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Medios

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El Excm o. Sr. A rzobispo de Sevilla en la im prenta de lás Escuelas profesionales Salesianas de la San tísim a Trinidad.

L a Buena Prensa, en los licmpos (¡iie corremos, es uno de los principales medios
de apostolado. Ayudarla con recursos pecuniarios e introducirla adonde aún no ha
llegado es obra de gran mérito humano r sobrenatural.

P K E N S A

S A L E S 1A N A

E l Boletín Salesiano. nicnsijul. ivrieja la vida y el <‘s|)i'rini Salo^iano v de Mis’ Olira^.
(‘sparridas por todo (d mundo. i\o tu'ue su.scripcKÍn lija. |M*ro ,s<' asradeci' toda ayuda
para sosli‘ uerlo. com o para soslciu'r dichas olira.s. l.as pcrsoiia.s (jiu* <l(“.sccn rccdnrl".
solicítenlo de cuaUpiier casa salesiana o de esta K ililorial: Alcalá. 164. .Madrid.
Juventud M isionera, revista mensual. Narra la vida dcl Alisionero en tierras de iii*
lid es, la difusión del Evaiiírelio y de la Iglesia en m edio de toda clase de dificultades
\ heroísmos.
la cooperación que las almas Icrvorosas. i'sjiecialinente la juventiah
prestan a la olu'a apostólica. Publica diez mimeros anuales, la suscripción es de la
jiesetas al ano. ^'e recilien limosnas para las Misiones, qiu' se trasladan puntualmente
a sus destinos. .Ucalá. 1(>4. Madrid.
Selecciones Don Bosco ,^S. Ü. B .): Lecturas Católicas. Publicación mensual de una?
70 páiiinas. Arjrumentos vanos: Heli^ión. Historia, Literatura, Arte, Ciencias. Amenida­
d e s .-K s la Bevista propia del hogar cristian o.- 6 0 ptas. al año. A lcalá. 164. .Madrid.
C l'N T B A L C A T E Q U IS T IC A SA LE S IA N A
-Moalá. 164. Madrid

SAIESIMO
R E V I S T A
R E D A C C I O N

DE
Y

L AS

umarto:

1-2
3-5

Recordando a Don Bosco .. . .

6

El lirio de los Andes...........

7-8

Noticiario mundial salesiano..

9-10

Un gran misionero Salesiano:
el r Luis María Roítmayr.. 11

Grande y práctica devoción a San José
tuvo D on Bosco, com o la tuvo San Fran­
cisco de Sales. Am bos Santos solían alegar
la autoridad de Santa Teresa de Jesús, y
citaban sus palabras: «.Al glorioso Patriar­
ca nada le he pedido que no me ¡o haya
concedidos.
En el Santuario de María Auxiliadora
quiso nuestro Padre que San José tuviera
su altar, el más bello después del de la
Santísima Virgen. E l mismo ideó el cuadro
que debía campear sobre este altar. Y es
delícoílísimo en su idea y signijicación. E l
Santo Patriarca tiene al N iñ o entre sus bra­
zos, y el N iñ o se entretiene en derramar
flores sobre el mundo.
Celebraba sus Siete Dolores y sus Siete
Gozos, y para ello compuso fervorosas ora­
ciones. Los miércoles no se le pasaban des­
apercibidos. E n el E jercicio de la Buena
Muerte incluyó una oración a San José co­
mo Patrono especial. Y quiso que todas

D ON
1 6 4

<>■

San José.............................
El Coadjutor Salesiano..........

S A N

DE

A L C A L A ,

MARZO 1955

Año LXIX

s

O B R A S

A D M I N I S T R A C I O N :

B O S C O
M A D R I D

Número 3

El viaje del Rvmo, Rector
Mayor D. Renato Ziggioíli,
alrededor del mundo........
De nuestras Misiones...........
España Salesiana..................
Necrología..........................
Crónica de gracias...............
Bibliografía..........................

12-14
15-16
17-19
20-21
22-23
24

J O S E
las noches, al retirarnos al descanso, rezá­
ramos las coníKÍdas jaculatorias: «Jesús,
José y María, os doy el corazón y el alma
m iat, etc. N o fué poca su alegría cuando
Pío ¡ X declaró a San José Patrono univer­
sal de la Iglesia universal.
Santa María Mazzarello heredó del San­
to Fundador la devoción y .se la recomen­
dó ahincadamente a sus Hijas. Y ellas han
experimentado multitud de veces, y en di­
versísimos sitios y circunstancias, las aten­
ciones del Santo Patriarca, algunas hasta
haciéndoseles visible.
San José es, además, un modelo: humil­
dad, pureza, recogimiento, trabajo, obe­
diencia, unión con Dios...
La Iglesia le consagra el mes de marzo,
el mes en que termina el invierno y em­
pieza la primavera.
La flor de marzo es la violeta. L a vio­
leta es símbolo de la humildad. La humildad es, entre las virtudes morales, la base
-

1

T
de todas las demás. La misma F e , no se
ejercita sin humildad.
Violeta... floréenla simpática y atracti­
va. Andando por los campos que se ani­
man con el sol y las lluvias de la primave­
ra, percibes su aroma, tan delicado, tan
fino: mas no la ves de primer momento.
Oculta, repuesta, te atrae con su perfume.
La buscas, y la encuentras escondida, reca­
tada entre las hierbas o resguardada por ¡as
espinas. Y no puedes menos de recogerla y
llevártela para tu altar, para tu mesa, para
tu escritorio. Y allí te lo embalsama todo:
pero suave, delicadamente. Asi es la humil­
dad. L a violeta es la flor de San José, la
que mejor simboliza y sintetiza su vida. V i­
vió oculto, trabajó oculto, oró oculto. Pero
vivió y trabajó y oró siempre con Jesús y
con María. Es tu modelo.
Y com o c.quien se humilla será exaltado»,
y a mayor humildad más exaltación, San
José ha sido exaltado a la más alta gloria
después de la Santísima Virgen. ¿Qué ma­
yor exaltación que ser el Esposo de María?
¿Y qué mayor gloria que ser llamado pa­
dre de Jesús, padre adoptivo y nutricio,
ciertamente, pero padre por el cariño, por
los oficios; y por esto algunos Doctores lo
han denominado ateniente y sombra del
Padre Eterno».
Envidiable fué la muerte de San Jo.sé.
Jesús y María lo asistieron. Legiones de án­
geles vinieron a encargar.<ie de su alma pa­
ra llevarla al seno de Abraham, a dar allí
a todos los elegidos la grata nueva de ¡a
Redención y de ¡a apertura del R eino de
los Cielo.'!.
Entre los muertos que Je.'uis resucitó el
día de .su propia Resurrección estuvo, sin
duda. San Jo.w, y con Jesús .subió en cuer­
po y alma a los cielos a esperar la resu­
rrección de .su Santísima Espo.sa y su glo­
riosa Asunción. Asi la Sagrada Familia de
Nazareth e.stá completa en el cielo com o lo
e.stuvo en la tierra. A llí San José continúa

ejerciendo sus funciones de padre adoptivo
de Jesús, de vicario del Padre Eterno. Por
eso se le ha coronado con diadema de Rey.
Grande es su poder, por consiguiente. Y
la Iglesia se lo ha reconocido proclamán­
dolo su Patrono universal. Y le honra con
varias devociones, entre otras, con unas Le­
tanías semejantes a las de la Santísima Vir­
gen. Y a se sabe que las Letanías son ainvocaciones» o súplicas jaculatorias, y son al
mismo tiempo ^reconocimiento de méritos
y grandezas».
Recordemos aquí las palabras de nuestra
Doctora, Santa Teresa de Jesús, tan citadas
por San Francisco de Sales y por San Juan
Sosco, tan a propósito para avivar nuestra
devoción al Santo Patriarca y estimular
nuestra confianza:
V.Yo tomé por protector y abogado al glo­
rioso Patriarca San José, y me encomendé
a él con gran fervor; y él me ha escuchado
siempre muy por encima de mis esperanzas
y oraciones. Hasta ahora no recuerdo ha­
berle pedido nada que no me haya otorga­
do. ¡Qué espectáculo presentaría a vuestros
ojos si me fuera dado referiros las gracias
insignes de que Dios me ha colmado y los
peligros de alma y de cuerpo de que me ha
librado por intercesión de este gran Santo!
E l Altísim o concede a otros santos sólo la
gracia de socorrernos en tal o cual nece.sidad: pero al glorioso San José— por ex­
periencia lo sé— extiende su poder a todas
nuestras necesidades. Nuestro Señor quiere
hacernos entender con esto que del mismo
modo que le e.stuvo sujeto en esta tierra
de destierro, reconociendo en él la autori­
dad de padre nutricio y de gobernador, se
complace ahora en el cielo de hacer su vo­
luntad, escuchando todas sus peticiones.
Muchas personas a quienes yo había acon­
sejado encomendarse a este incomparable
Protector, lo han igualmente experimentado,
y el feliz resultado de su mediación confir­
ma cada día ¡a verdad de mis palabras.»

INTENCIONES DEL APOSTOLADO DE LA ORACION
p a ra 1955
Ma r z o : i g l e s i a del Pa k i s t á n

EL C O A D J U T O R S A L E S I A N O
U N L A IC A D O R E L IG IO S O A C T IV O Y
M I L I T A N T E A L S E R V IC IO D E L A
IG L E S IA
Una triste situación.

T

L a ruptura con toda idea m edieval lle­
vó a los gobiernos nacidos de la R evo­
lución francesa a la triste ocurrencia de
abolir las asociaciones de obreros— los
gremios— que al arrim o de sus leyes
tradicionales viv ía n pacífica y noble­
mente. dando calor y ayuda a la clase
obrera que, si sabía de necesidades y
apuros, también gustaba de mutuas ca ­
ridades y ayudas.
Esto sucedía en la prim era m itad de
la pasada centuria y sus consecuencias
duran todavía en esta vie ja Europa san­
grante por tantas ambiciones y tantas
guerras.
E l Piam onte suprimía tales corporacio­
nes en 1844 tratándolas de incultas, y a
sus propugnadores, de retrógrados y ene­
migos del progreso.
L a situación del proletariado fu é allí
similar a la de otros países. T a l v e z en
Turín se acentuaran más las tintas m er­
ced al rápido crecer de la industria y el
absentismo que se acentuaba día a día,
llevando a las puertas de la populosa ciu­
dad obreros de toda Italia, hambrientos
de pan y trabajo, y pronto presa del
vicio y de la corrupción. Muchos de es­
tos obreros eran jóvenes a quienes la
necesidad les empujaba a la ciudad, don­
de faltos de consejo y de guía, caían las
más de las veces en simas profundas, de
las que les era im posible salir.
Faltos de trabajo, de pan y dineró, en­
tre el ocio y la miseria, vivían para el
robo, el juego, las rencillas y la taberna,
donde perdían aquellas sanas costum­
bres que la m adre en la despedida les
recomendara. De estos bajos fondos, al
reformatorio, a la cárcel y al hospital no
hay más que un paso. A sí se explica que
los tres Santos, grandes apóstoles, que
albergó Tu rín en este tiem po se dedica­
ran, cada cual en su parcela, a rem ediar
la triple lacra, desdoro de la sociedad.
San José B enito Cottolengo puso su
afán en la fundación del hospital «Piccola Casa della D ivina P roviden za». prez
de la caridad católica. San .José Caffasso

fu é el apóstol de las cárceles. Y San Juan
Bosco aprendió del correccional, donde
solía acudir a prestar su m inisterio sacer­
dotal. la triste situación de aquellos jovencitos que cayeron porque no hubo
una vo z amiga que les animara a mante­
nerse en pie. Y a evita r estos males sur­
gió la obra de Don Bosco.
Solucionando el problema.
E n 1841 pudo palpar Don Bosco el
grado de instrucción religiosa de los po­
bres obreros. Bartolom é Garelli, de quin­
ce años, apenas sabía hacer la señal de
la cruz. C reyó un deber salvar de la
ignorancia a aquella juventud, y se lan­
zó a la obra, domingo tras domingo, ven ­
ciendo m il dificultades.
Era el inicio de la obra. E l trato con
los jóvenes se hizo cada ve z más íntimo,
más cordial, y ellos se le abrían a su
sonrisa y a sus preguntas, impregnadas
de dulzura:
...— ¿Por qué estás triste, qué te pasa?
— Es que m i amo m e ha echado del
taller...
— A m í no m e ha echado— interrum pe
otro— , pero me trata más mal...
Don Bosco v ió en seguida en cada res­
puesta la negrura de una situación des­
ventajosa para los pobres muchachos.
Su alma condolida fué en busca de rem e­
dio. Se dedicó a hallar trabajo para unos
y para otros, amos comprensivos, sin
crueldades ni malos tratos.
Hasta ahora no iban mal las cosas. E ’
trabajo era agobiante, pero la satisfac­
ción del deber cumplido le animaba en
su ardua empresa.
L a obra no estaba cumplida. Don Bos­
co lo comprendió un día que interrogan­
do a un muchacho: — Estás malhumora­
do, ¿qué te sucede, estás enferm o?— ;
recibió como respuesta; «E s que no he
comido hoy.»
Otra nueva tarea. Dar de com er en su
misma casa a los que no tuvieran dónde,
ni con qué.
E n cierta ocasión, rodeado de unos
cuantos mozalbetes que le exigen les pa­
gue un vaso de buen vino, después de
haber satisfecho su petición y haber
charlado amigablemente, les despide, dí3

ciendo; «Y ahora, cada uno a su casa.»
— Pero si y o no tengo casa.
— N i yo.
— N i y o tampoco.
Y Don Bosco pensó que en el pajar de
la suya podían dorm ir aquellos diez o
doce mozuelos. Y hacia allá partieron. N o
fueron dignos de ser la piedra fundamen­
tal de una gran obra, y se marcharon
robándose... las mantas. N iños sin techo
se le vo lvieron a presentar a Don Bos­
co, con relativa frecuencia.
...— Pues, ¿dónde has dorm ido hoy?
— En los bancos de Piazza del Popolo.
...La casa Pin ardi se trocó rápidamen­
te en asilo de todo muchacho sin pan y
sin techo. Todo solucionado, al parecer,
porque todo iba bien en casa; pero,
¡cuánta tragedia en los talleres y en las
empresas!
Los patronos que frecuentem ente no
veían más en aquellos niños que seres in­
defensos en quienes clavar bien las uñas
de su avaricia, abusaban de su abandono
y pobreza. Esto m ovió a Don Bosco a
visitar con insistencia una y otra vez
los sitios de trabajo donde sus muchachos
eran víctim as de la ambición de sus
amos. Don Bosco mismo hacía los con­
tratos con exigencias que aun hoy día
son ideal y programa a conseguir; El
descanso festivo, el aprendizaje del ofi­
cio, los seguros de enferm edad y acci­
dentes de trabajo, el salario justo, las
mutuas obligaciones entre patrón y obre­
ro en caso de litigio, eran cláusulas in­
defectibles de todo contrato que llevara
a efecto.
En 1850 fundó la «Sociedad de Mutuo
Socorro», que funcionó m aravillosam en­
te durante muchos años.

La cuestión m aterial estaba solucio­
nada. Pero Don Bosco, «q u e no veia
cuerpos sino almas», con un instinto
p re v en tiv o de las cosas v ió latente un
problema moral. A u n cuando los con­
tratos estaban perfectam ente hechos, y
los jóvenes solían encontrarse bien colo­
cados, no eran por lo general sitios re­
comendables para las buenas costum­
bres. Y Don Hosco soñó con un tallerescuela-tem plo donde el trabajo fuera
arte y oración. Había que poner talle­
res en su misma casa.
En 1S53 daba principio a esta gigan­
tesca empresa, instalando los talleres de
4 -

sastrería y zapatei'ia. E n 1854, inaugum
el taller de encuadernación. En 1856.
surge la carpintería. E n 1861, abre la ti­
pografía, con dos máquinas y ima pren­
sa. E n 1882, los de cerrajería y herrería.
Pero Don Bosco, con santa impaciencia,
no estaba aún contento con su obra. Sus
talleres eran dirigidos por personas ex­
trañas, con los inconvenientes que ello
trae. Sueña con hombres de un idea!
alto, sublime, entregados totalmente a
los niños. U n religioso sin hábito ecle­
siástico sería un tipo ideal para su obra.
Moldes nuevos para ideas nuevas.
Una solución genial.
Con visión profética del porvenir, como
solución al arduo problema, crea una
Sociedad con form as y métodos totalmen­
te desconocidos hasta entonces, plasma
la figura del Coadjutor Salesiano, el após­
tol de la juventud obrera. P re vio que el
hábito sería m irado con prevención y
quizá hasta con odio y desprecio y , hom­
bre que siente la realidad del memento
y contempla el poi*venir, se lanza a rea­
lizar la idea nueva, atrevida, casi revolu­
cionaria del Coadjutor.
Muchos quizás lo conceptúan como el
«le g o » de las Ordenes antiguas, algo as.
como un subordinado, un auxiliar, rele­
gado a segundo plano, in ferior a los de­
más religiosos. N ada más erróneo. Ante
la Congregación los derechos y los debe­
res son idénticos para todos. L a labor
educativa, en todo sem ejante a la que
desempeña el sacerdote en las aulas.
Don Bosco. el 19 de octubre de 1883.
en una conferencia a los N ovicios Coad­
jutores delineaba la figura simpática del
Coadjutor con las siguientes palabras:
«Q uiero m anifestaros cuál es m i idea so­
bre el Coadjutor Salesiano. Y o necesito
ayudantes para cargos y oficios que no
pueden desempeñar los sacerdotes y clé­
rigos. N ecesito escoger a uno de vos­
otros y m andarle a una tipografía diciéndole: trata de arreglarte y procu­
rar hacerla m archar bien. N ecesito en­
via r a otro a la carpintería y a un ter­
cero a la mecánica para que lleven ade­
lante los talleres y procuren que nada
les falte. N ecesito tener en las casas hom­
bres de responsabilidad a quienes poder
entregar asuntos de confianza, cuestiones
y pleitos y hasta la representación de la
casa v de sus intereses ante las autorida-

des. N ecesito que marche como debe la
cocina, la portería, la ropería, la enfer­
mería, la sacristía, etc. Necesito, en fin.
personas bien dispuestas y preparadas a
quienes poder confiar todas estas incum­
bencias. Y esas personas sois vosotros.
Mas no debéis ser simples obreros, sino
los dirigentes y jefes con relación a los
demás obreros. N o sois siervos ni emplea­
dos, sino siem pre superiores y responsa­
bles...»
Como se ve, Don Bosco le eleva a un
nivel en todo sim ilar al de los sacerdo­
tes, salvo, se entiende, el carácter sacer­
dotal, ya que no es su servidor, sino
un compañero de su misma labor. Es el
hombre de confianza a quien se le dan
todas las facilidades y se ponen en sus
manos grandes responsabilidades, «hasta
la representación de la casa, dice Don
Bosco, en lo que respecta a los talleres
y sus cuestiones anejas». Para el alum­
no es siem pre un superior a quien apre­
cia y estima en su justo valor.

Pero sería utópico pensar que basta­
se para labrar la form ación del obrero
la existencia de bien dotados talleres
con modernísima m aquinaria y horarios
acoplados dirigidos por maestros exper­
tos en la técnica del oficio. Es necesario
darse cuenta que en la realización de los
grandes ideales no se necesita tanto in­
mensos arsenales de m aterial cuanto re­
servas enormes de espiritualidad v iv ifi­
cadora. En la form ación del obrero debe
resolverse un problema técnico, es cier­
to, pero también y en lugar preeminente,
un problema espiritual. Y para uno y otro,
y para la arm onización de ambos, nece­
sitamos ante todo el m aestro educador.
Por esto el Coadjutor Salesiano, al fren­
te de una escuela-taller, es siem pre un
educador, un ángel tutelar de los niños,
un verdadero apóstol. Uno de los princi­
pales fines que le competen es modelar
el corazón y las almas de los jóvenes obre­
ros, form ar sus inteligencias en los ele­
vados conceptos sociales y cristianos, in­
culcar en sus espíritus las verdades d iv i­
nas. Su acción no se lim ita a instruir y
forjar artistas, sino tiende principalm en­
te a form ar buenos cristianos, capaces
de ejecutar empresas grandiosas; en una
palabra, fo rm a r al apóstol obrero encar­
gado de recristianizar a ios propios obre­
ros.

Para ello se le exige una form ación m o­
ral que Don Bosco sintetiza en estas pa­
labras: «debiendo vosotros contribuir y
ayudar a obras tan sublimes y delicadas
(la educación de la juventud) debéis pro­
curaros muchas virtudes; debiendo g o ­
bernar y d irig ir a otros, debéis lodos dar
buen ejem plo».
H e aquí, a grandes rasgos, la sem­
blanza m oral del Coadjutor. Nada de
complicaciones ni recovecos en la vida
espiritual. Las cosas sencillas como ideó
la ascética cristiana de San Francisco de
Sales. Es el camino fácil, trillado, la in­
fancia espiritual, la norma y directriz
de su vida. L o pequeño engrandecido
por el Ideal. Las grandes virtudes y el
buen ejem plo dentro del marco de las
acciones ordinarias, por el quehacer de
cada día. ¿H ay algo más bello?
Pero sube de precio su vida sacrifica­
da y su labor si lo conceptuamos a la
luz de la cuestión social, la más difícil
y preocupante de los tiem pos modernos.
U n gran Prelado español, D. A ngel
H errera Oria, dijo en cierta ocasión es­
tas autorizadísimas palabras: «H a y que
elevar el n ivel de vida m aterial del obre­
ro, hay que form ar en él una conciencia
nueva, crear un cristianismo ilustrado y
práctico, apostólico. Hay, en fin, que darle
la form ación profesional y social de la
legislación y de la práctica española».
Nuestros Coadjutores tal vez no dijeron
nunca palabras sim ilares; pero desde
1884, por referirnos sólo a nuestra Patria,
vienen desarrollando ese mismo progra­
ma. Con creciente ardor y en más vasto
campo cada día, ya que se extiende, en
España sólo, a 20.000 aprendices en 29 Es­
cuelas Profesionales, llegando ellos a la
consoladora cifra de 356 profesos, y cer­
ca fie 500 en período de formación, que
se preparan técnica y m oralm ente a tan
apostólica empresa.
Con adm irable sentido técnico, el llo­
rado D. A lb erto C aviglia, en m agnífica
síntesis del Coadjutor Salesiano, nos tra­
za en sencillas frases toda la impronta
de su espíritu y su carácter con estas
palabras, con que cerramos nuestro tra­
bajo: «E ste laicado religioso, activo y
m ilitante, que levanta al hombre, en la
noble democracia de su hábito seglar, a
colaborar y co n vivir con el religioso
sacerdote, es, sin duda alguna, con La
creación del Sistema P reven tivo, la idea
más genial y grandiosa de Don Bosco.»

— 5

D. BOSCO
HACE CIEN

ANOS

En la Cuaresma de 1855 se habían in­
tensificado las clases de Catecismo en los
tres Oratorios Festivos de Turín. Don
Sosco, en uno de aquellos días, predica­
ba sobre la manera de hacerse santos, y
se detuvo de una manera especial en des­
arrollar tres pensam ientos: Es voluntad
de Dios que nos hagamos santos; es cosa
fácil el consegu irlo; en el cielo les aguar­
da un gran prem io a los que se santi­
fican.
Estas palabras hicieron una gran im­
presión en el alma de Dom ingo Savio,
que tras haber escuchado aquel sermón
dijo al siervo de Dios:
— Siento un deseo, como una necesi­
dad, de hacerm e santo; no pensaba que
m e podía santificar con tanta facilidad;
mas ahora que he comprendido que pue­
do lograrlo sin dejar de estar alegre, es­
to y resuelto a ello.
Don Bosco lo animó en su propósito, y
le hizo saber que la prim era cosa que
Dios quería de él es que viv ies e en una
constante y moderada alegría; y des­
pués de anim arle al cum plim iento de sus
deberes de piedad y de estudio, le reco­
mendó que tomase siem pre parte en los
recreos con los compañeros. A l mismo
tiem po le prohibió toda suerte de peni­
tencia rígida y las oraciones demasiado
prolongadas, pues eran cosas incompati­
bles con su estado de salud y con sus
oc\ipaciones.
Dom ingo Savio obedeció, mas un día,
Don Bosco lo encontró m uy pensativo y
le oyó exclam ar repetidas veces:
— ¡P o b re de m í! M e encuentro verda­
deram ente perplejo. E l Señor dice que
si no hago penitencia no iré al Paraíso,

y por otra parte me han prohibido que
la haga. ¿Qué prem io puedo, pues, espe­
rar en la otra vida?
— L a penitencia que el Señor quiere.de
ti— replicóle Don Bosco— es la obedien­
cia. Obedece, y eso te basta.
— ¿Pero no podría perm itirm e alguna
otra penitencia?
— S í; tam bién te están permitidas las
penitencias de soportar pacientemente
las injurias, si por acaso te encuentras
en ocasiones de ser ofendido; tolerar
con resignación el calor, el frío, el aire,
la lluvia, el cansancio, las incomodidades
propias de las indisposiciones del cuerpo
y cuanto Dios quiera enviarte.
— Pero esto se soporta necesariamente.
— L o que tienes que su frir sin remedio,
ofréceselo a Dios, y se trocará en acto
virtuoso y de m érito para tu alma.
— ¿ Y nada más?
— Procura atraer las almas de los que
te rodean hacia Dios.
— H e comprendido.
Desde aquel momento, en el alma de
Dom ingo encendióse un celo cada vez
más creciente en fa vo r de la salvación de
las almas, trocándose en un verdadero
apóstol. Y para aprender las formas más
adecuadas para ganarse las almas del
prójimo, se dió a la lectura de los santos
que sobresalieron más en este ejercicio,
como San F elip e N eri, San Francisco
Javier. San Francisco de Sales y otros.
A l recordar el trabajo de los Misione­
ros, solía exclam ar:
— ¡Cuántas almas se pierden porque no
tienen quienes les predique la palabra
de Dios!
M e m orie Biografiche. V ol. V., pág. 209-

Sofiio D om ingo Savio les muestra a los jóvenes el camino de la virtud; a los
padres y a los educadores recomienda la Pedagogía llena de sabiduría de San Juan
Bosco.— Don Ziggiotti.

6



lirio

Andes

liadora en Junín de los Andes (Neuquen), y
desde las primeras la'cioncs de catecismo
formuló su humilde, pero firme propósito:
He sido muy mala, pero de ahora en adelaU'
te quiero ser muy buena. Tenía nueve años.
Para embellecer más y más su alma se sir­
vió de la frecuente Confesión. A su liermanita, maravillada de verla confesarse tan fre­
cuentemente, decía; Cuando tú también recibas a Jesús, sentirás cóm o se desea ser
cándida y bella. Después de la confesión me
siento más fuerte contra las tentaciones, y
el bien parece más fácil.
Tuvo hambre insaciable de la Eucaristía.
En su primera Comunión, hecha en el cole­
gio a los diez años, propuso: aJesús, quie­
ro amarte y servirte por toda la vida: por
esto te ofrezco m i alma, m i corazón, todo mi
ser. Quiero m orir antes que ofenderte. P ro ­
pongo hacer cuanto sé, a costa de cualquier
sacrificio, para que tú seas conocido y ama­
do, y para reparar las ofensas que recibes
de los hombres, especialmente de las persotias de m i familiar.
?Decía a las compañeras: ¡Qué afortuna­
das somos nosotras, que podemos recibir con
¿V
tanta frecuencia a Jesús! Y se había fijado
este programa: Desde la .santa comunión
L A U R A V IC U Ñ A
hasta las cuatro de la tarde todo pensamien­
to, toda acción, todo sufrimiento, será una
Entre las innumerables niñas cristiana­
acción de gracias a Jesús, venido a m i co­
mente guiadas por las celosas Misioneras de
razón ; desde las cuatro en adelante, todo el
Don Bosco en Sudamérica, brilló con luz
tiempo .será para prepararme a recibir a mi
singularísima Laura Vicuña, la fervorosa
Rey, .sin retener para mí ni siquiera un ins­
émula del angélico Domingo Savio. Dios la
tante. Y como lo decía, lo practicaba.
aceptó, de trece años apenas, como víctima
A m ó con toda su alma a la Virgen, lla­
de suave perfume, que voluntariamente se
mándola Mamá y multiplicando en modo
ofreció por la conversión de su mamá, el
casi increíble las florecillas, los homenajes y
22 de enero de 1904.
las invocaciones, especialmente en los me­
Sus padres eran bastante ricos, pero tam­
ses y en las novenas marianas. Exclamaba:
bién bastante mundanos. A las oraciones
¡Oh, cuán bueno ha sido Jesús con nosotros,
y sacrificios de Laura debieron la gracia
dejándonos por Mamá a su misma Mamá!
de bien morir.

>Í'V

Laura en su nueva famUia.
Nacida en Santiago de Chile, el 5 de abril
de 1891, siguió con su hermanita, a su ma­
dre viuda, a la otra vertiente de la Cordille­
ra, en la hospitalaria Argentina. Fué acogi­
da en el colegio de las Hijas de María Auxi­

La sabiduría de una loquillr.
¿Qué virtud amaba de preferencia? Se lo
confió a una amiguita; La obediencia me
es más querida, porque las encierra todas.
Y Dios premió hasta con milagros su obe­
diencia.
^

7

En homenaje a una sencilla invitación he­
cha en broma por la Directora, entre las ri­
sas de las compañeras, plantó un ramo seco,
y continuó regándolo... ¡Pues le nacieron
las hojas y una hermosa flor, que fué lleva­
da triunfalmente al altar como «flor de la
obediencia! »
Solía decir: Para m í es lo mismo hacer
una cosa u otra; con tal que obedezca. Y o
debo hacerme buena de prisa; pero no me
es posible si no aprendo a obedecer perfec­
tamente.
Las compañeras se admiraban de su hu­
mildad, llamándola la esclava de Jesús, y
ella, sonriente, decía: ¡Ojalá fuese cierto!
Un día firmó su tarea con el título de «L a
Loquiíla de Jesús», recibiendo por ello un
regaño público.
En privado ella dió a su maestra esta ra­
zón : Jugando en el patio, para tener alegres
a las otras, hice un poco de bulla, y una
compañera mía me dijo: "¡O h , Laura, pareces_ una loquiíla!” Aquel título me chocó; y
tuve ganas de responder con brusquedad.
Pero me dominé, y me dije a mí misma: ¡Te
resientes por una palabra! Pues bien, de hoy
en adelante tú misma te llamarás la "loquilla de Jesús” y con este nombre firmarás
tus tareas. Asi te acordarás que tienes que
ser humilde. Pero cuando llegué al momento
de firmar, me tuve que hacer una gran vio­
lencia; sentí un escalofrío en toda la perso­
na y temblé: pero pensando en Jesús mofa­
do por los judíos, me animé.
Su pureza fué azucenal, angelical. Cuan­
do se hizo Hija de María, se la oyó repetir:
M i lirio de ahora en adelante es de verastodo tuyo, ¡oh M-adre mía; y Tú sabes qué
cosa espero ahora de T i! Durante la visita
pastoral del futuro Cardenal Cagliero, ma­
duró el propósito de ser toda y sola de Je­
sús; ¡pero tenía apenas once años! Tanto
insistió con su confesor, que obtuvo el per­
miso de emitir los votos de pobreza, casti­
dad y obediencia, repitiendo su enérgico: Si
no religiosa, lirio inmaculado.
Una mortificación diaria generosa, heroi­
ca, defendía a tan bella azucena. Entregaba
a la Directora las lociones y jabones finísi­
mos que le llevaba su mamá: y explicaba a
las compañeras: E l jabón ordinario limpia
mejor y más pronto. Y para nosotras que
estamos sanas no hay mejor perfume que la
limpieza de la persona y del corazón.
8 --

«Sí, mi vida por mi mamá».
Desde su primera Comunión, Laura tuvo
una espina en el corazón. L a madre perma­
necía obstinadamente alejada de los Sacra­
mentos y a merced de un hombre, verdade­
ro lobo vestido de oveja. Este se había ofre­
cido como «protector» de su viudez a cam­
bio de un auxilio precioso en los quehaceres
de la casa, en la contabilidad y en el con­
trol de sus colonos.
Laura experimentó la crueldad de este
hombre durante las vacaciones, cuando ha­
biéndose rehusado a participar a una or­
gía nocturna se la echó fuera de casa a la
intemperie, por toda la noche, con la sola
compañía de los canes. Otra vez, ya próxi­
ma a volar al cielo, habiéndola encontrado
sola con su madre, la persiguió, la arrojó en
tierra y la golpeó cruelmente.
En la segunda dominica después de Pas­
cua de 1903, quedó impresionada por el
Evangelio del Buen Pastor: Si Jesús da la
vida por sus ovejitas— pensaba— , ¿por qué
no ofrezco yo la mía por el alma de mi ma­
dre? ¡Sí, m i vida por m i mamá! Y tanto
suplicó, que el confesor decidió acordarle
el suspirado permiso.
Pocos días después, su salud— nunca tan
bien como entonces— sufrió un colapso. Lau­
ra obedecía al médico, pero decíale, bro­
meando: N o se fatigue por mí, señor doc­
tor: sus remedios resultarán vanos, porque
yo no me aliviaré.
Y lentamente fué decayendo.
Una hora antes de morir, reveló su secre­
to a su m adre: Mamá, te tengo que dejar:
hoy m oriré; yo misma lo he pedido a Jesús...
Si, he ofrecido m i vida por ti, mamá, porque
te quiero, porque quiero que te salves. ¡Oh,
querida mamá, necesito tu conversión! ¿No
me darás la alegría de verte pedir perdón a¡
Señor, mamá? E l te espera... La pobre se­
ñora, sorprendida, confusa, pálida como la
moribimda, juró reparar. Laura llamó en
seguida a im sacerdote: Padre, padre, ven­
ga, padre, y sea también testigo del juramen­
to de m i madre. Luego fijó los ojos en el
Crucifijo, murmurando: ¡Gracias, Jesús!
¡Gracias, María! ¡Ahora estoy contenta!
E l holocausto se había consumado. Tenía
trece años, menos dos meses y medio.
En la Misa fúnebre, ante los amados des­
pojos de la angelical niña, la madre se acer(S ig a e • / í i o a l de la pát-

) )VVVVH

LAS FIESTAS DE SANTO DOMINGO SAVIO
E n alta m ar
Una de las prim erísim as fiestas, si no
la primera, en honor de Santo Dom ingo
Savio, se celebró en pleno océano, al día
siguiente de la Canonización, a bordo
del Conte Grande, en el que viajaban
tres H ijas de M aría Auxiliadora. Y pue­
de decirse que no salió de ellas, a lo me­
nos directam ente, sino de la tripulación
y de los viajeros, como hom enaje a la
Familia Salesiana, puesto que las H er­
manas se habían prodigado en los Cate­
cismos y preparación de las prim eras
Comuniones en la travesía. Se cantó M i­
sa solemne, ejecutándose una de Perosi, por los sacerdotes y religiosos v ia je ­
ros, y se escuchó una bella plática, en
la cual se exaltó, en la santidad del dis­
cípulo, el m érito del Maestro y de su
Sistema Educativo.
El Reverendo Capellán de la nave,
cuando recibía los agradecim ientos de
las Hermanas, les contestó que había se­
cundado sim plem ente la voluntad del

( Viene de ¡a púg. 8)

có a la santa Comunión. Las cadenas ha­
bían sido despedazadas para siempre. Todo
Junín estaba presente y susurraba: «Laurita, has vencido... jEres una santa!»
Como el qu : acumula tesoros es aquél
que honra a su madre (Eclesiástico, I I I, 5),
Laura Vicuña, que llegó a sacrificarse para
devolver la vida de la gracia a la madre, acu­
muló tesoros de gracias y de méritos para
sí. Pero atesoró también para aquellos que
desde su muerte comenzaron a invocarla
ante el trono de Dios. Ella es, por tanto.

capitán y de los oficiales y de no pocos
viajeros, y declaró que era la fiesta más
sentida y también la más solemne que
se había celebrado a bordo del barcó.
desde que éste navega.
A R G E N T IN A
Buenos A ires .— Las fiestas se han des­
arrollado en toda la Inspectoría de San
Francisco de Sales, dentro de un amplio
cuadro preparado con todo esmero y
conveniente técnica. Radio y prensa se
pusieron en m ovim iento, para llevar a
los cuaro vientos, no sólo las fiestas que
se preparaban, sino la divulgación de la
vida del santito y de los métodos edu­
cativos de su Maestro, San Juan Bosco.
Intenso fué el trabajo de preparación, mi­
rando a presentar la santidad y los m é­
ritos de Savio como «un fruto de la
educación cristiana», y como la presen­
tación de un modelo a la adolescencia
y juventud moderna. Se nombraron equi­
pos o comisiones, que lanzaron varios

bien digna de capitanear aquel «Apostola­
do de la Inocencia», que las Hijas de María
Auxiliadora irradian de cada una de sus
mil y más Casas y Misiones. Después de
cincuenta años, la inocente Laurita, aureola­
da de ejemplar bondad y de heroica inmola­
ción, continúa tremolando su celeste ban­
dera a través del mundo salesiano, en el
seno de la Santa Iglesia Católica.
¡Llegue también para ella la glorificación
suprema! La Causa está introducida y bas­
tante adelantada. Se necesitan los milagros
para la Beatificación y Canonización.

-

9

concursos, con premios, de literatura,
pintura y música en hom enaje al nuevo
héroe. Se distribuyeron 30.000 prospectos,
que se hicieron llegar a todos los esta­
blecimientos educacionales del país, a
todos los profesores de R eligión de las
Escuelas Oficiales, a todos los centros de
exploradores, etc.
L a iniciativa de la «campaña por la
bondad del niño argentin o» como prepa­
ración a los solemnes festejos, fué acep­
tada con singular complacencia por to­
das las autoridades nacionales.
E l Excmo. Sr. Presidente de la R e ­
pública, General Perón, auspició los fes­
tejos m ediante un decreto especial, que
presentaba a Dom ingo Savio cual mode­
lo a toda la niñez y juventud argentina.
El Sr. D irector General de Enseñanza
ordenó la celebración de una clase al dic­
tado alusiva a las virtudes de Domingo
Savio en todas las escuelas del país, tan­
to elem entales como secundarias, entre­
gándoles para ese fin 50.000 ejem plares
de un opúsculo de la vida de Dom ingo
Savio a todos los profesores y maestros
de Religión.
P o r su parte, el Gobierno de la pro­
vincia de Buenos A ires emanó una dis­
posición análoga para las escuelas de su
dependencia, repartiéndoles copiosamen­
te la Vida del S an tito gigante.
L a radiofonía, en continuadas em isio­
nes, extendió por el éter rasgos de la
vida del Santo, discursos sobre sus v ir ­
tudes, noticias sobre las diversas a ctivi­
dades y homenajes que se iban sucedien­
do. T re s estaciones de la Capital Fede­
ral, los Exploradores de Don Bosco, R a ­
dio U niversidad, en las cuales disertaron
el Excmo. Sr. M inistro de Gobernación,
don José M. Seminario, y el R ector del
Sem inario M ayor, Mons. Trotta. E l coro
y la orquesta Mons. Cagliero com pleta­
ron artísticam ente las audiciones.
Si los oídos se fueron llenando de las
glorias del pequeño gran santo «los ojos
de los cuatro m illones de porteños lleva­
ron a los corazones la dulce figura». M i­
llares de carteles llenaron las calles, las
paredes de los cinco m etros que recorren
los subterráneos de la ciudad; fu é la
magnífica adhesión del M inisterio de
Transportes y del M unicipio de la ciudad.
A s í preparados los ánimos, ocuparon
los días destinados con los grandes actos
tanto CíUííes como religiosos: los pri­
meros en el paraninfo de la Facultad de
Derecho y Ciencias Sociales, donde el Sub­

10



secretario de culto, Dr. Leonardo E. Benítez, presentó a Dom ingo Savio como
solución la más adecuada de los graves
problemas del momento, y el Sr. Obispo
de Mercedes, Mons. Serafini, la sabia pedadogía de Don Bosco, que sabe elevar
tanto las almas. E l coro polifónico de la
Casa Salesiana de B em a l desarrolló en
el mismo salón un interesante programa.
A sistieron las más altas personalidades
de la Iglesia y del Estado, y el Cuerpo
Diplomático.
Hubo también un desfile de 15.000
alumnos de los Colegios Salesianos y de
otras tantas alumnas de las H ijas de Ma­
ría Auxiliadora, al cual se adhirió la po­
blación, con el m ayor respeto y entu­
siasmo.
L a parte estrictam ente religiosa se
desarrolló en los tem plos de San Carlos
y de M aría Auxiliadora, con la grandio­
sidad correspondiente.
C H IL E
E l entusiasmo con que ha vibrado la
F am ilia Salesiana ha tenido honda re­
percusión en Santiago y en toda la re­
pública. E l Em inentísim o Cardenal Pri­
mado, Dr. J. M. Caro, emanó una Pasto­
ral que, por su elocuencia y convicción
encendió viv o s deseos de festejar al nue­
vo Santo con grandiosidad. Y no con­
tento con esto, a pesar del estado delica­
do de su salud, ofició en la Catedral en
la solem ne clausura, predicando también
un vibrante panegírico. E l N uncio de
Su Santidad, Excmo. Sr. Baggio, dijo la
Misa de Comunión general y pronunció
un fervorín.
Y así en Puntarenas, y así en Concep­
ción y en las demás ciudades. T res ar­
tísticos cuadros represenando a nuestro
Santito, contribuyeron extraordinaria­
m ente a solem nizar los festejos, porque
concentraban la atención sobre la sim­
pática figura.
Tam bién hubo concentraciones, desfi­
les y procesiones, con m iles de niños y
de fieles.
M erece destacarse la actuación de la
A cción Católica en todas sus ramas, par­
ticularm ente las juveniles.
Pu ede decirse que los festejos en honor
de Santo Dom ingo Savio, Patrono y mo­
delo de la juventud, ha sido a un tiempK) fiesta de la Iglesia y de la Nación.

m

MllSIIONIEWO S a\ILIES1a\N0
El P. Luis María Pottmayr
Con la serenidad del que iha cumplido
siempre la voluntad de Dios, lleno de
méritos adquiridos a lo largo de un m úl­
tiple generoso apostolado salesiano, en­
tregó su espíritu al Señor, el 24 de octu­
bre, p, p., a la edad de sesenta y dos
años y siete meses.
Nacido en la ciudad de Grosshohenrain,
Baviera, de fam ilia profundamente cató­
lica, sintió desde m uy tem prano la lla­
mada del Señor y entró en el Seminario
diocesano, donde permaneció dos anos,
al cabo de los cuales las consecuencias
de una dolorosa enferm edad le obligan
a dejarlo, para v o lv e r a su pueblo natal
V entregarse a estudios y prácticas a grí­
colas. Y esto era un designio providencial,
una remota preparación al apostolado a
que le destinaba el Padre de la mies. Pero
ni por un m om ento se apagó en su cora­
zón la llama de la vocación sacerdotal
y, a los vein te años, logra ingresar, de
manera casi milagrosa, en el Aspirantado Salesiano de Verscey, Yugoslavia, pa­
ra vocaciones tardías.
Contaba él m ism o: «E n un paseo com­
pré un bocadillo de pan y chocolate.
Mientras m e lo comía, se m e ocurrió leer
el papel del envoltorio. ¡E ra un pliego
del B o letín Salesiano alemán, y hablaba
de los H ijos de María, la obra de las v o ­
caciones tardías...»
A l año siguiente, 1913, siente la vo­
cación misionera, y para prepararse a
ella, la Obediencia lo manda a Colombia.
En Mosquera hace su N oviciado y sa
primera y segunda Profesión religiosa.
y es ordenado sacerdote en 1924. T ien e
amplia form ación religiosa y científica,
que los Superiores aprovechan con ve­
nientemente.
Como buen Salesiano, el Padre Lu is
se prodiga por Dios y p o r las almas, en
las más diferentes form as y en los más
variados campos del trabajo; colegios,
escuelas agrícolas, leprocomios.

Los Superiores le piden a Am érica mi­
sioneros para China, y Colombia, cedien­
do a sus instancias, pues ha sentido siem­
pre el ideal misionero, se desprende de
él y se lo envían a Monseñor Versiglia,
el Obispo mártir.
En el ejercicio de su ministerio, con­
trae una gravísim a enfermedad, que allí
parece incurable, y casi moribundo se
le envía a Italia. Dios quiso que cura­
ra. Recobrado, trabaja activam ente como
conferencista encargado de la propagan­
da vocacional. Y en este concepto vien e
a España, residenciándose en Astudillo.
aspirantado, entonces, de misioneros,
en donde prestó grandísimos servicios.
¡Cuánto le valía la m últiple y variada
actividad que desplegara en China!
Finalm ente, fu é destinado a Venezue­
la, en donde los Superiores habían acep­
tado las Misiones del A lto Orinoco. L le­
gó a Caracas en 1931. Para aprovechar
de sus conocimientos y dotes de educa­
dor, se le detuvo algunos años en los
Colegios, que entonces tenían grandísi­
ma necesidad de personal enseñante.
Adem ás de enseñar A lgebra y Ciencias
Naturales, el Padre Lu is trabajaba co­
mo carpintero, como maestro de obras:
esparciendo el riego generoso de sus su­
dores, renuncias y sacrificios, y dejando
en cuantos le conocían o sim plem ente
le veían, el recuerdo de su virtud y de
su m últiple y esmerada preparación in­
telectual y de su trato ameno, afable, jo ­
via l y bondadoso.
En Venezuela disfrutaron de su incan­
sable valiosa actividad todas las casas
de la Inspectoría: le v io la de Caracas
trabajando activam ente en la fabricación
del prim er brazo del nuevo edificio, el
de sus Escuelas de A rtes y Oficios; le
contem pló la de Naguanagua esparcien­
do en el agro las prim eras semillas, guian­
do los prim eros riegos y echando, aún
( S í g v e e n Jm pá^. 3 1 }

-

11

El viaje del fíevierendísimo Rector Majíoii
i Finezas de la P ro v id e n cia ! E l P. Ziggiotti, que en los albores de su vid a re­
ligiosa hizo petición de ir a las Misiones,
y que por dos veces circunstancias im­
previstas se lo frustraron, puede ahora
conocerlas todas como Superior y llevar­
les el aliento de su persona y de su alto
cargo.
E l hospitalario Egipto, cruce de tan­
tas líneas de tres continentes, ha sido la
primera meta de su itinerario.
A lejan d ría fué la prim era etapa. Salió
de Rom a el 25 de noviem bre, antes del
mediodía, y a las dieciete, aterrizaba fe-

n/SQPA

E n el Cairo.— E l Cónsul italiano no
quiso ceder a nadie el honor de llevar al
Cairo al Sucesor de Don Bosco. Después
de tres horas de sugestiva travesía por
dilatados arenales, llegaron a la metró­
poli. Derecho a la casa salesiana. Un
palco adornado con toda la riqueza de
las tiendas árabes. Y un coro de más de
600 voces entonan con entusiasmo el
Him no internacional Salesiano: «¡C a n ­
temos, herm anos...» E n el rostro se le
pintaba la complacencia. E n efecto, es
m uy hermosa esa internacionalidad sale­
siana, ese vib ra r al unísono en un mis-

A S I A

JtCk/O

OCEANO

o. A 7 L A Ñ T ! C o

\

lizmente. En el aeropuerto le esperaba
un número im ponente de Salesianos,
H ijas de María Auxiliadora, alumnos,
alumnas, antiguos alumnos, cooperado­
res y amigos. Recibim iento en la Casa.
E l día 26 fué jornada llena. Comenzó
con la Santa Misa en la iglesia de San
Juan Bosco en la cual distribuyó gran
número de comuniones. Lu ego un reci­
bim iento que le ofreció una gran mas.d
de jóvenes. En seguida, visita al V icario
Apostólico, el hom enaje de las Dam.as
de María Auxiliadora, visita al Gober
nador y al Cónsul de Italia.
Después del almuerzo la visita a las
Escuelas Profesionales de los Salesianos
y de las H ijas de M aría Auxiliadora. Lu e­
go. recepción en el Ayuntam iento y con­
ferencia a los Cooperadores en el gran
teatro.

12

-

0. I N & I A N O

mo pensamiento y unos mismos afectos
por encima de razas y naciones y len­
guas. Un bachiller lo saluda a nombre
de todos, y dice lo que en veinticinco
años de residencia han hecho los Sale­
sianos y las Salesianas en bien del pue­
blo. Conm ovido y brillante, responde. Los
altavoces van difundiendo por los aires
sus palabras, y en los oyentes se v e có­
mo los va ganando esa elocuencia pa­
terna.
Y luego... el asalto para saludarle de
cerca, besarle la mano, expresarle el
amor filial. N o es esta una de las meno­
res fatigas apostólicas, ni de las menos
peligrosas.
En un lujoso «C adillac» lo transporta
un am igo a la Nunciatura y a la Emba­
jada de Italia, donde se le agasaja. Pero
el reloj no da tregua. Y a le esperan las

I■

4

¡}í). Renato Zi^^iotti, alrededur del iinimin
500 alumnas de las Salesianas, con sus
padres y amigos. E n seguida, una vuelta
a Heliópolis, donde otras 400 alumnas
viven bajo las alas protectoras de M ari i
Auxiliadora.
Es hora de volver. De paso saluda a
la m ayor bienhechora que tiene la Obra
salesiana en E g ip to : la Cooperadora Salesiana «M am á Elisa».
E l día siguiente, que era domingo, fué
una m ultitud ingente la que llenó la igle­
sia para oír la Misa y com ulgar de ma­
nos del Sucesor de Don Bosco.
En la velada de la tarde un antiguo

4

alumno manifestó el deseo de ser m illo­
nario para ayudar a la Obra Salesiana. a
lo que contestó Don Z ig ^ o t t i: «S í, los
medios m ateriales son ambién necesarios;
pero lo que más deseamos es que nos
ayudéis en el apostolado. H oy día. en
muchos ambientes los sacerdotes y los
religiosos no podemos en tra r; y podéis
entrar vosotros los seglares; trabajar
con espíritu salesiano es la m ejor co­
operación que podéis prestar no sólo a la
Obra Salesiana, sino a la Iglesia, sobre
todo a la Iglesia, y por m edio de la Ig le ­
sia, a la humanidad.»
E l 29 partió para F o rt Said. Rasando
Ismailia, el auto sigue a lo largo del
Canal de Suez. A ntes de ir a la casa sa­
lesiana, el Superior visita al Sr. Obispo.
E n la velada-recibim iento hubo tanta
gente como aUí no se había visto nunca.

P o r causa del mal tiempo, sólo el 29 pu­
do el avión seguir para Jerusalén.
De sus impresiones en la Tierra de Je­
sús, él mismo escribo para los Coopera­
dores :
¿Oómo dejar de escribiros, aprovechando
una breve tregua en Teherán, para saluda­
ros y aseguraros que no dejo un sólo día
de pensar y rogar por vosotros? ¡Con cuán­
ta conmoción voló a vosotros mi pensamien­
to en los días benditos que pasé en .lerusalén, en Belén, en Nazaret, a vosotros que
sois sostén y vida de la grande familia sa­
lesiana! He tenido la dicha de celebrar la
Santa Misa en los Lugares Sagrados: en
Nazaret, donde la Virgen recibió el saludo
del Arcángel y el Verbo se hizo carne en
en sus purísimas entrañas; en la gruta de
Belén, donde el Verbo humanado se dignó
nacer; en el Huerto de los Olivos, donde
sudó sangre; sobre el Calvario, donde co­
ronó con la crucifixión el holocausto de su
vida y la obra de nuestra Rendención...
En todas parles me han acompañado
salesianos, hijas de María Auxiliadora, ni­
ños y niñas, cooperadores y cooperadoras,
antiguos Alumnos, a quienes había reco­
mendado mantenerse unidos conmigo en
espíritu y rezar según mis intenciones,
para que nadie quedara olvidado en esta
íntima comunión de los santos...
El 8 de diciembre, fiesta de la Inmacula­
da y aniversario de la consagración que
de sí mismo lo hizo Domingo Savio, lo
pasé en Belén, en dulcísima intimidad con
nuestros hermanos y alumnos, centrando
la jornada en la solemne consagración de
todos y de cada uno de los miembros de
nuestra familia al Inmaculado Corazón de
María.
Puedo decir que esc fué el día más her­
moso de mi peregrinación.
Hasta ahora mí viaje ha sido un conti­
nuado encuentro de personas amigas, de
casas salesianas a cual más bella; un pa­
sar de las civilizaciones más antiguas a
las naciones de recentísima formación, que
naciendo a la libertad se muestran llenas
de entusiasmo y de iniciativas para poner­
se al día en todos los campos de la activi­
dad ; una mezcla de religiones, de ritos,
de costumbres y de razas, por lo cual, con
las impresiones dulces alternan impresio­
nes penosas, con la alegría de la amistad,
-

13

la amargura de situaciones hostiles, de tre­
guas armadas, de reivindicaciones nacio­
nalistas...
En nuestros institutos conviven y coe­
ducan jóvenes católicos y cismáticos, mu­
sulmanes y ármenos. Sirva de ejemplo
nuestra escuela de Teherán: los musulma­
nes son 151; 65 los hebreos, 16 los zoroastrianos, 25 boahy, 25 católicos latinos, 25
católicos caldeos, 10 católicos ármenos, 2
católicos griegos, 34 ármenos cismáticos
gregorianos, 4 rusos ortodoxos, 6 griegos
ortodoxos y 4 protestantes.

cti.pro.—El

Suez; en Jordania con Belén, Tantur v
Cremisán; en Israel con Nazaret, Beitgémal, Jerusalén y Jaifa; en Siria con Da­
masco y Alepo; en el Líbano con Beiruth
y Carthaba; en Turquía con Estambul; en
el Irán con Teherán y Abadán. Y también
en todos estos sitios nos acechan pidién­
donos fundaciones y ofreciéndonos medios
para fundarlas; y sangra el corazón por
tener que contestar con negativas por la
absoluta falta de personal.
No puedo dejar de decir que mucho me
duele ver que precisamente la casa de Be-

Rvdm o. don Renato Ziggiotti ante las Pirám ides

Nosotros damos instrucción religiosa a to­
dos los católicos y demás cristianos, ins­
trucción intelectual y moral a todos los
demás, sin entrar en cuestiones religiosas,
contentándonos con prepararlos para el
exámcn oficial y para la vida, acercándo­
los a la luz del Evangelio, respetando su
libertad, pero quitando de sus inteligencias
el velo nebuloso de los prejuicios y hacién­
doles ver que la Religión Católica es genero­
sa, superior y extraña a la política, deseo­
sa de cooperar a la felicidad de todos los
hombres y al bien de todas las naciones.
¡Qué pena ver la ciudad de Jerusalén di­
sidida en dos. pertenecientes a los dos nue­
vos Estados Israel y Jordania, y los Lu ­
gares Santos disputados entre los diversos
ritos, como allá, al pie de la Cruz los ves­
tidos del Señor!
T en este ambiente dividido y variadísi­
mo los nuestros trabajan hace cincuenta
años, en siete naciones: en Egipto con las
casas del Cairo. Heliópolis, Alejandría y

lén, madre de todas las de la Inspectoría,
necesita urgentemente renovar todos los
locales y el utillaje de las Escuelas Profe­
sionales, que ya es anticuado de puro viejo.
E l proyecto está pronto, hay terreno dis­
ponible y apto: falta una ajmda generosa.
¡Cuán dichoso me sentiría si pudiese anun­
ciar que mi llamamiento ha sido atendido:
.V que los huerfanitos y demás alumnos
nuestros de la patria terrena de Jesús el
«hijo del obrero» y obrero él mismo, dis­
ponen ya de locales y escuelas convenien­
tes! Jesús bendecirá toda oferta, por mo­
desta que sea. y los visitantes de los San­
tos Lugares unirán sus oraciones a las de
nuestros hermanos para obtener de María
Auxiliadora las bendiciones de Jesús, y las
gracias que mayormente necesiten.
Beneméritos Cooperadores, seguir acom­
pañándome con vuestras oraciones en este
largo recorrido que a través del mundo
estoy haciendo en nombre de Don Bosco.
Os correspondo con mis oraciones.

1

14 -

I

i

tin (.Vntpncirin ,Qf»rio.s'n.

DEL ASSAM AL TIBET

Campo regado de sangre
Marengo, Obispo de Dibrugarh, escribe lo siguiente; «Hace exacta­
mente un siglo, dos Padres de las misiones ex­
tranjeras de París, después de heroicas tenta­
tivas por entrar en la tierra de los Lamas,
eran asesinados en el límite mismo de la meta
deseada, cuando el sueño de ambos estaba para
trocarse en realidad.n
Cuarenta años después de este doble asesi­
nato, Roma o,vía a enviar sus obreros al Assam, contiando este inmenso campo de acción
a los Padres salvatorianos alemanes. Después
de veinte años de trabajo fatigoso y prudente,
los celosos misioneros se vieron obligados, al
estallar la guerra, a abandonar el cami>o por
ellos cultivado a costa de tantos sacrificios.
Los hijos de Don Bosco gozan hoy del pri­
vilegio de trabajar en una zona regada con la
sangre y el sudor de aquellos obreros de la
primera hora y recoger la mies que aquéllos
sembraron en horas de dolor y de prueba.
Mas los que esparcieron la semilla sobre el
sudor y la sangre gozan hoy juntamente con
los que recogen la cosecha del espectáculo de
100.000 ovejas que han encontrado la paz en
el Redil de Cristo y de los millares que insis­
tentemente llaman a las puertas de este mismo
redil.
onseñor

M

1

Sobre los montes Abor
He aquí las fechas más salientes de esta he­
roica empresa, que tuvo un epílogo sangriento.
Los Padres de las misiones extranjeras de
París, en 1847, recibieron de la Santa S ^ e
el difícil encargo de establecer en el Tibel
una misión para emprender la evangelización
de aquel país, que bajo la dirección de los Pa­
dres Jesuítas primero, y de los Capuchinos
después, había llegado a alcanzar una pujan­
te vida cristiana, truncada por las instigaciones
sangrientas de los Lamas.

Después de varias tentativas para pendrar en
el Tibet, a través de la MongoHa, los Padres
franceses pensaron en el Assam como en un
puente de paso, y en 1850 la Santa Sede apro­
baba la unión del Assam al Vicariato Apos­
tólico del Tibet.
En abril de aquel mismo año, tres misione­
ros llegaban al Assam oquemados por el sol,
picados por los mosquitos y desfallecidos de
cansancios. Después de un año de perma­
nencia en la ciudad de Gauhati, entonces ca­
pital del Assam, el Padre Krich, remontando
el Bramaputra, llegaba a Dibrugarh y se es­
tablecía en el fortín de Saikhoaghat, siendo
muy bien acogido por un grupo de soldados
inglesesDesde este fortín, el Padre Krick organiza­
ba sus viajes a los montes abruptos de la re­
gión, habitados por tribus feroces como los
Abor y los Mishmi, que forman como un ba­
luarte formidable entre el Assam y el Tibet.
Es el mismo misionero quien dejó relación
de su primera visita a la aldea Mimbo de los
Abor. Dice así: «Dieciocho jovencitos salie­
ron a mi encuentro al pie de aquellas monta­
ñas. Apenas nos pusimos en camino, los dos
más jóvenes comenzaron a cubrirse de follaje
y a susurrar palabras de exorcismo.
•Cuando salimos de la densa floresta me hi­
cieron pasar a través de un corredor formado
por arcos, flechas y pinturas de monstruos y
demonios. Querían de esa forma ahuyentar de
mi cuerpo los espíritus malignos. Me llevaron
a la cabaña central, donde me aguardaban
los ancianos. Apenas puse un pie dentro co­
menzaron a lanzar gritos ensordecedores. Era
la ceremonia final para quedar completamente
libre de ios espíritus.»
Entre las tribus de los MIshmí
El camino entre las tribus y los montes de
los Mishmi parecía el más seguro para llegar
al Tibet. El Padre Krick hizo una primera ex-

— 15

cursión, que duró desde el 15 de diciembre
de 1851 al 18 de marzo de 1852 y tuvo la ale­
gría de llegar al campo de sus sueños. En un
relato suyo, el heroico misionero describe el
grandioso escenario de aquellos montes, flo­
restas y ríos: árboles gigantescos, adornados
de orquídeas y lianas, flores de todas clases,
heléchos, cañaverales de bambú y como fondo
las cumbres nevadas del Himalaya. Fué du­
rante una de estas excursiones cuando tuvo
que hacer uso de los apuentes» de los Mishmi, consistentes en cuerdas de lianas y unos
tejidos de bambú suspendidos sobre torrentes
impetuosos. Después de muchos días de via­
je, llenos de aventuras, llegó a una nueva al­
dea, a principios del año 1952: uno de su->
acompañantes se le acerca y le dice: «N o
duermas esta noche, pues he oído decir que
te quieren matar.»
Mas el misionero estaba demasiado cansa­
do: «Morir o no morir es lo mismo—repli­
có— . Tengo necesidad de dormir. Y además,
¿no soy misionero?» Se despertó cuando el
sol estaba ya muy alto. Miró a su alrededor;
aun estaba vivo- Dió gracias al Señor y des­
pués de tomar un poco de alimento se puso
nuevamente en camino. Aquel mismo día oyó
aecir otra vez que los jefes habían determi­
nado su muerte.
«Y a me había resignado al pensamiento de
morir— escribía— . Las fuerzas me faltaban y
una caída me había causado una profunda
herida en una pierna. Con todo confiaba en el
Señor y mantenía siempre la esperanza de lle­
gar al Tibet.n
Su esperanza se hubo de cumplir. El 16 de
enero, pasado el río Ispak, el sendero se en­
sanchó y a las rocas desnudas sucedieron unas
verdes praderas. A lo lejos, sobre una ladera,
se descubrían algunas chozas. «Es la prime­
ra aldea tibetana—le dijeron sus acompañan­
tes— . Al oír estas palabras, el misionero se
detuvo, y arrojándose al suelo de rodillas, ex­
clamó: «El Tibet, el Tibct. ¡Para Ti. Señor,
las primicias de mi alegría!»
Pero su alegría fué poco duradera. Los li­
bélanos lo acogieron muy fríamente y días des­
pués hubo de emprender el camino del regre­
so por orden del gobernador de la provincia.
Fué un viaje desastroso. El jefe de Jingsha
había jurado matarlo. Hacía dos meses había
dado la orden de que lo asesinaran durante la
travesía, pero nadie se había atrevido a hacer­
lo. Su suerte estuvo en que en dicha locali­
dad había conseguido curar a un enfermo,
captándose las simpatías del feroz jefe, que lo
dejó marchar, dándole algunas provisiones
para tan largo viaje-

16



Pero otros jefes de tribu se opusieron a su
paso y el P. Krick sólo consiguió proseguir
su camino después de haber dado cuanto lle­
vaba consigo. Hubo de entregar incluso su so­
tana y los mismos pantalones. Incluso quisie­
ron apoderarse de la ropa que llevaba encima
y le decían:
— Tú en tu casa tienes ciertamente otros pan­
talones ; éstos nos los puedes dejar a nosotros.
E l m artirio
Al año siguiente el P. Krick intentó nueva­
mente llegar al Tibet a través de las monta­
ñas de Abor, pero sin conseguirlo. Atacado
de las fiebres malarias y extenuado por las
fatigas, se le aconsejó que regresase a su pa­
tria para reponerse.
— No, no— replicó el valeroso Misionero— ;
si abandono el Assam será para volver al
Tibet.
En efecto, en febrero de 1854, en compañía
del P. Bourry, que hacía poco había llegado
de Europa, emprendió el camino hacia el Ti­
bet. Quiso seguir el mismo camino, a través
de las montañas de los Mishmi. La experien­
cia del pasado le había servido de mucho. Por
una carta del P. Bourry hemos sabido que en­
contraron grandes dificultades: «Durante no­
venta días— escribe— hubimos de andar des­
calzos para conservar el único par de cal­
zado que teníamos, por cierto en no muy
buenas condiciones. Durante dos semanas hu­
bimos de viajar bajo una lluvia incesante, te­
niendo que alimentarnos sólo de arroz cocido,
nos sentíamos enfermos y para curarnos te­
níamos que tendernos junto al fuego...»
En otra carta del 29 de julio, seis meses
después de la partida, el Padre Krick escri­
bía : «Hemos llegado felizmente a Somé. El
viaje nos ha cansado mucho y no sabemos
cómo se comportará el Gobierno con nos
otros... Hemos llegado al Tibet en sábado y
hemos consagrado a la Virgen nuestra Mi­
sión.»
Después el más completo silencio. Sólo en
octubre se vino a conocer la triste realidad
Los dos Misioneros se habían detenido en una
aldea fronteriza, con el fin de aprender un
poco la lengua tibetana y de recuperar las
fuerzas antes de proseguir el viaje hasta Lhassa. Mas un día irrumpieron en su cabaña un
grupo de Mishmi guiado por su jefe Kaisha.
Encontraron al P. Bourry enfermo y lo asesi­
naron. La misma suerte cupo al P. Krick. Des­
pués de robar todo cuanto encontraron, aban­
donaron los cuerpos de los mártires en la
jungla.
(C oB t.iiú * en 1» p ig . 2 X).

T

saleskna
M A D R ID .— Salesianas.— En octubre de
1951, el M inisterio de Justicia confiaba a
las H ijas de María A uxiliadora una Resi­
dencia para jóvenes obreras, sita en la
histórica calle de Daoiz.

A partir de esa fecha, las abnegadas
Hermanas han venido desarrollando una
actividad incansable sin la menor pu­
blicidad. Trabajan y se desviven prepa­
rando a un grupo de chicas, provenien­
tes de los más apartados rincones de la
patria, a fin de que sean jóvenes de ser­
vicio modelos, a la par que atienden a
la form ación de otro grupo tan numero­
so que diariam ente se v e expuesto a los
peligros de la fábrica y de la oficina
Y no contentas con esta labor, ya en
sí suficiente para las Hermanas en ella
ocupadas, llevan adelante una clase do­
m inical y un oratorio festivo que reco­
ge a numerosas niñas y jóvenes de las
calles vecinas.
Sus deseos de apostolado las han lle­
vado, además, a hacerse cargo del ta­
ller de punto, que ocupa el piso prin­
cip al; taller m odelo en su género, pues
cuenta con m odernísim a m aqu inaria:
planchas a vapor, remalladoras, una d ^
vanadora eléctrica de doce bobinas, má­
quinas de punto, etc.....E n él se form an

y trabajan 25 jóvenes, dirigidas por dos
Hermanas, quienes, además de la form a­
ción profesional y de la asistencia es­
piritual, les ofrecen las ventajas do un
comedor económico.
Tan desinteresada ha sido la labor de
las H ijas de María Auxiliadpra en esta
obra y tal la correspondencia por parle
de las jóvenes, que Dios N uestro Señor
la ha bendecido ya con abundantes v o ­
caciones religiosas y con la form ación
de nurnerosos hogares cristianos. Aiin
está v iv o el recuerdo de la fiesta de Don
Rosco, celebrada con un fe rvo r a(imirable.
Quiera este Santo Protector de ju ven­
tudes obreras hacer realidad fecunda la
frase del Reverendísim o don Juan Antal en su visita a esta C asa: «Cada ciu­
dad populosa debiera contar con cuatro
Residencias como ésta.»
A to ch a .— Tras un solemne triduo, tuvo
lugar, en la Casa M atriz de la Inspectoría
Central, la solemnidad litúrgica de San
Juan Rosco. L a devota capilla, que pron­
to se verá trocada en suntuoso templo,
se v ió repleta de fieles y devotos desde
las prim eras horas de la mañana.
N ota de especial fervor la dieron los
Antiguos Alum nos con su plena asisten­
cia al triduo y a la misa de Comunión
celebrada el dom ingo anterior a la fes­
tividad, por el Rdo. Padre Consiliario
Nacional de la Asociación.
Seguidamente tuvo lugar una velada
literario-musical, en la que actuó el sex­
teto dependiente de la Jefatura de la Or­
ganización Nacional de Ciegos.
E l día 31 celebró la Misa de Comu­
nión del internado el Exem o. y R e ve­
rendísim o Sr. Arzobispo de Sión, Dr. Muñoyerro. A las once, la Misa Solemne,
ocupando la Sagrada Cátedra el orador
del triduo.
En la comida íntim a hicieron corona
al Padre D irector de las Ecuelas, entre

-

17

otras personalidades, don A n g el García
de Vinuesa, Presidente Nacional de los
Antiguos Alum nos, Excmo. Sr. Duque de
Medina de las Torres, Rdo. don Luis
Ibáñez, señores Torrente, P érez Fontán,
Boby Deglané, Manuel Am orós, A lva ro
Gracia, Heladio Pérez, Corcho, Manuel
Gandía y, en representación de la pren­
sa, el señor Rodríguez Zuasti, y otras
dignísimas personalidades.
L os alumnos del benéfico Centro ame­
nizaron la entremesa, y al final hizo uso

en breve dará tanta gloria a Dios y ha­
rá tanto bien a las almas.
E l rito se cum plió en la capilla del
mismo Seminario, con toda su imponen­
te majestad.
Mom ento emocionante el del rezo de
las Letanías, cuando los Ordenados se
postran sobre el pavim ento, quedando
inm óviles y como sobrecogidos... Dios
los eleva del polvo de la tierra a la
asombrosa dignidad de ser otros Cristos.
Y no lo es menos el de la imposición

C ara b aa ch el.—Durante la O rdenación.
de la palabra el Sr. García de V in u e­
sa, encomiando la labor de la Asociación
de Antiguos Alum nos por m edio de la
Junta Capitalizadora que atiende a la
construcción de vivien d as: ofreciéndose
generosam ente para coadyuvar a la erec­
ción del nuevo tem plo dedicado a María
Auxiliadora, en la barriada de Atocha.
Cerró el acto el Padre Director, agrade­
ciendo presencia y ofrecim ientos.
C A R A B A N C H E L .— N o podía comenzar
con m ejores augurios el año 1955 para
el Sem inario teológico salesiano. E l 1
de enero, el Excelentísim o señor Obispo
A uxiliar, Doctor Ricote, confería Orde­
nes Sagradas a los que allí se forman
sacerdotalm ente: había de Tonsura, de
Ordenes Menores, de Subdiaconado y,
sobre todo, un nutrido grupo de 40 Diá­
conos, rica premisa de sacerdocio que
18 —

de las manos; la invocación del Espí­
ritu Santo para que se digne llenarlos
de su gracia, la gracia sacramental, para
que cumplan dignam ente el m inisterio
que se les confía...
Mándenos muchos el Dueño de la mies,
para trabajar en la tan dilatada que ha
confiado a la hum ilde Sociedad Salesiana.
S E V IL L A .—Con gran solemnidad ha
celebrado la Casa Inspectorial de la San­
tísima Trinidad las fiestas de San Juan
Bosco. Tras un solemne triduo predicado
por el Sr. Director, el 31 de enero comen­
zó la festividad con las tradicionales Mi­
sas de Comunión para los distintos secto­
res de la Casa: alumnos internos y ex­
ternos, ex alumnos, miembros de la -Archicofradía de María Auxiliadora y Coope­
radores Salesianos.
A las 10,30, la función solemne de Me­
dio Pontifical, con la asistencia del ex-

celentísimo y Rvmo. Sr. Arzobispo-Coad­
jutor de la Archidiócesis, Dr. Bueno Monreal, que hizo el panegírico del Santo.
La Escolania de las Escuelas interpretó
la partitura de «D ierix», asistiendo al re­
ligioso acto las primeras autoridades de la
capital. .
Por la tarde, y como complemento, una
velada literario-musical, siendo de destacar
como números principales del programa ei
discurso de don Sixto Cerradelo, el cuadro
«Pastorcillo soñador», interpretado por los
alumnos externos; el sainete a cargo de
los Antiguos Alumnos y el emocionante
drama en tres actos, representado por los
Alumnos Artesanos, titulado «L a indepen­
dencia española», un nuevo éxito de la in­
cansable labor del P. José, benemérito en
la labor eñ pro del teatro salesiano.
B U R R IA N A (Castellón).—E l 31 de enero,
fiesta de San Juan Bosco, fué bendecida so-

ñías tradicionales, y los adelantos eu los
estudios son consoladores. Sus fiestas on
honor de San Juan Bosco fueron solemní­
simas
POZOBLANCO.— Ln fiesta del Sanio Fun­
dador fué precedida do un triduo pix'dicado por el R. P. Eutiquio Pérez García,
C. M. F., quien hizo también el panegíri­
co del Santo, dándole la forma de Confe­
rencia Salesiana. Las dos Misas de Comu­
nión fueron muy concurridas, 'romaron
también parte los Antiguos Alumnos.
R IP O L L .— Ya empiezan a verse los fru­
tos de la reciente fundación. El fervor es
manifiesto. Y no lo es menos el amor a San
Juan Bosco. El cuadro artístico hizo una
presentación magnífica en una velada in­
olvidable. El P. Basilio Bustillo dio la Con­
ferencia reglamentaria a los Cooperadores,
a la que acudieron más de 400 personas
mayores. E l Sr. Cura párroco hizo, de modo
insuperable, el panegírico del Santo.— Uipoll se ha entusiasmado con Don Bosco
y sus hijos.
VIGO.— El Colegio de la Ronda festejó
dignamente al Santo Fundador. La H er­
mandad de «Caballeros de Don Bosco» tuvo
una actuación destacada, culminando sus
actos en el «Día de la Hermandad». Con­
siderable el número de comuniones. Des­
tacada la actuación de la banda de gaitas...
Fué sorteado entre lc« asociados un título
de capitalización de «ineesa». El banquete
de hermandad fué presidido por el Dr. Ca­
sas Villanueva, Prior de la (Colegiata, y el
predicador del triduo,’ M. I. D. Julián Cuntín, dignidad de la misma. Por la tarde se
sortearon entre los alumnos menos pudien­
tes lotes de ropa y calzado.

j
I

%
*

I

.

I
^

B u rn a u d .—La cam pana S o n to
D om inéo Savio
Icmnemente y colocada en el campanario
de la iglesia de María Auxiliadora la cam­
pana dedicada a S. Domingo Savio. Lleva
grabada esta inscripción: «Santo Domingo
Savio bendice a los niños de Burriana. Año
Santo Mariano 1954». La apadrinaron la
señorita Ana Raceli Boix y D. Vicente
Manzonís Granuele.
MONZON.— Hace unos años, la Hidronitro Española—^por conducto de su digno
Presidente. Exemo. Sr. D. José M. de Pe­
ñaranda—estableció la «Fundación para los
hije^ de sus empleados y obreros», confián­
dosela a los Salesíanos. La Fundación ha
progresado mucho, debido especialmente
a la estrecha unión con que trabajan Empresa y Colegio. Florecen ya las (Compa­

M onzón.—hachada del Colegio

habitantes de la barriada, a muchos de
los cuales sirvió de guía espiritual y que
lloraron su m uerte como la de un fami­
liar.
Aunque con la firm e esperanza de que
goza de Dios en el Q e lo , rogamos una
oración por su alma.

RDO. D. P A B L O M O N T A L D O
G A V IO L A
En el N oviciad o Salesiano de San Jo­
sé del V alle (Jerez) ha entregado su al­
ma a Dios, a los ochenta años de edad,
santamente, como había vivido, el Sacer­

DOÑA C ARM EN LO PEZ

dote Salesiano Rdo. D. Pablo Montaldo
Gavióla, el día 15 de diciem bre de 1954.
E ra una de las pocas reliquias v iv ie n ­
tes, que aún quedan, de aquella feliz ge­
neración que conoció personalm ente a
San Juan Rosco, a cuya m uerte asistió
en el Oratorio de Turín.
Su vida ejem plar ha dejado huellas
imborrables en cuantos le conocieron. Se
distinguió sobre todo por su afabilidad,
prudencia y conform idad serena en to­
das las vicisitudes de la vida.
Pu é Inspector en M éjico, Cuba y Ecua­
dor, y pasó sus últim os dieciséis años en
el N oviciado de San José del Valle, sien­
do Padre Maestro durante once años,
forjando almas de recio tem ple salesia­
no que le recuerdan con afecto no común.
Su muerte, serena como la de los jus­
tos, fué m uy sentida, no sólo por sus
hermanos en Congregación, sino por los

20



A la edad de ochenta y cinco años ha
dejado de existir, en Ceuta, doña Car­
men López, viuda que fué de don E n ri­
que Caballero.
B ien puede escribirse su nombre en­
tre los prim eros de los Cooperadores Salesianos, pues no sólo v iv ió consagrada
a la Obra de Don Bosco, con todo su en­
tusiasmo y generosidad, sino que dió a
la misma lo m ejor de su corazón: dos
hijos, don Pablo y don A n gel Caballero,
sacerdotes de la Congregación Salesiana, m ártir el prim ero en Ronda, en 1936.
Sus restantes hijos pertenecen todos
al M agisterio Nacional y han hecho de
su alta profesión un verdadero Aposto­
lado, difundiendo en las almas la precio­
sa herencia de F e recibida de ella.
E n tre sus nietos, dos son Salesianos,
y otro sigue sus estudios en el Semina­
rio de Sevilla. Tam bién dos nietas se con­
sagraron a Dios en la vid a religiosa.
M u jer extraordinaria, ejem plo de las
más altas virtudes, tuvo una fe v iv ís i­
ma y una caridad inmensa hacia todos.
Durante años y años, jamás perdió la Sa­
grada Comunión y en su ancianidad, co­
ronada de méritos, rodeada de afectos

ciiliegada ai cuidado de sus nietos más
pequeños, fué acercándose a la muerte,
apaciblemente, con la serenidad de los
santos que esperan sin tem or el abrazo
infinito de la D ivin a Misericordia.
A todos sus numerosos fam iliares, y
en especial a su hijo, el R vdo. D. A n ­
gel Caballero, director del Colegio del Sa­
grado Corazón de L a s Palmas, nuestro
más sentido pésame.
D O Ñ A P A U L A G O M E Z C U R IE S E S
A la avanzada edad de noventa y un
años, después de una vida intensamente
cristiana, toda ella empleada en obras de
caridad, pasó a la vida verdadera esta
insigne dama. Fu é Cooperadora Salesiana entusiasta, y por nuestras obras tuvo
siempre una predilección especial. A sus
sobrinos, nuestro más sentido pésame.
H a muerto la Rvm a. M adre E lv ira
Rizzi, Consejera General de las Hijas
de M aría Auxiliadora. E n el próximo
número daremos su nota necrológica.

UN GRAN MISIONERO SALESIANO
(V ie n e de ¡a p á iin a t í )

materialmente, los cim ientos de la hoy
floreciente y diplomada Escuela A gron ó­
mica salesiana..., le vió, sobre todo, y
experim entó su benéfica actividad espi­
ritual y m aterial el T erritorio Federal
del Amazonas, la Misión propiam ente tal.
Encargado de la administración gene­
ral de la Misión, trabajó en bien de to­
das y de cada una de sus residencias,
favorecido por su profundo conocim ien­
to de lugares, de personas y de cosas.
Apasionado por los problemas cien­
tíficos de la región, igual que otro com­
patriota suyo que le había precedido, ad­
quirió en ellos tanta autoridad, que no
pocos sabios, exploradores y amantes de
la fauna y flora venezolanas, le pedían
datos y consejos, quedando de sus ex­
plicaciones altam ente satisfechos y ad­
mirados.
A su activa colaboración se debe tam­
bién la fundación y desarrollo de la co­
lonia indígena de N u estra Señora de
CoTomoto, donde se inician en los bene­
ficios de la R eligión y de la civilización,
varios centenares de aborígenes de la
selva amazónica.
En estos últimos años era el entusias­
ta A u x ilia r del Excm o. V icario Apostó­
lico, Mons. Segundo Gárcía. de quien era
Vicarío Delegado.

Su desapanción deja, en todos los ám ­
bitos y campos de la Misión, un gran
vacío, unido a un profundo sentimiento
de cariño y gratitud. Dulce como una pa­
loma, pujante como un cóndor, derra­
maba y difundía de cerca y a distancia
el pei-fume de la Caridad de Cristo.
¡M ande el Señor a todos los campos de
la actividad Salesiana, hom bres como el
Padre Lu is R ottm ayr!

UE [suEím iAS MisinmH
Cien años después

(V ie n e d e ja página l 6 )

Han pasado cien años del sacrificio cruen­
to de estos dos heroicos Misioneros. Hoy el
Assam cuenta dos Diócesis con un total de
cien mil católicos y con un maravilloso flo­
recer de instituciones y de obras altamente
apreciadas por el Gobierno. «La semilla de
los mártires es semilla de nuevos cristianos»
—dijo Tertuliano— y la historia lo confirma
a lo largo de todos los tiempos.
El 17 de' diciembre de 1951, en la Basílica
de María Auxiliadora, de Turín, S. E, Mon­
señor Orestes Marengo era consagrado primer
Obispo de Dibrugarh en el Alto Bramaputra, y a sus manos pasaba la herencia sagra­
da de los mártires del Assam. La Diócesis
de Dibrugarh fué probada en los primeros
años de su existencia por frecuentes terremo­
tos, ciclones y aluviones que llevaron al estra­
go y la muerte a sus infelices habitantes. La
escuela de la Misión quedó destruida y otras
estaciones misioneras gravemente damnifica­
dos. Con todo, Mons- Marengo no se ha des­
alentado y se ha dedicado no solam.:nte a la
obra de la reconstrucción, sino a llevar la fe
entre las tribus aborígenes de las montañas,
que llaman con insistencia a las puertas del
Redil de Cristo.
Sac. L U IS R A V A L IG O
Misiemero Salesiano
TESORO E S P IR IT U A L DE LOS COOPERADORES
InduIffcnciiiH picnarlaa
Indulgencia diaria «del Trabajo».
Marzo, 2: Prim er miércoles.
3: Doble Indulgencia: Prim er jueves.
4: Doble indulgencia; Prim er viernes.
5: Doble indulgencia: Prim er sábado.
10: (Si se hace la Novena de S. José).
19; í iesta de S. José.
24: Conmemoracidn de M. A.
25; La Anunciación.
27: (Para los niños y niñas de los Oratorios
festivos.) El día del E jerció de la
Buena Muerte. Un día a elección, co­
mulgando en honor del Santo Patrono.
Abril, 1; Los Dolores de la Santísima Vir<(en y pri­
m er vlemr>6.
2: Prim er sába lo.
6: Miércoles Santo: Prim er miércoles.



21

o

M A R IA

A U X IL IA D O R A

B A R C E L O N A .— Después de siete años
sin saber nada de un hijo mío, recibí
buenas noticias de él precisam ente el
día de la V irgen del Rosario, 7 de oc­
tubre. jCuántas ansiedades, cuántos su­
frim ientos durante esos larguísim os sie­
te años preocupada por la suerte de ese
pedazo de mis entrañas! ¡Sólo las ma­
dres que se han encontrado en situación
sem ejante pueden hacerse cargo de las
amarguras que experim enté. En medio
de mi dolor, ofrecía esos sufrim ientos a
Dios para que velara por m i hijo y ro­
gaba todos los días a M aría A uxiliadora
y a San Juan Bosco a fin de que prote­
gieran a m i hijo y m e alcanzaran tener
buenas noticias de él.
En acción de gracias por tan singular
favor, encargo dos misas: una en honor
de María Auxiliadora, y la otra de San
Juan Bosco.— M aría Pons Puigdom énech.
Teniendo pendiente un asunto familiar,
empecé una novena a San Juan Bosco
poniendo por intercesora a María A u x i­
liadora y prom etiendo publicar la gra­
cia y dar una limosna si conseguía sa­
tisfactoria solución. Habiendo consegui­
do la gracia, cumplo lo prometido. En
acción de gracias a María Auxiliadora,
entrego 100 pesetas para su culto.—
A. G elpi de Gelpi.
M A D R ID .— H ago público m i agradeci­
miento a María Auxiliadora por haber li­
brado a mi esposo de un grave acciden­
te.— L e o n o r Méndez.
S E V IL L A .— Estudiaba mi hermano, Salesiano, segundo año de Teología, y por
enferm edad no pudo examinarse. Las ora­
ciones de todos y la confianza en María
A uxiliadora hicieron que recobrara la sa­
lud, siguiera los estudios y recibiera las
Ordenes Menores. Pero al fin del tercero
v o lvió a caer gravem ente enfermo. Los
Superiores decidieron cam biarlo de clima.

22

Cuando lo supe em peñé a mis Hermanas
en la oración y en la promesa si María
A uxiliadora nos concedía que cantara su
prim era Misa con todos ios de su curso,
¡Qué buena M adre es María Auxiliadora!
M i hermano sanó y hemos tenido la di­
cha de verlo subir al altar y seguir cele­
brando la Santa Misa.— Una Hi j a de Ma­
ría Auxiliadora.
B A R C E L O N A .— En acción de gracias
A . M. A., para las vocaciones, 125 pese­
tas.— M . N.
C H IC L A N A .— Profundam ente agradeci­
do por un fa vo r recibido, 500 pesetas para
las Misiones.— A lfon so Rodríguez.
M A D R ID .— A gradecido por un favor
otorgado a toda la fam ilia, envío una li­
mosna y prom eto ir a com ulgar a su san­
tuario.— G. M . C.
Encontrándose gravem ente enferma
una fam iliar, acudí a María Auxiliadora
con gran confianza, y E lla escuchó mis
ruegos. Mando una limosna para su cul­
to.— Mercedes R . P .
S A L A M A N C A . — E . A lonso, Pbro.,
Eduardo Sánchez, M.^ Teresa de Gal, Araceli Gallego, A . A p a ricio, archicofrade.
S A L A M A N C A . — Encontrándom e en­
ferma, encomendé mi curación a María
Auxiliadora, quien, como bondadosísima
Madre, escuchó mi súplica. Agradecida
envió una limosna y publico la gracia.—
Esperanza M a rtín , A . A . Salesiana.
S A N J U A N BOSCO
P U E R T O D E S A N T A M A R IA .— Da in­
finitas gracias a San Juan Bosco por un
fa vor recibido y en vía una limosna para
sus obras Isabel García.
SANTA

M A R IA

DE

M AZZARELLO

H acía algún tiem po que la niña Nadía
F eira zzi, de ocho años, acusaba fuertes
dolores en una pierna, y el andar le re-

sultaba penoso y defectuoso. E l doctor,
pensó que era reumatismo, y ordenó las
medicinas del caso. Pero el m al siguió
agravándose. L levad a a un especialista, le
encontraron un quiste, con fractura pa­
tológica.
Fué sometida a una operación, que pre­
sentó la sorpresa de una lenta corrosión
del hueso, tal, que no se explicaban cómo
la pequeña pudiera todavía mantenerse
en pie. L e hicieron las curas convenientes
y la rem itieron a casa en espera de que
los huesos tomaran la necesaria consis­
tencia para intentar la operación deci­
siva. E l Profesor Marino, que seguía el
caso con paternal interés, le dijo a la ma­
dre que la niña debía pasar al menos
dos años en cama antes de la interven­
ción. L a pobre m adre no halló otro con­
suelo que venirse al colegio y pedim os
oraciones. L a consolamos y le indicamos
pusiera el caso en manos de la Madre
Mazzarello, tan amante de las niñas. L e
prometimos rezar tam bién nosotras.
Confortada, se marchó para hacer lo
que le indicábamos.
Cuando he aquí que a la mañana si­
guiente, la niña le pide la deje levan­
tarse. L a pobre, o m ejor dicho, la afor­
tunada m ujer, se pone a persuadirla de
que debe quedarse en cama, revelándole
la dolorosa situación. Pero la pequeña
insiste, y m ovida por una fuerza sobre­
natural, se levanta para dem ostrar que
el mal se le ha ido. Camina perfecta­
mente.
Tem erosa aún. la madre la lleva al hos­
pital, donde los médicos ordenan una ra­
diografía. Pero el radiólogo está ausen­
te, y ella no puede esperar. Se lleva su
niña. Dos horas después, el mismo ra­
diólogo va a la casa para llevar a la niña
y sacarle la radiografía. E l hueso se ha­
bía rehecho completamente.
Desde ese día N adía reanuda su vida
norm al: camina espeditamente, va con
las otras niñas a la escuela, continúa
gozando perfecta salud, con admiración
de los doctores que la habían recetado,
y de toda la población, que había condi­
vidido con la fam ilia F errazzi las ansie­
dades.
Han pasado tres años desde aquel día
bendito. De propósito se ha diferido tan­
to tiem po la relación para estar más se­
guros de la curación.
Que ésta anime a cuantos necesitan
gracias y favores a recu rrir con confian­
za a Santa M aría M azzarello, que ha de­

mostrado siem pre predilección por los
que sufren y en especial por los niños.
Cardano del Campo, diciem bre 1954.S or Teresa L ore n zm i. H. M A .
S A N T O D O M IN G O S A V IÜ
B A R C E L O N A .— Impensadamente tuvi­
mos que acudir presurosos junto al lecho
de nuestra madre enferma. Una serie de
complicaciones motivadas por la diabetes,
y la afección del corazón, la ponían al
borde del sepulcro. L a consulta médica
no era nada esperanzadora.
A n te la gravedad del caso, acudimos
doloridos a Santo Dom ingo Savio, cuya
reliquia ex-ossibus pusimos en la cabe­
cera de la enferma.
Y Dom ingo Savio ha oído nuestras sú­
plicas. A l acabar la novena pudimos v o l­
ve r a nuestro Estudiantado y la enferma
comenzar su convalecencia.
H o y nuestra madre, ya en plena m ejo­
ría, agradece a Dom ingo Savio esa gracia
y envía una limosna para su culto, espe­
rando que nuestro santito la ayudará pa­
ra asistir en el próxim o ju lio a las prim e­
ras misas de sus dos hijos sacerdotes.—
José ilf.* y Francisco Sanz, Salesianos.
B U R R IA N A .— ’K Santo Dom ingo Sa­
vio doy rendidas gracias por haberme
ayudado por medio de circunstancias ve r­
daderam ente providenciales a finalizar
mi carrera. E n vío una limosna para su
culto, en acción de gracias.— M aría del
P ila r S. V ictoria.
N U E S T R O S M A R T IR E S
A L C O Y .— P o r favores recibidos por in ­
tercesión de el R. D. José Otín— R. D. A l­
varo Sanjuan, Clér. Zacarías Abadía.
M A D R ID .— M u y agradecido a Don E n ­
rique Sáinz por su continua protección.
25 pesetas para su Causa.— Carmen H e­
rrero.
S A L A M A N C A . — Encontrándom e en
una situación económica bastante apura­
da, acudí al Siervo de Dios Don Julián
Rodríguez para que m e sacara del apu­
ro, y en poco tiem po conseguí lo que de­
seaba, ix)r lo cual, m uy agradecida, envío
una limosna para su Causa de Beatifica­
ción y suplico se publique a fin de que
los lectores se encomienden a su interce­
sión.— Isabel Pedrazn.

- 23

Catálogo crítico de libros para niños, com­
pilado por la Dirección de Archivos y Bi­
bliotecas. Madrid, 1954. En un hermoso vo­
lumen de 24,50 cms. x 17, y 350 páginas,
cataloga 2.280 libros, diciendo su contenido
y dando un rápido juicio. Divide a los lec­
tores en cuatro categorías: niños de 3 a 6
años, de 6 a 9. de 9 a 12, de 12 a 15. Aña­
de un índice de autores y otro de libros
anónimos: otro de títulos y colecciones;
otro de Editoriales; otro de distribuidores
y otro de viñetas. Aunque naturalmente
incompleto—^y no por culpa de los coleccio­
nadores—-, es libro útilísimo, que no debe
faltar en ningún colegio ni escuela, ni, íba­
mos a decir, en ninguna casa donde se
preocupen por lo que han de leer los niños
y adolescentes.
De la Editorial Litúrgica.—Barcelona:
Vida íntima con Jesús, por F. Maucourant. canónigo y arcipreste de Vercv, tra­
ducido de la 12.» edic. franc. por P. M. Bordoy Torrens. Tomito de 307 págs. Pese­
tas 25.—Son 30 meditaciones «cortas y
jugosas», y por añadidura muy atractivas.
Revélase en su autor el conocimiento pro­
fundo del corazón humano. N o es raro que
en su lengua original lleve vendidos
180.000 ejemplares. Otro tanto le deseamos
a la traducción.
Mes de María, por el Dr. Manuel Trens.
174 págs. Ptas. 18. Las meditaciones, bre­
ves pero enjundiosas, siguen paso a paso
la vida de la Virgen. Los ejemplos son...
ejemplos, casos sucedidos y comprobados.
Las oraciones, en consonancia con lo me­
ditado, y con las costumbres españolas.
La vigilia pascual, por J. Laloiav: Diez
sermones preparatorios a la fiesta de la
Pasciia, que es en realidad el centro del
Cristianismo.— En tres etapas divide esta
preparación de los fieles a la gran festi­
vidad. que ha de renovar sus almas: «E l
Misterio Pascual en el centro del plan de
Dios: instrucciones de Septuagésima, Se­
xagésima y Quincuagésima: La Cuaresma
nos lleva a v iv ir con Cristo: l.°, 2.® y
3.® Domingo. Cómo revivir el Misterio de
Pascua por la L itu rgia : los domingos res­
tantes: Fin del camino: la celebración del
Triduo Pascual: Jueves y Viernes San­
tos. Noche pascual. Resurrección.— Un li­
bro que realmente hacía falta.

De
24 -

su

autor:

Rodolfo

M.

Ragucci.

S. D. S. Buenos Aires; tinta de Luz pui
tierra santa. Impresiones de viaje, II.— Her­
mosamente editado por «Difusión», no.':
visita este 2.® tomo de la obra en que el
académico y sobre todo, el gran religioso
salesiano dice las impresiones que ha ido
recibiendo a través de su viaje por Italia,
F rancia.y España y su tránsito por Bra­
sil y Uruguay. De este tomo decimos lo
que del prim ero: una joya literaria, por
la sencilla suntuosidad de la prosa y el
hálito de poesía que lo penetra: salesiana. porque el peregrino va buscando los
recuerdos del Santo Patriarca por donde­
quiera; y así lo encuentra no sólo en la
«tierra santa» donde nació, creció, se for­
mó y más trabajó, sino en todas partes
por donde anduvo. Muchos datos, muchas
resonancias, mucho sabroso dejo tienen
estas 524 páginas de «Ruta de luz».
— Del Padre Néstor Alfredo Noriega.
D. B., es un libro de poemas en honor
de Santo Domingo Savin, titulado Lirio
de carne y hueso, editado por «A pis», en
Rosario (Argentina). E l autor se lo dedi­
ca «a la numerosa juventud— que pueblade ilusión y de alegría— los colegios de
Don Rosco— con m otivo de— la Canoniza­
ción de— DOMINGO SAVIO ».— Cuatro sec­
ciones abarcan las 1(X) páginas del libro.
V cada una diversos poemas y diversas
formas y metro.s: «Plegarias». «Sonetos».
«Poemas de la Canonización». «Otros poe­
mas». Hay inspiración en estos poemas;
hay amor. Además del deleite a todo lec­
tor. el libro presta un buen servicio a los
Colegios, círculos, etc., ofreciéndoles be­
llas piezas para declamadas.
— ¡Qué valioso servicio a la hagiografía
en general y a la salesiana en particular
ha prestado el P. R ^ ú l E x t r a i g a s con la
publicación de su interesante libro E l pa­
riente de todos los pobres, biografía del
coadjutor salesiano D. .'^rtémides Zatti. de
210 páginas, a ciml más hermosa y edifi­
cante. Es la de «Don Zatti» la vida de un
auténtico santo que, iluminado por una fe
viva, sostenido por una esperanza incon­
movible. inflamado por una caridad ar­
diente. sacrifica momento por momento su
preciosa existencia en aras del amor más
puro y más práctico, especialmente en el
cuidado de los enfermos y en las atencio­
nes de su hospital. Los 28 capítulos no
tienen una línea de desperdicio. Los títu­
los llamativos, la narración fluida y llena
de naturalidad, el sano humor hac*en que
se lea con fruición; pero sobre todo que
el alma se reconforte y el corazón se en­
sanche, y el ánimo se mueva a la imita­
ción o siquiera a la admiración. Siempre
es bello y consolador comprobar que hay
en la tierra heroísmo, y heroísmo sin po­
ses, con llaneza y alegría.

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