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BOLETÍN SALESIANO
REVISTA DE LAS OBRAS DE DON ROSCO
Año XXXIX.
MAYO 1924
Número 5.
□Redacción y Adm inistración: V ia Cottolengo N . 32 - T U R IN , 9 (Italia).
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fis o o iR T D A
K ü i 'r R i o : ^
C o r s o R e g i n a M a r g h e r ita , 174 - T O R IN O (Ita lia )
Opera theologica ad normam Novi Codicis luris Canonici exarata
et Com m entaria eiusdem Codicis»
ANTONELLI Sac. JOSEPH. — Medicina pastoralis in usum confessaríorum. et curiaruni ecclesiasticaruni. Editio quarta in pluribus aucta.
Accedunt <4 ligurae et 25 tabulae anatomicae coloratae. 3 vol.: L. 60. — Apud exteros: L. 72.
Sac. CAESAR. — Instttutlones Juris
Canonici. Editio altera aucta.
V o l . i . - Introductio in jus canonicutn. — Lib.
15ADII
I. N o r m a s g e n e r a l e s . — Lib. II. D e p e r s o n is :
L. 16,50.
Apud exteros: L. 20.
V o l . II. - De rebus; L. 20. — Apud exteros:
L. 24.
ilLAT Fr. ALBERTU S ü . P . — Commentarlum
textus Codicia Inris Canonici.
I^IBER I. - Nortnae getierales. Previo tractatu
introductorio, et appendice subsequente de legibus ac libris liturgicis: L. 7,50. — Apud exteros:
I.. 9.
L íb e r II. - De personis cum authenticis declarationibus usque ad diem 7 Julii 1921 (A. A . S.
XIII, fase. 9): L. 30. — Apud exteros: L. 36.
L íbe r III. - De rebus.
Pars I. D e S a c r a m s n t is cum declarationibus
autlienticis usque ad diein 2 Augusti 1920 (A. A.
S. XII, fase. 8). Accedit dúplex appendix, prima
de relationibus ex libro V , altera de formulis facultatum S. Congr. de P. Fide: L. 30. — Apud
exteros: L. 36.
Pars II. D e l o c is ht t e m p o r ib u s s a c r i s . i'ars III. D e c u l t u d iv in o . - Pars IV. D e m a g i
st e r io e c c l k s ia s t ic o . - Pars V . D e b e n e f ic iis
\L IIS Q U E IN S T IT U T IS E C C L E S IA S T IC IS N O N C Q L L E GiALiBUs. - Pars VI. D e b o n is E c c l e s i a e t k m PORALIBUS, CUM d e c l a r a t io n ib u s AUTHENTICIS
usquK AD DIEM 31 o c T O B R i s 1922: L. 24. — Apud
exteros: L. 30.
L íbe r V. De delictis et poenis (Sub praelo).
VRBONE Sac. C. Theologiae et Inris Canonici
Doctor, in Seminario Regionali Apulo-Lucano,
Tlieoiogiae Dogm. et Sacrae Eloquentiae Magister. — Examen Confessaríorum ad CodlcIs
Juris Canonici normam conclnnatum: L. 12,50.
Apud exteros: L. 15.
CHELODI Sac. JOANNES. — Jus matrlmonlale:
L. 8. — Apud exteros: L. 9,50.
— Jus de personis, etc., praemisso tractatu De
principas et fontibus juris canonici: L. 25, —
Apud exteros: L. 30.
— Jus poenale et ordo procedendi in judiciis criminalibus: L. 6.
Apud exteros: L. 7,20.
(lARRIGOU-LAGRAN GE Fr. REGIN. O. P. -
Theologla fundamentalls secundum S. Thomae
doctrlnam. Pars apologética: De revelatlone
per Ecciesiam catholicam proposita. — Opus
juxta S. P. Benedicti X V optata sacrae praeserlim juventuti commeudaium. 2 vol.: L. 4 5.—
Apud exteros: L. 54.
P. GEM.ELLI A U G . O. P. M. — De Scrupulis.
Psycho-pathologiae specimen in usum confessariorum: L. 10. — Apud exteros: L. 12.
— Non moechaberis. Disquisitiones medicae in
usum confessaríorum. - Editio sexta: L. 12.—
Apud exteros: L. 15.
GENICOT ED . S. J. — Casus consclentlae propositi ac soluti. Opus postumum accomodatum
ad Theologiae moralis Instltutlones ej. auct.
Editio 4‘‘ ad normam Codicis Juris recognita el
pluribus casibus aucta a J. Salsmans S. I. ele.:
L. 24. — Apud exteros: L. 28.
— Institutiones theologiae moralis. 2 vol.:
L. 35. — Apud esteros: L. 42.
.MUNERATI Episc. D A N TIS. — Promptuarium
pro ordinandis et confessariis examlnandls:
L . 5,50. — Apud exteros: L . 6,50.
SEBASTIAN I Sac. NICOLAOS S. Theol. et utriusque iuris Doctor, Cancellarius a Brevibus Apostolicis Pii PP. XI. — Summarium Theologiae
moralis ad Codicem Juris Canonici accomodatum
cum iucupletissimo indice analytico:
Editio quinta maior (1920). In-8 max.: L. 9,50.
— Apud exteros: L. 11,50.
Editio sexta minor-manualis. In-24 (cm. 9x13)
charta indica, pondere mínimo, pp. 650. Linteo
contecta: L . 14,50. — Apud exteros: L. 17,50.
TA N QU EREY A D . S. J. — Synopsis theologiae
dogmaticae ad mentem S. Thomae Aquinatis
hodiernis moribus accomodata.
V o l . i . De vera rehgione - -De Ecelesia • De
fontibus revelationis: L. 25. — Apud exteros:
L. 30.
V o l . II. De fide - De Deo uno et trino - De Deo
creante et elevante: L. 25. — Apud exteros: L.30.
V o l . III. De Dea sanctificante - De Deo remuneratore seu de gratia - De Sacratnentis et de
Novissimis: L. 20.— Apud exteros: L. 24.
— Synopsis theologiae moralis et pastoralis ad
mentem S. Thomae Aquinatis hodiernis moribus
accomodata.
V o l . i . De poenitentia - De matrimonio et de
ordine (Pars dogmática simul et moralis); L. 25. —
Apud exteros: L. 30.
V o l . II. (Theologia moralis fundamentalls)
virtutibus - De praereptis - De censuris • De
prohibitione librorum: L. 2 5 .— Apud exteros:
L. 30.
V o l . III. De vivtute justitiae et de variis slaÍHutn obligalionibus: L. 20. — Apud exteros:
L. 24.
TAN QU EREY AD. et Q UEVA STRE M. - Bre-
vior synopsis theologiae moralis et pastoralis.
Elditio nova: L. 20. — Apud exteros: L. 24.
TAN QU EREY A D . - Q U EVA STRE M. - HERBERT
L.
Brevlor synopsis theologiae dogmaticae.
Editio quinta: L . 20. — Apud exteros: L. 24.
BOLET N SALESIANO
REVISTA DE LAS OBRAS DE DON BOSCO
Año XXXIX.
MAYO 1924-
Número 5.
S u m a r i o : La primavera criiliana. — Inaagaroción oficial del ImíUuío Internacional D on B oico,
— cQue ho visto el ministro C enlile en el método educativo de D on B osco? — Figuras misio
neras. — D e nuestras Misiones. — Episodios de las Misiones. — Culto de Marta Auxiliadora.
— Cracias de María Auxiliadora. — Tesoro espiritual, — Por el mundo salesiano, — Un
llamamiento a los católicos de Eslovaquia, — Los que mueren.
La primavera cristiana.
« Jam hiems transit
Y a pasó el invierno. ¡Qué alegría!
Cesaron las borrascas, los vientos helados
que llevaban oculta la muerte en sus alas, y,
que al batir en las puertas, lloraban quejum
brosos, como almas en pena, llenando de pa
vura a los niños. Las nubes grises, plomizas
bogan veloces hacia el horizonte, y aparece el
cielo azul, y sonríe el sol derramando a torrentes
la luz que da vida. A su beso amoroso la ti<»rra
despierta del sopor invernal, como el niño del
sueño a impulso de las caricias maternales, y
despliega su manto de flores, y los pájaros rom
pen en jubilosa canción, elevando un himno
de agradecimiento al Creador.
¡Qué hermosura! La naturaleza al sentirse
estimulada por impulsos vitales, se conmueve
agradecida, sacude su letargo, y, en fecunda
acti\údad, cual enjambre diligente, hace brotar
por doquiera la vida, que se convierte en flores
vistosas y agradables perfumes que embalsa
man el ambiente.
.
Uoda la naturaleza, a su manera: las colinas
y las praderas, los ríos y las fuentes, las brisas
misteriosas, la sabia que se convierte en colores,
la claridad del sol que todo lo anima v alegra,
las flores, los pájaros, perfumes y armonías,
es un canto a la Pro\*idencia de Dios, un himno
de amor, de alabanzas, una promesa de abun
dantes y sabrosos frutos.
Y este intenso despertar de vida, el prodi
gioso y continuado renovarse de la naturaleza
¿no dice nada a nuestras almas, no despi'»rta
üusiones de nubes doradas, anhelos de dicha
inmortal, ansias de cielo?
A la vista de los campos cubiertos de flores
que semejan la prolongación de la sonrisa de
la hermosa Reina de cielo y tierra ¿no se sienten
nuestras almas penetradas de un delicado per
fume de piedad, y se abren a la vida, como
jardín celeste, maceradas de aromas y de cán
ticos suaves?
Mientras todo a nuestro derredor es un alegre
despertar a la vida exuberante y fecunda ¿es
posible que nosotros permanezcamos indife
rentes. con el alma en invierno, como un in
menso y árido páramo, seco y glacial, que nues
tros corazones no se abran a las expansiones
de la tierna devoción a la Reina de las flores,
a nuestra cariñosa Madre, a María Auxiliadora?
« Jam hiems transit »: Y a pasó el invierno.
También para los cristianos llega su primavera.
Oíd como el Espíritu Santo nos invita a la flo
ración espiritual con las palabras del idilio
divino del Cantar de los Cantares: * Los capullos
de las flores se abren y perfuman nuestra tierra,
ha venido el tiempo de la poda y la voz de la tór
tola óyese en el bosque. La higuera brota sus higos
y las uvas en cierne difunden olor; por ende,
levántate, amiga mía, y ven *.
Nos llama a nosotros. Sacudamos nuestro
sopor espiritual, abandonemos los sueños vo
luptuosos del pecado, y, huyendo del frío am
biente del sensualismo que aniquila, volemos
a las deliciosas regiones de la vida moral, donde
la primavera cristiana nos trae en su regazo
aromas de cielo, donde el beso de Jesús resu
citado es savia de eterna primavera, flor de
infimtos goces, luz que ilumina las almas y
hace germinar en los corazones botones ce
\úrtudes, que, al influjo de las auras del mes
132 —'
de María, estaMan en hermosa florescencia, de
colores más preciosos que los del iris, de aromas
más delicados y exquisitos que los del nardo,
el lirio y la rosa.
Triste, muy triste es el invierno, durante el
cual la naturaleza adormecida, no .sintiendo
y a en su seno la actividad vital, parece llevar
el luto de la vida; pero es más triste aún el in
vierno de las almas, cuando oscurecido el res
plandor de la gracia por las desatadas borrascas
de las pasiones, las virtudes se marchitan y el
pecado las cubre con la repugnante mortaja
de la muerte.
Si al menos supieran los hombres imitar los
ejemplos del mundo que les rodea, leer en el
libro abierto de la naturaleza, pudieran recabar
preciosas enseñanzas para regularse en la vida,
cultivar con provecho el espíritu y dar cum
plida gloria al Creador. Porque en la mara
villosa armonía del universo, son admirables
las analogías que se observan entre el mundo
físico y moral, en las leyes que a ambos mundos
rigen y gobiernan con sabiduría y amorosa
providencia.
Y siendo ello así ¿por qué mientras la natu
raleza renueva con acti\ddad prodigiosa su
florida primavera, procurando cubrir con es
pléndidas galas la desnudez y desolación del
cruel y largo invierno, del que se aleja con te
mor, como del sueño de la muerte, hay tantos
hombres, y entre ellos no pocos cristianos, que
no renuevan su primavera espiritual, que con
tinúan en su mortal letargo en vez de vigorizar
el espíritu y hacer florecer en el corazón las
virtudes?
¿Por qué en lugar de imitar a las plantas
que, comenzando en la primavera por engalanar
los troncos desnudos de los árboles y embriagar
el ambiente con perfumes saturados de espe
ranzas, terminan, con misteriosa actividad,
por modelarse a sí mismas y trasformarse en
.sabrosas frutas, encanto de la vista y deleite
del paladar, que llevan dentro de sí gérmenes
de perenne renovación, los hombres, los cris
tianos se condenan a perpetua esterilidad es
piritual, no explotan las riquezas vírgenes, lo.s
ingentes tesoros ocultos en las profundidades
del alma y del corazón, y, a lo más, se confor
man con simples apariencias de virtud, con
meras palabras y sentimientos que se disipan
como el jíerfume?
¡Oh almas seniles, criaturas de^raciadas!
Prefieren la tristeza y esterilidad del invierno,
a los encantos y alegrías de la primavera; cu
brirse de harapos, a ostentar regia vestidura;
lecuAplazar los llamamientos de la vida por los
clamores de la fría muerte. En vez de aspirar
a la plenitud de la vida, a la perfección de su
ser, de .responder a los imperiosos llamamientos
de las facultades anímicas que tienden a em- *
briagarse en lo infinito, se arrastran como gu
sanos por la tierra, sin más horizontes que los
del vil placer sensual, sin atreverse a levantar
y explayar la mirada por los espacios anchu
rosos del cielo para no ver reflejada en el her
moso espejo azul la repugnante figura de su ‘
miseria, en contraste ridículo con las bellezas i
que luce la naturaleza.
!
No, esta conducta que hace del hombre una
nota discorde en la armonía del universo, no
dice bien con el cristiano, con el rey de la crea
ción.
El hombre no puede sin vileza renunciar a
su rango, a su glorioso destino que lo iguala
a los ángeles y le hace heredero del cielo, para
reducir sus aspiraciones a los goces de la ma
teria, a los sueños infames que producen las
drogas alcalinas. L a tierra es demasiado estre
cha para un ser inmortal; las almas no pueden
encontrar agradable el miserable lecho de Pro
custo y resignarse a vivir en cárcel abyecta,
como no puede el águila real, destinada a medir
los horizontes infinitos, . encontrar agradable
una reducida jaula pintada de oropel.
¡Sursum corda! arriba los corazones j f a
semejanza de la naturaleza, despertemos vi
gorosos a la vida del espíritu. Trátase, en honor
a María Auxiliadora, nuestra Madre cariñosa,
de purificar la atmósfera, de higienizar nuestra
vida, de apartar el corazón de cuanto lo asfixia
y corrompe, a fin de que broten en él, a la ma
nera que brotan en la tierra, nuevas flores de
santidad y virtudes con las que poder tejer un
hermoso ramillete que ofrendaremos a la Reina
de las flores.
No invoquemos como excusa de tan sagrado
deber nuestra debilidad, nuestras numerosas
miserias. María Auxiliadora cicatriza las he
ridas del alma, aviva la fe, alienta la esperanza
y enardece la caridad. Su acariciadora sonrisa
nos conducirá al regazo de aquel que sabe
transformar la oruga en mariposa y convertir
un infierno en paraíso.
«•
***
i;
Si para honrar a María la naturaleza viste
sus mejores galas y se recama de flores que
ofrece como peana a su Reina, y el sol la viste
con su luz y los pájaros la saludan con sus dul
ces trinos, y la Iglesia le dedica, con transportes de alegría, el más hermoso de los meses
del año, es muy justo que nosotros, sus hijO.‘=. \
nos unamos con intenso júbilo a ese culto ma
gnífico, universal, eterno que los cielos y la
tierra tributan a la Madre dulcísima, a María
Auxiliadora.
— 133
Pero no debemos contentamos con ofrecerle
ramilletes de flores que se marchitan, ni redu
cir esta hermosa devoción, este mes de piedad
a meras formas, motivo de sentimiento estético
y de vana poesía que ningún fruto produce,
sino cultivar y hacer florecer las virtudes del
alma, y, a ejemplo de Don Bosco, su sierv’O
enamorado, difundir su devoción, avivar el
espíritu cristiano, para que las almas de los
fieles, encariñadas, vayan a derramar sus co
razones ante los altares de la Madre celeste, a
entonar cánticos de amor.
Que a Ella acudan los pecadores, que es
agua de \dda cristiana y alimento de virtudes
evangélicas, si quieren sanar de sus males y
sentir sobre sus almas las caricias maternas,
confiados en que no son tantos los pétalos de
las rosas que adornan sus altares ni las luces
que los convierten en antesalas de paraíso,
cuantos son los pecadores que han ido al cielo
convertidos por su devoción.
No sólo la juventud que se abre como flor
lozana en el árbol viejo de la humanidad, debe
rodear sus altares y ofrendarle, don su prima
vera, sus colores y perfumes, sino también la
tierna infancia, la fuerte y serena edad viril,
y la decrépita vejez para recibir a cambio de
sus dones sentidos el bálsamo de los consuelos
celestiales y de las santas alegrías.
Que la piedad e industrias de los maestros
reúnan a los colegiales a los pies de un altarcito
de María e inflamen sus corazones en el amor
que obra maravillas, que mueve a lágrimas de
arrepentimiento, inspira nobles propósitos y
es fuente de generosos sacrificios que causan
admiración a los ángeles y hacen llover bendi
ciones y gracias celestes.
Que en los hogares cristianos, particular
mente en los de la gran Familia Salesiana: Coo
peradores, Antiguos Alumnos y Bienhechores,
en muchas casas de los cuales está entronizada
María Auxiliadora, se respire durante el mes
de Mayo una atmósfera especial de tierno
amor y devoción filial a María. ¡Qué hermosura
si, después de las faenas del día, ante el altarcito que la madre adornara con amor, el jefe
de la familia leyera o explicara a sus amados
hijitos algunas de las glorias de María, y, con
cluida la lectura, los niños, de hinojos en torno
de la madre y apoyados en sus rodillas, levan
taran sus manecitas al cielo recitando las
oraciones de la noche y , luego de recibir la
bendición del padre y el dulce ósculo de la
madre, rebosando alegría, se durmieran arrulla
dos por los captos de los ángeles y las caricias
de María Auxiliadora!
Que no haya niño en los hogares de nuestros
Cooperadores y Antiguos Alumnos que no sepa
las ternuras filiales del angélico Domingo Sa\ io
hacia María, cuyo corazón se derritía de amor
ante sus altares y le trocaba en apóstol de su
devoción entre sus amiguitos.
Y , por último, que los confesores a sus pe
nitentes y los sacerdotes a sus fieles les con
duzcan a los pies de esta Madre; los unos a
M A R IA A U X IL IA D O R A .
ofrendarle los ramilletes perfumados de las
virtudes practicadas en su honor, y los otros, no
teniendo flores que ofrecerle, a derramar lá
grimas de contrición y encender al lado de las
flores los drios de penitencia.
Acudamos todos gozosos al templo y unamos
nuestras voces al coro de alabanzas que Jas
almas piadosas con lágrimas de amor y los
niños inocentes con las manos juntas, semejando
lirios, entonan a la Virgen.
Evoquemos los dulces recuerdos, las pia
dosas emociones gustadas en nuestra infancia.
— 134 —
T
Las campanas nos llaman y la naturaleza nos
convida. Lleguémonos confiados a María y ante
su trono de rosa y cielo, cuajado de flores,
vertamos nuestros pesares, despojémonos de
nuestros harapos, dejemos el polvo del camino
y revistámonos con el blanco ropaje, si no de
la inocencia, al menos del arrepentimiento.
Préstanos ¡oh primavera! los matices de tus
risueñas alboradas, el áureo esplendor de tus
días, el azul de tus atardeceres y el fulgor ar
gentado de tus noches; préstanos la exuberan
cia de tus campos, la fragancia de tus flores,
el cantar melodioso de tus aves, para que todos
tus encantos unidos a las plegarias de nues
tros labios y al amor de nuestros corazones,
sean la ofrenda que presentemos ante el altar
bendito donde, entre nubes de incienso y per
fumes de rosas, nos aguarda sonriente nuestra
Madre.
¡Oh, María! ¡Amor de los divinos amores!
Nosotros te aclamamos, ensalzamos y ben
decimos con todo el amor de nuestras almas.
Y , si en nuestra pobreza no podemos coronarte
con flores de virtudes, anhelamos al menos ser
víctimas de nuestra ternura hacia tí, como esas
flores que languidecen de amor bajo tus pies,
y abrasarnos en él como los cirios que en tu
altar se consumen en este mes de dicha y de
ventura.
Inauguración oficial
del Instituto Internacional D. Bosco.
Creemos hacer cosa grata a nuestros lectores
y amigos, que con tanto interés siguen desde
las columnas de esta Revista el rápido desa
rrollo de las Obras de Don Bosco, dedicando
algunas líneas a un nuevo centro salesiano que
patentiza una vez más lo maravilloso de esa
expansión. Nos referimos al nuevo Insíituio
Internacional D. Bosco abierto en Turín a prin
cipios del pasado Octubre, e inaugurado oficial
mente el 7 de Marzo.
K 1 Instituto, capaz para ciento cincuenta
estudiantes, está integrado en la actualidad por
ciento veinte jóvenes salesianos que, proce
dentes de todo el mundo, han venido a Turín a
concluir felizmente, con sus estudios teológicos,
la carrera sacerdotal.
Pero, no son los estudios el fin primordial
que esos salesianos persiguen al abandonar sus
lejanas tierras y congregarse en la nueva casa
salesiana; no son los estudios el que pudiera
llamarse objetivo específico del nuevo Estu
diantado Teológico. Ese fin, y ese objetivo lo
conocemos cuantos tuvimos la suerte de asistir
el día 7 de marzo a la Velada de inauguración de
dicho centro, presidida por el limo. Sr. Vicario
de la diócesis Mons. Cástrale y el Rmo. Sr. L
Don Felipe Rinaldi. E l Rmo. Superior General,
dando al final del acto las gracias a todas las •
autoridades eclesiásticas, civiles y militares
que se dignaron realzarlo con su presencia,
vertió algunos pensamientos sobre la finalidad
del nuevo Instituto; pensamientos que hacemos
nuestros y nos atrevemos a esbozar. E l Estu
diantado Teológico Central de Turin será la
Internacional Sal-esiana, a donde una buena
parte de los hijos de D. Bosco, esparcidos por
todo el mundo, vendrá a completar su forma- .
ción salesiana en la cuna de la Congregación,
bajo la mirada amorosa de la Auxiliadora y
del Vble. Padre que, muerto, habla aún a sus
hijos desde sv tumba de Valsálice. Y esos ada
lides así formados en la misma escuela, después
de beber las enseñanzas salesianas en la misma
fuente, de labios de quienes más fielmente han
encarnado el espíritu de D. Bosco, los veneran
dos miembros del Capítulo Superior (y ésto
lo no dijo, por modestia, el Rmo. D. F. Rinaldi)
se esparcirán de nuevo por todo el mundo, lle
vando y asegurando en medio de sus hermanos
la unidad de espíritu, ,de pensamiento y de
acción.
Anejo al nuevo Instituto se levanta otro
edificio destinado al Oratorio Festivo. Y a sa
bemos todos que doquiera se establecen los
hijos de Don Bosco no puede faltar esa obra,
que representa la genialidad de nuestro Vene
rable Padre.
Todo corazón amante de la Obra Sale.siana,
y la amarán cuantos la conozcan, no puede
dejar de alegrarse con la inauguración del
« Instituto Internacional D. Bosco ». Pidamos
al Señor por su prosperidad.
.
^Quién entre los filántropos, quién entre los
dagogos más considerados por nuestro siglo aJeancará sobre los muchachos más pendencieros y desmandados el dominio moral logrado por Don Bosco^
La depravación humana es una fiera que no se
amansa con la ciencia: sólo se doma con el tentíe
de Dios y el influjo de un hombre santo...
Cardenal A umonda .
i
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135 -
¿Qué ha visto el Ministro Qentile
en el método educativo de Don Bosco?
En el' mundo de los llamados intelectuales
todavía se halla difusa la teoría, según la cual
los santos tienen algo de maniáticos, son seres
desequilibrados, fantasías sobreexcitadas. Conste
que esta teoría, hoy y a algo vieja y en quiebra,
se p r o p io en nombre de. la ciencia.
Ciertamente que para los incrédulos, para
los que no creen más que en lo que cae bajo la
percepción de los sentidos, y no ven en sus se
mejantes más que un enemigo que haj' que
aniquilar antes que les arrebate a ellos la vida,
parecerá una extraña manía el postrarse ante
una divinidad que no está al alcance de los
sentidos, como asimismo el que los hombres
se sacrifiquen en aras del bien del prójimo
por amor de Dios.
Convencer a estos señores de que todo santo
se halla al vértice de la humanidad, muy por
encima de aquel superhombre, que por fortuna
nuestra jamás ha existido, es punto menos
que imposible.
Figúrense, por tanto, la rara impresión que
habrá causado en nuestros días la disposición
de un Ministro de Pública Instrucción que, en
Italia, propone un siervo de Dios como modelo
a los educadores de la nación.
Pero como quiera que la figura de este siervo
de Dios se conser\^a viva en Italia y el eco de
su palabra se transmite fielmente por boca de
sus hijos; como quiera que Don Bosco, pues
es el sierv’o de Dios en cuestión, es bien cono
cido en el campo de los intelectuales, no estará
fuera de lugar el que indaguemos la razón que
pueda hal^r inducido al ministro italiano
Sr. Gentile a señalar como ejemplar su sistema
pre\*entivo, no obstante las prevenciones de
dicho señor contra las base.s de ese mismo sis
tema.
Ante todo, conviene sentar una premisa:
La grandeza de los santos, como la de todos
los hombres ilustres, se refleja en sus obras.
Pero las obras realizadas por los santos se
encaminan directamente a Dios, el cual, a su
v ^ , ha querido premiar su fe y caridad; pues,
mientras los santos mueren, sus obras sobre\úven, se desarrollan prodigiosamente y fructi
fican en abundancia. Los santos son como
aaimuladores de gracias, que ellos con\úerten
en preciosas energías en favor de la humanidad.
Su figura, por tanto, se nos preseirta bajo dos
aspectos que la integran: el uno como el de
intercesores de la gracia, y el otro como el de
i
propulsores de la vida. Y creemos que los dos
aspectos sean inseparables, dado que el ma
nantial de la caridad para los hombres está en
el temor de Dios.
De este modo se puede juzgar con utilidad
el método didáctico de Don Bosco, que es la
característica distintiva de este siervo de Dios.
Porque su sistema educativo no se basa sola
mente sobre premisas racionales, ni se apoya
exclusivamente sobre la sensibilidad. líl mismo,
en efecto, lo resume o sintetiza en la frase:
« religión y razón » para indicamos los dos fac
tores que lo animan: la gracia de Dios, y las
voluntades concordes del educador y del discí
pulo, obrando el bien.
L a pedagogía de Don Bosco, por lo mismo,
no es un secreto privilegiado o artículo de mo
nopolio.
E n último análisis Don Bosco no hizo otra
cosa que traducir en apostolado la doctrina
de Cristo, que copiar uno de las íascetas de su
\úda. L a racionalidad de su método está en su fe.
Tampoco se puede concebir separada de la
vida cristiana. Sucede en esto como en todas
las demás fuerzas que residen en la verdadera
religión. A veces son admiradas y aprovechadas
aún por los que están divorciados de las ideas
religiosas o no creen en absoluto; pero de ese
modo, separadas de su origen, como ramos del
tronco de donde recibían la savia, y a no pro
ducen fmtos o los producen raquíticos. Si no
se quiere falsificar el espíritu de la pedagogía
de Don Bosco, es necesario que los fundamentos
descansen sobre su fe acrisolada.
Y ¿cuál es el alma del sistema preventivo?
« Es la caridad... responde Don Bosco ».
¿Y los medios que determinan el triunfo de
la caridad? « El santo temor de Dios, infun
dido en los corazones ». Y el sabio pedagogo,
puesto a revelar su secreto, continúa : « La
caridad y las buenas maneras, he aquí las fuentes
de que derivan todos los frutos que se esperan
de los Oratorios festivos. L a religión y la razón
son las dos columnas que sustentan todo mi
sistema educativo. E l educador debe conven
cerse de que todos o casi todos los niños tienen
una inteligencia natural para conocer el bien
que se les hace personalmente, y, al propio
tiempo, están dotados de un corazón sensibi
lísimo que se inclina fácilmente a la gratitud.
E l sistema pre\*entivo consiste en hacer conocer
el reglamento y demás prescripciones de un
estableciiniento docente, y, después, vigilar
siempre con amor a los colegiales, cual ángeles
aistodios, sirviéndoles de guía, aconsejándoles
y corrigiéndoles con cariño, que es cuanto decir:
conducir a los niños de manera que no hayan
lugar a desmandarse ».
Y como este sistema impone al educador el
sacrificio continuo, consciente y voluntario
(sacrificio que no se comprende' sino en vista
de un ideal, que sólo puede engendrar la fe).
Don Bosco añade: « Da práctica de este sistema
se apoya enteramente sobre aquellas palabras
de San Pablo, que dicen: Charitas benigna cst,
■ patiens est... omnia sufferi, onmia sperat, omnia
snsiinet. El educador es un individuo consa
grado al bien de sus discípulos, por lo que debe
estar dispuesto a afrontar todo inconveniente,
a soportar toda fatiga para cornseguir su fin,
que no es otro que la educación civil, moral y
científica de sus alumnos ».
Y con un rasgo de audacia extraordinaria,
elevando a los escolares a la condición de jueces,
al principio de todo año escolar y después de
disponerse al trabajo con un triduo predicado,
Don Bosco, para alentar a los jovencitos al
cumplimiento de los propios deberes, hacía
leer el Reglamento en la sala de estudio, a la
presencia de todo el personal docente y diri
gente, sin omitir los artículos que señalaban
las obligaciones y deberes que a cada uno corres
pondían, incluso al Director del establecimiento,
a fin de que todos comprendieran que hasta
los superiores estaban sujetos al reglamento
y no obraban a impulsos del capricho, sino que
cumplían con su deber aún en los momentos
en que exigían la observancia de cualquier
disposición reglamentaria.
A los jovencitos, a la mente y al corazón de
los jovencitos solía dirigirse con estos términos:
« Recordad, amados jóvenes, que nosotros
hemos nacido para amar y servir a Dios, nues
tro Creador, y que de poco nos servirían toda
la ciencia y riquezas del mundo sin el temor
de Dios. De este santo temor depende todo
nuestro bien temporal y etenio. El hombre,
queridos niños, ha nacido para trabajar; y por
trabajo se entiende el cumplimiento de los de
beres del propio estado, ya se refieran al es
tudio, a las artes u oficios.
« Si queréis llegar a ser virtuosos, comenzad
por obedecer a vuestros superiores, sometién
doos a ellos, como lo haríais a Dios, sin oposi
ción de ningún género. Obedeced aún cuando
la cosa que se os ordena no sea de vuestro gusto».
Quien no tenga temor de Dios abandone el
estudio, porque trabaja en vano. La deu d a no
tomará asiento en una alma corrompida ni
habitará en un cuerpo esclavo del pecado. Un
136 —
estudiante soberbio es un estúpido ignorante.
El principio de la sabiduría es el temor de Dios».
¿Quién se extrañará, por lo tanto, que un
sistema semejante, tan grande y sencillo a la
vez, tan divino y humáno se imponga y cau
tive a un filósofo que se gloria de estar sobre
todas las religiones?
Pero ¿y es posible seguir este método sin
admitir y abrazar las premisas?
Podemos afirmar que, como se trata de un
germen de cristianismo que ha floreado en el
alma de un siervo de Dios, no es practicable
sino para los que del Evangelio hacen la norma
de su vida.
Es más. Aún en esto tenemos una prueba
más de cómo en la doctrina cristiana se fun
dan e integran las verdades parciales que son
el fundamento de las innumerables ideologías
humanas.
En el Cristianismo se armonizan, en cierto
modo, el pesimismo y el optimismo, el positivismo
y el idealismo, el racionalismo y el estetismo, y,
en el campo pedagógico, lo que hoy se ha dado en
llamar la autonomía y heteronomíad el espíritu.
E l ministro Gentile que presenta a D. Bosco
como modelo a los educadores de Italia, des
pués de un más detenido y ponderado examen
de su método, quizá no repetiría en su confron
tación que « la escuela, dominada por el espí
ritu religioso, es una escuela heteronoma; es
una escuela que tiende a privar al espíritu de
su propio dominio, y por ende de la propia
responsabilidad, no sólo moral, sino también
intelectual ».
Es un sentimiento innato del alma humana,
y a que todos lo sentimos naturalmente, que
cada cual es el artífice de sí mismo, de su propio
valer; que cada cual debe conquistarse por si
mismo la verdad que es digno de poseer y todo
el mérito de las buenas acciones dé que es ca
paz, mientras, según Gentile, « todas las reli
giones educan los espíritus, enseñándoles a
esperar de fuera — de arriba o de abajo —
aquello que el hombre por sí y con sus solas
fuerzas puede solamente alcanzar; y que es
perarán siempre en vano, si no procuran mo
verse con toda el alma y vivificarse en la lo
zanía del conocer y del obrar, que también
esto es conocer ».
Seguramente que no se puede aplicar a la
escuela confesional, tal cual la concibió y actuó
Don Bosco, el que o es enemiga, sin pretenderlo,
de toda suerte de libertad interna y externa ».
No hay heteronomía posible cuando, antes
que nada, el ■ educador hace comprender al
alumno la norma ética a seguir, y éste se detennina hbremente, expontáneamente a acep
tarla, apropiándosela, elaborándola y hacién-
i
— 137 —
dosela en cierto modo suya, a través de un
proceso completo de raciocinio y un esfuerzo
autónomo de voluntad. Y tanto más fácilmente
el alumno se someterá a esta directiva en cuanto
que sabe que tiene su origen en un Dios per
sonal, omnipotente, infinitamente bueno y
justo, y no en un nebuloso yo trascendente o
en un presuntuoso ente ético absoluto, cual
seria el Estado.
Y si es cierto que el espíritu es precisa
mente A-ida libre de búsqueda 3^ conquista su
cesiva de verdad, desarrollo sin descanso de
la actividad del pensamiento, eso no quita
que esta verdad el espíritu la encuentre, no
solo dentro, sino también fuera y por encima
de sí y que en su desarrollo pueda ser\úrse de
la gracia que Dios le concede, cuando se la
pide, como de un instnnnento de indagación
y de un medio del propio desarrollo. De este
modo, en el encuentro de la recta voluntad del
hombre con la gracia santificadora de Dios,
en un acto mutuo de amor, se elide toda con
troversia de autonomía o heteronomía del esp ritu.
Cuando la conciencia domina la voluntad
y se manifiesta en los múltiples actos de la
vida, en oposición a los instintos, a las p^iones,
al influjo del ambiente en que vive, ¿no pode
mos decir también nosotros, con frase muy
grata a Gentile, que esa crea en sí la le}moral? ¿Y no está precisamente en este dominio
de todas las fuerzas de la naturaleza humana,
moderadas y dirigidas por el espíritu hacia su
propio perfeccionamiento, la meta que Dios
le ha señalado, aquella libertad, a la cual as
pira Gentile y que el Cristianismo ha reinvidicado siempre para el hombre?
Por lo demás, la evidencia es hija de la ver
dad. Una valorización más serena de los prin
cipios de la ética hará desaparecer, como mu
chas otras, esta aberración, y la verdad única,
eterna y absoluta, la verdad cristiana voh'erá
a brillar avín en eso con todo su esplendor en
la mente de los hombres.
Y también esta vez un sier\’o de Dios habrá
ser\údo de faro luminoso en el camino de la
humanidad. No será esta la menor gloria de
Don Bosco.
M. S.
• Despuis de haber admirado en Don Bosco, por
espacio de 47 años, su inagotable <widad, recio
sentimienio evangélico e inalterable paciencia, no
me resta más que recomendarme a él, a fin de que
desde el cielo me alcance la gracia de morir con la
misma je y con la misma esperanza *.
C e s a r Ca k t ú .
Figuras Misioneras.
(A través de la s Pam pas).
Tengo el gusto de presentarles al Rdo. Padre
Ansel Buodo, misionero de la Pampa Central,
cal^allero andante de la Cniz, varón de muchas
agallas, humor santamente. alegre, temple a
prueba .de bomba, cortado no diré ni a la an
tigua ni a la moderna, pero sí en un molde originalísimo, de propiedad artística exclusiva
mente suya, que hace de él una de las figuras
más simpáticas de misioneros que trabajan en
la viña del Señor.
Pues bien; a él, a Don Angel Buodo, tipo
alto, .que van acortando los años y las fatigas,
con su rapada barba ya blanca, sus negros
ojitos sinceros y despiertos, su raída sotana
que tira a verde y la capita corta, el sombrero
abollado en las manos humildes, los conside
rables tamangos cuya venerable antigüedad
(por un milagro de que son capaces sólo las
almas ordenadasl se remonta nada menos que
a los años y a lejanos de su venida a la Argen
tina, cuando aspirando por todos sus poros la
gloria del sacrificio callado, joven aún y con el
brío de los pocos abriles que no ha menguado,
partía con el Inspector Don José Vespignani
de su querida Roma; a él como decía, me consta
que se le pidieron, no ha mucho, crónicas, re
laciones de su misión.
Pero, Padre Buodo, le decían varias voces
que llegaban de todos los horizontes en sendas
cartas, Vd. que sabe tanto, que ha visto tanto,
que tiene siempre esa boca bendita llena de
episodios vividos ¿es posible que no disponga
de un cuarto de hora entre misión y misión
])ara escribimos, de una sentada, algo de eso?
iQué es un pecado, un verdadero pecado de
omisión el que V. comete!
¿Por qué no tendrán los misioneros un ángel
al lado, que les escriba cuanto les sucede? Lo
*iue-es ellos, como los liéroes de las epoi>eyas,
se preocupan sólo de vivirlas, dejando a los
venideros el oficio menos alto de cantarlas.
Y el Padre Buodo, el salado componedor de ale
luyas. siempre esperados y reídos, como remate
fraternal de los días espirituales de retiro, que
con los demás salesianos suele pasar en Bernal,
todos los años, ese hombre cuyas manos no
veréis nunca libres, porque de todas partes re
coge algo para su misión y tiene siempre una
sonrisa en los labios y los bolsillos profundos
repletos de folletos y hojas de prop^anda, de
antigua fecha, que de los depósitos de sobrantes
de las imprentas saca a la luz de la publicidad
evangélica; el Padre Buodo, como digo, ha escrito
una carta en respuesta a cuantos reclamaban
el concurso de su pluma y de su experiencia
misionera. Y sin añadir una palabra más, brin
damos a nuestros lectores el texto de la carta
cuya frescura y gracias hemos procurado dejar
intactas. Hela aquí:
«I/legado a este punto de mi larga gira apos
tólica (la estación Gaviotas), nos encontramos
yo y su apreciada carta del tantos del mes tal;
imagínese el consuelo que me habrá proporcio
nado andando como ando y a van tres meses
cabales, solo como el judío errante, alzando
laltar todos los días y rezando la misa sin ayu
dante. Mi única compañía es un indio enviado
])or el jefe de policía, el cual (el indio) amén
de no saber leer, está casado civilmente y apenas
si es cristiano. Kstá hastiado de acompañarme
y no le puedo mandar cosa alguna, razón por
la cual tengo que pensar en todo, cuidar la
carrindanga de los rayos solares, engrasarla,
atender a las muías y darles pienso, trasbordar
mis petates de aquí para allá: todo enteramente
a mi cargo, por mi cuenta y riesgo.
Kn tales andanzas llegué el día 12 de Enero
casi por milagro a la Blanca, a través de
quebradas y zanjones. Allí hice alto, pre
paré una ensalada, única cosa que pude haber
a manos y a la que nunca suele hacer ascos mi
estómago, a Dios gracias; pero ni eso me entró
esta vez. Añada Utd. a esto, que en estas zonas
no hay sino malhechores. Aquí cerca asesinaron
a un turco creyéndole rico, en Villalba asesi
naron a otro que iba a caballo y y a anda la
policía tras la pista de los asesinos.
El I I llegué a una casa, a cuyo dueño habían
disparado por detrás un tiro, más, por suerte,
no le hirieron; por todo lo cual ando apurando
mi gira para llegar a Hucal y tomar el tren,
con la ayuda de Dios.
lie recorrido diez secciones de la Pampa,
dando vueltas de lo lindo, pasé dos veces el río
Salado, seguí buen trecho las orillas del Colo
rado. visité la Coli-Leo Fu. Allí una familia de
indígenas, papá, mamá y siete hijos se confesa
ron al claro de la luna, y al día siguiente los
nueve coros de ángeles habrán presentado al
Corazón de Jesús sendas comuniones de estos
pobrecitos indios.
Supe que murió el cacique Bernardo Pichicurá. Otro cacique, Domingo Maldonado, con
todo y hallarse enfenno, me reunió como cin
cuenta indios, y en tres horas, al socaire de dos
malas chapas de zinc, con calor y sin agua,
bauticé y confirmé a diez y siete indiecitos,
todos hijos ilegales. SÍ no he muerto de esa,
entre el calor y el cansancio, creo que puedo
aguantar aún más.
En la Sirena bauticé tres indiecitos del ca
cique Painecurá y uno de ellos pateó tanto,
138 que el padrino salió mal parado y la madrina
no pudo ya inter\’enir. ¡Hermosos indios estos,
de pura cepa! ¡Lástima no ser fotógrafo!
Predicaba a las comparsas de esquiladores,
no hace mucho. Ensenándoles a cantar aquello
de « V iva María, que viva etc., en lo mejor del
canto: « Tatita Dios, pare, me espeta uno
¿vivir María sólo y nosotros nadita? No es
güeno eso».
Pero quién registra tantos episodios si no
puede cumplir en ciertos días ni con sus ocu
paciones. Las fotografías no se encuentran
hechas, hay que sacarlas; y ¿cómo se sacan si
nadie viene a acompañarme? Ahora vuelvo a
preguntar ¿cómo se puede andar tras crónicas
y fotografías si uno sólo tiene que hacer el tra
bajo de cuatro misioneros, y me quedo corto?
¿Cómo puedo repicar e ir a la procesión, como
dicen; escribir y recorrer casi cinco leguas dia
rias, enseñando catecismo, preparando primeras
comuniones, regularizando uniones civiles ilí
citas, con ruegos y mañas que Dios inspira al
redactar el asiento de las criaturas en los libros
de Bautismos? Si pudiera dividirme en pedazos,
lo haría de mil amores, pero ni aún asi podría
llevar a buen término los viajes, preparar todo,
dar la misión, llamar, convidar, enseñar; bau
tizar aquí a uno y más alia a diez o a veinte;
casar, confesar... y escribir crónica de mi
siones.
¿Se acuerda de lo que dicen de aquel inglés
que no pudiendo sacar peras de un sauce, bien
sacudido, fué en busca de diez ingleses más,
dispuestos todos a sacudir el árbol hasta que
cayesen las peras? Nada. Que Utds. no tienen,
no pueden tener idea de cómo es esto de viajar
tanto, casi sin ayuda humana. Que si hasta la
hora en que esto escribo, cosas graves, cosas
muy graves no me han pasado, tiene que ver
como estudio vez por vez el sistema preventivo,
en el aparejo, en la conservación de las muías,
del vehículo, del aperaje...
En fin, que es hora de poner punto. Retri
buyo sus finezas para conmigo y sus oraciones
que tanto agradezco. Mis obsequios al Padre
pignani, al Rmo. Don Felipe Rinaldi. al P. Barberissuperiores queridos con quienes me he criado
en la vida Salesiana, de cuyos recuerdos vivo
aún y cuyos pensamientos, que copiaba cuida
dosamente en aquel corto período de mi novi
ciado y filosofía, siguen nutriendo la vida de
mi espíritu.
S. S. S. y hno. en J. C.
Sac. A n g e l B u o d o .
Misionero Salesiano.
Ilitsriato tposieiiio de Kiilietley
en l3 Anstralia Occidental.
Una prueba de las simpatías hada la Obra
vSalesiana del Papa Pío X I, gloriosamente rei
nante, fué la entrega a nuestra Pía Sociedad
de las Misiones de Kimberley, en la Australia
Occidental.
De ellas fue nombrado \'icario Apostólico
el salesiano Don Ernesto Coppo, finnante del
artículo que insertamos a continuación.
I/OS primeros misioneros salesianos destinados
para aquellas lejanas regiones, partieron de
Europa el 24 de Febrero del año pasado.
Datos sobre la Misión. El Vicariato de Kimí>erley, creado el 15 de mayo del 1SS7, se halla
situado al nordeste del continente australiano,
entre los 16° y 19“ 30' de latitud sur y el Northen
Territory y el Océano Indico que baña sus
costas. Da superficie es de 120.000 millas cua
dradas, o sea 240.760 Km cuadrados.
Considerado eclesiásticamente, el Vicariato
es sufragáneo de la diócesis de Adelaide (Aus
tralia meridional); confina al norte con la Mi-sión de Río Dr>*sdale, al este con las diócesis
de Victoria y Palmerston, y al sur con la dió
cesis de Geraldton.
En i8qo se fundó en Beagle B ay la primera
misión para convertir a los aborígenes. La ini
ciaron los Trapenses, permaneciendo allí diez
años, desde 1890 al 1900. Mons. Kellv, obispo
de üeraldtón, a cuyo cargo estaba entonces el
Territorio de Kiml^rley, en .su viaje a Roma
consiguió que los PP. de la Sociedad de las
Misiones la tomaran por su cuenta, y, para
establecerse en Broome y en Disaster Bay,
mantuvieron abierta la residencia de Beag'le
Bay.
El primer Administrador del X’icariato fué
el Exmo. Sr. D. Juan Bautista Kelly, obispo
de Geraldton, sucediéndole el Rdmo. Sr. D. Ful
gencio Torres, O. S. B., abad de Kuev’a Nurcia,
desde el año 1010 al 1914; y el último adminis
trador fué el Rdmo. Don John Creagh, C. S. S. R.
que residía en Broome. I<as poblaciones de
Derby, \\ yndham y Hall’s Creek eran visitadas
con intervalos regulares.
L a mayor parte de los habitantes de la Mi
sión son indígenas semisalvajes, parecen buenos;
ñero necesitan de apoyo y protección contra
los abusos de los mercaderes y traficantes. En
Derby y V ’yndham hay algunos católicos
blancos, que hablan el inglés, y que también
conocen algo casi todos los indígenas. Cada
tribu consta de 50 o 100 individuos.
Una de las cosas que deberán emprender los
salesianos es la fusión de las tribus, trabajo
indi.spensable, pero muy difícil, debido a la
diversidad de dialectos y rivalidades y mal
querencias seculares, así como a la vida nómada
qire hacen, dedicándose a la caza y pesca.
Se impone la inmediata construcción de un
hospital para recoger a los niños y ancianos,
para quienes las selvas no ofrecen, con mucha
frecuencia, medios de vida.
L a misma agricultura, con todo y ser nniy
pesada y costosa, es poco remuneradora a causa
del excesivo calor y escasez de lluvias, pues
lo regular es que no llueva más que una vez al
año, por Navidades, y cuando, por fortuna,
llueve dos o más veces, entonces la cosecha es
buena. El clima es bueno, pero enert’ante, y
en el invierno hace a menudo frío.
Las comunicaciones no son muy buenas que
digamos. Para ir a Broome ordinariamente se
debe partir de Fremantle o de Port Darwin y
Singapor. H ay vapores una o dos veces al mes.
Por estos breves datos verán nuestros lectores
que la misión es difícil y exige grandes sacri
ficios. Pocas personas, doce Apóstoles sola
mente, conquistaron el mundo, por lo que,
para comenzar, y para una parte de él, basta
con diez personas. No obstante, no es suficiente
el celo de estos misioneros, es necesario que
otras almas generosas apoyen a esta heróica
vanguardia, a este puñado de soldados de
Cristo.
La fe, en nuestros día.s no entra solo por los
oídos; los hombres de ahora están completa
mente materializados; y si esto pasa en las na
ciones que llevan 20 siglos de cristianismo ¿qué
no pasará entre aquellas pobres gentes, aban
donadas a sus instintos, o cuando más, ilumi
nadas por los principios de la ley natural?
Ayudar a los misioneros y cooperar con ellos
a la salvación de las almas es tomar parte en
la misión que llevó al Verbo Eterno a encar
narse.
— 140
De S. Francisto de [alifoieia al KimDer'e;.
{Carla de S. E. Mons. Ernesto Coppo,
Vic. Apostólico de Kimherley).
Broome (Kimberley-Aiistralia). I-XI-23.
Rdmo. Don Felipe Rinaldi:
Heme aquí finalmente en Kimberley. El
\’iaje ha sido asaz largo, pero no estéril, porque
al visitar los Estadas Unidos, y en ellos el campo
donde trabajé por tantos años en la salvación
de las almas, al par que me he prodigado para
hacer algún bien a mis antiguos feligreses, he
recibido limosnas para nuestra nueva Misión.
Tuve, en Ncw~York, la satisfacción de bendecir
la primera piedra de las escuelas de la Transfi
guración, que dirigirán los Salesianos, como
asimismo los terrenos donde se levantarán
nuevas iglesias para ^os emigrantes italianos,
residentes en Garfield, Passaic y Newark, en el
Estado de Nueva Jersey.
En New-York, bauticé cinco hijos de un
buen amigo, a quien casé hace veinte años, y
regularicé el matrimonio de otro que, pocos
años antes, se había unido según el rito protes
tante.
Para satisfacer el deseo de nuestros hermanos
salesianos, visité también la ciudad de Watsonville, donde tuve el consuelo de administrar
la Confirmación a un centenar de personas,
algunas recién convertidas, y de allí pasé a
Chicago. En esta ciudad he conocido y estre
chado amistad con los directores de la benemé
rita sociedad católica Extensión, que, en veinte
años, ha construido por los centros más necesi
tados de América centenares de iglesias, capillas
y escuelas. Me he comprometido a establecerla
en Australia, y espero que será una potente
ayuda para la propagación del reino de Dios.
En San Francisco, con gran contento de
toda la Colonia Italiana, ordené de sacerdote
a un salesiano e, invitado por el Excelentísimo
Sr. Arzobispo, como me acontenció en NcjcYork, celebré de pontifical en la Catedral, para
conmemorar el tercer centenario de nuestro
glorioso Patrono. Aquel mismo día llegaba a
la ciudad el Presidente de los Estados Unidos,
Harding, y, dos días después, yo partía para
núestra Misión de Australia, mientras él pre
paraba su viaje para la eteniidad.
D e San F rancisco a Sidney.
Llegados a Honolulú, capital del archipiélago,
fuimos recibidos cariñosamente por el Sr. Übispo, que quiso alojamos en su palacio. Poco
después se presentó un ministro protestante,
para invitar al Sr. Obispo a los funerales que
las sectas protestantes preparaban en memoria
del ilustre Presidente difunto.
xAl pobrecito no se le alcanzaba la diferencia
que hay entre la Iglesia de Jesucristo y la mul
titud de sectas protestantes que, por eufemismo,
continúan llamándose cristianas. E l Sr. Obispo,
como no podía ser de otra manera, rechazó
enérgico la cortés invitación, con pena y des
encanto del protestante, que no .acertaba a
darse razón de semejante proceder.
La primera isla de la Oceanía en que pisamos
tierra fué la de Tutuita, del archipiélago de
Samoa, en que visitamos a los PP. y Hnos dia
ristas, a cuya cuidado corre la vida espiritual
de aquellas gentes. Los Estados Unidos han
fomentado con admirable provecho el desa
rrollo material y social de aquellas lejanas
tierras, pero el mérito del progreso espiritual
de la población, que, hasta hace poco eran semisalvajes, debe atribuirse a las fatigas de los
misioneros católicos.
Como de Samoa a Sidney el trayecto es muy
largo, yo procuré aprovechar el tiempo, predi
cando y dando conferencias a bordo, para
recordar a los pasajeros los deberes religiosos
y morales a que, como seres racionales, están
obligados.
Entre los concurrentes, llamaron mi atención,
por la asiduidad y respeto con que oían mi
palabra, un doctor calvinista, otro anglicano,
profesor de la Universidad de Loeds, un oficial
católico, un comerciante presbiteriano y un
ministro metodista. Como ve, amado padre,
asistía toda una representación religiosa; y,
para consuelo suyo, añadiré que la predicación
no fué en desierto. Momentos antes de que el
vapor entrara en el puerto de Sidney, se me
acercó uno de los pasajeros, diciéndome: « He
asistido a sus conferencias, y sé que V. va a tra
bajar entre los pobres indígenas de Kimberley.
(Seria tan amable que aceptara esta pequeña U‘
mosna? Celebre una misa y ruegue por mí. Ko
soy católico, pero admito el trabajo realizado por
los misioneros católicos ».
E n la tierra de María A uxiliadora.
Desembarcamos en Sidney, dominados por
un sentimiento de admiración y respeto. lA
ciudad se ofrecía magnífica a nuestra vista,
llena de opulencia y belleza. De seguro que,
cuando en 1788, después de ocho largos meses de
na\-egación, el capitán Plúllip descubría el
puerto de Sidney, no imaginaba que aquella
reducida colonia penal, que él inauguraba en
plaj'a tan lejana, iba a llegar a ser, después de
pocas decenas de años,, la soberbia capital oe
la Australia.
-
14'
Sidmy cuenta al presente con cerca de un
millón de habitantes y es, sin duda alguna, una
de las más grandes y ricas ciudades del mundo.
Pero lo que colmaba nuestro corazón de
alegría era el pensar que nos encontrábamos
en una tierra consagrada a María Auxiliadora,
por voto unánime del episcopado australiano,
desde el siglo pasado. Este fué uno de los mo
tivos principales porque aceptamos complacidos
Como para llegar a Kimberley nos quedaban
todavía algunos miles de quilómetros, acele
ramos la partida, aunque dividimos el trayecto
por etapas. Visitamos Melbourne, Adelaide,
Perth, y Fremanile, siendo en todas partes re
cibidos cordialmente por las autoridades ecle
siásticas, cuc nos prodigaban todas las atenciones
la invitación de ser huéspedes de la Rectoría
de María Auxiliadora y de celebrar la misa
y pronunciar el primer sermón en la Catedral
dedicada a este tierna Madre.
Cuando llegamos, el Sr. Arzobispo, y también
el Delegado Apostólico, Monseñor Cattaneo,
estaban ausentes; poro, apenas volvieron, nos
colmaron de atenciones y delicadezas. Invitado
■ por Monseñor Cattaneo, asistí a las fiestas ju
bilares que se celebraban en la vecina ciudad de
BaÜiurst, y también tuve ocasión de conocer
a varios Arzobispos y Obisp>os de la Australia,
de todos los cuales recibí abundantes muestras
de afecto. Le recuerdo entre otros, al Sr. Ar
zobispo de Mdbournc, Mons, Mannix, y al
Arzobi^x) de Brisbane, Mons. Duhig, que me
manifestaron con insistencia el deseo de tener
en sus arquidiocesis a los hijos de Don Bosco.
morales y materiales deseables. ¡Oh, cuán her
mosa y confortante es la caridad cristiana,
esp>ecialmente cuando nos encontramos lejos
de la patria, y que delicadezas y ternuras no
tiene para los hermanos en Cristo!
En Melbourne, el Arzobispo me condujo a
visitar las instituciones católicas, como asi
mismo el terreno donde espera ver pronto
levantarse un colegio salesiano. En la misma
ciudad, con gran satisfacción mía, tuve ocasión
de encontrarme con muchos connacionales,
que asistieron a las funciones religiosas que
para ellos celebré en la iglesia de San Ignacio;
y quedé maravillado ante la generosidad con
que los católicos respondieron al llamamiento
que, en favor de la Misión de Kimberley, les
hice en la Catedral.
En Adelaide me esp>eraba una grata sorpresa.
Hacia K im berley,
142 —
Vino a visitarme el Padre Roche, dominico
irlandés ([ue había tomado parte en la guerra
europea, el cual me contó que, estando para
partir al frente, un buen salesiano irlandés le
aconsejó se pusiera bajo la protección de María
Auxiliadora,
hice con todo el corazón, y
puedo asegurarle (lue sólo a lilla le debo la
vida. lya misma manifestación había hecho días
antes delante un numeroso auditorio; todo lo
cual me llenó de alegría, pues en ello veía
yo una prueba más de que María Auxiliadora
nos había querido preceder con su culto, mul
tiplicando en estas lejanas tierras el número
de sus devotos.
Pero como en este mundo no puede haber
dicha completa, poco antes de llegar a Perth
tuvimos la dolorosa noticia de que uno de
nuestros misioneros había caído enfermo y que
dentro de pocos días llegaría a la ciudad, para
.someterse a una operación. En seguida le pre]>aramos un buen lugar en el hospital y le re
comendamos a la pericia de un buen especialista.
En Perth tuve la suerte de ser presentado a
todas las autoridades que tienen alguna relación
con Kimberley, y el mismo Arzobispo me
acompañó al primer Ministro, que se mostró
complaciente y dispuesto a favorecernos en
todo lo que le sea posible.
Durante el viaje pude recoger informaciones
Utilísimas para nuestra misión, especialmente
de los Padres Jesuítas y benedictinos que co
nocen bien el lugar y a los individuos.
Kimherley forma parte de la West-Australia,
es decir, del Estado más extenso de la confe
deración australiana, aunque con poca pobla
ción todavía. El clima de la West-Australia es
muy semejante al de España e Italia en su parte
meridional, no así en Kimherley que es calurosí
simo, como zona tórrida, con todos los productos
de la misma. Eos aborígenes son pocos y van
desapareciendo rápidamente, minados por las
enfermedades de los europeos, que contraen
fácilmente.
Su conversión es dificilísima. Me contaba
el Padre Catalán, abad de los benedictinos y
director desde hace años de la misión de Drysdale, limítrofe con la de Kimberley, que, a veces,
después de mucho bregar, no lograban bautizar
ni uno siquiera de aquellos infelices.
Estas noticias sirven para purificar más y
más nuestras intenciones, y dirigir nuestras
miradas a Dios de cuya gracia y de las oraciones
de los buenos lo esperamos todo.
B n ta M isión.
En l'remanilc hicimos la última parada. A
Kimlkrley llegamos a bordo del viejo buque
>BiWibra * que perter\ece ya a la compañía Lloyd
germánico con el nombre de <? Principe Sesismundo ». Este buque fué capturado durante
la guerra, y, con el amo, cambió de nombre.
Empleó nueve días para llegar a Broome, ca
pital de Kimherley, viaje que un buque mo
derno hubiera hecho en tres días. E l 27 de
Octubre, día de nuestra llegada, fué de fiesta
para los Salesianos de Kimherley, pues, por fin,
y después de un viaje de cerca 30.000 Km. nos
encontrábamos todos juntos en la tierra de
nuestra misión, tierra querida y llena de espe
ranzas, donde anhelamos trabajar con amor y
celo por la salvación de las almas.
Hasta otra noticia sobre nuestras misiones.
Ruegue, amado Padre Rinaldi, para que el
buen Jesús nos ayude a vencer todas las difi
cultades que se oponen a la propagación de su
santo Nombre, y recomiéndenos también a las
oraciones de nuestros Cooperadores.
De V. afino, in C. J.
E rn esto C o ppo
Obispo Tit. de PalcolópoU
Vicario Apostólico de Kimherley.
Resplaüilores de caridad entre los horrores
de la ooerra en el Vicariato Apost. de Shiu-lhow.
Y a desde los primeros meses del año pasado
vienen suceáiéniose continuas venganzas en el
Vio. Apostólico de Shin-Chow en Cuantrig, China.
No es nuestro fin hacer una detallada relación
de los sucesos militares, sino más bien señalar
la obra de amor y de caridad que ejercen nues
tros misioneros en medio de las poblaciones com
batidas por la guerra.
Escenas de horror. Ea guerra sigue impla
cable, escribe D. l ’mberto. Dalmazzo y las correría.s de las tropas de ambos partidos siem
bran el horror y el pánico por doquier. Ea pobre
gente obligada a soportar el azote, demasiado
largo y penoso por cierto, se encuentra tan
abatida y decaída de .ánimo, que parecen in
creíbles las escenas que se suceden al solo anun
cio de la llegada de los soldados.
He sido testigo ocular de hechos indescrip
tibles. No hace niuclio tiempo llegó a NamJuiig un telegrama anunciando la llegada de
una patrulla de soldados del Norte, derrotados
por los del Sur. Ivas madres, a.sustadas por tal
noticia, atravesando el puente arrojan a sus
propios hijos de pocos meses al agua, como si
fuera una carga pesada que les impidiese la huida.
Ea noticia no era cierta, pues e l telegrama
había equivocado el nombre del país.
Robos y saqueos.
Por razones de mi ministerio tuve que acer
carme al país de Rianq-Si, donde se halla nuestro
hermano Padre Bosio. Apenas había terminado
la Santa Misa, cuando una multitud de catecú
menos y cristianos entró en la misión con los
ojos desencajados y el rostro pálido por el
terror, gritando: c ¡l^ s soldados! ¡los soldados! »
Padre, salvad nuestras casas.
Salí con el P. Bosio para cerciorarme de lo
acontecido, y vemos en efecto bandadas de
soldados en fuga entrar como lobos ham
brientos en las casas, robando gallinas y demás
animales domésticos, desbalijando cofres y
baúles y buscando y rebuscando por todos los
rincones.
Visto este indigno y bajo atropello, pusimos
mano a la obra para hacer que aquella solda
desca dejara en paz a nuestros cristianos, liaciéndo valer nuestra calidad de misioneros
euroi>eos.
A una pobre anciana le robaron las pocas gal
linas que tenía y , en su presencia, estaban co
cinándolas, cuando entré y o .— Vuestra acción
es propia de ladrones, les dije, y no de soldados
caballerescos, pagad a esta anciana el importe
de los daños ocasionados. Al principio se resis
tieron, después me miraron algo contrariados
por mi resistencia, pero al fin hubieron de ceder
a mis instancias y se vieron obligados a pagar.
En otra choza estaban dos viejecitos pre
parando su comida, cuando de improviso lle
garon los inesperados y temibles huéspedes,
que, sin decir esta boca es mía, se sentaron en
la mesa como si estuviesen en su propia casa.
Al acaso pasé por allí y dándome cuenta de lo
ocurrido, dejad todo y salid, les dije. El man
dato fué tan enérgico que mollinos y cabizbajos
uno tras otro salieron todos sin chistar.
Pero siendo nosotros dos y los soldados más
de un centenar, nuestra \úgilancia fué poco
menos que inútil, pues los soldados, arrojados
de una parte, iban a otra.
También a nuestra residencia le tocó su
parte. A tiempo llegó el Padre Bosio para sor
prender a un soldado que, a hurtadillas, salía
llevándose la olla, la vajiUa, y la comida pre
parada para el misionero.
Igual suerte tocó a nuestra residencia de
Ciang-Kong, más próxima al punto de combate.
Si no la destruyeron se debe al valor de los que
la habitaban, los cuales, sin intimidarse, dando
la señal de alarma convenida para los grandes
peligros, empezaron a tocar los tambores, ollas,
platos de cobre y bronce, haciendo un ruido
infernal; poco después un andano, que aún
conservaba su valor juvenil, rodeado de unos
cuantos bravos mozuelos intimó a los soldados
la orden de desalojar la residenda, porque en
ella habitaba el ÍPadre Europeo.
Tam bién lo s piratas.
Cuando empieza la guerra civil, prosigue el
P. Dalmazzo, y los soldados se hallan acuar
telados, nacen como hongos los malhechores,
quienes, formando cuadrillas, siembran el terror
y el pánico por todas partes.
Las más terribles son las compuestas por
soldados desertores, que bien annados, buscan
amparo en las montañas.
E n sus correrías no reparan en el botín, po
nen todo su empeño en hacer prisioneros a
las personas más ricas e influj-entes, de quienes
esperan una buena suma por su rescate.
Una de las más numerosas, compuesta de
unos 200, maniobra no lejos de Fong-Tcng,
ciudad casi toda cristiana, y 3'a han desapa
recido algunos vednos de Ciang-Kong, en donde
tenemos nuestra más importante residencia.
Pasé por la montaña en la que tienen sus
guaridas estos piratas y tuve ocasión de hablar
con uno de ellos. Me contó que poco tiempo
hacía que habían preparado una excursión a
Ciang-Kong, pero conociendo poco aquellos
lugares anduvieron toda la noche errantes
de una parte para otra sin dar con el cami
no, cogiéndoles el alba rendidos de fatiga.
Durante todo el tiempo el caballo del jefe es
tuvo relinchando, lo cual era de mal agüero
según sus supersticiones. Así que determinaron
no seguir la correría; pero no volvieron con las
manos vacías, pues asaltaron un mercado y
volvieron con 20 rehenes. A menudo también
nuestros cristianos son sus víctimas.
El año pasado cogieron a uno mientras volvía
del mercado. Le tuvieron prisionero tres meses,
y como no recibiesen la cantidad pedida por el
rescate, le cortaron un dedo y se lo mandaron
a sus padres, juntamente con una carta en la
que Ies manifestaban que, si en el espacio de
cinco días no llegaba la suma, fusilarían al hijo.
La pobre familia tuvo que vender cuanto po
seía para recoger los 350 dólares que pedían
por el rescate, quedando en la miseria.
Algunos días después asaltaron de noche la
casa de otra familia cristiana, la saquearon por
completo y, no contentos con matar a dos muje
res y hacer prisioneros a tres hombres, redujeron
a pavesas la casita. Unos 700 dólares tuvimos
que entregar por el rescate de los tres hombres.
¡Cuáa hermosa es nuestra Religión!
E n medio de tanto trastorno, escribe D. Er
nesto Foglio, llegó a Jan-Fa, como enviado del
cielo, el Padre Passotti, así que, animándonos
mutuamente, pudimos cumplir, en dos días.
con mayor placer y desahogo nuestra obra de
caridad y amor.
En primer lugar buscamos el modo de pro
teger y librar a la población de los asaltos mi
litares. Muchos, en efecto, por nuestra mediación
pudieron poner en salvo sus cosas, entre ellos
un tendero, que ya maniatado debía pagar una
gran suma por su rescate.
tomado a nuestros viajeros por piratas y a
quienes intentaban fusilar. Cuando llegué al
sitio pedí que soltaran a mi servidor.
— Nunca, me respondieron, es un pirata y,
para probármelo, me muestran un paquete de
cargadores.
— No los tem'a él, respondí; yo le conozco
muy bien, no es ningún malhechor.
Era hablar en vano. En ésto llegó el P. Passotti,pero sus protestas no sirvieron sino para en
cender más los ánimos. Cargan los fusiles y se
llevan a los pobres prisioneros para fusilarlos.
Sin asustarnos acudimos a María Auxiliadora,
rogándole nos ayude, en tan crítica situación,
Aún no habíamos tenninado nuestro oración,
cuando llegaron dos oficiales, que atendidas
nuestras razones, suspendieron la ejecución
y refirieron lo sucedido al jefe.
Al día siguiente tuvimos la sorpresa, no sólo
de ver libres a nuestros servidores, sino tam
bién de hospedar en nuestra casa al mismo
coronel, que pidió mil perdones por la conducta
de sus soldados con los extranjeros.
El hecho produjo gran impresión y muchos
eran los que decían: ¡cuán hermosa es vuestra
religión, que sabe infundir en el corazón de los
que la abrazan tanta caridad y valor! Sin vues
tra protección aquellos pobrecitos hubiesen
sido fusilados.
Nuestros misioneros hacen en este tiempo
una gran propaganda en favor de nuestra Re
ligión, no solo asistiendo a los moribundos,
recomendó a los fugitivos, y exponiéndose
continuamente a mil peligros, sino también
haciendo comprender con los hechos a los mis
mos cristianos los deberes y la hermosura de
la doctrina de Nuestro Señor Jesucristo.
{Continuará).
los Iniilos lie la Sierra Enaatoriaiia.
ecuador.
— B l volcán Tang'iirana en erupción.
Tien e 5087 m. de n ltu ra.
{Carta del Misionero Salesiano D. Carlos Crespí).
Amadísimo Padre:
Cierto día se presentó un desconocido de los
alrededores, venía de la otra parte del río y
nos aseguró que se se podía pasar con entera
libertad. Unas quince personas, entre las que
se encontraba mi catequista, emprendieron el
viaje para volver a sus casas. Los bendije y
les di el adiós. Aun no habla transcurrido un
cuarto de hora, cuando, entre los gritos de los
soldados, distinguí la voz de nú catequista que
gritaba: ¡Sin fu! ¡Sin fu! Acudí presuroso y lo vi
sobre el puente, maniatado como un malhechor
Era una patrulla de soldados que habían
Después de una rápida ojeada dirigida a tra
vés de lo más característico, de lo que más en
tusiasma en la exuberante naturaleza ecuato
riana, le envío algunos rasgos sobre las no menos
características costumbres de los indios habi
tantes de las campiñas, de la tierra de los alre
dedores de Quito.
He dicho características porque, si bien es
verdad que en las hermosas ciudades de
Guayaquil, Quito, Cuenca, etc. predominan
los habitantes de raza blanca con educa
ción hispano-araericana, con exquisito sentido
J
de hospitalidad y grande espíritu de trabajo,
de cultura artística y literaria que puede
correr parejas con las de cualquiera ciudad de
Europa, sin embargo, muchos lugares y aldeas
reclinados sobre las laderas de los Andes y sal
picados por los fértiles valles, encierran pre
ciosos monumentos de la primitiva raza ame
ricana que, aunque perdió en el contacto
con la cirdlización cristiana muchas de sus
primitivas y originarias costumbres, conser^'a,
no obstante, algo que puede interesar a un via
jero diligente y estudioso.
V n poco d e historia.
De donde hayan venido los primitivos indios,
en qué época hayan comenzado a establecerse
en los fértiles y lozanos declives de las titánicas
rocas, es aun punto bastante oscuro e indeciso
en la interesantísima historia americana. Dos
más lejanos recuerdos históricos de los anti
guos pueblos civilizados de Méjico y Peni remóntanse a looo años después de Cristo y , solo
ahora, gracias a los estudios de ima lozana y
competente academia nacional, van apareciendo
con toda verdad los tiempos prehistóricos y
abrígenes del Ecuador. En medio del caótico
laberinto de hipótesis lanzadas por los diversos
técnicos, se ve claro que, pocos años antes del des
cubrimiento de América, hacia el 1457, TupacJupanqui, 12° rey de los Incas y su hijo Huaina^
Capac, con arriesgadas y felices expediciones
militares, lograban someter las ya en aquel en
tonces bien organizadas tribus de la Sierra e
incorporarlas al grande imperio de los Incas del
Perú. El aventurero español Francisco Pizarro,
el año 1534, dió orden a Diego de Almagro
y Sebastian Benalcazar de invadir los territo
rios ecuatorianos y el 6 de diciembre del mismo
año caía Quito y comenzaba la dominación
española y con ella la evangelización de las nu
merosas tribus conquistadas.
El general Sucre, el 24 de mayo 1822, ganaba
la batalla de Pichincho y declaraba libre e in
dependiente la heróica nación ecuatoriana, in
corporándola, o mejor, confederándola con la
grande Colombia del general Bolívar. Ocho
años más tarde desmembróse el Ecuador y
comenzó a gobernarse por sí mismo.
Poco influyó la dominación de los Incas en
en las diversas tribus ecuatorianas, y ni siquiera
lograron generalizar su idioma. En el año 1583,
el primer sínodo diocesano ordenaba que se
compilasen catecismos diversos para cada tribu;
más tarde fué generalizada por los misioneros
y hacendistas la lengua Kichua y se impuso
de tal manera, que hizo desaparecer todos las
demás lenguas antiguas.
C aracteres antropológicos.
Por demás acertada es la teoría de los his
toriadores al asignar a las poblaciones indígenas
de América origen de las del Asia Oriental.
Diversas fueron las emigraciones y en distin
tas épocas y con direcciones varias, prevale
ciendo en general la de Norte a Sur; asiático
es por lo tanto el substrato antropológico y lin
güístico del Kichua de la Sierra.
Dejan caer su largo y lucido cabello de her
moso color de bronce sobre sus corpulentas
espaldas, especialmente los hombres y jovcncitos
con su ondulante cabellera a la Nazarena.
L a barba rala, ojos negros, y generalmente
in d lo i de Is S ie rre e cu e to rle n a al trá b a lo .
pequeños, pómulos prominente.s, cara alargada,
cráneo braquicéfalo, estatura mediana preva
leciendo el tipo bajo, pie bastante pequeño dan
al indio perfecto de la Sierra.
A este indio de carácter melancólico y ta
citurno se le ve en amazacotados grupos de
centenares y centenares correr todos respe
tuosos y mudos a la llegada de los trenes; se
creen siempre bajo la amenaza de una espantosa
catástrofe o influjo de una de las tan frecuentes
y poderosas erupciones volcánicas o movimien
tos sísmicos, que con el andar de los siglos han
reducido a pavesas las feracísimas praderas y
abierto en la granítica roca de sus montes las
fatídicas vorágines de muerte. Se presentan
silenciosos, taciturnos especialmente a los ex
tranjeros, pero son buenos, educados, vigo
rosos, robustos y ^ l e s para transportar sobre
sus espaldas los pesos más molestos. L a natu
raleza montañosa de las tierras andinas es tal.
146 —
<|ue ofrece grandísima dificultad a la construc
ción y desarrollo de obras de comunicación, ya
para los ferrocarriles, ya para los carros y pea
tones, y, a causa de esto, va el pobrecito indio
con los más pesados fardos sobre sus hombros
caminando, caminando días y más días y se
manas y semanas. Ks comiin ver llegar al mer
cado de Quito de los valles más remotos, jó
venes vigorosos, de negros cabellos, hombres
de edad madura, y mujeres de todas las edades
con cargas de raspadura o azúcar menudo,
sacos de trigo, avena, maíz, patatas, alfalfa,
hojas de eucalipto y hasta con piedras de cons
trucción y ladrillos. No les preguntéis si están
cansados o descontentos de vida tan agitada,
ya desde niños de pocos años se fueron acostuml;rando a doblar sus espaldas bajo los pesos
más onerosos, y a través del escabroso camino
veréis al lado del robusto y ceñudo indio al
débil niñito, tierno aun que se prepara para
aquella vida que será el día de mañana la
que le proveerá el pan.
V estido.
K1 vestido del indio es sencillo: un par de pan
talones cortos, una camisa, un poncho, manta
característica que les cuelga de los hombros
y les cubre brazos, pecho y espaldas y un viejo
sombrero de fieltro sobre la cabeza. L a indumen
taria de la mujer es tradicional; una falda, un
corpino sin mangas y sobre las espaldas una
cai)a que sirve para envolver a las criaturas u
otro qualquier peso: y las veréis en las construc
ciones de los mejores palacios gubernamentales
y civiles, en la pavimentación de las calles al
lado de sus maridos y hermanos, convivir los
goces de sus trabajos con las azadas, cubos, etc.
La india es un modelo de actividad y amor
materno; en casa con el trabajo en torno a sus
liijitos, en el campo con el duro laborar de las
tierras, en sus viajes a las ciudades con la venta
de sus productos, siempre con su fardo a las
espaldas y en la mano la rueca con que hilar
la lana.
A lim e n to y bebida.
K1 indio es de una frugalidad verdaderamente
extraordinaria. Durante sus largos viajes a través
de los Andes, observad al indio que os acom
paña con una gentileza y atención admirables: es
la hora de un breve reposo, el sol cae a plomo
sobre vuestras cabezas y vuestro cuer])o os
anuncia la necesidad de que sea repuesta su
debilidad con algún alimento. El indio, una vez
sentado en la alfombra que le depara la madre
natura, abre su saquito; no busquéis pan blanco
o carne, queso o huevos, vino o alguna otra
bebida, no; pocos puñados de grano de maíz,
cocidos en agua, comidos sin cuchillo ni cuchara,
con apetito de cazador, os dirán la frugalidad
sorprendente de vuestro buen amigo de viaje.
A l desa5aino y a la cena, con pocos granos del
mismo alimento sacia su apetito. Dadle un
pedacito de carne, los restos de algún dulce y,
sobre todo, algún vasito de aguardiente y ha
bréis hecho el hombre más feliz de este mundo,
el hombre que durante el viaje os asistirá con
fidelidad e inteligencia sorprendentes.
También en familia el maíz es la base del nu
trimiento: de maíz prepara el indio una bebida
alcohólica: la llaman Chicha, que non se debe
confundir con la chicha de los Jíbaros.
Ponen los granos de maíz en agua durante
3 días, al cabo de los cuales los extraen y los
dejan fermentar sobre una estera. Una vez co
menzada la fermentación, los ponen a secar al
sol, después, triturados en un mortero, la dis
forme harina que se forma se pone a her\'ir
por algunas horas con agua, azúcar y sustan
cias aromáticas. E l líquido que resulta se deja
enfriar, se embotella, y , después de una semana,
se puede servir como un espumante delicioso.
E n cuestión de bebidas el indio no va muy
por lo fino; tiene una tendencia grandí
sima al alcohol, y cuando puede tener algún
ahorrillo en metálico, difieilraente sabe vencer
tan peligrosa costumbre; el olor de aguardien* e
lo fascina y lo arrastra a la taberna y bebe, bel e
la venenosa bebida que lo exaltará y le dará
una viveza de lengua tan desacostumbrada
en tiempos de calma.
Además del maíz son parte importante de
su alimentación, las patatas, lentejas y avena.
La carne raramente llega a la mesa del pobre,
si se exceptúa algún pedazo de cerdo, de
vez en cuando, y alguna gustosa porción de
cochinillo de los jíbaros.
La habitación.
El indio no ama los grandes palacios ni tiene
necesidad de arquitectos ni ingenieros para su
cabaña. Pocos troncos plantados en tierra, re
cubiertos de paja o de fango, y nada más.
¿Ventana? Ninguna. ¿ Chimenea? No hace falta.
De cama sirven unas cuantas pieles de animales
o esteras tiradas por tierra; sábanas no se co
nocen, son un estorbo, una cubierta de lana o
de otra cosa parecida basta para defender del
frío. Algunos platos y cazuelas son todo el pa
trimonio del indio, que'es feliz y no desea más
y rehúsa absolutamente toda comodidad. En
trad en una cabaña, sobre todo en una excur
sión y veréis la cándida, espontánea sonrisa
if
i
— 147 de estos pobres indios del campo; veréis las
madres arrojarse a \aiestros pies y pediros la
bendición, veréis los hombres robustos qui
tarse el sombrero y besar con respeto la mano
del sacerdote.
¡Oh la bendición del ministro del señor es
preciosa y buscada como un maná celestial!
y nata de la aristocracia hicieron resonar en
la ciudad por horas y horas las más conmo
vedoras notas de invocación a la \’irgen A uxi
liadora.
Escenas imborrables, escenas conmovedoras
que publican el esfuerzo titánico operado por
los misioneros en los pasados siglos y que ha
blan de la gran fe patriarcal, conservada hasta
hoy día a pesar de la extrema escasez de obre
ros evangélicos que los puedan ^^sita^ con
mayor frecuencia. A esta escasez es debida la
permanencia de alguna que otra superstición,
aislada en algún país remoto y combatida por
los misioneros Lazaristas y Redentoristas que
buscan la oveja perdida en las más inaccesibles
breñas del monte.
Decid a algún indio que irá al infierno por
sus pecados y os responderá con sentimientos
In d ia d e la S ie r r a e c u a to r ia n a c o n s u h l)o.
¡Cuántas veces hasta pasando por las calles
de la ciudad, sobre todo los niños, van a porfía
a los pies del sacerdote con la manos juntas y
con efusión de sincera bondad!
R eligión.
La religión de los indios es verdaderamente
grande y sentida. Entrad en cualquiera de las
iglesias de la Sierra, en día de fiesta durante
las sagradas funciones y os sorprenderá el pro
fundo silencio y la gran devoción con que
asisten a los sagrados ritos.
En los pasados mayo y junio he \isto el en
tusiasmo religioso de un pueblo, que aun ame
nazado de las terribles sacudidas de un movi
miento sísmico, celebró con vivo fervor y entu
siasmo la fiesta del Sagrado Corazón de Jesú.^.
De las mas lejanas vertientes de los montes
bajaban estos hijos del pueblo con velas y con
platos de humeante incienso; y unidos a la flor
Uo p a sto rclllo de le S ie rre e co e to rle a e .
de fatalismo: Si Dios lo manda ¿qué le vamos
a hacer? ¡Qué el Señor haga lo que quiera! Y
otros veces se tranquilizará pensando que el
infiemo es solo para los blancos....
No es difícil encontrar en las cavernas a
indios que afanosamente buscan piedrecillas
y las llevan a la cima del monte para impetrar
el auxilio <tel genio protector del mismo, o
cuando están a punto de comenzar un viaje
— I4S —
rodear un crucifico con estas piedrecillas para
que Dios les conceda volver con felicidad.
Un resto del paganismo es la costumbre
conservada en pocos lugares de poner alimen
tos y bebidas a los muertos y es también ri
dicula la costumbre que aun vige en algún
país de castigar al Sto. Patrono, enterrándole
c*n la arena, cuando la sequía se prolonga y la
de ponerlo a la intemperie cuando non cesan
las lluvias.
{Continuará).
Prof. D . C a r l o s C r e s p i .
Misionero Salesiano.
EDire los adoioilores it Dorga. - Issam.
{Relación del misionero P . Bonardi, después d e'
los sacrificios y de una entrevista con un Bracmdn)
Ma - Durga o Durga Mai (madre tierra) la
violácea diosa hindú, la de los cuatro brazos
que empuñan cuchillos y vasos llenos de sangre;
Durga la macabra que se complace en ador
narse de cabezas de gigantes sacrificados por
ella misma, como si fueran otras tantas perlas
preciosas, continúa cada año reclamando de
todas partes de la India sangre fresca, mucha
sangre, porque sólo de sangre está ávida, y
sólo con sangre los hombres pueden hacérsela
propicia (i).
lín 1923, el gran día del sacrificio, que es el
que sigue al primer cuarto de luna, cayó el 18
de Octubre; el rito hubo de comenzar ocho días
antes, en el novilunio, con la gran procesión
•iel Phulpaii (flores-hojas) a la que todo el pue
blo hindú asiste con músicas y cautos a recoger
las flores amarillas propias del país, antes de
salir el sol, para coronar el templo e ídolo de
(i) L a teología Hindú narra las cuatro grandes encar
naciones de Durga, la madre tierra, en las correspon
dientes épocas (jug)\ cuyos nombres son: Sita-jug, Dxvapan-jug, Trilya-jug, Kalt-jug, en las cuales la diosa
recibe los nombres de: Sita-HJai, Durpata o Durga-Mai,
Tulsi-Mai, Kaltka-Mai, o simplemente Aa/i-.l/o».
Para Durga es costumbre el encarnarse de cuando en
cuando en uno o en otro ser: un día se le antojó encar
narse en una vaca; rosón por la cual los hindus respet:tn a este animal, que puede girar por doquiera sin que
nadie la moleste (adn en la grandes ciudades como Cal
cuta) donde la cederán el paso y ofrecerán alimentos.
Kn los libros sagrados Aiwdiu se lee que en tiempos
muy remotos la diosa se habla encarnado para destruir
a
gigantes que poblaban la tierra, y que los iba de
capitando uno i>or.uno: )>ero cuando se dió cuenta que
la sangre de los muertos era semilla de otros muchos,
produjo centenares de Dovi (diosas) para que la avudasen a sorber la sangre que vertían los gigantes muertos,
logrando que no nacieran más, y asi llegó a e.xterminarlos a todos...
Nuestra edad correspondería, según ellos, a la cuarta
y última época de las encarnaciones, terminada la cual,
Ottrga destruirá el mundo }«ra hacer otro mejor.
Durga, y señalar así el principio del a5runo de
los Bracmanes, sacerdotes hindus.
También el mismo día del novilunio, los
Bracmanes, escogido el lugar para la celebra
ción de la fiesta, iniciaron la construcción de
un templo, de paja y bambú, con un altar sobre
el cual colocaron la estatua de Durga, rodeada
de afiladas hojas, cuchillos, armas y flores,
para estar allí en religioso retiro, salmodiando
noche y día, durante una semana entera, ofre
ciendo incienso y dones al son de los sagrados
bronces y comiendo una sola vez al (lía.
Y amaneció el día del sacrificio.
El verde valle escogido para el retiro, desde
muy de mañana va poblándose de millares y
millares de personas, toda gente menuda: hindus,
mahometanos, Khassis, Syntengs y Gurkhas —
verdaderos creyentes y simples curiosos — for
mando una gran muchedumbre, que se apiña,
se abalanza y apretuja hacia el lugar que de
berá inundar la sangre, conteniéndola apenas
los soldados Gurkhas, encargados de mantener
el orden. E n el fondo gris de la masa humana
resaltan los vestidos lujosos de las mujeres
hindus, que para la circunstancia se adornan
con lo mejor que tienen... y sobre los colores
escarlata, \úolado y verde de las sedas precio
sas, brillan magníficos bordados, llamando
asimismo la atención los aderezos de pendientes,
anillos, collares, pulseras y discos de oro que
cuelgan de las orejas, nariz etc... los que, he
ridos por los rayos del sol abrasador, deslum
bran con mil colores vivísimos la vista.
E l espacio para el sacrificio, no es muy grande:
en él se encuentran clavados en el suelo seis
gruesos postes, en forma de prism a,. grosera
mente labrados y pintados, representando en
cada superficie el rostro de la (¿osa con \-arias
hojas de acero y un tridente. Cada año se añade
un nuevo poste a los antiguos, y no hay peligro
que nadie los toque, pues to(Íos los respetar,
como cosa sagrada.
Detrás del ídolo arde incienso y alcanfor,
junto a tres bandejas entretejidas con hoja^
y qxie contienen arroz crudo, trigo que empieza
a germinar, y « til á especie de simiente negra,
de la que se obtiene aceite — los tres vegetales
considerados como puros y santos y que, por
consiguiente, tienen la virtud de purificar y
santificar — mientras, entre los minerales,
uno solo, el oro, tiene tal virtud.
Allí se ven dos gruesas calabazas oblongas,
sostenidas por cuatro estacas que quieren se
mejar cuadrúpedos. Delante de las seis viga.*
dh-inas hay una depresión del suelo, en la que
serán decapitados los búfalos; un poco sepa
radas están las estacas para el sacrificio de los
machos cabríos; a los lados dos tiendas de can •
— 149 —
paña, la una a disposición de los magnates
hindus, la otra para las personas europeas; en
al azul del cielo, sobre un bambú altísimo, fla
mea inquieta y viva, como una llama, una ban
dera roja, triangular.
Mientras el afluir de las turbas continúa, los
bractnanes acaban los últimos preparativos.
Uno pasa de recinto en recinto trazando, con
arena blanca y roja, una estrella en el lugar
precioso donde se sacrificarán los cameros, y,
rociando con una flor amarilla, impregnada
de una mezcla purificadora. Otro lleva por
todo el anfiteatro un vaso de hojas que con
tiene lo que los Gurkhas llaman « sindhtir », a
saber, una especie de barro rojo, amasado con
polvo vegetal, y con él tiñe la frente de los fieles
que aún no hubieren tenido el cuidado de ha
cerlo, recibiendo en cambio cordiales « sálani».
Un tercero se ocupa en las purificaciones y
abluciones, de las lacrimas que han de ser in
moladas, mientras el Brahmán, jefe, da las úl
timas instrucciones a los sacrificadores, y un
grupo de Gurkhas, característicos por su cabeza
rapada y la coleta, adornados con largas guirnsddas de flores amarillas, atienden a la multi
tud de los oferentes, que llegan con las víctimas.
Dan las once: y a ha comenzado la danza al
toque de tambores y al canto de las plañideras,
cuando un cañonazo, seguido de una descarga
cerrada de fusilería, anuncian que empieza el
sacrificio.
Cortan con la hoja de acero la punta a las
dos calabazas: después el primer búfalo, que
se resiste, es obligado a inclinarse ante la diosa,
y, cuando inmóvil en la posición deseada, ha
recibido del gran Brahmán la aspersión de rito,
el inmolador le da con una gran daga el golpe
mortal. L a cabeza queda completamente se
parada del tronco, y dos fuentes de sangre
brotan del cuello del animal, que corre por el
suelo entre el aplauso de las masas y el sonido
de las trompetas: la diosa está agradecida: el
sacrificio ha resultado perfecto.
Si la cabeza del búfalo hubiere quedado uni
da al tronco, aunque fuera por una sola fibra,
la inmolación habría irritado a Burga y atraído
sobre los presentes sus divinas venganzas: y
se habría visto a todo el pueblo avalanzarse
sobre el inhábil sacrificador, arrojarle sangre
y lodo al rostro, despidiéndole lejos con impre
caciones y gritos, como provocador de las pú
blicas desgracias.
Sonriente, se adelanta el gran sacerdote hacia
el inmolador, que está en pie, salpicado de
sangre, con la daga aún goteando y levantada
en alto, y con la consabida flor amarilla le roda
la cabeza — señal de la bendición y gratitud
del pueblo — y cede el puesto a uno de los
magnates hindus, para que ciña las sienes del
sacrificador con un turbante blanco, símbolo
de gloria.
Alguna que otra vez suceden escenas desa
gradables, pues los sacerdotes de Burga, exte
nuados por el largo ayuno, y deseosos de ha
cerse propicia la diosa, apenas el sacrificador
descarga el golpe mortal, se lanzan como perros
hambrientos sobre las cabezas recien cortadas,
bebiendo y chupando hasta la última gota de
sangre, aunque las víctimas sean numerosas;
y así, desnudos y ébrios, exaltados se contuer
cen. convencidos de que el más furioso y ébrio
de ellos queda invadido por el espíritu de Burga.
Del mismo modo, uno a uno, los diecisiete
búfalos machos, ofrecidos este año a la diosa,
pagaron su tributo cruento a la daga del sa
crificador, y fueron todos los sacrificios per
fectos. Las cabezas fueron alineadas a la iz
quierda del ídolo, y los cuerpos arrastrados
lejos.
Después de los búfalos tocó el turno a los
machos cabríos, cuyas cabezas fueron también
cortadas por mano del sacerdote.
Ofrecido de tal modo el sacrificio solemne y
oficial, a una indicación del Brahmán jefe, co
menzó el familiar e indi\-idual, y el espacioso
anfiteatro verde de la colina en un instante
quedo convertido en una carnicería. Cada uno
tenía un cabrito, o un ánade, gallina o un par
de palomas que sacrificar; y allí fué el estran
gular y cortar cabezas, teñir el suelo de sangre
y tirar las cabezas cortadas al recinto del tem
plo, o correr a las propias casas y rociar el um
bral con las últimas gotas de la sangre inmolada.
No faltaba más que tocar tres veces el fuego
sagrado de la diosa que el bracmán lleva a las
tiendas y aspirar su humo purificante, y, por
último, llevar el día siguiente pegados a la frente
el mayor número posible de granos de arroz
crudo, en señal de bendición y de paz, dándose
mutuamente víctimas y dones los amigos, para
reforzar los vínculos de afecto, y los enemigos
para destruir los antiguos rencores: en medio
de música y cantos se reúnen para incendiar
con el fuego sagrado el templo provisorio y los
restos de la fiesta, y así acabó todo. También
este año Burga-Mai, harta de sangre, será pro
p id a a estas gentes, según ellos dicen.....
¡Ah! ante aquel informe montón de víctimas
decapitadas, a la presenda de aquella sangre
que el sol no tardó en corromper, dando lugar
a la corre^ondiente pestilencia; qué a disgusto
se encuentra uno, de qué buena gana se vuelve
la vista a otra parte, y cuán de corazón, creedlo,
cuán de corazón se bendice al Señor por haber
nos llamado a la verdadera Religión!
¡Cuántos millones de pobres criaturas hu-
-
150 -
manas nacen, viven y mueren tan lejos de la
fe, sin poder ni sospechar siquiera donde está
la luz, aunque intenten, a través de ritos ma
cabros de sangre, hacerse propicio aquel Dios
que no consideran Padre amoroso, sino cruel
verdugo!
¡Qué bella eres, oh religión de Cristo, que
no pretendes de tus fieles efusiones cruentas,
sino que con la cándida Hostia de paz, por las
castas efusiones del amor, haces a Dios pro
picio a los hombres y purificas las almas.
Shillong (Assam), Orfanotrofio S. Antonio.
B o n a r d i Pbro.
Misionero Salesiano.
P ablo
E P ISO D IO S D E L A S M ISIO N E S
De refitolero a rey.
Hacía pocos meses que John, hermoso y ro
busto joven de 25 años de edad, había entrado
en calidad de criado en el colegio salesiano de
Artes y Oficios de la ciudad del Cabo, sur afri.u lU .
Negro y brillante como el ébano, con una
dentadura de blanco márfil que, con los ojos,
se destacaba en su cara simpática, desempeñaba
su oficio de camarero a gusto y satisfacción de
todos, encantando por su jovialidad y desen
voltura.
Atento y respetuoso cual no se pudiera es
perar de un hijo de la selva, gozaba en prestar
algiin servicio particular, y, al recibir, con mo
destia, las gracias, que juzgaba inmerecidas,
se inclinaba, sin servilismo, agradeciendo el
obsequio, todo'lo cual le granjeba las simpatías
y estimación de superiores y niños.
Un buen día recibe correspondencia de su
país, situado a orillas del Nyazza, donde el Co
misario inglés le comunicaba que, habiendo
muerto el jele de la tribu, le correspondía por
derecho la sucesión, instándole, por tanto, la
vuelta inmediata a su tierra para hacerse cargo
del gobierno.
John leyó y releyó la misiva con una frialdad
extraordinaria, sin que pudiéramos sorprender
un gesto o expresión que pudiera revelar ex
trañeza o alegría, continuando, a reglón seguido
su trabajo con el habitual desembarazo.
Por la tarde, y previa la respetuosa inclina
ción de costumbre, se acercó al Director para
enterarle del contenido de la carta recibida.
— Y bien, John, ¿qué pensáis hacer? le dijo
este sorprendido.
— Señor, respondió John, aquí estar muy
tranquilo... allá... y señalaba con el índice hacia
el norte, allá no ser posible.
— Entonces... ¿partes o no?
— Y o creo, señor, que lo mejor será escribir
primero al Comisario, preguntándole dos cosas:
si mi gente quererme y ninguno pretender mi
sitio..., entonces yo ir; ¡si no, no! ¿Pelear, de
rramar la sangre de mi gente para llegar a ser
jefe? No, esto John no lo quiere.
Hablaba con una calma y dominio de sí ma
ravillosos, y de la misma manera contestó al
Comisario.
Después de algún tiempo recibió nueva carta
del Comisario inglés, en la que le aseguraba
que ninguno solicitaba el trono y que todo el
país le esperaba con ansia.
Entonces John dejó de ser refitolero para
empuñar el cetro de madera; hizo un lío con
sus pocas ropas, y, despidiéndose de los supe
riores con el respeto y cariño que siempre les
había manifestado, emprendió el viaje hacia
sus estados de la selva.
¿Quién lo hubiera soñado? Caso tan singiilar
nos hizo meditar un poco, llegando a la con
clusión de que, cuando un negro muestra tan
buen sentido y aprecia con tan sabia filosofía
los acontecimientos, es digno de toda estima y
consideración. Bien merecen estas pobres gentes
que los misioneros se afanen por conducirlas
al redil de la Iglesia, donde con tanto provecho
para sus almas y de la civilización pueden cul
tivar tan buenas dotes.
Las poblaciones del Centro de Africa gozan
de un temperamento tranquilo y de juicio muy
recto. No creo sea muy difícil su conversión al
cristianismo.
Roguemos al Señor para que le conceda a
nuestro buen amigo John completar su ins
trucción cristiana bajo la dirección de los mi
sioneros, a fin de que, movidos los subditos
por sus buenos ejemplos y sabio gobierno, se
decidan a formar parte del rebaño de Jesucristo,
< Los Institutos Saiesianos representan verdaderamente un esfuerso colosal y están especialmente
organizados para prevenir el delito; hasta ahora es
lo único hecho en Italia.
C e s a r L om broso .
CULTO
I
I
de María Auxiliadora
^
^
V
^
A'ds tea em o s la p e rsu a sió n d e q u e , e n la s v ic is itu d es d o lorosa s de lo s t l:n p o s que a trav esa m os, n o n o s quedan m á s c o n su e lo s q u e lo s d e l C ielo , y e a t ie
é s to s , la poderosa p rotección de la V irgen ben d ita , q u e fu e e n todo tiem p o e l
A u x ilio d e lo s C ristia n o s.
PIO X .
^
O
Venid y vamos^ todos...
¡Ya llegó el mes de Mayo! ¡Qué hermosura!
E s el mes de los días serenos, de los cantos
alegres, de las luces y de las flores, de los per
fumes exquisitos.
¡Mes de las flores... Mes de Mayo! ¿Por qué
tu venida despierta alegrías, dibuja sonrisas,
conmueve las almas y comunica anhelos de
celestiales ensueños?... ¿Por qué cuando te
acercas estallan de gozo las flores, embalsa
mando de aromas las brisas, y saltan de júbilo
los corazones cristianos?...
¡Ah! es que está consagrado a la reina de las
flores, a la rosa de Jericó, a la azucena de los
valles, a la más pura'de las criaturas, a la Prin
cesa soberana de todo lo creado, a la excelsa
Madre de Dios y de Ic« hombres, depositaría
y dispensadora de todas las gracias y dones
celestes. Por eso el sol luce deslumbrante y
quiebra sus rayos en mil colores; la naturaleza
viste sus más ricas galas y ofrenda a su .soberana
y reina sus flores y perfumes; por eso los hijos
devotos adornan y rodean los altares de su Ma
dre, en cuya ternura encuentran piedad, feli
cidad y cariño, y por eso la Iglesia, conocedora
de las necesidades del espíritu cristiano y de
los corazones de sus hijos, despliega festivo su
culto por el ámbito del mundo, elevando un
concierto de amor y alabanzas que provoca
escenas de ternura, la dichosa porfía de obse
quios filiales y caricias maternas que embelesa
y causa envidia a los ángeles.
Venid y vamos todos
Con flores a porfia.
Con flores a María
Qw Madre nuestra es.
¿Quién es esa que se descubre como el alba,
liermosa como la luna y escogida como el sol?
Es Mana Auxihadora nuestra Madre que
\ie«e a regalamos con sus gracias, a compa
decer nuestras miserias, a enjugar nuestras lá
grimas y sanar nuestros males.
Abrid, cristianos, el corazón a la esperanza
y corred al regazo de nuestra Madre celestial.
No os detenga vuestra frialdad, la considera
ción de \niestras culpas y vida poco cristiana.
Vuestras lágrimas y arrepentimiento, para Ella
más preciosos y gratos que las flores y sus per
fumes, merecerán sus caricias y sus ojos bellos,
misericordiosos sonreirán a \*uestras filiales
demandas y devotos homenajes.
Oid como el Venerable Don Bosco, paladín
de la devoción a María Auxiliadora, despertaba
la esperanza de los hijos pródigos y los vohria
confiados a los brazos de Madre tan bondadosa:
« Recordad, Ies decía, la nubecilla del monte
Carmelo. Tres años hacía que ni una gota de
agua refrescaba les campos sedientos de Israel.
En la tierra reseca todo se agostaba, tostado
por los ardientes rayos del sol; ni una brizna de
hierba alegraba la campiña, que semejaba un
estéril desierto. L a sequía pertinaz era efecto
del justo enojo del Señor que castigaba la infi
delidad de aquel pueblo protervo que, apar
tándose del culto del Dios verdadero, adoraba,
insensato, a las falsas divinidades.
« Tan sensible y prolongado castigo volvió
a buen acuerdo a los obstinados pecadores, que
resolvieron convertirse y enmendar su vida.
Bastó eso para que un varón de Dios, el profeta
Elias, se presentara al rey Acab prometiéndole
lluvia abundante y todo bien de Dios si demolía
los altares de los falsos dioses y vohda con todo
el pueblo al servicio y amor del Dios de sus
padres.
« Convenidos, Eb'as subió al Monte Carmelo
para pedir a Dios cesara la sequía y derramara
sobre la desolada tierra de Israel benéfica y
fecunda lluvia. Y he ahí que inmediatamente
aparece en lontananza, de la parte del mar,
una ligera nubecilla que se acerca y agranda
hasta cubrir en poco tiempo todo el horizonte,
y, abriendo su seno, descarga abundante lluvia
— 152 que penetra suave por las grietas de la tierra,
abiertas como bocas sedientas, calmando la
sed de las más hondas raices y despertando a
la vida de la fecundidad los más soterrados
gérmenes.
« A la nubecilla que viera el profeta Elias po
demos comparar la Virgen Auxiliadora, nuestra
Madre amorosa, que en su mes de Mayo se le
vanta entre nubes de incienso, y, a la voz de
sus hijos, tierna y compasiva, distiende su
manto cargado de rosas, que son gracias, con
versiones preciosas, triunfos de la fe, alivio de
los males, vocaciones, perseverancias y com
pletas victorias sobre nuestros enemigos ».
Acudamos, cristianos, gozosos al templo, y,
mientras la naturaleza le ofrece, a su manera,
sus galas y la cubre y envuelve en el perfumado
manto de sus flores, y el sol la viste con su luz,
y la tierra quiere ser su peana, nosotros, sus
hijos predilectos, ofrendárnosle las flores del
alma, que son las virtudes y afectos, las ora
ciones inspiradas por la fe y caldeadas por el
amor ardiente.
Que todos, no solo las almas inocentes, sino
también la juventud, que florece lozana en el
árbol añoso de la vida, y la vejez decrépita y
caduca, le ofrezcan con ramilletes de flores y
alegres cantos los dulces sentimientos de sus
corazones, para recibir de tan buena Madre
consuelos celestiales y santas alegrías.
Jamás nadie se ha acercado a esta excelsa
Señora que no haya sentido sobre su rostro y
sobre su alma las caricias ternísimas de la Madre.
C á d iz {España). — Habiendo permanecido
alejado durante más de 40 años de toda práctica
religiosa ima persona muy allegada y querida de
mi familia y muy aferrada o sus ideas contrarias,
cayó gravemente enfenua a consecuencia de un
accidente que le cortó la vida en ocho días. Du
rante ese tiempo me encomendé con entera con
fianza a la Santísima Virgen Auxiliadora, hacien
do con todo fervor su novena para alcanzar la
conversión del enfenno.
Cosa pro<Ugiosa, a los tres días de su enferme
dad, el mismo enfenno pidió que lo visitara un
sacerdote a quien estimaba mucho, y dos noches
iuites de morir recibía con gran reverencia los
Stos. Sacramentos. Su muerte fué muy tranquila,
y es de creer que la Santísima Virgen Auxiliadora
lo recibiera en sus brazos.
Como prometí publicar el favor en el BoUtin
SaltsiaHo, cumplo hoy gustosa mi promesa.
M. D. de A.
M a d r id {España). — Por intercesión del siervo
de Dios Don Miguel Rúa, me dirigí a María Au
xiliadora para que me obtuviera la curación de
im tumor en el oído, que me producía fuertes do
lores. Se ve que el buen siervo de Dios alcanzó
para mí la gracia de la Madre celeste, pues a poco
estaba completamente bien.
Doy gracias con todo mi corazón.
A q u il in a d e V ie r n a .
M kzqu ir iz -P am plo n a {España). — Don Ru
fino Hernández Moro,-maestro nacional de Mezquiriz. Valle de Erro, da gracias a Dios y a María
Auxiliadora por haberle concedido una gracia,
solicitada con verdadera vehemencia, por inter
cesión del Vbl. Don Bosco.
Profimdamente reconocido por tan señalado
favor, desea se haga pública en el Boletín Salesiano,
y envía una limosna para la obra salesiana de
Pamplona.
•
J- V.
S a la m a n ca {España). — Hacía 5 años que de i
resulta de la grippe me quedó ima tos muy fuerte
sin que ninguna clase de medicinas ni jarabe la t
hiciera desaparecer, cuando providencialmente
vino a mis manos una estampita de M. Auxilia
dora con la novena que el Vble. Don Bosco re
comendaba se hiciera cuando necesitaban alguna
gracia, y empecé dicha novena con gran fe y con
fianza, pues también leí en el Boletín ScUesiano
de este mes dos gracias extraordinarias, obtenidas
por su poderosa intercesión, y, ¡oh prodigio! al
segimdo día de la novena desapareció completa
mente la tos, y hoy me encuentro perfectamente
bien, por lo que, agradecida a tan singular favor
cmnplo con el deber de hacer publica esta gracia,
para gloria de la Snia. Virgai y del que en vida
fué su fiel sier\'o, el Vble. Don Bosco.
Sor M. DEL P ilar , religiosa de Sta. Isabel.
V a l e n c ia {España). — \A tí lo debo iodo, Madre
mía! Con ocasión de una situación difícil, ofrecí
a María Auxiliadora, entre otras cosas, que Ella
y yo sabemos, publicar la gracia, que no dudaba
me otorgaría, de vencer con su protección las
muchas dificultades que se me ofrecían y que me
era imposible superar sin Ella.
Todo salió según mis deseos. Y así por esta
gracia señalada, como por la constante protección
que visiblemente siempre me ha otorgado, no
puedo menos de rendirla este púbhco homenaje 1
de gratitud.
!
[Gracias, Madre raía, gradasl
Ma r t in M oren o D om ín g u ez Pbro.
t
E s p a ñ a . — Habiendo leído en el Boletín Sale- i
stano del Mayo pasado las gracias que M. Auxi
liadora otorgaba a cuantos acudían a Ella, yo
pensaba: si a estos les ha favorecido la V i i ^
¿por qué no me socorrerá a mí concediéndome la
salud?
Hice la novena recomendada y prometí pu
blicar la gracia, si me era concedida, para gloria'
de María AuxiUadora. Esta buena Madre tuvo
— 153 —
compasión de mí, y no solo me concedió la salud
sino también otras varias gracias que necesitaba.
Muy agradecido hago público mi reconocimiento.
Iv.
YUMBO (Colombia). — A i encontrarme postrada
en cama con fuerte y aguda enfermedad que no
dejaba esperanza de vida por estar yo muy anciana,
ofrecí a la Virgen María Auxiliadora ima limosna
y publicar su gracia con tal de que me recupe
rara la salud. Cosa singular, ese mismo día me
sentí mejorada de los males que pesaban sobre
mí y a los pocos días me alivié por completo.
Ciunplo hoy mi promesa, dando eternas gracias
a María Auxiliadora por tanta bondad maternal
e invito a todos los que no tienen fe en Ella
a que pongan toda su confianza en la Madre de
todo el Universo y Reina del Cielo.
C ar m e n Ma r t ín e z .
S ocorro (Colombia). — Habiendo enfermado
gravemente mi mamá y con señales de un próximo
desenlance, en tan angustiosa situación acerté
a invocar con toda mi fe el auxilio de nuestra
celestial Madre, prometiéndole, si le conseguía
la salud a la enferma, publicar el favor y en^^a^
una ofrenda en beneficio de los huerfanitos del
Vble. Don Bosco. La Santísima Virgen, siempre
Madre tierna y generosa no se hizo rogar mucho,
porque la tranquilidad reapareció en nuestra
casa con la total salud de mamá.
C l e m e n t in a A e v a r e z R .
Caei (Colombia). — La SS. Virgen, por inter
cesión del Vble. Don Bosco, me ha obtenido dos
gracias: la de poder desempeñar a satisfacción mi
empleo para el cual no tenía aptitudes, y la de
haberle pasado pronto a una hermana mía un ata
que violento de asma, del cual sufre, estando en
el campo sin tener remedios que aplicarle. Envío
una limosna de 3 t.50 para las obras de D. Bosco.
Una Cooperadora.
J. DEE Mo n t e (Cttba). — Enfermó mi hijo
Pedro Antonio con fiebres malignas y muy altas
sin que pudieran las medicinas ordenadas com
batirlas victoriosamente.
Como la debilidad y postración lo condujeron
a im punto que nos hacía temer por su vida,
yo rae dirigí a María Auxiliadora para que me lo
sanara, ofreciendo publicar la gracia y eu\nar
una limosna para las obras de Don Bosco.
Sin propinarle más remedios, el chico empezó
a mejorar notablemente, y hoy está completa
mente bien, por lo cual doy rendidas gracias a
María Axudliadora.
Ruego se publique en el Boletín Saiesiano.
M. T e r e s a Me n d e z .
Ch o n e (Ecuador). — Encontrábame muy atri
bulada a causa de vanos asimtos que empeoraban
de día en día, sin que se \'islumbrara una favo
rable solución. Acudí a Alaría Auxiliadora con
gran confianza, rezando devotamente la novena,
y, desde el primer día, las cosas comenzaron a
cambiar de aspecto hasta el prnto que, al ténninode la novena, estaba todo arreglado a mi satis
facción.
No sé como mostrar todo mi agradecimiento^
a tan bondadosa Madre, sino es haciendo pública
mi gratitud en el Boletín Saiesiano, para que
sirva de aliento a otras almas atribuladas.
SlLtTA DE TORTORKLU.
Los A n g e l e s (California). — Laura Gaxiola
de Alcade, en un grave percance acaecido algún
tiempo atrás a imo de sus hijos, invocó con grande
fervor el auxilio de la S.ma Virgen, y obtuvo que
el trágico accidente quedara sin malas conse
cuencias, como pronosticaba el médico.
Desea manifestar públicamente su gratitud a
la celestial bondadosa Auxiliadora, y envía mía
ofrenda para la Obra Salesiana.
N. N.
MELO (Urugtiay). — En varios casos de enfer
medad en mi familia, y en algunas dificultades,
morales y materiales he recurrido a nuestra que
rida Madre María Auxiliadora, viéndome muy
pronto atendida, por lo que doy infinitas gracias
a la que es consuelo de los afligidos, y publico
estas Ifiieas en el Boletín Saiesiano, como se lo había
prometido.
C e c il ia B . d e L ó p e z .
S a lt o (Uruguay). — Doy gracias a María Au
xiliadora por los giguientes favores obtenidos
por su intercesión.— Encontrándome enferma
de cuidado y temiendo fuera mi estado grave, me
encomendé a María Auxiliadora y S. José, mejo
rando rápidamente. — Teniendo a mi hijito José
María enfermo de la piel, en la cara y piernas, le
aparecieron unos bultos que le hincharon la ca
beza notablemente, tanto que los médicos temían
tuvieran que operarle. Lo encomendé a íklaría
Auxiliadora y San José, colocando sobre la parte
enferma una reliquia de Domingo Savio a quien
también lo encomendé. En seguida bajó la fiebre
y se inició la mejoría, encontrándose hoy ya bien
y sin necesidad de operación alguna. — Estando
yo con fuertes dolores en el dedo de un pié, por
liabérseme echado a perder una uña y temiendo
que tuvieran que cortarlo, rogué también a tan
buena Madre, siempre en imión de San José y
colocándome también la reliquia de D. Savio,
hoy me encuentro ya bien. — Por estos y otros
favores que recibo continuamente de tan buena
Madre, doy gracias y publico estas en el Boletín
Saiesiano. como lo había prometido, y ruego a
María Auxiliadora que siga protegiéndome siempre.
F e r m d ía M. A n so d e R o b a in a ..
C a r a c a s (Venezuela). — Atacada de aguda
enfermedad de apendicitis, acudí a María Auxi
liadora para evitar ima delicada operación.
Quedé completamente cmada, sin necesidad
de operación alguna, y ^radedda a tan bonda
dosa Madre mando celebrar una misa en acción
de gracias.
L a s t e n ia R íos
-
Dan también gracias a María Auxiliadora.
Cubo de D. Sancho (España). — Dña. Eladia
Morales que, agradecida por un favor recibido,
ofrece una limosna.
Guadalajara (España). — Dña. Josefa Caña
mares P, por beneficio recibido, envía limosna.
Ecija (España). — Una ex-alimma de las Hijas
<le María Auxiliadora, en reconocimiento a las
bondades de la Madre celeste, envía su limosna.
Vigo (España). — D. L. O. en testimonio de
sincero agradecimiento, por gracias alcanzadas,
■ envía una limosna.
Detulia (Colombia). — Sras. Herminila Gómez
de Plata, María del Socorro Serrano y otra devota,
manifiestan públicamente su gratitud a la Sma.
Virgen por favores recibidos y envían una limosna.
Arbolito (Colombia). — Don Gregorio N. Sandoval, Higinia y Lorenza Vivas de Sandoval,
envían una limosna por haberlos favorecido María
Auxiliadora con especiales favores.
Cali (Colombia). — Sres. Rodolfo Sinisterra,
Mercedes Alvarez, Teresa Cuevas Vázquez, Mar
tina Lazo, María Vergara, Manuel M. González,
Mercedes Aragón de Lénis, Bárbara S. de Caldas,
Natalia Zea v. de Sánchez, Evangelina Vega de
Saucedo, N. N. dan gracias a María Auxiliadora
por favores recibidos y envían ofertas para la
Obra Salesiana.
Caloto (Colombia)---- Varias personas devotas
de María Auxiliadora envían una limosna, en re
conocimiento a favores recibidos, por conducto
del Rdo. Sr. D. Nereo Piedrahita.
Pamplona (Colombia). — Sres. Leogado Vera,
José María Carvajal, Abigail Bautista, Rosalía
Bautista y Ana Lucía Leal de Rangel, dan gracias
y envían limosna.
Esparta (Cc«ta Rica). — Don Isaías Vargas
por favor recibido, por intercesión de Domingo
Savio, envía limosna.
San José (Costa Rica). — Dña. Rosalía de Lindo,
por éxito de operación sobre su liijito, y envía ima
limosna.
Bahía de Corazones (Ecuador). — Dña. Mercedes
Jiménez da gracias a la Auxiliadora y envía li
mosna.
Cantón (Ecuador). — Varias señores coopera
dores rinden gracias a María Auxiliadora por fa
vores recibidos.
San José (Costa Rica). — Dña. Josefina de Coollo por xm favor señalado, envía su ofrenda.
Los Angeles (Califoniia). — Dña. Refugio A. de
Aguilar, agradecida a María Auxiliadora por un
especial favor cjue le otorgó, envía una ofrenda
para los huerfauitos de Don Bosco.
Pueblo Rodrigttes (Uruguay). —- Dña. María
B. de Vazzi envía una limasua por mi favor reci
bido de nuestra buena Madre María Auxiliadora.
Dña Teresa P. de Ragnon y Dña. Teresa Lambnischiiü dan gracias y envían una limosna.
Artigas (Uruguay). — Julia G. de Ramos, agra
dece a María Auxiliadora sus repetidas bondades.
Montevideo (Uruguay). — Sean dadas gncias
a María Auxiliadora por haberme conseguido el
154 —
que un jovencito pudiera ingresar en ima Con
gregación Religiosa.
N. N.
— Dña Petrona C. de Monti da gracias por favor
recibido y hace celebrar una misa.
— Doy gracias a María Auxiliadora por haberle
devuelto la salud a mamá.
M a r ía T e r e s a A b a sc a e .
— Bendita sea María Auxiliadora por haber sa
nado e Celia F. de Raffo de ataques que ponían
en peligro su vida. Por ello da gracias a esta buena
Madre.
— Doy gracias a María Auxiliadora por favor
recibido.
S a b in o S ecco .
— Gracias os doy de todo corazón, mi buena
Madre María Auxiliadora por la gracia que me
habéis concedido devolviéndome la salud, y deseo
que se haga público mi agradecimiento.
L ia PicuN.
— María Martínez agradecida a María Auxilia
dora por una gracia recibida, manda celebrar una
misa en su altar.
Paysandú. — Habiendo tenido necesidad de
someterme a una delicada y peligrosa operación,
me encomendé a la S.ma Virgen, y, obteniendo un
feliz resultado, tengo la satisfacción de hacer pú
blico mi agradecimiento eterno a la Auxiliadora
de los cristianos.
E. P.
Salta (Uruguay). — Dña. Rosa M. Tarfalla da
gracias de todo corazón por favores recibidos.
Los Sres. Cooperadores Salesianos, cum
pliendo los requisitos de costumbre, pueden
ganar Indulgencia plenaría:
I® El día que se inscriben en la Pia Unión.
2® Una vez al mes, a elección de cada cual.
3® Una vez al mes, asistiendo a la conferencia.
4® Asimismo, una vez al mes, el día en que
llagan el Ejercicio de la Buena Muerte.
5® El día que por primera vez se consagren
al Sagrado Corazón de Jesús.
6® Siempre que hagan Ejercicios espirituales
durante ocho días seguidos.
Además, los siguintes días del mes de Junio:
El 8, Pascua de Pentecostés.
» 15, Santísima Trinidad.
» 19, Corpus Christi.
» 24, Natividad de S. Juan Bautista.
» 27, Sagrado Corazón.
» 28, Sgdo. Corazón de María.
* 29, San Pedro y San Pablo.
» 30, Conmemoración de S. Pablo.
También pueden ganar otras muchas indul
gencias plenarias y parciales, y gozar de varios
privilegios, como puede verse en el Reglamento
o « Cédula de admisión a la Pía Unión », a la
cual nos remitimos.
!
i
MADRID (España).— Congreso Nacional de Edu
cación Católica.
Mientras el presente número del Boletín entraba
«n máquinas, en la Capital de España se realizaba
magnifico, imponente el primer Congreso Nació»
nal de Educación Católica, bendecido por el Epis
copado y seguido con sumo interés por los cató
licos del mundo entero, que se prometen del her
moso despertar de la nación predilecta del Sgdo.
Corazón de Jesús, de la que siempre fué, como
decía el Cardenal americano Gibbons: el gran
centinela de la Cruz y del Catolicismo, grandes
bienes y frutos para la causa de la Iglesia y de la
educación católica de la juventud.
Y tienen razón sobrada para esperar y prome
terse de este glorioso despertar católico grandes
<x»as, porque España, la nación que dió vida y
amamantó en la religión cristiana a veinte repú
blicas, que son la más rica reser\*a humana de la
civilización de la cruz; que himdió en las aguas
de Lepanto el poder de los hijos de Mahoma, li
brando, por medio del joven Austria D. Juan,
la Europa occidental del segundo y último amago
de los alfanjes agarenos; que rompió las huestes
luteranas en las marismas bátavas con la espada
en la boca y el agiia a la cintura; la España, evangelizadora de la mitad del orbe, martillo de he
rejes, luz de Trento, espada de Roma, a la que
devolvió cien pueblos por cada uno que le arre
bataba la herejía, patria de San Ignacio de Loyola,
San Francisco Javier, Teresa de Jesús y S. José
de Calasanz, no ha terminado toda^•ía su misión
en el mundo, su acción bienhechora en la huma
nidad.
Poco ha se ofrecía por boca de su Rey a los
mandatos del Supremo Jerarca de la Iglesia,
dispuesta a verter generosa su sangre por el triimfo
y por la gloria de la Cruz, y, como en la hora pre
sente. las batallas que el enemigo de Cristo libra
contra la Iglesia se deciden en el campo de la
escuela, alrededor de la obra educacional, pues
sal>en que mientras la escuela instruya y edu
que, desarrollando en el hombre una concepción
religiosa de la vida, serán inútiles los esfuerzos
para arrancar de la sociedad, del hogar y de la
condenda, la influenda y la gravitadón de la
enseñanza del cristianismo, de ahí que España
se prepare a desarrollar la nueva cruzada de las
inteligendas. para la cual la Proddenda la dotó
de excepdtmales aptitudes.
Agrúpense en buen hora todos los españoles al
derredor de la cruz; sumen en apretado haz las
numerosas fuerzas que cuentan en el campo de
la enseñanza religiosa, y así unidos en creendas
e ideales, con la condenda de su fuerza unánime
renueven las gestas gloriosas que im día fueron
asombro del mimdo y causaron la admiradón de
los délos.
De los resultados extraordinarios que todos
esperamos, daremos notida en el número siguiente.
BUENOS AIRES (Argentina). — Medalla de oro
para un hijo de Don Bosco.
En el segundo Congreso de arquitectura cele
brado en Santiago de Clüle el septiembre pasado,
el jurado confería la medalla de oro al sacerdote
salesiano P. Ernesto Vespignani, arquitecto,
constructor de la monumental iglesia de María
Auxiliadora y de la Basílica del Smo. Sacramento
en Buenos Aires y de muchas otras iglesias y
grandiosos edifidos en la Argentina y vecinas
Repúblicas.
Esta meredda distindóm acredenta el número
de premios y señalados honores recibidos por el
ilustre hijo de Don Bosco.
BUENOS AIRES (Argentina). — Visita presiden
cial al colegio salesiano Pío iX.
En el didembre pasado, el colegio Pío IX , de
artes y ofidos, fué honrado con la \dsita del primer
magistrado, doctor Marcelo T. de Alvear.
Lo acompañaban su edecán el teniente coronel
Quaglia, el ministro de marina, almirante Manuel
Domecq Garda, el presidente del consejo nacional
de educación, doctor Ernesto H. Celesia; el Jefe
de policía, señor Jadnto Fernández. Fueron re
cibidos por el Inspector salesiano R. P. Valentín
Bonetti y el director del colegio Pío IX R. P.
Jorge Serié, quienes presentaron al primer ma
gistrado el saludo de la Obra de Don Bosco. Una
delegación de las cooperadoras salesianas, asistió
al acto y acompañó ^ presidente y su comitiva
en la visita al colegio. También concurrió mi grupo
de cooperadores y exalumnos de Don Bosco,
quienes presentaron sus saludos al doctor Alvear.
Fonnados los alumnos en el patio principal
del colegio, el inspector salesiano R. P. Valentín
Bonetti pronundó un jugoso discurso, saludando
al primer magistrado refiriéndose a la Obra de
Don Bosco en la Argentina.
El Presidente y su comitiva recorrieron luego
las diversas dependencias del colegio; el doctor
Alvear visitó detenidamente los talleres intere
sándose por el trabajo de los niños para los cuales,
así como para sus maestros, tuvo palabras de
afecto y de estimulo.
Pasó luego a la exposid^ didáctico profesional
que fué ^'isitada por el primer magistrado con repe
tidas muestras de aprobadón. También recorrió
el Presidente el templo de S. Carlos, admirando
su bella dísposidón y omamentadrái.
— 156 —
Ivuego, el dcx:tor Alvear pronunció el hernioso
discurso que va a continuación.
Discurso del Doctor Alvear.
* Jóvenes alumnos: Pensaba encontrar en esta
visita mucho bueno, orden, laboriosidad, disci
plina y cordialidad, pero debo confesar que la
realidad ha superado mis esperanza.s halagüeñas.
Conozco la Obra de Don Bosco extendida en
los vastos territorios de mi Patria y he tenido la
oportunidad de admirarla de cerca en su cuna,
cu Italia, donde me sorprendieron grata y hon
damente los acordes del Himno Nacional, ejecu
tado por los niños alumnos de los Salesianos a mi
paso por Turín. I,o cual demuestra que si estos
padres dcsairollan una acción fecimda, eminen
temente nacionalista, llevan a cabo también una
misión noble de concordia humana.
Yo tjuiero esperar que esta visita os sirva de
estímulo a vosotros que seréis los hombres que la
Patria espera y que os reserva un destino glorioso,
como también sirva de e.stímulo al gobernante
el contacto con fuerzas vivas latentes que sois
vosotros, elementos sanos, vigorosos del futuro
progreso de la Patria,
Y aunque a veces el desaliento y la amargura
inherente a las tareas del gobierno preocupen,
alienta el convenchniento del gran porvenir de
la Nación, el progreso de nuestra raza, al contem
plar este plantel de juventud herniosa, sana, alegre,
estudiosa y trabajadora.
Agradezco la amabilidad con que me han in
vitado vuestros superiores y declaro que tendrán
en mi, como hasta ahora, mi apoyo en su obra
educativa y benéfica y un amigo de toda hora
para todo lo que necesiten a efectos de coadyuvar
en su noble empresa de elevación moral de la ju
ventud y con ella el engrandecimiento de la Patria.
SANTIAGO ÜE CUBA (Cuba). — Bendición de la
bandera social de los «Caballeros de Don Bosco».
151 domingo lo de Febrero se realizó, en la santa
Basílica Metropolitana, una ceremonia largo
tiempo deseada: la bendición de la hermosa ban
dera social. La ceremonia revistió gran solemnidad.
I'U Exemo. Sr. Delegado Apostólico, representante
del Papa en Culia, Puerto Rico, y Haití bondijó
la enseña. Asistieron numerosos católicos, muchos
de los cuales forman parle de la nueva asocia
ción.
¡Qué Don Bosco ilumine y guie en el campo de
la acción social a los nuevos caballeros!
ROMA. — La Congregación Saleslana por la Bea
tificación de Pío X.
Entre las numerosas peticiones que llegan de
todas partes al Padre Santo en favor de la Bea
tificación de Pío X , luUlase la de la Pía Sociedad
Salcjíiana, concebida en estas términos;
« Beatísimo Padre; Me siento en el deber de
unir mi humilde voz, eco fiel del sentir de toda la
Sociedad Salesiaua del Venerable Don Bosco, al
imponente coro que de todo el mundo cristiano
se eleva a la vSede Apastólica, rogando con filial
insistencia la promoción de la causa de Beatifi
cación y Canonización del Simio Pontífice Pío X,
de grata e imperecedera memoria.
Es convicción nuestra que el inmortal Pontífice,
cuya vida fue una perfecta imitación del espíritu
de Ntro. Señor Jesucristo, produciendo hermosos
frutos de santidad y edificación, se propuso efi
cazmente caminar por el sendero de la perfección,
aim a costa de los más heróicos sacrificios. Y que
lo consiguiera lo muestran elocuentemente sus
virtudes, que en vano procuró ocultar bajo la
jovialidad de su carácter ni con su humilde y
úllima disposición de ser sepultado en los subte
rráneos del vaticano, para evitar peregrinaciones
a su tumba, y cuya fama de santidad, que aumenta
más cada día, no pudieron eclipsar las preocu
paciones y trágicos sucesos sociales de sus últimos
días.
Jesucristo, por cuya devoción y amor eucarístico tanto trabajó, es quien desea premiarle, ele
vándole al culto de los altares.
Esta convicción sobre la santidad de Pío X
estaba bien radicada en mis predecesores; el siervo
de Dios Don Miguel Rúa y el Rdo. Don Pablo Al
bora quienes contribuyeron a confirmar la de sus
lujos.
Dígnese, por tanto. Beatísimo Padre, acoger
entre las muchas y autorizadas súplicas, esta hu
milde de los hijos de Don Bosco, considerando
la bondad intrínseca de la misma y el afecto con
que la presentan, que quisieran fuera el de su Ve
nerable Fundador, para el que, después de la gloria
de Dios y la salvación de las almas, nada hubo
más querido sobre la tierra que el honor y gloria
de los Romanos Pontífices.
Dígnese asimismo. Beatísimo Padre, impartir
la bendición apostólica a todos los Salesianos,
mientras en nombre de todos, postrado a besar
el santo pie, yo me profeso de Vuestra Santidad
hmnilde y devoto liijo. Felipe Rinaldi.
— Mussolini en el Comité de honor para el jubileo
de las Misiones Salesianas.
El Presidente del Consejo de Ministros, Exemo.
Sr. Mussolini, invitado a formar parte del Comité
de honor para festejar el Cincuentenario de las
Misiones Salesianas, aceptó complacido.
La Agencia Síefani, al comunicar la noticia,
dice que el Exmo. Sr. Mussolini ha escrito una
carta muy halagadora al senador conde Eugenio
Rebaudengo, Presidente del Comité Ejecutivo,
en la cual le manifiesta la satisfacción con que
une su nombre al Comité, pues aprecia sobreraatiera la benéfica labor realizada por las Misiones
Salesianas, contribuyendo con ella al buen nombre
de Italia en el numdo.
También forman parte de este Comité el Duque
de Aosta, el Duque de Génova y el Ministro de
las Colonias italianas, Sr. Federzoui.
LONDRES (Inglaterra). — Los anhelos de Do*
mingo Savio sobre Inglaterra se van cumpliendo.
Como Teresa de Jesús con su hennanito Ro
drigo suspiraba por pasar a tierra de infieles para
llevarles la luz de la fe con las doctrinas del Evan
gelio, del mismo modo el angelical discípulo del Ve-
157 nerable Don Bosco, Domingo Savio, anhelaba tras
poner los nevados Alpes, camino de Inglaterra,
para misionar en medio de tantos niños como por
allí se pierden por desconocer la verdadera pa
labra de Dios.
« ¡Oh cuántas almas esperan musirá ayuda en
Inglaterra! », le decía con amorosa insistencia a
Don Bosco. Y cierto día. después de una de aquellas
seráficas comuniones que, haciéndole perder la
noción de las (xjsas de la tierra, lo transportaba en
espíritu a otras r^ones, desconocidas para los
sentidos, exclamaba, confiando sus secretos al sabio
director de su alma; * Me parecía contemplar una
vastísima llanura, ocupada por grande multitud
envtulta en densa niebla. Caminaban como hombres
que, perdido el caynino, no saben a donde dirigen
sus pasos. Este país, me dijo uno que estaba junto
a mi, es Inglaterra. Y, mientras quería preguntarle
otras cosas, vi al Sumo Pontífice Pío IX , qtu majcs~
iuosamente vestido, avanzaba hacia aqtulla turba
inmensa, con una luminosa antorcha en la mano.
A medida qtu avanzaba, los fulgores de su antorcha
desvanecían la niebla, y los hombres gozaban de
esplendente luz como si les alumbrara el sol en pleno
día. Esta antorcha, me dijo el amigo, es la religión
cristiana, que debe iluminar a los ingleses >.
Y terminaba: « Diga al Papa que se interese
con especial solicitud por Inglaterra, porque Dios
está preparando un gran triunfo al catolicismo en
aquella isla ».
Parece que en los designios de Dios va sonando
la hora que las previsiones del angélico Domingo
Savio nos señalan.
Poco ha, en el Coliseo de Londres, uno de los
más grandes teatros de la metrópoli, se verificó
luia imponente manifestación de vida católica,
por parte de la juventud. El sacerdote salesiano
que nos trasmite la noticia, dice; me parece con
templar todavía el grandioso espectáculo: las
amplias galerías, la platea y el palco arracimados
de cabezas juveniles que hacían corona a un Car
denal y im Arzobispo. Se trataba de la asamblea
de los Cruzados del Smo. Sacramento, asociación
fmidada y dirigida por un ferviente convellido,
el jesuíta P. Edmondo Lester. Hoy día los Cruzado.^
del Smo. Sacratnenfo se hallan esparcidos por todo
el Imperio, y se cuentan por decenas de miles.
Como distintivo llevan una cruz de metal blanco
al pecho, y, con la generosidad de su juventud y
sin respetos hmnanos, desarrollan un intenso
apostolado católico en la escuela, talleres, oficinas,
fábricas, en la familia y en todas partes. La ener
gía de su apostolado la reciben, como los mártires
de los primeros siglos, en la comunión fervorosa
que hacen todos semanalmente y no pocos coti
diana.
Con hermosos himnos y cánticos eucarísticos
comenzó la reimi<te. El Cardenal se dispone a di
rigir la palabra, que brilla en sus ojos con intenso
amor antes que acierten a modularla los labios
temblorosos de emoción. Quizás es la vez primara
durante su episcopado que se ve ante tanta devota
juventud. Les habla con entusiasmo y convicción
de la necesidad que los jóvenes tienen de un amigo
que comprenda las aspiraciones de su adolescencia.
que los sostenga en las dificultades y les confinne
en la fe: « Este amigo que no nos abandona nimca,
no puede ser otro que Jesús, que debemos recibir
con frecuencia en la comunión ». Y termina nom
brando los primeros apóstoles de la Conumión
frecuente y cotidiana. Nombra a Mons. de Ségur,
autor de im hennoso opúsculo sobre la comunión
frecuente, y añade:
« Otro nombre quiero recordaros hoy en este scúón,
el notnbre venerad de Don Bosco, que, precediendo
a Pío X y sus Decretos, infundía en miles de jovenes
E n m o . C a rd e n « l B o o r o e .
corazones el amor a la Comunión frecuente y coti
diana >.
El Cardenal evocaba en aquellos momentos el
grato recuerdo de sus primeros años de sacerdote,
cuando huésped por unas días de Don Bosco en
el Oratorio de Turín, contempló conmovido la
balaustrada de la iglesia de María Auxiliadora
llena de niños que se acercaban anhelantes a re
cibir a Jesús en la eucaristía.
El Padre Lester cerró con su caldeada palabra
la importante reunión: « Nuestro siglo, decía, es
siglo de apostolado, y es el siglo de los jóvenes.
Tenéis una gran misión que cumplir: a vosotros,
queridos jóvenes os está reserv'ada la conversión
de Inglaterra. El apostolado de un joven amante
de Jesús Sacramentado es irresistible. Vosotros
«jnvertiréis a Inglaterra mediante la Comimi<^
frecuente y cotidiana *. Siguió la renovación de
la promesa de acercarse a la Sagrada Mesa todas
las semanas, al grito de « Dios lo quiere >.
— 158 —
;Con {jué satisfacción sonreiría desde el cielo
nuestro {juerido Domingo Savio, que, en los años
de 1854-1857, en sus coloquios con Jesús Eucarístico, con las seráficas comuniones que hacía, había
acelerado la aurora de un día tan hermoso! ¡Cómo
gozaría al ver una falaiige tan numerosa de Crttzados del Smo. Sacratneniol
Londres, marzo de 1924.
Don Celestino Buet- Nogueira.
Un llamamiento a los catdlicos
de Esiovaquia.
Reunidos en Zilina, el 24 de Enero pasado, las
seis obispos de Esiovaquia acordaron dirigir, en
común, mi llamamiento a su pueblo en favor de
tanto niño pobre y abandonado como se encuentra
en el nuevo estado de Esiovaquia, expuestos a
mil peligros de alma y cuerpo, si no se les acorre.
Al efecto recordaron la figura del bienhechor de
la niñez, el Venerable Don Rosco, relevando su
sistema educativo, basado en la persuasión, la
bondad y caridad cristianas, y lo providencial de
su Obra.
En consecuencia, suplicaban a todos los cató
licos del país para que hicieran mi esfuerzo, a fin
de que, dentro de poco, cada diócesis pudiera
contar a lo menos con una casa salesiana.
«... Poco tiempo hace, Polonia celebró las bodas
de plata del primer colegio salesiano polaco. Sólo
nosotros carecemos de colegios salesianos y no
por falta de salesianos eslovacos, pues son ya
bastimtes los que se han alistado bajo las banderas
del gran Don Bosco, cautivados por sus ideales,
y nutriendo la esperanza de trasladar algún día
la Obra Salesiana a nuestra patria, para trabajar
en bien de sus liennanos.
No ha mucho, cerca de un centenar de nuestros
jóvenes marchó a Italia e ingresó en los colegios
salesianos de Roma y Perosa Argentina. Allí y
dirigidos por sacerdotes salesianos, hijos de nues
tro país, se preparan y esperan el momento de
regresar a la patria para salvar a nuestra juventud.
[Venga pronto el día en que tanta niñez abando
nada pueda, alejada de los peligros, educarse en
las sanas doctrinas para bien de la Religión y de
la Patria! »
El episcopado confía que todos responderán
a su llamamiento, especialmente los católicos
eslovacos que han emigrado a la América.
« Don Bosco e$ un sanñ>. Siento el ser viejo, por
que *11) podré cooperar en la causa de su beatifica
ción ».
L eón xin.
El 27 de Febrero último falleció en Vigo-España, con la muerte del justo, el,fervoroso cristiano
D. Celestino Buet Nogueira.
Empleó su vida haciendo el bien, por eso el
Señor, al encontrarlo lleno de méritos y maduro
para la felicidad eterna, lo llamó a gozar el premio
que reserva para los cristianos que, con el cultivo
de las virtudes y las obras de caridad se hacen a
él acreedores.
La Obra Salesiana pierde con su muerte un
entusiasta y decido Cooperador en la tierra, pero
gana un nuevo protector en el cielo.
El deber y el agradecimiento nos mueven a
recomendar su ahna a las oraciones de nuestros
Cooperadores, mientras nosotros sufragamos de
bidamente y con amor al buen extinto.
R. I. P.
Sra. Da. Colombia Santos de Dueñas.
La Cooperadora Salesiana y admiradora de la
Obra del Vble. Don Bosco, Sra. Da. Colombia
Santos de Dueñas falleció algunos meses ha en
la Capital de la República del Ecuador, dejando
en la orfandad munerosa prole, y una estela de
exquisitas virtudes para ejemplo y admiración
de la Sociedad, ya que su vida fué tan cristiana
y resignada a la voluntad de Dios en su larga en
fermedad.
La Sra. Da. Colombia Santos de Dueñas fué
esposa del actual señor Gobernador de la Pro
vincia de Manabí, a qmen le damos nuestro sen
tido pésame y le animamos también a la confor
midad a la voluntad de Dios, y de igual modo a
todos sus déudos que componen lo mejor de esta
sociedad Caraquense.
O tros Cooperadores d ifu n to s:
Barcelona: Sr. Don Jasé Tay; Sr. Don Luís Domenech; Eixema. Sra. Condesa de Figols; Sr. Don
Tomás Rodríguez; Sr. D. Jerónimo Bolibar y
Galup: Exema. Sra. Mercedes Barsols y de Ga
banes: Marquesa ^•da. de Blondell; Srto. José
M. Canals y Tay.
Ibiza (Baleares). — Sra. Dña. Francisca Tur
y Palau.
Bwnos Aires (Argentina). — Sra. Dña. Irene
G. de Renard.
Telen. — Sr. D. Juan Casenaves.
R. I. P.
Con aprobación de la Autoridad Eclesiástica: Gerente; GEM IN IAN O FE R R A R I.
Establee. Tip. de la Sociedad Editora Internacional. — Corso Regina Margherita, N. 174 - TURIN
A . is d io t r io e ?
C o r s o R e g i n a M a r g h e r lta , 174 — T O R IN O (Ita lia )
s o o i e í t
P R A N e iS e ü S V A R V E L L G
Sacerdos, Philosophiae Professor in Seminario Salesit^no apud Taurinenses
INSTITUTIONES PHILOSOPHIAE
Pars i.
C o m p le c te n s In tro d u c tio n e m
— Apud exteros: Libellae 14.
ad
p h ilo s o p h ia m
e t L o g ic a m :
Libellae lo .
II. M e ta p h y s ic a .
V o l.-I. Complectens Metaphysicam generaleni seu Ontologiam: L. 6. — Apud exleros:
L. 7,50.
Vol. II. Complectens Metaphysicam specialem seu Cosmologiam, Pneumatologiam et
Theodiceam: L. 12. ~ Apud exteros: L. 15.
Pars
Pars
III. E th ic a e t ju s n a tu ra e .
Vol. I. Complectens Ethicam: L. 5. — Apud exteros: L. 7.
Vol. II. Complectens Jus naturae: L. 15. — Apud exteros: L. 18.
H G R A T IU S M flZ Z E L L A
Archiepiscopus Tarentinus
PRAELECTIONES SCHOLASTICO-DOGMATICAE
BREVIORPCURSUI ACCOMODATAE
EDITIO QUINTA RECOGNITA ET AUCTA.
V o l. i.
Tractatus de vera Religione, de Scriptura, de Tradítione et de Ecdesia
Christí: L. 25. — Apud exteros: L: 30
V ol . 11. Tractatus de Deo Uno ac Trino et de Deo Creante: L. 15. — Apud exteros:
L
18.
V o l . III. Tractatus de Verbo Incarnato, de Gratia Chrísti et de Virtutibus infusis: L. 15. — Apud exteros: L. 1».
V o l . IV. Tractatus de Sacramentis et de Novissímis: L. 15. — Apud exteros: L. iS.
PETRU S RACCA.
THEOLOGIAE M ORALIS SYNOPSIS. — Breve opus ex sapientíssimis scriptoribus de
re morali eductum et ad normam novi Codicis Juris Canonici exaratuni, —
pp. 700: L. 12,50. — Apud exteros: L. 15.
Vol. in-i6
ÜE CENSURIS L A T A E SE N TE N TIA E quae in Códice Juris Canonici continentur
commentariolum digessit J o a n n e s
exteros: L. 4,50.
C a v ig ío l t .
Vol. in-i6 pp. 17 0 : L . 3,75. _ Apud
PSALM ORÜM LIB E R I. — Edidit signisque modernis auxit F.
V alente
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in-i6 pp. VIII-72: L. 3,50. — Apud exteros: 4,20.
Editio est elegantissima novissimaqua psalmorum, hebraica lingua concinnaía.
A L O IS Iü S G R A M M A T IC A .
A T LA S QEOGRAPHIAE BIBLICAE. — Addita brevi notítia regionum. - 8 tabulae. Editio minor: L. 10. — Apud exteros: L. 12.
« O O I K T A . I S m O D i e i O E ) I 3V T E M S Í I V A . ^ I O : i V A X v J E ?
C o r s o R e g i n a M a r g h e r ita i 174 • T O R IN O (Ita lia )
A. P IS e E T T A et A. G BNNARO
s. s.
THEOLOGIAE MORALIS ELEMENTA
AD CODICEM JURIS CANONICI EXACTA
Jam edita su n í in lu cem :
VoLUMKM pr im u m : De Theologiae Moralls Pundamentis. — r . De actibus liumanis. - 2. De conscientia.
- 3. D e leg ib a s. - 4. D e p eccatis. V o l. in -i6 , pp. C V II'4 0 4 : L . 15. — A p u d extero s: L . 18.
VotUMKN s b c u n d u m : De obllgationibus e r g a Deumi et nos ipsos. — i . D e virtutibus ih eo logicís. 2. D e virtute religio iiis. - 3. D e p ruden tia, fortitiidiiie et tem perantia. V o l. in-16, pp. X*63o: L . 20.
— A p u d exteros: I... 24.
VoLUMKN TKRTiuM : De obrgatlonibus erga proximum. — i . D e ju stitia e t ju r e . - 2. D e iniurüs et
restitutioiie. - 3. D e con tractibu s. V o l. in-16, pp. X lI-750: L , 2 5 .— A p u d exteros: 30.
VoLUMi'M QUARTUM: De obllgationibus pecuüaribus et de poenis ecclesiastlcls. — V o l. in-i6
pp. XII-42Ü : L . 1 5 . — A pu d exteros: L . 18.
P ro xim e ed en d a :
VoLUMKN QuiNTt'M: De Sacramentis In genere et de quinqué prlmls Sacramentis in specie. —
I . D e Sacram en tis ¡n genere. • 2 D e B aptisn io. - 3. D e Confirniatione. - 4. D e E iich aristia. - 5, De
Pcenitentia. - 6. D e E xtrem a U n ctione.
VoLUMKN s e x t u m : De Ordlne e.t de Matrimonio.
V o l u m e n kk ptim u m ; De sexto et nono praecepto decalo^l; de usu matrlmonil et de ratione ser-
vanda In sacrnmentorum administratlone.
S. THOM AE A Q U IN A tiS OPERA
SUMM.-V THBOUOOiCA <ÜUí^Hter emeudata, Dcv'RAibeis,-B¿Huart *tva 1«yraTB notís «electrs ©mata, cui
accedunt septeui locupletissimi indices, quorum unus est auctoritatum Sacrae Scripturae, alter qiiaestiouum, tertiu.s rerum omnium praecipuarum, quartus dogmatiim ad hodiernas haereses confutandas,
quintus locoruin sen doctrinarum ad explicandas Epístolas et Evangelia Dominicarum et festorum
tutius anni, sextus auctorum quibus usus est D. Thomas, septimus locorum ad usum catechi*
starum. Accedit lexicón Scholasticorum verborum Josephi Zamae Mellinii, quo explicantur verba
m.oxime inusitata et locutiones praecipuae D. Thomae et aliorum Scholasticorum. 6 vol. in-8 niax.
líditio Taurinensi.s 1922: L. 80,— Apud exteros: L. 96.
IN OMNES S. PAULI APOSTOLI EPISTOLAS COMMENTARIA, cum indice rerum memorabilium.
2 vol. in-8 max. Editio Taurinensis eniendatissima: L. 33.— Apud exteros: L. 40.
CATENA AUREA !N QUATUOR EVANÜELIA. — 2 Vol. in-8 max. Editio Taurinensis emendatissima.
I.. 32.— Apud exteros: L. 39.
IN EVANGELIA S. MATTHAEI ET S. JOANNIS COMMENTARIA. — 2 vol. in-8 max. Editio Taurinensís emendatissima: L. 32.— Apud exteros: L. 39.
SUMMA CONTRA GENTILES, seu de veritate CathoHcae Fidei. Editio Taurinensis emendatissima.
L. 12.— Apud exteros: L. 14,50.
QUAESTIONES DISPUTATAE ET QUAESTIONES DUODECIM QUODLIBETALES ad fidem optimarum
editionum diligenter refusae. Editio Taurinensis emendatissima: L. 4 5 .— Apud exteros: L. 54.
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« A U v E í g i l A I V O
R e d a c c i ó n y A d m in is t r a c ió n : V ia C o t t o le n g o , 32 - T U R ÍN .
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Texto
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1
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BOLETÍN SALESIANO
REVISTA DE LAS OBRAS DE DON ROSCO
Año XXXIX.
MAYO 1924
Número 5.
□Redacción y Adm inistración: V ia Cottolengo N . 32 - T U R IN , 9 (Italia).
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C o r s o R e g i n a M a r g h e r ita , 174 - T O R IN O (Ita lia )
Opera theologica ad normam Novi Codicis luris Canonici exarata
et Com m entaria eiusdem Codicis»
ANTONELLI Sac. JOSEPH. — Medicina pastoralis in usum confessaríorum. et curiaruni ecclesiasticaruni. Editio quarta in pluribus aucta.
Accedunt erley, creado el 15 de mayo del 1SS7, se halla
situado al nordeste del continente australiano,
entre los 16° y 19“ 30' de latitud sur y el Northen
Territory y el Océano Indico que baña sus
costas. Da superficie es de 120.000 millas cua
dradas, o sea 240.760 Km cuadrados.
Considerado eclesiásticamente, el Vicariato
es sufragáneo de la diócesis de Adelaide (Aus
tralia meridional); confina al norte con la Mi-sión de Río Dr>*sdale, al este con las diócesis
de Victoria y Palmerston, y al sur con la dió
cesis de Geraldton.
En i8qo se fundó en Beagle B ay la primera
misión para convertir a los aborígenes. La ini
ciaron los Trapenses, permaneciendo allí diez
años, desde 1890 al 1900. Mons. Kellv, obispo
de üeraldtón, a cuyo cargo estaba entonces el
Territorio de Kiml^rley, en .su viaje a Roma
consiguió que los PP. de la Sociedad de las
Misiones la tomaran por su cuenta, y, para
establecerse en Broome y en Disaster Bay,
mantuvieron abierta la residencia de Beag'le
Bay.
El primer Administrador del X’icariato fué
el Exmo. Sr. D. Juan Bautista Kelly, obispo
de Geraldton, sucediéndole el Rdmo. Sr. D. Ful
gencio Torres, O. S. B., abad de Kuev’a Nurcia,
desde el año 1010 al 1914; y el último adminis
trador fué el Rdmo. Don John Creagh, C. S. S. R.
que residía en Broome. IBiWibra * que perter\ece ya a la compañía Lloyd
germánico con el nombre de