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Boletín Salesiano
R E V IS T A D E L A S O B R A S D E D O N
Año X X X V Ill — N. 10.

BOSCO
Octubre 1923

^--------- ■2> c i a [ x s ------------------------------Sum arlo»

— ¡Padrea cristianoa, no deacuidéia la educación de vuealros hijoa! — Teaoro eafii
rilua L — Legenda aobre el Rosario, referida p or S }uun Capúírano. — F o^lizzo por D . Boaco.
M onseñor Santiago Coaíamogna. — E l ju ic io de un gran convertido sobre D , Boaco. — D e
nuestras M isiones: Visita a las Colonias Indígenas de los Bororos. — E l espíritu educativo
de D . Basco en el O rfanotrofio de M acao (C h in a ), — U na semana de misión <n<rc los
B h o i del Assam. — Culto de M aría A uxiliadora, • Gracias de M aría A uxiliadora,
P a r cí
mundo salesiano. — L o s que mueren.

ASSAM

(In d ia )» —

Faquines con su carga.

« o c i K i > A . x >

u s T o r E íR is r

A v e n i d a R e g i n a M a r g a r i d a , 174 — T U R Í N (italla )

NOVÜM MISSALE
ex decreto Sacrosancti Ooncilii Tridentini
restitutum S. Pii Y. P. M. jussii editum alio
rum Pontiñcum cura recoguitum a Pió X reformatum et SS.mi
D. N. Benedicti X Y aiictoritate vulgatum.

Minie taanimi

1) Editio typica Vaticana niírro tantum impressa, cum rubricis italicis literis resxütantibns,
in charta eubtili sed solida. Cm. 1 7 x 2 6 marginibus comprehensis.
Sine tegumento: Libellae 30. — Apud exteros: Ubcllae 42.
Contectum: 1) Sem ipdle ac tela, sectione rubra, titulo ac cruce deauratis: Libellae 60. —
Apud exteros: lib. 84.
2) Tota pelle rúbeo colore, sectione rubra, titulo ac cruce deauratis: Libellae 80. — Apud
exteros: libellae 1 1 2 .
3) Tota pelle rúbeo colore, auratis folüs, titulo deaurato in dorso ac cruce aurata in
planibus: Libellae 100. — Apud exteros: libellae 140.
2) Editio Turonica ju xta typicam Vaticanam. Cm. 23 x15 . Impressum rúbeo nigroque
colore. ¡Sine tegumento: Libellae 70. — Apud exteros: lib. 80.
Contectum: 1) Linteo, cum titulo aur«'0, sectione rubra. Libellae 84. — Apud exteros: lib. 90.
2) Oiunia ut supra N . 1 sectione vero aurata. Libellae 91. — Apud exteros: libellae 100.
3) Tota pelle, cum titulo áureo, sectione rubra. Libellae 112. — Apud exteros: libellae 120.
4) Omnia ut supra N . 3, sectione vero aurata. Libellae 140. — Apud exteros: libellae 150.
8) Editio Turonica juxta typicam Vaticanam (íí. 14 t ^ u s 2 8 x 1 9 ). Impressum rúbeo
nigroíiue colore. Textus illustrationibus nitet, chrolibinaque impressione adeo perbelli refulget,
perspicuitas literarum visum non laedit. Mínimum est pondus hujus Missalis (2 E g .) ut
a pueris eoolesiis inservientibus ferri potest.
Sine tegumento: Libellao 70. — Apud alias nationes: libellae 80.
Contectum: 1) Semipelle ac tela rúbeo colore, sectione rubra, titulo ac cruce deauratis:
Libellae 126. — Apud alias nationes: libellae 140.
2) Tota pelle rúbeo colore^ sectione rubra, titulo ac cruce deauratis: Libellae 200. — Apud
alias nationes: Libellae 220.
3) T o ta pelle, rúbeo colore, auratis folüs, titulo deaurato in dorso ac cruce aurata in plañís:
Libellae 226. — Apud alias nationes: libellae 246.
4) Editio Turonica ju xta typicam Vaticanam, manualis 1922 (cm. 10 x l 6 ). E d itio in óm­
nibus cum editione concordans, charta indica ténui et solida, cnm characteribus magnis et
perspiouis rubro et nigro impressis, accuratissima.
Sine tegumento: Libellae 28. — Apud exteros: libellae 40.
Contectum: 1) Linteo, cum titulo áureo, sectione rubra: Libellae 35. — Apud exteros: L i­
bellae 47.
2) Omnia ut supra, sectione vero aurata: Libellae 40. — Apud exteros: libellae 65.
5) Editio I Taurinensis, 1921, iuzta typicam, commodissima, in paginís conficiendis comm odilatis ratione habita, fere numquam lectorera ab una aU uliam paginam remittens, pag.
patent cm. 1 4 x 2 3 ^ , rubro-nigro impressae, cum lineis rubris in quadrum ductis, characte­
ribus nitidissimis apposite fusis, lectu valde idoncis.
Editio haeo in duabus chartis divorsis venit:
In charta indica subtili ao solida (Missal. religat. gramm. 600 pondo)
I d charta a machina crassiore (Missal. religat. gramm. 1100 pondo).
Sine tegumento: Libellae 60. — Apud exteros: libellae 65.
Contecimn: 1) Sorai-x>elle rúbea ac tela ciusdem colorís in plañís, titulo ac cruce in plañís»
folüs coloratis (vei infectis coloribus): Libellae 75. — Apud exteros: Ubellae 97,50.
2) Tota pelle rulx'a, folüs coloratis, titulo in dorso ac aurat-e cruce in planis: Libellae 90.
— Apud exteros: Ulwllae 117.
3) Tota pelle rúbea, deauratis foUis, titulo in dorso ac aurata cruce in planis: Libellae 100.
Apud exteros: Ubellae 130.

Octubre 1923.

Vi

BOLETIN SALESIANO
R E V IST A DE L A S OBRAS DE DON BOSCO
R ed a c c ió n Y A d m in is t r a c ió n : V i a C oirtoien go , N. 3 2 - T U R Í N (Italia)

¡Pailnisnistiaflos, dotaMmlaeilataúóDilemMhijos!
Una b u ena ed ucación ea la herencia más rica
que ¡os padres p u ed e n dejar a su s hijos.

Algarotti.
De las playas veraniegas, a donde el cariño
y solicitud de los papás en\dara a sus hijos
para que, reposando de sus tareas escolares, re­
cobraran vigor y lozanía, vuelve la riente ju­
ventud, los alegres veraneantes con los her­
mosos rostros teñidos de yodo, llenos de salud
y de vida que impulsaron los baños de sol y
de mar con sus misteriosas energías, en los
dos o tres meses que pudier9n gozar sin límites
de las caricias de la naturaleza.
Enjambre bullicioso, todo lo animan y ale­
gran con franquísima algazara, con sus risas
cadenciosas y cristalinas, con el regocijado
vocerío que Ueva al alma auras de primavera.
Los padres los contemplan gozosos, con esa
honda satisfacción con que el labrador mira
en la primavera sus campos floridos, promete­
dores de exquisitos y abundantes frutos.
¡Lástima grande que los niños, como las
flores, se vean amenazados por innumerables
enemigos que ponen en peligro tantas doradas
esperanzas!
El mundo, desvergonzado y corrompido,
no se recata de los niños ni respeta su inocen­
cia, ni esquiva sus miradas inocentes.
En su malicioso, satánico afán de corromper
y envenenarlo todo, no repara en inundar de
lodo e inmundicias calles y plazas, pa^os,
tioskos y revistas que sofocan con su hálito
infesto las hermosas flores de la humanidad,
los delicados cálices que se abren inocentes al
céfiro de su primavera sin sospechar que la
perfidia de los hombres secárá en flor sus co­
razones, inoculando lentamente la malicia del
pecado.
Por todas partes tropieza su debilidad e
inexperiencia con escándalos públicos, malos

ejemplos, pasiones provocativas, groserías y
obscenidades que liieren su candor y hacen
peligrar su inocencia; con lobos rapaces, cu­
biertos con piel de oveja, que procuran condu­
cirlos por los tortuosos senderos de la picardía,
del deshonor y del vicio.
¡Pobres niños, desventurada inocencia!
Por humanidad, por amor a la patria que
en la juventud y en su educación cifra su feli­
cidad, y más que nada por deber cristiano,
conjuremos los peligros que la amenazan. Sal­
vemos a los niños de la ola de corrupción que
intenta anegar en el vicio sus tiernos corazones.
Es un acto de piedad, un deber sagrado, cuya
responsabilidad a todos nos alcanza: a los
padres, en primer término, a los educadores,
a los ciudadanos... a todos cuantos obligue el
precepto divino que nos ordena cuidar de
nuestros semejantes, de nuestros hermanos;
a cuantos se preocupen del porvenir y bienestar
de la familia, de la patria, de la religión y de
la sociedad.
Si no queremos que las generaciones veni­
deras, víctimas' del brutal salvajismo y despó­
tico terror que les deparen nuestra indolencia
y culpable abandono, maldigan nuestra me­
moria, salvemos a la actual juventud, defen­
dámosla contra los innumerables enemigos que
se conjuran para perderla y procuremos educarla
según los principios salvadores del catolicismo.
Protejamos a los niños como el jardinero
a sus flores de los hielos, las orugas, de las nie­
blas y pedriscos. Cuando el peligro es inmi­
nente y amenaza la tormenta, recojámoslos
al s^u ro de la escuela, que debe servirles de
abrigo como el invernadero a las plantas tiernas
e indefensas.

— 292 —

Si la escuela es troquel de las almas y tiene
la virtud de convertir las piedras en hijos de
Abralian; si la escuela y el maestro son la sal­
vaguardia de la niñez, deben los padres ace­
lerar la partida de sus hijos al colegio para
que no se pierdan en la calle ni se contaminen
con los malos ejemplos de falsos amigos.
De.sgraciadamente no faltan padres, que,
ignorando sus deberes, se cuidan más de la
salud y robusted física de sus hijos, que de
las virtudes y de la formación del corazón, sin
reflexionar que el hombre no llega a ser hombre
sino por la educación; y por ese motivo dejan
vagar libremente a sus hijos por el arroyo,.sin
dárseles un bledo en que frecuenten o no la
escuela. Si leyeran a San Agustín, sabríarf, por
medio de esta gran lumbrera de la Iglesia, que
han de poner los padres más cuidada en educar
bien a los hijos que tienen, que no en desearlos
ni en tenerlos.
Deben saber, además, que las primeras im­
presiones que reciben los niños, la educación pri­
mera, es fundamental y determina toda la vida.
líl corazón del niño, dice Quintiliano, no
solamente es blanco para recibir las primeras
impresiones y se presta como la cera al sello,
sino que también es tenacísimo en retener lo
que recibe, conservando por toda la vida los
resabios de los primeros ejemplos que en él se
depositaron. Y San Jerónimo añade: « Tan
difícil es raer lo que se empapó en los ánimos
juveniles, como que la lana pierda el color y
tinte que le dieron al principio y recobre su
propia blancura por más que la laven. Si en el
recien formado y delicado corazón de los niños
infundís bálsamos y perfumes, rastros quedarán
por mucho tiempo del aroma delicioso ».
Pero si es censurable la conducta de los pt dres remisos en conducir los hijos a la escuela,
no lo es menos la de los que proceden con d( masiada ligereza e iijipremeditación en asunto
de tanta importancia y trascendencia.
Dado los tiempos que corremos y las ideas
que imperan, la cultura moderna por su espí­
ritu. por sus tendencias y por sus manifesta­
ciones prácticas es. en gran parte, o contraria
a la fe y a la moral cristiana, o ajena e inde­
pendiente de ellas.
De ahí que no pocas veces la escuela, que
debiera ser templo y prolongación del hogar
donde el maestro, protector de la niñez, vice­
sacerdote y vice-padre de la juventud en la
sociedad, coadyuvara y completara, haciendo
de su profesión un apostolado, la obra educa­
tiva comenzada por los padres, formando al
niño en el respeto y amor a lo que hay de más
sagrado en ellos: su alma, imagen de Dios, y

sus sentimientos e ideas religiosas, se convierta
en antro de immoralidad, en centro de corrup­
ción y semillero de cárceles, en ruina de la
niñez, en lugar de ser puerto de salvación.
Es, por consiguiente, de sumo interés e im­
portancia que los padres o tutores de los niños
procedan con cautela en la elección de escuela;
que conozcan de antemano el lugar a que con­
ducen sus hijos; la persona a quien, con su
confianza, confían su más preciado tesoro;
porque es preferible formar hombres buenos,
ciudadanos honrados, aunque de escasas letras,
que letrados sin moralidad, pues, mientras
los primeros son garantía del orden, los segundes
son el elemento más a propósito para desquiciar
la sociedad y hundirla en los abismos.
¡Cuántos padres, que, al enviar sus hijos a
la escuela, sólo pensaron en verlos coronados
de laureles, en que fueran lumbreras de la
ciencia, sin cuidarse de su educación moral,
lamentan hoy amargamente la ligereza que,
no sólo dió al traste con su loco desvarío, sino
que fué, a la vezi causa de la ruina de sus hijos
y del deshonor de la familia.!
Si en lugar de enviarlo a un centro perverso
o poco vigilado, en cuya envenenada atmósfera
se perv'ertió el corazón de nuestro desgraciado
hijo, lo hubiéramos conducido a una escuela
donde reina la moralidad o retenido en casa,
respirando el sano ambiente de familia, quizá
el mal no se hubiera inoculado en su alma, o
de haberla herido, las'tiernas caricias de la
madre o los sabios consejos de un buen edu­
cador lo hifbieran detenido en su desatentada
carrera hacia el abismo.
Conociendo, por tanto, las tristes conse­
cuencias de la ilustración sin la moralidad y
educación cristiana, evitemos el proceder de
aquellos padres inconscientes de sus deberes
o desnaturalizados, que miran con indiferencia
la formación de sus hijos. Procuremos que se
ilustren, enriqueciendo su entendimiento con
ideas y que adquieran perfecto desarrollo fí­
sico; pero no descuidemos los elementos, los
principios de recta moralidad cristiana, que
hacen de los individuos ornamento de la so­
ciedad, honor de las familias y gloria de la pa­
tria.
*
* *
Plutarco, gran filósofo y maestro de Trajano, en un libro que escribió sobre la manera
de criar a los hijos, después de encarecer este
negocio, diciendo que es la raiz y fuente de
todos los bienes, y que ninguna de las cosas
humanas, como son riquezas, nobleza, honra,
hennosura, salud y fuerzas debían los honibres estimar en tanto como la buena educación
de sus hijos, termina diciendo que lo que mas

■ I
— 293 —
hace al caso, lo esencial de este negocio es que
se busquen para los hijos, maestros cuya vida
no esté mancillada con vicios, cuyas costum­
bres sean irreprensibles y de cuya probada
nrtud, se tenga mucha noticia y experiencia.
Esto mismo \*iene a decir San Juan Crisóstomo cuando escribe: « Grande y rico depósito
de Dios son nuestros hijos, guardadlo con gran
cuidado, para que no os lo roben los ladrones ».
Pues si tal es la importancia de la persona­
lidad del maestro, la prudencia más elemental
aconseja que los estudiemos antes de confiarles
nuestros hijos.
Para que los educadores estén a la altura de
su misión y merezcan la confianza délos padres,
deben ser tales, que puedan sustituirlos a ellos
en el sacrificio y en la solicitud, a la madre;
que posean, además, la ciencia, la paciencia
y firmeza, que no raras veces faltan a los padres.
Es necesario que los hombres a que se confían
los seres más querido.s, pedazos del corazón,
tengan conciencia de sus deberes, y asuman
ante Dios, la familia y la sociedad la responsahilidad de su misión, que consiste en formar
la n’.ente y el corazón de sus alumnos segiín
los sanos principios cristianos, dirigiéndolos
como a tiernas plantas por el camino del bien
y de la virtud.
Deben, por lo tanto, conocer y respetar los
derechos de los niños; que rio debén ser erigáñádos, corrompidos ni extraviados, sino formados
con rectitud y delicadeza, a fin de no incapaci­
tarlos o perderlos con e.xcesivos miramientos,
mimos o adulaciones, ni con rigor exagerado.
En una palabra, deben cultivar con cariño
de padre y celo de sacerdote las almas inocentes
de los niños, que se abren a la vida e.spirítual,
desarrollando en ellos la memoria y el enten­
dimiento, disciplinando y fortaleciendo la vo­
luntad, fomentando y educando los sentimientos
estéticos, morales, sociales y religiosos para
dotarles de un carácter capaz de afrontar y
superar más tarde las contingencias de la vida.
•\lguien comparó, con un sitrdl verdadera­
mente hermoso y original, los maestros con los
sacerdotes, diciendo:
< Los Prelados entregan cálices a los sacer­
dotes, en la consagración, para que los llenen
ron la sangre de Cristo, y Dios, Señor nuestro, la
sociedad y los padres, entregan también cálices a
los maestros para que los llenen con la verdad,
las virtudes y el amor a Cristo Redentor, y esos
<álices son los corazones de los niños *; con lo
roal mostró la sublime dignidad y la gran respwisabilidad, a la vez, que tienen los maestros
s no llenan cumplidamente su cometido.
Por eso que es muy difícil, por no decir im­
posible, encontrar reunidas estas cualidades

ik

en los individuos que hacen de la educación,
de la escuela un modus \’ivendi, que desmienten
con sus ejemplos los preceptos que enseñan,
que no hacen de su misión un sacerdocio ni de su
vida un sacrificio, para ofrecerlo como holocausto
al Señor por el bien de las almas de los niños.
Unicamente los elegidos por Dios y llamados
por vocación a esta sublime obra de regene­
ración de la niñez y complemento de la crea­
ción, podrán llegar a cultivar menos indigna­
mente estas flores humanas, cu las que se re­
fleja esplendente la imagen de Dios; a formar
convenientemente sus cándidas almas y tiernos
corazones, tan delicados y de sensible belleza,
que basta una palabra algo libre o malsonante,
una caricia irreflexiva o mirada indiscreta
para ajar o empañar su hermosura.
Sólo entregando los hijos a tales educadore.s,
podrán los padres descansar tranquilos, se­
guros que de sus manos los recibirán riiejorados; y, cuando retornen al hogar, ya crecidos,
disciplinada la voluntad y desarrollada la inte­
ligencia, podrán besarles sin rubor en la frente y
leer en sus ojos, llenos de luz y de vida, el candor
de una alma pura y de un corazón inmaciilado.

Además de la indulgencia plenaria diaria e
indulgencia de 400 días, aplicables a las almas dcl
purgatorio que, .segiin la última conce.sión «le
río X I, podemos lucrar, siempre (jue imanios a
nuestro trabajo cuaUjuicr devota invocación,
pueden ganar los Sres. Cooperadores Sale.sianos,
cumpliendo los requisitos de costumbre, /luiulgencia plenaria:
I® El día que se inscriben en la Pia Unión.
2" Una vez al mes, a elección de cada cual.
3® Una vez al mes, asistiendo a la conferencia.
4® Asimismo, una vez al mes, el día eii que
hagan el Ejercido de la Buena Muerte.
5® El día que por primera vez se consagren
al Sagrado Corazón de Jesús.
6® Siempre que hagan Ejerdeios espirituales
durante ocho días seguidos.

Además, los siguientes días del mes de N o­
viembre:
El 21. L i Presentadón de Ntra. Sra.
» 22. Santa Cecilia.
También pueden ganar otras muclias indul­
gencias pUnarias y parciales, y gozar de varios
privilegios, como puede verse en el Reglamento
o « Cédula de admisión a la Pía Unión », a la
cual nc« remitimos.

— 294 —

LEYENDA SOBRE EL ROSARIO,
referida por San Juan Capistrano
Rosario, en latín rosarium, significa, en su
acepción etimológica, rosal o ramillete de rosas.
Kste nombre ha sido dado metafóricamente
a las quince decenas, de las que comúnmente
sólo se rezan cinco, o sea la tercera parte.
Los quince Padre nuestros son como rosas
encarnadas teñidas con la sangre de Jesu­
cristo, nuestro divino Redentor, y las ciento
cincuenta A ve Marías, como rosas blancas,
flores olorosas ofrecidas por los cristianos a
la Virgen Inmaculada, que la Iglesia llama
Rosa mística.
Nuestros piadosos lectores saben que el
Rosario, según hoy se reza, procede de Sto. Do­
mingo, que fue fervoroso propagador de esta
devoción. Por esto los Dominicos han hecho
pintar en los claustros del magnífico monasterio
de Santa María de Miner\’a, en Roma, el Rosa­
rio bajo la forma de un rosal que sale del pecho
de su gloriosísimo Fundador.
San Juan Capistrano, Venerable franciscano
(jue vivió en el siglo X V , refiere sobre el Ro­
sario la siguiente presiosa leyenda. De paso
advertiremos que aunque Santo Domingo fue
el más celoso propagador de esta devoción,
otros muchos santos fueron favorecidos con
visiones celestiales que les indujeron a rezar
cierto número de Padre nuestros y A ve Marías,
como se hace cuando se reza el Rosario, por(pie esta manera de rezar es anterior al tiempo
de santo Domingo.
He aquí la leyenda que se encuentra rela­
tada con interesante sencillez en un antiguo
libro latino impreso en 1502, cuyo título es:
Stellarinm coronae Mariac Vir¡;inis.
« Un joven muy devoto de la santísima Virgen
tenía la piadosa costumbre de adorar todos
los días una imagen de tan buena Madre. Su
devoción fué recompensada. María lo bendijo
V alcanzó para él de Dios una verdadera vo­
cación al estado religioso.
« Renunció el joven a los atractivos del
mundo y tomó el hábito de san Francisco.
o Algiin tiempo después de su entrada en el
monasterio tuvo una extraña tentación: echaba
de menos la imagen de María que estaba en la
casa de su padre; pensaba suspirando en las
hertuosas rosas que le ofrecía, y un violento
deseo de salir del convento y regresar a la casa
paterna se apodera de su corazóñ.

« Atormentado un día más que nunca de esta
idea, el religioso se arrodilló delante de una
santísima Virgen que había en el claustro del
monasterio, y permaneció así mucho tiempo
orando y llorando. De repente la imagen pa­
reció animarse, y una dulce y melodiosa \oz
resonó en los oídos del devoto monje: Hijo
mío, decía la voz de María, no te domine la
tristeza, y puesto que la Regla te impede ir a
recoger hermosas flores para ofrecérmelas,
quiero enseñarte otro medio que me agrada
mucho; en vez de rosas me ofrecerás la sublime
oración del Padre nuestro, y las dulces palabras
del Ave M aría las repetirás diez veces, aña­
diendo Ave a Ave, como juntabas las flores; y
así como tus flores formaban un ramillete que
me complacía en aceptar, de la misma manera
tus Padre nuestros y Ave Marías, agregados
unos a otros, compondrán una hermosa reu­
nión o colección de oraciones que oiré con gusto.
Hazlo así todos los días, y tu Madre te recom­
pensará desde el cielo.
« Entonces desapareció la visión, y el monje,
más confortado y consolado, puso en práctica
lo que la santísima Virgen le había ordenado,
cesando para siempre la tentación que tenía
de volver al mundo ».
Muchos años después de este suceso, dos
hombres armados, de feroz mirada y siniestro
aspecto, penetraban en las profundidades de
un bosque que limitaba un camino solitario:
Eran ladrones que acechaban a los viajeros.
\‘enía la noche, cuando apercibieron en el ca­
mino a dos religiosos de San Francisco, que
marchaban tranquilamente rezando y sin pen­
sar en el peligro que les amenazaba. Los ban­
didos se ocultaron tras de la espesura para
atacar a aquellos pobres monjes sin defensa:
pero cuando apretaban sus armas, vieron un
espectáculo extraño que paralizó sus brazos.
I.,os franciscanos rezaban juntos el Rosario,
que la Virgen había enseñado al más joven de
los dos; pareció, pues, a los ladrones que una
hermosa Señora, llena de majestad, acompa­
ñaba a los dos monjes y se ocupaba en tejer
una corona de rosas; cuando uno de los reli­
giosos rezaba una Ave María, nacía de las
manos de la Señora una- hermosa rosa que
añadía a la corona. Concluido el Rosario se
acabó la corona, y María la puso sobre su ca-

— 295 —
Ijeza, y bendiciendo a sus hijos se elevó a los
cielos. Pero antes dirigió una mirada de cou\pasión a los ladrones, que les penetró en el
corazón, y trocados en mansas ovejas, salieron
de las espesuras, se postraron ante los religiosos,
les refirieron lo sucedido, confesaron su vida
criminal y pidieron hacer penitencia.
Entraron después en la Orden de San Fran­
cisco, y por esto el Rosario fué muy honrado
en la Religión seráfica.

a su contacto en preciosas perlas que roban
las miradas de Dios y nos merecen la abun­
dancia de sus divinas gracias?
¿Ni qué otra devoción puede hallarse más
provechosa para el espíritu y fomento de la
piedad cristiana, que meditar detenidamente
sobre los misterios todos de nuestra sacrosanta
Religión, en los cuadros \rivos de los misterios
gozosos, dolorosos y gloriosos que recorre la
mente, saboreando las enseñanzas de Jesús,

MONTEVIDEO — Nuevs leleflia dedicada a la Virgen del Rotarlo.

«
* *
La devoción del santo Rosario, infundida
por la misma santísima Virgen en el pueblo
cristiano, es una de las. mas populares, prove­
chosas y gratas al corazón humano. Y a la
verdad ¿qué puede haber más dulce para el
hijo amante que con\'ersar con el objeto amado,
•” 'e le produzca ma3’or satisfacción que el conriderar que la santísima Virgen, Reina y So­
berana de cielos y tierra es su Madre tierna y
bondadosa, aurea cadena que une la Divinidad
con la pobre humanidad, misterioso conducto
por cuyas manos benditas pasan las plegarias
<iue brotan de nuestro corazón, convirtiéndose

mientras los labios desgranan las cele.stiales
palabras que salieron de su boca divina, con
el dulce saludo que dirigió el Arcángel Gabriel
en su embajada a la Virgen María, y las proféticas palabras de Sta. Isabel, que la proclama
bendita entre todas las mujeres, y la súplica
de la Iglesia, que se encomienda a su potente
y probado patrocinio?
. Con razón, nuestra Mística Doctora consi­
deraba el Rosario como la devoción de más
dulces y suaves atractivos, la que más eficaz­
mente nos conduce y une a Dios. Y San Carlos
Borromeo la calificaba como el homenaje más
agradable que podemos tributar a la santísima
Vi:^en.

— 296 —
Pero, no solamente es el Rosario la devoción
más agradable y provechosa para el espíritu,
sino que, además, es arma poderosísima para
triunfar de nuestros enemigos y de los enemigos
de la fe, como lo fué para vencer las herejías
y a los herejes de todos los tiempos.
Así lo entendían nuestros mayores, y por
eso, en los trances difíciles, en todas las nece­
sidades, penas y amarguras de la vida, acudían
a la Virgen santísima por medio del Rosario,
para solicitar su amparo, las gracias y auxilies
tpie necesitaban, y desahogar en K lla el ct ^ay.ón henchido de amor y gratitud. Y así se
explica la felicidad de sus hogares. Si alguna
tribulación inhererente a nuestra pobre natu­
raleza los visitaba, la sopoftaban con cristiana
fortaleza, porque sobre ellos la fe derramaba
sus divinos fulgores, y la Madre del amor her­
moso y de la santa esperanza, invocada conti­
nuamente con el himno del santo Rosario,
extendía su manto de cariñosa protección.
Y ¿por qué, siendo el Rosario remedio seguro
contra toda desventura, no lo usamos para
alivio de nuestra desgraciada sociedad que se
aniquila en la lucha de clases, que encónalos
ánimos, atiza los odios, enluta los hogares y
riega nuestras calles y plazas con sangre fraIricidad?
Si pudo en épocas tanto o más difíciles que
la nuestra devolver a Europa, que era un campo
de AgVamante, la calma y el orden, y la paz
a la Iglesia, en tiempos que la impiedad tre­
molaba sus pendones por doquiera y conmovía
con su espíritu de rebeldía hasta los cimientos
de la basílica de Letráu ¿no podrá en nuestros
(lías una nueva cruzada, como la de Santo Do­
mingo de Guzmán, acabar con la anarquía que
nos domina, devolver la paz a los espíritus y
calmar las inmoderadas ansias de vida rega­
lada, el hambre de riquezas y la sed de sensuales
deleites que nos degrada y conduce con la
apostasía al paganismo?
Indudablemente. Cuando el Señor, armoni­
zando la justicia con su bondad y misericordia,
nos castiga para nuestra correpción y enmienda,
nos pone en la mano los medios para apaciguar
su justa indignación. E l mismo nos ha dicho
que la oración de los humildes penetra los
cielos y mueve el corazón de Dios.
V la Virgen nos asegura que el Rosario es
una arma poderosa, infalible remedio contra
los males que afligen a la humamdad.
Empuñemos, pues, con fe y esperanza el
Rosario: volvamos de nuevo a la santa <X)Stumbre de rezarlo en fanrilia, como lo rezaban
nuestros padres, y la resignación, la calma y
la alegría pronto aparecerán como iris de bo­
nanza en el cielo de nuestro horizonte.

Como los vapores acuosos que se desprenden
de la tierra, suben a las regiones superiores de
la atmósfera, y, condensándose, toman al
suelo convertidos en lluvia fecunda y bienhe­
chora; del mismo modo subían al cielo las ple­
garias de nuestros padres, las dulces melodías
del Rosario, que, condensándose en el seno
materno de María, descendían convertidas
en gracias sobre el individuo, la famiha y la
sociedad.
Por eso vivían felices, gozaban de paz y tran­
quilad, que en manera alguna logran las fa­
milias de nuestros días, por más que frecuen­
ten paseos, cines y teatros.
Observad como el Padre Calpena. elocuente
orador sagrado español, nos muestra, en una
hermosa página, la diferencia entre las cos­
tumbres del hogar moderno y las de las fa­
milias de los siglos de oro de nuestra fe.
« ¡Oh contraste desolador, si comparamos
las relajadas costumbres de muchos hogares
modernos con aquellas escenas clásicas de los
\dejos solares castellanos que rebosaban cris­
tianismo y amor!
¡Córpo se solaza el espíritu remembrando
aquellos cuadros poéticos llenos de religiosidad
y de ternura! Cada casa era un templo; allí,
junto al hogar, aparecían los nobles ancianos,
los abuelos de toda una gran familia, los vesti­
gios venerandos del a3’er: rodeados de sus hijos,
grata realidad del presente; rodeados de sus
nietos, esperanza lisonjera del porvenir; ro­
deados de sus fieles ser\ddores, los bravos mo­
zos de la heredad, que en los surcos de la tierra
próvida iban depositando el sudor del trabajo,
aumentando así las riquezas del amo, que re­
compensaba con liberalidad y cariño. ¡Qué
cadena de amores! ¡Qué corriente de afectos
se establecía entre tc^os!...
l'n a hora solemne, un momento lleno de paz
confortadora abre dulcísimo paréntesis en el
trajín del vivir ordinario. Es lá hora del Ro­
sario, al que sigue la lectura de una piadosa
página; el Santo del día.
¡Oh cuanta poesía destilaban estas horas
piadosas de la casa solariega! Los polos de la
vida, la juventud y la ancianidad, tienen su
puesto de honor en tan plácidas e inolvidables
asambleas. Una niña, la más despierta de la
familia, lee los episodios santos del Ano Cris­
tiano, y, todos al rededor de ella, siguen con
fruición aquellos pasajes encantadores que
fortalecen el espíritu y a^•ivan en las almas el
amor de Dios.
Un anciano, el cabeza de familia, dirige v
pasa, con sus descarnados dedos, las cuentas
del rosario.
¡Cuán dulce placidez despiden los rostros

— 297 —

internas del Instituto; como si quisiera recordar,
aun después de muerto, a todos sus moradores,
el programa que, vivo, tan exactamente cum­
pliera, « ama nesciri et pro nihilo reputari ».
N o sucedió así con Don Bosco: todos sabe­
mos que su \-ida se consumó en la práctica de
los dos más grandes preceptos de la ley, el
amor a Dios y el amor al prójimo. Y como ou
este último es dificilísimo y muchas \’eces im­
posible el cumplimiento del consejo evangélico:
« N o sepa tu mano derecha lo que hace la iz­
quierda » plugo al Señor que en Don Bosco se
cumpliese aquel otro: «Vean los hombres vues­
tras obras buenas y den gloria al Padre que
está en los cielos » Es por esto que la fama de
su nombre corrió de lx>ca en boca y hoy día
hasta en los más apartados ángulos del mundo
se conoce a Don Bosco. N o es pues extraño si
también Foglizzo, uno entre los mil pueblecillos
del Piamoute que se vió honrado con varias
visitas del Venerable, ha querido por medio
de las A. A. del Oratorio Festivo, y aprove­
chando el traslado del Estudiantado Teológico
Internacional, perpetuar la memoria del Padre
y exteriorizar el cariño a sus hijos, erigiendo
en la calle principal y en artística hornacina
el busto de D. Bosco.
Solemnísimo resultó el momento de la inau­
guración, efectuada el 29 del pasado julio a las
I I a. m. Cuando a la presencia del Rmo. señor
Don Felipe Rinaldi y de todo el pueblo allí
reunido, fué descorrida la tela y la sonrisa del
Venerable colmó de felicidad nuestros corazones,
mil manos aplaudieron jubilosas y 15 banderas,
representantes de otras tantas naciones que
tienen sus hijos en este Instituto, se inclinaron
reverentes saludando con su mudo lenguaje
al Padre cariñoso, al insigne bienhechor 'de la
desvalida juventud.
El ilustre profesor de historia Dr. Don L o­
renzo Nigra con vibrante y enlusia.sta palabra
expuso el significado del acto y el Rmo. señor
Don Felipe Rinaldi dió fin al plebiscito de amor
Fogüzzo por Don Bosco.
invitando a todos los presentes, y de un modo
V ivo todavía en nuestra alma el grato re­ especial a los A. A ., a ajustar de tal manera
todas las acciones de su vida, que pasando j)or
cuerdo que en ella estampara la solemne
delante del monumento que acababan de le­
inauguración de la lápida dedicada a nuestro
vantar, aquella sonrisa paternal nunca la vie­
hermano y sier\-o de Dios Andrés Beltrami,
sen convertida en un severo reproche.
otro acto de delicado amor ha conmo\ ido
El Señor quiera que el ejemplo de e.stos
en estos días nuestros corazones de amante.s
buenos foglizzeses se difunda y encuentre
hijos.
imitadores en otros muchos centros de acción
Esta vez la nota simpática la dieron los A. A.
salesiana, persuadidos que el entusiasmo por
del Oratorio Festivo, no perdonando niogiin
las obras de Don Bosco no es otro que el entu­
sacrificio hasta ver convertido en realidad un
siasmo por las obras de Dios y de su Iglesia.
proyecto que tiempo ha acariciaban. Andrés
Beltrami, destinado por la Providencia a modelo
y dechado de la \'ida oculta y retirada, ha
visto honrada su memoria en una de las salas

arrebolados por la lumbre del hogar, que pa­
rece seguir también con sus le\'es chisporreteos
la encantadora salmodia! jCómo ascienden
mezcladas las voces de los jóvenes y ancianos,
formando un murmullo de colmena, de col­
mena mística, donde las oraciones que se esca­
pan de aquellos honrados pechos elaboran esedulcísimo panal de amores santos, de goces
íntimos, de fidelidades mutuas que sólo es
patrimonio de la familia cristiana! ¡La lectura
del Año'Cristiano! ¡El rezo en familia del santo
Rosario y las letanías de la Virgen!... ¡En cuán
pocos hogares se consen’an estas piadosas
costumbres!
¡Ali! llora el alma y se avergüenza al tener
que confesarlo: aquella sólida piedad, aqirel
fervor religioso de nuestros abuelos, casi ha
desaparecido: H 03' no se juntan, no se con­
gregan las familias a horas determinadas, para
tomar en comunidad el espiritual alimento
que proporciona la lectura de unas páginas
devotas. Hoy, rubor da el decirlo — los padres
se recatan de los hijos y los hijos de los padres
para devorar, a solas, los conceptos atre\ddos,
que diluyó, en las páginas de un volumen por­
nográfico, la pluma soez de cualquier zolesco
genio adocenado ».
Amados lectores, si al comparar aquellos
tiempos de ventura, en que abundaban los
frutos de virtud, con los nuestros de esterilidad
y muerte, el carmín déla vergüenza tiñe vuestras
mejillas, recordad que todavía hay un remedio
eficacísimo para tornar sobre vuestros pasos
y hacer florecer la vida cristiana: unios por la
práctica del Rosario a María; en el encontra­
réis sólido alimento de piedad, y os elevaréis
hasta la divinidad como tirados por una ca­
dena aurea.

— 298 —

Figuras de Misioneros Sa/esianos

M onseñor Santiago Costam agna
Característica de la escuela de los santos es
la fecundidad. Como buenos y expertos jardi­
neros, saben infiltrar en las almas juveniles
(jue les rodean las virtudes que atesoran en su
corazón.
¡Qué labor más frutífera la suya!
Del mismo modo qué en los suaves amane­
ceres de primavera se abren los cálices de las
flores a recibir las perlas del rodo, así en la
escuela de los siervos de Dios, los corazones
inocentes, las almas de los niños se desplegan
para recoger las irradiaciones fecundas de amor
y abnegación que fluyen del sabio y santo edu­
cador.
Contemplad la escuela de Valdocco. Tal
vez no encontraréis allí deslumbradoras apa­
riencias de las virtudes de que se ufana y enor­
gullece el mundo, pero si os acercáis, pronto
percibiréis aromas delicados, anunciadores de
próximos y sazonados frutos.
Dirige aquel plantel de santos y heroicos
misioDésos el sacerdote Juan Bosco, que, apóstol
como toda alma buena, anhela comunicar al
mundo entero los dones y beneficios que tan
pródigamente ha recibido del cielo. Pero como
su acción, limitada como la de todo mortal,
no responde a los deseos de su caritativo co­
razón, que quisiera abrazar a todos los hom­
bres, para infundirles su espíritu e iluminar las
almas que han sido redimidas con la sangre de
Cristo, se rodea de jóvenes escogidos, que deben
multiplicarlo por la redondez de la tierra, a
quienes modela según su contextura espiritual,
vertiendo en sus almas las esencias que había
concentrado en la suya, a fuerza de heroísmo,
en la práctica de las virtudes.
K1 jovencito Santiago Costamagna es uno
de los afortunados discípulos en quien ha pren­
dido el fuego santo del apostolado.
De naturaleza ardiente, despejado ingenio
y corazón generoso, pasó del hogar paterno,
saturado de espíritu cristiano, a la escuela de
T)on Bosco, cuando apenas cumplía doce años,
donde su alma soñadora, ansiosa de proezas,
se templó al calor del entu.riasmo del maestro
y del ejemplo de jóvenes modelos, como Savio,
Magone, Rúa, Cagliero, Durando, l'raucesia
y otros muchos que J)erfumaban el ambiente
con aromas de sublimes, heroicas virtudes.
Secundando generoso los designios de la

Providencia, que lo destinaba para llevar a
innumerables pueblos la salvadora doctrina
de Jesucristo, se esforzó por enriquecer el alma
de virtudes y la mente de conocimientos, con­
vencido de que nadie da lo que no tiene, y de
que para cosechar abundantes frutos se re­
quiere sembrar a manos llenas la semilla del
bien.
' Exquisitamente preparado, después de diez
y nueve años de convivencia con el apóstol de
la juventud, el 14 de Noviembre de 1877, en
la plenitud de su vida, partía al frente de la
tercera expedición de misioneros salesianos
hacia los inhospitalarios desiertos de las Pam­
pas y de la Patagonia, teatro de sus primeras
y numerosas hazañas, renunciando gustoso a
las caricias de un brillante porvenir, para buscar
en el olvido del mundo y en la humilde y fa­
tigosa vida misionera almas para Jesucristo.
N o fueron muy halagüeños sus primeros
ensayos en la nueva vida. En 1878, cuando
acompañando al entonces Ilm. Don Mariano
Espinosa, muerto recientemente Arzobispo ,de
Buenos Aires, intentaban ganar tierra en las
playas de la inexplorada Patagonia, una de­
secha tempestad les hizo naufragar, poniendo
en peligro su vida y dando al traste con sus
proyectos evangélicos.
Pero, lejos de abatirse y desalentarse, al
igual de los grandes hombres, de temple de
acero, que son más grandes cuantas más difi­
cultades se les presentan, y están dispuestos
al sacrificio de la vida antes que claudicar ante
el deber, al año siguiente, el 1879, de gracia
para aquellas regiones, se unió, no sin grandes
incomodidades y sacrificios, al ejército expedi­
cionario del general Roca, para evangelizar y
conquistar para Cristo las almas de los iridios,
mientras los soldados procuraban la conquista
de sus tierras.
Oigamos algo de lo que él mismo cuenta,
escribiendo a Don Bosco para darle razón de
sus trabajos apostólicos.
Desierto de las Pampas, 27 de abril 1879-

Amadísimo padre Don Bosco: Gracias a
Dios, y tras largo caminar, vemos cumplidos
nuestros anhelos, pues nos hallamos en con­
tacto con los indios de las Pampas, sueño aca­
riciado tanto tiempo por su caritativo corazón.

— 299 —
Estamos en Carrhué, a 400 millas de Buenos
Aires, y dentro de poco emprenderemos la
marcha hacia la Patagonia, a orillas del Río
Xegro, debiendo atraversar a caballo casi Soo
millas del temido .desierto.
Como puede suponer, no faltan en el viaje
incidentes de todo género. L a primera noche
de nuestro \daje, mientras pensábamos cómo
acallar el hambre, que se dejaba sentir más de
lo conveniente, se nos acercó un viejo coronel,
muy carmoso, que nos invitó a cenar en su
compañía. H izo encender el fuego, y, sobre las
brasas, echó un grueso pedazo de carne. N o­
sotros veíamos como se asaba, parte entre la
llama, a veces entre la ceniza y el rescoldo,

¡Si viera, amado Padre, como me latía el
corazón, a medida que me acercaba! ¿A quién
me dirigiré, me decía a mí mismo, cómo me las
arreglaré para entenderme con ellos sin saber
el indio? Y mientras caminaba, encomeiidán-'
dome a los ángeles custodios de los indios, he
aquí que sale a mí encuentro el hijo del cacique
Eripáylá, que habla muy bien el castellano.
Fué mi pro\ddencia. Me recibió muy bien y
me acompañó a su padre, haciéndome de in­
térprete. N o menos cariñoso se mostró E ripayld. Me dijo que era su deseo que todos se
instruyeran en la Religión Católica y recibie­
ran el bautismo.
Yo, sin más. no cabiendo en mi de gozo,

Aóo 1879. Ei Rdo. D. Santiago Coetama^a catequizando a loa Indioa de lae Pampae.
todo lleno de humo y suciedad. ¡Figiírese nuestro
asombro cuando se nos ofrece un trozo, todavía
sangrando, ahumado y lleno de ceniza! ¡Y
pensar que en el desierto aquello era un gran
banquete!
El día siguiente, menos afortunado, al montar
a caballo, mi cabalgadura, que era loca de re­
mate, comenzó a hacer cabriolas y me arrojó
al suelo, lastimándome una pierna. Gracias a
P íos no hubo rotura alguna, y, aunque con
dolor, pude continuar el viaje.
Paso por alto las impresiones recibidas du­
rante el viaje por este desierto, donde no se ve
un árbol ni arbusto, teniendo que vadear con
frecuencia torrentes y lagunas, arrodillados
sobre los caballos, que nadan que es un gusto.
Apenas llegado a Carrhué, que es un fortín
en medio del desierto, me dirigí a visitar las
tribus de Eripaylá y Manuel Grande, que te­
nían sus tolderías a unos quince minutos, a
caballo, del fortín.

reuní a los niños y comencé a enseñarles el ca­
tecismo. Con un poco de esfuerzo, y ayuda de
los ángeles de mis catecúmenos, a quienes me
encomendaba con toda el alma, les enseñé la
señal de la cruz, el Misterio de la Unidad y
Trinidad de Dios, y hasta el Misterio de la líncamacion.
El mismo día volví a dar lección de nuevo;
pero esta vez quiso Eripaylá que lo hiciera
dentro de su gran toldo. Me tenían preparados
hasta los asientos; pero que clase de asientos
¡santo píelo! Eran cráneos y mandíbulas de
asnos y caballos. Los indios de las Pampas no
pueden ofrecer otros mejores, porque no los
tienen. L a miseria reina aquí como dueña y
soberana.
L a misma acceda y disposición que Eripaylá
me dispensó y encontré en el cacique Manuel
Grande. Después de convidarme a tomar un
mate, me dió amplia libertad para que instru­
yera a gu gente. Afortunadamente llegaron los

— ¡o o
otros dos misioneros, y, con su ayuda, pudimos
los soldados hemos hecho mucho bien, prepa­
bautizar unos cincuenta indios, veinte niños rándoles para celebrar la Pascua tan luego
cristianos del fuerte, y al hijo del cacique Ericomo lleguemos a nuestro destino. Es cierto
paylá, a quien también unimos en matrimonio.
que algún gefe no es bueno; en cambio, otros
¡I/ástíma que no podamos paramos más nos llenan de atenciones y se maravillan de que
con estos pobres indios! E l general Roca nos por atender a los indios nos espongamos a
invita a la marcha, diciéndonos que no conviene
tantas penalidades. ‘
dejar a dos mil sóldados sin sacerdote, y que
A l llegar a Río Colorado tuvimos la fortuna
además encontraremos más indios en el camino
de oír misa con toda la tropa y recibir a Jesús
y en el Río Negro.
en nuestro pecho, después de quince días que
Y aquí nos tiene en marcha de nuevo, en un estuvimos privados de tal fortuna. Luego
viaje penosísimo, que durará cerca de un mes, bautizamos, unos cuarenta jovencitos, llegados
sin que podamos celebrar la santa misa.
con las demás tropas, y a vadear el río, de ro­
¡Paciencia! Si estos pobres soldados padecen
dillas en la grupa de los caballos, que nadan
tanto por un poco de gloria efímera, no hemos
como peces.
de hacer menos nosotros por el cielo y por
Alcanzada la orilla opuesta sin que hubiera
servir a nuestro Dios: Enntes, imns et flemus] , que lamentar ningún percance ^e importancia,
venientes, veniemus cum exuUatione, portantes continuamos caminando río arriba hacia su
manipnlos nosiros ».
nacimiento. Pero ¡qué triste se hace este inter­
minable desierto, donde no vemos más que
espinos pelados y cardos salvajes! La profunda
Patagones, 23 de jtinio 1879.
soledad que reina y esta miserable vegetación
Muy amado padre Don Bosco: Henos por
nos traen a la memoria el texto del Génesis que
fin en la Patagonia sanos y salvos, después de guarda la maldición de Jehová en el Edén:
más de un mes de viaje continuo por el deso­ « Maledicta erit ierra... sfinas et tribuios gcrwtlado desierto, expuestos a morir despedazados nahit tibí »: Maldita sea la tierra.... espinas y
por las ñeras: varias veces hemos visto correr
abrojos te producirá etc.
delante de nosotros tigres y leones, o envenena
Finalmente llegamos a los montes, pero
dos por las traidoras flechas de los indios.
espesos espinos nos impedían casi el paso. Al
¡Qué'de peripecias. Dios mió! Si hubiera de
forzar en las cabalgaduras el estrecho sendero,
contarle largo y tendido nuestras andanzas recibíamos despiadados arañazos, a diestro y
por estos andurriales, tendría para rato y casi siniestro. Y o temía quedarme sin sotana, a
para aburrirlo.
pesar que la guardaba más que a mi mismo.
Con sólo hablarle del hambre que hemos pa­ Para colmo de aventuras, los guías perdieron
sado, pudiera llenar la carta. E l hambre y la el sendero en pleno bosque, el día 23 de Mayo,
sed eran nuestros inseparables compañeros de
a las 4 de la tarde. Mientras todos lo buscaban
viaje. Cuando podíamos obtener un trozo de
afanosos, yo me senté a rezar el breviario;
carne de potro o de cualquier fiera que caza­ pero cuando llegué a las primeras vísperas de
ban en la marcha, estábamos en grande y había
nuestra querida Madre Auxiliadora, y en espe­
para repicar a fiesta.
cial al Saepe dum Christi, he aquí que me asal­
¡Qué vida, queridísimo Don Bosco! Le ase­ tan vividos los recuerdos de la inauguración
guro que para caminar 40 o 50 Km. diarios,
de la Basílica, las grandes fiestas del Oratorio,
dormir a la intemperie sobre el duro suelo, sin la música de Cagliero. Don Bosco, las Hijas
tener apenas con que abrigarse, haciendo un de María Auxiliadora, y al considerarme per­
frío que pela, comer carne de caballo y un dido en un desierto, en compañía de pocos sol­
sorbo de agua amarga o con sabor a tierra, y
dados, se me encogió el corazón. Sin darme
eso cuando se la encuentra, no basta una vo­ cuenta se me cayó el breviario de las manos y
cación ordinaria, se necesita temple de acero,
los ojos se me arrasaron de lágrimas.
una vocación a toda prueba.
Pronto, sin embargo, me rehice, pensando
Sin embargo, tenemos motivos sobrados que María Auxiliadora estaba con nosotros, y
para dar gracias a la Providencia, pues no sé al propio tiempo oía a los soldados que grita­
que hubiera sido de nosotros si se desencade­ ban alborozados: hemos encontrado el sen­
naran las horrorosas tormentas, tan frecuentes
dero...
y peligrosas en estos parajes.
El día 25 de Mayo estábamos acampados a
Además hemos podido ir catequizando a los orillas del Río Negro. Mientras los soldados
indios que apresaban o se unían a nosotros celebraban la fiesta patria, yo me fin a 315^31
para trasladarse a otros sitios detem\inados a los indios, prisioneros de guerra, para ver de
por el Gobierno de Argentina. También entre catequizarlos. ¡Pobrecitos cómo los encontré!

Vo no encuentro palabras para ponderar su
miseria. Casi desnudos o mal cubiertos con una
piel de oveja, dormían al aire libre, sin toldos
que los defendieran del intenso frío que hacía.
Todos me rodearon al instante: hombres, mu­
jeres y niños, en grupo tal original, que el ge­
neral Roca sacó una fotografía.
Con ellos trabajé lo indecible, lo mismo que
con los soldados, dándoles al día varias instruc­
ciones. Como la estancia era de pocos días,
urgía la instrucción; pero como algunos de los
indios eran cerrados de mollera, casi llegué a
desanimarme. Figúrese que después de haberme
desgañitado por tres o cuatro días para ense­
ñarles los misterios principales, a la pregunta
¿quién es el Padre Eterno? me contestan con
aplomo que: « el infierno ».
Una V. a este inconveniente el mucho frío
que hace, pues cuando decimos misa, al aire
libre se entiende, el agua de la vinagera se
hiela a los dos minutos. Además algunos gefes
nos empiezan a hacer bastante guerra y esto
influye en el ánimo de algunos indios que se
niegan por lo mismo a convertirse. Pero al
decirles que el que algún cristiano no cumpla
como tal nada prueba contra nuestra religión;
que nosotros, para convertirlos, hemos venido
de la lejana Europa donde hemos dejado a
seres queridos, renunciando a comodidades
legítimas, y soportamos gustosos las penali­
dades que ellos ven, se conmueven y piden ser
catequizados.
Estos días hemos bautizado más de loo
adultos y preparamos otros muchos, Deo
Gratias!
Como ve, amado padre, nuestros trabajos
quedan bien recompensados con la abundancia
de la mies que hemos conducido a la casa del
Señor.
Con la protección de María Auxiliadora y
su bendición, esperamos cosechar todavía más
abundantes frutos.
(Continuará).

Deberiaittos procurar vivir en este mundo como
si invii'ramos el (}lma en el cielo y el cuerpo en la se­
pultura.


« *
Para quien Dios ¡o es todo, el mundo ha de ser
na:i.:
*
* *

Para ser verdaderamente devoto es preciso no sólo
hacer ¡a voluntad de Dios, sino hacerla alegramcníe.
S. I-'RAXCISCO DE S.'M.KS.

61 juicio k un gran converiido.
Don Bosco 1815-1888.
Ofrecemos a nuestros lectores un nuevo retrato
de D . Bosco, ir asado por el gran, converso italiano
Juan P apini, en su obra: E l Diccionario del
hombre salvaje.
*
*

*

He aquí en que términos se expresaba el
Venerable Cafasso, couíesor de Don Bosco, en
los primeros días de su apostolado.
« Cuanto más le estudio menos lo comprendo.
Es sencillo y extraordinario, humilde y grande,
todo a la vez. Tiene la cabeza llena de proyectos
inmensos, aparentemente irrealizables y al
parecer poco capaz de llevar a feliz término.
« Si no estuviera cierto que trabaja por la
gloria de Dios, que sólo le guía el pensamiento
de Dios y que Dios es el objeto a que tienden
todos sus esfuerzos, yo diría que es un hombre
peligroso, más por lo que él deja entrever, que
por lo que nos da a conocer. « Don Bosco, en
suma, es un enigma... Dejadle hacer! »
N o fué escuchado este consejo, y, como su­
cede a todos los siervos de Dios, Don Bosco fué
perseguido, calumniado, tenido como sospe*
choso, se mofaron de él. ,Se intentó hacerle
pasar por loco, encerrarle, presentarle como
enemigo de la patria; hasta cuatro veces se
intentó asesinarle...
Pero la Providencia, de la que él era instru­
mento maravilloso, no lo dejó ni un instante...
En estos tiempos de orgullo, de blasfemias
y de miseria religiosa le destinaba Dios a mostrar
por medio de su vida, el poder de la humildad
y la realidad del milagro...
Con nada lo obtenía todo. A las manos de
este hombre pobre, humilde, de este fabricador
de castillos, en España llovían los millones de
una manera inexplicable. Pero los retenía poco
tiempo, porque enseguida los gastaba en sus
creaciones maravillosas de caridad, que se
han extendido por todo el mundo]
Si la Iglesia no estuviera ya a punto de bea­
tificarlo, si mañana no tuviera que ser elevado
a los honores de los altares, la vida y la obra
de D. Bosco. considerados únicamente desde
el punto de vista humano, parecerían estar
envueltas en el misterio.
Fué un desafío, en realidad, aquel hombre,
cuya existencia estorbó terriblemente a la
incredulidad, en pleno siglo X I X , ese siglo, el
más estúpido de todos, el mismo que se había
jactado de poder pasarse sin í^risto y que había
relegado a los santos al país fantástico de Ja
leyenda ».
J. P a i 'I.n i .

-6

rosamente los SS. Sacramentos. Atendemos con
verdadera alegría a sus necesidades espirituales,
aun durante la noche, para poder al día si­
guiente proseguir la marcha.
(P relacía del R kcistro de A raguaya ,
Después de ocho días de cabalgadura, lle­
MATTO^GROáSO - BRASIL).
gamos a la confluencia del Diamantino con el
Araguaya donde encontramos a nuestro buen
Caria del Pbro. Sidrac Vallarino a l Rmo. Don
hermano Nonnato y al bororo Galdino, que
Felipe Rinaldi.
vuelven a Sta- Rita. A llí tomamos el barco
Santa Rita de Araguaya-Brasil, to-iv-aj.
que debía conducirnos a Registro.
Amadísimo P a d re;
La lluvia era torrencial. Bajo un mísero techo
de palmas que cubría parte del barco, buscó
i.legado poca ha a Sta. Rita, después de
haljer tenido el gusto de acompañar en su visita' abrigo Monseñor Malán y se emprendió la
marcha. L a crecida del río aumentaba la velo­
¡>astoral a nuestro queridísimo Mons. Malán
cidad y cubría los escollos que, en tiempo de
por las Colonias indígenas y el Registro, me
sequía, hacen tan peligrosa la navegación.
apresuro a participarle las gratas impresiones
E l 13 de Enero llegamos a Registro sin
que su líxcelencia y su indigno secretario con­
ningún contratiempo. En la costa nos aguarda­
servan vivamente impresas en el corazón.
ban las autoridades locales, mucha gente del
A nuestro regreso de Río Janeiro, donde el
Señor nos concedió la gracia de asistir al so­ pueblo y los niños 3’’ -niñas de ambos Colegios
Salesianos.
lemne Congreso líucarístico — un verdadero
Estos y sus alumnos dieron antes que nadie
triunfo de Jesús Sacramentado — nos detu­
la cordial bienvenida al-amado Pastor; luego
vimos sólo nueve días en Sta. R ita de Araguaya.
más de un centenar de alumnas de las Hijas de
Aunque la estación de las lluvias estaba ya
María Auxiliadora, con su vistoso uniforme,
algo adelantada y el ponerse en viaje fuese lo
agitando banderitas nacionales, le presentaron
mismo que ir en busca de mil trabajos y pe­
sus saludos.
nurias, no obstante, el Sr. Obispo quiso ponerse
Por medio de hermoros ín ^ o s artificiales,
desde luego en camino y , pasando por el Re­
nos encaminamos a la iglesia donde Mons. Ma­
gistro, visitar nuestras Colonias indígenas,
lán agradeció los agasajos y bendijo al pueblo,
previendo que otras regiones reclamarían su
que quiso acompañarlo hasta el Colegio Sapresencia en la próxima primavera.
lesiano. En las varias ocasiones que tuve el
Xuestros buenos hermanos de Sta. Rita,
honor de acompañar a su Excelencia a Re­
como también los moradores del pueblo, que­
gistro, pude comprobar el grande aprecio de
daron un tantico entristecidos viendo lo corta
esta buena gente hacia su Padre y Pastor.
que había sido la estancia de su Excelencia
Fueron contados los instantes de que pudo
entre ellos. Algunos, para prolongar siquiera
disponer el Sr. Obispo, porque siempre se veía
uiu)S it\stantes la compañía, nos siguieron un
asediado de gente que quería un coloquio par­
buen trecho de camino.
ticular, un consejo, una bendición...
Henos, pues, caballeros en nuestros mulos,
Durante toda nuestra permanencia — más
desuñando las lluvias torrenciales y el sol ca­
de 20 días — todos acudieroh presurosos a
lidísimo de la zona tropical, dispuestos a re­
nuestras necesidades, y hasta las niñas de las
correr los casi 400 kilómetros que nos separan
Hermanas quisieron obsequiar al Sr. Obispo
del Rcp^tro.
con un almuerzo campestre. Su Excelencia
aceptó gustoso para recompensarlas del ca­
En viaje
Registro ■- Un buen Cooperador
riño demostrado en la academia que le habían
La fiesta de S. Francisco de Sales.
dedicado, y tomó parte con otras personas prin­
Duranteel viaje encontramos a muchos y bue­
cipales del Registro.
A la vuelta, el Sr. D. Alejandro Monteiro,
nos amigos que nos brindan generosa hospita-'
que había participado en aquella fiesta íntima
lidad y aprovechan la ocasión para recibir fervo­

Visita a las Colonias Indígenas
de los Bororos.

— 303 —
y de puro sabor c o l^ a l, arrancó a Monseñor
la promesa de pasar un día en su villa, en las
márgenes del Araguaj^a, festado de Goyaz,
con los niños de nuestro Colegio. Así que,
antes de partir del Registro, pudimos estimar
una vez más el aprecio de este Señor hada
los hijos del Ven. D. Bosco.
Don Alej andró, después del exquisito almuerzo
— echando eh olvido sus 73 años de edad —
quiso tomar parte-en las diversiones de nuestros
niños. ¡De seguro que éstos no olvidarán tan fácil­
mente las alegrías de aquel día de espardmiento!
El día de S. Frandsco de Sales, como todos
los otros en que Monseñor celebró en la iglesia
pública, la santa Comunión fué general. Esa
misma tarde, después de las fundones sagradas,
hubo una interesante academia, en la cual las
niñas de las Hermanas quisieron unir sus voces
de agradecimiento y de afecto a la de los niños
de nuestro Colegio.

« ¡No puede im a n a rs e nuestra alegría —
escribe el P. Luthe — al recibir la noticia de
la deseada visita de V. S. Rma! ¡Fué como un
rayo de luz en medio de espesas tinieblas!
\Mons. M alán nos visitará] Esta noticia es como
un soplo de nueva vdda. Hasta los bororos má.s
indiferentes cumplen mejor sus deberes y los
niños cantan de alegría. Nosotros los Salesianos
echamos al ohddo los sudores del pasado y

Xas Colonias en espectativa — Las fíestas
de la Negada — Coloquio coa el capitán
Artuso,
Había llegado hacía tiempo la comitiva cue
nos debía guiar a las Colonias y, el 3 de Febrero,
partimos del Registro.
Xa gente que había venido a saludar al Sr.
Obispo, después de haberlo acompañado hasta
la iglesia y recibida allí su bendición, quiso
seguirlo hasta fuera del poblado, donde le besó
una vez más el anillo pastoral, y cuando nos
pusimos en viaje nos auguró nuevamente un
feliz viaje, mientras las campanas nos despe
dían con sus sonoras voces...
Acompañaron por un buen trecho a su Excelenda varios señores distinguidos, el Directrr
del Colegio con algunos niños y dos buenos
indios de la Colonia de la Inmaculada, venidos
para saludar a Monseñor en nombre ])ropio y
de sus paisanos.
Antes de la puesta del sol recorrimos más
de 30 kilómetros y llegados al lugar destinado
para pernoctar recibimos noticias de las Co­
lonias. « En estos días — nos escribe el P. Tolbacchini — el nombre de V. S. pasa alegremente
de boca en boca. Desde el niñito que empieza
a balbucir hasta el austero anciano, todos ha­
blan de Monseñor Slalán. L a noticia de su pró­
xima llegada alegra todos los corazones. Todo
recobra nueva vida. ¡No parece sino que un
nuevo sol yenga a iluminar nuestra Colonia; un
sol más vivo, más ardiente, más \'i\nficador!...
Es que todos esperan la visita del Padre, del
Pastor, del Mensajero de Dios; y todos se ale­
gran y se aperciben a recibir con júbilo al Padre
amado, al Pastor bueno »...

M o a ». M alán y el M Ielon ero D. A ib la ettl
en la C olonia del S^do. C orazón.

vemos más risueño el porvenir. Tenga a bien
comunicamos el día de su llegada y nosotros,
en tanto, haremos lo posible por allanar los
camino.s del Señor: Parare viam Domini %.
En pocos días recorremos los 140 kilómetros
que nos separan de la Colonia del Sagrado
Corazón. A unos quince kilómetros, encontra­
mos al P. Colbacchini con algunos indios que
nos venían al encuentro.
Eran las 2 de la tarde; habíamos partido al
alba, desayunándonos con una tacita de café
solo y ya habíamos recorrido cerca de 40 ki­
lómetros. A las 3 estábamos a la vista de la
Colonia. L a lluviá, que había cesado hacía
poco, permitió a los indios alinearse en dos
largas filas. Nuestra llegada fué recibida con

— 304 —

un grito de alegría. Monseñor recibió la bien­
venida de los niños y niñas y de las personas
mayores de la Comunidad; y todos pasaron a
besarle el anillo..
«¡Oh! por fin llegaste! * — le decía una vieja »
¡Qué Ijien estás! 9.
« ¿I’or qué tardaste tanto en venir? ¡Nosotros
te (jueremos mucho! ¡Los Bororos son siempre
tuyos! » decía un cacique.
« Ahora no te dejaremos ir » repetían las
madres.
Monseñor contestaba a todos con una mirada
paterna, con un saludo, con una sonrisa...

Entre los Bororos, antes de entregarse al
reposo, el cacique llama en voz alta desde la
puerta de su casa a sus dependientes, para
indicarles cuál será su trabajo al día siguiente.
Aquella tarde el capitán Arturo, después de
haber cumplido este deber, comenzó a repetir
a todos los consejos que Mons. le había dado
en la audiencia particular.
« ¡Y ahora estad bien atentos a lo que as
digo — exclamó con voz muy alta — y que
ninguno se duerma! Monseñor vino a visitar­
nos antes que a otros, porque sabe que cum­
plimos sus consejos. Mons. vino de muy lejos.

M A T T O UROSSO (B ra s ü ). — D eip u és de a d m in istra r la C on firm a ción en la C olon ia d e l Sdo. Coraaótu

Kn la capilla les dirigió la palabra, seguido
con religiosa atención. Al fin impartió la ben­
dición pastoral. A l salir le besaron de nuevo
el anillo y se retiraron a sus casas satisfechos.
Al día siguiente, fiesta de nuestra Señora de
Lourdes, celebró la Misa de la Comunidad,
ayudado por dos iudiecitos vestidos de so­
tana. L a Sta..Comunión tué general, y, antes
de distribuirla, les bizó un fervorín, incitándolos
a agradecer al Señor los beneficios recibidos.
Durante el día los caciques departieron uno
j)or uno con Mons. y en la academia en honor
<le la Inmaculada, organizada por las hijas de
Muría Auxiliadora y presidida por el Sr. Obispo
no faltó la voz del cariño y del reconocimiento
al amado Pastor.
Después de las oracione.s de la noche, el P. Colbaccbini nos llamó la atención sobre un hecho,
que por poco se nos pasaba inadvertido.

con mucha lluvia, expuesto a tantos peUgros,
para visitamos, porque nos quiere mucho y
porque nosotros teníamos muchos deseos de
volver a verlo. ¡Aliora está aquí! ¡Todos pro­
curen ser cada vez mejores! Monseñor quiere
que amemos mucho a Dios y a la Virgen, porque
así podremos un día ser felices en el Paraíso...
Por tanto, las mujeres que hablan tanto y
que son causa de tantas discordias, echen una
mordaza a la lengua. N o la dejen moverse
tanto. Olvídense las cosas pasadas. ¿Para qué
acordarse de los pasados disgustos? ¡No está
bien entre cristianos! H ay que perdonarlo todo,
olvidarlo todo. ¿Acaso no hace así con nosotros
el Señor, cuando arrepentidos nos confesamos.'
H a y algunos que oyen las cosas de los otros
y las desparraman a los cuatro vientos. Kso
tampoco se debe hacer, no señor, está muy
mal hecho. Es ayudar al demonio, es sembrar

— 505 —
el mal. ilucha atención, pues, y que no se vuelva
más a hacer esto. H ay algunos que no dicen
la verdad, eso es indigno de un Bororo y mucho
más de un Bororo cristiano » Y de esta manera
continuó por unas dos horas. A l fin se compuso
el pecho y d ijo :« Y a he hablado mucho y quisiera
continuar toda la noche, pero la garganta se me
va secando. ¡Paciencia!
El Sr. Obispo que asistía con nosotros a aquella
escena, mandó al orador un vaso de \dno blanco
para que pudiese «continuar su sermón. El indio
lo recibió sonriendo, agradeció y después de
beber les dijo a los otros: « N o os he ofrecido
porque era poco y mi garganta estaba seca de
veras ». Una sólemne carcajada acogió aquella
graciosa salida. Pero como se dió cuenta que
nosotros lo escuchábamos cortó por lo sano,
como se dice.
« ¡Mucha atención, pues, a la lengua, sed
vigilantes! Cuando Monseñor se retire, debe
irse contento, porque debe viajar mucho. Basta
por hoy! ».
Continuará).
SiDRAC V a l l a r ix o . Phro.

El espíritu educativo de D. Basco
en el Orfanotrofio de Macao (China).
El orfanotrofio de Macao, la primera de las
Obras Salesianas en China, aprestábase á ce­
lebrar la fiesta tradicional de María Auxilia­
dora, juntaníente con dos nuevos y significa­
tivos acontecimientos; a saber: la primera or­
denación sacerdotal en China de dos Clérigos
Salesianos, Misioneros, y la inauguración del
segundo cuerpo del edificio, que, cimentado
sobre una amena colina, yérguese soberbio
junto al mar. Así, con una más amplia expan­
sión material y espiritual a la vez, comenzaba
la segunda década una institución,que, dentro
de la inmensidad de la Obra Salesiana, era
pequeña y casi desconocida en sus principios.
Los nuevos locales, llevados a feliz término
por la tenacidad del incansable Director P. Bernardini y la bondad del Obispo de Macao,
Mons. José Da Costa Xúñez que depositó en
los Salesianos toda la confianza de su inolvi­
dable Predecesor, el fundador del Instituto,
ofrecían cómodo hospedaje a 200 niños, que.
desde mucho tiempo, pedían ser admitidcs
para aprender un oficio; por otra parte, la or­
denación de los dos noveles sacerdotes era
estimulo eficaz para consolidar la vocación
religiosa que se manifestaba en algunos de los
más inteligentes \ virtuosos alumnos chinos.

K1 29 de Junio, día consagrado al amor de
Jesús y lleno délas bendiciones del cielo para
la Misión de Leng-Nam~Tan, ponía digno re­
mate al mes del Sagrado Corazón. Desde la
víspera los 130 alumnos cristianos dieron mues­
tras de su corre^ondencia a la fiesta, dispo­
niéndose todos con una devota y esmerada
confesión. Por la mañana, en homenaje al Sa­
grado Corazón de Jesús, próximamente prepa­
rados por la palabra entusiasta del P. Pedrazzini.
acercábanse a la Comunión general. Y Jesús
bondadoso, tomando posesión de aquellos co­
razones que K1 había preferido entre millones
de chinos, oía benigno las siiplicas que le diri­
gían por la conversión de sus numerosos her­
manos paganos, por los misioneros que a ello
encaminan su obra redentora y en particular
manera por su antiguo Superior, el nuevo
Obispo y Vicario de la Misión Í5alesiana. a (piien
quisieron ofrendar la hermosa realidad de aqxiel
día de amor al Divino Corazón.
De modo particular fueron los Cristianos
quienes con una Santa Comunión qui.sieron
demostrar su reconocimiento, veneración y
estima hacia Mons. Versiglia y su acción. Des­
pués de la Misa solemne, en la que pres­
taba él ser\dcio el pequeño clero y el canto
gregoriano era ejecutado a dos coros, formados
jmr los músicos y por el pueblo respecti\'aniente,
se expuso el Smo. Sacramentó y comenzó laadoración que duró hasta las 4 de la tarde.
Transcurrieron así seis horas continuas de
loor y plegarias a Jesús para que las bendiciones
del cielo descendieran abundantes sobre el
\'icario Apostólico, sus Misioneros, el corazón
de los numerosos paganos de Lcng-Nam-Toii
y sobre todas las almas.
También tributaron estos honores de ado­
ración y súplica los alumnos, aún no cri.stianos.
Sin poseer todavía perfectamente la lengua,
e.xpuse según mi.s alcances, y habiendo antes en­
carecido a todos la absoluta libertad de participar
o no a ella, las principales razones que moti­
vaban la fiesta: a saber: el reconocimiento y
amor a Jesús y la invocación de sus celestes
bendiciones sobre la nueva Misión, el nuevo
Vicario Apostólico y sus colaboradores. Entusiastajnente se adhirieron a ello la casi totalidad
de los alumnos.
E l primer niño, no cristiano, que vino a adorar
a Jesús se me presentó tímidamente.
— Padre, me dijo ;puedo también yo adorar
a Jesús?
— ¿Crees tú en Jesucristo?
— Si, Padre; creo en Jesúcristo.
— Y ¿lo amas también?
— Sí, creo en El y lo amo.
— Si por gracia de Jesús le conoces y le

--30 7 de su obra cristianizadora en los Bautismos
que todos los anos administran a los alumnos
que; o por ser mayores de edad, o p o r bailarse
en más propicia condición de familia, ofrecen
garantías morales de perseverancia en la fe.
Presentemente sólo ba^' un promedio anual
de diez bautismos, pero ello representa, sin
duda, en un tiempo no lejano, otras tantas
familias cristianas, en cuyo seno vivirán por
lo menos cuatro almas hijas de Dios. Por lo
que toca al Orfanotrofio, en el transcurso, de diez
años puede calcular, como fruto primoroso de
su espíritu cristiano, otras 400 almas, que, a su
debido tiempo, amarán a Dios y a la Iglesia de
Cristo, sin contar los niños, ya esmeradamente
cimentados en una cristiana educación. Digá­
moslo desde luego: ese número no se com’ierte
en acto instantáneamente: comienza por ser
una imperceptible potencia, sujeta a todos los
vaivenes, pero las vicisitudes de la vida no
podrán jamás destruirla substancialmente. Y
¿quién podrá dudar que esta potencia será una
realidad, cuyo precio sólo Dios podrá valorar,
si el espíritu de D. Bosco*con esa amplia ma­
nifestación que ha tenido estos últimos años,
debido a la Confederación de los Ex-alumnos.
estrecha fuertemente al corazón que los ha
generado a la gracia o arraigado en la fe, a los
jóvenes cristianos que envía al mundo, para
formar de esa manera con los mismos un solo
cuerpo, una indisoluble red, una mqyor coo­
peración para el bien? ^;Cómo no tener en cuenta
esa falange cada día más creciente de jóvenes
chinos conquistados al cristianismo, si se piensa
que existen poblaciones cristianas estaciona­
rias desde varios siglos con sólo unos cente­
nares de fieles, a costa de la vida que consa­
gran por completo a esa misión durante largos
años los Misioneros o Sacerdotes indígenas
que se suceden unos a otros:* ¿.Será esto acaso
una ilusión del amor?
X o obstante, débese notar que si compara­
mos los sinsabores y estrecheces a que hay
que somenterse y también la dificultad de la
lengua, que si es el primer medio de educación
es dificilísimo poseerla como lo necesita un
buen educador, si comparamos todo eso con
la correspondencia que en realidad se obtiene,
a pesar de las contrariedades inherentes a los
que asumen la ardua tarea de la enseñanza,
débese notar, decimos, que los Superiores, los
mismos que hubieron de luchar en otros lu­
gares con-distintos jóvenes y distintos medios,
exclaman unánimemente: « Es demasiado lo
que obtenemos*.
Un día se acerca a mí, con otros compañeros,
un chinito y me dice:
— Padre, tú eres un santo.

— iBieuI le respondo 3-0, sonriendo a su
ingenuidad. Dime, ¿los santos hacen milagros?
— Sí, Padre.
— Y ¿también resucitan a los muertos?
— También.
— Veamos, pues, si soy verdadero santo.
Ven: te corto de una cuchillada la cabeza y
luego, como soy un santo, obro el milagio
de unírtela nuevamente al cuello. ¿Estás dis­
puesto a ello? El niño me clava dos grandes
ojazos de sorpresa y luego me dice temeroso:
— Xo, Padre.
— Entonces ¿tú no crees que yo soy un
santo? 111 chinito reflexiona por un momento,
su fe no llegaba tan lejós, más de pronto,
satisfecho por haber dado con el término que
mejor expresaba su idea, me responde son­
riente.
— Quería decirte, Padre, que tú eres bueno.
— L o que significa que has equivocado la
primera frase: corrígela todavía un tantico,
de esta manera:
— Padre: tú nos alnas como te ha enseñado
a amar D. Bosco.
— Sí, Padre: tú nos amas de verdad y nos­
otros estamos contentos.
¿Qué podrá decir quién, alecionado por
larga experiencia o por conocimientos adqui­
ridos de buena fuente, se ha convencido de que
el carácter chino es una mezcla de frialdad y
de egoísmo interesado, refractario al senti­
miento 5' al noble ideal del cristianismo? ¿De­
berá confesar que él se ha engañado o que será
menester corregir los juicios de una larga ex­
periencia?. X i lo uno, ni lo otro: sólo deberá
concluir que donde el e.spíritu de D. Bosco, la
suave humanización del amor de Dios para los
retoños de la humanidad, donde ese espíritu
esté al contacto con los corazones juveniles,
no puede no despertar el ideal y el sentimiento
que el Creador ha puesto eu las creaturas,cit­
adas sólo para El, para conocerlo y para amark).
\’iendo, pues, aquellos jóvenes chinos pos­
trados con fe y amor a los pies de Jesús Sacra­
mentado y con la naciente visión de un ideal
que su raza por siglos enteros ha desconocido, a
la fuerza nace de lo profundo del corazón este
ferviente augurio: jOjaJá que los Hijos de
D. Bosco puedan poner en contacto con el
espíritu de su Padre a todos los jóvenes cora­
zones de su vasta Misión! Y ¡ojalá que el espí­
ritu de este gran conquistador de corazone.s,
que serán los pueblos de mañana, pueda tras­
pasar todas las fronteras y abarcar a los 400 mi­
llones de Clünos.
Acojan y llenen cumplidamente estos ai/gurios los laboriosos artesanos de nuestr< s
Institutos, esos jóvenes que son nuestro brí zo

— ,í¡oS —
las enfermedades, desgracias y la muerte son
obras del demonio; por lo que hay que aplacarlo
con ofertas y sacrificios.
En cuanto a Dios, E l perdona los pecados con
tal que el hombre le ruegue; pero no los per­
dona todos, porque delante de ciertas faltas
su potencia se paraliza y no hay quien las
pueda perdonar. Uno de esos pecados es el
faltar a la verdad y el cometer homicidio.
Después de la muerte, quizás vayan todos
los hombres a Dios, pero los malos caerán en
el Dujok, lugar de aguas profundas y de pena.
L a mujer del Khassí, que al principio se ha­
bía quedado dentro de casa cuidando su niño,
terció en la conversación que se hacía cada vez
más interesante; poco después se nos acercó
una vieja rezongona y inalcontenta, más tarde
niños y hombres. Otros se interesaban desde
lejos de nuestro corro. La vieja, y a quien nada
{Relación del Misionero D on Pablo Bonardi).
le interesaba el asunto espiritual, cambió el
rumbo a la conversación llevándola al campo
Shiliong, 1 de abril 1923.
material: recordó cómo en años anteriores solía
Recibida la bendición de nuestro Obispo, nos
pasar por allí un señor alemán, muy bueno,
pusimos en marcha. Después de recorrer los
porque distribuía medicinas, y a quien estaba
diez y nueve kilómetros que hay entre Shiliong
sumamente agradecida, pues si todavía veía,
y Gankati nos paramos a descansar un poco,
se lo debía a sus cuidados. Entendí la indi­
esperando ,a los Nongkitnong (faquines) que
recta y le regalé un poco de colirio. Pronto
traían a espaldas nuestra impedimenta.
corrió por la aldea la noticia de que élSakep,
blanco con barba negra, distribuía medicinas, y
Durante el descanso — Creencias reli‘
una nube de personas, como enjambre de abejas,
glosas - - Las medicinas europeas. — Las
corrió a mi alrededor con frascos y cañas de
hormigas blancas.
bambú, contándome las enfermedades que pa­
decían, la inutilidad de las hierbas y medicinas
Kn lo India no hay que apurarse por nada,
dadas por sus médicos y la infalibilidad de las
pues es más que inútil perder la tranquilidad
medicinas europeas, las únicas portentosas.
esperando mucho tiempo a los faquines; en
;Lo había previsto!
estos casos se procura emplear las horas lo
Repartí algunas píldoras a los mayorcitos,
mejor que se pueda.
una
medalla o un dulce a los pequeños y todos
En el lugar donde nos detuvimos' hay un
contentos.
grupo de chozas Ursning — unas veinte —
Tuvimos que demorar todavía un rato la
habitadas por Hindús y Khassis. Tomando el
partida,
no obstante haber llegado con los
sol a la puerta de su casa estaba uno de estos
fardos
los
faquines, pues el catequista fumaba
últimos, y, sin muchos rodeos, entablamos con
que era un gusto.
él una conversación.
L a región por donde nos encaminamos pre­
i ’or las primeras respuestas dedujimos que sus
senta
una incalculable serie de colinas, tapi­
conocimientos teológicos eran bastante obscuros,
zadas de hierbas y raquíticos arbustos; a un
lo cual no es de extrañar si se considera que en la
lado y otro del camino se ven depresiones del
aldea no hay ningún « nonghihoi » maestro,
terreno y porciones de arrozales, sobre los cuales
ni brujo algúno. Lo poco que el individuo sabe
reina el sol y el silencio. E l camino tortuoso
de religión lo ha aprendido en las horas perdidas
del día, pasadas al sol en compañía de los ami­ se acerca a veces a los bosques de árboles gi­
gantescos, logrando así el viajero un poco de
gos, entre espirales de humo y bocados de
kvrai (cicha roja). Esta es la principal ocupa­ protección contra las rachas de calor sofocante.
Podemos comprobar en este viaje el trabajo
ción del día y lo que ellos llaman « shongkai ■'
demoledor
que hacen las hormigas blancas:
(sentarse cómodamente.)
son como las nuestras en tamaño, distinguiéiiSin embargo, en medio de la incertidumbre
dose por su cuerpo adiposo y blanco. Dotada
de sus creencias tiene como seguro que: * Dios
de una fuerza reproductora extraordinaria e
es creador de ios sereá y el demonio es el siervo
increíble potencia devoradora, la hormiga blande Dios ( m shakri) en la distribución del mal »;

conquistador en todas partes, pero particular­
mente en el Japón y la China, donde su acción
de maestros profesionales es en cierta manera
más indisf)ensable que nuestra obra sacerdotal,
de no tan difícil substitución. Y por último,
cjue también esos jóvenes partan un día como
Misioneros para dar a Dios y a la Iglesia nuevos
pueblos de obreros cristianos y ceñir de esa
nranera su frente con los laureles de yerdaderos
conquistadores.
S. G a r e l l i P u r o .
Misionero Salesiano.

Una semana de misión
entre los Bhoi del Assam,

309 —
ca arruina, como la carcoma, cualquier clase
de planta, excepto el bambú.
Pone lodo en lugar de la parte leñosa que
destruye y deja intacta sólo parte de la cor­
teza y algunas venas del tronco, de modo que
no es nada difícil hacer caer a tierra, como a
la estatua de Nabucodonosor, tamañas plantas
de lodo que se yerguen majestuosas hacia el
cielo. Esta labor demoledora la han hecho las
hormigas blancas, silenciosamente, a través
de los siglos y ahora toda la región está infes­
tada.

misma facilidad con que abandonan una aldea,
forman otra. L a choza se hace en tres días: el
techo, las paredes 3' el piso los sostienen ocho
fuertes troncos de bambú. El pavimento lo hacen
con cañas de bambú machacadas con piedras 3’
sumergidas en agua por una semana. En el centro
de la choza se halla el hogar: un cuadrado de
lodo endurecido, con tres sostenes, sóbrelos
cuales se apoya el recipiente ])ara cocer el
arroz; el humo sale por las rendijas del muro,
después de haber acariciado los rostros y ojos
de los pacientes moradores de la choza.

A S S A M (K h B M l HUIS) — J o r o a le r o t csperm ndo tr « b a |o .

Después de dos horas de camino, nos dete­
nemos a descansar a orillas de un torrente;
los faquines reposan un poco 3' se refrescan
en las aguas. Refrigerados un tanto, de nuevo
a caminar por entre el arrozal y las colinas,
haciendo ejercicios de equilibrio sobre los bam­
búes y canales de agua, hasta llegar a Umdep.
En ¡a tribu de ios B b o i — Vaa aldea aacieate
— Escueta de catecismo — Descansando.
L a noticia de que llegaba el Misionero corrió
por todo Umdep, sacando a la población de
sus casas para ir a su encuentro y condu­
cirlo triunfalmente a la nueva choza que para él
habían construido. Los Bhoi son nómadas; con la

L o primero que se nos ofreció en la nueva
habitación fue un grueso bambú lleno de agua;
hecho este primer acto de cortesía todos se
sientan en el suelo, formando círculo y obser­
vando los actos y gestos del nuevo huésped:
encienden la pipa 5' la hacen pasar de mano en
mano fumando todos con el mismo tubo. Nos­
otros, posesionados del lugar, entronizamos
una bella oleografía de María Auxiliadora, y
sobre la puerta de entrada pusimos una gran
cruz, significando con ello el comienzo de la
misión.
La aldea en que nos hallábamos comienza
ahora a formarse; comprende una porción de
chozas hechas y otras tantas en construcción,
sin contar algunas familias que esperaban al

Misionero parft consultarle antes de edificar.
Ivos habitantes de esta aldea se dedican al pas­
toreo, y su religión consistía en adorar troncos de
]ílaiitas. H oy ya, gracias a Dios, están bastante
instruidos y desean recibir pronto el »Santo Bau­
tismo y establecerse definitivamente en este lugar
con propósito de embellecer y aumentar la aldea.
N o deja de ser algo interesada la aspiración a la
fe; abrigan la esperanza de recibir dinero del mi­
sionero y cuesta sudores el hacerles entender
la importancia de las ventajas espirituales de
la religión, sobre las materiales.
Sentados sobre el pavimento de la choza
comenzamos la instrucción catequística con la
señal de la cruz. A l principio uno por uno, hrego
en coro: « Ilaka hyrteng u U fa , bad u hliun bad
a u Mynúem Bakhuid, Amen ». Dos pequeños
aprenden al instante y se glorían delante de
los mayores, que axín estudian.
Uno de éstos repitió no menos de cuarenta
veces: « Kn el nombre del Padre y .... del Espí­
ritu Santo » hasta que el hijito, enseñándole
con paciencia, llegó a poner al « H ijo » después
del <<Padre». En ese día, a fuerza de repetir, lo*
‘ gramos que hicieran discretamente la señal de
la cruz y recitaran la mitad del Pater noster.
bien comenzó a obscurecer, encendimos
\.u trozo de pino y esa íué la luz que nos
mbró por varias horas.
Preparada la cena, traté de licenciar a toda
aquella buena gente, pero no pude, pues dese­
aban verme cenar y... me resigné a ello.Después que terminé quedaron satisfechos
y uno a uno fuéronse a sus chozas a « ham ja »
(comer el arroz).
Acabada la cena se repitió la instrucción hasta
que la luz y el denso humo del pino que ardía
fueron disminuyendo. Entoces cada cual marchó
a su casa y nosotros nos acostamos para des­
cansar. Además del catequista hay tres niños,
cuyos ronquidos se confunden con el silbar del
viento entre los bambúes.

no nos moleste más. — Tranquilízate, le res­
pondo, imploraremos la bendición sobre la aldea
y sobre los campos, y si tú con el estudio del cate­
cismo aprendes a conocer y amar al verdadero
Dios, no faltará tampoco la prosperidad mate­
rial en tu choza y la fecundidad en tus lyngka
(campos).'— Mira, Padre, también tengo yo un
« ram » que no puedo pagar y U Jenl, el mencr
de mis hijos, que tú deseas conducir a tu escuela
de Laitumkh-ah, debe seriar aún por tres años;
dame cincuenta rupias y U Jení podrá ir contigo.
H ay costumbre en estas aldeas de una especie
de trata de niños: aquí me encontré con dos
casos. Eos padres piden un empréstito de dinero
(ram), • y, después, previendo que no podrán
pagar la deuda, ponen a sus hijos al ser\’icio
del acreedor por un determinado número de
años: un año por cada diez rupias). E l hijo
contratado no puede alejarse del acreedor sin
su consentimiento, lo cual, como bien se com­
prende, es de grave detrimento para la mo­
ralidad.
Tratamos de determinar las horas de ins­
trucción religiosa, y combinamos de modo que
se hiciera en los intervalos del trabajo.
D e este modo, algunas familias diseminadas
por la floresta, -vinieron a formar parte de la
nueva aldea, y se les señaló el terreno para la
fabricación de sus chozas. Re\irádos\osRangbah.
esto es: los jefes, se propuso bautizar la aldea
con el nombre « N ongD on Bosco » Villa D. Bosco.
Unánimemente se aceptó la propuesta, y un
rangbah de los más influyentes, dijo: ¡Oh! el
Padre habla muy bien y obra con cordura, el
Padre quiere de veras ayudarnos. Un presen­
timiento del corazón me dice que nuestra aldea
prosperará, sin duda, porque lleva el nombre
de un grande.... Sí, la aldea prosperará ». Y
los otros en coro repitieron «,< Haoid, kaoid sí.
sí ¡la aldea prosperará! »
El catequista, impresionado por la solemni­
dad del momento, deja de fumar, y, escrutando
la fisonomía de los rangbah, se levanta para
recordar, con cierto aire de orgullo, que él está
La Santa Misa — La trata de niños —
precisamente ayudando a los misioneros en
Una nueva aldea titulada ** Don Sosco ,,
la traducción en lengua khassí de la « V ida de
— Formalidades del acto,
Don Bosco » y que con sus propios ojos pudo
leer cosas maravillosas del Isongialam jong ki
A l amanecer del día siguiente celebré la
Ghadar (del fundador de los Padres), que por
Santa Misa en el altar portátil preparado de­
lo tanto harían cosa de « habieü » (locos) si re­
lante de la choza: era la primera en aquella
chazaran la tal propuesta. Dicho esto se pasó a
aldea y entre aquellos montes: después co­
mencé un poco de catecismo. A l hablar de la extender el acta legal del nombre de la aldea.
Sac. P.^BLO B o n a r p i .
Pasión de N. S. J. uno de los Kangbah (jefes)
Misionero Salesiano,
me internimpe, diciendo: — Pbadar, nosotros
tenemos un plantío de arroz embnijado por
{Coniinuard).
« « ksuid * (demonio) que sale de aquella gran
grieta del terreno que ves allá, y contrnuamente
nos arruina los sembrados; haz de modo que él

r

o

CULTO

de María Auxiliadora
^

N ó8 tta ea u is ¡a persuaslóa de Que, e a laa vicisitudes dolorosaa de los ih m pos que atravesam os, n o nos quedaa más consuelos que los del C ielo, y e a iie
éstos, la poderosa protección de la V irgen bendita, que fue en todo tiem po el
A u x ilio de lo s C ristia nos.
PIO X.

•6

La fiesta de María Auxiliadora en Fichinde
(Colombia).
iFué tm bellísimo homenaje de lo azul a lo azul:
la montaña a María, la del manto de cielo!
Son las alturas de las sierras como los pulmones
del planeta donde se purifican y oxigenan su
sangre y su espíritu; allí el aire se adelgaza con
el cuchillo de las radias heladas y se viste de gala
con los perfumes de la selva; el agua se cierne al
pasar por entre las raíces y guijarros y acendra
su virtud en el combate con las rocas; la fe es más
firme,- porque de las alturas se ve más cerca el
cielo. Tales impresiones hubieran embargado el
ánimo de quien con espíritu observador hubiera
asistido a la festividad de María Auxiliadora en
Pichindé, región vefaiúega a diez kilómetros al
suroeste de Cali.
El 16 de Julio tres sacerdotes, los Pbros. D. Mo­
desto Barona, sacerdote inteligente, moderado
y virtuoso; D. Marco Tulio Collazos, joven y digno
edesiástico y el que suscribe, elegidos por el muy
ilustre Sr. Vivario General, Pbro. Dr. D. Daniel
Guerrero, quieti, merced a sus eximias cualidades,
cosecha la más decidida adhesión de todo el Clero
diocesano, partimos con rumbo a la montaña de
María. Visitada la Iglesia, fuimos redbidos en la
Casa del Sr. Don Sergio Cantillo, hombre laborioso
Y sano, columna de la fe y la devodóa mariana
en esos riscos, jefe de una familia sanísima y pía
que hiciera honor a una Casona de hidalgos.
Allí gozamos todos los días de una atención cre­
ciente y sincera, que nada tiene que ver con las
vacuos formulismos ciudadanos.
La capilla que aqudla gente lugareña ha le­
vantado sobre el filo de la montaña, con esfuerzos
que saben a prodigio, es bella y tiene todos los
elementos del culto, conservados con primor sin
igual, girando todo en tomo de una bella imagen
de María Auxiliadora, centro de aquella inmu­
table religión montañesa.
En medio del júbilo, el fervor y asidua asis­
tencia, discurrieron los tres días de las Cuarenta
Horas, celebrados con Misa cantada, Trisagio, Ben­
dición y Sermón por los tres sacerdotes respecti
vamente, qmenes entre estos ejercicios y oir las

oonfesiones de los fieles colmaban las horas dcl
triduo solemne..
Sonando las 6 p. m. del sabado 17, %í.six*ra de
la gran fiesta, la montaña parecía sentir una co­
rriente de festiva gala y se iluminaron vestidosde aiigría hasta los perfiles del serrano horizonte.
Colmada la Capilla de distinguidos veraneantes,
fieles montañeses y p e r lin o s fervientes, entre
las armonías de la Ijandayel estallido estruendoso
de la pólvora entonamos la « Salve t y este alegre
festival religioso siguió hasta cerca de la media
noche, despertando los ecos dormidos de la selva.
Cuando apenas los ccáietes y la música saludaban,
al alba, ya por las múltiples veredas de lamontaña
se rao\ían los hilos de gentes hacia el templo,
con el alma purificada, como vivas cataratas.
Hicieron su primera Comunión muchos niños
y recibieron a Jesús más de 300 almas.
La pKjmpa de la Misa cantada con todo el rito
solemne, no pide nada a las grandes manifesta­
ciones de los centros religiosos: el oficio del aliar
completo; allí la profusa iluminación; allí un coro
numeroso que ejecutaba una Misa mne.stra con
el concierto de la banda; allí el estallido tilegrador
de la pólvora, <jue en tales parajesnodeja de pres­
tar al cxdto un marco de majestad triimfadora.
En el panegírico, que estuvo a mi cargo, relevó,
al cantar las misericordias mariana.s al travé.-» de
los siglo.s, para acreditar su título de Auxilia­
dora, lo imponente de esos cultos a María sobre
los montes, donde las peñas blancas y los chorros
argentinos, enmarcados en azules serranías, sim­
bolizan tanbién a María; aquella blancura celeste
cubierta con un girón de los cielos; y al anunciar
la procesión de la tarde, vi la emoción del espectá­
culo 'vibrar en mis oyentes de antemano.
Las cuatro de la tarde nos anunciaron el mo­
mento más solemnedelfesíival. Soberana sobre las
andas y cortejada por sus hennanas, todas las flores
de la montaña, aparecía la imagen de la Virgen
en medio de la capilla, como mía flor viva de trimnfos y regalos y risa.s, nádda en los jardines de una
estrella. Sobre los hombros de ocho robustos cam­
pesinos, precedida p>or tres sacerdotes, al sonido
de la Banda, sobre un tapiz de flores y hojarascas,
incensada pof el boscaje y acompañada por el
múltiple concurso de los devotos, emprendió la

— 312 —

Virgen su marcha por las veredas agrias y abrup­
tas d.e la sierra. Al moviraento que a la imagen
imprin í.i lo de.«igual de los caminos, parecía que
la virgen se inclinaba como ima espiga agitada por
vi viento, para bendecir todo el ámbito de la
tierra que le rendía homenaje y los árboles batidos
por el viento parecían, con el el ruido de su ra­
maje, aplaudir el paso de fa imagen. Pasó x>or
cafladas, atravesó las dehesas y en medio de ellas
le cantamos himnos que se confundían con el
valido de alegres corderinos, y llegados a la
puerta de la capilla, la despedimos con un es­
truendoso « Salve », cuyos ceas quedó repeliendo
•el seno estremecido de la montaña — lOh qué
sencilla, oh qué majestuosa y grande verdad que
trnnsplantas las colinas y esta vez trasformaste
•en ciclo el áspero monte de los Andes...!
SAN NICOLÁS DE LOS ARROVOS (ArgenÜna).
— Fiesta de María Auxiliadora.
— Precedida de una fervorosa misión a cargo
del M. R. P. Andrés Castellá, C. M. F. celebróse
ayer con toda pompa y solemnidad la fiesta de
la excelsa patrona de las obras de Don Bosco,
María Auxiliadora.
Extraordinaria, no menos qxie edificante, fué la
afluencia de personas a la sagrada mesa en las
varias misas que se celebraron desde muy
tcmpnmo. Los celebrantes enfer\'orizaron a los
.■asistentes con entusiastas pláticas eucarísticas,
llenas de unción; y la schola cantormh salesiana,
bajo la acertada dirección del joven maestro don
-Carlos Beriot, con su hermosa música, hizo pensar
en las annonías de los coros celestiales.
En la misa solemne de lo. pronunció un inspi­
rado panegírico el R. P. Castellá. Ejecutóse en
ella una elegante partitura del maestro Pagella,
S. S., mientras el pequeño clero prestaba singular
encanto a la función con el desarrollo grave de
las ceremonias litúrgicas.
Por la tarde, después del canto de vísperas,
•el mismo padre misionero del Corazóii de Jlaría
pronunció elocuentemente la conferenciareglanientaria para los Cooperadores sale.sianos. Acto se­
guido, organizóse la procesión, presidida por el
señor cura presbítero doctor Rodolfo Torti. El
orden y la piedad fueron las notas características
de la misma. Todos, clero y asociaciones piadosas,
escuadras de gitunnstas y exploradores de Don
Bosco, parecían rivalizar en el enqK'ño de demastrar su devoción y amor a la Celestial Protectora,
rezando y cantando con fer\'or las melodías popu­
lares a los acoitlos de la banda dcl colegio. I.-lamó
mucho la atención el crecido número de hombres
cpie con totla entereza fonnaron tras los estau«lartes y en derredor déla bendita imagen de
María, haciendo franca profesión de la fe heredada
de sus padres, cristianos hijos de Liguria estable­
cidos en esta localidad desde más de cincuenta
años.
De vuelta al templo, el P. misionero proninnpió entusiasmado en una vibrante alocución que
fué el broche de oix> de la fructuosa misión.
Ejecutáronse en seguida trozos de Klondowsky,

Dogliani y Capocci; y terminó el acto religioso con
la bendición eucarística impartida por el señor
cura.
A las i 8, en la plaza de María Auxiliadora se
quemaron hermosos fuegos artificiales, mientras
la banda del colegio, bajo la hábil batuta del maes­
tro Bertot, ejecutaba las* mejores piezas de su
repertorio, cosechando merecidos aplausos.
Merece la felicitación más sincera el R . P. Juan
B. Gherra, alma de estos festejos que d e ja ^
huella imborrable en los corazones de esta porción
privilegiada de San Nicolás de los Arroyos.

CÁDID (España). — En un enfermo al cual
había practicado una operación quirúrgica, no
conseguía, a pesar de mis esfuerzos, la deseada
curación. Ofrecí entonces una limosna para el
altar, en proyecto, de María Auxiliadora, y al
poco tiempo obtuve lo que en muchas semanas
había sido imposible.
Un médico devoto de la Sma. Virgen
P e r r e r ía s (Menorca-España). — Tenía una
hija enferma de cuidado, perdiendo toda esperanza
cuando oí el dictámen de los médicos que pronosti­
caron y aseguraron una muerte próxima y segura.
Pero la cariñosa Virgen Auxiliadora dispuso de
otro modo, por lo cual ya puedo al presente dar
testimonio de una fineza de María.
F r .\n c isc o P on s .

L a P az (Bolivia). — Un asMn'o favorable­
mente arreglado. Desde largo tiempo estábamos
siguiendo ansiosamente ci desenvolvimiento de
un asunto económico de cuyo éxito dependía en
gran parte la tranquilidad y el porvenir de la
familia. En buena hora, no.s acordamos de acudir
a nuestra Abogada Celestial, María Auxiliadora,
con una novena, cuyo valimiento ya otras veces
habíamos experimentado.
Muy pronto quedó premiada nuestra confianza
en el potente auxilio de la Virgen Auxihadora,
pues, en los primeros días de la novena, de una
manera del todo emprevista, nuestro asunto llegó
a una solución definitiva y favorable.
Publico la gracia, en cumplimiento de mi pro­
mesa y con el fin de que aumente en los lectores
del Boletín Salesiano la confianza en María.
C. V. A.
P am plo n a (Colombia), i8 Octubre del 1922. —
F.n cumplimiento de un deber muy sagrado para
mí, quiero publicar en el boletín un singular favor
de Dios N. S., obtenido por intercesión de la San­
tísima Virgen en su título tan consolador de Aü*
XIUO DB LOS CHRISIIANOS.

Estando de regreso de una excursión al campo

— 313 —
con mi sobrina Delia Mt ía, de repente perdió el
equilibrio la bestia que ella cabalgaba en un punto
muy angosto y peligrosLsimo del camino, por lo
cual cayeron de considerable altura, ella primero,
y después la bestia que hubiera debido caerla
encima y aplastarla por completo, Ío cual no su­
cedió, porque por un movimiento maravilloso del
animal vino éste a caer un poquito adelante.
Luego mi .sobrina, sin poder recibir inmediato
auxilio y trastornada con la caída, siguió rodando
por un precipicio, hasta que al fin quedó dete­
nida por imas zarzas al lado de un río. Desde el
momento en que comprendí lo que iba a pasar
invoqué con gritos lastimeros a María Auxilia­
dora, luego me apeé para ir en pos de la {jue.
consideraba ya casi muerta o completamente des­
cuartizada con el golpe y la terrible rodada, mas
me fué imposible correr tras ella por lo abrupto
del desfiladero. Teniéndome como podía de pies
y manos, fui descendiendo muy lentainuite, te­
miendo un funesto desenlace; mas, antes que vo,
había llegado ya-mi señor más hábil para descen­
der por aquel precipicio. Cuál fué mi sorpresa al
ver que mi sobrina se levantó ayudada por mi buen
compañero de viaje y desde el pmito en que estaba
me dió a comprender que no había sufrido nada
grave. En efecto, me acerco para ayudarla a salir
del atolladero y me convenzo de que no ha su­
frido quebradura ni otra lesión grave, pues, ayu­
dada pqr nosotros pudo ir caminando hasta la
casa de donde habíamos salido, y exau:inada luego
ÍK>r ima persona competente aseguró que no tenía
ninguna fractura ni cosa grave.
X'iendo esto, no volvía en mí de mi a.sombro
y no puedo menos de reconocer un fa^•or especialísimo de la Sraa. Virgen por el cual le estamos
mi sobrina y yo más que obligados por la ceiité ima vez.
Cmnplo, pues, con mi anhelado deseo de publicar
tan especial favor, con cuya noticia deseo se acre­
ciente y robustezca la filial confianza que en tan
poderosa protectora y madre ainantísima tenemos
lodos su devotos.
Envío una pequeña limosna para las obras saledianas.
R a m ó n M. V e r a P e r o .
B o g o tá (Colombia), Junio de 1923. — Hallá idose gravemente enferma mi Señora, y no
sabiendo los médicos la causa de la novedad,
acudí con todo feiror a pedir la intercesión de
María Auxiliadora y del \'enérable Don Basco,
y habiendo obtenido su completa curación, cmnplo
con lo ofrecido de hacer publicar esta gracia en
e! Boletín, y envío una limosna en acción de gra­
cias por tan gran beneficio.
F r a n c is c o \’ a r <;a s .
R io v e r d e (Ecuador). 20 Junio de 1 9 2 2 ._
Habiendo enfermado mi hija Elvira de tifoidea,
estuvo tan grave, que, a pesar de estar asistida
por un buen facultativo, creimos que no fuera
posible el salvarla.
En medio de mi angustia, me postré a los pes'
de María Auxiliadora, implorando su auxilio di-

ib

•N
’ino; y esta auiaiitisima Madre se dignó atender
mis siiplicas, y hoy mi hija ya se encuentra libre
de la enfermedad que me la quería arrebatar.
Con las gracias más sentidas, envío ima limo.sna
para el culto de su santuario.
E i 'E l in a R u m b e a d e L ó I'EZ.

R iochico (Ecuador), 15 Septiembre de 1922.
Desde hacia mucho tiempo-venía padeciendo
fuertes dolores de cabeza y otras graves moles­
tias, sin que los recursos de afamados niédicrsme procuraran algihi alivio. Acudí con mi familia
a María Auxiliadora, ofreciendo inscribirme eii
la Pía tmión de los Cooperadores Salesiaiios y
celebrar algunas misas, y esta buena Madre es­
cuchó nuestros megos, concediéndome la salud
tan deseada.
Para dar un de.snhogo al corazón, hago pülilieo
mi agradecimiento e invito a los (jue sufren ii
que se dirijan al patrocinio de María Auxiliadora.
A ndrés V iír a .
CoMAYA<;ÜEL.K (Honduras), 29 Abril de KJ23.
— Doy infinitas gracias a la Santísima Virge-n
Auxiliadora por numerosos favores recibidos,
y especialmente por haber devuelto la salutl a
mi (juerida abuelita que sufría mía grave infla­
mación. Y o la invoqué con fe y confianza, y ella
como buena Madre me cx>nsoló. Gustosa cmnplo
hoy con la promesa de publicar la gracia, y envíouna limosna.
:m icaei .a BvsTn,i,o.
G r a n a d a (Nicaragua), 24 de Abril de 1923. —
El 17 de Marzo cayó enfeniia mi maiuá de una
grave afección al hígado que nos hacía temer por
.su vida.
Con altenialivas de mejoría y sucesivas recaí­
das, llegamos al 2 de Abril, día en que fué someti­
da a riguroso tratamiento. Entretanto mandamos
decir algmias misas a María Auxiliadora, prome­
tiendo, a la vez, cooperar en adelante con más
actividad a la Obra Salesiana.
Después de dos semanas de incertiduinbres y
continua oración, la Virgen Santí,siina premiaba
nuestra fe, haciendo desaparecer las calenturas
y con ellas la enfermedad que tanto nos angustiaba.
Agradecida a tan señalado favor, hago público
mi reconocimiento, encareciendo a sus devotos
que la invoquen en las necesidades con toda con­
fianza.
E l is a V ig il .
G r a n a d a (Nicaragua). — Da Srta. Ricarda
Barberena D. da gracias a María Auxiliadora por
haberle curado a una hermana suya, víctima de
una peligrosa enfermedad.
Deseando manifestar su gratitud, publica el
favor recibido y promete .ser siempre su ferviente
devota.
R ic a r d a B a r b e r e n a .

Los A n g e l e s (Califonúa), 4 de Julio de 1923.
— Ruego a la Dirección del Boletín Salesiatio
publique dos favores grandes que he recibido <le
la bondad de 3Iaría Auxiliadora.

— 3U —

Uno de mis hijos perdió la cabeza, lo que nos
obligó a conducirle al manicomio. N o dejamos
de pedir su curación a la Sma. Virgen, y hoy, des­
pués de varios años de residencia en la casa de
salud, vuelve al hogar completamente sano.
Otro hijo mió, que tras varios percances llegó
a la miseria, no teniendo con que atender a las
necesidades de la familia, con el favor de María
Auxiliadora ha llegado a obtener colocación que
le asegura el pan de sus liijos.
[Gracias, Madre mial
N. K.
l ’ UEBLA DE EOS A ngeees (Méxíco), febrero de
iq¿3. — Una Comunidad Religiosa, habiendo
recibido de la Virgen Siiia. Auxiliadora grandes
e inumcrables favores, desea hacer piiblica su
gratitud a. tan buena Madre, manifestando que
siempre qqe en sus necesidades espirituales
y temporales ha implorado su auxilio, jamás ha
queílado i>in pronto remedio. Pide perdón a esta
dulcísima Madre per haber sido tan remisa en
publicar sus gracias y envía la pequeña limosna
de 5 pesos.
St .a . T ivCEA (El Salvador), 2 de Junio de 1923.
— Habiendo recibido una sobrinita n ía un golpe
muy fuerte en la garganta, que, segi'm el médico
que la visitó, tendría malas consecuencias, en mi
alicción acudí a María Auxiliadora, pidiéndole
con fervor que la curara. Como la niña quedó
perfectamente bien, cumplo con lo prometido de
publicar la gracia en el -a Boletín Salesiano n,
dando infinitas gracias a tan buena Madre, por
haber misericordiosamente escuchado mis ruegos.
M a r ía N . R ü iz .

Dan también gracias a María Auxiliadora.
Seo (fe Urgel (España). — vSras. C. y M. Nadal,
por un señalado favor recibido, y envían limosna.
Lorca (España). — S. de Lara CatalA, por gra
das recibidas y envía limosna para las Obras de
Don Sosco.
Buenos Aires (Argentina). — Dña. María M.
de.Errecarte por graciaé recibidas, y ofrece unnovenario de Misas en su honor.
Cali (Colombia). — Don Rosendo Calero y
Dña. Dolores Micolta, envían una ofrenda en
agradecimiento a la Virgen, ^x>r favores recibidos.
La Unión (Colombia).— Las Sras. Dña. María
del Cannen Ramírez y Dña. Catalina R. de Gon­
zález por haberlas socorrido cu ciroun.stancias
ativer.'^as.
Pescador (Colombia). — Dan gracias a María
.Auxiliadora por favores recibidos de su inatcmal
bmidad y envían una ofrenda los siguientes señtues: Juan Nejxnnuccno l ’rieto, Valentina Sarria
de Vergara, Felisa TrujÜlo de Rcl>olledo, Cenón
Rico, Angelino Paz, Ana Polonia Chaves. Agus­
tina Moreno, Rosario Trujillo A'. Maximiliano
Trujillo y Soledad Trujillo.
RccaftifrU (Ecuador). — La niftita Imelda .\mira Alcivar por haber sanado de una enfennedad,
su mamá ofreció hacerla Cooperadora, y hoy
cumple con lo ofrecido.
,

Por el Mundo Salesiano
Los A. A. Salesiauos de España al Corazón de
Jesús.
En el Tibidabo, cumbre pintoresca que domina
a la gran urbe, Barcelona, que se extiende inmensa
desde el mar azul que besa sus plantas hasta las
verdes colinas, sembradas de pinos, que le sirven
de corona, se construye el gran templo, fruto de
sacrificios, que el amor de los buenos españoles
ofrenda a su Rey y Señor, al Deífico Corazón de
J esiis.
En ese panal de amores, envidia de los ángeles,
no podía faltar la miel exquisita de l<)s Antiguos
Alumnos Salesianos que libaron en los floridos
jardines'que cultivan diligentes los hijos de Don
Sosco, regándolos con el rocío divino de las tier­
nas.devociones del Corazón de Jesús y de María
Auxiliadora.
Un grandioso ventanal de la fachada principal,
como leemos en la hermosa revista <i Don Bosco
en España», con artística vidriera que proyectará
sus policromados rayos sobre el altar mayor del
templo, séré. la ofrenda, la plegaría perenne que
estos buenos hijos de Don Bosco ofrecerán gus­
tosos al Amor y Dueño de süs corazones.
Al felicitar a nuestros amigos, no dudamos en
asegurarles que este meritorio obsequio al Corazón
de Jesús será fuente de bendiciones para ellos y
sus familias.
MADRID (España). — Digno de imitación.
Con mtiina satisfacción nos hacemos eco del
hermoso ejemplo, digno de imitación, que han
dado algunas Antigúos Alumnos de Madrid. Un
crecido número de ellos han querido mostrar, de
modo especial, su amor a Jesús Sacramentado,
V al efecto han ingresado en la Adoración nocturna.
Mientras damos la enhorabuena a esos buenos
amigos por su noble comportamiento, brindanias
el ejemplo a todos nuestros Antiguos Almnnos,
pues nada más provechaso y digno podemos de­
searles que el {[ue se consagren, de modo entus.si.astn, a Cristo Jesxis en el Sacramento de su amor.
BURGOS (España). — Consagración del limo. Sr.
Don Martín Rucker Sotomayor.
Eli la noble cuidad de Burgos, cuna de Castilla,
ha sido consagrado, por el Emmo. Cardenal Benlloch, el Obispo de Mariamés, Cliile, limo. Sr. Don
Martín Rucker Sotomayor.
Grande amigo y admirador de la Obra Salesiaua, como el inolvidable Mons. Jara, de quién
fué Secretario, su consagración es saludada ped
los hijos de Don Bosco y sus amigos con la alegría
que se celebran las glorias de familia.
El Boletín Salesiano. que le saluda reverente,
auiuirándole largo y fecundo pontificado en Ma-

— 315 —
rianiés, pide su bendición, mientras besa su anillo
pastoral.
OSWIEQIM (Polonia). — La Obra Salesiana en
Polonia celebra sus Bodas de Plata.
¡Cv.án cierto es que no hay mal que cien años
dure, y que después de la tempestad llega la calma.
Desde que estalló la guerra europea que hizo de
esta hermosa nación un campo de Agramante,
donde tropas de diversas naciones entablaron
duelo a muerte, los salesianos corrieron la suerte
de los pobres polacos.
No faltaron angustias y zozabras; pero, por
fin, amaneció la aurora de la paz, y con ella no.s
llegaron días de tranquilidad y de calma.
Pero para la Obra Salesiana se acercaban, ade­
más, días de alegría, pues se preparaba a celebrar
sus bodas de plata. El 29 de Jimio de este año
comenzaron los festejos, que duraron hasta el 1
de Julio. Como el pueblo polaco ama a los hijos
de Don Bosco, tomó parte activa en todos les
actos, a los que dieron realce y vida con su coo­
peración y entusiasmo. Das funciones de iglesia
resultaron solemnísimas, oficiadas todas por di­
versos Obispos, amigos y admiradores de la Obra.
Todo el episcopado polaco se unió cordialísimamente a las fiestas, por boca del Emmo. Cardenal
Arzobispo de Posén, congratulándose con los
Salesianos de la labor provecliosa llevada a cabo
en los 25 años en distintos colegios de la Repú­
blica.
N o faltó tampoco la bendición y augurios de
Su Santidad que quiso regalamos con ima hermosa
carta, por medio del Emmo. Cardenal Gasparri.
Nuestro amadísimo Rector, en la imposibilidad
de visitamos, envió, como representante, al digní­
simo miembro del Capitulo Superior, Rdo Dr. Don
Luis Piscetta, decano de la facultad teológica de
Turin.
Con el corazón relx>sando de júbilo, damos
gracias a María Auxiliadora, al Padre Santo, al
Episcopado de Polonia y a nuestro Rector Mayor
por haber contribuido al esplendor de nuestras
fiestas.
TUCUMÁN (Argentina). — El Colegio Salesiano
dedica uoa placa a sa bienhechor, Don Manuel
García Fernández.
El benemérito caballero Don Manuel García
Fernández quiso, a la muerte prematura de su
hijo, levantar im monumento a su memoria. Buen
cristiano y amante de Tuemnáu, pen.so que nada
mejor podía honrar su memoria que un centro
educativo donde los hijos del pueblo se fonnaran
honrados ciudadanos. La actitud generosa de este
anciano venerable, que, como bien dijo el padre
3Iassa en su discurso, « quiso llorar la muerte de
su hijo enjugando las lágrimas de miles de niños >,
costeando de su pecuUo los gastos que demandare
la construcción de ima gran casa donde millares
de criaturas recibirían, no sólo la instrucción, sino
que forjarían también su carácter para la lucha
por la vida, le ha valido un público agradecimiento.
Ya el mismo señor García Fernández lo expresó
en ima oportimidad cuando recibió la primera

l isila del director del Colegio Salesiano a raíz de
esta donación: « será para mi — dijo — un dulce
consuelo el pensar que en esa casa se formarán
generaciones cristianas »...
Y esa misma actitud es, sin duda, una de l;us
mayores glorias que puede ostentar el incansable
luchador abnegado « pionner » de la indusuia
madre.
Toda la gratitud que ha provocado el c.'^pontáneo y noble gesto del señor García Fernández
se tradujo anteayer en la colocación^de la placa
que la comisión de homenaje al .señor García l'crnández, entregó en nombre del pueblo en nu:i
elocuente demostración de .sin palia, de la que

S. P A B L O

— C i M de loe A n tig u o s Alum nos.

participaron desde las familias Innnildes lia.sta
lo má-s granado de nue.stra sociedad. Para lo.s niño.s
del colegio fue el domingo nn día de regocijo, y
para lo.s concurrentes, de sali.sfacrión íntima, jxjrque tuvieron ocasión de agradecer públicamente
al filántropo ese desprendimiento que tantos bene­
ficios reportará a esta capital.
SAN PABLO (Brasil).— La casa de los Antiguos
Alumnos.
Lo.s Antiguos Almuno.s Salesianos del ceutro
de San Pablo, Brasil, están de enhorabuena.
En el último número recibido de la revista
< Monitor >, leemos con gozo las fiestas que han
celebrado con motivo de la inauguración del her­
moso edificio, que será centro de aquella región.
Llevados de santo entusia.smo, aquellos An­
tiguos Alumnos no han reparado en trabajos ni
sacrificios hasta que no han terminado la ca.sa
que honra su actividad, y que no dudamos se con­
vertirá en foco poderoso de donde partan a lo.s

— 3i6 —
máa remotos I'Mados de la Repiiblica el espíritu
y nobles ideales salesianos.
Nxiestru enhorabuena más cumplida a los bue­
nos y entusiastas Antiguos Alumnos brasileños.
BOGOTÁ (Colombia). — El « pequeño Condeso
de los Salesianos».

Con la satisfacción que nuestros lectores pue­
den suponer, hemos recibido noticias del Congreso
Ivncaríslico Juvenil, celebrado jx)r los Salesianos
y alumnos de sus colegios de Colombia en su her­
mosa Capital, en los primeros días de Julio.
Al devorar con avaricia las encomiásticas re­
señas de la prensa de liogotá, los ojos se nos
llenaban de lágrimas y .se esponjaba el corazón
de alegría.
¡Qué bendición de Dios!
Si los Congresos y Asam])leas religiosas son
<1 exponente de la vida espiritual de una corpo­
ración o sociedad ¿qué cabe pensar del espírixu
religioso de la Congregación Salesiana que los
])romueve y da vida continuamente, tanto en
el viejo como en el nuevo mundo, en todas las
latitudes de la tierra?
Asambleas regionales, nacionales de Antiguos
Alumnos en Kspaña, Francia, Italia, Polonia.
.Argentina, Brasil, Colombia, Panamá, Uruguay
i tc... en las que se determinan nonnas prácticas
de vida cristiana y los procedimientos para di­
fundir en la sociedad el espíritu de Don Bosco.
Congreso de los Oratorios festivos y Escuelas
lie Religióu, ^ r a estuchar lo^ medios de salvar a
la juventiuf dé la'corrupción reinante y educarla
cristianamente; Congreso Eucarístico de los alum­
nos de nuestros colegios en Argentina, España
e Italia, para hacerlos, apóstoles de la commiión
frecuente y, por íiltímo, peregrinación de los niños
franceses al templo de Jesús Adolescente que se
inaugura en Nazaret, para consagrarlos a su divino
Corazón.
¿Quién puede dudar de que estos impulsos de
vida religiosa son tónicos para la sociedad cris­
tiana que se debate morbosa entre la corrupción
y la impiedad?
Tan importantes me parecen estas cosas, decía
el Exemo. Sr. Nuncio Apostólico de Colombia,
(pte me quedaría remordimiento si no las autori­
zara con mi presencia, y tan bellas, <pie, por ver­
ías, bien vale la pena hacer hasta un sacrificio.
V escribía el • Nuevo Tiemjx) » de Bogotá;
Al recibir el hermaso programa de invitación que
lUKs enviaban las Escuelas Salesiunas, acudimos
a las fiestas. Se trataba nada menos que de un
ensayo de Congreso Eucarístico Juvenil.
Se ha desarrollado en tres grandiosas jomadas,
l'ura nosotros fué una verdadera sorpresa. No
olxstante saber lo bien que trabajan los Salesianas,
que parecen artistas por naturaleza, lo grande del
j>rograma, lo magistralmente desarrollado, nos
ha llenado de admiración.
No es que pretendieran hacer nada semejante
a los grandicwos actas cjue se denominan Congre.sas Eucarísticos; pero como la juventud nece­
sita encender en sus almavS los altos ideales, y particulannente los que responden a los dos concep­

tos de Dios y Patria, han pensado tratar esos
argrunentos de un modo práctico y vivo, y por
eso han desarrollado mía especie de torneo religioso-lírico-dran á'ico-deportivo-artístico, que ha
resultado un acontecimiento.
Y termina el citado diario sus crónicas con la
siguiente del último día del Congreso:
Ayer terminó el que modestamente llamaron
los Salesianos «Pequeño Congreso juvenil eucarís­
tico misional », y que en realidad fué un acto
tal vez trascendental en los anales del movimiento
de nuestra juventud. En efecto, ese poderoso
reclamo a los altos ideales de la espiritualidad y
del patriotismo, ese tratar de interesar a los niños
en el apostolado religioso-social, recordarles las
házañas de los civilizadores del immdo y excitar
su generoso ardor para acabar de incorporar en
nuestra civilización a las tribus que todavía vagan
salvajes en buena parte de nuestro territorio, eso
no puede pasar del todo, eso tiene que ser con­
tinuado: deben imitarlo todos los educadores.
Dos discursos hermosos tuvo la velada de ayer,
ambos referentes al influjo de la Eucaristía en
la educación: el del doctor Otero Durán, Jefe de
la Sección de Contabilidad en el ^Ünisterio de
Instrucción Pública, y el del Hermano Del Real,
vSalesiano, maestro de la sección de cajistas en
las Escuelas de artes y cficios.
La parte musical y la coral no dejaron nada
cjue desear. Especiahuente las majestuosas coii:posiciones del Cardenal Cagliero, Salesiano, eje­
cutadas por la Escolanía del Colegio de Ltón X III,
con ésé cariño propio de quienes se enorgullecen
del genio de un maestro como de casa propia,
produjeron en los ánimos esos estremecimientos
característicos de lo bello en las artes.
Pero lo cjue puso digno broche de oro a estas
veladas inolvidables fué el cuadro dramático
<• San Tarcisio ». Es una compasición muy bien
tramada sobre el conocido episodio inmortalizado
por el eximio autor de Fabiola. El diálogo es
vivo, las escenas animadas, los personajes bien
caracterizados. La ejecución no podía ser mejor,
dado que son niños la mayor parte de los actores.
Momentos había en que se himiedecieron casi todos
las rostros por algunas no fácilmente contenibk-s
lágrimas. El cuadro plá.sticx> con que termina el
dramita, representando la gloria del mártir, es
de un efecto sorprendente. En esta manifestación
del arte no hemos vi.sto nada superior a lo cjue
hacen los Salesianos. El cx>adjutor Mediano, Di­
rector de escena y decorador, es todo un artistazo.
Mucho ha debido trabajar estos días, pero su tra­
bajo queda plenamente recompensado.
Deber del periodista es dar a conocer las princi­
pales « Conclusiones » que los organizadores del
Congreso han querido derivar de éste. Son impor­
tantísimas, y a ellas nos referíamos al decir que
de estos actos mucho quedará.
Tema i®: « La Eucaristía y el Papa *. El Pe­
queño Congreso hace votos: i . porque en toda* las
escuelas y colegios católicos se hable frecuente­
mente del Padre Santo; de los trabajos de la Santa
Sede en pro de la humanidad... y se fomente la
devoción al Papa, como Vicario de Jesucristo y

— 317 —
como el mayor poder espiritiial y moral del nauxido.
2. Porque en escuelas, colegios, parroquias se
iutroduzca la * Fiesta del Papa ». como se hace
en Italia, España y varias otras naciones de Eu­
ropa y América; 3. Porque la prensa católica ponga
siempre en relieve, cual lo merecen, todos los actos
de la Santa Sede; no deje pasar sin especial con­
memoración los aniversarios de la elección y coro­
nación del Sumo Pontífice y demás acontecimien­
tos gloriosos de la Santa Sede, y por todos los me­
dios se esfuerce en hacer conocer, amar y venerar
al Padre Santo.
Tema 2°: « Las Elisiones ». E l Pequeño Congreso
hace votos: i . Porque en todas las escuelas y cole­
gios se establezca la obra de la « Santa Infancia «
y entre los mayores la de la « Propagación de la
Fe »; 2. Se celebren frecuentes fiestas misionales
poniendo de relieve su aspecto religiaso, social,
patriótico, etc. 3. Se fomente la literatura misio­
nal; 4. Se cultiven con especial cariño las voca­
ciones al sublime ministerio de la evangelización
misional: 5. porque se fmide en todas las Diócesis
la « Unión Misional del Clero », tan recomendada
y enriquecida por los Soberanos Pontífices.
Tema 3°: o La Educación ». Que se promuevan
fiestas, congresos, etc., para difundir más y más
la práctica de la comunión temprana de los niños,
y la comunión frecuente, la comunión reparadora
y demás prácticas en honor del Sagrado Corazón.
QUITO (Ecuador). — Entronización del Sfdo. Co*
razón de Jesús en la cárcel Panóptico.

Es una positiva esperanza para la sociedad el
iiiejorajuientó que viene observándose desde hace
poco tiempo en el Panóptico, gracias a la civili­
zadora y cristiana actuación de los RR. Padres
Salesianos, quienes han tomado a su cargo la ardua
y caritativa empresa de catequizar y enseñar ele­
mentos de religión y de moral a los reclusos.
Fruto de esa meritoria y benéfica labor fué la
conmovedora y significativa ceremonia de la en­
tronización del Sacratísimo Corazón en nuestra
Penitenciaría; ceremonia que se llevó a efecto
en medio del entusiasmo, fervorosa piedad, cán­
ticos y oraciones de casi todos esos infelices extra­
viados, presentes a tan sublime acto, que, por la.s
circunstancias del lugar y por las sencillas y elo­
cuentes exteriorizaciones de fe, resultó conmo­
vedor, y de gran significación; pues allí parecían
oírse claramente, en el momento de la consa­
gración, las dulcísimas palabras del Divino Co­
razón, amigo de los hijos del dolor: « Venid a mi
todos los que sufrís, que yo os aliviaré -.
Después de la hermosa ceremonia, que comnovió
profundamente a los oyentes, en un momento
de recreo concedido a los presos, éstos, rebosantes
de gratitud, ovacionaron con repetidos 'N'ivas a los
Reverendos Padres Salesianos, al señor Peña y al
Director del Establecimiento, quien, a su vez, en
expresiva y fácil alocución, dirigida a sus subor­
dinados, tuvo frases de consuelo y esperanza, y
también expresó su gratitud, por esa obra de rege­
neración, a los beneméritos salesianos y a los
padrinos.

MONTEVIDEO C^'ruguaj*). —
una nueva iglesia.

Inauguración

de

El 14 de Mayo se abrió en imo de los barrios
obreros de Monte\ideo la nueva iglesia salesiana.
dedicada a Xtra. Señora del Rosario.
E l trabajo es obra del arquitecto Salesiano Padre
Ernesto Vespignani, conocidísimo en sur de Air.érica por las numerosas y elegantes iglesias por el
dirigidas.
A la fimción religiosa que realizó S. E. R.
Mons. Aragone, Arzobispo de la capital, acudió
muneroso pueblo.
Ocho días de.spués .se bendijo también el Colegio
de San Francisco de Sales, anejo a la nueva iglesia.
Con ese motivo hubo diversas funciones t|m*
dejaron en el pxiblico grato recuerdo. Todos se
prometen de la iglesia y colegio salesiano abun­
dantes fmetos en bien de la barriada.

LOS QUE MUEREN

Con la placidez del justo y confortado con las
Sacramentos, expiraba en Turín, el 10 de Agosto, el

Efnmo. Cardenal Richelmy.
Padre de todos, pero especialmente de los po­
bres y Imniildes, era querido por sus feligreses
con afecto filial, que les llevaba a corresponder
a las continuas bondades de su-caritativo corazón.
El amor <iue profesaba a sus ovejitas le hacía
olvidarse de si mismo para acudir a las nece.sidades de .sus amados hijos, a quienes, no .sólo
.socorría con largueza, .sino que también vi.sitaba
en sus Imniildes hogares o en los hospitales, ]>ara
prodigarles palabras de consuelo.
Sin embargo, parece (jue tenía pre<iilección
por la juventud. Era preciso verle entre los nlñ< s
de los asilos, los rapazuelos de los Oratorios, éntre­
la juventud católica y en medio de sus semina­
ristas. Para todos tenía una sonrisa, una buen.i
palabrita, algún regalito, que apreciaban sobre­
manera.
(irande era también el cariño <[ue profesaba a
la Congregación Salesiana. Siendo todavía niño
^ lía venir al Oratorio de Valdocco en comparí»
de sus padres, entrnsiastas cooperadores de Don
Bosco. Pronto hizo amistad con el Venerable, y
de entonces acá nimca dejó de favorecer la Obra.
El Instituto Cardenal CagUero, donde tantas
vocaciones de misioneros se fonnan, se debe a
su cariño por los hijos de Don Bosco, pues él acon­
sejó a sn mamá para que se lo entregara al Rdo.
Don Miguel Rúa.
Los progresos de la Obra Salesiana los con.’-ideraba como glorias propias. Gozaba cuandr»
podía decir misa en la Basílica de María Auxilia

-

3i 8 -

(!ora, a la que concurría, no sólo'en
fiestas de
Mayo, sino también siempre que^ había alguna
función extraordinaria, particularmente si se
trataba de la despedida de misioneros. •
Consideraba como una gracia especial el haberse
realizado <lnrante el tiempo que él rigió la Arquidió'esis de Turíu los Procesos Apóstolicos para
las Causas de Beatificación del Ven. Don Bosco,
de Domingo Savio y del Rdo. Don Migriel Rúa.
Por fm, agotado por el incesante trabajo, más
que por la enfennedad, y lleno de méritos, voló
al ciclo a recibir el premio de sus virtudes.
Invitamos a todos nuestros lectores a sufragar
el alnia del llorado finado. .

Muy lltre. Canónigo Don Víctor Qurrea

intelectualidad y por su honestidad en las dis­
tintas esferas sociales.
A l igual que su buen esposo, la Sra. Teresa
INIontaldo se encariñó con la obra de Don Bosco
y fue en todo tiempo su decidida protectora. Dos
hijos varones, el finado Presbítero Don Manuel y
el actual Teniente de la Parroquia de San Carlos
R. P. Pablo, llegaron a ser Sacerdotes Salesianos;
sólo una hija, Clarita, pertenecía al Instituto de
María Auxiliadora.
La buena madre, no sólo les dió alegremente a
los tres consentimiento y su bendición, sino
también se gozaba en repetir que si el Señor le
hubiese dado la vocación religiosa a todos sus hijos,
muy gustosa se los ofrecía todos.
Descanse en paz la piadosa finada.

El 2 de Agosto, en Pamplona (Ksj)aña), se dur­
mió en el Señor el Muy. lltre. Sr. Don \’ictor
(jurrea, canónigo de aquella S. J. C., después de
larga y penosa enfennerlad, sufrida con la resig­
nación propia del ministro de Dios.
Entu.siíusta de la Institución Salesiaiia, trabajó
para llevarla a la capital navarra.
Apenas iniciadas las obras del grandioso edi­
ficio, el Señor se lo llevó a gozar del premio debido
a sus merecimientos.
Una oración por el alma del ilustre Cooperador.

En Concepción. Paraguay, ha fallecido la dis­
tinguida y abnegada señora, Dña. Benita A de
Miltos.
Ella, con otras amigas, fué la verdadera ftmdadora del colegio y capilla salesianos de Concepción.
Sus merecimientos.le habrán valido, sin duda,
un gran premio en el cielo.
Mientras damos el pésame a su desconsolado
esposo, pedimos a nuestros lectores ima oración.

Don Fernando Bourdieu.

Sr. Carlos Higgins.

En Buenos Aires, Argentina, el i de Ago.stp
pasaba a inéjoT vida el insigné Códperádór Sálésiímo Don I'emando Bourdieu.
Miembro de las Conferencias Vicentinas, cuando
éstas gestionaban la venida de los beiieiiieritos hijos de Don ■Bosco a nuestro país para
instalar aquí sus casas, tocóle en suerte intervenir
en esas gestiones. P'ué siempre un admirador de
la acción .salesiana, y la Obra de Don Bosco lo
tuvo entre sus cooperadores más eficaces y gene­
rosos. Presidió la comisión central de cooperadores
salesianos y formó parte del Congreso de coope­
radores reunido en Buenos Aires el año 1900, en
adhesión al que se celebraba al mismo tiempo en
la ciudad de Bolonia. En dicha asamblea pro­
nunció un notable discurso.
Dios le haya recibido en su eterno descanso.

En la ciudad de Guayaquil (Ecuador) el 19 de
Ehero’del pte. año entregó sU alma a Dias el
Sr. Carlos Higgins, hermano del Sr. Guillenno
Higgins, miembro de la H. Jimta de Beneficencia
Municipal y admirador .de la Obra de D. Basco.
J,os Salesianos de Guayaquil y especialmente los
salesianos y alumnos del Asilo Santislevan ele^•an
sus oraciones por el descanso del alma del extinto
y presentan su raá.s sentido pésame a su afligidí.simo hennano.

Doña. Teresa Cámpora de Montaldo
En San Nicolás de los .\iroyos, Argentina, ha
fallecitio santamente la virtuosa señora Dña. Te­
resa Ctimpora de Montaldo.
l'ué decidida Cooperadora Sidesiana desde que
llegnroti a San Nicolás los primeros Salesianos,
capitaneados por el hoy Exiuo. y Rmo. Cardenal
Juan CagUero, para fundar el floreciente Colegio
Salesiauo de aquella Ciudad, donde se educaron
generaciones de alumnos qtie descxiellan por su

Dna. Benita A. de Mütos.

Otros Cooperadores difuntos,
Barcelona (España). — Dña. Teresa Güell,
Don Francisco Simón y Font; Don Luis Espasa.
Alcalá de Henares (ijspaña). — Dña. Joaquina
Terán; Dña. Olimpia Fernández; Don Santos
Pinilla; Dña. Julia Carricajo.
Jerez de la Frontera (España). — Don Iñigo
Ruiz.
Cali (Colombia). — Don Gustavo E. Chacón:
Dña. Mercedes H. vda. de Correa.
Toledo (Colombia). — Sra. Dña. Mercedes H.
de Gamboa!
^íonievideó (Uruguay). — Don Marcos Portillo.
Carapeguá (Paragxiay). — Dña. Tomasa Ra­
mírez de Montiel.

Con aprobación de la Autoridad Eclesiástica: Gerente: G EM INIANO FERRARI,
Establee. Tip. de la Sociedad Editora hueruacional. — Corso Regina Margherita, N. 174 - TÜRIN

«OOIJBX>A.I>

K O I'I'O R A .

IiVTl3>R:VA.CIOJ«^A.t^

A v e n i d a R e g i n a M a r g a r i d a , 174 - T U R f N (Italia)

THEOLO&IA DOGMATICA, MORAUS, MTSTIGA, PASTORALIS, Etc.
EACCA Sac. P B T E U S . — Theologiae moralis synopsis. Breve opus ex sapientissimis scriptoribus de E e M orali eductum et ad normara novi Codieis Juris Canonici cxaratum: Li*
bellae 12,50. Apud exteros: libellae 16,50.
H A Z Z E L IiA H O E . Archiep. Tarentinns. — Praelectiones Scholastico-Dogmaticae breviort
«orsui accomodatae. Editio quinta recognita et aucta.
V ol. I . — Tractatus de vera Religione, de Scriptnra, de Traditione et de Ecclesia ChrisU.
Libellae 25. — Apud exteros: libellae 30.
Vol. I I . Tractatus de Reo Uno ac T rin o et de Reo Creante: Libellae 25. — Apud exteros:
libellae 30.
Vol. I I I . — Tractatus de Verbo Incamato, de Gratia Christi el de Virtuííbus infusis:
Libellae 25 — Apud exteros: libellae 30.
Vol. IV . — Tractatus de Sacramentis et de Novissimis: Libellae 25. — Apud extcros:
lib. 30.
B E B A S T IA K I Sac. N IC O L A U S S. Theol. et utriusque inris Doctor, Oncollnrius a Brevibus
Apostolicis P ü P P . X I . , — Saxnxnaiinm Theologiae Moralis ad Codicem Juris Canonici
accomodatum cum lucupletissimo indice analytico:
E d itio quinta maior (1920). In -8 max.: Libellae 9,50. — Apud exteros: Libellae 12,50.
E d itio sexta minor-manualis. In 24® (cm. 9 X l5 ) cbarta indica pondere minimo, pag. 650.
Linteo contecta: Libellae 14,50. — Apud exteros: libellae 18.
K A V A L P . F E A N C IS C U S Missionariis Filiis S. Cordis B. V. Mariae. — Theologiae asceticae
et Mysticae cursas, ad usum Seminariorum, Institutorum reiigiosbnmi, ciencorum, necnon
Moderatorum animarum. Prim a versio latina ab auctore recognita et adprobata: Libellae
8,50. — Apud exteros: libellae 11,50.
G A E E I(X )U -L A G E A N 'G E Fr. E E G IN . O. P . — Theologia fundamentalis secundum S. Thomae doctrinam. Pars apologética: R e revelatione per Ecclesiam cathoUcam proposita.
Editio 1921 emendata. — Opus ju xta S. P . Bencdicti X V opiata sacrae praesertim juventuti commendatum: 2 tcm i. Libellae 45. — Apud exteros: libellae 60.
G U E T P . J. P E T E U S S. J. — Compendium Theologiae moralis recentioribus actis Sanctae
Sedis legibus Codieis Juris canonici accomodatum, habita simal ratione italici juris, cura
P . Eaph. Tummolo ej. Soc. etc. 2 vol. Libellae 50. — Apud alias nationes: libellae 65.
C A P P B L L O Sac. F E L I X S . J . — Tractatus canonico-moralis « De Sacramentis », Juxta codicem
juris canonici: Vol. I . R e Sacramentis in genere (De Baptismo, Confirmatione et Eucharistia) 1921: Libellae 20. — Apud exteros: libellae 26.
C A E B O N B Sac. C. Theologiae et Juris Canonici Doctor, in Seminario Eegionali Apulo-Lucano,
Theologiae Dogm . et Sacrae Eloquentiae Magister. — Examen Conlessariorum ad Codicia
Juris Canonici norman concinnatum: Libellae 12,50. — Apud exteros: libellae 16,50.
M Ü X E K A T I Sac. D A N T IS . — Prontuarium pro ordinandis et confessionis examinandii;
Libellae 4,50. — Apud exteras nationes: libellae 6 .
A X T O K E L L I Sac. JO SE PH . — Medicina Pastoralis in usum confessiariorum et curiarum
ecclesiasticarum. Editio quarta in pluribus aucta. Accedunt 94 figurae et 25 tabulae anatoniicae coloratae. 3 vol.; Libellae 60. — Apud exteras nationes: libellae 80.
C H E L O D I Sac. J O A X X E S . — Jos matrimoniale juxta Codicem Juris Canonici: Libellae 6,50.
— Apud exteras nationes: libeUae 8.
8. A L P H . M. D E L IG O E IO . — Theologia moralis. Editio nova cum antiquis editionibus diligenter coUata; in singulis auctorum allegationibus recognita notisque critícíset commentariis illustrata cura et studio P . Leonardi Gaudé e O n g r . Ss.mi Eedemptoris, 4 volum.
paginis 3200. In-4°, charta manufacta: Libellae 75. — Apud exteros: libellae 100.
P. G E M E L L I A Ü G . O. F. M. — De Scropulis. Psycho-pathologiae specimen in usum confessariorum: Libellae 12,50. — Apud exteros: libellae 16.
O E K I(X )T Ed. S. J. — Casos conscientiae propositi ac soluti. Opus postumum accommodatum ad Theologiae m oralis Institutiones ej. auct. Editio 4* adnorm am Codieis Juris reco­
gnita et pluribus casibus aucta a J. Salsmans 8 . I. etc.
Libellae 34. — Apud exteros: libellae 40.

K ü I 'l 'O R A .

I J V 'r ': © R ] V A . O I O B í A . I v

A v e n id a R e g in a M a r g a r id a , 174 > T U R )N (Italia)

CODEX

rU R IS

CANOm Ol

Pií X Pontifícís Maximi iussu digestus, Benedicti Papae XV auctorítate promulgatus, praefatione E.mí Petrí Cara. Qasparri et índice analytico-alphabetico auctus.
1) Editio minuta in -1 8 (cm .9 ^ xl5 )ch a racterib u sn itid islectu q u efa cillim is, chartasubtill
non translúcida.
Bine tegumento: Libellis Italicis: 7,50. — Apud exteros: L ib . 9.
Oum tegumento: 1) Lintco contectum cum titulo áureo in dorso: Lib. It. 12. — Apud exteros: Lib. 13,50.
2 ) P elle contectum dorso, áureo titulo in dorso, foliis intonsis: Lib. It. 14. — Apud eiteros:
L ib . 15,50.
3) Chagrín contectum dorso et angulis, cetera linteo, nervis in dorso distinctum omamentis aureis et tessellis cum titulo et stemmate áureo foliis intonsis: Lib. It. 15. — Apud
exteros: Lib. 16,50.
2) Editio ín-18 — ut supra — cum fontium annotatione.
Apud eiteros: L ib . 12,50
Bine tegumento: Libellis Italicis:
10,50
Apud exteros: L ib . 17,—
Cum tegumento: 1) ut supra: L ib . Ita l. 15,—
Apud exteros: Lib. 19,—
Cum tegumento: 2) u t supra: Lib. Ita l. 17,—
Apud exteros: Lib. 20,—
Cum tegumento: 3) ut supra: Lib. Ita l. 18,—
8) Editio Manualis in-12 (cm. 1 2 x 1 9 ^ ) characteríbus paulo maioríbus ac perspicuia,
eharta subtill.
Apud exteros: Lib. 14,50
11.50
Bine tegumento: Libellis Italicis:
Apud exteroa: L ib . 20,50
Cum tegumento: I ) ut supni: L ib . Ital. 17.50
Apud exteros: L ib . 22,50
Cum tegumento: 2) ut supra: Lib. Ita l. 19.50
Apud exteros: L ib . 23,50
Cum tegumento: 3) ut supra; Lib. Ital. 20.50
i ) Editio in*I2 - eupra — cum Cónríiim aniootatione.
Bine
Libellis Italicis:
16,50
Apud exteros: L ib . 20,—
Cum tegumento: 1) ut supra: Lib. Ita l. 23,—
Apud exteros: Lib. 26,50
Cum tegumento: 2) ut supra: Lib. Ita l. 25,—
Apud exteros: L ib . 28,50
Cum tegumento: 3) ut supra: Lib . Ita l. 27,50
Apud exteros: Lib. 31,—
5) Editio in-8 (cm.1 6 ^ X 26), cum fontium annotatione eharta crassiore, characteribua
frandiuB C ulis.

Bine tegumento: 1) Libellis Italicis:
Cum tegumento: 2) ut supra: Lib. Ita l.
Cum tegumento: 3) ut supra: Lib . Ita l.

21,—
32,—
35,—

Apud exteros: Lib. 25,—
Apud exteros: L ib . 37,—
Apud exteros: Lib. 40,—

Lítterae universae ad nos remittendae, bao signentur insoríptíone quae nostram offlo^
auim aliarum oapnt, respicit:
SOCIETA E D IT R IC E IN TER N AZZO N ALE . — Corso Regina Margherita, 174.
TO RINO (9 ) (I T A L I A ).
Quomodo in diem deposcentibns obtemperabimus.

R e d a c c ió n y A d m in is tra c ió n : V ia C o tto la n g o , 32 - T U R ÍN .
Texto
o

(í n

Boletín Salesiano
R E V IS T A D E L A S O B R A S D E D O N
Año X X X V Ill — N. 10.

BOSCO
Octubre 1923

^--------- ■2> c i a [ x s ------------------------------Sum arlo»

— ¡Padrea cristianoa, no deacuidéia la educación de vuealros hijoa! — Teaoro eafii
rilua L — Legenda aobre el Rosario, referida p or S }uun Capúírano. — F o^lizzo por D . Boaco.
M onseñor Santiago Coaíamogna. — E l ju ic io de un gran convertido sobre D , Boaco. — D e
nuestras M isiones: Visita a las Colonias Indígenas de los Bororos. — E l espíritu educativo
de D . Basco en el O rfanotrofio de M acao (C h in a ), — U na semana de misión

u s T o r E íR is r

A v e n i d a R e g i n a M a r g a r i d a , 174 — T U R Í N (italla )

NOVÜM MISSALE
ex decreto Sacrosancti Ooncilii Tridentini
restitutum S. Pii Y. P. M. jussii editum alio
rum Pontiñcum cura recoguitum a Pió X reformatum et SS.mi
D. N. Benedicti X Y aiictoritate vulgatum.

Minie taanimi

1) Editio typica Vaticana niírro tantum impressa, cum rubricis italicis literis resxütantibns,
in charta eubtili sed solida. Cm. 1 7 x 2 6 marginibus comprehensis.
Sine tegumento: Libellae 30. — Apud exteros: Ubcllae 42.
Contectum: 1) Sem ipdle ac tela, sectione rubra, titulo ac cruce deauratis: Libellae 60. —
Apud exteros: lib. 84.
2) Tota pelle rúbeo colore, sectione rubra, titulo ac cruce deauratis: Libellae 80. — Apud
exteros: libellae 1 1 2 .
3) Tota pelle rúbeo colore, auratis folüs, titulo deaurato in dorso ac cruce aurata in
planibus: Libellae 100. — Apud exteros: libellae 140.
2) Editio Turonica ju xta typicam Vaticanam. Cm. 23 x15 . Impressum rúbeo nigroque
colore. ¡Sine tegumento: Libellae 70. — Apud exteros: lib. 80.
Contectum: 1) Linteo, cum titulo aur«'0, sectione rubra. Libellae 84. — Apud exteros: lib. 90.
2) Oiunia ut supra N . 1 sectione vero aurata. Libellae 91. — Apud exteros: libellae 100.
3) Tota pelle, cum titulo áureo, sectione rubra. Libellae 112. — Apud exteros: libellae 120.
4) Omnia ut supra N . 3, sectione vero aurata. Libellae 140. — Apud exteros: libellae 150.
8) Editio Turonica juxta typicam Vaticanam (íí. 14 t ^ u s 2 8 x 1 9 ). Impressum rúbeo
nigroíiue colore. Textus illustrationibus nitet, chrolibinaque impressione adeo perbelli refulget,
perspicuitas literarum visum non laedit. Mínimum est pondus hujus Missalis (2 E g .) ut
a pueris eoolesiis inservientibus ferri potest.
Sine tegumento: Libellao 70. — Apud alias nationes: libellae 80.
Contectum: 1) Semipelle ac tela rúbeo colore, sectione rubra, titulo ac cruce deauratis:
Libellae 126. — Apud alias nationes: libellae 140.
2) Tota pelle rúbeo colore^ sectione rubra, titulo ac cruce deauratis: Libellae 200. — Apud
alias nationes: Libellae 220.
3) T o ta pelle, rúbeo colore, auratis folüs, titulo deaurato in dorso ac cruce aurata in plañís:
Libellae 226. — Apud alias nationes: libellae 246.
4) Editio Turonica ju xta typicam Vaticanam, manualis 1922 (cm. 10 x l 6 ). E d itio in óm­
nibus cum editione concordans, charta indica ténui et solida, cnm characteribus magnis et
perspiouis rubro et nigro impressis, accuratissima.
Sine tegumento: Libellae 28. — Apud exteros: libellae 40.
Contectum: 1) Linteo, cum titulo áureo, sectione rubra: Libellae 35. — Apud exteros: L i­
bellae 47.
2) Omnia ut supra, sectione vero aurata: Libellae 40. — Apud exteros: libellae 65.
5) Editio I Taurinensis, 1921, iuzta typicam, commodissima, in paginís conficiendis comm odilatis ratione habita, fere numquam lectorera ab una aU uliam paginam remittens, pag.
patent cm. 1 4 x 2 3 ^ , rubro-nigro impressae, cum lineis rubris in quadrum ductis, characte­
ribus nitidissimis apposite fusis, lectu valde idoncis.
Editio haeo in duabus chartis divorsis venit:
In charta indica subtili ao solida (Missal. religat. gramm. 600 pondo)
I d charta a machina crassiore (Missal. religat. gramm. 1100 pondo).
Sine tegumento: Libellae 60. — Apud exteros: libellae 65.
Contecimn: 1) Sorai-x>elle rúbea ac tela ciusdem colorís in plañís, titulo ac cruce in plañís»
folüs coloratis (vei infectis coloribus): Libellae 75. — Apud exteros: Ubellae 97,50.
2) Tota pelle rulx'a, folüs coloratis, titulo in dorso ac aurat-e cruce in planis: Libellae 90.
— Apud exteros: Ulwllae 117.
3) Tota pelle rúbea, deauratis foUis, titulo in dorso ac aurata cruce in planis: Libellae 100.
Apud exteros: Ubellae 130.

Octubre 1923.

Vi

BOLETIN SALESIANO
R E V IST A DE L A S OBRAS DE DON BOSCO
R ed a c c ió n Y A d m in is t r a c ió n : V i a C oirtoien go , N. 3 2 - T U R Í N (Italia)

¡Pailnisnistiaflos, dotaMmlaeilataúóDilemMhijos!
Una b u ena ed ucación ea la herencia más rica
que ¡os padres p u ed e n dejar a su s hijos.

Algarotti.
De las playas veraniegas, a donde el cariño
y solicitud de los papás en\dara a sus hijos
para que, reposando de sus tareas escolares, re­
cobraran vigor y lozanía, vuelve la riente ju­
ventud, los alegres veraneantes con los her­
mosos rostros teñidos de yodo, llenos de salud
y de vida que impulsaron los baños de sol y
de mar con sus misteriosas energías, en los
dos o tres meses que pudier9n gozar sin límites
de las caricias de la naturaleza.
Enjambre bullicioso, todo lo animan y ale­
gran con franquísima algazara, con sus risas
cadenciosas y cristalinas, con el regocijado
vocerío que Ueva al alma auras de primavera.
Los padres los contemplan gozosos, con esa
honda satisfacción con que el labrador mira
en la primavera sus campos floridos, promete­
dores de exquisitos y abundantes frutos.
¡Lástima grande que los niños, como las
flores, se vean amenazados por innumerables
enemigos que ponen en peligro tantas doradas
esperanzas!
El mundo, desvergonzado y corrompido,
no se recata de los niños ni respeta su inocen­
cia, ni esquiva sus miradas inocentes.
En su malicioso, satánico afán de corromper
y envenenarlo todo, no repara en inundar de
lodo e inmundicias calles y plazas, pa^os,
tioskos y revistas que sofocan con su hálito
infesto las hermosas flores de la humanidad,
los delicados cálices que se abren inocentes al
céfiro de su primavera sin sospechar que la
perfidia de los hombres secárá en flor sus co­
razones, inoculando lentamente la malicia del
pecado.
Por todas partes tropieza su debilidad e
inexperiencia con escándalos públicos, malos

ejemplos, pasiones provocativas, groserías y
obscenidades que liieren su candor y hacen
peligrar su inocencia; con lobos rapaces, cu­
biertos con piel de oveja, que procuran condu­
cirlos por los tortuosos senderos de la picardía,
del deshonor y del vicio.
¡Pobres niños, desventurada inocencia!
Por humanidad, por amor a la patria que
en la juventud y en su educación cifra su feli­
cidad, y más que nada por deber cristiano,
conjuremos los peligros que la amenazan. Sal­
vemos a los niños de la ola de corrupción que
intenta anegar en el vicio sus tiernos corazones.
Es un acto de piedad, un deber sagrado, cuya
responsabilidad a todos nos alcanza: a los
padres, en primer término, a los educadores,
a los ciudadanos... a todos cuantos obligue el
precepto divino que nos ordena cuidar de
nuestros semejantes, de nuestros hermanos;
a cuantos se preocupen del porvenir y bienestar
de la familia, de la patria, de la religión y de
la sociedad.
Si no queremos que las generaciones veni­
deras, víctimas' del brutal salvajismo y despó­
tico terror que les deparen nuestra indolencia
y culpable abandono, maldigan nuestra me­
moria, salvemos a la actual juventud, defen­
dámosla contra los innumerables enemigos que
se conjuran para perderla y procuremos educarla
según los principios salvadores del catolicismo.
Protejamos a los niños como el jardinero
a sus flores de los hielos, las orugas, de las nie­
blas y pedriscos. Cuando el peligro es inmi­
nente y amenaza la tormenta, recojámoslos
al s^u ro de la escuela, que debe servirles de
abrigo como el invernadero a las plantas tiernas
e indefensas.

— 292 —

Si la escuela es troquel de las almas y tiene
la virtud de convertir las piedras en hijos de
Abralian; si la escuela y el maestro son la sal­
vaguardia de la niñez, deben los padres ace­
lerar la partida de sus hijos al colegio para
que no se pierdan en la calle ni se contaminen
con los malos ejemplos de falsos amigos.
De.sgraciadamente no faltan padres, que,
ignorando sus deberes, se cuidan más de la
salud y robusted física de sus hijos, que de
las virtudes y de la formación del corazón, sin
reflexionar que el hombre no llega a ser hombre
sino por la educación; y por ese motivo dejan
vagar libremente a sus hijos por el arroyo,.sin
dárseles un bledo en que frecuenten o no la
escuela. Si leyeran a San Agustín, sabríarf, por
medio de esta gran lumbrera de la Iglesia, que
han de poner los padres más cuidada en educar
bien a los hijos que tienen, que no en desearlos
ni en tenerlos.
Deben saber, además, que las primeras im­
presiones que reciben los niños, la educación pri­
mera, es fundamental y determina toda la vida.
líl corazón del niño, dice Quintiliano, no
solamente es blanco para recibir las primeras
impresiones y se presta como la cera al sello,
sino que también es tenacísimo en retener lo
que recibe, conservando por toda la vida los
resabios de los primeros ejemplos que en él se
depositaron. Y San Jerónimo añade: « Tan
difícil es raer lo que se empapó en los ánimos
juveniles, como que la lana pierda el color y
tinte que le dieron al principio y recobre su
propia blancura por más que la laven. Si en el
recien formado y delicado corazón de los niños
infundís bálsamos y perfumes, rastros quedarán
por mucho tiempo del aroma delicioso ».
Pero si es censurable la conducta de los pt dres remisos en conducir los hijos a la escuela,
no lo es menos la de los que proceden con d( masiada ligereza e iijipremeditación en asunto
de tanta importancia y trascendencia.
Dado los tiempos que corremos y las ideas
que imperan, la cultura moderna por su espí­
ritu. por sus tendencias y por sus manifesta­
ciones prácticas es. en gran parte, o contraria
a la fe y a la moral cristiana, o ajena e inde­
pendiente de ellas.
De ahí que no pocas veces la escuela, que
debiera ser templo y prolongación del hogar
donde el maestro, protector de la niñez, vice­
sacerdote y vice-padre de la juventud en la
sociedad, coadyuvara y completara, haciendo
de su profesión un apostolado, la obra educa­
tiva comenzada por los padres, formando al
niño en el respeto y amor a lo que hay de más
sagrado en ellos: su alma, imagen de Dios, y

sus sentimientos e ideas religiosas, se convierta
en antro de immoralidad, en centro de corrup­
ción y semillero de cárceles, en ruina de la
niñez, en lugar de ser puerto de salvación.
Es, por consiguiente, de sumo interés e im­
portancia que los padres o tutores de los niños
procedan con cautela en la elección de escuela;
que conozcan de antemano el lugar a que con­
ducen sus hijos; la persona a quien, con su
confianza, confían su más preciado tesoro;
porque es preferible formar hombres buenos,
ciudadanos honrados, aunque de escasas letras,
que letrados sin moralidad, pues, mientras
los primeros son garantía del orden, los segundes
son el elemento más a propósito para desquiciar
la sociedad y hundirla en los abismos.
¡Cuántos padres, que, al enviar sus hijos a
la escuela, sólo pensaron en verlos coronados
de laureles, en que fueran lumbreras de la
ciencia, sin cuidarse de su educación moral,
lamentan hoy amargamente la ligereza que,
no sólo dió al traste con su loco desvarío, sino
que fué, a la vezi causa de la ruina de sus hijos
y del deshonor de la familia.!
Si en lugar de enviarlo a un centro perverso
o poco vigilado, en cuya envenenada atmósfera
se perv'ertió el corazón de nuestro desgraciado
hijo, lo hubiéramos conducido a una escuela
donde reina la moralidad o retenido en casa,
respirando el sano ambiente de familia, quizá
el mal no se hubiera inoculado en su alma, o
de haberla herido, las'tiernas caricias de la
madre o los sabios consejos de un buen edu­
cador lo hifbieran detenido en su desatentada
carrera hacia el abismo.
Conociendo, por tanto, las tristes conse­
cuencias de la ilustración sin la moralidad y
educación cristiana, evitemos el proceder de
aquellos padres inconscientes de sus deberes
o desnaturalizados, que miran con indiferencia
la formación de sus hijos. Procuremos que se
ilustren, enriqueciendo su entendimiento con
ideas y que adquieran perfecto desarrollo fí­
sico; pero no descuidemos los elementos, los
principios de recta moralidad cristiana, que
hacen de los individuos ornamento de la so­
ciedad, honor de las familias y gloria de la pa­
tria.
*
* *
Plutarco, gran filósofo y maestro de Trajano, en un libro que escribió sobre la manera
de criar a los hijos, después de encarecer este
negocio, diciendo que es la raiz y fuente de
todos los bienes, y que ninguna de las cosas
humanas, como son riquezas, nobleza, honra,
hennosura, salud y fuerzas debían los honibres estimar en tanto como la buena educación
de sus hijos, termina diciendo que lo que mas

■ I
— 293 —
hace al caso, lo esencial de este negocio es que
se busquen para los hijos, maestros cuya vida
no esté mancillada con vicios, cuyas costum­
bres sean irreprensibles y de cuya probada
nrtud, se tenga mucha noticia y experiencia.
Esto mismo \*iene a decir San Juan Crisóstomo cuando escribe: « Grande y rico depósito
de Dios son nuestros hijos, guardadlo con gran
cuidado, para que no os lo roben los ladrones ».
Pues si tal es la importancia de la persona­
lidad del maestro, la prudencia más elemental
aconseja que los estudiemos antes de confiarles
nuestros hijos.
Para que los educadores estén a la altura de
su misión y merezcan la confianza délos padres,
deben ser tales, que puedan sustituirlos a ellos
en el sacrificio y en la solicitud, a la madre;
que posean, además, la ciencia, la paciencia
y firmeza, que no raras veces faltan a los padres.
Es necesario que los hombres a que se confían
los seres más querido.s, pedazos del corazón,
tengan conciencia de sus deberes, y asuman
ante Dios, la familia y la sociedad la responsahilidad de su misión, que consiste en formar
la n’.ente y el corazón de sus alumnos segiín
los sanos principios cristianos, dirigiéndolos
como a tiernas plantas por el camino del bien
y de la virtud.
Deben, por lo tanto, conocer y respetar los
derechos de los niños; que rio debén ser erigáñádos, corrompidos ni extraviados, sino formados
con rectitud y delicadeza, a fin de no incapaci­
tarlos o perderlos con e.xcesivos miramientos,
mimos o adulaciones, ni con rigor exagerado.
En una palabra, deben cultivar con cariño
de padre y celo de sacerdote las almas inocentes
de los niños, que se abren a la vida e.spirítual,
desarrollando en ellos la memoria y el enten­
dimiento, disciplinando y fortaleciendo la vo­
luntad, fomentando y educando los sentimientos
estéticos, morales, sociales y religiosos para
dotarles de un carácter capaz de afrontar y
superar más tarde las contingencias de la vida.
•\lguien comparó, con un sitrdl verdadera­
mente hermoso y original, los maestros con los
sacerdotes, diciendo:
< Los Prelados entregan cálices a los sacer­
dotes, en la consagración, para que los llenen
ron la sangre de Cristo, y Dios, Señor nuestro, la
sociedad y los padres, entregan también cálices a
los maestros para que los llenen con la verdad,
las virtudes y el amor a Cristo Redentor, y esos