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BOLETÍN SALESIANO
REVISTA DE LAS OBRAS DE DON HOSCO
Alo XXXÍX.
DICIEMBRE 1924
Número 12.
L U B IA N A . — S u e v o S a n tu a rio de M aría A u x ilia d o r a , ooneagrado e l 8 de eepU em bre 1924.
R eiiaccióo j
AdminístraciÓD: V ia Cottolenso N . 32 - T U R IN , 9 (Italia).
^ C3 r
J
m
CO O PER A D O R ES SALESIANOS
O m odo práctico para m oralizar la sociedad.
Es el periódico oficial de las Obras y Misiones Salesianas, que' se envía
mensualmente a los Cooperadores Salesianos y a las Cooperadoras Sa
lesianas, o sea a los que sostienen dichas Obras y Misiones.
Salesiano,,
Fundador de las Obras y Misiones Salesianas y de los Cooperadora
Salesianos es el Venerable Padre Don Juan Bosco (1815-1888) apóstol de la juventud y fundador
de la Pia Sociedad Salesiana y de las Hijas de María Auxiliadora.
*'Bo!eifn
G oopeP odoPB S
S o le s io n o s »
L a Unión de los Cooperadores Salesianos — como dice Don Bosco — no
vínculos de conciencia y por lo tanto pueden participar las familias
seglares y religiosas, y los institutos y Colegios, por mediación de sns
padres o Superiores.
Las condiciones establecidas por Don Bosco para ser inscriptos en la Unión de Cooperadores
Salesianos son:
1. Tener 16 años de edad.
2. Gozar de buena reputación religiosa y civil.
3. Estar en grado de promover por sí mismo o por otros, con oraciones, ofertas, limosnas
o trabajos, las Obras de la Pía Sociedad Salesiana.
N B. — Los que desean inscribirse entre los Cooperadores y sobre todo aquellos que proponen
nuevos socios, reflexionen sobre la tercera de las condiciones, requerida por el Venerable Fun
dador; es a saber: que puedan promover por si o por otros, con oraciones y limosnas — qoe
compensen por lo menos el envío gratuito del « Boletín » — las Obras Salesianas.
Los pedidos de inscripción envíense directamente al Rector Mayor de los Salesianos, Cottolengo
32, Torino, 9 — Italia.
En el Cinciientcuarlo de las Misiones Salesianas (1875-1925) recomenuamos a todos la celebración de Jornadas Misioneras a favor de las
Misiones Salesianas, para que se difundan con su conocimiento sus ma
chas necesidades — «»extendiendo el marco de las simpatías y procurán
doles el apoyo de todos los buenos — Es cierto que las Jornadas Misioneras no recogerán de
golpe la ayuda necesaria. Nuestros Misioneros piden por ejemplo con insistencia diaria, géneros
y objetos para el sagrado ministerio, y principalmente telas, vestidos, calzados, para sus huér
fanos y neófitos, medicinas y mil otras cosas necesarias para el inicio de la vida civil de los nue
vos cristianos.
Indicamos pues, a las Casas de Comercio, esta grande obra de civilización y de fe, rogán
doles quieran enviar al Rector Mayor de los Salesianos Don F E L IP E R IN A L D I, Cotto32 - TO R IN O (9) - Italia, cuanto estimen oportuno dar a las Misiones Salesianas. 0
Señor, por las fervorosas plegarias de los protegidos, bendecirá sus negocios proporo'»*
demente a su generosidad.
ObPQ gP O n ds
C Q P id üd ,
Bnofo de
las ofepías.
Ruégase enviar las limosnas y ofertas directamente al Rmo. Retíos
Mayor de los Salesianos, que es asimismo el Director General de la Uniío
de Gx)peradores Salesianos y de las Cooperadoras Salesianas, con «si*
dirección: Rmo. Sr. Don F E L IP E R IN A L D I - Oratorio SalesieM *
CottcdengQ, 32 - TO R IN O (9) - Italia.
356 -
El Oratorio con su Programa máximo.
{Discurso leído for un P . Salesiano en el Congreso Cultural de Venecia).
¡Cuán grato es hablar de este tema todo de
dicado a la juventud, bajo el auspicio de Sto.
Tomás de Aquino, cuya edad juvenil fué tan
pura y se inspiró en los más santos ideales!
¡El Oratorio! He aquí un oásis delicioso de
redención y de paz para tantas almas. Muy
gloriosa es su historia. Baste recordar sus co
mienzos con San Felipe Neri y el Cardenal
Borromeo, y las benéficas tradiciones que nos
legaron, las cuales, vivas y florecientes, lian,
llegado hasta nosotros; y más recientemente el
grande impulso que le ha dado el Ven. D. Bosco.
El quinto de los Congresos sobre Oratorios y
Escuelas de Religión, se ocupó ex profeso, de
las varias formas históricas de esta santa ins
titución, y publicó un volumen que el llorado
P. Albora, segundo sucesor de D. Bosco, envió
a todas las diócesis y parroquias de Italia.
En tal estudio aparecían bien claras las va
rias formas de su desarrollo en conformidad
con los diversos lugares y con las necesidades
cada vez mayores.
Aquí hablaremos de una de estas formas, que
mientras responde a las necesidades imperiosas
de los centros más poblados y agitadores de
las grandes urbes industriales, puede también
adaptarse^ sin gran dificultad, a los centros
menores: nos referimos al Oratorio con su Pro
grama Máximo.’
Quién', entre otros, mejor intuyó el Oratorio
ftsí concebido y ampliado, creo haya sido el
Ven. 1). Bosco, impulsado por urgentes nece
sidades locales a salvar una juventud, que pa
recía la más refractaria y rebelde a todo lo santo.
Estudió a los jóvenes que estaban en peligro o
moralmcnte más enfermos. Las cárceles de Turín
fueron su primera clínica; su maestro y guía,
un sacerdote a quien se espera ver pronto sobre
los altares, el Ven. Cafasso, que con celo intré
pido, subió al patíbulo más de 6o veces, para
abrir a los ajusticiados, como hiciera Jesús con
oí Buen Ladrón, las puertas del paraíso.
En aquellas cárceles, en aquella clínica, Don
Bosco había visto no pocos jovencitos, delin
cuentes precoces. « ¡Infelices, decía, vosotros
tenéis más necesidad del sacerdote, que del
carcelerol * Y viendo en los barrios populosos
a centenares de jó\'enes que desconocían com
pletamente la Iglesia, ¿qué hace el buen Sacer
dote? Se dedica en Turín a la obra de los Ora
torios con nuevos bríos y con industrias tan
atrayentes, que las turbas juveniles lo rodean
por millares; el Municipio y el mismo Gobierno
se alarman; y se requiere la inter\’ención del Rey
Carlos Alberto para dejarle completa libertad
en sus acciones.
He aquí las principales características de este
tipo providencial de Oratorio.
Grandes patios, con inmensa variedad de
juegos y diversiones, gimnasia y cualquier otro
género de deporte; teatro, música vocal e ins
trumental...
Cierto día preguntaba a D. Bosco un ilustre
eclesiástico de Marsella, si podía tolerarse la
música en los Patronatos y Oratorios; y Don
Bosco le respondió: « Un Oratorio sin música,
es cono un cuerpo sin alma ». H oy día se añaden
el cinematógrafo, el balón-pie, los exploradores,
batallones infantiles etc.
Mfis especialmente, tres medios son indis
pensables.
Es el primero: Abrir de par en par las puertas
del Oratorio a todos, sin distinción, y con mil
industrias, atraer el mayor número posible; igual
que hace la Parroquia, casa de todo el pueblo;
y el Santuario, refugio de todos los pecadores.
E n los comienzos de un Oratorio situado en
las afueras de Turín, pasaba cierto día, por
delante del mismo, un equipo de fout-bollistas
rojos. Era el tiempo en que imperaba el bolche
vismo. Los muy curiosos, al sentir tauta alga
zara, se detienen; y ver al sacerdote y entrar
prepotentes gritando, fué todo una misma cosa.
Pero bien pronto se detienen sorjjrendidos, desar
mados. Uno de aquellos sacerdotes, el director,
les ha salido al paso del modo más afable qne
pueda imaginarse, les recibe con los brazos abier
tos, como amigos esperados desde mucho tiempo,
y sin más les invita a jugar con el equipo dd
Oratorio.
Estuvieron jugando por espacio de una hom
con gran entusiasmo, y al partir, aquellos jo
venes bolcheviques estaban, sino con^•e^tido«,
ciertamente conquistados. Prometieron volit
en la fiesta siguente y, en prenda de ello, 2cruzar el dintel del oratorio lanzaron un tripfe'
original y entusiasta: ¡Viva! « ¡Viva Lenin! *
« ¡Viva D. Bosco! * * ¡Viva el director! ■'
Mas ¿cómo puede concebirse, dirán algucc^'
aglomeración tan variada y peligrosa de semojantes grupos juveniles así mezclados y conftü^'
didos?
.
He aquí la respuesta en el segundo e indis
pensable medio:
— 357 —
U na sa b ia organ ización .
El profano que vea superficialmente una
colmena, mientras las abejas solícitas y- discretas
van y vienen sin cesar, no entiende nada del
orden admirable que reina en aquel aparente
desorden.
Las masas juveniles que pueblan el Oratorio,
se componen generalmente de cuatro quintos
que son asiduos, constantes, provistos del librito de asistencia, 5^ el resto lo forman los in
decisos e inconstantes.
A estos últimos, principalmente, ha de saber
el director tenderles las redes del amor, de suerte
que pasen presto al número de los efectivos, de
los que son el alma y vida del oratorio. Entonces
solamente podrán inscribirse en las « Varias
.\sodaciones y Círculos » del Oratorio, donde
con arte maravilloso se les atiende más de cerca
y se les fonna para la vida cristiana y religiosa.
He aquí las varias organizaciones:
La Compañía de S. Luis para los pequeños
hasta los doce años. L a de S. José para los mayorcitos hasta los diez y seis; después uno o
varios círculos con diversos nombres; y de todo
el conjunto se eligen los Grupos Eucarísticos,
que forman el << Pequeño Clero ».
Y en las compañías, y en los círculos se les
imparten instrucciones y conferencias de ca
rácter religioso y social, preparándolos poco a
poco para engrosar las filas de las juventudes
católicas.
Pero esto non basta: Del Círculo o Círculos
existentes irradia una vasta orgunizarión de
obras menores: La Caja de ahorros, la Biblioteca
circular, la Sección « Charitas » para visitar
y socorrer a los jóvenes enfermos, la Sección de
orden para promover nuevas iniciativas y mejo
ras en pro del Oratorio, la Sección Misionera,
la Buena prensa, la Cultura, la Oficina de colo
cación, y hasta la Cantina a disposición del
Urculo y de todo el Oratorio, a fin de que los
jovenes no tengan que salir para satisfacer «us
?ustos inocentes.
Pero notad bien otra providencia. E sta ju
ventud de tal forma organizada viene a cons-tnir indispensablemente el elemento vital,
¿a osamenta del Oratorio; forma sus músculos y
sns nervios; es como el armazón que anima y
sostiene a los colosos modernos de cemento
armado. Tales asociaciones, además de formar
tantas secdónes del Oratorio, son tam
icen la> que propordonau los mejores elementos
la formadón del personal directivo. Es
ellos precisamente donde se escogen los
^^stentes, los Catequistas, y los Cooperadores
para la buena marcha así general como índi\*ide cada una de las secciones.
E l tercer medio, el medio sumo, aun más, el
medio esencialísimo:
U n a buena in stru cción y form ación
religio sas.
¡Religión! sí, ¡Religión! Sin Dios y su gracia,
sin Jesús y su doctrina inútilmente trabaja
quien quiera educar y salvar la juventud. Pero
a esta juventud, ávida de belleza, de fantasía y
corazón exuberantes, ha}»^ que presentarles la
Religión simpática, atrayente, fascinadora.
Por esto el Oratorio ha de tener una Iglesia
donde se organicen funciones sagradas, en las
cuales deben tomar parte los mismos jóvenes
atendiendo al servicio del altar y con el canto
colectivo. Uno de los medios eficaces emplea
dos por Lutero en su propaganda fué, precisa
mente, la ejecución de cantos sagrados por todo
el pueblo. ¡Qué cante todo el pueblo! Tal es
el gran deseo de los Cecilianos. ¡Qué cante todo
el Oratorio! He aquí un medio poderoso de edu
cación religiosa.
¡El serxricio del Altar! ¡Imposible es decir lo
que disfrutan los jóvenes del « Pequeño Clero »al
entrar en el Presbiterio desfilando devotamente,
con sotanas negras, azules o encarnadas, con
blanquísimos roquetes, y donde se puede, con
bonetes, fajas y esclavinas; y así revestidos to
mar parte en las fundones sagradas! Y no un
* Pequeño Clero » compuesto solamente de
niños, sino de estudiantes de primera y segunda
enseñanza y aprendices de los diversos artes y
oficios.
'i'iene además el Oratorio la Instrucción reliposa. « luz i.,i.u ,.t„a l, llena de amor )>, que se
imparte convenientemente
-«^dones o cate
gorías en aulas apropiadas, y desde el
a todos simultáneamente; la instniccjón reli
giosa corroborada con la frecuencia de los santos
Sacramentos.
Ved un gran número de jóvenes asiduos que
todos los domingos se acercan a la Confesión o
Comunión; vedlos cuando llega una gran solem
nidad religiosa, o al menos una vez al mes, al
celebrarse el piadoso ejerdeio de la Buena Muerte
hadendo Comunión General. Con este germen
de vida celeste, se obtienen milagros aún en
los barrios más disolutos, y en los jóvenes que
pasan sus días en el ambiente más corrompido.
E stas almas y estos corazones así alimentados,
que pasan por el fango sin contaminarse, sor
flores elegidas del Tabernáculo, triunfos subli
mes de la gracia divina.
Religión con sus fiestas espléndidas, proce
siones y otras grandiosas maniíestadones, dondt'
una turba inmensa de jóvenes engalana, canta,
toca, declama y goza; en la Iglesia en los pati(
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358 -
y en la vía pública, en una imponente manifes
tación de vida exuberante; regocijada por la
tarde con públicos conciertos, iluminaciones,
fuegos artificiales; un conjunto, en fin, de
cosas que suscita y crea los más sublimes entu
siasmos.
Religión con sus peregrinaciones alegradas
por cantos, música, conciertos, meriendas, con
secciones de ciclistas y exploradores, amenos
paseos y festivales públicos de ejercicios gimnás
ticos; Religión con sus Ejercicios o Retiros es-
música, ensayos dramáticos, círculos, reuniones,
conferencias, etc., etc.
Y tampoco queda el Oratorio como un ente
aislado, sino que en el mismo radican las Aso
ciaciones de los padres de familia, pues como
dice un proverbio flamenco; « Quien tiene la
mano del hijo posee el corazón del padre r, está
allí la unión de los exalumnos que se reúnen
por la noche en el propio círculo y que renuevan
con frecuencia las comrmiones generales; y allí
está finalmente el indispensable Comité de las
H u e rfa c ilto s d e {guerra I ta lia n o * r e c o g id o s en e l colegí*
pirituales para los mejores socios de las Com
pañías Y de los Círculos; Religión haciendo in
tervenir anualmente al Obispo para administrar
el sacramento de la Confirmación y para pre
senciar el filial homenaje de gratitud que le
ofrecerán como a Pastor de la Diócesis.
lY esta obra es diaria, constante, sin vacacio
nes! El día clásico es el domingo. Se abre en las
primeras horas de la mañana, durante las cuales,
ípiienes lo desean, van entrando en la iglesia para
confesarse, y siguen alternando varias ocupa
ciones, hasta entrada ya la noche, que se ter
mina con una función de teatro u otro honesto
pasatiempo.
En los días feriales se abre cuando terminan
las clases oficiales y el trabajo, para dar lugar
a las escuelas profesionales nocturnas, clase de
Damas protectoras. Después de lo dicho ¿no ce
parece ya completa la formación del joven?
Sus músculos encuentran en los deportes el
ejercicio necesario para el desarrollo armónico
y progresivo; su espíritu recoge en las clases,
en las compañías y en la iglesia la luz de las in
teligencias y la doctrina de la Fe; y el corazón
y la voluntad adquieren con la oración y coo
los sacramentos, dos generadores de fuerzas
sobrehumanas, que producirá siempre, atm
en los más extra\-iados, el regreso feliz al recio
sendero.
Cuentan algunos naturales, que existe en d
Uruguay, cierta planta llamada • Sirena . El
caminante que atravesando aquellas inmer''S5
praderas pasa junto a élla, encantado
^
belleza, aspira con deleite su perfume embns-
¥
— 359 —
gador. Pues bien, dicen que la impresión cau
sada en el olfato por tal perfume, retoma. In\ade deliciosamente los sentidos, sube a la ca
beza, penetra el cuerpo todo, y lo envuelve con
tan mágico poder nostálgico, que se ban visto
personas exaltadas recorrer leguas y leguas p o r
aquellas amplísimas llanuras en busca de la
planta rara y misteriosa cuyo perfume -no era
otra cosa que un lejano suavísimo recuerdo.
Del mismo modo la juventud de aquel que se
templó para la vida en la escuela de un grande y
jPor esto volverán! Llegará un día. sonaiá
una hora en la cual se postrarán de hinojos
como nuevos hijos pródigos, ante aquel que
escuchó las primeras faltas de su niñez... ¿Será
pronto o será tarde? ¿Será después de una caída
más grave o de una felicidad inesperada? ¿Será
la víspera de una gran catástrofe o la vigilia
de una gran decisión? ¡No lo sabemos! Ks V l
secreto de Dios: ¡pero ól volverá! Y esta es la
más pura alegría, la más grande recompensa
que recibe en la'tierra nuestro celo por las almas.
4c ici H liat «ie M a r ía A u x ilia d o r a de S a s s i, Tu rin*
cotidiano Oratorio festivo, deja en su ánimo tal
impresión, que es capaz de perfumarla intensa
mente con nostálgias de gratos recuerdos, senhnuentos y reclamos. Mas, confesémoslo también francamente, a pesar de los sacrificios de
«cmpo, de energías y de dinero que cuesta un
•ístorio. a pesar del heróico aportamiento de
fuerzas que en él gasta quien lo dirige, no siem
pre quienes lo frecuentan corresponden y per-yeran fieles. A veces la vida se presenta tan
y el mal tan seductor, que algunos quedan
5®^ehos en las mallas de sus redes. Mas, no
que desesperar ¡ellos volverán! Tomarán
--c;-idos por el perfume de la juventud pasada
® el Oratorio, pues, ¡no en vano se invoca a
‘
y María qn la edad de los entusiasmos y
las puras ternezas!
No sé si he manifestado claramente lo que es
el Oratorio, esta casa del jóven, esta palestia
religiosa, ética y social de los hijos predilectos
del pueblo, sonrisa y esperanza de la Religión y
de la Patria. * Sinite paivmlos venire ad me »,
deda Jesús. Dejad que los niños vengan a mí.
' Puer, senatus' populusque futuras *, excla
maba Roma. — El joven de hoy es el senado,
es el pueblo de mañana.
Tributemos, pues, nuestro aplauso a tan noble
y providendal institudón; con todas nuestras
energías debemos estudiarla, difunchrJa y sos
tenerla.
Apresuremos el día, que en cada pueblo y en
cada dudad se establezcan Oratorios festivos,
y de este modo sonreirán a nuestra amada pa
tria días cada vez más gloriosos.
— 36o —
Nueva expedición de Misioneros Salesianos.
Ames géaéreases, compatissaaies, rempUes d^eiernlté. (Jules Simón).
iSublime vocación y heroísmo sin igual los
del misionero católico!
¿Quién ha dicho que han acabado las grandes
gestas del Cristianismo, y que el mundo mo
derno paganizado ya‘ no produce almas nobles,
corazones generosos capaces de los más altos
heroísmos, de sacrificar la juventud, los goces
sibaritas de la ailtura, los caprichos del dinero
y hasta la propia vida en aras del ideal, en ser
vicio de su Dios y bienestar de sus hermanos?
Sin negar que en nuestra sociedad, invadida
por un espantoso sentimiento de indiferencia,
por un concepto materialista de la vida, por
una sed insaciable de placeres, por un deseo
nunca satisfecho de diversiones, y, en fin, por
un modo de vivir desordenado y propicio a todas
las desviaciones tanto físicas como espirituales,
hay mucho mal, mucha vulgaridad y pequenez,
sería ignorancia incalificable, una grande
injusticia el desconocer que en la tierra florecen
también muchas virtudes, que hay almas se
lectas, ángeles en carne humana que son la ad
miración del cielo y gloria de la humanidad.
Hoy, como ayer y como siempre, en el lozano
jardín de la Iglesia brotan con fecundidad inago
table, al soplo de la gracia y al calor del divino
amor, flores de pureza y santidad, varones apos
tólicos, que, sintiendo como propias las miserias
de sus semejantes, llevan su abnegación y sacri
ficio hasta el heroísmo: rompen con todos K>
vínculos terrenos y abandoivan, con sus como
didades, hoear, p«ula y familia, para lanzarse
A iiítves de mares y regiones lejanas e inexplo
radas a la conquista de las almas.
ho que ocurre es que las virtudes se ocultan
generalmente a las miradas de los hombres
superficiales, que no ven más que las escorias
que sobrenadan; y por eso su juicio se asemeja
al de los que hablan del fondo del mar por las
algas que arroja a la playa la tormenta, y des
conocen las perlas y corales que oculta en su
seno.
Ardiendo está hace ve in te .siglos la luz del
Kvangelio como único faro en medio de las
tinieblas y tormentas que han caído sobre la
pobre humanidad, y arde hoy día y luce más
que nunca, y parece que va a convertirse en
incendio que cubra todo el horizonte.
¿Qué importa que los eternos enemigos de
la luz se apresten a la lucha? A los Ku-KluxKlan y a los Komsomol que, con odio satánico,
quisieran acabar con la civilización cristiana,
y, sobre todo, con el catolicismo para sembrar
el mundo de ruinas y miserias, la Iglesia católica
opone el proselitismo, el entusiasmo de millares
de sus hijos que, encendidos de ardiente celo
por la gloria de Dios y ansiosos del bien de las
almas, trabajan denodados por toda la redondez
de la tierra, para hacer de la humanidad un
solo rebaño bajo la égida amorosa del verdadero
Pastor, Dios.
Y en esta lucha secular entre el bien y el mal,
la luz y las tinieblas, en la que « portae injerí
non praevalebuni », porque está empeñada la
palabra de Dios; tiene un puesto de honor tam
bién la Congregación Salesiana, los hijos de
Don Bosco, que, recogiendo la herencia de sn
Fundador y Padre, y secundando los designios
del Papa, contribuyen con su esfuerzo a difundir
la verdad, a propagar el incendio que ha de
purificar y transfomrar el mundo.
¡Día hermoso el 5 de Octubre del mes pasado!...
A la consigna de orden, 103 nuevos misioneros
salesianos, guiados por otros varios veteranos
de luengas y pobladas barbas, se postraban de
hinojos a los pies de María Auxiliadora su Ca
pitana, en la Basílica de su nombre, en Turín,
no para velar las anuas, que estos azorosos
tiempos no dan lugar para dio, sino para recibir
la bendición del Superior y las armas y bandera
de los cnizados de la Iglesia: el crucifijo, y es
parcirse por el mundo a librar las batallas del
Señor, a derramar su vida en las florestas, cirilizando a los salvajes, donde tal vez, como
premio y final de sus trabajos, hallarán la muerte
entre las garras de las fieras, o el hierro del ver
dugo; o bien a consumir su juventud y energías
en un ambiente de mortales miasmas, en un
lazareto de leprosos, prodigando consuelos a
los corazones lacerados de aquellos pobres hijos
del dolor.
¡Qué escena más consoladora y cristiana!
Al ver a esos generosos soldados de la cnu
rodeando al pastor de la iglesia, que re\’estido
de hábitos pontificales y acompañado por d
Capítulo Superior Salesiano comienza el rezo
de los caminantes, nuestra imaginación y es
píritu de fe nos trasladan a quella otra so
lemne escena del Cenáculo, donde el Salvador
del mundo, después de haber fortificado con
su sangre y carnes inmaculadas la debilidad
de sus discípulos, les ordena marchar a la con
quista del mundo con las divinas palabras:
* eumUs docete omnes gentes ».
— 36 i —
Ya los nuevos misioneros han sido annados
caballeros, y, mientras la multitud de pueblo,
de niños del colegio y demás salesianos les con
templan con admiración y santa envidia, el
experimentado Obispo misionero D. Gabriel
Perlo. Prefecto Apostólico de la Somalia, co
mienza sus recomendaciones de despedida
anunciándoles penalidades sin cuento que hacen
derramar lágrimas de compasión a muchos fieles.
Tal vez el buen Pastor quiere probarlos, pero
no logra con sus palabras más que acrecentar
el entusiasmo, a juzgar por el centelleo que
alumbra los ojos de todos ellos. Así ha debido
comprenderlo también el celoso Obispo, porque
cambiando de disco y contagiado sin duda por el
ardor juvenil, ha continuado diciendo; « Volad
almas generosas a salvar a tantos de nuestros
pobres hermanos que yacen en la ignorancia de la
fe. Vosotros que en el altar de la caridad sacrifi
cáis cuanto hay de más amado en el mundo:
patria y familia; vosotros que en la florida ju\entud renunciáis a los halagos del mundo, a las
comodidades de la vida civilizada y quizá al por\enir risueño que y a vislumbrabáis en el hori
zonte de vuestra patria; vosotros que espontá
neamente os consagráis a una vida de continuado
holocausto, aun sabiendo que" debéis consumar
%Tiestro martirio en la oscuridad, solos e igno
rados, sin tener, fuera de Dios, quien enjugue
\uestro sudor y seque vuestras lágrimas, ni
ai)recie vuestros trabajos y los recompense y
derrame sobre vuestro sepulcro una lágrima,
y, a pesar de todo, partis alegres anhelando
poder sufrir y morir para fecundar las áridas
tierras donde esparciréis la semilla divina que
vuestro sacrificio hará germinar exuberante.
Partid, heraldos del Evangelio. Vuestra
magnanimidad excita nuestra admiración y
benevolencia, porque no os lanzáis a los mares
llevados por miras egoístas y humanas, ni con
ansias de honores, porque váis a sepultaros en
la oscuridad; no os conduce el afán de riquezas,
ya que os habéis despojado de cuanto teníais,
ni el deseo de placeres, porque deberéis comer
vjestro pan empapado en lágrimas; vuestro
i leal es mucho más alto y noble: os sentís lla
mados por el amor, la compasión que experi
mentáis al conocer la triste condición de tantas
pobres criaturas que yacen en la degradación
más deplorable, semejantes a los brutos, y que
nosotros queréis rehabilitar, redimir a la con
dición de hombres civilizados, de hijos de
Dios.
Marchad, almas llenas de eternidad. Los ángeles custodios de los pobres que váis a evan
gelizar os contemplan con amor, porque os
^*mejáis a ellos. También vosotros, aunque
por el polvo de la tierra, tenéis
vuestra mirada fija en el cielo, vuestro espíritu
absorto en la justicia y misericordia de Dios;
lleváis y a la eternidad en vuestros corazones,
vivís de eternidad.
Eso es lo que os hace batir las alas de la ca
ridad, afrontar toda suerte de dificultades y
fatigas; lo que da fuerza irresistible a vuestra
palabra y os hace héroes. Sois almas llenas de
eternidad. No se puede hacer mayor elogio de
vosotros.
Para muchos estas palabras son incomprensi
bles, pero no para vosotros que daríais gustosos
la vida por la salvación de una sola alma.
Que el Señor guíe vuestros pasos; nosotros
os seguiremos con nuestra admiración y reco
nocimiento ».
Luego que terminó el bondadoso Prelado,
mientras el órgano alborozado desgranaba una
cascada de alegres notas, los misioneros iban
a recibir entre los brazos del Superior los últimos
consejos. E l ambiente estaba saturado de emo
ción, pues todos sentíamos asomar a nuestros
ojos dulces lágrimas.
***
Por la tarde hubo otra reunión de despedida
en el teatro del colegio; mas no se crea que las
nuevas impresiones disiparan las agradables
emociones de la mañana, porque todo iba en
caminado al mismo fin.
Se proyectó una hermosa película de nues
tras Misiones del Congo Belga, que da íiua idea
bastante completa de la labor que allí realizan
los Salesianos. No solamente el misionero es el
ministro del Señor, sino también el médico, el
artista, la madre y el todo entre aquella pobre
gente, pues lo misuio «rxspga a los niños a lavarse,
que hace ladrillos, dirige la carpiuu.r£o y herrería,
que cura las llagas purulentas de los enfermos.
Muchos de los que la contemplaban sentían,
sin duda, deseos de imitarlos. ¡Ojalá se pro
yectara en todos nuestros colegios, pues los
niños podrían darse cuenta de lo sublime que
es la vocación del misionero!
San Luis, rey de Francia, tenía la máxima de
no contradecir a nadie, sino en caso que de no
hacerlo se siguiese pecado o daño grave, procu
rando así evitar contestaciones y disputas. Mas,
cuando convenga contradecir y oponer el propio
dictamen al de otro, ha de ser con gran dulzura
V discreción, no ■ pretendiendo violentar el juicio
ajeno, porque así como así. nada se saca de tomar
las cosas con asperezas.
S a n F ranclsco
de
S a i .e s .
— 3^2 —
Gratitud de un leproso.
{En honor del representante del Rector Mayor,
Padre Vcspignani)
Señoras y señores:
Consta por tradición, que allá, en épocas
remotas, cuando la sencillez en las costumbres
y la sinceridad de los afectos ennoblecían la
vida y la dignificaban, muy más que el vanidoso
esplendor y la pérfida simulación de ogaño, la
tribu o las familias, para celebrar sus fastos,
congregábanse, bajo la amorosa autoridad de
sus ancianos, a la sombra de árbol centenario,
y allí, heiicbido de gozo el corazón, paladeaban
la miel de las colmenas y la más dulce aún de
añorar las virtudes excelsas y los hechos magní
ficos que glorificaran su raza.
Así hoy, en este « Jardín de los Suplicios »,
a usanza de aquellos tiempos dichosos, la fa
milia salesiana en la cual hemos sido generosa
mente admitidos los estigmatizados del Dolor
y la Tristeza, de todos rechazados y aborrecidos
por todos — se agrupa al amor del inmortal
Don Bosco (árbol gigante qüe, clavadas las
raíces, en la entraña más honda del suelo piamontés, cubre con su dosel la Rosa de los vien
tos), y nos invita a compartir con ella el sabroso
panal de la fraternidad, porque día blanco y
venturoso es éste en que, más que de años, car
gado de merecimientos, uno de sus ínclitos
varones, peregrino infatigable del deber, pasea
sus miradas complacidas por la abundosa mies
plantada y diligentemente cultivada por sus
hijos en el fecundo suelo colombiano... Rego
cíjense, pues, nuestro^: corazones, que día de
júbilo
y alegren con su armoniosa risa
los cascabeles esta pascua florida de los cora
zones...!
Y para que el viejo rito, dentro del cual se
ha querido enmarcar la decorosa y familiar
solemnidad de este acto, no sea menguado ni
sufra menoscabo alguno, ensayará mi desauto
rizada voz, como el mejor obsequio a nuestro
ilustre huésped, reseñar siquiera los beneficios
con que la comunidad salesiana ha rociado las
calcinadas arenas de esta playa solitaria y le
jana. a cuyo desamparo un fatídico vendaval
arrojó para siempre a los náufragos del Infor
tunio...
Y , a fe mía, no me será difícil salir airoso con
mi empresa, pues que la acción salesiana no
lia sido aquí diferente de la que ha dilatado por
el orbe entero el tumultuoso raudal de sus aguas
lústrales, que así han fecundizado la populosa
ciudad plena de luz, como la apartada aldea
envuelta en melancólico claro-oscuro crepus
cular, y como las enmarañadas selvas, guarid: s
de fieras y salvajes...
Esas aguas de milagro también han deslizado
su piedad a través de este zahereño desierto en
donde aúlla el famélico lobo de la desesperanza,
y de ellas bebe la fatigada caravana que atem
pera sus pasos a la Morada Feliz que sólo brin
dará con su reposo inalterable a quienes mues
tren, al final de la jom ada, ensangretados los pies
y de espinas coronada la frente... Decidlo sino,
vosotros, compañeros de exilio que me escucháis;
Cuya es aquella mano bendita que, resuelta y
compasiva, se tiende solícita al niño desvalido, a
ese desdichado sér que recibió con la existencia
la infinita pesadumbre de una cm z que des
gaja sus hombros y lo agobia y lo abate y lo
anonada, para alzarlo de su postración y ali
gerarle la carga; para secar el llanto de sus ojos
prematuramente entristecidos; para brindarle
pan y techo, si los ha menester; para darle
abrigo y reparar su desnudez; para despertar
su razón y llevar hasta ella el sol de la verdad;
para fundir y vaciar su corazón entre los moldes
severos del deber y la virtud; para endurecer
sus débiles músculos sobre el yunque ennoblecedor del trabajo honesto, del cual derivará
armas y escudo que lo capaciten para empeñar
sin miedo la titánica lucha con la Vida... ?—
¿De quién es aquel brazo membrudo y viril, que
no se da reposo en levantar asilos a la orfandad,
en construir templos donde adoremos a Dios, en
embellecer el camposanto que mañana recogerá
nuestros despojos...? — ¿En qué pecho se al
berga aquel corazón magnánimo que palpita
con el nuestro; alegre con sus alegrías, amargo
con sus amarguras...? — ¿De qué labios fluyen
aquellas palabras de verdad, de consuelo, que
alientan nuestro espíritu abatido y le anuncian
esplendorosas auroras de esperanza...? —
Sí, señores, vuestra respuesta es'verdadera...
Son los hijos de Don Bosco quienes para sus
sienes reclaman esos gajos de laurel, que la mons
truosa ingratitud no sería nunca osada a dis
putarles... Miradlos desfilar al través de casi
siete lustros; Evasio Rabagliatti, Antonio Aiir.e,
M i^ el Unia, Ciríaco Santinelli, Rafael Crippa,
I/uis Variara, Emilio y Joaquín Baena, Juan
Giordano, José Marmo, Jacinto Bassignana,
Julio Caicedo, Maximiliano Burger, Enrique
Pirali, Pablo Mengel, Pedro Mittermaier,
cien y cien más que embriagan nuestras alms?
con el perfume sutil de su recuerdo y nos reo»*
cilian con la vida... ¡Miradlos desfilar! Son Icf
hijos de Don Bosco, y su paso es de vencedores!
¡Dad paso a los gloriosos Tenientes de la Virgen
de Lepantol... ¡Para su Reina, nuestro amor!
Para ellos, nuestra gratitud! ¡¡Benditos sean!!Agua de Dios (Colombia) i i de mayo de 1924)-
oUna exploración al Río Santiago.
(Relación del Misionero Sal. Don Carlos Crespi),
Revmo. y amado D. Felipe Rinaldi:
Continúo en mi trabajo de exploración y es
tadística por las Jibarías esparcidas por la zona
que recorre el Indanza, y, gracias al favor de
nuestra querida Madre María Auxiliadora, he
podido llegar hasta las fuentes del famoso río
Santiago.
Como ninguno de los civilizados y misioneros
conocía el sendero, tuve que recurrir por fuerza
a los Jíbaros, sirviéndome de guía el célebre
brujo Facunda, castizo ejemplar salvaje, dicha
rachero y gran amigo de los misioneros.
También se unieron a la comitiva otros sal
vajes para conducir a espaldas el altar portátil,
el gramófono, que tan buenos servicios nos
presta, y las ropas y chucherías con que obse
quiamos a los buenos Jibaros.
No se extrañe, amado Padre, si no le hablo
palabra de los caminos jíbaros. Esta gente no
conoce las leyes de la prudencia: para ellos no
existe camino bueno o malo. Dotados de un
admirable sentido de orientación, que nosotros
los civilizados hemos perdido desgraciadamente,
se dirigen instintivamente y con absoluta segu
ridad a la meta. Si en su camino se les interpone
una montaña, por muy alta y empinada que
sea, trepan por ella con desenvoltura y agilidad
que dan ciento y raya a las de nuestros esfor
zados alpinistas: y si han de bajar, después, por
vertientes rápidas y aun cortadas a pico, se
precipitan por ellas como un peñasco arrojado
a la ventura. Sobre los torrentes de mediana
anchura, les sirve de puente un palo cualquiera,
y lo que más asombra, es la sangre fría con que
pasan sobre los abismos más espantosos equili
brándose con maestría y con ^ lid a d felina.
Cuando nosotros llegamos a uno de estos to
rrentes y dimos con uno de esos puentes origi
nales. un palo delgadísimo tendido de orilla a
orilla, me opuse resueltamente a que pasara
por él el Jíbaro Facunda, pero, mientras yo vacon mil precauciones el rumoroso afluente
Santiago, me lo vi pasar con serenidad pas- - ‘Sa . a una altura considerable con la caja
ód gramófono "al hombro, sonriendo tranquiIsniente, cuando a mí me producía escalofríos
d considerar el peligro que corría.
Perdidos en
abrigo.
la florestaf sin pan y sin
E l primer día de viaje pasó sin incidente al
guno: visitamos a unos colonos y de noche llega
mos a la Jibaria del viejo Sandri que nos recibió
con generosidad extraordinaria.
Pudimos enseñar un poco de catecismo, dis
currir largamente sobre las verdades de la re
ligión cristiana y hacemos, por último, amigos
de los niños, a los que entretuvimos con alegres
piezas de gramófono.
E l Jíbaro se muestra siempre egoísta, inte
resado en demasía, interés y egoísmo que no
disminuye con los años, por lo que no es de ex
trañar que, cuando llegó el momento de dis
tribuirles mis regalos, el zorro viejo, a pesar
de sus noventa años, se llevara cinco justillos
que se probó y puso uno encima de otro antes
de acostarse. Mi generosidad con el viejo me
fué, sin embargo, muy útil; porque además de
los regalos importantes que me hizo para nuestra
Exposición de Roma, me siivúó sobremanera
para mi labor de misionero.
A la mañana siguiente, después de haber ce
lebrado la Santa Misa con sosiego y devoción,
emprendimos de nuevo el viaje. Visitamos la
Jiharia de Raimundo, casi desierta y envuelta
en la tristeza. Nada más natural; el delito y
los asesinatos influyen graudc«w»nte lo mismo
en el ánimo de los civilizados que en el fle loe
salvajes. Un negro fantasma parece que se
cierne en los contornos, que lacera el alma como
la visión de un espectro horrible. Hará apenas
un año que el hijo de este jíbaro, de unos diez y
seis años de edad, atravesaba de un balazo por
la espalda a un brujo, también joven, dejándole
seco en el acto.
E n aquella casa no reina la alegría ni se vive
tranquilo a pesar de la apariencia risueña de
algunos de los hijos y de la bondad natural de
la mujer, que nos ofreció cariñosa buena
chicha.
Les explicamos un poco de catecismo, espe
cialmente a los hijos, y, después de haberlos
im itado a venir a nuestra Misión, continuamos
nuestro camino.
Nos sorprendió un fuerte aguacero que hizo
intransitable el sendero por lo fangoso y res
baladizo, y, para colmo de fiesta, empezó a
scplar un vientedllo helado que nos pasmabr»
— 3«4 —
le frío. Nos vimos obligados a paramos en la
•loresta, antes de que se nos echara encima la
noche, e improvisar con cuatro troncos la cama.
L a lata de las ranas y culebras.
Cuando hace buen tiempo y no llueve, es
soportable el dormir en la floresta, pero cuando
llueve, amado Padre, es cosa poco apetitosa.
La ropa la tenemos toda calada y llena de fango,
;V’ . - S ' j l ' l i : - ' ' • í ; j j
a un charco un poco de agua para calentarla y
tomarla mezclada con un poco de azúcar. Del
olor y sabor de aquel caldo no le digo nada; lo
cierto es que nos sentó bien y nos hizo entrar
en reación. A buen hambre no hay pan negro.
L a noche la pasamos tranquilos, aunque no
faltaron mordeduras de las hormigas y se oye
ran de vez en cuando los rugidos del león.
De mañanita celebramos la Misa en la im
ponente soledad de la floresta y con unos sorbos
del brevaje que nos sobró en la cena, y que sir
vieron de café, emprendimos ligeritos la marcha.
lY pensar, que con ese refrigerio tuvimos que
caminar todavía diez horas a través de los
mil obstáculos que a cada momento nos metía
al paso la naturaleza.
H acia ia m eta.
Finalmente, y con la ayuda del Señor, des
pués de haber escalado una altísima y^escarpada
sierra, pudimos contemplar con placer un pa
norama encantador: un valle hermoso sobre
toda ponderación. E l cíelo se había despejado
y un sol espléndido con fulgores maravillosos
bañaba con su luz la \-egetación exuberante,
lujuriosa, y a lo lejos se oía el rumor imponente
del Zamora que semejaba por su majestad al
de cataratas grandiosas.
Aquella maravilla nos llenó de satisfacción:
nos olvidamos de nuestro cansancio como por
encanto, y la sangre empezó a cirailar con
nuevo virgor completando nuestro bienestar.
De nuestros pechos brotó entonces espontánea
la oración de recouociento hacia el Creador de
tales maravillas.
Después de una hora de viaje por entre aque
lias bellezas que cautivaban nuestra atención,
el canto de un gallo nos anunció la proximkU'd
de una Jibarici, que por cierto es la hermosa
que he visto en todo el Vicariato, y perteneA
al terrible asesino Kakeke.
B l t e r r i b le K a k e k e .
R ecib im ie n to poco am istoso.
y como la hierba y la lefia está también empa
pada en agua, nos cuesta un triunfo el encen
derla, total ])ara llorar toda la noche asfixiados
como topas ]ior el humo.
Afortunadamente un poco entrada la noche
se había Iiecho una buena hoguerita que dió
un jioco de \ ida a nuestros miembros ateridos.
La cosa hubiera marcliado de primera, si el es
tómago no reclamara su parte. Hchamos mano
a las provisiones de mandioca, pero d€ ella ha
bían dado ya buena cuenta los salvajes. No
resignándonos a quedar sin cena, tiré de una
lata los sapos y culebras que había »".^.ogido
durante el día para el museo y me xuí a buscar
Precedidos de nuestros guías Jíbaros, entra
mos en la cabaña de Kakeke. Este ni siquicia
respondió a nuestro saludo, y su madre, vieja
y regañona nos lanzó una mirada de basilisco,
mientras mascullaba con mal reprimido encoc.'':
— ¿Qué quieren estos perros forasteros:' Q «
no esj>eren de mí ni yuca, ni chicha, ni bananos.yo no les daré nada.
Con paciencia y disimulando el poco araistc^'^
recibimiento, depusimos nuestra carga, sm
perder de vista al terrible Kakeke que c a r g a b i
su carabina y salía al huerto con ojos llenos
ira y meditando tal vez alguna de sus bárba^?
fechorías. De allí a poco entró, y, sin mediar
palabra, dió un empujón a uno de los nuestros
que involuntariamente había ocupado su asiento.
La cosa se ponía seria y amenazaba una trage
dia. El hambre, la sed, el cansancio y el frío
húmedo nos habían reducido a una situación
humillante. Entonces el indio Kakeke entabló
conversación con el Facunda, interrogándole
sobre los Padres, a los que miraba con des]jrecio.
Terminado el discurso, que duró más de una
hora, el Facunda le regaló un hermoso espejo
que el otro, cara de asesino, recibió y guardó
en su bolsa sin decir siquiera gracias.
Entonces recurrí a la música. Saqué el gra
mófono y coloqué la placa de la « risa » que al
borotó la cabaña con sus descompuestas car
cajadas. A l ver la caja y oir aquellas risas tan
sonoras, la vieja regañona, la mujer y los hijos
del Kakeke se acercaron todos con ojos asom
brados, riéndose también a trapo suelto.
La más curiosa era la vieja que, en su afán
de ver quien canta y rie, se pegaba a la bocina
del gramófono, no pudiendo convencerse de
que en caja tan pequeña cupieran tantas perso
nas como allí reían y cantaban.
El sol se ocultaba y la noche se nos echaba
encima; pero, gracias a Dios, la situación em
pezó a despejarse. Los Jíbaros se acostaron
sobre sus camas, y nosotros, después de rezar
con gran devoción el Santo Rosario, dimos' tam
bién con nuestros huesos en tierra.
U n rayo de fe.
Al día siguiehte celebramos la Misa en medio
de la indiferencia brutal de los salvajes, que nos
encogía el corazón. Con todo, durante la Co
munión, recé con todo el fervor de mi alma, a
fin de que el Señor de la Redención tuviera com
pasión de aquellos infelices que le rodeaban sin
que nada comprendieran del altísimo misterio
que se realizaba.
Parece que la oración fué eficaz, porque desi-ués de la S. Misa pudimos hablar con ellos.
M’. gran brujo Fofunda Ies endilgó a su manera
un discurso sobre la resurreción de los muertos.
— Los Padres, decía, no han venido para ha'■ eros mal, sino para traeros las bendiciones de
Dios y enseñaros el camino del cielo. Cuando
nosotros muramos, nuestros cuerpos se pudri
rán, pero más tarde resucitarán con nuestra.s
almas e irán al cielo o al infierno. E n el cielo
abunda todo bien de Dios: puercos, pájaros,
>*003, bananos y chicha en gran cantidad. ¿Y
¿a el infierno? Oh, en el infierno nada, nada,
"a'ia; te morirás de sed, y llamarás a la mujet
pira que te traiga escudillas llenas de chicha,
per~ )a mujer te"oirá y no te llevará nada. Tenhambre canina, y pedirás yuca y bananos,
I' *' “ inguno te hará caso.
E l terrible Kakeke s&Qormiovid. visiblcmenle,
y a completar la obra llerarcn oporti iu\s 'i;.s
vibrantes y conmovedoras palabras de D. Julio,
que lograron abrir brecha en el alma uegra de
aquel asesino.
Amado Padre, el temible bribón del Aumoni
se ha convertido.
Al anochecer vino también la vieja gruñona
que tan descaradamente nos había mortilicailo:
— Y o no sabía, comenzó a decir compungida,
que erais Padres enviados por Dios. Pronto os
iréis; llevaos con vosotros mi alma, a fin de que
pueda salvarla e ir al Paraíso. ¡Volved, volved
pronto con las bendiciones de Dios!
U n d elito execrando.
¿El cambio de Kakeke es un triunfo de la
gracia o un sentimiento pasajero? Y o no lo sé;
pero lo cierto es que en los días sucesivos hemos
visto al terrible asesino dócil como un cordero.
Docenas de crímenes horrendos gravitan so
bre su alma negra. Tomó parte en el estrago de
los soldados peruanos, asesinó a muchos Jibaros,
y, sobre todo, hace pocos años, cometía uno
de sus delitos más execrandos.
Cinco buscadores de oro volvían con buena
c a ^ a del precioso metal, del Fongo, y se dis
ponían a pasar el Zamora. E l Kakeke les ofreció
galantemente, aunque con intención aviesa,
su canoa. Pasó primero el rico bagaje y volvió
después a buscarles a ellos. Pero cuando se ha
llaban a la mitad de la corriente, en lo más impetU(»o de las ondas, con infame movimiento
dió la vuelta a la canoa hundiéndoles a todos
en las aguas, mientras él ganaba la orilla a
grandes brazadas.
Tres de los cinco desgraciados, como no sabían
nadar, fueron engullidos por las aguas; y los
otros dos alcanzaban la orilla donde les espe
raba el Kakeke que los acabó a lanzadas antes
de que pudieran defenderse.
Desde aquella fecha no ha habido crimen por
aquellas tierras en que no haya tomado parte
este desalmado.
Gracias a María Auxiliadora con nosotros se
condujo como buen amigo, llegando hasta ven
demos un puerco, comida indispensable para
los salvajes que nos habían acompañado, y
damos yuca, bananos y chicha en abundancia.
Además nos guió hasta las hermosas fuentes
del Santiago.
E n las fu en tes del Santiago.
Desde la colina el sendero se lanza con pen
diente rapidísima, índice seguro de la horrible
violencia de las ondas en el trascurso de los
sirios. En algunas partes desaparece entra la
— 366 —
prodigiosa vegetación que nos cierra el paso,
y que debemos abrirnos con el machete, pero
después de cinco horas de camino por un espolón
estrechísimo, llegamos a la confluencia de los
dos colosos, que rugen amenazantes a derecha
e izquierda: el Punte y el Zamora.
Como no es fácil, amado Padre, el comunicar
la impresión profunda que se prueba a la vista
de un fenómeno tan colosal de la naturaleza,
renuncio, aunque con pena, a describirlo.
Sepa, no obstante, que se trata de dos masas
de agua de cerca 50 metros de profundidad, que,
después de haber recorrido centenares de kiló
metros y absorbido miles de torrentes de gran
caudal y largo curso, se unen para formar el
majestuoso Santiago, uno de los más líennosos
afluentes, a su vez, del imponente Amazonas.
Los dos ríos, a pesar del estiaje, llevan mucha
agua y son rápidos: cuando llega la temporada
de las lluvias, el nivel alcanza hasta 20 metros
más. y las aguas, furiosas por verse aprisionadas
entre rocas gigantescas, se estrellan contra los
márgenes, arrancando a veces árboles grandiosos
que arrastran entre sus revueltas ondas como
si fueran hojarasca.
Luego que bajamos a la arena de sus riberas,
que es riquísima en oro,-nos llamó la atención
el rastro del jaguar, que suele bajar a beber y
a cazar al río, y también el del lobo marino.
La vegetación de la floresta es hermosa sobre
toda ponderación: abundan Iqs árboles del catifchuc, de rota, bellísimas chontas, ficus colosales
y magníficas plantas de vainilla de un hennoso
color verde y con frutos aromáticos. Pero lo
que colma la maravilla es la numerosa variedad
de musgos y líqiienes que adornan en mil for
mas los árboles desde las raíces hasta las ramas.
Ks impo.sible dar una idea de los perfectísimos
dibujos de las hojitas, los admirables entrela
zados, y, sobre todo, de la gradación de los
Oidores que recorren toda la gama: desde el
verde aterciopelado delicadísimo al amarillo
subido, y desde el rojo de fuego y sangre, al
Illanco nieve.
K 1 temible Kakvkc nos sirvió de guía maravilkisamente, y en la orilla del Santiago, de
frente a la máquina fotográfica, nos narró su
espeluznante historia de sangre. Por fin se
cansó y voK'imos a desandar el camino, vién
donos negros para seguirlo. Menos mal que
experto cazador, como buen indio, nos regaló
pavos silvestres, palomas y otras varias clases
de pájaros.
La noche la pasamos tranquilos. A la maña
nita celebramos la santa Misa con asistencia
( e tixios los salvajes del contorno, que se mos
traron más atentos que la vez pasada, y casi
diría con devoción, si es-que tal puede llamarse
la de estas pobres gentes que solo miran el brillo
del cáliz y los colores de los ornamentos sagrados.
A l separamos se repitieron escenas conmo
vedoras: la antipática vieja lloraba y nos supli
caba nos lleváramos su alma para conducirla
al Paraíso, y que volviéramos pronto a fabricar
junto a ellos nuestra casa. — Todas estas tierras
son mías; os daré a los misioneros las mejores
y más fértiles para que cosechéis mucha yuca
y bananos.
Una m ala partida de lo s guias.
A la vuelta, tres de los cuatro Jíbaros se es
caparon y tuvimos que contratar otros.
Y o me adelanté con los peones y un guía
joven; pero hacia el mediodía, y al comenzar
la subida escarpada de una colina, el jíbaro
puso pies en polvorosa. No pudiendo resignarme
a perderlo, pues debía- dirigimos, cargado y
todo como estaba con musgos y plantas, eché
a correr tras él, hasta que después de cerca de
una hora de corrida, desesperada con, la lengua
fuera y empapado en sudor, pude darle alcance.
Sin fuerza ni alientos para más, le eche mano
a una pierna y le hice caer al suelo, sin soltarlo,
y así pude respirar un poco. La estratagema
me dió buen resultado y la Providencia vino
a corhpletar la obra, porque habiéndose levan
tado de entre unas matas, junto a nosotros,
una perdiz, se me ocurrió decirle al jíbaro: —
Anda ligéro y mátala con la lanza. — No se lo
hizo repetir dos veces, y ligero como un gamo
y con astucia refinada se puso en su seguimiento.
Después de un cuarto de hora de brega, logró
por fin herirla mortalniente con la lanza, por
lo que, todo contento y olvidándose por com
pleto de la fuga, comenzó a desplumarla con
pericia de aprovechado salvaje. Y o entre tanto
llamaba a grandes voces a nuestra gente, que
a poco se reunía con nosotros.
L a noche nos sorprendió en la floresta. Im
provisamos una cabaña, y de nuevo, no obstante
nuestras precauciones, debimos servimos de
la lata-jaula de culebras para calentar un poco
de agua.
Por la mañana, dicha la misa, emprendimos
otra vez la marcha. A eso de mediodía, una cu
lebra tamañica se nos atravesó en el sendero.
Como no era \*enenosa, pues pertenece a las
llamadas « budcllu » quise atraparla viva, lo que
me costó algún trabajo. Por fin pude jarrarla
por el cuello, y la metj en un pañuelo grande,
no sin gran extrañeza de los salvajes que no
perdonan la vida a ninguna fiera o serpiente
que encuentren.
Llegados a la jiharía de Sandri, nos recibió
con alborozo, \ústiendo los cinco justillos que
— 367 —
le diinos días antes. Nos regaló hermosos pájaros
para la Exposición Vaticana, y nos prometió
formalmente que enviaría a la lüsión todos sus
hijos para que ^ los educáramos.
Como el sol declinaba, forzamos el paso, si
bien no pudimos evitar que la noche se nos v i
niera encima en plena floresta. L a residencia
de la Misión no estaba, sin embargo, muy lejos,
pero ninguno conocía el camino y era un poco
aventurado el continuar. Me encomendé a
María Auxiliadora, y con un grueso bastón me
puse a la cabeza de la carabana; después de
tres horas de un camino imposible en que a los
continuados trompicones se unía el miedo de
caer en las garras del tigre o ser estrangulado
entres las espiras de alguna serpiente, llegamos
a casa, donde la amable sonrisa y dulces pa
labras de nuestro Exmo, Sr. Obispo, nos hizo
olvidar en seguida el cansancio y los peligros
corridos.
Los días siguientes muchos Jíbaros vinieron
a devolvemos la visita, y algunos con la pre
tcnsión de que el Sr. Obispo, enviase inmedia
tamente misioneros a sus jiharías.
Si tuviéramos, amadísimo Padre, los medios
suficientes y adaptados a esta difícil Misión,
estoy seguro que se conseguirían muchas con
versiones y se podrían educar según el sistema
de Don Bosco los niños, que serían pronto el
germen fecundo de generaciones cristianas.
Afmo. hijo in C. J.
C.^RLOS C respi Pbro.
'
Cuenca - 6 - 4 - 24.
Patag;onia septentrional.
Por el alto Neuquén.
{Iki Piro. Lino del Valle Carbajal, Mis. Sal.)
(Continuación).
Desde Ch osm a la l al rio Varvarco
y al m onte D om uyo.
El día 12, a las 7 de la mañana, partimos con
nimbo hacia el Norte, camino del Domuyo.
Dia despejado, temperatura I4 '5 ’ presión
•'/i.i. — A unos 1,200 metros al W. tenemos
fc. cerro Campal. El camino es una huella ásj'Cra, para catangos, especie de pequeñas carretas
con gruesas ruedas de madera, cuyo chirrido
es típicamente clásico.
H. ;.47-Estamos en el paso de un torrente,
•-■ esde el cual diviso al E un cerro prismático
en forma de castillo, que parece estar a 700
*:.etr.'? más alto que este nivel, y a i Km.
del Neuquén: le llamo Cerro Castillo. Es el cerro
más alto que se divisa, y contrasta por su forma
cúbica, con una punta en el medio: pasado el
arroyo, registro una presión de
i6 ‘
H. q a. m. Torrente Manchano Verde: camino
andado pésimo, por cuestas de piedras bravísi
mas.
L a subida es de pendiente escarpada y alta.
El burrito que carga nuestro pobre bagaje apenas
puede trepar, resbalando a cada momento. Pobre
animal ¡cuánto esfuerzo tiene que hacer para no
desbarrancarse con su carga!
566.5
A l fin de la subida, la presión es el sol
r
12°
empieza a ser fuerte, y el calor, sin una brisa
que lo temple se hace pesado.
H. 9.50. Después de pasar otro torrente lla
mado Quique o Bandurria P. 645.4 Los nevados
270
de la Cordillera Chocoy, estarán como a 500
metros más altos, y 2 Km. a nuestra derecha.
El día sigue despejado, dominamos la vista
de los valles y montañasandinos. El calor aprieta.
}• determinamos llegamos a algún rancho para
pasar las calurosas horas de la siesta.
H. Í1.25. A orillas del torrente Me manque,
me ternero, manque buitre (buitre como ternero).
El rancho de Figueroa tiene una hermosa
quinta de árboles fmtales y cuatro hectáreas
de sembrado, en su mayor extensión con maíz
y trigo. Entre los árboles fmtales tiene duraz
neros, guindos, cerezos, cinielos, perales, man
zanos, higueras, membrillos, nogales. Tiene
un jardincito con rosas, malvas-rosas, torongil,
heliotropo, culen, violetas, pensamientos, bál
samo, y otras flores. Todo está verde y con fra
gancia agradable; me dice que hace íza n o s ha
plantado sus durazneros, y que desde los cua
tro años algunos le han dado fmto.
El punto donde está es muy abrigado, siendo
contados los años en que se han helado los fru
tales. Su altura sobre el mar es de 1,160 metro.s.
Como la ocasión se ofrecía, le pregunto sobre
el desarrollo de los árboles frutales y florestales.
Me refirió que todo árbol frutal se da bien en
estos climas; los álamos, sauces y nogales, dan
buena sombra, leña y madera.
Sin embargo, agrega, en el verano hay que
darles agua por canales, fáciles de desprender
de los torrentes que nacen de la sierra de Chocoy.
E l mismo tiene dos canales, y piensa instalar
un molino para hacer harina y ñaco en abun
dancia. No es posible que un pobre esté sin
molino si sabe sembrar, pues cuesta muy cara
la harina que se compra en Chosmalal o se hace
traer de Chile a lomo de muía.
Figueroa con otros chilenos que ya \'ívía»
1
— 36á —
en esta región, tomaron parte en la expedición
militar argentina de 1880 como Baqueanos.
Recuerda que sus compañeros en ese cargo,
fueron Manuel Gutiérrez que vive desde hace
40 años en el Vutalón, y José Roza Flores que
reside en el Varvarco y a quien yo veré en mi
camino.
líntre otras cosas, me refirió que el río Neu-
E 1 aspecto de esta parte es estéril en las altas
lomas, pero me dice Figueroa, que detrás de
esas lomas en él valle del arroyo Melehue es más
fértil. Toda la región entre el Nahueve y el Neuquén se llama Callanta, próxima a la conflu
encia, y propiamente frente al torrente Quique.
En los Melehue se puede sembrar trigo, pero
en los demás puntos de la colonia Bureóla, que
C1 grupo de los nuevos Misioneros.
quén se había helado en Junio de 1902, vién
dose gruesos témpanos en este paraje. El 2 de
Julio el Gobernador no pudo vadear el Neuquén
.para trasladarse a las Lajas.
El camino andado de este punto, entre el
torrente Quique y el Memanque es mejor. Los
cerros de la Cordillera del \’iento parecen estar
a 800 metros más altos, el pasto es escaso.
Ivos cerros que se ven al Oeste entre el Neu
quén y río Nahueve hasta la primera serie de
lomas, no parecen elevarse a más de 200 metros.
comprende esta región, no es posible, porque
se hielan y perecen los árboles por los nevazones.
Hay, sin embargo, muchos pobladores chilenos.
I,a colonia Barcala tiene de aprovechable apenas
la mitad en esta parte, que lo demás, está en
altas lomas estériles y azotadas por los fríos
vientos.
E l trecho recorrido entre Guañacos y
manque es de 6 leguas para Figueroa, aunque
a mí me parece de cinco, pues hemos echado
cinco horas. E l camino, si así puede llamarse,
— 369 —
es .nalo. Son las 2 de la tarde, la temperatura
es de 32°4Después del Memanque, vienen sucesivam ente
los torrentes, Nereco, Quebrada feliz, Manchana
Milahue, y el arroyo Vutalón de grandes barran
cas. Hasta él se calculan 3 % leguas chilenas.
Siguiendo adelante, se encuentran los torrentes
Colé Michicó y Manchanacó a dos leguas del
Vutalón. E l camino, según Figueroa, no es tan
y salvo ima que- otra quebradita pedre
gosa, es casi llano.
Va veremos la llanura chilena...
Figueroa que vive alH en su rancho desde 25
preguntado sobre el Domuyo, álceme
le consta que nadie ha subido a ese cerro ma" ‘ t’
aUo del Neuquén y el más continua"■‘■ e y - ado. Me cuenta que sobre él se refieren
“*rias leyendas, que parecen ciertas, como la
- 7-e se levanta tormenta, y se ve un toro co
lorado. Mis compañeros oyen de los labios de
su esposa algunas historietas fantásticas, y re
ciben el consejo, que no tienten subirlo.
También los Vivancos nos habían dicho lo
mismo, creyendo que ninguno haya hecho su
ascensión.
Son las 3.30 p. m. Partimos agradecidos dcl
664.7.
hospedaje y de los informes. Pr.
28*'
A las 6 p. m. Llegamos al Vutalón, vadeán
dolo en un paso angosto y lleno de bloks errá
ticos. A unas tres cuadras del pozo llegamos a
la casa del chileno M. Gutiérrez, que hace 40
años que vive por estos parajes.
E l Vidalón (i), es en verdad, el arroyo de
mayor caudal de aguas que hemos atravesado,
y corre con gran violencia en medio de altas
barrancas, que señalan una nueva región, por
mesetas glacialógenas. Desde el Vuialon la Cor
dillera del Viento se inclina hacia el NNE. te
niendo siempre forma tabular en su parte su
perior. En el trech'o recorrido de 4 leguas, la
vege-tación ha sido casi la misma, la fauna idem;
pocas aves y escasos insectos, entre éstos abundan
los coleópteros negros. E n las rocas he notado
a más de los tobas traquíticos, y otros esquistos
intrusiones o penetraciones de un granito gra
nular muy friables, que se descompone en arena
gniesa. Estas rocas ocupan lugares determi
nados y tienen la apariencia del granito secun
dario y aun terciario que se encuentra en el río
Chubut entre rocas njodernas eruptivas.
Los arbustos más característicos han sido
las especies de Palo Pichy {Fabiona fiblora)
arbustos de aspecto resinoso de uno a dos me
tros de alto, muy ramoso, globular, con flores
blancas y más o menos azuladas. Estos arbustos
abundan en todo el Neuquén. Hemos recogido
algunos pedazos de gajos para tomar mate con
su agua de un hermoso color celeste, excelente
como diurético y para afecciones cardíacas.
Todos nosotros conocemos sus buenos efectos,
y hasta su sabor ^radable, más bien dulce que
amargo. Dos o tres pedacitos de dos 0 tres cen-.
tímetros bastan para teñir el agua y causar los
efectos indicados.
A nuestra izquierda hemos tenido siempre
a la vista las montañas andinas y las altas lomas
del Nahueve (2) que en parte atajan la visión
de las grandes cordilleras.
Por el camino hemos avistado algunos ran
chos con sembrados y arboledas.
(1) Vutalón o Butalón significa grande cañadón (pro
fundidad de... ) Dr. Groeber.
(2i Nahueve, corrupción de Dahuehue, de dahue »
quinoa y hue = lugar donde hay (Groeber; o sea, lugar
de quinoa.
— 370 —
La cordillera transversal del Varvarco la
hemos tenido siempre a la vista.
El rancho de Gutiérrez está próximo al río
Neuquén y no tiene arboleda.
Gutiérrez es un anciano de sesenta y tantos
años, de aspecto aindiado y tipo argentinizado.
vSon las 9
p. m. y vamos a reposar debajo de
una enramada.
Día 13. — Amanece en calma, con un cielo
límpido esplendente y celeste.
La familia está de preparativos para mar
charse esta mañana hacia las veraneadas. Son
663 2
las 7.30; P.
y 3-un no hemos podido salir,
a pesar de nuestro madrugar, por habérsenos
extraviado algunas muías que se andan cam
peando (buscando).
Esta es una de las grandes tardanzas de los
viajes, la campeada de los animales perdidos,
y que sucede más a menudo, cuando la tropilla
no tiene madrina (yegua), ni caballo o muía
mansa que la represente como-marucho o señuelo
con uu buen cencerro colgado al pescuezo. A
más, los animales deben estar aquerenciados.
Lo mejor es manear la madrina, y acollar los
animales poco aquerenciados.
Pero lo que suele dar más fastidio, es la pér
dida del campeador que ha equivocado los ras
tros de los animales que otros han encontrado;
mientras él se lanza por los quintos infiernos,
apurado, deben salir otros para rastrearlo a él,
perdiéndose la mañana, cuando no todo el día.
Esto es lo que me está pasando esta mañana.
Entre tanto, pregirnto a Gutiérrez algunas
cosas. Díceme Gutiérrez que el pasto madura
en Marzo en estos parajes. En este tiempo las
vacas están más gordas y proporcionan la más
mantecosa y exquisita leche para quesos. Me
hace observar que la leche de vacas de terneros
duros, (grandes) es más gorda y sabrosa que la
de los terneros tiernos, como yo mismo pude
experimentar por el buen vaso de leche que me
presentó.
. Este señor tiene buen número de vacas y
otros animales (i).
{Continuará).
Pidiendo limosna para los Misioneros.
{De
carta del Rdo. D. Juan Fergnani, misio
nero salesiano del .-Issrt»», India).
Me hallaba en Badarpur, en nuestra residencia,
y una tarde, y a anochecido, comía tranquila
mente un bocado de pan. Silencio y calma abso(I) En la fuha en que escribía el T. Carbajat podía
asignarse cuanto a contimiaeióu se expresa.
luta reinaba en el ,recinto. E n la India hay la
buena costumbre de retirarse todo el mundo
a su casa apenas se ha puesto el sol. Como oscu
rece pronto y los caminos no son más que sen
deros de unos palmos, se hace indispensable
alguna luz que supla la deficiencia de los ojos.
Toda, iluminación por estas tierras, más an
tigua y económica de las que se usan por Europa,
se reduce a candelitas de estearina y miserables
linternas. De cualquier manera, es preferible
dejar paso franco aciertos cuadrúpedos noturnos
con los que no es recomendable un encuentro.
El bengalon, residencia, del misionero emerge
a orillas del majestuoso río Barak, cuyas plá
cidas ondas se ven surcadas con frecuencia por
vaporcitos de ruedas, como los primitivos de
Fulton, causando una impresión fantástica.
La casa y la iglesia se hallan al abrigo y pro
tección de un poético bosquecillo, cuya sombra
se agradece durante el día, y durante la noche
cobija a los mochuelos que se la pasan en con
tinua serenata con la luna. También se oyen
de vez en cuando las escalas corales de los cha
cales.
L a ¡oes.
Una risita alegre, seguida de una repentira
charla vivaz me cautiva la atención: — ¡Es el'r!
me dice sonriendo nuestro hermano Rdo. D. 1\í fael Tormo. — Ambos nos pusimos de pie. Ella
no se inmutó por nuestra presencia ni hizo gran
caso. Comenzó con calma a sacar provisiones
de una cesta. Todo un muestrario alimenticio.
Me acerqué curioso a la cesta proxidcncial
de la que sacaba sin cesar, como de alu ac!n
inagotable, pedacitos de carbón dcl tamaño
de una moneda, peces frescos, otros curados
y en conser\*a, envueltos en la clásica hoja
de betel, que al masticarla deja la boca c<nno
si se masticara minio, confites, pastelitos de
arroz, algunas patatas y cebollas minúsailas.
nabos, rábanos, zanaliorias y otras cien cosas
más que sería prolijo enumerar.
Y o la contemplaba asombrado... El cocinera,
acostumbrado y a a la función, iba colocando
aparte el regalo. A cierto punto la mujer, qne
no dejó de reir y charlar sola un momento,
se retiró discretamente unos pasos hacia un
lado, y comenzó a hurgar en los bolsillos brscando unas monedas que añadió a las proxásiones.
El misionero la instó para que tomara aig ipo-ella. Como respuesta estalló en una risotada m¿s
fuerte, y, al fin, después de titubear unos m''mentos, se decidió a tomar con suma delicadeza
dos cebollitas y tres patatas, lo cual cabía hol
gadamente en su mano diminuta.
Vestía secilla v curiosamente. Con un ret. I
de tela amarillenta, liada a la cabeza en forma
de turbante, cubría su abundante cabellera;
Y una especie de abrigo muy ajustado la cubría
hasta más abajo de las rodillas. D e las botas
00 hay que hablar, porque son todavía las pri
meros que le regaló la madre naturaleza. Es
baja de estatura, de cara redonda y morena,
surcada ya por abundantes arrugas. A primera
\ista se la confundiría con un hombrecillo cual
quiera.
desde hace cinco largos años, todos los días in
faliblemente gira por los pueblos del rededor
pidiendo limosna, sin cuidarse de si llueve o el
sol tuesta los caminos. Y ¿sabéis para quien
pide? Para ella no, que no lo necesita, pues tiene
casa propia y dos liijos que trabajan. Todo
cuanto reúne en comestibles y en monedas
la pobre págly, la loca, es para los Misio
neros.
Sea cualquiera la interpretación que se le
E l P . lU a tliis s , n u e s tr o P r e f e c t o A p o s tó lic o ó e ! A s ia m . de v ia je .
Ha terminado la visita. Más alegre que al
entra-, y sin dejar de reir y charlar consigo
misma, con el canasto bajo el brazo, en la dies
tra un grueso bastón y en la izquierda una
grande y extraña pipa, se vuelve por su
camiiu-.
Una nueva y sonora carcajada y se pierde
en la oscuridad de la noche, aunque en el silen
cio solemne siguen de^ranándose sus risas y
trillando eco sus animadas charlas.
Se la juzgaría la criatura más feliz de mundo.
E s m uy popular.
Es una figura singular y popularísima en los
contornos a muchas millas de distancia. La
naman la págly, o sea, la loca. Pero se guardan
piiiy bien de decirlo en su presencia, porque
e inofensiva como es, se trocaría en una
tnria.
Perr.
que maravilla es que esta pobre loca.
quiera dar a este hecho, no deja de ser algo
ftaera de lo ordinario. Aunípie sea inconscien
temente, esta pobre loca es el instrumento de
la Providencia, lo cual no ha de maravillar a
los que tengan fe, pues de sobra sabemos que
Dios se sirve con frecuencia de los seres más
ineptos para sus fines. ¡Cuántas veces no se ha
valido de los mismos pájaros para socorrer a
sus ministros! Un cuervo, según nos refiere la
sagrada Escritura, alimentó al profeta P‘Iías
en el torrente Carith, por espacio de tres años,
mientras duró el hambre en aquellas tierras.
Otro cuervo llevaba diariamente el pan necesario
al ermitaño ejipcio S. Antonio Abad, ración
que duplicó el día que le; visitó S. Pablo...
•jY pensar que la pobre págly es musulmana!
De aquí podemos sacar una consecuencia que
no creo que haga a todos mucho honor: que
de^ aciadam ente muchos cristianos se dejan
ven<»r en generosidad por aquellos que no son
nuestros hermanos en la fe.
— 372 —
Mis viajes por la Tierra del Fuego.
Pbro. Alberto M. De Agostini,
{Continuación).
Grande interés ofrecía, sin duda alguna, la
exploración del interior de ese complejo sistema
orográfico, Jiero habiendo llegado a Ushuaya
cuando estaba y a muy avanzada la estación,
lo único que podíamos intentar, y mucho lo
deseábamos, era la subida al picacho del M. Oli
via.
L a singular hermosura de este monte y su
cercanía a un centro de población, había des
pertado, desde hacía algunas decenas de años,
el ardiente deseo en algunos exploradores eu
ropeos de conquistar su cumbre, pero una vez
cerca de su afilado picacho, la dificultad de
subirlo les hizo perderse de ánimo y desistir de
su empresa.
Con bríos y con constancia mayores decidie
ron intentar por todos los medios su subida,
en 1902, los hermanos Lucas y Guillermo Bridhges, muy conocidos y estimados en el mundo
deportista de aquellas regiones.
Después de haber vencido no comunes difi
cultades, llegaron al vértice de los empinados
decli^^es de nieve que revisten la vertiente Snd,
a unos trescientos metros de la cumbre en el
punto en que esta se yeigue verticalmente por
todos sus lados. A l contacto de la terrible pi
rámide compuesta de rocas poco firmes y agrie
tadas, no tuvieron más remedio que conside
rarse vencidos y declararla inaccesible.
En mis primeras excursiones por aquellos
parajes me formé yo también la convicción que
jamás planta humana habría logrado impriimir
sus huellas sobre aquel indomáble torreón, a
no ser que estuviera ya hecho a los modernos
y terribles acrobatismos alpinísticos, en los que
no tienen rival los guías valdostanos.
La noticia de nuestro inminente intento de
escalada al Monte Olivia se propagó bien pronto
por la población, despertando en todos un sen
timiento de viva espectación, y al mismo tiempo
de incredulidad: tan arraigada estaba la opinión
de la inviolabilidad de aquel monte.
La mañana del 28 de Febrero, en compañía
de los dos guías Abel y Agustín Pessión y de
varios ]x>rtadores para las \dtuallas, salimos
de l'shuaya con los augurios de los amigos y
de las autoridades, las cuales nos hicieron la
ofrenda de una bandera argentina para que la
plantáramos sobre la punta, si nos era posible
conquistarla.
Aprovechándose el Dr. De Gási>eri de la lle
gada a Ushuaya de un vapor de cabotaje de
la Casa Braun y Blanchard, cuyos vapores
prestan periódicamente servicio en aquellas
costas, se había marchado para hacer un breve
viaje de estudio a la isla Navarino y en la
boca oriental del Canal de Beagle.
Era nuestra intención en aquella jomada
llegar- solamente hasta la vertiente Sud, por
encima de la vejetación, único lado por donde
parecía menos ardua la subida. Seguimos con
bastante facilidad la ribera izquierda del río
Olivia por senderos trazados por los leñadores,
pero demasiado pronto tetminan los senderos
y nos vemos obligados a proseg^uir a través del
bosque de hayas, salvando verdaderas barri
cadas de troncos, que nos cortan con frecuencia
el paso. E n la costa y en muchos lugares del
interior ha sido destruida la floresta por medio
del fuego, que antes prendían los Indios, y que
ahora provocan de propósito y en grande escala
los civilizados para convertir en prados las su
perficies ocupadas por los bosques. Se encuentra
el suelo cubierto por doquiera de masas des
compuestas de ramas y troncos carbonizados,
en actitudes penosas, con contorsiones de obseso.
Permanecen todavía de pie algunos colosales
troncos, que majestuosamente se yerguen sobre
sus vigorosas raices, mudos testimonios de su
primitivo vigor. Acometidos en su base per el
fuego que penetró en su interior y corroyó sus
partes menos resistentes, nos ofrecen el aspecto
de enormes chimeneas. Aquel caos de muerte
semejante a un inmenso campo de batalla, en
el que los añosos árboles cayeron al lado de sus
vigorosos retoños bajo la devoradora violencia
de las llamas, llena el alma de un profundo sen
timiento de tristeza.
Llegados a los pies del M. Olivia en la conflu
encia del torrente del mismo nombre con otro
menor, que desciende del angosto valle de Cinco
Hermanos, nos metimos por este durante un
recorrido de varios kilómetros, en constante
lucha con los arbustos y dando el asalto a enor
mes barricadas de troncos abatidos por las as’alanchas.
Habiendo encontrado algunos claros desee
los cuales podemos con facilidad llegar a las
regiones de la montaña desnudas de vegetación,
decidimos plantar allí nuestras tiendas: es me
diodía y nos encontramos a 265 metros sobre
el nivel del mar.
373 —
Aprovechándose del tiem po completamente
sereno, emplean los guías la tarde para escu
driñar con los gemelos desde varias alturas el
monte, y estudiar el cam ino menos dificil para
llegar a la punta.
Grave es el empeño que hemos echado sobre
nnestras espaldas, y de los más difíciles y arries
gados. Tenemos que atravesar algunos heleros
muy empinados, y subir por último al torreón
vertical que sostiene la punta. Nos encontramos,
sin embaído, muy animados y poseídos de los
más ardientes deseos de superar las dificultades
Tomamos de prisa un bocado, nos armamos
con nuestros ameses, destrales y cordeles de
repuesto, y nos proveemos de los víveres sufi
cientes para el día.
A las 5 1 4 dejamos nuestro campamento y
con tardo paso atravesamos los prados que se
extienden por bastante trecho desde donde
teraiiua la vejetación florestal.
En poco más de una hora dejamos atrás las
pedrizas frontales de un ventisquero que cubre
un barranco que se encuentra por bajo de!
M. Olivia en su vertiente So. y nos encontramos
U L T IM A E S P E R A N Z A . — L c o ftd o re s d e !■
que se nos presenten, sean las que quieran —
Nos fuimos a doraiir mu}' tempranito para estar
bien descansados y dispuestos para la lucha
del día siguiente, pues estábamos resueltos a
bregar cuanto fuera necesario para llegar a la
suspirada meta.
A las tres de la madrugada estábamos y a de
pie; pero el tiempo que durante la noche se
bahía mantenido lluvioso, no llevaba trazas
de mejorar. Varias nubes lamen perezosamente
las faldas del JL O lm a y nos ocultan su cumbre.
En la imposibilidad de partir con aquel tiempo,
e^ramoo impacientes y confiados que mejore.
Como por encanto a las cinco se despeja el
cie.o, y desaparecen las nubes, y ante el roseo
íísplandor de la naciente aurora que llena de
c andad todas las sinuosidades y la penumbra
dd mente, sentimos renacer en nuestros co
razones la e^ieranza de un hermoso día, sereno
y trzr. .¿uilo.
T ie r r a d e l F u e g o .
a una altura de 850 m. Frente a nosotros se
yergue su punta piramidal que dorada por los
primeros rayos del sol naciente, parece sonreirnos y alentamos para que no cejemos en la ar
dua empresa.
Por aquel lado cae casi verticalmente el M. Oli
via por una altura aproximada de 600 metros
sobre el ventisquero que se extiende muy |>erpendicularmente a sus pies. Tan sólo por este
lado es probable un feliz resultado. Examinan
muy ponderadamente los guías la vía que ha
bían explorado el día antes, y la modifican un
poco. Antes de poner pie en el ventisquero nos
atamos con la cuerda y emprendemos la marcha
por el primer campo de hielo.
[Continuará).
* Don Bosco es quizá la más grande maravilla
del siglo X IX .
U rbano R attazzi .
m
CULTO
de María Auxiliadora
SÓM tenem os la p e rsu a sió n de q u e, e n la s vicisitu d es d o lo ro sa s de lo s tl.-mp o s que atra vesa rnos, no n os quedan m á s c o n su elo s que lo s d e l C ie lo , y en tre
é s to s, la poderosa protección de la V irgen b en dita, que fu e en todo tiem po e l
A u x ilio de lo s C r is tia u o s .
P ío X.
^
\
Triunfos de María Auxiliadora.
C!UDADELA (Menorca-Esp.). — Grande es el
entusiasmo que la isla de Menorca despliega
todos los años para honrar a María Auxiliadora
durante su mes y fiesta.
No son solamente los Salesianos con sus nu
merosos alumnos los que festejan a la Madre,
son también los Antiguos Alumnos, la Archicofradía de María Auxiliadora, el pueblo todo
los que manifiestan su acendrado amor y devo
ción a la Virgen de Don Bosco, los que procla
man a María Auxiliadora Reina de sus hogares,
Dueña de sus corazones.
Lo prueba elocuentemente la grandiosa co
ronación del mes de Ma5'^o, la fiesta de clausura
en la hermosa catedral. Durante el mes fué una
peregrinación continua a la capilla del Colegio
Salesiano, donde alumnos, Archicofradía. y An
tiguos Alumnos pudieron derramar la ternura
de sus corazones ante la imagen de María; pero
al terminar el mes, al dar el adiós de despedida
a la Madre, la función debía verificarse en local
más amplio, en la iglesia que cobijara y represen
tara a todos lujos de la isla, y esta fué la Cate
dral, la iglesia madre de la Diócesis, la que pre
senció las victorias de María Auxiliadora, pues
en ella se hicieron todas las funciones religiosas,
trasladando para dicho objeto allá la herniosa
imagen de María Auxiliadora. ¡Ah, si aquellas
felices y sagradas paredes pudieran hablar, con
qué entusiasmo nos describirían la misa de co
munión general y el oficio solemne, que presidió
el mismo Sr. Obispo! Y luego la procesión de
la tarde, aquel interminable desfile de niños,
niñas, jóvenes, mujeres, hombres, clero, auto
ridades, todos, con el Exmo. Sr. Obispo y Exmo.
Ayuntamiento al frente pasando ordenada
mente ante María Auxiliadora, quien vem'a
detrás, aclamada, honrada, respetada por todos,
sin distinción, buenos y malos. ¡Ah! No podemos
menos de confirmamos más y más en la verda
dera persuasión de que María Auxiliadora do
mina completamente en Cindadela; no son el
mes de mayo, ni estas fiestas, los más elocuentes
e indiscutibles argumentos, no, sino los perpé
tuos mayos y las repetidas fiestas que se ven
con tanta frecuencia en nuestro Santuario: aquí
la semana tiene siete sábados, como el año tiene
doce mayos. Pueblos de tales sentimientos
constituyen una esperanza para la Religión y
para la Patria.
*
* *
HABANA (Cuba). — Cada día va ganando
terreno en esta Capital la tierna devoción a
María Auxiliadora.
Muchas iglesias y aun casas particulares, le
hañ dedicado un altar donde le hacen objeto
de su cariño numerosos devotos.
En la capilla del Colegio Salesiano se celebró
este año el mes de las flores con solemnidad
especial, mañana y tarde, culminando en la
gran fiesta que se le dedicó el domingo día 25.
A las 7 dijó la Misa el Delegado Apostólico
Mons. Pedro Benedetti, siendo muy grande la
concurrencia y muy numerosas las comuniones.
Muchos niños recibieron ese día por vez primera
el Pan de los Angeles.
A las 9 hubo Misa solemne, cantando las
glorias de María el Superior del Colegio.
Por la tarde se desbordó el entusiasmo, lle
vando en triunfo a nuestra Madre por las calles
del pintoresco e incomparable Barrio de la
Víbora. Iba en magnificas andas adornadas
con exquisito gusto por la distinguida familia
de D. Juan López que tanto aprecia la obra
salesiana.
Presidió la procesión el celoso Párroco, P.
i
-
375 —
Rodríguez, quien al term inar dirigió entusias
mado la palabra a sus queridos íeli^ eses, feliátándoles por su devoción a M aría Auxiliadora
y excitándoles a am arla m ás y más cada día.
¡Qué M ana Auxiliadora bendiga la devoción
de estos finos am antes de sus glorias, y haga
que pronto la hermosa isla sea un trono de
amores de la Virgen de D on Bosco!
*
* *
MEDELLÍN (Colombia).— Cada año ven nues
tros ojos que la devoción a María Auxiliadora
se extiende y se hace más tierna: que todos in
vaden su santuario con la fe más sencilla en
demanda de un amparo para el alma y un alivio
para las miserias de la vida. Una prueba de ello
fué la fiesta que en este año se a le b r ó en la Ca
pilla de los RR. PP. Salesianos con gran pompa
y esplendor nunca vistos.
Kl 23 por la tarde el muy R. P. Vespignani,
\'isitador General de la Congregación Salesiana,
elocuentemente habló lleno de unción de las
grandezas de María Auxiliadora y de sus pro
digios obrados en Turín cada año. Los fieles
peudían de sus labios con el más grande reco
gimiento. Parecía él un Apóstol del principio
del Cristinismo o que hablara el mismo Don
Bosco. Los niños del Colegio, acompañados por
la orquesta, hábilmente preparados por el maes
tro Guillermo Sáenz, desempeñaron el Cero
admirablemente.
Día 24. A las 6, Misa de Comunión, con or-‘
questa, durante la cual infinidad de almas reci
bieron a Jesús Sacramentado de manos del
R. P. Director de la Casa. A las 8 misa campal.
Bajo un cielo despejado, semejando un inmenso
pabellón de terciopelo azAil, el muy R. P. Ves
pignani alzaba la Hostia Inmaculada a los
acordes del Himno Nacional.
El disatrso a cargo del R. P. Sarmiento fué
una cascada de perlas. Toda ponderación es
poca para alabar debidamente el bello discurso
de este notable orador. Acto continuo, el Illmo.
señor Arzobispo bendijo la piedra de la nueva
iglesia de María Auxiliadora. Una magnífica
orquesta, dirigida por el maestro Guillermo
8áenz, alternada con la banda del Regimiento,
amenizó esta importante ceremonia. Luego, a
los alegres acordes de la música, la concurrencia
fué despejándose, llevando grabados en el co
razón los recuerdos más -gratos.
Por la tarde, a las 4 y media, el patio y los
corredores cercanos a la capilla, lo mismo que
estaban desbordantes de fieles. El reco
nocido orador sagrado R. P. Enrique Uribe
finalizó la fiesta con palabras conmovedoras,
convenciendo a amar más a María Auxiliadora
y a srrs hijos los salesianos.
A l i C'NTE (E s^aho). — En el mes de mayo ha
llábase mi madre enferma con un cilncer en el
Ijecho. El mal estaba tan adelantado, que no po
día curar sin operación.
Enterado de la gravedad del caso, comencé
con los niños de mi clase mía novena a María A uxi
liadora, lleno de fe y prometiendo publicar la gracia
en el Boletín Salesiano si obtenía la salud de la
enfenna.
Pocos días después de la operación recibí la
noticia de su feliz resultado.
Agradecido, cmuplo gustoso mi promesa.
F. P. M uñoz .
B arcei -On a {España). — Hallándome enfermo
y con amagos de gravedad, acudí con entera con
fianza a la que es Auxilio de los Cristianos, empe
zando una novena, al par que prometía publicar
la gracia en el Boletín Salesiano.
A los pocos días, con gran sorpresa de todos y
contento mío, me hallé completamente restable
cido. No en vano acudí a la buena Madre María
Auxiliadora, que, yz. otra vez, y en caso difícil,
vino en mi auxilio, mostrando, como siempre, su
solicitud en socorrer nuestras necesidades y ali
viar nuestras dolencias.
Cumplo agradecido mi promesa, con voluntad
de invitar a todds los Crisiianos a recurrir presu
rosos en sus necesidades a la que gusta en regalar
bondades y favores a los que humildes y confiados
se los piden.
G abino M. P aui /í .
S. J osé d kl V alia ; {Cádiz-Esp.). — Se encon
traba mi hijo Femando gravemente enfermo con
calenturas palúdicas en 2®, y oído el parecer de
un afamado médico, desconsoléme .sobremanera
al saber que .seguía el mismo camino (¡ue mis
demás hijos varones, o sea que la muerte sería el
fin de su enfermedad. En tal trance aconsejóme
una devota de María Auxiliadora, que le pidiera
a tan bondadosa Madre la curación, lo que de
ninguna manera quería liacer, desconfiando de
.su amor y poder; mas al fin, debido a sus instancias,
cedí: y ¡oh prodigio y felicidad! desde aquel ins
tante el niño empezó a mejorar, y en pocos días
quedó sano y fuera de peligro.
H oy gustosa cumplo la promesa de ofrecerte
lina Tnitm en tu aliar y ima limosna para tu culto.
B lasin a Moreno .
L oarre -H uesca {España). — Una hermana mía,
a causa de fuerte debilidad que se le localizó en
la cabeza, llegó a volverse loca.
Llamados a consulta tres presúgiosos médicos,
unánimes declararon que no había curación posib k sin mediación especial del cielo, porque sería
— 376 —
preciso una operación difícil para la que no estaba
en condiciones, dada su eictremada postración.
Acongojados mis padres, me comunicaron tan
triste noticia, que me movió a buscar el remedio
en la protección del cíelo.
Inmediatamente les envié ima medalla de María
Auxiliadora para que se la pusieran al cuello, acon
sejándoles c^ue empezaran conmigo ima novena a
ton bondadosa Madre, suplicando la curación de
la enfenna si convenía.
|Cosa maravillosal No había tenninado la no
vena, cuando mi querida hennana Engracia re
cobró el conocimiento y comenzó a mejorar de
manera que nadie lo hubiera esperado, causando
admiración a los mismos médicos.
Rebosando de alegría, como toda la familia,
liacetnos público nuestro reconocimiento a María
.\uxilindora y cumplimos gozosos nuestra promesa.
J o sé M. L ó p e z .
V alen cia {España). — Dña. Dolores Cebriá
Ballestcr, -ferTiente devota de María Auxiliadora,
habiendo obtenido mercedes admirables por la
pródiga bondad de tan milagrosa Imagen, como
testimonio de su fe entrega una limosna de 125
pesetas para los fines piadosos que determinen los
salesianos.
DOEORES CEBRU BAIí ESTER.
B uenos A ires {Argentina). — Muy agradecida
a mi buena Madre María Auxiliadora por haberme
obtenido una gracia que le pedí; cumplo con la
promesa de hacer pública mi manifestación de
gratitud, para mayor gloria de la Sma. Virgen y
para que todos se animen a recurrir a Ella con
toda confianza en sus necesidades.
E. D. B.
G orosTiaga {.4 rgenlina). — D oy infinitas gracias
a Ivlaiía Auxiliadora por los muchos favores que
de Ella he recibido, especialmente por habenne
sacado de una grave enfenue<lad que me sobre
vino después de haber dado a luz una criatura.
El doctor que me asistía me dijo que debía so
meterme a una operación que me costaría seiscien
tos pesos argentinos, además de la pensión del
sanatorio, que sería de diez j>esos diarios. Como se
trataba de una cantidad muy fuerte para nuestra
jiosicióu, yo me encomendé a la Virgen de Don
Bosco, y con algimos remedios caseros curé en
24 horas.
Sumamente agradecida a María Auxiliadora,
deseti hacer pública la gracia a honra y gloria de
tan buena Madre.
M.\RIA RONDANO d e BORGATELI.O.
R o s .vrio T.U,.a [Etilfc R íos
— C a jó gra
vemente “enfermo con fiebres tifoideas un hijito
mío; y como el caso era tan apurado, a pesar de
estar asistúlo por un buen médico, creimos que
la muerte era inevitable.
En medio de mi angustia, me postré a los pies
de María Auxiliadora suplicando su protección
para con el enfenuito. 1.a hixeua Madre no se hizo
rogar mucho, pues a poco comenzó la mejoría.
desapareció la fiebre y hoy mi hijito se halla sano
y salvo.
Llena de alegría cumplo m i promesa y envió
ima limosna.
P A U I.A R . D E E R R A ZQ U E .
R osario T a l a {Entre Rios-Arg). — Una hija
mía se vió obligada por una indisposición a guardar
cama; pero contra lo que esperábamos, la enferma
se agravó hasta el extremo, que estuvo varios días
luchando entre la vida y la muerte. En trance tan
apurado recurrí con fe a Jlaría Auxiliadora para
que diera la salud a mi hija, súplica que la Virgen
despachó favorablemente.
Libres de la congoja que no nos dejaba vivir,
doy gracias y envío mía limosna.
L u isa E . d e Osinaede .
R osario T aea {Entre Rios-Arg). — Hallándose
gravemente enfefma mi señora, acudí con todo
fervor a María Auxiliadora para que viniera en
mi socorro. L a Virgen Santísima oyó mis preces
y curó prontamente a m i esposa, por lo que, agra
decido, deseo publiquen la gracia, y envío una
limosna de 20 pesos argentinos para que se diga
una misa en su altar.
F . E.
E e O asis {Mutiscua-Colombia).
¡Bendita sea María Auxiliadora!
Summuente-agradecidos, elevamos nuestras fer
vientes plegarias al Todoi>oderoso, por medio de
María Auxiliadora, para bendecir su providencia
qiie ha devuelto la salud a nuestra amada hija
j^osefa Antonia, víctim a de la terrible enfennedad
de la disentería que la Levó liasta el borde del
'sepulcro, y que mediante las súplicas que liicimcs
a María Auxiliadora, se trocaron muj' pronto en
gozo nuestros días de angustias.
Por tan ’ 'alio.sa merced y con todo el afecto de
nuestras almas, cumplimos hoy la promesa que en
aquella congoja hicimos, de colocar sobre el pecho
de nuestra Josefa Antonia una medalla de María
Auxiliadora, de hacer publicar la gracia en el
Boletín Salesiano, y de enviar un peso oro para la>
obras de Don Bosco.
J esús y j .vftel
I.OS A ngei .es {California).
¡Bendita sea Marta Auxiliadora!
Mi hijita Gloria estaba smnamente resfriada.
,sin quedos solícitos cuidados y medicinas le ?.l’\ iaran para nada. Una noche la opresión de la
gaiganta le pasó al pecho, no dejándole apena.^
respirar. Angustiada recurrí a María Auxiliado».
V, como por milagro, desapereció todo al po?'’
ralo.
Muy agradecida a la celestial Reina deseo, pa»
su honor y gloria, dar publicidad a este favor que
se dignó concedeniie, y a la' vez en\dó una ofrenda
para los huerfanitos de Don Bosco.
P rin cesa M.aria L u isa SintKONSKiMONTEVTDEO {Uruguay). — Me siento oblig^ ta
a manifestar m i reconocimiento y gratim*- ••
María Auxiliadora por un señalado favor >• ■ •
— 377 —
lii lo a uno de mi familia, que había enfermado
gravemente de tifus.
En esa desesperante situación recurrí fer\'orosa
a la Vii^en de D. Bosco, comenzando ima novena,
al mismo tiempo que prometía publicar la gracia
que me concediera.
Después de algunos días de mortal angustia,
se inició la mejoría, recobrando a poco la perdida
salud, por lo que doy rendidas gracias y cmnplo
mi promesa.
bVRI.'t. E. A g uk rre .
Montevideo {Urttguay). — Doy gracias a nues
tra buena Madre María Auxiliadora, por haber
concedido la salud a mi hijo Mario Alberto, enfemio de gravedad, y mando decir una misa en
acción de gracias, mientras ruego se publique la
grada en ¿ Boletín Salesiano.
M a r ía O. Ríos d e F a c eid o .
T ona [Colombia). — D. Adeodato Aguilat mues
tra su reconocimiento a María Auxiliatiora por
señalado favor y manda ima gencrasa limo.snu.
C anelones [Uruguay). — . Dña. Amelia ülivcr
agradecida a la protección de María ;Vuxiliatlom
publica la gracia y envía una oferta.
Montevideo (Uruguay). — La Sra. Angélica M.
de Sonterá-s da gracias a María AuxiHtuh)ra ix>r
varios favores que de.soa se publiquen. Y la Srta.
Chela Ramírez Á?<lro da rendidíis gracias por haber
recobrado mediiuite María Auxiliadora .su salud,
en fonna que los niéilicos reconocieron la inter
vención sobrenatural.
C aracas (Venezuela). — Rodríguez II y Unas.,
agradecidos a María Auxiliadora y a Domingo
Savio por varios favores señalados, envían una
limosna a favor de las Misiones Salcsianas.
Dan también gracias a María Auxiliadora.
Madrid (España). — ^Una devota da gracias a
María Auxiliadora por el buen diagnóstico de los
médicos sobre la enfermedad de su esposo.
Villa F adriqi^ (España). — Dña. Hilaria
Ovuendador y Dña. Raimmida Canalejas, por
favores recibidos, dan gracias y envían una limosna.
BóLUGA (España). — D. Florentino Blanco hace
pública su gratitud por un señalado favor recibido,
y manda sxi ofeila.
.'Vu'.^RRAN (España). — D. Juan Martí, agrade
cido a María Auxiliadora por los beneficios redbidos, manda decir mía Misa cantada.
Valencla (España). — Las señoras M. S. y M.
G de G. muestran su gratitud a la Virgen de Don
Bosco y envían sus respectivas limosnas.
L a P l .ata [Argentina). — Una devota, por haber
conseguido la salud de su tía, hace pública la grada.
Cali [Colombia). — Dña. Mercedes Alvares y
Dña. María Aguayo, dan infinitas gracias por seña
lado-? favores, y envían sus limosnas.
C ali [Colombia). — Damos gracias a María A uxi
liadora que por medio del angélico Domingo Savio
n« dió la salud a una niñita, que hace un año se
b'illó en peligro de muerte. Y o y mi esposo cum
plimos hoy la promesa de eijviar una limosna y pu
blicar el favor para mayor honra de la Sma. Virgen.
V icen ta C órdoba d e \^e g a .
J.AMuxni [Colombia). — Beatriz ^ilva, Teresa
Otero vda. de M , Joaquina Barona, Pedro RodríSt»e2, Mercedes Saá, Elisa Ramírez de M. y Encaraadón Ordónez de Vázquez, manifiestan su gra
titud a María Auxiliadora y envían limosnas.
Jü\iBO [Colombia). — Dña. Romelia V . de Berg'xizoli, agradece a María Auxiliadora su protecC'xi y envía uua ofrenda.
Posíf.avan [Colombia). — Las señoras Cornelia
' • de Regret, Amelia de Grueso y Evarista Mos<}ueia dan rendidas gracias a la Virgen y envían
•30sna.
Además de la indulgencia plenaria diaria e
indulgencia de 400 días, aplicables a las almas
del Purgatorio que, según la última concesión
de Pío X I, podemos lucrar, siempre que una
mos a nuestro trabajo cualquier devota invo
cación. pueden ganar los Sres. Cooperadores
Salesiano.s. cumpliendo los requisitos de cos
tumbre, Indníf^cncia plenaria:
1° El día que se inscriben en la Pía Unión.
2” Una vez al mes, a elección de cada cual.
3® Una vez al mes, asistiendo a la conlérencia.
4“ Asimismo, una vez al mes, el día en
que hagan el I-Jjercicio de la Huena Muerte.
5° El día que por primera vez se consa
gren al Sagrado Corazón de Jesús.
6° Siempre que hagan Ejercicios Espiritua
les durante ocho días seguidos.
Además, los siguientes días del mes de Enero:
E l I Circuncisión de N. S. J. C.
» 4 Smo. Nombre de Jesús.
> 6 Epifanía de N. S. J. C.
» 18 Cátedra de S. Pedro en Roma.
> 25 Convers’ón de S. Pablo.
> 29 S. Francisco de Sales.
También pueden ganar otras muchas indul
gencias plenarias y parciales, y gozar de va
rios privilegios, como puede verse en el Re
glamento o « Cédula de admisión a la P^a
Unión
a la cual nos remitimos.
-
378 de acción. E l juego es la palestra dende a la vez
que se desarrolla el organismo del niño, puede
modelarse su carácter.
Por el Mundo Salesiano
¿Hay quién se preocupe de los niños?
Sí; partidario de la Escuela-jardín; pero jardín
de plantaa vivas, en que las flores sean los niños,
merecedores de todos los cuidados y delicadezas,
porque su regeneración es la d é la Patria.
Un Cooperador Salesiano.
Kn el periódico sevillano « L a Unión » del 15
de Mayo liltimo, bajo el epígrafe — En Sevilla
El primer Colegio Salesiano en América.
nadie se preocupa de los niños, — apareció un
artículo (|ue, escrito con la mejor intención en
(San Nicolás de los Arroyos).
cerraba una ofensa para la legión de maestros
I<a gloriosa fecha del primer cincuentenario de las
dignos (pie cumplen su misión con ^tiusiasm o
de apóstoles.
Misiones Salesianas nos lleva a recordar el vene
Y revolviendo dentro de mí, una.protesta enér rable monumento que constituye el Colegio de
San Nicolás de los Arroyos, -tan amado de 1<«
gica por tan ligera aürmación, me dirigí al Colegio
Salesiano de la Sma. Trinidad, donde reciben edu salesianos y amigos de D. Bosco en la Argentina.
D. Bosco soñaba en trasplantar su obra allende
cación esmerada varios centenares de niños pobres,
los mares, y contemporáneamente en San Nicolás
con el deseo de expansionarme con imo de los
^una serie de circunstancias providenciales le pre
Padres, amigo mió íntimo.
paraba el terreno. D. Francisco Benítez, Inten
dente de la ciudad, meditaba la erección de un
Sí; lo he leído. Y auncpie reconozco que nuestra
colegio católico. E l Párroco, Mons. Pedro B. Cecapeipieña labor acaso pase desapercibida en una
capital como ésta, creo que son muchos los co relli pensó luego en D. Bosco y en su prodigi<^
obra, cuya fama trascendía y a los linderos de Eu
legios, donde'van tomando ser, los preceptos de
ropa. Estos dos santos señores « los dos primeros
la moderna Pedagogía, y que fonuan im respetable
cooperadores en la Argentina •>
> como los llamaba
sector las escuelas capaces de figurar al lado de las
D. Bosco, hicieron todo: pidieron el concurso del
mejores extranjeras.
gobierno, organizaron la Comisión Fmidadora del
Colegio, concurrieron con su peculio y prestigio,
L a Escuela-jardín no pasa de ser ima idea poé
tica, H ay que educar para la vida, y desgracia tramitaron la partida de los salesianos mediante
una nutrida correspondencia con D. Bosco y con
damente ésta se compone de mucha más prosa
<pie poesía. Se confunde la Higiene con la Esté el Cónsul General de la Argentina en Géno\a, y
tica. E l niño, más que contemplativo, es por na fué extremado su regocijo cuando vieron coro
turaleza activo: más aún, impiicto. íJejor cpie nados de éxito sus dignos planes. En diciembre
paiLcrres de flores delicadas que tiene que respetar
de 1875 tomaban puerto en Buenos Aires l*)s sale
sianos. He aquí el nombre imperecedero de los
necesariamente f)ara cultivarlas y conservarlas,
ap<í«toles: don Juan Cagliero, jefe de la expedición,
exige patios extensos, donde a la vez que árboles
los sacerdotes D. José Eagnano, D. Valentín Caque adornen y purifupien la atmósfera, encuentre
e.spacio jxira exirrer con la libertad cpie los pájaros
ssini. D. Domingo Tomatis, D. Juan B. Baccino,
vuelan en el aire.
D. Esteban Behnonte, el acólito D. Santiago Allavena y los hennanos coadjutores Bartolomé
Scavini, Yivente Gioia y Bartolomé Molinaro, «.-•''.e
I^ s niños aman el colegio como cosa suya. En
general, condenados a habitar las zahúrdas que último como maestro de música instrumental y
j>asan con el nombre de casas de vecinos, apetecen
vocal.
D. J. Cagliero y D .J , Baccino quedaron en Buenc>
la hom del Colegio, como las llores la salida del
Aires para oficiar la Capilla de Mater Misericonliae,
Sol. V a tal extremo llegan en su adhesión, que
muy concurrida por italianos; los demás, bajo L
cuando bien entrada la tarde, precisa mandarlos
direixión del que más tarde fué Monseñor Fajpano,
a sus casas, hay a veces (jue casi violentarlos para
continuaron por la Campaña hasta San Niv’*!--.
que dejen el juego, o los estudios (¡ue tan ilusio, Pasamos por alto las estrecheces de aquella pri
nadtvs los tiene.
mera demora, las alternativas de entusiasmos y
desalientos, las dificultades mil veces superada-^
Los bcucficios de ese afecto son tan invisibles
como maravillosos. Su acción es cx»mo la del oxí por el amor de D. Bosco y el apoyo del Intendente
y del Párr<x:o. La Casa Nicoleüa ha quedado en la
geno, que nos mantiene la vida sin que apenas
nos demos cuenta de su existencia.
memoria de los salesianos- y sus exalumnos cono
(il torre<ín del solar añejo, envuelto en sus heroís
La cultura sin educacicai es refinaniento de mos gloriosos. A l cabo de 50 años, la Obra de Don
Bosco que cuenta en la Argentina más de 70 fun
maldad. Y entre ignorantes y per\-ersos no es du
daciones no ha cesado de cosechar frutos ; • i;^'"S
dosa la elección. L a obra de la educación no se
limita a la labor de la clase. T¡ene mavor radio
en ese terreno de la primera hora.
— 379 —
Como factor social San Nicolás valía un tiempo
mucho más que ahora. Por eso de las aulas salesianas han salido hombres ilustres hoy en el foro
V la in^ stratura argentina, los García Reinoso,
ios Escobar, los Saborido, Gard, Acevedo, Díaz,
Echagüe. Otero, Agmrre, Degreefl, Noé, Tuno,
César, Ibarra y muchos más que se glorían de per
tenecer a los exaluumos de D. Bosco. De allí tam
bién la Congregación ha recogido numerosos y
granados frutos de vocaciones.
No se crea, sin embargo, que el sol de gloria ilu
mina en la ‘fausta ocasión muros cuarteadas y
de enseñanza. H ay en él Escuelas Elemenlalcs y
Cursos Comerciales, 220 estudiantes intcnuw y
3.000 externos, hermosos locales, museas, clases
de mecanografía y dactilografía y una orqiu.sln
de niños. Los que concurren a lo.s cuatro Oruloiios
festivos que del Colegio dependen, llegan a 1,000.
y en la hermosa iglesia, una de las más artísticas
de La Plata, se desarrollan en tocio su esplendor
las funciones litilrgicas. E l centro de cx-alunmos
es uno délos más floridos y activos de la Républica,
al paso que los cooperadores como tales inscriptos
pasan de 800.
R E C IP E ( B i a i l l ) . — P r o c e s ió n d e l C o n g r e s o d e l S g d o . C o ra z ó n .
paredt:. grises y envejecidas. L a casa de S. Nicolás
*' el mejor exponeute de la vida'pujante que ca
racteriza a la Obra de D. Bosco en América. El
edificio de dos pisos ocupa una entera manzana y
^ presente educanse en él 120 niños internos, 100
externas y acuden en las fiestas cerca de 300 oratorianos. Está ultimándose el resto de edificio que
el plano y las necesidades del colegio quedaba
por hacer, y la iglesia erguirá pronto sobre su
r'^nvenedda fachada dos airosas torres donde
voltearán alafres las campanas del Jubileo.
f-A PLATA (Argentina) . — Solemne asamblea de
ai IX Congreso de Cooperadores.
^ La Plata, capital de la Pro\'incia de Buenos Aires,
- uúid : .ven y aún así pulcra y aristocrática como
- qne más, acaba de rendir a D. Bosco y a su
- ri nn solemnísimo tributo de admiracciiki y
.
IxK Salesianos, establecidos en la ciudad
-Je
han llevado el Colegio del Sdo. CoraJesús al primer puesto entre sus similares
En el salón de actos del Colegio, lo.s días 18 y
19 de Septiembre tuvo lugar la Asamblea solemne
de adhesión al I X Congreso de Cooperadores Sale
sianos celebrado en Octubre en Buenos Aires,
leyéndose y discutiendo los temas propues f s y
nombrándose oficialmente los delegados al Congreso.
E l día 21 la entera ciudad de L a Plata acud'ó
a l Colegio para testimoniar su afecto a D. Bosco
en la fausta conmemoración del .Cincuentenario
de su Obra en América, y Mons. Francisco All?erti,
el venerado obispo diocesano, ex-alumno de nues
tro colegio de Mater Misericordiae, rezó la misa
en nuestro Templo del Sdo. Corazón y entonó
el Te Deum .solemne de Acción de gracias, obra
insigne a cuatro voces del Mtro. Pagella escrita
para el Jubileo y que interpretaron magistralmente el gran órgano y la orquesta y un lucido
coro de 200 voces. En todas las misas rezadas
del día, el venerado Inspector del Sud Argentino
habló en pro de las misiones Salesianas de la
Patagonia.
— 380 —
A las 14 horas tuvo lugar en el mismo templo
un acto religioso-literario, con una conferencia
del mismo Rdo. Sr. D. Luis Pedemonte y la lectura
de las resoluciones adoptadas por la Asamblea
local, que se enviarán al I X Congreso, y una cálida
alocución de Monseñor Alberti.
Que la resonancia y el recuerdo de tales festejos
sirva para llevar más abundante mies de almas a
D, Bosco, y a mayor gloria de Dios.
CASTELNUOVO D’ ASTI {Italia). — Peregrlnaciao
al Templo votivo de Becchi.— En los mesOs pasados,
numerosas han sido las peregrinaciones que casi
diariamente visitaron el Santuario de María A uxi
liadora que se levanta gracioso, junto a la hu
milde casita donde nació D. Bosco. Durante el
mes de mayo, pucblecitos del contorno, en masa,
dirigidas por sus respectivos Párrocos, fueron a
rendir sus homenajes a la Taumaturga del pastoreiilo de Becchi. No faltaron tampoco colegios
con sus maestros. Entre ellos recordamos a los
Seminaristas de Chieri; PP. Jesuítas, Hermanas
de S. Jasé y del Beato Cottolengo y la juventud
católica de Chieri.
TURIN {Italia). — Cuatrocientos padres de familia
de los Oratorios Saleslanos de Turín a Becchi. —
Magnífica manifestación de amor a Don Bosco
y su Obra dieron el mes pasado 400 padres de
familia de los Oratorios Salesianos de Turín, que,
en compañía del Rdmo. D. Felipe Rinaldi, fueron
a visitar la casa nativa de Don Bosco.
r.a larga carabana de 25 grandes autobuses
de píusajeros, llamó poderosamente la atención
en los pueblos del trayecto, especialmente en Casteluuovo y en Becchi, porque no es muy ordinario
ver a tantos hombres, la mayor parte obreros,
unidos con tanto entxisiasmo en una misma fe y ha
ciendo valiente ostentación de sus ideas religiosas.’
Esta fundación de los Padre.s de familia, en
nuestros Oratorios festivos, es algo henuoso* y
providencial. Los lazos de henuandad que unen
a los Antiguos Alumuo.s y a los Padres de familia
son cordialísiuios y de gran provecho espiritual
y añil iimtorial para los unos y los otros.
¡Ojala que pronto los veamas llorcccr en todos
nuestros Oratorios festivos del mmido!
LOS QUE MUEREN
Sor Antonieta Amat.
Nació cu Barcelona (Sarriá) el 25 de Julio de
1S76. Entró postilante en Sarriá el 25 de Julio
do i8 g i. vistió el Santo H ábito el 8 de Diciembre
de iSgi; profesó en Sarriá el 4 de Diciembre de
i 8'13 e hizo los Votos perpetuos en Sevilla el i®
de Enero de 1897.
Buena, inteligente y activa dió sus mejores
euergí.is a la Congregación, pues entró a la temprana
edad de 15 años; a los 21 fué nombrada Directora
de la Casa de Jerez de la Frontera y más tarde lo
fué’ de la de Sevilla-Castellar y últimamente lo era
de Ecija. E n todas ellas realizó notables mejoras,
ganándose con su buen trato las simpatías de nu
merosos Bienhechores que generosamente la soco
rrieron en diferentes ocasiones. Verdadera hija
de la Congregación, amábala como a su madre y
veneraba en sus Superiores a los Representantes
de Dios. Considerábase feliz cuando los tenía a su
lado y gozaba sobremanera al poder pbsequiarles
de algim modo.
Probada por el Señor con penosas enfermedades,
fué edificante la paciencia y resignación con que
las sufrió todas, axui cuando tuvo que someterse
a dolorosas operaciones. De esta paciencia admi
rable dió la última y magnánima prueba en su
postrera enfennedad, durante la cual no exhaló
luia queja, ni dió la más leve señal de impaciencia
o de disgusto, no desalentándose nunca y esperando
siempre pacientemente la curación de sus dolen
cias para poder prestar sus fuerzas a la Congrega
ción que tanto amaba.
* Y cuando la gravedad del caso obligó a las Superioras que la asistían a avisarla del inminente
peligro en que se encontraba, supo también dar
prueba de su invencible serenidad, solicitando
por si misma los Santos Sacramentos, y recibién• dolos con extraordinaria resignación y entereza.
Dios permitió que después de recibidos, pasase
aúu cinco días en la más penosa agonía, sin duda
para ptirificarla y liacerle más rica la corona de
méritos que ya se había labrado.
A j)o.sar de .ser muy angustiosos .sus últimos días,
momentos antes de expirar serenóse tranquila
mente, y con la dulce seguridad de quieu ha ga
nado luia espléndida victoria, durmióse en el
Señor, la noche del 16 de Agosto de 1924.
D. Antonio Botana Barbeíto.
« A la hora de la muerte, decía con frecuencia
el Ven. Don Bosco a sus amados Cooperadores,
se recoge el fruto de las buenas obras i. Cristiano
chapado a la antigua, D. Antonio Botana Barbeiío
comprendió perfectamente el valor de esa afinr.a*
ción, y por eso, no queriendo que cuando a él le
llegara su día la muerte le encontrara con las ma
nos vacías, y se viera en peligro de contarse entre
los sien'^os infieles, decidió consagrar por entero st:
vida al servicio del Señor y a las obras de caridad.
Desde que conoció la Congregación Síilcsiana
y los fines que perseguía en bien de la i:ió-’ . f^®
su decidido protector y entusiasta propagandista,
desempeñando generosamente por más de 20 años
el cargb de Decurión de Cooperadores, en nue se
mostró modelo de celo y actividad.
Haciendo el bien le sorprendió la muerte en
Cambados, Pontevedra, entregando confiado su
alma al Creador.
Don Bosco saldría al encuentro de su buen Coo
perador y amigo, para'conducirlo a gozar la etenu
paz del Paraíso.
Nuestro sentido pésame a su cristiana faiuilü*-
Otros Cooperadores d ifu n to s:
BóÜiga (España). — Santiago Castellano; María
Alcántara; Hipólita Real y Valentín aiu ñ o z.
Cambados (España). — Rdo. D. Cándido Arosa
Alvarez.
_
__ „ ^ •
Villa de D.Fadrigue (España). — Dna. Patricia
xlllaimeva.
. ^
,
VaUr¿ia (España). — Sra. Antonia Rodríguez
de Cepeda; Alberto Monforte; Antonio Guillen
R. de Cepeda; Antonio Saur Bremón; Bienvenida
Sancliiz; Concepción Galán; Concepción S. Antonio
V. de Giner; Carmen Domingo de Miguel; Rdo.
D. Carmelo Vila; Concepción Sáncliez V. de Plá;
Concepción Pascual de Monsoriu; Desamparados
Carbouell de González; Dolores Sancho de Monlorte; Dolores Cebriá; Em ilia O uvet de García;
hiena Trenor V. de Llano; Félix Giner; Isabel
Biel; Ignacia Cardona V . de Royo; Ignacio Vidal;
Juan Ferrandis; Josefa Ostello V. de Pardo; José
Gil Quinzá; Josefa Daroqui de Giménez; José
Cogollos; Luis Colonier Coma; Mariano Benac;
Pilar Madremanv; Quintín Jorge; Ricardo Casan;
Rafael Criado; Rafael Cabanes; Rdo. D. Salvador
diamantes; Teodoro Hernández; Teodoro de la
Asunción Ortí; Vicenta Alonso; Vicenta Ramón
d' Ababán.
Unumal (Col.). — Eduardo Emilio Madrigal.
'Guayaquil (Ecuador). — Sres. Víctor M. Benavides; María R ita Fuentes de Vinces; Baltasara
García de Beuavides; Daniel Pino de Quevedo.
HICE BEEERALDELÁÍÍO19Z4.
Documentos:
Carta del Rvdmo. Sr. D. Felipe Rinaldi a los
Cooperadores Salesiauos, pag. 3. — Ln Congre
gación Salesiana por la Beatificación de Pío X,
•so. — Pioclamación del Año Santo, 227. —
Circular sobre la enseñanza del catecismo, 299—• Audiencia del Papa al Rdmo. D. Felipe
Rinaldi, 311.
'
Artículos de Ilustración:
Las Escuelas Profesionales de Sarria, Barce
lona, 42, — Memorial al Presidente de la Repú
blica Argentina sobre la Acción Salesiana en la
Patagonia, 44. — Glorioso Cmcueutenario, 99- —
Cincuentenario de les Misiones Salesíanas, 109. —
Giníerencias sobre las Misiones Salesianas, 124.
— ¿Qué ha visto el Ministro Gentile en el método
educativo de Don Bosco?, 135. — Octavo Congreso
dfc Educación y Cultura religiosa en Italia, 167. —
Primer Congreso de Educación Católica en Madiid, 173 y 198. — Congreso en honor del Sgdo.
Cotazcai, Santiago de Chile, 221. — E l I X Con
greso de los Cooperadores Salesianos en Buenos
Aires, 259 y 291.
Artículos de colaboración:
El nuevo Santuario de Jesús en Nazaret, 9. —
El 36 aniversario de la nmerte de D. Bosco, 15. —
Retomo a la Iglesia, 35< — Impresicaies de un Coo
perador Salesiano sobre el Oratono festivo de
Cuatro Cominos. 60. — Acuérdate, hombre, que
eres polvo y en polvo te convertirás, 63. — Do la
tierra al cielo. 66. — Pedagogía en acción, 70. —•
L a ascética de S. Francisco de Sales, 102. — a.n
primavera cristiana, 131. — Inauguración oficial
del Instituto lutemucional Don Bosco, 134. - •
Figuras misionerás, 137. — Orientemos a la ju
ventud y salvaremos la civilización cristiana, 103
— Rogueiuos al Corazón de Jesús que multi
plique las vocaciones al sacerdocio, r70. — Rei
naré en España. 186. — Jesucristo esix'ranzu y
salvación del numdo, I95- — Figuras de Jlisioneros Salesianos; Rdo. D. Lino Carbajal, 200.
¿Cómo O.S estáis aquí ocio.sos todo el día, 231. —
Tocan a vacaciones; jAlerla!, 234. — Una de las
plagas más fmiestas de la edad moderna, son las
malas lecturas, 261. — E l sepulcro de S. Esteban
en Beitgemal, 266. — Exposición profe-sional sa
lesiana en Sevilla, España, 2S3. — Página salesiana de las Mi.tioiies Católicas, 294. — Id siervo
de Dios D. Andrés Beltrami, 323- —
Fosco y
Alejandro Manzoni, 330. — Felicitación en lius
Pascuas de Na\ddad, 355. — F 1Oratorio con su Pro
grama Máximo, 356. — Nueva expedición de Mi; ioneros Salesianos. 360. — Gratitud de un leproso, 362.
Antiguos Alumnos:
Labor realizada por les Antiguos Almnnos es
pañoles de U Inspectoría Tarraconense, 27. —
Simpática romería de Antiguos Ahnnnos argen
tinos a Imján. 27. — Nueva revista de Antiguos
Alumnos en Viedma, Patagonia Argentina. 27 .
_Homenaje a María Auxiliadora de los Antiguos
Alumnos de Valparaíso, Chile, 28. — .1/) que es
la exaluiuna. 46. — Las revistas de Antiguos Almniios de Chile al Cardenal Benllocli, 61. — A.saiublea de los Antiguos Alumnos de Vercclli. Italia,
02. _Laudables propósitos de los Antiguos Alum
nos Beigns. 62. — Consagración E p isa pal de un
Antiguo AÍunino de Caracas, Venezuela, 73. —
Peregrinación a Lujan de los Antiguos Alumnos
argentinos, 87. — El día del exalumno en el
Uruguay, 88. — Primer Congreso Nacional de
ios Antiguos Alumnos colombianos, 188. — El
día del exalunmo en Rawsón, Argentina, 219.
Misiones Salesianas:
Llamamiento de niietros Misioneros del Assam,
India, a la caridad de los Cooperadores. 16. —
Excursión del Rdo. Padre Pittini al Chaco Para
guayo. 19. — Continuas guerras en el Vicariato
de Shiu-Chow. China. 47. — Nueva Misión entre
los Tucanos, Brasü, 50. — Misión Salesiana de
Tanjore, India, 75. — La Providencia en el Orfa
notrofio de Shiu-Chow, China, 77. — Primicias
de la China, 78. — Misión de la Pampa Central. 79_Campo que evangelizan los Salesian<», ii o . —
Excursión a onllas del rio Tiltié, Brasil, 113*
Vicariato Apostólico de Kimberley, Australia, 139
y 305. _Resplandores de caridad entre los ho
rrores de la guerra, en Shiu-Chow, China, 142 y
jyy . _Los indios de la sierra ecuatoriana, 144.
_Entre los adoradores de Durga, Assam, In
dia, 148. — Treinta años de Misión entre le» Jí-
bíiros de Oualaquiza, Ecuador, 174. — Por amor
a Don Rosco, 205. — Entre los indios de Taracuá,
206. — Nuevo centro de Misión en Katanga, Congo
Relga, 209. — En el Vicariato Af>ostólico de Mén
dez y Gualaquiza, Ecuador. 237. — Todos pueden
ser misioneros, 240. — Tenemos iglesia, pero no
sacerdote, 2,|2. — Juicios sobre la Misión vSalesiaiia del Brasil, 269. — Del Vicariato de ShiuCliow, 271. — Da Obra de Don Rosco en Vene
zuela, 274. — En el reino del dolor y de la caridad,
300. — Por el alto Neuquén, Argentina, 302, 336
y 367- — Al pie de los Andes. 304. — Mis viajes
l>or la Tierra del Fuego. 306. 340 y 372, — De
algunas poblaciones indígenas del Peni, 332. —
Necesidad de clero indígena en China. 334. — P i
diendo limosna para los Misioneros, 370. — Una
exploración por el río Santiago, Ecuador, 363.
Episodios de ias Misiones:
Solo deseo una cosa: volar pronto al cielo, 24.
— Un misionero elegido Cacique de los Bororos,
55. — No, Padre, no perderemos. 82. — Instantdneas de la vida de los Jíbaros, 116. — De
refi ulero a rey, 150. — La caída de rm bólido ate
moriza a los Bororos. i8o. — De Tierras de Bo
roros, 214. — E l Cacique Manuel, 243.
Cuito de María Auxiliadora:.
María Auxiliadora en Sevilla y en Cuba, 25. —
María Auxiliadora en Beraal, Argentina. 57. —
Fiesta de María Auxiliadora en Tancitaro-Michoacán, Méjico, 57. — María y la luna, 8 4 .— María
y la mujer, 119. — Venid y vamos todos, 151. —
Bcatam me dicent omnes generationes, 182. _
líl Santuario de Valdocco, 215. — María A uxi
liadora en Valencia. España, 245. — María A uxi
liadora en Gerona, España, en Santiago de Cuba
y en Linares, Chile, 342 y 343. — María Auxilia
dora en Menorca. España; en la Habana, Cuba y
en Medellín, Colombia, 374 y 375.
Oradas de María Auxiliadora:
Veaiise las f>áginas: 26; 58 y siguientes; 85 y
siguientes; 120 y siguientes; 152 y siguientes; 183
y siguientes; 216 y siguientes; 246 y siguientes; 279
y siguientes; 308 y siguientes; 343 y siguientes; 375.
Varios:
Gracias de nuestro \^enerable Padre Don Rosco.
P¿-J' 39-— Homenaje del colegio salesiano de Valixiraísü, Cliile. al Cardenal Benlloch, 42. — Nuevo
ObispK) salesiano, 43. — R erísta regional « Don
Basco » 87. — Consagración de Moiis. Munerati,
— Nbicvo Procurador General, 108. — Una
buena iniciativa, 123.— Los anhelos de Domingo
Savio sobre Inglaterra se van cumpliendo, 156. —
Un llamamiento a los católicos de Eslovaquia, 158.
El Instituto Cardenal Cagliero, seminario para
las Misión^ vSalcsianas. 221. — E l Instituto Car
denal Cagliero ente moral. 221. — Visita de los
Soberanos españoles. 249. — E l Principe de As
turias en el Tibidado, 249. — Homenaje del Ora
3«2 -torio festivo de S. Miguel a la Congregación
siaha. 283. — E l Príncipe del Piaraonte en el co
legio salesiano Pío IX , 346. — Un salesiano Admi
nistrador Apostólico de Campo, Brasil. 347. _
Nuevo Obispo Salesiano. 347. — Galardón mere
cido, 347. — Diploma de honor a los Exploradores
Don Boscó, 348. — E l Cardenal Laurenti y el
Arzobispo de Turín en el Oratorio de Valdocco. 348.
—
y conmovedora asamblea, 348._Musolini en el Comité de Honor de las Misiones Salesianas, 156. — Nueva diócesis Salesiana, 88. —
Noticias del mundo Salesiano:
España: Vigo 28. — Zaragoza. 28. — Madrid.
123. 155- — Campello, 186. — Bilbao. 187. — Se
villa, 187. — Cádiz, 219. — Valverde del Camino,
219. — Santander, 219. — vSalamanca. 249. —
Novelda, 285. — Tibidabo, 317.
Argentina: Rawson-Chubut. 29, 252. — Córdoba,
60, 312. — Fortín Mercedes, 125. — Buenos
Aires, 155, 251. — Uribelarrea, 220. — Bahía
Blanca, 311. — Bemal, 312. — Patagones, 312. —
Toay, 313. — L a Plata, 379.
Colombia: Caño de Loro, 125. — Bogotá, 252. —
Medellín, 285. — Lebrija, 312. — Bucaramanga,
133- —
Centro América: Panamá. 253. — S. José, 88.
— Cuba: Santiago. 156. — Habana, 188. —
Caraagüey, 188,.
Ecuador: Quito, 29, — Cuenca. 316.
Urtigtíáy: Paysandú, 61. — Montevideo, 314.
Brasil: San Pablo, 347. —
Italia: pág.: 29, 189, 253. 285.
Inglaterra: pág.: 88, 349.
Francia: pág.‘: 89.
Polonia: pág.: 349.
Checoeslovaquia: pág.: 349.
Canadá: pág.: 89.
Nasaret: 222.
Necrología.
Rdo. P. Casiauzo Mellano; D. Manuel Garda
Fernández y Dña. María Rolán de Lerov, pág.: 30.
— Rdo. P. Fabricio Soldano, 62. — Sra, Dña.
Francisca Rodríguez Abaytúa; Sra. Dña. Encar
nación Illán de Verdú; Sra. Dña. Rosa JI. de Tavella y el Exemo. Sr. D. Diego Manuel Chamo;rro, 90. — Rda. Madre Catalina Dagheró; D. Ilde
fonso Ruíz de Lobera y de Morcillo, y Rdo. D.
Daniel J. Flores, 126. — D. Celestino Buet Ko*
gueira, y Dña. Colombia Santos de Dueñas, 158— Rdo. Sr. D. Antonio Bentanacbs; Exemo. Sr.
D. Pedro Turrull y Comadrán, 222. — Exemo.
Sr. D. Jerónimo Tomás de Silva, 254. — Exema.
Sra. Dña. Consuelo Pascual Vda. de Martín Codolar; Sr. D. Prmicisco Jiménez. 286. — Magdalena
Pedrazzini Vda. de Bonetti; Don Jaime Lera, 318— Rdo. D. Arturo COTelli; Sor Amelia Chape*
llüi; Exema. Sra. Dña. Isat«l López del P íe l^ í
Sr. D. José M. Salamó; D. Sebastián Scala, 350.
— Sr. Antonieta Amat; D. Antonio Botana Baibeito, 380.
IT »
^P'‘‘>^«ción de la Autoridad Eclesiástica: Gerente: GEMINLANO FE R R A R I.
h,5.tablec. 1 jp. de la Sociedad Editora Internacional. — Corso Regina Margherita. N. 174 - TURIN
í S O C I K I 'i V
K Ü IT R IO K
C o r s o R e g i n a M a r g h e r lta , 174 - T O R IN O (Ita lia )__________
Opera theologica ad norm am Novi Codicis luris Canonici exarata
et Com m entaria eiusdem Codicis.
ANTONELLI Sac. JOSEPH. — Medicina pastoralis in usum confessariorum et curiarum ecdesiasticaruni. Editio quarla in pluribiis aucta.
Accedunt 94 figurae et 25 tabulae anatomicae goloratae. 3 VoL: L. 60. — Apud exteros: L. 72IIADII Sac. CAESAR. — Instltutíones jurls
Canonici. Editio altera aucta.
VoL. I. - Inirodticlio in jus canojiicum. — Lib.
I. N o r m a s g e n e r a l e s . — Lib. II. D e p e r s o n i s :
L_ 16,50. — Apud exteros: L. 20.
VoL. II. - De rebus: L. 20. — Apud exteros:
L. 24.
BLAT Fr. ALBERTU S O. P. - Commentarium
textus Codicis iuris Canonici.
L íber I. • Normae generales. Previo tractatu
introductorio, et appeiidice subsequente de legibus ac libris liturgicis: L. 7,50. — Apud exteros:
L. 9.
L iber II. - De personis cum aiithenticis declarationibus usque ad diem 7 Julii 1921 (A. A. S.
XlH, fase. 9): L. 30. — Apud exteros: L. 36.
L í b e r III. - De rebus.
Pars I. D e S a c r a m e n t j s cum declarationibus
autheiiticis usque ad diem 2 Augu-sti 1920 (A. A.
S. XII, fase. 8). Accedit dúplex appendix, prima
de relatioiiibus ex libro V, altera de formulis facultatum S. Congr. de P. Fide: L. 30. — Apud
exteros: L. 36.
Pars II. D e l o c i s e t t e m p o k i b u s s a c r i s . Pars III. D e c u l t u d i v i n o . - Pars IV. D e m a g i
sterio E C C L K S i A S T i c o . - Pars V . D e b k n e f i c i i s
A L IIS Q Ü E I N S T I T U T I S E C C L E S I A S T I C I S
GiALiBus. - Pars V I. D e
PORALIBUS, CU M
bonis
NON
C O L I .H -
Ec c l e s i a e
DECLARATIO N IBU S
tem-
A U T H E .N T lC lS
1922: L. 24.— Apud
exteros: L. 30.
L íber V . D e delictis et poenis (Sub praelo).
USQUE A D DIEM 3 I O C T O B K IS
CARBONE Sac. C. Theologiae et luris Canonici
Doctor, in Seminario Regionali Apulo-Lucano,
Theologiae Dogm. et Sacrae Eloquentiae Magister. — Examen Confessariorum ad Codicis
Jurls Canonici normam concinnatum: L. 12,50.
Apud exteros: L. 15.
CHELODI Sac. JOANNES. — Jus matrlmoniale:
L. 8. — Apud exteros: L. 9,50.
— Jus de personis, etc., praemisso tractatu De
P'incipiis et fontibus ju ris canonici: L . 25.—
Apud exteros: L. 30.
— Jiis poenale et ordo procedendi in judicüs criminalibus: L . 6. — Apud exteros: L . 7,20.
3 .ARR1GOU-LAGRANGE Fr. REGIN. O. P. —
Theologia fundamentalís secundum S. Thomae
doctrinam. Pars apologética; De revelatlone
Der Ecelesiam caiholicam proposita. — Üpus
rJxta S. P. Benedicti X V optata sacrae prae*«tiin juventud commendatum. 2 voL: L. 4 5 .—
Apud exteros: L. 54.
P. GEM ELLI AU G. O. P. M. — De Scrupull».
Psyclio-palhologiae speciinen in u.sum confessa
riorum: L. 10. — Apud exieros: L. 12.
— Non m oechaberls. Disqiiisitiones medicae in
usum confessariorum. - Editio sexta: L. 12.—
Apud exteros: L. 15.
GENICOT ED. S. J. — Casus consclentlae propositi ac soluti. Üpus postuimim acconiodatiim
ad Theologiae moralis Instltutíones e). auct.
Editio 4 ' ad m>rniain Codicis Juris recogtiila el
pluribus casibus ancla a J. Saismans S. I. ele.:
L. 24. — Apud extvros: L. 28.
— instltutíones theologiae moralis. 2 vol :
L. 35. — Apud esteros: L. 42.
MUNERATI Episc. DAN TIS. — Promptuarlum
pro ordinandís et confessarüs examlnandls:
L. 5,50. — Apud exteros: L. 6,50.
SEBASTIAN I Sac. NICOLAUS S. Theol. et utriusque iuris Doctor, Cancellarius a Brevibus Apostülicis Pii PP. XI. — Summarium Theologiae
moralis ad Codicem Juris Canonici accomodatum
cum lucupletissimo indice analytico:
Editio quinta maior(i92o). In-8 max.: L. 9,50.
— Apud extero-s: L. 11,50.
Editio sexta minor-manualis. In-24 (cm. 9x13)
charla indica, pondere mínimo, pp. 650. Linteo
contecta: L. 14.50. — Apud exteros: L. 17.50.
TAN Q U E R E Y AD. S. J. — Synopsls theologiae
do.maticae ad mentem S. Tliomae Aquinatis
hodiernis moribus accomodata,
V o l . i . De vera religione - De Ecctesia - De
fontibus revelationis: L. 25. — Apud exteros:
L. 30.
V o l . n . De ñde ■ De Deo uno et trino - De Dea
creante et elevante: L. 25. — Apud exteros: L.30.
V o l . 111. De Deo sauctificante - De Deo remuneratore seu de gratia - De Sacramentis et de
Novissimis: L. ao. — Apud exteros: L. 24.
— Synopsls theologiae moralis et pastoratis ad
mentem S. l'homae Aquinatis hodiernis moribus
accomodata.
V o l . I- D e poenitentia - De matrimonio et de
ordine (Pars dogmática simul et moralis); L . 25. —
Apud exteros: L, 30.
V o l . II. (Theologia moralis fundamentalís) De
virtutibus - De praeceptis ■ De censuris - De
prohibitione librorum: L. 25. — Apud exteros:
L. 30.
V o l . III. P e virtuie justitiae et de variis statuum obligalionibus: L. 20. — Apud exteros:
L. 24.
TAN Q U EREY A D . et Q UEVA STRE M. - Brevlor synopsls theologiae moralis et pastoralis.
Editio nova: L. 20. — Apud exteros: L. 24.
TAN QU EREY A D . - Q U EVA STRE M. - HERBERT
L.
Brevior synopsls theologiae dogmaticae.
Editio quinta: L . 20. — Apud exteros: L. 24.
S O O I i ^ T A . B ^ r n O r jR IO E Í líV T T O R J V A ^ I O I V A r v ^ ü í
C o r s o R e g i n a M a r g h e r iti i, 174 - T O R IN O (Ita lia )
A . P I S 6 E T T A et A . G B N N A R O
S. S.
THEOLOGIAE MORALIS ELEMENTA
AD CODICEM JURIS CANONICI EXACTA
Ja m edita su a t ia íucem :
p ri m u m : O» ThAOloglae M oralls Pundam entls. — r. De actibus hujnanís. - 2. De conscientU
- 3. De legibus. - 4. De peccatis. Vol. in-x6, pp. CVIÍ-404: L. 15. — Apud exteros. L. 18.
VoLUMKN secumdum: De obligatlonibus erga Deum et nos Ipsos. — i. De virtutibus theologicis. •
2. De virtute religionis. - 3. De prudentia, fortitudine et temperantia. Vol. in-16, pp. X -63o:\. 20
— Apud exteros: L . 24.
V o l u m e n t e r t i u m : De obügatlonibus erga proxltnum. — i . De justitia et jure. - 2. De iniuriis et
restitutione. - 3. De contractibus. Vol. in-16, pp. XII-750: L. 25.— Apud exteros: 30.
VOLUMRM q u a r t u m : De obllgationlbus peculiarlbus et de poenls eccleslastlcls. — Vol. íd-i 6
pp. XII-420 : L. 15 .— Apud exteros: L. 18.
V qlumjin
P r o x im e ed en d a :
q u i n t u m : De Sacramentis in genere et de quinqué primis Sacramentis in specle. —
I. De Sacramentis in genere. - 2. De Baptismo. - 3. De Conñrmatione. - 4. De Eucharistia. - 5. De
Poenitentia. - 6. De Extrema Unctione.
V o l u m e n s e x t u m : De Ordlne et de Matrimonio.
V o l u m e n s b p t i m u m : De sexto et nono praecepto decalogi; de usu matrimonil et de ratione ser*
vanda In sacramentorum administratlone.
V olumen
S. THOMAE AQUINATIS OPERA
SUMMA THEOLOQICA diligenter eméndala, De Rubeis, Billuart et aliorum notis selectls ornata, cul
accedunt septem locupletissimi indices, quorum unusest auctoritatum Sacrae Scripturae, alter quaestionum, tertius rerum omnium praecipuarum, quartus dogmatum ad hodiernas haereses confutandas,
quintus locoruin seu doctrinarum ad explicandas Epístolas et Evangeiia Dominicarum et festonim
totius anni, sextus auctorum quibus usus cst D. Thomas, séptimas locorum ad usura catechistariim. Accedit lexicón Scholasticorum verborum Josephi Zatnae Mellinü, quo explicantur verba
máxime inusitata et locuttoaes praecipuae D. Thoniae et aÜorum Scholasticorum. 6 vol. in-8 max.
Editio Taurinensis 1922: L. 80,— Apud exteros: L. 96.
IN OMNES S. PAÜU APOSTOLl EPISTOLAS COMMENTARIA, cura indice rerum memorabiliura.
2 vol. in-8 max. Editio Taurinensis emendatissima: L. 3 3 .— Apud exteros: L. 40.
CATENA AUREA IN QUATUOR BVANGELI A. — 2 vol. in-8 max. Editio Taurinensis emendatissima.
L. 32.— Apud exteros: L. 39.
IN EVANGBLIA S. MATTHAEI ET S. JOANNIS COMMENTARIA. — 2 vol. in-8 max. Editio Tanrinensis emendatissima: L. 32. — Apud exteros: L. 39.
SUMMA CONTRA GENTILES, seu de veritate CathoUcae Fidei. Editio Taurinensis emendatissima.
L. 12. — Apud exieros: L . 14,50.
QUAESTIONES DISPUTATAB ET QUAESTIONES DUODECiM QUODLIBETALES ad fidem optimaruro
ediliütmm diligenter refusae. Editio Taurinensis emendatissima: L. 45. — Apud exteros; L. 54.
« O I v J E :T J IV
R e d a c c i ó n y A d m in is t r a c ió n : V ia C o t t o le n g o , 32 - T U R fN .
-
Texto
-
BOLETÍN SALESIANO
REVISTA DE LAS OBRAS DE DON HOSCO
Alo XXXÍX.
DICIEMBRE 1924
Número 12.
L U B IA N A . — S u e v o S a n tu a rio de M aría A u x ilia d o r a , ooneagrado e l 8 de eepU em bre 1924.
R eiiaccióo j
AdminístraciÓD: V ia Cottolenso N . 32 - T U R IN , 9 (Italia).
^ C3 r
J
m
CO O PER A D O R ES SALESIANOS
O m odo práctico para m oralizar la sociedad.
Es el periódico oficial de las Obras y Misiones Salesianas, que' se envía
mensualmente a los Cooperadores Salesianos y a las Cooperadoras Sa
lesianas, o sea a los que sostienen dichas Obras y Misiones.
Salesiano,,
Fundador de las Obras y Misiones Salesianas y de los Cooperadora
Salesianos es el Venerable Padre Don Juan Bosco (1815-1888) apóstol de la juventud y fundador
de la Pia Sociedad Salesiana y de las Hijas de María Auxiliadora.
*'Bo!eifn
G oopeP odoPB S
S o le s io n o s »
L a Unión de los Cooperadores Salesianos — como dice Don Bosco — no
vínculos de conciencia y por lo tanto pueden participar las familias
seglares y religiosas, y los institutos y Colegios, por mediación de sns
padres o Superiores.
Las condiciones establecidas por Don Bosco para ser inscriptos en la Unión de Cooperadores
Salesianos son:
1. Tener 16 años de edad.
2. Gozar de buena reputación religiosa y civil.
3. Estar en grado de promover por sí mismo o por otros, con oraciones, ofertas, limosnas
o trabajos, las Obras de la Pía Sociedad Salesiana.
N B. — Los que desean inscribirse entre los Cooperadores y sobre todo aquellos que proponen
nuevos socios, reflexionen sobre la tercera de las condiciones, requerida por el Venerable Fun
dador; es a saber: que puedan promover por si o por otros, con oraciones y limosnas — qoe
compensen por lo menos el envío gratuito del « Boletín » — las Obras Salesianas.
Los pedidos de inscripción envíense directamente al Rector Mayor de los Salesianos, Cottolengo
32, Torino, 9 — Italia.
En el Cinciientcuarlo de las Misiones Salesianas (1875-1925) recomenuamos a todos la celebración de Jornadas Misioneras a favor de las
Misiones Salesianas, para que se difundan con su conocimiento sus ma
chas necesidades — «»extendiendo el marco de las simpatías y procurán
doles el apoyo de todos los buenos — Es cierto que las Jornadas Misioneras no recogerán de
golpe la ayuda necesaria. Nuestros Misioneros piden por ejemplo con insistencia diaria, géneros
y objetos para el sagrado ministerio, y principalmente telas, vestidos, calzados, para sus huér
fanos y neófitos, medicinas y mil otras cosas necesarias para el inicio de la vida civil de los nue
vos cristianos.
Indicamos pues, a las Casas de Comercio, esta grande obra de civilización y de fe, rogán
doles quieran enviar al Rector Mayor de los Salesianos Don F E L IP E R IN A L D I, Cotto32 - TO R IN O (9) - Italia, cuanto estimen oportuno dar a las Misiones Salesianas. 0
Señor, por las fervorosas plegarias de los protegidos, bendecirá sus negocios proporo'»*
demente a su generosidad.
ObPQ gP O n ds
C Q P id üd ,
Bnofo de
las ofepías.
Ruégase enviar las limosnas y ofertas directamente al Rmo. Retíos
Mayor de los Salesianos, que es asimismo el Director General de la Uniío
de Gx)peradores Salesianos y de las Cooperadoras Salesianas, con «si*
dirección: Rmo. Sr. Don F E L IP E R IN A L D I - Oratorio SalesieM *
CottcdengQ, 32 - TO R IN O (9) - Italia.
356 -
El Oratorio con su Programa máximo.
{Discurso leído for un P . Salesiano en el Congreso Cultural de Venecia).
¡Cuán grato es hablar de este tema todo de
dicado a la juventud, bajo el auspicio de Sto.
Tomás de Aquino, cuya edad juvenil fué tan
pura y se inspiró en los más santos ideales!
¡El Oratorio! He aquí un oásis delicioso de
redención y de paz para tantas almas. Muy
gloriosa es su historia. Baste recordar sus co
mienzos con San Felipe Neri y el Cardenal
Borromeo, y las benéficas tradiciones que nos
legaron, las cuales, vivas y florecientes, lian,
llegado hasta nosotros; y más recientemente el
grande impulso que le ha dado el Ven. D. Bosco.
El quinto de los Congresos sobre Oratorios y
Escuelas de Religión, se ocupó ex profeso, de
las varias formas históricas de esta santa ins
titución, y publicó un volumen que el llorado
P. Albora, segundo sucesor de D. Bosco, envió
a todas las diócesis y parroquias de Italia.
En tal estudio aparecían bien claras las va
rias formas de su desarrollo en conformidad
con los diversos lugares y con las necesidades
cada vez mayores.
Aquí hablaremos de una de estas formas, que
mientras responde a las necesidades imperiosas
de los centros más poblados y agitadores de
las grandes urbes industriales, puede también
adaptarse^ sin gran dificultad, a los centros
menores: nos referimos al Oratorio con su Pro
grama Máximo.’
Quién', entre otros, mejor intuyó el Oratorio
ftsí concebido y ampliado, creo haya sido el
Ven. 1). Bosco, impulsado por urgentes nece
sidades locales a salvar una juventud, que pa
recía la más refractaria y rebelde a todo lo santo.
Estudió a los jóvenes que estaban en peligro o
moralmcnte más enfermos. Las cárceles de Turín
fueron su primera clínica; su maestro y guía,
un sacerdote a quien se espera ver pronto sobre
los altares, el Ven. Cafasso, que con celo intré
pido, subió al patíbulo más de 6o veces, para
abrir a los ajusticiados, como hiciera Jesús con
oí Buen Ladrón, las puertas del paraíso.
En aquellas cárceles, en aquella clínica, Don
Bosco había visto no pocos jovencitos, delin
cuentes precoces. « ¡Infelices, decía, vosotros
tenéis más necesidad del sacerdote, que del
carcelerol * Y viendo en los barrios populosos
a centenares de jó\'enes que desconocían com
pletamente la Iglesia, ¿qué hace el buen Sacer
dote? Se dedica en Turín a la obra de los Ora
torios con nuevos bríos y con industrias tan
atrayentes, que las turbas juveniles lo rodean
por millares; el Municipio y el mismo Gobierno
se alarman; y se requiere la inter\’ención del Rey
Carlos Alberto para dejarle completa libertad
en sus acciones.
He aquí las principales características de este
tipo providencial de Oratorio.
Grandes patios, con inmensa variedad de
juegos y diversiones, gimnasia y cualquier otro
género de deporte; teatro, música vocal e ins
trumental...
Cierto día preguntaba a D. Bosco un ilustre
eclesiástico de Marsella, si podía tolerarse la
música en los Patronatos y Oratorios; y Don
Bosco le respondió: « Un Oratorio sin música,
es cono un cuerpo sin alma ». H oy día se añaden
el cinematógrafo, el balón-pie, los exploradores,
batallones infantiles etc.
Mfis especialmente, tres medios son indis
pensables.
Es el primero: Abrir de par en par las puertas
del Oratorio a todos, sin distinción, y con mil
industrias, atraer el mayor número posible; igual
que hace la Parroquia, casa de todo el pueblo;
y el Santuario, refugio de todos los pecadores.
E n los comienzos de un Oratorio situado en
las afueras de Turín, pasaba cierto día, por
delante del mismo, un equipo de fout-bollistas
rojos. Era el tiempo en que imperaba el bolche
vismo. Los muy curiosos, al sentir tauta alga
zara, se detienen; y ver al sacerdote y entrar
prepotentes gritando, fué todo una misma cosa.
Pero bien pronto se detienen sorjjrendidos, desar
mados. Uno de aquellos sacerdotes, el director,
les ha salido al paso del modo más afable qne
pueda imaginarse, les recibe con los brazos abier
tos, como amigos esperados desde mucho tiempo,
y sin más les invita a jugar con el equipo dd
Oratorio.
Estuvieron jugando por espacio de una hom
con gran entusiasmo, y al partir, aquellos jo
venes bolcheviques estaban, sino con^•e^tido«,
ciertamente conquistados. Prometieron volit
en la fiesta siguente y, en prenda de ello, 2cruzar el dintel del oratorio lanzaron un tripfe'
original y entusiasta: ¡Viva! « ¡Viva Lenin! *
« ¡Viva D. Bosco! * * ¡Viva el director! ■'
Mas ¿cómo puede concebirse, dirán algucc^'
aglomeración tan variada y peligrosa de semojantes grupos juveniles así mezclados y conftü^'
didos?
.
He aquí la respuesta en el segundo e indis
pensable medio:
— 357 —
U na sa b ia organ ización .
El profano que vea superficialmente una
colmena, mientras las abejas solícitas y- discretas
van y vienen sin cesar, no entiende nada del
orden admirable que reina en aquel aparente
desorden.
Las masas juveniles que pueblan el Oratorio,
se componen generalmente de cuatro quintos
que son asiduos, constantes, provistos del librito de asistencia, 5^ el resto lo forman los in
decisos e inconstantes.
A estos últimos, principalmente, ha de saber
el director tenderles las redes del amor, de suerte
que pasen presto al número de los efectivos, de
los que son el alma y vida del oratorio. Entonces
solamente podrán inscribirse en las « Varias
.\sodaciones y Círculos » del Oratorio, donde
con arte maravilloso se les atiende más de cerca
y se les fonna para la vida cristiana y religiosa.
He aquí las varias organizaciones:
La Compañía de S. Luis para los pequeños
hasta los doce años. L a de S. José para los mayorcitos hasta los diez y seis; después uno o
varios círculos con diversos nombres; y de todo
el conjunto se eligen los Grupos Eucarísticos,
que forman el que propordonau los mejores elementos
la formadón del personal directivo. Es
ellos precisamente donde se escogen los
^^stentes, los Catequistas, y los Cooperadores
para la buena marcha así general como índi\*ide cada una de las secciones.
E l tercer medio, el medio sumo, aun más, el
medio esencialísimo:
U n a buena in stru cción y form ación
religio sas.
¡Religión! sí, ¡Religión! Sin Dios y su gracia,
sin Jesús y su doctrina inútilmente trabaja
quien quiera educar y salvar la juventud. Pero
a esta juventud, ávida de belleza, de fantasía y
corazón exuberantes, ha}»^ que presentarles la
Religión simpática, atrayente, fascinadora.
Por esto el Oratorio ha de tener una Iglesia
donde se organicen funciones sagradas, en las
cuales deben tomar parte los mismos jóvenes
atendiendo al servicio del altar y con el canto
colectivo. Uno de los medios eficaces emplea
dos por Lutero en su propaganda fué, precisa
mente, la ejecución de cantos sagrados por todo
el pueblo. ¡Qué cante todo el pueblo! Tal es
el gran deseo de los Cecilianos. ¡Qué cante todo
el Oratorio! He aquí un medio poderoso de edu
cación religiosa.
¡El serxricio del Altar! ¡Imposible es decir lo
que disfrutan los jóvenes del « Pequeño Clero »al
entrar en el Presbiterio desfilando devotamente,
con sotanas negras, azules o encarnadas, con
blanquísimos roquetes, y donde se puede, con
bonetes, fajas y esclavinas; y así revestidos to
mar parte en las fundones sagradas! Y no un
* Pequeño Clero » compuesto solamente de
niños, sino de estudiantes de primera y segunda
enseñanza y aprendices de los diversos artes y
oficios.
'i'iene además el Oratorio la Instrucción reliposa. « luz i.,i.u ,.t„a l, llena de amor )>, que se
imparte convenientemente
-«^dones o cate
gorías en aulas apropiadas, y desde el
a todos simultáneamente; la instniccjón reli
giosa corroborada con la frecuencia de los santos
Sacramentos.
Ved un gran número de jóvenes asiduos que
todos los domingos se acercan a la Confesión o
Comunión; vedlos cuando llega una gran solem
nidad religiosa, o al menos una vez al mes, al
celebrarse el piadoso ejerdeio de la Buena Muerte
hadendo Comunión General. Con este germen
de vida celeste, se obtienen milagros aún en
los barrios más disolutos, y en los jóvenes que
pasan sus días en el ambiente más corrompido.
E stas almas y estos corazones así alimentados,
que pasan por el fango sin contaminarse, sor
flores elegidas del Tabernáculo, triunfos subli
mes de la gracia divina.
Religión con sus fiestas espléndidas, proce
siones y otras grandiosas maniíestadones, dondt'
una turba inmensa de jóvenes engalana, canta,
toca, declama y goza; en la Iglesia en los pati(
-
358 -
y en la vía pública, en una imponente manifes
tación de vida exuberante; regocijada por la
tarde con públicos conciertos, iluminaciones,
fuegos artificiales; un conjunto, en fin, de
cosas que suscita y crea los más sublimes entu
siasmos.
Religión con sus peregrinaciones alegradas
por cantos, música, conciertos, meriendas, con
secciones de ciclistas y exploradores, amenos
paseos y festivales públicos de ejercicios gimnás
ticos; Religión con sus Ejercicios o Retiros es-
música, ensayos dramáticos, círculos, reuniones,
conferencias, etc., etc.
Y tampoco queda el Oratorio como un ente
aislado, sino que en el mismo radican las Aso
ciaciones de los padres de familia, pues como
dice un proverbio flamenco; « Quien tiene la
mano del hijo posee el corazón del padre r, está
allí la unión de los exalumnos que se reúnen
por la noche en el propio círculo y que renuevan
con frecuencia las comrmiones generales; y allí
está finalmente el indispensable Comité de las
H u e rfa c ilto s d e {guerra I ta lia n o * r e c o g id o s en e l colegí*
pirituales para los mejores socios de las Com
pañías Y de los Círculos; Religión haciendo in
tervenir anualmente al Obispo para administrar
el sacramento de la Confirmación y para pre
senciar el filial homenaje de gratitud que le
ofrecerán como a Pastor de la Diócesis.
lY esta obra es diaria, constante, sin vacacio
nes! El día clásico es el domingo. Se abre en las
primeras horas de la mañana, durante las cuales,
ípiienes lo desean, van entrando en la iglesia para
confesarse, y siguen alternando varias ocupa
ciones, hasta entrada ya la noche, que se ter
mina con una función de teatro u otro honesto
pasatiempo.
En los días feriales se abre cuando terminan
las clases oficiales y el trabajo, para dar lugar
a las escuelas profesionales nocturnas, clase de
Damas protectoras. Después de lo dicho ¿no ce
parece ya completa la formación del joven?
Sus músculos encuentran en los deportes el
ejercicio necesario para el desarrollo armónico
y progresivo; su espíritu recoge en las clases,
en las compañías y en la iglesia la luz de las in
teligencias y la doctrina de la Fe; y el corazón
y la voluntad adquieren con la oración y coo
los sacramentos, dos generadores de fuerzas
sobrehumanas, que producirá siempre, atm
en los más extra\-iados, el regreso feliz al recio
sendero.
Cuentan algunos naturales, que existe en d
Uruguay, cierta planta llamada • Sirena . El
caminante que atravesando aquellas inmer''S5
praderas pasa junto a élla, encantado
^
belleza, aspira con deleite su perfume embns-
¥
— 359 —
gador. Pues bien, dicen que la impresión cau
sada en el olfato por tal perfume, retoma. In\ade deliciosamente los sentidos, sube a la ca
beza, penetra el cuerpo todo, y lo envuelve con
tan mágico poder nostálgico, que se ban visto
personas exaltadas recorrer leguas y leguas p o r
aquellas amplísimas llanuras en busca de la
planta rara y misteriosa cuyo perfume -no era
otra cosa que un lejano suavísimo recuerdo.
Del mismo modo la juventud de aquel que se
templó para la vida en la escuela de un grande y
jPor esto volverán! Llegará un día. sonaiá
una hora en la cual se postrarán de hinojos
como nuevos hijos pródigos, ante aquel que
escuchó las primeras faltas de su niñez... ¿Será
pronto o será tarde? ¿Será después de una caída
más grave o de una felicidad inesperada? ¿Será
la víspera de una gran catástrofe o la vigilia
de una gran decisión? ¡No lo sabemos! Ks V l
secreto de Dios: ¡pero ól volverá! Y esta es la
más pura alegría, la más grande recompensa
que recibe en la'tierra nuestro celo por las almas.
4c ici H liat «ie M a r ía A u x ilia d o r a de S a s s i, Tu rin*
cotidiano Oratorio festivo, deja en su ánimo tal
impresión, que es capaz de perfumarla intensa
mente con nostálgias de gratos recuerdos, senhnuentos y reclamos. Mas, confesémoslo también francamente, a pesar de los sacrificios de
«cmpo, de energías y de dinero que cuesta un
•ístorio. a pesar del heróico aportamiento de
fuerzas que en él gasta quien lo dirige, no siem
pre quienes lo frecuentan corresponden y per-yeran fieles. A veces la vida se presenta tan
y el mal tan seductor, que algunos quedan
5®^ehos en las mallas de sus redes. Mas, no
que desesperar ¡ellos volverán! Tomarán
--c;-idos por el perfume de la juventud pasada
® el Oratorio, pues, ¡no en vano se invoca a
‘
y María qn la edad de los entusiasmos y
las puras ternezas!
No sé si he manifestado claramente lo que es
el Oratorio, esta casa del jóven, esta palestia
religiosa, ética y social de los hijos predilectos
del pueblo, sonrisa y esperanza de la Religión y
de la Patria. * Sinite paivmlos venire ad me »,
deda Jesús. Dejad que los niños vengan a mí.
' Puer, senatus' populusque futuras *, excla
maba Roma. — El joven de hoy es el senado,
es el pueblo de mañana.
Tributemos, pues, nuestro aplauso a tan noble
y providendal institudón; con todas nuestras
energías debemos estudiarla, difunchrJa y sos
tenerla.
Apresuremos el día, que en cada pueblo y en
cada dudad se establezcan Oratorios festivos,
y de este modo sonreirán a nuestra amada pa
tria días cada vez más gloriosos.
— 36o —
Nueva expedición de Misioneros Salesianos.
Ames géaéreases, compatissaaies, rempUes d^eiernlté. (Jules Simón).
iSublime vocación y heroísmo sin igual los
del misionero católico!
¿Quién ha dicho que han acabado las grandes
gestas del Cristianismo, y que el mundo mo
derno paganizado ya‘ no produce almas nobles,
corazones generosos capaces de los más altos
heroísmos, de sacrificar la juventud, los goces
sibaritas de la ailtura, los caprichos del dinero
y hasta la propia vida en aras del ideal, en ser
vicio de su Dios y bienestar de sus hermanos?
Sin negar que en nuestra sociedad, invadida
por un espantoso sentimiento de indiferencia,
por un concepto materialista de la vida, por
una sed insaciable de placeres, por un deseo
nunca satisfecho de diversiones, y, en fin, por
un modo de vivir desordenado y propicio a todas
las desviaciones tanto físicas como espirituales,
hay mucho mal, mucha vulgaridad y pequenez,
sería ignorancia incalificable, una grande
injusticia el desconocer que en la tierra florecen
también muchas virtudes, que hay almas se
lectas, ángeles en carne humana que son la ad
miración del cielo y gloria de la humanidad.
Hoy, como ayer y como siempre, en el lozano
jardín de la Iglesia brotan con fecundidad inago
table, al soplo de la gracia y al calor del divino
amor, flores de pureza y santidad, varones apos
tólicos, que, sintiendo como propias las miserias
de sus semejantes, llevan su abnegación y sacri
ficio hasta el heroísmo: rompen con todos K>
vínculos terrenos y abandoivan, con sus como
didades, hoear, p«ula y familia, para lanzarse
A iiítves de mares y regiones lejanas e inexplo
radas a la conquista de las almas.
ho que ocurre es que las virtudes se ocultan
generalmente a las miradas de los hombres
superficiales, que no ven más que las escorias
que sobrenadan; y por eso su juicio se asemeja
al de los que hablan del fondo del mar por las
algas que arroja a la playa la tormenta, y des
conocen las perlas y corales que oculta en su
seno.
Ardiendo está hace ve in te .siglos la luz del
Kvangelio como único faro en medio de las
tinieblas y tormentas que han caído sobre la
pobre humanidad, y arde hoy día y luce más
que nunca, y parece que va a convertirse en
incendio que cubra todo el horizonte.
¿Qué importa que los eternos enemigos de
la luz se apresten a la lucha? A los Ku-KluxKlan y a los Komsomol que, con odio satánico,
quisieran acabar con la civilización cristiana,
y, sobre todo, con el catolicismo para sembrar
el mundo de ruinas y miserias, la Iglesia católica
opone el proselitismo, el entusiasmo de millares
de sus hijos que, encendidos de ardiente celo
por la gloria de Dios y ansiosos del bien de las
almas, trabajan denodados por toda la redondez
de la tierra, para hacer de la humanidad un
solo rebaño bajo la égida amorosa del verdadero
Pastor, Dios.
Y en esta lucha secular entre el bien y el mal,
la luz y las tinieblas, en la que « portae injerí
non praevalebuni », porque está empeñada la
palabra de Dios; tiene un puesto de honor tam
bién la Congregación Salesiana, los hijos de
Don Bosco, que, recogiendo la herencia de sn
Fundador y Padre, y secundando los designios
del Papa, contribuyen con su esfuerzo a difundir
la verdad, a propagar el incendio que ha de
purificar y transfomrar el mundo.
¡Día hermoso el 5 de Octubre del mes pasado!...
A la consigna de orden, 103 nuevos misioneros
salesianos, guiados por otros varios veteranos
de luengas y pobladas barbas, se postraban de
hinojos a los pies de María Auxiliadora su Ca
pitana, en la Basílica de su nombre, en Turín,
no para velar las anuas, que estos azorosos
tiempos no dan lugar para dio, sino para recibir
la bendición del Superior y las armas y bandera
de los cnizados de la Iglesia: el crucifijo, y es
parcirse por el mundo a librar las batallas del
Señor, a derramar su vida en las florestas, cirilizando a los salvajes, donde tal vez, como
premio y final de sus trabajos, hallarán la muerte
entre las garras de las fieras, o el hierro del ver
dugo; o bien a consumir su juventud y energías
en un ambiente de mortales miasmas, en un
lazareto de leprosos, prodigando consuelos a
los corazones lacerados de aquellos pobres hijos
del dolor.
¡Qué escena más consoladora y cristiana!
Al ver a esos generosos soldados de la cnu
rodeando al pastor de la iglesia, que re\’estido
de hábitos pontificales y acompañado por d
Capítulo Superior Salesiano comienza el rezo
de los caminantes, nuestra imaginación y es
píritu de fe nos trasladan a quella otra so
lemne escena del Cenáculo, donde el Salvador
del mundo, después de haber fortificado con
su sangre y carnes inmaculadas la debilidad
de sus discípulos, les ordena marchar a la con
quista del mundo con las divinas palabras:
* eumUs docete omnes gentes ».
— 36 i —
Ya los nuevos misioneros han sido annados
caballeros, y, mientras la multitud de pueblo,
de niños del colegio y demás salesianos les con
templan con admiración y santa envidia, el
experimentado Obispo misionero D. Gabriel
Perlo. Prefecto Apostólico de la Somalia, co
mienza sus recomendaciones de despedida
anunciándoles penalidades sin cuento que hacen
derramar lágrimas de compasión a muchos fieles.
Tal vez el buen Pastor quiere probarlos, pero
no logra con sus palabras más que acrecentar
el entusiasmo, a juzgar por el centelleo que
alumbra los ojos de todos ellos. Así ha debido
comprenderlo también el celoso Obispo, porque
cambiando de disco y contagiado sin duda por el
ardor juvenil, ha continuado diciendo; « Volad
almas generosas a salvar a tantos de nuestros
pobres hermanos que yacen en la ignorancia de la
fe. Vosotros que en el altar de la caridad sacrifi
cáis cuanto hay de más amado en el mundo:
patria y familia; vosotros que en la florida ju\entud renunciáis a los halagos del mundo, a las
comodidades de la vida civilizada y quizá al por\enir risueño que y a vislumbrabáis en el hori
zonte de vuestra patria; vosotros que espontá
neamente os consagráis a una vida de continuado
holocausto, aun sabiendo que" debéis consumar
%Tiestro martirio en la oscuridad, solos e igno
rados, sin tener, fuera de Dios, quien enjugue
\uestro sudor y seque vuestras lágrimas, ni
ai)recie vuestros trabajos y los recompense y
derrame sobre vuestro sepulcro una lágrima,
y, a pesar de todo, partis alegres anhelando
poder sufrir y morir para fecundar las áridas
tierras donde esparciréis la semilla divina que
vuestro sacrificio hará germinar exuberante.
Partid, heraldos del Evangelio. Vuestra
magnanimidad excita nuestra admiración y
benevolencia, porque no os lanzáis a los mares
llevados por miras egoístas y humanas, ni con
ansias de honores, porque váis a sepultaros en
la oscuridad; no os conduce el afán de riquezas,
ya que os habéis despojado de cuanto teníais,
ni el deseo de placeres, porque deberéis comer
vjestro pan empapado en lágrimas; vuestro
i leal es mucho más alto y noble: os sentís lla
mados por el amor, la compasión que experi
mentáis al conocer la triste condición de tantas
pobres criaturas que yacen en la degradación
más deplorable, semejantes a los brutos, y que
nosotros queréis rehabilitar, redimir a la con
dición de hombres civilizados, de hijos de
Dios.
Marchad, almas llenas de eternidad. Los ángeles custodios de los pobres que váis a evan
gelizar os contemplan con amor, porque os
^*mejáis a ellos. También vosotros, aunque
por el polvo de la tierra, tenéis
vuestra mirada fija en el cielo, vuestro espíritu
absorto en la justicia y misericordia de Dios;
lleváis y a la eternidad en vuestros corazones,
vivís de eternidad.
Eso es lo que os hace batir las alas de la ca
ridad, afrontar toda suerte de dificultades y
fatigas; lo que da fuerza irresistible a vuestra
palabra y os hace héroes. Sois almas llenas de
eternidad. No se puede hacer mayor elogio de
vosotros.
Para muchos estas palabras son incomprensi
bles, pero no para vosotros que daríais gustosos
la vida por la salvación de una sola alma.
Que el Señor guíe vuestros pasos; nosotros
os seguiremos con nuestra admiración y reco
nocimiento ».
Luego que terminó el bondadoso Prelado,
mientras el órgano alborozado desgranaba una
cascada de alegres notas, los misioneros iban
a recibir entre los brazos del Superior los últimos
consejos. E l ambiente estaba saturado de emo
ción, pues todos sentíamos asomar a nuestros
ojos dulces lágrimas.
***
Por la tarde hubo otra reunión de despedida
en el teatro del colegio; mas no se crea que las
nuevas impresiones disiparan las agradables
emociones de la mañana, porque todo iba en
caminado al mismo fin.
Se proyectó una hermosa película de nues
tras Misiones del Congo Belga, que da íiua idea
bastante completa de la labor que allí realizan
los Salesianos. No solamente el misionero es el
ministro del Señor, sino también el médico, el
artista, la madre y el todo entre aquella pobre
gente, pues lo misuio «rxspga a los niños a lavarse,
que hace ladrillos, dirige la carpiuu.r£o y herrería,
que cura las llagas purulentas de los enfermos.
Muchos de los que la contemplaban sentían,
sin duda, deseos de imitarlos. ¡Ojalá se pro
yectara en todos nuestros colegios, pues los
niños podrían darse cuenta de lo sublime que
es la vocación del misionero!
San Luis, rey de Francia, tenía la máxima de
no contradecir a nadie, sino en caso que de no
hacerlo se siguiese pecado o daño grave, procu
rando así evitar contestaciones y disputas. Mas,
cuando convenga contradecir y oponer el propio
dictamen al de otro, ha de ser con gran dulzura
V discreción, no ■ pretendiendo violentar el juicio
ajeno, porque así como así. nada se saca de tomar
las cosas con asperezas.
S a n F ranclsco
de
S a i .e s .
— 3^2 —
Gratitud de un leproso.
{En honor del representante del Rector Mayor,
Padre Vcspignani)
Señoras y señores:
Consta por tradición, que allá, en épocas
remotas, cuando la sencillez en las costumbres
y la sinceridad de los afectos ennoblecían la
vida y la dignificaban, muy más que el vanidoso
esplendor y la pérfida simulación de ogaño, la
tribu o las familias, para celebrar sus fastos,
congregábanse, bajo la amorosa autoridad de
sus ancianos, a la sombra de árbol centenario,
y allí, heiicbido de gozo el corazón, paladeaban
la miel de las colmenas y la más dulce aún de
añorar las virtudes excelsas y los hechos magní
ficos que glorificaran su raza.
Así hoy, en este « Jardín de los Suplicios »,
a usanza de aquellos tiempos dichosos, la fa
milia salesiana en la cual hemos sido generosa
mente admitidos los estigmatizados del Dolor
y la Tristeza, de todos rechazados y aborrecidos
por todos — se agrupa al amor del inmortal
Don Bosco (árbol gigante qüe, clavadas las
raíces, en la entraña más honda del suelo piamontés, cubre con su dosel la Rosa de los vien
tos), y nos invita a compartir con ella el sabroso
panal de la fraternidad, porque día blanco y
venturoso es éste en que, más que de años, car
gado de merecimientos, uno de sus ínclitos
varones, peregrino infatigable del deber, pasea
sus miradas complacidas por la abundosa mies
plantada y diligentemente cultivada por sus
hijos en el fecundo suelo colombiano... Rego
cíjense, pues, nuestro^: corazones, que día de
júbilo
y alegren con su armoniosa risa
los cascabeles esta pascua florida de los cora
zones...!
Y para que el viejo rito, dentro del cual se
ha querido enmarcar la decorosa y familiar
solemnidad de este acto, no sea menguado ni
sufra menoscabo alguno, ensayará mi desauto
rizada voz, como el mejor obsequio a nuestro
ilustre huésped, reseñar siquiera los beneficios
con que la comunidad salesiana ha rociado las
calcinadas arenas de esta playa solitaria y le
jana. a cuyo desamparo un fatídico vendaval
arrojó para siempre a los náufragos del Infor
tunio...
Y , a fe mía, no me será difícil salir airoso con
mi empresa, pues que la acción salesiana no
lia sido aquí diferente de la que ha dilatado por
el orbe entero el tumultuoso raudal de sus aguas
lústrales, que así han fecundizado la populosa
ciudad plena de luz, como la apartada aldea
envuelta en melancólico claro-oscuro crepus
cular, y como las enmarañadas selvas, guarid: s
de fieras y salvajes...
Esas aguas de milagro también han deslizado
su piedad a través de este zahereño desierto en
donde aúlla el famélico lobo de la desesperanza,
y de ellas bebe la fatigada caravana que atem
pera sus pasos a la Morada Feliz que sólo brin
dará con su reposo inalterable a quienes mues
tren, al final de la jom ada, ensangretados los pies
y de espinas coronada la frente... Decidlo sino,
vosotros, compañeros de exilio que me escucháis;
Cuya es aquella mano bendita que, resuelta y
compasiva, se tiende solícita al niño desvalido, a
ese desdichado sér que recibió con la existencia
la infinita pesadumbre de una cm z que des
gaja sus hombros y lo agobia y lo abate y lo
anonada, para alzarlo de su postración y ali
gerarle la carga; para secar el llanto de sus ojos
prematuramente entristecidos; para brindarle
pan y techo, si los ha menester; para darle
abrigo y reparar su desnudez; para despertar
su razón y llevar hasta ella el sol de la verdad;
para fundir y vaciar su corazón entre los moldes
severos del deber y la virtud; para endurecer
sus débiles músculos sobre el yunque ennoblecedor del trabajo honesto, del cual derivará
armas y escudo que lo capaciten para empeñar
sin miedo la titánica lucha con la Vida... ?—
¿De quién es aquel brazo membrudo y viril, que
no se da reposo en levantar asilos a la orfandad,
en construir templos donde adoremos a Dios, en
embellecer el camposanto que mañana recogerá
nuestros despojos...? — ¿En qué pecho se al
berga aquel corazón magnánimo que palpita
con el nuestro; alegre con sus alegrías, amargo
con sus amarguras...? — ¿De qué labios fluyen
aquellas palabras de verdad, de consuelo, que
alientan nuestro espíritu abatido y le anuncian
esplendorosas auroras de esperanza...? —
Sí, señores, vuestra respuesta es'verdadera...
Son los hijos de Don Bosco quienes para sus
sienes reclaman esos gajos de laurel, que la mons
truosa ingratitud no sería nunca osada a dis
putarles... Miradlos desfilar al través de casi
siete lustros; Evasio Rabagliatti, Antonio Aiir.e,
M i^ el Unia, Ciríaco Santinelli, Rafael Crippa,
I/uis Variara, Emilio y Joaquín Baena, Juan
Giordano, José Marmo, Jacinto Bassignana,
Julio Caicedo, Maximiliano Burger, Enrique
Pirali, Pablo Mengel, Pedro Mittermaier,
cien y cien más que embriagan nuestras alms?
con el perfume sutil de su recuerdo y nos reo»*
cilian con la vida... ¡Miradlos desfilar! Son Icf
hijos de Don Bosco, y su paso es de vencedores!
¡Dad paso a los gloriosos Tenientes de la Virgen
de Lepantol... ¡Para su Reina, nuestro amor!
Para ellos, nuestra gratitud! ¡¡Benditos sean!!Agua de Dios (Colombia) i i de mayo de 1924)-
oUna exploración al Río Santiago.
(Relación del Misionero Sal. Don Carlos Crespi),
Revmo. y amado D. Felipe Rinaldi:
Continúo en mi trabajo de exploración y es
tadística por las Jibarías esparcidas por la zona
que recorre el Indanza, y, gracias al favor de
nuestra querida Madre María Auxiliadora, he
podido llegar hasta las fuentes del famoso río
Santiago.
Como ninguno de los civilizados y misioneros
conocía el sendero, tuve que recurrir por fuerza
a los Jíbaros, sirviéndome de guía el célebre
brujo Facunda, castizo ejemplar salvaje, dicha
rachero y gran amigo de los misioneros.
También se unieron a la comitiva otros sal
vajes para conducir a espaldas el altar portátil,
el gramófono, que tan buenos servicios nos
presta, y las ropas y chucherías con que obse
quiamos a los buenos Jibaros.
No se extrañe, amado Padre, si no le hablo
palabra de los caminos jíbaros. Esta gente no
conoce las leyes de la prudencia: para ellos no
existe camino bueno o malo. Dotados de un
admirable sentido de orientación, que nosotros
los civilizados hemos perdido desgraciadamente,
se dirigen instintivamente y con absoluta segu
ridad a la meta. Si en su camino se les interpone
una montaña, por muy alta y empinada que
sea, trepan por ella con desenvoltura y agilidad
que dan ciento y raya a las de nuestros esfor
zados alpinistas: y si han de bajar, después, por
vertientes rápidas y aun cortadas a pico, se
precipitan por ellas como un peñasco arrojado
a la ventura. Sobre los torrentes de mediana
anchura, les sirve de puente un palo cualquiera,
y lo que más asombra, es la sangre fría con que
pasan sobre los abismos más espantosos equili
brándose con maestría y con ^ lid a d felina.
Cuando nosotros llegamos a uno de estos to
rrentes y dimos con uno de esos puentes origi
nales. un palo delgadísimo tendido de orilla a
orilla, me opuse resueltamente a que pasara
por él el Jíbaro Facunda, pero, mientras yo vacon mil precauciones el rumoroso afluente
Santiago, me lo vi pasar con serenidad pas- - ‘Sa . a una altura considerable con la caja
ód gramófono "al hombro, sonriendo tranquiIsniente, cuando a mí me producía escalofríos
d considerar el peligro que corría.
Perdidos en
abrigo.
la florestaf sin pan y sin
E l primer día de viaje pasó sin incidente al
guno: visitamos a unos colonos y de noche llega
mos a la Jibaria del viejo Sandri que nos recibió
con generosidad extraordinaria.
Pudimos enseñar un poco de catecismo, dis
currir largamente sobre las verdades de la re
ligión cristiana y hacemos, por último, amigos
de los niños, a los que entretuvimos con alegres
piezas de gramófono.
E l Jíbaro se muestra siempre egoísta, inte
resado en demasía, interés y egoísmo que no
disminuye con los años, por lo que no es de ex
trañar que, cuando llegó el momento de dis
tribuirles mis regalos, el zorro viejo, a pesar
de sus noventa años, se llevara cinco justillos
que se probó y puso uno encima de otro antes
de acostarse. Mi generosidad con el viejo me
fué, sin embargo, muy útil; porque además de
los regalos importantes que me hizo para nuestra
Exposición de Roma, me siivúó sobremanera
para mi labor de misionero.
A la mañana siguiente, después de haber ce
lebrado la Santa Misa con sosiego y devoción,
emprendimos de nuevo el viaje. Visitamos la
Jiharia de Raimundo, casi desierta y envuelta
en la tristeza. Nada más natural; el delito y
los asesinatos influyen graudc«w»nte lo mismo
en el ánimo de los civilizados que en el fle loe
salvajes. Un negro fantasma parece que se
cierne en los contornos, que lacera el alma como
la visión de un espectro horrible. Hará apenas
un año que el hijo de este jíbaro, de unos diez y
seis años de edad, atravesaba de un balazo por
la espalda a un brujo, también joven, dejándole
seco en el acto.
E n aquella casa no reina la alegría ni se vive
tranquilo a pesar de la apariencia risueña de
algunos de los hijos y de la bondad natural de
la mujer, que nos ofreció cariñosa buena
chicha.
Les explicamos un poco de catecismo, espe
cialmente a los hijos, y, después de haberlos
im itado a venir a nuestra Misión, continuamos
nuestro camino.
Nos sorprendió un fuerte aguacero que hizo
intransitable el sendero por lo fangoso y res
baladizo, y, para colmo de fiesta, empezó a
scplar un vientedllo helado que nos pasmabr»
— 3«4 —
le frío. Nos vimos obligados a paramos en la
•loresta, antes de que se nos echara encima la
noche, e improvisar con cuatro troncos la cama.
L a lata de las ranas y culebras.
Cuando hace buen tiempo y no llueve, es
soportable el dormir en la floresta, pero cuando
llueve, amado Padre, es cosa poco apetitosa.
La ropa la tenemos toda calada y llena de fango,
;V’ . - S ' j l ' l i : - ' ' • í ; j j
a un charco un poco de agua para calentarla y
tomarla mezclada con un poco de azúcar. Del
olor y sabor de aquel caldo no le digo nada; lo
cierto es que nos sentó bien y nos hizo entrar
en reación. A buen hambre no hay pan negro.
L a noche la pasamos tranquilos, aunque no
faltaron mordeduras de las hormigas y se oye
ran de vez en cuando los rugidos del león.
De mañanita celebramos la Misa en la im
ponente soledad de la floresta y con unos sorbos
del brevaje que nos sobró en la cena, y que sir
vieron de café, emprendimos ligeritos la marcha.
lY pensar, que con ese refrigerio tuvimos que
caminar todavía diez horas a través de los
mil obstáculos que a cada momento nos metía
al paso la naturaleza.
H acia ia m eta.
Finalmente, y con la ayuda del Señor, des
pués de haber escalado una altísima y^escarpada
sierra, pudimos contemplar con placer un pa
norama encantador: un valle hermoso sobre
toda ponderación. E l cíelo se había despejado
y un sol espléndido con fulgores maravillosos
bañaba con su luz la \-egetación exuberante,
lujuriosa, y a lo lejos se oía el rumor imponente
del Zamora que semejaba por su majestad al
de cataratas grandiosas.
Aquella maravilla nos llenó de satisfacción:
nos olvidamos de nuestro cansancio como por
encanto, y la sangre empezó a cirailar con
nuevo virgor completando nuestro bienestar.
De nuestros pechos brotó entonces espontánea
la oración de recouociento hacia el Creador de
tales maravillas.
Después de una hora de viaje por entre aque
lias bellezas que cautivaban nuestra atención,
el canto de un gallo nos anunció la proximkU'd
de una Jibarici, que por cierto es la hermosa
que he visto en todo el Vicariato, y perteneA
al terrible asesino Kakeke.
B l t e r r i b le K a k e k e .
R ecib im ie n to poco am istoso.
y como la hierba y la lefia está también empa
pada en agua, nos cuesta un triunfo el encen
derla, total ])ara llorar toda la noche asfixiados
como topas ]ior el humo.
Afortunadamente un poco entrada la noche
se había Iiecho una buena hoguerita que dió
un jioco de \ ida a nuestros miembros ateridos.
La cosa hubiera marcliado de primera, si el es
tómago no reclamara su parte. Hchamos mano
a las provisiones de mandioca, pero d€ ella ha
bían dado ya buena cuenta los salvajes. No
resignándonos a quedar sin cena, tiré de una
lata los sapos y culebras que había »".^.ogido
durante el día para el museo y me xuí a buscar
Precedidos de nuestros guías Jíbaros, entra
mos en la cabaña de Kakeke. Este ni siquicia
respondió a nuestro saludo, y su madre, vieja
y regañona nos lanzó una mirada de basilisco,
mientras mascullaba con mal reprimido encoc.'':
— ¿Qué quieren estos perros forasteros:' Q «
no esj>eren de mí ni yuca, ni chicha, ni bananos.yo no les daré nada.
Con paciencia y disimulando el poco araistc^'^
recibimiento, depusimos nuestra carga, sm
perder de vista al terrible Kakeke que c a r g a b i
su carabina y salía al huerto con ojos llenos
ira y meditando tal vez alguna de sus bárba^?
fechorías. De allí a poco entró, y, sin mediar
palabra, dió un empujón a uno de los nuestros
que involuntariamente había ocupado su asiento.
La cosa se ponía seria y amenazaba una trage
dia. El hambre, la sed, el cansancio y el frío
húmedo nos habían reducido a una situación
humillante. Entonces el indio Kakeke entabló
conversación con el Facunda, interrogándole
sobre los Padres, a los que miraba con des]jrecio.
Terminado el discurso, que duró más de una
hora, el Facunda le regaló un hermoso espejo
que el otro, cara de asesino, recibió y guardó
en su bolsa sin decir siquiera gracias.
Entonces recurrí a la música. Saqué el gra
mófono y coloqué la placa de la « risa » que al
borotó la cabaña con sus descompuestas car
cajadas. A l ver la caja y oir aquellas risas tan
sonoras, la vieja regañona, la mujer y los hijos
del Kakeke se acercaron todos con ojos asom
brados, riéndose también a trapo suelto.
La más curiosa era la vieja que, en su afán
de ver quien canta y rie, se pegaba a la bocina
del gramófono, no pudiendo convencerse de
que en caja tan pequeña cupieran tantas perso
nas como allí reían y cantaban.
El sol se ocultaba y la noche se nos echaba
encima; pero, gracias a Dios, la situación em
pezó a despejarse. Los Jíbaros se acostaron
sobre sus camas, y nosotros, después de rezar
con gran devoción el Santo Rosario, dimos' tam
bién con nuestros huesos en tierra.
U n rayo de fe.
Al día siguiehte celebramos la Misa en medio
de la indiferencia brutal de los salvajes, que nos
encogía el corazón. Con todo, durante la Co
munión, recé con todo el fervor de mi alma, a
fin de que el Señor de la Redención tuviera com
pasión de aquellos infelices que le rodeaban sin
que nada comprendieran del altísimo misterio
que se realizaba.
Parece que la oración fué eficaz, porque desi-ués de la S. Misa pudimos hablar con ellos.
M’. gran brujo Fofunda Ies endilgó a su manera
un discurso sobre la resurreción de los muertos.
— Los Padres, decía, no han venido para ha'■ eros mal, sino para traeros las bendiciones de
Dios y enseñaros el camino del cielo. Cuando
nosotros muramos, nuestros cuerpos se pudri
rán, pero más tarde resucitarán con nuestra.s
almas e irán al cielo o al infierno. E n el cielo
abunda todo bien de Dios: puercos, pájaros,
>*003, bananos y chicha en gran cantidad. ¿Y
¿a el infierno? Oh, en el infierno nada, nada,
"a'ia; te morirás de sed, y llamarás a la mujet
pira que te traiga escudillas llenas de chicha,
per~ )a mujer te"oirá y no te llevará nada. Tenhambre canina, y pedirás yuca y bananos,
I' *' “ inguno te hará caso.
E l terrible Kakeke s&Qormiovid. visiblcmenle,
y a completar la obra llerarcn oporti iu\s 'i;.s
vibrantes y conmovedoras palabras de D. Julio,
que lograron abrir brecha en el alma uegra de
aquel asesino.
Amado Padre, el temible bribón del Aumoni
se ha convertido.
Al anochecer vino también la vieja gruñona
que tan descaradamente nos había mortilicailo:
— Y o no sabía, comenzó a decir compungida,
que erais Padres enviados por Dios. Pronto os
iréis; llevaos con vosotros mi alma, a fin de que
pueda salvarla e ir al Paraíso. ¡Volved, volved
pronto con las bendiciones de Dios!
U n d elito execrando.
¿El cambio de Kakeke es un triunfo de la
gracia o un sentimiento pasajero? Y o no lo sé;
pero lo cierto es que en los días sucesivos hemos
visto al terrible asesino dócil como un cordero.
Docenas de crímenes horrendos gravitan so
bre su alma negra. Tomó parte en el estrago de
los soldados peruanos, asesinó a muchos Jibaros,
y, sobre todo, hace pocos años, cometía uno
de sus delitos más execrandos.
Cinco buscadores de oro volvían con buena
c a ^ a del precioso metal, del Fongo, y se dis
ponían a pasar el Zamora. E l Kakeke les ofreció
galantemente, aunque con intención aviesa,
su canoa. Pasó primero el rico bagaje y volvió
después a buscarles a ellos. Pero cuando se ha
llaban a la mitad de la corriente, en lo más impetU(»o de las ondas, con infame movimiento
dió la vuelta a la canoa hundiéndoles a todos
en las aguas, mientras él ganaba la orilla a
grandes brazadas.
Tres de los cinco desgraciados, como no sabían
nadar, fueron engullidos por las aguas; y los
otros dos alcanzaban la orilla donde les espe
raba el Kakeke que los acabó a lanzadas antes
de que pudieran defenderse.
Desde aquella fecha no ha habido crimen por
aquellas tierras en que no haya tomado parte
este desalmado.
Gracias a María Auxiliadora con nosotros se
condujo como buen amigo, llegando hasta ven
demos un puerco, comida indispensable para
los salvajes que nos habían acompañado, y
damos yuca, bananos y chicha en abundancia.
Además nos guió hasta las hermosas fuentes
del Santiago.
E n las fu en tes del Santiago.
Desde la colina el sendero se lanza con pen
diente rapidísima, índice seguro de la horrible
violencia de las ondas en el trascurso de los
sirios. En algunas partes desaparece entra la
— 366 —
prodigiosa vegetación que nos cierra el paso,
y que debemos abrirnos con el machete, pero
después de cinco horas de camino por un espolón
estrechísimo, llegamos a la confluencia de los
dos colosos, que rugen amenazantes a derecha
e izquierda: el Punte y el Zamora.
Como no es fácil, amado Padre, el comunicar
la impresión profunda que se prueba a la vista
de un fenómeno tan colosal de la naturaleza,
renuncio, aunque con pena, a describirlo.
Sepa, no obstante, que se trata de dos masas
de agua de cerca 50 metros de profundidad, que,
después de haber recorrido centenares de kiló
metros y absorbido miles de torrentes de gran
caudal y largo curso, se unen para formar el
majestuoso Santiago, uno de los más líennosos
afluentes, a su vez, del imponente Amazonas.
Los dos ríos, a pesar del estiaje, llevan mucha
agua y son rápidos: cuando llega la temporada
de las lluvias, el nivel alcanza hasta 20 metros
más. y las aguas, furiosas por verse aprisionadas
entre rocas gigantescas, se estrellan contra los
márgenes, arrancando a veces árboles grandiosos
que arrastran entre sus revueltas ondas como
si fueran hojarasca.
Luego que bajamos a la arena de sus riberas,
que es riquísima en oro,-nos llamó la atención
el rastro del jaguar, que suele bajar a beber y
a cazar al río, y también el del lobo marino.
La vegetación de la floresta es hermosa sobre
toda ponderación: abundan Iqs árboles del catifchuc, de rota, bellísimas chontas, ficus colosales
y magníficas plantas de vainilla de un hennoso
color verde y con frutos aromáticos. Pero lo
que colma la maravilla es la numerosa variedad
de musgos y líqiienes que adornan en mil for
mas los árboles desde las raíces hasta las ramas.
Ks impo.sible dar una idea de los perfectísimos
dibujos de las hojitas, los admirables entrela
zados, y, sobre todo, de la gradación de los
Oidores que recorren toda la gama: desde el
verde aterciopelado delicadísimo al amarillo
subido, y desde el rojo de fuego y sangre, al
Illanco nieve.
K 1 temible Kakvkc nos sirvió de guía maravilkisamente, y en la orilla del Santiago, de
frente a la máquina fotográfica, nos narró su
espeluznante historia de sangre. Por fin se
cansó y voK'imos a desandar el camino, vién
donos negros para seguirlo. Menos mal que
experto cazador, como buen indio, nos regaló
pavos silvestres, palomas y otras varias clases
de pájaros.
La noche la pasamos tranquilos. A la maña
nita celebramos la santa Misa con asistencia
( e tixios los salvajes del contorno, que se mos
traron más atentos que la vez pasada, y casi
diría con devoción, si es-que tal puede llamarse
la de estas pobres gentes que solo miran el brillo
del cáliz y los colores de los ornamentos sagrados.
A l separamos se repitieron escenas conmo
vedoras: la antipática vieja lloraba y nos supli
caba nos lleváramos su alma para conducirla
al Paraíso, y que volviéramos pronto a fabricar
junto a ellos nuestra casa. — Todas estas tierras
son mías; os daré a los misioneros las mejores
y más fértiles para que cosechéis mucha yuca
y bananos.
Una m ala partida de lo s guias.
A la vuelta, tres de los cuatro Jíbaros se es
caparon y tuvimos que contratar otros.
Y o me adelanté con los peones y un guía
joven; pero hacia el mediodía, y al comenzar
la subida escarpada de una colina, el jíbaro
puso pies en polvorosa. No pudiendo resignarme
a perderlo, pues debía- dirigimos, cargado y
todo como estaba con musgos y plantas, eché
a correr tras él, hasta que después de cerca de
una hora de corrida, desesperada con, la lengua
fuera y empapado en sudor, pude darle alcance.
Sin fuerza ni alientos para más, le eche mano
a una pierna y le hice caer al suelo, sin soltarlo,
y así pude respirar un poco. La estratagema
me dió buen resultado y la Providencia vino
a corhpletar la obra, porque habiéndose levan
tado de entre unas matas, junto a nosotros,
una perdiz, se me ocurrió decirle al jíbaro: —
Anda ligéro y mátala con la lanza. — No se lo
hizo repetir dos veces, y ligero como un gamo
y con astucia refinada se puso en su seguimiento.
Después de un cuarto de hora de brega, logró
por fin herirla mortalniente con la lanza, por
lo que, todo contento y olvidándose por com
pleto de la fuga, comenzó a desplumarla con
pericia de aprovechado salvaje. Y o entre tanto
llamaba a grandes voces a nuestra gente, que
a poco se reunía con nosotros.
L a noche nos sorprendió en la floresta. Im
provisamos una cabaña, y de nuevo, no obstante
nuestras precauciones, debimos servimos de
la lata-jaula de culebras para calentar un poco
de agua.
Por la mañana, dicha la misa, emprendimos
otra vez la marcha. A eso de mediodía, una cu
lebra tamañica se nos atravesó en el sendero.
Como no era \*enenosa, pues pertenece a las
llamadas « budcllu » quise atraparla viva, lo que
me costó algún trabajo. Por fin pude jarrarla
por el cuello, y la metj en un pañuelo grande,
no sin gran extrañeza de los salvajes que no
perdonan la vida a ninguna fiera o serpiente
que encuentren.
Llegados a la jiharía de Sandri, nos recibió
con alborozo, \ústiendo los cinco justillos que
— 367 —
le diinos días antes. Nos regaló hermosos pájaros
para la Exposición Vaticana, y nos prometió
formalmente que enviaría a la lüsión todos sus
hijos para que ^ los educáramos.
Como el sol declinaba, forzamos el paso, si
bien no pudimos evitar que la noche se nos v i
niera encima en plena floresta. L a residencia
de la Misión no estaba, sin embargo, muy lejos,
pero ninguno conocía el camino y era un poco
aventurado el continuar. Me encomendé a
María Auxiliadora, y con un grueso bastón me
puse a la cabeza de la carabana; después de
tres horas de un camino imposible en que a los
continuados trompicones se unía el miedo de
caer en las garras del tigre o ser estrangulado
entres las espiras de alguna serpiente, llegamos
a casa, donde la amable sonrisa y dulces pa
labras de nuestro Exmo, Sr. Obispo, nos hizo
olvidar en seguida el cansancio y los peligros
corridos.
Los días siguientes muchos Jíbaros vinieron
a devolvemos la visita, y algunos con la pre
tcnsión de que el Sr. Obispo, enviase inmedia
tamente misioneros a sus jiharías.
Si tuviéramos, amadísimo Padre, los medios
suficientes y adaptados a esta difícil Misión,
estoy seguro que se conseguirían muchas con
versiones y se podrían educar según el sistema
de Don Bosco los niños, que serían pronto el
germen fecundo de generaciones cristianas.
Afmo. hijo in C. J.
C.^RLOS C respi Pbro.
'
Cuenca - 6 - 4 - 24.
Patag;onia septentrional.
Por el alto Neuquén.
{Iki Piro. Lino del Valle Carbajal, Mis. Sal.)
(Continuación).
Desde Ch osm a la l al rio Varvarco
y al m onte D om uyo.
El día 12, a las 7 de la mañana, partimos con
nimbo hacia el Norte, camino del Domuyo.
Dia despejado, temperatura I4 '5 ’ presión
•'/i.i. — A unos 1,200 metros al W. tenemos
fc. cerro Campal. El camino es una huella ásj'Cra, para catangos, especie de pequeñas carretas
con gruesas ruedas de madera, cuyo chirrido
es típicamente clásico.
H. ;.47-Estamos en el paso de un torrente,
•-■ esde el cual diviso al E un cerro prismático
en forma de castillo, que parece estar a 700
*:.etr.'? más alto que este nivel, y a i Km.
del Neuquén: le llamo Cerro Castillo. Es el cerro
más alto que se divisa, y contrasta por su forma
cúbica, con una punta en el medio: pasado el
arroyo, registro una presión de
i6 ‘
H. q a. m. Torrente Manchano Verde: camino
andado pésimo, por cuestas de piedras bravísi
mas.
L a subida es de pendiente escarpada y alta.
El burrito que carga nuestro pobre bagaje apenas
puede trepar, resbalando a cada momento. Pobre
animal ¡cuánto esfuerzo tiene que hacer para no
desbarrancarse con su carga!
566.5
A l fin de la subida, la presión es el sol
r
12°
empieza a ser fuerte, y el calor, sin una brisa
que lo temple se hace pesado.
H. 9.50. Después de pasar otro torrente lla
mado Quique o Bandurria P. 645.4 Los nevados
270
de la Cordillera Chocoy, estarán como a 500
metros más altos, y 2 Km. a nuestra derecha.
El día sigue despejado, dominamos la vista
de los valles y montañasandinos. El calor aprieta.
}• determinamos llegamos a algún rancho para
pasar las calurosas horas de la siesta.
H. Í1.25. A orillas del torrente Me manque,
me ternero, manque buitre (buitre como ternero).
El rancho de Figueroa tiene una hermosa
quinta de árboles fmtales y cuatro hectáreas
de sembrado, en su mayor extensión con maíz
y trigo. Entre los árboles fmtales tiene duraz
neros, guindos, cerezos, cinielos, perales, man
zanos, higueras, membrillos, nogales. Tiene
un jardincito con rosas, malvas-rosas, torongil,
heliotropo, culen, violetas, pensamientos, bál
samo, y otras flores. Todo está verde y con fra
gancia agradable; me dice que hace íza n o s ha
plantado sus durazneros, y que desde los cua
tro años algunos le han dado fmto.
El punto donde está es muy abrigado, siendo
contados los años en que se han helado los fru
tales. Su altura sobre el mar es de 1,160 metro.s.
Como la ocasión se ofrecía, le pregunto sobre
el desarrollo de los árboles frutales y florestales.
Me refirió que todo árbol frutal se da bien en
estos climas; los álamos, sauces y nogales, dan
buena sombra, leña y madera.
Sin embargo, agrega, en el verano hay que
darles agua por canales, fáciles de desprender
de los torrentes que nacen de la sierra de Chocoy.
E l mismo tiene dos canales, y piensa instalar
un molino para hacer harina y ñaco en abun
dancia. No es posible que un pobre esté sin
molino si sabe sembrar, pues cuesta muy cara
la harina que se compra en Chosmalal o se hace
traer de Chile a lomo de muía.
Figueroa con otros chilenos que ya \'ívía»
1
— 36á —
en esta región, tomaron parte en la expedición
militar argentina de 1880 como Baqueanos.
Recuerda que sus compañeros en ese cargo,
fueron Manuel Gutiérrez que vive desde hace
40 años en el Vutalón, y José Roza Flores que
reside en el Varvarco y a quien yo veré en mi
camino.
líntre otras cosas, me refirió que el río Neu-
E 1 aspecto de esta parte es estéril en las altas
lomas, pero me dice Figueroa, que detrás de
esas lomas en él valle del arroyo Melehue es más
fértil. Toda la región entre el Nahueve y el Neuquén se llama Callanta, próxima a la conflu
encia, y propiamente frente al torrente Quique.
En los Melehue se puede sembrar trigo, pero
en los demás puntos de la colonia Bureóla, que
C1 grupo de los nuevos Misioneros.
quén se había helado en Junio de 1902, vién
dose gruesos témpanos en este paraje. El 2 de
Julio el Gobernador no pudo vadear el Neuquén
.para trasladarse a las Lajas.
El camino andado de este punto, entre el
torrente Quique y el Memanque es mejor. Los
cerros de la Cordillera del \’iento parecen estar
a 800 metros más altos, el pasto es escaso.
Ivos cerros que se ven al Oeste entre el Neu
quén y río Nahueve hasta la primera serie de
lomas, no parecen elevarse a más de 200 metros.
comprende esta región, no es posible, porque
se hielan y perecen los árboles por los nevazones.
Hay, sin embargo, muchos pobladores chilenos.
I,a colonia Barcala tiene de aprovechable apenas
la mitad en esta parte, que lo demás, está en
altas lomas estériles y azotadas por los fríos
vientos.
E l trecho recorrido entre Guañacos y
manque es de 6 leguas para Figueroa, aunque
a mí me parece de cinco, pues hemos echado
cinco horas. E l camino, si así puede llamarse,
— 369 —
es .nalo. Son las 2 de la tarde, la temperatura
es de 32°4Después del Memanque, vienen sucesivam ente
los torrentes, Nereco, Quebrada feliz, Manchana
Milahue, y el arroyo Vutalón de grandes barran
cas. Hasta él se calculan 3 % leguas chilenas.
Siguiendo adelante, se encuentran los torrentes
Colé Michicó y Manchanacó a dos leguas del
Vutalón. E l camino, según Figueroa, no es tan
y salvo ima que- otra quebradita pedre
gosa, es casi llano.
Va veremos la llanura chilena...
Figueroa que vive alH en su rancho desde 25
preguntado sobre el Domuyo, álceme
le consta que nadie ha subido a ese cerro ma" ‘ t’
aUo del Neuquén y el más continua"■‘■ e y - ado. Me cuenta que sobre él se refieren
“*rias leyendas, que parecen ciertas, como la
- 7-e se levanta tormenta, y se ve un toro co
lorado. Mis compañeros oyen de los labios de
su esposa algunas historietas fantásticas, y re
ciben el consejo, que no tienten subirlo.
También los Vivancos nos habían dicho lo
mismo, creyendo que ninguno haya hecho su
ascensión.
Son las 3.30 p. m. Partimos agradecidos dcl
664.7.
hospedaje y de los informes. Pr.
28*'
A las 6 p. m. Llegamos al Vutalón, vadeán
dolo en un paso angosto y lleno de bloks errá
ticos. A unas tres cuadras del pozo llegamos a
la casa del chileno M. Gutiérrez, que hace 40
años que vive por estos parajes.
E l Vidalón (i), es en verdad, el arroyo de
mayor caudal de aguas que hemos atravesado,
y corre con gran violencia en medio de altas
barrancas, que señalan una nueva región, por
mesetas glacialógenas. Desde el Vuialon la Cor
dillera del Viento se inclina hacia el NNE. te
niendo siempre forma tabular en su parte su
perior. En el trech'o recorrido de 4 leguas, la
vege-tación ha sido casi la misma, la fauna idem;
pocas aves y escasos insectos, entre éstos abundan
los coleópteros negros. E n las rocas he notado
a más de los tobas traquíticos, y otros esquistos
intrusiones o penetraciones de un granito gra
nular muy friables, que se descompone en arena
gniesa. Estas rocas ocupan lugares determi
nados y tienen la apariencia del granito secun
dario y aun terciario que se encuentra en el río
Chubut entre rocas njodernas eruptivas.
Los arbustos más característicos han sido
las especies de Palo Pichy {Fabiona fiblora)
arbustos de aspecto resinoso de uno a dos me
tros de alto, muy ramoso, globular, con flores
blancas y más o menos azuladas. Estos arbustos
abundan en todo el Neuquén. Hemos recogido
algunos pedazos de gajos para tomar mate con
su agua de un hermoso color celeste, excelente
como diurético y para afecciones cardíacas.
Todos nosotros conocemos sus buenos efectos,
y hasta su sabor ^radable, más bien dulce que
amargo. Dos o tres pedacitos de dos 0 tres cen-.
tímetros bastan para teñir el agua y causar los
efectos indicados.
A nuestra izquierda hemos tenido siempre
a la vista las montañas andinas y las altas lomas
del Nahueve (2) que en parte atajan la visión
de las grandes cordilleras.
Por el camino hemos avistado algunos ran
chos con sembrados y arboledas.
(1) Vutalón o Butalón significa grande cañadón (pro
fundidad de... ) Dr. Groeber.
(2i Nahueve, corrupción de Dahuehue, de dahue »
quinoa y hue = lugar donde hay (Groeber; o sea, lugar
de quinoa.
— 370 —
La cordillera transversal del Varvarco la
hemos tenido siempre a la vista.
El rancho de Gutiérrez está próximo al río
Neuquén y no tiene arboleda.
Gutiérrez es un anciano de sesenta y tantos
años, de aspecto aindiado y tipo argentinizado.
vSon las 9
p. m. y vamos a reposar debajo de
una enramada.
Día 13. — Amanece en calma, con un cielo
límpido esplendente y celeste.
La familia está de preparativos para mar
charse esta mañana hacia las veraneadas. Son
663 2
las 7.30; P.
y 3-un no hemos podido salir,
a pesar de nuestro madrugar, por habérsenos
extraviado algunas muías que se andan cam
peando (buscando).
Esta es una de las grandes tardanzas de los
viajes, la campeada de los animales perdidos,
y que sucede más a menudo, cuando la tropilla
no tiene madrina (yegua), ni caballo o muía
mansa que la represente como-marucho o señuelo
con uu buen cencerro colgado al pescuezo. A
más, los animales deben estar aquerenciados.
Lo mejor es manear la madrina, y acollar los
animales poco aquerenciados.
Pero lo que suele dar más fastidio, es la pér
dida del campeador que ha equivocado los ras
tros de los animales que otros han encontrado;
mientras él se lanza por los quintos infiernos,
apurado, deben salir otros para rastrearlo a él,
perdiéndose la mañana, cuando no todo el día.
Esto es lo que me está pasando esta mañana.
Entre tanto, pregirnto a Gutiérrez algunas
cosas. Díceme Gutiérrez que el pasto madura
en Marzo en estos parajes. En este tiempo las
vacas están más gordas y proporcionan la más
mantecosa y exquisita leche para quesos. Me
hace observar que la leche de vacas de terneros
duros, (grandes) es más gorda y sabrosa que la
de los terneros tiernos, como yo mismo pude
experimentar por el buen vaso de leche que me
presentó.
. Este señor tiene buen número de vacas y
otros animales (i).
{Continuará).
Pidiendo limosna para los Misioneros.
{De
carta del Rdo. D. Juan Fergnani, misio
nero salesiano del .-Issrt»», India).
Me hallaba en Badarpur, en nuestra residencia,
y una tarde, y a anochecido, comía tranquila
mente un bocado de pan. Silencio y calma abso(I) En la fuha en que escribía el T. Carbajat podía
asignarse cuanto a contimiaeióu se expresa.
luta reinaba en el ,recinto. E n la India hay la
buena costumbre de retirarse todo el mundo
a su casa apenas se ha puesto el sol. Como oscu
rece pronto y los caminos no son más que sen
deros de unos palmos, se hace indispensable
alguna luz que supla la deficiencia de los ojos.
Toda, iluminación por estas tierras, más an
tigua y económica de las que se usan por Europa,
se reduce a candelitas de estearina y miserables
linternas. De cualquier manera, es preferible
dejar paso franco aciertos cuadrúpedos noturnos
con los que no es recomendable un encuentro.
El bengalon, residencia, del misionero emerge
a orillas del majestuoso río Barak, cuyas plá
cidas ondas se ven surcadas con frecuencia por
vaporcitos de ruedas, como los primitivos de
Fulton, causando una impresión fantástica.
La casa y la iglesia se hallan al abrigo y pro
tección de un poético bosquecillo, cuya sombra
se agradece durante el día, y durante la noche
cobija a los mochuelos que se la pasan en con
tinua serenata con la luna. También se oyen
de vez en cuando las escalas corales de los cha
cales.
L a ¡oes.
Una risita alegre, seguida de una repentira
charla vivaz me cautiva la atención: — ¡Es el'r!
me dice sonriendo nuestro hermano Rdo. D. 1\í fael Tormo. — Ambos nos pusimos de pie. Ella
no se inmutó por nuestra presencia ni hizo gran
caso. Comenzó con calma a sacar provisiones
de una cesta. Todo un muestrario alimenticio.
Me acerqué curioso a la cesta proxidcncial
de la que sacaba sin cesar, como de alu ac!n
inagotable, pedacitos de carbón dcl tamaño
de una moneda, peces frescos, otros curados
y en conser\*a, envueltos en la clásica hoja
de betel, que al masticarla deja la boca cerpendicularmente a sus pies. Tan sólo por este
lado es probable un feliz resultado. Examinan
muy ponderadamente los guías la vía que ha
bían explorado el día antes, y la modifican un
poco. Antes de poner pie en el ventisquero nos
atamos con la cuerda y emprendemos la marcha
por el primer campo de hielo.
[Continuará).
* Don Bosco es quizá la más grande maravilla
del siglo X IX .
U rbano R attazzi .
m
CULTO
de María Auxiliadora
SÓM tenem os la p e rsu a sió n de q u e, e n la s vicisitu d es d o lo ro sa s de lo s tl.-mp o s que atra vesa rnos, no n os quedan m á s c o n su elo s que lo s d e l C ie lo , y en tre
é s to s, la poderosa protección de la V irgen b en dita, que fu e en todo tiem po e l
A u x ilio de lo s C r is tia u o s .
P ío X.
^
\
Triunfos de María Auxiliadora.
C!UDADELA (Menorca-Esp.). — Grande es el
entusiasmo que la isla de Menorca despliega
todos los años para honrar a María Auxiliadora
durante su mes y fiesta.
No son solamente los Salesianos con sus nu
merosos alumnos los que festejan a la Madre,
son también los Antiguos Alumnos, la Archicofradía de María Auxiliadora, el pueblo todo
los que manifiestan su acendrado amor y devo
ción a la Virgen de Don Bosco, los que procla
man a María Auxiliadora Reina de sus hogares,
Dueña de sus corazones.
Lo prueba elocuentemente la grandiosa co
ronación del mes de Ma5'^o, la fiesta de clausura
en la hermosa catedral. Durante el mes fué una
peregrinación continua a la capilla del Colegio
Salesiano, donde alumnos, Archicofradía. y An
tiguos Alumnos pudieron derramar la ternura
de sus corazones ante la imagen de María; pero
al terminar el mes, al dar el adiós de despedida
a la Madre, la función debía verificarse en local
más amplio, en la iglesia que cobijara y represen
tara a todos lujos de la isla, y esta fué la Cate
dral, la iglesia madre de la Diócesis, la que pre
senció las victorias de María Auxiliadora, pues
en ella se hicieron todas las funciones religiosas,
trasladando para dicho objeto allá la herniosa
imagen de María Auxiliadora. ¡Ah, si aquellas
felices y sagradas paredes pudieran hablar, con
qué entusiasmo nos describirían la misa de co
munión general y el oficio solemne, que presidió
el mismo Sr. Obispo! Y luego la procesión de
la tarde, aquel interminable desfile de niños,
niñas, jóvenes, mujeres, hombres, clero, auto
ridades, todos, con el Exmo. Sr. Obispo y Exmo.
Ayuntamiento al frente pasando ordenada
mente ante María Auxiliadora, quien vem'a
detrás, aclamada, honrada, respetada por todos,
sin distinción, buenos y malos. ¡Ah! No podemos
menos de confirmamos más y más en la verda
dera persuasión de que María Auxiliadora do
mina completamente en Cindadela; no son el
mes de mayo, ni estas fiestas, los más elocuentes
e indiscutibles argumentos, no, sino los perpé
tuos mayos y las repetidas fiestas que se ven
con tanta frecuencia en nuestro Santuario: aquí
la semana tiene siete sábados, como el año tiene
doce mayos. Pueblos de tales sentimientos
constituyen una esperanza para la Religión y
para la Patria.
*
* *
HABANA (Cuba). — Cada día va ganando
terreno en esta Capital la tierna devoción a
María Auxiliadora.
Muchas iglesias y aun casas particulares, le
hañ dedicado un altar donde le hacen objeto
de su cariño numerosos devotos.
En la capilla del Colegio Salesiano se celebró
este año el mes de las flores con solemnidad
especial, mañana y tarde, culminando en la
gran fiesta que se le dedicó el domingo día 25.
A las 7 dijó la Misa el Delegado Apostólico
Mons. Pedro Benedetti, siendo muy grande la
concurrencia y muy numerosas las comuniones.
Muchos niños recibieron ese día por vez primera
el Pan de los Angeles.
A las 9 hubo Misa solemne, cantando las
glorias de María el Superior del Colegio.
Por la tarde se desbordó el entusiasmo, lle
vando en triunfo a nuestra Madre por las calles
del pintoresco e incomparable Barrio de la
Víbora. Iba en magnificas andas adornadas
con exquisito gusto por la distinguida familia
de D. Juan López que tanto aprecia la obra
salesiana.
Presidió la procesión el celoso Párroco, P.
i
-
375 —
Rodríguez, quien al term inar dirigió entusias
mado la palabra a sus queridos íeli^ eses, feliátándoles por su devoción a M aría Auxiliadora
y excitándoles a am arla m ás y más cada día.
¡Qué M ana Auxiliadora bendiga la devoción
de estos finos am antes de sus glorias, y haga
que pronto la hermosa isla sea un trono de
amores de la Virgen de D on Bosco!
*
* *
MEDELLÍN (Colombia).— Cada año ven nues
tros ojos que la devoción a María Auxiliadora
se extiende y se hace más tierna: que todos in
vaden su santuario con la fe más sencilla en
demanda de un amparo para el alma y un alivio
para las miserias de la vida. Una prueba de ello
fué la fiesta que en este año se a le b r ó en la Ca
pilla de los RR. PP. Salesianos con gran pompa
y esplendor nunca vistos.
Kl 23 por la tarde el muy R. P. Vespignani,
\'isitador General de la Congregación Salesiana,
elocuentemente habló lleno de unción de las
grandezas de María Auxiliadora y de sus pro
digios obrados en Turín cada año. Los fieles
peudían de sus labios con el más grande reco
gimiento. Parecía él un Apóstol del principio
del Cristinismo o que hablara el mismo Don
Bosco. Los niños del Colegio, acompañados por
la orquesta, hábilmente preparados por el maes
tro Guillermo Sáenz, desempeñaron el Cero
admirablemente.
Día 24. A las 6, Misa de Comunión, con or-‘
questa, durante la cual infinidad de almas reci
bieron a Jesús Sacramentado de manos del
R. P. Director de la Casa. A las 8 misa campal.
Bajo un cielo despejado, semejando un inmenso
pabellón de terciopelo azAil, el muy R. P. Ves
pignani alzaba la Hostia Inmaculada a los
acordes del Himno Nacional.
El disatrso a cargo del R. P. Sarmiento fué
una cascada de perlas. Toda ponderación es
poca para alabar debidamente el bello discurso
de este notable orador. Acto continuo, el Illmo.
señor Arzobispo bendijo la piedra de la nueva
iglesia de María Auxiliadora. Una magnífica
orquesta, dirigida por el maestro Guillermo
8áenz, alternada con la banda del Regimiento,
amenizó esta importante ceremonia. Luego, a
los alegres acordes de la música, la concurrencia
fué despejándose, llevando grabados en el co
razón los recuerdos más -gratos.
Por la tarde, a las 4 y media, el patio y los
corredores cercanos a la capilla, lo mismo que
estaban desbordantes de fieles. El reco
nocido orador sagrado R. P. Enrique Uribe
finalizó la fiesta con palabras conmovedoras,
convenciendo a amar más a María Auxiliadora
y a srrs hijos los salesianos.
A l i C'NTE (E s^aho). — En el mes de mayo ha
llábase mi madre enferma con un cilncer en el
Ijecho. El mal estaba tan adelantado, que no po
día curar sin operación.
Enterado de la gravedad del caso, comencé
con los niños de mi clase mía novena a María A uxi
liadora, lleno de fe y prometiendo publicar la gracia
en el Boletín Salesiano si obtenía la salud de la
enfenna.
Pocos días después de la operación recibí la
noticia de su feliz resultado.
Agradecido, cmuplo gustoso mi promesa.
F. P. M uñoz .
B arcei -On a {España). — Hallándome enfermo
y con amagos de gravedad, acudí con entera con
fianza a la que es Auxilio de los Cristianos, empe
zando una novena, al par que prometía publicar
la gracia en el Boletín Salesiano.
A los pocos días, con gran sorpresa de todos y
contento mío, me hallé completamente restable
cido. No en vano acudí a la buena Madre María
Auxiliadora, que, yz. otra vez, y en caso difícil,
vino en mi auxilio, mostrando, como siempre, su
solicitud en socorrer nuestras necesidades y ali
viar nuestras dolencias.
Cumplo agradecido mi promesa, con voluntad
de invitar a todds los Crisiianos a recurrir presu
rosos en sus necesidades a la que gusta en regalar
bondades y favores a los que humildes y confiados
se los piden.
G abino M. P aui /í .
S. J osé d kl V alia ; {Cádiz-Esp.). — Se encon
traba mi hijo Femando gravemente enfermo con
calenturas palúdicas en 2®, y oído el parecer de
un afamado médico, desconsoléme .sobremanera
al saber que .seguía el mismo camino (¡ue mis
demás hijos varones, o sea que la muerte sería el
fin de su enfermedad. En tal trance aconsejóme
una devota de María Auxiliadora, que le pidiera
a tan bondadosa Madre la curación, lo que de
ninguna manera quería liacer, desconfiando de
.su amor y poder; mas al fin, debido a sus instancias,
cedí: y ¡oh prodigio y felicidad! desde aquel ins
tante el niño empezó a mejorar, y en pocos días
quedó sano y fuera de peligro.
H oy gustosa cumplo la promesa de ofrecerte
lina Tnitm en tu aliar y ima limosna para tu culto.
B lasin a Moreno .
L oarre -H uesca {España). — Una hermana mía,
a causa de fuerte debilidad que se le localizó en
la cabeza, llegó a volverse loca.
Llamados a consulta tres presúgiosos médicos,
unánimes declararon que no había curación posib k sin mediación especial del cielo, porque sería
— 376 —
preciso una operación difícil para la que no estaba
en condiciones, dada su eictremada postración.
Acongojados mis padres, me comunicaron tan
triste noticia, que me movió a buscar el remedio
en la protección del cíelo.
Inmediatamente les envié ima medalla de María
Auxiliadora para que se la pusieran al cuello, acon
sejándoles c^ue empezaran conmigo ima novena a
ton bondadosa Madre, suplicando la curación de
la enfenna si convenía.
|Cosa maravillosal No había tenninado la no
vena, cuando mi querida hennana Engracia re
cobró el conocimiento y comenzó a mejorar de
manera que nadie lo hubiera esperado, causando
admiración a los mismos médicos.
Rebosando de alegría, como toda la familia,
liacetnos público nuestro reconocimiento a María
.\uxilindora y cumplimos gozosos nuestra promesa.
J o sé M. L ó p e z .
V alen cia {España). — Dña. Dolores Cebriá
Ballestcr, -ferTiente devota de María Auxiliadora,
habiendo obtenido mercedes admirables por la
pródiga bondad de tan milagrosa Imagen, como
testimonio de su fe entrega una limosna de 125
pesetas para los fines piadosos que determinen los
salesianos.
DOEORES CEBRU BAIí ESTER.
B uenos A ires {Argentina). — Muy agradecida
a mi buena Madre María Auxiliadora por haberme
obtenido una gracia que le pedí; cumplo con la
promesa de hacer pública mi manifestación de
gratitud, para mayor gloria de la Sma. Virgen y
para que todos se animen a recurrir a Ella con
toda confianza en sus necesidades.
E. D. B.
G orosTiaga {.4 rgenlina). — D oy infinitas gracias
a Ivlaiía Auxiliadora por los muchos favores que
de Ella he recibido, especialmente por habenne
sacado de una grave enfenueesos diarios. Como se
trataba de una cantidad muy fuerte para nuestra
jiosicióu, yo me encomendé a la Virgen de Don
Bosco, y con algimos remedios caseros curé en
24 horas.
Sumamente agradecida a María Auxiliadora,
deseti hacer pública la gracia a honra y gloria de
tan buena Madre.
M.\RIA RONDANO d e BORGATELI.O.
R o s .vrio T.U,.a [Etilfc R íos
— C a jó gra
vemente “enfermo con fiebres tifoideas un hijito
mío; y como el caso era tan apurado, a pesar de
estar asistúlo por un buen médico, creimos que
la muerte era inevitable.
En medio de mi angustia, me postré a los pies
de María Auxiliadora suplicando su protección
para con el enfenuito. 1.a hixeua Madre no se hizo
rogar mucho, pues a poco comenzó la mejoría.
desapareció la fiebre y hoy mi hijito se halla sano
y salvo.
Llena de alegría cumplo m i promesa y envió
ima limosna.
P A U I.A R . D E E R R A ZQ U E .
R osario T a l a {Entre Rios-Arg). — Una hija
mía se vió obligada por una indisposición a guardar
cama; pero contra lo que esperábamos, la enferma
se agravó hasta el extremo, que estuvo varios días
luchando entre la vida y la muerte. En trance tan
apurado recurrí con fe a Jlaría Auxiliadora para
que diera la salud a mi hija, súplica que la Virgen
despachó favorablemente.
Libres de la congoja que no nos dejaba vivir,
doy gracias y envío mía limosna.
L u isa E . d e Osinaede .
R osario T aea {Entre Rios-Arg). — Hallándose
gravemente enfefma mi señora, acudí con todo
fervor a María Auxiliadora para que viniera en
mi socorro. L a Virgen Santísima oyó mis preces
y curó prontamente a m i esposa, por lo que, agra
decido, deseo publiquen la gracia, y envío una
limosna de 20 pesos argentinos para que se diga
una misa en su altar.
F . E.
E e O asis {Mutiscua-Colombia).
¡Bendita sea María Auxiliadora!
Summuente-agradecidos, elevamos nuestras fer
vientes plegarias al Todoi>oderoso, por medio de
María Auxiliadora, para bendecir su providencia
qiie ha devuelto la salud a nuestra amada hija
j^osefa Antonia, víctim a de la terrible enfennedad
de la disentería que la Levó liasta el borde del
'sepulcro, y que mediante las súplicas que liicimcs
a María Auxiliadora, se trocaron muj' pronto en
gozo nuestros días de angustias.
Por tan ’ 'alio.sa merced y con todo el afecto de
nuestras almas, cumplimos hoy la promesa que en
aquella congoja hicimos, de colocar sobre el pecho
de nuestra Josefa Antonia una medalla de María
Auxiliadora, de hacer publicar la gracia en el
Boletín Salesiano, y de enviar un peso oro para la>
obras de Don Bosco.
J esús y j .vftel
I.OS A ngei .es {California).
¡Bendita sea Marta Auxiliadora!
Mi hijita Gloria estaba smnamente resfriada.
,sin quedos solícitos cuidados y medicinas le ?.l’\ iaran para nada. Una noche la opresión de la
gaiganta le pasó al pecho, no dejándole apena.^
respirar. Angustiada recurrí a María Auxiliado».
V, como por milagro, desapereció todo al po?'’
ralo.
Muy agradecida a la celestial Reina deseo, pa»
su honor y gloria, dar publicidad a este favor que
se dignó concedeniie, y a la' vez en\dó una ofrenda
para los huerfanitos de Don Bosco.
P rin cesa M.aria L u isa SintKONSKiMONTEVTDEO {Uruguay). — Me siento oblig^ ta
a manifestar m i reconocimiento y gratim*- ••
María Auxiliadora por un señalado favor >• ■ •
— 377 —
lii lo a uno de mi familia, que había enfermado
gravemente de tifus.
En esa desesperante situación recurrí fer\'orosa
a la Vii^en de D. Bosco, comenzando ima novena,
al mismo tiempo que prometía publicar la gracia
que me concediera.
Después de algunos días de mortal angustia,
se inició la mejoría, recobrando a poco la perdida
salud, por lo que doy rendidas gracias y cmnplo
mi promesa.
bVRI.'t. E. A g uk rre .
Montevideo {Urttguay). — Doy gracias a nues
tra buena Madre María Auxiliadora, por haber
concedido la salud a mi hijo Mario Alberto, enfemio de gravedad, y mando decir una misa en
acción de gracias, mientras ruego se publique la
grada en ¿ Boletín Salesiano.
M a r ía O. Ríos d e F a c eid o .
T ona [Colombia). — D. Adeodato Aguilat mues
tra su reconocimiento a María Auxiliatiora por
señalado favor y manda ima gencrasa limo.snu.
C anelones [Uruguay). — . Dña. Amelia ülivcr
agradecida a la protección de María ;Vuxiliatlom
publica la gracia y envía una oferta.
Montevideo (Uruguay). — La Sra. Angélica M.
de Sonterá-s da gracias a María AuxiHtuh)ra ix>r
varios favores que de.soa se publiquen. Y la Srta.
Chela Ramírez Á? 25 Convers’ón de S. Pablo.
> 29 S. Francisco de Sales.
También pueden ganar otras muchas indul
gencias plenarias y parciales, y gozar de va
rios privilegios, como puede verse en el Re
glamento o « Cédula de admisión a la P^a
Unión
a la cual nos remitimos.
-
378 de acción. E l juego es la palestra dende a la vez
que se desarrolla el organismo del niño, puede
modelarse su carácter.
Por el Mundo Salesiano
¿Hay quién se preocupe de los niños?
Sí; partidario de la Escuela-jardín; pero jardín
de plantaa vivas, en que las flores sean los niños,
merecedores de todos los cuidados y delicadezas,
porque su regeneración es la d é la Patria.
Un Cooperador Salesiano.
Kn el periódico sevillano « L a Unión » del 15
de Mayo liltimo, bajo el epígrafe — En Sevilla
El primer Colegio Salesiano en América.
nadie se preocupa de los niños, — apareció un
artículo (|ue, escrito con la mejor intención en
(San Nicolás de los Arroyos).
cerraba una ofensa para la legión de maestros
I