los montes se estremecieron, y
los cadáveres yacen tendidos como basura en
medio de las plazas. Ni se ha aplacado su furor
con todas estas cosas, sino que todavía está
levantada su mano justiciera. » (i).
Sí hoy se levantaran de sus sepulcros los cus­
todios de la fe de Israel, a la vista del pueblo
cristiano, más favorecido que el elegido de la
ley antigua, indiferente por los intereses del
alma, por los bienes que el hijo de Dios le al­
canzó con sil generosa inmolación en la cruz,
y solícito por la adquisidóu de los bienes mez(I)

Is. V .

tenda y de la meditadón, y a comprar los ca­
prichos de las multitudes con el oro de vuestras
traidones; mirad al calvario, ved a Jesús agónico
por vuestros pecados, la naturaleza que se
estremece de horror, y moveos a compasión,
postraos de hinojos, y, golpeando vuestros
pechos, repetid con el pueblo deidda: Perdón,
Señor, hemos pecado y estamos arrepentidos
de nuestras culpas.
Y corred al lago de aguas puras y tranquilas,
que describe el padre Lacordaire en ima de sus
famosas oradones, al que sirve de vaso el amplio
hueco de una imnensa roca de cuarzo sílex. A
él acuden en la Cuaresma millones de espíritus
que cercan las márgenes de esa cuenca de amores,
depósito cristalino que no logran remover los
vientos ni las tempestades. Nada más fádl
que Uegarse a él, porque ni siquiera es preciso

-

cambiar de residencia. Basta sentir en el co­
razón el dolor- del pecado y el ansia del arrepen­
timiento, para que los ojos del triste vean las
límpidas aguas... Es el lago de la penitencia.
Lavemos en sus saludables aguas la lepra
del pecado que nos corroe el alma, y, regene­
rados. llenos de nuevo vigor y lozanía, retem­
pladas las energías morales del espíritu, ba­
gamos prevalecer el hombre nuevo sobre el

I

66

viejo, los intereses del alma sobre los del cuerpo,
la gracia que ennoblece y eleva, sobre la natu­
raleza que degrada y embrutece con sus bajos
instintos, para disponemos en unión de Cristo
y su Iglesia a la gloriosa resurrección de Pascua.
Sean nuestro lema, para lo que nos reste de
vida, las palabras de San Pablo a los cristianos
de Roma: « Tenéis por fruto la santificación y
por fin la vida eterna .

la íi
¡Jóvenes cristianos, he ahí vue.stro glorioso
destino!
Pasaron ya los años de la inconsciencia, de
la inocente y dichosa edad en que protegidos
por la naturaleza, los besos y caricias de la
madre cristiana y los regalos y bendiciones de
Jesús, caminabais por la vida embelesados,
felices, absortos en vuestros juegos infantiles
sin sospechar en los combates que os aguardan,
ni pensar en vuestra misión y de.slino.
Ya llegó el momento de la lucha. No es la
tierra el lugar de vuestra felicidad y demora.
La vida es un combate continuo, el palenque
de la prueba donde con abnegación y heroísmo
deWis tejer vuestra corona.
¡Eal a la lid; ya sois fuertes; desplegad al
viento vuestra gloriosa bandera y entonad con
el poeta vuestro canto de guerra: « juventud
divino tesoro ». Dirigid vuestras miradas a la
montaña santa, emprended la marcha hacia
las regiones de las encantadoras perspectivas,
de las inmarcesibles esperanzas, donde os aguar­
da el premio de la inmortalidad.
Todo os invita a la acción. Comparad vuestra
edad, la primavera de vuestra vida con la her­
mosa estación en que la naturaleza se cubre
de flores. También ella trabaja y despliega pro­
digiosa actividad. Los adornos que ostenta
son la manifestación de las maravillas que
obra por todas partes; el verdor y las flores
anuncian el crecimiento de los árboles, la for­
mación de las semillas, la preparación de los
frutos.
Eso es lo que iwlama \'uestra juventud. La
lozaiiía y frescura del alma, la flexibilidad de
facultades, la sensibilidad delicada, la confianza
en el porvenir son medios con los que Dios os
provoca a la acción. Vuestra juventud es la
éi>oca de la sientbra, el momento oportuno de
echar los cimientos de vuestro porvenir, de
labrar los diamantes que deben enriquecer

vuestra corona. Cada cual debe ser el artista
de su grandeza.
Según una visión de Santa Rosa de Lima el
mundo todo es un inmenso taller donde el
hombre cincela en el mármol de su corazón la
imagen de Jesucristo.
Esta es la hora de enderezar vuestros'pasos,
de orientar vuestro destino. Comenzad la re­
forma del espíritu, a mcdelar el carácter, a ro­
bustecer la conciencia con firmes y puras con^dcciones.
En vuestras manos está, no sólo vuestra
suerte sino también el destino de la patria, y
el esplendor y triunfos de la Iglesia.
Es cierto que la lucha es ruda, que el domeñar
las pasiones requiere sacrificios, pero está muy
lejos de ser tan difícil como sé figuran los que
jamás han intentado un esfuerzo para romper
los lazos que los aprisionan al pecado.
No seáis cobardes. Mostraos dignos de vuestra
grandeza de cristianos.
Sabed que nadie en la cuna encuentra la
virtud perfecta. Esta es fruto del trabajo,
premio de la victoria a que debe preceder legí­
timo combate.
No pongáis como pretexto de vuestra debi­
lidad la desgracia de una perversa naturaleza.
Ix) mismo hubieran podido alegar la mayoi
parte de los santos que veneramos en nuestros
altares. ¿Creéis, por ventura, que el pedestal de
sus viitudes descansa sobre pétalos de rosas?
Solo imaginarlo sería inferirles grave injuria.
Privaciones, luchas, sacrificios, esfuerzos varo­
niles fueron su pan cotidiano.
Las mismas inclinaciones, la misma carne,
las mismas pasiones y debilidades les han puesto
mil veces en peligro. También ellos recibieron
como herencia un puñado de tierra para cultivar
donde brotaban espontáneos los abrojos y las
espinas, pero supieron con tenacidad y sacri­
ficios convertirlo en florido vergel.

— 67
Cierto que los jóvenes \nilgares, las almas
bajas no sienten las rudas fatigas que los santos
se impusieron, pero, en cambio, deben llorar
cobardes la ignominiosa esclavitud de sus pa­
siones.
No imitéis a esos desgraciados, caracteres
afeminados y muelles, vencidos en plena ju­
ventud. Sus miradas tristes y apagadas revelan
los escombros de su ruina; están muertos en
los comienzos de la vida y el tiempo no les re­
serva otra dicha que el deshonor y el olvido.
Sembraron la iniquidad y recogen lo que me­
recen: la humillación, el oprobio y la desgracia.
Levantad el vuelo a las alturas y no os dejéis
sorprender por los cantos de sirena. Vuestro
corazón anhela respirar el ambiente de la pu­
reza y la bondad, porque las bocanadas de la
corrupción y del cieno lo asfixian y lo matan.
No os contaminéis con las bajezas de la de
la tierra; buscad las puras delicias de la virtxid.
Huid del abismo negro, oscuro, sin aire respirable y remontaos a las regiones espléndidas,
diáfanas, oxigenadas del deber y la virtud.
No os dejéis esclavizar por las pasiones que
envilecen, dominar por los vicios que degradan:
¡ay de los vencidos! Vae victis, porque serán
borrados dd libro de la vida.
Recordad que formáis parte de la poderosa
comunión que abraza el cielo y la tierra, el
tiempo y la eternidad; que sois miembros del
hermoso cuerpo místico dél que e s.cabeza el
mismo Cristo, y que por lo tanto no podéis
claudicar sin traición, ni pactar con el mcio,
haciéndoos indignos de esta santa comunión.
Pensad que en vosotros tienen fijos sus ojos,
a más del Jefe glorioso que por salvaros vertió
gustoso la sangre en el Calvario, y de la cual
os pedirá cuenta algún día, las celestes
legiones que .siguen su inmaculada bandera,
tremolando con angélica pureza los blancos
lirios de su virginidad y los innumerables már­
tires que sacrificaron generosamente sus vidas
antes que renegar de su bandera, de someterse
a la ignominiosa escla\dtud de los vicios.
No desmayéis. Los jóvenes son generosos
para todo, hasta para sacrificar la vida, in­
molación que aceptan con la sonrisa en los
labios.
Tened confianza, porque con ella tenéis ya
la mitad del triunfo. Cada victoria os hará
más fáciles las siguientes. Cultivad la fe y la
pureza, porque ellas proporcionarán alas al
alma para mantenerse sobre las cosas de la
tierra. Fecundad la gracia del Señor con vues­
tra voluntad, como hicieron las santos.
El reino de los cielos padece \iolencia, y sólo
entrarán en él los que se la hagan. No será co­
ronado sino el que peleare como bueno.

¡Soldados de Cristo! vestid la armadura di\-ina, ceñid la espada de la verdad, protegeos
con la coraza de la justicia, empuñad la adarga
de la fe y, así escudados, dad comienzo a vuestro
glorioso combate. Para los valientes, al final
de la lucha les aguarda la tierra prometida
donde corren ríos de leche y miel; los cobardes,
en cambio, perecerán calcinados en el desierto
estéril de los placeres.
***
Brilla en \niestros ojos el entusiasmo y os
laten con ardor los corazones, ansiosos de
emular las proezas, gloriosas hazañas de aquellos
ángeles de la tierra mártires, vírgenes y con­
fesores que se cubrieron de gloria combatiendo
las batallas del Señor.
Mas no basta para el éxito feliz vuestro
arrojo; necesitáis un jefe que os conduzca a
la victoria, un guía experto y valeroso, que,
en el fogoso e irresistible asalto a las cumbres,
os advierta los peligros y os aparte de los pre­
cipicios, abismos y simas profundas que el ene­
migo oculta con dolo y donde pudierais, in­
cautos, precipitaros y perderos.
Y este guía, el joven capitán, amable, sim­
pático y valeroso ba o cuya bandera os coro­
naréis de laureles no es otro que Domingo Savio,
hermosa flor de los prados de Valdocco, vigo­
roso vástago en santidad de aquel roble macizo
que se llamó Don Bosco.
Dos palabras de presentación, que no son
mías, para los generosos jóvenes que deseen
seguirle y no le conozcan:
...El niño Domingo Savio ¡fué todo un hombre,
fué todo un héroe!... un héroe que luchando
siempre, luchando sin descanso, sin tregua, a
favor de un ideal bellísimo, alcanzó las más
señaladas victorias hasta llegar a la más glo­
riosa de las conquistas. Su ideal fué el cielo...
Dios, que es el ideal por excelencia; sus victo­
rias, las que obtuvo sobre sus pasiones; su
conquista, la santificación de su alma.
F.n estos siglos en que como verdaderos ídolos
son adorados la materia y la fuerza bruta, Do­
mingo Savio representa el triunfo glorioso del
espíritu sobre la materia y de la fuerza de la
razón y de la voluntad, ayudadas con la de la
divina gracia, sobre la fuerza bruta.
La enseña de .su vida, la gloriosa bandera
que tremoló desde que‘empezó a vivir hasta
el momento rmsmo en que iba a expirar, fué
esta: * Morir'antes que pecar ». Fué al primer
chispazo de su razón, fué a los siete anos de
edad, fué el día hermosísimo de fu primera
Comunión, cuando entre otros propósitos de
santificación que por iniciativa propia se tra-



zara, incluyó este: « La muerte antes que el
pecado ». Bellísima antítesis de la enseñanza
con que el mundo distingue a sus hijos.....
« Amor al pecado y horror a la muerte ».
Aquel precioso lema fue el dogma, la religión
de toda su vida, la blanca espuma, podríamos
decir, de su ardiente e interrumpida ansia de
santificación.
Ahora bien, ese propósito nunca quebran­
tado, revela un alma grande, un corazón de

Domingo Savio, alumno del Oratorio de Turln.

héroe, porque conservar siempre incontaminado
el corazón, puro como los rayos del sol, limpia
como un pedazo de cielo el alma ...eso no puede
conseguirse sino a costa de grandes, titánicos
esfuerzos...
Hacer de continuo la guerra al genio del
mal que en todas las horas y situaciones de la
vida nos acosa; apagar siempre que trata de
encenderse en el corazón el voraz incendio de
las concupiscencias; tener siempre bajo la ferrea
planta de la razón la venenosa ’y multiforme
cabeza de la> pasiones... en una palabra, ven­
cerse a si mismo, es la más grande de las victo­
rias, porque alü no se llega, ahí no se puede
llegar sino después de un largo, y continuo, y

68



sordo, y rudo batallar, para el cual sólo apro­
vechan las energías morales del corazón y del
alma, la fuerza espiritual de la razón y de la
vo’untad robustecidos, agigantados con la
sobrenatural de la divina gracia. Napoleón el
grande dijera un día: Yo que he vencido en
4,000 batallas, no he podido aún vencerme a
mi mismo.
No se puede negar que es de un alto heroísmo
proponerse al empezar la vida, para cumplirlo
siempre, repitiéndolo con más calor que nunca,
al expirar, este grandioso lema: « La muerte
antes que pecar ».
Este grito del alma, de tan divinas armonías
lleno, no puede ser más que hijo de un grande
enamoramiento, de un sublime ideal, del ideal
del bien, del ideal de la virtud y así... así sola­
mente siente, así solamente vive, así solamente
obra, el que teniendo su cuerpo en contacto
con la tierra, tiene su alma en constante vagar
por el cielo; así solamente siente, así solamente
vive, así solamente obra, el que tiene en su
corazón valor bastante, energías suficientes,
para no darle a la tierra, al mundo, más que
lo más bajo de la persona, las plantas de los
pies, y a Dios todo lo demás; ¡todo lo demás!
el cuerpo con todos sus sentidos, el alma con
todas sus potencias y el corazón con todos sus
amores.
Y porque tal fue el eficaz propósito, tal la
decisión enérgica de Domingo Savio es por lo
que en su primera entrevista con el que había
de ser desde aquel día su padre amado, el piloto
que había de gobernar la navecilla de su corazón,
Don Bosco, le dijo estas palabras, le hizo esta
promesa que nunca dejó de cumplir: « Espero
portarme de tal modo que jamás tenga que
quejarse de mi conducta ». Y a sus compañeros
les decía: « Mi mejor diversión es el cumpli­
miento de mis deberes *... ¡Profunda .sentencia;
pensamiento sublime impropio de un niño, hasta
impropio de un hombre, y solo propio de un
héroe! Pues la heroicidad no será nunca otra
cosa que el cumplimiento del deber, en su
más elevado, en su más sublime concepto, aún
a costa de los más grandes sacrificios...
El soldado que por amor a la patria vierte
generosamente su sangre en los campos de ba­
talla;... la madre que por amor al hijo, aunque
extenuada y hambrienta no sabe negarle el
escaso licor vital que en sus pechos lleva y cuya
succión ha de acelerarle quizás la muerte... el
que por amor a la humanidad se arroja intré­
pido en medio de las aguas en horas de desecha
tempestad, para salvar a un n'.ufrago infeliz
con peligro inminente de su propia vida...
todos estos no son más que cumplidores del
deber en su más bella, en su más alta expresión.

- 69 ¡Verdaderos héroes! Pero como los santos no
son otra cosa que cumplidores del deber, así
entendido, como lo demuestra Domingo Samo
al decir que su mayor diversión es el cumpli­
miento del deber, y que antes que pecar prefiere
morir... por todo esto hay que considerar como
verdaderos héroes a los santos y como tal a
Domingo Savio.
Bondadoso en su carácter, amable, dulce en
su trato con los compañeros y amigos a los que
trata de llevar siempre a la santificación que
es la hermosa y dulce pesadilla de su vida...
Un día le preguntó un compañero y amigo:
« ¿Pero qué es lo que debo hacer para ser santo? »
— Te lo voy a decir en pocas palabras, contestó:
Yo hago consistir la santidad en estar muy
alegre. Pero ante todo, procuro huir del pecado
como de un grande enemigo que nos roba la
gracia de Dios y la paz del corazón; cumplir
nuestros deberes y frecuentar las prácticas de
piedad. Este es mi programa.
Programa, a la verdad, propio de un gran
maestro, como lo era Domingo Savio, a pesar
de su poca edad.
Tiernamente amante de sus padres hasta el
punto de poder estos afirmar que « su Domingo
Savio no les dió nunca el más mínimo disgusto;
ciegamente cumplidor de la voluntad de sus
superiores;^ amigo de componer discordias, y
más amigo de guardar siempre, como un nuevo
S. Luis Gonzaga, la pureza de su alma; joven
en edad, pero maduro en santidad; niño en el
cuerpo, pero gigante en su alma; ángel revestido
de carne humana; lirio preciosísimo plantado
al margen de la vida y regado abundantemente
con las aguas de la gracia * todo él un poema
magnífico que.canta cuanto de puro, de dulce,
de sublime contiene la poesía del catolicismo »...
murió a los 15 años de edad, como el heróico
soldado, abrazado a su bandera, pensando en
su patria y repitiendo el bendito nombre de su
Madre; pues Domingo Savio murió repitiendo
con más calor que nunca su lema — que fué su
bandera * morir antes que pecar »; pensando
en su patria, el cielo y pronunciando el bendi­
tísimo nombre de su celestial Madre la Virgen
María; cisne de los cielos, murió como mueren
los cisnes, cantando. Cantando alabanzas al
Señor; murió, como mueren los justos: con las
manos cruzadas ante ej pecho, con rostro alegre,
con la tranquila mirada de sus ojos fija en las
alturas y sellando sus labios, como con áureo
sello, con estas consoladoras palabras: * ¡Oh,
que cosas tan hermosas veo! ».
Este debe ser vuestro caudillo, queridos
jóvenes, tal lo reclama vuestra nobleza e hi­
dalguía; con jefe tan amable y valeroso, a las
órdenes de capitán tan ilustre y esforzado que

tremola gloriosa bandera, cuyo lema es ejecu­
toría de heroísmo y grandeza vosotros váis ca­
mino de la gloria, a escribir vuestros nombres
con letras de oro en el libro de la vida.
Para los niños.

Pensamiento de Domingo Savio.

M i entretenimienio y diversión más grata es
la de cumplir mis deberes.
Nosotros, los que nos educamos en la escuela de
D. Bosco, hacemos consistir la santidad en estar
m uy alegres. Procuramos huir del pecado como de
un enemigo mortal que nos roba la gracia de Dios
y la paz del corazón. Ponemos gran empeño en la
exacta observancia de nuestras obligaciones y en
frecuentar las prácticas de cristiana piedad. Co~
miema desde hoy a conservar este recuerdo, que
conservarás escrito: Sei^’ite Domino iii laetitia,
servid al Señor con santa alegría.
(Palabras de Domingo Savio a un alumno que
acababa de entrar en el Oratorio Salesiauo de Turín)

Además de la indulgencia plenaria diaria e
indulgencia de 400 días, aplicables a las almas
del purgatorio que, según la última concesión
de Pío XI, podemos lucrar, siempre que unamos
a nuestro trabajo cualquier devota invocación,
pueden ganar los Sres. Cooperadores Salesianos,
cumpliendo los requisitos de costumbje. Indul­
gencia plenaria:
I® El día que se inscriben en la Pia Unión.
2® Una vez al mes, a elección de cada cual.
3® Una vez al mes, asistiendo a la conferencia.
4® Asimismo, una vez al mes, el día en que
hagan el Ejercicio de la Buena Muerte.
5 ® El día que por primera vez se consagren
al Sagrado Corazón de Jesús.
6® Siempre que hagan Ejercicios espirituales
durante ocho días seguidos.
Además, los siguentes días del mes de A bril:
E l I I , Dolores de María.

El 13 , Domingo de Ramos.
El 20, Dominga de Resurrección.
También pueden ganar otras muchas indul­
gencias plenarias y parciales, y gozar de varios
. priiñlegios, como puede verse en el Reglamento
o * Cédula de admisión a la Pía Unión », a la
cual nos remitimos.



7 0



EM V :

i\.C O I Ó P C

"Hacerse amar para hacer amar a Dios,,
Método demasiado severo.

Era el año 1858. Por vez primera Don Bosco
se encontraba en Roma, a donde le habían
conducido asuntos de importancia. Se hallaba
hospedado en el palacio de su grande amigo,
el Conde Rodolfo de Maistre, que, satisfecho
de poder obsequiar a Don Bosco, le acompañaba
él mismo, por las mañanas, a visitar la ciudad
de los Césares y de los Papas, sintiendo cuando,
por algún motivo, debía ceder a sus hijos el
prestar esas atenciones al amado huésped.
Un día, precisamente el seis de Marzo, de­
terminaron visitar el magnífico instituto de
San Miguel in Ripa, donde numerosos niños
huérfanos, de Roma, aprendían im oficio. En
el grandioso edificio funcionaban toda una
serie de talleres profesionales: parte de los
cuales cultivaban las artes liberales y otros, las
mecánicas.
Eas artes mecánicas contaban con zapatería,
sastrería, herrería, carpintería, tintorería, guar­
nicionería, sombrerería y ebanistería.
Uas artes liberales estaban representadas
por la escultura, la pintura, y grabadores en
bronce, medallas etc...
El instituto se presentaba bien: por limpieza
era un espejo, los niños gozaban de buena salud,
la vigilancia era asidua, la enseñanza religiosa
esmerada, la instrucción completa, la frecuencia
de los Sacramentos reglamentada, en fin, había
orden y disciplina.
No escaparon al genio de Don Bosco las gran­
des ventajas que aquello stalleres procuraban al
aprendizaje y educación de los jóvenes, pero
al propio tiempo lamentaba que los frutos no
fueran más abundantes y completos, debido a
la severa disciplina, al sistema represivo que
allí se practicaba. Prueba de ello que, cuando
algiin superior se acercaba, los niños se com­
ponían temerosos, observando con recelo por
el rabillo del ojo, y que temblaban si, por cual­
quier motivo, eran llamados a su despacho.
« iQué lástimal exclamó Don Bosco, porque
estos mucliachos romanos me parecen afectuosos
y buenos, aunque algo ligerillos. No me explico
por qué han de tratarles con tanta severidad.
« |Si yo pudiera hacer comprender a estos
buenos sacerdotes que se equivocan! ».
No habían pasado dos minutos, cuando la
Providencia le deparó la ocasión. Acompañado'
por el Cardenal Tosti, protector del Instituto,

y de uno de los superiores de la casa, pasaba
Don Bosco de uno de los talleres a otro, sepa­
rados por ancha galería, cuando hete aquí que
casi tropieza con ellos imo de los jóvenes, que
bajaba canturreando por la escalara. ¡Pobrecito! al darse cuenta, el canto se le ahogó en
la garganta, y, con la gorra en la mano, se quedó
como petrificado delante del grupo. Si hubiera
podido, se escondiera de seguro bajo tierra.
— ¡Bellísima educación! le dijo con severidad
el superior, ¿es ese todo el provecho que sacáis
de los avisos y' lecciones que aquí se os dan?
¡Sin vergüenza! Marcha al taller que luego
ajustaremos Jas cuentas.
Y volviéndose a Don Bosco, le pidió mil
perdones.
— No veo por qué, respondió afable nuestro
buen padre, como no alcanzo en que pueda
haber faltado aquel pobre muchacho.
— ¿Y le parece poco la grosería de cantar
como si anduviera suelto por un prado? Eso es
faltar al respeto del lugar y de las personas.
— Podrá ser, pero creo no pase de una falta
involuntaria. Por lo demás, V. sabe mejor que
yo que San Felipe Neri solía aconsejar a los
jovencitos que frecuentaban sus Oratorios:
« Sed juiciosos y estaos quietos si podéis; de lo
contrario, gritad, saltad, haced lo que os plazca,
con tal de que no ofendáis al Señor ». La misma
recomendación les hago yo en Turín a mis co­
legiales. Se exige silencio en ciertas horas del
día, pero no paro mientes en algunas ligerezas,
hijas de la irreflexión; y, fuera de las horas
establecidas, les dejo en completa libertad para
que se diviertan a su gusto, corriendo, cantando
y jugando, aunque sea por las escaleras. Les
aconsejo únicamente que respeten las paredes.
Créame, es preferible un poco de ruido a un
silencio forzado e hipócrita. — Lo que me apena
en este momento es el pensar que aquel pobre
muchacho esté sufriendo por mi causa... y que
por ello nutriera algún resentimiento... ¿No le
parece que haríamos una buena obra si fuéramos
a consolarle?
Asintió deferente el Director, y pocos minutos
después estábamos los trds en el taller del niño.
Don Bosco le hizo llamar, y él se acercó tem­
blando, más muerto que \nvo y sin levantar
los ojos del suelo, como si hubiera cometido
un crimen horrendo.
— Acércate, mi buen amiguito, le dijo Don
Bosco con dulzura, te voy a comunicar una

r

Ti —
buena noticia: feúra, tu buen Director lo per­
dona todo, pero con una condición: que de
aquí en adelante seas un buen muchacbo. Toma
una medallita de la Virgen, y en pago tu le
rezarás una Ave María por mi. ¿Estás contento?
Proftmdamente conmovido d muchacho por
la bondad de Don Bosco y tan inesperada so­
lución, recibió la medalla agradecido, mientras
besaba y bañaba con dos gruesas lágrimas la
mano del buen sacerdote, diciéndole:

rosa disciplina que reinaba en el Instituto de
S«>t Miguel, procuró demostrar al Cardenal su
inconveniencia, ya que alejaba los corazones
de los jovencitos del sacerdote. Y si la educación
no interesa al corazón, no se ha consegmdo
nada. Y como para completar su pensamiento,
añadió:
— Desengáñese, Eminencia, es imposible
educar bien a los jóvenes si estos no tienen
confianza en los superiores.

ei Cardenal Bourne entre loa Saleelanoa de Oxford.

— Me la colgaré al cuello y la conservaré
siempre como un grato recuerdo suyo.
Los compañeros, que ya estaban enterados
de lo ocurrido, rieron gozosos el buen desenlace
y prodigaron cariñosos saludos a Don Bosco,
mientras pasaba entre ellos. El Director, por
su parte, agradeció la enseñanza e hizo propósito,
aunque algo tarde, de ser más moderado en los
castigos.

Todo para todos.

Pocos días después de esta visita, Don Bosco
aceptaba la invitación del Cardenal Tosti, que,
prendado de la virtud y buen carácter del sa­
cerdote piamontés, deseaba le acompañara una
mañana en el paseo que, por los alrededores
de la dudad, daba en su carroza. La conversadón versó sobre la educadón de la juventud.
Don Bosco, que aun conservaba fresca la im­
presión poco favorable que le causara la riguí

— Y ¿cómo se puede ganar esta confianza?
replicó el Cardenal.
— Procurando atraerlos a nosotros, para
lo cual hay que evitar cuanto pueda alejarlos.
— Conforme, pero ¿cómo conseguirlo?
— Muy sencillamente. Acercándonos nos­
otros a ellos y procurando adaptarnos a sus
gustos^ juegos y entusiasmos. En una palabra:
Hadándonos semejantes a ellos. Y para que
vea que es más fádl de lo que parece, ¿quiere
que traduzcamos estas teorías a la práctica?
Condúzcame a una plaza donde abunden los
chiqiúUos. Y el Cardenal dió orden al cochero
para que los llevara a la Plaza del Pueblo.
Don Bosco descendió de la carroza, mientras
el Cardenal observaba con interés todos sus
pasos y movimientos desde la portezuela.
Don Bosco se dirigió resuelto a un grupo
que jugaba con mucho interés en medio de la
plaza, pero aun no había llegado, cuando ya



los rapazuelos ponían pies en polvorosa. Un
percance, pensó para si el Cardenal, pero no se
atrevió a concluir nada hasta ver en que pa­
raba la aventura.
Don Bosco, acostumbrado a esas sorpresas,
no se descompuso ni impacientó, sino que co­
menzó a llamarles con dulzura, invitándoles
a continuar el juego que él tenía tanto gusto
en presenciar. Tras algún titubeo, se fueron
acercando, aunque algo recelosos, y D. Bosco,
para infundirles confianza, les regaló una medallita y empezó a preguntarles por sus familias,
por el juego, y otras cosillas atractivas. En
seguida les puso de nuevo en movimiento,
animando el juego con algunas palabritas que
dirigía, ya al uno, ya al otro. Pronto los mucha­
chos que le observaban desde lejos engrosaron
el número, y para todos tenía una sonrisa y
una palabra el buen sacerdote. Después de
hacerse amigo de todos, se dirigió a la carroza
en medio de aquella turba de rapazuelos, que ya
lo querían como a un antiguo conocido. El espe­
ctáculo no podía ser más conmovedor y elo­
cuente. Una vez más triunfaba el sistema del
amor, que Don Bosco dió en llamar sistema
preventivo.
El Cardenal estaba maravillado y apenas
podía creer que aquellos niños que minutos
antes escaparon al ver al sacerdote, ahora le
rodearan con tanto cariño como si siempre le
hubieran tratado y conocido.
— ¿Qué le parece, Eminencia? le pregimtó
Don Bosco, apenas puso pie en el estribo.
— Que tenía V. razón sobrada. Con los niños,
si se quiere conseguir algo, es preciso tratarles
con cariño. Su sistema preventivo es el mejor.

Un gran medio.
Un día fui a saludar a Don Bosco y ofrecerle
mis respetos, cuenta el Conde Connestable, y
le encontré en su despacho, ocupado en repasar
una lista de nombres de sus colegiales.
— Mire, me dijo, aquí tengo los nombres de
los niños cuya conducta deja algo que desear.
Yo, que no conocía perfectamente el método
del gran educador, le pregunté:
— ¿Y qué castigos les reserva?
— Uno, y basta con uno, mi querido Conde.
Le expongo en dos palabras como pienso pro­
ceder. El más picaruelo de la banda es ésfe, y
señalaba el nombre. Tiene un buen corazón,
pero mala cabeza. Dentro de poco bajarán a
la recreación, y a ese, llamándole aparte, le
preguntaré sobre sit salud.
— Excelente, responderá él con la mayor
naturalidad.
— ^le alegro, y de tu conducta ¿estás contento?

72



A esta pregunta inesperada y suficientemente
clara, tardará un momento en contestar; después
bajará la vista, avergonzado, y no se atreverá
añadir ni una palabra más. Entonces yo, en
tono afectuoso, continuaré diciendo:
— ¡Lástima! Ya veo que el cuerpo goza de
buena salud, pero, en cambio; el alma está
algo enferma. Por lo visto hace tiempo que no
te acercas a tu confesor. ¿No respondes, verdad?
Tu silencio me dice demasiado. Con todo yo
espero que ajustarás muy pronto tus cuentas
y que continuaremos siendo buenos amigos.
El éxito es seguro. Pocos minutos después
V. verá a ese niño en el tribunal de la penitencia,
y, reconciliado con Dios, hacer un firme pro­
pósito de enmendarse, que generalmente cum­
plen como buenos.

Una taza de café providencial.
Cuando Don Bosco quería poner al día su
voluminosa correspondencia, tenía, por fuerza,
que alejarse del Oratorio., Sabía muy bien por
experiencia que, estando en casa, los niños no
le dejarían libre un cuarto de hora. Por eso,'de
cuando en vez, hacía un paquete con todas
sus cartas, y, tomando el sombrero, salía para
la ciudad. Se dirigía a la casa de algunos buenos
Cooperadores, quienes ya le tenían preparada
una habitación para estas circunstancias. Salía
por la mañana, y generalmente volvía por la
tarde,. cuando todo estaba terminado.
En cierta ocasión se vió precisado a tomar
un café en un establecimiento de confianza
que había en frente del célebre Santuario de
la Consolata.
El jovencito que recibió la orden de semrle
era un muchacho de trece años, que llevaba
tres meses en Turín, desde que se alejó de su
familia. El había hecho alguna trastada sonada,
y, para evitar el justo y merecido reproche de
sus padres, se había escapado de casa y venido
a pie hasta la ciudad. Pidió ocupación en aquel
café y lo aceptaron. Dado su carácter, de ha­
berlo dejado a sus anchas hubiera llegado a ser
un golfo consumado.
— Lleva una taza de café al señor cura que
está en el fondo, le dijo el dueño.
— ¡Yo llevar una taza de café a un cura! No
voy, mándeme cualquier otra cosa, pero al
cura no quiero mirarle a la cara.
No hay que creer, sin embargo, que d mu­
chacho tuviera tan mal corazón En aquel
tiempo los curas, por la guerra que se les hacía,
eran mal vistos.
— Ve ahora mismo a servirle, le dijo amosca­
do el dueño, de lo contrario te pongo de patitas
en la calle.


B n v ista de la actitud del dueño, fué, aun­
que de m ala gana, a Don Bosco, preguntándole:
— ¿Qué es lo que V . desea, padre cura?
— U n a ta z a de café, amiguito, le respondió
Don Bosco lleno de dulzura. U na ta z a de café,
pero con una condición.
— ¿Y qué condición es esa?
— Que m e la sirvas tu mismo.
E stas pocas palabras, pero dickas con ex­
quisita dulzura y acompañadas de una afectuosa
sonrisa, m e conmovieron el corazón, decía cin­
cuenta años después aquel rapazudo, que recor­
daba el episodio con emoción y reconocimiento.
— [Curioso! H e abí un sacerdote que no es
como los otros, decía el muchacho para sí,
m ientras iba en busca del café.
Cuando se lo hubo servido, Don Bosco le
agradeció su amabilidad, y empezó a pregun­
tarle por su pueblo, fam ilia, de cómo le iba en
su oficio etc., y , por últim o, el m otivo de su
escapada. Después, le dijo paternalmente:
— ¿Quieres venir conmigo?
— ¿A dónde?
— A l Oratorio de D on Bosco, que está a
cinco minutos de aquí. T u no estás hecho para
este oficio, n i para estar en este lugar.
— ¿ Y qué haré y o con V .?
— S i te gusta, podrás estudiar.
— V . se m uestra demasiado bueno para
conmigo.
— ¿Te gustaría llegar a ser un doctor? E n ­
tonces ven, que D on Bosco te recibirá con los
brazos abiertos, te atenderá bien, podrás jugar,
divertirte y ser bueno.
— Bien, m uy bien, iré.
— Pero ¿cuándo vendrás?
— Cuando V . quiera.
— Pues esta tarde misma, concluyó D . Bosco.
Y aquella misma tarde el jovencito estaba
en casa de su bienhechor.
Pocos días después, D on Bosco hizo venir a
sus padres y se entendieron sobre la pensión.
Ellos, aunque aldeanos, v iv ía n bastante holga­
damente. D on Bosco les señaló doce liras men­
suales, que ellos pagaron con gusto. Con todo,
antes de term inar el año y a dejaron de pagar
la mensualidad. E l pobre m uchacho creyó que
le despedirían del colegio, pero Don Bosco le
calmó, diciendo que m ientras le quedara un
bocado de pan lo partiría con él. Que continuara
sus estudios sin preocupación alguna.
E l muchacho estuvo tod avía un año en el
Oratorio. Con los conocimientos adquiridos,
pronto encontró im a buena colocación. Quedó
tan prendado y agradecido a las bondades de
Don Bosco, que procuró, a fuerza de privaciones,
ir reuniendo, mes por mes la cantidad su fid en le
para poder abonar el año que sus padres deja­

73



r m de pagar la pensión. Una mañana se dirigió
e 1 busca de su bienhechor, para depositar en
s.is manos, gozoso, sus primeros ahorros
De conducta intachable, llegó a ser un buen
cristiano, y fué de los primeros que dieron su
nombre a la Asociación de los Antiguos Alumnos.
Continuó toda su vida, que fué larga, siendo
admirador y propagador entusiasta de la Obra
Salesiana, y, cuando llegó la hora de pasar a
mejor vida, quiso tener a la cabecera de la cama
al sucesor de Don Bosco, el buén D. Miguel
Rúa, a quien contaba con lágrimas de sa­
tisfacción lo que nosotros brindamos como
lectura a nuestros lectores.

Consagración Episcopal de un ex-alumno
del Colegio salesiano de Caracas.
A poco tiempo de fimdado el Colegio Salesiano
de Caracas ingresó como alunmo interno el joven
Lucas.Giúllenuo Castillo, hijo de mía honorable
familia del pueblo de S. Casimiro, situado a poca
distancia de la Capital y en cuyas cercanías los
esposos Castillo hicieron edificar una modesta
Capilla dedicada a María Auxiliadora para el ser­
vicio religioso de sus colonos.
El joven Castillo distinguióse en tí Colegio por
su acendrada piedad y aplicación al estudio de
tal modo, que a fines de sn primer año de colegio
alcanzó la medalla de buena conducta y los pri­
meros premios en sus respectivas clases. A medida
que adelantaba en los estudios, tí virtuoso joven
Castillo sentíase inclinado al estado sacerdotal,
y con preferencia, en la Pía Sociedad Salesiana,
por lo que a fines del año de i 8^ vistió tí hábito
talar y fué inscrito como novicio salesiano y más
tarde como profeso trienal. Pero como Dios N. S.
le tuviera destinado para diferente misión, per­
mitió que enfermara gravemente ha.sta vers?
obligado a dejar tí Instituto Salesiano para buscar
alivio en los cuidados extremados del liogar pa­
terno. Por im verdadero jnilagro de María Auxi­
liadora, tí joven Castillo pudo reponerse de sus
quebrantos, pero su delicada salud no le permitió
volver -a la vida activa del Instituto, p)or lo que
hubo de dirigirse al Seminario de Caracas para
continuar sus estudios eclesiásticos. Ordenado
sacerdote en 1905, volvió a su pueblo natal en
cualidad de ayudante de su Párroco, a quién
sucedió después de pxxos años de práctica en tí
ejercicio del sagrado Ministerio. El nuevo Párroco
de S. Casimiro desplegó notable actividad en el
desemp)eño de su delicada misión, llenando así
de grata satisfacción a sus Prelados, quienes le
consideraban como uno de sus colaboradores en
tí ejercicio de su Ministerio Episcopal.

— 74 “
A mediados del presente año. Moas. Felipe Cor- quienes le dirigieron por el camino del Santuario
tesi, Nuncio de Venezuela, agenció la erección de que debía llevarle a la dignidad episcopal.
cuatro nuevas Diócesis en esta República, y entre El 2 de diciembre Mons. Castillo tuvo la satis­
los candidatos propuestos para regirlas vino a facción de conferir por vez primera las sagradas
rigurar el Párroco de S. Casimiro, con destino a Ordenes de Diácono y Presbítero respectivamente
la Diócesis de Coro, que antiguamente figuró como a dos miembros del Instituto Salesiano de Caracas,
primera Sede episcopal de Venezuela, trasladada en el Santuario de M. Auxiliadora anexo al mismo.

^

©i

fe

Antiguos Alumno* de Carece*.

más tarde a la Capital de la República. El 21 de
octubre de este año fué, pues, consagrado Obispo
de Coro Mons. Lucas G. Castillo, ex-alumno del
Colegio Salesiano de Caracás y ex miembro de la
misma Congregación del Venerable D. Bosco.
El día después de su cosagración, Monseñor Cas­
tillo tubo a bien celebrar su primera misa episco­
pal en el Santuario de María Auxiliadora y posar
el día en el Colegio, departiendo con antiguos
Superiores el recuerdo de los años pasados en el
Instituto Salesiano. A la hora del modesto al­
muerzo ofrecido al nuevo Obispo de Coro, le fueron
leídas varias composiciones literarias de ocasión,
a las que Monseñor contestó con frases llenas de
gratitud para con los lüjos del V. Don Bosco,

E l día 9 del mismo mes Mons. Castillo presidió
una rermión de ex-alumnos del Colegio, aceptando
la presidencia honoraria de esta Asociación v
animando a sus miembros a mantenerse unidos
con sus antiguos maestros, para conservar el
fruto de la cristiana educación recibida, y man­
tener vivo el recuerdo de los años pasados en el
sagrado recinto del Colegio y del Santuario de
María AuxiUadora.
iQué Dios colme de celestiales bendiciones al
nuevo Obispo de Coro, siempre salesiano de co­
razón y entusiasta admirador del celo apostólico
del Ven. D . Bc^co, y le conceda abundantes frutos
espirituales en el laborioso ejercicio de su alto
Ministerio Episcopall

í

según im plan orgánico, desarrollándose
misión Salesiana de Tanjore (India). liza
por lo mismo sobre bases seguras y eficaces.
{Carta del misionero Don Jorge Tomatis).

I.

CHBRTSBY (Ineiatera). — B tcueit Mieviaoa.
titud a nuestro Ven. Padre, que se diera el nombre
de Don Bosco a una de las calles importantes de
la pobladón.
Acordado, varios Antiguos Alunmos, concejales
del Ayuntamiento, presentaron la modón al
Concejo, apoyándola con el siguiente razonamiento:
« Entre los grandes hombres que han visitado
Niza durante el siglo X I X xmo de los más emi­
nentes es, sin duda, Don Bosco, apóstol de la
niñez pobre y abandonada. Su nombre es hoy conoddo, amado y respetado por ambos hemisferios.
Si nosotros hemos pagado la visita de algunos
de esos grandes hombres dando su nombre a
algunas de nuestras calles, es'm u y justo que se
haga otro tanto con Don Bosco.



Además de que este venerable^ barón es y re­
presenta algo más que algimos de esos seíiores
para Niza, ya que ha dotado a nuestra ciudad de
un establecimiento benéfico donde se han formado
y forman excelentes generaciones de obreros,
haciéndose altamente acreedor a nuestro afecto
y gratitud.
Bando el nombre de Don Bosco a la calle que
conduce al benéfico centro, el Ayimtamiento se
a.socia al reconocimiento de los pobres y de los
¡Xíqueflos hacia este grande hombre, que aun con­
tinúa, por medio de sus hijos, enderezando a estos
jovencitos por el sendero de la honradez y del bien ».
L a proposición fué aceptada por unanimidad.

9 0

1



de xm sacerdote, de haber ofrecido a Dios xmo de *
sus lujos en la Sociedad Salesiana, el Rdo. P. Ro- ?
berto Tavella.
r
Niunerosas fueron las personas, alumnos y
ex-aliunnos de los colegios salesianos, sacerdotes
y entre ellos el Rdo. P. Valentín Boiietti, inspector
salesiano, que pasaron por la casa mortuoria a
presentar su pésame a la familia y a sufragar el
alma de la difunta.
E l Apostolado de la Oración y las Devotas de
María Auxiliadora piden oraciones por el nhna
de la llorada consocia.
E l Boletín Salesiano se ime también al senti­
miento y, al par que ruega por el eterno descanso
de su alma, envía el pésame a su familia.

Exemo. Sr. Don Diego Manuel Chamorro.

Sra. Díía. Francisca Rodríguez Abaytiía.
E l día 20 del agosto pasado fallecía en Madrid
la señora Dña. Francisca Rodríguez Abaytúa,viuda
de Guedea, dama justamente apreciada por sus
caritativos sentimientos.
Perteneció a la Junta de Señoras Cooperadoras
y distinguió hasta sus últimos momentos a la
Obra Salesiana, instituyendo una benéfica fmidación en favor de los niños pobres.
Dios recompense su caridad cristiana.

Sra. Dña. Encarnación Yilán de Verdd.
También en Madrid dejó de existir el 19 de
agosto Dña. Encamación Yllán de Verdú que
ejercía de Presidenta de la Archicofradía de María
Auxiliadora, no omitiendo esfuerzo alguno en su
cargo, para el mayor esplendor del culto de la
Sma. Virgen Axixiliadora.

Sra. Dña. Rosa M. de Tavelfa.
En Buenos Aires, Argentina, entregaba su nlmg
a Dios el I de diciembre Dña. Rosa M. de Tavella.
La muerte la arrebató al cariño de los suyos
en fonna casi imprevista, pero no inesperada.
De una fe profundamente cristiana, herencia
preciosa de los hijos de la Liguria, deja su nombre
vinculado a varias instituciones piadosas y entre
ellas al Apostolado de la Oración y a la Asociación
de María Auxiliadora, siendo edificantes la puntuiUidad y el fervor con que practicó los relativos
ejercicios de piedad hasta pocos días antes de su
puso al Cielo.
Í*ero la satisfacción más amplia y que llenara de
alegría a la llorada Doña Rosa, era la de ser madre

E l día 12 de octubre moría, tras breve enfer­
medad, en Managua, Nicaragua, el Exemo. Señor
Don Diego Manuel Chamorro, fortalecido con los
auxilios de nuestra santa religión.
Esclarecido patricio y eminente estadista, ocu­
paba la Presidencia de la República, con la satis­
facción de los súbditos y l)ien de la Iglesia, a la
que favorecía como buen hijo, cuando le sor­
prendió la muerte.
Con él pierde Nicaragua uno de sus más grandes
hombres, pues al decir de Don José I.Gómez su
figura era como la encina secular que al caer con­
mueve a los troncos jóvenes que crecían robustos
a su abrigo.
Nosotros los Salesianos diremos solamente que
el Excelentísimo Señor Don Diego M. Chamorro
fué nuestro grandísimo bienhechor, en la ciudad
de Granada, que no lo olvidaremos por cierto en
nuestras oraciones y que enseñaremos a los tres­
cientos cincuenta alumnos que frecuentan nuestras
escuelas a recordar a quién tan grandemente los
amó. Y a ofrecimos al Todo-poderoso repetidos y
solemnísimos sufragios y convidamos a todos a
unirse a nuestras preces, a fin de que el Altísimo
tenga cerca de sí al difimto Presidente Sr. Don
Diego y se obtenga también un poco de alivio
para su dolorida familia. Requiescat in pace.

Otros Cooperadores difuntos:

Barcelona (España): Don Joaquín Margerrat
y Cobella, ex-alcalde de Sarriá y gran bienhechor
de nuestra Obra; Muy I. Don Carlos de Ponteuberta y de Perramón; Don Juan Arderiu.
Barajas de Meló (Cuenca-España); Dña. Petra
Arguero.
Madrid (España): Don Leandro Martínez.
Arboledas (Colombia): Pbro. Don Eduardo
Villamizar.
Labaieca (Colombia): Sres. Evangelista Verga;
Camilo Flores; Leocadio Camacho; Roberto Duráa;
Herminia Valencia; Juan Mora R.
Pamplona (Colombia): Don Rafael Duarte.

Con aprobación de la Autoridad Eclesiástica: Gerente: GEM IN IAN O F E R R A R I,
Establee. T ip .d e la Sociedad Editora Internacional. — Corso Regina Margherita, N. 174 - TURIN

T
3f'

Avenida Regina Margarida, 174 - TURÍN (Italia)

THE0L06IA DOGMATICA, HORAIIS, MTSTIGA, PASTORALIS, Etc.
SACGA Sac. PBTEUS. — Theologiae moralis synopsis. Breve opus ex sapientissimis scriptoribus de Ee Morali eductum et &á normam novi Codlcis Juris Canonici exaratum: Iiibellae 12,50. Apud exteros: libellae 16,50.
MAZZELLA HOE, Archiep. Tarentinus. — Praelectiones Scholastico-Dogmaticae breviorf
aorsui accomodatae. Bditio quinta recognita et aucta.
Vol. I. — Tractains de vera Religione, de Scriptura, de Traditione et de Ecclesia Christi.
Libellae 25. — Apud exteros: libellae 30.
Vol. II. Traetatus de Deo T Jm ac Trino et de Deo Creante: Libellae 25. Apud exteroa:
libellae 30.
Vol. III. — Traetatus de Verbo IncaniaiOy de QraXia Christi et de Virtutibua infusiet
Libellae 25 — Apud exteros: libellae 30.
Vol. IV. — Traetatus de Sacramentis et de Novissimis: Libellae 25. — Apud exteros:
lib. 30.
BBBASTIAKI Sac. NICOLAUS S. Theol. et utriusque inris Doctor, Cancellarins a Brevibus
Apostoiieis Pii PP. XI. — Summarium Theologiae Moralis ad Codicem Juris Canonici
acoomodatum cpm lucupletissimo indice analytico:
Editio quinta maior (1920). In -8 max.: Libellae 9,50. — Apud exteros: Libellae 12,50»
Editio sexta minor-manuaUs. In 2á9 (cm. 9 x l5 ) charta indica pondere mínimo, pag. 650.
Linteo contecta: Libellae 14,50. — Apud exteros: libellae 18.
NAVAL P. FEANCISCUS Missionariis Piliis S. Cordis B. V. Mariae. — Theologiae asceticae
et Mysticae corsos, ad usum Seminariorum, Institutorum religiosonim, clericorum, necnon
Moderatomm animarum. Prima versio latina ab auctore recognita et adprobata: Libellae
8,50. — Apud exteros: libellae 11,50.
GAEEIGOU-LAGEAIí'GB Fr. EEGDf. O. P. — Theologia fondamentalis secundom S. Thomae doctrinam. Pars apologética: D‘e revélatione per Ecelesiam catholicam proposita.
Bditio 1921 emendata. — Opus juxta S. P. Benedicti XV optata saerae praesertim juventuti commendatum: 2 tomi. Libellae 45. — Apud exteros: libellae 60.
GUEY P. J. PBTEUS S. J. — Compendiom Theologiae moralis recentioribus actis Sanctae
Sedis legibus Codicis Juris canonici accomodatum, habita simul ratione italici juris, cura
P. Eaph. Tummolü ej. Soc. etc. 2 vol. Libellae 50. — Apud alias nationes: libellae 65.
CAPPELLO Sac. FELIX S. J. — Traetatus canoníco-moralis « De Sacramentis », juxta codicem
juris canonici: Vol. I. De Sacramentis in genere (De Baptismo, Conürmatione et Eucharistia) 1921: Libellae 20. — Apud exteros: libellae 26.
CABBOEB Sac. C. Theologiae et Juris Canonici Doctor, in Seminario Eegionali Apulo-Lucano,
Theologiae Dogm. et Saerae Éloquentiae Magister. — Elzamen Confessariorom ad Codicif
Joris Canonici norman concinnatom: Libellae 12,50. — Apud exteros: libellae 16,50.
MUXBEATI Sac. DAXTIS. — Prontoarium pro ordinandis et confessionis ezaminandis;
Libellae 4,50. — Apud exteras nationes: libellae 6.
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ecclesiasticanim. Editio quarta in pluribus aucta. Accedunt 94 figurae et 25 tabulae anatomicae coloratae. 3 vol.; Libellae 60. — Apud exteras nationes: libellae 80.
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